Revista Colombiana de Cardiología RCC revista colombiana ...
Rufian revista
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Visita, revisa, comenta.http://rufianrevista.org
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Direccin General:Said Dokins/ Julio Garca Murillo
Coordinacin Rufin Revista:Paula Arrieta
Equipo Editorial:Daniela AcostaPaula ArrietaCamila BralicCynthia Shuffer Constanza Villa
Correccin:Camila Bralic
Portada:Cynthia Shuffer, a partir de fotografa Natalia Molina.
Diseo y diagramacin:Paula Arrieta
Fotografas:Elsa RezaNatalia MolinaEnrique JeikDiego Mier y TernComit Invisible JaltencoErnesto Aroche | Lado BPablo SpencerJos Carlo GonzlezArchivo/Pedro Valtierra/CuartoscuroCentro de Documentacin de los Movimientos ArmadosLaura Adriana Hernndez MartnezJavier SantosLeo LunaLapiztolaMiguel SierraEduardo ValdezRosario CoboFernando CaridiJulio Garca MurilloAndrs JuradoWorld Wide Web
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Teotihuacan a go gore!Aullidos y disonancias de Tierra Caliente a la Patagonia
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8 EDitoRialAcerca de este nmero 12 GobERnabiliDaD 13 Democracia en Mxico Sayak Valencia
21 Disyunciones sobre el universo delincuencial mexicano Israel covarrubias
24 insuRGEnCia y EmERGEnCia antE El FRauDE ElECtoRal 26 Movimientos de la sociedad civil 27 Del nombre y el sntoma: Yo soy #131/ Yo soy #132 Jos Luis Barrios
32 Manifiesto #YoSoy132 34 Manifiesto - Arte por la izquierda 46 Manifestaciones y Organizaciones de la Sociedad Civil: De las redes a la calle? Comit Invisible Jaltenco
60 1 de diciembre. 61 La batalla de Bellas Artes, entre pauelos, vidrios rotos y un sax Ernesto Aroche & Mely Arellano | Lado B
68 El primer da del nuevo sexenio en San Lazaro Pablo Spencer
72 Guerrilla. Una perspectiva electoral a travs de sus comunicados 73 Guerrilla. El Nuevo escenario Jorge Lofredo
76 Comunicados: Partido Democrtico Popular Revolucionario-Ejrcito Popular Revolucionario Compilacin del Centro de Documentacin de los Movimientos Armados
Teotihuacan a go gore!Aullidos y disonancias de Tierra Caliente a la Patagonia
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90 PoRtaFolios 91 Por la ruta del sticker Laura Hernndez M.
96 Apariciones - Said Dokins 101 Obra negra - Javier Santos 104 Muerte paralela - Lapiztola 110 Welcome to Mxico - Yescka 114 PRoyECtos CuRatoRialEs minERa, animalEs, ViolEnCia y DEsEo 115 Mina 8. Unidad Pasta de Conchos, Memoria y Documentos. Mxico. 121 AFUERA. Encuentro internacional de arte urbano en Cerro de Pasco. Per. 127 Obra de Fernando Caridi. Chile 127 La reparticin de Chile, el relato de los cuepos. Por Comit M33 y el Colegio Contrametafsico de Liberacin Acfala
131 El relato de Chile, la reparticin de los cuerpos. Por Blanca Guitirrez Galindo 135 Necropolticas de lo infecto: zombies, mosquitos, vampiros y falsos positivos. Obra de Andrs Jurado. Colombia 147 REsEasInstrumentalizacin del cuerpo femenino y economa de deseo Laura Garca Hernndez
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Acerca de este nmero
Libre el tocalli con la chirima
y el teponaxtle anticipa el sol
hay nueva ola de los sacrificios
ven linda baby trae tu corazn
tengo un cuchillo nuevo de obsidiana
quiero estrenarlo sin vacilacin!
Los Tepetatles
Teotihuacan a go go, 1965
Editorial Rufin
Como bailando en un enclave de tensiones
contradictorias se anuncian estas furibundas
hojas rufianes. Rabia, descontento, irona, aullidos
y decepcin alientan y des-alienan los tpicos
dialcticos que atisban un Mxico y una Latinoamrica
que se revuelcan en lodazales de moronga y utopas
contemporneas. Figuraciones de violencia, accin
directa y simulacin activista derriban -unas contra
otras- las posibilidades emancipadoras encriptadas
-o enquistadas, tal vez- en los discursos crticos y
en las prcticas artsticas. No somos los surrealistas
peleando contra los procesos de Mosc ni la pluma
fusil de Diego Rivera atacando a las hegemonas
eclesisticas del capital; aqu se revuelcan los
cuerpos todava tibios de atropellos recientes
para los que sus procesos legales, electorales,
econmicos y ecolgicos quedan irresueltos en
imaginarios distpicos o en escenas de caritas bobas
y espectaculares. El escamoteo reina y su reino ocupa
hasta nuestros gestos ms sutiles.
En el dossier que entregamos no hay una revisin
histrica de la democracia en Mxico, ni su definicin
desde la reflexin filosfico poltica o la acumulacin
concatenada de datos histricos de la vida poltica
de nuestro pas en su proceso electoral, ms
bien a partir de ciertos episodios aparentemente
desconcentrados y aislados, pero por dems ocluidos
de la comunicacin social general, ponemos a la vista
un panorama que, aunque resultar raqutico para
muchos, filtra y abre una discusin actual, intenta
expandir por vas crticas y artsticas propias del delirio
cultural, la coyuntura (o el fracaso) contemporneo,
haciendo visible el Estado fallido mexicano, as como
las metodologas de explotacin espectaculares del
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capitalismo global en los pases latinoamericanos,
ya sea a cielo abierto o subrepticiamente, para
la acumulacin de capital simblico radical, del
mismo modo (elocuentemente) en que se hace
con la obtencin mineral selectiva en el arrastre y
excavacin de la corteza terrestre.
En la primera seccin, Gobernabilidad, se exploran
escenarios terrorficos, una soberana destrozada y
la instauracin de la institucin administrativa de
derechos, incluyendo vida y muerte. La articulacin
crtica de las condiciones de posibilidad del mito
democrtico engendra discursivamente a un
monstruo pigmeo de horror y capitalismo en un
Mxico (desde el sexenio pasado), que en una
continuidad inusitada derivan en el desmontaje de la
ficcin preindustrial (y criolla) de la narco-economa
y trata de blancas en Mxico (y de sus territorios
aledaos: del Ro Hudson a la Patagonia y de ah a
la mazmorra ms olvidada de frica, un pueblito de
San Petersburgo o a la ciudad ms monumental de
China).
Se sigue con un espectro mnimo, hasta donde los
ojos y los correos electrnicos llegan (o no lo logran),
de movimientos sociales en contra de guerras flicas
(que ni el mismo Apollinaire imaginara). Insurgencia
y emergencia ante el fraude electoral, avisa del
contraataque brutal a avanzadas espectaculares y
cinismo ideolgico de la imposicin presidencial,
con fuegos incendiarios que ponen en ridculo el
analfabetismo debordiano en nuestras escuelas
de enseanza infantil. Sin embargo, las posiciones
cruzadas entre el ingenuo imaginario revolucionario
por va electoral, ya sea por voto nulo o voto
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til, hacia la mano torcida pseudodemocrtica y
su proceso de impugnacin contra las ventajosas
estrategias mediticas, coaccin de votos, desvo
de fondos para campaas y el corporativismo de
supermercado facilitando la compra de votos(1),
contrastan radicalmente con la posicin de los
movimientos revolucionarios armados clandestinos.
Entre zurdos y siniestros, el arte se entromete con
estrategias activistas y la discusin poltica se hace
amplia y paradjica. En estas discusiones no resulta
sencillo tomar partido por la agencia poltica del arte
que se reviste de activismo ni por las acusaciones de
pertenencia a hegemonas rancias como argumentos
de falsedad. Ms all del arte se toma y rene lo que
ya circula en medios electrnicos, y eso con el fin de
no reaccionar.
El Portafolio de artistas reviste un acelerador de
emancipacin, memoria, luto y provocacin.
Cinco artistas y colectivos mexicanos presentan
una serie de acciones, lecturas, intervenciones
y obras que pretenden eludir una sublimacin
y ms bien empujar hacia la visibilizacin de la
catstrofe en la que andamos metidos, poniendo
en evidencia las poticas y polticas de la visibilidad
y sealando aparatos de dominacin estatal como
la terapia del choque, la paranoia de inseguridad,
el terrorismo de Estado y la fetichizacin de la
memoria. Caminamos entre pegatinas y mtodos de
tergiversacin de sealticas urbanas que interpelan
la arquitectura como instancia de la normatividad,
objetos asegurados y abandonados, repertorios
de representacin del imaginario revolucionario
mexicano, la hibris, como condicin monstruosa de la
delincuencia organizada y la invocacin espectral de
los desaparecidos polticos, mediante la inscripcin
de cada uno de sus nombres en un fetiche memorial.
Del mismo modo, los Proyectos curatoriales -
Minera, animales, violencia y deseo presentados
abren paso al repertorio sureo de la metfora de
explotacin, extensin, dominacin y pauperizacin
social, tomando como eje la produccin de muerte
asociada a la explotacin minera y la guerra. Esta
seccin que rene muestras documentales acerca de
la situacin minera en Mxico, registro de encuentros
y desencuentros en enclaves de explotacin
multinacional en Per, una serie increble que
critica los fenmenos espectaculares y televisivos
que explotan la miseria y tragedia (que explotan la
explotacin) de la minera en Chile; una desorbitada
lectura de guerra fra, falsos positivos y mosquitos
en Colombia y al final, en la seccin resea, una
lectura feminista radical sobre las sociedades de la
vergenza y el cuerpo como territorio heterotpico
en el cine documental.
