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SALEPH EL RIO QUE AHOGÓ A BARBARROJA EN 1190 FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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SALEPH EL RIO QUE AHOGÓ A BARBARROJA

EN 1190

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

~ 1 ~

Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

~ 2 ~

~ 3 ~

A MODO DE PRÓLOGO

AÑO DE CRUZADA

Recordamos que la primera cruzada fue la única victoriosa de todas las que hubo, que

podemos cifrar como ocho en total, durante dos siglos. Por lo general, el gran descono-

cimiento geográfico del peregrino conquistador o cruzado (término que es un neologis-

mo) hizo que dicho peregrino se embarcara bastante ingenuamente (o muy aventurada-

mente) en un viaje de proporciones que excedían la imaginación y ciertamente ponían la

vida en alto riesgo.

La tercera cruzada, cuya data se prolonga entre los años 1189-1192, fue convocada

por el Papa Gregorio VIII1 con el fin de reconquistar Jerusalén, la Ciudad Santa de la

que se había apoderado el sultán Saladino.

Se inició la cruzada en Ratisbona, el 11 de mayo de 1189, cuando el emperador ger-

mano Federico I Barbarroja se puso en camino al mando del mayor y mejor ejército

que jamás se hubiera pensado para ese fin. Con un avance lento y prudente en mayo

siguiente, de 1190, el emperador consiguió llegar a Asia Menor, donde enseguida ven-

ció a los turcos en la batalla de Iconio. Pero el día 10 de junio murió Federico, ahogado

en el río Saleph, dispersándose luego su magno ejército.

En julio partieron los reyes Ricardo I de Inglaterra y Felipe II Augusto, desde Vézelay

(Francia) hacia Tierra Santa. Ricardo partió posteriormente desde Marsella y Felipe

desde Génova. Hecha la travesía, tras prolongada parada en Sicilia, hubo desembarco en

Acre. El 12 de julio de 1191, los cristianos se harán con Acre, no siendo una conquista

fácil sino que murieron allí muchos cruzados, aproximadamente la mitad de los mismos.

Desesperados por la duración del asedio y el hambre, 10.000 cruzados asaltaron la ciu-

dad con gran falta de coordinación y resultaron masacrados. Sus cuerpos, amontonados

junto a las murallas, se descompusieron y originaron epidemias que hicieron estragos.

Tras la toma de Acre, Felipe II Augusto regresó enfermo a Francia. Quince días después

de la rendición de Acre, como Saladino no había hecho efectivo el pago de una cantidad

estipulada en la capitulación de la ciudad ni devolvía la reliquia de la Vera Cruz en su

poder, Ricardo I de Inglaterra, apodado Corazón de León, mandó a decapitar a 2.700

musulmanes, que tenía como rehenes hasta que Saladino le entregara la mencionada

reliquia (que no la entregó). A finales de 1191, cuando Ricardo se encontraba a unos 20

kilómetros de Jerusalén, al recibir noticias problemáticas respecto a todos los frentes y

sobre todo de Inglaterra (su hermano Juan y el rey Felipe de Francia eran preocupantes

para él), decidió firmar tregua con Saladino (el 3 de septiembre de 1192). Fue entonces

cuando se estipuló que los cristianos ocuparían bajo su poder la franja costera entre Tiro

y Jaffa; y en cuanto a Jerusalén, permaneciendo en poder de Saladino, los cristianos

podrían entrar y salir de allí como peregrinos, sin ser interceptados ni molestados, lo

mismo que en las mismas condiciones los musulmanes podían moverse y acceder a La

1 De muy breve pontificado, durante el año 1187, convocó la tercera cruzada mediante su bula Audita

tremendi.

~ 4 ~

Meca, aún atravesando territorios cristianos. Fue un acuerdo de cooperación sobre el

respeto y la tolerancia, sobre lo estimado justo y necesario.

El espíritu de la caballería, con sus altos ideales de honor, valor y defensa de la fe, era

algo compartido por cristianos y musulmanes. De hecho, cuando se predicó la primera

cruzada, en 1095, para liberar Tierra Santa, ya allí se practicaba ese espíritu desde hacía

sus buenos siglos, si bien la yihad islámica había impulsado la expansión musulmana

desde el siglo VII, lo cual no dejó de preocupar a la cristiandad.

El cumplimiento de la yihad para los musulmanes brindaba a éstos (como la cruzada a

los cristianos) la posibilidad de ganar fortuna, rango y posición social en este mundo y

el paraíso en la vida futura. En la sociedad islámica bajomedieval, el acceso al esta-

mento de la caballería resultaba tan arduo como en tierras cristianas; similar era la difi-

cultad para disponer de caballo y armas; igual era la complejidad del adiestramiento;

parecida se presentaba la cerrazón social ante los advenedizos. Y si el gran Lancelot del

legendario Rey Arturo (siglo VI) estaba considerado el prototipo del caballero cristiano,

los musulmanes también tenían su modelo, pero no de ficción o de una historia legen-

daria o lejana sino actual, de carne y hueso. Ese modelo vino a ser Saladino, sultán im-

perial de Egipto y Siria, un vasto dominio en el Mediterráneo Oriental, con la muy im-

portante Jerusalén como Ciudad Santa, que había sido cabeza de los reinos o estados

cristianos de Oriente como reino de Jerusalén.

Las actitudes siempre nobles y caballerescas de Saladino, en contra de las costumbres

o lo realmente habitual de la época, se hicieron tan famosas como sus gestas guerreras.

Y no sólo en el bando musulmán. Hasta tal punto llegó su reputación entre los cruzados,

que por Europa comenzaron a correr leyendas donde se le ensalzaba poco menos que

como a un héroe de semejanza cristiana.

De otra parte, el año 1190 en el que ahora nos adentramos, un año contextualmente de

cruzada, es también un año de referencia literaria heroica y épica. Es un año en el que se

datan composiciones como la Historia Roderici, biografía latina sobre Rodrigo Díaz de

Vivar, el Cid Campeador, o el Carmen Campidoctoris, himno latino también sobre el

Cid.

Y Yosef ben Meir ibn Sabarra, en hebreo, compuso su Séfer Sa’asu’im o Libro de las

delicias.2

La Historia Roderici (conocida también como Gesta Roderici Campidocti) es una

crónica biográfica de Rodrigo Díaz de Vivar escrita en latín a finales del siglo XII, pro-

bablemente entre los años 1188-1190, por un autor (anónimo) de la zona de La Rioja,

presumiblemente najerense. En todo caso la obra es la biografía más antigua del Cid y

constituye la base del conocimiento actual sobre su figura. Se considera la fuente prin-

cipal sobre los hechos del magnate castellano.

2 Yosef ben Meir ibn Sabarra, de la segunda mitad del siglo XII, fue un médico y erudito escritor judío,

que hacia el año 1190 compuso, en Barcelona, su Séfer Sa’asu’im o Libro de las delicias, perteneciente

al género de la maqamat o prosa rimada. La obra compila varios cuentos, además de aforismos, senten-

cias, reflexiones sapienciales y doctrinales, poesía lírica…, todo ello engarzado por un argumento en el

que, desde el género de la autobiografía ficticia, un amante, acompañado en sus viajes por un demonio

llamado Enán, procura una serie de conquistas y es desdeñado.

~ 5 ~

En cuanto a su papel en la historiografía española, es una de las obras culminantes del

género de las crónicas en latín en la Península Ibérica, que en este siglo XII llega preci-

samente a sus más altas cotas, justo en el momento en el que las crónicas roman-

ces empiezan a dar sus primeros pasos en forma de escuetos anales.

Se cuestiona si la obra pudo haber sido fuente del posterior Cantar de Mio Cid, aun-

que ambas obras parecen haber tenido en cuenta tradiciones orales comunes, que en este

período de la historia producían una transmisión y fijación en los relatos folclóricos ma-

yor que en la actualidad. Junto a ello, las notables lagunas que presenta hace dudar la

tesis de que su autor formó parte del contingente del Cid o fue un observador directo de

los hechos que narra, como defienden los autores que postulan una datación contem-

poránea a Rodrigo Díaz.

Desde Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) no faltaron investigadores en sostener que

la Historia Roderici fue compuesta por un testigo presencial de los hechos, quizá un

acompañante del Cid (entre 1110 y 1125) y atribuyen la existencia de datos que sólo son

posibles en el último cuarto del siglo XII con las sucesivas adiciones que fue experi-

mentando la obra.

Antonio Ubieto Arteta (1923-1990) propuso una datación entre 1144 y 1147 que fue

seguida por otros. Por su parte, Alberto Montaner Frutos (nacido en 1963) sostiene que

las formas de tratamiento utilizadas en la obra, el uso cancilleresco del sello real pen-

diente, las cláusulas de donación de Alfonso VI a Rodrigo, la fijación de los cargos de

portarius regis y como alférez (frente al antiguo armiger regis) o la formalización de

una variedad jurídica del riepto presente en su forma de “reto entre hidalgos” (al que

responden los cuatro juramentos de Rodrigo emitidos después del desencuentro de

Aledo con el rey Alfonso), sólo son posibles en el último cuarto del siglo XII; final-

mente, el utilizar la expresión cingulum militiae (ac)cingere para describir el hecho de

ser investido caballero, situaría la composición de esta obra, como queda dicho, entre

los años 1188-1190.

El autor debió estar relacionado con el monasterio de Santa María la Real de Nájera,

pero por su posible manejo de diplomas del archivo del Cid y las características de su

estilo, con giros habituales en la lengua notarial como absolutio et concessio (datado en

el reinado de Alfonso VIII), in paternalis iuris sorte –expresión cuyo primer paralelo

aparece en 1190–, tam propinqui quam extranei o iure hereditario, no sería clérigo pro-

feso, sino un letrado culto y con conocimientos jurídicos de los que se encargaban de

redactar los documentos de la nobleza de la época, quizá relacionado con la cancillería

del rey de Navarra Sancho VI.

Sobre la estructura de la obra tenemos que los capítulos 1 a 6 relatan sumariamente los

primeros treinta años de la vida de Rodrigo hasta su boda con Jimena Díaz en 1074. En

los capítulos 7 a 24 se cuentan con más pormenor las proezas de Ruy Díaz hasta su

primer destierro y su servicio (1081-1086) al rey taifa Al-Mutamán (o Al-Mutamín) de

Zaragoza. Los tres capítulos siguientes relatan con brevedad los sucesos ocurridos entre

1086 y 1088: su regreso a Castilla y la reconciliación con su rey Alfonso VI. Los capí-

tulos comprendidos entre el 28 y el 64 narran hazañas del segundo destierro del Cid

desde 1089 hasta la conquista de Valencia (año 1094). A continuación el hilo de la cró-

nica se interrumpe en una laguna que afecta a los años que van del año 1095 al 1096.

~ 6 ~

Por fin, los capítulos 65 a 75 refieren los acontecimientos sucedidos entre 1097 y 1099,

año de la muerte del Campeador. La obra finaliza con un epílogo, los capítulos 76 y 77,

que prolonga el relato hasta la caída de Valencia a manos de los almorávides en el año

1102.

Sobre el estilo de la obra hay que decir que el latín utilizado carece de alusiones eru-

ditas clásicas (aspecto que sí se observa en el himno contemporáneo de la Historia Ro-

derici que es el Carmen Campidoctoris), incluso faltan las acostumbradas referencias

clericales o bíblicas, y ofrece un relato casi homogéneo de la vida del Cid que se centra

sobre todo en la etapa de madurez del personaje. El estilo es sencillo, destacando la sola

figura literaria de la reiterada frase “Rodrigo se quedó de piedra”.

El Carmen Campidoctoris o Poema latino del Cid, es un himno panegírico neolatino

escrito probablemente en el año 1190, celebrando las hazañas de Rodrigo Díaz el Cam-

peador en poco más de un centenar de versos sáficos3 y adónicos.

4 Otros autores, como

el historiador Gonzalo Martínez Díez (1924-2015), siguiendo a Ramón Menéndez Pidal,

lo datan entre los años 1082-1093. Pudo componerse en Roda de Isábena (Huesca) y ser

trasladado al monasterio de Santa María Ripoll (Gerona), donde se encontró.

Del texto se conservan en la actualidad 128 versos divididos en estrofas de cuatro

versos, tres sáficos y uno adónico. Del verso 129 sólo se conservan las primeras pala-

bras, habiéndose perdido las siguientes estrofas por encontrarse borradas o raspadas en

el códice original. Su autoría, según las investigaciones de Ubieto Arteta, ha sido atri-

buida a un monje del monasterio oscense de Roda de Isábena. Posteriormente, el códice

habría sido trasladado al monasterio de Ripoll, conservándose actualmente en la Biblio-

teca Nacional de Paris con la signatura lat. 5.132.

Se trata de un poema encomiástico a un héroe, al modo de los himnos grecolatinos,

dedicado a las laudes de Rodrigo Díaz, llamado El Cid, en el que se relatan tres victorias

del Campeador: con un caballero navarro desconocido, con el conde García Ordóñez de

3 En la poesía griega y latina, verso compuesto de once sílabas distribuidas en cinco pies, de los cuales

son, por regla general, troqueos el primero y los dos últimos, espondeo el segundo, y dáctilo el tercero. En

la poesía española es el verso que consta de once sílabas, como el griego y latino, y cuyos acentos métri-

cos estriban en la cuarta y la octava. Es más cadencioso y tiene mayor semejanza con el sáfico antiguo

cuando su primera sílaba es larga. El endecasílabo sáfico es el que lleva acentos en las sílabas cuarta y oc-

tava.

4 El verso adónico de la poesía griega y latina es el que consta de un dáctilo y un espondeo, y se usa ge-

neralmente en combinación con los sáficos, de tres de los cuales va precedido en cada una de las estrofas

de que forma parte. Y en la poesía española es el que consta de cinco sílabas, la primera y la cuarta largas,

y breves las demás, y tiene el mismo empleo que el adónico antiguo. Ejemplo (de Federico García Lorca,

La canción china en Europa, Canciones):

La señorita

del abanico

va por el puente

del fresco río.

~ 7 ~

Cabra,5 y finalmente con el conde de Barcelona,

6 con ocasión de la conquista de Al-

menara, al norte de Lérida.

El autor es un poeta culto que compone un elogio de las victorias campales más des-

tacadas del héroe con la finalidad de ensalzar sus hazañas.

Su interés radica en que sus primeros versos aluden por primera vez en la literatura

coetánea a los poemas homéricos (Paris, Pirro, Eneas, Héctor, la Guerra de Troya…) y

en ser, aunque incompleto, el testimonio biográfico más antiguo sobre el Cid, después

de la Historia Roderici. El poema está dirigido a una audiencia letrada, capaz de enten-

der el registro culto del latín con que está escrito, que no es el notarial medieval ni el

eclesiástico.

5 Muerto en 1108, en la batalla de Uclés.

6 Berenguer Ramón II el Fratricida, muerto a finales del siglo XI.

~ 8 ~

~ 9 ~

AÑO 1190

~ 10 ~

DESDE EL REINO DE CASTILLA

POR LA PENÍNSULA IBÉRICA

En 1177, como podemos recordar, el rey Alfonso VIII de Castilla, con la ayuda del

rey Alfonso II de Aragón, conquistó Cuenca a los musulmanes. Aquello, seguido de los

posteriores movimientos cristianos, inquietó al califa almohade Abu Yusuf Yaqub,

siendo creciente su preocupación por el avance castellano sobre Al-Ándalus. Para de-

tener al retador y lanzado Alfonso VIII, Abu Yusuf Yaqub reaccionó en este año 1190

proponiendo negociaciones y pactos, treguas de paz y estrategias, hasta 1194, por toda

la Península Ibérica, muy concretamente con Alfonso VIII de Castilla o teniendo en

cuenta a este monarca.7

Vista la situación, los reinos cristianos de la Península Ibérica, todos ellos preocupa-

dos tanto respecto a Castilla como respecto al Imperio Almohade, negocian entre sí,

pactan y se alían para hacer frente a los almohades y poder repeler sus posibles ataques.

Así, firmaron acuerdo los reyes Alfonso VIII de Castilla, Alfonso IX de León, Alfonso

II de Aragón, Sancho VI de Navarra y Sancho I de Portugal. No falta el afán de recon-

quista cristiana y, en situaciones de gran complejidad, el deseo de expansión ganándole

terrero a Al-Ándalus.

La estrategia de Abu Yusuf Yaqub ha empezado por obligar a firmar una tregua de

paz respecto a Al-Ándalus con los reyes de Castilla y de León, con el fin de tener

expedito el camino para dirigirse contra Portugal, reino que le preocupa hondamente

debido a los últimos movimientos y conquistas recientes, coincidiendo con el paso de

los cruzados ingleses por Portugal como veíamos en el pasado año.

Así pues, un ejército almohade se puso en camino por los territorios del bajo Tajo

recuperando las tierras al sur de este río, mientras los portugueses se enfrentaron al

mismo, por ejemplo en (y desde) Torres Novas, Leiria, Lisboa, Santarém y Tomar (de-

fendida ésta por los templarios). Finalmente, se retiraron los musulmanes, también por-

que se declaró una epidemia. Dejaron el río Tajo marcando frontera y se llevaron como

7 Cuando expire lo tratado, vendrá la batalla de Alarcos, en 1195, victoriosa para los almohades y desas-

trosa para los cristianos, muy particularmente para Castilla. Antes de dicha batalla, Abu Yusuf Yaqub es-

tará en el norte de África, sofocando revueltas y unificando a las tribus, contentándolas y conteniéndolas.

Les resultará preocupante a los almohades que Alfonso VIII de Castilla se hubiera empleado en levantar

la fortalecida Alarcos próxima al río Guadiana, en la provincia de Ciudad Real. Todavía se estaba cons-

truyendo, sin tener aún muralla terminada, ni guarnición, ni moradores, cuando el muy militar y belicoso

arzobispo de Toledo, Martín López de Pisuerga, penetró en las coras musulmanas de Jaén y de Córdoba,

dirigiéndose a las mismas proximidades de Sevilla, capital almohade de Al-Ándalus, lo que significó un

desafío inaguantable para Abu Yusuf Yaqub, respondiendo con toda su fuerza militar contra el rey caste-

llano. Ya lo vamos viendo y seguiremos viéndolo.

~ 11 ~

cautivos a muchas mujeres y a muchos niños, un grupo de tres mil en total. De otra

parte, los musulmanes no pudieron recuperar Silves, aunque la asediaron.8

Estos hechos trajeron consigo que Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León pac-

taran y se aliaran entre sí contra almohades y contra castellanos.

Alfonso IX de León creó el concejo de Sabugal,9 en tierras ocupadas a los portugue-

ses, que las conquistaron a los musulmanes en 1160.

Mientras tanto, se sigue construyendo arquitectura religiosa en el novedoso estilo de

transición del románico al gótico. Un buen ejemplo, en zona palentina, es el resultante

monasterio de monjas cistercienses de Santa María y San Andrés.10

Otro ejemplo es el

de la iglesia de Gama, consagrada en este año 1190 y dedicada también a San Andrés.11

También pasó que el abad Don Pedro de San Salvador de Oña,12

el 17 de septiembre

otorgó el fuero a los vasallos del monasterio, tanto clérigos como legos. Y así fueron su-

cediéndose otras noticias en el reino de Castilla, pero quedan resaltadas las principales,

si bien se podrían rastrear algunas más.13

Lo mismo puede decirse respecto a la Corona

Aragonesa, comprendiendo Cataluña.14

8 Sancho I la había reconquistado en 1189 y pasará de nuevo a los almohades en 1191.

9 Actualmente en Portugal, haciendo frontera con las provincias españolas de Salamanca y Zamora, con

un hermoso castillo. La villa como tal se fundó en 1224.

10

Ver Epílogo I.

11

Ver Epílogo II.

12

Provincia de Burgos.

13

Por ejemplo, el fuero de Cuenca, preparado por orden expresa de Alfonso VIII, establece una tajante

separación entre judíos y cristianos, aunque implícitamente, según el texto, tienen iguales derechos.

También pasó que, con permiso de Don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín (Teruel) y su am-

plio territorio, el obispo del lugar, Martín, cedió la jurisdicción eclesiástica sobre las iglesias de Cañete

(Cuenca) y su territorio al obispo de Cuenca, Juan Yáñez, como sucesor de la sede de Valeria (municipio

conquense de Las Valeras) a la que dichas pertenecieron (la jurisdicción civil ya estaba en manos de Cas-

tilla en 1187), mediante carta leída en una reunión celebrada en Uclés en la que estuvieron presentes el

rey Alfonso VIII y Don Fernando Ruiz de Azagra. Esto fue el 7 de noviembre.

14

Por ejemplo, el 7 de septiembre, en Borja (Zaragoza), los reyes Sancho VI de Navarra y Alfonso II de

Aragón firmaron un tratado conjunto y amistoso con miras a protegerse y defenderse de las ambiciones de

Alfonso VIII de Castilla, realmente belicoso y enfrentado a todo su vecindario.

~ 12 ~

RUTA Y NOTICIAS

DE LA TERCERA CRUZADA

En este año 1190 una de las noticias más destacadas es sin duda la de la muerte del

emperador Federico I Barbarroja en su ruta como cruzado hacia Tierra Santa. Lo con-

tamos ahora y nos hacemos eco del significativo análisis sobre el reinado de Federico

mientras presentamos de él un resumen biográfico.

La muerte le sobrevino accidentalmente, atravesando Cilicia, en la Anatolia del Asia

Menor, el 10 de junio: pereció ahogado en el río Saleph, tras haberse caído de su ca-

ballo, hundido bajo el peso de su armadura y sin que se le hubiera podido rescatar con

vida, aunque lo intentaron los caballeros más cercanos de sus tropas.

Federico I de Hohenstaufen,15

apodado Barbarroja por el acentuado color de su barba,

tenía 67 años de edad y era duque de Suabia como Federico III desde 1147, rey de los

romanos desde 1152 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1155.

Federico I Barbarroja nació en Ravensburg.16

Era hijo del duque Federico II de Sua-

bia17

y de Judith de Baviera,18

heredero, por tanto, de las dos familias nobles enemigas

15

Los Hohenstaufen o de la Casa de Staufen, originaria de Suabia (una parte de la actual Baviera), cono-

cidos también como gibelinos (partidarios imperiales), fueron una dinastía de emperadores del Sacro Im-

perio Romano Germánico o soberanos de Alemania y también de Sicilia en su momento.

El nombre de esta dinastía proviene de haberlo adoptados sus miembros de un castillo situado entre las

ciudades alemanas de Göppingen y Schwäbisch Gmünd (Suabia).

