Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

6
RUTA LIBERTARIA 18 de juliol de 2015 12.00h Plaça Jean Genet (Escola Oficial idiomes) Barcelona 7 Barricada Brecha de Sant Pau Sábado, 18 de julio. Los resistentes iban a por todas. Esperaban a las tropas franquistas “Caballería de Montesa” que habían salido a las 5 de la mañana del cuartel de la calle Tarragona. El plan de éstas era apoderarse de Montjuïc, Poble Sec y el Raval; enlazar con las tropas del cuartel de Drassanes y tomar Capitanía al final de las Ramblas. Se dividieron en dos columnas, una bajaría desde la plaza de España por el Paral·lel y la otra lo haría por la Ronda de Sant Pau. En la plaza de España los esperaban los primeros anarquistas; sin ningún escrúpulo los nacionales destruyen a cañonazos la primera barricada que se había levantado allí: 20 muertos. No obstante, se sigue luchando y retrasando el avance insurrecto. En aquellos momentos –5.15 de la mañana– Radio Barcelona anuncia el inicio de la tragedia: “Ciudadanos, ha llegado el momento que tanto temíamos: El ejército ha trai- cionado su palabra y su honor, y se ha lanzado a la calle para combar a la República (...) Que cada ciudadano cumpla con su deber (...)”. El mensaje ene su eco en las po- tentes sirenas que de inmediato alertan desde los barcos y las grandes fábricas. Durante la noche, vecinos y vecinas del Poble Sec y del Raval habían construido una de las barricadas más grandes de la ciudad en la Bretxa de Sant Pau (confluencia del Paral·lel con la Ronda de Sant Pau). Cuando se acercan los soldados de Montesa, cae sobre ellos una lluvia de balas; los soldados esperan refuerzos y ocupan balcones, ulizando a mujeres y niños como escudos humanos. Inician el asalto la barricada; muchos compañeros muertos. Son las 10.30h de la mañana. Los milicianos se reorganizan en el Poble Sec y el Raval. Entre los que había en la c. Sant Pau se encuentra Francisco Ascaso, quién toma la dirección del contraataque. Otro grupo lo hace en el local del Sindicato de la Madera de la CNT, en la c. Roser. Desde las calles S. Pau, Roser, Tàpies, Salvà y desde muchas azoteas empiezan las des- cargas para recuperar la barricada; su objevo es destruir las ametralladoras. Una tras otra son silenciadas; entonces los trabajadores, todos a la vez y por los cuatro costados asaltan el forn y los que lo habían ocupado se rinden. El cronista de los traidores, deja escrito: “Así, entre las once y las doce de la mañana, las tropas de Montesa y Za- padores fueron materialmente desbordadas por los grupos armados, y se puede decir que fueron aniquiladasTERESA CLARAMUNT Siento amor sin límites, y la infame sociedad actual pone ante mi noble deseo una valla. Anhelo el gozo, y sólo dolor me rodea. Deseo la vida, y la muerte con su faz fría se presenta a mi vista. Lo bello, lo grande me fascina, y por do- quier veo fealdades, pequeñeces y miseria. Amo el trabajo por ser fuente de vida, y los que trabajamos nos roe la anemia, las escaseces nos agobian, el hospital es nuestra recompensa. Creo posible una sociedad más justa, más be- lla, más humana, que hemos dado por llamar la sociedad anarquista, ácrata ó libertaria; y aunque todos los hombres que se titulan anarquistas cometiesen mil crímenes á diario, continuaría yo llamándome tal con noble orgullo, aun ante un tribunal a lo Marzo, muriendo convencida de la pureza del ideal, con- vencida á la vez que los crímenes perpetrados son resultado de la sociedad ac- tual, porque todos somos hijos del ambiente que nos rodea, y en una sociedad tan corruptora, todo crimen tiene clara explicación y hasta su justificación. Fragment de l’article publicat al Suplement de la Revista Blanca, núm. 56 (9 de juny de 1900) A LAS BARRICADAS (Llum) Negras tormentas agitan los aires nubes oscuras nos impiden ver, aunque nos espere el dolor y la muerte, contra el enemigo nos llama el deber. El bien más preciado es la libertad hay que defenderla con fe y valor, alza la bandera revolucionaria que llevará al pueblo a la emancipación, alza la bandera revolucionaria que llevará al pueblo a la emancipación. En pie pueblo obrero, a la batalla hay que derrocar a la reacción. ¡A las barricadas, a las barricadas, por el triunfo de la Confederación! ¡A las barricadas, a las barricadas, por el triunfo de la Confederación!

description

Ruta libertaria por las calles del Raval (2015) Informació - castellà Festes alter-Natives del Raval 16-19 juliol 2015

