Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

2
 RIESCO CHUECA, P. (2013) Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios. En: Memorias de un centro amable. Conmemora ción de los 125 años de la Escuela de Comercio , Vázquez et al. (eds.), Univ. de Sevilla, pp. 143-144. ELENA CHUECA Y LA ESCUELA DE MADRE DE DIOS Pascual RIESCO CHUECA Si un título es el balcón de un texto, a éste se asoman tantas palabras poderosas que es difícil para mí desprenderme de su aureola. Por misteriosa confabulación de azares, el lugar de trabajo de nuestra madre era propiamente la calle Madre de Dios. En la lúcida semi-conciencia infantil, donde nada es arbitrario, tales enlaces formaban parte de los entramados prodigiosos de la realidad. La primera vez que pisé la escuela, hacia 1965, fue por un encargo que mi padre nos hizo a una gentil coriana, que servía en casa, y a mí, en calidad de pinche o pajecillo: se trataba de alcanzar, a pie, desde Los Remedios, un contundente paraje urbano (Madre de Dios, 1), localizar allí a mi madre y entregarle unas llaves. La misión era tan insólita como ardua: atravesar con éxito el dédalo sevillano para adentrarnos en el trémulo misterio de un caserón del casco antiguo. Recuerdo detalles del camino, desorientaciones y deslumbramientos; y un transeúnte, que, con instrucciones elocuentes, desbrozó los pasos finales del recorrido. Del retorno, en la embriaguez del éxito, me queda la impresión del gran sol de la tarde que parecía saludarnos tras dejar las penumbras angostas del centro; y la fresca voz, los cálidos ojos de mi madre recordados entre el vértigo de las calles. Elena, catedrática de francés desde 1955, cuando tal asignatura formaba parte de los temarios mercantiles, había dado sus primeros pasos docentes en la Escuela Pericial de Comercio de Badajoz; transcurridos diez años, pidió traslado a Sevilla y aquí ejerció el resto de su carrera, primero en la Escuela vieja, luego en la más funcional y fabril de Nervión. Funcionaria ejemplar, llegó a los setenta en activo, colmada de trienios; y en 1999, a las puertas del nuevo siglo, en el que hubiera sido su primer curso académico en el reposo de la jubilación, una enfermedad descortés la pasó al otro mundo. Creo oír todavía su voz clara, su elocución pulida y cálida, no ajena a las aceleraciones de la pasión ni a los timbres pícaros de una sátira siempre dulce. Y no pocas veces, la memoria me evoca esta voz en resonancia con los enlosados y las estancias de la vieja Escuela. Allí los techos altos y los muros gruesos hablaban un dialecto de ciudad reposada y vetusta. La luz se vertía lenta desde el patio, con ritmo de columnas y la perpetua charla de la fuente. Mi hermana Pili evoca la gran sala de profesores con telas de cortinajes y tapicerías de mesas camilla en color verde, con apliques de flores de colores como de fieltro; las puertas de

Transcript of Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

Page 1: Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

7/30/2019 Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

http://slidepdf.com/reader/full/riesco-chueca-pascual-2013-elena-chueca-y-la-escuela-de-madre-de-dios 1/2

 

RIESCO CHUECA, P. (2013) Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios. En: Memorias de un centro amable.

Conmemoración de los 125 años de la Escuela de Comercio, Vázquez et al. (eds.), Univ. de Sevilla, pp. 143-144.

ELENA CHUECA Y LA ESCUELA DE MADRE DE DIOS Pascual RIESCO CHUECA

Si un título es el balcón de un texto, a éste se asoman tantas palabras poderosas que es difícil

para mí desprenderme de su aureola. Por misteriosa confabulación de azares, el lugar de

trabajo de nuestra madre era propiamente la calle Madre de Dios. En la lúcida semi-conciencia

infantil, donde nada es arbitrario, tales enlaces formaban parte de los entramados prodigiosos

de la realidad.