Los Hohenstaufen heredaron las posesiones de la dinastía Salia en 1125, cuando esta dinastía se extin-

guió, a la muerte del emperador Enrique V, como podemos recordar (era la dinastía francona que predo-

minó en Alemania durante la Alta Edad Media). Los Hohenstaufen se esforzaron en obtener la corona

germánica y desde entonces mantuvieron una rivalidad constante con los güelfos (partidarios papales).

Alcanzaron sus aspiraciones u objetivos cuando algunos de sus miembros se convirtieron en emperadores

del Sacro Imperio Romano Germánico y reyes de Alemania (siglos XII-XIII).

El reinado de Federico I Barbarroja representó el apogeo del Sacro Imperio Romano Germánico, sien-

do en realidad, históricamente, el primero que le dio ese nombre (heredero paulatinamente del Imperio

Carolingio, desaparecido en el siglo X y supuestamente continuador del desaparecido Imperio Romano de

Occidente). Federico I fue quien afianzó el poder imperial germano tanto en Alemania como en el norte

de Italia, donde las ciudades, destacadas a modo de comunas estatales, con creciente poder ciudadano y

burgués se mostraban ya independientes de facto. También fue Federico I el iniciador y unificador de una

legislación basada de nuevo en el derecho romano que superó los viejos o ancestrales modos sólo ger-

manos o franco-germanos.

Sin embargo, la fama y el significado moderno del emperador Federico I tienen mucho que ver actual-

mente con el nacionalismo alemán que surgió durante el siglo XIX como iremos viendo, Dios mediante,

en su momento.

16

Pero esto no se sabe con certeza. Muchas dudas –sin que ahora nos detengamos en ellas– acerca del lu-

gar de nacimiento de los niños en siglos pasados derivan del hecho de la muy alta tasa de mortalidad in-

fantil. Ravensburg está al sur de la actual Alemania.

~ 13 ~

que influían y dominaban en el Germánico Imperio de aquellos entonces. Tras la muerte

de su padre en 1147, Federico se convirtió en su sucesor como duque de Suabia llamán-

dose Federico III y continuó la política de su padre, concentrándose en los asuntos inter-

nos del ducado, mientras su tío Conrado III (hermano de su padre) se dedicaba a man-

tener y aumentar su poder como soberano (1138-1152).19

Podemos recordar la participa-

ción de Conrado III en la segunda cruzada.

Tras la súbita muerte de Conrado III en Bamberg, el 15 de febrero de 1152, tras el fra-

caso de la segunda cruzada, Federico, el sobrino, resultó elegido rey de Alemania en

Fráncfort, el 4 de marzo de ese mismo año, siendo coronado en la capilla del palacio

real de Aquisgrán,20

el 9 de marzo, por el arzobispo de Colonia, Arnoldo II de Wied.

Tan inusitada rapidez en todo ese proceder sólo se explicaba teniendo en cuenta que

Conrado III lo tenía todo previamente planeado como preludiando su viaje a Roma para

ser coronado por el Papa como emperador. Pero aquellos preparativos de Conrado no

estaban pensados para su sobrino Federico sino para su hijo, también llamado Federico,

que le nació después de su otro hijo, llamado Enrique.21

Se sabe que esto es habitual,

17

Hohenstaufen (gibelino), apodado el Tuerto, muerto en 1147, que sucedió a su padre Federico I en

1105. En 1121 se casó con Judith de Baviera (güelfa).

18

Hija del duque Enrique IX de Baviera el Negro y de Wulfhilda de Sajonia.

19

Durante las discusiones sobre derechos entre Conrado y los güelfos, parece ser que Federico mantuvo

una posición neutral o incluso que intervino para proteger de Conrado a los güelfos.

20

Actualmente catedral.

21

Enrique Berenguer (1137-1150), hijo mayor legítimo del rey alemán Conrado III y de su esposa Ger-

trudis de Sulzbach, llamado así en honor del abuelo materno de su padre, el emperador Enrique IV (muer-

to en 1106) y del padre de su madre, el conde Berenguer (o Berengario) II de Sulzbach.

Antes de partir a la segunda cruzada, Conrado III aseguró la elección de su hijo Enrique como co-rey en

marzo de 1147, siendo coronado el día 30 de ese mes en Aquisgrán, de manera que ya parecía asegurada

su sucesión, mientras el reino se gobernaba bajo la regencia del arzobispo Enrique de Maguncia. Sin em-

bargo el coronado Enrique murió en 1150, con 13 años de edad, siendo enterrado en el monasterio bene-

dictino de Lorsch.

Vino luego como heredero directo de la corona Federico, el siguiente hijo (superviviente) de Conrado,

que vivió entre los años 1145-1167. Pero parece ser (supuesta o presuntamente) que, estando en su lecho

de muerte, Conrado III recomendó a quienes le acompañaban, que eran solamente su sobrino Federico (I

Barbarroja) y el obispo de Bamberg, que fuese nombrado sucesor y heredero de la corona el sobrino,

Federico I Barbarroja, a quienes ya entonces les fueron entregadas las insignias imperiales.

Por eso Federico I Barbarroja no perdió el tiempo y se apresuró a pedir a los eclesiásticos de Baviera

que le respaldaran, solicitando al arzobispo de Colonia que convocara con urgencia un Reichstag o Dieta

(asamblea decisoria y ejecutoria de gobierno). Entonces, los electores imperiales (menos el arzobispo En-

rique de Maguncia, aliado del Papa y ex-regente) eligieron a Federico I Barbarroja como rey-emperador,

siendo rechazada la que se hubiera supuesto como candidatura de Federico de Suabia, de 6 años de edad

entonces, pasando a suceder a su primo como duque Federico IV de Suabia. Éste participó en las campa-

ñas de Federico I Barbarroja en Italia, llegando a ser uno de los numerosos muertos por enfermedad tras

la ocupación de Roma en 1167, a partir de lo cual Federico I Barbarroja dio el ducado de Suabia a su hijo

mayor (y de Beatriz de Borgoña) Federico V, cuando tenía 3 años de edad. Su predecesor Federico IV

murió sin descendencia.

~ 14 ~

por lo que pudiera pasar y para asegurar la sucesión dinástica, cuando se emprenden

viajes o movimientos de cierto riesgo. El caso fue que la sucesión de Conrado III recayó

en Federico I Barbarroja.22

Inicialmente en su gobierno, Federico I se concentró en la pacificación del Imperio y

relegó a segundo plano lo referente a la corona y a la coronación imperial, pues para que

exista corona imperial lo primero que tiene que haber es Imperio sólido.23

La primera 22

Según testimonio escrito que se conserva de Otón de Freising (obispo y cronista, muerto en 1158),

Conrado III cambió de opinión y finalmente decidió, poniendo el bien común por encima de los derechos

dinásticos, proponer para la elección a rey a su sobrino Federico en vez de su propio hijo. Parece ser que

temía que una regencia de su hijo (8 años de edad), visto el conflicto existente con Enrique el León (güel-

fo, duque de Sajonia), no trajese la deseada paz. Es dudoso que las explicaciones de Otón de Freising sean

ciertas. Otón compuso su relato sobre las circunstancias de la elección cinco años después de la corona-

ción de Federico I, cuando éste ya estaba firmemente asentado en el trono. Es más probable que Federico

de Suabia supiera reunir los apoyos de los diferentes (y a menudo enemistados) bandos o partidos a base

de diplomacia. Hay informes de diversas reuniones entre Federico y los grandes del reino durante el tiem-

po en que el trono permaneció vacante, y es posible que durante esas conversaciones prometiera cargos y

tierras y ganara votos para su causa. Entre otros, su primo Güelfo VI (uno de los grandes duques de Tos-

cana) consiguió, tras la entronización de Barbarroja, un ducado y el título de diversos señoríos en Italia.

Enrique el León logró Baviera un poco más tarde, en 1156, como pago por su voto. Baviera, que había si-

do ambicionada por Enrique durante largo tiempo, había sido arrebatada a la casa de Bamberg en la dieta

de Goslar de 1154. Enrique II Jasomirgott, margrave de Austria, que había sido nombrado duque de Ba-

viera por ser medio hermano de Conrado III, fue resarcido por la pérdida. Antes de la entrega de Baviera

a Enrique el León, se separó la marca oriental y se convirtió en el ducado de Austria, siéndole entregado a

Enrique II Jasomirgott. El duque de Austria, entre otras cosas, dejaba de ser vasallo de Baviera. El duque

Ladislao de Bohemia fue nombrado rey de Bohemia en anticipación a sus servicios. Al duque Bertold IV

de Zähringen (Friburgo) se le confirmó en privilegios como la representación del rey en Borgoña y la pro-

mesa de derechos en el Jura (conocida zona boscosa y montañosa de los Alpes).

Además, con toda probabilidad, los príncipes electores vieron en Federico I Barbarroja un candidato

que, a través del doble parentesco con Hohesntaufen o gibelinos y güelfos, conseguiría apaciguar ambas

casas en conflicto. De ahí que Otón de Freising lo llamase “lapis angularis” (piedra angular).

Del anuncio de la elección de Federico I Barbarroja, escrito por el abad Wibald de Stablo-Malmedy y

Covey para el Papa Eugenio III (1145-1153), se puede obtener (al menos en lo formal) el programa de

Barbarroja: su principal objetivo era la restitución de los derechos y privilegios de la Iglesia y la digni-

dad del Imperio, apareciendo la terminología honor imperii y sacrum imperium. Pero no se trataba de al-

go nuevo. Pasajes del anuncio de la elección de Conrado III son casi idénticos y el tema también aparece

en un escrito recordatorio del Papa Eugenio III de enero de 1152.

23

La fuente más importante para la comprensión del pensamiento de Federico I y su visión del Imperio en

sus primeros años de reinado se halla en la Gesta Friderici, compuesta por el obispo Otón de Freising

(muerto en 1158). En este texto, motivado en defensa de una decadencia del Imperio (sobre todo en rela-

ción a la pérdida de autoridad en el norte de Italia) y teniendo como tema central la reconciliación y vin-

culación entre Imperio y Papado, el emperador Federico I es presentado como portador o hacedor de paz,

la figura que finalmente arregla o repara todo lo negativo causado por la querella de las investiduras.

También se trata acerca de la fidelidad y continuidad de los Hohenstaufen en relación a los Salios.

De la candidatura al trono de Federico se infiere la intención de basarse en la teoría medieval de las dos

espadas, que tiene que ver con regnum et sacerdotium, reviviendo los privilegios de la Iglesia y el honor

(o los honores) del Imperio (honor imperii), siguiendo Conrado III (1138-1152) formulación retomada

textualmente del emperador de Oriente Justiniano I (527-565). También Federico I echó mamo al Corpus

iuris civilis del Imperio Romano para reclamar sus derechos sobre el norte de Italia, pero con poco éxito.

Barbarroja, con ayuda del Papa, esperó recuperar sin demasiada dificultad para el Imperio los territorios

Italianos que de facto se habían hecho autónomos.

~ 15 ~

dieta imperial la realizó en Dortmund después de la Pascua de 1152, asistiendo a ella el

arzobispo Arnold II de Colonia, el duque Enrique el León de Sajonia, el duque Güelfo

VI y Albrecht el Oso (de la Marca de Brandeburgo). El rey se presentaba por primera

vez como señor en la parte sajona del Imperio. Una segunda dieta tuvo lugar en junio

del mismo año en Merseburg, donde se discutió el conflicto entre el arzobispo Hartwich

de Bremen y Enrique el León, sobre el derecho a la creación de obispados en la región

marítima báltica. No fue hasta la dieta de Goslar, en 1154, cuando se acordó definitiva-

mente que Enrique el León podía fundar obispados en su señorío. En Merseburg, Bar-

barroja también decidió la disputa sobre la sucesión al trono de Dinamarca a favor de

Svend III y en contra de Knut o Canuto V, aliado con los güelfos. El problema más im-

portante de la política real, el conflicto entre Enrique el León y Enrique Jasomirgott por

el ducado de Baviera, fue tratado, pero no fue solucionado. Así se desvió la expansión

de los güelfos hacia el norte.

A Merseburg siguió Ratisbona como siguiente estación de la gira inicial. Allí Federico

recibió el homenaje de la nobleza bávara y llamó a la lucha contra Hungría, a lo que se

negaron los príncipes. Probablemente el rey quería a través de este movimiento descar-

gar a los Babenberg24

en su lucha contra los güelfos en Baviera.

En la dieta de Wurzburgo (octubre de 1152), Federico I fijó la fecha de su viaje a Ro-

ma para otoño de 1154, con la intención de ser coronado emperador. Esta fecha tan

aplazada es explicable,25

entre otros motivos, porque Barbarroja quería solucionar la

persistente querella entre Babenberg y Güelfos. Tras dar a conocer la fecha de su viaje a

Roma, comenzaron las negociaciones entre Federico I y la Curia Romana para fijar las

condiciones respecto a la coronación. El resultado fue el Tratado de Constanza, docu-

mento llamado así debido a que Federico lo juró con solemnidad en la ciudad de Cons-

Internamente hablando, Federico I pensó que la autoridad real e imperial que él ostentaba, en tradición

carolingia, era la suprema (y misionalmente cristianizadora, de lucha contra los infieles como explica su

participación primordial en cuanto cruzado). Según Federico, el emperador mismo tenía que ser el vértice

o el único punto de partida de la autoridad señorial, a la que se debía referir en última instancia toda la

pirámide feudal. La división de Baviera y la desposesión de Enrique el León, como puede recordarse, son

ejemplos de aquella exigencia de poder absoluto.

Una representación de Federico I Barbarroja, entre informativamente cultural y entretenida se encuen-

tra en la novela Baudolino de Umberto Eco, con mucha historia y fantasía sobre el mítico Preste Juan.

24

Que originalmente fueron de Bamberg, en Franconia, en el norte de Baviera actualmente. Los Baben-

berg rigieron en la comarcal Austria como condes y duques desde el año 976 hasta 1248, antes de la as-

censión de la casa de Habsburgo (en su origen la casa de Austria que tantos soberanos dará a la corona es-

pañola).

El escudo de los Babenberg contiene los colores rojo-blanco-rojo en franjas horizontales. Ha dado ori-

gen a la bandera de Austria, que se utiliza desde el siglo XII. Dice la leyenda que el duque Leopoldo V de

Austria y Estiria, perteneciente a esa familia y linaje, cuando la conquista de Acre durante la tercera cru-

zada llevaba un manto blanco ceñido con un amplio cinturón. Al retornar al campamento tras la batalla, el

manto estaba rojo de sangre. Sólo bajo el ancho cinturón, el manto seguía siendo blanco. A partir de ese

momento –según la leyenda– los Babenberg adoptaron el escudo propio con esos colores.

25

Según los historiadores.

~ 16 ~

tanza26

en marzo de 1153. En dicho tratado, Federico prometía someter y entregar Roma

al Papa (pues recordemos cómo no era nada nuevo que Roma, la Roma senatorial, de

familias nobiliarias, y popular, le seguía siendo contraria al Papa). Además, el futuro

emperador se comprometía a no firmar tratados de paz con los romanos o los norman-

dos, a restablecer y asegurar para el Papa la soberanía sobre la Iglesia (y sus estados

pontificios) y a permanecer haciendo frente a las ambiciones bizantinas sobre Italia. Por

su parte, el Papa (Eugenio III, 1145-1153) prometió coronar a Federico como empera-

dor y apoyarlo en su ejercicio del poder y en su soberana autoridad, condenar al des-

tierro a quienes se mostrasen sublevados, eliminar elementos subversivos y participar en

la expulsión de los bizantinos de Italia. El tratado tenía como fondo la peligrosa pers-

pectiva de que los territorios del sur de Italia pudieran pasar por herencia o conquista a

Bizancio, lo que hubiera creado o hecho mantener una cabeza de puente del Imperio Bi-

zantino sobre Italia. Dentro de las negociaciones, Federico I consiguió además que el

Papa cambiara al arzobispo de Maguncia y a los obispos de Minden, Hildesheim y

Eichstätt, todos ellos proclives a los güelfos, de modo que fueran otros, más gibelinos,

los titulares.

En septiembre de 1153, contraviniendo lo tratado en Constanza, Federico prosiguió

las negociaciones con Bizancio abiertas por su predecesor Conrado III. El rey alemán se

ofreció a casarse con una princesa bizantina. Las negociaciones se paralizaron en se-

guida. El 9 de mayo de 1154, el obispo Anselmo de Havelberg (Sajonia)27

viajó a Bi-

zancio para salvar la posible alianza. Sin embargo, regresó como pronto a mediados de

1155, por lo que Federico todavía no tenía clara la política bizantina cuando comenzó el

viaje a Roma.

En junio de 1154 convocó Federico una dieta en Goslar (la venimos mencionando

anteriormente), cuando Enrique el León (güelfo) consiguió el derecho a investir obispos

en territorios del Báltico. Y en otros aspectos favoreció Federico a Enrique, por ejemplo

en asuntos concernientes al ducado de Baviera.

En octubre de 1154, con su ejército, Federico I se encaminó hacia Roma, pasando que

la situación en el sur de Italia había cambiado, ya que el rey Roger (o Rogelio) II de

Sicilia (1105-1154) había muerto (en febrero de ese año) y su hijo, Guillermo I (1154-

1166), carecía del reconocimiento del Papa Adriano IV (1154-1159), a pesar de lo cual

(o por dicho motivo) Guillermo seguía en sus negociaciones con la Curia Romana al

respecto de su reconocimiento y de otros asuntos concernientes a su reinado. El Papa

Adriano temía una invasión bizantina hacia el sur de Italia e insistía a Federico sobre lo

tratado en Constanza, a la vez que su enfrentamiento con el senado de Roma había em-

peorado. Federico y Adriano se encontraron por primera vez enSutri, donde el rey ale-

mán se negó a realizar el tradicional acto de humillación que se efectuaba al encon-

26

Al sur de Alemania, fronteriza con Austria y Suiza, a orillas del homónimo lago de Constanza.

27

Muerto en 1189, había desempeñado varias misiones diplomáticas y embajadas del Sacro Imperio Ro-

mano Germánico en Constantinopla. Fue, luego de obispo de Havelberg, arzobispo de Rávena, a partir de

1155. Escribió una obra titulada El pro y el contra, sobre las diferencias entre las Iglesias de Oriente

(griega) y de Occidente (latina).

~ 17 ~

trarse con el Papa, acto que consistía en llevar las riendas del caballo mientras el Papa

cabalgaba. Pero parece que este conflicto fue superado enseguida. Durante el camino

común a Roma, el monarca y el Papa recibieron una comisión del senado de Roma que

exigía el reconocimiento de la nueva constitución, el pago de 5.000 libras de oro y ade-

más pretendía que el futuro emperador fuera coronado no tanto por el Papa sino por la

ciudad (la ciudadanía) de Roma. Estas exigencias, pareciéndole poco “sacras”, fueron

rechazadas decididamente por Federico. Como respuesta a aquello, la ciudad de Roma

cerró sus puertas,28

tanto al rey como al pontífice.

El 18 de junio de 1155, el Papa Adriano IV coronó a Federico I como emperador del

Sacro Imperio Romano Germánico en la basílica vaticana de San Pedro. Inmediata-

mente después de la coronación, el pueblo ciudadano de Roma se levantó en armas,

pretendiendo apresar al Papa. Hasta hacerse de noche lucharon contra los romanos las

tropas imperiales y pontificias. Cuando se calmó la refriega, el emperador Federico no

puso en práctica lo tratado en Constanza y dejó al Papa sin poder imponerse con auto-

ridad sobre Roma. Tampoco hizo nada el emperador contra los normandos de Sicilia, ni

siquiera porque enviados bizantinos que habían contactado con el emperador en Ancona

trataron acerca de su matrimonio con una Comneno29

y su correspondiente alianza polí-

tica y exigieron así mismo atacar a Sicilia. Los príncipes que acompañaban al empera-

dor se negaron a participar en dicho ataque. Toda otra negociación con Bizancio fra-

casó,30

ya que el emperador bizantino, Manuel I, contactó con los rebeldes de Apulia y

olvidó las conversaciones con Federico I.

Hubo ya enemistad entre el reconocido Imperio Germánico y la Santa Sede, como

consecuencia del incumplimiento del Tratado de Constanza por parte de Federico I.

Muchas mutuas discusiones futuras se originaron desde entonces. Además, Federico

veía cómo empeoraban para él las circunstancias en Italia. Con ayuda de los bizantinos,

28

La ciudad (amurallada) de Roma y la Ciudad Vaticana (con su basílica de San Pedro) estaban entonces

bastantes separadas y distantes.

29

La boda de Federico I y María Comnena, cuyo compromiso fue en 1153, no llegó a realizarse, pues

ella fue desposada en 1157 con el rey (entonces príncipe) Esteban IV de Hungría (1163-1165), que murió

asesinado en 1165. Parece ser que María Comnena murió en Constantinopla en este año 1190.

Después de no haberse celebrado la boda entre Federico I y María Comnena, sí contrajo matrimonio

con Adelaida de Vohburg, siendo un matrimonio que acabó anulado.

El siguiente matrimonio de Federico fue con Beatriz de Borgoña: madre de Sofía (nacida en 1161 y

muerta en 1187), Beatriz (nacida en 1162 y muerta en 1174), Federico (duque de Suabia, nacido en 1164

y muerto en 1170), Enrique VI (sucesor de Federico I Barbarroja como rey y emperador, nacido en 1165,

casado con Constanza de Sicilia, hija de Roger II de Sicilia, y muerto en 1197), Conrado (duque de Sua-

bia, nacido en 1167 y muerto en 1191), una hija probablemente llamada Gisela (nacida en 1168 y muerta

en 1184), Otón (conde de Borgoña, casado con Margarita de Blois-Borgoña, nacido en 1170 y muerto en

1200), Conrado (duque de Suabia, nacido en 1172 y muerto en 1196), Reinaldo (nacido y muerto en

1173), Guillermo (nacido y muerto en 1176), Felipe (duque de Suabia y rey de Alemania, casado en 1197

con Irene de Bizancio, hija del emperador bizantino Isaac II Ángelo, nacido en 1177 y muerto en 1208) e

Inés (nacida en 1180 y muerta en 1184, comprometida en matrimonio con el rey Emerico de Hungría,

1196-1204, y fallecida antes de que se contrajera el matrimonio).

30

Es lo que históricamente parece que sucedió.

~ 18 ~

el levantamiento de Apulia se ampliaba. De otra parte, los normandos peleaban con

éxito contra los bizantinos, llegando a arrebatarles Brindisi, que había sido tomada por

Bizancio poco antes. En vista de esta evolución, el Papa Adriano IV, negociando con

los normandos, acabó firmando con ellos el Tratado de Benevento (año 1156). En los si-

guientes años, los normandos se convirtieron en protectores del Papa, sobre todo frente

al disenso en la ciudad de Roma y consecuentemente poniendo en entredicho la posi-

ción del emperador germano. Así, el Tratado de Benevento se convirtió en un instru-

mento importante de la separación entre el Imperio Germánico y la Santa Sede.