Transcript of Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

Page 1: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

RUTA LIBERTARIA

18 de juliol de 2015

12.00h

Plaça Jean Genet

(Escola Oficial idiomes)

Barcelona

7 Barricada Brecha de Sant Pau Sábado, 18 de julio. Los resistentes iban a por todas. Esperaban a las tropas franquistas “Caballería de Montesa” que habían salido a las 5 de la mañana del cuartel de la calle Tarragona. El plan de éstas era apoderarse de Montjuïc,

Poble Sec y el Raval; enlazar con las tropas del cuartel de Drassanes y tomar Capitanía al final de las Ramblas. Se dividieron en dos columnas, una bajaría desde la plaza de España por el Paral·lel y la otra lo haría por la Ronda de Sant Pau. En la plaza de España los esperaban los primeros anarquistas; sin ningún escrúpulo los nacionales destruyen a cañonazos la primera barricada que se había levantado allí: 20 muertos. No obstante, se sigue luchando y retrasando el avance insurrecto. En aquellos momentos –5.15 de la mañana– Radio Barcelona anuncia el inicio de la tragedia: “Ciudadanos, ha llegado el momento que tanto temíamos: El ejército ha trai-cionado su palabra y su honor, y se ha lanzado a la calle para combatir a la República (...) Que cada ciudadano cumpla con su deber (...)”. El mensaje tiene su eco en las po-tentes sirenas que de inmediato alertan desde los barcos y las grandes fábricas. Durante la noche, vecinos y vecinas del Poble Sec y del Raval habían construido una de las barricadas más grandes de la ciudad en la Bretxa de Sant Pau (confluencia del Paral·lel con la Ronda de Sant Pau). Cuando se acercan los soldados de Montesa, cae sobre ellos una lluvia de balas; los soldados esperan refuerzos y ocupan balcones, utilizando a mujeres y niños como escudos humanos. Inician el asalto la barricada; muchos compañeros muertos. Son las 10.30h de la mañana. Los milicianos se reorganizan en el Poble Sec y el Raval. Entre los que había en la c. Sant Pau se encuentra Francisco Ascaso, quién toma la dirección del contraataque. Otro grupo lo hace en el local del Sindicato de la Madera de la CNT, en la c. Roser. Desde las calles S. Pau, Roser, Tàpies, Salvà y desde muchas azoteas empiezan las des-cargas para recuperar la barricada; su objetivo es destruir las ametralladoras. Una tras otra son silenciadas; entonces los trabajadores, todos a la vez y por los cuatro costados asaltan el fortín y los que lo habían ocupado se rinden. El cronista de los traidores, deja escrito: “Así, entre las once y las doce de la mañana, las tropas de Montesa y Za-padores fueron materialmente desbordadas por los grupos armados, y se puede decir que fueron aniquiladas”

TERESA CLARAMUNT

Siento amor sin límites, y la infame sociedad actual pone ante mi noble deseo una valla. Anhelo el gozo, y sólo dolor me rodea. Deseo la vida, y la muerte con su faz fría se presenta a mi vista. Lo bello, lo grande me fascina, y por do-quier veo fealdades, pequeñeces y miseria. Amo el trabajo por ser fuente de vida, y los que trabajamos nos roe la anemia, las escaseces nos agobian, el hospital es nuestra recompensa. Creo posible una sociedad más justa, más be-lla, más humana, que hemos dado por llamar la sociedad anarquista, ácrata ó libertaria; y aunque todos los hombres que se titulan anarquistas cometiesen mil crímenes á diario, continuaría yo llamándome tal con noble orgullo, aun ante un tribunal a lo Marzo, muriendo convencida de la pureza del ideal, con-vencida á la vez que los crímenes perpetrados son resultado de la sociedad ac-tual, porque todos somos hijos del ambiente que nos rodea, y en una sociedad tan corruptora, todo crimen tiene clara explicación y hasta su justificación.

Fragment de l’article publicat al Suplement de la Revista Blanca, núm. 56 (9 de juny de 1900)

A LAS BARRICADAS (Llum)

Negras tormentas agitan los aires nubes oscuras nos impiden ver,

aunque nos espere el dolor y la muerte, contra el enemigo nos llama el deber.

El bien más preciado es la libertad hay que defenderla con fe y valor,

alza la bandera revolucionaria que llevará al pueblo a la emancipación,

alza la bandera revolucionaria que llevará al pueblo a la emancipación.

En pie pueblo obrero, a la batalla hay que derrocar a la reacción.

¡A las barricadas, a las barricadas, por el triunfo de la Confederación! ¡A las barricadas, a las barricadas, por el triunfo de la Confederación!

