Revista Trifulca no 9

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Trifulca 9

Dirección General Manuel de J. JiménezSubdirector Itzcoatl JacintoEditor Yaxkin Melchy

Consejo Editorial Arturo Gómez Guillermo Arroyo Thalia García Oswaldo Casasola

Los textos aquí publicados son propiedad intelectual de los autores, así como la responsabilidad de su contenido.

ISSN en trámite

Número de dictamen previo: 04-2008-062512191300-01

Diseño y arte

Inés Estrada

inechi.com

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Índice

Abigail Rodríguez ContrerasAutobiografía de la hipérbola .......................................................................... 6

Rita DahlSan Antonio .............................................................................................................. 7

Rosario LoperenaEl corte ....................................................................................................................... 9

Sebastián del Pino RubioLa confesión de María Magdalena ................................................................ 10

Davo Valdés de la CampaRestaurant ............................................................................................................... 12

Luis Arnulfo Medina LiraTu cadera.................................................................................................................. 15

Aurora ZúñigaActo fallido .............................................................................................................. 16

Elena MedelÁrbol genealógico ............................................................................................... 18

José Miguel CasadoPresbiopía ................................................................................................................ 19

Juan Carlos Urtaza AbarcaK.O ............................................................................................................................. 20

María Teresa Irazaba GonzálezSin hacer ruido ....................................................................................................... 24

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Rafael García GodosNoche irreversible ................................................................................................ 26Oráculo impresora ................................................................................................ 27

Joselin GonzálezEn reversa (fragmento) ....................................................................................... 29

Álvaro Manuel Concha Díaz...Diez terribles presagios ...................................................................................... 33

Tino QuirozOrla, Cenefa ............................................................................................................ 36

Diana Ferreyra Lo que debería ser la escopeta ........................................................................ 39Siglos de los demás siglos (...) .......................................................................... 42

Carlos JassoSuspender la noche ............................................................................................. 40

Fernando Pérez AlarribaDecorados con billetes y pulpos ..................................................................... 43

Augusto EnriqueLa inteligencia de la piel ..................................................................................... 46

Antonio Calera-GrobetOración (camino al colegio) .............................................................................. 48

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6

Yo nací obligada a mirar a los ojos a las bestias, acostumbrada a lidiar con todo aquello, que por salud mental se da la espalda.

Yo comprendo las suturas, el origen de los malestares, el dolor de moverse. Comprendo a las bestias, porque yo soy una de ellas. Inmersa en el desastre, suplico el !nal, pero una plaga del cielo fastidia nuestros planes; con su poder indeseable pudre cada soga atada al cuello, y todos los suicidios se frustran; las bestias ya no podemos decidir ni la hora de nuestra muerte.

Negado todo, recluidos en el derrumbe de nuestras ambiciones, padecemos el hecho de colocarnos todos, entre tus dedos estalactita. Las caricias hacia nosotros nos obligan a devolverte mordidas como la única señal de amor que conocemos, esas heridas que ves, simbolizan la necesidad de estar contigo, ahogando súplicas, atragantándonos de dolor, cada vez más dolor, cuantas veces sea posible multiplicarlo.Yo no deseo apartarme, pero en la ecuación de la hipérbole, está descrita la grafía de nuestra separación, la ley !nalista de este destino inalterable. En cuanto al lenguaje; sólo estoy exagerando. Tú ya sabes, tú ya conoces cómo somos las bestias.

Abigail Rodríguez ContrerasPuebla, México, 1990

Autobiografía de la hipérbola

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Cuando Bosch frotaba sus anteojos un rayo los partió en dos. Al nublársele la vista los mamíferos terrestres y subacuáticos aprovecharon la situación. Los leones se agolparon en sombreros, los peces en zapatos, los sapos en medias y macetas rotas.

Los cadáveres de los animales caminaban atravesados por estacas buscando equivalentes humanos. Las carabelas de las grullas avanzan en el cielo hacia un destino desconocido, la otra orilla. Montado en un pez un campesino y su esposa están protegidos por el diablo que los persigue con su lanza. Un lisiado jorobado está a poco de entrar en la protección de las ruinas, pasando con sus cascos, para llegar a la mesa, al pez caminante, al santo con un cáliz en la mano. Bajo los cimientos hay una cueva con una ventana arqueada. El mundo se desliza sobre arena movediza tambaleándose como la cría recién nacida de la grulla, piernas demasiado largas, difíciles de controlar. La caballería está cruzando el puente, pero los techos de paja del pueblo que esperan detrás ya echan llamas y así llamearán, por siglos, quizás para siempre?

(del poemario Elämää Lagoksessa)

Rita DahlFinlandia

San Antonio

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Fui a cortarme el pelo.

Pensé en los monos,en cómo se acicalanunos a otros.

El peluquero hizo volargajos de pelitoscaían como granizo negro.