Tras aquella decisión inicial de Federico I en Goslar sobre el ducado de Baviera a

favor de Enrique el León, el emperador comenzó a negociar con Enrique Jasomirgott, en

septiembre de 1155, sobre la compensación por la pérdida territorial. Al no llegar a

ningún acuerdo, Federico hizo jurar a los príncipes o grandes de Baviera fidelidad a

Enrique el León en Ratisbona. El ducado de Baviera quedó formalmente en manos de

los Babenberg hasta el 8 de septiembre de 1156. A pesar de que Enrique Jasomirgott no

quería renunciar a su señorío ni siquiera así, se llegó a un acuerdo hacia la Pascua de

1156, acuerdo que se fijó por escrito en el Privilegium Minus: los Babenberg manten-

drían el título de duque, pero tendrían que retirarse al antiguo margraviato fundamental-

mente marquesado) de Austria, mientras que los Güelfos conservarían el resto de Ba-

viera.31

El emperador Federico I (sin que fuera aún ni siquiera rey de Alemania) contrajo

matrimonio en 1147, con Adelaida de Vohburg (heredera de Egerland),32

en Eger, sien-

do luego anulado este matrimonio, sin hijos, en 1153, lo que no impidió que el empe-

rador entregara Egerland a su primo Federico de Rotenburg.33

31

Dándose así el primero paso por el que se desarrolló la territorialidad de Austria como independiente.

El Privilegium Minus (en oposición al falso documento posterior conocido como Privilegium Maius, de

1358-1359) fue un documento otorgado por el emperador Federico I Barbarroja, a 17 de septiembre de

1156, favoreciendo a los señores gobernantes austríacos. Por dicho documento se elevó al territorio de

Austria de margraviato o ducado, dándose como feudo hereditario a la Casa de Babenberg. Su beneficia-

rio fue el tío paterno del emperador Federico, el margrave Enrique II de Austria, primer duque de Austria

(1141-1177). Además de esto, el documento permitía que la herencia del título también pudiera ser posi-

ble por la línea femenina de la familia ducal. En ausencia de herederos, se permitía al duque designar a un

sucesor (Libertas Affectandi). El deber del duque de asistir a la Dieta Imperial o Reichstag fue limitado a

aquellos casos cuando la Dieta se reuniera en Baviera. También, de allí en adelante, sólo se requería que

Austria proporcionara tropas al emperador en guerras de su vecindad.

El otorgamiento del Privilegium Minus (Privilegio Menor) comprende el telón de fondo del conflicto

entre güelfos y gibelinos. El ducado de Baviera fue devuelto al güelfo Enrique el León (que Enrique de

Austria o Jasomirgott había gobernado desde 1139) y para compensar la pérdida se elevó a ducado Aus-

tria, lo que fue visto por Enrique II Josamirgott como pérdida. Sólo mucho más tarde resultó ser aquel do-

cumento el propiamente fundacional de lo que llegó a ser Austria como nación. Es por eso por lo que se

suele considerar el año 1156 como el fundacional de Austria o el año de su independencia respecto a Ba-

viera.

32

Región histórica en el extremo noroeste de Bohemia en la República Checa, frontera con Alemania.

33

Adelaida de Vohburg, conocida también como Adelheid, que tenía 12 años de edad al casarse, fue la

primera esposa del emperador Federico I Barbarroja (25 años de edad al casarse con ella) en 1147,

siendo ambos duques de Suabia entonces. Adelaida era hija del margrave Diepoldo III de Vohburg y de

~ 19 ~

En junio de 1156, en Würzburg, se casó Federico I en segundas nupcias con la menor

Beatriz de Borgoña.34

A partir de entonces, o desde esos momentos, Federico I fue cambiando la estructura

señorial en todos sus dominios, tomando oportunas medidas de carácter económico.

Modificó e incrementó también la estructura militar, extendiéndose territorialmente, con

afán expansionista.

Su primer viaje a Roma no sólo sirvió para obtener la corona imperial, sino que, al

igual que los cinco viajes (o campañas) siguientes, persiguió asegurarse del control ab-

soluto de la Italia perteneciente al Imperio, sobre todo las ciudades lombardas. El objeti-

vo era asegurar el honor imperii, el mismo que era, en resumidas cuentas, representativo

de los derechos señoriales y exigibles por él como emperador.

Antes del viaje, Federico tuvo que reunir aliados. Así, por ejemplo, intentó mejorar

sus relaciones con los Babenberg, que se habían tenido que retirar a Austria, con una

fallida campaña militar en verano de 1157 en la que intentaba recolocar en el trono

ducal de Polonia a Ladislao II,35

emparentado por matrimonio con los Babenberg.36

En

enero de 1158 elevó al duque Ladislao II de Bohemia (muerto en 1174), también empa-

rentado con los Babenberg, a rey de Bohemia. Se aseguró el favor o la buena voluntad

del arzobispo de Bremen decidiendo en contra del Papa en la disputa entre este arzo-

bispo y el de Lund37

acerca de la supremacía eclesiástica en el norte del Imperio. Ade-

más permaneció inactivo cuando el arzobispo Eskil de Lund fue apresado en Borgoña

Adelaida de Polonia, hija del duque regio Vladislao I Herman de Polonia (1079-1102) y de Judit de Sua-

bia. Cuando Federico fue elegido rey de Alemania, siendo coronado el 4 de marzo de 1152, Adelaida se

convirtió también en reina. Sin embargo, no hubo hijos y Federico pidió al Papa Eugenio III (1145-1153)

que se anulara el matrimonio. Así se concedió y confirmó en la ciudad de Constanza, en marzo de 1153,

justificándose para ello la consanguinidad.

Sin ser ya una reina, Adelaida se casó con Dietho de Ravensburg, welfische Ministerialer güelfo. Dietho

murió en 1180 o poco después. Adelaida lo sobrevivió y murió más o menos, sin que se sepa con certeza,

entre los años 1184-1190.

34

Históricamente depende su edad de si nació entre los años 1143-1145, hija del conde Reinaldo III de

Borgoña (muerto probablemente en 1148) y de Ágata de Lorena. Con este matrimonio, Federico obtuvo

el control del condado de Borgoña. Los bienes que ello le proporcionó, le dieron ese mismo año el título

de conde de Borgoña y le permitieron poder moverse por los Alpes sin dificultad. La coronación de Fe-

derico y Beatriz como reyes de Borgoña sólo se realizó el 20 de julio de 1178 en la catedral de San Tró-

fimo de Arlés (él) y en agosto del mismo año en Vienne (ella). Beatriz acompañaba a su marido en sus

viajes y campañas a través de sus territorios. Se sabe que ella influyó mucho en su reinado. Beatriz murió

a mediados de noviembre de 1184.

35

O Vladislao II El Desterrado, muerto en 1159.

36

En 1125, Ladislao II se casó con Inés de Babenberg (muerta en la década de los sesenta), hija del mar-

grave (San) Leopoldo III de Austria (muerto en 1136 y conmemorado en el santoral el 15 de noviembre)

y de Inés de Alemania (muerta en 1143), hija del emperador Enrique IV del Sacro Imperio Romano Ger-

mánico (muerto en 1106) y hermanastra de Conrado III (muerto en 1152).

37

Una de las ciudades históricas más antiguas e importantes de Suecia, situada al sur de este país, en la

provincia de Escania.

~ 20 ~

durante su viaje de vuelta de Roma. A la vez, con ello pretendía influir en la disputa

sobre la sucesión de la corona danesa.

En octubre de 1157, convocó Federico una dieta en Besançon38

con el fin de subrayar

sus derechos señoriales en Borgoña. Allí, dos legados pontificios exigieron la liberación

de Eskil de las manos partidarias del emperador. Como podemos recordar, se produjo

entonces un escándalo a causa de un comentario (más bien secundario) en el que se de-

nominaba como beneficium el título de emperador. Esto, que podía traducirse como

feudo o como buena acción, fue traducido por Reinaldo de Dassel (arzobispo de Co-

lonia, canciller desde 1156 y cercanísimo al emperador) como feudo. Hay que señalar

que los enviados pontificios se encontraban presentes y no protestaron por la traducción.

Cuando, como consecuencia, se registró el equipaje de los legados, se hallaron nume-

rosos privilegios previstos para los obispos alemanes, con los que se quería minar la

autoridad imperial de Federico a favor de la del Papa. Estas dos provocaciones se

convirtieron en puntos centrales de una campaña de propaganda contra el Papado, con la

que Federico consiguió el apoyo de la mayoría de los obispos alemanes. Estos pro-

hibieron al clero la apelación a la Curia Romana.

Se desataron las hostilidades y comenzaron a publicarse escritos contra el Papa

Adriano IV, postulando Federico I que el Papado debía subordinarse al Imperio. Se

pretendía recortar la influencia del Sumo Pontífice, lo que venía bien tanto al empera-

dor como a los obispos en su búsqueda de mayor independencia de Roma. La aclaración

del Papa Adriano IV, en junio de 1158, de que no había querido decir feudo, sino buena

acción (Beneficium: non feudum, sed bonum factum) fue en vano. El Papa tampoco pu-

do evitar la campaña italiana tomando contacto con Enrique el León.

En septiembre de 1158 se inició la segunda campaña italiana de Federico. Su ejército

atacó y golpeó muy duramente Milán y en noviembre convocó un régimen (dieta) en los

campos de Roncaglia que debía regular la administración italiana. El emperador formó

una comisión de expertos en Derecho (juristas de la famosa Universidad de Bolonia)

para que redactaran las llamadas leyes de Roncaglia, que tuvieron su repercusión. Para

la realización de esas leyes, los juristas se apoyaron en el derecho romano y dieron pre-

ferencia a los derechos del emperador frente al habitual ius commune. Según las leyes

de Roncaglia, las comunas italianas tenían que dejarse confirmar en sus regalías por el

emperador, lo que dio origen más tarde a que varias ciudades se rebelaran.39

En aquella dieta y durante el invierno que siguió, chocó la distinta visión política que

tenían entres sí el Emperador y el Papa, sobre todo tras la ampliación de la reestruc-

turación administrativa de Federico hacia los territorios italianos reclamados por el Pa-

pa, sobre todo referente a diferentes obispados y los conocidos como Territorios de Ma-

38

Al este de Francia.

39

La dieta de Roncaglia se considera como el inicio de una política estructurada de Federico I Barba-

rroja en Italia.

~ 21 ~

tilde40

en la Toscana, así como respecto al comienzo de negociaciones con la ciudad de

Roma, apareciendo, ya en la primavera de 1159, una delegación pontificia en la Corte

Imperial exigiendo la retirada de las nuevas regulaciones. Federico desoyó a los legados

pontificios con el argumento de que los obispos no poseían territorio propio, sino que

sus señoríos se encontraban en territorio imperial, un territorio sobre el que él dominaba

con potestad imperial. Al mismo tiempo, el Papa inició negociaciones con Milán, que

preparaba de nuevo un ataque militar al emperador, y mientras tanto, al igual que Fede-

rico recibía a los legados pontificios recibía también a una delegación de la ciudad de

Roma.

Federico I, para tratar con el Papa Adriano IV, contó con el magnate y diplomático

bávaro Otón de Wittelsbach.41

Pero pasó –desgraciadamente– que el Papa Adriano IV

murió accidentalmente, el 1 de septiembre de 1159,42

antes de que se pudieran encon-

trar.

Hubo posterior división cardenalicia en la elección del nuevo Papa, resultando elegi-

do, no obstante, como podemos recordar, Alejando III, pero habiendo también un anti-

papa, Víctor IV. Pasó que Alejandro III obtuvo el apoyo de la mayoría de los carde-

nales, mientras que Víctor IV fue aclamado por el pueblo o ciudadanía de Roma, que

más que favorable al emperador era, a toda costa y como por encima de todo, oposición

al Papa. Federico I –la verdad que no demasiado alarmado– convocó asamblea sinodal o

concilio en Pavía (año 1160), intentando (o haciendo como que lo intentaba) aclarar la

situación de la sucesión del Papa. La acción se desarrollaba dentro de la idea impe-

rial formulada por Federico, que se apoyaba –según él– en el derecho antiguo y en la

tradición de sus viejos predecesores los emperadores sálicos: acción por la que el em-

perador actuaba como abogado de la Iglesia y decidía en caso de elecciones papales

reñidas. Sin embargo, incluso el derecho del emperador a convocar un concilio no es-

taba claro. A su vez, el recién elegido Papa Alejandro III envió escritos a todo el mundo

cristiano para abogar por su derecho legítimo a la sede petrina. En febrero de 1160, el

previsto concilio (imperial) se reunió en la catedral de Pavía. Los partidarios de Ale-

jandro III no fueron admitidos, por lo que Víctor IV, como era de esperar, fue con-

40

Matilde de Canossa o de Toscana, famosa por su apuesta a favor del Papa en la querella de las investi-

duras y por sus dominios territoriales cedidos o puestos al servicio de la Iglesia, concretamente de la San-

ta Sede. Muerta en 1115.

41

Duque de Baviera desde 1180. Fue el verdadero fundador de la muy influyente Casa de Wittelsbach.

Muerto en 1183. Fue quien en este año de su muerte acompañó al emperador Federico I a la firma de la

Paz de Constanza con la Liga Lombarda, muriendo de repente en el camino de regreso a Pfullendorf en

Suabia.

42

El Papa –presuntamente o más o menos legendariamente, según se cuenta– se encontraba en Agnani.

Teniendo sed, se acercó a una fuente de la plaza por la que atravesaba. Supuestamente al beber le entró

una mosca en la garganta, haciendo el resto la asfixia y el atoramiento para causarle la repentina e insólita

muerte, sin que ni sus médicos ni nadie pudieran hacer nada para salvarle la vida. Pudiera ser, ¿por qué

no?, pero lo que parece extraño es que el Papa bajara a beber a una fuente, cuando lo normal habría sido

que alguien de sus ilustres fámulos le hubiera acercado el agua, de un modo más cómodo e incluso más

elegante… que lo mismo fue así…

~ 22 ~

firmado. En general, el acuerdo de aquel concilio fue ignorado en gran parte de Oc-

cidente, pues fue de muy escasa y ambigua la participación. Sobre todo el clero italiano

y francés, así como una parte del clero alemán, no dieron su reconocimiento ni al con-

cilio ni a Víctor IV.

El cisma resultante tuvo sus consecuencias dentro y fuera de Alemania, muy particu-

larmente en Francia y en Inglaterra. En 1159, Federico I había invitado a los reyes

Enrique II de Inglaterra y Luis VII de Francia a una solución conjunta referente a la

cuestión papal, de manera que el emperador germano lo que quería era avanzar la causa

a favor de Víctor IV. Pero Enrique II de Inglaterra y Luis VII de Francia reconocieron la

legitimidad del Papa Alejandro III. Era evidente que para estos monarcas no era su

problema, sino de Federico, esa presentada como cuestión papal. Sería una cuestión pa-

ra Federico (o también para sus partidarios), pero no para alguien más.

Mientras, las luchas militares continuaban en Italia. Tras la capitulación de Milán en

1162 y su destrucción, Federico se encontraba en el punto máximo de su poderío militar

en Italia. En vista de estas circunstancias favorables, planeó un ataque a Sicilia, aprove-

chando una revuelta de la nobleza local. Sin embargo, los preparativos se interrumpie-

ron en junio, tras la victoria del rey normando sobre aquella nobleza rebelde y la im-

posibilidad de emplear la flota necesaria ocupada en la lucha entre Pisa y Génova.

Seguidamente, Federico reforzó sus empeños diplomáticos en Francia. El objetivo era

un tratado de amistad y el reconocimiento de Víctor IV frente a Alejandro III, huido a

Francia y allí acogido. Hubo acuerdo previo de reunión entre el emperador Federico, el

rey Luis VII y los dos Papas para agosto de 1162, debiéndose dar tal reunión en Saint-

Jean de Losne, en el puente sobre el río Saona al paso por el lugar. Si un Papa no se

presentaba a la reunión, el otro sería reconocido como legítimo. Alejandro III –por su-

puesto– se negó a participar en aquel encuentro y el rey Luis VII pidió que se postergara

la reunión. Federico convocó entonces, en el lugar previsto para aquella reunión, un

concilio, resultando que el rey Luis VII se consideró libre o liberado de sus promesas y

compromisos al respecto de aquella dilucidación aclaratoria acerca de dos Papas para

determinarse por uno. Todo quedó en que Federico no consiguió imponer a Víctor IV en

aquel concilio.43

Tras la muerte de Víctor IV (abril de 1164), parecía que el cisma estaba resuelto. Sin

embargo, dos días después, el arzobispo de Colonia,44

Reinaldo de Dassel, en Lucca,

hacía votar y elegir como Papa (antipapa) al cardenal Guido de Crema, quien tomó el

nombre de Pascual III, ocurriendo todo ello sin el conocimiento de Federico I. Esto oca-

sionó gran resistencia contra el emperador germano, sobre todo en el norte de Italia, en

la Confederación de Verona y en la misma Alemania. Una gran mayoría de obispos,

clérigos, monjes, muchos nobles y pueblo fiel en general se opusieron a Pascual III y re-

conocieron la legitimidad de Alejandro III. El más importante representante de la no-

43

Históricamente se considera su mayor derrota política o, por así decir, fracaso diplomático.

44

Y canciller imperial para Italia.

~ 23 ~

bleza que optó por el reconocimiento de Alejandro III fue Rodolfo de Zähringen,45

que

ya había firmado una alianza con Luis VII en 1162. La principal razón era que a su

hermano Berthold IV de Zähringen se le habían quitado numerosos derechos en Borgo-

ña y a él mismo se le había negado el nombramiento como arzobispo de Maguncia.

La situación era cada vez más crítica y Federico reaccionó con un renovado esfuerzo

diplomático por su parte. En el centro de las discusiones con los reyes de Francia e

Inglaterra estaba la liberación de Jerusalén en nueva cruzada. Así quería cerrar la brecha

entre los reinos cristianos y la vez reducir las tensiones con Alejandro III. Poco después

de la Pascua de 1165, Reinaldo de Dassel hizo una visita a la Corte inglesa en la nor-

manda Ruan y negoció el matrimonio de entre dos hijas de Enrique II de Inglaterra

respectivamente con un hijo de Federico I Barbarroja y otro de Enrique el León. Pero

las demás negociaciones tomaron un camino sorprendente: Reinaldo siguió al rey Enri-

que II a Inglaterra y allí lo convenció de abandonar a Alejandro III y reconocer a Pas-

cual III. Ocurrió todo ello46

en el contexto de la enemistad del rey Enrique II de In-

glaterra con el santo arzobispo de Canterbury Tomás Becket.

Inmediatamente después de su viaje a Inglaterra, Reinaldo logró, en una dieta que se

tuvo en la ciudad alemana de Wurzburgo, un juramento de fidelidad al antipapa Pascual

III.47

Federico I Barbarroja, con muchos príncipes y obispos de su parte, juraron no

reconocer nunca a Alejando III como Papa, ni tampoco a sus sucesores, esperándose así

crear y consolidar un frente común con Inglaterra contra el Papa Alejandro III. En aque-

lla dieta destituyó el emperador Federico al arzobispo Conrado de Maguncia (sucesor de

Rodolfo de Zähringen). Seguidamente intentó imponerse por fuerza en la región de

Salzburgo, donde el Papa Alejandro III contaba con total apoyo.

En paralelo a estas disputas políticas, Federico I Barbarroja intentaba dar un peso

teológico a la parte alemana de su Imperio. En 1164 se llevaron los huesos o reliquias

de los Santos Reyes Magos a Colonia. De otra parte, en la Navidad de 1165 se celebró

en Aquisgrán la canonización de Carlomagno, para conseguir, mediante un santo na-

cional y de patronazgo propio una mejor legitimación imperial, sacral o sacralizada de

los ideales de Federico. Sin embargo, nada de todo aquello tuvo un eco excesivo, ni

universal, fuera del restringido contexto germano cortesano.

Tampoco tuvo impacto internacional el Juramento de Wurzburgo, ni Enrique II de

Inglaterra se opuso –mucho menos de manera agresiva– al Papa Alejandro III, sobre

todo porque, tras el asesinato de Tomás Becket (del que Enrique era por lo menos res-

ponsable en buena parte), el rey inglés dependía del apoyo de Alejandro III, apoyado a

su vez, prácticamente sin excepción, por la mayoría de los obispos ingleses.

45

Arzobispo de Maguncia (1160-1161) y príncipe-obispo del principado de Lieja (1167-1191, año de su

muerte). Participó en la tercera cruzada y acompañó al emperador Federico I Barbarroja, llegando hasta

el campamento de Acre, sin que se mencionen de él en las crónicas hazañas ni militares ni de ningún tipo.

46

A parecer.

47

El Juramento de Wurzburgo (año 1165).

~ 24 ~

En mayo de 1166 murió el rey Guillermo I de Sicilia. Las luchas por la sucesión entre

las diferentes facciones normandas paralizaron el reino, por lo que Alejandro III no

podía contar con su ayuda. Federico I aprovechó la situación para comenzar su cuarta

campaña italiana. Esta campaña había sido preparada en marzo de 1166 en una dieta en

Ulm, a orillas del Danubio, donde, gracias a la resolución de la disputa de Tubinga, a

orillas del río Neckar, se había comprometido a la mayoría de los grandes para que lo

acompañaran a Italia. Reinaldo de Dassel y el arzobispo Christian de Maguncia se diri-

gieron por el oeste de Italia contra Roma, mientras que Federico sitiaba y finalmente

tomaba Ancona para dirigirse hacia Apulia. Después avanzó igualmente hacia Roma,

que conquistó en julio de 1167. Pascual III (el antipapa) coronó a la emperatriz Beatriz

en la basílica de San Pedro. Alejandro III huyó disfrazado de peregrino hacia Bene-

vento.

Estando la situación así, cundió una alarmante enfermedad48

entre las tropas. Mu-

rieron muchos soldados y algunos tan importantes como Federico de Rotemburgo49

y

Güelfo VII. Podemos recordar cómo Federico pudo volver a Alemania con tan sólo res-

tos de su ejército.

Las ciudades del norte de Italia se aprovecharon de la derrota del emperador. Ya en

1167, como podemos recordar, se habían aliado en la Liga Lombarda, fiel al Papa

Alejandro III y que era apoyada de forma más que significativa por Bizancio y por los

normandos.