Page 2: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

2 De la Galera de la calle de les Egipcíaques a la de la Plaza Sal-

vador Seguí

La cárcel más antigua de mujeres que conocemos, llamada “La Galera”, estaba situada en la c. de las Egipcíaques. En 1794, “aquest any, una nit de juliol, les

recluses, que fins aleshores romanien a un casalot del carrer de les Egipcíaques, foren traslladades a la nova presó, bastida a la cantonada de St. Pau i Robador. Les 168 reclu-ses passaren d’una presó a l’altra enmig del secret més gran: les botigues i les cases eren tancades a pany i clau i s’advertí que si algú era sorprès tafanejant el pas d’aquelles do-nes, seria multat”. (Nueva Crónica. de Barcelona, nº 73, p. 864). En 1800 se instala en la nueva Galera una fábrica de hilados en la que tendrían que trabajar las reclusas. ¿Qué se comía en aquellos siniestros lugares? El Reglamento de la Real Casa Galera del año 1803, se dice que cada reclusa recibirá al día medio pan de munición [el mismo que comía la tropa], cuatro onzas de arroz [133 g], una de tocino [33 g], para comida y cena con la verdura del tiempo; al medio día un guisado con los livianos [acompañamiento ligero] que abonará la Administración de carnes. Menos mal que añade que en las seis grandes solemnidades del año, se les dará, además, un principio de carnero. En 1807 se

1 Carrer de l’Est, 20. Ejecución del verdugo de Barcelona

El 9 de febrero de 1935 moría de tres disparos en a la bodega “Montferry” de la calle de Tubau 19 Federico Muñoz Contreras, verdugo de Barcelona. Al fun-cionario lo mataron militantes anarquistas como represalia por la ejecución, dos meses antes (21 diciembre 1934) del anarquista Andrés Aranda Ortiz, con-

denado por el atraco a la Sastrería Maleras de la c. Hospital, 18. Aranda, de las Juventu-des Libertarias, fue ejecutado por el verdugo Muñoz en la cárcel Modelo. José González Carrera, conocido como «El Camarero», domiciliado en la calle de l’Est, 20, del Raval, y Genís Urrea Piñol fueron acusados del asesinato del verdugo. Federico Muñoz Contreras, ejercía como verdugo desde 1924, cuando pasó a sustituir a Rogelio Pérez Vicario, el cual también había sido ejecutado por anarquistas el mismo año. El 14 de marzo de 1952, Genís Urrea Piñol, del grupo de afinidad Los anónimos, fue fusi-lado en el Campo de la Bota, junto a cuatro de sus compañeros, dos meses antes del Congreso Eucarístico Internacional, diez y siete años después de haber dado muerte a Federico Muñoz Contreras. La pena de muerte existió en España hasta finales de 1932. Desde 1934 –Bienio Negro– se reservó para delitos terroristas. Franco la restauró en 1938, y la Constitución de 1978 la abolió (excepto el brazo militar que se la reserva para tiempos de guerra). Pena de muerte y tortura constituyen la manifestación de impotencia de los poderes, son expresión de venganza de espíritus poseídos por una enorme dosis de frustración libidinosa. Tortura y muerte están asociadas, pero ni la una ni la otra pueden matar las convicciones. La tortura no fue abolida hasta las Cortes de Cádiz, en el año 1812. Fer-nando VII la restableció, hasta 1820. Donde hay poder, hay resistencia.

