Rinconete y Cortadillo

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Ilmnmcte j) dortttiriUa.

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Ilmnmcte j) dortttiriUa.

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Xmtmstty CortdíiiUír

N O V E L A E J E M P L A R

COMPUESTA

POU MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDHA.

€on ítcencta.

Uamlonct, I M P R E N T A D E A . B E R G N E S Y C O M P .

CALLE D E ESCUDEI .LERS, H . ° í 3 .

NOVIEMBRE D E

1831.

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lUnconctc jj CortaítilUr.

E N la venta del Mo l in i l l o , que está puesta en los fines de los famosos cam­pos de Alcud ia , como vamos de Castilla á la A n d a l u c í a , u n día de los calorosos del verano se ha l la ron en ella acaso dos muchachos de hasta edad de ca torce á qu ince a ñ o s : el u n o n i el o t ro no pasa­b a n de diez y s ie te ; ambos de b u e n a gra­c i a , pero m u y descosidos , r o tos y mal­t ra tados : capa no la tcnian , 'los calzones eran de lienzo , y las medias do c a r n e ; b i en es verdad que lo e n m e n d a b a n los zapa tos , po rque los del uno e ran a lpar­gates tan traidos como llevados , y los del o t ro picados y sin suelas , de m a n e r a

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que mas le servían de co imas , que de z a p a t o s : traía el uno mon te ra verde de cazador ; el otro u n sombrero sin toqui­lla , ba jo de copa y ancbo de falda : á la espalda , y ceñida p o r los pechos traía el uno u n a camisa de c o l o r , de carnuza , ence r rada y recogida toda en una m a n g a : el o t ro venia escueto y sin alforj as; puesto q u e en el seno se l e parcela u n g ran bu l ­to , que á lo que después pareció , era u n cuello de los que l l aman valonas a lmido­nadas , a lmidonado c o n grasa y t an des­h i l ado de ro lo , que todo parecía h i la ­chas : venían en él envueltos y guardados unos naipes de figura ovada , p o r q u e d e ejercitarlos se les hablan gastado las p u n ­t a s , y po rque durasen mas , selas cerce­n a r o n y los dejaron de aquel talle. Esta­b a n los dos quemados del s o l , las uñas caireladas ( 1 ) , y las manos n o m u y l im»

( i ) , I ; a r g a s y como guarnecidas de n e g r o , por lo crecidas y sucias.

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.pías : el u n o icnia u n a media espacia , y el otro u n cuchillo tic cachas amari l las , t j u e los suelen l lamar T a q u e r o s .

Saliéronse los dos á sestear en u n po r ­tal , ó cobertizo , que delante de la venta se hace; y sentándose frontero el u n o del o t r o , el que parecia de mas edad dijo al mas pequeño : ¿de qué t ierra es vuesa m e r c e d , señor g e n t i l h o m b r e , y p a r a d ó n d e b u e n o camina? Mi t i e r r a , señor caballero , respondió el p r egun tado , n o la sé , n i para d ó n d e camino t a m p o c o . Pues en v e r d a d , di jo el m a y o r , que n o parece vuesa merced del cielo , y q u e este no es lugar para hacer su asiento en é l , que por tuerza se ha de pasar ade­lante. Asi es , respondió el med i ano ; pero yo he dicho verdad en lo que h e di­cho : p o r q u e mi t ierra no es mia , pues no tengo en ella mas de u n p a d r e , que no m e tiene por h i j o , y una madras t ra , que m e trata como a l n a d o : el camino

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que llevo es á la v e n t u r a , y allí le daría liu donde hallase qu ien me diese lo n e ­cesario para pasar esta miserable vida. ¿Y sabe vuesa merced a lgún oficio? p r e ­guntó el g r ande ; y el m e n o r r e s p o n d i ó : n o sé o t ro , sino que co: -ro como u n a lie­b r e , y salto como u n g a m o , y corto de t i jera m u y de l icadamente . T o d o eso es m u y b u e n o , úti l y p rovechoso , dijo el g r a n d e ; po rque habrá sacris tán que le dé á vuesa merced la ofrenda de T o d o s S a n t o s , po rque para el Jueves S a n t o le cor te florones de papel para el m o n u ­m e n t o . No es m i corte desa m a n e r a , res ­p o n d i ó el m e n o r ; s ino que m i padre , p o r la misericordia del cielo , es sastre y calcetero , y m e enseñó á cor ta r an t i ­paras , que c o m o vuesa merced bien sabe, son medias calzas con avanp ics , que p o r su propio n o m b r e se suelen l lamar p o ­la inas (1) , y cortólas tan b i e n , que en

L. ( i ) . En el dta botinus.

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verdad que me podr ia ecsaminar de maes t ro , s ino que la corla suerte m e tiene a r r inconado . T o d o eso y mas acon­tece por los buenos , respondió el g r a n d e , y siempre lie oído decir que las buenas habilidades son las mas perdidas ; pero aun edad t iene vuesa m e r c e d para en­menda r su v e n t u r a : m a s , si yo no me engaño y el ojo no m i e n t e , otras gra­cias t iene vuesa merced secretas , y no las quiere manifestar. Si, tengo, respon­dió el p e q u e ñ o ; pero no son p a r a en pú­blico , como vuesa merced ha m u y b ien apuntado. A lo cual replicó el g r a n d e : pues yo le sé decir , que soy u n o de los mas secretos mozos que en g rande pa r t e se pueden h a l l a r ; y para obligar á vuesa merced que descubra su pecho y des­canse conmigo , le quiero obligar con descubrirle el mió pr imero ; po rque ima­gino que no sin misterio nos ha jun tado aqui la suer te , y p ienso que habernos do

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ser , desle hasta el ú l t imo dia de nuestra v ida , verdaderos amigos.

Yo , señor h i d a l g o , soy na tura l de la Fuenf r ida , lugar conoc ido y famoso pol­los ilustres pasageros que p o r él de con­t i nuo pasan : m i n o m b r e es Ped ro del R i n c ó n : m i padre es persona de ca l idad, p o r q u e es minis t ro de la santa cruzada , qu ie ro d e c i r , que es hulero ó h u l d e r o , c o m o los l lama el vulgo. Algunos dias le acompañé en el oficio , y le r e spond í de mane ra que n o daria ventaja en echar las bulas al que mas presumiese en ello ; p e r o hab iéndome u n dia aficionado mas al d i ­ne ro de las huías que á las mismas bu la s , m e abracé con u n t a l e g o , y di c o n m i g o y con él en M a d r i d , donde con las co­mod idades que alli de ord inar io se ofre­cen , e n pocos dias saqué las en t rañas al ta lego y le dejé con mas dobleces q u e pañ i iue lo de desposado. Vino el q u e t e ­n ia á cargo el d inero t ras m í : p r end i é -

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ronme ; tuve poco favor ; aunque v iendo aquellos señores m i poca e d a d , se con­ten taron con que m e arr imasen al alda­billa , y m e mosqueasen las espaldas p o r Un ralo , y con que saliese des te r rado por cuatro años de la corte : tuve pacien­cia , encogí los h o m b r o s , sufrí la t anda y mosqueo , y salí á cumpl i r mi dest ierro con tanta priesa , que no tuve lugar de buscar cabalgaduras . T o m é de mis alha­jas las que pude y las que me parec ie ron mas necesa r i a s , y ent re ellas saqué estos n a i p e s , y á este t i empo descubrió los que se h a n d icho que en el cuello t ra ia , con los cuales he ganado mi vida por los mesones y ventas que hay desde Madr id a q u i , j ugando á la veint iuna ; y a u n q u e vuesa merced los vé t an astrosos y ma l ­tratados , u san de una maravillosa v i r tud con qu ien los e n t i e n d e , que no alzará que n o quede un as deba jo ; y si vuesa merced es versado en este juego , verá

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cuan ta ventaja lleva el que sabe que tiene cierlo un as la pr imera carta , que lo puede servir de u n pun to , y de once : que con esta ventaja , siendo la veintiuna envidada , el d inero se queda en casa, Fue ra desto ap rend í de u n coc inero do u n cierto embajador ciertas tretas de quí­nolas y del p a r a r , á qu ien también lla­m a n el andabo ra : que asi como vuesa merced se puede ecsaminar en el corte de sus ant iparas , asi puedo yo ser maes­t ro en la ciencia villanesca. Con esto voy seguro de no mor i r de h a m b r e ; porque a u n q u e llegue á u n corti jo hay quien quiera pasar t iempo jugando un ra to ; y desto hemos de hacer luego la espericn-cia los dos -. a rmemos la red , y veamos si cae algún pá ja ro deslos arr ieros que aqui h a y ; qu ie ro dec i r , que juguemos los dos á la ve in t iuna , como si fuese de veras , que si a lguno quisiere ser tercero, el será el p r i m e r o que deje la pecunia.

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Sea c n b u e n h o r a , dijo el o t ro ; y en mer­ced muy grande lengo la que vnesa m e r ­ced me ha h e c h o cu da rme cuenla de su v ida , con que me ha obl igado á que yo no le encubra la mía , que dic iéudola mas breve . es es la :

Yo nací en el P e d r o s o , l uga r puesto entre Salamanca y Medina del C a m p o : mi padre es saslre ; e n s e ñ ó m e su olicio, y de corle de tijera , con mi b u e n i n g e ­n i o , sallé á cor tar bolsas : en fadóme la vida estrecha del a l d e a , y el desamorado trato de mi m a d r a s t r a , dejé m i pueb lo : vine á To ledo á ejercitar mi oticio , y e n él he hecho maravil las; po rque no pende relicario de toca , n i hay faldriquera tan escondida , que mis dedos no vis i ten, n i mis tijeras no cor len , aunque le estén guardando con los ojos de A r g o s ; y en cuatro meses que estuve en aquella ciudad nunca fui cogido ent re p u e r t a s , ni sobresaltado , ui co r r ido de corchetes ,

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ni soplado d e n i n g ú n cañu to ( 1 ) : bien es verdad que h a b r á ocho dias que una espía doble (2) dio noticia de mi habi­l idad al c o r r e g i d o r , el c u a l , aficionado á mis b u e n a s partes , quisiera v e r m e ; mas yo , que p o r ser h u m i l d e no quiero t ra tar c o n personas tan graves , procure de no ve rme con él , y asi salí de la ciu­dad con tanta priesa , que n o tuve lu­gar de a c o m o d a r m e de caba lgadu ra s , ni b lancas , n i de a lgún coche de r e t o r n o , ó p o r lo menos de u n ca r ro . Eso se bor­r e , di jo Hincón ; y pues ya nos conoce­m o s , no hay para que aquesas grande­zas n i altiveces ; confesemos l l a n a m e n t e q u e no tenemos b lanca , n i aun zapatos. Sea a s i , respondió Diego C o l l a d o , que

( i ) Soplón ó espión. Llamábase así el alguacil y espión de la jus­

t icia, y (|uc al misino tiempo servia á los ladrones, dándoles avisos para que se guardasen ó librasen ije aquella, y por esto les cobraba su interés.

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• asi dijo el menoi ' que se l l amaba ; y pues "nuestra amis tad , como vuesa merced , se­

ñor Rincón , lia d icho , ha de ser pe rpe ­t u a , comencéinosla con santas y loables

r ceremonias ; y levantándose Diego Cor­tado , abrazó á R i n c ó n , y R incón á él tierna y es t rechamente , y luego se p u ­sieron los dos á jugar á la veint iuna con los ya referidos na ipes , l impios de polvo y de paja , mas no de grasa y mal ic ia ; y a pocas manos alzaba tan b i en p o r el as Cortado , como Rincón su maes t ro .

Salió en esto u n arr iero á refrescarse al portal , y p idió que quer ia hacer ter­cio : acogiéronle de buena g a n a , y en m e n o s d e med ia h o r a le g a n a r o n doce reales y veinte y dos maravedís , que fue darle doce lanzadas y veinte y dos mi l pesadumbres ; y c reyendo el ar r iero q u e por ser muchachos no se lo defender ían , quiso qui tar les el d i n e r o ; mas ellos , po^ niciulo el u n o m a n o á su media esp nda ,

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y el o t ro al de las cachas amari l las , le d i e ron tanto que h a c e r . que á no salir sus compañeros sin duda lo pasara h a r t o ma l . A esta sazón pasaron acaso p o r el c a m i n o una t ropa de caminantes á ca­ballo , que iban <¡ sestear á la venta del Alcalde : que está media legua mas ade­lan te , los cua l e s , v iendo la pendencia del a r r i e ro c o n los dos muchachos , los apaciguaron y les d i je ron que si acaso i b a n á Sevil la , que se viniesen con ellos. Allá vamos , dijo Rincón . y serviremos á vucsas mercedes en todo cuan to nos man­d a r e n •, y sin mas detenerse , sa l laron de­l an te de las muías , y se fueron con e l l o s , de jando al a r r ie ro agraviado y eno jado , y á la ventera admirada de la b u e n a crianza de los p i c a r o s , que les habia es­t ado oyendo su p l á t i ca , sin que ellos ad­virtiesen en ello; y cuando dijo al a r r ie ro q u e les habia ojdo dec i r q u e los naipes q u e t ra ian e ran fa lsos , se pe laba las bar-

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b a s , y ' (pus iera i r á la venta t ras ellos á cobrar su h a c i e n d a : p o r q u e decia q u e era grandís ima afrenta y caso de menos va ler . que dos m u c h a c h o s hubiesen en­gañado : u n h o m b r a z o tan g rande como é l : sus compa ñeros le detuvieron y acon­sejaron que no fuese siquiera p o r n o publ ica r su inhabi l idad y simpleza. E n fin tales razones le d i jeron . que a u n q u e no le c o n s o l a r o n ; le ob l iga ron á q u e ­darse.