En Alemania, la derrota de 1167 tuvo como consecuencia que el emperador Federico

asumiera el poder en numerosos territorios de los fallecidos, sobre todo en los territorios

ducales de los Hohenstaufen en la alta Suabia. De esta manera surgió un cinturón de

territorios pertenecientes a los Hohenstaufen y al emperador que separaba los territorios

Güelfos de los territorios de los Zähringer. Federico ya había empleado una política

similar en la región del Rin medio y el Mosela (su afluente) para aumentar su influencia,

dando los condados de la zona a una rama lateral de los Hohenstaufen. Usaba de forma

acertada la rivalidad entre los arzobispados de Tréveris y de Maguncia, así como el

hábil uso de las tierras imperiales de la zona. De esta época procede asimismo la lla-

mada Libertad Áurea del momento entregada al obispado de Wurzburgo, privilegio por

el que el obispo obtenía el título y los poderes de un duque sin que el territorio se con-

virtiera en ducado.

Federico I Barbarroja no tuvo más remedio o no tuvo otra mejor salida que la de re-

conciliarse tanto con el Papa como con las comunas italianas. Sin embargo, aunque re-

forzó sus negociaciones y el clima diplomático con Alejandro III, cuando murió el anti-

papa Pascual III (otoño de 1168), Federico promovió por su cuenta la elección de otro

Papa a su medida o realmente antipapa, esta vez en la persona de Calixto III.50

Federico

fue más dado a las maniobras políticas que a la verdadera diplomacia. Mientras el em-

48

Tal vez malaria.

49

Duque de Suabia e hijo de Conrado III.

50

El abad Juan (Giovanni) de Stuma, el mismo a quien el antipapa Víctor IV había hecho cardenal.

~ 25 ~

perador se preparaba para un acuerdo con Alejandro III, era nombrado su sucesor a la

corona imperial su hijo Enrique (en la Pascua de 1169). Se tendría que suponer que

Enrique habría de reconocer al Papa Alejando como legítimo, pero Federico se prodi-

gaba y se prolongaba en su indecisión, intentando además derivar a las cortes inglesa y

francesa como posibles mediadoras entre el Papa Alejandro y él. Los intentos de media-

ción de Eberhard de Bamberg y de los abades del Císter y Cluny (conferencia de Veroli,

al sur de Roma, en 1170) fueron inútiles: ni Federico aceptaba la legitimidad de Ale-

jandro III ni éste estaba dispuesto a abandonar a las ciudades lombardas a su suerte

desentendiéndose de ellas.

Sin facilitar las cosas sino todo lo contrario, Federico se mantenía en la confrontación

y la incrementaba. En una queja (marzo de 1172), echó en cara a la Liga Lombarda y a

los seguidores de Alejandro III el querer entregar la corona imperial romana a Bizancio,

lo que le sirvió de excusa para su quinta campaña italiana, una campaña que no se di-

rigió contra Roma sino contra las ciudades del norte de Italia. Con todo, esta vez no fue

tan numeroso el ejército del que se acompañó ni tantas las tropas como para que obtu-

viera una victoria. El asedio de Alessandria51

no tuvo éxito. En 1175 hubo negocia-

ciones en Montebello,52

negociaciones que culminaron con un tratado de paz entre el

emperador y la Liga Lombarda. Las ciudades se sometieron nominalmente, pero las de-

cisiones se tomaban ante una comisión arbitral paritaria. Dicho acuerdo no fue duradero,

ya que Federico exigía la destrucción de Alessandria y las ciudades lombardas insistían

que se incluyera al Papa en las negociaciones.

En otoño de 1175 reclamó Federico más tropas desde Alemania. Pero pasó que Enri-

que el León, príncipe y señor de la cercana Baviera, desde Chiavenna,53

se negó al soli-

citado envío de tropas (mientras no se le entregara Goslar con sus ricas minas de pla-

ta).54

Estando así la situación, podemos recordar aquella humillante derrota que sufrió el

emperador Federico I el 29 de mayo de 1176 a manos de las milicias comunales del

norte de Italia: la derrota imperial en la batalla de Legnano, victoriosa para la Liga Lom-

51

Alessandria, en el Piamonte italiano, fue fundada en 1168 sobre un núcleo urbano preexistente, para

servir como plaza fuerte de la Liga Lombarda en la defensa de la libertad de las comunas medievales del

norte de Italia contra las fuerzas y acometidas de Federico I Barbarroja. Su nombre se explica por el

apoyo de la Liga Lombarda al Papa Alejandro III. Fue municipio libre desde 1198 y formó parte del du-

cado de Milán a partir de 1348. La implantación se encontraba dentro de los territorios del marqués de

Montferrato, a la sazón aliado incondicional del emperador. El nombre de la ciudad, como queda dicho,

se escogió en homenaje al Papa Alejandro III, enemigo del emperador Federico.

52

Montebello della Bataglia, en la lombarda provincia de Pavía actualmente.

53

Al norte de Italia, frontera con Suiza.

54

Las Minas de Rammelsberg, cerca de Goslar, en la Baja Sajonia (Alemania), son unas explotaciones

que dieron en considerarse uno de los mayores depósitos mineros del mundo. En 1992 fueron declaradas

Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, conjuntamente con la Ciudad Histórica de Goslar, uniéndose

también a la declaración el sistema de gestión hidráulica del Alto Harz, en 2010. Las minas, cerradas en

1988, funcionaron permanentemente durante más de un milenio. Actualmente poseen un museo.

~ 26 ~

barda y el Papa. Federico tuvo que firmar la paz y aceptar la autonomía de facto de las

ciudades.

Por mediación de los monjes cistercienses, el emperador Barbarroja, en otoño de

1176, mandó una legación al Papa Alejandro III, en Anagni, para negociar la paz. Sin

embargo, el Papa sólo quería un acuerdo entre todas las partes afectadas, que, además

de la Liga Lombarda, incluía a las restantes ciudades italianas, Sicilia y Bizancio. La

exigencia de la participación de Bizancio fue pronto olvidada, después de que Manuel I

Comneno fuera derrotado en 1176 por los musulmanes y se encontrara, por lo tanto,

debilitado y siendo poco útil o rentable políticamente para Alejandro III. Al final de las

negociaciones todavía estaba abierto el asunto del reconocimiento mutuo del Papa y el

Emperador, es decir, la revocación del Juramento de Wurzburgo y de la proscripción de

Federico. El emperador aceptó retirarse de los territorios reclamados por el Papa y de-

volver otros en Toscana. Alejandro III aceptó mantener las Ordenaciones realizadas por

obispos cismáticos.

Estos acuerdos no incluían ni las ciudades italianas ni Sicilia. Con estas partes se con-

tinuó la negociación en la veneciana Chioggia, negociaciones durante las cuales Fede-

rico consiguió que el Papa renunciara a algunos de los territorios del tratado o paz de

Agnani. Así, el emperador mantendría durante 15 años el usufructo de los territorios en

la Toscana y la pertenencia de tierras al Papa habría de ser decidida individualmente por

un comité arbitral. En compensación, Federico I prometió mantener la paz durante 6

años con la Liga Lombarda y durante 15 con Sicilia. En 1177, en Venecia, como bien

podemos recordar, se encontraron personalmente el Emperador Federico I y el Papa

Alejandro III para firmar la paz, la que puede pasar a la historia como la Paz de Vene-

cia.

La Paz de Venecia tuvo como consecuencia política la confirmación de la separación

entre el territorio (comunal) italiano y (el imperial) alemán. La cuestión sobre quién te-

nía más autoridad, el Papa o el Emperador, quedó sin aclarar, pero de todo aquel en-

frentamiento el Papa salió reforzado y el Emperador debilitado. Sobre todo, la preten-

sión imperial de obtener el dominio sobre Roma fue prácticamente abandonada de facto.

Tras vencer el plazo dado en la Tregua o Paz de Venecia, Federico I y la Liga Lom-

barda firmaron en 1183 la Paz de Constanza. El emperador tuvo que renunciar a muchas

exigencias, pero a cambio pudo anclar la Liga firmemente en las estructuras del Impe-

rio. La Liga se convirtió en una especie de comunidad de intereses de las ciudades del

norte de Italia legitimada por el emperador. En la Paz de Constanza se convirtieron las

regalías en pagos regulares, y las ciudades obtuvieron el derecho a elegir a sus propios

cónsules, aunque debían ser confirmados por el emperador cada cinco años. En los años

siguientes a la paz, la Toscana comenzó a convertirse en el nuevo centro de poder de

Italia.

A finales de enero de 1186, durante la sexta y última campaña italiana del emperador,

el hijo de Federico I Barbarroja, Enrique, su sucesor como Enrique VI, se casó en

Milán con Constanza, tía del rey Guillermo II de Sicilia (muerto, sin descendencia, en

1189). Los normandos esperaban que este matrimonio les diera una paz duradera con el

emperador y un reconocimiento de su reino, mientras que Federico especulaba con que

el reino pasara a su casa por herencia, ya que no había hijos de Guillermo II. Tras la

~ 27 ~

boda de Enrique y Constanza (teniendo él 21 años de edad y ella 32) siguió una coro-

nación real de Enrique, muy similar a la coronación imperial. Esto debía permitirle re-

clamar la herencia siciliana por su cuenta y no sólo como marido de Constanza. El em-

perador Federico ya había exigido antes, en varias ocasiones, al Papa Lucio III (1181-

1185) la coronación como emperador de su hijo Enrique estando él todavía vivo. Fue en

1188 cuando el Papa Clemente III realizaba aquel deseo: coronaba como emperador a

Enrique VI.

En la trayectoria de los últimos años del emperador Federico I, las relaciones entre él

y su poderoso primo Enrique el León (güelfo) fueron cada vez peores. Enrique el León

fue cayendo en desgracia. Recordemos cuando Enrique se negó a enviar tropas a la

quinta campaña italiana de Federico. Además, Enrique el León realizó un contrato de

herencia con Güelfo VI,55

que debía asegurarle las posesiones italianas de este tío suyo.

En 1178, Federico I Barbarroja le compró a Güelfo VI sus territorios al norte de

los Alpes y seguidamente se los entregó como feudos.

En enero de 1179, en la dieta de Worms, el emperador acusó a Enrique el León de

diversos delitos. Enrique elevó inmediatamente su contraataque acusando al arzobispo

de Colonia56

de ser aliado descarado de Federico cuando se asolaron las tierras cercanas

de Hamelín.57

Formalmente la disputa era entre Enrique el León y el arzobispo de Co-

lonia. No se llegó a una negociación efectiva, ya que Enrique el León no acudió a nin-

guna de las audiencias. Tras una primera advertencia, en junio de 1179, luego ya en ene-

ro de 1180, en Wurzburgo, y frente a una reunión de príncipes (Reichsacht), Enrique el

León fue declarado proscrito y condenado al exilio, retirándosele todos sus feudos.

El dominio señorial de Enrique el León resultó dividido: las tierras del norte de Ale-

mania fueron divididas en 1180 como ducado de Westfalia, yendo a parar al arzobispo

Felipe de Colonia, y Sajonia yendo a parar a Bernard de Anhalt, de la Casa de Ascania.

En septiembre de 1180, el emperador Federico nombro duque de Baviera a Otón de

Wittelsbach (apodado el Pelirrojo, muerto en 1183).

Enrique el León se opuso a la sentencia con medios militares, por lo que se llegó a una

campaña militar en contra suya. Tuvo que someterse al emperador en noviembre de

1181, después de que la nobleza sajona y los aliados eslavos y daneses le abandonasen,

cuando la ciudad de Lübeck58

abrió sus puertas al emperador. A finales de 1181, en la

dieta de Erfurt,59

Enrique el León fue condenado de nuevo, sentenciado a tres años de

destierro (condena suave que pudo obtener probablemente gracias a la presión de la

nobleza).

55

En 1175 ó 1176.

56

Felipe von Heinsberg (1167-1191).

57

La ciudad alemana famosa, por ejemplo, por el cuento El flautista de Hamelín.

58

Al norte de Alemania. Fue el primer puerto alemán en el mar Báltico.

59

Capital de Turingia, muy céntrica en Alemania.

~ 28 ~

A lo más tardar con la toma de Westfalia, Felipe de Heinsberg, arzobispo de Colonia,

se convirtió en un problema para Federico I Barbarroja, ya que era el señor más po-

deroso de la mitad norte de Alemania. Es incluso posible que el arzobispo fuera la

fuerza tras la que se urdió el proceso contra Enrique el León. Ya en 1165 había inten-

tado el emperador recortarle el poder de Felipe. El apoyo a diferentes señores en el sur

de los Países Bajos y en la zona del Mosela y del Mosa, además de las ciudades de

Aquisgrán y Duisburgo, no habían servido realmente para ese fin. Así se muestra la de-

bilidad estructural de la política de Federico I Barbarroja en Alemania, no siendo el

emperador el que se aprovechó de la caída de Enrique el León sino diversos señores

feudales. Son cosas de estos tiempos.

En 1184, el emperador Federico firmó una alianza con Felipe I de Flandes (o de Al-

sacia) contra el rey Felipe II de Francia, siendo una alianza en la que también llegó a

participar el rey Enrique II de Inglaterra. El hijo de Federico, Enrique VI, debía atacar a

Francia, pero el movimiento de tropas se interceptó cuando Balduino V de Henao60

se

negó a que las tropas pasaran por sus tierras. El emperador Felipe evitó enfrentarse con

Balduino, a quien necesitaba como contrapeso o para contrarrestar a Felipe de Heins-

berg.

El arzobispo de Colonia, contando entonces con el apoyo del Papa Urbano III (1184-

1187), aprovechó la situación para oponerse a Federico, sobre todo en el tema de la

sucesión por herencia del título de emperador. Federico, por el contrario, volvió a co-

locar a su hijo como regente de Italia (año 1186) para concentrarse en los asuntos de

Alemania. En noviembre de 1186, la mayoría de los obispos alemanes se adhirieron al

emperador, lo que representó una derrota o un revés para el Papa y para el arzobispo de

Colonia, el cual, corriendo el año 1187, tras conseguir malograr una alianza de Federico

I de Alemania y Felipe II de Francia contra Enrique II de Inglaterra, estando ya co-

rriendo vientos de cruzada, tuvo que someterse al emperador en marzo de 1188, en la

dieta de Maguncia.

Fue en esa dieta en la que se decidió la participación de Federico I Barbarroja en la

tercera cruzada hacia Tierra Santa.61

Se puso en marcha Federico en 1189, al igual que

lo hicieron también los reyes Felipe II Augusto de Francia y Ricardo I de Inglaterra.

60

Condado y región histórica en los Países Bajos y actualmente una provincia belga.

61

Parece ser que fue en estos momentos cuando Federico I Barbarroja, mediante el correspondiente di-

ploma, concedió el derecho de comercio y el privilegio de ciudad a un asentamiento con mercado, en vía

comercial por la ribera de poniente del río Alster (afluente del Elba), que tiempo atrás había pertenecido

al duque Adolfo III de Schauenburg y Holstein. El mencionado diploma es considerado como el de la

fundación de Hamburgo, al norte de Alemania, aunque no hay certeza absoluta sobre la autenticidad del

documento.

El primer nombre histórico de la ciudad (según los informes geográficos de Claudio Ptolomeo, en el

siglo II) fue Treva. Los orígenes de Hamburgo se remontan luego al siglo IX, cuando en el año 808 man-

dó construir Carlomagno el castillo Hammaburg, desde el que se vigilaba la zona al norte del río Elba,

donde burgo significa castillo y es incierto el término Hamma, como incierto es también el lugar exacto

de la ubicación.

En el año 831, Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno, creó la diócesis de Hamburgo, siendo sede

episcopal en el año 834 y siendo su primer obispo San Óscar (Ánsgar), reconocido como el Apóstol del

Norte, muerto en el año 865 (3 de febrero en el santoral). Dos años más tarde, Hamburgo y Bremen se

~ 29 ~

La regencia del reino e imperio germano fue ocupada por su hijo, Enrique VI. Hay

que tener en cuenta además que Federico había desafiado a Saladino enviándole una

carta (con fecha 26 de mayo de 1188) retándole a una justa62

en la llanura egipcia de

Zoan,63

proponiéndole el 1 de noviembre de 1189 como fecha para dicha justa. Pero

Federico murió el 10 de junio, como quien dice a medio camino casi y antes de alcanzar

sus objetivos.

Federico I Barbarroja, con su numeroso ejército, marchó hacia Tierra Santa por vía

terrestre, siendo lo habitual detenerse en el reino de Hungría, donde por lo general son

bien recibidos los soldados cristianos, a pesar incluso de que éstos no siempre se mos-

traron civilizados, sino todo lo contrario, atacantes, saqueadores, violentos, bárbaros…,

obligando a los húngaros a repelerlos haciéndoles frente. En esta ocasión, el emperador

Federico tuvo un recibimiento digno por parte del rey Bella III,64

bien relacionado y

neutral con él, como con sus otros vecinos occidentales. Ante la llegada de Federico, el

príncipe Géza, hermano menor del rey Bela (y su contrincante en el trono), se presentó a

Federico con rendidos respetos, como hicieron también otros muchos nobles húngaros.

Dada la tensa situación entre Géza y Bela, ya que había intentado apoderarse del trono

húngaro con el apoyo de su misma madre, la reina Eufrosina de Kiev, a la sazón exilia-

da en Tierra Santa,65

Federico pidió al príncipe Gáza que se le uniera en la cruzada y

fundieron como obispado, a la vez que se mantenían con la respectiva identidad. Debido a su situación

privilegiada, fueron asentándose en Hamburgo numerosos habitantes, que se dedicaron mayoritariamente

al comercio y a la pesca.

No obstante, por su entorno vikingo, Hamburgo fue destruida y ocupada en varias ocasiones. En el 845,

una flota de 600 barcos vikingos llegó por el río Elba hasta Hamburgo, resultando prácticamente destrui-

da, cuando tendría unos 500 habitantes. En 1030, cuando se había reconstruido y prosperaba de nuevo,

fue saqueada e incendiada por Miecislao II de Polonia.

Y como queda dicho –sin que adelantemos más por el momento–, en 1189, le concedió Federico I Bar-

barroja la carta o diploma de ciudad imperial libre, accediéndose a ella en condiciones libres de impues-

tos hasta el bajo Elba y desde el mar del Norte. Dicha carta o diploma, teniendo en cuenta la proximidad

de Hamburgo a las principales rutas comerciales de los mares del Norte y Báltico, permitió a la ciudad ser

un importante puerto en el norte de Europa.

62

Pelea o singular combate (medieval), a modo de torneo, a caballo y con lanza.

63

O campo de Tanis (cf. Sal 78, 12 y 43), en el delta del Nilo.

64

Rey de Hungría entre los años 1148-1196.

65

Nacida en 1130, era hija de Mstislav I de Kiev (1125-1132) y de su segunda esposa, una noble de Nov-

gorod llamada Liubava. Vivió, como podemos recordar, en medio de un lío de tronos.

Géza II y Eufrosina se casaron en 1146, naciendo de este matrimonio 8 hijos, entre ellos Esteban III de

Hungría en 1147, Bela III de Hungría en 1148, el príncipe Géza en 1151 y el grupo de hijas.

Como reina consorte Eufrosina influyó mucho en su esposo Géza II, consiguiendo que como rey asis-

tiera militarmente en muchas ocasiones a su cuñado Iziaslav II de Kiev en enfrentamientos contra los che-

cos. Sin embargo, tras la muerte de Géza II (año 1162), Eufrosina gobernó como regente de su pequeño

hijo Esteban III. Cuando los ejércitos del emperador bizantino Manuel I Comneno llegaron a Hungría con

Ladislao II de Hungría, el hermano del fallecido Géza II, siendo coronado, Eufrosina huyó con sus hijos

(primero a Bratislava y luego a Viena), estando Hungría bajo Ladislao II.

~ 30 ~

luchara así contra Saladino y los musulmanes. Pareció eso muy bien tanto a Géza como

(con más razón) al rey Bela, aceptando la propuesta. Así, el príncipe Géza partió tam-

bién como cruzado, con un ejército de 2.000 (dos mil) soldados húngaros escoltando al

emperador germano. Y continuaron juntos rumbo a las tierras dominadas y ocupadas

por los musulmanes de Saladino.

Tras dos batallas exitosas contra los musulmanes (selyúcidas turcos), siendo la de Ico-

nio la última en la que combatió el emperador Federico I, éste murió ahogado al caer

con toda su armadura puesta en el río Saleph66

(Cilicia, Anatolia), el 10 de junio de

1190.67

Lo que pasó luego fue que el ejército germano empezó a dispersarse y los hún-

garos vieron sin sentido su función de escolta y hasta su mismo peregrinar cruzado.

Cundió el desconcierto. No obstante, Federico VI de Suabia, hijo del emperador Fede-

rico I, continuó con algunas tropas hacia Jerusalén (o sus proximidades en Tierra Santa),

con la intención de dar sepultura a su difunto padre, habiendo intentado conservar en

vinagre su cadáver. Hubo, pues, quienes quisieron que el emperador Federico I Barba-

rroja llegara a Jerusalén, aunque fuera ya muerto, porque para los germanos la tercera

cruzada ya terminó en aquellas aguas del río Saleph.68

Puede decirse (recogiendo ya nuestro relato acerca de Federico I Barbarroja) que este

emperador germano fue un hombre de grandes ambiciones o apetitos, todo como pro-

Estando en Viena, Eufrosina no tardó en establecer sus nuevos contactos con la nobleza germánica y

pudo conseguir que el duque Enrique II de Austria (1141-1177) comprometiera el matrimonio de su hija

Inés de Babenberg con el joven Esteban III, celebrándose la boda en 1166.

Tras el asesinato de Ladislao II (en 1162, con 32 años de edad), su hermano Esteban IV de Hungría le

sucedió, en 1163, recuperando luego el trono Esteban III, en 1165, mediando una serie de guerras en estos

tiempos. Durante el reinado de este su hijo, Eufrosina vivió tranquila y calladamente en la corte real hún-

gara. Sin embargo, en 1172 murió Esteban III repentinamente, siendo su hermano menor Bela III de Hun-

gría (1172-1196) llamado a regresar desde Constantinopla para ocupar el trono. Bela III había sido entre-

gado por su hermano mayor, el rey Esteban III, al emperador bizantino Manuel I Comneno como parte

del tratado de paz firmado en 1163.

Así pues, en la primavera de 1172 llegó Bela III a Hungría, sin ser precisamente bien recibido por los

aires bizantinos que llevaba. Incluso Eufrosina se le enfrentó, pretendiendo e intentando colocar en el tro-

no a su hijo menor el príncipe Géza. Ante esto Bela III encerró a este su hermano menor, después de que

el mismo se le alzara en contra, y arrestó también a su propia madre, Eufrosina, la cual acabó abandonan-

do el reino y exiliada en Tierra Santa, con su hija menor, Margarita. Eufrosina muere en 1193, siendo sus

restos mortales trasladados posteriormente a Hungría, recibiendo sepultura en un claustro de Székesfe-

hérvár.

