Saberes y Experiencias
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Autoridades educativas provinciales
Gobernador del Pueblo de la Provincia del CHACO
C.P.N Jorge Milton CAPITANICH
Vicegobernador de la provincia
Dr. Juan Carlos BACILEFF IVANOFF
Ministro de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología
Prof. Francisco Enrique Neri ROMERO
Subsecretaria de Educación
Prof. Norma PAPINUTTI
Dirección de Niveles y Modalidades
Profesor Daniel Farías
Dirección de Educación Superior
Prof. Ester GAUNA
Equipo Técnico Provincial
E.T.J. CAIE Lic. Cristina CAMPESTRINI
Coordinadora Responsable PMI
Prof. Palmira SOTELO
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PRESENTACIÓN
Los integrantes del Equipo de Mejora Institucional del Instituto de Nivel Terciario “Profesor
Eduardo A. Fracchia” tenemos el agrado de presentar a la comunidad escolar de Gral. José de San
Martín: “Saberes y experiencias”, una publicación elaborada por profesores y alumnos de la
institución.
Esta revista contiene dos apartados: en la primera parte están condensados una serie de
textos que resumen el pensamiento y la experiencia educativa de un grupo de profesores. Estos
artículos surgieron a partir de un encuentro realizado en el CAIE para la elaboración de relatos
pedagógicos. La segunda parte consiste en la publicación de un trabajo sobre métodos biográficos
que la profesora Irma García llevó a cabo con sus alumnos del primer año de la Carrera de Lengua, en
el espacio de “Sujetos y Contextos”, Investigación Educativa. Su finalidad fue la de reconstruir la
historia de vida personal y profesional del Lic. José Francisco Caravaca, quien se ha desempeñado
como rector de la institución durante los últimos veinte años.
El objetivo de esta publicación es el de compartir saberes y experiencias de los autores
protagonistas de este ámbito educativo. Por esta razón, nos proponemos distribuirla en las escuelas y
en las bibliotecas, a fin de difundir nuestras vivencias e historias institucionales. En el CAIE, servirá
como material de análisis para enriquecer la formación inicial de los alumnos de la institución.
Desde nuestro lugar de educadores siempre afirmamos que “pensar sobre la práctica y
escribir sobre ella nos coloca en un lugar visible y nos da verdadera identidad”. Esperamos que
disfruten su lectura.
Lic. Marta Élida Bosio
Coordinadora Pedagógica y del PMI
SUMARIO
I Parte: El mito, por Nora Emilce García……………………………………………………………. 4
Reminiscencias de “La Verde”, por Carmen Beatriz Robin………………………… ………5
Ver con el alma, por María Ester Lamagni…………………………………………… …….6
Cuánto enseña un fracaso, por Nélida Noemí Pérez………………………….……… …….7
Una clase que me movilizó a pensar, por César Ibáñez……………………………… ……..8
El que esté libre de pecado…, por Irma Gladys García……………………………… ……..9
Sacudón de neuronas, por Irma Gladys García………………………………………… …..10
Una experiencia diferente, por Rosa Valentina Uechi……………………………………. ..11
Viajando en el tren de las nuevas tecnologías, por Carlos Alfredo López……………….......13
Enamórate de tu profesión, por María Alejandra Ruiz Díaz ………………………….……..14
Recuerdos de Marcelo Palentini, por Nélida Noemí Pérez…………...……………………..15
Sonrisas y enseñanzas, por Norma Edith Navarro……………………………………….…..16
La chispa pedagógica, por Silvana Lorena Vallejos…………………………………………16
Incidentes críticos, motores de cambios…, por Omar Quintana………………………….….17
Educación y presencia en las aulas, por Elvira Luisa Fimiani……………………………….19
II Parte: Un rector con historia institucional, por Irma García y alumnos- Carrera de Lengua…...21-36
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I PARTE
El mito:
“Una forma que nos ayuda a Ser hoy en el mundo” Por la Lic. Nora E. García
El Mito se nos representa como una lejana situación de culturas
prehistóricas e históricas que sólo a través de su conocimiento lograban
comprender un mundo y una naturaleza que les eran hostiles, e insertarse en
ellos.
Nada más impropio de esta realidad que traspasó los tiempos y se recrea
permanentemente en la historia del hombre hasta llegar a nuestros días, en nuestro quehacer
cotidiano, como una forma propia de cultura popular, desconociendo su origen en las remotas
civilizaciones greco-romanas.
De esta manera el hombre del siglo XX y del siglo XXI, parte esencial de un mundo
fragmentado, inseguro, atemporal, inmoral, necesita con desesperación aferrarse a íconos, a
símbolos, a mitos, que le otorguen “cierta” seguridad y le indiquen un camino en tanta
oscuridad existencial.
Recordemos la luz, el fuego sagrado, tan caro a las civilizaciones antiguas: sinónimo
de VERDAD (pues permite distinguir la realidad: formas, colores), también es VIDA, pues la
llama parpadea y vivifica. Hoy la incorporamos sin saber, como festejo de un cumpleaños (el
apagar las velas, es la representación de una etapa que se extingue y otra que comienza), es
recuerdo de seres queridos en el cementerio (vuelve en su significado a recordar una vida que
parpadea allí y lo seguirá haciendo mientras perdure su recuerdo) y es homenaje de Patria en
las lámparas votivas que con sus fuegos eternos arden la vida de los héroes nacionales,
iluminando en sus tumbas la verdad de sus vidas.
Otro mito es el del recuerdo permanente, para que una figura querida y honrada no
desaparezca nunca. Así, los héroes y personalidades de la antigua Grecia y Roma eran
inmortalizados en bustos y estatuas que los recordarán en sus mejores hazañas. Hoy, los
monumentos de los héroes de la Patria emplazados en plazas y lugares públicos en sus
momentos de esplendor, siempre jóvenes y portentosos indicando un camino.
Pero también en nuestro diario vivir, mantenemos fotos de nuestros seres queridos
(especialmente de los que ya no están) y más aún, el retrato en las tumbas para que de esta
manera su recuerdo perdure para siempre, a través de la imagen eterna e imperturbable.
El momento de la muerte siempre fue conflictivo para el hombre. Por eso, los mitos y
su continuidad en las religiones occidentales, han tratado de acompañar al hombre en ese
instante de crisis para que no se detenga en su accionar cotidiano.
Si tenemos fe, sabemos que esta vida es sólo un camino de ida hacia otra eterna.
Así lo creían los griegos y luego que sus almas se purgaban, cruzaban la laguna Estigia
rumbo al Paraíso eterno de las almas: los Campos Elíseos; y a los cuerpos se los acompañaban
con elementos queridos del difunto.
Hoy, hemos tomado la idea del Paraíso, lugar ideal (tanto que la Avenida que conduce
a la Torre Eiffel en París, se denomina “Avenida de los Campos Elíseos”, en referencia a lo
eterno y perfecto del lugar). En algunas sepulturas, encontramos elementos que formaron
parte de la vida del muerto e incluso frases dirigidas a él, como acompañamiento afectuoso de
ese viaje sin retorno.
Cuántas veces los hombres de las civilizaciones que nos precedieron invocaron a sus
dioses como una forma de protección y, seguros de que se cumplirían sus deseos, marchaban
gozosos hacia su objetivo final.
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De igual manera, cuántas veces ante un riesgo, lo desconocido, una situación crítica,
un examen, nos aferramos a una estampa divina, a una pata de conejo, a un color, a una
cinta… en síntesis, a algo que nos acompañe y nos haga sentir seguros.
Tantos otros, como la escalera (ascenso a los cielos y descenso a los infiernos) con la
arraigada costumbre de no pasar debajo de ella, pues creemos que alguna fuerza en descenso
podría incorporarnos a su mala suerte, a su desgracia; o como no abrir el paraguas en un lugar
cerrado, pues no podríamos seguir gozando de alguna protección divina y quedaríamos
desamparados bajo un elemento material y temporal.
Se podría seguir enumerando una larga lista, pero bastan los ejemplos para una
reflexión: “¿Son los mitos sólo historias sagradas?”
Hoy más que nunca la respuesta es NO. Son parte de nuestra existencia humana, nos
vivifican, apoyan y respetan en nuestra integridad físico-mental.
Lo seguirán haciendo, sin dudarlo, mientras el hombre no logre descubrir los secretos
de la naturaleza y de su propia existencia. Más que nunca: son y serán, “una forma eterna de
Ser en el mundo” (Mircea Eliade).
“Reminiscencias de La Verde” por la Prof. Carmen B. Robin
La Verde, pueblo de mi infancia, frescura veraniega junto a
la laguna, quietud rota por el rugido del silbato de la fábrica,
siempre a horario. ¡Cuántos recuerdos difíciles de ordenar! Se
agolpan en mi mente y en mi corazón como un torrente, violento
caudal de imágenes coloridas, ruidosas, perfumadas cual flores de
"mburucuyá" trepando por los alambrados.
No recuerdo cosas tristes. Tal vez mi memoria no los
almacenó, tal vez fueron más los momentos felices que aquellos
resultaron opacados para siempre.
Entre mis reminiscencias favoritas rescato lo que viví en "Ella", mi escuela primaria,
con sus calles serpenteadas por altísimos lapachos, tipas y ceibos. En primavera, los árboles
vestían el camino con una paleta envidiable de colores que sólo el humedal chaqueño nos
regala. En invierno, desnudos y despojados, compartían el frío que también sentíamos en
nuestros dedos enrojecidos y rígidos.
Ese lugar fue germen de afectos permanentes. Allí se gestaron relaciones definitivas,
eternas, entre cumpleaños, actos escolares, exámenes, recreos, rayuela, comedias y los
primeros precoces amores.
También está presente en ese arcón intangible e inagotable, Ana María, la suave, casi
etérea compañera de banco de mis últimos años infantiles. Vecinita noble, par de mis juegos
audaces, casi varoniles, a los que ella siempre se negaba en principio por ser tan delicada y
femenina, y a los que finalmente accedía por afecto y fidelidad: trepar a los árboles, colgar de
sogas sobre un terreno embarrado a propósito, y otros que requerían la misma audacia. Pero...
tanta belleza y pureza, al parecer no eran para este mundo… Anita partió muy pronto de aquí,
dejando su recuerdo, su risa y su bondad.
Todo esto que relato y mucho más es "La Verde", una localidad anónima para muchos,
no para mí; un nombre raro o un pueblo con color. Sin embargo para mí es "mi pueblo", el de
mi identificación, el que permanece inalterable en mis afectos, al que no volví para no
modificar mis recuerdos infantiles, pero al que siempre, SIEMPRE estoy volviendo.
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“Ver con el alma” por la Prof. María Ester Lamagni
Aún me parece verlo, parado en la larga y única galería de mi escuela
secundaria, la tradicional Escuela Normal Nacional. Nos resultaba familiar
que en los recreos, estuviera allí, disfrutando de un cigarrillo rubio. Hasta
en esto se distinguía, pues fumaba con boquilla, lo que lo hacía más
elegante y diferente de los demás. Era el profesor de Historia. O quizá
tenga que decir, simplemente, era “mi profesor”. Delgado, casi enjuto,
siempre vestido con trajes oscuros e impecables camisas blancas.
¿Qué podría tener de particular un docente así? Tantas cosas lo hacían único, que no
sabría cuál nombrar primero. Tal vez su conocimiento de la Historia y la pasión que ponía en
transmitirla, o los códigos por los que se regía, sujetos a una férrea ética. Nunca lo escuché
quejarse de lo que la vida le había deparado; siempre se dirigió a sus alumnos sin faltarles el
respeto, pues él era el primero en respetar al otro.
Si bien siempre sentí vocación por la docencia, puedo decir, sin temor a equivocarme,
que su influencia fue lo que me inclinó hacia las Ciencias Sociales. Con él aprendí que por
más años que alguien haya ejercido, el docente debe continuar preparándose. ¿Cómo me lo
demostró? Cuando estaba cursando el último año, fui su Secretaria. Necesitaba alguien que le
leyera las evaluaciones, que colocara las notas, que cerrara los promedios, entre otras cosas.
En cuanto me lo propuso, no dudé, y un día me encontré en su estudio, con una biblioteca
necesariamente ordenada, pues si el material estaba ubicado como él lo tenía memorizado, de
inmediato encontraba lo buscado. Como un ritual sagrado, cada tarde, invariablemente, le
debía recordar en qué cursos tenía clases al día siguiente, y como llevaba una planilla con los
temas que desarrollaba en cada año, le leía los contenidos a desarrollar en la próxima clase
(aunque , tal como pueden imaginar, los “manejaba” a la perfección), pero no de un libro, sino
de todos los autores que trataban ese tema, a pesar de que en esa época, prácticamente nos
manejábamos con uno solo. Cuando me animé a preguntarle por qué lo hacía, me contestó
sencillamente: “Algún alumno puede haber leído otro autor y el profesor tiene obligación de
conocerlo”.
Recordaba la ubicación de cada alumno en el salón, pues para eso tenía un plano con
la distribución y apellido, de manera tal que, sin necesidad de mirar, sabía quién contestaba o
participaba. Cuando me preguntan cómo hago para recordar los apellidos de tantos alumnos,
no saben que ésta es la técnica que aplico. Tenía desarrollado increíblemente el sentido de la
audición. Recuerdo aquel día, en que a una compañera se le cayó la goma de borrar, y con su
voz suave le dijo: “Señorita Dalessio, recoja por favor la goma que se le ha caído”. Pero
una de las cualidades que más admiraba en él, era el orden y la prolijidad con que elaboraba
los cuadros en el pizarrón; y ni hablemos de los mapas que dibujaba -no empleaba los
impresos- con una exactitud y precisión llamativas. Quienes fueron mis alumnos saben que lo
intento, pero eso sigue siendo una misión imposible para mí.
Es cierto que fui una de sus preferidas, aunque creo que me gané esa deferencia.
Cuando comencé el tercer año, mis padres no podían comprarme el libro requerido (¡Bendita
“Historia Argentina” de José C. Ibáñez!). Entonces, me prestó uno de sus ejemplares, o mejor
dicho, adquirió uno para mí. Lógicamente, que ese gesto, para mí increíble, hizo que
estudiara más aún. ¿Cómo defraudar a alguien así? Al culminar el ciclo lectivo, cuando fui a
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devolvérselo, no lo aceptó y me dijo que lo considerara un regalo por mi dedicación. Por
supuesto que, con todo orgullo, lo considero una de las “joyitas” de mi modesta biblioteca.