Rutas de violencia que expanden las coyunturas
concretas y que marcan algunas notas para
vislumbrar una tragedia sistmica y global (y de los
paradigmas y ficciones que los rodean).
Esta edicin Rufin, apenas lograda entre los ros de
aullidos que fluyen por el Anhuac, exige un trato
criminal a los textos, a sus fuentes y a la msica que
nos cruzaba febril con obsidianas. Teotihuacan a
(1) Existen un sin fin de anomalas en el proceso de elecciones en Mxico que no es el fin ahondar aqu, para mayor informacin: http://aristeguinoticias.com/1607/post-elecciones/caso-monex-el-recuento/
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go go de Los Tepetatles, octava cancin de Arau
a go go (1965), se deja escuchar y derivar de su
psicodelia prehispnico-sacrificial al montaje de un
escenario del ms bajo cine gore (y de la mejor teora
que genera). As abren estos aullidos y disonancias,
marcando en crculos rituales una ruta de la tierra
caliente mexicana, con sus crteles armados o las
bases guerrilleras del sur en Mxico a los desiertos
de Chuquicamata, lmite que se emplaza en nuestro
imaginario latinoamericano hasta la Patagonia. De los
textos no sobra decir que unos fueron saqueados de
la red, otros arrebatados de las manos de sus autores.
Lo que se presenta no es indito, circula y se rene. Lo
indito son las historias y apuntalamientos que nos
sitan en una calle sin retorno. Todo crimen editorial
quede impune si una canallada ms agresiva surge
al confrontar estos textos; si de esta reunin puede
hacerse una hoguera de las ignominias que relata, la
deuda est saldada (o, al menos, liquida sus posibles
intereses).
Said Dokins & Julio Garca Murillo
Diciembre 2012
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GOBERNABILIDAD
The people are to serve the government (detalle) SANER
http://saner-dsr.blogspot.mx/ Callegenera 2012
Foto: Elsa Reza http://www.flickr.com/photos/elsareza/
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Democracia en Mxico contemporneo:
sobamos con utopa y nos despertamos gritando1
El horror y la violencia cotidiana en la que se desarrolla Mxico contemporneo ya no son un secreto para nadie. Al contrario, tal parece que ese bucle de sangre, destruccin y mutilacin es ya una imagen que le cruza por la mente a la mayora de los sujetos que escuchan el nombre de este pas, sin importar en qu confn del planeta se encuentren. * Dra. Sayak Valencia
(1) Bolao, Roberto (2000), Un paseo por la literatura. En tres, El Acantilado, Barcelona.* Sayak Valencia (Tijuana, 1980). Doctora Europea en Filosofa, Teora y Crtica Feminista por la Universidad Complutense de Madrid. Poeta, ensayista y exhibicionista performtica. Ha cursado estudios con Judith Butler, Gayatri Chakravorty Spivak, Beatriz Preciado, Monserrat Galcern, entre otrxs. Ha dictado conferencias y seminarios sobre Capitalismo Gore, transfeminismos, feminismo chicano, feminismo poscolonial, arte y teora queer en diversas universidades de Europa y Amrica. Ha publicado los libros: Adrifts Book (Aristas Martnez, Badajoz, 2012), Capitalismo Gore (Melusina, Barcelona, 2010), El reverso exacto del texto (Centaurea Nigra Ediciones, Madrid 2007), Jueves Fausto (Ediciones de la Esquina / Anortecer, Tijuana 2004), as como diversos artculos y ensayos en revistas de Espaa, Mxico, Argentina, los Estados Unidos y Colombia.
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Proponemos el trmino Capitalismo Gore como la
reinterpretacin dada a la economa hegemnica y
global en los espacios (geogrficamente) fronterizos
y/o precarizados econmicamente. Tomamos el
trmino gore de un gnero cinematogrfico que
hace referencia a la violencia extrema y tajante.
Entonces, con Capitalismo Gore nos referimos al
derramamiento de sangre explcito e injustificado
(como precio a pagar por el Tercer Mundo(2) que se
aferra a seguir las lgicas del capitalismo, cada vez
ms exigentes), al altsimo porcentaje de vsceras
y desmembramientos, frecuentemente mezclados
con el crimen organizado, la divisin binaria del
gnero y los usos predatorios de los cuerpos, todo
esto por medio de la violencia ms explcita como
herramienta de necroempoderamiento(3).
En este ensayo, trataremos de analizar algunas
de esas causas estructurales que, desde nuestra
perspectiva transdisciplinar, se conjugan y han
creado un entramado sumamente complejo y
cuyos rostros ms visibles en Mxico son el crimen
organizado, la guerra contra ste y el ejercicio de
rentabilizacin de la violencia espectacular.
Nuestra propuesta reflexiva nos indica que esta
violencia tiene que ver con el Estado mexicano
como proyecto fallido, como ejercicio de
prestidigitacin, tiene que ver tambin con la
falta de perspectiva de los gobiernos, quienes
desde la poca posrevolucionaria pusieron todo
su empeo en la construccin de una democracia
meramente discursiva, pensando en sta como
(...) esta violencia tiene que ver con el Estado mexicano
como proyecto fallido, como ejercicio de prestidigitacin, tiene que ver tambin con la
falta de perspectiva de los gobiernos, quienes desde
la poca posrevolucionaria pusieron todo su empeo en la construccin de una democracia meramente
discursiva, pensando en sta como en una panacea.
El horror y la violencia cotidiana en la que se
desarrolla Mxico contemporneo ya no son un
secreto para nadie. Al contrario, tal parece que
ese bucle de sangre, destruccin y mutilacin
es ya una imagen que le cruza por la mente a la
mayora de los sujetos que escuchan el nombre
de este pas, sin importar en qu confn del
planeta se encuentren. Esta popularizacin
distpica de nuestro pas, obedece a unas lgicas
de rentabilidad meditica que han lucrado y lo
siguen haciendo con la violencia espectacular;
haciendo del morbo, el desmembramiento y la
sangre un nicho de mercado ms, que se inserta
en la lgica inexorable del Capitalismo Gore y
que no profundiza en las causas estructurales que
provocan la violencia que nos rodea.
(2) El trmino Tercer Mundo resulta muy problemtico por ser polticamente incorrecto dentro de las lgicas del discurso neoliberalista. Sin embargo, usamos dicho trmino en sentido crtico, ya que consideramos que su eliminacin es slo una catacresis para no enunciar una realidad precarizada econmica y existencialmente, que sigue siendo pertinente en la actualidad, ya que describe y explicita las medidas de explotacin y saqueo econmico de las que son objeto los territorios as identificados. Tambin utilizamos dicha nomenclatura para referirnos a una geopoltica concreta, en nuestro caso Mxico, que dadas sus condiciones econmicas traza sus propias y distintas estrategias de empoderamiento que muchas veces se alejan de los sistemas ticos del Primer Mundo.(3) Para una reflexin ms compleja y profusa sobre el Capitalismo Gore, consltese: Valencia, Sayak (2010). Capitalismo Gore. Melusina, Barcelona.
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en una panacea.
Es cierto que la democracia es fundamental para
el ejercicio sano de un Estado laico y responsable.
Sin embargo, existe y ha existido una falta de
perspectiva y de contextualizacin por parte de
nuestros gobernantes, transmitida a la sociedad
civil a travs de las distintas instituciones estatales;
puesto que no han considerado la prctica situada
de la poltica, es decir, no han sido crticos con el
discurso del proyecto de la modernidad ni han
sabido llevar a cabo una prctica geopolticamente
pertinente para nuestro contexto mexicano dentro
de esa narrativa.
Dicha narrativa anglo-eurocntrica corresponde
a un contexto poltico, social, racial, econmico
y cultural totalmente distinto al nuestro, un
contexto que bajo sus discursos de progreso y
ascensin social tiene fuertes bases colonialistas y
cuya aceptacin acrtica en el contexto mexicano
llevar al fracaso del Estado como proyecto
emancipador, puesto que refuerza la relacin
de poder marcada por la diferencia colonial y
estatuida por la colonialidad del poder o dicho
en palabras de Walter Mignolo: la trampa es que
el discurso de la modernidad cre la ilusin de
que el conocimiento es des-incorporado y des-
localizado y que es necesario, desde todas las
regiones del planeta, subir a la epistemologa de
la modernidad.(4) De esta manera, el querer subir
a la epistemologa de la modernidad, hizo que desde
sus inicios el Estado mexicano fuera un proyecto
que diriga, organizaba y gobernaba poblaciones
ideales bajo parmetros que no concordaban con
las poblaciones reales a gobernar.
Ya en 1909, el historiador Andrs Molina Enrquez,
en su libro Los grandes problemas nacionales,
argumentaba que el problema ms profundo en
Mxico era material; refirindose a la propiedad
de la tierra y no tanto, en contraposicin a lo que
argumentaba Francisco I. Madero, un problema
meramente poltico y de democracia.
As, ms de un siglo despus, uno de los problemas
ms insidiosos en Mxico es que los gobernantes
y las instituciones de nuestro pas gobiernan para
un Estado mexicano imaginario, cuyas lgicas
anglo-europeas hacen imposible dar cabida o
representacin a la mayora de los ciudadanos
que pueblan este pas, un Estado tremendamente
sexista, homfobo, anti-indigenista, autoritario,
corrupto, centralista, dspota y desobligado.