66

Actualmente llamado Göksu. Tiene su nacimiento en los montes Tauro (al sur de Turquía), su longitud

es de 260 km y desemboca en el mar Mediterráneo.

67

Tal vez al ser tirado de la silla por su caballo al atravesar el río, hundiéndose y ahogándose inmoviliza-

do bajo el peso de la armadura. Pero exactamente no se conocen muy bien las causas de su muerte, pues

no quedaron del todo esclarecidas. Se especuló también que, siendo ya un hombre cercano a los 70 años,

y teniendo en cuenta que hacía mucho calor, al bañarse pudo sufrir un infarto, debido al contraste de lo

fría que estaba el agua bajando desde las montañas.

68

Hay tradición acerca de que la sepultura de Federico I se repartió finalmente entre la iglesia de San Pe-

dro en Antioquía, la catedral de Tiro y la iglesia de San Pablo en Tarsos.

~ 31 ~

porcionado con su gran barba de gran intensidad en su roja coloración. Fue un hombre

que quiso forjar un gran e indiscutible Imperio, de gloria tan antigua como indiscutida y

renovada. Fue tan diplomático como guerrero, las dos cosas a la vez: negociador y

cruel, paciente y absolutamente decidido, determinado…, capad de unificar y de incen-

tivar la prosperidad, también de crear cisma Arrastró, entusiasmó y, finalmente, murió

defraudando o desilusionando a una multitud de peregrinos cruzados. Muchos de los

soldados que acompañaron a Federico se desanimaron y se volvieron a sus lugares de

origen.

Pero algunos nobles alemanes tuvieron luego la iniciativa de congregarse a modo de

nueva orden militar en Acre, siguiendo las pautas y el régimen estatutario de los tem-

plarios o de los hospitalarios, dedicándose al cuidado de los enfermos. Empezaron a

estar organizados como caballeros el 19 de noviembre de 1190.69

La tercera cruzada guiada por los reyes Felipe II de Francia y Ricardo I de Inglaterra

llegó a Tierra Santa y durante el verano estaba ya a las puertas de Acre, en mano de los

musulmanes y bajo el control de Saladino, al igual que Sidón y Beirut.70

Precisamente

en verano de este año 119071

murió la reina Sibila de Jerusalén, a sus 30 años de edad,

como una víctima más de la enfermedad que como epidemia se extendió por el campa-

mento militar de los cruzados en el asedio de Acre.72

Descartado ya como rey de Jerusalén Guido de Lusignan, ridículo soberano, más mo-

narca de un reino residual y mínimamente reconocido, siendo sobre todo Saladino el

69

Este es el origen de la Orden Teutónica. Al principio fue solamente una organización hospitalaria que

ayudaba a los peregrinos cristianos, luego fue reorganizada como orden militar, muy semejante a los tem-

plarios, obteniendo el reconocimiento oficial y aprobación del Papa Inocencio III (1198-1216) en 1198.

Los caballeros teutónicos llevan una capa blanca con una cruz negra. Como escudo en los mismos se

emplea a veces una cruz paté que posteriormente inspiró la Cruz de Hierra usada por el reino de Prusia y

por Alemania, también en sus fuerzas armadas, sin esvástica (prohibición en 1957).

En 1220 los caballeros teutónicos establecieron su cuartel general en el castillo o fortaleza de Montfort

(actualmente al norte de Israel), siendo este lugar la sede de los grandes maestres de la nueva orden en

1229. En 1266, los musulmanes no lograron tomar la fortaleza, pero si lo consiguieron en 1271, hacién-

dose con el castillo a través de un túnel excavado en la roca. Los caballeros teutónicos se vieron obligados

entonces a refugiarse en San Juan de Acre.

Veinte años después, en 1291, la conquista de San Juan de Acre por los musulmanes obligará a los cru-

zados a retirarse de Tierra Santa, llevando a la orden a reconsiderar su misión. Tras las derrotas sufridas

por los cruzados en Tierra Santa, los caballeros teutónicos se trasladarán a Transilvania (zona central de la

actual Rumanía, donde construyeron el castillo de Bran, tan relacionado literariamente con el conde Drá-

cula, del novelista irlandés A. B. Stoker, 1847-1912). De Transilvania acabará expulsados en 1225 por

orden del rey Andrés II de Hungría (1205-1235), parece ser que porque intentaron estar más bajo la auto-

ridad pontifica de Roma que de la monárquica de Hungría.

En 1303, tal como iremos viendo, los caballeros teutónicos se verán implicados o comprometidos en las

cruzadas bálticas, con la intención de cristianizar esas zonas nórdicas europeas. Por lo demás, ya iremos

viendo el desenvolverse de la Orden Teutónica a lo largo de la Historia.

70

Acre, actualmente, en Israel, mientras que Sidón y Beirut son ciudades libanesas.

71

Pudo ser en julio o agosto.

72

Ver Epílogo III.

~ 32 ~

entronizado, lo que siguió fue que, al casarse Conrado de Montferrato (ya cuarentón)73

con Isabel de Jerusalén (rondando los 20 años de edad),74

el 24 de noviembre de este

año 1190, quedó de facto constituida esta nueva pareja como la reinante del reino de

Jerusalén, siendo él consorte y ella heredera.75

73

Ver Epílogo IV.

74

Isabel creció en la corte de su madre y de su padrastro Balián de Ibelín, en Nablus. A sus 12 años de

edad fue acordado su matrimonio con Hunfredo IV de Torón (a la sazón de 17 años). En su noche de bo-

das (año 1183), el castillo de Kerak fue atacado por las fuerzas de Saladino.

Como el matrimonio anterior de Amalarico I, el padre de Isabel, con Inés de Courtenay había sido anu-

lado (aunque sus hijos fueron legitimados), Isabel fue siempre considerada en su niñez como una poten-

cial heredera del trono. Su hermanastro Balduino IV, que siempre se portó bien con ella, en calidad de va-

rón fue reconocido unánimemente como rey. Pero en previsión del futuro posterior a Balduino IV, la

madre de Isabel y el partido de los nobles se ocuparon de hacer presentes los derechos de Isabel, sobre

todo por la ilegitimidad de Sibila, la otra hermanastra de Isabel.

Tras ser decepcionado por el segundo marido de Sibila, Guido de Lusignan, Balduino IV decidió eli-

minar a Sibila de la sucesión. En su testamento, un compromiso alcanzado en 1183 y ratificado por la

Haute Cour, se establecía que le sucedería su sobrino Balduino V, el hijo menor de Sibila (hijo de su

primer matrimonio), y en caso de muerte de Balduino V, la cuestión sucesoria la dirimirían los reyes de

Inglaterra, Francia y el emperador germano. La decisión se retrasaría diez años, durante los cuales reina-

ría un regente. Según este acuerdo, Sibila e Isabel tenían los mismos derechos sucesorios.

Como podemos recordar, Balduino IV murió a principios de 1185, dejando al hijo de Sibila, Balduino

V, como rey, con Raimundo III de Trípoli como regente. Pero Balduino V falleció a en 1186. Entonces,

los partidarios de Isabel pusieron en duda los derechos de Sibila a causa de la nulidad del matrimonio de

sus padres. Si Sibila no hubiese estado casada con Guido, habría sucedido con menos oposición; pero

ahora resultaba más fácil recuperar los argumentos para la sucesión de Isabel, que contaba con 16 años de

edad.

El testamento de Balduino IV fue ignorado y se coronó a Sibila en 1186. Pero en 1190 murió Sibila, en

pleno caos del reino cruzado por la victoriosa invasión de Saladino, aposentado en Jerusalén. Todo el rei-

no había sido conquista musulmana excepto Tiro. Guido de Lusignan, viudo y a pesar del apoyo que re-

cibía Isabel, seguía empeñado en ser considerado rey.

En otoño de 1190, Isabel fue obligada a divorciarse de Hunfredo, por haberse anulado el matrimonio,

ciertamente contra su voluntad y siendo obligada a casarse con Conrado de Monferrato, de unos 25 años

más que ella. Conrado ansiaba el trono, oficialmente vacante en ese momento, y sus aliados (entre los que

se encontraban la madre de Isabel y su padrastro Balián) argumentaron que el matrimonio de Isabel no era

válido porque era menor y había sido obligada por Balduino IV. Además, Hunfredo, al que Isabel amaba

pues prácticamente habían crecido juntos, no se consideraba preparado para el trono en tiempos tan tur-

bulentos. Por todo ello, Isabel acabó aceptando la nulidad y que se tuviera que casar con Conrado.

75

También se desarrolla esta noticia en el Epílogo III. En relación a Sibilia, Conrado viene a ser su cuña-

do (hermano de su primero marido, Guillermo de Montferrato) e Isabel es su hermanastra (hija de su pa-

dre, Amalarico, y de su esposa la bizantina María Comneno, lo que la hace nieta del emperador bizantino

Manuel I Comneno).

~ 33 ~

Federico I Barbarroja

Boda de Conrado de Montferrato e Isabel de Jerusalén

~ 34 ~

NORWICH (INGLATERRA)

Todos los judíos de Norwich (Inglaterra)76

fueron asesinados en sus casas, el 6 de fe-

brero, en un pogromo contra ellos por parte de la gente en respuesta al supuesto ase-

sinato (ritual) de aquel niño llamado Guillermo, de 12 años de edad, que fue muerto en

1144. No deja de ser extraña la respuesta de la gente contra los judíos del lugar 46 años

después de haber ocurrido aquel hecho, o tal vez no ocurrido tal cual sino atribuido.77

76

Los que no se salvaron refugiándose en su castillo, al ser sorprendidos por una persecución.

77

Ver Epílogo V.

~ 35 ~

PARÍS (REINO DE FRANCIA)

El 15 de marzo, tal como pasamos a contar, murió Isabel de Henao, reina consorte de

Francia (desde 1180). Aún no tenía 20 años de edad. Su esposo, el rey Felipe II de Fran-

cia se hallaba implicado en emprender la tercera cruzada europea hacia Tierra Santa.

Casada con el rey francés Felipe II Augusto, era hija del conde Balduino V de He-

nao78

y de la condesa Margarita I de Flandes (o de Alsacia).79

Cuando tenía un año de

edad, su padre la había prometido al que llegaría a ser conde Enrique II de Champaña

(que tenía entonces 5 años de edad),80

sobrino de la reina de Francia Adela de Cham-

paña.81

Los padres de Isabel, por mucho que habían jurado que ella se casaría con el

conde Enrique, al final accedieron a acordar su boda con el rey de Francia, Felipe II

Augusto. El matrimonio fue arreglado por su tío materno, el conde Felipe de Alsacia,

asesor del rey. Y es que Felipe Augusto pretendía la alianza flamenca para eludir las

exigencias de los nobles de Champaña, dirigidos por su madre Adela. Por eso el rey

Felipe se casó con Isabel, teniendo ella 10 años de edad y él aún 14, el 28 de abril de

1180. La boda se celebró en la abadía de la Santísima Trinidad de Bapuame (al norte de

Francia, cerca del territorio flamenco), asistida por los obispos Enrique de Senlis y Ro-

ger de Laon. La dote de la novia fue el condado de Artois, creado al efecto.82

El ban-

quete de boda se celebró en el castillo de Bapaume.

Isabel fue coronada reina de Francia en la basílica parisina de Saint-Denis, el 28 de

mayo de 1180, cerca de las posesiones flamencas de Valois, donde el arzobispo de Sens,

con la asistencia de los obispos de París y Orleans, ungió y coronó a la nueva reina. Con

el conde de Flandes llevando la espada durante la procesión.

Por mucho que Isabel era de sangre carolingia por serlo los condes de Henao, la boda

no fue del agrado total de su madre, hecha a la idea de tener por yerno a su sobrino En-

rique (no quería que disminuyera la influencia de sus parientes).

La reina Isabel, joven, exquisita, culta, tuvo especial predilección cortesana por prote-

ger a los poetas amorosos y de la galantería. Fue un reina muy elogiada por quienes la

trataron, incluso gozó de buena popularidad. Pero tuvo en su contra que su esposo el rey

Felipe le mostraba cierto rechazo al no darle hijos. También es verdad que eran muy jo-

78

Muere en 1195.

79

Muere en 1194.

80

También llegaría a ser rey de Jerusalén entre los años 1192-1197, por matrimonio con la reina Isabel de

Jerusalén. Ya lo veremos en su momento.

81

La tercera esposa de Luis VII de Francia (1137-1180), viudo de Constanza de Castilla (muerta en

1160). Fue madre de Dieudonné (Felipe II Augusto, nacido en 1165) y de Inés de Francia (emperatriz bi-

zantina por su matrimonio con Andrónico I Comneno (muerto violentamente en 1185).

82

Región natural en el norte de Francia.

~ 36 ~

vencísimos, y aquello no era de extrañar. Luego, siendo también muy joven, en 1184, el

rey Felipe entró en guerra contra Flandes, enfureciéndose mucho al ver que Balduino de

Henao, su suegro, apoyaba a sus enemigos. Felipe convocó un concilio en Senlis (marzo

de 1184), pretendiendo repudiar a Isabel, aduciendo como motivo o pretexto que el ma-

trimonio no se había consumado.

Pero la reina Isabel apareció entonces recorriendo las iglesias de Senlis descalza y

vestida como penitente, lo que hizo que se ganara la simpatía y aún más la cercanía de

la gente.83

Sus apelaciones pusieron tan furiosa a la población que en masa acudió al pa-

lacio gritando hasta hacerse escuchar. El conde Roberto I de Dreux (1137-1184), tío del

rey,84

interpuso con éxito la causa correspondiente para que no pudiera seguirse el repu-

dio, entre otras cosas porque de perderse este matrimonio se hubiera perdido también su

dote para Francia, el condado de Artois.

Finalmente, el 5 de septiembre de 1187, Isabel dio a luz a su rollizo niño, el heredero

que tanta falta hacía y al que sus padres llamaron Luis.85

Pero Isabel tuvo muchas dificultades en su segundo embarazo. El 14 de marzo de este

año 1190 dio a luz a dos niños gemelos, nacidos en un parto muy complicado. Los bau-

tizaron enseguida, con los nombres de Roberto y Felipe. La reina Isabel murió al día si-

guiente, el 15 de marzo. Recibió sepultura en la catedral de Notre Dame de Paris, ofi-

ciando el funeral el obispo Maurice de Sully. Fue un entierro muy concurrido y sentido.

Mucho lloró el pueblo por su reina. Los niños recién nacidos murieron con sólo cuatro

días de vida, los dos a la vez, el 18 de marzo. El hijo superviviente, Luis (tres años de

edad), heredó de momento el título de conde de Artois, de modo que la dote materna,

con la que Isabel se casó, permaneció ya en el reino o corona de Francia.

Al término del verano de este año 1190 emprendió su marcha en la tercera cruzada el

rey Felipe II de Francia, lo mismo que Ricardo I de Inglaterra, ambos con muchos no-

83

Esto lo cuenta el cronista flamenco Gilberto de Mons (que vivió aproximadamente entre los años 1150-

1225) en su Chronicon Hanoniense (Crónica de Henao), siendo muy cercano a su protector el conde Bal-

duino V de Henao, padre de Isabel.

Gilberto se ordenó presbítero y desempeñó cargos eclesiásticos de cierta relevancia pero cercanos al

pueblo. En documentos oficiales es descrito como capellán, canciller o notario, del conde Balduino V de

Henao, que lo empleó en asuntos o negocios políticos y de importancia. Después del año 1200 Gilberto

escribió el Chronicon Hanoniense o Historia de Henao, así como de los territorios del entorno, todo ello

de gran importancia histórica en lo referente al final del siglo XII. Aparte de la información que propor-

ciona sobre la vida y época del conde Balduino, Gilberto proporciona información importante acerca de

las personas y los asuntos dentro de Francia y del Sacro Imperio Romano Germánico. Gilberto hace refe-

rencia a los matrimonios nobles haciendo de la crónica una fuente insustituible de información genealó-

gica, y de paso da detalles de los cruzados, la política, las mujeres nobles, las vidas de los santos, asuntos

religiosos y eclesiásticos, las relaciones entre el señor y el arrendatario, tradiciones y costumbres y asun-

tos especialmente militares, con detallados relatos de los asedios, las campañas y torneos.

84

Fue el quinto hijo del rey Luis VI de Francia y de Adela de Saboya, hermano, por tanto, de Luis VII.

85

Será el próximo rey de Francia, sucediendo a su padre Felipe II Augusto. Reinará como Luis VIII entre

los años 1223-1226.

~ 37 ~

bles y caballeros, conformando considerables ejércitos. Felipe se embarcó desde Géno-

va y Ricardo desde Marsella.86

Isabel de Henao, reina de Francia

86

Fueron sorprendidos por los característicos temporales invernales del Mediterráneo y tuvieron que ha-

cer prolongada estancia (de varios meses) en la siciliana Mesina. Allí afloró la rivalidad latente entre am-

bos monarcas, sobre todo por los planes matrimoniales de Ricardo, que rompió su promesa de matrimo-

nio con Adela (Alix) de Francia, hermanastra de Felipe, para comprometerse con Berenguela de Navarra.

Felipe Augusto abandonó Mesina en cuanto pudo, el 30 de marzo de 1191. Ya iremos contando todo esto.

~ 38 ~

DUCADO DE BRAVANTE Y

CONDADO DE HOLANDA

El 11 de agosto87

de este año 1190 murió el landgrave duque de Brabante, conde Go-

dofredo III de Lovaina y de Bruselas, marqués de Amberes y duque de la Baja Lotarin-

gia como Godofredo VII.88

Era hijo de Godofredo II (con los mismos títulos, muerto en

1142) y de Lutgarda de Soulzbarch. Tenía 50 años de edad.89

Dada su juventud cuando acumuló los aristocráticos títulos, tuvo que sufrir no pocas

sublevaciones en sus dominios, pues los señores y magnates miraron a aprovecharse de

él. Ciertamente hubo no pocas dificultades y una buena dosis de anarquía. Gracias a la

tregua que supuso la predicación de la segunda cruzada, en 1145 y después, la regencia

surtió efecto. Godofredo III fue presentado durante la coronación de Enrique Berenguer

(o Berengario),90

hijo de Conrado III de Alemania, como rey de romanos, en 1147. Hizo

construir la fortaleza de Nedelaer en el cerro de Grimbergen.91

En 1148, tras la marcha del emperador Conrado III a las cruzadas, las luchas volvie-

ron a suscitarse en Brabante, y Godofredo, demasiado joven todavía, no pudo hacerse

con el dominio de sus tierras. No se restableció la paz hasta la llegada de Federico I

Barbarroja (año 1154). Godofredo aprovechó entonces para casarse con Margarita de

Limburgo, poniendo fin temporalmente a las litigantes rivalidades entre las dos familias

dominantes en la Baja Lotaringia. Las luchas entre Godofredo y sus poderosos vasallos,

87

O lo mismo pudo ser el día 10 ó el 12.

88

Todo ello geográficamente situado en tierras comprendidas entre los Países Bajos (más o menos Ho-

landa) y Bélgica. Pero cuanto aquí se notifica acerca del condado de Holanda se corresponde con la muer-

te de su conde Florencio III, de quien nos ocuparemos después de considerar a Godofredo III.

89

Si nació en 1140, como se supone.

90

Muerto en 1150. Enrique Berenguer no pasó de ser rey de romanos, equivalente a posible o futurible

emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

91

Ciudad belga. De un monasterio del lugar, a unos 20 kilómetros de Bruselas, fundado en 1128 por San

Norberto (fundador de los premonstratenses), proviene la famosa cerveza Grimbergen, que era en su ori-

gen preferentemente consumida por las altas clases sociales, gente adinerada. Su elaboración se realiza a

partir de cebada de Gâtinais y una selección de diferentes lúpulos, de donde proviene su sabor afrutado.

Existen al menos 6 variedades: Optimo Bruno, Doubel, Tripel, Blond, Goud 8º y La Cuvée de l’Ermitage.

La Blonde es una cerveza rubia. Tiene una espuma blanca, densa y con buena adherencia. La Optimo

Bruno es la más fuerte de las variedades, una cerveza tostada con 10 % de volumen de alcohol. La elabo-

ración actual de esta cerveza proviene de Cervecera Alken Maes (Bélgica).

~ 39 ~

los Berthout, señores de Grimbergen y Malinas,92

se reanudaron en 1159 y se prolonga-

ron duraron doce años.

Godofredo III se enfrentó también con el conde de Henao en 1171, sufriendo una im-

portante derrota. A su hijo Enrique I de Brabante lo asoció al trono ducal en 1179, ne-

gociando su matrimonio con Matilde de Boulogne, sobrina del conde Felipe I de Flan-

des (o Alsacia). En el contrato de matrimonio se estableció la sumisión de los feudos de

Brabante. Cuando el hijo de Godofredo (Enrique I de Brabante) fue capaz de gobernar

sus dominios, Godofredo III (el ahora difunto) partió como cruzado a Tierra Santa, per-

maneciendo allí en los años 1183 y 1184, muy apasionado y vehemente con Jerusalén.

De su familia y descendencia señalamos que en 1155 contrajo matrimonio con Mar-

garita de Limburgo (muerta en 1172), hija del conde Enrique II de Limburgo y de Ma-

tilde de Saffenberg. Tuvieron dos hijos: Enrique (el mencionado Enrique I, nacido en

1165, duque de Brabante)93

y Alberto (nacido en 1166, obispo de Lieja).94

Al enviudar

volvió a casarse, esta vez, en 1180, con Imagina de Looz,95

hija del conde Luis I de

Looz, y de Inés de Metz. Tuvieron dos hijos: Guillermo96

y Godofredo.97

De otra parte nos ocupamos ahora del conde Florencio III de Holanda, muerto en An-

tioquía (el 1 de agosto), gravemente enfermo, a sus 49 años de edad. Fue conde de Ho-

landa desde 1157. Lo contamos a continuación, remontándonos a su trayectoria vital.

Era hijo del conde Teodorico VI de Holanda y de Sofía de Luxemburgo.

Se vio envuelto en la guerra que el obispo Herberto de Utrecht había emprendido con-

tra la ciudad de Groninga, a la que había sitiado. La ciudad había recibido mucha ayuda

del conde de Güeldres y de otros, acabando todo en obligadas negociaciones. El apoyo

dado por Florencio al obispo Herberto le hizo creer al conde que podría acabar con la

enquistada tensión por tierras ya de mucho tiempo. El conde amenazó al obispo con el

uso de la fuerza y el resultado fue un acuerdo por el que Florencio recuperó la juris-

dicción territorial de los condados y el obispo mantuvo la espiritual y eclesiástica (se

conformó como pudo).

92

También ciudad belga, cuya cristianización se efectuó allá por los siglos VII-VIII por obra de San Ru-

moldo, un monje irlandés y mártir en Malinas, donde se construyó una abadía en su honor, probablemente

donde mismo se erigió después la catedral de San Rumoldo. En los muros de esta catedral se exponen pa-

sajes legendarios y milagros de San Rumoldo.

