Revista "Poder Popular" 2, portada de Jose Hernandez Delgadillo, textos de Enrique Gonzalez Rojo,...

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  • 7/23/2019 Revista "Poder Popular" 2, portada de Jose Hernandez Delgadillo, textos de Enrique Gonzalez Rojo, Gonzalo Martr

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    Revista y foro de anlisis, crtica e investigacin social - Nmero 2 - Marzo 2009

    PODER POPULARArtculos de Enrique Gonzlez Rojo, Hugo van Oordt H., Alfredo Velarde,Miguel . Rodrguez, Gonzalo Martr, Mario Ramrez,

    Arq. Gerardo David Rodrguez, Jos Tlatelpas

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    EDITORIAL

    Como resultado de los esfuerzos sociales, polticos y culturales de la convergencia de laizquierda mexicana, la revista Poder Popularofrece un foro creado para compartiranlisis y discusin entre las diferentes corrientes de pensamiento en las reas de eco-noma, poltica, desarrollo sustentable, democracia, cultura, etc. Por lo tanto, la revistapresenta variados puntos de vista y documenta los anlisis inditos de distintos inves-tigadores, acadmicos y corrientes sociales en Mxico y el mundo.

    En este nmero destacamos la colaboracin del poeta, filsofo y pensador Enrique Gon-zlez Rojo, con una disertacin terica sobre su propuesta de socialismo autogestionario.

    Hugo Van Oordt hace un anlisis de la trascendencia de Jos Carlos Maritegui paralatinoamrica y el mundo, su caracterizacin del fascismo y las aportaciones del pen-sador peruano acerca del problema de los indios en Latinomrica. El acadmico AlfredoVelarde nos presenta un anlisis y crtica acerca de la crisis econmica mundial. MiguelAngel Rodrguez propone que ante la recesin econmica mundial debemos encontrarsoluciones como la construccin del poder popular. El escritor Gonzalo Martr, directorde la redvista electrnica La Rana Roja, nos ofrece, a travs de una aguda stira, laautopsia tarda de La Regin ms transparente del aire de Carlos Fuentes, y nosla presenta como el gran fraude de un Mxico que slo existe en las pginas de esa no-vela. Mario Ramirez nos ofrece otra variante de la aplicacin del contrapoder, distintaa la de poderes fcticos como los del narco o el del duopolio Televisa-TvAzteca, en laque su carcter fundamental es la construccin progresiva del socialismo en Mxico yla construccin del poder popular rumbo a una Revolucin Cultural. Publicamos laconvocatoria del 1er Taller Continental del Poder Popular y una investigacin del Arq.Gerardo David Rodrguez con datos acerca de la pobreza en Mxico, mostrando cmoen Mxico se ha dimensionado la pobreza de forma geomtrica, aumentndola y con-centrando la riqueza en cada vez menos manos.

    Con motivo del Da Internacional de la Mujer, hacemos un homenaje a tres cantantesejemplares de la izquierda internacional: Judith Reyes, Miriam Makeba y Martha Jean-Claude. Esperamos que sea grato y nutritivo este caldo de ideas, propuestas y cultura.

    PODER POPULAR1

    EDITORIAL

    Como resultado de los esfuerzos sociales, polticos y culturales de la convergencia de laizquierda mexicana, la revista Poder Popularofrece un foro creado para compartiranlisis y discusin entre las diferentes corrientes de pensamiento en las reas de eco-noma, poltica, desarrollo sustentable, democracia, cultura, etc. Por lo tanto, la revistapresenta variados puntos de vista y documenta los anlisis inditos de distintos inves-tigadores, acadmicos y corrientes sociales en Mxico y el mundo.

    En este nmero destacamos la colaboracin del poeta, filsofo y pensador Enrique Gon-zlez Rojo, con una disertacin terica sobre su propuesta de socialismo autogestionario.

    Hugo Van Oordt hace un anlisis de la trascendencia de Jos Carlos Maritegui paralatinoamrica y el mundo, su caracterizacin del fascismo y las aportaciones del pen-sador peruano acerca del problema de los indios en Latinomrica. El acadmico AlfredoVelarde nos presenta un anlisis y crtica acerca de la crisis econmica mundial. MiguelAngel Rodrguez propone que ante la recesin econmica mundial debemos encontrarsoluciones como la construccin del poder popular. El escritor Gonzalo Martr, directorde la redvista electrnica La Rana Roja, nos ofrece, a travs de una aguda stira, laautopsia tarda de La Regin ms transparente del aire de Carlos Fuentes, y nosla presenta como el gran fraude de un Mxico que slo existe en las pginas de esa no-vela. Mario Ramirez nos ofrece otra variante de la aplicacin del contrapoder, distintaa la de poderes fcticos como los del narco o el del duopolio Televisa-TvAzteca, en laque su carcter fundamental es la construccin progresiva del socialismo en Mxico yla construccin del poder popular rumbo a una Revolucin Cultural. Publicamos laconvocatoria del 1er Taller Continental del Poder Popular y una investigacin del Arq.Gerardo David Rodrguez con datos acerca de la pobreza en Mxico, mostrando cmoen Mxico se ha dimensionado la pobreza de forma geomtrica, aumentndola y con-centrando la riqueza en cada vez menos manos.

    Con motivo del Da Internacional de la Mujer, hacemos un homenaje a tres cantantesejemplares de la izquierda internacional: Judith Reyes, Miriam Makeba y Martha Jean-Claude. Esperamos que sea grato y nutritivo este caldo de ideas, propuestas y cultura.

    PODER POPULAR1

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    Fundacin

    Consejo DirectivoAlberto Anaya GutirrezAlejandro Gonzlez Yaez

    Ricardo Cant GarzaRubn Aguilar Jimnez

    Comit EjecutivoPresidenteArturo Lpez Cndido

    SecretarioJavier Arroyo Cuevas

    Zenaida Ortega CortzEfran Aguilar SnchezJos Luis Lpez Lpez

    Genaro Cervantes VegaErnesto Villareal CantSilvia Martnez Alfaro

    DireccinJos Tlatelpas

    Director de ProduccinMario Ramrez

    Correccin de EstiloHugo van Oordt

    ArteJos Luis Coln

    Impresin: Martn Cambrn

    Colaboradores en este nmero: TEXTO: Enrique Gon-zlez Rojo, Hugo van Oordt H., Alfredo Velarde, MiguelA. Rodrguez, Gonzalo Martr, Mario Ramirez, GerardoDavid Rodrguez, Jos Tlatelpas.

    Primera poca, 2009

    [email protected]

    PODER POPULAR es una revista trimestral de laFundacin de Estudios Sociopolticos, Econmicos, Au-togestin y Poder Popular del Distrito Federal, AC.

    (r) Derechos registrados. Algunos derechos restringidos.Creative Commons Licence. Mxico DF, marzo del 2009

    Editorial ..............................................................................

    ndice / Directorio ............................................................

    Revolucin y reformaEnrique Gonzlez Rojo......................................................

    Jos Carlos Maritegui, marxista convicto y confesoHugo van Oordt H. ...........................................................

    La crisis capitalista mundialAlfredo Velarde ............................................................... 1

    Ante la crisis capitalista el poder popularMiguel. A. Rodrguez ..................................................... 2

    Autopsia tarda de La Regin ms transparenteGonzalo Martr ............................................................... 2

    Contrapoder, poder popular y eleccionesMario Ramirez ................................................................. 3

    1er Taller continental de la teoray prctica del poder popularVarios ............................................................................... 3

    La dimensin de la pobreza en MxicoArq. Gerardo David Rodrguez................................... . 4

    Da Internacional de la mujer, homenaje aJudith Reyes, Myriam Makeba, Martha Jean-ClaudeJos Tlatelpas (contraportadas) ................................... 48

    Portada:Dibujo del maestro Jos Hernndez Delgadillo.

    ARTE:Jos Hernndez Delgadillo, Melecio Galvn, ReynaldoOlivares, Jos Sabogal, Ocaranza.

    FOTO:Arturo Lpez Cndido, Haags Utiburo , Jimmy.

    PODER POPULAR2

    DIRECTORIO NDICE

    Fundacin

    Consejo DirectivoAlberto Anaya GutirrezAlejandro Gonzlez Yaez

    Ricardo Cant GarzaRubn Aguilar Jimnez

    Comit EjecutivoPresidenteArturo Lpez Cndido

    SecretarioJavier Arroyo Cuevas

    Zenaida Ortega CortzEfran Aguilar SnchezJos Luis Lpez Lpez

    Genaro Cervantes VegaErnesto Villareal CantSilvia Martnez Alfaro

    DireccinJos Tlatelpas

    Director de ProduccinMario Ramrez

    Correccin de EstiloHugo van Oordt

    ArteJos Luis Coln

    Impresin: Martn Cambrn

    Colaboradores en este nmero: TEXTO: Enrique Gon-zlez Rojo, Hugo van Oordt H., Alfredo Velarde, MiguelA. Rodrguez, Gonzalo Martr, Mario Ramirez, GerardoDavid Rodrguez, Jos Tlatelpas.

    Primera poca, 2009

    [email protected]

    PODER POPULAR es una revista trimestral de laFundacin de Estudios Sociopolticos, Econmicos, Au-togestin y Poder Popular del Distrito Federal, AC.

    (r) Derechos registrados. Algunos derechos restringidos.Creative Commons Licence. Mxico DF, marzo del 2009

    Editorial ..............................................................................

    ndice / Directorio ............................................................

    Revolucin y reformaEnrique Gonzlez Rojo......................................................

    Jos Carlos Maritegui, marxista convicto y confesoHugo van Oordt H. ...........................................................

    La crisis capitalista mundialAlfredo Velarde ............................................................... 1

    Ante la crisis capitalista el poder popularMiguel. A. Rodrguez ..................................................... 2

    Autopsia tarda de La Regin ms transparenteGonzalo Martr ............................................................... 2

    Contrapoder, poder popular y eleccionesMario Ramirez ................................................................. 3

    1er Taller continental de la teoray prctica del poder popularVarios ............................................................................... 3

    La dimensin de la pobreza en MxicoArq. Gerardo David Rodrguez................................... . 4

    Da Internacional de la mujer, homenaje aJudith Reyes, Myriam Makeba, Martha Jean-ClaudeJos Tlatelpas (contraportadas) ................................... 48

    Portada:Dibujo del maestro Jos Hernndez Delgadillo.

    ARTE:Jos Hernndez Delgadillo, Melecio Galvn, ReynaldoOlivares, Jos Sabogal, Ocaranza.

    FOTO:Arturo Lpez Cndido, Haags Utiburo , Jimmy.

    PODER POPULAR2

    DIRECTORIO NDICE

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    En apariencia, vivimos una poca histrica en que la es-peranza, herida y maltrecha, se halla a punto de exhalarsu ltimo suspiro. Al parecer, el fantasma que hoy recorreel mundo es, ay, el desaliento. Los capitalistas y todos susmodernos comunicadores, idelogos y testaferros, danpor liquidado el ideal socialista y hacen creer al pueblo,porque no dejan de influir en l, que el anhelo de eman-cipacin y la apasionada lucha por humanizar al hombre,son propsitos construidos con el material ilusorio de lossueos, que se han quedado para siempre ubicados en elpretrito. Esta impresin corresponder a la realidad?Vivimos en un mundo hurfano de utopas? Se hallarglobalizado el pesimismo?