Pensé en las frutasen una piña,en una zanahoria pelada.

Las tijeras astutasmodelabanyo, temíala integridad de mi corona.

Mi cáscara siendo recortadaal placer indecisodel re"ejo.

Pensé en la fortunade que el pelono doliera,y en lo carodel arreglo.

Rosario LoperenaCiudad de México, 1985

El corte

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10

El peso de la historia me ha sentenciadola realeza de mi sangre ha sido variada hacia una vida disolutaGregorio Magno miente al identi!carme con la ramera de los Evangeliosel título de penitente nunca estuvo tan mal usado

soy una reina, no una cortesana

Añoro ocupar el lugar del discípulo amadocompartir el lecho con el Mesíasgenerar una estirpe salvadora para la raza humanaser el cáliz que contenga el semen doradola perpetua vasija de la divinidad más humanizadaser por !n la emperatriz del universo tomar al sol y la luna como cetro y estradodeseo ser la corredentora y no me importaría morir clavada en el árbol de la vidasiempre que la recompensa fuera el amor del Maestropero el trono del consorte lo ocupa el discípulo amadoen tanto me consumo en un fuego internocondenada a ser el humo y la ceniza de una obsesióncelosa de las letras que escribió san Juan en el otero(yo debería ser la paloma) La virginidad es el silicio atado en mi clítorises la paradoja de la veneración que se me brindael eco de cristal que retumba en mis paredes ardorosasque genera el hambre de ser accedida por el varón que añoroNo temo arder en el in!erno a causa de las "amas de mi pecho

acaso éste ya no es un in!erno

Sebastián del Pino RubioPuente Alto, Santiago de Chile, 1987

La confesión de María Magdalena

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pues cualquier condena es irrisoria ante el desprecio de CristoNo soy la adúltera que contempló al Mesías escribir en el sueloaunque conozco el mensaje que ha borrado el tiemposoy la princesa de Magdala que renunció a su corona por creer en ese mensaje olvidadosoy la santa ramera que gusta del desprecio.

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Llego a un restaurante de segunda lo que sea que eso signi!que

Las mesas están vacías

Se escucha esa música de fondo que sabe a eternidad en los elevadores

Veo frente a mí sobre el techo seis ventiladores girando

Vuelvo la vista y veo cinco ventiladores girando extendiéndose hasta el in!nito

Escucho una cuchara chocar contra una taza de porcelana tin tin tin

Huele a café

Una mesera de cabello negro y "eco se acerca a mí

Es hermosa

Parece ángel de esos ángeles que tienen los minutos contados

Su mirada mortal su mirada que contiene la muerte

Pido un café y prendo un cigarro

Me siento veo la calle: no hay coches, ni personas, no hay nada sólo silencio

Davo Valdés de la CampaCórdoba, México, 1988

Restaurant

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Esta soledad es distinta a cualquier soledad

Esta soledad tiene un café y un cigarro que se consume en un cenicero

Esta soledad tiene una erección bajo la mesa y una mesera muerta de tanta belleza

Tiene música de fondo y cucharas que chocan con la inmensidad

Esta soledad no es una elección

Esta soledad es inexorable

Estoy en el !n del mundo y tengo una cámara polaroid en mis manos

Puedo retratar el descenso de los Jinetes

Una estrella roja cae sobre el mar

Estoy en el !n del mundo

y nada me importa

Sólo quiero terminar de beber mi café

Caminar una última vez por estas calles tan absurdas

en donde caminé tantas veces sin rumbo

sin rumbo

como esos fantasmas que cruzan hacia el limbo

como esas "ores que crecen y se mueren

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como esas paredes que escuchan y se condenan a callar

los ventiladores siguen girando

la máquina del café seguirá encendida hasta que el sol se devore a la tierra

los semáforos y los fantasmas

el vacío

mis pasos que retumban en esta soledad y

las ventanas que miran la oscuridad tan espesatan pesadallueven rocas

sobre los coches

sobre los trenes

sobre el cuerpo de la mesera

en la banqueta

me recuesto en la barra del restaurante cierro los ojos

y apago la música

es tiempo de nacer.

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Después de una curva estrecha de piel ajustada y suave, como las alas de un ave se ensancha una !na brecha

capaz de volverme mechacomo unos tragos de agave, por eso ni Dios lo sabe no sabe cómo estás hecha.

Ahí, al !nal de tu espalda, te rindo mi pleitesía como si fuera tu falda,

si lo fuera entendería sin que nada hiciera falta la forma de la poesía.

Luis Arnulfo Medina LiraCiudad de México, 1984

Tu cadera

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No era esto lo que hubiera deseado para ti.Juro que cuando me dije adiós desde tus labiosno era yo esta suerte de anémonas rotasasidas al entresueño de la voracidad de tus ojos.Tuve miedo.Tuve miedo del único rostro cálido que me diste.