No se conoce con certeza en qué momento fue creado el señorío de Malinas, pero sí se sabe que a fina-

les del siglo X perteneció a los príncipes-obispos de Lieja. Tras la formación del ducado de Brabante, Ma-

linas permaneció siendo un enclave de Lieja; los enfrentamientos entre Lieja y Brabante se traducen en-

tonces en la concesión de gran número de privilegios que contribuyen a la prosperidad de la ciudad.

93

Muerto en 1235.

94

Murió en 1192.

95

Muerta en 1214.

96

Señor de Perwez y de Ruysbroek.

97

Se estableció en Inglaterra (año 1196) y murió en 1225.

~ 40 ~

Un asunto más serio enturbió pronto el reposo del que disfrutaba el conde Florencio.

Él era un fiel y leal vasallo del emperador Federico I Barbarroja, al que acompañó en

dos ocasiones a Italia (en 1158 y en la campaña de 1176-1178 respectivamente). El em-

perador le recompensó integrándolo en la nobleza imperial y otorgándole los derechos

de aduana sobre la ciudad de Geervliet, en el río Mosa, la más importan te ciudad co-

mercial de la región. Se trataba de la legalización de una situación ya existente, pues los

condes de Holanda percibían indebidamente tasas de paso desde el siglo X. Esto causó

mucho malestar e irritación en el condado de Flandes, pues entorpecía su comercio, por

lo cual los flamencos invadieron el país de Waes (Waasland). Florencio declaró la gue-

rra a Flandes por tierra y por mar. Por mar obtuvo alguna ventaja, pero por tierra, en Al-

sacia, no hubo tanta suerte.

Florencio, que había puesto sitio a la pequeña ciudad de Amerstein, no pudo mantener

el asedio, porque Felipe, gobernando en ausencia de su padre Teodorico, avanzó con

todas sus fuerzas haciendo levantar el asedio. Los dos ejércitos se enfrentaron durante

siete horas, hasta que Florencio, herido y abandonado por sus aliados, tuvo que rendirse

y, hecho prisionero, fue trasladado a Brujas. La prisión del conde en Brujas fue prolon-

gada,98

y para recuperar su libertad accedió a firmar un tratado de paz muy oneroso para

él. Según ese acuerdo, Flandes obtenía el vasallaje de Zelanda y Florencio se compro-

metía a reparar todas las pérdidas sufridas por los flamencos durante la guerra; Flo-

rencio eximía a los flamencos de todo peaje e impuesto, obligándose por juramento él y

sus sucesores a observar fielmente todas las condiciones del tratado.

Durante la ausencia de Florencio (cuando estuvo preso en Brujas) sus súbditos de

Haarlem y del Kennemerland habían asolado y sometido a pillaje la ciudad de Schagen.

Como venganza, los frisones occidentales cayeron sobre Alkmaar y la redujeron a ceni-

zas. A su vuelta, Florencio, después de la vergonzosa paz que había acordado, quiso

castigar a los frisones, pero sus tropas fueron derrotadas y le fue imposible tener a este

pueblo bajo control y mucho menos someterlo completamente.99

98

Duró dos o tres años.

99

Es posible que las frecuentes inundaciones que asolaban el condado fueran la causa de que frisones y

holandeses no se enfrentaran en una batalla definitiva. Numerosos campesinos se instalaron en Holanda

para convertir los pantanos en pólderes (superficies terrestres ganadas al mar). Presas y canales fueron

construidos y la frontera entre el condado de Holanda y el obispado de Utrecht tuvo que ser delimitada.

Ello supuso un conflicto entre Florencio y el obispo de Utrecht a propósito de una presa sobre el Rin en

Zwammerdam (año 1165), conflicto que tuvo que ser sometido al arbitraje del emperador Federico.

En 1170, los calores del verano fueron tan extremos que, en el otoño siguiente, provocaron una tem-

pestad tan fuerte que inundó de repente Zelanda, Frisia y el Kennemerland. Se dijo que las aguas del mar

llegaron a tal altura que se podía pescar con red bajo los muros de Utrecht. La crecida del 23 de sep-

tiembre de aquel año causó grandes pérdidas. Varios diques de Zelanda se rompieron y algunas islas se

inundaron. Esta inundación que devastó el norte formó el Zuiderzee (como una profunda bahía del mar

del Norte).

En el mes de mayo de 1173 hubo una tempestad seguida de una inundación parecida que hizo creer que

Utrecht iba a ser enteramente sumergida y temer un nuevo diluvio.

~ 41 ~

Algunos años más tarde, al morir Godofredo, obispo de Utrecht en 1178,100

Florencio

instaló a su hermano Balduino en la sede episcopal.101

Y eso supuso el restablecimiento

de la paz entre Holanda y Utrecht. Los dos hermanos aprovecharon la circunstancia para

emprender una campaña contra los frisones. Esta expedición, sin embargo, no fue tan

exitosa para los hermanos. Los condes de Holanda adoptaron el león rampante como

emblema de sus armas.

Por fin las disputas con Utrecht, Brabante y Güeldres a propósito de Woluwe se ha-

bían apaciguado y el conde de Holanda creyó que no podía dar mayor muestra de su

piedad que viajando a Tierra Santa. En 1189, Florencio acompañó a Federico I Bar-

barroja en la tercera cruzada y fue unos de sus jefes predilectos. Pero el trayecto cru-

zado resultó nefasto para ambos. Si Federico pereció ahogado en aguas fluviales, Flo-

rencio murió gravemente enfermo, muy poco después, en este año 1190, siendo ente-

rrado en la iglesia de San Pedro, en Antioquía, muy cercano a la tumba del emperador.

De su matrimonio y descendencia señalamos que Florencio se casó el 28 de agosto de

1162 con Ada de Huntingdon, hija del príncipe Enrique de Escocia, conde de Northum-

berland,102

y de Ada de Warenne; y hermana de los reyes Malcolm IV de Escocia

(1153-1165) y Guillermo I de Escocia (1165-1214). Florencio y Ada tuvieron los hijos

siguientes: Teodorico VII (quien ahora sigue la sucesión como conde de Holanda),103

Guillermo,104

Florencio,105

Balduino,106

Ada,107

Margarita,108

Isabel, Edwige (Eduvi-

ges) e Ines.109

100

Fueron obispos de Utrecht: Herberto (1138-1150), Herman (1152-1156), Godofredo (1156-1178)…

101

Balduino II de Holanda (1178-1196).

102

Uno de los títulos nobiliarios más antiguos del Reino Unido. Quienes principalmente lo detentaron

durante siglos fueron miembros de la muy poderosa familia Percy.

103

Hasta su muerte en 1203.

104

Guillermo I de Frisia y también después conde de Holanda (1203-1222).

105

Canónigo en Utrecht y en Middelburgo, muerto en 1210.

106

Muerto en 1204.

107

Muerta después 1205, casada en 1176 con el margrave Otón I de Brandeburgo.

108

Muerta después de 1203), casada en 1182 con el conde Teodorico VI de Clèves.

109

Abadesa de Rijnsburgo, muerta en 1228.

~ 42 ~

~ 43 ~

~ 44 ~

ISLANDIA

Murió en Islandia,110

a la edad de 70 años, un sacerdote de Grenjaðarstaður llamado

Hallur Hrafnsson, el cual, en 1184, sucedió a Björn eldri Gilsson como abad del mo-

nasterio benedictino de Munkaþverá, al norte de la isla.111

Era hijo del lagman o lög-

sögumaður Hrafn Úlfhéðinsson (1135-1138).

Hallur, aunque era sacerdote, se casó112

con Valgerði Þorsteinsdóttir (del clan familiar

de los Ásbirningar),113

hija de Þórsteinn galge Ásbjörnsson (Thorstein Galge).114

110

Islandia, como todo el mundo sabe, es una isla de tamaño considerable situada entre Noruega y Groen-

landia, la cual permaneció durante mucho tiempo despoblada. La cristianización de Islandia, con la que

tiene que ver la noticia ahora relatada, fue un proceso que paulatinamente culminó hacia el año 1000. En

islandés ese período se conoce como kristnitaka. Hubo entonces una gran influencia noruega en la isla.

Sabemos por fuentes literarias (más que por arqueología o de otro tipo) cómo Islandia fue visitada por

primera vez, en el siglo VIII, por monjes irlandeses, los cuales fueron expulsados de la isla cuando en el

siglo IX se establecieron en ella colonos provenientes de vikingos invasores. Más tarde, ya en el siglo XI,

se produjo la cristianización de Islandia, consolidándose a lo largo del siglo XII (con cierto sincretismo

pagano).

111

Desde donde partían peregrinaciones hacia Roma y Jerusalén, así como hacia Santiago de Composte-

la.

Björn eldri Gilsson (apodado el Viejo, nacido hacia el año 1100 y muerto el 20 de octubre de 1162) fue

el tercer obispo católico de Hólar (entre los años 1147-1162). Sus ancestros fueron de gran interés en la

historia de Islandia, al igual que lo fueron también sus discípulos, pues creó escuela (realmente y como

estilo o doctrinalmente). Casi a mediados del siglo XII fue ordenado o consagrado como obispo de Hólar

por el arzobispo (sueco) Áskell de Lund. Según las sagas nórdicas fue excelente administrador y gober-

nante, sabiendo gestionar pastoralmente su diócesis.

112

Hay que tener en cuenta que el clero medieval islandés (católico) se casaba habitualmente y con total

normalidad.

113

Ásbirningar era un poderoso clan familiar que controlaba Islandia durante la Edad Media, desde que la

isla fue colonizada, siendo su patriarca de origen Ásbjörn Arnórsson (nacido en 1030), de quien recibe su

nombre. De él descendieron conocidos y valientes guerreros, así como influyentes políticos.

114

Personaje muy legendario.

~ 45 ~

~ 46 ~

MARSELLA

Judá ben Saúl ibn Tibbón, traductor judío, excelente médico, filósofo y poeta, que ha-

bía nacido en Granada (hace ahora 70 años), murió115

en la provenzal Marsella, deján-

donos un interesante legado que sin duda será culturalmente aprovechoso en el futuro.

Además de un hijo, Samuel (igualmente erudito y traductor),116

tuvo también dos hijas

que le causaron muchos quebraderos de cabeza.

Hacia el año 1150117

viajó a Lunel.118

Se movió siempre en círculos muy interesantes

de la cultura y del buen hacer, promocionando el saber.

He aquí algunos de los trabajos que como traducciones compuso o elaboró Judá ben

Saúl ibn Tibbón:

De Bahya ibn Paquda (segunda mitad del siglo XI) su obra Chovot ha-Levayot, cuyo

título en árabe fue Al-Hidayah ila Fara’id al-Hulub (Los deberes del corazón).119

115

Probablemente en este año 1190.

116

En su Testamento ético, dirigido a su hijo Samuel, con su característico estilo hogareño y de honesti-

dad, reflexiona Judá sobre el alma humana y da provechosas recomendaciones, diciéndole a su hijo que

practique la escritura árabe, porque ello da prestigio. Le ordena que sea un hombre moral y que estudie la

Toráh, así como ciencias profanas, incluyendo la medicina. Que lea obras gramáticas en el Sabbat y otras

fiestas sagradas, y que no olvide leer el “Mishlé” y el “Ben Mishlé”.

Mishlé es el libro (bíblico) de los Proverbios, de palabras y expresiones cargadas de sabiduría (como en

otros libros sapienciales). Mishlé viene de mashal, palabra que también se usa para significar compara-

ción. El Talmud y toda la literatura judía rebosan de proverbios.

Con respecto a la práctica médica da a su hijo varios consejos, como que observando rigurosas leyes

dietéticas se evita caer enfermo (la enfermedad es debida muchas veces a las comidas desordenadas) y

que es primordial en el enfermo que no desconfíe de los médicos (para lo cual, los médicos han de ser

dignos de toda confianza). Resulta interesante la referencia de Judá a su biblioteca, diciendo de ella que es

su mayor tesoro y su mejor compañía, añadiendo que sus estantes son “los jardines más placenteros y

hermosos”:

He reunido una gran biblioteca para tu beneficio para que nunca necesites pedir prestado un

libro a nadie. Como tú mismo has visto, la mayoría de los estudiantes no deja de buscar libros

que no son capaces de encontrar […]. Revisa tus libros hebreos cada mes, los libros árabes ca-

da dos meses, los demás cada tres meses. Mantén tu biblioteca ordenada, para que no necesites

buscar un libro. Prepara un listado de los libros de cada estante, y coloca cada libro en su

estante correcto. Ten cuidado con las hojas sueltas y separadas de tus libros, porque contienen

cosas importantes que yo mismo he recogido y anotado. No pierdas ningún escrito ni ninguna

carta de lo que te dejo […]. Cubre los estantes con hermosas cortinas, protégelos del agua del

techo, de los ratones y de todo daño, porque es tu mayor tesoro.

117

Probablemente huyendo de la saña y persecución de los almohades contra los judíos.

118

Una localidad al sur de Francia. El viajero y escritor Benjamín de Tudela (1130-1173) menciona su

estancia allí.

119

O de los corazones.

~ 47 ~

De Salomón ibn Gabirol (siglo XI) Tikkun Middot ha-Nefesh.

De Judah ha-Levi (siglos XI-XII) Kitab al-Ḥujjah.

~ 48 ~

LAGO FILOMELIO

Contamos ahora cómo murió en este año 1190, accidentalmente, Friedrich von Hau-

sen, un poeta alemán de estos tiempos.120

120

Siendo uno de los primeros poetas minnesängers (nacido en la primera década del siglo XII). Los

minnesängers eran trovadores germanos que durante los siglos XII y XIII recorrían Alemania y estaban

unidos en comunidades o hermandades. Eran cantores que tenían mucho en común con los demás trova-

dores del momento en otro lugares, muy dedicados a los cantos de amor, del amor cortés (amor sincero,

noble, sentido, platónico, místico, imaginativo, caballeresco…), etc. También se dedicaron a las composi-

ciones poéticas épicas.

Muchas melodías de la minnelied o canción cortesana han sobrevivido hasta nuestros días, aunque los

manuscritos más antiguos que se conservan son del siglo XV, lo que puede hacer que las canciones hayan

sido copiadas de manera diferente a como eran sus originales. Además es difícil descifrar la notación mu-

sical que se utilizaba en esa época. Aunque el contorno de la melodía es fácil de interpretar, el ritmo de la

canción frecuentemente es imposible de adivinar.

En el siglo XV, el minnesong o canto cortesano se desarrolló y formó la tradición de los maestros can-

tores conocidos como meistersingers, de origen social burgués (comerciante o mercader) a diferencia de

los minnesänger provenientes de la clases aristocráticas.

Al menos se han escrito dos óperas acerca de la tradición minnesänger: Tannhäuser (de Richard Wag-

ner) y Guntram (de Richard Strauss). Tannhäuser y Guntram fueron dos trovadores alemanes, sobre los

que giran esas óperas.

El siguiente poema de amor (minnelied), de autor anónimo, escrito en alto alemán medio, se encontró

en un códice latino del siglo XII en el monasterio de Tegernsee (junto al lago que le da nombre), una ciu-

dad de Baviera, al sur de Alemania. Tegernsee fue fundada en el año 746 por monjes benedictinos que

tuvieron una sustancial influencia en la región bávara y en su desarrollo. Existe todavía la famosa abadía

de Tegernsee. En 1803, en el marco de las guerras napoleónicas, pasó a ser la residencia de verano de la

familia real bávara, los Wittelsbach, lo que contribuyó a atraer cortesanos al lugar y a llenar de visitantes

el lago.

Original

Du bist min ich bin din.

Des sol(s)t du gewis sin.

Du bist beslozzen

In minem herzen.

Verlorn ist das slüzzelin.

Du muost immer drinne sin!

Alemán moderno

Du bist mein! Ich bin dein.

Dessen sollst Du gewiss sein.

Du bist fest

In meinem Herzen.

Verloren ist das Schlüsselein.

Musst wohl für immer drinnen sein!

~ 49 ~

En los años 1175 y 1186 estuvo en Italia, formando parte del séquito de Enrique VI, el

hijo del emperador Federico I Barbarroja, y en 1187 estuvo cuando Barbarroja y el rey

de Francia Felipe II Augusto se vieron entre Mouzon e Yvois (Ardenas). En 1188, con

el conde Balduino V de Henao, estuvo en Worms. Finalmente, enrolado como poeta en

el ejército germano, en 1189, acompañó al emperador Federico I Barbarroja, que le

tenía en altísima estima, a la tercera cruzada. Y encontró la muerte en la batalla de Filo-

melio,121

enfrentado a los turcos selyúcidas, cuando cayó rodando con su caballo, mien-

tras perseguía al enemigo.122

Poco después fue la muerte del emperador Federico I Bar-

barroja.

Español

Tú eres mío, yo soy tuyo.

De eso puedes estar seguro.

Tú estás encerrado

En mi corazón.

Perdida está la llavecita

¡Deberás quedarte allí para siempre!

Friedrich von Hausen es mencionado con frecuencia en los documentos legales, por primera vez en uno

de Maguncia que data del año 1171, emanado del arzobispo Christian de Maguncia. Al parecer, Friedrich

nació en el territorio de Renania (como se desprende también de su dialecto, especialmente en sus rimas),

pero son varias las ciudades que se disputan ser el lugar de su nacimiento, resultando difícil que nos deci-

damos por una de ellas.

Friedrich von Hausen es uno de los primeros trovadores que se sabe de entre los que han imitado los

modelos franceses, con lo que se dio a conocer en sus viajes a través de Borgoña y Provenza. Junto con su

contemporáneo Heinrich von Veldeke introdujo el elemento de romance en el minnesong. Sus rimas son

todavía imperfectas y de vez en cuando sus canciones contienen más de una estrofa.

121

Actual lago turco de Akşehir, al suroeste de Turquía. La ciudad de Akşehir se encuentra algo al sur del

lago homónimo.

122

Se cuenta que todo el ejército lloró mucho su muerte.

~ 50 ~

EPÍLOGO I

MONASTERIO DE SANTA MARÍA Y SAN ANDRÉS

El monasterio de Santa María y San Andrés, conocido comúnmente como monasterio

de San Andrés de Arroyo, es una abadía de monjas cistercienses (Congregación de San

Bernardo o de Castilla), que se sitúa en la pedanía de San Andrés de Arroyo, municipio

de Santibáñez de Ecla (Palencia), en la comarca (natural e histórica) de la Ojeda, del

norte provincial. Este monasterio, como monumento artístico además de religioso, es un

exquisito ejemplo del arte cisterciense de ámbito rural, de entre los siglos XII-XIII, de

transición, por tanto, románico-gótico.123

Es un monasterio vivo y muy digno de ser vi-

sitado.

En 1181, la condesa Mencía López de Haro, hija de Lope Díaz I de Haro, señor de

Vizcaya, que era viuda del conde Álvaro Pérez de Lara, fundó este monasterio para

monjas cistercienses, carácter que se ha mantenido hasta la actualidad, en un lugar apar-

tado y frondoso del valle comarcal de la Ojeda. La advocación de San Andrés deriva de

una leyenda local sobre el hallazgo milagroso de una imagen pétrea del apóstol en el

cauce del arroyo que discurre junto al monasterio.

Se levantó así (y allí) un conjunto de edificios bajo la supervisión y autoridad de la

abadía burgalesa de Las Huelgas Reales, casa que siempre actuó como matriz institu-

cional y vital de esta abadía. Tenía la abadesa de San Andrés jurisdicción civil y penal

sobre varios pueblos del entorno, actuando como “Señora de horca y cuchillo” (con ju-

risdicción para castigar incluso con la pena capital) en todas ellas.124

Como recuerdo de

estas atribuciones se conserva a la entrada del recinto un rollo de justicia de una traza

muy sencilla pero que es todo un símbolo.

La importancia e influencia del monasterio en la comarca fue grande. Así, puede ob-

servarse que las marcas de canteros que allí aparecen se repiten en muchas iglesias ru-

rales próximas en las que además se difunde el gusto por la decoración no iconográfica

típica del estilo cisterciense.

123

Puede verse, como lectura y consulta, entre otros, a Bleye, V. (1992): Guía turística de Palencia y su

provincia, Palencia, Ediciones de la Excelentísima Diputación Provincial; Enríquez, C. (1991): Rutas del

románico en la provincia de Palencia, Las Rozas; García Guinea, M. A. (2002): Románico en Palencia,

Palencia, Ediciones de la Excelentísima Diputación Provincial; Mosaliver, A. (1985): San Andrés del

Arroyo: historia y arte de un monasterio de monjas cistercienses en tierras de Palencia, Palencia, Edi-

ciones de la Excelentísima Diputación Provincial; Narganes, F. – J. Herrero (1999): Palencia Monumen-

tal, Palencia, Ediciones de la Excelentísima Diputación Provincial; Sáinz Saiz, J. (1993): Comarcas del

norte palentino; León, Ediciones Lancia; Baury, G. (2012): Les religieuses de Castille. Patronage aris-

tocratique et ordre cistercien, XIIe-XIIIe siècles, Rennes, Presses Universitaires de Rennes.

124

Tenía jurisdicción civil y criminal sobre un total de once villas palentinas: San Andrés de Arroyo, Nes-

tar, Perazancas de Ojeda, Alar del Rey, La Vid de Ojeda, Villavega de Castrillo, San Pedro de Moarves,

Amayuelas de Ojeda y Santibáñez de Ecla.

~ 51 ~

El resto del monasterio, a través del tiempo, ha sufrido infinidad de modificaciones y

ampliaciones más o menos afortunadas. El 3 de junio de 1931 fue declarado Monu-

mento Histórico-Artístico Nacional, lo que permitió que años después, en 1958, la Di-

rección General de Bellas Artes procediese a una restauración de gran parte del con-

junto. Entonces, se adaptaron las celdas y dependencias utilizadas por la comunidad. En

Tanto que Monumento Nacional, es también Bien de Interés Cultural (BIC).

Se accede al monasterio por una plazoleta o compás, rodeada de las viejas casas donde

residieron los colonos y los criados laicos de las monjas. La entrada a este espacio se

hace por un gran arco ojival, con una esbelta espadaña contigua, a cuyos pies se yergue

la columna del rollo jurisdiccional. Tres son las partes del cenobio que pueden visitarse,

correspondiendo lo demás a las dependencias de clausura de las monjas: la iglesia, el

claustro y la sala capitular.