Pero quiero cerrar este relato con la última experiencia que viví. Estando ya en la
Universidad, me solicitó ayuda, pues deseaba postularse para rendir examen de oposición para
ser profesor titular de la cátedra “Historia del Arte” en la Escuela de Bellas Artes de Santa Fe
(después supe que ejerció allí durante quince años). A pesar de mi escaso tiempo, no me
negué. Durante los tres meses de vacaciones, nos sumergimos en el maravilloso mundo de
Leonardo, Miguel Ángel, Rembrandt, Gauguin, Rodin, por nombrar algunos, debiendo
describirle colores, formas, tonos y brillos.
Perdón, dejándome llevar por los recuerdos, hay un pequeño detalle que no les dije:
el Sr. Pocchetino, en forma progresiva pero implacable, había ido perdiendo su visión, y
cuando lo conocí, ya estaba ciego…
¡Cuánto enseña un fracaso!
por la Prof. Nélida Noemí Pérez
Esta experiencia sucedió hace mucho tiempo, bastante…. en mis
años de formación como maestra, en los inicios de esta institución.
Hacía cuatro años había egresado del secundario y deseaba estudiar
“magisterio”, como todos llamábamos a la especialidad. Todo para mí era
nuevo. Encontré profesores muy buenos en calidez humana y excelentes en su formación
académica, eso fue una bendición porque, a la distancia, valoro mucho más la formación que
me dieron.
Todas las asignaturas me gustaban y las entendía, pero… en Lengua, a pesar de tener
una profesora de muy buen trato, recién egresada de la UBA, coincidíamos con mis
compañeros en que “parecía que nos hablaba en otro idioma”.
Luego de dos clases nos propuso realizar una evaluación de diagnóstico, “necesito
saber por dónde empezar”. Eso provocó en nosotros mucho temor, aunque la profesora nos
trataba de tranquilizar.
Y llegó el día, un jueves… Ese día me olvidé de mis compañeros, hice la “prueba”
como pude, aunque todo parecía “chino básico”.
¡Qué problema el jueves siguiente! La profesora trajo las evaluaciones corregidas e
hizo las devoluciones; me encontré con un hermoso “DOS”. Para mí fue una tragedia, “EL
GRAN FRACASO”. Las lágrimas me brotaban a borbotones, era la primera vez que sacaba un
aplazo, y como en la escuela secundaria siempre fui buena alumna, eso para mí significaba EL
FRACASO de mi vida. Esa situación hizo que no me diera cuenta en ese momento lo que
pasaba en el resto del aula: no advertí siquiera lo que le pasaba a mi compañera de banco.
De pronto escuché la voz de la profesora que pidió silencio y con voz muy suave
comenzó a decirnos que a ninguno le había ido bien, en las dos divisiones del curso. Aclaró y
agregó: “Hubo un solo cuatro. Lo vengo pensando desde el fin de semana - teníamos clases
los jueves y viernes- y he decidido que vamos a comenzar de cero, más allá del programa
que me dieron para desarrollar lo más importante es que aprendan. Llegaremos hasta donde
podamos pero ustedes lograrán consolidar los aprendizajes”.
¡Qué gesto el de esa docente, Marta Filomía! Priorizó lo pedagógico. Nos mostró su
preocupación y supo “ponerse en nuestro lugar”. Luego nos dimos cuenta que al principio no
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la entendíamos porque no teníamos los conocimientos previos necesarios para incorporar los
nuevos.
Con el correr del año escolar no sólo aprendimos los criterios, sintáctico, semántico y
morfológico, el análisis de oraciones, las clases de palabras y funciones, el por qué de cada
función sino que, a la vez nos familiarizamos con Gabriel García Márquez. Ejercitábamos y
leíamos con ganas en nuestras casas, sacando tiempo de donde no había porque casi todos
trabajábamos.
Esa actitud de la docente me enseñó lo importante de comprender “al otro”, y saber
guiar el aprendizaje del alumno.
Respecto de los contenidos que aprendí en esa asignatura no sólo me sirvieron para ser
maestra sino que además despertaron en mí la vocación para cursar el profesorado en
Castellano y Literatura, con muy buena base.
Hoy, cuando evoco ese “fracaso” reflexiono sobre el valor del diagnóstico, la
importancia del tacto pedagógico y la necesidad de recomenzar cuando vemos que nuestros
alumnos no comprenden.
En lo personal digo: ¡Cuánto enseña un fracaso! Siento que es verdad lo que sostiene
Pilar Sordo: “ la diferencia entre ser feliz o no serlo, no tiene que ver con los problemas que
tengamos sino con la ACTITUD con la cual enfrentamos lo que nos toca”, y también de
quien tengamos al lado para ayudarnos a crecer.
Me pregunto ¿Cuántas veces nos ocurren en el aula cosas parecidas? ¿Cuál es nuestra
actitud con los alumnos en dificultades? ¿Somos capaces de recomenzar y guiarlos hacia
aprendizajes exitosos, sin disminuir la exigencia?
Una clase que me movilizó a pensar
por el Prof. César Ibáñez
Recuerdo en especial una clase que me hizo reflexionar sobre el papel del
profesor en literatura. Fue en segundo año de la Carrera de Lengua, en el
espacio “Teoría Literaria”. En clases anteriores, les había solicitado a los
alumnos que llevaran poemas que hagan referencia a distintas funciones de la
literatura: evasión del personaje, del tiempo, del espacio, etc.
Mi objetivo de clase era definir cuál es la función de la literatura. En definitiva,
pretendía que en esta clase los alumnos comprendieran que la literatura, como cualquier otro
arte, cumple funciones que no son exclusivas de ella, porque el lenguaje por medio del cual se
expresa tiene las mismas características del habla cotidiana. Sin embargo, pone de relieve
algunas características como: estética, social, cultural, musical, afectiva, simbólica, evasiva y
de compromiso.
Los alumnos desarrollaron activamente un conjunto de acciones para crear, investigar,
analizar, etc. obteniendo nuevos conocimientos y poniendo de manifiesto las prácticas de la
lectura.
Luego analizamos con los estudiantes las respuestas que habían dado en los momentos
anteriores, relacionando sus saberes previos con los contenidos nuevos.
Pensé en distintas estrategias para lograr el aprendizaje. Les resalté que “la función de
la literatura, ha recibido en diversas sociedades y culturas, múltiples respuestas. En el futuro
va a seguir siendo así, por lo tanto la Teoría Literaria tiene que atender a estas
multiplicidades.” Consideré muy positivo el aporte de un alumno, que expresó que la
literatura es independiente de la filosofía, de la moral y del placer, porque cada una sigue su
naturaleza. Recordé en ese momento que “tomar la palabra es tanto hablar y articular un
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pensamiento como escuchar y dialogar con otros, sumarse a una conversación que nos
precede y que se continuará cuando ya no estemos, que es la conversación de la sociedad
humana”.
A medida que realizaban su exposición sobre las funciones, tomé un libro y leí varios
ejemplos para que los alumnos puedan contrastar unas literaturas con otras, a fin de establecer
comparaciones y divergencias entre unas y otras. Los aspectos comunes sirvieron para ver
cómo van evolucionando unos tópicos determinados y, a partir de ellos, como evolucionan y
cómo se plasman no sólo en las diferentes etapas de la literatura, sino también en las
diferentes artes.
La clase logró el ambiente que necesitaba porque permití que todos los alumnos hagan
uso de lo conocido. Los estudiantes, con mi apoyo, reforzaron y consolidaron sus aprendizajes
mediante la aplicación de los nuevos conocimientos: es precisamente en esa instancia cuando
los aprendizajes se vuelven significativos para los alumnos.
Creo que lo esencial en el desarrollo de la clase fue el orden temporal de las
actividades, secuenciadas de lo más simple a lo más complejo, es decir, la temporización de
los contenidos, secuenciados en experiencias de aprendizaje. En estas actividades estimulé el
trabajo individual y colaborativo en donde los alumnos fueron los verdaderos protagonistas,
entendiendo que las prácticas de lectura y de escritura son una pieza clave en el armazón de
la inclusión y la jerarquización social.
El cierre de la clase se plasmó con el aporte de todos, donde se pudo observar las
diferencias y las similitudes de los distintos aportes en relación con la función que posee la
literatura.
Rescato esta experiencia como importante ya que refleja el quiebre de la utopía de
correspondencia entre el saber que se enseña y el conocimiento específico de la disciplina en
el ámbito académico. Estoy convencido de que la legitimidad del saber que forma parte de la
clase áulica depende del equilibrio que logremos los docentes, al hacer la trasposición
didáctica, entre el saber que deben aprender los alumnos y el saber específico de la disciplina.
A partir de esa clase me pregunto: ¿Damos un tiempo para pensar acerca de lo que los
alumnos han aprendido? ¿Ponemos en común esas ideas, completamos y/o corregimos el
aporte de todos?¿Estimulamos y fomentamos tanto el pensamiento autónomo, como el valor
crítico literario?¿Favorecemos el pensamiento estratégico de los alumnos?
Nuestro presente literario no es tan sólo un campo de observación: es un campo de
intervención. Más que entrever o percibir en él un canon, hay que producirlo: definir criterios
de lectura y de valor en el presente, diseñar en el presente un mapa de posiciones y darle una
verdadera definición, mediante los valores específicamente literarios. Creo que ésa es la
desafiante tarea que debemos emprender quienes indagamos en la literatura.
Al mismo tiempo, favorecer el pensamiento autónomo y crítico de nuestros alumnos
nos compete a todos los docentes de la institución, cada uno dentro de su disciplina.
“El que está libre de pecado, que tire la primera piedra”
por la Prof. Irma G.García
Recuerdo el año pasado y navegan en mi mente innumerables
vivencias, pero hay una en particular que me impactó. Todo transcurrió en
el Profesorado en Química, Primer año, primera división, un grupo muy heterogéneo de
alumnos, en cuanto a la edad y situación socio cultural. Algunos muy adolescentes, otros
padres o madres de familias…alumnos que estaban para estudiar únicamente, otros
trabajaban y estudiaban. Entre ellos, uno bastante mayor, preso con libertad condicional. A
todos nos llamaba la atención, también al resto del Instituto.
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Las primeras clases todos estábamos incómodos, eran inevitables las miradas hacia él,
y también observaban como yo me desenvolvía.
Un día estaba desarrollando el tema Metodologías Cualitativas, él estaba bastante
oprimido, triste, distraído y pensativo, en un momento dado interrumpió mi explicación y
preguntó “¿Qué piensa usted de mí señora?”… Me quedé paralizada por la inesperada
pregunta, luego fui acercándome poco a poco hasta quedar a un metro de distancia y le dije:
“¿A qué te referís?” … El respondió: “… de mi situación, aquí en el Instituto”... y empezó a
hablar dirigiéndose hacia los compañeros, contándoles el motivo de detención. Era por matar
a una persona. (Drama pasional).
El asombro y la incomodidad empezó a invadir el salón, algunos alumnos más osados
les decían sus pensamientos hacia su persona, apoyando la actitud de él, otros lo acusaban,
mientras tanto yo elaboraba algo porque después el turno iba a ser mío. Pensé “que Dios
ilumine mi mente y diga lo adecuado para no herir susceptibilidades”.
Le dije que yo no era Dios para juzgarlo, y que si yo hubiera estado en lugar de él, no
sé que hubiera hecho, porque no se pude predecir la conducta humana.
A partir de ese día, hubo un cambio positivo, otra mirada: hubo más integración con
toda la clase. Asistía con regularidad y ya no estaba solo: se integraba a un grupo de tres
compañeros. ¡Como me alegré!.
Pasaron los días y un jueves me contaba orgulloso que en la cárcel practicaba
gimnasia, especialmente KUNG-FU. Cuando finalizó la hora me regaló unas fotocopias
referidas a ese deporte; me sorprendió porque yo esperaba algo referente al espacio… No
pude contener la curiosidad cuando hojeé el material, y exclamé: ¿Y esto?...Él respondió: para
que aprenda a defenderse… Me puse a reflexionar si me veía desvalida, ya que incluso,
cuando finalizaba la hora, me acompañaba hasta la vereda y se aseguraba que partiera bien.
Era como un guardaespaldas, de aspecto rudo, pero el fondo de su corazón buscaba
aceptación. Después me di cuenta, que las fotocopias que me entregó eran una forma de
agradecimiento hacia mí.
En una oportunidad me contó que no se sentía bien, que no todos los profesores,
pensaban como yo, que había ciertos docentes que lo ignoraban, inclusive decían…¿Qué
hacía él ahí?… Animándolo le dije: a lo mejor a vos te parece eso… pero no es así…¡Tenés
que seguir!
Pasó el año, y dejó de venir. Lo único que sé que consiguió su libertad definitiva por
su buen comportamiento, pero abandonó sus estudios… Yo me pregunto: ¿Hasta dónde las
instituciones educativas otorgan espacio y tiempo para escuchar a otro ser que tiene
carencias y necesidades de ser escuchado?...¿Tenemos miedo cuando nos enfrentamos a
sujetos con estas características?
Pienso en la importancia de no dejar que se extinga la luz de la esperanza, en un ser
que quiere superarse y revertir su vida para incorporarse a la sociedad…eso es pedagogía de
la vida, amar al otro y respetarlo en su dignidad. Tal vez de ese modo, también nosotros
logremos un enriquecimiento personal.
“Sacudón de neuronas”
por la Prof. Irma G.García
Cuando finalizó el año 2009, comprendí que tuve una hermosa experiencia de
vida, no sólo para mí sino para todos los alumnos del primer año del
Profesorado de Matemáticas. Las clases empezaron en abril. Me dirigí a ellos
para darles a conocer el programa de Investigación Educativa “Sujeto y
Contexto”, junto con el cronograma de evaluaciones parciales y sus
respectivos recuperatorios.
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Eran muchos… ¡Me acuerdo que terminaba exhausta! Al tomar un diagnóstico,
comprobé que algunos tenían muchos saberes previos, otros no. Debo reconocer que me costó
bastante finalizar el primer cuatrimestre. Quedaron pocos… Se acercaba ya el receso de
invierno. Estaba ansiosa esperando las anheladas vacaciones para reponer las energías
perdidas.
Ya iniciando el segundo cuatrimestre solicité un trabajo, pues se aproximaba un
parcial. Una alumna envió el práctico con un compañero, actitud que me sorprendió porque
ella siempre estaba presente. Al día siguiente, me esperó a la salida del curso para disculparse,
pero me ocultó el verdadero motivo.
Transcurría el tiempo… hasta que llegó la fecha del parcial. Ella estaba ausente. Nadie
sabía nada sobre la compañera. Realmente me extrañó porque en la primera evaluación y en el
trabajo práctico había logrado buenas notas. A la semana siguiente me enteré que se estaba
sometiendo a quimioterapia, y después de cada sesión quedaba deteriorada.