Un Estado que traiciona radicalmente los ideales
revolucionarios, los cuales buscaban destruir
el Estado oligrquico y crear uno nuevo que
incorporara a las clases campesinas, trabajadoras y
medias. Un Estado que a travs de la Constitucin
de 1917, prometi reformas agrarias a los
campesinos, proteccin, beneficios sociales y
derechos de organizacin a la clase trabajadora;
el control nacional de los recursos naturales y la
liberacin de espritu, mente y cuerpo del control
catlico(5) y cuyo desarrollo biopoltico se ha
dado de manera desigual y hasta contradictoria, (a
excepcin de algunos ejercicios de movilizacin,
reforma social y nacionalismo econmico hechos
durante el gobierno de Lzaro Crdenas) pues
mientras Mxico se maravillaba ante el milagro
mexicano (1940-1970), el autoritarismo, la violencia
de Estado y la represin abran caminos para que la
(4) Mignolo, Walter. Las geopolticas del conocimiento y la colonialidad del poder entrevistado por Catherine Walsh en Polis Revista Acadmica (on-line) de la Universidad Bolivariana de Chile, Vol. 1, Nm. 4, 2003, p. 02.(5) Vaughan, Mary Kay. Introduccin. p. 40, en Cano Gabriela, Jocelyn Olcott y Mary Kay Vaughan (comps.), (2010). Gnero, poder y poltica en el Mxico posrevolucionario. FCE, Mxico.
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esta serie de anlisis y que es necesario para crear
una crtica que logre articular un cambio en la
perspectiva y la forma en que entendemos la
democracia, puesto que este concepto acta como
una pantalla, que invisibiliza ante la comunidad
internacional las narrativas de la violencia en las
que se sustenta la gobernanza en Mxico.
Este elemento faltante se refiere a la creacin, tambin
ubicada dentro del momento posrevolucionario,
de un arquetipo social que exalta la figura del
macho. Una especie de nacionalismo-machista,
donde aqul es el representante fiel de los ideales
nacionalistas. No afirmamos que esta exaltacin
de la figura del macho como modelo cultural no
haya acompaado a los discursos y las prcticas
pre-revolucionarias. Sin embargo, nos centramos
en la poca posrevolucionaria por considerar que
dada la cercana en el tiempo, puede darnos mejor
noticia de cmo se construye la biopoltica estatal
que se retraduce en una biopoltica de gnero y
que tiene amplias consecuencias en la violencia
exacerbada actual; ya que este elemento aunado a
la violencia econmica y a la depreciacin simblica
de aquellxs que no pueden ser hiperconsumidores,
crea un cctel explosivo y el surgimiento de los
sujetos endriagos.
Tomamos el trmino endriago de la literatura
medieval, especficamente del libro Amads de
biopoltica del estado benefactor se transformara
en un estado neoliberal que radicalizara las
desigualdades sociales, desestructurara el
incipiente estado de bienestar y conducira
a la necropoltica en la que nos encontramos
actualmente y que nos tiene de regreso del sueo
del progreso y la globalizacin.
Sin nimos de ser reduccionistas o simplificar
demasiado, pero s con nimo de resumir,
podemos decir que ante la traicin de los ideales
revolucionarios que se ve reflejada en el descuido
del campo, lo cual oblig a la migracin forzada
de la clase campesina primero del campo a las
ciudades y despus a la migracin transnacional,
el adelgazamiento constante de la clase media,
el crecimiento de las desigualdades sociales, el
elitismo, el clasismo, el endoracismo, las crisis
econmicas acumulativas, la falta de conciencia
crtica para decolonizarnos mentalmente y el
neocolonialismo capitalista (conocido y celebrado
como globalizacin) se crea un campo propicio
para que la violencia depredadora que nos atraviesa
y acompaa cotidianamente en Mxico sea una
realidad innegable e incluso hasta predecible,
puesto que los acontecimientos antes citados
[]nos demostraron que el progreso no llegaba,
o peor an, aparecan numerosos fenmenos
regresivos. (6)
Los elementos antes enumerados son altamente
conocidos y citados por especialistas en distintas
disciplinas, elementos que conforman una serie
de labelizaciones dentro de los discursos crticos y
acadmicos. Y que parecen configurar una realidad
difcilmente modificable a nivel estructural. Desde
mi perspectiva, existe un elemento que falta en
un presidente que busca legitimidad a la vieja usanza
mexicana: a travs del despliegue de violencia
exacerbada para limpiar el honor del macho herido.
(6) Morin, Edgar. En el corazn de la crisis planetaria. p. 58, en Baudrillard, Jean y Edgar Morin (2004). La violencia del mundo. Paids Ibrica, Barcelona.
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Gaula.(7) Lo hacemos as siguiendo la tesis de
Mary Louise Pratt, quien afirma que el mundo
contemporneo est gobernado por el retorno
de los monstruos.(8) El endriago es un monstruo y
se le describe como un ser dotado de elementos
defensivos y ofensivos suficientes para provocar el
temor en cualquier adversario. Su fiereza es tal que
la nsula que habita se presenta como un paraje
deshabitado, una especie de infierno terrenal
al que slo podrn acceder caballeros cuya
heroicidad rondara los lmites de la locura y cuya
descripcin se asemeja a los territorios fronterizos
contemporneos.(9)
Hacemos una analoga entre el personaje literario,
que pertenece a los Otros, a lo no aceptable, al
enemigo, y los nuevos sujetos ultra violentos y
demoledores del Capitalismo Gore. Los sujetos
endriagos surgen en un contexto especfico: el
postfordismo. ste evidencia y traza una genealoga
somera para explicar la vinculacin entre pobreza
y violencia, entre nacimiento de sujetos endriagos
y Capitalismo Gore.
As, el contexto cotidiano de estos sujetos es
[] la yuxtaposicin muy real de proliferacin
de mercancas y exclusin del consumo; [son]
contemporneo[s] de la combinacin de un
nmero creciente de necesidades con la creciente
falta de recursos casi bsicos de una parte
importante de la poblacin.(10)
Analicemos, pues, los lazos que existen entre la
violencia ejercida por los criminales mexicanos
(sujetos endriagos) y la construccin de la nacin
mexicana basada en el machismo y el despliegue
de la violencia que ello implica.
Carlos Monsivis nos dice que el trmino macho
est altamente implicado en la construccin
estatal de la identidad mexicana. Dicho trmino
se expande en Mxico despus de las luchas
revolucionarias como signo de identidad nacional
,(11) durante ese perodo el trmino machismo se
asociaba a las clases campesina y trabajadora, ya
que en la incipiente configuracin de la Nacin
mexicana, el macho vino a ser una superlativacin
del concepto de hombre que ms tarde se
naturalizara artificialmente como una herencia
social nacional y que ya no se circunscribira slo
a la clases subalternas, dado que el machismo
cuenta entre sus caractersticas la indiferencia
ante el peligro, el menosprecio de las virtudes
femeninas y la afirmacin de la autoridad en
cualquier nivel.(12)
Haciendo notar que las construcciones de gnero
en el contexto mexicano estn ntimamente
relacionadas con la construccin del Estado y que
ste a su vez retroalimenta el bucle de precarizacin
(7) Es una obra maestra de la literatura medieval fantstica en castellano y el ms famoso de los llamados libros de caballeras, que tuvieron una enorme aceptacin durante el siglo XVI en la Pennsula Ibrica.(8) Pratt, Mary Louise (2002). Globalizacin, Desmodernizacin y el Retorno de los Monstruos. Tercer Encuentro de Performance y Poltica. Universidad Catlica. Lima, Per, pg. 01.(9) Con territorios fronterizos nos referimos a las fronteras en general, pero hacemos hincapi en las fronteras del norte de Mxico que lindan con los Estados Unidos que se ajustan perfectamente a lo descrito, por ser ciudades actualmente copadas por los crteles de droga, los traficantes de personas, la prostitucin y las distintas fuerzas represivas del Estado, creando as un campo de batalla, un territorio en estado de sitio y militarizado.(10) Lipovetsky, Gilles (2007). La felicidad paradjica. Ensayo sobre la sociedad hiperconsumista. Anagrama. Barcelona. Pg. 181.(11) Cfr. Monsivis, Carlos (1981). Pero hubo alguna vez once mil machos? FEM, no 18, abril-mayo 1981, pgs. 9-20, Mxico.(12) Monsivis, Carlos. Op. Cit. Pg.09.
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econmica en el que vive cotidianamente nuestro
pas, afianzando el capitalismo de cuates, es decir,
el capitalismo de oligopolio, que seala Denise
Dresser (en su discurso del 29 de enero de 2009
en el Foro Mxico ante la crisis), este capitalismo,
junto a la figura del macho nacional, conforman
algunas de las criaturas del Estado que amenazan
con devorar al Estado y que unidas a factores como
el endoracismo, el neocolonialismo, la depreciacin
del concepto de trabajo (pero sobre todo la
falta de trabajo) se convierten elementos que
articulan caminos distpicos para empoderarse
econmicamente.
Uno de estos caminos, en nuestro pas, es formar
parte de las filas del crimen organizado a travs
de su escalafn ms bajo: el de los sicarios que
conforman lo que en este ensayo denominamos el
proletariado gore.
Por ello, ante la coyuntura contextual del Mxico
actual y su desmoronamiento Estatal, es necesario
visibilizar las conexiones entre el Estado y la
clase criminal, en tanto que ambos detentan un
mantenimiento de una masculinidad violenta
emparentada a la construccin de lo nacional. Lo
cual tiene implicaciones polticas, econmicas
y sociales que estn cobrando en la actualidad
un alto nmero de vidas humanas dada la lgica
masculinista del desafo y de la lucha por el poder
y que, de mantenerse, legitimar a la clase criminal
como sujetos de pleno derecho en la ejecucin de
la violencia como una de las principales consignas
a cumplir bajo las demandas de la masculinidad
hegemnica y el machismo nacional.