    Hace ciento cincuenta y cuatro aos se public el Mani-fiesto del Partido Comunista.Los autores de este documento histrico, tan decisivo einfluyente, examinan crticamente el sistema capitalistaen ascenso y, aunque no dejan de destacar los elementosprogresivos que lo acompaaron en su proceso de reali-zacin, poniendo de relieve sus limitaciones y el enlistado

    PODER POPULAR3

    negro de atrocidades inherentes a su naturaleza.El diagnstico de este capitalismo todava incipiente, per

    vigoroso y pujante, lleva a sus autores al convencimientde que, para sus vctimas que rpidamente van confomando la mayora de la sociedad no existe otra salidque la revolucin, una revolucin realizada fundamentalmente por los que, con ella, no tienen otra cosa que peder sino sus cadenas y a quienes se abre as el promisormundo de la emancipacin.

    Ha corrido mucha agua, en verdad, desde que sali a luz pblica el Manifiesto. El capitalismo no slo no hsido eliminado, sino que, con algunas excepciones, es

    en todas partes. Este sistema inhumano e irracional, qunaci en Europa, y hace apenas un puado de siglos, sha adueado del mundo, se ha entronizado en los cinccontinentes, se ha revelado como el sistema con mayopoder de conquista que registra la historia humana. Peren este proceso de expansin, el sistema capitalista eslejos de haberse sacudido el conjunto de caracteres com

    Colonos en trabajos de autoconstruccin,foto por Arturo Lpez Cndido

    PODER POPULAR3

    REVOLUCIN Y REFORMA

    Enrique Gonzlez Rojo

    En apariencia, vivimos una poca histrica en que la es-peranza, herida y maltrecha, se halla a punto de exhalarsu ltimo suspiro. Al parecer, el fantasma que hoy recorreel mundo es, ay, el desaliento. Los capitalistas y todos susmodernos comunicadores, idelogos y testaferros, danpor liquidado el ideal socialista y hacen creer al pueblo,porque no dejan de influir en l, que el anhelo de eman-cipacin y la apasionada lucha por humanizar al hombre,son propsitos construidos con el material ilusorio de lossueos, que se han quedado para siempre ubicados en elpretrito. Esta impresin corresponder a la realidad?Vivimos en un mundo hurfano de utopas? Se hallarglobalizado el pesimismo?

    Hace ciento cincuenta y cuatro aos se public el Mani-fiesto del Partido Comunista.Los autores de este documento histrico, tan decisivo einfluyente, examinan crticamente el sistema capitalistaen ascenso y, aunque no dejan de destacar los elementosprogresivos que lo acompaaron en su proceso de reali-zacin, poniendo de relieve sus limitaciones y el enlistado

    PODER POPULAR3

    negro de atrocidades inherentes a su naturaleza.El diagnstico de este capitalismo todava incipiente, per

    vigoroso y pujante, lleva a sus autores al convencimientde que, para sus vctimas que rpidamente van confomando la mayora de la sociedad no existe otra salidque la revolucin, una revolucin realizada fundamentalmente por los que, con ella, no tienen otra cosa que peder sino sus cadenas y a quienes se abre as el promisormundo de la emancipacin.

    Ha corrido mucha agua, en verdad, desde que sali a luz pblica el Manifiesto. El capitalismo no slo no hsido eliminado, sino que, con algunas excepciones, es

    en todas partes. Este sistema inhumano e irracional, qunaci en Europa, y hace apenas un puado de siglos, sha adueado del mundo, se ha entronizado en los cinccontinentes, se ha revelado como el sistema con mayopoder de conquista que registra la historia humana. Peren este proceso de expansin, el sistema capitalista eslejos de haberse sacudido el conjunto de caracteres com

    Colonos en trabajos de autoconstruccin,foto por Arturo Lpez Cndido

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    REVOLUCIN Y REFORMA

    Enrique Gonzlez Rojo

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    la explotacin, el dominio imperial, las guerras, la mise-ria que ineludiblemente forman parte de su esencia. Esun capitalismo corregido y aumentado. Que ha sufridocambios, es innegable. Que en algunos aspectos se ha di-ferenciado de su forma de pensar, sentir y actuar, comolo hace el viejo con el joven que fue, es un hecho palpable.Pero sigue siendo el mismo y sus manos continan man-chadas de sangre. La salida no puede ser, por consi-guiente, sino la misma que preconizaba el Manifiesto: larevolucin.

    Pero antes de mostrar cmo concebimos esta ltima, y desubrayar las diferencias, si es que existen, con la forma enque la inteligan los socialistas decimonnicos, creemosconveniente aclarar el ttulo del escrito presente. De lamisma manera que Marx y Engels (en vsperas del con-junto de revoluciones que, en 1848, estallaron en varias

    de las ciudades europeas) decidieron llevar a cabo un exa-men crtico del rgimen sociopoltico imperante, mostrarsus leyes de tendencia y analizar las posibilidades de sudesaparicin con el surgimiento histrico de su sepul-turero: el proletariado, creemos necesario hacer otrotanto respecto al modo de produccin que existe hoy enda. Necesitamos un Nuevo Manifiestoque analice la ver-dadera fase superior del capitalismo que es la globaliza-cin, estudie su situacin actual y sus leyes de tendencia,recapacite si el capitalismo en proceso de mundializacindel presente est creando o no su sepulturero y si es po-

    sible y conveniente volver a pensar en una revolucinquetrascienda la formacin capitalista.

    Existe la idea muy extendida de que toda revolucin tieneque ser forzosamente violenta. Ante este lugar comn,resulta adecuado hacer una diferencia entre la revolucinen cuanto tal y los medios para acceder a ella. La revolu-cin es el cambio de sistema, el trnsito de un modo deproduccin y de vida a otro, y los medios para alcanzarese fin son violentos o pacficos, hablando desde el puntode vista de la posibilidad abstracta. Se puede estar de

    acuerdo tal vez en la necesidad de que, viviendo en el ca-pitalismo, surja una revolucin que nos conduzca a la otraorilla: a un mundo donde se inicie el complejo proceso dela desenajenacin. Se puede estar de acuerdo en esto; perolas diferencias hacen acto de presencia tan pronto nos pre-guntamos: cul de las dos vas, la pacfica o la violenta,es el camino posible para dar con la tierra promisa de laemancipacin? La va pacfica no puede ser. Los interesescreados y el cerco inexpugnable que tienden en torno alpoder, se oponen a ello. El rgimen republicano dice tenerun dispositivo el electoral- por medio del cual se expresa

    PODER POPULAR4

    la voluntad popular, y que, si fuera el caso, el deseo popular de trascender el rgimen capitalista podra hacer usde ese instrumento y dar a luz, en y por los comicios, proceso revolucionario de cambio de sistema. Pero etodo esto hay un clculo bien definido: quienes acudenlas urnas estn perfectamente adoctrinados por el smo

    ideolgico predominante para no pedir o exigir nada quse instale en el ms all de la economa de mercado, la hterogestin organizativa y la reproduccin del capital. Lideologa hegemnica no puede ser sino la de la clase quejerce, con el poder, dicha hegemona. Quienes escapade la regla de la manipulacin no son sino excepcioneque confirman el papel predominante de la regla. El trnsito pacfico hacia un rgimen postcapitalista se harechando mano de una educacin alternativa? La educacin masiva requiere de recursos econmicos que tieneque provenir del Estado, y este ltimo no puede, simpl

    mente no puede, financiar una prctica educativa nacioncontrapuesta como sera el caso de una educacin antcapitalista a los intereses econmico- sociales del aparatpoltico-administrativo dominante.

    La va violenta tampoco resulta viable. Es cierto que la hitoria demuestra que la mayor parte de los cambios de rgimen significativos, han tenido a la violencia como unde sus protagonistas principales.

    Pero todos ellos no han implicado, con inclusin de los re

    gmenes llamados socialistas, el trnsito de un modo dexplotacin econmica y dominacin poltica a otro siestas caractersticas. Ahora nos planteamos la cuestin ediferentes trminos: la revolucin que lleve del sistemdel salariado, la explotacin y la dominacin al socialismlibertario y no de un sistema de explotacin a otro hde ser forzosamente violenta? Aunque no hay una experiencia al respecto porque un socialismo autogestionarno ha sido creado ni por medio de la va pacfica ni mediante el mtodo violento podemos sealar nuestra conviccin de que el camino de la violencia tampoco nos v

    a abrir esa posibilidad porque la mayor parte de la sociedad en prcticamente todas las regiones del mundo nquiere or hablar de una guerra civil que se proponga detruir el capitalismo por medio de las armas y porque, eel caso de que una minora consciente se disponga imponer la emancipacin a la sociedad, intuye qutal intento se torna en su contrario: la aparicin de la decarnada poltica de intereses especficos y grupales, comlo demostraron las revoluciones que, prometiendo emancipacin del trabajo, gestaron el totalitarismo de tecnoburocracia .

    la explotacin, el dominio imperial, las guerras, la mise-ria que ineludiblemente forman parte de su esencia. Esun capitalismo corregido y aumentado. Que ha sufridocambios, es innegable. Que en algunos aspectos se ha di-ferenciado de su forma de pensar, sentir y actuar, comolo hace el viejo con el joven que fue, es un hecho palpable.Pero sigue siendo el mismo y sus manos continan man-chadas de sangre. La salida no puede ser, por consi-guiente, sino la misma que preconizaba el Manifiesto: larevolucin.

    Pero antes de mostrar cmo concebimos esta ltima, y desubrayar las diferencias, si es que existen, con la forma enque la inteligan los socialistas decimonnicos, creemosconveniente aclarar el ttulo del escrito presente. De lamisma manera que Marx y Engels (en vsperas del con-junto de revoluciones que, en 1848, estallaron en varias

    de las ciudades europeas) decidieron llevar a cabo un exa-men crtico del rgimen sociopoltico imperante, mostrarsus leyes de tendencia y analizar las posibilidades de sudesaparicin con el surgimiento histrico de su sepul-turero: el proletariado, creemos necesario hacer otrotanto respecto al modo de produccin que existe hoy enda. Necesitamos un Nuevo Manifiestoque analice la ver-dadera fase superior del capitalismo que es la globaliza-cin, estudie su situacin actual y sus leyes de tendencia,recapacite si el capitalismo en proceso de mundializacindel presente est creando o no su sepulturero y si es po-

    sible y conveniente volver a pensar en una revolucinquetrascienda la formacin capitalista.