E B esto Cor t ado y R i n c ó n se d i e r o n tan buena m a ñ a en servil' á los cami­n a n t e s , que lo mas del camino los l le­vaban las ancas T \ a u n q u e se les ofre­cían algunas ocasiones de tentar las bali­jas de sus medios amos . n o las admit ie ­r o n , por no pe rde r la ocasión ian b u e n a del viage de Sevilla , donde ellos ten ían g rande deseo de verse: c o n todo e s to , á la en t rada de la c i u d a d , que fue á la ora­ción y p o r la p u e r t a de la A d u a n a , á

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causa del registro y almojarifazgo (1) que se p a g a , no se p u d o contener Cor tado de n o cor tar la bálija ó maleta que á las ancas traía un francés de la c an t a r ada ; y asi con el de sus c a c h a s , le dio t a n ' larga y profunda her ida , que se pa rec ían pa t cn l amen le las en t r añas , y sut i lmente sacó dos camisas b u e n a s , u n relóx de so l , y u n l ibro de m e m o r i a ; cosas que cuando las rieron n o les d ieron m u c h o gusto ; y pensando que pues el francés llevaba á las ancas aquella male ta , n o la había de h a b e r ocupado con tan poco peso cómo era el que ten ían aquellas pre-

. (r ) Llamábase asi el derecho que se pagaba de Jas mercaderías que salían de España para otros reinos, y de las que venían á España por mar y tierra, á csccpcion de los géneros y frutos de las Américas; y laminen el (pie se pagaba de los géne­ros y frutos propios y cstraños, que se comercia-' ban de luí .puerto á otro cu lo interior del rciuo. -

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seas, quisieran volver á ciarle ol ro l íenlo: pero no lo h ic ie ron , i m a g i n a n d o que ya lo h a b r í a n echado m e n o s , y pues lo cu recaudo lo que quedaba . Habíanse des-p edido , antes que el sallo hiciesen , de los que hasla allí los hab ían sustentado ; y o l ro dia vend ie ron las camisas en el malbarat i l lo (1 ) , que se hace lucra de la puer ta del A r c u a l , y dellas h i c i e ron veinte reales.

Hecho esto , se fueron á ver la c iudad , y admiróles la grandeza y suntuos idad de su mayar- iglesia , el g r a n concurso de gente del r io . , p o r q u e era en t i empo de cargazón de flota , y habia en él seis ga­leras , cuya vista-les hizo suspirar y a u n temer el dia que sus culpas les hab ían de t rae r á m o r a r en ellas de p o r vida. Echa­r o n de ver los m u c h o s m u c h a c h o s de la

(r) Especie de mercado en que se venden los muebles y alhajas a precios por lo comuu baratos.

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esportil la que p o r allí a n d a b a n : infor­m á r o n s e de u n o dellos que oficio era a q u e l , y si era de m u c h o trabajo , y d e qué ganancia . Un m u c h a c h o as tu r i ano , que fue á qu ieu hic ieron la p r e g u n t a , r e spond ió : que el oficio era descausado , y de que n o se pagaba alcabala : y que a lgunos dias salía con cinco y con seis reales de ganancia , con que comía y be-Jsia y t r iunfaba c o m o cuerpo de rey , l i ­b r e de buscar amo á quien da r f ianzas , y seguro de comer á la hora que quisie­se , pues á todas lo hal laba en el mas mí­n i m o bodegón cíe toda la c i u d a d , en la cua l habia tantos y tan buenos . No les parec ió mal á los dos amigos la re lación de l as tur iani l lo , ni les descontentó el ofi­cio , p o r parecerles que venia como de m o l d e para p o d e r usar el suyo con c u ­bier ta y seguridad , p o r la comod idad que ofrecía de en t r a r en todas las casas ; y luego d e l e r m i n a r o u de c o m p r a r los

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ins t rumentos necesarios para «sal le , pues lo podían usar sin e c s á m c n ; y p r e g u n ­tándole al astiirianillo ¿ q u é h a b í a n d e c o m p r a r ? les respondió que sendos cos­tales pequeños . l impios • ó nuevos . y cada u n o tres espuertas de pa lma , dos g r a n d e s . y una pequeña . en las cuales se repart ía la carne , pescado ) f ruta . y en el costal el p a n : y él los guió d o n d e lo vendían ; y ellos del d ine ro de la ga -lima (1) del francés lo c o m p r a r o n t o d o ; y den t ro de dos ho ra s p u d i e r a n es tar graduados e n el nuevo oficio , según les ensayaban las esportil las , y asentaban los costales. Avisóles su adalid de los puestos d o n d e hab ían de a c u d i r ; por las mañanas á la carn icer ía > ú la plaza d e San Salvador : los dias de pescado á la pescadería y á la cos tani l la : t odas las

( i ) Voz de la Germaiiia: es el hurto de poca wouta ó-considcraeion.

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l a rdes al r i o : los jueves á la feria. T o d a esta lección t o m a r o n b ien de

m e m o r i a ; y olro. d í a , b i e n de maí laua , se p lan ta ron en la plaza de San Salva­do r ; y apenas h u b i e r o n l legado , c u a n d o los rodea ron otros mozos del of ic io , que p o r lo flamante de los costales y espuer­tas vieron ser nuevos en la p laza ; l u ­ciéronles m i l p r e g u n t a s , y á todas res­p o n d í a n con d iscrec ión y mesura . E n esto l legaron u n medio es tudiante y u n so ldado , y convidados de la l impieza d e las espuertas de los dos novatos , el q u e parecía estudiante l lamó á Cor tado , y el soldado á Hincón. E n n o m b r e sea do Dios , d i j e ron ambos t para b i en se co­mience el oficio, dijo R i n c ó n , q u e v u e s * m e r c e d me es t rena , señor mió . A lo cual respondió el soldado' . la estrena no será mala , p o r q u e estoy de ganancia , y soy e n a m o r a d a , y t engo de h a c e r hoy b a n ­quete á unas amigas de m i señora . Pues.

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cargue vuesa merced á su g u s t o , que ánimo tengo y fuerzas para l levarme toda esta plaza ; y aun si fuere menes ter que ayude á guisal lo , lo ha ré de m u y b u e n a voluntad. Contentóse el soldado de la buena gracia del mozo , y di jóle que si quería servir que él le sacaría d e aquel abatido oficio ; á lo cual r e s p o n d i ó Rin­cón : que p o r ser aque l el dia p r i m e r o que le usaba , n o le quer ía dejar t a n presto , hasta ver á lo menos lo que tenia de malo ó b u e n o ; y cuando no le con­tentase , él daba su pa labra de servirle á él antes que á un conónigo. Rióse el sol­dado , cargóle m u y b i e n , mos t ró le . la casa do su dama , para que la supiese d e alli ade l an t e , y él no tuviese neces idad , cuando otra vez le enviase , de acompa­ñarle. Rincón promet ió fidelidad y b u e n trato : dióle el soldado tres cu artos , y en un vuelo volvió á la plaza p o r no per­der coyün tura ¡ p o r q u e también desla di -

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l igenc ia le advir t ió el a s t u r i a n o , y de que cuando llevasen pescado m e n u d o , conviene á saber a lbures , ó sardinas , ó acedías , b ien podian t o m a r a lgunas , y hacerlas la salva, siquiera para el gasto de aque l d i a : pero que eslo habia de ser c o n tanta sagacidad \ adver t imien to , por­que n o se perdiese el c rédi to . que era lo que mas impor t aba en aquel ejercicio. P o r presto que volvió Rincón , ya halló e n el m i s m o puesto a Cortado.

Llegóse Cor tado á Rincón , y p r e g u n ­tóle que ¿ c ó m o le habia i d o ? R incón abr ió la m a n o , 3 most ró le los tres cua r ­tos . Cortado en t ró la suya en el s e n o . y sacó u n a bols i l la , que most raba h a b e r sido de á m b a r en los pasados t iempos ; venia algo h inchada , d i j o : oon esta me pagó su reverencia del es tudiante y con dos cuar tos mas : t omad la vos . R incón , p o r lo que puede suceder ; y hab iéndo­sela ya dado secrel»mente , veis aquí d o

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vuelve el e s t u d i a n t e , t r a sudando y t u r ­bado de muer te , y viendo á Cor tado le dijo : si acaso había visto u n a bolsa d e tales y tales señas que con q u i n c e es ­cudos de o ro en oro : y con t res reales de á d o s , y tan tos maravedís en cuar tos y en ochavos le faltaba y que le dijese ¿si la había tomado en el en t r e t an to que con él bab ia andado c o m p r a n d o ? A lo cual c o n estraño dis imulo , sin al terarse ni mudarse e n nada , respondió Corlado : lo que yo sabré deci r desa bolsa es q u e no debe de estar p e r d i d a , si ya n o es que vuesa merced la puso á m a l recaudo . Eso es e l l o , pecador de m í , r espondió el es tudiante , que la debí de p o n e r á mal r ecaudo , pues me la h u r t a r o n . L o mismo digo y o , dijo Cor tado : pero p a r a todo hay r emed io , sino es para la muer­te ; y el que vuesa merced p o d r á tomar­es ,. lo p r i m e r o y pr inc ipa l tener pacien­cia , que de menos nos hizo D i o s , y u n

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dia viene t ras ot ro d i a , y donde las dan las toman , y podr ía ser que c o n el t iempo el que llevó la bolsa se viuiese á arre-p c n l i r , y s e l a volviese á vuesa merced s a h u m a d a (1). E l sahumer io le p e r d o n a ­r í a m o s , respondió el e s tud ian te , y Cor­t ado prosiguió diciendo : cuanto mas que car tas de de scomnu ion h a y , paul inas [2) y buena diligencia , que es. m a d r e de la b u e n a v e n t u r a ; a u n q u e a la verdad no quisiera yo ser el l levador de la bolsa , p o r q u e si es que vuesa merced t iene al­guna o rden sacra , parecermeía (3) á mí que hab ía comet ido a lgún gran incesto ó sacrilegio. Y como que ha comet ido sacr i legio , di jo á esto el adolor ido esta­

tal) Mejorada.

( 2 ) Llamábanse asi los despachos ó cartas de cscomunion, que se espedían por los tribunales pon­tificios para el descubrimiento de las cosas que se 'sospechaban robadas \i ocultadas maliciosamente.

(3) En lugar do pareceríame, ó me parecería.

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d i a n t c ; que pues to caso que yo n o soy sacerdote , sino sacristán de unas m o n ­j a s , el d inero de la bolsa era del tercio de una capellanía , que me dio á cob ra r un sacerdote amigo mió , y es d i n e r o sa­grado y b e n d i t o . C o n su p a n se lo coma , dijo R i n c ó n á este p u n t o , no le a r r i endo la gananc ia : dia de juicio hay d o n d e todo saldrá c o m o dicen e n la colada , y enton­ces se \ o r á q u i é n fue Cal le jas , y el a t r e ­vido que se atrevió á t o m a r , h u r t a r , y menoscabar el tercio de la capellanía. ¿ Y cuánto renta cada año , d ígame señor sacristán por su vida ? Renta la p u t a que me par ió ; y estoy yo agora pa ra dec i r lo que r e n t a ? respondió el sacristán c o n al­gún tan to de demasiada cólera: dec idme , h e r m a n o , si sabéis a l g o , si n o quedad con D i o s , que yo la qu ie ro hace r p r e ­gonar . No m e parece mal remedio ese, dijo Cortado ; pero advierta vuesa m e r ­ced n o se le olviden las señas de la bo l -

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2 8 nlNCONETE

s a , n i la can t idad pun tua lmen te del d i ­ne ro que va en ella , que si yerra en u n a r d i t e . no parecerá en dias del m u n d o , y eslo le doy p o r liado ( t ) . No hay q u e t e m e r deso . r espondió el sacristán-, que lo tengo mas en la memor ia que el to­car las c a m p a n a s : n o me e r ra ré en u n á tomo . Sacó en eslo de la fa ldr iquera u n pañuelo r a n d a d o para l impiarse el s u d o r que llovia de su ros t ro como d e a lqui­tara ; y apenas le h u b o visto Cor lado cuando le marcó p o r s u y o ; y hab iéndose ido el sacristán , Corlado le siguió y le alcanzó en-las g r a d a s , d o n d e le l lamó y lo re t i ró á u n a p a r t e , y alli le comenzó á decir t an tos disparates al modo de lo q u e l l aman be rnau d i ua s (2) , cerca del h u r t o y hallazgo de su b o l s a , dándole

( t ) Esto es , le anuncio, le pronostico. (a) Embustes y mentiras: llamaban asi á las que

se deciau fingiendo valentías y hechos cstraordi-uarios..