La tarde de aquel lunes se formó una manifestación espontánea en las Ramblas de mu-jeres y niños a favor del ejército y en contra de la guerra. Todos los grupos políticos en un principio estaban en contra del reclutamiento y de la guerra de Marruecos. A medida sin embargo que la huelga se extendía, los principales líderes políticos se esfumaron, presos del miedo y huyendo de sus compromisos. La noche del día 26 es incendiado el Patronato Obrero de Sant Josep del Poble Nou, he-cho de signo anticlerical que inicia una nueva dimensión de la protesta. El 27 de julio, martes, no hubo prensa. Con los tranvías en las cocheras o destruidos en la calle, ningún obrero acudió al trabajo. La huelga pasó de protesta reivindicativa a revolucionaria. Empiezan a levantarse barricadas por toda la ciudad, la gente se dispone a defender lo que es suyo: sus cuerpos no van a utilizarlos otros para defender sus riquezas. Las barri-cadas, en su mayoría, eran defendidas tanto desde la calle como des de los balcones y azoteas; solo en el Raval llegaron a levantarse más de un centenar. Siguiendo el ejemplo de lo ocurrido en el Poble Nou, arden iglesias y conventos en el nuevo ensanche, también en el Raval y el Poble Sec; arde la parroquia Sant Pau de Camp, los escolapios de la Ronda de Sant Pau, las Jerónimas (Sant Antoni Abad-Ronda) y en la calle de la Cera, la licorería del carlista Antoni Tortres, acusado de trabajar para los escolapios. Por la mañana del miércoles 28, los revolucionarios asaltaron en la c.de Sa-durní 13 el reducto de los Veteranos de la libertad, (milicia de viejos combatientes que de manera voluntaria siguieron al general Prim en África en 1859) llevándose 200 viejos fusiles con los que asaltaron la comisaría de la c. Conde del Asalto (Nou de la Rambla) para sacar a los compañeros allí detenidos. La revuelta se había extendido por otras ciudades., pero el mismo miércoles empezaron a llegar tropas; se las había mentalizado de que iban a enfrentarse con una ciudad que se había levantado para separarse de España, con el fin de que no se les contagiaran las ideas antibelicistas. La fuerza de toda clase de armas, acalló –por un tiempo– una de las sublevaciones más enérgicas de nuestra ciudad. La revuelta dejó 104 muertos. Ferrer i Guardia y otros cuatro compañeros fueron fusilados.

EN LA PLAZA DE MI PUEBLO

(Desacord)

En la plaza de mi pueblo dijo el jornalero al amo "Nuestros hijos nacerán

con el puño levantado".

Esta tierra que no es mía esta tierra que es del amo

la riego con mi sudor

la trabajo con mis manos.

Pero dime, compañero, si estas tierras son del amo

¿Por qué nunca lo hemos visto

trabajando en el arado?

Con mi arado abro los surcos con mi arado escribo yo páginas sobre la tierra

de miseria y de sudor.

Page 3: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

añade que dándose el aumento [de comida] a los que se hayan distinguido en el trabajo. El reglamento de 1839 dice que los presos pobres que no tengan absolutamente medios de subsistencia serán alimentados con los fondos del establecimiento; deducimos que de alguna manera los alimentos se tenían que pa-gar. En 1850 se expresa que el preso que profi-riere blasfemias, entonare canciones deshones-tas... sufrirá por la primera vez un día de deten-ción a pan y agua, dos en la segunda y cinco con igual régimen en la tercera (...) todo aquel que blasfemase o profiriese palabras obscenas e injuriosas será inmediatamente puesto en el cepo y en caso de reincidencia se le aplicará una mordaza. En 1833 se construyó un convento situado en la actual plaza Folch i Torres; dos años des-pués, 1835, aquél fue incendiado e inmediata-mente desamortizado, destinándolo a ser, para hombres y mujeres, la cárcel de la ciudad –cárcel de Amalia– en sustitución de la que se hallaba en la muralla romana de la plaza del Ángel, que era para hombres. El 1839, se inaugura Amàlia, y entonces el edi-ficio de la Galera de Sant Pau fue convertido en Escuela pública-nacional. Emili Salut, que había asistido a ella, dice que era la escuela pública más grande de Barcelona, pero también la más triste; en 1900 todavía funcionaba bajo el car-tel de “Escuela Pública Municipal”, momento en que la burguesía construía las mejores es-cuelas privadas del país: Escolapios, Bonanova, Adoratrices... Barcelona durante el siglo XIX estuvo 70 años en estado de excepción; era una ciudad ocupa-da militarmente. De cárceles, casas “de refor-ma”, o de “misericordia”, había muchas; para la gente pobre, las posibilidades de ir a parar a alguna de ellas durante unos años, no eran pocas. También un marido podía pedir, por ejemplo, que su mujer ingresara una tempora-da para que cambiara su manera de ser, o no fuera tan habladora...

¿A qué hueles, libertad? (Lívia)

¿En cuáles tiernas cicatrices, en cuáles perfumadas gotas de sudor, en cuáles redondos callos rebeldes tengo que buscarte, dama de negro vestida? Quiero encontrarte allí, allí donde incendiaste revoluciones, donde alzaste hogueras, donde quemaste ideologías. Eres la mujer que avanza con brazo levantado y fusil cargado. Eres la que tienes falda y bigotes, polla y tetas, alas y pies. Eres la que no necesitas ni dioses, ni dueños, ni esposas, ni casas, ni maridos. Camino por los laberintos de la historia y te reconozco. Pero ahora no, ahora no puedo abrazarte. Suda la tierra y se agita el viento. ¿De qué color es la brisa? La libertad no se ve, alguna veces se siente, y, quizás, al atardecer de la vida, se huele.