    Existe la idea muy extendida de que toda revolucin tieneque ser forzosamente violenta. Ante este lugar comn,resulta adecuado hacer una diferencia entre la revolucinen cuanto tal y los medios para acceder a ella. La revolu-cin es el cambio de sistema, el trnsito de un modo deproduccin y de vida a otro, y los medios para alcanzarese fin son violentos o pacficos, hablando desde el puntode vista de la posibilidad abstracta. Se puede estar de

    acuerdo tal vez en la necesidad de que, viviendo en el ca-pitalismo, surja una revolucin que nos conduzca a la otraorilla: a un mundo donde se inicie el complejo proceso dela desenajenacin. Se puede estar de acuerdo en esto; perolas diferencias hacen acto de presencia tan pronto nos pre-guntamos: cul de las dos vas, la pacfica o la violenta,es el camino posible para dar con la tierra promisa de laemancipacin? La va pacfica no puede ser. Los interesescreados y el cerco inexpugnable que tienden en torno alpoder, se oponen a ello. El rgimen republicano dice tenerun dispositivo el electoral- por medio del cual se expresa

    PODER POPULAR4

    la voluntad popular, y que, si fuera el caso, el deseo popular de trascender el rgimen capitalista podra hacer usde ese instrumento y dar a luz, en y por los comicios, proceso revolucionario de cambio de sistema. Pero etodo esto hay un clculo bien definido: quienes acudenlas urnas estn perfectamente adoctrinados por el smo

    ideolgico predominante para no pedir o exigir nada quse instale en el ms all de la economa de mercado, la hterogestin organizativa y la reproduccin del capital. Lideologa hegemnica no puede ser sino la de la clase quejerce, con el poder, dicha hegemona. Quienes escapade la regla de la manipulacin no son sino excepcioneque confirman el papel predominante de la regla. El trnsito pacfico hacia un rgimen postcapitalista se harechando mano de una educacin alternativa? La educacin masiva requiere de recursos econmicos que tieneque provenir del Estado, y este ltimo no puede, simpl

    mente no puede, financiar una prctica educativa nacioncontrapuesta como sera el caso de una educacin antcapitalista a los intereses econmico- sociales del aparatpoltico-administrativo dominante.

    La va violenta tampoco resulta viable. Es cierto que la hitoria demuestra que la mayor parte de los cambios de rgimen significativos, han tenido a la violencia como unde sus protagonistas principales.

    Pero todos ellos no han implicado, con inclusin de los re

    gmenes llamados socialistas, el trnsito de un modo dexplotacin econmica y dominacin poltica a otro siestas caractersticas. Ahora nos planteamos la cuestin ediferentes trminos: la revolucin que lleve del sistemdel salariado, la explotacin y la dominacin al socialismlibertario y no de un sistema de explotacin a otro hde ser forzosamente violenta? Aunque no hay una experiencia al respecto porque un socialismo autogestionarno ha sido creado ni por medio de la va pacfica ni mediante el mtodo violento podemos sealar nuestra conviccin de que el camino de la violencia tampoco nos v

    a abrir esa posibilidad porque la mayor parte de la sociedad en prcticamente todas las regiones del mundo nquiere or hablar de una guerra civil que se proponga detruir el capitalismo por medio de las armas y porque, eel caso de que una minora consciente se disponga imponer la emancipacin a la sociedad, intuye qutal intento se torna en su contrario: la aparicin de la decarnada poltica de intereses especficos y grupales, comlo demostraron las revoluciones que, prometiendo emancipacin del trabajo, gestaron el totalitarismo de tecnoburocracia .

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    La posibilidad de la revolucin se dira, pues, imposible,porque ni la va pacfica ni la va violenta parecen abrirnosel camino a su consecucin.Esto, por lo menos, en el corto

    y quizs en el mediano plazo. Podemos imaginarnos, sinembargo, una posible solucin al problema. Algunos so-cialistas la visualizaron en el pasado y tal vez resulte ne-cesario replantearla y rediscutirla. Tal hiptesis podraexpresarse as: la va pacfica es preferible a la violenta,pero es posible si v slo si se est preparado para esta l-tima.

    Esta formulacin parte del supuesto de que el capital hoy internacionalizado no est dispuesto en ningn casoa ceder el poder pacficamente y arranca de la conviccin

    de que, ante la posibilidad de que el ascenso revolucio-nario haga peligrar su situacin y estabilidad, no se ten-tar el corazn para emplear la fuerza y actuar de lamanera dictatorial y sanguinaria que dice pero de dien-tes afuera reprobar. Aunque es evidente que el mero im-pulso ideal, descarnado y quijotesco, carece de puoscontra la estructura material de la dominacin, es posiblecrear poco a poco y de manera continua un contra poder,una gran fuerza no slo espiritual sino material que, ensu pugna por la emancipacin, no siga los caminos tradi-cionales de una va pacficacarente de la infraestructura

    PODER POPULAR5

    material que le permita imponerse o, de una va violensin el imaginario que la conduzca a la aprobacin consensual. Nuestra propuesta es, pues, coadyuvar a

    emergencia del nuevo sujeto en lucha, del contrapodeque imponga, por obra y gracia de su materialidad, la vpacfica.

    La revolucin tiene que ser diferenciada de la reformMientras esta ltima es una modificacin, supuestamenprogresiva, dentro de ciertos marcos, la primera entraun cambio de esencia. Se ha dicho que la revolucin implica una radical transformacin de los usosmientras qula reforma slo pugna por evitar los abusos. La revolucin de que hablamos excluye la reforma? De ningun

    manera, porque hay dos clases de reforma: la reforma tomada como fin y la tomada como medio. La lucha refomista dentro del capitalismo puede tener, en efecto, docaractersticas opuestas: el reformismo conservadorprtende mejorar las cosas dentro del capitalismo, siendo sresultado, independientemente de la intencin con quse realice, oxigenar el ambiente donde tiene lugar la explotacin del hombre por el hombre; el reformismo revolucionario, en cambio, lucha por reformas que, aunquse lleven a cabo en el capitalismo, se vinculan con o sabrena la revolucin.

    Colonos en trabajo comunitario, foto por Arturo Lpez Cndido

    La posibilidad de la revolucin se dira, pues, imposible,porque ni la va pacfica ni la va violenta parecen abrirnosel camino a su consecucin.Esto, por lo menos, en el corto

    y quizs en el mediano plazo. Podemos imaginarnos, sinembargo, una posible solucin al problema. Algunos so-cialistas la visualizaron en el pasado y tal vez resulte ne-cesario replantearla y rediscutirla. Tal hiptesis podraexpresarse as: la va pacfica es preferible a la violenta,pero es posible si v slo si se est preparado para esta l-tima.

    Esta formulacin parte del supuesto de que el capital hoy internacionalizado no est dispuesto en ningn casoa ceder el poder pacficamente y arranca de la conviccin

    de que, ante la posibilidad de que el ascenso revolucio-nario haga peligrar su situacin y estabilidad, no se ten-tar el corazn para emplear la fuerza y actuar de lamanera dictatorial y sanguinaria que dice pero de dien-tes afuera reprobar. Aunque es evidente que el mero im-pulso ideal, descarnado y quijotesco, carece de puoscontra la estructura material de la dominacin, es posiblecrear poco a poco y de manera continua un contra poder,una gran fuerza no slo espiritual sino material que, ensu pugna por la emancipacin, no siga los caminos tradi-cionales de una va pacficacarente de la infraestructura

    PODER POPULAR5

    material que le permita imponerse o, de una va violensin el imaginario que la conduzca a la aprobacin consensual. Nuestra propuesta es, pues, coadyuvar a

    emergencia del nuevo sujeto en lucha, del contrapodeque imponga, por obra y gracia de su materialidad, la vpacfica.

    La revolucin tiene que ser diferenciada de la reformMientras esta ltima es una modificacin, supuestamenprogresiva, dentro de ciertos marcos, la primera entraun cambio de esencia. Se ha dicho que la revolucin implica una radical transformacin de los usosmientras qula reforma slo pugna por evitar los abusos. La revolucin de que hablamos excluye la reforma? De ningun

    manera, porque hay dos clases de reforma: la reforma tomada como fin y la tomada como medio. La lucha refomista dentro del capitalismo puede tener, en efecto, docaractersticas opuestas: el reformismo conservadorprtende mejorar las cosas dentro del capitalismo, siendo sresultado, independientemente de la intencin con quse realice, oxigenar el ambiente donde tiene lugar la explotacin del hombre por el hombre; el reformismo revolucionario, en cambio, lucha por reformas que, aunquse lleven a cabo en el capitalismo, se vinculan con o sabrena la revolucin.

    Colonos en trabajo comunitario, foto por Arturo Lpez Cndido

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    La diferenciacin que acabamos de hacer entre revoluciny reforma, y entre reforma conservadora y reforma revo-lucionaria, nos lleva a la necesidad de llevar a cabo otrodistingo: entre revolucin en sentido estrictoy revolucinen sentido amplio. La revolucin en sentido estricto no esotra que la revolucin en cuanto tal, esto es, la transfor-

    macin radical, a partir de cierto momento, del rgimensocial. Hasta hace poco tiempo no se hablaba de revolu-cin sino casi nicamente en este sentido. La revolucinestaba fechada, encarnaba un salto cualitativo, revesta uncarcter cataclsmico y divida la historia en antes de ydespus de2. Nosotros pensamos que puede haber unproceso revolucionario anticipativo, y no aludimos al r-gimen de transicin abierto por la revolucin en s.Es decir, creemos que se puede empezar la revolucin

    (anticiparla, abrirla, gestarla) antes de la revolucin. Larevolucin anticipativaest conformada como puede adi-vinarse, por el conjunto de prcticas emprendidas por elnuevo sujeto social, llevadas a cabo en el sentido de lo que

    PODER POPULAR6

    llamamos reformas revolucionarias.No slo difieren la revolucin en sentido estricto y la revolucin en sentido amplio, sino que la primera no puedtener buen xito y consolidarse sin la segunda. La revolucin en sentido amplio se basa en los dos principios dialcticos siguientes: en el seno de lo viejo se genera l

    nuevo y no puede haber salto cualitativo sin la debidpreparacin cuantitativa.

    F. SOBRE EL ROMANTICISMO ECONMICO

    Marx hablaba de tres tipos de economa que haban antecedido o eran contemporneas a su propuesta: la clsic(Adam Smith y David Ricardo), la vulgar (Say, BastiaStuart Mill) y la romntica (Sismondi). La clsica, sin dejade expresar los intereses de la burguesa ascendente, tenla cientificidad necesaria para captar con profundidaciertos aspectos de la realidad econmica, por ejemplo, papel preponderante del trabajo en general, como fuendel valor, en el sistema capitalista. La vulgar no era otr

    Grabado por Reynaldo Olivares

    La diferenciacin que acabamos de hacer entre revoluciny reforma, y entre reforma conservadora y reforma revo-lucionaria, nos lleva a la necesidad de llevar a cabo otrodistingo: entre revolucin en sentido estrictoy revolucinen sentido amplio. La revolucin en sentido estricto no esotra que la revolucin en cuanto tal, esto es, la transfor-

    macin radical, a partir de cierto momento, del rgimensocial. Hasta hace poco tiempo no se hablaba de revolu-cin sino casi nicamente en este sentido. La revolucinestaba fechada, encarnaba un salto cualitativo, revesta uncarcter cataclsmico y divida la historia en antes de ydespus de2. Nosotros pensamos que puede haber unproceso revolucionario anticipativo, y no aludimos al r-gimen de transicin abierto por la revolucin en s.Es decir, creemos que se puede empezar la revolucin

    (anticiparla, abrirla, gestarla) antes de la revolucin. Larevolucin anticipativaest conformada como puede adi-vinarse, por el conjunto de prcticas emprendidas por elnuevo sujeto social, llevadas a cabo en el sentido de lo que

    PODER POPULAR6

    llamamos reformas revolucionarias.No slo difieren la revolucin en sentido estricto y la revolucin en sentido amplio, sino que la primera no puedtener buen xito y consolidarse sin la segunda. La revolucin en sentido amplio se basa en los dos principios dialcticos siguientes: en el seno de lo viejo se genera l

    nuevo y no puede haber salto cualitativo sin la debidpreparacin cuantitativa.