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buenas e s p e r a n z a s , sin conclu i r jamas razón que comenzase , q u e el p o b r e sa­cristán estaba embelesado e s c u c h á n d o l e ; y como no acababa de en t ende r lo que le dccia , hacia que le repitiese la raxotí dos y tres veces. Estábale m i r a n d o Cor ­tado á la cara a t e n t a m e n t e , y no q u i ­taba los ojos de sus ojos ; el sacr is tán le miraba de la misma m a n e r a , es tando colgado de sus palabras : este tan g r a n d e embelesamiento dio lugar á Cor lado que-concluyese su obra , y sut i lmente le sacó el pañue lo de la f a ld r ique ra , y despi­diéndose del , le dijo : que á la t a rde procurase de verle en aque l mismo lu­gar , po rque él traía ent re ojos que u n m u c h a c h o de su mismo oficio y de su mismo t a m a ñ o , que era algo ladronc i -11o, le habla lomado la bolsa , y que él se obligaba á saberlo den t ro de pocos ó m u c h o s días.

Con esto se consoló algo el sac r i s tán , J l . 3

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$0 RINCONETE

y se despidió do C o r l a d o , el cual se v ino d o n d e eslaba R i n cón . (jiie lodo lo ha­bía vislo un poco apar tado del : y mas abajo eslaba o l i o mozo de la esportil la , que \ ¡ó lodo lo que habia pasado , y como Cor lado daba el pañuelo á R in ­cón . y l legándose á ellos les d i j o : d í ­g a n m e , señores galanes . ¿ voacedes son de ma 'a en t rada ó no'.' No e n t e n d e m o s esa razón , señor galán , r e spond ió Rin­cón . ¿ Q u é , no eni revan , señores m u r ­rios? respondió el o l ro . No somos de T e b a ni de Murcia , dijo Cor lado ; si o t ra cosa qu ie re dígala . si no vayase cou Dios . ¿ No lo e n t i e n d e n ? dijo el mozo , pues yo se lo da ré ¡i en tender y á bebe r con una c u c h a r a de plata : qu ie ro dec i r , señores , ¿ s i son vucsas mercedes l ad ro ­n e s ? Mas n o sé pa ra que les p r e g u n t o e s t o , pues sé ya que lo son : mas dígan­m e , ¿cómo n o h a n ido á la aduana de l señor Monipodio? ¿ Págase en esla t ierra

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y CORTADILLO. 3 1

.almojarifazgo de ladrones , señor ga lán? dijo Rincón . Si no se paga . r e spond ió el mozo . a lómenos egístransc an t e el seftor Monipodio que es «u padre . su maes t ro y se a m p a r o - . asi l e . aconsejo que vengan c o n m i g o á dar le 'a obed ien­cia ; ó si n o no se atrevan /• h u r t a r sin su seña) que les costará caro. Yo pensé , dijo Cor lado . que el h u r t a r e ra oficio l ibre . , h o r r o de pecho y alcabala . y que .s¡ se paga es por j u n t o . dando ,)or fia-dorios á la garganta ,'• las espa ldas ; p e r o p u c ; asi e.-. . e n cada tierra hay su uso, guardemos íosotros el desta . que ,tov sel­la mas pr inc ipal del m u n d o será el m a s acer tado de ;odo é l : y asi puede vuesa merced guiarnos d o n d e está ese caba­l lero q u e d i c e : que yr vo tengo b a r r u n ­tos , según lo que he oído decir que es m u y calificado > gen e ro so . y ademas h á ­b i l e n el oficio. A como que es califica­d o , hábi l y suficiente, r espondió el

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'82 K Y N C O . N B T E

m o z o : cslo t an to , que en cuatro: años q u e h a que t iene el Cargo de ser él n u c s -Hró m a y o r y p a d r e , n o h a n padec idos i i i o cua t ro en el finibusterre (1 ) , y obra d e t re in ta embesados (2), y de sesenta y dos en gurapas (3). E n verdad , señor , di jo H i n c ó n , que asi e n t e n d e m o s esos n o m ­bres c o m o volar . C o m e n c e m o s á a n d a r , que yo los i r é dec la rando p o r el c a m i n o , respondió e l m o z o , con o í ros a lgunos "que asi les conviene el saberlos , c o m o el p a n de la boca ; y asi les fue d ic iendo y dec larando otros n o m b r e s , de los que ellos l l aman germanescos ó de la Ger -m a n i a , en el discurso de su plá t ica , que n o fue corta , po rque el c a m i n o era lar­go. E n el cual dijo Rincón á su gu i a : ¿ e s

(t) La horca, con alusión ¡i que en ella está el íin de la vida. Ks voz de la Gemianía.

(?.) Azotados. (3) En galeras, ó condenados al servicio de

ellas. '. 1 '

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vuesa merced, p o r ven tu ra l ad rón ? S í , respondió él ¿ para¡ servir, á Dios y á la b u e n a gente ¡ a u n q u e no de los m u y cu r ­sadas , que, lodavía.estoy„cn e l a ù o ì i c . n o - ! viciado.:A lo cua l .respondió. Cor l ado : ; cosa.nueva es para mí que haya ladrones , eiiiel m u n d o , para servir á Dios y a l a b u e n a ¡gente¿ A lo cua l respondió el mo­zo :-señor , yo n o m e m e t o en teologías:; lo .que sé es quo c a d a . u n o en s u ; o f i c i o puedo a l a b a r á . D i o s ¿ y m a s c o i i l a ó r d e i i . que t i ene dada Monipodio: á i t o d o s sus: ahijados. S in duda , .dijo Rincón ,*,debe de!ser,tbuena y .sania,i pues haeje.que los ladrones s i rvan , á Dios., Es, ; tau, santa y. b u e n a , repl icó el mozo , que no sé yo si se podrá: .mejorar , , e n nuestro:arte.- . . .El t iene o rdenado que d e lo que ;hur láre-mos ; demos : a lguna cosa :ó...limosna pa ra e lacéi te . de la l ámpara de una . imagen muy :devova , quo. está en. esla c i u d a d ; y enj verdad qiie hemos , visto: grandes cosas

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34 : HtNCONETE

p o r ésta buena obra ; p o r q u e los dias pa­sados d ieron tres ansias ¡i u n cua t rero , que habia murc iado dos roznos , y con estar flaco y cuar tanar io , asi las sufrió sin can ta r como si fueran n a d a : y esto a t r ibu imos los del arle á su b u e n a devo­ción . p o r q u e sus fuerzas no e ran bas- ' t an tes p a r a sufrir el p r imor desconcier to del verdugo. Y po rque sé que m e h a n d o p r e g u n t a r a lgunos vocablos de los que he' d icho , quiero c u r a r m e en salud y decir-selo antes que m e lo p regun ten : sepan voacedes que cua t re ro es l ad rón d e bes ­tias : ansias es el t o r m e n t o : roznos los a s n o s , hab l ando cou p e r d ó n ; p r i m e r desconcier to es las pr imeras vueltas del cordel que dá el verdugo. Tenemos mas , : que rezamos nuest ro rosar io repar t ido en: toda la s e m a n a : y muchos de nosotros rio h u r t a m o s el dia del v iernes , n i t e ­nemos conversación con muger que so l lame María el dia del sábado. De p e r l a s

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me parece todo e s o . dijo Coi-lado; pe ro digaine vucsa m e r c e d , ¿nácese olra res­t i tución , ó o l ra peni tencia mas de la di ­cha? E n eso de resti tuir n o hay q u e hablar respondió el mozo . p o r q u e es cosa imposible , p o r las muchas p a r ­tes en que so divide lo b u r l a d o , l l e ­vando cada u n o de los minis t ros y con­trayentes la suya ; y asi el p r i m e r h u r ­tador no puede rest i tuir n a d a : c u a n ­to mas que no hay qu ien nos m a n d e hacer esta di l igencia , á causa que n u n c a nos confesamos . y si sacan cartas de des­comunión . jamas llegan á n u e s t r a no t i ­cia . p o r q u e j amas vamos á la iglesia al t iempo que se l e e n , sino es los días del jubi leo , por la gauancia que nos ofrece el concurso de la mucha gen t e . ¿Y c o n solo eso que h a c e n . d icen esos señores , dijo C o r l a d o . que su vida es santa y bue­na? ¿ P u e s qué t iene de m a l o , repl icó el mozo? ¿ No es peo r ser herege , ó r e n e -

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3 O I U I N C O N E T E

g a d o , ó mata r á su p a d r e , m a d r e , ó ser so lomico? Sodomi ta quer rá decir vuesa m e r c e d , respondió Hincón. Eso digo , di­jo el mozo. T o d o es m a l o , repl icó Cor­l a d o ; pero pues nues t ra suerte lia queri­do que en t r emos en esta cofradía , vuesa m e r c e d alargue el paso , que mt icro p o r ve rme con el señor M o n i p o d i o , de qu ien tantas vir tudes se cuen tan . Pres to se les cumpl i rá su d e s e o , dijo el m o z o , que ya desde aqui se descubre su casa : vucsas mercedes se queden á la p u e r t a , que yo en t ra re á ver si está desocupado , p o r q u e estas sou las horas cuando él suele dar audienc ia . E n b u e n a sea , dijo Hincón , y adelantándose u n poco el mozo , en t ró en una ca sa , n o m u y buena , sino do m u y mala apar ienc ia , y los dos se q u e ­da ron esperando á la puer ta : él salió l ue ­go y los l lamó , y ellos en t r a ron , y su guia les m a n d ó esperar en u n p e q u e ñ o pa t io l a d r i l l a d o , ' q u e d e p u r o l impió y

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aljofifado parecía que verlía c a r m i n de-lo mas fino : al .un lado oslaba u n b a n c o de fies p i e s , y al o t ro u n cántaro de sbo ­cado con un jarr i i lo e n c i m a , n o menos falto que el c á n t a r o : á otra par le estaba una estera de e n e a , y en el medio u n tiesto , que en Sevilla l l aman maceta de albahaca. Miraban los mozos a ten tamen­te las alba jas de la casa en t an to que ba­jaba el señor M o n i p o d i o , y viendo que l a r d a b a , se atrevió Hincón á en t ra r en una sala b a j a , de dos pequeñas que e n el pal io es taban. , y vio en ella dos espa­das de esgrima , y dos broqueles de cor­cho , pendientes de cua t ro c lavos , y u n a arca g rande , sin t apa ni cosa que la cu­briese , y oirás t res esteras de enea ten­didas por el suelo : en la pa r ed f rontera estaba pegada u n a imagen ,de nues t ra Se­ñora , destas de mala e s t ampa , y mas abajo pendía una esportilla de p a l m a , y ^encajada en la p a r e d una ' a lmof í a b lan-

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3 8 MTVCOHBTB .

c a : p o r d o coligió Hincón que la espor­tilla servía de cepo para l imosna y la al­mof í a de tener agua bendi ta ; y asi era la verdad .

Es tando en esto en t r a ron en la casa dos mozos , de basta veinte años cada u n o , vestidos de e s tud ian te s , \ de alli á poco dos de la esportilla i un ciego y sin h a b l a r palabra n inguna se comenza­r o n á pascar p o r el pat io •. n o t a rdó m u ­cho cuando e n t r a r o n dos viejos de ba­yeta , con anteojos q u e les hac ían graves y dignos de ser r e s p e t a d o s , con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las m a ­nos : tras ellos en t ró una vieja ha ldu-d a ( l ) . y. s in dec i r nada se fue .-• la sala; y hab i endo lomado agua bendi ta con g rand í s ima devoción se puso de rodi ­llas ante la i m a g e n , y /• cabo de una bue­n a p ieza , hab i endo p r imero besado tres

( i ) De largas haldas ó faldas.

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veces el suelo . y levantando ios brazos y los ojos al cielo otras t a n t a s , se levantó y echó su lime istia en la esportilla . y se salió con 1 los demás al pal io. E n resolu­c i ó n . en ' poco espacio se j u n t a r o n en el palio basta catorce personas de di feren­tes trages \ oficios. L legaron t amb ién de los 'postreros dos bravos y b iza r ros m o z o s , de bigotes l a r g o s , sombre ro do g rande falda . cuellos á la valona . medias de color , ligas de g ran ba lumba (1 ) , e s ­padas dé mas de marca, sendos pistoletes cada n'rió en lugar de dagas . y sus b r o ­queles pendientes de la pre t ina ; los cua­les asi c o m o en t ra ron . pus ieron los ojos de través en Ttincou v C o r t a d o , á m o d o de que los e s t r añaban y no c o n o c í a n , y l legándose á ellos les p r e g u n t a r o n ¿ s i e r an de la cofradía? Rincón r e s p o a d i ó

(r ) Do gran bulto ó follagc en los estreñios y lazadas.

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¡lO IUXCOXETE

que, s í , y m u y servidores de sus mpr-cedes.