6 La Semana Trágica al Raval: Sant Pau del Camp Julio 1909. Quizás como nunca, la gente salió a la calle para luchar; la insurrec-ción que estalló en Barcelona, se debió a la avidez de una burguesía insaciable, a un ejército humillado, a una Iglesia rica y parasitaria y a un movimiento obre-

ro que había tomado conciencia de ser la víctima propiciatoria y el medio por el cual seguían enriqueciéndose aquellos estamentos. Algo sencillo: burgueses, terratenientes, militares y eclesiásticos tenían infinitamente más que lo que necesitaban ellos. En el Rif se encontraban parte de los intereses de importantes familias como las Roma-nones (alto político, hombre sin escrúpulos), los Güell y otras que eran las propietarias de la Compañía Española de Minas del Rif. A primeros de julio, Antonio Maura ministro de la Guerra, promulgó un decreto por el que se movilizaba a 40.000 reservistas para ser enviados a Marruecos y hacer frente a las insurrecciones rifeñas. Ante la alarmante orden, el 23 de julio, viernes, tuvo lugar

una reunión de miembros de Solidaridad Obrera en el local del carrer Nou de Sant Francesc, 7. Allí se constituyó un comité que decidió llamar a una huelga para el 26 de

julio. Recordemos que en la práctica solo los trabajadores eran embarcados para la guerra; quienes tenían dinero se libraban pagando a un sustituto, redimiéndose; de los que iban a aquella suerte eran muchos los que morían y entre quienes regresaban mu-chos lo hacían mutilados. Entre los obligados a cumplir había quienes ya eran padres de familia. El decreto de Maura prometía 50 céntimos diarios –media peseta– a la familia de cada soldado movilizado cuando en realidad se necesitaban 3,50 pesetas para sub-

sistir. Una cobla decía: Los obreros de la mina están muriendo a montones

para defender las minas del conde de Romanones

que luego los asesina. El 26 de julio, lunes, la huelga tomó unas dimensiones tan colosales que escapó de las manos al comité que la había convocado. A primeras horas de la mañana en plena pla-za de Catalunya se produjo la primera detención, Mercedes Monge Alcázar, quien aca-baba de hacer fervientes proclamas con el fin de que la gente impidiera el paso de los soldados que iban a bajar por las ramblas en su camino hacia los barcos para ser em-barcados. Otra de las detenciones de primera hora fue la del anarquista Tomás Herre-ros, director del periódico Tierra y Libertad, quien al paso de los soldados gritaba “¡Pueblo imbécil, manada de corderos! ¡que os llevan a la guerra!”. Los tenderos y los metalúrgicos fueron los primeros en iniciar la huelga; la consigna era “¡Cerrad [tiendas, almacenes, talleres...] por nuestros hermanos de Melilla!”. Era nece-sario detener los tranvías; éstos circulaban custodiados per la Guardia Civil, lo cual ha-cía más difícil obstaculizar su paso. No obstante, pronto se consiguió pararlos y volcar-los para convertirlos en barricadas. El primero en sucumbir fue en la Ronda Sant Pau y poco después otro en la calle Pelai. El capitán general Luis de Manescau disponía en aquellos momentos de 1.500 soldados y oficiales para sofocar la revuelta, pero descon-fiaba de sus tropas por los vínculos que tenían con las masas.

Page 4: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

3 Barricada de la Bombilla, calle de Sant Pau.

Esta barricada fue levantada cerca de la actual rambla del Raval con ocasión de la gran huelga

revolucionaria de 1917. La huelga no estalló solo para exigir mejoras sociales sino per acabar con el caciquismo en la sociedad campesina, el sistema industrial de pro-ducción a través de la explotación humana, poner fin a la monarquía instaurando un gobierno provisional que convocaría Cortes Constituyentes para, al fin, promulgar una nueva constitución. El ejército español se encontraba todavía convulsionado por los fracasos de 1898 (pérdida de las colonias) y los conflictos bélicos de Marruecos; se daba un exceso de oficiales: 16.000 oficiales para 80.000 soldados (1-5), cuando en Francia la relación era de 1 a 13; dentro del estamento era difícil la promoción por el enchufismo. También por el atraso tecnológico de los militares. Se constituyeron Juntas Militares, al margen de la legali-dad, que pretendían regenerar el estamento, hasta que éstas fueron prohibidas pero se aceptaron otra vez por miedo a una sublevación. Por todo ello se confiaba en que los militares secundarían la huelga, pero no fue así; también se confiaba en una buena parte de la burguesía progresista, la cual sin embargo, al ver lo que era la fuer-za obrera en la calle, se hizo atrás. En Valencia, los ferroviarios, ante el despido de 35 com-pañeros, se lanzaron a la lucha. Este conflicto desenca-denó la huelga general que, en toda España, ya estaba preparada. CNT, UGT, PSOE y partidos republicanos ha-bían llegado al acuerdo con la esperanza de que el ejér-cito la apoyaría –como había sucedido en Petrogrado unos meses antes–; se acababa de fundar el Partit Repu-blicà Català, de signo nacionalista y obrerista, el cual se sumó a la lucha. En Barcelona, Seguí, Pestaña y Miranda miembros del Comité de la huelga, fueron detenidos. Las calles del Raval fueron auténticas trincheras por el continuo de barricadas que sus vecinos habían levanta-do. El despotismo y el menosprecio de los militares pro-vocaron muchos muertos, auténticos asesinatos. Diver-sas barricadas fueron arrasadas a cañonazos.

