Noviembre 24, 2017 - Abril 8, 2018

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE MONTERREYwww.marco.org.mx

RUFINO TAMAYOEl éxtasis del color

PRESENTACIÓNEl Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey presenta la exposición retrospectiva Rufino Tamayo. El éxtasis del color, la cual nos acerca a la obra más intimista del artista oaxaqueño, ligada a los sueños y a una búsqueda interior en la que desarrolla una ciencia del color y logra encontrar un lenguaje propio en el que recurre a cierta estética prehispánica, su arquitectura y escultura, y la transfigura para revitalizarla en un lenguaje contemporáneo.

La muestra da cuenta de la experimentación en el campo de la geometría y la abstracción por parte del pintor y reúne 54 obras, algunas provenientes de la colección del Museo de Arte Moderno (MAM), y otras más del Museo Rufino Tamayo y el Museo Nacional de Arte (MUNAL), en conjunto con piezas clave que se encuentran en colecciones particulares. Hay cuadros de pequeño y gran formato de prácticamente todas las etapas creativas del artista, entre las cuales destaca el mural transportable Homenaje a la raza india, 1952 que le fue encomendado al pintor para la muestra Arte mexicano de la época prehispánica hasta nuestros días que se presentó durante 1953 en París, Estocolmo y Londres.

Rufino Tamayo (1899-1991) vivió entregado a la pintura como una experiencia creativa íntima y transfiguradora, guiado siempre por un sentido fulgurante del color con la pasión por la arqueología prehispánica. Renunció progresivamente al retrato indígena y mestizo en beneficio de un modelo que sintetizara al máximo la silueta humana, para evocar la conexión espiritual con el cielo y la tierra. Además, afianzó en su madurez la convicción de que el lienzo es un campo de experimentación inagotable para extraer de un color todo su magnetismo y para fusionar la figura y la abstracción en la expresión evocadora de lo infinito. Se apartó de la retórica muralista y de sus fines proselitistas. Por ello representó un modelo independiente a seguir para la joven generación de la llamada Ruptura, que lo reconoció como un precursor de sus propias batallas y experimentos con la abstracción.

Nombre de la exposición: Rufino Tamayo. El éxtasis del color.Organizador: MARCO.Curaduría: Sylvia Navarrete, directora del MAM.Museografía: MARCO.Localización: Sala 5 | Planta baja.Duración: Del 24 de noviembre, 2017 al 8 de abril, 2018.

En la década de 1970 el Instituto Nacional de Bellas Artes adquirió cerca de 30 obras de Rufino Tamayo (Oaxaca, 1899-CDMX, 1991) que pertenecían a la colección del artista y su esposa Olga, un acto que, además de enriquecer el patrimonio artístico de México, significó un espaldarazo del Estado a la trayectoria de un artista independiente y solitario. Dicho fondo constituye una de las secciones más ricas y sólidas del acervo del Museo de Arte Moderno. Para entonces, Tamayo había obtenido ya el éxito internacional que anhelara desde sus primeros años en Nueva York y que culminaría con las numerosas exposiciones que la Valentine Gallery le organizara en esa ciudad a partir de 1938, sumándose la larga estancia en Francia en los años 1950 y las convocatorias para representar a México en proyectos colectivos a escala mundial.

Tamayo está ligado a la historia del MAM desde su fundación, en 1964, cuando la primera muestra que albergó la entonces Galería de Exposiciones Temporales le fue dedicada. Desde entonces, su presencia en salas ha sido constante, pese a que sólo ha contado con dos exposiciones individuales: en septiembre de 1974 y marzo de 1976, las cuales ratificaron su influencia en las jóvenes generaciones de artistas. Más que oportuno resulta destinar ahora una sala completa a la obra de Tamayo, a 26 años de su fallecimiento.

Los tres núcleos de la exposición: “En busca del arquetipo”, “De México al cosmos” y “Por una geometría del espacio”, señalan las vías por las que Tamayo transitó. Vivió entregado a la pintura como una experiencia creativa íntima y transfiguradora, guiado siempre por un sentido fulgurante del color y la pasión por la arqueología prehispánica. Renunció progresivamente al retrato indígena y mestizo en beneficio de un modelo que sintetizara al máximo la silueta humana, para evocar su conexión espiritual con el cielo y la tierra; de los bodegones y las escenas ambientadas en un poético México semiurbano, propulsó en la composición una perspectiva sideral que reflejara los sueños y pesadillas de su tiempo ante la conquista espacial y la amenaza nuclear; y, por último, afianzó en su madurez la convicción de que el lienzo es un campo de experimentación inagotable para extraer de un color todo su magnetismo y para fusionar la figura y la abstracción en una expresión evocadora de lo infinito.