En el recuperatorio, se hizo presente, pálida y dolorida . Me acerqué, pero antes que
yo diga algo, se anticipó y dijo: “Estoy bien, señora…” No entendí nada, quería saber más,
interrogarla… Fracasé en el intento porque no era el lugar adecuado, las miradas de los demás
alumnos devoraban mi persona. Para disimular mi preocupación, comencé a tomar el examen.
Como ahora ya sabía sobre su situación, quise orientarla en las consignas pero se evidenciaba
mi sobreprotección. Ella, con actitud altiva, me respondió: “Entiendo todo, señora”….
En diciembre no rindió el final, porque su estado empeoró, pero en marzo, para
sorpresa mía, se presentó a rendir. Tenía un cambio en el tono de voz, apenas hablaba… Me
asombré, verdaderamente no podía creer tal situación. Estaba ahí, con la entereza que la
caracterizaba para realizar el examen.
Mientras las horas pasaban, yo pensaba y ponía en duda mis propias convicciones.
Aprendí de esa persona la fortaleza ante la vida. Los alumnos también se asombraban, ya que
ella misma hacía de su esencia una persona digna. Inspiraba admiración y no lástima.
¡Tuve un sacudón de neuronas! Aprendí… porque aprender es modificarse, y esta
situación modificó mi existencia. Llegué a una conclusión: cada alumno es una persona con
un mundo de incertidumbres, como caja de sorpresas hermosas o paralizantes que uno va
descubriendo en el devenir del tiempo didáctico.
Y continué viéndola en los recreos, en la biblioteca, en el aula. Su alma estallaba en
deseos de vida… de conocimientos… de esperanza….de lucha…
Después siguió con su tratamiento, salió airosa con las materias que se presentó a
rendir. Luchó incansablemente hasta que ganó la batalla, aunque aún le falta vencer la gran
lucha de la vida. Fue ejemplo de trabajo, sacrificio y fortaleza.
Me quedé pensando en la problemática de la alumna. Pero también reflexioné sobre la
importancia de esta posibilidad de escribir a partir de la experiencia como motor, para
promover una pedagogía de la presencia que fomenta el acercamiento entre los docentes y los
alumnos. Y entendí que en el proceso de enseñanza-aprendizaje también intervienen los
sentimientos, las sensaciones, las miserias humanas, lo desconocido…lo oculto…
Quiero compartir lo ocurrido y agradecer a mi equipo de trabajo, por haber encendido
la llama de la escritura, por haberme instado a creer que puedo transmitir experiencias.
Valoro grandemente la ayuda del grupo durante todo el proceso, por su escucha atenta, por
trabajar conmigo los aspectos cristalizantes, criticando siempre para que avance, y
compartiendo relatos en los pasillos de la escuela, por teléfono o por correo.
Y aquí estoy… esperando los encuentros, desencuentros y reencuentros… para volcar
mis pensamientos y lo vivido, tratando de que las ideas se plasmen en un papel… escribiendo
lo que me pasa, y lo que al pasarme me transforma y me llena de significados y de sentidos.
Porque en este difícil camino, comprendí la gran importancia de reivindicar la experiencia en
el campo pedagógico.
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“Una experiencia diferente”
por la Prof. Rosa V. Uechi
Caminaba rumbo al aula por los pasillos del instituto, como todos los días,
cuando de pronto se dirigió hacia mí la Coordinadora Pedagógica del Instituto de Nivel
Terciario, para solicitarme la preparación del acto del 25 de mayo con los alumnos de la
carrera del profesorado Educación Primaria, anexando los festejos del Bicentenario, ya que
nuestra Patria cumplía doscientos años de camino recorrido.
Me dirigí al aula sin vacilación alguna, decidida a enfrentar la coyuntura cotidiana.
Creía estar a la altura de las circunstancias con el grupo de educandos del Nivel Superior, pero
de repente sentí temor al rechazo de que participaran de los festejos en conmemoración del
Cumpleaños de la Patria y del Bicentenario.
Empecé a sentir que la situación se me iba a ir de las manos, pues como son
demasiados alumnos divididos en tres cursos, pensaba que tal vez no se pondrían de acuerdo.
Comencé a dialogar con ellos, a hacerle referencia de la importancia de esa fecha
patria, recordándoles que cuando sean profesionales de la educación primaria tendrán la
responsabilidad de organizar los actos escolares. De repente se me vinieron a la memoria,
recuerdos inolvidables de cuando era alumna, y les comenté que era muy fácil participar el
festejo… venía la maestra y nos decía: “vos haces de Saavedra, vos del Virrey Cisneros, vos
de dama antigua, ustedes hacen del pueblo que quiere saber de qué se trata, ustedes de
vendedores ambulantes”, y así sucesivamente proponía los roles a cada alumno. Todos
querían participar, hasta los padres y vecinos en general.
La imaginación voló en el ambiente áulico como un dejo de libertad. Empezaron a
levantar las manos, tirar propuestas y formar grupos de trabajo para coordinar las distintas
actividades que llevarían a cabo. Nos quedaba poco tiempo para preparar el acto. De repente
comenzó la inestabilidad del tiempo: primero fueron lloviznas y luego lluvias torrenciales
durante la semana de los preparativos; estas inclemencias a más de un alumno le provocaron
desinterés y angustia.
No podían ensayar, los grupos se desencontraban debido al mal tiempo. Todo era
incertidumbre, malhumor y negatividad. Pero surgió “lo inesperado”: faltando tres días para el
acto, los tres cursos de la carrera mencionada, comenzaron a movilizarse como por arte de
magia, a ensayar los bailes y las dramatizaciones que tenían previstos. Otro grupo se dedicó a
confeccionar la ornamentación (guirnaldas, banderas, otros). Y ¡vaya sorpresa!, los alumnos
de la carrera del profesorado de Bibliotecología, se adhirieron a los preparativos, con una
exposición de la historia argentina (1810-2010), en la galería principal del establecimiento.
Para todos nosotros fue muy reconfortante que se uniera otra carrera para festejar el
cumpleaños de nuestra patria en los festejos del Bicentenario.
Continuaba el mal tiempo, pero fue como algo mágico: todos fortalecidos
anímicamente, hasta las familias de nuestros alumnos comenzaron a movilizarse ayudando a
sus hijos/as, esposos/as. Y llegó el día esperado, a la hora citada nos encontramos todos en el
patio del instituto, salió el sol a brillar por un momento, luego se nubló, pero dejó de
lloviznar. ¡Era ver para creer! Cada grupo de trabajo acercaba lo que había hecho. Prepararon
hasta una mesa de comidas tradicionales (pastelitos, empanadas entre otras cosas), y ni hablar
de cómo estaban vestidos los alumnos… Corrían de un lado a otro, hasta que llegó la hora de
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actuar. Se corrió el telón, aparecieron todos representando la trayectoria que hace doscientos
años vivió y vive nuestro país. ¡Realmente sorprendente! Cada alumno hizo de lo suyo algo
maravilloso e inesperado para deleite del público presente.
Todos participaron de una u otra manera, cada uno festejó este acontecimiento tan
importante para la Argentina, celebrando la libertad conseguida a través de luchas y hechos
transcendentes que relata la historia. Todos juntos construyeron “la unión, solidaridad, amor y
perseverancia”, demostrando el acompañamiento tanto de profesores como familiares.
Este acto no fue un festejo más: permitió aunar criterios, fuerzas y unión entre el
equipo directivo, docentes y alumnos, quedando demostrado que cuando se quiere hacer las
cosas, se puede.
Cerré los ojos por un instante cuando finalizó el acto. Por un momento fui tan feliz…
Me decía: ¡No estoy soñando! Lo vivido es algo real, gracias al trabajo mancomunado que
han desplegado. Pensé que hasta el tiempo nos había hecho un guiño cómplice.
Y bueno, me dije en voz alta, por lo menos, hoy se festeja “en vivo”. Quizás en
algunos años más, las fechas patrias se celebren por internet… Pero estoy convencida que no
debemos dejar que nos superen las fantasías ni las ilusiones irreales: hagamos patria donde
estemos, como la hicieron estos alumnos del Instituto de Nivel Terciario.
“Viajando en el tren de las nuevas tecnologías”
por el Prof. Carlos A. López
Hace unos cuantos años atrás, cuando estudiaba Ingeniería en la U.
N. N. E, sucedió mi primer encuentro con una computadora: jamás había
visto una, salvo las que aparecían en series televisivas como “Viaje a las
Estrellas”, las cuales tenían grandes paneles de luces y efectos sonoros que
destacaban el procesamiento de datos. Fue enorme la sorpresa cuando la vi,
porque no se parecía mucho a la idea que yo me había formado de ella. Era
un equipo grande como el flipper o la máquina actual de juegos
electrónicos, monocromática, con funciones limitadas y de difícil manejo. Había que seguir
una larga lista de instrucciones para lograr hacer algo con ella.
El tiempo pasó, la ingeniería había quedado atrás y ya me encontraba en el Instituto
de Nivel Terciario de nuestra ciudad - que aún no tenía nombre alguno- cursando el
Profesorado en Matemática, Física y Química. En dicho profesorado había un espacio
llamado Computación, en el cual nos enseñaron a usar el D. O. S., el procesador de textos
Word Perfect y una planilla de cálculo. Ya por ese tiempo las computadoras redujeron su
tamaño, pero aún seguían siendo monocromáticas; recuerdo que nos turnábamos para usar las
tres máquinas que tenía la institución. Luego, algunos profesores hicieron un círculo para
poder comprarse una computadora de última generación, en ese momento, las que ya traían el
un Sistema Operativo que ofrecía una interfase muy amigable, el Windows 3.1. Confieso
que yo sentía envidia por ellos, porque aunque me hubiesen invitado a participar de dicho
círculo, no podía hacerlo por falta de recursos económicos.
En el año 1995, con mi primer sueldo, me compré mi propia computadora, elegí la
última que había salido al mercado, que ya traía el sistema operativo Windows 3.11. Pronto
tuve que cambiarla porque apareció la “superstar” Windows 95: por un tiempo llegamos a
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pensar que era insuperable, hasta que tres años más tarde llegó la innovación con el Windows
98. Yo me apasioné por este Windows y lo usé por varios años, porque al usarlo sentía la
seguridad de poder hacer lo que quisiera, y para el uso que le daba, era simplemente perfecto.
Aún conservo en una de mis computadoras el entrañable Windows 98.
Un día, me ofrecieron horas de Computación en el I. N. T. “Prof. Eduardo A.
Fracchia”, y desde entonces empecé a prepararme intensamente para estar siempre a la
vanguardia de los cambios. Para ello, compraba todos los números de la revista PC Users,
libros de computación y dispositivos tecnológicos.
En el 2006 tomé la decisión más acertada en mi vida: inscribirme en la Diplomatura
en Educación y Nuevas Tecnologías en F. L. A. C. S. O., para lo cual debía contar con un
equipamiento moderno y tener conectividad. Me compré una nueva computadora que ya traía
Windows XP, y en ese año aprendí tantas cosas nuevas que me hacían sentirme en ventaja con
respecto al resto de mis colegas Este sentimiento, acompañado de mi forma de ser, que me
hace compartir todo lo que sé con los demás, hizo que organizáramos con Nancy Debárbora,
otra precursora de las TIC en la institución, un curso destinado a nuestros colegas del Nivel
Terciario, aprovechando que teníamos conectividad. Ese granito de arena que aportamos ha
contribuido a que actualmente el uso de las TIC se halle tan extendido, que ya se genera un
problema por la falta de recursos suficientes para poder satisfacer tanta demanda.
Terminada la diplomatura, continuamos con Nancy la Especialización en Educación y
Nuevas Tecnologías, en la cual pude intensificar la pasión por estas herramientas. Desde
entonces las usamos diariamente en cada uno de los espacios, siendo la PC un artefacto
indispensable en el que pasamos muchas horas del día navegando, buscando información y
elaborando materiales para las clases.
Cierto día advertí que en mi monitor las imágenes se veían como “paliduchas”,
entonces me compré la pantalla plana de 19 pulgadas, lo que hizo que todo se viera de distinta
forma. Más adelante, también me vi obligado a comprar una computadora más nueva con
doble procesador, que incrementó la velocidad de procesamiento y admitía además utilizar
varias aplicaciones a la vez sin que se cuelgue el equipo.
El año pasado, nuevamente se me hizo necesario comprar algo más práctico: la
Notebook. Desde entonces la llevo a todas partes conmigo, porque en ella se encuentra más o
menos organizada gran parte de mi vida.
Pero cuando logro alcanzar una tecnología, veo con gran sorpresa que se crea otra más
avanzada… Hoy ya empiezo a soñar con el IPAD (la Tablet PC)…
Reflexionando sobre mis propias experiencias en este rubro, tomo conciencia de que
todas las tecnologías fueron nuevas en algún momento: al rememorarlas puedo percibir
cuánto han avanzado y cuánto he avanzado gracias a ellas. Y también me doy cuenta de que
para estar a la vanguardia, no hace falta ser especialistas: basta con tener ganas de aprender y
mejorar.
“Enamórate de tu profesión”
por la Prof. María Alejandra Ruiz Díaz.
“No hay espectáculo más fabuloso que ver como la mente de un alumno se
va abriendo como una flor en primavera y es hermoso saberse parte del
proceso”.
(José Miró Nicolau)
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Al escribir estas líneas les puedo asegurar que estoy un poco nerviosa, ya que se trata
de mi primer relato como docente, y no como una docente con largas experiencias, sino como
“DOCENTE NOVEL”. El solo significado de esta palabra me hace sentir temor (Novel:
“dícese de la persona que empieza o tiene poca experiencia en un arte o profesión”) Yo me
pregunto ¿Cuándo dejamos de ser noveles? Mi mayor preocupación es precisamente cuando
pienso que como “novel” tendría que ganarme el respeto y la admiración de mis alumnos, ya
que sin ellos, todo el conocimiento que quiera llegar a transmitir no llegará a buen puerto.
Mi primer día como profesora en el nivel secundario, fue en el año 2007. El
entusiasmo e interés que me despertó el hecho de trabajar, estaba acompañado con la angustia
y el desconcierto que provoca lo nuevo. En ocupaciones como las nuestras, las relaciones con
alumnos, compañeros y familias ocupan un lugar tan importante, que las sensaciones de temor
e inseguridad suelen aumentar. Al enfrentarme al grupo de alumnos trataba de repetir y
acordarme cada gesto o palabras de los profesores que observé a lo largo de mi carrera.