En el proceso contra Morell y Murillo, el Ayuntamiento actúa como acusación en nom-bre de las víctimas y de la ciudad. El 9 de mayo de 1885: la prensa de Barcelona destapa el regalo de una vajilla de plata que Morell y Murillo habían hecho al alcalde con motivo de la onomástica de éste dos años antes. La vajilla costó 16.000 duros. Epílogo: Ni Morell ni Murillo llegaron nunca a ser imputados, ni siquiera multados. Pero sí que Morell y Murillo cobraron de las compañías aseguradoras por los daños materiales ocasionados por la explo-sión. Cuatro años después de la catás-trofe, el caso fue sobreseguido, al no encontrar la justicia responsable al-guno de la explosión. El día 25 de mayo de 1889 estalló una potente bomba, cargada con pólvora y metralla, en el rellano de la escalera del domicilio de José Morell, pasaje del Comercio, n. 1, 2ª. La explosión arrancó de cuajo la puerta de entrada al domicilio; la prensa explicó que a pesar de los destrozos nadie resultó dañado: Cuando explotó el cartucho, el sr. Morell se hallaba jugando tranqui-lamente á las cartas.

CANCIÓN ANARQUISTA (Llum)

Salud proletarios llegó el gran día,

dejemos los antros de la explotación

no ser más esclavo de la burguesía.

Dejemos suspensa la producción

iguales derechos, iguales deberes

tenga por norma la sociedad

y sobre la tierra los hermanos seres

vivan felices en fraternidad.

Trabajador no más sufrir

la opresión ha de sucumbir.

¡A derrotar el capital, al grito de

revolución social!

El transgredir triunfará

bello jardín la tierra será

todo lo vil, eliminar

pueblo vital luchar, luchar.

La supremacía de Dioses y leyes

no manden tiranos la vil opresión

y no haya fronteras,

gobiernos ni leyes,

derrúmbense al paso de la rebelión.

Formemos un mundo de paz y armonía

do libre imperen artes y amor

viviendo la libre anarquía.

Natura, bríndales tu rica labor

QUÈ VOLEN AQUESTA

GENT? (Desacord)

De matinada han trucat, són al replà de l'escala,

la mare quan surt a obrir porta la bata posada.

Què volen aquesta gent que truquen de matinada?

"El seu fill, que no és aquí?", "N'és adormit a la cambra, què li volen, al meu fill?" El fill mig es desvetllava. Què volen aquesta gent

que truquen de matinada?

La mare ben poc en sap de totes les esperances del seu fill estudiant,

que ben compromès n'estava. Què volen aquesta gent

que truquen de matinada?

Encara no ben despert, ja sent viva la trucada i es llança pel finestral a l'asfalt, d'una volada. Què volen aquesta gent

que truquen de matinada?

Els que truquen resten muts, menys un d'ells —potser el

que mana— que s'inclina al finestral, darrere xiscla la mare. Què volen aquesta gent

que truquen de matinada?

De matinada han trucat, —la llei una hora assenyala—

ara l'estudiant és mort, n'és mort d'un truc a trenc

d'alba. Què volen aquesta gent

que truquen de matinada?

Page 5: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

4 Teresa Claramunt. Calle de l’Aurora, 19 (Sabadell 1862 – Barcelona 1931) Esta extraordinaria mujer, autodidacta, de gran inteligencia forjada a través de la observación de su mundo y la militancia tenaz, tuvo dos ejes: la lucha por la abolición de la esclavitud labora y por la