    F. SOBRE EL ROMANTICISMO ECONMICO

    Marx hablaba de tres tipos de economa que haban antecedido o eran contemporneas a su propuesta: la clsic(Adam Smith y David Ricardo), la vulgar (Say, BastiaStuart Mill) y la romntica (Sismondi). La clsica, sin dejade expresar los intereses de la burguesa ascendente, tenla cientificidad necesaria para captar con profundidaciertos aspectos de la realidad econmica, por ejemplo, papel preponderante del trabajo en general, como fuendel valor, en el sistema capitalista. La vulgar no era otr

    Grabado por Reynaldo Olivares

  • 7/23/2019 Revista "Poder Popular" 2, portada de Jose Hernandez Delgadillo, textos de Enrique Gonzalez Rojo, Gonzalo Martr

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    cosa que la apologa apenas velada por una fraseologaterico-cientfica del rgimen capitalista: tal es caso, ver-bigracia, del armonicismo de Juan Bautista Say divul-gador y vulgarizador de Smith consistente en la visinoptimista de que toda produccin crea su consumo y deque la mano invisible de Smith corrige las perturbacio-

    nes generadas, en la economa concurrencial, entre laoferta y la demanda. La romntica, caracterizada por ad-vertir clara y profundamente las contradicciones inheren-tes al modo de produccin capitalista (y hasta formularuna teora larvaria de las crisis econmicas y sus ciclos);pero, incapaz de ver el proceso histrico, defensora de lafantasiosa tesis de que la solucin a esos conflictos nopuede hallarse sino en una vuelta al pasado, a una eco-noma artesanal, familiar y campesina precapitalista, ide-alizada y abstrada de su contexto real.

    En los das que corren, la economa clsica ha dejado prc-ticamente de existir. La burguesa ya no se encuentra ensu etapa ascensional y los productos tericos de sus ide-logos no pueden poseer ya la apertura epistmica queles permita aprehender, describir y explicar nada que sesalga de la lgica del sistema al que pertenecen. La eco-noma neoliberal y capitalista carece de toda objetividad,de toda maleabilidad cientfica para conocer la naturalezade la fase superior del capitalismo. En la actualidad, noslo el capital se halla globalizado, sino que ocurre otrotanto con la economa vulgar. La teora econmica al uso,

    y tendiente a la mundializacin, no es en esencia sino uncomplejo dispositivo para justificar, extender, apuntalar,proteger, el sistema de explotacin universal que atosigay envenena a los pueblos. Si la economa dominante enlos medios capitalistas es la vulgar, ideolgica y apolog-tica, la economa que ms frecuentemente hace acto depresencia en el sujeto histrico en el viejo y nuevo pro-letariado, en los humillados y ofendidos del planeta esla romntica.

    Por economa romntica debemos entender no slo aque-

    lla que cree ver la superacin de los conflictos en la vueltaal pasado (como Sismondi y los populistas rusos) sinotambin la que supone que la solucin de los mismos sehalla en un futuro surgido al margen del presente. En estesentido los socialistas utpicos son, asimismo, represen-tantes del romanticismo econmico.

    La economa romntica se manifiesta, como la literaturadecimonnica, en dos grandes tendencias: los romnticosdel pasado y los romnticos del futuro.

    PODER POPULAR7

    Qu tienen en comn estas tendencias y por qu conviene considerarlas como especies del mismo gnero? Ecomn denominador de ambas consiste en su intento dreconformar el sistema productivo y la organizacin social al margen de la formacin capitalista, creyendo podsacarle la vuelta o hacindolo fantasmagricamente d

    lado.Los llamados antiglobalizadores (o globalifbicos) frecuentemente no son otra cosa, en lo que se refiere a suopiniones econmicas, que una modernizacin del romanticismo. Estn en contra de la globalizacin. La creeun disparate, un camino errneo e injusto, un enorme dilate de carcter irracional e inhumano. Son, asimismnostlgicos. Querran que la historia se hubiera ido pootros derroteros o que sera bueno volver a tiempos pasados. Creen que hay que detener la globalizacin par

    retomar el buen camino.

    En muchos de ellos, el romanticismo econmico es el anclaje terico de la ideologa de la burguesa nacional edecadencia. Suean, por ejemplo, con el restablecimientde la soberana y el nacionalismo antimperialista. Pero soberana poltica slo puede existir si hay soberana econmica, y en tiempos de la globalizacin financiera, de divisin del trabajo universalizada y del capital trashumante, el rgimen productivo capitalista crece, se expande y se profundiza inmolando soberanas, coto

    inexpugnables, estructuraciones que responden a faseanteriores del sistema. Aunque la estrategia de la autogestin consiste ms en luchar contra el capitalismo globalizado que dentro del mismo, esto es, ms en la lnede buscar la aniquilacin del rgimen del salariado, la economa mercantil y la anarqua de la produccin, que ela de obtener reformas que perfeccionen el sistema, tctica de la lucha recomienda no menospreciar aquelloembates que debiliten al enemigo, fortalezcan a los revolucionarios y coadyuven a sentar progresivamente labases para la revolucin anticapitalista. El reformism

    tomado como medio y no como fin, es decir, el refomismo revolucionario no puede ver con desdn las luchas nacionalistas, econmicas, culturales, etc., quconduzcan a agruparse, autogobernarse y abrir la conciencia a la necesidad de pugnar por la desenajencidel ser humano.

    Algunos globalifbicos, que se dicen y se creen socialistasuean con el advenimiento del socialismo al cual siempre adjuntan hoy el calificativo de democrtico sin pas

    cosa que la apologa apenas velada por una fraseologaterico-cientfica del rgimen capitalista: tal es caso, ver-bigracia, del armonicismo de Juan Bautista Say divul-gador y vulgarizador de Smith consistente en la visinoptimista de que toda produccin crea su consumo y deque la mano invisible de Smith corrige las perturbacio-

    nes generadas, en la economa concurrencial, entre laoferta y la demanda. La romntica, caracterizada por ad-vertir clara y profundamente las contradicciones inheren-tes al modo de produccin capitalista (y hasta formularuna teora larvaria de las crisis econmicas y sus ciclos);pero, incapaz de ver el proceso histrico, defensora de lafantasiosa tesis de que la solucin a esos conflictos nopuede hallarse sino en una vuelta al pasado, a una eco-noma artesanal, familiar y campesina precapitalista, ide-alizada y abstrada de su contexto real.

    En los das que corren, la economa clsica ha dejado prc-ticamente de existir. La burguesa ya no se encuentra ensu etapa ascensional y los productos tericos de sus ide-logos no pueden poseer ya la apertura epistmica queles permita aprehender, describir y explicar nada que sesalga de la lgica del sistema al que pertenecen. La eco-noma neoliberal y capitalista carece de toda objetividad,de toda maleabilidad cientfica para conocer la naturalezade la fase superior del capitalismo. En la actualidad, noslo el capital se halla globalizado, sino que ocurre otrotanto con la economa vulgar. La teora econmica al uso,

    y tendiente a la mundializacin, no es en esencia sino uncomplejo dispositivo para justificar, extender, apuntalar,proteger, el sistema de explotacin universal que atosigay envenena a los pueblos. Si la economa dominante enlos medios capitalistas es la vulgar, ideolgica y apolog-tica, la economa que ms frecuentemente hace acto depresencia en el sujeto histrico en el viejo y nuevo pro-letariado, en los humillados y ofendidos del planeta esla romntica.

    Por economa romntica debemos entender no slo aque-

    lla que cree ver la superacin de los conflictos en la vueltaal pasado (como Sismondi y los populistas rusos) sinotambin la que supone que la solucin de los mismos sehalla en un futuro surgido al margen del presente. En estesentido los socialistas utpicos son, asimismo, represen-tantes del romanticismo econmico.

    La economa romntica se manifiesta, como la literaturadecimonnica, en dos grandes tendencias: los romnticosdel pasado y los romnticos del futuro.

    PODER POPULAR7

    Qu tienen en comn estas tendencias y por qu conviene considerarlas como especies del mismo gnero? Ecomn denominador de ambas consiste en su intento dreconformar el sistema productivo y la organizacin social al margen de la formacin capitalista, creyendo podsacarle la vuelta o hacindolo fantasmagricamente d

    lado.Los llamados antiglobalizadores (o globalifbicos) frecuentemente no son otra cosa, en lo que se refiere a suopiniones econmicas, que una modernizacin del romanticismo. Estn en contra de la globalizacin. La creeun disparate, un camino errneo e injusto, un enorme dilate de carcter irracional e inhumano. Son, asimismnostlgicos. Querran que la historia se hubiera ido pootros derroteros o que sera bueno volver a tiempos pasados. Creen que hay que detener la globalizacin par

    retomar el buen camino.

    En muchos de ellos, el romanticismo econmico es el anclaje terico de la ideologa de la burguesa nacional edecadencia. Suean, por ejemplo, con el restablecimientde la soberana y el nacionalismo antimperialista. Pero soberana poltica slo puede existir si hay soberana econmica, y en tiempos de la globalizacin financiera, de divisin del trabajo universalizada y del capital trashumante, el rgimen productivo capitalista crece, se expande y se profundiza inmolando soberanas, coto

    inexpugnables, estructuraciones que responden a faseanteriores del sistema. Aunque la estrategia de la autogestin consiste ms en luchar contra el capitalismo globalizado que dentro del mismo, esto es, ms en la lnede buscar la aniquilacin del rgimen del salariado, la economa mercantil y la anarqua de la produccin, que ela de obtener reformas que perfeccionen el sistema, tctica de la lucha recomienda no menospreciar aquelloembates que debiliten al enemigo, fortalezcan a los revolucionarios y coadyuven a sentar progresivamente labases para la revolucin anticapitalista. El reformism

    tomado como medio y no como fin, es decir, el refomismo revolucionario no puede ver con desdn las luchas nacionalistas, econmicas, culturales, etc., quconduzcan a agruparse, autogobernarse y abrir la conciencia a la necesidad de pugnar por la desenajencidel ser humano.