INTRODUCCIÓNRufino Tamayo. El éxtasis del color | Por Sylvia Navarrete

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Rufino Tamayo. El éxtasis del color, curada por el equipo del MAM con la asesoría del especialista en el tema, Juan Carlos Pereda, y el apoyo de la Fundación Olga y Rufino Tamayo, reúne 32 obras del acervo del MAM acompañadas por piezas clave de colecciones particulares, del Museo Rufino Tamayo/INBA y Museo Nacional de Arte/INBA. El proyecto se realiza en colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO).

La exposición está compuesta por tres núcleos temáticos: En busca del arquetipo, De México al Cosmos y Por una geometría del espacio, los cuales señalan las vías por las que Tamayo transitó dando cuenta de la experimentación, dinamismo y búsqueda en el campo de la geometría y la abstracción por parte del artista.

Núcleo 1 | En busca del arquetipoTamayo es ante todo un pintor de la figura humana. En el retrato incorpora no sólo innovaciones formales sino interrogantes de índole existencial, sensorial e incluso metafísica. Sus primeros modelos, de fisionomía indígena, conservan la huella de un aprendizaje juvenil como dibujante etnográfico en el Museo Nacional: “… mi labor consistía en poner los dibujos precolombinos como modelos a disposición de los artesanos de todo el país, con el objetivo de vigorizar la artesanía nacional. A todo lo hermoso que encontré en el museo le debo lo que he hecho en mi carrera.” Las proporciones volumétricas, el dibujo abultado y la paleta parca de sus inicios ¾cuando Tamayo simpatiza con el grupo independiente de los Contemporáneos¾ van cediendo el paso a una síntesis creciente que tiende a la alegoría: reflexión sobre el lugar del individuo en la sociedad y las paradojas de la condición humana, sí la hay; pero Tamayo asigna principalmente a la silueta la función de factor de movimiento en la imagen. El humano se transforma en un mero signo, desmaterializado y a veces asexuado… ¿acaso es un esquema, un espectro en la época de incertidumbre de la posguerra?

Núcleo 2 | De México al cosmos“Aun cuando la pintura [mural] en su etapa inicial revela cualidades admirables, la preocupación de sus autores por producir ante todo un arte que sea mexicano, aunque sólo en apariencia, los llevó a caer en lo pintoresco y a descuidar los verdaderos problemas plásticos”, denuncia Tamayo. Al tratamiento narrativo que domina la pintura de enfoque histórico, él responde con una composición dinámica, ventilada, que pone al descubierto su armazón interna. Renuncia a representar el mundo físico con el que estamos familiarizados. Opta por ahondar en la plasticidad de las cosas al trasladarlas al lienzo, atento también a su verosimilitud: que sean pertinentes con

DIVISIÓN TEMÁTICA DE LA EXPOSICIÓN

la época y acordes al mundo industrializado, mecanizado, cimbrado por dos guerras mundiales, y amenazado por la bomba nuclear.Los formatos de sus telas crecen, como para acoger la nueva dimensión de su mirada. Los ritmos de la imagen son tensos, dramáticos. Meditabundas, alegres o dementes, las figuras habitan un mundo virtual en los linderos de la vida y la muerte, suntuoso y monstruoso a la vez, y no desprovisto de un sentido del humor macabro.

Núcleo 3 | Por una geometría del espacioLa pintura de Tamayo está colmada de referencias: arquitectura y escultura prehispánica, arte popular, barroco pueblerino y civilización industrial cohabitan con las fragmentaciones geométricas practicadas por artistas de vanguardia como Paul Cézanne, Pablo Picasso y Georges Braque.“Es más pictórico extraer de un color todas sus posibilidades que emplear una variedad ilimitada de pigmentos”, consideraba Tamayo. Su extraordinaria paleta, hasta ahora inigualada, vibra al ritmo de la composición, se integra a la estructura del cuadro como un sedimento orgánico y proyecta una gran intensidad emocional.Del estilo de Tamayo no sólo harán escuela el deslumbrante colorido vuelto expresión y urdimbre del cuadro, sino también el óleo delicadamente texturizado con arena, la magistral síntesis plástica, el aliento lírico aunado al acabado impecable de la factura y, sobre todo, aquella libertad irreductible que reivindica en el lienzo y en el ejercicio de su profesión. Será un modelo independiente a seguir para la joven generación de la llamada Ruptura (Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Lilia Carrillo, Rodolfo Nieto, Vicente Rojo, Francisco Toledo), quienes lo reconocen como un precursor de sus propias batallas y experimentos con la abstracción.

MARCO TEÓRICO

La situación sociopolítica en la que se encontraba el mundo al entrar el siglo XX tuvo un gran efecto en los caminos que tomaría el arte. Tanto en Europa como en Estados Unidos se notaba una fuerte inclinación por el abandono de los conceptos que se tenían como clásicos. Para 1910 ya se podían notar nuevas tendencias en la creación artísticas tales como el fauvismo, el expresionismo, el futurismo, el dadaísmo el cubismo, entre otras. A esta serie de movimientos se les denominó como vanguardias por sus nuevas y frescas propuestas en cuanto a la manifestación del arte. Aunque algunas de ellas son conocidas y diferenciadas por los lugares específicos en los que se formaron, las nuevas tendencias de intercambio internacional provocaron que pronto se extendiera su influencia a otras naciones.