Llegóse en esto l a sazón ,y p u n t o , c u q u e bajó el señor Monipodio , ¡ l a n espe,r r ado como bien visto de t oda , aquella vir tuosa c o m p a ñ í a : parecía de edad de cuaren ta y cinco fí cuarenta y seis, años , a l to de c u e r p o , m o r e n o de ros t ro , ceji­j u n t o , ba rb inegro y m u y espeso, los ojos h u n d i d o s : venia en camisa j y p o r , l a abe r tu ra de delante descubr ía u n b o s q u e , t an to era el vello que tenia e n el. .pecho: traía cubie r ta una capa de bayeta casi hasta los p i e s , en los cuales traía unos , zapatos enchancle tados : cub r í an l e las piernas unos zaragüelles de l i e n z o , an­chos y largos basta los tobil los : el som­b r e r o era de los de la h a m p a (1)., cani-

(i) Ksto es , como los que gastaban los bravos llamados de Ja hampa, que eraa^iertos hombres picaros y de mala vida, que en Espolia» y jiarticu-

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Y .OOnSADIlLO. 41

-panudo de copa y t end ido de falda : atra­vesábale u n tahal í :pot espalda y pechos , á do colgaba una espada ancha y cor la , á m o d o d é las deb perril lo! (1) : las ma­nos ieran>córlas y pelosas ; los dedos gor­dos , y las uñas hembras y remachadas : : las p ie rnas n o se le parecían ; pe ro los pies eran descomunales de anchos y j u a -ne tudos j E n efecto él representaba el mas rús t ico y disforme b á r b a r o del m u n ­do . Bajó con él la guia de los d o s , y t r abándo les d e . las manos los presentó ante Monipodio , : diciéndole : estos son los dos buenos m a n c e b o s que à vuesa

lamiente en la Andalucía, se preciaban de bravos y valentones, .y que unidos cu una especie de socie­dad , como la de los gitanos, se empleaban en ha­cer robos, asesinatos y otros desafueros, y usaban un lenguagc particular, llamado jerigonza ó Ger­mania.

( í ) Ciertas espadas, que teman por inarca un perro pequeño.

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4 2 MNCONETB

merced dije , mi señor Monipodio ; vuc--80 -merced los desaminc y verá como son dignos de en t ra r en nuestra congre­gac ión . (íso liaré yo de muy buena gana , respondió ¡Monipodio. O k i d á b a s e m e de decir que asi como Monipod io ba jó . al p u n t o todos Jos que agua rdándo le esta­b a n le hic ieron u n a profunda y larga reverencia , escoplo-los dos b r a v o s , que á medio m o g a t e . c o m o en t re ellos se dice le qu i t a ron los c a p e l o s ; y lue­go volvieron á su paseo. Vor u n a par te del patio 3 p o r la otra se paseaba Moni­pod io e l cual p r e g u n t ó r' los nuevos el e je rc ic io , la patr ia y padres . A la cual Rincón r e s p o n d i ó : el ejercicio ya está d icho . pues venimos an te vucsa merced: la pa t r ia no m e parece de m u c h a impor­tancia decirla , n i los padres tampoco , pues no se ha de hace r in formación para rec ib i r a lgún háb i to hon roso . A lo cual respondió Monipodio ; vos hi jo m i ó , es-

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tais en lo c i e r l o , y es cosa m u y acerta­da encubr i r eso que decís , p o r q u e si la suerte no corr iere c o m o d e b e . n o es b i e n que quede asentado debajo de signo d e escr ibano ni en el l ib ro de las e n t r a d a s : fulano, bi jo de fulano, vecino de tal pa r ­le , tal dia le ahorca ron . ó le a z o t a r o n , ú otra cosa semejante , que p o r lo m e ­nos suena ma l á los buenos o i d o s : v asi t o rno á decir que es provechoso docu ­mento callar la pa t r ia , encubr i r loó p a ­dres i m u d a r los propios n o m b r e s : a u n ­que para ent re nosotros no ha i¡é h a b e r nada e n c u b i e r t o , y solo agora q u i e r o .caber los n o m b r e s de los dos. Hincón dijo el suyo y Cor tado iambien . Pues de aquí ade l an t e , respondió Monipodio , quiero y es m i voluntad que vos. Rincón , os l laméis Hinconete y vos . C o r t a d o , Cortadillo , que son n o m b r e s que asien­tan como de molde á vuestra edad y á nues t ras o r d e n a n z a s , debajo de las cua-

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4 4 niNCONF.TE

les cae t ener necesidad de saber el n o m ­bre de Jos padres de nuest ras cofrades • po rque tenemos de cos tumbre de liaccr decir cada año ciertas misas por las án imas d e nuestros difuntos y b ienhechores , sa­cando el es tupendo pa ra la l imosna de qu ien las dice de alguna par te de lo que se garbea (1); y estas tales mi sas , asi dichas como pagadas, dicen que aprovechan á' las tales ánimas p o r v i a de naufragio : y caen debajo de nuestros b ienhechores el p r o ­cu rador que nos defiende, c l g u r o ( 2 ) que nos avisa , el verdugo q u e nos t iene lás­t i m a , el que cuando a lguno de nosotros va h u y e n d o p o r la calle y detrás le van d a n d o voces , al l a d r ó n , al l a d r ó n , de­t é n g a n l e , d e t é n g a n l e , u n o se p o n e en m e d i o y se opone al r auda l de los que le s iguen , d ic iendo : déjenle al c u i t a d o ,

( 1 ) De lo que so roba ó pilla.

( 2 ) El alguacil. Germ.

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Y CORTADILLO. 4 5

( 1 ) La cárcel.

( 2 ) Las galeras. 1 1 . 4

que har ta inala ventura lleva ; allá se lo haya ,cas t igúe le su pecado. Son t a m b i é n bienhechoras nuestras las socorr idas, q u e de su suda r nos socor ren asi en la t r e n a (1), como en las guras (2^ y t a m b i é n lo son nuestros padres y madres que nos echan al m u n d o , y el e sc r ibano , que si anda de b u e n a , n a hay delito que sea c u l p a , n i culpa á qu ien so d é m u c h a p e n a : y p o r todos estos que ho dicho hace nues t ra h e r m a n d a d cada año su adversario , c o n la mayor popa y soledad q u e podemos . Por c i e r t o , di jo R i n c o n e l e . y a confir­mado con este n o m b r e , que es obra dig­na del altísimo y p rofundís imo ingenio que hemos oido deci r que vucsa merced , Sr. M o n i p o d i o , t iene : pe ro nuestros pa­dres a u n gozan de la vida ; si en ella los a l canzá remos , da remos luego noticia á

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lí 6 RINCONETE

esta felicísima y abonada confra te rn idad , pa ra que por sus almas se les baga ese naufragio ó t o r m e n t a , ó esc adversario que vuesa merced dice , con la solemni­dad y pompa a c o s t u m b r a d a , si ya no es que se hace mejor con popa y so ledad , c o m o t a m b i é n a p u n t ó vuesa m e r c e d en sus razones. Asi se h a r á , ó no quedará de mi p e d a z o , repl icó M o n i p o d i o , y lla­m a n d o á la guia le d i j o : ven acá Gan­c h u d o , ¿están puestas las pos tas? S í , dijo la guia, que G a n c h u d o era su nom­bre , t res centinelas quedan avizorando (í). y n o hay que temer que nos cojan de sobresalto. Volviendo pues á nues t ro propós i to , dijo Monipodio , quer r ía saber, h i j o s , lo que sabéis para daros el oficio y ejercicio conforme á vuestra incl inación

' y habi l idad. Y o , respondió Rincone tc ,

( i ) Atishando, observando, con ojo avizor, alerta.

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sé u n poqu i to de floreo de villano : en­tiéndeseme el r e t e n : tengo b u e n a vista para el h u m i l l o : juego b i e n de la sola , de las cua t ro y de las ocho : n o se me va por pies el raspadil lo , be r rugue ta , y el colmillo : en t róme por la boca del lobo como p o r m i casa ; y atreveríame á hacer un tercio de chanza m e j o r que u n tercio deNápoles , y á d a r u n astillazo a lmas pin­tado me jo r que dos reales prestados ( 1 ) . Principios son , dijo M o n i p o d i o ; pe ro todas esas son llores de cantueso viej a s , y tan usadas , que n o hay pr inc ip ian te que no las s e p a , y solo sirven para a lguno que sea tan b l a n c o , que se deje ma ta r de

(r) Toda esta cáfila de nombres que aquí se menciona es nomenclatura de los varios ardides, trampas, tretas y fullerías de la gente apicarada, relativas al baile, al juego y á sus modos y ardi­des de robar, y casi de ellos solos entendida, pues de ellos no hace mención el diccionario de la Gcr-niania.

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media noche aba jo ; pero andará el tiem­p o y vernos hemos : que asentando sobre ese fundamen to med ia docena de l ic io­nes , yo espero en Dios que habéis de sa­l ir oficial famoso , y a u n quizá maestro . T o d o será para servir á vuesa merced y á los señores cofrades , r espondió Rinco-ne te . Y v o s , Cortadil lo, ¿qué sabéis? pre­gun tó Monipod io . Yo, respondió Cortadi­l lo , sé la treta que dicen mete dos y saca c i n c o , y sé dar t iento á u n a faldriquera c o n m u c h a pun tua l idad y destreza. ¿ Sa­béis m a s ? dijo Monipodio . No p o r mis g randes pecados , rospondió Cortadi l lo , n o os aflijáis, h i j o , repl icó Monipod io , que á pue r to y á escuela habéis llegado donde n i os anegaréis , n i dejaréis de salir muy bien aprovechado en todo aquello que mas os conviniere . ¿Y en esto del án imo , co­m o os va, hi jos? ¿ C ó m o nos ha de i r , res­p o n d i ó l l inconete , sino m u y b i e n ? A n i ­m o tenemos pa ra acomete r cualquiera

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( i ) La garganta.

empresa de las que tocaren á nues t ro ar» te y ejercicio. Está b i e n , repl icó Moni ­podio ; pe ro quer r ía yo que t a m b i é n lo tirviésedes para sufrir , si fuese menes te r , media docena de ausias sin desp lega r los l ab ios , y sin decir esta b o c a es mía . Ya sabemos a q u i , dijo Cortadi l lo , Sr. Moni­podio , que quiere decir ans ias , y para todo tenemos á n i m o ; p o r q u e n o somos tan ignorantes que n o se nos a lcance qué lo que dice la lengua paga la gorja (1) ; y harta m e r c e d le hace el cielo al h o m b r e a t rev ido , p o r . n o dar le o t ro t í t u l o , que le deja en su leugua su vida ó su mue r t e , como si tuviese mas letras u n n o que u u si. A l t o , n o es menes te r m a s , dijo á esta sazón Monipod io : digo que sola esa ra ­zón m e c o n v e n c e , me obliga , m e per ­suade y m e fuerza á que desde luego asen­téis p o r cofrades m a y o r e s , y que se os

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sobrelleve el año de noviciado. Yo soy dése p a r e c e r , dijo uno de los b r a v o s , y á u n a voz lo conf i rmaron lodos los p r e ­sentes , que toda la plática l iabiau estado e scuchando ; y p id ie ron á Monipodio que desde luego les concediese y permi­tiese gozar de las i nmun idades de su co­fradía , po rque su presencia agradable y su buena plática lo merecía lodo . Él res­p o n d i ó , que p o r dalles con ten to á todos desde aquel p u n t o se las c o n c e d i a ; advir­t iéndoles que las estimasen en m u c h o , p o r q u e era no pagar media anata del pri­m e r h u r l o que hic iesen, n o hace r oficios menores en lodo aquel año , conviene á saber : no llevar r ecaudo de n i n g ú n he r ­m a n o m a y o r á la cárcel ni á la casa de par te de sus con t r ibuyen tes : p iar el tu r ­co pu ro ( 1 ) : hacer b a n q u e t e , cuando como y adonde qu i s i e r en , sin pedi r li­cencia á su m a y o r a l : en t ra r á la par te

( i ) Beber el vino pino.

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desde luego en lo que entrujasen los her­manos m a y o r e s , como u n o de l los , y otras cosas que ellos tuv ie ron p o r m e r ­ced señaladís ima, y los demás con pala­bras m u y comedidas las agradec ie ron mucho .

Es tando en esto , en t ró u n m u c h a c h o corr iendo y desalentado , y dijo : el al­guacil de los vagamundos viene encami ­nado á esta c a s a , pero no t rae consigo gurullada (1). Nadie se a lbo ro te , dijo Monipod io , que es amigo y n u n c a viene por nues t ro daño : sosiégúense , que yo le saldré á hablar . Todos se sosegaron,, que ya estaban algo sobresal tados, y Mo­nipodio salió á la puer ta , donde hal ló al alguacil , con el cual estuvo hab lan ­do u u rato , y luego volvió á ent rar Mo­nipodio y p r e g u n t ó : ¿ á qu ién le c u p o hoy la plaza de San Salvador ? A m í ,

(r.) Cuadrilla ó teopade alguaciles y corchetes.