Cuando fueron pasando las clases a fin de año, me sentía más tranquila, contenta por
todo lo que fuimos realizando con mis alumnos.
En el año 2008, empecé a trabajar en esta casa de estudios; volví a sus aulas y a sus
pasillos ya con otro tipo de temor: no como el de una alumna que se iba a enfrentar a un
examen, sino como profesora. Me estaba iniciando en un período profesional diferente, ya en
un nivel superior. Era otra experiencia, otra labor. Por lo tanto, debutaba nuevamente como
docente novel, con otros desafíos e incertidumbres.
Hoy en día me siento más segura, aunque el temor siempre está. Me doy cuenta que en
todo momento, estoy esperando que alguien me apruebe…
Siempre recurro a consultar a profesores con mayor experiencia, y eso me hace crecer
en mi profesión. Doy gracias a todas aquellas personas que me formaron en esta carrera, que
me brindaron sus conocimientos con humildad, e hicieron que poco a poco creyera más en mí
misma.
Creo que mi gran experiencia como DOCENTE NOVEL aún la estoy viviendo… Por
ello yo te digo, joven estudiante, futuro profesor: todos pasamos por inseguridades y temores,
alegrías y tristezas. ¡Nunca bajes los brazos, y ENAMÓRATE DE TU PROFESIÓN!
Recuerdos de Marcelo Palentini
por la Prof. Nélida Noemí Pérez
Vayan estas líneas como homenaje póstumo a quien fuera docente de esta Casa de
Estudios por casi doce años: Marcelo Palentini.
Hablar de él es hablar de disponibilidad, de entrega, de servicio, de amor a los
demás, de creatividad en el trabajo, de compromiso comunitario, de apertura de mente, de
respeto al pensamiento diferente…
Agradezco a Dios por su vida y siento que todos los que de una u otra manera
compartimos actividades con Marcelo, como alumnos, compañeros de trabajo o amigos
fuimos bendecidos por Dios porque su paso dejó huellas en cada uno, pues su paso fue una
continua enseñanza de amor y humildad.
Al decir de una compañera: “él sí que fue un Puente”.
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“Sonrisas y enseñanzas” Marcelo Palentini
por la Prof. Norma Edith Navarro
Lo recuerdo con su sonrisa permanente… gran sonrisa, generosa sonrisa,
destinada a todos quienes cruzaran su camino. Creo que esa imagen resume
la esencia de su persona: esa actitud de socializar amistosamente con todos,
sin hacer ningún tipo de acepción de personas.
Recordarlo es traer a mi memoria mis jóvenes sueños de maestra, cuando él
era mi profesor de Ética. Nunca olvido lo que nos decía: “un acto puede ser
malo aunque parezca bueno, si persigue una intención injusta o egoísta”.
Lamentablemente, esos ejemplos de actos malos, disfrazados de buenos, son
más frecuentes de lo que pensamos. El conocer ese filtro no sólo nos sirve para distinguir las
verdaderas intenciones de los demás, sino también nos ayuda a tomar decisiones importantes
en toda nuestra vida, sabiendo a conciencia lo que es correcto y lo que no lo es.
No sólo nos enseñó contenidos de ética profesional: también nos enseñó a pensar y a
expresar el propio pensamiento. Su clase siempre estaba abierta al debate, siempre en un
marco de respeto hacia los diferentes planteos. El examen final de su materia, coherente con
sus clases, también apuntaba al desarrollo del espíritu crítico: consistía en la exposición de un
planteo filosófico propio que debía relacionar los contenidos del espacio, para llegar así a una
conclusión personal. Como era en forma oral, la defensa del planteo se apoyaba sólo en tiza y
pizarrón. Había que anotar sólo las palabras claves, ideas o frases que se introducían al
planteo, y desarrollar esas ideas en una exposición. Recuerdo que una vez terminado el
planteo, los profesores del tribunal nos señalaban las “posibles falacias” de nuestro
razonamiento, y allí venía la tarea más difícil, pues había que buscar los argumentos que
sostuvieran nuestro planteo filosófico.
Hoy me doy cuenta que con ese tipo de examen, no sólo me estaba enseñando a pensar
por mí misma… también me estaba enseñando didáctica del nivel superior, nivel en el que la
palabra debe ser la mayor tecnología, aunque se disponga de otras. Y estoy hablando de una
vivencia de hace veintiocho años atrás.
Pero hay un gesto que recuerdo con mucho cariño… En una de sus clases se había
abordado un tema sobre psicología, y a mí me atrapó esa temática. Él lo notó, y en la clase
siguiente, me trajo a préstamo un libro de su biblioteca personal para que yo profundizara en
esa cuestión que era de mi interés. Me sorprendió mucho en ese momento, y también me
sorprende hoy que, sin siquiera habérselo pedido, él haya recordado antes de ir a clase que
una alumna suya “necesitaba” leer ese material complementario. Atesoro ese recuerdo con
gran cariño. Con el mismo cariño con que recuerdo a Marcelo Palentini, un profesor cuyos
conocimientos estaban llenos de humildad.
“La chispa pedagógica”
por la Prof. Silvana L. Vallejos
Aliviada me sentí al finalizar el período lectivo. “Éste, ha sido un año de
muchos beneficios y progresos…”- pensé.
El grupo de alumnos de 4to. año finalizaba su carrera. En la Post-
Residencia expresaban gran contento y agradecimiento hacia todos los
docentes y personas que los acompañaron en su proceso de formación.
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Todavía recuerdo la ansiedad que expresaban el primer día de clases en el espacio de
Residencia y Memoria Profesional. Desde ese día tuve claro que tenía que intentar ayudarlos,
con todos los medios, a controlar sus ansiedades, sus nervios, tensiones y a recordarles que
ante cada infortunio o mala experiencia, tenían que aprender de esa situación, apuntando
siempre a resaltar o destacar sus fortalezas.
A sus ansiedades ante lo desconocido: “ejercer la docencia, estar frente a alumnos
durante un largo período… se le sumaban su falta de estrategias, dominio del contenido, y la
tan complicada planificación. Y por si fuera poco, la falta o escasez de dinero para los
recursos didácticos, y las dificultades que les deparaban las características de la etapa de los
destinatarios de sus prácticas: los adolescentes, entre otras tantas variables a considerar...
A medida que avanzábamos en las clases de Residencia, notaba cuánto empeño ponían
en preparar sus clases, en buscar los textos y recursos adecuados. “que les guste, que los
motive a los chicos…”- decían.
Tenían una chispa especial: sus rostros a menudo brillaban, pese a las dificultades,
reflejando satisfacción cuando encontraban algo novedoso para llevar a sus clases; y en otras
ocasiones mostraban preocupación, cuando nada creativo se les ocurría.
Como era de esperar, tampoco faltaron sus fantasmas: temían los rótulos que tanto
docentes como alumnos les adjudicarían como futuros profesionales; sus profesores
evaluadores… las notas que les asignarían, las observaciones que les harían, los comentarios,
los gestos, que en ocasiones eran más elocuentes que las palabras, entre otros…
Recuerdo el interés que ponían cuando a un compañero residente no le iba bien en sus
prácticas, intentaban confortarlo con palabras, intercambiaban materiales, estrategias y
posibles soluciones a sus problemas; compartían sus anécdotas, reían, lloraban, soñaban con
innovar en la enseñanza, “despertar” al alumno, refrescar las aulas…
Detenerme a cavilar en estas vivencias hizo que afloraran en mí los recuerdos de mis
primeras prácticas profesionales: ¡qué experiencias tan similares! ¡Qué análogas emociones!
Poco a poco me acerqué a mi tiempo presente y me detuve a repensar en mi actual rol
profesional… y en el de los docentes en general. Me pregunto: ¿Nos preocupa tanto como
antes, despertar en nuestros alumnos el deseo de aprender? ¿Nos interesamos por escuchar las
experiencias de nuestros colegas, sus dificultades, sus logros o preocupaciones? ¿Tenemos la
apertura necesaria para compartir lo que nos sucede en el aula, para trabajar en equipo, para
intercambiar experiencias y/o estrategias, para reír o lamentarnos juntos? ¿Cuáles serán
nuestros actuales fantasmas o temores? ¿O será que la rutina, el paso del tiempo, nos dejó tan
indiferentes, tan insensibles que ya no los tenemos?
Intentar responder estas preguntas me llevó a pensar en dos tipos de docentes: el
empleado y el aficionado, y estos ejemplares pueden aplicarse a cualquier acción humana.
Pensé que ejercer la docencia como un mero empleado nos lleva a cumplir la tarea solo como
un deber, como algo que se hace sólo por el salario. Al actuar así casi inevitablemente caemos
en el automatismo, en la rutina, y sin notarlo comenzamos a conducirnos como un personal de
turno que sólo cumple su rol.
Sin embargo, el docente aficionado a su tarea, es aquel que se piensa y se siente capaz
de dar sólo por la satisfacción de dar, de generar movimientos, de transformar, de enriquecer,
de aportar… Saberse así implica involucrarse con los alumnos, con los colegas… con las
personas.
Ojalá nunca disipemos esa chispa inicial de nuestras prácticas docentes y sepamos
conducirnos como el Maestro por antonomasia, como personas generadoras de cambios, de
movimientos, de transformaciones… personas eficaces para la humanidad.
Los alumnos residentes ya han egresado, se han ido; sin embargo, han dejado en mi
experiencia profesional la posibilidad de recuperar, de tanto en tanto, la chispa docente. Esa
chispa que, aplicada en la dosis adecuada, hace que arda cualquier lugar…
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Incidentes críticos,
motores de cambios…
por el Prof. Omar Quintana
Las coincidencias nos reunieron varias veces. Vaya a saber por qué
cuestiones de la vida conformamos este equipo y se mantuvo unido
tanto tiempo… Me refiero “al grupo de los cuatro”, que surgió hace
seis años atrás, de un modo casi azaroso. En ese entonces, había que
conformar equipos de trabajo con docentes de distintas áreas para una
capacitación provincial. Algunos cubrirían General José de San
Martín, pero se necesitaba un equipo que pudiera recorrer las
localidades aledañas. En esa necesidad nació el grupo que
conformamos con Edith Navarro, José Bogado y el Rector, y en
aquella circunstancia se incorporó también un quinto profesor de otra disciplina.
En un primer momento fue un gran desafío, más aún por tener entre nosotros nada más
ni nada menos que al rector de la institución. El tiempo fue pasando y nos fuimos
fortaleciendo día a día, creciendo tanto en forma individual como grupal. En total,
compartimos seis años como equipo de trabajo, primeramente como capacitadores, luego
como grupo de estudios en el cursado de la especialización de Didáctica y Currículum. Esta
especialización solidificó aún más el trabajo grupal, lo que podía evidenciarse clase tras clase.
Los aportes, las lecturas y los trabajos que debíamos realizar eran grandes desafíos, pero no
queríamos fracasar. Ese tipo de lectura crítica nos hacía un corrimiento de nuestro lugar, por
la gran complejidad: su interpretación no nos era cotidiana y menos aún habitual.
La gran fortaleza que teníamos como grupo era la mirada atenta de José, quien
aportaba el análisis filosófico de todas las producciones, y esto nos permitía crecer.
Recuerdo que uno de los desafíos fue cuando debíamos presentar una propuesta de
enseñanza ante todos los compañeros del posgrado. En un primer instante fue difícil pensar
en el diseño de la tarea, ya que manejábamos áreas diferentes. Habíamos acordado en que
cada uno de los integrantes del “grupo de los cuatro” llevaría para un próximo encuentro de
trabajo algunas ideas para elaborar dicha propuesta. En realidad, como estábamos bastante
desorientados, más que propuestas llevamos interrogantes. Pero con la mirada sabia, el
análisis, y la reflexión planteados por José, decidimos cuál podría ser la alternativa. Él
recordó una aplicación que yo había hecho en una de las capacitaciones sobre un tema
particular de matemática, que cumplía básicamente las pautas que establecía la teoría. De este
modo, pudimos diseñar dicha propuesta, y desarrollarla con éxito ante todos los compañeros
de la especialización y el reconocimiento de Amalia Martini y Olga Loyo (a quienes
considero eminencias). Todo esto fue posible por el verdadero trabajo en equipo, siempre
valorado incluso por los demás cursantes.
Podría recordar muchas vivencias positivas, pero elijo una en particular, que se dio ya
al final de la especialización. Habíamos presentado todos juntos el trabajo final individual, en
tiempo y forma. Esperábamos los resultados con mucha ansiedad, pero el tiempo
transcurría… Luego de más de cinco meses José Bogado nos comunica el excelente resultado
de su producción, posteriormente Edith y José Caravaca también reciben su alegría, pero el
mío quedaba pendiente; todos los días esperaba ansioso recibir noticias de los resultados.
Pasaron más de dos meses, hasta que por fin recibo una notificación cuyo resultado no era el
esperado. Esto me produjo como una gran nebulosa. Inmediatamente, se lo comunico a Edith
y ella a su vez al resto del grupo. Recuerdo textualmente las palabras de José, el Rector, quien
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ya había hecho una lectura minuciosa de la devolución emitida por el tribunal y la
interpretación puntual de cada una de sus partes: “No te preocupes, Omar. Analizando lo
expuesto por el tribunal, no son muchas las correcciones que hay que realizar. Todos los
integrantes del equipo vamos a revisar tu trabajo, porque el fracaso de uno de nosotros,
también lo consideramos como fracaso del grupo”. Estas palabras me tranquilizaron un
poco. Pensaba en el título de mi trabajo: “Incidentes críticos”… si bien este título estaba
enfocado en los problemas que atraviesan practicantes y residentes, paradójicamente, parecía
que me reflejaba a mí mismo en ese momento crucial. Tal como lo mencionan Sikes, Measor
y Woods, (1985), “éstos son momentos y episodios muy cargados, que tienen enormes
consecuencias para el cambio y el desarrollo personal. No están planificados, ni anticipados,
ni controlados. Son fogonazos que iluminan en un instante electrizante algún aspecto
problemático clave, o aspectos del papel del profesor, y que contienen, en el mismo instante,
la solución”.