Los problemas políticos que se vivieron en Europa durante la primera mitad del siglo XX (Primera y Segunda Guerra Mundial) no tuvieron una conexión tan grande con el contexto mexicano, pero eso no implicó que en el país se vivieran situaciones similares que marcaron a la nación y sus habitantes. Con la entrada de la Revolución en 1910, el panorama social de México se ve afectado por diversos cambios que repercuten en otras áreas, una de ellas son las artes. Este suceso sociopolítico tiene tal efecto que permite a la pintura desarrollarse de manera un poco alejada a otras realidades. Grandes figuras que marcaron el panorama artístico y cultural de México comienzan a formarse durante estos años, sin embargo la Academia Nacional de Bellas Artes se caracterizaba en aquellos años por su conservadurismo y hermetismo respecto a las situaciones del exterior.

A partir de las visitas al extranjero, los nuevos estudiantes comienzan a interactuar con la oleada de vanguardias que se está formando en Europa y Estados Unidos. La nueva década trae una tranquilidad que permite explorar la identidad mexicana a través del arte de tal manera que comienza a quedar al servicio del pueblo. El muralismo se estableció como un movimiento carácter nacional impulsado por la intervención del gobierno. Grandes artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros plasmaron importantes obras en edificios públicos con la intención de mantener un registro histórico del país y generar un sentido de unión y comunidad entre los ciudadanos.

LA PINTURA MEXICANA MODERNA: UN VISTAZO AL PANORAMA ARTÍSTICO DEL SIGLO XX

Mientras que algunos artistas se enfocaban en el adoctrinamiento del pueblo a través del arte, reivindicar los logros de la Revolución y manifestar su inclinación política, otro grupo de pintores se comenzaba a formar. Alrededor de los años cuarenta y cincuenta, el denominado Movimiento de Ruptura o Generación de la Ruptura se formaba con la intención de oponerse artísticamente a lo establecido por la Escuela Mexicana de Pintura. Es en este grupo en el que constantemente se incluye a Rufino Tamayo por las semejanzas que hay entre su obra y la de sus congéneres, específicamente respecto a la temática. El principal interés de la Generación de la Ruptura era a alejarse de las intenciones políticas y didácticas del arte como principal interés, recuperar la innovación plástica era primordial para estos nuevos artistas quienes subordinaban el tema de sus obras a sus cualidades formales. En Rufino Tamayo se puede notar esta recuperación del lienzo, el interés en lo que se forma al experimentar con la composición, al darle libertad al color y a la figura así como su compromiso con dejar que el arte se pueda solventar por sí mismo.

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VIDA Y OBRA DE RUFINO TAMAYO

Rufino Tamayo nació el 26 de agosto de 1899, en Oaxaca, México. Huérfano a los 11 años, se traslada a la Ciudad de México para vivir con su tía quien lo orienta para estudiar comercio. Comenzó a tomar clases de dibujo en 1915, ingresando a la Academia de Bellas Artes de San Carlos, que abandona por su temperamento rebelde, que lo llevó a estudiar modelos del arte popular mexicano. En 1921 consiguió la titularidad del Departamento de Dibujo Etnográfico en el Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México, donde su labor incluía dibujar objetos precolombinos de la colección del museo. Este hecho como mencionan algunos críticos, fue decisivo en su toma de conciencia de las fuentes del arte mexicano. Tamayo integra las formas y los tonos de la cerámica precolombina en sus primeras naturalezas muertas y retratos de hombres y mujeres mexicanos.

La primera exhibición en la que se presenta el trabajo de Tamayo en los Estados Unidos fue llevada a cabo en la Weyhe Gallery en Nueva York en el año de 1926. Debido al éxito conseguido por este evento, es invitado a exponer en el Art Center de Nueva York posteriormente.

En 1928 ejerció como profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y en 1932, fue nombrado director del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública. En 1936 el artista se traslada a Nueva York, y durante los años treinta y cuarenta la Valentine Gallery le dedica diversas exposiciones. Impartió clases por nueve años, a partir de 1938, en la Dalton School en Nueva York. Permaneció en Nueva York por casi veinte años, lo cual fue decisivo para el proceso artístico del pintor.

Fue allí donde dio por concluido su periodo formativo y se fue desprendiendo del interés por el arte europeo para iniciar una trayectoria artística marcada por la originalidad y por una exploración absolutamente personal del universo pictórico. También es donde define su lenguaje plástico, con un rigor estético, apoyándose en formas de la cultura prehispánica. La primera comisión de sus numerosos murales fue dada por Conservatorio Nacional de Música en Ciudad de México en 1932.

