Rishis - Jul51 - Nicolas Roerich, F.R.C.

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Rishís Un mensaje desde el Himalaya Por Nicolás Roerich, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Los rishís son sabios y santos de la India, maestros de las enseñanzas hindúes y tibetanas. El siguiente articulo, que reproducimos de nuestra revista inglesa The Rosicrucian Digest de junio de 1943, esta escrito parcialmente en forma alegórica y debe leerse con cuidado para captar su sentido interno. Su autor fue miembro de AMORC, fue muy célebre pintor de paisajes tibetanos, y fue legado de la Gran Hermandad Blanca. En una comunicación que dirigió a nuestro anterior Imperator desde la India, al enviarle uno de sus escritos, decía: "Desde los nevados picos de nuestro Himalaya esperamos recibir noticias de sus iluminadoras actividades, y le agradecería que nos enviara con regularidad el Rosicrucian Digest." En los empinados farallones las cascadas brillan como celestiales hilos de plata. Las espumas luminosas acarician las piedras que tienen antiguas inscripciones acerca de la Verdad Eterna. Las piedras son diferentes, los signos que tienen son también diferentes, pero todos se refieren a la misma Verdad infinita. Un sadhu aproxima sus labios a la piedra y bebe las gotas brillantes, ¡gotas del Himalaya! Una larga fila de sadhus y lamas se extiende por el camino de Triloknath, el viejo santuario donde murmuran sus plegarias innumerables peregrinos, que acuden allí desde diversos lugares y por diferentes rutas. Algunos de ellos llevan a cabo su viaje apoyándose en un tridente, otros en una vara de bambú; otros no llevan nada, ni ropas siquiera, y las nieves del Paso de Rotang no les impiden la marcha. ¿Son buenos todos ellos? ¿Son todos ellos altamente espirituales? Se dice que por un sólo justo se perdona a veces una ciudad entera; perdonémoslos, pues, porque van por el buen camino. Los peregrinos marchan, pues saben que aquí han vivido Bishis y Pandavas. Este es el Beas o el Vyas; este es el Vyasakund, el lugar donde se cumplen todos los deseos. Aquí el Rishí Vyasa reunió el Mahabharata. No solamente en las leyendas, sino en realidad, los Rishís vivieron aquí. Su presencia anima los farallones coronados de glaciares; los prados de esmeralda donde pastan los yaks; las cavernas y los torrentes rumorosos. De aquí partieron mensajes espirituales que la humanidad ha escuchado en todos los tiempos, que se enseñan en las escuelas y que han sido traducidos a numerosas lenguas; y este cristal de acumulaciones ha quedado estratificado en las vertientes del Himalaya.

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RishísUn mensaje desde el Himalaya

Por Nicolás Roerich, F.R.C.Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.

Los rishís son sabios y santos de la India, maestros de las enseñanzas hindúes y tibetanas.

El siguiente articulo, que reproducimos de nuestra revista inglesa The Rosicrucian Digest de junio de 1943, esta escrito parcialmente en forma alegórica y debe leerse con cuidado para captar su sentido interno. Su autor fue miembro de AMORC, fue muy célebre pintor de paisajes tibetanos, y fue legado de la Gran Hermandad Blanca. En una comunicación que dirigió a nuestro anterior Imperator desde la India, al enviarle uno de sus escritos, decía: "Desde los nevados picos de nuestro Himalaya esperamos recibir noticias de sus iluminadoras actividades, y le agradecería que nos enviara con regularidad el Rosicrucian Digest."

En los empinados farallones las cascadas brillan como celestiales hilos de plata. Las espumas luminosas acarician las piedras que tienen antiguas inscripciones acerca de la Verdad Eterna. Las piedras son diferentes, los signos que tienen son también diferentes, pero todos se refieren a la misma Verdad infinita. Un sadhu aproxima sus labios a la piedra y bebe las gotas brillantes, ¡gotas del Himalaya!

Una larga fila de sadhus y lamas se extiende por el camino de Triloknath, el viejo santuario donde murmuran sus plegarias innumerables peregrinos, que acuden allí desde diversos lugares y por diferentes rutas. Algunos de ellos llevan a cabo su viaje apoyándose en un tridente, otros en una vara de bambú; otros no llevan nada, ni ropas siquiera, y las nieves del Paso de Rotang no les impiden la marcha.

¿Son buenos todos ellos? ¿Son todos ellos altamente espirituales? Se dice que por un sólo justo se perdona a veces una ciudad entera; perdonémoslos, pues, porque van por el buen camino.