El esqueleto que se fotogra!óese instante que no advertías a mi sed abriéndosecomo la "or que se entrega a las abejasme persigue ahora con su estruendo de huesosy pedazos de carne colgando.

Y anhelaba tanto el paseo por los botones de tu camisa,arrojarte dentro de mí con el sobretodo puesto-el sobrenada en las cadenasque desde mí se engendran-.He muerto tanto en todos los hombrescomo tanto repetí no ensombrecerte conmigo.

Desde mi sueño la simetría de tu mirada era la horala luz y el ocaso de las ciudades mudas.Y podría desnudarme a cada palabra que dices,desangrarme en un mar de hijos que heredan de tila distancia,y de mí obtienen el espectro de la constelación de mi madre.

Aurora ZúñigaCiudad de México, 1988

Acto fallido

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He despertado a la mesa en la celebración de tu cumpleaños.El nacimiento de tus ojos en la soledad de mis senosy el acento tuyo en el arete de mi vientre;la Voz que me prohibió abandonarme entre tus brazos.El beso que no te dí se muere de ausencia,muere de insolación en el baúl de los amoresque por la luz del sol nunca "orecieron.

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Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable.Cuando una de nosotras muereexhiben su cadáver en los parques públicos, los niños se acercan para curiosear en su garganta de hojalata, se celebran festines con moscas y gusanos, me cae mal porque me hizo sonreír a mí, que soy tan triste.A los treinta días exactos de su muerte el cuerpo de esta extraordinaria razase autodestruye, y a las puertas de vuestras casas llaman los restos del alma de las mujeres sobrenaturales,chocan contra vuestras paredes, sus empastes y sus uñas agujerean vuestras ventanashasta que sangran nuestras aortas clavadas en la tierra, igual que las raíces.Al morir nos abren el estómago, examinan con los dedos su interior, rebuscan entre las vísceras el mapa del tesoro,sacan sus dedos negros de todos los poemas que se nos han quedado dentro con los años.

Un espectáculo.

Pertenezco a una raza desarrollada más allá de los púlpitos. Soy una de ellas porque mi corazón mancha al tomarlo entre las manos, porque coincide en tamaño con el hueco de un nicho;fresco y dulce como el de un animal, chupad mi corazón para que, al morir, sepan que hemos estado juntos.Soy una de ellas porque mi corazón será abono. Porque mi sangre, que es la suya, sube y baja por mi cadáver como por escaleras mecánicas;porque el fundamento de mi carácter, al descomponerse, se incorpora a una especie salvajeque ladra y que hiere y que te lleva a su terreno, que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá.

De Tara (DVD, 2006)

Elena MedelCórdoba, España, 1985

Árbol genealógico

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la NASA enviaba una misión multimillonaria al espacio

para arreglar el Hubble y poder ver cercanas las estrellas

mientras el niño las observaba desde su ventanarectángulo escapado de la miseria

y pensaba que eran

tan inútiles

José Miguel CasadoCaracas, Venezuela, 1985

Presbiopía

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Juan Carlos Urtaza AbarcaSantiago de Chile, 1982

K.OKnock Out

Mientras la cuerda va girando Como un aura de rápidos movimientosEl boxeador repasa lo que ha sido su vida En un par de segundosNo sabe si la conclusión es alegre O tristeLa cuerda gira alrededor de su cuerpo Como el mundoComo una imagen devastada del mundo Y como tantas cosas que giranSin sentido

I

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Este largo y angosto país no es más que un ancho y hondo cuadriláterodonde no existen reglasy se puede golpear por la espalda-con secreta inmunidad-

Un cuadrilátero mide lo que mide un paísque se puede llamar Chileo se puede llamar olvido

Que se mide lo que mide un Arturo Godoyque se puede llamar Víctor NiloGodfrey StevensMartín Vargas

¿Cuántas generaciones serán capaces de sostener sus rostros?¿Cuántos años en la memoria de un hombre?¿Cuántas horas en la mente de un niño?

El mismo boxeador sobre la misma escenaun hombre que sangra con aplausos de fondo

Un hombre que no pestañea –memorízate eso-no puede perder ni ganar

Un boxeador hasta el cansancio como una anáforaHasta el delirioHasta el desquicio

II

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Después el gran estadio como un ojo as!xianteva quedando vacíolas luces se apagan (re"ejos y pupila)y ese hombre que no pestañea-recuerdas-No puede ganar ni perder

Un boxeador sale del cuadriláteroComo de su vida

A Manuel

Mi hermano boxeador quiere ganar a Joel Louispero Louis murió invicto hace muchos añosdice que cobrará revancha por la chanchada que le hicieron a Godoy.Él prometió que golpearía a Bush-que es un hijo de puta-Yo le conté lo que hicieron con Marilynque la dejaron desnudacon un teléfono en la mano.¡Mi hermano golpea la mesay dice que le sacará la lengua por el cogotecomo los Gurkas cuando atacaron las Malvinas!