Luego de la lectura y de la revisión, las correcciones se empezaron a encaminar, con la
orientación de Edith, en cuanto a las formalidades de la escritura; pero faltaba otra mirada,
otro análisis más profundo… En la siguiente reunión grupal, cada integrante hace su aporte
para la mejora en base a lo leído, hasta que llega el aporte de José Caravaca, quien con un
pensamiento filosófico, pedagógico y con un cúmulo de conocimientos, analiza parte por
parte nuevamente, y con sus distintos planteamientos me hace ver que me había desviado, en
algunos términos y párrafos, del tipo de proyecto al cual debía orientarse el trabajo (se
encaminaba más a un proyecto de investigación, mientras que yo debía realizar un proyecto
de intervención),
Destaco de José la excelente predisposición, la correcta interpretación de lo expedido y
solicitado por el tribunal, el tiempo que le dedicó a la lectura del trabajo para encontrar los
errores conceptuales, y su invalorable aporte para la mejora en la corrección y para el
cumplimiento de mi segunda entrega. Quiero expresarle mi gran reconocimiento por todos sus
aportes a mi formación profesional y personal. Reunión tras reunión de trabajo, me dejó
muchas enseñanzas, a través de sus palabras, reflexiones y análisis de la realidad. Creo que
todos sus consejos me sirvieron para llegar a tomar decisiones importantes en mis nuevos
emprendimientos profesionales.
Educación y presencia en las aulas
por la Prof. Elvira Fimiani
En tiempos de globalización, todo parece indicar la necesidad de
presencias significativas dentro de las aulas… Pero, ¿en qué consisten
estas presencias en el contexto de la comunicación didáctica?
Hacerse presente, es hacer lugar, es propiciar un espacio de
confianza hacia el otro… Se trata de una confianza recíproca, que
permite un encuentro real, entre el educador y el educando, docente –
alumno, directivo docente. Somos sujetos de presencia, estamos
siempre bajo influencias, y estas pueden ser significativas o destructivas…
Quiero traer aquí, una presencia especial en mi vida, como docente. Siempre creí en la
necesidad del acompañamiento de los superiores, llámese Director, Rector, hacia el cuerpo
docente. No hace mucho tiempo que me desempeño como Profesora en el Instituto de Nivel
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Terciario “Profesor Eduardo A. Fracchía”, y debo reconocer que hubo presencias importantes
que tienen un valor muy significativo para mí, tanto en mi desarrollo profesional, como en el
personal.
Actualmente tengo a mi cargo un espacio curricular: “Pasantía”, en cuarto año de los
profesorados de Matemática y Química, donde tengo el agrado de trabajar en “pareja
pedagógica” con los profesores Claudia, y José respectivamente, este último, mi superior a
la fecha. La experiencia, no es nueva para mí, ya que la había experimentado en la escuela
primaria, pero en el ámbito de la enseñanza superior, me ha llevado a descubrimientos no sólo
en el aspecto profesional, sino sobre todo en lo personal, y es en esta área de mi identidad
profesional desde donde quiero narrar una experiencia, mi experiencia…
Las primeras clases junto a José, el Rector del instituto, fueron como de una práctica
de residencia para mí, sentía las mismas emociones del que está bajo observación de clases,
veía a José como el “catedrático”, el “magister dixit” (del latín: “el maestro lo dijo”), con
un conocimiento profundo de la Filosofía. Por otra parte, la Filosofía, es un conocimiento
atrapante para mí, tanto que luego de mi clase yo tomaba notas y participaba junto con los
alumnos, asumiendo yo misma ese rol durante el desarrollo de las clases de José.
Volviendo a mi hogar, “volvía” hacia mi desempeño, pensaba en lo que había dicho,
en cómo habían trabajado los alumnos, me preguntaba muchas veces, y hasta hace muy poco,
si José advertiría en algún momento, mi inquietud… (seguramente que sí). De lo que no tengo
dudas es de su capacidad para intervenir ahí donde fuera necesario aportando las aclaraciones,
reflexiones y conocimientos oportunos desde su cátedra (Ética y Problemática Docente) a la
mía (Pasantía). Debo destacar que se establecía una especie de encuentro, particularmente yo
disfrutaba mucho de la apertura al diálogo, de la participación que se generaba… José lo
manifestó frente al grupo: “los veo más relajados”- ambos disfrutábamos esa situación…
Recuerdo haber planteado a los alumnos un texto de Yuni y Urbano: “Retorno a la
intersubjetividad con los otros”, y dialogando con el grupo clase, también en interacción con
José, pude blanquear mis temores. En algún momento le confesé a José cómo me sentía frente
a él, y el resultado fue descubrir esa veta de mi identidad como docente que me acompaña
siempre (¿afán…? ¿deseo…?) No sé cómo nombrarlo, creo que es necesidad de comprender
al otro, de desarrollar, por todos los medios la participación, propiciando la toma de la
palabra, la participación relajada, sin temores “desanudando el alma”. Es posible que no
pocos hayan estado o estén “anudados por dentro”. Y sólo una presencia significativa, puede
ser capaz de ayudarnos a superarlo. Debo reconocer que poco a poco, con la ayuda de José,
con sus intervenciones y apoyo, fui reforzando mi autoconfianza, el propio autoconcepto, lo
que fortaleció también mi autoestima como profesional de la educación.
Cuánto valor podemos agregar a nuestras prácticas, si podemos hacer una vuelta sobre
nuestros propios miedos, resolver nuestras frustraciones escolares, tal vez las de aquel
adolescente “que quisimos ser”, aquellas que desde algún lugar, siguen impidiéndonos
disfrutar de una práctica coherente. Sacar los miedos y prejuicios es liberarse a caminar hacia
la emancipación, para poder asumir el compromiso ético político de ayudar a otros a
desarrollarse, en lo más valioso que tienen quienes ansían ser auténticos, libres, felices…
Seguros de que sólo damos aquello que tenemos, ¡qué gratificante es sentirse aprendiendo
para enseñar siempre! Educar es, como bien dice César Carbó, el impacto de una vida sobre
otra vida. ¡Es hacerse presente en otras vidas! En fin… Presencias que aman y educan, y
aunque pase el tiempo, la vida no podrá borrar.
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II PARTE
Un rector con historia institucional:
José Francisco Caravaca. por la profesora Irma Gladys García
Mis alumnos de primer año 2º div. del Profesorado en Lengua, en el espacio
Investigación Educativa, “Sujeto y Contexto” estudiaron el tema “métodos biográficos”, y
para que el tema no quede en mera teoría, lo llevaron a la práctica. Recurrieron a técnicas
como la entrevista en profundidad complementada con otros materiales documentales.
Las historias de vida pertenecen a un método que permite el uso descriptivo,
interpretativo, reflexivo, sistemático y crítico de la comprensión o explicación acerca de la
naturaleza del hombre y del sentido de la persona humana. El supuesto de los métodos
biográficos es que la persona pueda ser captada y representada en un texto.
La primera tarea que los alumnos desarrollaron fue una entrevista al rector: Lic. JOSÉ
FRANCISCO CARAVACA. Pensamos en que él sería el entrevistado indicado, porque
tuvimos en cuenta que está próximo a jubilarse, y también se aproximan las elecciones a los
cargos de rector y vicerrector de la institución.
Lo elegimos por su larga trayectoria en nuestro instituto, pues nos pareció interesante
que toda la comunidad pueda conocer un poco más acerca de la vida personal y profesional de
este pequeño gran hombre que contribuyó por muchos años a nuestra casa de estudios.
Luego de profundizar en la vida y en el propio pensamiento del sujeto entrevistado,
hemos realizado indagaciones en otras personas que pudieron conocerlo, a fin de observar su
vida desde la mirada externa, extrayendo información del contexto en el cual se desenvolvió
profesionalmente.
Agradezco a todas las personas que colaboraron para que esta valiosa historia saliera a
la luz, a la profesora Edy Navarro, que me animó a que me lanzara con la tarea, a la profesora
Daniela Maciel, que se ofreció desinteresadamente para filmar la entrevista y a mis alumnos:
Mercedes Cáceres, Sebastián Chicote, Aldana Escobar, Airton Ríos, Rocío Sánchez, Yamile
Sosa, Adriana Soto, y Maida Zambón.
Alumna _ Buenas tardes, mi nombre es Aldana Escobar y soy alumna del profesorado en
Lengua y la primera pregunta para usted es: trate de recordar su infancia, lugar de
nacimiento, cómo era su ambiente, su familia, la influencia de sus padres, composición
familiar, hermanos. ¿Cómo era usted de niño? Prof. Caravaca: _ Bueno, yo nací en Basabilbaso, que es una población entrerriana, en
cantidad de habitantes bastante parecida a lo que es hoy General San Martín. Era una
población que se caracterizaba por ser un nudo ferroviario, era un cruce de ferrocarriles los
que había en Basabilbaso, hoy eso está bastante quieto. Por lo tanto mi infancia se caracteriza
por una vida pueblerina. Somos tres hermanos, mi padre era comerciante, mi mamá ama de
casa. Allí hice mis estudios primarios y secundarios. Un vida… tranquila, de pueblo chico en
el que todos nos conocíamos, y donde el ferrocarril influía mucho en mi infancia. Ir a la
estación del ferrocarril a ver el paso de los trenes era un paseo tradicional en mi pueblo.
Cuando terminé la secundaria, tuve que trasladarme a otra ciudad - Concepción del Uruguay-
donde inicialmente hice mi carrera de magisterio y después completé mis estudios de
profesorado en Filosofía y Pedagogía. Estuve allí hasta los veinte años aproximadamente.
Mientras tanto, ejercí como maestro durante un año en una colonia que se llama Alberdi,
cerca de Oberá, Misiones. Después volví otra vez a Concepción del Uruguay a completar mi
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profesorado, y cuando lo completé, tuve la oportunidad de venir al Chaco a ejercer la
docencia pero ya en el nivel secundario. Ya con el título de profesor, me vine para esta
provincia para ejercer mi profesión, puntualmente en San Martín. Y aquí pasé por casi todas
las escuelas secundarias, bachillerato, la escuela de comercio, la escuela técnica, y también
tenía horas en el nivel terciario. De a poquito fui quedándome únicamente en el nivel
terciario, fui profesor, Profesor de Práctica, Coordinador Pedagógico y por último rector. En
síntesis, esa es mi carrera.
Alumna: _Hubo algo en su infancia que lo motivó a ser docente?
Prof. Caravaca: _ En mi infancia no sé, tal vez en mi adolescencia… yo creo que mi vocación
y mi elección tuvo mucho que ver con mi juventud, con mi adolescencia…yo era un alumno
retraído, muy tímido, muy sensible a las posturas de corte autoritaria de mis profesores de esa
época. Yo creo que mi elección por la docencia tuvo que ver con intentar un camino, un
ejercicio diferente, buscar una comunicación con el adolescente desde otro lugar, no desde el
autoritarismo. No quise, no quería para mis alumnos el trato que yo había recibido de mis
profesores.
Alumno: _Buenas tardes, mi nombre es Chicote, Sebastián, también estudio
el Profesorado en Lengua y Literatura, 1º 2º. Mi primer pregunta es: ¿en
qué colegios estudió?
Prof. Caravaca: _La escuela primaria la hice en Basabilbaso, en la escuela
Matías Sapiola y el secundario en un colegio nacional recientemente creado ahí en esa
localidad. Ahí estuve aproximadamente hasta los 17 años. La población era chica, bastante
parecida a lo que es hoy General San Martín, todos nos conocíamos, con las travesuras lógicas
de los jóvenes, una adolescencia muy cargada de amigos y de compinches, y con una
educación bastante autoritaria, propia de esa época. Te estoy hablando de hace 40 años atrás.
Alumno: _ ¿Cómo era su ambiente escolar y cuáles fueron las principales influencias que
recibió?
Prof. Caravaca:_ No difiere mucho de lo que ustedes han vivido, de la infancia actual, claro
que en esa época recién estaba naciendo la televisión… Teníamos más tiempo para jugar y
para conocernos entre los que formábamos el grado o el curso. Estábamos más tiempo juntos,
y más tiempo fuera de la casa también, la televisión casi no se veía, o se veía muy poco y en
determinados horarios. Íbamos mucho a la biblioteca a mirar revistas, a encontrarnos, a
comentar lo que nos había pasado en la escuela y lo que teníamos que estudiar … La
biblioteca era un lugar de reunión importante. También los clubes eran el centro de reunión de
los jóvenes. Allí íbamos a jugar al fútbol, al básquet, a la paleta, al ping pong. Los clubes, la
biblioteca, la estación del ferrocarril, por todos esos lugares pasó mi vida.
Alumna: _En su juventud, ¿cómo veía la vida, que quería para su futuro?
Prof Caravaca: _Bueno, cuando uno es joven, cuando uno tiene 15, 18, 19 años, todavía no se
hace las grandes preguntas que en algún momento llegan. Buscaba divertirme, pasarla bien;
mi vida estaba centrada en mis amigos … no me había hecho todavía las preguntas
trascendentes de la vida, no me preguntaba por qué vivo, ni me preguntaba para qué estoy acá,
solo me preocupaba divertirme, encontrarme con amigos, escuchar música. A partir de los 20,
ya en plena juventud, cuando uno está haciendo estudios superiores, comienza a hacerse
preguntas más importantes, como: ¿Para qué estudio? ¿Quiero o no formar una familia? ¿Para
qué quiero formar la familia, qué quiero para mis hijos? Fui encontrando esas preguntas con
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el correr de los años, en etapas de juventud y adultez. Pero como joven, quería lo mismo que
todos los jóvenes, divertirme y pasarla bien. Estudiaba porque mis padres insistieron, porque
yo entendía que el estudio era una forma importante para labrarse un porvenir, para tener una
profesión, pero mi dedicación al estudio no era muy importante en esa etapa.
Alumna: _ ¿Qué problemas tuvo durante su formación en la adolescencia?
Prof. Caravaca: _ No tuve grandes problemas. Yo era bueno para las matemáticas, sobresalía
en matemática y… tenía mala ortografía. El problema de la ortografía me persiguió por
mucho tiempo, pero lo solucioné… No tuve grandes problemas en el secundario. Sí tuve
materias que me costaban más que otras. En esa época nos exigían mucho estudio de tipo
memorístico, y a mí eso no me gustaba para nada, me aburría, prefería el razonamiento. Y
había profesores que nos tomaban las lecciones de punto a punto. Eso me fastidiaba bastante.
Alumno: _ Actualmente, ¿cómo es su vida docente?
Prof. Caravaca:: _ Tengo seis horas en 4º Año del Profesorado en Química, y mucho tiempo
lo dedico a la gestión, o sea al trabajo de rectoría. Pero lo que más me gratifica es el trabajo en
el aula y el contacto con los alumnos. Me parece que en esta etapa uno puede aportar mucha
experiencia a sus alumnos, a esta altura hay cuestiones que ya dejé de lado y lo que me
interesa es la formación, más allá de los contenidos, los interrogantes, las dudas que puedo
generar a los alumnos, las preguntas que ayudo a hacerse, a replantearse. Esto me gratifica, y
me parece que mis alumnos últimamente me lo agradecen.