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52 MNCOKETE

(r) Tretas, maulas ó enredos.

dijo el de la guia. Pues ¿ c ó m o , dijo Mo­nipodio , n o se. lia manifestado una bol-silla de á m b a r , q u e esta m a ñ a n a en aque l m i s m o parage dio al t r i s t e con q u i n c e escudos de o ro y dos reales de á d o s , y no sé cuantos cuartos ? Verdad e s , di jo la guia , que hoy falló esa bo l ­sa , pe ro yo no la h e t o m a d o , n i p u e d o imag ina r qu ien la tomase. No hay le ­vas (i) conmigo , replicó Monipodio , la bolsa h a de p a r e c e r , p o r q u e la pide el al­guaci l , que es amigo y nos hace mi l pla­ceres al año : t o r n ó á j u r a r el mozo q u e n o sabia de ella : comenzó á encolerizarse Monipodio de m a n e r a , que parecía que fuego vivo lanzaba p o r los o j o s , d ic ien­do : nadie se b u r l e con q u e b r a n t a r la m a s m í n i m a cosa d e nuestra orden , q u e l e costará la vida : manifiéstese la ci-

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y CORTADILLO. 5 3

( i ) La bolsa.

ca ( l ) , y si se encubro p o r n o pagar los derechos , yo le daré en te ramente lo que le toca , y pond ré lo demás de m i casa, porqué en todas maneras h a de i r con­tenió el alguacil : t o r n ó de nuevo á ju* r a í el m o z o , y á maldecirse , d i c i endo que él n o había tomado tal bo l s a , n i vislola de sus ojos ; t odo lo cual fue po­ner mas fuego á la cólera de Monipod io , y dar ocasión á que toda la j u n t a se al­borotase v iendo que se r o m p í a n sus es­ta tutos y b u e n a s ordenanzas . Viendo Rin-conete pues lanía disensión y alboroto , parecióle q u é seria b i en sosegalle y da r conlenlo á su mayor , que reben taba de rabia ; y aconsejándose c o n su amigo Cor tad i l lo , c o n parecer de e n t r a m b o s sacó la bolsa del sacristán y dijo : cese toda cuest ión , m i s señores , que esta es la bolsa , sin faltarle nada de lo que el

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S 4 HINCONETE

alguacil manifiesta : que hoy m i c a m a -rada Cortadil lo le dio alcance , con u n pañue lo que al mismo dueño se le q u i l o p o r añad idura : luego.sacó Cortadillo el paüizuelo y lo puso de manifiesto. Vien­do lo cual Monipodio , dijo : Cor tadi l la el bueno , que con este t í tulo y r e n o m ­b r e h a de quedar de aqu í ade le lan le , se quede con el p a ñ u e l o , y á m i cuen ta se-quede la satisfaciou deste servicio ; y la-bolsa se h a de llevar el a lguac i l , que es de u n sacristan par iente s u y o , y con­viene que se cumpla aquel refrán que-dice : noi es m u c h o que- a. qu ien te da­la gallina cutera- lú .des una p ierna della :• m a s d is imula este b u e n alguacil en u n día , que nosotros l e p o d e m o s n i so le ­mos dar en c iento . D e c o m ú n consen­t imiento a p r o b a r o n todos la hidalguía de los dos m o d e r n o s , y la sentencia y p a ­recer de su m a y o r a l , el cual salió á dal­la bolsa al a lguaci l , y Cortadillo se q u e -

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( i ) De la mancebía.

dó confirmado con el r e n o m b r e de bue­no ; b ien c o m o si fuera d o n Alonso P é ­rez de G u z m a n el b u e n o , que arrojó el cuchillo p o r los muros de Tarifa pa ra degollar á su ún i co hijo.

Al volver que volvió Monipodio e n ­t r a ron con él dos m o z a s , afeitados los ros t ros , l lenos de co lo r ios labios, y de al-bayalde los pechos , cubiertas con medios mantos de añascóte , llenas de desenfado y desvergüenza : señales claras p o r d o n d e , cu viéndolas Rincoucte y Cortadi l lo , co ­nocieron que eran de la casa l lana (1) y no se engañaron en n a d a ; y asi como entraron, se fueron con los brazos abier ­tos , la u n a á C h i q u i z n a q u e , y la otra á Mani fc r ro , que estos e ran los n o m b r e s de los dos bravos ; y el de Manifcrro era porque t raia una m a n o de h ie r ro , en lu­gar de o t r a , que le hab ían cor lado p o r

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В б ютсолвтв j u s t i c i a : ellos las abrazaron con g r a n d e regoci jo , y les pregun ta ron si t ra iaü al­

go con que moja r la canal maestra (1). ¿ P u e s habia de fa l ta r , diestro (2) m i ó ? r e spond ió la u n a , que se l lamaba la Ga­

nanciosa : n o t a rdará m u c h o á venir Sil­

va tillo t u t r a ine l (3) con la canasta de eolar , atestada de lo q u e Dios ha sido servido : y asi fue v e r d a d , p o r q u e al ins ­

tan te en t ró u n m u c h a c h o con u n a ca­

nas ta de colar cubier ta con u n a sábana . Alegrá ronse todos con la ent rada de Sil ­

v a t o , y al m o m e n t o m a n d ó sacar Moni­

p o d i o u n a de las esteras de e n e a , que es taban e n el a p o s e n t o , y tenderla e n m e d i o del pa t io , y ordenó asi mismo que todos se sentasen á la r e d o n d a ; p o r q u e

( 1 ) La garganta ó el tragadero. ( 2 ) Lo misino que valentón ó espadachín, ó

diestro en el manejo de la espada. (3) Trabiel, es el criado del rufián que lleva y

trae recados.

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T CORTADILLO. 5 7

( i ) En. tomando algún alimento ó refrigerio.

en cortando la cólera (1) se tratarla de lo que roas conviniese. A esto dijo la vieja, que kabia rezado á la imagen: hijo Monipodio, yo no estoy para fiestas, por­que tengo u n vaguido de cabeza dos dias bá , que me trae loca; y mas que antes que sea medio dia tengo de ir á cumplir mis. devociones , y poner mis candelieas á nuestra Señora de las Aguas , y al santo crucifijo de Santo Agust in , que no lo de­jaría de hacer si nevase y ventiscase: á lo que be venido es que anoche el Renegado y Contopies llevaron á mi casa una ca*. nasta de co lar , algo mayor que la prcr senté , llena de ropa blanca; y en Dios y en mi ánima que venia con su cernada y todo : que los pobretes no debieron de tener lugar de quitalla, y venían sudan­do la gota tan gorda , que era una com­pasión verlos entrar hijadoando y c o r r

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r i endo agua de sus ros t ros , que parec ían u n o s angél icos : d i j é ronme que iban e n seguimiento do u n ganadero , que h a b í a pesado ciertos carneros en la carnicería , p o r ver si le pod ían da r u n tiento en u n grandís imo galo de reales que l l evaba : n o desembanas ta ron n i con ta ron la r o ­pa , fiados en la entereza de m i conc ien­cia , y asi m e cumpla Dios mis buenos deseos y nos l ibre á todos de pode r de justicia , que n o h e tocado á la canasta , y que se está t an entera como cuando nac ió . T o d o se le c r e e , señora m a d r e , r espondió Monipodio , y estése asi la canas t a , que yo i ré allá á boca de sor­n a (1) y h a r é cala y cata de lo que t iene, y da ré á cada u n o lo que le t o c a r e , b ien y fielmente c o m o tengo de cos tumbre . Sea como vos lo ordenáredes , h i jo , res­p o n d i ó la v ie ja ; y po rque se me hace

( i ) Al anochecer, ó ii boca de anche.

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larde-, d a d m e u n t ragui l lo , si t ené i s , pa ra consolar este es tómago, que t au des­m a y a d o anda de con t inuo . ¡ Y qué tal lo b e b e r é i s , m a d r e m i a ! di jo á «sta sazón la Escalanta , que asi se l lamaba la com­pañera de la Gananc iosa ; y descubr iendo la canasta se manifestó una bo ta á m o d o de cuero , c o n basta dos arrobas de v ino , y u n corcho que podr ia caber sosegada­m e n t e y sin apremio hasta u n a azumbre , y l levándole la Escalanta , se le puso en las m a n o s á la devotísima vieja , la cual tomándole con ambas m a n o s , y hab ién­do le soplado u n poco de e s p u m a , d i j o : m u c h o echaste, hija Escalanta ; pe ro Dios dará fuerzas para t o d o ; y aplicándosele á los l ab ios , de u n t i rón y sin t omar aliento lo trasegó del corcho al estóma­go , y acabó d i c i e n d o : de Guadalcanal e s , y a i m t iene u n es no es de yeso el señorico : Dios le consue le , hija , que asi m e has c o n s o l a d o ; sino que t emo que

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60 RINCONETE

m e ha do h a c e r m a l , p o r q u e n o m e h e desayunado. No h a r á , m a d r e , respondió M o n i p o d i o , po rque es t r a sañe jo : asi lo espero yo en la V i r g e n , r e spond ió la vieja ; y añadió : m i r a d , n i ñ a s , si tenéis acaso a lgún cuar to para c o m p r a r las can-delicas de m i devoc ión , p o r q u e con la pr iesa y gana que tenia de venir á t rae r las nuevas de la canas ta , se me olvidó en casa la escarcela ( 1 ) : yo sí t e n g o , s eñora P i p o t a , que este era el n o m b r e de la b u e n a v i e j a , r espondió la Gananc iosa : t o m e , ahi le doy dos cua r to s ; del u n o le ruego que c o m p r e u n a pa ra m í , y se la ponga al señor San Migue l , y si puede c o m p r a r dos , ponga la otra al señor S a n B l a s , que son mis a b o g a d o s : quisi era q u e pusiera otra á la señora Santa L u c í a , que p o r lo d e los ojos t ambién la tengo

(i) La bolsa larga de cuero, que se llevaba an­tiguamente pendiente de la cintura.

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Y CORTADILLO • 61

devoc ión , pero no lengo t r o c a d o : mas otro dia habrá donde se c u m p l a con to­dos. Muy b ien h a r á s , h i j a : mira n o seas miserable ; que es de m u c h a impor tanc ia llevar la persona las candelas de lan te de si antes que se m u e r a , y n o guardar á que las p o n g a n los herederos ó albaceas. Bien dice la madre P i p o t a , di jo la lisca^ l a u t a ; y echando m a n o á la bolsa-, .le dio otro c u a r t o , y le encargó que pusieso otras dos caudelicas á los santos que á ella le pareciesen que eran de los mas. aprovechados y agradecidos. Con esto se fue la P ipona , d ie iéudoles : ho lgaos , h i ­jos , agora que tenéis t i e m p o ; q u e veudrá la veje/, y l loraréis en ella los ra tos que perd is teseu la m o c e d a d , como yo los l lo­ro ; y cncomendad iue á Dios en vuestras oraciones , que yo voy á hacer lo mismo por mí y p o r vosotros, po rque él nos l ibro y conserve cu nuestro trato peligroso sin sobresaltos de just icia; y con eslose fue.

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Ida la v ie ja , se sentaron todos al rede­d o r de l a e s t e r a , y la Gananciosa t end ió la sábana p o r man te l e s ; y lo p r imero que sacó de la cesta fnc u n g rande haz d e r ábanos , y hasta dos docenas de naranjas y l i m o n e s , y luego u n a cazuela g r ande llena de tajadas de bacalao f r i t o : m a n i ­festó luego med io queso de F l a n d e s , y u n a olla de famosas ace i tunas , y u n p la to de c a m a r o n e s , y g ran can t idad de can­g r e j o s , c o n su l lamativo de a lcaparrones ahogados e n p i m i e n t o , y tres hogazas b lanquís imas de Gandul . Ser ian los del a lmuerzo hasta ca to rce , y n i n g u n o dcllos dejó de sacar su cuchi l lo de cachas ama-l i l l a s , sino fue Rincouete que sacó su media espada : á los dos viejos de bayeta y á la guia tocó el escanciar c o n el cor­cho de colmena. Mas apenas hab ían co­menzado á da r asalto á las n a r a n j a s , cuando les dio á todos gran sobresalto los golpes q u e d ieron á la puerta : m a n -

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dóles Monipodio <me se sosegasen , y en­t r ando en la sala b a j a , y descolgando u n b r o q u e l , puesta m a n o á la espada , llegó á la p u e r t a , y con voz bucea y espantosa p r e g u n t ó : ¿ q u i é n l l a m a ? respond ie ron de l u c r a : yo soy , que n o es n a d i e , se­ñ o r Monipodio : Tagarote soy, cent inela desta m a ñ a n a , y vengo á decir que v iene aqui Jul iana la Ca r iha r t a , toda desgre­ñada y llorosa > que parece haber le su­cedido a lgún desastre. E n esto llegó la que decia so l lozando , y s int iéndola Mo­nipodio , abr ió la p u e r t a ; y m a n d ó á Tagarote que se volviese á su p o s t a , y que de alli adelante avisase lo que viese con m e n o s es t ruendo y r u i d o : él di jo que a s i l o bar ia . E n t r ó la C a r i h a r t a , q u e ora una moza del jaez de las otras y del m i s m o oficio; venia descabel lada , y la cara l lena de to londrones ( 1 ) , y asi c o m o

( i ) De bultos, conlusiou.es ó chichones.