Su éxito internacional se aprecia a principios de la década de los cincuenta cuando en la Bienal de Venecia instaló una Sala Tamayo y obtuvo el premio de la Bienal de Sao Paulo junto con el francés Alfred Mannesier. A partir de esta década comienzan a llegar encargos y se aprecia una prolífera producción artística. Realiza el primer fresco en el Palacio de Bellas Artes, en 1952. En 1953 ejecuta el mural El Hombre para el Dallas Museum of Fine Arts; posteriormente, en 1956, en Houston realiza el mural América. En 1957 lleva a cabo en la biblioteca de la Universidad de Puerto Rico el titulado Prometeo, y en 1958 el fresco para el Palacio de la UNESCO en París.

Fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Manila, la Nacional Autónoma de México, la de Berkeley, la del Sur de California y la Veracruzana, así como Caballero de la Legión de Honor de Francia.

Además, recibió el Gran Premio de Pintura de la II Bienal de Sao Paulo, fue nombrado comendador de la República Italiana, Hijo Predilecto por el gobierno de Oaxaca y el rey Juan Carlos de España le entregó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el Senado de la República hizo lo propio con la Medalla Belisario Domínguez y fue miembro honorario del Colegio Nacional, entre otras distinciones.

Se estableció en París por varios años, regresando a la Ciudad de México en 1964, donde residió de manera permanente hasta su muerte.

La primera retrospectiva de Tamayo, en 1948, fue realizada en el Instituto de Bellas Artes en Ciudad de México. Su obra ha sido presentada en exposiciones de nivel internacional tanto individuales como colectivas. En 1977 durante la Bienal de Sao Paulo, se llevó a cabo una retrospectiva, y dos años más tarde en el Guggenheim Museum en Nueva York.

Murió en Ciudad de México en Junio 24 de 1991 a la edad de 91 años.

EJES TEMÁTICOS

El primer trabajo oficial de Tamayo tuvo tal relevancia en su vida que en sus primeras piezas es posible notar la influencia y el impacto que generó en él convivir con arte prehispánico. De raíces zapotecas, Rufino Tamayo tuvo más de una línea de acercamiento a las representaciones de culturas indígenas, las cuales se manifestaron en distintas formas a lo largo de su carrera. Su contacto con otras corrientes le permitió modificar su estilo hasta encontrar aquel que reflejara la concepción del México moderno que no estaba siendo expresando por otros artistas.

Para Tamayo había un hueco en la representación de lo que era ser mexicano, él consideraba que el problema de la pintura durante este tiempo era el «mexicanismo aún no resuelto. Las interpretaciones que veía le parecían más inclinadas hacia el folclor o la arqueología, más enfocadas en el registro histórico que en conservar la esencia del mexicanismo. La combinación justa de su actualidad y los rasgos prehispánicos dieron como resultado una producción artística que no se estancó en un solo período permitiéndole convertirse en un artista emblemático.

Entre los temas que toca la obra de Tamayo se encuentra la antigua cosmovisión indígena, representaciones del universo, alusiones a la cultura popular mexicana – fiestas patronales, bailes, etc. – elementos de la naturaleza y una serie de seres híbridos cuya constante es la figura humana. Algunas de sus piezas que muestran una inclinación más clara hacia estos puntos son Homenaje a la raza india (1952), Músicas dormidas (1950), Mujeres cantando (1940), Mujer india (1942), Dos personajes atacados por perros (1983), Retrato de Dubuffet (1972), entre otras.

La representación del cosmos también forma parte de esta brecha que quería disminuir entre las concepciones prehispánicas y lo que la modernidad estaba descubriendo sobre el universo. Durante su vida, el artista presenció diversos eventos celestes que pudieron haber renovado o creado un interés por estos temas. El estilo de Tamayo, una conjunción entre su herencia mexicana y las vanguardias europeas, le permitió explorar y trabajar la imagen del cosmos desde un punto muy completo.

LO PREHISPÁNICO: INFLUENCIA PARA UNA REPRESENTACIÓN MODERNA DE LO MEXICANO

En Terror Cósmico, 1954 se aprecia un personaje cuyos trazos remiten a otros artistas, como los futuristas con pinceladas que trasmiten movimiento o las obras de Cézanne y Picasso remitiendo al cubismo. Además de la figura protagónica, se puede apreciar en el cuadro la presencia de una constelación y una luna que muestra la dualidad entre la luz y la penumbra, situación que puede relacionarse con el contexto de la sociedad durante el tiempo en que fue pintada esta pieza. La obra toca un punto importante sobre los avances tecnológicos y hace conciencia sobre el temor a que estos sobrepasen a la humanidad. El día y la noche, 1954 presenta otra perspectiva sobre el universo y su relación con el hombre. Dividida en dos, la obra muestra por una parte a la Pirámide de la Luna en un ambiente nocturno, mientras que por la otra se encuentra su contraparte, el Sol.

La relación con el cosmos se presenta compleja: se le tiene un respeto que se ha transmitido por generaciones pero que puede caer en miedo al pensar en lo inmenso que es comparado con el hombre y su intento de conocerlo a través de los avances tecnológicos.