Una muestra de ello, es la lucha contra el crimen
organizado emprendida por el presidente Felipe
Caldern, que nos habla de una estrategia pobre, un
sntoma de un gobierno que no tiene imaginacin
ni liderazgo poltico. Un gobierno que busca
legitimidad a toda costa, despus de ser acusado
socialmente de espurio, tras el sonado fraude
electoral de 2006 (que, desafortunadamente,
se repite en 2012). Un presidente que busca
legitimidad a la vieja usanza mexicana: a travs
del despliegue de violencia exacerbada para
limpiar el honor del macho herido, haciendo uso
de las potestades y los recursos del Estado, en este
caso, del ejrcito para fines megalmanamente
privados. Una lgica extraa y sacrificial donde se
busca recuperar la honorabilidad con muertos.
Una estrategia de seguridad que no se preocupan
por las consecuencias reales del fenmeno de la
violencia(13), ni del miedo que est causando en
la poblacin civil, que se ve atacada en dos frentes;
tanto por las reyertas entre bandas mafiosas como
por la ocupacin del espacio pblico de las fuerzas
armadas, creando un miedo endmico que puede
manifestarse como ya lo est haciendo en casi
todo el territorio en el enclaustramiento de los
civiles en sus casas, presas de un sentimiento de
vulnerabilidad y de un sentimiento de culpa, no del
todo justificada; mientras, los criminales campan
con toda tranquilidad por el territorio mexicano y el
gobierno invisibiliza y reprime las manifestaciones
activas por parte de la poblacin civil que le exigen
el cumplimiento de sus competencias en temas de
seguridad.
La guerra contra el narcotrfico que est
emprendiendo el Estado mexicano, nos dice:
[Quienes slo buscan] soluciones basadas en el
mayor despliegue policial y militar, delata una
(13) Esta despreocupacin tambin tiene sesgos de gnero y se evidencia frente al escaso inters que muestra el gobierno ante el feminicidio en Cd. Jurez.
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rotunda renuncia a la responsabilidad poltica por
parte de su autor. Son obra de polticos desprovistos
de imaginacin que carecen de la visin o del inters
necesario para abordar las enormes injusticias
estructurales de la economa mundial de las que se
alimentan el crimen y la inestabilidad.(14)
Lo que los discursos oficialistas no dicen es que
en Mxico los crteles de droga no podrn ser
erradicados eficazmente mientras no se erradiquen
las desigualdades estructurales entre la poblacin;
mientras la ausencia de trabajo [persista y nos
ponga de frente con] la imposibilidad de encontrar
otra salida que no sea la migracin;(15) mientras
no se deconstruyan los conceptos de modernidad
y de progreso y dejen de utilizarse como directrices
del discurso poltico y ste integre las posibilidades
reales de una poltica geogrficamente pertinente;
mientras no se escape a la espectacularizacin de
la violencia y la celebracin del hiperconsumismo;
mientras no se cuestione el discurso poltico
basado en la supremaca masculina que necesita
el despliegue de violencia como elemento de
autoafirmacin viril y, sobre todo, mientras no se
cuente con una estabilidad econmica sostenible
que funcione a mediano y largo plazo.
Ante este panorama las preguntas cambian, ya no
es pertinente preguntarnos cmo es posible que
est ocurriendo esto en Mxico?, sino por qu
tard tanto en pasar? La respuesta est inscrita en
el poder y en las tecnologas de la visualidad, con
esto me refiero a quines gestionan los medios
de informacin y entretenimiento y al servicio de
quines estn estos medios, que forman parte de
las herramientas para crear visualidad, es decir,
presentaciones simblicas, polticas, econmicas
y de gnero que retransmiten a las audiencias y
crean una episteme de la violencia, donde sta
aparece fragmentada y donde no se explican sus
causas estructurales ni sus consecuencias reales,
dado que las imgenes que nos son presentadas
por dichos medios se nos muestran de forma
desodorizada e incluso glamurosa (imitable en
su dimensin esttica, es decir, consumible como
indumentaria, msica, etc.), si se trata de una
pelcula, un videojuego, una serie televisiva, etc., y
de forma segmentada y sobresaturada si se trata
de noticiarios y peridicos; donde la intencin
directa no es de consumo sino de control social a
travs de la gestin teledirigida del miedo como
herramienta biopoltica para imponer estados de
excepcin e hipervigilancia con la conformidad y
el beneplcito de la poblacin, bajo argumentos
que apelan a la seguridad.
As podemos decir que la violencia espectacular
ejercida por los sujetos endriagos puede ser
leda como un poscolonialismo irreflexivo y
perverso que, por un lado, muestra obediencia
absoluta hacia el entramado patriarcal-capitalista-
hiperconsumista y, por el otro, da cuerpo a una
especie de multitudes contradictorias cuya
existencia muestra de manera radical que si bien las
relaciones de poder penetran en los cuerpos, existe
tambin un espacio de insurreccin, en el caso
de los endriagos un empoderamiento distpico,
que muestra que dichas relaciones tambin son
penetradas e influenciadas por los cuerpos y las
poblaciones. O en otras palabras: ya no es posible
pensar el cuerpo social como un cuerpo dcil, ms
bien es necesario analizarlo desde una perspectiva
(14) Glenny. Misha (2008). McMafa. El crimen sin fronteras. Ediciones Destino, Barcelona. p. 475.(15) Saviano, Roberto (2008). Gomorra. Debolsillo, Mondadori, Barcelona. p. 82
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situada que logre abarcar la complejidad de los
tiempos sin nimo de abarcar todo el fenmeno,
ya que esta pretensin dista de ser posible.
Dicha perspectiva debe ir acompaada de
una revisin exhaustiva de conceptos como
democracia, progreso y futuro que han sido los
caballos de Troya utilizados por las instituciones
mexicanas para la aceptacin e implantacin
acrtica y descontextualizada de unas narrativas de
la modernidad que han desembocado en prcticas
de violencia extrema y capitalismo gore en nuestro
territorio; donde (la mayora de) los gobernantes,
conservan la versin autoritaria del poder y piensan
en gobernar pases con ayuda de la sangre. Lo cual
retroalimenta, a su vez, una lgica terriblemente
continuista con la colonialidad y la necropoltica
contempornea, tan parecida a la ejercida en otros
tiempos por la monarqua, situndonos en un
espacio tristemente neofeudalista que nos hace
pensar, junto a Bolao, sobamos con utopa y nos
despertamos gritando.
La Farsa detrs de la guerra contra el narco. SANER, 2012
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Despus de seis aos de guerra intensa en contra de la delincuencia organizada, el Estado confirma el enorme dficit de efectividad que padecen las instituciones de seguridad pblica en Mxico. Con muchos de los principales lderes de las organizaciones delincuenciales en la crcel o muertos, lo evidente es la insospechada capacidad de adaptacin/mutacin de la delincuencia (des)organizada a las condiciones y modalidades que el orden estatal pretende imponerle a lo largo del territorio a travs de la confrontacin, aseguramiento o persecucin. * Israel Covarrubias
Disyunciones sobre el universo delincuencial mexicano
En Mxico, la poltica ha manifestado en el ltimo
sexenio una serie de equvocos que han llevado al
pas hacia la radicalizacin de las fuentes y formas
del conflicto entre diversos actores y grupalidades,
as como a un incremento significativo en la
exasperacin de las maneras que el Estado utiliza
para contrarrestar esa radicalidad. No es un hecho
aislado que el gobierno del presidente Felipe
Caldern Hinojosa (2006-2012) haya sido calificado
como uno de los peores de los ltimos treinta
aos respecto a su desempeo en el rubro de la
seguridad territorial de la nacin y con particular
atencin a la cuestin que redunda en el fenmeno
de la delincuencia organizada.
Hacia finales de 2006, el presidente Caldern
hizo pblica su declaracin de guerra contra el
narcotrfico como poltica de Estado, y que matizara
despus como guerra contra el crimen organizado,
para finalmente indicarla como combate a la
delincuencia organizada. El matiz no es gratuito,
ya que puso en evidencia el desconocimiento del
* Doctor en Ciencia Poltica por la Universidad de Florencia y Director de la revista Metapoltica http://www.metapolitica.com.mx/
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permite la aparicin del problema de su atribucin,
por lo que precisamente criminalizar, nos vuelve
a recordar el DRAE, es atribuir carcter criminal a
alguien o algo. De este modo, delincuencia no es
sinnimo de criminalidad.
Despus de seis aos de guerra intensa en contra
de la delincuencia organizada, el Estado confirma
el enorme dficit de efectividad que padecen las
instituciones de seguridad pblica en Mxico.