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( i ) Ladrón ratero.

en t ró en el p a t i o , se cayó en el suelo d e s m a y a d a : acudieron á socorrerla la Gananciosa y la Esca lan ta , y desabro­chándo le el p e c h o , la hal laron toda de ­negr ida y c o m o magul lada . Echá ron l e agua en el ros t ro , y ella volvió en sí, d i ­c iendo á voces : la justicia de Dios y del rey v e n g a sobre aquel l ad rón desuella­c a r a s , sobre aquel cobarde b a j a m a u e -ro ( 1 ) , sobre aquel p icaro lendroso , que le h e qu i tado mas veces de la horca que t iene pelos en las barbas . ¡ Desdichada de m í ? mi rad p o r qu ien he pe rd ido y gastado m i mocedad y la flor de mis a ñ o s , sino p o r u n bel laco d e s a l m a d o , facineroso é incor reg ib le . Sosiégate ' , Ca­r i h a r t a , di jo á esta sazón Monipod io , que aqu i estoy yo que te ha ré justicia : c u é n ­tanos t u ag rav io , que mas estarás tú en c o n t a r l e , que yo en hacer te v e n g a d a :

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dimc si has hab ido algo con lu respe­to ( 1 ) ; que si asi e s . y quieres venganza , no has menester mas que boquear . ¿ Q u é respeto? respondió Ju l i ana : respetada me vea yo en los inf ie rnos , si mas lo fuere de aquel l eón con las ovejas , y co rde ro con los h o m b r e s : ¿ c o n aquel habia yo de comer mas p a n á m a n t e l e s , n i yacer en u n o (2) ? P r imero me vea yo c o m i d a de adivas estas c a r n e s , que me h a pa­rado de la m a n e r a que agora v e r é i s ; y alzándose al ins tante las faldas hasta la rodil la y aun u n poco mas , las descubrió llenas de ca rdena le s : dcsta mane ra , pro­siguió, me ha parado aquel ingra to del Repo l ido , deb iéndome mas que á la ma ­dre que le p a r i ó ; ¿ y p o r qué pensáis que lo ha hecho ? montas que le di yo ocasión para e l l o , n o p o r cierto , n o lo

(i) Tu cuyo, querido ó cortejo, ( í ) Cohabitar con él.

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hizo mas sino porque estáñelo j ugando y p e r d i e n d o , m e envió á pedi r con Cabr i ­llas , su t r a i n e l , t re inta rea les , y n o le envié mas de veinte y cuatro : que el t ra ­bajo y afán con que yo los habia gana­do , ruego yo á los cielos que vaya en descuento de mis p e c a d o s ; y en pago desta cortesía y buena o b r a , c reyendo él que yo le sisaba algo de la cuen ta que él allá en su imaginac ión habia h e c h o de lo que yo ped ia t e n e r , esta mañana me sacó al c a m p o , detrás de la huer ta del Rey , y alli ent ro u n o s olivares m e d e s n u d ó , y con la p r e t r i n a , sin escusar n i recoger los h i e r ro s , que en malos gril las y h ie r ros le v e a y a , me dio tantos azotes, que m e de­jó p o r m u e r t a : d e la cual verdadera h i s ­tor ia son buenos testigos estos cardenales que miráis . Aqui to rnó á levantar las vo­ces : aqui volvió á ped i r justicia ; y aqu i se la p romet ió de nuevo Monipodio y to­dos los bravos que alli estaban. La Ga-

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nanciosa t o m ó la m a n o á consolal la , d ¡ -c ióndo le : que ella diera de m u y b u e n a gana una de las mejores proseas que tenia, po rque le hubiera, pasado o t ro tanto con, su q u e r i d o ; p o r q u e q u i e r o , d i j o , quo se­p a s , h e r m a n a Cariharta. , si n o lo s abes , que á lo que se qu ie re b ien se cas t iga ; y c u a n d o estos bellacoucs nos d a n y azo­tan y acocean , entonces nos a d o r a n : s i n o , confiésame una verdad p o r tu yida, ¿ después que te h u b o Uepolido cast igado y b r u m a d o , no te hizo alguna caricia?, ¿Cóioo u n a ? respondió la l lorosa , cica, mi l me hizo ; y diera él u n dedo de la m a n o porque me fuera con él á su posa­d a : y a u n me parece que casi se le sal­t a ron las lágr imas de los ojos después de habe rme mol ido . No hay d u d a r en eso, repl icó la Qananciosa , y Horaria él de pena de ver cual te habia puesto.: q u e e n estos tales h o m b r e s y en lides casos

. n o l ian comet ido Ja c u l p a , cuando les

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viene el a r r epen t imien to : y tú verás, hil '-niana , sino viene á buscar le antes que de aqui nos vamos , y á pedir le pe rdón de lodo lo p a s a d o , r indiéndosele c o m o u n cordero . E n verdad , respondió Moni­podio , que n o ha de en t ra r p o r eslas puer tas el cobarde embesado , si p r ime­r o no hace u n a manifiesta peni tencia del comet ido deli to : ¿ las manos habia él de ser osado poner las en el ros t ro de la Ca­r iha r t a n i en sus carnes , s iendo persona que puede compet i r en l impieza y ga­nancia con la misma Gananciosa que es­tá d e l a n t e , que n o lo puedo mas encare ­cer? A y ! dijo á esta sazón la J u l i a n a : n o diga vuesa m e r c e d , señor M o n i p o d i o , mal de aquel m a l d i t o , que c u a n m a l o es le qui«-o m a s que á las telas de m i co­razón ; y h á n m e vuelto el a lma al cue rpo las razones que en su abono me ha d i ­c h o - m i amiga la Gananc iosa , y en ver-.dadxjue estoy p o r ir á buscar le . Eso n o

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harás t ú p o r mi consejo , repl icó la Ga­nanciosa , p o r q u e se estenderá y ensan­chará , y ha rá tretas (1) eri tí como en cuerpo m u e r t o . Sosiégate, h e r m a n a , q u e antes d e m u c h o le verás venir t an a r re ­pent ido «orno h e d i c h o ; y si no viniere, escribirémosle u n pape l en coplas que le amargue . Eso sí , d i jo la Car ihar ta , que t engo mil cosas que escribirle. Yo se­ré el secretario cuando sea m e n e s t e r , di­jo M o n i p o d i o : y a t inque n o soy n a d a p o e t a , todavía , si el h o m b r e se a i-reman-g a , se- atreverá á hace r dos mil lares de coplas en daca las p a j a s ; y cuando n o sa­l ieren como d e b e n , yo tengo u n b a r b e r o a m i g o , gran poeta , que nos h inch i rá las medidas á todas horas ; y e n la de agora acabemos lo que teníamos comenzado del

( i ) liará de las suyas, liará todas sus habilida­des y ardides, hará de tí ó contigo todo cuanto igtticnt.

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70 n i N C O K E T S

a l m u e r z o , quo después todo se anda rá . F u e conlen ta la Jul iana de obedecer á su m a y o r ; y asi todos volvieron á su gau-d e a m u s , y en poco espacio vieron el fon­do de la canasta y las beces del cuero : los viejos beb i e ron sine fine; los mozos adun ia ( 1 ) ; las señoras los quir ies (2). Los viejos p id ie ron licencia para irse ; diósela luego Monipodio , encargándoles viniesen á d a r noticia c o n loda p u n t u a ­l idad de todo aquello que viesen ser ú t i l y conveniente á la c o m u n i d a d : r e s p o n ­d i e r o n que ellos se lo tenían b ien e n cu i ­d a d o , y fuéronse. R i u c o u e t e , que de su­yo era c u r i o s o , p id iendo p r i m e r o p e r d ó n y l i cenc ia , p r e g u n t ó á Monipodio q u e ¿ de qué servían e n la cofradía dos per­sonages tan c a n o s , tan graves , y aperso­nados? A lo cual respondió Monipodio :

( 1 ) Abundantemente.

( 2 ) Hasta mas no poder, ltasta morir. .

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que aquellos en su ge rman ia y m a n e r a ele Labial - se l l a m a b a n a b i s p o n e s , y que servían de anda r de d ía p o r toda la ciu­d a d , abispaudo en qué casa se podía d a r t iento de n o c h e , seguir los que sacaban dinero de la cont ra tac ión ó casa de la mor n e d a , para ver dónde lo l levaban , y a u n donde lo pon i an ; y en sabiéndolo , tan­teaban la grosura del m u r o de la tal casa, y d iseñaban el lugar mas conveniente pa­r a hacer los guzpa t a ros , que son aguje­ros para facilitar la en t r ada : en resolu­ción , dijo que era la gente de mas ó de t a n t o provecho que habia de su h e r m a n ­dad ; y que de todo aquello qne p o r su industr ia se h u r t a b a l levaban el q u i n t o , como su magestad de los t e so ros , y que con t o d o esto e ran h o m b r e s de m u c h a v e r d a d , y m u y h o n r a d o s , y de b u e n a vida y fama , temerosos do Dios y do siirs conc ienc ias , que cada dia oian misa c o n es t raña devoc ión ; y hay dcllos t a n co -

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m e d i d o s , especialmente estos dos que de aqu i se van agora , que se contentan con m u c h o menos de lo que por nues t ros aranceles les l o c a : otros dos h a y , que son p a l a n q u i n e s , los cuales c o m o p o r m o m e n t o s m u d a n casas , saben las en­tradas y salidas de todas las de la c iudad , y cuales p u e d e n ser de p rovecho , y cua­les no . T o d o me parece de pe r l a s , dijo Rinconete , y quer r í a ser de a lgún p r o ­vecho á tan famosa cofradía. S iempre fa­vorece el cielo á los b u e n o s deseos , dijo Monipodio .

Es tando en esta plática l l amaron á la p u e r t a ; salió Monipodio á ver qu ien era , y p regun tándo lo , respondieron : abra v o a c e , sor Monipodio , que el Uepolido soy. Oyó esta voz Car iha r ta , y a lzando al cielo la suya , dijo : no le abra vuesa m e r c e d , señor M o n i p o d i o , n o le abra á ese m a r i n e r o de T a r p e y a , á ese tigre de Ocaña . No dejó p o r esto Monipodio

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( i ) Mansas caseras.

de abr i r á Repolido ; pe ro v iendo la Ca­r ihar ta que le abria , se levantó cor r ien­do y se en t ró en la sala de los b r o q u e ­les , y ce r rando t ras si la puer ta , desde dentro á grandes voces decia : qu í t en ­mele de delante á ese gesto de po rdemas , á ese verdugo de i n o c e n t e s , asombrado! -

de palomas duendas (1). Maniferro y Chi-quiznaque ten ian á Repol ido , que e n t o ­das maneras quería en t ra r donde la Ca­r ihar ta es taba ; pero como no le de jaban , decia desde afuera : n o hay a m a s , enoj a-da mia , p o r tu vida que te sosiegues , ansí te veas casada. ¿Casada y o , mal ig­n o ? respondió la Cariharta ; m i r a en que tecla toca : ya quisieras t ú que lo fuera cont igo , y antes lo seria yo con u n a no -tomia de mue r t e que cont igo : ea , boba , replicó Repolido , acabemos ya que es tarde ; y mi r e n o se ensanche p o r ve rme

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habla r lán manso ; y venir t an r e n d i d o , p o r q u e vive el dador , si se m e sube la cólera al c a m p a n a r i o , que sea peor la recaída que la caida ; humíllese , y h u ­mi l lémonos t o d o s , y no demos do comer al d i a b l o ; y aun de cenar le daría yo , di jo la Car ihar ta , p o r q u e te llevase d o n ­d e n u n c a mas mis ojos te viesen. ¿No os digo y o ? di jo U e p o l i d o : p o r Dios q u e voy ol iendo , señora t r inque te ( 1 ) , q u e lo t engo de echar todo á d o c e , aun­que n u n c a se venda . A esto di jo Mon i ­p o d i o : e n mi presencia n o h a de h a b e r demas ías : la Carihar ta s a l d r á , n o p o r a m e n a z a s , sino p o r amor mió , y t odo se ha rá b ien : q u e las r iñas en t re los que bien se qu ie ren son causa de m a y o r gus­to cuando se hacen las paces. Ah Julia­na , ah n iña , ah Cariharta m i a , sal acá'

( t ) En el lcnguagc de la Gcrmain'a trinquete es la caiua de cordeles.