Yo sueño que cumple esa promesa.

III

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María Teresa Irazaba GonzálezCiudad de México, 1970

Sin hacer ruido

Mi madre en la cocina

sólo mira

cómo caen lentamente

las gotas de la leche caliente

y para sobrevivir

enfría su propia soledad

En su fragilidad

soñó con ser moderna

y sin protestar

se mordió los labios

En mi casa lo único

que tenía permitido

hacer ruido era la licuadora

Mi perro para esconder sus ladridos

se fugó

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Y yo giré

prendida de mi triciclo

Una vez

y otra

otra vez

sin lograr escapar

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Rafael García GodosLima, Perú, 1979

Noche irreversible

a medianoche esta vez en el sueño

el anciano que se hacía llamar noche (porque en realidad) era el poemahabía dejado a su perro tuerto (porque en realidad) era solo un perroal cuidado de mis pequeños huesos deshechosrecostados alrededor de la caja queguarda el corazón

quizá esté loco pero estoy seguro de lo que hablo hermanos míos. esa NOCHEIRREVERSIBLE aparecieron las heridas. por más que traté de ocultarme encontraron mi corazón y las heridas sabían muy bien del único consejo. venían tras él. se habían acercado cuatro veces antes de la última iluminación. eso lo sé porque pude verlo escrito en la lengua de la máscara de barro. las heridas tomaron el único consejo que he atendido y dejaron la caja junto a mis huesos casi deshechos.las heridas tomaron mis pies. salieron corriendo. eso es todo lo que pude ver. antes de que el perro me pusiera a dormir de un ladrido.

luego desperté y no sé qué signi!ca esoera de día y no sé qué signi!ca esolos 4 soles aún brillaban y no sé qué signi!canellos me hablan de las heridas y no sé qué es una herida no sé qué signi!can pero en la caja LA POESÍA HA MUERTO ESCRITAno sé qué signi!ca pero no sé que es la noche

CON LA MÁSCARA SE ENTERRARON LAS PALABRAS

en la caja LA POESÍA HA MUERTO ESCRITAy no sé qué signi!ca

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de mañana el oráculo impresora me ha despertado tirando letras a la casa me ha dicho que este lenguaje posee gran signi!cación en sí solo y por sí solo: es el lenguaje visto como un castillo

DECÍA que esto ocurrió durante el último bimestre —cuando aún contábamos— de aquel año en que habíamos comenzado a olvidar cómo soñar y comenzábamos escribir nuestros primeros poemas o los que podíamos recordar

esa mañanalas máquinas comenzaron a trasmitirnos sus propias !cciones las máquinas ensayaban junto a todos nosotros un libreto que no escribieron

los maestros quemaban los mensajesse habían quedado sin lenguas las matemáticas habían sido prohibidasy así todos los campos de lo real eran consumidos desde sus restituciones puras y perfectas los maestros nos hablabande una patria que recordaban

los maestros no esperaron demasiado se retiraron a las montañasy entre los gritos de las piedras escondieron en el barro todas las lenguaspara que no pudiéramos entender a los nuevos profetas

EL ORÁCULO IMPRESORA ME HA DESPERTADO ESTA MAÑANA

entonces quise cerrar los ojos por cincuenta días y que los peces de fuego regresaran

quise cerrar los ojos y ver que regresabas

Oráculo impresora

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NO VOLTEES LAS RESTITUCIONES DE LA ILUMINACIÓN

EMPEZARON POR LOS CUERPOS AUNQUE EN REALIDAD HACE MUCHO TIEMPO

HABÍAN COMENZADO POR LAS MENTES

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¡Cosa de mandinga no!¡Andar apagados con tanta luz escondida!.Oleajes caros de pagar.

Coartados corazones miedosos de saberse,hundidos en la miseria misma del horror;con tantos miedos y tembloressolo corren tras el montón de cuerposque creen pero no ven.

Al ser humano se le ha perdidola historia Real, no la que es; camu"ajes, mentiras no ha lo vivido “Historicismo” llámenlo así.

Y nos comparan con los enfermos esquizofrénicos, paranormal.Por una falta; la de sabernos ¡ en un pasado que fue inventado! ¿ para seguir ? ¿ para durar ?

En reversa fragmento

Joselin GonzálezCanelones, Urugay, 1975

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El devenir… como un bebe creyendo estar seguro sintiendo la mirada de brazos conocidos de: Sombras desmembradas de copas embrujadas de furias acabadas de penas masticadas de glorias venideras; de ganas de nacer.

Si simples y sencillos como la "or a la que dejamos vivir.

▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲

¿ Dónde está el engaño ? ¿ Tú lo sabes vida ?