Los peregrinos marchan, pues saben que aquí han vivido Bishis y Pandavas. Este es el Beas o el Vyas; este es el Vyasakund, el lugar donde se cumplen todos los deseos. Aquí el Rishí Vyasa reunió el Mahabharata.

No solamente en las leyendas, sino en realidad, los Rishís vivieron aquí. Su presencia anima los farallones coronados de glaciares; los prados de esmeralda donde pastan los yaks; las cavernas y los torrentes rumorosos. De aquí partieron mensajes espirituales que la humanidad ha escuchado en todos los tiempos, que se enseñan en las escuelas y que han sido traducidos a numerosas lenguas; y este cristal de acumulaciones ha quedado estratificado en las vertientes del Himalaya.

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"¿Dónde hallar palabras para alabar al Creador cuando veo la belleza incomparable del Himalaya?" canta el hindú. A lo largo del sendero del Gurú, a lo largo de las alturas del Rishí, a lo largo de los pasos montañosos de los peregrinos de espíritu, se ha ido acumulando ese tesoro que ni lluvias ni torrentes pueden desparramar, ni rayo alguno puede convertir en cenizas. Quien va hacia el Bien es bendecido en todos los senderos.

Cuan conmovedoras son todas las narraciones que describen la reunión de los justos procedentes de diversas naciones. En un bosque, los deodares se tocan con la cima de sus ramajes al impulso del viento. Así se junta todo lo que es elevado, sin destrozarse ni dañarse.

Antiguamente las discordias se resolvían en combate singular; hoy se alcanzan los convenios en reunión de los jefes, tal como los devidares discuten entre sí. ¡Qué palabra tan hermosa: devidar, don de Dios! Y este nombre no es injustificado, porque la resina del devidar tiene propiedades curativas.

Devidar, almizcle, valeriana, rosas y otras substancias forman los remedios benéficos de los Rishís. Hubo quien quiso abolirlos con una invasión de nuevos descubrimientos, pero la humanidad regresa siempre a los conocimientos fundamentales.

No puede ser imaginación

¿Es sólo un cuento de hadas la historia de la piedra milagrosa? Bien sabéis que es verdad; sabéis cómo se obtiene la piedra. ¿Es un cuento de hadas el unicornio heráldico? Bien conocéis el antílope nepalés de un sólo cuerno. ¿Es un cuento de hadas el Rishí? El héroe del espíritu no puede ser una imaginación, y bien sabéis esto también.

Existe la fotografía de un hombre que camina por encima del fuego sin hacerse daño; y esto no es un cuento, sino una fotografía indiscutible tomada por el Jefe de la Policía de Pondicherry. Los propios testigos os podrán narrar la misma prueba del fuego realizada en Madrás, en Benarés, en Lucknow. Y el sadhu no solamente marcha sobre el fuego sin hacerse daño, sino que puede llevar tras de sí a aquellos que quieren seguirlo y se agarran a él.

En el Ganges, en Benarés, un sadhu se sienta sobre el agua, en una postura sagrada, sus piernas cruzadas apenas cubiertas por el agua. La gente se aglomera en la orilla, sorprendida con lo que hace el santo. Otro sadhu se sienta sobre las puntas de multitud de clavos de hierro, como si estuviera en un mullido lecho, mientras no se ve en su rostro ni la más leve traza de sufrimiento. Otro sadhu ha estado enterrado por varios días; otro más ha ingerido diversos venenos sin sufrir el menor daño.

Aquí hay un lama que puede volar por los aires; otro de ellos, por medio del "to-mo", desarrolla dentro de sí un calor que lo protege de las nieves y de los glaciares de la cordillera; allá hay un lama que puede matar a un perro furioso mediante el “mal de

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ojo”. Un venerable lama de Bhután cuenta que un lama del distrito de Tzang, en el Tíbet, pidió a un botero que lo transportara en su barca a la otra orilla del río Tzam-Po sin cobrarle, a lo que el astuto barquero le respondió:"Te llevaré con gusto, si me pruebas que eres un gran lama. Allí está un perro rabioso que hace mucho daño; mátalo." El lama nada dijo, pero miró al perro, levantó la mano, murmuró y el perro cayó muerto!

Esto lo había presenciado el lama de Bhután. En el Tíbet y en la India se oye hablar con frecuencia del mismo "mal de ojo" y del "ojo de Kapila."

En un mapa publicado en el siglo diecisiete con autoridad eclesiástica católica, se menciona un país llamado Shambala. Como en el mapa publicado en Amberes, también en la fotografía del Jefe de la Policía de Pondicherry, y en los testimonios de diversos lamas, en todas partes, se encuentran partes dispersas del mismo gran Conocimiento.