Tamayo fue un artista que exploró la modernidad desde un punto de vista abierto a nuevas interpretaciones. A diferencia de otros artistas con los que compartió años de producción, él estaba enfocado en retratar un México que permaneciera, quería conseguir su esencia y mostrarla al mundo. Entrar y convivir con lo modernidad a partir de sus raíces era la manera en que este artista expuso y representó a su país durante todos esos años de cambios que le tocó presenciar.

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EL COLOR COMO HERRAMIENTA

Rufino Tamayo era un artista del color. Sus preocupaciones estéticas lo llevaron a experimentar con éste de tal manera que se convirtió en un elemento destacado de sus obras. Fuertemente influenciado por la estética de lo tradicionalmente mexicano, sus colores se inspiran en aquellos que se pueden encontrar en piezas prehispánicas:

El color de Tamayo sale de esta rica veta, lo prehispánico y lo popular, pero el mestizaje se da además cuando al trabajar los colores con estas raíces, lo plasma con y a través de óleo, un pigmento y una materia eminentemente occidentales. Por tanto el mestizaje del color de Tamayo es doble, desde lo estrictamente cromático, hasta lo matérico y desde lo estético. (Granda Paz, 2001, 30)

Tamayo, más que solamente dar un lugar a lo prehispánico e indígena, toma su herencia mexicana y logra integrarla al resto del mundo y viceversa: «Ser mexicano, nutrirme en la tradición de mi tierra, pero al mismo tiempo recibir del mundo y dar al mundo cuanto pueda: éste es mi credo de mexicano internacional ». Sin importar el medio ni la técnica empleada, Tamayo logra transmitir la esencia cálida de esta nación o exponer y expresar la situación de la condición humana con la paleta de color precisa. A través de su obra, se manifestó como el primer artista de México que se dedica de manera inequívoca a los principios del modernismo, sus temas siempre se encontrar en segundo plano respecto a su técnica.

El artista realizó piezas en las que la selección de color y de las formas dan oportunidad al espectador de sumergirse en una actividad de admiración y cuestionamiento frente a lo que se está viendo. Su obra logró abarcar diferentes tonos para poder explorar aquello con lo que identificaba distintos períodos de tiempo y estados del hombre. El juego constante con el color le permitió hablar sobre la condición en la que él encontraba a la humanidad, las emociones y los efectos que los eventos del siglo habían tenido sobre todos. El color le permitía liberar todo esto en sus pinturas.

Músicas dormidas, 1950 es una pieza que conjuga una interesante selección de color por el rescate que hace de aquellos usados originalmente en la pirámide de Tenayuca. El negro, el azul y el ocre dominan la composición de la obra con los que se genera una relación muy similar a aquella entre el sol y las penumbras. Hay un antagonismo que se puede notar en la selección de la paleta y que es clave para poder apreciar el contenido temático que Tamayo quiere proveer.

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Una gran cantidad de obras de Tamayo están basadas en el registro de la figura humana. Desde sus primeras obras influidas por su trabajo en Departamento de Dibujo Etnográfico en el Museo Nacional de Antropología, pasando por los retratos hechos de y para Olga hasta llegar a sus últimos trabajos que se acercan más a la representación abstracta.

Lejos de mantenerse en un estereotipo de lo indígena, Tamayo busca encontrar un punto en común a través de sus orígenes: «[…] no son las características que mi nacionalidad me ha impuesto lo verdaderamente importante en mi ser […] Lo fundamental es que soy un hombre igual a los otros hombres, dotado, igual que ellos, con las mismas aspiraciones y preocupaciones». (Sáinz, 2000, p. 5) Tamayo buscaba reunir estas experiencias que parecen ser y se viven de manera local y a partir de eso conectar con aquellos que se entienden lejanos a las situaciones del país. Es en esto donde comienza a empatar con la visión del grupo de escritores llamado los Contemporáneos, quienes buscan alejarse de la corriente adoctrinadora y regida por el gobierno para explorar nuevos métodos y temas que pudieran considerarse universales pero partiendo desde lo individual. La experiencia estética es reconsiderada como punto clave para la expresión artística, el contenido es relevante pero siempre que éste esté sujeto a la forma y la técnica.

El cuerpo y la interpretación de la figura humana resulto ser una manera para explorar estas cuestiones. La presencia de una figura humana o humanoide en las obra de Tamayo es constante y se pueden apreciar los cambios realizados a su manera de manifestar el tema. La obra del pintor habla de un aprecio al hombre como ser cambiante y de una exploración a lo que hace a éste ser este ser misteriosos y complejo. Esta temática se repite a tal manera que se puede afirmar que “Tamayo es un pintor de figuras humanas. Nadie habla ya aquí de sexo, belleza, de verosimilitud, en su pintura los monstruos pueden ser buenos y hasta simpáticos”. (Damián Bayón citado en Almazán-Hernández, 56).