Alumno: _ ¿Cómo es el ambiente en el que se desenvuelve?
Prof. Caravaca: _¿El ambiente en el instituto? Relativamente tranquilo, no hay grandes
problemas en la institución. Es una institución que ha crecido muchísimo, por lo tanto es cada
vez más difícil gestionar, y también cada vez es más difícil generar la comunicación profesor-
alumno, profesor-profesor, porque ya somos muchos: 110 profesores, más de 1000 alumnos…
A mí me tocó vivir una etapa muy diferente al principio, cuando estaba aquí en instituto,
donde éramos 11 profesores y 300 alumnos, por lo tanto el conocimiento y la comunicación
que teníamos unos con otros eran muy distintos a los de ahora. Hay profesores a los que
apenas si veo, hay alumnos que apenas si conozco. Esto es así, porque hemos crecido mucho
y cada vez es más difícil la comunicación rector-alumno, profesor-profesor. Bueno, a mí
personalmente me gustan las escuelas chicas, las escuelas de pocos alumnos y pocos
profesores. Creo que la calidad formativa en esos ámbitos se desarrolla mejor que en escuelas
que trabajan en dos turnos, pues son cada vez más profesores y más alumnos, y es más difícil
la comunicación. Y cuando uno tiene la posibilidad de conocerse más con el otro tiene la
posibilidad de enriquecerse más con el otro. Cuando somos muchos, nos incomunicamos más
y nos conocemos menos. Y aparecen los prejuicios, las dudas y los comentarios que solo se
solucionarían en una comunicación diaria y estrecha, que ojalá pudiéramos tener con cada
alumno, con cada profesor.
Alumno: _¿Cómo es la relación con sus superiores, pares o subordinados?
Prof. Caravaca: _ Tendrían que preguntarle a los demás profesores, pero yo creo que buena.
Al menos a mí me gusta comunicarme con todos y me gustaría que todos cuando tienen algún
problema vengan a rectoría y me acerquen su inquietud, su dificultad. Me gusta que me
presenten los problemas, y poder darles mi postura, explicarle las cuestiones. Pero lo que te
digo es una visión desde mi lugar, habría que ver desde el lugar de los profesores, cómo
perciben esa comunicación. Hacemos lo que podemos…
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Alumna: _¿Qué piensa acerca de cuál es la función de la educación en la actualidad?
Prof. Caravaca:: _¿Cuál es o cuál debería ser? Prefiero contestarte lo que debería ser. Es más
difícil contestarte cuál es. La educación debería darle las posibilidades a todos para una vida
comunitaria en igualdad de condiciones. O sea, debería ser un factor de equidad, que vaya
limando las diferencias y acercando las posibilidades para que todos podamos tener una vida
sin tantas desigualdades. Debería abrirnos los horizontes, abrirnos las mentes para ver más
allá de lo que nos pasa en lo cotidiano y en lo inmediato. Además, creo que la educación
debería permitirnos preguntarnos y acercarnos algún tipo de respuestas a interrogantes que
son centrales: ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Por qué yo estoy en este mundo? ¿Para qué
estamos? ¿Cuál es el propósito? ¿Cuál es el valor de mi persona? ¿Cuál es el valor que tienen
las demás personas? ¿Qué puedo hacer yo por los otros? Esas preguntas creo que en algún
momento deberían impactarnos, interrogarnos y deberíamos estar constantemente buscando
las respuestas a esos interrogantes. Para eso debería servir también la educación.
Alumna: _¿Qué importancia tiene para usted la escuela?
Prof. Caravaca: _Mucha importancia. En una sociedad de desigualdades, la escuela debería
posibilitarnos una vida mejor a todos. Darnos nuevas alternativas, abrirnos la mente.
Deberíamos encontrar nuestro lugar en esta sociedad. Sentirnos parte y además sentirnos
iguales a los demás. Ni inferiores ni superiores pero sí, con las mismas posibilidades y
condiciones que todos.
Alumna: _Existe una relación entre la formación e información que imparte la escuela con
la que se imparte la familia y en los medios de comunicación?
Prof. Caravaca:: _Me parece que esa relación es cada vez más distante. La familia se está
alejando de la escuela, y los medios de comunicación poco hacen para la formación. Y me
parece que en muchos casos la escuela está demasiado sola. Debería tener más respaldo de la
familia y de los medios.
Alumna: _En su vida docente, cuál es su principal satisfacción?
Prof. Caravaca:: _La gratificación mayor te la dan siempre los alumnos. Y
te la dan los alumnos agradecidos: aunque no te lo digan, vos lo descubrís.
Vos descubrís cuando das una linda clase, que el alumno te está
agradeciendo el aporte que le estás haciendo, y eso es lo mejor que te puede
pasar. Sentir que el alumno recibió el mensaje y te lo agradece.
Alumna: _¿Y cuál es su insatisfacción?
Prof. Caravaca::_ Ay, son muchas… en educación son muchas, porque uno no puede hacer
todo lo que quiere. Además con el correr del tiempo, uno ha visto cierto deterioro en la
calidad educativa y pretende corregirlo, pero en educación los cambios son muy lentos, para
bien o para mal. Los cambios no se dan de un día para otro, son procesos que se van dando, y
en el campo de la educación tenemos que admitir que las cosas no van del todo bien.
Alumna: _¿En este momento qué es lo que le da sentido a su vida profesional?
Prof. Caravaca:: _ Me parece que como profesor tengo para aportar, tengo experiencia, tengo
algún conocimiento que le puede servir a mis alumnos, y eso es lo que tiene sentido…
Cuando uno tiene algo para compartir, cuando uno tiene algo que a los demás le puede
servir… Cuando no tenés nada, tu vida profesional no tiene sentido. Por eso es necesario
nutrirse de conocimientos y de experiencias, para luego poder compartirlos. Si estás vacío
interiormente, vas a compartir vacío. Si estás rico interiormente, porque durante tu vida te
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fuiste nutriendo de conocimientos, de lecturas, de experiencia, de aportes del colega, de
experiencias que ves en los demás y que considerás valiosas, tu mochila se va haciendo cada
vez más importante, tus aportes son cada vez más ricos, y eso le da sentido a tu vida
profesional.
Alumno: _¿Cómo ve su progreso profesional en este momento?
Prof. Caravaca:: _Yo estoy cerrando mi etapa de docente, pero lo que tengo para decir es que
durante toda mi carrera profesional busqué siempre crecer: nunca dejé de estudiar. Después de
estudiar mi profesorado de Filosofía intenté una Licenciatura en Gestión hasta que logré
completarla, y luego hice una especialización en Didáctica y Currículum, y también la
completé. Siempre busqué enriquecerme, estudiar, tener más conocimientos. Hasta hace muy
poquito tiempo seguí especializándome. Y en este momento ya estoy en mi tramo final, pero
creo que lo que acumulé lo puedo seguir compartiendo.
Alumno: _¿Y cómo cree que será el futuro?
Prof. Caravaca:: _¿Mío? Creo que por unos años más va a seguir ligado a la docencia. Ya me
estoy jubilando en el sistema educativo provincial, pero tengo algunas propuestas para seguir
ejerciendo la docencia en otro ámbito, así que creo que lo voy a seguir haciendo. Tal vez no
con tanta dedicación y tantas horas como lo estoy haciendo ahora, pero voy a seguir ligado a
la docencia seguramente.
Alumna: _¿Cuál fue la decisión más difícil que usted tomó?
Prof. Caravaca:: _Fueron muchas, muchas. Recuerdo una tal vez por la carga emotiva, pero
cuando uno está en un cargo de responsabilidad, tiene que tomar casi a diario decisiones
difíciles. Recuerdo que cuando estuve como Profesor de Práctica, yo tenía una alumna
embarazada, soltera, y por la normativa de esa época no podía seguir haciendo las prácticas.
Mis autoridades me dijeron que le comunicara a la alumna que tenía que dejar la etapa de
residencia. Creo que ese fue uno de los momentos más difíciles que me tocó vivir…
Alumna: _ ¿Qué había en juego? ¿Volvería a tomar esa decisión?
Prof. Caravaca:: _No, no la volvería a tomar. Estaba en juego una normativa, una prohibición
propia de esa época, que nosotros intentábamos disimularla. Le decíamos a nuestras alumnas
que intentaran disimular su embarazo para tratar de ayudarlas, pero cuando era muy evidente,
las autoridades nos exigían que tomáramos una decisión: en ese caso la decisión era
interrumpir la residencia. De hecho, no lo volvería a hacer.
Profesora Irma García: _Para ir cerrando, vamos a hacer un ping pong de preguntas y
respuestas..
Un educador: Eduardo Fracchia.
Un libro: “Filosofía de la resistencia”.
Un deporte: fútbol.
Una mujer: mi esposa.
Un filósofo: Sartre.
Prof. Irma García: _Muchísimas gracias, José, por tu disposición para contestar tantas
preguntas. Realmente ha sido un placer escucharte. Queríamos conocer la historia de tu
vida, y la única manera era haciendo esta entrevista en profundidad. Muchas gracias
también a los alumnos.
Prof. Caravaca: _Gracias a Uds.
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Tiempos de cambios
por la Prof Nancy Debárbora
DIRECTORA DE ESTUDIOS PROF. MATEMÁTICA Y QUÍMICA
Estamos viviendo momentos especiales en el Instituto de Nivel
Terciario “Profesor Eduardo A. Fracchia”. Momentos de cambios y
nostalgias. El tiempo fluye, y en ese andar van quedando estelas de un
quehacer docente arduo y significativo en cuanto a experiencias vividas.
Experiencias que dejan un pasado y presente imborrable. Una figura que
en el tiempo transcurrido fue marcando sendas de trabajo compartido. La figura de un rector,
como bien significa la palabra, alguien que con sólo su presencia y la palabra empeñada fue
trasmitiendo empuje, nos fue involucrando y haciendo sentir la profesión con el entusiasmo y
la responsabilidad de llevar adelante una familia. Es la otra familia, nuestra comunidad
educativa, la de forjar el compromiso de formar al otro y de meternos naturalmente en el
sentir de construir.
En ese recorrido largo hemos aprendido a comprometernos cada vez más, a luchar por
lograr a posicionarnos en las fortalezas, con errores y aciertos, siempre mirando en buscar lo
mejor. Pero también sabemos que en el recorrido diario no siempre se encuentran flores, las
piedras están también presentes. Lo importante es que quedan muchos ejemplos incalculables
de aprendizajes, muchas fuerzas en potencia para seguir adelante, para no bajar los brazos y
darle de aquí en más el lugar que le corresponde a nuestra institución.
José fue y es una figura muy representativa para la institución que no va ser fácil
olvidar. Es una figura con proyección, que deja puentes, como bien lo expresa Fracchia en
sus Antipoesías, en aquella estrofa que él siempre remarcó, para seguir transitando la vía del
esfuerzo y del conocimiento.
Lo más importante que resalto y me apropio de su persona es la energía de seguir
trabajando y bregando para que en la institución perdure la cultura del estudio y del trabajo.
MANUEL A. CÁCERES
VICERRECTOR DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
Prudente, mesurado, crítico, analítico, son algunas de las cualidades que
caracterizan su andar institucional.
Es quien me ha enseñando en estos años la importancia del trabajo en
equipo y la necesidad de aplicar la estrategia más adecuada y apropiada
para resolver cada conflicto, pues no existen reglas generales: muchas se
van construyendo sobre la marcha.
Es quien me animó siempre a crecer, a perfeccionarme, a resistir a pesar
de los malos momentos y a aprender a disfrutar de todo lo bueno que la vida me daba.
Es quien me instruyó en el arte filosófico, me apasiona escucharlo cuando prepara sus charlas
o conferencias, todas hechas con mucho respeto hacia su interlocutor. Destaco el entusiasmo y
las ganas que le imprime a sus clases, aún luego de muchos años de docencia.
José, cuando algo se termina, se tiene que aprovechar para hacer algo nuevo, iniciar una
nueva etapa. Hay que confiar en las posibilidades que Dios ha sembrado dentro nuestro, hay
que atreverse a más, ir por más, buscar algo más… Está en nosotros aceptar el desafío.
Es la persona que siempre recordaré con mucho cariño por su don de gente.
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Una gran persona
por la Prof. Marta Bossio de Viviani
COORDINADORA PEDAGÓGICA
¿Qué puedo decir de José Caravaca? José es un profesional por
excelencia, con una gran vocación docente que se pone de manifiesto en
todo momento. Acompaña a esta entrega su preparación y actualización.
Lo que sobresale en él es su objetividad y su espíritu crítico. Es reflexivo, responsable,
perfeccionista en todo, y muy meticuloso en sus tareas.
A José lo conozco desde hace 27 años, desde aquel día de lluvia en el que llegué con
mi esposo a San Martín, proveniente de mi querida provincia de Córdoba. Él era el
responsable de buscarnos una casa en esta localidad, y la encontró, pero cuando nos llevó a
verla, a mí no me gustó ni la casa ni el lugar. Entonces comenzamos a recorrer la ciudad en
busca de una morada mejor. Ya se hacía de noche, y ninguna me gustaba, pues no había
mucho para elegir. Entonces, cansada y nerviosa, yo le pregunté: “¿Quién dijo que aquí no
había problemas de vivienda?” José se dio vuelta y como un pollito mojado, me respondió,
“YO”. En ese momento, fue tan grande mi enojo que él le dijo a Eduardo: “Vamos a llevar a
la señora al hotel y continuamos buscando nosotros”.
Y así, en esa circunstancia tan difícil como graciosa, comenzó nuestra amistad... Una
amistad que se mantuvo constante aún en los trances más dificultosos. Por eso puedo decir
que José es amigo, compadre, compañero, rector. Y desde todos los ángulos, es muy leal,
solidario, cauto en sus opiniones y muy reservado.
Tendría muchas cosas que contar porque hace varios años que trabajamos juntos en la
conducción, hemos experimentado alegrías y ratos muy amargos, pero nunca bajamos los
brazos: los enfrentamos sin miedo, porque había que darles una solución.
Hoy José está con sus trámites jubilatorios. Creo que lo vamos a extrañar mucho,
porque es, ante todo, una gran persona.
SILVIA PÉREZ, SECRETARIA ACTUAL DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
En estos siete años que trabajamos de manera más cercana, tuve la
posibilidad de descubrir a una persona sensible, honesta y fiel a sus principios,
también a una persona inquieta y acelerada cuando venía de tener reuniones
con la superioridad.
José se manifiesta siempre abierto a las opiniones de los demás, ofreciéndonos la
posibilidad de expresarnos libremente. Es gracioso por momentos, sobre todo cuando cuenta
sus chistes y anécdotas. Posee, como pocos, un rasgo distintivo que lo caracteriza: siempre
se muestra orgulloso de sus hijos y de su familia.