Con muchos de los principales lderes de las
organizaciones delincuenciales en la crcel o
muertos, lo evidente es la insospechada capacidad
de adaptacin/mutacin de la delincuencia (des)
organizada a las condiciones y modalidades que
el orden estatal pretende imponerle a lo largo del
territorio a travs de la confrontacin, aseguramiento
o persecucin. Sin embargo, cabe subrayar que
el problema radica en que la delincuencia no es
exclusivamente un fenmeno territorial, ya que
partir de la ltima dcada se ha vuelto un fenmeno
de operatividad poltica. Esto es, un fenmeno que
permite controlar y dinamizar los flujos y procesos
que activan los intercambios entre mercado poltico
con el mercado econmico, y entre este ltimo con
el mercado social. A ttulo ilustrativo tomemos
el estudio que realiza cada ao Global Financial
Integrity: los flujos de dinero que salen anualmente
de manera ilegal de Mxico ascienden a 50 mil
millones de dlares, principalmente a travs de
facturaciones fraudulentas de exportaciones de
bienes.(1) Mientras este mbito de rentabilidad
de los mercados de la delincuencia difusa y de los
mercados de bienes ilegales no sea controlado, se
volver superflua cualquier accin estatal contra la
delincuencia organizada fundada exclusivamente
en la confrontacin directa, pues en este sector,
presidente Caldern y de sus ministros de seguridad
respecto a la diferenciacin funcional y jurdica
de entablar una guerra contra el narcotrfico o
contra del crimen organizado. Es decir, no todos
los grupos que el Estado mexicano identifica como
crimen organizado trafican narcticos, ya que hay
los que trafican personas, animales, medicinas,
electrodomsticos, discos compactos, tecnologa,
informacin, ropa, etctera. Adems, si revisamos la
legislacin mexicana que controla y castiga el trfico
de estupefacientes, en especfico la Ley Federal
contra la Delincuencia Organizada creada en 1996
por el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce
de Len, y que contiene enmiendas significativas en
sus apartados de definicin jurdica del fenmeno
de la delincuencia organizada a lo largo del sexenio
del presidente Caldern, no hay un solo artculo
que castigue al llamado crimen organizado, pues
jurdicamente el fenmeno est definido en la ley
como delincuencia organizada. Para quedarnos en
un mbito sintctico, podemos sugerir que delinquir
no traduce jurdicamente el vocablo criminalizar. Si
delinquir es cometer un delito como advierte del
Diccionario de la Real Academia del Espaol (DRAE),
es decir, se mantiene en un mbito performativo,
entonces seala una accin que slo a su trmino
(...) el nmero de personas asesinadas que ha producido
precisamente la guerra contra la delincuencia
organizada supera conservadoramente la cifra
de 60 mil muertos en los ltimos cinco aos.
(1) Pablo Cabaas Daz, Mxico 2012. Avances y riesgos, Metapoltica, ao 16, nm. 78, julio-septiembre de 2012, p. 84.
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no se debe olvidar que el nmero de personas
asesinadas que ha producido precisamente la
guerra contra la delincuencia organizada supera
conservadoramente la cifra de 60 mil muertos en los
ltimos cinco aos, y que no pueden ser atribuibles a
ejecuciones ordinarias entre delincuentes aislados
u organizados, mucho menos a un efecto previsible
de la persecucin militarizada del fenmeno, como
sucede en Mxico.(2) En cambio, son la muestra clara
de la operatividad que imprime la delincuencia como
agente de dinamizacin de la lgica menos visible
de las instituciones, pero no por ello residual, para
que puedan concretarse los intercambios polticos
entre ilegalidad - institucionalidad - desarrollo -
sociedad.(3) Los esquemas binarios de legalidad-
ilegalidad no permiten una mejor comprensin de
los esquemas binarios de legalidad-ilegalidad no permiten una mejor comprensin de la enorme complejidad de los
fenmenos actuales de delincuencia organizada presentes en mxico.
la enorme complejidad de los fenmenos actuales
de delincuencia organizada presentes en Mxico.
De hecho, bloquean la posibilidad de explicacin
de las aristas que han dejado para la vida en
sociedad del pas. As pues, no podemos analizar
a los mercados criminales como pura inercia de un
pasado autoritario, ni como la emergencia de un
presente contradictorio, sino como un conjunto
de procesos polticos donde est teniendo lugar
la conclusin real de las maneras de dirimir el
conflicto. En la actualidad Mxico es un pas ms
democrtico institucionalmente, pero ha decidido
recurrir cada vez ms al asesinato y, en general, al
acto delincuencial, para dirimir sus conflictos, lo que
consolida la evidente fragilidad de la estructuracin
pblica de la vida en comn nacional, as como su
casi nulo sentido de estatalidad. De este modo,
asistimos a la consolidacin de una regulacin
precaria de lo pblico que se presenta como
consecuencia no esperada de la guerra frontal
contra la delincuencia organizada.
Es necesario finalizar sugiriendo que en Mxico hoy
por hoy nos encontramos en un momento crucial de
cambio de los vectores generales que permiten la
reproduccin de los fenmenos contrarios al orden
poltico, tal y como lo expresa(n) la(s) delincuencia(s)
organizada(s). Aunado al hecho de que algunos de
los intentos del Estado mexicano por responder
a esta situacin de cambio son el verdadero
desafo y no la solucin al problema general de la
delincuencia. No olvidemos que las soluciones no
necesariamente ofrecen salidas de continuidad a la
situacin que se quiere recomponer. Insistir en lo
contrario es seguir convencido de que la poltica se
funda en sus continuidades y no en sus fracturas.
(2) Rodolfo Sarsfield, A Tale of Two Cities. La guerra y la paz en Mxico y Estados Unidos, Metapoltica, vol. 16, nm. 79, octubre-diciembre de 2012, p. 94.(3) Israel Covarrubias, Mxico, Estado doble y soberana criminal, Metapoltica, ao 16, nm. 78, julio-septiembre de 2012, pp. 109-114. Ahora disponible en: http://metapolitica.blogspot.mx/2012/06/sobre-charles-bowden.html
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INSURGENCIA Y EMERGENCIA ANTE EL FRAUDE ELECTORAL
El Demonio de las urnas - SANER - 2012
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INSURGENCIA Y EMERGENCIA ANTE EL FRAUDE ELECTORAL
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Movimientos de la sociedad civil
Fotografa: Natalia MolinaEstudiante de Comunicacin y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragn, fotgrafa y activista por los derechos de las y los jvenes y de la poblacin LGBTTTI. Particip activamente en asambleas y marchas realizadas por el movimientos #YoSoy132. Ha trabajado como promotora cultural en el Instituto de la Juventud del Distrito Federal (INJUVEDF).Ha participado en las exposiciones fotogrficas del concurso Mirada Joven organizado por UNFPA, Mrame, Jvenes en su ciudad de INJUVEDF. Sus fotografas han sido publicadas en la revista Jvenes en la ciudad en las ediciones de los aos 2008,2010 y 2011.
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Ah donde los movimientos sociales desbordan o sobrepasan las formas reguladas de representacin y anlisis, sin duda se opera algo que no puede ni debe ser soslayado y menos an reducido a esquemas rudimentarios y torpes de interpretacin que no hacen sino mostrar la imposibilidad de la institucionalidad de dar cuenta de los cambios complejos y profundos que una sociedad est sufriendo.* Jos Luis Barrios
Del nombre y el sntoma: Yo soy #131/ Yo soy #132
La poltica tambin es un problema de sntomas,
no basta con las lecturas estrechas que la reducen
a datos estadsticos de encuesta, a anlisis de
coyuntura o dobles discursos semidemocrticos
de periodistas, que se producen desde las cpulas
del poder poltico, meditico y fctico. Los cambios
sociales y sus formas de construccin poltica pasan
por registros ms complejos que la mera lectura
inmediatista con la que la mayora de las veces se
intenta domesticar movimientos cuya naturaleza se
escapa de cualquier consideracin que provenga
del orden establecido: ah donde los movimientos
sociales desbordan o sobrepasan las formas
reguladas de representacin y anlisis, sin duda se
opera algo que no puede ni debe ser soslayado y
menos an reducido a esquemas rudimentarios y
torpes de interpretacin que no hacen sino mostrar
la imposibilidad de la institucionalidad de dar
cuenta de los cambios complejos y profundos que
una sociedad est sufriendo.
En el contexto electoral en que hoy se encuentra
el pas, no es difcil adivinar que me refiero a lo
que ha pasado en la ltimas tres semanas con las
movilizaciones estudiantiles y ahora sociales que se
han autodefinido Yo soy #131/ Yo soy 132. En estas
notas no voy a referirme a los fenmenos y procesos
de orden pblico ya conocidos de todos, sino ms
bien deseara llamar la atencin sobre dos aspectos
estructurales que considero que pueden aportar
una perspectiva amplia y de sesgo sobre la lgica
y el afecto que este movimiento ha producido y
que sin duda introduce una suerte de principio
de incertidumbre en la condiciones con las que
el discurso poltico global ha intentado construir,
desde al menos hace tres dcadas, su nocin
econmico-liberal de democracia. El primero tiene
que ver con la implicacin y la activacin que se
desprende de los autonombrados movimientos
Yo soy 131, Yo soy 131 y uno ms y Yo soy #132; el
segundo con el modo en que dicha activacin ha
supuesto un desbordamiento de los marcos de
* Doctor en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Especialista en esttica, la teora del arte, cine y prcticas contemporneas. Es profesor investigador en el Departamento de Filosofa de la Universidad Iberoamericana, en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, es asesor acadmico del MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporneo) en la UNAM y Consejero Acadmico de Laboratorio de Arte Alameda
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representacin y anlisis del discurso poltico mismo
y que irremediablemente nos conduce a buscar una
comprensin ms amplia de este acontecimiento
social.
Lejos de las lecturas paternalistas y compresivas
de la intelectualidad y el periodismo seudocrtico
de este pas que pareciera que les perdonan la vida
a los jvenes por ser tales una actitud que slo
demuestra las falacias de una democracia que se
funda en los consensos y los consuelos , habra
que poner en contexto y horizonte la potencia de
significacin que tiene un movimiento juvenil que
se expresa en esa frmula que al tiempo que marca
identidades define intensidades.
Comencemos por el contexto: este movimiento
hay que pensarlo desde un cambio histrico que
involucra la nocin misma de globalizacin y sus
derivas en los discursos polticos y econmicos.