El constante intercambio cultural y la interacción con otras obras y con otras corrientes permitieron a Tamayo enriquecer su obra a través de nuevos puntos de vista. El estilo que había adquirido como dibujante en

EL ARQUETIPO DEL HOMBRE: DE LO LOCAL A LO UNIVERSAL

su primer trabajo quedo en el pasado y la representación de las formas de una manera menos imperó en su obra como reflejo de una influencia externa. Al observar algunas piezas más nuevas se pueden notar este alejamiento en la falta de detalles en las representación humanas, se entiende que son estos pero no se puede establecer quiénes o cómo son estas figuras permitiendo a cualquier identificarse con el tema y las cuestiones que aborde la pintura.

Si se observan las obras de Tamayo es posible notar estos cambios. Al ver obras como El atleta, 1930 o Pareja, 1929 se puede notar la definición de los trazos, los detalles (a diferentes niveles) en los rostros de las personas en la pintura. Se puede saber algo más sobre ellos que lo que dice el título de la pintura: se aprecia su vestimenta, así como su color de piel y de ojos y se puede quizá interpretar físicamente quiénes son. Por otra parte, Tamayo, en la evolución de su estilo, abordó este tema desde una perspectiva más fragmentada. Desde obras como Olga, retrato dinámico, 1958 pasando por piezas como Hombre en la puerta, 1962 y llegando a Hombre, 1971, la figura del hombre va desapareciendo como tal, la definición de características naturales desaparece y da paso a una apreciación de la esencia abstracta del hombre.

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ANEXOS

OBRAS CLAVE

Homenaje a la raza india, 1952El mural transportable –formado por 4 paneles de masonite de 250 x 200 cm cada uno– fue un encargo de Fernando Gamboa para presentarlo en la exposición Arte mexicano: de la época prehispánica a nuestros días, durante 1953 en el Musée d’Art Moderne de París, la Liljevashe Kunst-Hall de Estocolmo y la Tate Gallery de Londres. De esta obra destaca la figura matriarcal, quien podría ser Olga Tamayo, en íntimo diálogo con la naturaleza.

Músicas dormidas, 1950 Esta pintura sugiere el rescate de los colores originales de la pirámide de Tenayuca: azul y negro, negro y ocre, dependiendo de la orientación y los puntos cardinales. El ocre como una especie de plancha de aplicación de los tonos aparentes; fijador de la composición cromática y, tal vez, homenaje silencioso al astro rey que, de acuerdo con los acolhuas, exigía cada 52 años un nivel adicional para su recinto religioso, pues sólo de esta manera las tinieblas serían sometidas, garantizándose un siglo más de luz.

El líder, 1973En esta pieza se observa a un personaje político que ladra mientras, a sus pies, es aplaudido por una multitud de conejos, que evocan al pueblo, cuyas manos hacen la señal de la victoria.

Hombre del sombrero rojo, 1963El artista mezcla el pasado precolombino con la modernidad, apenas es reconocible la figura humana, situada en un espacio de rojos luminosos.

Boceto para Perro ladrándole a la luna, 1942Este boceto fue realizado en los años en los que Rufino Tamayo se encontraba en Nueva York, en la época en que Estados Unidos estaba de lleno dentro de la Segunda Guerra Mundial. Está inspirado no solo en

los eventos del momento sino también en las esculturas de perritos de terracota de la cultura precolombina, que se colocaban en las tumbas. En la cultura maya y azteca los perros eran considerados guías después de la muerte, y sus figuras acompañaban los entierros de las clases superiores.

El rockanrolero, 1989El rockanrolero, inmortaliza de manera icónica al cantante Michael Jackson. Juan Carlos Pereda, especialista en Rufino Tamayo, explica que esta obra la pintó a los 91 años, pero que se podría pensar que fue realizada por un artista joven en la plenitud de sus días, por la vitalidad, fuerza y expresión que presenta. Se trata de un retrato icónico del cantante, a quien Tamayo inmortalizó haciendo el paso de baile característico de él. A pesar de esto, no se tiene confirmación explicita en la que Tamayo haya confirmado que se trataba de Michael Jackson.

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Retratos de Olga (varios) En 1934, año en que Tamayo contrae matrimonio con Olga Flores Zárate, pinta el óleo Rufino y Olga. Se trata de un doble retrato de dos individualidades bien definidas y que aparecen desencontradas; ella está inmersa en sus propios pensamientos, mientras que de él sólo se ve un perfil dibujado en la pared, como si Olga todavía no pudiera pensar a su pareja en toda su corporeidad.

Al cumplir el primer aniversario del matrimonio, Tamayo pintó en 1935 Retrato de Olga; a pesar de la situación festiva, la obra no se presenta de esta manera; el rostro severo y melancólico de la mujer sentada pareciera expresar una cierta desazón. En 1948, el historiador y crítico de arte Justino Fernández vio este óleo y consideró que en él se encontraban todas las cualidades del artista: “morados, ocres y sepias se combinan con gran mesura en la sencillez de las formas, finamente construidas y sugeridas en parte por las económicas líneas e importantemente por el color, cuyos tonos crean una atmósfera espiritual adecuada a la actitud y a la expresión del modelo; refrenada sensualidad y equilibrado intelectualismo”.