“El profesor José Francisco Caravaca se caracteriza por ser un profesional
dedicado y comprometido con lo que hoy es una institución de renombre en toda la región.
Es admirable su predisposición al enseñar. Tiene la capacidad de contextualizar al
alumno en todos los ámbitos: ético, político y filosófico.”
Alumnos de cuarto año del Profesorado en Química- año 2011.
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JUAN ALEGRE, BEDEL DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
¡Cuánto se puede decir de José o Pepe como también lo llaman! ¿Y cómo
se podría resumir en pocas líneas la trayectoria de un hombre de bien?
¡Sí…sí…! Sin dudas, es una persona de bien, con aciertos y errores de
mortales. Un hombre que con una ética y moral incuestionable, un hombre
multifacético desde su tránsito en el periodismo, el deporte y la música
entre otras.
Desde su pueblo natal de Entre Ríos, de Basabilbaso (o “Baso” como lo llama él),
llega a General San Martín donde desarrolla todo su potencial como educador, formador y
rector. Es aquí donde encuentra el amor - la madre de sus hijos- y construye su nido, gran
tesoro de su vida.
Como rector, es un hombre preocupado y ocupado por los problemas de la institución,
con un carácter fuerte en sus decisiones. A veces cuestionaba su forma de decidir, pero
seguramente lo hacía pensando en lo institucional antes que en el beneficio personal. Pero sí
destaco que es un hombre profundamente sensible, transparente, honesto, excelente profesor,
apasionado por el fútbol, y fanático del club de boca junior, tanto que su fanatismo lo podría
llevar a suspender la clase si fuera posible para ver los partidos.
¡Tanto se podría decir de José ! Pero lo resumo en pocas palabras, como lo decía al
principio: “José es un hombre de ética, moral y profesionalismo como pocos, un padre
ejemplar y sobre todo una persona de bien”.
ZULEMA GASTIN, EX SECRETARIA DEL INT “P.E.A. FRACCHIA”
He tenido el privilegio de haber compartido muchos años de trabajo con
la persona más digna y respetuosa.
Hablar de JOSÉ significa hablar del amigo justo y sincero, más allá del
profesional equilibrado y criterioso, ese profesional que en cada acto
puso de manifiesto el sentido común, la moderación y la palabra justa.
Guardo en lo más profundo del corazón el recuerdo más agradable de los
años compartidos, donde la amistad fue el denominador común entre los
que tuvimos la fortuna de contarlo como Rector, Profesor y lo más importante, como un
AMIGO, ese sentimiento más noble…porque es el corazón el que lo selecciona…
ISIDRO SALVADOR REYNOSO
EX PROFESOR DEL INT “P.E.A. FRACCHIA”
Más allá de algunas diferencias de enfoques o de criterios en algunas
cuestiones, debo decir, objetivamente, que JOSÉ FRANCISCO
CARAVACA tiene una muy sólida formación intelectual y profesional, no
muy frecuente, lamentablemente, en este tiempo, aquí, en Gral. José de
San Martín.
Espero que los avatares o circunstancias, no deseables, se conviertan en él, en una sólida
fortaleza para seguir sin desmayos y sin claudicaciones, desde cualquier sitial, manteniendo
su servicio a favor de los genuinos intereses de la educación.
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ROSA BUSCONI
PROFESORA JUBILADA DEL INT “P.E.A. FRACCHIA”
Hablar de José es un privilegio … el hecho de recordarlo, es como
abrir las páginas de un libro, páginas que fueron muy importantes para mí.
José es un hombre de bien, con valores y virtudes muy afianzados
que le permitieron formar la familia que hoy disfruta y de la cual se
enorgullece.
En el plano en el que se desenvuelve y desde el rol que desempeña conoce, analiza y
comprende la realidad educativa en sus múltiples determinaciones. Es de perfil bajo, y tiene la
humildad de los grandes; una persona de pensamientos amplios, diversos, en permanente
búsqueda. Descolló en todas las facetas que le tocó actuar, avalado por su trayectoria
profesional y académica.
Comprometido con la institución, es capaz de gestionar profunda y permanentemente
con sus pares, de manera de responder a la realidad que le demandan los cambios.
José es muy crítico, reflexivo, y comprometedor; desde su lugar inspira confianza y
tranquilidad en momentos de conflictos y también de armonía.
Este hombre multifacético instaló su impronta a la institución, apoyado por el equipo
de conducción. ¿Qué más puedo decir? También es un GRAN AMIGO!!! Le deseo éxitos…
POLICARPO RODRIGO
PROFESOR JUBILADO DEL INT “P.E.A. FRACCHIA”
¡Mutifacético, si los hay! ¡Periodista, docente, político y un gran
observador y analista! Defensor de las libertades individuales y del
pensamiento crítico.
Su amplitud de criterio le permite actuar con sabiduría y firmeza
en el cargo de conducción, respetando las opiniones y sugerencias de sus
colegas docentes con la humildad de los grandes.
Excelente formador, grande como persona, pero mejor amigo…
(aunque sea hincha de Boca...)
MARÍA LUISA MEDINA UFERER
EX PROFESORA DEL INT “P.E.A. FRACCHIA”
Me vienen a la mente frases, situaciones, emociones y tantas cosas
vividas en conjunto!!! Hemos tenido diferencias de estilos y formas de
pensar, pero igual hemos trabajado juntos en pos del I.N.T. Eduardo
Fracchia.
Buen compañero de estudio y de baile!!! Vos, Noe y tu hermosa
familia siempre estarán en mi corazón. Que continúes tan activo como
siempre, interesado en múltiples actividades. Muchos cariños.
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MARTA I. RÓMULO, PROFESORA DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
Pasaron ya 28 años desde que me recibía, en la terminal de San Martín, el
profesor Caravaca. Todo un caballero: lidió con una impresionante valija,
llena de libros… la que por un buen tiempo no abrí, pues los inundados
albergados en la escuela eran prioridad… De ahí en más formamos parte de
una historia muy rica; teníamos todo el tiempo para estar al servicio de lo
que considerábamos una buena causa: la institución escolar y la red de
vínculos que tejíamos con hilos de esperanza.
Sentíamos que teníamos todo el tiempo para construir, hacer los planos, ensamblar las piezas,
cerrar los proyectos y luego consolidar y poner manos a la obra. Si algo puedo destacar de
José ha sido su capacidad para hacer que cada uno de sus colegas midan su rendimiento, y
pongan en juego sus capacidades y talentos, aunque a veces había que remar contra la
corriente.
En lo personal, no todo fue armonía, debido a que los dos somos muy apasionados (y antes
más). La dimensión social, ética, política nos posicionó, muchas veces, en lugares opuestos o
distantes… pero el ejercicio de la libertad y la concepción humanista - cristiana de la persona,
que ambos tenemos, no permitió la ruptura de los vínculos. Al contrario, nos fortalecimos
como personas y ampliamos la cosmovisión del mundo y de la historia que nos tocó construir
y compartir..
Hoy en este momento de nuestras vidas, invade una sensación optimista, feliz, altamente
esperanzadora. Queda mucho por andar…seguramente defendiendo la autonomía y el
fortalecimiento de las INSTITUCIONES SOCIALES nos encontraremos, con el profesor , el
papá de cuatro valiosos hijos, el compañero fiel de la vida de Noemí y el amigo que me animo
a definir desde dos virtudes “de las capitales”: prudencia y templanza.
ENTREVISTA A DANIELA SOTO, EX ALUMNA
PROFESORA DE EGB 3 Y POLIMODAL EN QUÍMICA.
- En primer lugar, te agradezco su predisposición para atendernos.
- De nada, me encanta la idea, y formar parte de ella, es un placer.
- Contános , ¿cómo fue tu experiencia en el Instituto Eduardo Fracchia?
- Fue una experiencia muy buena y llevadera, tuve la suerte de compartir mi
camino junto a un grupo de buenos compañeros. Es muy lindo el trato que
hay en el ámbito del instituto.
-¿Qué recuerdos tenés del profesor José Caravaca, como docente y como rector?
-Creo que tuvimos la suerte de nutrirnos de su sabiduría. Es un profesor muy correcto y
responsable, que abrió muchísimo mi mente. Con su filosofía marcó mi carrera.
Me enseñó que “no todo termina donde uno ve…” Su uso de la pedagogía liberadora, es digna
de imitar. ¡Muy fructífera! Realmente me emociona recordarlo, porque su enseñanza se ve
reflejada en mi práctica profesional diaria. Él es una de esas personas que pasan por tu vida y
te hacen amar, valorar la profesión que varios y yo hemos elegido. Es un excelente profesor,
un modelo a seguir. Puedo definirlo con dos palabras: profesionalismo y moral. Si bien tuve la
oportunidad de tenerlo como profesor, no hubo un contacto necesario como rector. De igual
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modo siempre lo veía por los pasillos y en su oficina, y me brindaba esa sensación de que
estando él, estaba todo bien. Creo que es un buen capitán, del gran barco que es el instituto.
-¿Qué concepto darías sobre su persona?
- Es un transgresor de pensamientos, fiel a sus convicciones. Un hombre muy ubicado,
respetuoso y responsable. Esas virtudes lo convierten a él y a su mujer en personas
sumamente queribles, capaces de cosechar elogios por tantos años de esfuerzo y dedicación.
- Por último, ¿podrías recordar algunas palabras que reflejen al profesor?
-Sí, existe una frase que me recuerda a él: "el punto donde se detiene la ciencia, es donde
comienza la imaginación". Muchas gracias a ustedes, fue un gusto. Al profe, le deseo de
corazón mucha suerte, y no me queda más que decirle: ¡Gracias!
ENTREVISTA A VIRGINIA VARGAS BOVERO
EGRESADA EN OCTUBRE DEL 2010 DEL PROFESORADO EN QUÍMICA
- De tus años de estudiante del instituto ¿Qué imagen conservás de
José Caravaca como rector?
- Como rector ... a mí me ayudó mucho para que yo ingrese al instituto,
cuando falleció mi papá, así que en gran parte se lo debo a él…
Siempre lo veía en su oficina o recorriendo los pasillos pensativo u
observando. Nunca tuve una negativa de él.
-¿Y en su rol de profesor?
-Es exigente y sabe mucho de filosofía, y con su modo de trabajo nos obligaba a tener las
carpetas completas y a leerlas todos los días. Siempre indagaba lo que se daba en la clase
anterior. Pero aparte de exigente, es flexible cuando debe serlo, te da lugar a equivocarte e
intentar remediarlo. A la hora de enseñar, es claro y preciso.
-¿Qué enseñanzas de él empleás hoy en tu labor docente?
- Intento que se comprometan con la materia, manteniendo las carpetas completas, recordando
los temas dados. Trato de exigir, sin dejar de ser flexible.
-¿Cómo lo ves como persona? -Para mí es una muy buena persona, yo recibí mucha contención y siempre buena
predisposición en una situación difícil, en la cual tanto Noemí como él siempre me hicieron
sentir bien.
-¿Cómo crees que va a ser el cambio del instituto, a partir de su jubilación?
En principio será raro, porque él es el rostro del instituto, un ícono hace 19... 20 años… Toda
partida genera un gran cambio, porque cada uno tiene ideas distintas, y quien quede como
rector va a imprimir lo suyo. Espero que tenga en cuenta lo construido, que se mantenga el
prestigio y nivel.
- Si pudieras dedicarle unas palabras ¿cuáles serían?
Serían aquellas palabras que me recuerdan a él: " Sé que cada día que vivo es como cruzar un
puente sobre un abismo, y también sé que llegará el día en que no habrá más puentes para
mí... entonces yo seré puente, o abismo". Creo que él fue un puente para todos los que fuimos
sus alumnos.
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BLANCA ALONSO (PIRULA) VECINA ACTUAL
José Caravaca es un buen vecino; hace muchos años que nos conocemos. Lo veo
poco, porque tanto él como yo trabajamos todo el día, pero cuando necesitamos no dudamos
en ir hacia él, porque es una persona abierta al diálogo y solidaria. Vi crecer a sus hijos, y
puedo dar fe de que tiene una hermosa familia. Es muy correcto y respetuoso. ¿Qué más
puedo decir…? ¡Es una excelente persona!
JOSÉ BOGADO, PROFESOR DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
Es un pensador, idealista y práctico, de profundas convicciones morales
aplicables en este mundo. Cada frase, cada acción la piensa, la repiensa y la
vuelve a pensar, y la pone en práctica.
Es ordenado en todos los aspectos de su vida. A mi entender, esta virtud es
la que hace que pueda distribuir su tiempo en la familia, trabajo docente,
deportes de recreación como el fútbol, ciclismo turístico solitario,
automovilismo… Además está siempre informado en todos los temas de
actualidad, esto le permite desempeñarse muy bien en el periodismo de opinión.
En cada tarea que se compromete a hacer, pone todo de sí, la hace con pasión y
muchísima responsabilidad. Esto es también una virtud simplemente que depende de los ojos
del observador, porque a veces es difícil seguirle el ritmo y la constancia. Terco por
naturaleza: “si me comprometí … cumplo”, “si dije que voy a hacer, hago” ; “si dije que es
así, es porque es así”. Esta última frase es relativa, porque si bien afirma sus convicciones,
tiene la paciencia de escuchar, atender, y aunque es difícil de convencer, no tiene
inconvenientes en aceptar. Lo que sí, nadie lo corre con un cuatro de copas, ni con una figura:
debe tener cartas, porque él siempre está de ligue. Si bien es terco por naturaleza, sabe
controlarse.
Al referirme a él como superior jerárquico, digo que me sentí acompañado desde el
inicio de mi carrera de docente terciario: ante consultas difíciles, tuvo respuestas simples.
Otro aspecto destacable de su gestión es la libertad de trabajo, ya que es respetuoso de
garantizar la libertad de enseñar de sus docentes. Jamás observé siquiera sugerencia alguna
que tienda a ser una imposición para forzar voluntades de profesores o alumnos. Supo
gestionar el instituto, dando participación a todos.
José Francisco Caravaca es docente en el lugar de trabajo en el que le toca estar:
enseña aunque no se lo proponga, desde sus joviales comentarios en ruedas de amigos, en las
charlas de pasillo, o en reuniones de trabajo, siempre con una prédica constante de palabras
que invitan a pensar, a usar el razonamiento. En síntesis: está en la búsqueda constante de la
perfección humana en este mundo.