    Algunos globalifbicos, que se dicen y se creen socialistasuean con el advenimiento del socialismo al cual siempre adjuntan hoy el calificativo de democrtico sin pas

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    por el capitalismo globalizado o, mejor, sacndole lavuelta, si esto fuera posible. Como se imaginan, al igualque tantos otros, que ese capital internacionalizadorepre-senta el valladar inexpugnable o el impedimento defini-tivo que prohbe el paso al sistema socialista, o que, consu mera presencia y todo lo que implica, no deja siquiera

    que se tome en cuenta la posibilidad de una organizacinsocioeconmica desenajenada, creen que no queda mscamino que actuar como si dicho sistema no existiese: lu-char contra l, organizarse sin tomarlo en cuenta, dar unfantasmagrico salto sobre l. Y hasta algunos llegan acreer que el fortalecimiento de la burguesa nacional como si esto fuera posible es el camino adecuado paradefendernos del imperialismo globalizado y crear las con-diciones para abrirle el paso al socialismo16.

    Lo que no entienden muchos globalifbicos, empantana-

    dos en el romanticismo econmico, es que la globaliza-cin o la ubicuidad del capitalismo, no es, desde hacetiempo, una mera posibilidad, sino una realidad evidente,consolidada y tan irreversible como lo es el tiempo. Lo di-remos de ste modo: el socialismo no puede crearse almargen de la globalizacin, sino en y por ella o, para afir-marlo sin dar lugar a equvocos, sino en y por ella y contraella.16No nos cabe la menor duda: solamente la base de la so-ciedad civil el proletariado en su sentido amplio y loshumillados y ofendidos tiene la fuerza social necesaria

    para defender la soberana y la nacin frente al embateimperialista. En ese sentido puede ser nacionalista.Nacionalismo que se contrapone al imperio, pero no lohace, desde luego, con el internacionalismo del Contra-poder.

    La afirmacin del carcter irreversible de la globalizacincapitalista, no significa darle la razn a los globaliflicos.Estos son capitalistas sin ms. Con multitud de matices,intereses comunes y en veces contrapuestos, pero enemi-gos de los trabajadores y amigos de la economa de mer-cado. Los globaliflicos no slo piensan que el capitalismoglobalizado es irreversible, sino que es como dira el Pan-gloss de Moliere el mejor de los mundos posibles, ima-ginndolo, adems, como perpetuo y por lo tanto comola expresin de la naturaleza humana. Pueden hablar yhablan de modificaciones o leyes de tendencia a corto ymediano plazo de este modo de produccin, pero lo queno cabe en sus cabezas ni en su corazn es que la mun-dializacin del capital puede ser, es necesario que sea, hayque luchar para que devenga, la premisa de la globaliza-cin del Contrapoder.

    La nica coincidencia que podemos tener con los globaliflicos, es la certidumbre de la irreversibilidad de la globalizacin. Pero, para nosotros, esta globalizacin no sno es el mejor de los mundos posibles o la expresin dla naturaleza humana, sino la expansin, hasta llegar a lmites universales, de un sistema explotador, sanguinari

    guerrerista y depredador.

    El capitalismo globalizado, y las mltiples expresiones dpoder que lo acompaan, no slo est creando el proletariado universal, y los millones de humillados y ofenddos, sino, en alguna medida, las razones por las cuales loindividuos, los grupos y las clases expoliadas deben oganizarse para luchar contra el sistema opresor. A cadinjusticia, a cada atropello, a cada arbitrariedad, en prcticamente todas las regiones del mundo, se puede, sdebe o se tiene que responder o reaccionar organizn

    dose, o, lo que tanto vale, convirtiendo en tarea o tareasrealizar el combate contra esos manotazos, para decirlcon un eufemismo, del capital, y creando, por ende, lalas cesinpas adecuadas para hacerlo.

    Ms adelante examinaremos con detalle de dnde habrde emanar la oposicin organizada y universal al capitalismo. Una de las fuentes esenciales de sta radica en hecho de que el capital no tiene ms remedio que generay lo seguir haciendo, un proletariado que abarca todolos continentes y un nmero incontable de individuo

    que directa o indirectamente encuntranse sometidos la accin triturante de su maquinaria. La oposicin antcapitalista mundial no podra realizarse sin esta gestacide las vctimas del capital. Pero este factor, si bien es necesario, resulta insuficiente porque se trata de algo puramente cuantitativo. El surgimiento del Contrapodeimplicar no slo este aspecto, sino el cualitativo reprsentado por la conciencia de lucha, la organizacin, la claridad estratgica, etc. No se puede hablar slo de lcuantitativo porque, si as se hiciera, dara la impreside que el capitalismo, al dar a luz al proletariado, crearsin ms ni ms su propia destruccin. Lo cual es notoriamente falso. Pero tampoco se puede desdear lo cuanttativo, en nombre de lo cualitativo, como lo hacemuchos globalifbicos, porque el proletariado (viejo nuevo) y los humillados y ofendidos son el sustentculcuantitativo del sujeto histrico cualitativo17.

    17La poltica de desviar o detener el desarrollo captalista tiene sentido cuando genera en los luchadores, nla ilusin de humanizar el capitalismo, sino la conviccide la necesidad, en el momento oportuno de destruirlo

    PODER POPULAR8

    por el capitalismo globalizado o, mejor, sacndole lavuelta, si esto fuera posible. Como se imaginan, al igualque tantos otros, que ese capital internacionalizadorepre-senta el valladar inexpugnable o el impedimento defini-tivo que prohbe el paso al sistema socialista, o que, consu mera presencia y todo lo que implica, no deja siquiera

    que se tome en cuenta la posibilidad de una organizacinsocioeconmica desenajenada, creen que no queda mscamino que actuar como si dicho sistema no existiese: lu-char contra l, organizarse sin tomarlo en cuenta, dar unfantasmagrico salto sobre l. Y hasta algunos llegan acreer que el fortalecimiento de la burguesa nacional como si esto fuera posible es el camino adecuado paradefendernos del imperialismo globalizado y crear las con-diciones para abrirle el paso al socialismo16.

    Lo que no entienden muchos globalifbicos, empantana-

    dos en el romanticismo econmico, es que la globaliza-cin o la ubicuidad del capitalismo, no es, desde hacetiempo, una mera posibilidad, sino una realidad evidente,consolidada y tan irreversible como lo es el tiempo. Lo di-remos de ste modo: el socialismo no puede crearse almargen de la globalizacin, sino en y por ella o, para afir-marlo sin dar lugar a equvocos, sino en y por ella y contraella.16No nos cabe la menor duda: solamente la base de la so-ciedad civil el proletariado en su sentido amplio y loshumillados y ofendidos tiene la fuerza social necesaria

    para defender la soberana y la nacin frente al embateimperialista. En ese sentido puede ser nacionalista.Nacionalismo que se contrapone al imperio, pero no lohace, desde luego, con el internacionalismo del Contra-poder.

    La afirmacin del carcter irreversible de la globalizacincapitalista, no significa darle la razn a los globaliflicos.Estos son capitalistas sin ms. Con multitud de matices,intereses comunes y en veces contrapuestos, pero enemi-gos de los trabajadores y amigos de la economa de mer-cado. Los globaliflicos no slo piensan que el capitalismoglobalizado es irreversible, sino que es como dira el Pan-gloss de Moliere el mejor de los mundos posibles, ima-ginndolo, adems, como perpetuo y por lo tanto comola expresin de la naturaleza humana. Pueden hablar yhablan de modificaciones o leyes de tendencia a corto ymediano plazo de este modo de produccin, pero lo queno cabe en sus cabezas ni en su corazn es que la mun-dializacin del capital puede ser, es necesario que sea, hayque luchar para que devenga, la premisa de la globaliza-cin del Contrapoder.

    La nica coincidencia que podemos tener con los globaliflicos, es la certidumbre de la irreversibilidad de la globalizacin. Pero, para nosotros, esta globalizacin no sno es el mejor de los mundos posibles o la expresin dla naturaleza humana, sino la expansin, hasta llegar a lmites universales, de un sistema explotador, sanguinari

    guerrerista y depredador.

    El capitalismo globalizado, y las mltiples expresiones dpoder que lo acompaan, no slo est creando el proletariado universal, y los millones de humillados y ofenddos, sino, en alguna medida, las razones por las cuales loindividuos, los grupos y las clases expoliadas deben oganizarse para luchar contra el sistema opresor. A cadinjusticia, a cada atropello, a cada arbitrariedad, en prcticamente todas las regiones del mundo, se puede, sdebe o se tiene que responder o reaccionar organizn

    dose, o, lo que tanto vale, convirtiendo en tarea o tareasrealizar el combate contra esos manotazos, para decirlcon un eufemismo, del capital, y creando, por ende, lalas cesinpas adecuadas para hacerlo.

    Ms adelante examinaremos con detalle de dnde habrde emanar la oposicin organizada y universal al capitalismo. Una de las fuentes esenciales de sta radica en hecho de que el capital no tiene ms remedio que generay lo seguir haciendo, un proletariado que abarca todolos continentes y un nmero incontable de individuo

    que directa o indirectamente encuntranse sometidos la accin triturante de su maquinaria. La oposicin antcapitalista mundial no podra realizarse sin esta gestacide las vctimas del capital. Pero este factor, si bien es necesario, resulta insuficiente porque se trata de algo puramente cuantitativo. El surgimiento del Contrapodeimplicar no slo este aspecto, sino el cualitativo reprsentado por la conciencia de lucha, la organizacin, la claridad estratgica, etc. No se puede hablar slo de lcuantitativo porque, si as se hiciera, dara la impreside que el capitalismo, al dar a luz al proletariado, crearsin ms ni ms su propia destruccin. Lo cual es notoriamente falso. Pero tampoco se puede desdear lo cuanttativo, en nombre de lo cualitativo, como lo hacemuchos globalifbicos, porque el proletariado (viejo nuevo) y los humillados y ofendidos son el sustentculcuantitativo del sujeto histrico cualitativo17.

    17La poltica de desviar o detener el desarrollo captalista tiene sentido cuando genera en los luchadores, nla ilusin de humanizar el capitalismo, sino la conviccide la necesidad, en el momento oportuno de destruirlo

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    PODER POPULAR9

    UNA INTRODUCCIN NECESARIA

    Para poder entender cabalmente la trascendenciade Jos Carlos Maritegui, considerado como elms grande pensador peruano y latinoamericanoque haya producido el siglo XX, tendramos quemencionar algunos antecedentes sobre el desarro-llo de las ideas polticas en el Per.

    En el contexto de la estructura de la Repblica como resultado de la estructura econmica del

    Per a inicios del siglo XX surgen las figuras msnotables del pensamiento nacional: Manuel Gon-zlez Prada y Jos Carlos Maritegui, quienesdesde distintas posiciones ideolgicas han propor-cionado las bases tericas de lo que podramos de-nominar como la peruanidad.

    Gonzlez Prada (1848-1918) hace su aparicin ela poltica peruana, emergiendo de las ruinas dholocausto de 1879 conflagelacin blica entrChile y Per para levantarse como la conciencms lcida y cuya prdica anarquista lo eleva a calidad de Maestro de la Juventud. Fustigandduramente el orden social existente y poniendo ealto su ideal anarquista afirma que la sociedad peruana es similar a un cadver insepulto en el qudonde se aplica el dedo brota el pus. 1

    Un programa revolucionario ntidamente anaquista en que Se queda a la postre con la rebelda concebida como oposicin como movimiento de presin dlos trabajadores contra el orden establecido, es un revlucionario idealista que no define su metodologa concreta. Insta a los obreros a no participar en la vid

    JOS CARLOS MARITEGUI:MARXISTA CONVICTO Y CONFESO

    Hugo van Oordt H.