A la iglesia, consagrada en 1222, se accede por su lado norte a través de un pórtico

con cuatro arcos apuntados que conservan muy bien su traza exterior, no así el interior,

que está modificado en época reciente o contemporánea; allí se conservan capiteles en

muy mal estado, el arranque de la primitiva bóveda, cuatro sepulcros medievales –dos

de ellos fragmentados– sencillos y lisos, de los cuales (otros) dos descansan sobre leo-

nes con lauda de doble vertiente. La puerta exterior de acceso es un bello ejemplo de

portada tardorrománica, con los elementos habituales de arquivolta, baquetones, capite-

les de hojas de acanto y molduras decoradas en picos, destacando la salvedad de que la

arquería es ya apuntada, anunciando el gótico.

Se trata de un templo de planta de cruz latina con una sola nave de cinco tramos, cru-

cero y cabecera triple. El ábside central es heptagonal y sus ochavos abren vano con es-

trechos ventanales alargados y abocinados, con arcos de medio punto que descargan en

arquivoltas y baquetones, y con trasdós ligeramente apuntado. Las nervaduras de la bó-

veda se apoyan en columnillas que parten del suelo. Los dos ábsides laterales son cua-

drados y aventanados, teniendo también bóveda de crucería. En las tres capillas se con-

servan las credencias presbiterales formadas por arcos de medio punto con columnas de

separación y capiteles.

En el brazo derecho del crucero existe una portada en arco apuntado con arquivoltas

pero anulada por un sarcófago medieval igual que los de la entrada a la iglesia, y bóve-

das de crucería. Los soportes son grandes pilares prismáticos con columnas adosadas.

Hay tres imágenes en la Capilla Mayor: La Asunción de la Virgen María (central), y en

sus flancos San Benito y San Bernardo, respectivamente el fundador de la Orden Be-

nedictina y el principal impulsor de la Orden Cisterciense, desgajada de la anterior. Casi

toda la nave está ocupada por un coro cerrado con tres arcos, el central bien conservado

y los laterales realizados en restauraciones modernas.

La joya del monasterio es el claustro, de arcos tímidamente apuntados sobre esbeltas

columnas pareadas y capiteles finamente trabajados con motivos vegetales en tres de las

cuatro crujías, albergando a veces cogollos o bolas. Estéticamente está claramente em-

parentado con las Claustrillas de Las Huelgas de Burgos. Las galerías norte y sur están

constituidas por dieciséis arcadas, mientras que en la del oeste se distribuyen dieci-

nueve. La crujía oriental fue reconstruida en el siglo XVI en estilo gótico tardío, con bó-

vedas de crucería para soportar el peso de una galería superior.

~ 52 ~

Destacan las columnas esquineras, más gruesas y únicas, con fustes profusamente de-

corados y capiteles en filigrana que se salen ya de los cánones más rigurosos del estilo

cisterciense. En particular una de ellas, con fuste labrado dibujando franjas en zig-zag y

flores de seis pétalos, y con un capitel de tallos calados casi al aire, de gran virtuosismo.

En el centro del patio hay una fuente traída por el rey Pedro I de Castilla (1350-1366) a

la localidad palentina de Astudillo.

Abierta a la crujía oriental del claustro se halla la sala capitular; es una estancia cua-

drada con una espléndida bóveda de crucería. Además de la puerta, su acceso desde el

claustro tiene cuatro ventanales apoyados en gráciles columnas con buenos capiteles de

hojas rizadas. Contiene la sala dos sarcófagos decorados con motivos evangélicos: uno

es el de la fundadora, la condesa Mencía, primera abadesa del monasterio, y el otro es el

de la condesa María Díaz de Haro, sobrina de la fundadora y segunda abadesa, ambas

condesas de Lara por sus respectivos matrimonios. En el centro del muro se muestra una

imagen románica en piedra y sedente de San Andrés, supuestamente aquella cuyo ha-

llazgo propició la fundación del monasterio. El apóstol porta como atributo la cruz de su

martirio, flordelisada y con una flor en el centro. Las facciones son de fina labra, muy

en la línea artística de cuanto podemos observar o de hecho observamos en el entorno

artístico de este monasterio. Se trata de una escultura tardía, ya del siglo XIII, que no

puede corresponder a la referencia de la escultura hallada en el arroyo próximo y que

propició la encomienda del monasterio al santo apóstol hermano de Pedro, una referen-

cia, por lo demás, un tanto bizantina u oriental.

~ 53 ~

El monasterio poseyó en el pasado un Beato de Liébana, realizado a principios del

siglo XIII, que actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia en París.125

Posee 334 páginas y 69 miniaturas ricamente iluminadas con oro y plata. Es el más

europeo de todos los Beatos de Liébana. Es un Beato de muchas peculiaridades que lo

singularizan sobre los demás, resaltándose, por ejemplo, que es tardío (probablemente

por encargo o empeño del rey San Fernando), armonizándose el estilo románico pleno

(sin nada de gótico) y la tradición ilustrativa alta-medieval, reafirmando su relevancia

iluminadora con mayor efectividad si cabe de cuanto lo hace propiamente el texto. El

lapislázuli que se emplea, traído de Persia, logra unos azules intensos, destacando tanta

riqueza expresiva como el oro.

FOTOS

125

Este manuscrito pudo ser regalo del rey San Fernando a este monasterio, siendo comprado al mismo,

en 1882, por y para la Biblioteca Nacional de Francia en París.

~ 54 ~

Puerta de acceso al monasterio

~ 55 ~

Cabecera de la iglesia

~ 56 ~

Claustro

Sala capitular

~ 57 ~

Columna esquinera del claustro

~ 58 ~

Espadaña anexa a la entrada del monasterio

Exterior de la iglesia

~ 59 ~

Ventanal del pórtico de la iglesia

Portada de la iglesia

~ 60 ~

La portada de acceso al templo desde el claustro, abre desde la crujía este al lado sur

de la nave. Su estilo es el mismo que el ya visto al exterior en la puerta situada por de-

lante del refectorio aunque en esta del claustro su estado de conservación es mucho

mejor, probablemente por hallarse protegida de la meteorización por situarse al amparo

del claustro.

~ 61 ~

El Beato

~ 62 ~

EPÍLOGO II

IGLESIA DE GAMA (PALENCIA)

Gama es una pequeña población al norte de la provincia de Palencia, bastante aislada

entre valles y montañas, con especial encanto. Tiene un castillo que se asienta sobre una

considerable elevación del terreno. Es una fortificación roquera, de trazado irregular y

adaptado a la orografía del lugar. Aparece mencionada en el siglo XI, cuando el rey Al-

fonso VI, en 1096, la donó a Nuño Pérez de Lara. Desgraciadamente se halla en muy

mal estado, prácticamente en ruinas aunque manteniendo algunos restos. Tiene en su

interior la ermita de Nuestra Señora del Castillo.

La iglesia de San Andrés de Gama es un buen ejemplo del románico rural palentino

característico del norte de la provincia. Se trata de una iglesia de justas y reducidas di-

mensiones, que muestra un buen trabajo arquitectónico, con fábrica de sillería y buena

calidad escultórica.

Como corresponde al románico rural, esta iglesia se construyó originalmente en una

sola nave, con puerta en el muro sur y una cabecera, terminando sus tramos en recto y

mostrando ábside en hemiciclo. Otra parte importante de esta iglesia es su espadaña ro-

mánica situada sobre el muro de cierre occidental. Es una bonita espadaña típica del

norte palentino y burgalés, con tres vanos dispuestos en dos niveles.

Posteriormente, el muro meridional de la nave fue desplazado para ampliar la iglesia,

por lo que la portada hubo de ser desmontada pieza a pieza y reconstruida. Éste es un

proceso no poco frecuente y que recordamos en iglesias como las de La Cuesta (Se-

govia) o Escalada (Burgos) entre otras muchas. Sin embargo, en el caso de Gama, el

acoplamiento de sillares, dovelas y columnas se hizo con bastante acierto y el aspecto

actual no es desdibujado, como sucedió en otros casos.

Hubo otras alteraciones, como la colocación de enormes contrafuertes en la cabecera y

en el muro norte para consolidar la fábrica.

~ 63 ~

Si prescindimos de los citados añadidos o alteraciones, y refiriéndonos al ábside, te-

nemos que éste, en su origen, se muestra en hemiciclo y se estructura verticalmente me-

diante cortitas columnas sobre altos plintos ejerciendo la función de contrafuertes. La

iluminación provenía de un ventanal ubicado en el paño central, ahora tapado por un

gran contrafuerte posterior.

Los canecillos son historiados y muestran cazadores, exhibicionistas, contorsionistas,

etc.

~ 64 ~

Fijémonos en la portada. Como queda dicho, la puerta se adelantó junto con el muro

sur para permitir una ampliación del edificio. Tiene arquivoltas con baquetones y esco-

cias que insinúan un ligero apuntamiento. Las columnas llevan capiteles fitomórficos de

gran calidad que nos recuerdan los palentinos de Aguilar, Mave, etc. Uno de ellos lleva

aves, los cimacios tienen róleos de gran hermosura.

~ 65 ~

Ya en el interior de la iglesia, apreciamos rápidamente las reformas góticas de la nave.

Sin embargo, el arco triunfal románico se conserva bien aún. Tiene arquivolta apuntada

que se apoya en dos gruesas columnas entregas. Uno de sus capiteles muestra a Daniel

en el foso con los dos leones, con sus cabezas agachadas. Y en el otro, más interesante

aún, se nos muestra a dos caballeros enfrentados y combatiendo con sus lanzas y en me-

dio el busto de una mujer. Se ha interpretado como una justa motivada por los amores

de la dama, pero también podría ser la escena de la “Paz o Tregua de Dios” que a veces

es representa por un personaje que se interpone entre los irascibles combatientes para

impedir el violento desenlace.

~ 66 ~

En el interior de esta iglesia se conserva también una pila bautismal medieval muy

sencilla en su decoración.

~ 67 ~

EPÍLOGO III

SIBILA DE JERUSALÉN

Sibila de Jerusalén, que tal vez naciera hacia 1160, fue condesa de Jaffa y Ascalón

desde 1176 y reina de Jerusalén desde 1186. Murió en el verano de 1190. Era la hija

mayor del rey Amalarico I de Jerusalén (1162-1174) y de Inés de Courtenay.126

Fue

hermana del rey Balduino IV de Jerusalén127

(1161-1185) y madre de Balduino V de

Jerusalén (1185-1186).128

Preceptora y educadora de Sibila fue su tía abuela la abadesa Ioveta de Betania, her-

mana de la que fue reina de Jerusalén, Melisenda (1131-1153),129

la cual fundó para Io-

veta el monasterio de San Lázaro, en Betania, en 1228.130

En aquel convento fue Sibila

convenientemente instruida y formada.

En 1174, su padre (Amalarico) envió a Federico de la Roche, arzobispo de Tiro, en

una delegación diplomática a Europa, ante el emperador Federico I Barbarroja, con el

fin de poder obtener apoyos militares y económicos necesarios para los estados cruza-

dos o latinos de Tierra Santa, así como también para arreglar o concertar un buen matri-

monio para Sibila. Ese buen matrimonio era de gran importancia, ya que Balduino, el

hermano de Sibila, estaba delicado y enfermo (de lepra), previéndose que un reinado su-

yo no habría de ser probablemente duradero. Federico convenció a Esteban de Sancerre,

un joven de noble prestancia y muy bien relacionado desde la francesa Casa de Blois,

para que se fuera hacia Jerusalén y pudiera casarse, muy prometedoramente, con la prin-

cesa Sibila. El casó fue que Esteban llegó a Jerusalén, pero sin saberse por qué regresó a

su tierra.

Al morir el rey Amalarico, le sucedió su hijo Balduino IV, coronado en 1174, siendo

menor de edad. Necesitó regentes, siendo el primero Miles de Plancy131

y posterior-

126

Muerta en Acre hacia el año 1184.

127

Cruelmente llamado el Leproso.

128

Fue también hermanastra de Isabel de Jerusalén, hija de Amalarico I de Jerusalén y de su segunda es-

posa María Comneno (no debe confundirse con María Comnena, reina consorte de Hungría como esposa

de Esteban IV).

129

Hija mayor del rey Balduino II de Jerusalén (1118-1131) y de la princesa armenia Morfia de Melitene

(muerta en 1126 ó 1127).

130

Allí murió Ioveta, en 1163.

131

Miles de Plancy fue senescal de Jerusalén, muy relacionado con la intervención militar (y política) en

Egipto, antes de que cayera bajo dominio de Nur al-Din y su comandante Shirkuh, lo que trajo consigo

posteriormente la unión de Egipto y Siria bajo el mando de Saladino y cuanto ello conllevó de pérdida

cristiana. En 1173 contrajo matrimonio con Estefanía de Milly, hija de Felipe de Milly (gran maestre del

Temple entre los años 1169-1171) y viuda de Hunfredo III de Torón (señor de Transjordania y Montreal,

~ 68 ~

mente el conde Raimundo III de Trípoli. En 1176 hubo el arreglo por el que Sibila se

casaría, siendo el comprometido Guillermo de Montferrato, el hijo mayor del marqués

Guillermo V de Montferrato y conde de Jaffa y Ascalón, también primo del rey Luis

VII de Francia y del emperador germano Federico I Barbarroja. La princesa Sibila fue

entonces condesa de Jaffa y Ascalón (como lo fuera también su madre Inés). Se casaron

en otoño, y Guillermo murió en junio del año (1177) siguiente, dejando a Sibila emba-

razada. El niño nacido fue luego el rey Balduino V de Jerusalén.

Sibila se convirtió en una apetecida princesa viuda para cuantos nobles abrigaban la

ambición de un posible reinado para influir en el control de Jerusalén. Felipe de Flan-

des, primo hermano de Sibila (su madre, Sibila de Anjou, era la media hermana del pa-

dre de Sibila) llegó a Jerusalén en 1177 y solicitó la mano de la princesa para uno de sus

vasallos. Casando a Sibila con su vasallo preferido, Felipe controlaría el reino de Je-

rusalén. La Haute Cour, sin embargo, dirigida por Balduino de Ibelín, rechazó esa pro-

puesta. Felipe, afrentado, dejó Jerusalén para ir de campaña a Antioquía.

Sibila no se volvió a casar hasta 1180. Por un largo tiempo, historias narrativas popu-

lares de la vieja Francia del siglo XIII, en parte atribuidas a Ernoul,132

la asociaron con

la familia Ibelín (a la que nos venimos refiriendo bastante durante estos años). En dichas

historias se cuenta que Sibila estaba enamorada de Balduino de Ibelín, viudo que le do-

blaba la edad y cautivo por Saladino en 1179. Sibila escribió a Balduino, sugiriendo

desposarlo cuando fuera liberado. Entonces Saladino exigió un gran rescate que Bal-

duino no pudo pagar, pero es liberado bajo promesa de pagar después. Una vez liberado,

Balduino va a la corte bizantina, donde recibe la ayuda que necesita, tanto por parte del

emperador Manuel I como de María Comneno, viuda del rey Amalarico de Jerusalén,

quedando prevista la posibilidad de boda entre Sibila y Balduino de Ibelín. No obstante,

María Comneno se casó con Balián de Ibelín en 1177. Pasó que Inés de Courtenay

aconsejó a su hijo el rey Balduino IV de Jerusalén que fuera concertada la boda de Si-

bila con el recién llegado caballero francés Guido (o Guy) de Lusignan, hermano de su

condestable133

personal Amalarico de Lusignan, de quien Ernoul dice que fue amante.

Lo cierto es que –siempre siguiendo las mencionadas historias– lo que Inés persiguió

muerto en 1173). Le fue entregado el castillo de Montreal y a través de su matrimonio le fue otorgado el

título de señor de Transjordania.

El cronista y arzobispo Guillermo de Tiro, no parece que simpatizara con Miles, ni tampoco los Ibelín

Balduino y Balián. En el otoño de 1174, unos desconocidos asesinaron a Miles de Plancy en Acre.

Estefanía se casó con Reinaldo de Châtillon en 1176.

132

Ernoul es el nombre que se atribuye al autor de una Crónica de finales del siglo XII sobre la caída del

reino cruzado de Jerusalén. Ernoul sólo aparece una vez en la historia, en su propia crónica, como escu-

dero de Balián de Ibelín y acompañando al conde Raimundo III de Trípoli en una embajada al rey Guido

de Jerusalén en 1187. Parece del todo seguro que estuvo en la batalla de Hattin el 4 de julio de ese año. El

caso es que la llamada Crónica de Ernoul parece estar formada por una serie de manuscritos separados

pero similares, derivados de una fuente original que no sobrevive pero que recoge lo escrito por el propio

Ernoul, teniendo que ver con la crónica en latín de Guillermo de Tiro.

133

El cargo y título de condestable varía en sus atribuciones, predominando la militar, según sean los

tiempos o los lugares en los que históricamente aparece.

~ 69 ~

fue desechar cualquier intento de que Raimundo III de Trípoli se casara con Sibila, su

hija, hermana de Balduino IV, y lo mismo impedir que se casara con ella un Ibelín.

En marzo de 1185 murió el joven rey Balduino IV de Jerusalén (el Leproso) y tal

como estaba previsto le sucedió Balduino V, muy niño y enfermo, hijo de Sibila, como

antes contábamos y tal como sabemos. Fue muy breve su reinado, pues murió en 1186.

Entonces vino la sucesión al trono de Jerusalén por parte de Guido o Guy de Lusignan,

cuñado de Balduino IV, por ser esposo de Sibila regente de Jerusalén desde 1183, y pa-

drastro del difunto Balduino V. Guido y Sibila ocuparon el trono de Jerusalén desde

septiembre de 1186, no tardando ambos en solicitarle al maestre hospitalario Roger de

Moulins (muerto en 1187) que hiciera entrega de la llave con la que se custodiaban los

mejores tesoros de la corona.

Sibila había mostrado gran astucia y habilidad política en su trato con los miembros

de su oposición. Tenía además algún apoyo de sus parientes maternos, la familia Cour-

tenay, y contaba con sus aliados y vasallos, mientras sus rivales, formando parte de su

oposición, se mantenían bajo la dirección o liderazgo del conde Raimundo III de Trípo-

li, al que no le faltaba, por derecho propio, aspirar él mismo al trono de Jerusalén.

Entretanto, la principal preocupación de la reina Sibila era comprobar el progreso de

los ejércitos de Saladino según avanzaban hacia sus dominios o ya en sus propios terri-

torios. Guido y Raimundo, tal como podemos recordar, fueron enviados al frente de ba-

talla con las fuerzas de combate de todo el reino, pero se mostraron con incapacidad

para cooperar mutuamente entre sí, por lo cual –básicamente por eso– Saladino los de-

rrotó en la batalla de Hattin (4 de julio de 1187), batalla en la que Guido fue hecho pri-

sionero y llevado cautivo a Damasco.

Sibila, desde Trípoli, a donde había ido a refugiarse, escribió a Saladino rogándole la

liberación de su esposo, y Guido fue liberado finalmente en 1188, permitiéndole el sul-

tán que retornara con su mujer. Guido y Sibila buscaron refugio en Tiro, la única ciu-

dad aún en manos cristianas, gracias a la defensa de Conrado de Montferrato.134

Éste

negó refugio a Sibila y a Guido, y éstos acamparon fuera de los muros de la ciudad du-

rante meses, hasta que Guido se unió a unas tropas recién llegadas que formaban parte

de la tercera cruzada y se dirigían hacia Acre. Sibila marchó también con estas tropas,

pero murió afectada por la extendida enfermedad que como epidemia se cernía por do-

quier en aquellas insalubres condiciones, del muy caluroso verano,135

mientras Acre em-

pezaba a ser asediada. Según acuerdo de los miembros de la Haute Cour que sobrevi-

vieron, Guido perdió su autoridad como rey consorte y la corona pasó a Isabel.

134

Importante cruzado de la tercera cruzada, hijo de Guillermo V de Montferrato y de Judith de Baben-

berg. Del título rey de Jerusalén, desde el 24 de noviembre de 1190, por su matrimonio con Isabel de Je-

rusalén, hermanastra de Sibila al ser hija de Amalarico I y de María Comneno. De todos modos, Conrado

no fue oficialmente elegido rey de Jerusalén hasta 1192, unos días antes de su muerte, acaecida el 28 de

abril.

Recordemos que Conrado de Montferrato era hermano de Guillermo de Montferrato, que fue el primer

esposo de Sibila y padre del rey Balduino V de Jerusalén.

135

En los meses de julio y agosto.

~ 70 ~

Fue ocurriendo, pues, que Saladino liberó de Damasco a Guido percatándose de cómo

al liberarlo perjudicaba a los cruzados, creando problemas, como los creó, entre las tro-

pas cristianas. Todo porque Guido era militarmente un inútil, además de que personal-

mente era bastante imbécil, por muy rey que fuera, siempre rey falto de saber gobernar,

como había demostrado. La reina Sibila le siguió a Tiro en 1189. Allí no los dejó entrar

Conrado de Montferrato, rehusando reconocer el reclamo de Guido acerca de que le per-

teneciera lo que quedaba del reino de Jerusalén. Conrado mostraba que tenía que mante-

ner su derecho a retener esa porción del reino hasta que llegaran los reyes europeos, de

Occidente, y se acordara lo que hubiera de acordarse al respecto, tal como había sido la

voluntad de Balduino IV y tal como marcaba el espíritu (y objetivo) de la tercera cru-

zada. Tras pasar bastante tiempo a pie de murallas, murió Sibila, tras haber seguido a

Guido con las tropas cruzadas de vanguardia hacia Acre.136

136

Ya trataremos de los hechos que se sucedan, concretamente en relación a la muy importante plaza de

Acre, pero podemos adelantar que en junio de 1191 las tropas inglesas de Ricardo I desembarcaron en

Acre (ocupada por los musulmanes y sitiada por los cristianos desde hacía dos años, con el rey Guido de

Lusignan).Y allí estuvieron también los ejércitos (residuales) del difunto Federico I Barbarroja, con el

duque Leopoldo V de Austria al frente y con las fuerzas cruzadas del rey Felipe II Augusto de Francia

(con quien Ricardo, finalmente, había llegado a un acuerdo para luchar juntos un año antes).

Acre capituló el 12 de Julio de 1191, y con esa capitulación empezaron las disputas entre los distintos

reinos cristianos por hacerse con el botín. Los delegados de Saladino aceptaron las cláusulas de la rendi-

ción: la ciudad volvía a manos cristianas, liberarían 1.500 prisioneros o más y habría rescates económi-

cos. Se negoció también la devolución de la santa reliquia de la Vera Cruz y acerca de los rehenes mu-

sulmanes retenidos en Acre hasta que la Vera Cruz recalara en Acre (nunca se retenían prisioneros para

ser ejecutados sino generalmente para negociar, canjear, pagar). Como queda dicho, ya iremos viendo el

desenvolverse de los hechos.