Si un hombre puede caminar sobre el fuego, y otro puede sentarse sobre el agua, y otro puede quedar suspenso en el aire, y un cuarto puede acostarse sobre clavos, y un quinto puede tragar veneno, y un sexto matar con la vista, y un séptimo puede descansar enterrado sin que nada le pase, entonces alguien puede recoger en sí mismo todos estos granos dispersos de conocimientos.

¡Así pueden transmutarse los obstáculos de la materia inferior! ¡No en alguna ficticia edad futura, sino ahora mismo, aquí mismo, donde investigan también los rayos cósmicos de Millikan!

Pero todos esos no son todavía Rishís. Acerca de los Rishís, de los grandes Espíritus, habla maravillosamente Sri Visvani. Este iluminado predicador del Bien, este gran guía espiritual, a cuya voz se rinde tanta veneración, dice como sigue:

"Bienaventurada la nación cuyos jefes siguen a los pensadores, a los sabios, a los videntes. Bienaventurada la nación que recibe la inspiración de sus Rishís. Son ellos hombres que sólo se inclinan ante la Verdad, no ante las costumbres, los convencionalismos y la popularidad.

Los Rishis son los grandes Rebeldes de la humanidad. Ellos destrozan nuestros cómodos cultos. Ellos son los grandes inconformes de la historia. Ellos no buscan estar de acuerdo con los demás, sino con la Verdad. Necesitamos hoy este espíritu de rebeldía en todas las esferas de la vida: en la religión, en la política, en la instrucción, en la vida social."

¡Notables palabras! No todos los Rishís caminaron sobre el fuego, ni todos ellos han sido enterrados vivos; pero cada uno nos trajo todo un reino espiritual para Bien del mundo. Cada uno de ellos, como un Boddhissatva dueño de la maestría, fortaleció las victorias del progreso. Cada uno de ellos pronunció en su propio lenguaje la sagrada promesa de construir un mundo lleno de nueva vida, refinado y bello.

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Por la vida de un sólo justo se salvó toda una ciudad. Como esas luminarias, como detentores del rayo y como fortalezas del Bien, surgieron siempre los Rishís de diversas naciones, de diversas épocas, de diversos credos, pero de Un Mismo Espíritu, para la salvación y ascención de todos.

Ya sea que el Rishí vino sobre el fuego, o que llegó navegando sobre una piedra, o que llegó en un torbellino, siempre se dedicó al Bien general. Ya sea que orara en la cumbre de una montaña, o a la orilla de un río, o en una caverna oculta, siempre elevó sus oraciones por los desconocidos, por los extraños, por los que trabajan, por los enfermos y desheredados. Ya sea que el Rishí enviara caballos blancos para salvar a viajeros desconocidos, o que bendijera a desconocidos navegantes, o que custodiara la ciudad por la noche, siempre estuvo erguido como una columna de luz, sin condenar y sin extinguir la llama.

Sin condenar, sin mutuas sospechas, sin debilitarse unos a otros, los Rishís ascendieron siempre hacia el eterno monte Meru.

Ante nosotros está el camino de Kailas, donde se encuentra una de las quince maravillas enumeradas en los libros tibetanos: el Monte de la Campana. Por ásperos acantilados se asciende a su cumbre, que está más arriba de los últimos enebros, más arriba de los últimos declives amarillos y blancos de la montaña. Allí caminó Padma Sambhava, y esto quedó consignado en el antiguo monasterio de Gando-La.

Muchos Rishís pisaron esa cumbre, y quien dio a la montaña su nombre "el Monte de la Campana," pensó en la Campana para todos, en la ayuda para todos, en el Bien Universal. ¡Aquí vivieron los Rishís por el Bien Universal!

Cuando los Rishís se encuentran en los pasos de la montaña, no se preguntan: ¿de dónde vienes? ¿Del Este o del Oeste, del Sur o del Norte? Porque es evidente que vienen del Bien y van hacia el Bien. Un corazón ardiente, exaltado y refinado sabe dónde está el Bien y dónde se le encuentra.

Algunos viajeros de la caravana comenzaron a discutir acerca de las facultades de varios Rishís; pero el peregrino de cabellos grises señaló las cumbres nevadas radiantes de belleza, y dijo: "¿Juzgaremos las facultades de estas Cumbres? ¡Sólo podemos inclinarnos admirando su esplendor inalcanzable!" "¡Satyam, Shivam, Sundaram!"