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NORMA EDITH NAVARRO, PROFESORA DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
A través de los años he visto a José Caravaca en distintas facetas de su
vida, pero siempre como persona íntegra y responsable, que ha tenido el respaldo
incondicional de Noemí, su compañera imprescindible y complemento perfecto.
Podría resaltar su rol como profesor, impulsando el estudio y el razonamiento
propio; como rector, brindando apoyo permanente; como compañero de la
carrera Didáctica y Currículum, mostrándose siempre solidario con su grupo;
pero prefiero destacarlo como ser humano, en las que yo considero sus mayores
virtudes: su absoluto respeto al pensamiento diferente y su gran sentido del humor.
José tiene la capacidad de orientar, contener y movilizar equipos, pero también la
grandeza de trabajar como uno más, llevando y trayendo lo que sea necesario transportar.
Creo que educa a través de sus palabras, pero más aún lo hace con su ejemplo, enseñando
humildad, respeto, prudencia, entusiasmo, vocación al estudio permanente, preparación, y
compromiso con la tarea de educar.
Extrañaré mucho a esta gran persona. Pero tengo la seguridad de que cada uno de
nosotros ha construido su propia identidad con una porción de la vida de José. Por esta razón,
estará siempre presente en nuestros corazones y en esta casa de estudios.
ENTREVISTA A PABLO GABRIEL CARAVACA
¿ Cómo es José Caravaca como padre?
Es un tipo “obsesivamente responsable”, creo que eso lo define por
completo. Con un gran sentido del humor... ¡Nunca me voy a olvidar a
papá corriéndonos en los almuerzos con el sifón de soda!...
Como padre destaco también su espíritu consejero, no sé bien cómo lo
hace, pero siempre lo que me dijo que debía hacer, era exactamente lo
que tenía que haber hecho… A veces pienso que tengo que hacerle más
caso... Con los años se ha convertido en un tipo mucho más cariñoso,
creo que le vino bien el viejazo…(risas)
¿Qué recuerdos tenés de tu niñez junto a tu papá?
Las matemáticas y los deportes... Con papá aprendía matemáticas y con mamá lengua... me
fue mejor con papá creo: estudio ingeniería... jajaja)
Y cómo olvidarme mis primeros días en tenis... o cuando me llevaba a los partidos de fútbol
al club Falucho el fin de semana... Aunque los que tengo más presentes, son esos partidos de
fútbol en que él jugaba contra mí en el patio de dos por dos de casa: me ganaba y se iba a
dormir la siesta… ¡Yo lo corría por toda la casa, pidiéndole por favor una revancha, pero
nunca me la daba … ¡Cómo me hacía enojar! Hoy me hace lo mismo con el ping pong ¿Podés
creer? (para el fútbol ya no le da el físico... jajaja)
Siempre me quiso enseñar boxeo, pero en esto tuvo más éxito con mi hermana Lara…
Y las carreras de fórmula uno ... ¡Cómo olvidar esos domingos! ¡Él miraba las carreras
conmigo, y yo lo torturaba con preguntas... pobre viejo...!
¿Qué enseñanzas te marcaron en tu paso como adulto?
Me marcaron mucho algunos ideales, más que enseñanzas directas. Ése es su don... papá te
puede transmitir una enseñanza sin que te des cuenta que te está enseñando. Siempre te cuenta
una anécdota, termina con una frase y te deja pensando...
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Su honestidad, es lo que más me ha enseñado…
¿Cómo compartía el tiempo entre la familia y el instituto?
Ese tema siempre fue difícil. Nosotros íbamos al colegio a la mañana y él iba a la escuela a la
tarde… De todos modos, se hacía un tiempo a la siesta para jugar un partidito, o para
enseñarnos cómo hacer una división de dos cifras... jajaja. Hoy nos llevamos mejor porque
supimos entender que a papá hay que compartirlo… Creo que recién ahora me doy cuenta que
él dio mucho tiempo para que mucha gente esté bien... Eso me infla el pecho de orgullo…
aunque alguna vez no lo entendí.
¿Sentís que su dedicación como rector obtuvo recompensa?
Creo que la mayor recompensa para él es haber estado cuando las papas quemaban,
resolviendo problemas… Ésa era su recompensa, sentir que todo se encaminaba después de
un problema… y como problemas tuvo miles, creo que tuvo miles de recompensas… jajaja.
Estoy convencido que el mayor reconocimiento de la gente vendrá en unos años. Cuando
comparás los modelos es cuando ves las virtudes.
¿Qué virtudes resaltarías de tu padre?
¡Honestidad! El esfuerzo, el sacrificio y la entrega son sus cualidades, pero con una
honestidad sorprendente...
¿Cómo lo ves, en momentos en que está cerrando una etapa muy importante de su vida?
Al principio creo que le costó y supongo que le costará un tiempo más... ¡Es que fue toda una
vida dedicada a esta etapa! Pero creo que de a poco le surgen ideas -alguna más loca que otra-
sobre su nueva etapa, y ya lo veo con proyectos y ganas de vivir este nuevo tiempo. Eso me
tranquiliza un poco.
¿Tu padre es un amante de la filosofía?¿Qué podés contarnos de eso?
¡Ni hablar! ¡Papá es un estudioso! Ha leído muchísimo a miles de filosófos y cada domingo
nos lo hacía notar: desde Aristóteles hasta Nietzsche… Siempre podía acomodar una
situación a una frase filosófica. Tengo presentes algunas charlas con Susana Simone en los
asados... ¡Qué envidia daba escucharlos hablar así! ¡Cómo saben esos tipos!- pensaba yo…
calladito, y con miedo de opinar.
¿Sos el único hijo varón. ¿Qué cualidades de tu padre te llevás para tu formación como
hombre? Su fidelidad por Noemí, y el respeto que le tiene (la tiene en un altar). Su carácter no
machista... esas son cosas dignas de imitar...
¿Recordás alguna experiencia que tuvo que enfrentar que lo haya preocupado? Siempre está preocupado… desde lo más mínimo como los recibos de sueldos, hasta cuando
el electricista estaba en la escuela los domingos… En las vacaciones, porque no se roben las
cosas... Siempre lo vi preocupado, obviamente en algunas cosas más que en otras. Creo que
ser tan recto y respetar siempre los reglamentos, hizo que muchas veces se enfrentara con
algún profesor. Esos días eran los peores....
Dedicale algunas palabras a tu padre…
Papá, siempre pensé que valía la pena la vida sólo si el paso por la misma podría ser tomado
como ejemplo, pero me quedo muchísimo más feliz y orgulloso al ver que tu vida es un
ejemplo para mucha más gente de la que yo imaginaba... ¡Bien hecho, viejo!
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Prof. Ernesto José Merini (“Pocho”)
Menudo compromiso, escribir sobre un amigo, sin ser escritor
y apelando solo a la bondad de los recuerdos, que con el paso de los
años se van tiñendo con una pátina de bruma que los pondera según la
luminosidad que surge de cada uno de ellos. Pero, trataré de visualizar
aquellos años, algunos previos a 1978, fecha del “desembarco” en
General San Martín de aquel joven de anteojos oscuros, entonces algo
parco en su decir, pero constante, preaviso y puntilloso en sus análisis
respecto de temas diversos: José Francisco Caravaca. Han pasado más
de treinta años, noble etapa del hacer, construir, crecer, profundizar. Verdadera etapa de
proyección del amigo “Pepe”.
Nos conocíamos “de vista” como habitualmente decimos; vivíamos en Concepción del
Uruguay, Entre Ríos, donde crecimos y estudiamos en distintos barrios. Pero el vínculo de
afecto y amistad fue desarrollándose durante nuestra juventud, cuando estudiábamos para ser
profesores en el Instituto del Profesorado de la Escuela Normal Mixta Mariano Moreno de esa
ciudad.
José, con su apellido de descubridor y héroe, vivía en una de aquellas casas de las
cuales hay muchas en Concepción, por ser una ciudad muy antigua, con puerta de madera
muy alta, de dos hojas, y frente con balcón bajo. Para ingresar había que atravesar un largo
pasillo cancel, separado por otra puerta que daba a un living muy amplio, trayecto en el cual,
cuando uno llamaba golpeando desde afuera, corría al galope una perra “gigante”, que con
sus ladridos atronadores, aumentaban en su volumen por retumbar en el espacio vacío, y nos
hacía retroceder en el exterior, “por las dudas”. No obstante, enseguida las voces
tranquilizadoras de Doña Rosa, mamá de José, y de él mismo, anunciando que la perra era
mansa, aunque su aspecto no lo certificaba demasiado… casi como hoy, la famosa “Malena”.
Allí, una vez dentro, intercambiábamos libros y charlas del profesorado, pues aunque
cursábamos carreras diferentes, teníamos alguna materia en común como Historia de la
Educación, que dictaba la profesora Amalia Seguí en forma conjunta para distintas áreas del
profesorado. Por supuesto, la temática de aquellos encuentros, que además acompañábamos
con algunos mates o té que ofrecía Doña Rosa, circulaba por los más variados ítems,
recalando en pasiones comunes tales como el fútbol, el automovilismo o el boxeo, algo que
aún con el paso del tiempo del tiempo, no ha variado demasiado…digamos que nada… Pero
después de los años 70 hubo un espacio físico, donde conjugamos con José alegrías,
aventuras, lucha, creatividad, fortaleciéndose la amistad, al ingresar ambos y casi al mismo
tiempo, a trabajar en el diario regional “La Calle”. Allí, después de algunos primeros pasos
en la redacción, José pudo desarrollar sus conocimientos de fotografía y puestos en marcha,
terminó siendo Jefe del laboratorio fotográfico del diario. A él recurríamos los redactores,
rezongando cuando había que salir urgente a hacer una nota con fotos y las cámaras a su cargo
desde ese momento, no tenían rollos o no había para reponerlos… eso sí, también a él
recurríamos cuando había que pedir un revelado de emergencia, cuando ya el turno de José
había terminado hacía rato y él siempre salvaba a todos con enorme solidaridad. Innovador en
el armado del “cliché”, para las fotografías, para que no se moviesen al colocarlas en el
armado de las “ramas” y posterior zarandeo de las viejas rotoplanas del diario, logró que las
fotos en blanco y negro por entonces se viesen impecables en la publicación diaria. Excelente
administrador de los materiales en custodia, siempre tuvo un recurso más para dar soluciones
a un trabajo exigente. Así mismo, aún antes de esa etapa, la política no fue ajena a su vida:
desde los centros de Estudiantes, donde participaba activamente, hasta pasar en aquellos años,
a compartir la integración y formación del primer sindicato de periodistas y talleristas del
diario en cuestión.
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Inexorables, los años transcurren, y llega marzo de 1978, cuando el que suscribe llega
al Chaco, a Gral. San Martín; y fiel a lo prometido, una vez asumido- en principio como
vicedirector de la Escuela de Comercio Nº 8 “Manuel Belgrano”- y en virtud de las
necesidades de cubrir horas de distintas áreas de la especialidad de mi amigo, no dudé en
llamarlo. Intercambiamos mensajes epistolares, pues no había celulares, y algún llamado al
diario por medio de aquellos viejos teléfonos “a manija” que poseía la escuela, para
convencerlo que se viniese a compartir la “aventura” de enseñar en el Chaco, tan distante
entonces de nuestra provincia, como tan desconocido en sus realidades y potencialidades. Así
fue que mi último telegrama fue casi conminatorio: “Tenés tantas horas, empezás tal día,
ganarás tanto” y agregué: “traé saco”, algo que José no era muy afecto a usar, pero era lo
que como profesor se estilaba frente al aula, en esos tiempos.
Por supuesto, desde acá en adelante, la historia de José Francisco Caravaca hoy rector,
muy cerca de la jubilación, se hace más conocida para los sanmartinianos, como docente,
como estudioso de la educación y de la filosofía. Continúa participando comprometidamente
en múltiples actividades socioculturales, religiosas, sindicales, periodísticas y políticas, sin
abandonar sus viejas pasiones deportivas. Ha ampliado y multiplicado su accionar en este
espacio chaqueño que le brindó todo para construir su vida; en él se afincó aprovechándolo de
la mejor manera, ya que supo construir una hermosa familia junto a Noemí, su esposa, con
hijos chaqueños, imbuidos del carisma del Chaco. Esta prolífica historia lo proyecta hacia un
futuro con nuevos y promisorios horizontes que lo aguardan.
RAÚL GIOVANINI- AMIGO Y COLEGA EN RADIO DEHONIANA
José Caravaca es un amigo que la vida me regaló. Primero, como
compañero en los equipos de fútbol, ahora en la radio… ¿Un defecto?
Hincha de boca... ¿Una virtud? Muchísimas: noble, simple, sencillo,
honesto, de corazón enorme, de una gran humildad… de tender la mano
cuando uno lo necesita… Formador de una familia maravillosa, amante
de su profesión, de saber escuchar y opinar sabiamente. Respetuoso de
los demás y de hacerse respetar. Es de dar y de recibir consejos… de
interesarse, preocuparse e involucrarse en los problemas de su ciudad.
Es el amigo que uno quiere tener en todo momento…
IRMA G. GARCIA, PROFESORA DEL INT “P.E.A.FRACCHIA”
Agrego a lo ya expresado por todos, mi propia opinión sobre José:
“Creo que su pasión por la Filosofía es la que me identifica con él.
Tiene una visión holística de las ciencias: eso lo refleja en su accionar
en la conducción y en su vida diaria. Es enormemente racional y
reflexivo, pero tiene un gran corazón. Pienso que la serenidad que
tiene se la debe a su gran familia, sobre todo a su señora Noemí, que
es un gran pilar para él”.
Concluido este trabajo, realizamos la lectura del material obtenido. En
todos los testimonios pudimos interpretar una gran valoración hacia la figura de José
Caravaca. Se puede observar recurrencia en la mención de sus principales características:
todos destacan su preparación, humildad, compañerismo y su disposición a ofrecer
conocimientos sin mezquindades. Sus enseñanzas en las aulas con los alumnos, y la
comunicación con los docentes han sido tan significativas que, sin duda, quedarán huellas
imborrables de este rector en el Instituto de Nivel Terciario “Profesor Eduardo A. Fracchia”
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Autoridades del INT “Prof. Eduardo A. Fracchia”
Rector
Lic. José Francisco Caravaca
Vicerrector
Prof. Manuel Cáceres
Coordinadora pedagógica y de PMI
Lic. Marta Bosio de Viviani
Secretaria
Silvia Pérez
Jefe de bedeles
María Ester Centurión
Coordinadora CAIE
Prof. Rosa Valentina Uechi
Responsables de esta publicación
Prof. Nélida Noemí Pérez
Prof. Irma Gladys García
Prof. Norma Edith Navarro
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