Respecto a Sibila, en cuanto a la ficción representada en la película El Reino de los Cielos (año 2005)

de Ridley Scott, hay que decir que los hechos históricos no tienen mucho que ver con los representados,

ni con el tono, hasta ideológico, en el que se muestran en la película. Sibila (protagonizada por Eva

Green) es presentada como una mujer infelizmente casada, que tiene una aventura amorosa con un toda-

vía más alejado de la realidad histórica Balián de Ibelín (históricamente estaba casado, con María Comne-

no, viuda de Amalarico, padre de Sibila). En la película, contrariamente a lo que fue históricamente, ella

no quiere que Guido sea coronado y toma parte en un fallido complot para asesinarlo. En el corte del di-

rector se sugiere que ella envenena a su hijo Balduino V para evitarle los sufrimientos de la enfermedad,

que se le supone de lepra, como la padeció su tío Balduino IV. En lugar de unirse a su marido después de

su liberación desde Damasco, ella se va a Francia con Balián. Y acaba la película con tan “feliz pareja”

en una vida campestre y bucólica (como siendo felices y comiendo perdices).

~ 71 ~

~ 72 ~

EPÍLOGO IV

CONRADO DE MOTFERRATO

Conrado de Montferrato fue el segundo hijo del marqués Guillermo V de Montferrato

(el Viejo) y de su esposa Judit de Babenberg. Fue primo de Federico I Barbarroja, de

Luis VII de Francia y de Leopoldo V de Austria. Atractivo, inteligente y valeroso según

las crónicas. Fue de política muy activa desde joven, en su marca de Montferrato (nor-

oeste de la península italiana). Participó con otros miembros de su familia contra la Liga

Lombarda (establecida a finales de 1167), demostrando ser un buen comandante.

Su primer matrimonio fue antes del año 1179, con una dama históricamente sin iden-

tificar, posiblemente hija del conde Meinhard I de Gorizia (actualmente una provincia

italiana al nordeste, fronteriza con Eslovenia), la cual falleció, sin descendientes vivos a

finales de 1186.

En 1179, siguiendo la alianza de su padre con el emperador Manuel I Comneno, Con-

rado dirigió un ejército contra las tropas de Federico I Barbarroja, guiadas por el can-

ciller imperial y arzobispo Christian de Maguncia. Conrado fue victorioso, en Came-

rino (septiembre), haciendo prisionero al propio canciller (previamente, el canciller ha-

bía hecho prisionero a Conrado). Dejó al cautivo en manos de su hermano Bonifacio de

Montferrato (que será en su momento líder de la cuarta cruzada) y partió hacia Cons-

tantinopla, reclamado por el emperador Manuel I, regresando luego a Italia brevemente

tras la muerte de Manuel I en 1180. En la corte bizantina causó una excelente impre-

sión. El historiador o cronista contemporáneo Nicetas Coniates le describe como “de

hermosa apariencia, en la flor de la vida, excepcional y sin igual en coraje e inteligen-

cia, y en el mejor momento de la fuerza de su cuerpo”.

En el invierno de 1186-1187, el emperador bizantino Isaac II Ángelo ofreció a su her-

mana Teodora para que se pudiera casar con Bonifacio, hermano menor de Conrado,

pretendiendo así renovar la alianza bizantina con Montferrato, pero ocurría que Boni-

facio ya estaba casado. Conrado, que había enviudado, había tomado la cruz de cruzado

con la intención de unirse a su padre en el reino de Jerusalén; a pesar de ello, aceptó la

oferta de Isaac y regresó a Constantinopla, en la primavera de 1187, para casarse él

mismo con Teodora (logrando así el rango bizantino de César). Fue un tiempo de mu-

cha vicisitud en la vida bizantina de Conrado, acabando todo eso en su marcha al reino

de Jerusalén (en julio de 1187 tomó un barco mercante genovés rumbo a Tierra Santa).

Conrado desembarcó primero en Acre, que recientemente había caído en manos de

Saladino, dirigiéndose luego a Tiro, donde se encontraban los restos del ejército cru-

zado. Después de su victoria en la batalla de Hattin sobre el ejército cristiano, Saladino

se encaminó sobre la marcha hacia el norte, con la clara intención de conquistar Acre,

Sidón y Beirut. El conde Raimundo III de Trípoli, falto de salud, fallecía por entonces.

Con el apoyo de la comunidad de comerciantes italianos establecidos en Tiro, Con-

rado reorganizó la defensa del lugar, estableciendo allí una comuna similar a las muchas

contra las que él había luchado en Italia.

~ 73 ~

En noviembre de 1187, Saladino regresó para asediar por segunda vez Tiro. Conrado

estaba aún al mando de la ciudad, habiéndola fortificado y llenado de refugiados cris-

tianos. Saladino optó esta vez por combinar un asalto por tierra y mar, bloqueando el

puerto. En un incidente descrito por el Itinerarium Peregrinorum (atribuido a Geoffrey

de Vinsauf, normalmente contrario a Conrado), Saladino presentó frente a los muros de

la ciudad al padre de Conrado, Guillermo V de Montferrato, que había sido apresado en

la batalla de los Cuernos de Hattin. Ofreció liberar a Guillermo y entregarle grandes

beneficios si rendía Tiro. Pero Guillermo dijo a su hijo que se mantuviese firme aunque

le matasen los musulmanes. Conrado declaró que Guillermo había vivido una larga vi-

da, y él mismo le apuntó con su arco desde las murallas. Al ver esta reacción, supuesta-

mente, Saladino exclamó: “Este hombre es un pagano y muy cruel”. Pero el engaño

frente a Saladino tuvo éxito y Guillermo fue finalmente liberado después en Tartus

(Siria), en 1188, pudiendo regresar junto a su hijo.

Al alba del 30 de diciembre de 1187, las fuerzas de Conrado lanzaron un rápido ata-

que sobre los cansados marineros musulmanes y capturaron muchas galeras. El resto de

los barcos musulmanes intentaron escapar hacia Beirut, pero los barcos de Tiro los in-

terceptaron, siendo obligados a embarrancar las naves en la playa y huir a pie. Entonces

Saladino ordenó el asalto contra los muros de la ciudad, pensando que los defensores

estaban distraídos con la batalla naval. Sin embargo, Conrado lanzó a sus hombres a una

carga fuera de las puertas de la ciudad que destrozaron al enemigo: el caballero Hugo de

Tiberias o Tiberíades se distinguió especialmente en la batalla. Saladino se vio obligado

nuevamente a abandonar el asedio, quemando sus máquinas de guerra y barcos para

evitar que cayesen en manos de Conrado.

En el verano de 1188, Saladino puso en venta (o en puja) al cautivo Guido de Lu-

signan, rey consorte de Jerusalén con su esposa la reina Sibila. Un año después, en

1189, Guido, acompañado por su hermano Godofredo, apareció en Tiro reclamando a

Conrado que le entregase las llaves de la ciudad. Conrado se negó y declaró que Guido

había perdido su derecho a ser rey de Jerusalén ya en la batalla de los Cuernos de

Hattin. Conrado aseguró que mantenía la ciudad hasta la llegada de los reyes desde

Europa (Federico I de Alemania, Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia). Para

esto, invocó los términos expresados en la última voluntad de Balduino IV, términos

rotos por Guido y Sibila, pues en el momento de la muerte de su sobrino Balduino V,

Guido expresó su deseo de que fuesen sus más directos herederos los que ejerciesen la

regencia hasta que la sucesión fuese posible, siendo ejercida dicha regencia por los re-

yes europeos. Conrado no permitió a Guido y Sibila entrar en la ciudad, aunque les

permitió acampar a las afueras, extramuros.

A Conrado, en el mismo 1189, le convenció su primo Luis III de Turingia (landgrave)

para que se uniera a Guido en el asedio de Acre, un asedio clave en la tercera cruzada.

Dicho asedio se prolongó hasta 1191. En el verano de 1190, cuando murió la reina

Sibila, Conrado viajó a Antioquía para juntarse con Federico VI de Suabia y los restos

~ 74 ~

del ejército imperial del malogrado Federico I Barbarroja, difunto al que había que dar

cristiana sepultura.137

Tras la muerte de Sibila en el verano de 1190, dejó de ser considerado rey de Jeru-

salén su viudo Guido de Lusignan, sin bien éste se quería perpetuar como tal. Quedaba

por delante que la legítima heredera del reino era Isabel, hermanastra de Sibila, que es-

taba casada con Hunfredo IV de Torón (zona montañosa al sur del Líbano), un señorío

vasallo del principado de Galilea. En esta coyuntura pasó que Conrado de Montferrato

contaba con el apoyo de María Comneno, la madre de Isabel, y de su padrastro Balián

de Ibelín, entre otros destacados nobles y caballeros. Entre todos consiguieron que fuera

anulado el matrimonio de Isabel (alegando que era menor de edad cuando se desposó,

razón por la cual no estaba en condiciones de dar su consentimiento). Entonces Conrado

se casó con Isabel, el 24 de noviembre de 1190, hecho que provocó además no pocos

rumores sobre que aquello era un caso de bigamia, ya que Conrado seguía aún casado

con la bizantina Teodora. Sin embargo, Nicetas Coniates, que solía denunciar con dure-

za cualquier irregularidad marital o sexual, no hace mención de ello. Esto podría indicar

que el divorcio de Conrado ya se había efectuado en Bizancio antes de 1190 (lo que

explicaría también el que ya no regresase nunca más ni nunca se les viera juntarse).

También hubo objeciones al matrimonio desde el punto de vista del derecho canónico,

ya que un hermanastro de Conrado había estado casado con una hermanastra de Isabel,

y la ley canónica de la Iglesia igualaba entonces este parentesco al de sangre. Sin em-

bargo, el legado pontificio de Clemente III, Ubaldo Lanfranchi, arzobispo de Pisa, dio

su aprobación al matrimonio (ante lo cual sus opositores ciertamente denunciaron que el

arzobispo había sido sobornado). El matrimonio fue oficiado, como queda dicho, el 24

137

Federico VI de Hohenstaufen, duque de Suabia, había nacido en 1167. Fue el tercer hijo del emperador

Federico I Barbarroja y de su segunda esposa Beatriz de Borgoña, siendo hermano de Enrique VI, empe-

rador heredero y sucesor de Federico I.

Fue bautizado con el nombre de Conrado, siendo luego, a los 3 años de edad, por la muerte de su her-

mano, Federico V de Suabia, quien le sucedió, cambiándose el nombre al adoptar el del difunto, Federico

VI.

Durante las celebraciones por la Paz de Constanza (de 1183) que hubo en Maguncia, Federico y su her-

mano Enrique recibieron la investidura como caballeros, el 20 de mayo de 1184 (fue Domingo de Pen-

tecostés).

Este Federico se convirtió en cruzado el 27 de marzo de 1188, en Maguncia, junto con otros nobles y

obispos, entre ellos el duque Leopoldo V de Austria, sumándose al ejemplo del emperador Federico I.

El ejército germano partió de Ratisbona, en mayo de 1189, a través de Hungría, deteniéndose en Esz-

tergom, en la corte del rey húngaro Bela III. Durante la parada se acordó el matrimonio entre Federico y

la hija de Bela III, Constanza de Hungría (una niña de 10 años), pero el matrimonio no se celebró.

La muerte del emperador Federico llevó a su ejército al caos. Sin comandante, presas del pánico y ata-

cados desde todos los lados por los turcos, muchos alemanes fueron asesinados o desertaron. Federico VI

de Suabia, tomó el mando y continuó con los soldados restantes, también con el objetivo de dar sepultura

a su padre el emperador.

Sólo unos 5.000 soldados germanos de los muchos más que habían partido desde Alemania llegaron fi-

nalmente a Acre a finales de 1190.

El duque Federico VI de Suabia muere de malaria durante el asedio de Acre por los musulmanes en

1191. Después de su muerte, sin herederos directos por descendencia, el título ducal de Suabia pasará a su

hermano Conrado, quinto hijo del emperador Federico I y de Beatriz de Borgoña (Conrado II).

~ 75 ~

de noviembre de 1190, con la asistencia del obispo de Beauvais Felipe de Dreux, hijo de

Roberto I de Dreux, primo de Conrado. Así que, desde ese momento, Conrado se con-

virtió de iure en rey de Jerusalén. Sin embargo, como había resultado herido en combate

tan sólo nueve días antes de la boda, cuando ésta se celebró regresó a Tiro con la novia

para recuperarse.

Como Guido de Lusignan era vasallo del rey Ricardo I de Inglaterra por sus pose-

siones en Poitou, Ricardo le apoyaba en la disputa, mientras que Conrado estaba siendo

apoyado por sus primos el duque Leopoldo V de Austria y por el rey Felipe II de

Francia. Conrado ejerció de jefe de la negociación durante la entrega de Acre, e izó los

estandartes de rey en la ciudad. Posteriormente, las dos partes llegaron a un acuerdo:

Guido era confirmado como rey, y Conrado era nombrado su heredero. Conrado consi-

guió retener en su poder las ciudades (libanesas) de Tiro, Beirut y Sidón, mientras que,

como heredero, recibiría Jerusalén (si era reconquistada) a la muerte de Guido. En julio

de 1191, su primo el rey francés, Felipe II, decidió regresar a Francia. Pero antes devol-

vió a Conrado la mitad del tesoro saqueado en Acre, además de todos los prominentes

musulmanes retenidos como rehenes. El rey Ricardo le pidió a Conrado ayuda contra

sus enemigos, pero Conrado le dio largas todo lo que pudo. Cuando finalmente Conrado

cedió (ya que Ricardo era el nuevo líder de la tercera cruzada), Ricardo había matado a

todos los rehenes. Como veremos, Conrado no se unirá a Ricardo en su campamento del

sur, ni acompañándole hacia Jerusalén, sino que prefirió permanecer con su esposa

Isabel en Tiro, creyendo que su vida estaba en peligro.

Durante aquel invierno, como tendremos ocasión de considerar, sospechando Conrado

que el próximo movimiento de Ricardo iba a ser intentar recuperar Tiro para Guido,

entabló negociaciones con Saladino en contra de Ricardo. Su principal objetivo era ser

reconocido como gobernante del norte del reino de Jerusalén, mientras que Saladino

(que simultáneamente estaba negociando con Ricardo un posible matrimonio entre su

hermano Al-Adil y Juana, hermana viuda de Ricardo) esperaba que Conrado abando-

nase a los cruzados. La situación dio un giro cuando el enviado de Ricardo, Hunfredo de

Torón (el ex-marido de Isabel), sorprendió al enviado de Conrado, Reginaldo de Sidón,

negociando con Al-Adil. Parece que finalmente Conrado no llegó a ningún acuerdo,

mientras que Juana se negó a casarse con un musulmán.

En abril de 1192, el trono de Jerusalén se verá sometido a votación por parte de los

barones o principales del reino, quienes eligieron y conformaron, para pena y consterna-

ción de Ricardo, a Conrado. Ricardo vendió a Guido el señorío de Chipre (donde Guido

continuó usando el título de rey) para compensarle y evitar que regresase a Poitou (ya

que su familia tenía la reputación de estar en constante rebeldía). El sobrino de Ricardo,

el conde Enrique II de Champaña (muerto en 1197), fue el que llevó noticia del resul-

tado de la votación a Tiro, regresando luego a Acre.

Conrado no llegó a ser coronado. Durante las últimas horas de la mañana (o tal vez a

mediodía) del 28 de abril de 1192, Isabel, que estaba embarazada, regresaba tarde de los

baños (turcos) o hamam para almorzar con él, de modo que, por esa tardanza, Conrado

fue a comer a la casa de su familiar y amigo Felipe, el obispo de Beauvais. El obispo ya

había almorzado, así que Conrado se dispuso a regresar a su casa. Durante el camino fue

atacado por dos Hashshashin (asesinos) que le apuñalaron al menos dos veces, en el

~ 76 ~

costado y en la espalda. Sus guardaespaldas mataron a uno de los atacantes y capturaron

al otro. No se sabe cuánto tiempo permaneció Conrado con vida tras el ataque o aten-

tado. Algunas fuentes señalan que murió en el acto e in situ, o bien en las cercanías de

una iglesia próxima. Por su parte, los cronistas de Ricardo afirman que fue llevado con

vida a su casa, donde recibió los santos sacramentos, mientras instaba a Isabel a entregar

la ciudad únicamente a Ricardo o a su representante. Esta versión es menos creíble por

la propia relación de rivalidad que mantuvieron ambos durante años. Conrado fue ente-

rrado en Tiro, en la iglesia de los caballeros hospitalarios. El cronista árabe Ibn al-Athir

escribió (periodísticamente):“El marqués francés, gobernante de Tiro, y el más grande

diablo de entre todos los Francos, Conrado de Montferrato–¡Dios le ha condenado! –

ha sido asesinado”.

En efecto, la muerte de Conrado de Montferrato, que pudo ser un gran rey, supuso una

gran pérdida para el Oriente Cruzado y para la Cristiandad. Podría tener 46 ó 47 años de

edad.

Cuando volvamos (probablemente) sobre Conrado de Montferrato, a su muerte, en

1192, abundaremos en el significado de esa muerte y de su trayectoria vital. Porque

hubo sus hechos, otros hechos y sus consecuencias.

~ 77 ~

EPÍLOGO V

SANGRE Y JUDÍOS EN NORWICH

La ciudad inglesa de Norwich, contra los judíos, tiene el dudoso honor de haber sido,

durante la Edad Media, el primer lugar en la historia en registrar la acusación de un li-

belo de sangre, lo que era un supuesto ritual sacrificial de niños cristianos. El caso se

recuerda del año 1144, siendo su desgraciado protagonista el niño (canonizado) Guiller-

mo de Norwich.

Aunque la historia de aquella muerte, considerada verídica, se extendió rápidamente

por toda Europa, parece ser que empezó a investigarse tardíamente, a partir de los cinco

años posteriores al supuesto crimen, cuando un monje benedictino llamado Thomas de

Monmouth llegó a Norwich para obtener la prueba del martirio de William (Guiller-

mo). Thomas publicó sus conclusiones en la vida y milagros de San Guillermo de Nor-

wich, incluidos dos testimonios cuyos motivos antisemitas se convertirían en una parte

integral de los denominados libelos de sangre posteriores. Es evidente que los judíos se

oponen a estas historias.

Un primer testimonio provino de una sirvienta cristiana que observó algo sospechoso

en los supuestos asesinos judíos: verter agua hirviendo sobre el desafortunado William.

Es extraño que algo así ocurriera externamente a una consideración siniestra de la tes-

tigo y tergiversada de algo más normal.

Otro fue el testimonio proveniente de un tal Teobaldo, judío convertido al cristianis-

mo, declarando que los judíos necesitan la sangre derramada de niños cristianos para lo-

grar la redención que les acelere retornar a Sión. Parece ser que de aquel Teobaldo pro-

vienen las noticias de que los judíos realizaban el ritual de libelo de sangre echando a

suertes por las comunidades dispersas por Europa, habiéndole tocado en 1144 hacerlo la

comunidad judía de Norwich.

¿Hubo o hay algo de cierto en todo eso? Lo cierto es que durante mucho tiempo se

consideró que el libelo de sangre de Norwich, una ciudad tolerante y pacífica, de buena

convivencia entre todos sus habitantes, mutuamente respetados…, nunca pasó de ser un

malévolo o morboso rumor. Sí es histórico, sin embargo, en 1190, que allí hubo un po-

gromo sobre los judíos, masacrados a domicilio por los cristianos, en respuesta y repre-

salia al libelo de sangre sobre el jovencito Guillermo en 1144.

En 2004 hubo un descubrimiento en Norwich, en unas excavaciones mientras se ha-

cían unas obras en los suelos que servirían de base a un centro comercial. Diecisiete es-

queletos, parece ser que de judíos, aunque no hay pruebas concluyentes al respecto,138

fueron encontrados a cierta profundidad en el fondo de un pozo. Hechas las debidas

138

Sin embargo, los rabinos judíos cercanos al caso se pronunciaron a favor de que se permitiera la sepul-

tura en un cementerio judío de los restos encontrados. Finalmente fueron enterrados en el cementerio or-

todoxo de Norwich, en ceremonia de exequias tanto judía como cristiana. Un monumento indica que

aquellos difuntos, probablemente fueron víctima de una persecución antijudía o de un pogromo en Nor-

wich, en el año 1190.

~ 78 ~

comprobaciones científicas, forenses, pruebas de ADN, etc., se dataron esos esqueletos

en los siglos XII-XIII. Once de los esqueletos eran de menores de 15 años, siendo 5 de

ellos hermanos.139

¿A causa de qué murieron? Las pruebas descartaron que la cusa fuera enfermedad,

plaga o epidemia. Otras pruebas mostraron que los huesos de los adultos, a diferencia de

los jóvenes, tenían fracturas intencionadas o bien producidas por los golpes al caer en el

fondo del pozo. También se pudo concluir que los cuerpos de los niños fueron arrojados

al poco posteriormente a los adultos.

¿Podrían ser esos diecisiete restos de cadáveres correspondientes a judíos víctimas de

la masacra que se abatió sobre Norwich durante el invierno de 1190, el mismo año en el

que también hubo muertes y masacres contra los judíos en York y en Lincoln? ¿Podrían

ser restos de judíos violentamente muertos a manos cristianas o del populacho en 1144?

Puede ser evidente que la causa de reaccionar contra los judíos en la Inglaterra de es-

tos tiempos se debiera a motivos económicos (sobre la característica actividad presta-

mista de judíos), por las cruzadas en curso, etc. He aquí una cronología que nos orienta:

Año 1066: Con la conquista normanda de Inglaterra llega también un flujo de inmi-

gración judía. La monarquía normanda en Inglaterra tiene que pedir dinero prestado y

los cristianos (por pecado grave) tienen prohibido prestar dinero a interés. Londres,

Lincoln y York se convierten en centros sustanciales de poblaciones judías.

Año 1100: El resentimiento contra la comunidad judía en la medida en que crecen sus

riquezas, siendo mal vista su prosperidad por los cristianos, acrecentándose también el

odio hacia los judíos por ser ellos quienes mataron a Jesús (o tanto como por codicia).

Tal vez se piensa ya en los libelos de sangre para acusar a los judíos de practicar sacri-

ficios rituales asesinando niños cristianos.

Año 1144: Supuesto libelo de sangre siendo la víctima Guillermo de Norwich, de 12

años de edad.

Año 1190: Pogromo de judíos en Norwich y en York.

Año 1230: Ejecuciones de judíos en Norwich tras haberse denunciado el secuestro de

un niño cristiano.

Año 1272: El rey Eduardo I de Inglaterra (1272-1307) carga de impuestos adicionales

a los judíos.

Año 1290: El rey Eduardo I expulsa de Inglaterra a los judíos. Sólo podrán retornar en

1655 (cuatro siglos después).

139

Los restos se conservan actualmente en el Museo del Castillo de Norwich.

~ 79 ~