    Retrato de Maritegui por Jos Sabogal

    PODER POPULAR9

    UNA INTRODUCCIN NECESARIA

    Para poder entender cabalmente la trascendenciade Jos Carlos Maritegui, considerado como elms grande pensador peruano y latinoamericanoque haya producido el siglo XX, tendramos quemencionar algunos antecedentes sobre el desarro-llo de las ideas polticas en el Per.

    En el contexto de la estructura de la Repblica como resultado de la estructura econmica del

    Per a inicios del siglo XX surgen las figuras msnotables del pensamiento nacional: Manuel Gon-zlez Prada y Jos Carlos Maritegui, quienesdesde distintas posiciones ideolgicas han propor-cionado las bases tericas de lo que podramos de-nominar como la peruanidad.

    Gonzlez Prada (1848-1918) hace su aparicin ela poltica peruana, emergiendo de las ruinas dholocausto de 1879 conflagelacin blica entrChile y Per para levantarse como la conciencms lcida y cuya prdica anarquista lo eleva a calidad de Maestro de la Juventud. Fustigandduramente el orden social existente y poniendo ealto su ideal anarquista afirma que la sociedad peruana es similar a un cadver insepulto en el qudonde se aplica el dedo brota el pus. 1

    Un programa revolucionario ntidamente anaquista en que Se queda a la postre con la rebelda concebida como oposicin como movimiento de presin dlos trabajadores contra el orden establecido, es un revlucionario idealista que no define su metodologa concreta. Insta a los obreros a no participar en la vid

    JOS CARLOS MARITEGUI:MARXISTA CONVICTO Y CONFESO

    Hugo van Oordt H.

    Retrato de Maritegui por Jos Sabogal

  • 7/23/2019 Revista "Poder Popular" 2, portada de Jose Hernandez Delgadillo, textos de Enrique Gonzalez Rojo, Gonzalo Martr

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    poltica, a separarse de los partidos, a boicotear todas lasmanifestaciones de la sociedad oficial. 2

    El mensaje revolucionario de Gonzlez Prada es re-tomado por Maritegui dejando de lado el enfoquelibertario, anarquista y utpico, para imprimirleuna proyeccin marxista, cabalmente cientfica. Las

    limitaciones tericas del celebre panfletario e icono-clasta acusador del pasado vergonzante que preconiza enel presente nauseabundo 3 constituye la premisa te-rica de la cual emerge Jos Carlos Mariteguicomo el ms destacado pensador del siglo pasado,cuya capacidad, integridad y responsabilidad per-miten establecer las bases tericas y las institucio-nes del socialismo en el Per.

    EL AMAUTA4De origen humilde, Jos Carlos ve la luz en el de-

    partamento de Moquegua (en la costa Sur del Per)en 1895 y desde muy tierna edad, obligado por in-discutibles presiones econmicas se liga al perio-dismo, comenzando a trabajar en el diario LaPrensa como ayudante de linotipista. Aunque soyun escritor muy poco autobiogrfico, le dar yo mismoalgunos datos sumarios. Nac el 95. A los 14 aos entrde alcanza-rejones en peridico. Hasta 1919 trabaj enel diarismo, primero en La Prensa, luego en ElTiempo, finalmente en La Razn. En este ltimo dia-rio patrocinamos la reforma universitaria.

    El joven Jos Carlos comienza a colaborar periods-ticamente en el diario en que trabaja con buen xitoya que le comienzan a pedir colaboraciones enotros rganos periodsticos, llegando a fundar LaRazn desde donde patrocina la reforma universi-taria.

    Poco se conoce de su llamada Edad de Piedra as la llam l mismo en que como joven perio-dista escribi sobre temas superficiales. El joven

    Maritegui escriba crnicas hpicas, crticas de te-atro, notas sociales, cuentos, poemas romnticos.Lo mismo se puede encontrar en su produccin unartculo sobre el triunfo del caballo Rudyard Ringque una crnica sobre el Seor de los Milagros, oun texto sobre las gitanas.

    Las crnicas del joven Maritegui pueden parecerfrvolas, pero en muchas de ellas ya mostraba pre-ocupacin por los desposedos. En esta etapa sevincula con Valdelomar, y el Grupo Colnida, y elmundo intelectual, lo cual acaba siendo muy im-portante en su formacin.

    A raz de la defensa de la jornada de 8 horas parlos obreros peruanos, que desde las pginas de LRazn impulsara vehementemente, es expulsaddel pas por el dictador Augusto B. Legua, viajaEuropa y se exilia en Italia. All es observador dprimera mano del surgimiento del fenmeno facista al que caracteriza magistralmente en colaboraciones periodsticas para varias publicacione

    latinoamericanas.Maritegui tipifica al fascismo en contra de lapreciacin simplista de utilizar el trmino comsinnimo de represin como un fenmeno esencialmente poltico, como una combinacin de la dmagogia y de la represin, que en una primeretapa es ms demaggico que represivo para pasaa una segunda etapa en que los papeles se invieten, constituyndose en un movimiento fundamentalmente represivo sin dejar de ser demaggicoEra asimismo la ideologa de la pequea burguescon una rbrica marcadamente antiproletaria.

    El fascismo, segn su percepcin, es un movmiento eminentemente anti-democrtico, que combina el corporativismo, el intento de conciliar laclases y la movilizacin reaccionaria que se implementa desde la cspide del poder.

    Posteriormente a su retorno al Per, luego dhaber esposado una mujer y unas ideas segn supropias palabras Jos Carlos Maritegui aplicala realidad peruana (y latinoamericana) los princpios generales del marxismo-leninismo y asumisu defensa, enfrentando a corrientes pequeo-bu

    guesas que negaban la necesidad del partido dproletariado.

    La Primera Guerra Mundial y la triunfante Revolucin de Octubre en 1917 crearon las condicionetanto objetivas como subjetivas para el surgimientde movimientos obreros que devendran en la fundacin de varios partidos comunistas en AmricLatina.

    El primer gran impacto de la guerra 1914-1918 ssinti en el descenso de las importaciones y la in

    versin de capitales, la escasez de bienes de consumo propici en Amrica Latina cierto desarrolde la industria ligera (especialmente textil) qucontribuy a un proceso limitado de industrializcin y por ende de concentracin obrera, consoldando el surgimiento de una clase que se venproduciendo desde las ltimas dcadas del siglanterior: el proletariado.

    Este crecimiento de la industria ligera origin lgcamente que la produccin artesanal en peque

    PODER POPULAR10

    poltica, a separarse de los partidos, a boicotear todas lasmanifestaciones de la sociedad oficial. 2

    El mensaje revolucionario de Gonzlez Prada es re-tomado por Maritegui dejando de lado el enfoquelibertario, anarquista y utpico, para imprimirleuna proyeccin marxista, cabalmente cientfica. Las

    limitaciones tericas del celebre panfletario e icono-clasta acusador del pasado vergonzante que preconiza enel presente nauseabundo 3 constituye la premisa te-rica de la cual emerge Jos Carlos Mariteguicomo el ms destacado pensador del siglo pasado,cuya capacidad, integridad y responsabilidad per-miten establecer las bases tericas y las institucio-nes del socialismo en el Per.

    EL AMAUTA4De origen humilde, Jos Carlos ve la luz en el de-

    partamento de Moquegua (en la costa Sur del Per)en 1895 y desde muy tierna edad, obligado por in-discutibles presiones econmicas se liga al perio-dismo, comenzando a trabajar en el diario LaPrensa como ayudante de linotipista. Aunque soyun escritor muy poco autobiogrfico, le dar yo mismoalgunos datos sumarios. Nac el 95. A los 14 aos entrde alcanza-rejones en peridico. Hasta 1919 trabaj enel diarismo, primero en La Prensa, luego en ElTiempo, finalmente en La Razn. En este ltimo dia-rio patrocinamos la reforma universitaria.

    El joven Jos Carlos comienza a colaborar periods-ticamente en el diario en que trabaja con buen xitoya que le comienzan a pedir colaboraciones enotros rganos periodsticos, llegando a fundar LaRazn desde donde patrocina la reforma universi-taria.

    Poco se conoce de su llamada Edad de Piedra as la llam l mismo en que como joven perio-dista escribi sobre temas superficiales. El joven

    Maritegui escriba crnicas hpicas, crticas de te-atro, notas sociales, cuentos, poemas romnticos.Lo mismo se puede encontrar en su produccin unartculo sobre el triunfo del caballo Rudyard Ringque una crnica sobre el Seor de los Milagros, oun texto sobre las gitanas.

    Las crnicas del joven Maritegui pueden parecerfrvolas, pero en muchas de ellas ya mostraba pre-ocupacin por los desposedos. En esta etapa sevincula con Valdelomar, y el Grupo Colnida, y elmundo intelectual, lo cual acaba siendo muy im-portante en su formacin.

    A raz de la defensa de la jornada de 8 horas parlos obreros peruanos, que desde las pginas de LRazn impulsara vehementemente, es expulsaddel pas por el dictador Augusto B. Legua, viajaEuropa y se exilia en Italia. All es observador dprimera mano del surgimiento del fenmeno facista al que caracteriza magistralmente en colaboraciones periodsticas para varias publicacione

    latinoamericanas.Maritegui tipifica al fascismo en contra de lapreciacin simplista de utilizar el trmino comsinnimo de represin como un fenmeno esencialmente poltico, como una combinacin de la dmagogia y de la represin, que en una primeretapa es ms demaggico que represivo para pasaa una segunda etapa en que los papeles se invieten, constituyndose en un movimiento fundamentalmente represivo sin dejar de ser demaggicoEra asimismo la ideologa de la pequea burguescon una rbrica marcadamente antiproletaria.

    El fascismo, segn su percepcin, es un movmiento eminentemente anti-democrtico, que combina el corporativismo, el intento de conciliar laclases y la movilizacin reaccionaria que se implementa desde la cspide del poder.

    Posteriormente a su retorno al Per, luego dhaber esposado una mujer y unas ideas segn supropias palabras Jos Carlos Maritegui aplicala realidad peruana (y latinoamericana) los princpios generales del marxismo-leninismo y asumisu defensa, enfrentando a corrientes pequeo-bu

    guesas que negaban la necesidad del partido dproletariado.

    La Primera Guerra Mundial y la triunfante Revolucin de Octubre en 1917 crearon las condicionetanto objetivas como subjetivas para el surgimientde movimientos obreros que devendran en la fundacin de varios partidos comunistas en AmricLatina.

    El primer gran impacto de la guerra 1914-1918 ssinti en el descenso de las importaciones y la in

    versin de capitales, la escasez de bienes de consumo propici en Amrica Latina cierto desarrolde la industria ligera (especialmente textil) qucontribuy a un proceso limitado de industrializcin y por ende de concentracin obrera, consoldando el surgimiento de una clase que se venproduciendo desde las ltimas dcadas del siglanterior: el proletariado.