Las llamadas primaveras rabes, la crisis de la zona
euro, el movimiento de los indignados son parte, al
igual que el Soy #131/Soy #132 de un cambio radical
en el modelo global de comprensin del mundo que
desde el movimiento zapatista, el 11 de septiembre,
el 11 de marzo y la crisis econmica del 2008 han
sido los sntomas que muestran claramente el lmite
de un modelo imperial de poltica que se encuentra
en bancarrota o que, por ser generoso, no sabe
ni tiene idea de por dnde resolver una fractura
en la lgica misma de la representacin poltica.
Desde luego, no se trata de igualar los distintos
procesos y movimientos, pero tampoco podemos
ser tan ingenuos (o perversos) para, en nombre del
anlisis objetivo y estadstico tan caro a nuestros
politlogos y periodistas, ponderar las diferencias
y especificidades de estos fenmenos y producir
una suerte de domesticacin sociologizante y
culturalista de la crisis e incertidumbre en la ideas
misma del globo y la globalizacin por la que
atraviesa la sociedad mundial en su conjunto.
En este contexto, al menos desde mi perspectiva,
el movimiento de jvenes no puede ni debe ser
sustrado a los efectos que va produciendo el modo
global de mundo. Aqu toca ms bien tomarse el
tiempo, es decir, ser lo suficientemente serios, para
comprender las variaciones de intensidad que el
modelo mundial de la globalizacin va produciendo
en los distintos emplazamientos geopolticos,
culturales y sociales. En el caso del movimiento de
estudiantes/universitarios, quiz estemos obligados
a pensar en una situacin donde la transicin
democrtica (la subjetividad poltica) y los derechos
sociales fundamentales (trabajo, seguridad,
educacin, salud y cultura) se encuentran en una
situacin de precariedad en la que los individuos no
encuentran espacio real para su representacin.
Es innegable que contra todo supuesto y torpe
clculo poltico, por parte del candidato del PRI y
sus asesores, de emplazar un discurso guionizado,
a partir de un prejuicio de clase y percepcin sobre
los estudiantes de la Ibero, respecto a su plan de
gobierno, lo que se oper fue una lgica inversa
con los estudiantes de esta universidad que liber
un afecto social y mostr la forma del inconsciente
discursivo del priismo: su autoritarismo, su
paternalismo, pero sobre todo su incapacidad para
negociar la condicin real de una demanda social
legtima (basta con tener en cuenta el comentario
del Pea Nieto sobre Atenco y las declaraciones
del presidente de PRI en Ibero 90.9 para tener claro
el modo de reaccin del Partido Revolucionario
Institucional ante el disenso).
La pobre retrica contra los detractores del plan
de gobierno del candidato priista es muestra de
esto. Habra que hacer un esfuerzo de anlisis e
imaginacin para observar que el asunto es algo
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ms complicado que las firmas de compromisos, los
cuales y esto dicho con irona necesitaran como
450 aos para poder ser cumplidos La intentona
del inconsciente priista de instalarse otros 70 aos
en el poder? En todo caso, al antipeismo no
significa un pro algo o a alguien sino una figura
que plantea condiciones inditas o tal vez no
tanto desde donde pensar el estatuto de la poltica
y una definicin de Estado en una sociedad y una
afectividad colectiva que es presentada pero no
representada, de pensar la condicin precaria
en la que se encuentran los individuos ante su
imposibilidad de devenir sujetos polticos.
Si bien la condicin del contexto actual de este
movimiento tiene un carcter indito construido en
su propio modo de enunciarse, tambin es cierto
que este modo de enunciarse, quiz de una manera
no tan consciente, hace eco de cierta contigidad
de afectos y lgicas de enunciacin que han estado
presentes, en su carcter de acontecimientos, en la
historia de la segunda mitad del siglo XX. Tiene que
ver con una figura poltico-social poco considerada
que es la figura de los movimientos sociales a
diferencia de la manifestaciones organizadas. Traigo
a cuenta dos de stos: el 68 francs y el Movimiento
Zapatista.
Sobre el 68 francs vale la pena recordar que su
gnesis discursiva se encuentra en lo que Jean
Paul Sarte calific de una ruptura al interior
de la burguesa ilustrada francesa. Sin duda el
movimiento activado por los estudiantes de diversas
universidades privadas y pblicas en alguna medida
puede ser ledo dentro de esta lgica de ruptura de
sistema axiolgico de clase: ms all de reivindicar
la poltica como inters de clase, es decir, como una
condicin de lo pblico definido por el orden de lo
privado, estas formas de manifestacin redefinen o,
para ser ms preciso, recolocan la nocin de pblico
como aquello que no le pertenece a nadie o lo (im)
propio . Esta caracterstica est claramente puesta
en operacin en el modo en que los estudiantes
han definido su condicin apartidista pero poltica.
Lo que leo detrs de este recolocamiento es una
nocin de lo en comn del espacio poltico como
ocupacin de singularidades no representadas, un
capital de accin que nos obliga a pensar el espacio
mismo de la poltica ms all de plataformas y
programas.
Pero no slo eso. Para alguien que est
acostumbrado a leer en los enunciados las lgicas
de representacin y de acontecimiento, sin duda
no puede pasar inadvertida la potencia que arrastra
tras de s la configuracin, pero sobre todo, el
desplazamiento del acto de resistencia producido
en primera instancia por una grupo de alumnos
de la Ibero, ms tarde por el movimiento de
universitarios en su conjunto y posteriormente por
el juego de adiciones que distintas organizaciones y
movimientos de disidencia han operado al sumarse
en su declaratoria en la UNAM a este movilizacin.
Una vez hay una cierta resonancia de la estructura
enunciativa del 68 francs, una estructura que
tiene que ver con el modo en que se introduce
la figura retrica de la paradoja en la consigna y
con ello la imposibilidad de domesticacin del
enunciado. En el movimiento estudiantil del 68
francs la consigna que deton la resistencia y la
movilizacin fue todos somos judos alemanes;
las llamadas primaveras rabes, la crisis de la zona euro, el movimiento de los
indignados son parte, al igual que el soy #131/soy #132 de un cambio radical
en el modelo global de comprensin del mundo.
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ms all de la referencia al estudiante expulsado
de la Sorbone, importa subrayar la implicacin
que tena en la posguerra europea y el rgimen De
Gaulle este enunciado. Esto, desde luego, sumado
al uso metonmico de la barricada como el smbolo
mismo de la revolucin francesa, sin duda produca
una paradoja en el uso del poder y la fuerza pblica:
pona en crisis las reivindicaciones mismas de
las mltiples fundaciones de la Repblica. Algo
similar sucede con la frmula Yo soy #131/Yo soy
#132. No se trata tan slo de un juego de adicin
matemtica o sentimental al movimiento; sobre
todo se trata de la construccin de un cierto orden
matemtico donde la contigidad numrica define
una posibilidad y una potencia, es decir, una
multiplicidad singular y una singularidad mltiple
que produce su condicin de resistencia y al mismo
tiempo configura un presentado sin representacin,
una condicin de los cuerpos en el lugar como
pura ocupacin y afectacin en el espacio poltico.
Tanto el confinamiento (arrinconamiento) sanitario
de Pea Nieto, como la marcha de la suavicrema
y la asamblea en la UNAM, antes de construir un
discurso, lo que colocan en el espacio poltico es
el singular de la primera persona (Yo) que siempre
y en todo caso es un mltiple (soy 131/132). Para
cualquiera que haya ledo a tericos y filsofos
como Spinoza, De Negri o Badiou no sern ajenas
estas consideraciones, a quien no lo haya hecho
quiz valga la pena que se dedique al periodismo
y la nota como forma precaria del anlisis poltico
o a la lrica fcil de escritores mediticos que le dan
permiso a los jvenes de manifestarse.
tro aspecto que no puede pasar inadvertido
es la historia del trnsito a la democracia que
desde 1988 este pas ha padecido como un deseo
imposible. Una confesin personal: tengo 50 aos
y la mitad de mi vida ha transcurrido participando,
viendo y esperando que este deseo se haga
posible y confirmando el destino trgico de una
sociedad de castas. En algn sentido la transicin
democrtica en Mxico ha sido un fracaso y lo ha
sido, en alguna medida, porque como sociedad
no hemos sabido crear las condiciones de presin
al orden poltico que permitan la construccin de
bien comn como eso que define la nocin misma
de lo poltico y lo pblico. No voy a hacer aqu una
historia de este fracaso, ms bien me gustara traer a
cuenta otro momento que socialmente produjo una
movilizacin indita. De una genealoga totalmente
distinta, sin duda el movimiento zapatista ejerci
una presin real a la formas de la representacin:
la figura del anonimato de la mscara como
borramiento del rostro gener otra de las formas
de lo presentado sin representacin. El movimiento
indgena en la Sierra Lacandona fue y es algo ms
que la reivindicacin del derecho indio, es tambin
la construccin de una zona de indefinicin y de
una constatacin de la ausencia del rostro que
oblig al poder a negociar las condiciones mismas
del sistema democrtico de representacin. A la
hora que esa mscara disfrazada de mujer habl
ante la cmara de diputados produjo un vaco en
torno a las formas de ley que definen la alteridad
de gnero, de raza y de clase en este pas, y puso
en evidencia la mquina de enunciacin criolla que
define la condicin de lo poltico en Mxico.
Sera ingenuo pensar que el movimiento zapatista
y el movimiento estudiantil son lo mismo, antes
bien aqu intento mostrar el modo en que ciertas
movilizaciones y afecciones sociales introducen
condiciones inditas de posibilidad que nos obligan
a repensar desde otro lugar y con otra mirada la
poltica como sitio de enunciacin donde se pone
en juego el poder de la paradoja como forma, al
mismo tiempo iconoclasta y hertica, que produce
una fractura en la hegemona discursiva, pragmtica
y real del estatuto de lo poltico en nuestra sociedad
y sobre todo pone en evidencia la torpezas, la
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estrechez de mira y la falta de voluntad de sus
retricas y sus discursos.