emancipación de la mujer. Decía: la mujer, es la esclava del esclavo. En 1883 –tenía 21 años– impulsó en Sabadell (25.000 habitantes) la Huelga de las siete semanas para conseguir la jornada de diez horas. Meses antes, la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española, basada en los sindicatos de oficio, federaciones lo-cales y estatales) había celebrado un Congreso en Sabadell. Se consideró que pedir las 8 horas era utópico acordándose luchar por las diez horas. La patronal, sirviéndose del sometent, masacró a los huelguistas, empeorando las condiciones laborales; ello hizo reflexionar al movimiento obrero, que endureció su posición y sus acciones. En 1889 pasó a vivir a la calle de la Aurora, 19, frente al lugar donde el 5 de octubre de 2013 murió Juan Andrés Benítez a manos dels mossos d’esquadra. También allí tenemos el espacio Ágora, que queremos sea escuela de vida y libertad. Desde nuestro barrio entró en contacto con la espiritista Amalia Domingo Soler y la re-publicana, masona y librepensadora Ángeles López de Ayala; juntas fundaron la primera asociación feminista de España, llamada Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona, con sede en la calle de la Cadena, pasando más tarde a la de Ferlandina. En 1891 estallaron dos bombas en el Liceo, y Teresa, entre otros, fue detenida. El autor, Santiago Salvador, fue ejecutado en el patio dels Corders de la Cárcel de Amalia. Las horas más difíciles de Teresa llegaron en 1896, cuando fueron arrojadas dos bombas, al paso de una procesión, en la calle de Canvis Nous; murieron 14 fieles. Fueron deteni-das 400 personas, entre ellas Teresa y su compañero Gurri. Ella fue encerrada en la cár-cel de Amalia. Explicaría más tarde: “Se nos trataba peor que a depravados criminales. Para nosotras, no había cama ni comunicación, ni enfermería, ni respeto, ni nada... (…) ¿Cuánto sufrí moralmente los tres meses que estuve en la cárcel? ¡No puede concebirse! Mucho se ha hablado y con razón de los tormentos materiales, pero de los morales no hay nada.” Se enfrentó a las monjas de la cárcel por echarles en cara la actitud anticristiana que mantenían con las reclusas, lo que le valió que fuera trasladada a los temibles calabozos de Montjuïc. Allí fue encerrada en un calabozo lejano al que se encontraba su compañe-ro: “Mi calabozo era maligno, húmedo, lleno de ratones y moscas, el jergón tenía mu-chos piojos y otros insectos repugnantes, pero a pesar de todo prefería esto a la cárcel porque estaba cerca de mi esposo.” En aquellos calabozos en los que pasó casi un año, fue torturada salvajemente; desde entonces su salud quedó seriamente quebrada. En el proceso fueron encausadas 87 personas. Cinco condenadas a muerte y fusilados: Tomás Ascheri, Antoni Nogués, Josep Molas, Lluís Mas y Joan Alsina. Las falsas confesio-nes eran arrancadas por un grupo de guardias civiles dirigidos por el teniente Narciso Portas bajo las torturas más salvajes. Otros 20 fueron condenados a penas entre 8 y 20 años de cárcel. Las otras 63 víctimas fueron absueltas, pero condenadas al destierro. Teresa tuvo que exiliarse a Londres.

5 Morell y Murillo. Calle Reina Amalia, 14

Los más negros episodios de miseria y explotación humana se dieron en esta fábrica algodonera entre los años 1864 y 1892. Jornadas inacabables de 12 a 15 horas de trabajo, retribuidas con miserables salarios, era lo que recibían las mu-

jeres, niñas y niños que formaban la mayor parte del personal. La mujer cobraba un 35% menos que un hombre, una niña, la mitad que una mujer. El 8 de agosto de 1877 todas se declaran en huelga; los amos responden con el lock-out o cierre de la factoría. Dos años después, agosto de 1879, los propietarios proceden a la reapertura de la fábrica, pero habiendo contratado nuevo personal –esquiroles– quienes recibirán salarios todavía más bajos a los de antes del cierre. La respuesta del personal despedido, apoyado por los vecinos del Raval, fue contunden-te. Esperan la salida de los esquiroles a la hora de comer; los insultan, increpan y ape-drean. Luego asaltan las naves, proceden a la destrucción de la maquinaria y prenden fuego a la fábrica. Cuando llegan los bomberos, las mujeres agujerean y cortan las man-gueras; algunas se hacen con la cisterna y la arrastran hasta la calle de la Cera. Llegan tropas de caballería al mando del capitán general quien ordena “despejar la zona”. Nu-merosas mujeres y hombres son detenidas y pasan a la vecina cárcel de Amalia. Se ha cumplido el aforismo de mejor morir de pie que vivir de rodillas. La fábrica será reconstruida, si bien va a durar poco; todo apunta a otra catástrofe: el 26 de junio de 1882 estalla una de las dos calderas de vapor de la fábrica. Mueren 20 traba-jadores, entre ellos algunas niñas; otros quedan inválidos. Los propietarios habían come-tido la criminal acción de suprimir la válvula de seguridad y el manómetro indicador de la presión, haciendo trabajar la caldera al doble de sus posibilidades.. Se cumple otra ley, sagrada para el capital como es la del máximo beneficio al menor coste. Con lágrimas en los ojos, Fomento del Trabajo –patronal– e Iglesia organizan cuestacio-nes de dinero para ayudar a las familias damnificadas. Entonces se destapa la hipocresía: una mujer ha perdido su marido en la fábrica y tiene dos criaturas; cuando va a recoger la ayuda prometida le es negada puesto que no había contraído matrimonio con su com-pañero. Al no poder mantenerlos tiene que desprenderse de sus hijos; acude a la casa de Caridad, y los ingresa.