Las termas taladran el estante ,la madera… Me veo linda, adyacente al ras de ese crujir. El bicho que depreda; el pecho las entrañas me amarra a ese deseo. El frío de mis dedos; los mocos al caer.

El pedazo obscuro sonriendo siempre de que nuestras uñas ¡ muertas igual crezcan!.

Saltan los instintos

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armoniosos suenan; con gritos chulecos con llantos quemados, vomitando todo lo que allí vivía… ¿ Has estado triste ? Que pregunta ¡no!

Si a pesar de todoaquí estamos vivossintiendo al que escuchasintiendo al que escucha.Así debe ser.

▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲ ▲

Duele como una palabra

Destajo

Suena en el aire y duele

Espera que delira / Ira

Parte punta en la noche y duele

Escoliosis múltiple tristeza in!nita nostalgia

tardecitas

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Puñadito pobre…

sombras de la sangre sin humanidad.

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¡El viento ha arrasado las frutillas! ¿Cómo pueden escaparse sin notarlo?Cuasimodo que andan por ahícongelando alguna muela; las postizas.

¡ Alcanzadme ! Las alforjas traen gránulos sinuosos, ¡ ondulantes !Dejad mi vientre está diciendo: “ Rodará onírica tinaja será la cumbremañana y desaparecerá la lucha de esta raza ”

Come cruzando rayas engrasadas en el vidrio.

Come, come bien y el bien no come nada.

¿Qué dirán sin saber? ¿Qué no dicen?

El aire huele mal y somos postigos en el viento

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Álvaro Manuel Concha DíazQuintana Roo, México, 1992

Diez terribles presagios

Sé bien que hay un edi!cio gris de paredes sucias y grises. Sé que alguien camina por sus pasillos con plantas sardónicas y sátiras bajo los vidrios inmensos sobre polvo. Sé las canciones que las puertas cantan cuando lloran. Sé los graves himnos que los pies aluden. Pero no sé qué vidrios empolvados, qué edi!cios tristes o llantos invisibles estará escribiendo un loco desde ese manicomio.

I

De todos los días de mi vida, de los que al !nal no recordaré un carajo, pretendo retener a cierta niña que ha recogido una "or esta mañana.

II

Leyendo algún libro de Historia he descubierto sucesos extraños y grises que golpean los relojes y detienen el tiempo, como la pureza terca en el cuello de una mujer, como la aproximación de una mano, tal vez, terrible y voraz acercándose al rey. Pero qué más son. Yo diría que no distintos ángulos y terraplenes que los demás fragmentos eternos del tiempo.

III

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Como andar oscuros páramos de tierras secas y olvidadas… Hortelanos muertos, vergeles quemados, tertulias ardientes que se retuercen una sobre otra de una vez y para siempre, de una vez y para siempre…

IV

¿Quién demonios va a poblar con su aliento esta noche? ¿Quién, de manos limpias, puede demostrar que la vida vale? Y sin embargo, pablo neruda creía que podía escribir los versos más tristes; pero no, él no sabe un carajo, él no podría escribir una mierda.

V

El aroma doloroso de la leña, tal vez el rumor del río y su incansable verbo; una estrella deprimida de la madrugada o quizá el más callado de los inviernos… Verbigracia de saber quién me ha besado la frente mientras dormía.

VI

Encerrado quince años en el laberinto, por !n he encontrado una variación particular de un habitación respecto de las millones que he revisado en estos años. Todas, en general, están cubiertas de un denso y pegajoso polvo, y para abrir la puerta de una habitación es necesario que las demás en todo el laberinto estén cerradas. Ésta, en cambio, tiene dos terribles virtudes; primero, puedo abrir una puerta aunque la de este cuarto también lo esté, es decir, de los tres lustros que llevo aquí jamás tuve la fortuna divina o fatal de encontrar dos

VII

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Frenesí, belleza perpetua del mar.VIII

-¿Por qué has escrito de aquella forma tan cruel y tan siniestra los poemas que debieron ser encantos de proezas y el folclor?- Preguntaba mi viejo Maestro a un discípulo de lo más callado y taciturno. -Ha sido Dios quien ha mandado a una gigante a pisar la poesía para hacerla breve y signi!cante. Mi culpa no es otra que haber coincidido con él para escuchar decir de su ronca voz que Dios está harto de la literatura y de ti, Maestro.

IX

X …Y es que el amor, según la religión católica, es el mayor acto de odio posible.

puerta abiertas. Lo otro, es que al entrar he descubierto, deprimido y viejo, un espejo en el que he podido re"ejar mis ropas y mi lámpara, pero en el que no he acertado con mirar mis manos ni mi rostro.