En este contexto me gustara terminar con una
provocacin: quiz sera el momento de observar
qu est detrs de los discursos y sus retricas a
la hora en que lo que pareciera estar en juego son
tres nociones distintas sobre el estatuto mismo de
lo poltico: la del PRI que construye su plataforma
desde una concepcin tecncrata y desarrollista a
partir de una espectacularizacin y simulacin de
su discurso. (Basta con ver en encuadre en los spots
de Pea Nieto, sus corbatas siempre combinadas
y la vacuidad del significado de su slogan me
comprometo y sabes que lo voy a cumplir, que han
llegado a convertirse en guiolescos despus del
suceso de la Ibero). No as el discurso de Josefina
Vzquez Mota que en su inseguridad ha dado varios
bandazos: desde la apuesta por una campaa
basada en el gnero (Josefina diferente), hasta
una campaa de descalificacin que dio entrada
al tercero excluido Lpez Obrador a la hora de
mostrar su ineficacia despus de seis aos de la
llamada guerra sucia que ya no intimida a nadie,
hasta llegar al discurso de la inclusin del joven y
el futuro que mostr en su participacin en la Ibero
y que ha intentado restituir la importancia de lo
femenino en la poltica en uno de sus mltiples
spots que intentan convencer al buen padre de
familia de que el voto por la mujer promete y
casi asegura el futuro de su hija Perdn, nada
ms machista y misgino que esa paternidad
que da permiso. Eso sin tomar en cuenta que su
discurso sobre la paz reproduce las formas ms
reaccionarias de los procesos polticos que buscan
la reconciliacin social evadiendo el problema de
la relacin entre violencia, muerte social, la justicia
y los juicios polticos que son la nica condicin
que hace posible las transiciones democrticas
reales. Del otro lado el discurso de Lpez Obrador
que ha crecido en credibilidad y que si bien puede
ser criticado desde las fobias poco objetivas de los
medios por populista, avejentado y bla, bla, bla
algo que se ha visto a la distancia pareciera que
le da la razn: el hecho de construir no nada ms
un programa de gobierno, no nada ms formulas
gastadas de transiciones democrticas como las
de los gobiernos de coalicin, sino un discurso
que redefine, no sin torpezas, las condiciones de
posibilidad del Estado y la poltica. Quiz aqu es
donde podamos encontrar la diferencia en la que
descansa la posibilidad de la poltica, aunque no
sin el riesgo de un desencanto, pero vale la pena
intentarlo.
Dejo para otro momento un anlisis sobre la otra
reinvindicacin del movimiento del Yo soy #131/132,
el que tiene que ver con el derecho a la informacin
y con las lgicas de diseminacin de la estructura
paradjica de su enunciado y que sin duda
guarda una relacin directa con la comunicacin
en red y con la desestructuracin constante del
sistema focalizado de toma de decisin propio del
asamblesmo un problema por venir. Por ahora
basta con insistir en la potencia de este movimiento
que desborda los marcos de representacin y
que en su modo de enunciarse abre la discusin
sobre la democracia ms all de los partidos, ms
all de los medios. Corrijo: habra que pensar que
el movimiento de estudiantes y universitarios se
coloca ms ac, en el espacio del disenso como
la accin poltica misma donde se redefine el
espacio pblico (el poltico y el meditico). La
institucin del poder en Mxico est capacitada
para generar la condicin de representacin de un
afecto instituyente que entiende la poltica como
fiesta que celebra el derecho a la expresin? O
acaso tendremos que conformarnos con la tristeza
melanclica de nuestra ficcin criolla que encarna
el mestizo?
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#Yo soy 132
#YoSoy132 es un movimiento de base
estudiantil que se articula a travs de ocho
Principios Generales que permiten vincular y
regir la direccin y participacin de todos los
comits y, a su vez, contribuir a la construccin
de la concientizacin ciudadana. De esta
manera, a la luz de los Derechos Humanos y
con base en los trminos establecidos en el
artculo primero constitucional (http://info4.
juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/2.htm?s), se
enuncian a continuacin los Principios que
rigen el movimiento:
1. Apartidista: La estructura y organizacin
del movimiento carece de cualquier tipo de
vnculo orgnico con partidos polticos.
2. Pacifista: Todas las manifestaciones,
protestas o acciones emanadas rechazan
cualquier tipo de violencia como recurso para
alcanzar sus objetivos.
3. Incluyente y plural: El movimiento busca la
inclusin de todos los individuos que, a pesar
de estar en cualquier zona del pas, compartan
los principios que rigen la organizacin de
#YoSoy132. De esta manera, se busca reconocer
un vnculo de solidaridad y unidad de lucha, no
slo con las personas que desean ser parte de
ste, sino con otros movimientos sin que por
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ello se afecte su autonoma. As,#YoSoy132
no hace distinciones ni prejuicios; no descarta
personas, sino argumentos.
4. Carcter poltico y social: Las acciones que
se generan dentro del movimiento deben estar
vinculadas con los asuntos polticos y pblicos
del pas. De esta manera, a travs de la accin
poltica, se busca apelar a la construccin de
espacios para el dilogo, a la concientizacin
y trabajo conjunto de la ciudadana y, en
principio, al desarrollo de los valores ticos en
la sociedad.
5. Autnomo y responsable: El movimiento
construye su autonoma a travs de las
comisiones que lo integran y de las decisiones
que stas toman a travs del dilogo. En la
organizacin de ste, los integrantes asumen
una responsabilidad compartida y, a su vez,
reconocen y valoran los acuerdos internos
de las universidades que participan en el
movimiento. Lo anterior, como parte de la
expresin libre y democrtica de cada una de
ellas.
6. Respeto a la libertad de expresin: Dentro
del movimiento se busca el trnsito horizontal
y transparente de la informacin, recurriendo
siempre al dilogo.
7. Compromiso en la construccin del pas y la
transformacin de su sociedad: Los estudiantes
que integran el movimiento buscan hacer
de sus conocimientos un arma para la
participacin activa a favor de la sociedad y de
la vida pblica.
8. Rechazo a la falsa democracia y las
imposiciones: El movimiento organiza sus
acciones en oposicin a estos factores porque
considera, en principio, que corrompen
la construccin de la democracia y de la
ciudadana.
Con estas directrices, #YoSoy132 reconoce
que es parte de una comunidad que la
antecede y determina; por lo que busca
orientar las habilidades de sus integrantes
a la conformacin de acciones que permitan
contribuir a la sociedad y, a su vez, generar las
bases para la transformacin del pas mediante
la conviccin, concientizacin, construccin y
ejecucin de propuestas viables y conformadas
de manera interdisciplinaria.
#YoSoy132 sabe que no debe menospreciar
el conocimiento, la experiencia u opiniones
de terceras personas y, por el contrario,
entiende que es importante construir un
imperativo moral y una voluntad colectiva que
tenga la capacidad de transformar. Reconoce
que no existen diferencias esenciales entre
los individuos, sino desigualdades en
oportunidades, condiciones y circunstancias
que como movimiento buscar subsanar.
Es por todo lo anterior que el movimiento
#YoSoy132 busca construir lazos de solidaridad
y respeto con la ciudadana; a travs de los
cuales sea posible articular un plan de accin
para la transformacin.
Por una democracia autntica, Yo Soy 132!
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Manifiesto. Arte por la izquierda
Nos proponemos llevar a cabo una multitud de
acciones artsticas y estticas que intervengan
el espacio pblico, atacando as, las polticas
de representacin y simulacin democrtica
orquestadas por el poder poltico y meditico.
Basta con materializar en pblico el disgusto
que nos produce vivir bajo el engao
generalizado.
Hace tiempo apagamos la tele, y las cosas
tampoco mejoraron. Nos proponemos hacer lo
que nos caracteriza: hacer poltica a travs de
otros medios. Alguien debe recordarnos que la
presidencia no lo es todo.
Pare, mire, escuche.
No se desintegre.
Julio 2012
Hay un fraude que parece eleccin.
La agitacin que recorre Mxico nos llev a
tomar posicin pblica: Como la trepidacin
no ceder, es imprescindible que nos
manifestemos.
Arteporlaizquierda.org es la plataforma donde
agentes del campo artstico convergemos para
intervenir en el momento de movilizacin
que vive el pas. No nos interesa definirnos.
Tampoco afiliarnos. En cambio s irrumpir en lo
pblico. El arte para hacer poltica no necesita
de lo poltico: por eso salimos a la calle.
Ha llegado el momento de rernos de una
historia patria que va de los penachos a los
copetes y del cine a la telenovela. Apostamos
por la produccin crtica contra el simulacro y
el presidencialismo resucitado.
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Accin Sopriana, Arte por la izquierda, 2012. Foto Enrique Jeik
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Accin Sopriana, Arte por la izquierda, 2012. Foto: Diego Mier y Tern
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Fotografa: Natalia Molina
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Las Organizaciones de la Sociedad Civil implican una nueva forma de gobernanza que trasciende la poltica partidista. La proliferacin de este tipo de organizaciones agrupadas alrededor de temas o agendas especficos por los que abogan en el erosionado y putrefacto campo poltico e institucional, hace evidente la brecha que existe entre la (obsoleta) ideologa que supuestamente representa cada partido y los temas por los que abogan estas entidades.* Comit Invisible Jaltenco Extrado del blog del Comit Invisible Jaltenco activo desde el 2012: http://comiteinvisiblejaltenco.blogspot.mx/
Manifestaciones y Organizaciones de la Sociedad CIvil: De las redes a la calle?
