Saccomanno-Ni Una Nube

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    Ni una nube

    I

    Esta es la historia de un hombre y una mujer que, enamorados, estuvieron siempre juntos

    desde que se conocieron hasta el momento de su muerte, a los ochenta y siete aos. Sus

    nombres, Miguel Angel erm!de" y #idia $ose%na &riarte. Ambos, oriundos del mismo pueblo,

    #as 'lores, provincia de uenos Aires, donde nacieron en ()*+. Se pusieron de novios a los

    quince aos, se casaron a los veinuno. -or entonces Miguel empe"aba a trabajar en el anco

    Nacin y #idia reci/n se recib0a de maestra normal.

    #a carrera de Miguel en el banco tuvo varias geogra1as. 2rabaj en %liales de todo el pa0s. -or

    remotos que 3ueran los desnos donde el banco lo trasladaba, ambos viv0an cada mudan"a

    como una aventura tur0sca. 4urante los cambios de domicilio, all0 donde 3ueran, #idia y

    Miguel eran considerados una pareja modelo. No slo se los ve0a enamorados. Estaban

    enamorados. Apenas llegaban a un pueblo, por ejemplo, 5aleta 6livia, se ganaban r7pido el

    aprecio tanto de las 3uer"as vivas como de los catacruceos del petrleo. No hab0a geogra1a

    que les disgustara ni ser humano al que no le encontraran un rasgo para ser apreciado. As0

    como Miguel se ganaba la simpa8a de todos, #idia pronto se empleaba de maestra y se

    conver8a en un modelo de docente. No se conoce el pa0s, dec0a Miguel, si no se conoce a su

    gente. 9 la mejor manera de conocerla, dec0a #idia, es en su lugar. 9 m7s se desprende uno de

    prejuicios, dec0a Miguel. #os indios, antes que indios, son humanos, dec0a #idia, que no ten0a

    reparos en dedicarles toda la atencin a sus alumnos criollos. &stedes deben ser comunistas,

    les dijo un ingeniero del :otary cuando viv0an en Mendo"a. A nosotros no nos interesa la

    pol0ca, le aclar Miguel. Slo el ser humano. 9 #idia aclar; Mi marido ju"ga al prjimo por lo

    que es y no por lo que ene. No creemos en los valores materiales sino en los espirituales. En

    estas 3rases simples pod0a resumirse su %loso1a. 2en0an una visin pr7cca y sencilla para cada

    con

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    >uiero verlos si les nace idiota o de3orme, a ver qu/ cara ponen. Ni idiota ni de3orme, #idia

    perdi la criatura una noche de tormenta. 4iluvio, truenos, rel7mpagos y la crecida del r0o. #a

    inundacin. Esa noche que parec0a el %n del mundo, 3ue el %n de su embara"o. 2ambi/n de la

    esperan"a de volver a quedar embara"ada. 2al el diagnsco.

    El drama pareci a%rmar a!n m7s la 3ortale"a de sus senmientos. 5onsultaron especialistas,

    viajaron a la capital una y otra ve". =asta arribar a una conclusin; aceptar0an la sentencia de la

    3uer"a sobrenatural ?se llamara 4ios o desno?, que hab0a decidido privarlos de hijos. No

    hab0a adversidad que pudiera contra ellos. Eran invulnerables a la maledicencia, el mal de ojo y

    toda miseria humana.

    II

    Miguel hab0a sido trasladado a :osario. -ronto lo not. El padre de un alumno, un estanciero,

    le arrastraba el ala a su mujer. No acos a #idia con preguntas, no atenu su ternura ni

    tampoco permi que la certe"a del engao modi%cara la m0nima runa diaria. No dej que la

    rabia lo cegara ni tram una vengan"a. 4ej pasar el empo. 'ueron unos meses largos, casi

    todo un ao. El estanciero iba al Nacin cada dos semanas. &n mediod0a Miguel le pregunt si

    pod0an tomar una cerve"a. >ue lo esperase en un bar de la ribera. 5uando Miguel lleg, el

    hombre no estaba. Se sent, pidi una cerve"a, esper. Esper una hora. Supo que el otro no

    acudir0a a la cita. Al volver a su casa en 'isherton, #idia estaba acostada, desnuda, llorando.

    Miguel tambi/n se desnud.

    Nunca volvieron a hablar de lo ocurrido. Si alguna ve", en la :ural o en el $oc@ey, se cru"aba con

    aquel hombre, se saludaban como si nada hubiera pasado. 9, en verdad, nada hab0a pasado.

    Miguel ten0a una eplicacin de por qu/ #idia hab0a tenido ese desli"; la imposibilidad de ser

    madre. -ero nunca le cont a #idia lo que pensaba. No val0a la pena revolver el asunto. -oco

    despu/s, en el otoo, a Miguel lo trasladaron a 2releB. A los erm!de" los entusiasm el nuevo

    desno; el viento patagnico terminar0a de limpiarlos.