La primera vez que pisé la escuela, hacia 1965, fue por un encargo que mi padre nos hizo a una

gentil coriana, que servía en casa, y a mí, en calidad de pinche o pajecillo: se trataba de

alcanzar, a pie, desde Los Remedios, un contundente paraje urbano (Madre de Dios, 1),

localizar allí a mi madre y entregarle unas llaves. La misión era tan insólita como ardua:

atravesar con éxito el dédalo sevillano para adentrarnos en el trémulo misterio de un caserón

del casco antiguo. Recuerdo detalles del camino, desorientaciones y deslumbramientos; y un

transeúnte, que, con instrucciones elocuentes, desbrozó los pasos finales del recorrido. Del

retorno, en la embriaguez del éxito, me queda la impresión del gran sol de la tarde que parecía

saludarnos tras dejar las penumbras angostas del centro; y la fresca voz, los cálidos ojos de mi

madre recordados entre el vértigo de las calles.

Elena, catedrática de francés desde 1955, cuando tal asignatura formaba parte de los temarios

mercantiles, había dado sus primeros pasos docentes en la Escuela Pericial de Comercio de

Badajoz; transcurridos diez años, pidió traslado a Sevilla y aquí ejerció el resto de su carrera,

primero en la Escuela vieja, luego en la más funcional y fabril de Nervión. Funcionaria

ejemplar, llegó a los setenta en activo, colmada de trienios; y en 1999, a las puertas del nuevo

siglo, en el que hubiera sido su primer curso académico en el reposo de la jubilación, una

enfermedad descortés la pasó al otro mundo. Creo oír todavía su voz clara, su elocución pulida

y cálida, no ajena a las aceleraciones de la pasión ni a los timbres pícaros de una sátira siempre

dulce. Y no pocas veces, la memoria me evoca esta voz en resonancia con los enlosados y las

estancias de la vieja Escuela.

Allí los techos altos y los muros gruesos hablaban un dialecto de ciudad reposada y vetusta. La

luz se vertía lenta desde el patio, con ritmo de columnas y la perpetua charla de la fuente. Mi

hermana Pili evoca la gran sala de profesores con telas de cortinajes y tapicerías de mesas

camilla en color verde, con apliques de flores de colores como de fieltro; las puertas de

Page 2: Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

7/30/2019 Riesco Chueca, Pascual (2013): Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios.

http://slidepdf.com/reader/full/riesco-chueca-pascual-2013-elena-chueca-y-la-escuela-de-madre-de-dios 2/2

 

RIESCO CHUECA, P. (2013) Elena Chueca y la Escuela de Madre de Dios. En: Memorias de un centro amable.

Conmemoración de los 125 años de la Escuela de Comercio, Vázquez et al. (eds.), Univ. de Sevilla, pp. 143-144.

madera en color marrón oscuro que abrían a circunspectas aulas, a recatados salones. Los

vagos pulsos de un duelo entre lo conventual y lo revolucionario latían aún en el lenguaje del

edificio. Si el busto de un grave señor de bifurcadas barbas, republicano decimonónico,

presidía una hornacina en la fachada, no por ello había dejado de corretear por el patio y

galerías algún benigno duendecillo conventual, dejado en prenda por las monjas que en 1868

hubieron de abandonar su claustro en el plazo perentorio de tres días, a beneficioprecisamente del barbado prohombre.

El digno tráfago de la vieja escuela pivotaba sobre un despacho capital, enclave funcionarial y

encrucijada de puertas y armarios: el del conserje mayor y habilitado Federico. Allí, sobre un

montañoso paisaje de rimeros de folios, Federico presidía con compostura un orden

sustentado sobre boletines oficiales. Allí el olor de papel se hacía una presencia material, y los

sellos y las pólizas rubricaban jerarquías incontestables. Alguna vez acompañé a mi madre para

una entrega que puntualmente libraba el pundonoroso habilitado: la paga mensual, que se

daba en mano, en un sobre nominal de color sepia.

Y en torno al despacho, las aulas con son de claustro; y allende muros, el callejero sevillano,sus retorcidos trazados, sus comercios antiguos; y más lejos, el rumoroso aliento urbano, un

combinado de sirenas en el puerto, runrún de fábricas y zumbido de tráfico, refrendando la

vocación mercantil de la vieja escuela. Aquel laberinto en orden, descifrado por los pasos de

mi madre; aquellos libros graves del conserje mayor; la voz altisonante e intemporal de algún

profesor, filtrada por los muros antiguos: son en el recuerdo una bruma mullida donde anida la

clara voz que nutrió mi infancia.

[Imágenes: Elena Chueca ante la Escuela de Comercio de Badajoz, 1955;

Foto de grupo de tribunal y opositores, Madrid, 1955]