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fue ra , p o r mi a m o r , que "yo h a r é que Repolido te p ida p e r d ó n de rodil las. Go­mo él eso haga , dijo la Esca lan ta , todas seremos en su favor y en r o g a r á Ju l i ana salga acá fuera. Si cslo ha de i r por: via de r end imien to , que huela a' menoscabo de la pe r sona , dijo el Repolido , no m e r e n d i r é á u n ejército fo rmado de esgui-zar ros ; m a s si es p o r via de que la Ca­r ihar ta gusta de l lo , n o digo yo h i n c a r m e de r o d i l l a s , pero u n clavo m e h i n c a r é p o r la frente en su servicio. Riéronse des-lo Chiquiznaque y Man i fe r ro , de lo c u a l se enojó tanto el Repol ido pensando q u e hac ían bur l a del , que dijo con mues t ras de infinita có le ra : cualquiera que se r i e ­re ó se pensare re i r de lo que la Car ihar ta cont ra m i , ó yo cont ra ella hemos d icho ó d i j é r e m o s , digo que mien t e y m e n t i r á todas las veces que se r iere ó lo pensare , como ya he d icho . Miráronse Chiquizna­que y Manifer ro d e tan ma l ga rbo y t a -

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l i e , que advirtió Monipodio que parar ía en u n g ran mal si n o lo r e m e d i a b a ; y asi , poniéndose luego en medio dcl los , dijo : n o pasen mas a d e l a n t e , cabal le­ros : cesen aqui palabras cnayotes , y des­háganse en t re los d ien tes ; y pues las que se h a n d icho no llegan á la c i n t u r a , na ­die las tome p o r ¡si. Bien seguros esta­m o s , respondió Ch iqu iznaque , que n o se di jeron ni d i r án semejantes m o n i t o ­rios p o r n o s o t r o s , que si se hub ie ra i m a ­g inado que se decian , en manos estaba el p a n d e r o que lo supieran b ien tañer . T a m b i é n tenemos acá pande ro , sor Chi­qu iznaque , repl icó el R e p o l i d o , y t a m ­b i é n si fuere menes te r sabremos tocar los cascabeles ; y ya h e dicho que el que se h u e l g a , m i e n t e , y qu ien otra cosa p e n ­sare , sígame , que c o n u n pa lmo de e s ­p a d a m e n o s ha rá el h o m b r e que sea lo d icho d icho , y diciendo es!o se iba á sa­l ir p o r la puer ta á fuera. Estábalo uscu-

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chnndo la -Carinarla», y cuandoisiut ió q u e s e i b a enojado , salió' d i c i e n d o : t éngan la n o se vayai, que hará: de las suyas : ¿no> ven que va enojado- y es: un. Judas M a ­carelo en oslo de la valentía!? Vuelve acá!, va l en tón del m u n d o y de mis ojos ; y> ce r r ando con úl le asió fuertemente de^ la> capai , y acudiendo, también;Mouipo»--dio le, detuvieron. Ghiquiznaque y Ma­niferro no- sabían- sii enojarse , ó si no*, y.- estuviéronse quedos esperando lo- que-l lepol idol iar ja- ; el c u a l , viéndose rogar; de la Gaiihaijla- y, deMo.iupocüo , volvió* d ic iendo- : n u n c a los amigosiban- de- dar. enojp- á losí amigos-, nii hacer bu r l a -de los amigos , , yi mas cuando Ven, que se, enojan los amigos. No. hay aquí amigo, respondió, Mani fe r ro , , que quiera: e n o . j a r n i hacer bur l a de ot ro amigo ;: y pues- todos- somos amigos 1 , , dense las mano» los amigos; A-esto dijo Monipo­dio : lodosi voacedes h a n hablado c o m o

n . 6

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buenos a m i g o s , y como tales amigos se den las manos de amigos. Diéronse-las luego , y la Escalanta , qui tándose u n c b a p i n , comenzó á t añer en él co ­m o en un pande ro : la Gananciosa t o m ó u na escoba de pa lma nueva , que alli so halló acaso , y rasgándola hizo u n son , que aunque ronco y áspero , se concer­t aba con el del chapin . Monipodio r o m ­pió u n plato , y hizo dos tejoletas , que puestas ent re los dedos y repicadas con gran ligereza , llevaba el con t r apun to al chapin y á la escoba. Espantáronse Riu-conete y Cortadillo de la nueva inven­ción de la escoba , po rque hasta enton­ces n u n c a la hab ian visto. Conociólo Ma-niferro , y clijoles : ¿ admiranse de la escoba? pues b i en hacen ; pues música mas presta y mas sin pesadumbre , n i mas b a r a t a , n o se ha inven tado en el m u n d o ; y en verdad que oí decir el o l i o di a a un estudiante , que ni el No-

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grofeo , que sacó á la Aranz del infier­no , n i el M a r i ó n , que subió sobre el delfín, y salió del mar c o m o si viniera caballero sobre u n a m u í a de alquiler , ni el o t ro gran músico , que hizo una ciu­dad que tenia' cien puer tas y otros tantos postigos , n u n c a inven ta ron me jo r gé­nero de música tan fácil de dep rende r , tan mañe ra de tocar , t an sin t ras tes , clavijas, n i cuerdas , y t an sin necesi­dad de t empla r se ; y aun voto á tal q u e dicen que la inven tó u n galán desla ciudad , que se p ica en ser u n Héctor en la música. Eso creo yo m u y b ien , respondió Rinconete ; p e r o escuchemos lo que quieren can t a r nues t ros mús i cos , que parece que la Gananciosa h a escu­pido , señal de que qu ie re c a n t a r ; y asi era la v e r d a d , po rque Monipodio la ha-bia rogado que cantase algunas siguidi-llas de las que se u s a b a n ; mas la que comenzó p r i m e r o fue la Escalanta , y

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c o n t o z sutil y quebradiza cantó lo si­guiente :

Por un sevillano , rufo á lo valon, Tengo socarrado Lodo el eorazou.

Siguió la Gananciosa can tando i

Por un morenico de color verde , ¿Cuál es la fogosa que no se pierde?

Y luego Monipodio , dándose gran priesa al m e n e o de sus tejoletas , dijo :

Riucn dos amantes, hácese la paz, Si el enojo es grande, es el gusto mas.

í í o quiso la Carihar ta pasar su gusto e n silencio , po rque t o m a n d o o t ro cha­p í n se metió en danza , y a compañó á las demás diciendo :

Detente enojado, no me azotes mas, Que si bien lo miras, á tus carnes das.

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Cántese á )o Llano , dijo á esta sazón Repolido , y n o se toquen estarías pasa­das , que no hay para qué : lo pasado sea p a s a d o , y tómese otra vereda y basta.

Talle l levaban de n o acabar t an pres to el comenzado cánt ico , s ino s int ieran quo l lamaban á la puer ta ap r i e s a ; y con ella salió Monipodio a' ver qu ien e r a , y ia centinela le dijo como al cabo d e la calle habia asomado el alcalde de la jus t i c i a , y.que delante del veniau el Tordi l lo y el Cernícalo , corchetes ueut ra les . Oyéron­lo los de d e n t r o , y a lborotáronse todos de m a n e r a que la Carihar ta y la Escalan-ta se calzaron sus chapines al revés ; dejó la escoba la Gauanciosa : Monipod io sus te jo le tas , y q u e d ó e n t u r b a d o silencio toda la m ú s i c a : enmudec ió Chiquizna-q u e : pasmóse el Repolido , y suspendió­se Mauiferro ; y todos , cual p o r una , y cual p o r otra par le , desaparecieron . su­biéndose á las azoteas y tejados para es-

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caparse y pasar p o r ellos á otra calle. Nunca disparado arcabuz á d e s h o r a , n i t r ueno r epen t ino espantó asi á banda d e descuidadas p a l o m a s , como puso en al­bo ro to y espanto a toda aquella recogida compañía y buena gente , la nueva de la venida del alcalde de la justicia. Los dos nov i c io s , Rinconcte y Cortadillo , n o sa­b í a n que hacerse ' , y estuviéronse quedos , esperando ver en que paraba aquella r e ­pen t ina borrasca , que n o pa ró en mas d e vo lve r l a centinela á decir que el alcalde se bab ia pasado dé l a rgo , sin dar mues ­t ras ni resabio de mala sospecha a lguna. Y estando dic iendo esto á M o n i p o d i o , llegó u n cabal lero mozo á la puer ta , ves-l ido como se suele decir de bar r io : Mo­nipodio le entró consigo y m a n d ó l lamar á Ch iqu iznaque , á Manil'erro y al Repoli-d o , y que de los demás no bajase a lguno . Como se hab ían quedado en el patio Rinconcte y Cor tad i l lo , p u d i e r o n o i r t o -

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da la plática que pasó Monipodio con el caballero recien ven ido , e l cua ld i j o ¡¡Mo­nipodio , ¿que por que se habia hecho tan ma l lo que lehab ia encomendado? Mo­nipodio respondió : que aun n o sabia lo que se había hecho ; poro que alli estaba el oficiala cuyo cargo estaba su negocio , y que él dar ía m u y buena cuenta de si. Bajó en esto Chiqu iznaque , y p reguntó le Monipodio ¿si hab ia cumpl ido con la obra que se le e n c o m e n d ó de la cuchi­llada de á catorce ? ¿ cuál? respondió Chi­quiznaque : ¿ es la de aquel m e r c a d e r de la encruci jada ? Esa e s , di jo el cabal lero: pues lo que en eso pasa , respondió Chi­qu i znaque , es que yo le aguardé anoche á la puer ta de su casa , y él vino autes de la oración : l legúeme cerca d e l , marqué-le el rostro con la vis ta , y vi que le tenia tan p e q u e ñ o que era imposible de toda imposibi l idad caber en él cuchil lada de catorce p u n t o s ; y ha l lándome imposib i -

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l i t ado de Ipoder .cumplir lo p r o m e t i d o , y d e 'hacer lo que llevaba en m i .destruí-« ion. : instruocion .querrá vnesa m e r c e d decir , d i je el caballero , que n o destrui-c i o u : eso quise decir . , r e spondió Chi-quiznaque : digo q u e viendo que en la osliiecheaa y .poca can t idad de aquel .ros­t r o » 0 lOaMau los p u n t o s p r o p u e s t o s , .porque .»10 fuese -mi ida ,en b a l d e , di la fiucliiUadaá u n lacayo .suyo,, q u e á lauen seguro q,uc la ¡pueden poner p o r m a y o r 4 p marca . Mas qu i s i e ra , di jo jel caibállcr jpp, <¡jUiC.sc le liubicua dado aj amo urna .de á,siete,, ¡que al c r i ado la de catorce : en dCeOto, oonmigo n o se lia cumpl ido e o r *no .©ra trazan..; pciio no -imponía , ¡poca taclla ano .harán los t re in ta ducados q u e de jé e n señal : beso ri vuoaas meiicedes las í n a n o s ; y d ic iendo .esto se q u í l b «i sombre ro y solvió Jas espaldas para prse ; j j e roMonipodio le asió de Ja capa d e m e z -«la qno Iraia pnesita, d ic iándole : «oáee

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ее'detenga у c o m p i a su ipalabra, ipues nosotros l iemos cumpl ido in jweatra con stoehafatni tá учаои macharse «laja : 'vein­

te dueftdos ' íal tam, y . n o ha d e salir de aquí Vioaoé sin darlos , ió prendas q u e Jo italgan. í Pues á esto'l lama vu¡esa inescéd cumpl imien to de p;alabra, respondió el caba l le ro , dar la cuchi l lada al т о г о , ha­

biéndose de dar ktl a m o ? ; Q,ue >bien está en Ja cuenta e l s e ñ o r ! dijo C h i q a ù n a ­

qnies bien parece qiue n o se a t u e r d a de аяртс! ¡refrán que .сЬссг q n i eu tóen q u i e r e á Bel ton,bien quie re asa c a n . ¿Pues ea qué m o d o puede­ 'nenir aquí á propós i to éste r e f rán? üeplicó ¡él .caballero. Pues no es lo m i s m o , ­prosiguió Chiqu i ínaque , d e c i r i quien m a l quiere á Bel t r an , m a l quiere ¡i su can ? Y asi Beliran es e l m e r ­

cader ,­yoace le quiere m a l , su lacayo es su ,eau , y dando a l « а д se da á Bel t r an , y la deuda queda l íquida , y trae aparejada cjeouokms p o r esono hayunas sino pagar

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l uego , sin apercibimiento de remate . Eso j u r o yo bien , añadió M o n i p o d i o , y de la boca me quitaste , Chiquiznaque ami ­go , todo cuanto aqui has d i c h o ; y asi voace , señor galán , n o se meta en. p u n ­tillos con sus servidores y a m i g o s , sino tome m i consejo y pague luego lo traba­j a d o ; y si fuere servido que se le dé o t r a al a m o , de la cant idad que pueda llevar su r o s t r o , haga cuenta que ya se la está c u r a n d o . Como eso sea , respondió el ga­l á n , de m u y entera voluntad y gana p a ­garé la una y la otra p o r entero . No d u d e e n esto , dij o. Monipod io , mas que en ser cr is t iano r que Chiquiznaque se la dará p in t iparada , de manera que parezca que allí se le nació. Pues con esa segur idad y p r o m e s a , respondió el caba l le ro , recíba­se esta cadena en p r endas de los veinte ducados a t r a sados , y de cuarenta que ofrezco p o r la venidera cuchil lada. Pesa mi l rea les , y podr ía ser que se quedase

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rematada , p o r q u e t ra igo ent re ojos q u e serán menester otros catorce pun tos an­tes de m u c h o : quitóse en esto una cade­na de vueltas menudas del cue l lo , y dió-sela á Monipodio , que al tocar y al peso bien vio que n o era de alquimia. Moni­podio la recibió con m u c h o contento y cortesía, po rque era en cslremo bien cria­do : la e jecución quedó á cargo de Ghi-quiznaque , que solo lomó t é r m i n o de aquella noche . Fuese m u y satisfecho el caballero ; y luego Monipodio l lamó á to­dos los ausentes y azorados. Bajaron t o ­dos , y poniéndose Monipodio e n med io dcllos, sacó u n l ibro de memor ia que traía en la capilla de la capa , y diósele á Rinconcte que leyese , p o r q u e él n o sa­bia leer. Abriólo Rincone te , y en la p r i ­mera hoja vio que d e c í a :

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MEMORIA DE Í.A6 CUCHILLABAS <3UE SE UAN DE

UAft ESTA SEMANA.