En los ltimos meses, mientras ms se acercaron
las elecciones, ms proliferaron manifestaciones
organizadas de la Sociedad Civil abogando por
temas como: elecciones limpias, una nueva tica
civil, voto til, derechos humanos, transparencia
en los medios de comunicacin, etc. Todas tienen
en comn demandar una democracia verdadera,
y que tener como medio principal las tecnologas
de la informacin y comunicacin, las cuales
instrumentalizan buscando retar las actuales
configuraciones de poder para crear alternativas
por medio de la interlocucin con los poderes.(1) La
Sociedad Civil es una parte de la sociedad que no se
encuentra activa en el mbito de la poltica formal, y
las Organizaciones de la Sociedad Civil son redes de
ciudadanos trabajando en temas especficos desde
(1)Las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) aparecieron en Mxico en los aos 80 y pertenecen a los mbitos de derechos humanos, desarrollo social, democracia, gnero y ecologa. Tienen elementos en comn con las Organizaciones No Gubernamentales. Un ejemplo de OSC en Mxico activa desde hace ms de 20 aos es LaNeta S.C. Creada en 1991, es una organizacin civil que provee servicios de comunicacin electrnica para organismos no gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro. Uno de sus propsitos es servir de enlace entre ONGs nacionales con las de la comunidad global para compartir informacin de las experiencias de las ONGs. Comunicacin electrnica como herramienta para fortalecer los vnculos y el trabajo de las organizaciones e individuos que estn dando pasos para cambiar al mundo.
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artculos, informacin, etc. En otras palabras, la
democracia de las redes trasciende la esclerosada
poltica partidista. Y sin embargo, cules son las
implicaciones de hacer poltica en red?
Un antecedente a estas Organizaciones o
manifestaciones de la Sociedad Civil es el elitista
Grupo de San ngel surgido el 9 de junio de 1994
por iniciativa de Demetrio Sodi de la Tijera, Carlos
Fuentes, Enrique Gonzlez Pedrero y Jorge G.
Castaeda. Estos personajes invitaron a 66 personas
dedicadas a la poltica y a la cultura y academia para
firmar el texto titulado La hora de la democracia,
en el cual abogaron por la garanta de la legalidad y
transparencia de las elecciones de ese ao y por una
agenda de modernizacin democrtica, acceso
libre a los medios de comunicacin y transmisin
de programas de anlisis poltico en horario triple
A. Entre los miembros estaban: Teodoro Csarman,
Alfredo del Mazo, Amaila Garca, Gabino Fraga,
Federico Reyes Heroles, Adolfo Aguilar Zinser, Javier
Livas, Manuel Camacho, Lorenzo Meyer, Ricardo
Garca Sainz, Joel Ortega, Tatiana Clouthier, Vicente
Fox y Elba Esther Gordillo.
Ejemplos de manifestaciones u organizaciones
de la Sociedad Civil que han surgido ltimamente
son: los Intelectuales por Julian Assange,
firmado, entre otros, por: Gabriel Orozco, Lorenzo
Meyer, Elena Poniatowska, Vicente Rojo, Hugo
Gutirrez. Hay otro grupo que el 27 de Marzo de
2012 public un desplegado titulado Preguntas
cuyas respuestas podran transformar a Mxico,
firmado por intelectuales como Hctor Aguilar
Camn y Jorge Castaeda; ex ministros como Pedro
Aspe, Guillermo Ortiz y Fernando Gmez Mont;
acadmicos como Rolando Cordera, Ana Laura
Magaloni y Juan Pardinas; artistas como Gael Garca
Bernal y Rafael Cauduro; empresarios como Manuel
Arango, Alejandro Ramrez, etc. Est tambin El
los campos social y civil. Estas organizaciones tienen
el propsito de crear espacios de dilogo entre los
ciudadanos y el gobierno, buscando fortalecer la
democracia participativa. A manera distinta de
las ONGs que dan servicios especficos a grupos
populares, las Organizaciones de la Sociedad Civil
son parte del espacio pblico y se manifiestan a
partir de temas especficos proponiendo polticas
para buscar el bien comn. Las Organizaciones
de la Sociedad Civil implican una nueva forma de
gobernanza que trasciende la poltica partidista.
La proliferacin de este tipo de organizaciones
agrupadas alrededor de temas o agendas
especficos por los que abogan en el erosionado
y putrefacto campo poltico e institucional, hace
evidente la brecha que existe entre la (obsoleta)
ideologa que supuestamente representa cada
partido y los temas por los que abogan estas
entidades que reflejan el actual estado de las cosas,
reemplazando la representatividad y la legitimidad
partidista con nuevos valores. La proliferacin
de manifestaciones organizadas de la Sociedad
Civil en Mxico que no son necesariamente
Organizaciones formales todava, se convirti en
los ltimos meses en un suplemento del campo del
espectculo electoral: por un lado, la Sociedad Civil
se hizo visible a s misma con marchas, desplegados,
portavoces, blogs, comentarios, pginas web,
manifiestos, grupos en las redes sociales, firmantes,
intercambio de opiniones, noticias, videos,
la democracia de las redes trasciende la esclerosada poltica partidista. y sin
embargo, cules son las implicaciones de hacer
poltica en red?
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Grupo de los Cien, una plataforma fundada en
1985 por Homero Aridjis conformada por cien
personalidades nacionales, la cual esta vez, apoyada
por el escritor francs y premio Nobel Jean-Marie G.
Le Clzio, abog en un desplegado a finales de junio
de 2012 por elecciones inmaculadas.
Dos de los movimientos que abordan la cuestin de la
violencia en Mxico (que ya estn institucionalizados
y operan Organizaciones de la Sociedad Civil) son:
Nuestra aparente rendicin y Movimiento por la
paz. En el campo discursivo meditico en Mxico,
la violencia es un significante que engloba
situaciones heterogneas: desde la militarizacin
del pas, la corrupcin extra-gubernamental, los
femicidios y la violacin de los derechos humanos,
todas las instancias de violencia son fruto de la erosin del imperio de la ley y la violacin sistemtica de los derechos
humanos en el contexto del conflicto armado que fue creado por la guerra contra el narcotrfico.
hasta secuestros, extorsiones, crimen organizado,
desapariciones, etc. Todas las instancias de
violencia son fruto de la erosin del imperio de
la ley y la violacin sistemtica de los derechos
humanos en el contexto del conflicto armado que
fue creado por la guerra contra el narcotrfico.
Bajo el gobierno de Felipe Caldern, el modelo
de guerra contra las drogas fue institucionalizado
bajo pretexto de seguridad nacional. La violencia
que esta guerra caus ha llevado a las instituciones
nacionales a plantear un falso dilema que le sirve
de base a su estrategia de contencin de la crisis
social que actualmente se vive en el pas: Proteger
los derechos humanos o garantizar la seguridad de
los ciudadanos? En otras palabras, la estrategia de
Caldern implica atacar la inseguridad con medidas
represivas que precisamente violan los derechos
humanos, reaccionando a los sntomas en vez de
dirigirse a las causas, en un momento en el que el
verdadero problema es la prdida de soberana del
Estado en ciertas reas del pas. Discutiblemente,
uno de los problemas de las Organizaciones de
la Sociedad Civil centradas en la violencia es que
plantean una subjetividad de ciudadanos-vctimas
reclamando sus derechos y restitucin. El primer
grupo, Nuestra aparente rendicin, es una iniciativa
de escritores, periodistas y productores culturales
que se reunieron para crear un foro de discusin,
que es tambin una plataforma de publicacin,
discusin y denuncia de la violencia en Mxico. El
Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad,
liderado por el poeta Javier Sicilia tiene un aspecto
ms activo y militante, habiendo organizado varias
marchas para pedirle justicia al Estado y jalarle las
orejas a los gobernantes. Trascendiendo la lgica
de la venganza, la nocin de justicia que plantean
implica lograrla sin violencia, despersonalizando a
los responsables y transfirindole el saldo al Estado.
Sin embargo, es evidente que el crimen organizado
no es algo distinto a las instituciones nacionales
sino algo inherente a ellas. Uno de los logros del
Movimiento por la paz fue constitucionalizar el
estatus del ciudadano-vctima a travs de la paliativa
Ley general de vctimas. Promulgada por Caldern
en abril de 2012, tiene el objetivo de darle justicia y
atencin a quienes hayan sufrido la violacin de sus
derechos. La ley ordena la reparacin integral del
dao y que el Estado responda por ello por medio
del Sistema Nacional de Atencin a Vctimas y
tiene el propsito de rescatar la memoria, identidad
y dignidad de las vctimas y familiares; investigar
quines son los responsables y ver que se les
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detenga, juzgue y sancione; combatir la impunidad.
Para redimir un poco a las vctimas del Holocausto
de Caldern, se cre adems un registro nacional de
vctimas y se estableci el derecho de los afectados
de conocer la verdad de lo que les sucedi.(2)
Arte por la izquierda es un comunicado firmado
por el gremio de trabajadores de la industria
de la cultura. Convocados por su tlatoani ms
colosal, respondieron al llamado para firmar una
declaracin a favor de la izquierda y promover
el voto til. Segn su manifiesto, la plataforma
de izquierda representa al gremio de la cultura
porque implica el avance de derechos civiles,
reproductivos y sociales. La demanda considera,
adems, que los temas de la poltica cultural son
secundarios ante la actual situacin de urgencia.
Sin embargo, esta convocatoria se traduce a una
izquierda dudosa y travestida olvidadiza de la
poltica econmica que ha venido a devastar al
pas desde los 90. Y no nos sorprende, ya que este
gremio lleva dos sexenios gozando de los beneficios
de la neoliberalizacin (mercantilizacin) de la
cultura. Auto-censurndose, artistas, curadores,
funcionarios de mus