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quítate de ahímuévete al sur o al estelevántate de aquí,hay una gotera sobre tus poemasve hacia la izquierda, o en aquél rincón

¡levántate de aquí!

boxea con tu sombrabusca un lugar donde a tus palabras no las levante el vientocamina como reptilfrase sucia con una herida en el estómago

cerrazón de cada letra de cada endecasílabo de cada pierna

muerte hastío persecución lástima

lágrimas sobre la tierra en las hojas en un signo

envuelve tus poemas en una nube amarrillaen un amanecer doradoen un techo de caracolesen el latir del corazón de un tigre

Orla, CenefaA Moisés Vega

Tino QuirozMazatlán, México, 1988

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pronuncia mi nombre tu nombre su nombrehaz que cada lengua vibre con un recuerdocon un recuerdo lúgubre, hambriento, ojerosoviejo, malhumorado

-suspiros de pus verde y viciada-

pálido con cada memoria vistavisiones blancassoplos ambarinosmareos anestésicosdesmayos de proporciones homéricas

cada sílaba

uno... dos... trescontra la lonamientras caes; un recuerdo, una palabra al oído, una sopa caliente,un salón de clases, un juego, un baile, un charla

viene por ti aquél re"ejo viene por ti¿ya lo viste?taciturno, fumando tabaco negro en la mesa de la esquina,con un café bien cargado, sin nada, ni leche ni azúcar, ni compasión, sin-nadacruza las piernas, espera a que cierres los ojosa que digas ya no puedo, me rindoesto es todo, dicesmi cuerpo exhausto ya no soporta un día, una hora, un alientono queda nada para los perros, tenías hambre

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dices y rezas

un párpado a la mitad del ojo,

piensas y no planeas

el ojo derecho se cierracaminas sin moverte aúllas en el interior de tu gargantate quedas con medio ojo para la vidao para el minuto que aún no sueltas.

38

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Debería la escopeta exigir recompensas.Eso de ser paño de lágrimas no deja dinero.Si dice la escopetas h o o o o o o o o o o tes porque tiene sinusitis. No puede con la alergia. Si dice la escopetak a p u u u u u u u u u u u u u mno controla el pulso cardiaco.La escopeta se arrimaporque siendo el que manda-y-mandado-a-hacerno goza eso que se llamacaceríay que nadie se queja. Quién sabe lo que planee.Pre!ere quedarse en los años cuarentadonde era silencioo tierra sumergida.

Lo que debería ser la escopeta

Diana FerreyraMorelia, Michoacán, 1990

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Tender la cama siempre se vuelve un problema. Las esquinas nunca terminan por estar bien dilatadas y hay que llamar a alguien, o bien, dejarlas en aquel estado ajado. Asir la sábana de un extremo y dejarla caer de modo que disfrace la otra orilla, se vuelve pesadísimo cuando tiene resorte en el borde (se ha dado por llamarles bajeras ajustables). Hay que ayudarnos del delicado viento; con pulso de prestidigitador doblar las muñecas de modo que se cree una onda hasta el otro lado. Si se falla, recomenzar. Y así hasta anidar un temblor en las manos. Luego de que la sábana bajera ajustable esté parcialmente en su posición, se debe rodear la cama, estirar en cada esquina el resorte (éste siempre le da un aspecto reducido, como si no fuera del tamaño de la cama). A veces, al tensar una de la esquinas, la contra esquina se desprende y se tiene que iniciar de nuevo. Es preferible rodear la cama e ir al sitio en que se quiera ajustar el resorte, puesto que si se sube en el medio, la rodilla marca una profundidad que es difícil de quitar y sólo reiniciando se puede sobreponer en el espacio. Una vez puesta la sábana bajera ajustable sucede la cobija. Ésta, aunque en un principio parece fácil, resulta contumaz. Su di!cultad no radica en extenderla en la super!cie del colchón, sino en los sobrantes que siempre quedan a los lados. Nunca termina por quedar simétrica y esto es un inconveniente. Yo, por ejemplo, tengo sólo un colchón en el piso, y los sobrantes derruyen mi paciencia, porque los tengo que meter debajo del colchón, pero se ensucian y terminan siempre crespos por el polvo. Algunos pensarán en doblar los bordes encima del colchón, sin embargo no es viable, porque la orilla sobresale como una víbora debajo de la colcha, cosa que resulta molesta a la hora de acostarse a leer. Para los que tienen base hay dos posibilidades, una es meter los sobrantes entre el colchón y la peana; la otra, es dejar los holanes "otando… Esto último se recomienda si, y sólo si, la colcha es más larga que la cobija.