Olga es un óleo, 1941 es una obra en la que se le ve sentada en una silla azul, rojo rebozo cruzado, larga falda rosa y moño en la cabeza para sujetar la trenza. La pintura fue compuesta cuando el ánimo de Tamayo pasaba de la desazón al sobresalto debido a los episodios que produjeron el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

En Olga, retrato dinámico, óleo de 1958, ella se ve desdoblada en la esquizofrénica actividad de atender varios teléfonos simultáneamente.Este retrato de Olga, en el cual Tamayo se aleja de la paleta de colores que acostumbraba, es sintomático de una cierta destemplanza en la que el artista aprovecha un episodio cotidiano para descargar disgustos que seguramente tenían otro origen. Al ser un hombre singularmente introvertido, una predisposición constante a la comunicación telefónica no podía dejar de provocar en Tamayo una reacción que osciló entre el humor y el sarcasmo, como lo demuestra esa imagen perturbadora de un ser alienado por los aparatos de comunicación

Para celebrar el trigésimo aniversario del matrimonio Tamayo pintó el monumental Retrato de Olga, 1964. De los muchos retratos que le hizo éste es seguramente el más majestuoso El manto que la cubre, y que le da al conjunto una apariencia bizantina, está inspirado en la

vestimenta de unos monjes de la India que Tamayo había observado con admiración en un largo recorrido por ese país. El rostro pensativo como las manos cruzadas suavemente sobre el regazo revelan una solemne serenidad. Una fuga de rojos se inicia en el trozo de blusa que aparece bajo el manto, continúa en la grácil tajada de sandía y culmina en la pared del fondo, aunque no se expande porque el pintor le ha construido un encajonamiento arquitectónico en ocres y franjas rojiza y verde que acentúan la verticalidad.

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DATOS BIOGRÁFICOS

•1899 Nace el 25 de agosto en Oaxaca, Oaxaca. Fue bautizado al día siguiente y erróneamente la fecha de nacimiento que registra su padre es la del 26 de agosto

• 1917 Ingresa a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA/antigua Academia San Carlos).

• 1920 Abandona la ENBA para buscar su propio lenguaje plástico.

• 1921 – 1925 Se desempeña como dibujante en el Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía.

• 1926 El 10 de abril inaugura su primera exposición individual en México, el catálogo de ésta incluye textos de Xavier Villaurrutia. En octubre del mismo año exhibe 39 piezas en la Weyhe Gallery en Nueva York.

• 1927 Realiza su segunda exhibición individual en The Art Centerde Nueva York.

• 1928 Regresa a México a causa de fuertes dolores estomacales que en ocasiones no le permitían hacer nada.

• 1929 Es expulsado del Sindicato de Pintores y Escultores tras negarse a pintar un mural en el edificio de la Casa del Pueblo. El 29 de octubre inaugura una muestra individual en la Galería de Arte Moderno, la primera galería oficial de México.

• 1931 Regresa a Nueva York y realiza una muestra individual en The John Levy Galleries.

• 1932 Asciende al puesto de jefe de sección A, adscrito a la sección de Artes Plásticas del Departamento de Bellas Artes, y se desempeña como profesor de dibujo en escuelas secundarias.

• 1933 Pinta su primer mural comisionado por el gobierno; el fresco El canto y la música se realiza en la Escuela Nacional de Música.

• 1934 Contrae matrimonio con Olga Flores Zárate el 3 de febrero.

• 1937 Exhibe en la Julien Levy Gallery, 31 piezas entre óleos, gouaches y dibujos

• 1938 Realiza el mural Revolución en el Museo de Antropología de la Ciudad de México.

• 1940 Participa en la exposición Twenty Centuries of Mexican Art organizada por el MoMA.

• 1945 Junto con el Dr. Atl, Castellanos, Soriano y Chávez Morado, Tamayo participa en la exposición Mexican Art Today, presentada por el Museum of Philadelphia.

• 1946 A principios del otoño, imparte el curso Tamayo’s Workshop en el Brooklyn Museum of Art.

• 1948 El 23 de junio, en la sala mayor del Palacio de Bellas Artes se inaugura la retrospectiva Rufino Tamayo: 20 años de su labor pictórica; se exhiben 82 obras.

• 1950 Representa a México en la XXV Bienal de Venecia junto con Rivera, Siqueiros y Orozco.

• 1957 El gobierno francés lo condecora Caballero de la Legión de Honor.

• 1959 Diseña la escenografía y el vestuario de Antigone, ballet presentado en la Royal Opera House de Londres.

• 1961 Es elegido miembro de la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos.

• 1964 Recibe el Premio Nacional de Arte en la categoría de pintura.