Un año después era ejecutado el jefe del gobierno Antonio Cánovas del Castillo, por Mi-chele Angiolillo, como respuesta al inicuo proceso de Monjuïc. Teresa participó en los conflictos sociales más importantes, como la huelga general de febrero de 1902, en la que resultó marginada de la dirección del anarquismo por diversos motivos, como el de no haber dado apoyo al sindicalismo de Solidaridad Obrera, que Cla-ramunt consideraba moderado. En 1903 viajó a Andalucía junto con Leopoldo Bonafulla para divulgar la necesidad de las luchas campesinas; en Ronda fueron detenidas. Una vez más fue detenida tras la Semana Trágica, en 1909, habiéndose de exiliar en Zaragoza. Desde allí siguió impulsando la CNT y la huelga de 1911. Fundó el diario El Productor en el año 1901; dirigió también El Rebelde, en 1907.

Page 6: Ruta libertaria por las calles del Raval (2015)

ITINERARIO

1 Calle de l’Est, 20. Domicilio de José González Carrera, conocido como “El

Camarero”. Este, junto con Genís Urrea Piñol dieron muerte al verdugo de

Barcelona Federico Muñoz Contreras en febrero de 1935.

2 Plaza Salvador Seguí (calle Robadors entre Sant Josep Oriol y Sant Pau).

Entre 1794 y 1839 aquí estuvo ubicada la cárcel de mujeres llamada La

Galera. Eran encerradas por robos, prostitución, agresiones, etc. También

aquellas que eran denunciadas por sus maridos con el fin de que cambia-

ran y se comportaran en casa.

3 Calle de Sant Pau. Aquí se levantó la barricada de La Bombilla durante la

huelga revolucionaria de 1917. La huelga no estalló para conseguir solo

mejoras sociales sino para acabar con la monarquía e instaurar un siste-

ma de signo contrario al conservador y clasista imperante. Hubo más de

70 muertos y dos mil detenidos.

4 Calle de l’Aurora, 19. Aquí, muy cerca del Ágora Juan Andrés Benítez, vivió

Teresa Claramunt con su compañero Antoni Gurri, en el año 1889.

5 Calle reina Amàlia, 14. Llugar de la nefasta fábrica de hilados y tejidos

“Morell y Murillo”, popularmente Can Saldes. Los peores niveles de explo-

tación provocaron las más heroicas respuestas de las mujeres y hombres,

niños y niñas del Raval, durante la segunda mitad del siglo XIX.

6 Sant Pau del Camp. El viejo monasterio fue quemado y devastado el mar-

tes, 27 de julio de 1909, segundo día de la Semana Trágica, como expre-

sión y respuesta de las gentes del Raval a las riquezas de la Iglesia, su si-

lencio a la guerra de Marruecos y su trato con la gente humilde.

7 Barricada de la Brecha de Sant Pau (calle de Sant Pau/Ronda de Sant

Pau/Paral·lel). En esta encrucijada, las gentes de nuestros barrios levantó

una inmensa barricada para detener a las tropas franquistas que bajaban

de los cuarteles de Pedralbes, calle de Tarragona y plaza de España, el día

19 de julio de 1936.

Las calles de nuestro barrio fueron definidas por el narrador Emili Salut como “viveros de revolucionarios”, integradas por personas que, contra los pronósticos de la gente de orden, se encarraron con lo que parecía ina-movible, lo movieron y le dieron la vuelta. No queremos romanticismos ni demagogias del pasado, queremos saber aquello que ha sido realidad y por lo tanto repetible, mol-deado a nuestro momento; no queremos escribir páginas ni bellas ni viejas, sino ver-daderas. La belleza más elevada no se en-cuentra en el Macba sino en el rostro y los cuerpos de quienes dieron lo mejor de lo que tenían y de lo que eran en la búsqueda de una sociedad más fraternal y más justa.