    Este crecimiento de la industria ligera origin lgcamente que la produccin artesanal en peque

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  • 7/23/2019 Revista "Poder Popular" 2, portada de Jose Hernandez Delgadillo, textos de Enrique Gonzalez Rojo, Gonzalo Martr

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    escala fuera sustituida por la gran produccin, ge-nerando la concentracin de trabajadores en granescala, motivando la prdida de terreno de las co-rrientes anarcosindicalistas que hasta entoncesmantenan la hegemona en el movimiento obrero.

    La Primera Guerra Mundial origin asimismo, el

    fenmeno de la sustitucin de la inversin europeapor la norteamericana; un imperialismo viejo ycansado era desbancado por otro imperialismojoven y agresivo. La inversin de capitales de pro-cedencia norteamericana haba sido realmente es-casa a nivel continental A excepcin de Mxico yotros pases de Centro Amrica, el capital nortea-mericano era realmente desconocido.

    Esta sustitucin de inversio-nes y la aplicacin de nuevos

    mtodos de dominacin im-perialista por parte de Esta-dos Unidos de Norteamrica,estimula el surgimiento desentimientos nacionalistas yuna poderosa corriente an-tiimperialista a nivel conti-nental.

    Es particularmente impor-tante analizar el surgimiento

    del llamado MovimientoAprista, fundado en la ciu-dad de Mxico por VctorRal Haya de la Torre (1895-1979) exiliado en aquel paspor su participacin en elmovimiento estudiantil pe-ruano, y es importante, porque la polmica entreellos, marca el deslinde entre la posicin proletariay la posicin del nacionalismo pequeo burgus.

    La concepcin primigenia de la Alianza PopularRevolucionaria Americana (APRA), propona paraoponerse a la constitucin de un partido obrero, laformacin de un partido pluriclasista, un llamadoFrente de Trabajadores Manuales e Intelectualesen el cual no se defina cul de las clases que lo con-formaban, ejerca el papel dirigente y que recha-zaba frontalmente el principio de la lucha de clases.

    La APRA actual, dirigida por Aln Garca Prez desde la presidencia se ha entregado con armas

    y bagajes al neoliberalismo pro-norteamericano.

    Haya insista en la necesidad de un partido frreamente disciplinado, que actuara bajo una direcciy control centralizados. l mismo era un lder dtemperamento marcadamente autocrtico e intransigente; caractersticas que se ajustan a los partido

    y lderes fascistas europeos.

    Los ms remotos antecedentes apristas se podrasituar en el movimiento estudiantil que luch pola abolicin del sistema de enseanza feudal, exgiendo la Reforma Universitaria, contagiados siduda, por los vientos reformistas que soplabadesde Crdova, Argentina.

    La realizacin del CongresNacional de Estudiantes re

    alizado en la ciudad dCuzco en 1920, pone sobrel tapete las reivindicaciones de la pequea burgusa intelectualizada.

    Maritegui constata que lnico trascendente de esevento, es el acuerdo de impulsar las UniversidadePopulares destinadas vincular a los estudianteuniversitarios con el proltariado y dar un vasto acance a la agitaciestudiantil.

    La participacin de Maritegui a travs de una ser

    de conferencias sobre la crisis mundial dictadas ela Universidad Popular Gonzlez Prada, as comla inclusin de personalidades apristas entre los colaboradores de la Revista Amauta no ligan en ningn momento a Maritegui con esta tendencicomo han tratado de insinuar los propios aprista

    La polmica que sostuviera con el Grupo de Mxico, que elevaron su antiimperialismo a la ctegora de programa, de una actitud poltica que sbasta a s misma y que conduce espontneamenno sabemos en virtud de qu proceso, al socialismo, a la revolucin social. Maritegui expressus puntos de vista con claridad meridiana: Cuaquiera que sea el sesgo de la poltica nacional y en part

    PODER POPULAR11

    Arturo Lpez Cndido en un congreso en La Habana

    escala fuera sustituida por la gran produccin, ge-nerando la concentracin de trabajadores en granescala, motivando la prdida de terreno de las co-rrientes anarcosindicalistas que hasta entoncesmantenan la hegemona en el movimiento obrero.

    La Primera Guerra Mundial origin asimismo, el

    fenmeno de la sustitucin de la inversin europeapor la norteamericana; un imperialismo viejo ycansado era desbancado por otro imperialismojoven y agresivo. La inversin de capitales de pro-cedencia norteamericana haba sido realmente es-casa a nivel continental A excepcin de Mxico yotros pases de Centro Amrica, el capital nortea-mericano era realmente desconocido.

    Esta sustitucin de inversio-nes y la aplicacin de nuevos

    mtodos de dominacin im-perialista por parte de Esta-dos Unidos de Norteamrica,estimula el surgimiento desentimientos nacionalistas yuna poderosa corriente an-tiimperialista a nivel conti-nental.

    Es particularmente impor-tante analizar el surgimiento

    del llamado MovimientoAprista, fundado en la ciu-dad de Mxico por VctorRal Haya de la Torre (1895-1979) exiliado en aquel paspor su participacin en elmovimiento estudiantil pe-ruano, y es importante, porque la polmica entreellos, marca el deslinde entre la posicin proletariay la posicin del nacionalismo pequeo burgus.

    La concepcin primigenia de la Alianza PopularRevolucionaria Americana (APRA), propona paraoponerse a la constitucin de un partido obrero, laformacin de un partido pluriclasista, un llamadoFrente de Trabajadores Manuales e Intelectualesen el cual no se defina cul de las clases que lo con-formaban, ejerca el papel dirigente y que recha-zaba frontalmente el principio de la lucha de clases.

    La APRA actual, dirigida por Aln Garca Prez desde la presidencia se ha entregado con armas

    y bagajes al neoliberalismo pro-norteamericano.

    Haya insista en la necesidad de un partido frreamente disciplinado, que actuara bajo una direcciy control centralizados. l mismo era un lder dtemperamento marcadamente autocrtico e intransigente; caractersticas que se ajustan a los partido

    y lderes fascistas europeos.

    Los ms remotos antecedentes apristas se podrasituar en el movimiento estudiantil que luch pola abolicin del sistema de enseanza feudal, exgiendo la Reforma Universitaria, contagiados siduda, por los vientos reformistas que soplabadesde Crdova, Argentina.

    La realizacin del CongresNacional de Estudiantes re

    alizado en la ciudad dCuzco en 1920, pone sobrel tapete las reivindicaciones de la pequea burgusa intelectualizada.

    Maritegui constata que lnico trascendente de esevento, es el acuerdo de impulsar las UniversidadePopulares destinadas vincular a los estudianteuniversitarios con el proltariado y dar un vasto acance a la agitaciestudiantil.

    La participacin de Maritegui a travs de una ser

    de conferencias sobre la crisis mundial dictadas ela Universidad Popular Gonzlez Prada, as comla inclusin de personalidades apristas entre los colaboradores de la Revista Amauta no ligan en ningn momento a Maritegui con esta tendencicomo han tratado de insinuar los propios aprista

    La polmica que sostuviera con el Grupo de Mxico, que elevaron su antiimperialismo a la ctegora de programa, de una actitud poltica que sbasta a s misma y que conduce espontneamenno sabemos en virtud de qu proceso, al socialismo, a la revolucin social. Maritegui expressus puntos de vista con claridad meridiana: Cuaquiera que sea el sesgo de la poltica nacional y en part

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    Arturo Lpez Cndido en un congreso en La Habana

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    cular de los elementos con quienes hasta ayer habamoscolaborado, identificados en apariencia (hemos descu-bierto ahora que slo era en apariencia), los intelectualesque nos hemos entregado al socialismo, tenemos la obli-gacin de revindicar el derecho de la clase obrera a orga-nizarse en un partido autnomo. Por parte de Haya ysus amigos de Mxico hay una desviacin evidente. Ne-garse a admitirla por motivos solamente sentimentales,no slo sera indigno de una inteligencia crtica sino deuna elemental honradez. Haya sufre demasiado el demo-nio del caudillismo, del personalismo.

    Este antiimperialismo aprista perdi fuerza con-siderable cuando en la dcada de los treinta Fran-klin D. Roosvelt proclam la poltica del buenvecino, pasando a partir de la dcada de los cin-cuenta a convertirse en un aliado y propagandistadel imperialismo norteamericano, implementandoun anticomunismo heptico y visceral, que incul-cado a su militancia los empujaba a combatir cual-quier forma de protesta popular.

    Sus puntos de vista sobre el problema del indio, elproblema de la tierra en su trascendental obraSiete ensayos de interpretacin de la realidad pe-ruana vigente hasta la fecha, su defensa del mar-xismo y la aplicacin de este a la realidad concretadel Per. Esta obra intelectual fue realizada mayo-ritariamente en el lapso de siete aos, entre 1923 y

    1930, en condiciones fsicas sumamente difciles yaque en 1902 Despus de una prolongada enfermedadqueda lisiado de la pierna izquierda, y casi al cumplirlos 30 aos en 1924, otra vez hace crisis la antiguadolencia y tienen que amputarle la pierna derecha, apa-rentemente en buen estado 5

    La praxis poltica de Maritegui no slo abarc elquehacer intelectual, como una luminaria latinoa-mericana del socialismo, sino que dedic los lti-mos siete aos de su vida al trabajo del

    organizador, el impulsor de los instrumentos de larevolucin, a la centralizacin organizativa de laalianza obrero campesina La Federacin de Ya-naconas y Comunidades, La Confederacin Gene-ral de Trabajadores y fundamentalmente lafundacin del Partido del Proletariado en el Per.

    Maritegui considera que la constitucin del Par-tido del proletariado tiene que obedecer al desarro-llo de la lucha de clases y no a la voluntad de loshombres, por lo que rechaza una exigencia de la

    Tercera Internacional que lo insta a acelerar la fundacin del partido, hecho que crea una discrepancia y es acusado posteriormente de Populistapor la defensa del campesinado indio a raz dsu posicin en una ponencia enviada por l, a uCongreso Internacional realizado en MontevideUruguay.

    Esta labor revolucionaria frecuentemente falsada por tirios y troyanos ha tratado de pintar uMaritegui humanista librepensador libertario o demcrata, con el fin de destruir su legady convertirlo en un icono reverenciado pero en tima instancia inservible. Maritegui no es un simple repetidor, no es un simple conocedor de cuatro cinco frmulas, sino que tiene algo ms, algo ms prfundo, algo ms marxista, toma el marxismo leninismy lo introduce y lo funde en nuestra realidad, lo mete e

    nuestra patria, lo encarna en nuestro suelo, y al encanarlo, introducirlo, al penetrarlo en nuestra patria coel marxismo nos alumbra con un pensamiento que asigue vigente 6

    La obra de Maritegui intelectual y poltica dearrollada durante un lapso muy breve de tiempes en s portentosa y se vio complementada con suimpulsos de editor mismas que se concretan en constitucin de la Editorial Amauta en 1925 y en direccin de la Revista Amauta dirigida a la intele

    tualidad y el combativo peridico Labor, un rganespecifico para los trabajadores.