• 1968 El gobierno de Phoenix, Arizona, declara marzo de este año como el Mes de Tamayo, en las actividades se incluye una exposición retrospectiva organizada por el Phoenix Art Museum.

• 1970 El 17 de marzo, el embajador de Francia en México le entrega la condecoración de la Legión de Honor.

• 1971 En septiembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recibe de manera oficial el mural al óleo y acrílico sobre tela Fraternidad (1968), donado por el gobierno mexicano. Es nombrado Comendador de la Orden del Mérito de la República Italiana.

• 1974 El 29 de enero, en Oaxaca, se inaugura el Museo de Arte Prehispánico de México Rufino Tamayo.

• 1978 El 23 de enero, en Monterrey, Nuevo León, inauguró una exposición individual que incluyó 31 cuadros de caballete y el mural en acrílico sobre tela Eclipse total (1977), patrocinado por el Grupo Industrial Alfa.

• 1980 Realiza dos esculturas públicas: Homenaje al sol (Monterrey, Nuevo León) y Germen (Centro Cultural Universitario de la UNAM, en el DF).

• 1981 El 29 de mayo se inaugura el Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo (hoy conocido como Museo Tamayo Arte Contemporáneo).

• 1982 Diseña el vitral El Universo, magnífica obra mural hecha con vidrio alemán, realizada en México por maestros holandeses del Taller Van Tetterode, de Ámsterdam. En 1988, el vitral fue colocado en una capilla que se construyó específicamente para la pieza dentro de las instalaciones del Centro Cultural Alfa, en Monterrey.

• 1985 El rey Juan Carlos de España le otorga la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes. Es nombrado miembro de la Royal Academy de Londres.

• 1987 El 13 de agosto se constituye una comisión nacional para celebrar los 70 años de labor creativa de Tamayo. Recibe la condecoración Commandeur des Arts et Lettres que le otorga el gobierno francés. Luis Cardoza y Aragón escribe el poema «Tamayo».

• 1991 Sufre un infarto agudo y fallece el 24 de junio en la Ciudad de México.

OTROS DATOS RELEVANTES FUENTES CONSULTADAS

• Tamayo pintó más de mil 300 óleos, entre los que se encuentran los 20 retratos de su esposa Olga, con quien estuvo casado durante 57 años.

• Realizó 465 obras gráficas, como litografías y mixografías, 350 dibujos, 20 murales, así como un vitral.

• Sus murales se encuentran lo mismo en el Palacio de Bellas Artes, el Museo Nacional de Antropología y el Conservatorio Nacional de Música en México, que en el Dallas Museum of Fine Arts, la Biblioteca de la Universidad de Puerto Rico y en la sede de la UNESCO, en París.

• Creó, junto con Lea Remba, la mixografía, una técnica gráfica que consta de una impresión sobre papel a la que se le añade profundidad y textura. Una de sus mixografías más famosas es “Dos personajes atacados por perros”.

• “Si te gusta pintar, pinta todos los días y si puedes ocho horas diarias”, era el consejo que ofrecía a los jóvenes que iniciaban en el mundo del arte.

• Sus obras forman parte de colecciones de carácter internacional como: Museo de Arte Moderno en Ciudad de México; Museo Tamayo en Ciudad de México; MOMA en Nueva York; Guggenheim de Nueva York; la Philips Collection, en Washington, por mencionar algunos.

Almazán-Hernández, E. (2015). Un acercamiento al arte de Rufino Tamayo (1924-1967). Tlamatini. Recuperado de http://humanidades.uaemex.mx/tlamatini/wp-content/uploads/sites/7/2017/03/tamayo.pdf

Avila Jimenez, N.L. (2002). La proyección de la astronomía y la era espacial en la obra de Rufino Tamayo (1946-1989). Recuperado de http://ru.ameyalli.dgdc.unam.mx/123456789/1017

Granda Paz, O. (2001) El color mestizo de Tamayo. Revista Estudios Latinoamericanos. (8 -9). Recuperado de http://revistas.udenar.edu.co/index.php/rceilat/article/view/3246/0

Madrigal, E. (2012). Tamayo y los Contemporáneos. El discurso de lo clásico y lo universal. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. Recuperado de http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2008.92.2263

Sáinz, L. I. (2000). Los rasgos plásticos de Rufino Tamayo. Casa del tiempo. Recuperado de http://www.uam.mx/difusion/revista/dic99/sainz.html

Tibol, R. (1994). Olga en la obra de Rufino Tamayo. Revista Proceso. Recuperado de http://www.proceso.com.mx/164424/olga-en-la-obra-de-rufino-tamayo

Villaurrutia, X. (1934). Un cuadro de la pintura mexicana actual. New Mexico Quarterly. Recuperado de http://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1332&context=nmq

Zuckaer, I. (2009). Cronología Rufino Tamayo. Recuperado de http://www.rufinotamayo.org.mx/wp/tamayo/semblanza-y-cronologia/