La primera al mercader-de la encruci­jada : vale cincuenta escudos: están recibi­dos treinta ¡(i buena cuenta. Secutor l ) , Chiquiznaque.

No «reo qne haya oirá, h i j o , dijo Monipodio , pasa adelante y mira donde dice : ''memoria de palos. Volvió; la hoja Ríueonete, y vio que en otra estabn es­crito memoria de pa los; y mas ahajo decia;

Al bodegonero de la alfalfa doce palos de mayor cuantía , á escudo cada uno : es­tán dados á buena cuenta ocho: el término seis dios. Secutar, Maní ferro.

Bien pedia borrarse esa partida , dijo Maniferro, porque esta noche traeré finí-, quito della, ¿Hay m a s ? h i j o , dijo Moni-

( i ) Por ejecutor.

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podio . S í , otTa , respondió R í n c o n c i e , que dice así :

Al sastre corcobado , que por mal nombre se llama el Silguero, seis palos de mayor cuantía, á pedimento de la dama que dejó la gargantilla. Secutar, el Desmochado.

Maravillado estoy, dijo M o n i p o d i o , eov m o todavía está esa par t ida e n s e r ; s in duda alguna debe de estar m a l dispuesto el D e s m o c h a d o , pues son dos días pasa­dos del t é r m i n o , y no ha dado p u n t a d a en esta o b r a . Yo le topé a y e r d i j o Ma-nilervo , y ine dije» q u e pof haber estado re t i rado p o r en fe rmo el Corcobado , n o liabia cumpl ido con so débi to . Eso creo yo b i e n , di jo M o n i p o d i o , po rque tengo p o r kan b u e n oficial al D e s m o c h a d o , que SÍDOJ fuera p o r tan j u s t o i m p e d i m e n t o , ya él hub ie ra dado al cabo c o n mayores empresas . ¿Hay m a s , moci to? No señor , respondió Rinconele . P u e s pasad ade la í r

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(r) Por libelos.

t e , dijo M o n i p o d i o , y mi rad d o n d e d ice : memorial de agravios comunes. Pasó ade­lante R incone t e , y en otra hoja hal ló es­cri to :

Memorial de agravios comunes , convie­ne á saber: redomazos, untos de miera, clavazón de sanbenitos y cuernos, matra­cas, espantos, alborotos , y cuchilladas fin­gidas , publicación de nibelos ( 1 ) , etc.

¿ Qué dice mas abajo ? dijo Monipodio . D i c e , dijo R i n c o n e t e : unto de miera en la casa No se lea la casa , que ya yo sé donde e s , respondió Monipodio , y yo soy el t uau tem y eseculor de esa n iñer ía ; y están dados á b u e n a cuenta cua t ro es­cudos , y el p r inc ipa l es ocho . Asi es la v e r d a d , dijo R iucone t e , que todo eso está aqni esc r i to ; y aun m a s abajo d ice : clavazón de cuernos. Tampoco se l e a , d i -

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j ó M o n i p o d i o , la c a sa , n i adonde : que basta que se les haga el ag rav io , sin que se diga en púb l i co , que es g r an cargo de conc ienc ia : a lómenos mas querida yo clavar cien cuernos y o t ros tantos san-benitos , como se me pagase m i t rabajo , que decillo sola una vez , a u n q u e fuese á la madre que me par ió . El esecutor des-lo es , d i jo Rinconete , el Narigueta . Ya eslá eso h e c h o y p a g a d o , dijo Monipo­dio. Mirad si hay mas , que si mal n o m e a c u e r d o , ha de haber a h í un espanto de veinte escudos -. está dada la m i t a d , y el esecutor es la c o m u n i d a d toda , y el tér­m i n o es todo el mes en que es tamos, y cumplí ráse al pie de la l e t r a , sin que fal­te una t i lde , y será u n a de las mejores eosas que hayan sucedido e n esta c iudad de muchos t iempos a' esta par te . D a d m e el l i b r o , m a n c e b o , que yo sé que n o hay mas , y sé t amb ién que anda m u y flaco el oficio; pero tras este t iempo ven-

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9 2 aracoRKTB . drái otro>,. y Labra que lkaeeií mas de lo q u e quisiéremos •• q u e n o se maicve'laihot ja siu la voluntad de Dios , y n o h e m o s de hacer nosotros que se: vengue; nadie p o p fuerza : euaaulo. mas que • c ada -uno-en s w o n u s a suele ser va l iente , , y n o quiera pegar las hechuras de la obra que él se puede hacer por s u s msmos. Asi es v di jo á es ta el Biepolido -r peno mine viuesa. m e r ­ced, , seño» Monipodio , hx que n o s ende* na y manida , que. se; va haciendo; Varáetjf v.ai entrando' el calor mas- que de pasos Lo que se bai de; hacor,, respondió M o i » podüo' , es. q u e todos: se: vayan á s u s pues­tos , y n a d i e sa m u d o basta» ele domingo* que n o s jun ta remos ' ea> este m i s m o l agos y se; repart irá: todo; lo.que hub ie re caído, siui agraviar á 'nadie. A lUtteoncte: el b u e ­n o ,. y ó Cortadillo se les;dái por: distr i to hasta e l domingo desde: la to r re del O r o , por de fuera de la c i u d a d , hasta el pos -l i g o d e l Alcáiai?, don .de:puedenitrabajar

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( i ) Trampas, fullerías, n . 7

ú sentadillas con sus flores ( 1 ) : que yo Le visto á otros de menos habi l idad que ellos salir cada dia con mas de vein­te reales en m e n u d o s , amen de la p la ta , con una baraja sola , y esa cou cua t ro naipes m e n o s : este distr i to os enseñará Ganchoso ; y a u n q u e os eslendais hasta San Sebastian y Sante lmo , impor ta po ­c o , puesto que es justicia m e r a mista que nadie se ent re en per tenencia de n a ­die. Besáronle la m a n o los dos por la mereed que se les hac i a , y ofreciéronse á hacer su oficio bien y fielmente, c o n toda dil igencia y recalo. Sacó en esto Monipodio un papel doblado de la capi­lla de la capa , d o n d e estaba la lista de los cof rades , y dijo á Hinconele que p u ­siese alli su n o m b r o y el de Cortadillo ; mas po rque n o habia t in tero le dio e papel para que lo llevase, y en el p r i -

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9/¡ njNíjQXjiíi;

mcr boticario lo escribiese , pon iendo: Uineonete y Cortadillo cofrades: novi­ciado ninguno ; Kjnconcle floreo : Corta­dillo bajón (i); y el dia, mes y ano , ca­lcando padres y patria. ,

Eslaudo en esto entró uno de los vio-jos ¡ibispones, y dijo: vpngo á decir á vuo-sas mercedes como agora topé en gradas á dobjUq el de Málaga , y diccoio que "viene mejorado en su arle de tal mane­ra , que con naipe l impio quitará el di­nero al mismo Satanás; y que por vo-nir maltratado no viene luego á regis­trarse , y á dar la sólita obediencia ; pero que el domingo sorá aquí sin falla. Siem­pre se me ásenlo á mí , dijo Monipodio, que este Lobillo había de ser único en su arlo , porque tiene las mejores y mas apqmodadas manos para ello que se puc-

(r) Hatero, en especial de bolsillos y faldrique­ras.

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d e n desea r : que para ser u n o b u e n ofi­cial en su oficio tanto lia menes te r los buenos ins t rumentos con que le ejerci ta , como el ingenio con que le a p r e n d e . T a m b i é n t o p é , dijo el v i e j o , e n u n a casa de posadas , en la calle de T in t a r e s , al j u d i o , en háb i to de c l é r igo , que se ha ido á posar alli p o r tener noticia q u e dos peruleros viven en la misma casa , y quer ía ver si pudiese tobar juego c o n ellos , a u n q u e fuese de poca c a n t i d a d , que de alli podr ía venir á m u c h a : d ice t amb ién que el domingo n o faltará de la j u n t a y d a r á cuen ta d e su pe r sona . Ese j ud ío l a m b i e u , dijo Monipodio , e s g ran sacre ( 1 ) , y t iene g ran conocimien­to ; días ha que n o le he visto , y rio lo hace b ien ; pues á fé que si n o se en­mienda , que yo le deshaga la corona ,

( i ) Ratero: epíteto Lomado del s a c r e , que es uua ave de rapiña.

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que n o tiene mas órdenes el l ad rón que las que t iene el T u r c o , n i sabe mas lat in que mi madre . ¿Hay mas de nuevo? No, dijo el viejo, á lo menos que yo sepa. Pues sea c n b u e u h o r a , dijo M o n i p o d i o : voacedes tomen esta mi se r i a , y repar t ió cu t r e todos basta cuarenta reales; y e l d o m i n g o no falte n a d i e , que n o fallará nada de lo corr ido . Todos le volvieron las gracias : to rnáronse á abrazar Repol i -do y la Ca r iha r t a , la Escalanta con Ma-n i f e r r o , y la Gananciosa con Chiquizna-q u e ; concer tando que aquella noche des­pués de haber alzado de obra (1) en la casa , se viesen en la de la P i p o t a , d o n d e también dijo que iría Monipodio al regis­t ro de la canasta de colar , y que luego ha­bla de ir á cumpl i r y b o r r a r la pa r t ida de la miera . Abrazó á Rinconete y á Cortadi­l l o , y echándoles su bend ic ión , los des-

(x) En acabando de trabajar.

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pid ió ; encargándoles que n o tuviesen ja ­mas posada cierta , n i de as ien to , p o r q u e asi convenia a l a salud de todos. A c o m ­pañólos G a n c h u d o hasta enseñarles sus pues tos , acordándoles que n o faltasen el d o m i n g o , po rque , á lo que creia y pen­saba , Monipodio habia de leer una l ición de oposición acerca de las cosas concer ­nientes á su ar te . Con esto se f u e , de ­jando á los dos compañeros admirados de lo q u e hab lan visto.

Era R i n c o n e t e , aunque m u c h a c h o , de muy b u e n en tend imien to , y tenia u n buen natura l ; y c o m o habia andado con su padre en el ejercicio de las b u l a s , sa­bia algo de b u e n l engua j e , y dábale g r an risa pensar en los vocablos que habia oí­do á Monipodio y á los demás de su com. pañía y bendi ta c o m u n i d a d , y mas cuan­do p o r decir per modum sufragü. hab ia dicho p o r m o d o de naufragio , y que sa­caban el e s tupendo , por decir estipen-

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dio , de lo que se ga rbeaba ; y cuando la Cariharta dijo que era Repol ido como u n mar ine ro de T a r p e y a , y u n Irigre de Ocaiia , p o r decir de H i r can i a , con otras mi l impe r t i nenc i a s : especialmente le ca­yó e n gracia cuando dijo que el t rabajo que habia pasado en ganar los veinte y cua t ro reales lo recibiese el cielo en des­cuento de sus p e c a d o s ; y sobre todo le admiraba la seguridad que ten ian y la confianza de irse al cielo con n o faltar á sus devoc iones , es tando t a n l lenos de h u r t o s y de homicidios y ofensas de Dios; y reíanse de la o t ra b u e n a vieja de la P i ­póla , que dejaba la canasta de colar hur ­tada guardada en su casa , y se iba á p o ­ne r las candelillas de cera á las imágenes , y con ello pensaba irse al cielo calzada y vestida : n o menos le suspendía la o b e ­diencia y respeto que todos tenian A Mo­nipodio , siendo u n h o m b r e b á r b a r o , rúst ico y desalmado : cons ideraba lo que

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había leído en su l ibro de memor ia , y los ejercicios en que lodos se ocupaban : fi­na lmente ecsageraba cuan descuidada jus­ticia habla cu aquella t an famosa c iudad de Sevilla , pues casi al descubier to vivia en ella gente tan pern ic iosa , y t an con ­traria á la misma naturaleza ; y p ropuso en sí de aconsejar a su compañe ro no durasen m u c h o en aquella vida , tan p e r ­dida y tan mala , t an inquieta y tan l ibre y d i so lu ta , pero con todo e s t o , l levado de sus pocos años y de su poca esperien-c i a , pasó con ella adelante a lgunos m e ­ses , en los cuales le sucedieron cosas que piden mas larga esc r i tu ra ; y asi se deja para otra ocasión con ta r su vida y mi lagros , con los de su maestro Moni­podio , y otros sucesos de aquellos de la infame academia , que lodos serán de grande cons iderac ión , y que p o d r á n ser­vir ele ejemplo y aviso á los que los le­yeren .

FUS" lili niKGONKTE Y C01\TAI)]I.T.O.

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