Suspender la noche

Carlos JassoCiudad de México, 1991

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Diana FerreyraMorelia, Michoacán, 1990

Imaginemos que Dante tiene una bazucay piensa usarla entre los anillos infernales. Si acaso le atinará a Edipo o a Ulises el fuerte perono los derribará. Lo usará para abrir ese muro donde estuvieronlos-innombrables-papas y encontrar a Beatriz-Luz-de-Día. Imaginemosa Virgilio tapándose los oídos para evitar el rugir de la bala.En una rueda sobre otra y la mirillaqueda en blanco un (.) en (medio)empieza la nueva coordenadapor los siglos de los demás siglos (…)

Siglos de los demás siglos (…)

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Gabriela avanza con torpeza sobre la acera roja. La noche guarda cantos de grillos y ronquidos de ancianos en su silencio. Por la tarde llovió mucho, la carretera estaba empapada; las luces de los automóviles y semáforos se mezclan para escurrirse hasta los ojos de Gabriela. A su derecha, el océano se arrastra con pesadez: venía avanzando con paso !rme al medio día, pero sintió hambre, sueño, náuseas y hastío; decidió estancarse en una franja plateada para estar entre huellas, miradas, sombras y orines.

Gabriela se detiene frente a unas escaleras, mira sobre sus hombros, salta lentamente sobre un pie y rasca su nariz durante dos segundos. Despertó con los tobillos in"amados, la boca seca y la piel erizada; entre golpes de cazuelas contra la pared, gritos, martillazos y ladridos. Su mano derecha guardaba una extraña sensación, algo que se confundía entre frío y dolor, ardor y pesadez. A cada uno de sus pasos, la habitación avanza hacia la nada; se encorva y sonríe al recordar las sombras de cromo que derramó durante seis horas en el vientre de su protectora, dice adiós y se detiene.

Su madre está afuera, sentada sobre su trasero de cuarenta años, fumando, haciendo hilos azules con el humo, vertiendo lágrimas y saliva, mirando al sol. Gabriela recuerda el extraño olor que bramó en la sala durante toda la noche: pesado, semejante a un toro negro o a un conejo de algodón rojo, con olor a vinagre y lodo. John, el amigo de Sofía, su madre, lo llevaba tatuado bajo su ombligo. Al pensar en ese lugar, Gabriela muerde sus labios y siente que una lombriz de hielo surca su hígado y llega a las costillas para reventar lentamente; después escupe y se talla los ojos con la mano izquierda.

Decorados con billetes y pulpos

Fernando Pérez AlarribaMazatlán, México, 1983

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Da un salto, luego otro y luego otro; escucha el berrido del mar, ese extraño sonido que escuchó al nacer. Cada salto la acerca y aleja, no sabe si está entrando o saliendo. Escucha y no ve nada. El mar, en sus once años, siempre la ha desilusionado por las noches. Nunca ha visto el color blanco que tanto le gusta tiñendo el mar: un cielo negro y un mar muy blanco con olas que estallen y se revuelquen vestidas de blanco; con la arena espesa que surja de las entrañas rocosas y muera en un grito blanco; con sus ojos partiéndose en la eternidad blanca; con su cuerpo brincando, sudando y emborrachándose en esa extraña leche acuosa. El mar siempre la ha desilusionado por las noches. Ha visto muertos sobre un mar amarrillo, perros en las olas cafés, ha olido a su madre y a John en medio de una soledad azul o verde; ha sido gris, rojo e incluso negro, pero jamás, y mucho menos por la noche, será blanco.

Escucha algo que le es familiar: el murmullo de su habitación por las tardes, cuando es golpeada por el sol de las 4, entre viento seco y silencio urbano. Sigue escuchando y no ve nada.

- Acércate niña – brotan palabras en la oscuridad- ven, ven.- No puedo verte, ¿En dónde estás?, – pregunta Gabriela entusiasmada- tampoco puedo olerte ¿En dónde estás? - La arena me está ocultando, patéala para que se vaya.

Gabriela lanza seis pataditas y un extraño olor irrumpe en la noche.

- Me llamo Jonás.- ¿Tienes la garganta quemada o cortada Jonás?, ¿Por qué hablas así? - Por esto- Jonás muestra una botella a Gabriela- no me gusta mi voz; huye, escapa, también cambia. -A veces yo tampoco quiero escuchar mi voz – dijo Gabriela mientras lanzaba arena sobre su cabeza.

Jonás le pasó la botella a Gabriela, ella dio dos grandes tragos. -¿Sigues escuchando tu voz Gabriela? - Siempre Jonás, siempre.

Ella ve las manos de John pasando por sus nalgas, sonríe y trata de seguir viendo el televisor. Siempre ha sentido asco al comer aguacate,

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al ver un espejo o al mirar agua estancada; siempre ha detestado su re"ejo. Él ve a su madre, sonríe y trata de seguir viendo el televisor. Siempre ha sentido asco al ver el televisor, al escuchar a Bach, o al dirigirse al banco.