    1 Gonzlez Prada M. Pginas Libres, Edic. Peisa,Lima s/f. pg. 1542 Maritegui J.C. 7 Ensayos de la interpretacin de laRealidad Peruana. Edit. Amauta, 1958, pg. 2243 Salazar Bondy A.Historia de las Ideas en el Per

    Contemporneo. Tomo I, Moncloa Edit., 2da. Edic19674 Vocablo quechua que significa: El sabio, elmaestro, en el Tahuantinsuyo.5 Rouillon G. Biografa de Jos Carlos Maritegui.U.N.M.S.M Lima 1963 pgs. 9-126 Abimael Guzmn Reynoso Para entender a Maritegui, conferencia dictada en la Universidad SanCristbal de Huamanga Ayacucho, Per, 1968. EPensamiento Gonzalo. Bruxelles, junio 1989. pg. 4

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    cular de los elementos con quienes hasta ayer habamoscolaborado, identificados en apariencia (hemos descu-bierto ahora que slo era en apariencia), los intelectualesque nos hemos entregado al socialismo, tenemos la obli-gacin de revindicar el derecho de la clase obrera a orga-nizarse en un partido autnomo. Por parte de Haya ysus amigos de Mxico hay una desviacin evidente. Ne-garse a admitirla por motivos solamente sentimentales,no slo sera indigno de una inteligencia crtica sino deuna elemental honradez. Haya sufre demasiado el demo-nio del caudillismo, del personalismo.

    Este antiimperialismo aprista perdi fuerza con-siderable cuando en la dcada de los treinta Fran-klin D. Roosvelt proclam la poltica del buenvecino, pasando a partir de la dcada de los cin-cuenta a convertirse en un aliado y propagandistadel imperialismo norteamericano, implementandoun anticomunismo heptico y visceral, que incul-cado a su militancia los empujaba a combatir cual-quier forma de protesta popular.

    Sus puntos de vista sobre el problema del indio, elproblema de la tierra en su trascendental obraSiete ensayos de interpretacin de la realidad pe-ruana vigente hasta la fecha, su defensa del mar-xismo y la aplicacin de este a la realidad concretadel Per. Esta obra intelectual fue realizada mayo-ritariamente en el lapso de siete aos, entre 1923 y

    1930, en condiciones fsicas sumamente difciles yaque en 1902 Despus de una prolongada enfermedadqueda lisiado de la pierna izquierda, y casi al cumplirlos 30 aos en 1924, otra vez hace crisis la antiguadolencia y tienen que amputarle la pierna derecha, apa-rentemente en buen estado 5

    La praxis poltica de Maritegui no slo abarc elquehacer intelectual, como una luminaria latinoa-mericana del socialismo, sino que dedic los lti-mos siete aos de su vida al trabajo del

    organizador, el impulsor de los instrumentos de larevolucin, a la centralizacin organizativa de laalianza obrero campesina La Federacin de Ya-naconas y Comunidades, La Confederacin Gene-ral de Trabajadores y fundamentalmente lafundacin del Partido del Proletariado en el Per.

    Maritegui considera que la constitucin del Par-tido del proletariado tiene que obedecer al desarro-llo de la lucha de clases y no a la voluntad de loshombres, por lo que rechaza una exigencia de la

    Tercera Internacional que lo insta a acelerar la fundacin del partido, hecho que crea una discrepancia y es acusado posteriormente de Populistapor la defensa del campesinado indio a raz dsu posicin en una ponencia enviada por l, a uCongreso Internacional realizado en MontevideUruguay.

    Esta labor revolucionaria frecuentemente falsada por tirios y troyanos ha tratado de pintar uMaritegui humanista librepensador libertario o demcrata, con el fin de destruir su legady convertirlo en un icono reverenciado pero en tima instancia inservible. Maritegui no es un simple repetidor, no es un simple conocedor de cuatro cinco frmulas, sino que tiene algo ms, algo ms prfundo, algo ms marxista, toma el marxismo leninismy lo introduce y lo funde en nuestra realidad, lo mete e

    nuestra patria, lo encarna en nuestro suelo, y al encanarlo, introducirlo, al penetrarlo en nuestra patria coel marxismo nos alumbra con un pensamiento que asigue vigente 6

    La obra de Maritegui intelectual y poltica dearrollada durante un lapso muy breve de tiempes en s portentosa y se vio complementada con suimpulsos de editor mismas que se concretan en constitucin de la Editorial Amauta en 1925 y en direccin de la Revista Amauta dirigida a la intele

    tualidad y el combativo peridico Labor, un rganespecifico para los trabajadores.

    1 Gonzlez Prada M. Pginas Libres, Edic. Peisa,Lima s/f. pg. 1542 Maritegui J.C. 7 Ensayos de la interpretacin de laRealidad Peruana. Edit. Amauta, 1958, pg. 2243 Salazar Bondy A.Historia de las Ideas en el Per

    Contemporneo. Tomo I, Moncloa Edit., 2da. Edic19674 Vocablo quechua que significa: El sabio, elmaestro, en el Tahuantinsuyo.5 Rouillon G. Biografa de Jos Carlos Maritegui.U.N.M.S.M Lima 1963 pgs. 9-126 Abimael Guzmn Reynoso Para entender a Maritegui, conferencia dictada en la Universidad SanCristbal de Huamanga Ayacucho, Per, 1968. EPensamiento Gonzalo. Bruxelles, junio 1989. pg. 4

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    Cmo la crisis financiera devino crisis general?

    Donde ms patente y ms sensible se le revela al burgusprctico el movimiento lleno de contradicciones de la sociedadcapitalista es en las alternativas del ciclo peridico recorridopor la industria moderna y en su punto culminante:el de la crisis general

    Karl Marx1

    El marxismo bien podra definirse como unaciencia de la crisisy de la subversin

    Antonio Negri2

    I)Introduccin: de la crisis inmobiliariaa la financiera y general capitalista

    Si una crisis econmica puede ser inicialmente de-finida como la verificacin de condiciones que de-terminan unaperturbacin o en su caso comolaparlisis temporal en las condiciones de regula-ridad delproceso productivo y reproductivo de valorvalorizndose, puede decirse que una primera tipi-ficacin clasificatoria de las crisis econmicas (pueslas hay de diversa naturaleza, densidad y hon-

    dura), se deriva de que ste fenmeno inevitable yrecurrentemente cclico en la dinmica del movi-miento inmanente al capitalismo, quepuede ex-presarse afectando al conjunto del cuerpoeconmico-social, o bien, por el contrario, manifes-tarse acotado y circunscrito a un sector particulardel mismo.3 Para lo que nos ocupar en la pre-sente sede, est fuera de toda duda que la actualcrisis inicialmente del sector financiero norteameri-cano, que ha golpeado con una fuerza telrica im-placable prcticamente a todos los mercados

    financieros del mundo, es ya una crisis general delsistema capitalista internacional de claros alcances glo-bales, por los resortes que la impulsan e impelen.De manera que su anlisis y caracterizacin precisa,as como su crtica consistente y la ubicacin de lasalternativas frente a la crisis misma, obligan a razo-narla a la luz de sus implicaciones econmico-mun-diales, pues ya no es slo comprensible desde unesquema terico puramente circunscrito y aco-tado a la economa norteamericana, donde la crisisse gest, para difundirse al mundo entero con la

    onda expansiva misma de su deflagracin ampliada.

    Esta definicin que ofrecemos, nos interesa, en lmedida de que una comprensin cabal de la actual crisis financiera del capitalismo norteamericany que ms pronto que tarde devino en crisis financiera general delglobalizado e interdependiente captalismo internacional, ha tenido como punto dirrupcin inicial la crisis del sector inmobiliario etadounidense, como un efecto e implicacin der

    vada de la poltica econmica de francos tinteespeculativos, irresponsablemente alentados por propia Reserva Federal (FED) yanqui, tras los atentados del 11 de Septiembre. Si se recuerda, fue ao de 2001 cuando la FED redujo en una propocin ms all de lo prudente su tasa de inters, dun 6.5%, entonces estimado como una tasa mualta y que se valoraba como causal contraccionisde la actividad econmica a la baja, a apenas un 1%que alentara tericamente hablando su reativacin dinmica. El propsito de tal medida, s

    deca, consista en aceitar la poltica crediticia entonces estancada, estimulada por una medida lubricante necesaria a fin de colocar dinerlquido en las manos de los consumidores, cosque habra de conducir a una clara reactivacieconmica. Y en efecto, as fue, pero tan slo coyunturalmente. La reactivacin econmica le posbilit a los EUA disipar los primeros nubarronegrises que desde entonces ya amenazaban con lrecesin (ahora emplazada globalmente), pero ndisiparon susfactores causales de fondo.

    Para los poderosos de nuevo brill el Sol, pero problema fue que la reactivacin de la economnorteamericana qued soportada con los alfilerede una economa ficcin y el uso irresponsable qulos crematistas financieros norteamericanos hiciron del capital ficticio,4 singularizado por la extraordinaria laxitud con que estos manejaron serrtica poltica crediticia. Ocurri entonces qudurante esa coyuntura, el sector de la economestadounidense que ms creci fue, precisamente, el sector inmobiliario.5 Su temporal crec

    LA CRISIS CAPITALISTA MUNDIAL:CRTICA Y ALTERNATIVAS

    Alfredo Velarde*

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    Cmo la crisis financiera devino crisis general?

    Donde ms patente y ms sensible se le revela al burgusprctico el movimiento lleno de contradicciones de la sociedadcapitalista es en las alternativas del ciclo peridico recorridopor la industria moderna y en su punto culminante:el de la crisis general

    Karl Marx1

    El marxismo bien podra definirse como unaciencia de la crisisy de la subversin

    Antonio Negri2

    I)Introduccin: de la crisis inmobiliariaa la financiera y general capitalista

    Si una crisis econmica puede ser inicialmente de-finida como la verificacin de condiciones que de-terminan unaperturbacin o en su caso comolaparlisis temporal en las condiciones de regula-ridad delproceso productivo y reproductivo de valorvalorizndose, puede decirse que una primera tipi-ficacin clasificatoria de las crisis econmicas (pueslas hay de diversa naturaleza, densidad y hon-

    dura), se deriva de que ste fenmeno inevitable yrecurrentemente cclico en la dinmica del movi-miento inmanente al capitalismo, quepuede ex-presarse afectando al conjunto del cuerpoeconmico-social, o bien, por el contrario, manifes-tarse acotado y circunscrito a un sector particulardel mismo.3 Para lo que nos ocupar en la pre-sente sede, est fuera de toda duda que la actualcrisis inicialmente del sector financiero norteameri-cano, que ha golpeado con una fuerza telrica im-placable prcticamente a todos los mercados

    financieros del mundo, es ya una crisis general delsistema capitalista internacional de claros alcances glo-bales, por los resortes que la impulsan e impelen.De manera que su anlisis y caracterizacin precisa,as como su crtica consistente y la ubicacin