    En 2releB, Miguel ocup un cargo jer7rquico. 9 #idia una vacante de pro3esora en el liceo. Si

    bien hab0an vivido antes en la -atagonia, los dos ten0an la sensacin de que esta ve" era

    di3erente. El sur ten0a 3ama de ser, adem7s de erra de eilio, una erra sanadora. Ac7 se

    empe"aba de nuevo. 9 uno pod0a darle otro rumbo a su eistencia. Aunque ten0a algunas

    canas, Miguel se sen8a dueo de una energ0a desbordante. #e atribuy esta energ0a al

    romance con una odontloga, una viuda joven. 5omo en toda comunidad chica, el rumor de la

    relacin no tard en llegarle a #idia. -ero ella no le dio importancia. Si Miguel ten0a una

    amante, ella misma era la responsable. Miguel se estaba quitando de encima la rabia de su

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    engao en :osario. No iba a durar demasiado esa aventura, pens. 9 se equivoc. 4ur dos

    aos. 9 en todo ese empo #idia, igual que Miguel cuando ella lo engaaba, no cambi su

    comportamiento en lo m7s m0nimo. #a menra de Miguel, lejos de amargarla y de dejarse

    estar, la esmul. No slo se puso m7s apetecible sino que se convir en una compaera

    ardiente como Miguel nunca hab0a soado. Miguel, a su ve", sin que estaba m7s enamorado

    que nunca de su mujer. 9 termin dejando a la viuda. M7s tarde la misma chusma que hab0a

    in3ormado a #idia de la relacin de su marido le coment que si hab0a cortado se debi a un

    embara"o. Miguel no hab0a querido que la otra siguiera adelante. A #idia le doli enterarse. En

    su imaginacin so que la otra mor0a en el parto y que ellos criaban a la criatura. &n sueo,

    nada m7s. &na locura, tambi/n. 5mo se lo pod0a imaginar.

    III

    En los aos de la dictadura Miguel 3ue gerente en el Nacin de Madariaga y #idia directora de

    una primaria. 5omo en todas partes, tambi/n ac7 se integraron pronto. Aunque los locales se

    jactaban de ser un pueblo gaucho y tenderle siempre la mano al visitante, era cierto que la

    amistad campechana con que eran recibidos se deb0a en gran medida a sus puestos. Ser

    gerente del Nacin y directora de escuela era mucho m7s que ser alguien. -ara el matrimonio

    este pueblo era un oasis comparado con lo que, se dec0a, pasaba en el pa0s. -or un empo

    agradecieron a esa 3uer"a sobrenatural ?4ios o desno? no haber tenido hijos. 4e ser padres,

    sus hijos ahora tendr0an veintantos. 9, con seguridad, estudiar0an una carrera universitaria

    lejos del hogar. 9a se sab0a en estos empos qu/ suerte pod0an correr los hijos que se criabanapartados, especialmente los que iban a estudiar a #a -lata. Sus hijos no habr0an sido la

    ecepcin, habr0an estudiado en #a -lata y en #a -lata habr0an desaparecido. Esa 3uer"a

    sobrenatural ?4ios o desno? sab0a por qu/ hac0a las cosas. 'ue en esta /poca que, adem7s de

    comprar terrenos en -inamar, construyeron un chalet 3rente al mar.

    4esde que se hab0an casado no 3ueron pocas las crisis que atraves el pa0s. 9 de todas salieron

    ilesos. No se pod0a atribuir slo al talento administravo de Miguel con respecto a sus ahorros,

    bienes, inversiones. 2ambi/n incid0a que su pequea 3ortuna 3ue creciendo a trav/s de los

    sucesivos traslados y ascensos en su carrera. A la con%an"a que les transmi8a a sus superiores

    deb0a sumarse tambi/n el aprecio de los in

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    no nos metemos en pol0ca. >uien estuviera libre de culpas, pensaba Miguel, que arrojara la

    primera piedra. En este punto, como todo, #idia estaba de acuerdo. No hab0a trabajo que no

    tuviera su lado desagradable. Nadie trabajaba por gusto, aunque ellos, los erm!de", parec0an

    nacidos para encarnar una prosperidad amable, sin sobresaltos.

    IC

    Al jubilarse, Miguel y #idia se radicaron en el chalet de -inamar. Miguel empe" a trabajar en

    una casa de cambio. #idia se emple en un instuto privado de ensean"a media. 2oda su vida

    hab0an soado con pasar sus !lmos aos de vida junto al mar. 9 aqu0 estaban. No ten0an ya ni

    padres ni parientes que 3recuentar. Sus padres hab0an 3allecido y sus parientes, como tanta

    gente que hab0a simulado quererlos encubriendo la envidia y el resenmiento, hab0an ido

    quedando atr7s. 2ampoco les quedaban amistades del pasado. 5on el paso de los aos y las

    mudan"as, aquellas amistades que en un momento parecieron esenciales en una comunidad

    chica, con la distancia se hab0an vuelto primero espor7dicas y despu/s, pasado. #os erm!de",

    al venirse a -inamar, tra0an un pasado. -ero a di3erencia de aquellos que vienen a la costa

    huyendo de alg!n con