Luna amarilla; un paseo sobre el cementerio con sus cruces y claveles golpeados por el viento y el llanto; los senos, vagina y rodillas de su madre; un ri"e o un ojo rojo: Gabriela tiembla y agacha la cabeza, pero todo esto sigue allí, como un enorme buitre azul marino. Jonás tiembla y cierra los ojos cada doce segundos: un golpe, una sonrisa, una abeja en su cráneo, piedras bajo sus ojos, un papalote sobre el tejado o jeringas; Jonás escucha una ola cada doce segundos.

Se ilumina la enorme alfombra vieja. Una in!nidad de al!leres de cabezas escarlata, los primeros destellos del sol, caen sobre el océano; un azul pálido y denso se apodera del cielo. Los automóviles han abandonado las calles. Gabriela y Jonás dejaron de reír hace media hora; suben las escaleras, él cruza la calle y ella vuelve sobre sus pasos, avanza sobre la acera roja para volver a casa. Piensa en Jonás, en las historias que le contó, en su voz dislocada y sola, en los primeros destellos del sol sobre el océano.

Al llegar a casa ve a su madre sobre el trasero de cuarenta años, percibe el olor de John y escucha el ladrido de un perro. Recuerda a un gatito que encontró bajo una banca; lo llevó a casa, lo alimentó y lo bañó, le dio un beso en la cabeza y se fue a dormir. Ese día permaneció media hora rezando por el gato y por el mundo, al día siguiente el gato escapó.Gabriela lleva lágrimas volando en sus mejillas. La habitación está de vuelta, entra en su cama, sonríe, y cierra los ojos.

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Yo te llamo, te llamo desde un pequeño barcodesde un ataúd que "ota sobre las aguas del río.Había enterrado tu imagen bajo la tierra del recuerdo.Sin embargo en el espacio negro de la inocenciatus ojos hablaban como unas pequeñas !gurasde color azulado.La inocencia me había atrapado.Tenemos que aprender a usar la inteligencia de la piel.Me habían dicho que soy una serpientepero yo no me arrastro.Un gato azul caminaba sobre los techos metafísicosdel misterio.Pequeñas calaveras brillaban como diamantesbajo la mirada de la luna.Yo buscaba el hueso que me faltabapara completar mi esqueleto.Respirar entre la belleza me as!xia y me envenena.Solo las cenizas de un pájaro habían quedadocomo vestigio del vuelo.No está y sin embargo vino, vino como un lenguaje que naufragaporque el salvavidas de la palabra está pinchado.¿Por qué esta condena a hurgar en el silencio?.O será una bendición que todavía no comprendo.Aún si me cortara la lengua mis ojos seguirían hablando. Nada puedo hacer si me desplomo, nada. Por eso construyo los caminos que unen las ciudades que existen en el país de mi alma.Algunos te condenan por tener cara de niño.

La inteligencia de la piel

Augusto EnriqueSan Miguel, Argentina, 1977

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Otros simplemente por ser un niño.El amor te inmuniza, es cierto, el amor te inmuniza.Aunque tu cuerpo vibre y respireconfuso como un fugitivo. Ya no imitaba los gestos aprendidosahora empezaba a crear los míos. Inventaba nuevas formas para luego caerhacia el fondo del pozo conocido. Necesito una mujer con la piel inteligenteporque la verdada veces estoy harto de la poesía.

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Muy al principio fue el verbo, el verbo, me dicen, bregar. Se levantaba el pueblo muy de temprano, con su orden y progreso bajo el brazo, a dar sobre la tierra de mazazos, sol a sol, desoladoramente. Luego sobrevino la !ebre, del Oro, el Vino y la Muerte, y aquel pobre pueblo se convirtió en otro, desordenada y progresivamente, ladino de otros por no decir más. Entonces se empecinaron en decir de cosas, un tanto si se quiere (¡y vaya si se quiere!) sin sentido (porque vaya que se nos da, que se nos da naturalmente la valla), perdiendo la mente, la pista original, de veras lamentablemente. Desde ahí se cuenta que todo dista, se nos cayó la vista, la cara en el lodo de la vergüenza mundial. Aunque cabría mencionar aquí que, aunque bastante crudo el derrame cerebral (contra lo que se ha venido diciendo en el noticiero estelar), hubo alzados dando tubos por doquier, en busca de a!nar el rumbo, el bienestar, aunque se haya canjeado la Paz por el Joder. Y duelen por supuesto las palomas, mensajeras del amor que da más, que yazcan nuestras obras en zozobra a la vera de la Cosa Nuclear. Por eso es que ruego a ti madrecita tierra, abras tu boca de roca, revientes de verdad, que tu vientre ilumine a los de armas tomar, brigadas de alma dura, madera integral. A ti mi madre ingente, de belleza sideral, que llames a tu gente a la plaza a librar, por ahora y por siempre la Batalla Universal: por el mundo nuevo, el porvenir, el soñar, tan bendito que vendrá, in!nito como el mar.

Oración(camino del colegio)

a Samantha

Antonio Calera-GrobetCiudad de México, 1972

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