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San Vicente era un hombre de oración
Por eso pudo hacer tanto por los pobres
Decía: “dadme un hombre de oración y será capaz de todo”
San Vicente enseña a sus hijas que
hagan la oración mirando una
estampa de la Santísima Virgen.
Hijas mías: habituaos por favor también
vosotras, a esta práctica de hacer
bien la oración para vivir en la
presencia de Dios Así podréis servir bien a los pobres.
San Vicente tenía mucho trabajo.
Pero no dejó nunca la oración.
Esta era su alimento diario, por eso pudo
hacer tanto bien
Padre Vicente ruega por tus hijos a Dios para arder en tu fuego de amor a nuestros hermanos más necesitados
que gimen en este valle de lágrimas
Hay mucho dolor, miseria, violencia, droga, familias destruidas…
Otra cosa muy importante, para San Vicente era
la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura
Era su libro de cabecera …
Por eso nuestro muy amado
Padre, nos dejó esta herencia, “hay que hacer vida la palabra de Dios” para
contagiar al mundo de Dios
Mis queridas hermanas,
haced siempre lo que podáis, a fin de que,
siendo la oración
la primera ocupación,
vuestro espíritu se llene de Dios
para toda el resto de la
jornada sirviendo a los pobres…
como Cristo lo haría hoy.
“Los pobres son mi peso y mi dolor”
Todos los días sentaba a la mesa a dos pobres viejos que
comían con la comunidad. Los sentaba junto a él y hacía les sirvieran primero que a él
teniendo particular cuidado de que nada les faltara.
Saludándolos con cariño, les daba la mano para
ayudarlos a subir al comedor.
Muchas veces después de la comida se quedaba un rato con ellos enseñándoles los
misterios de la fe y el modo de confesarse y comulgar
dignamente.
El celo por las almas lo devoraba Su corazón
ardía
Su rostro está angustiado por el dolor de los sufrimientos de los pobres … se nota la aflicción que siente su alma por ellos
Habiendo oído decir que los pobres
estaban en gran peligro de morir de
hambre por la escasa cosecha de aquel año,
llamó a uno de los suyos, y después de algunos suspiros y
exclamaciones, le dijo confidencialmente:
“Estoy en gran apuro por nuestra
comunidad; pero la mayor preocupación que tengo es por la miseria y urgente necesidad de los pobres, porque…
¿Qué harán o a quién recurrirán? Confieso que este es el peso que me oprime y el dolor
que más me aflige ¡Oh, Dios mío, qué
gran miseria! ¿Cómo podríamos
remediarla ?”
Aunque hablaba de esta manera, no se dejaba vencer por las dificultades.
Oraba, suplicaba, pedía, pero socorría
a todos, que eran cientos
Es tan grande vuestra
caridad -le escribían
desde Lorena,- que
todos recurren a ella y os
consideran refugio de
pobres afligidos
San Vicente decía: “los pobres no pueden esperar”
“Los pobres son mi peso y mi dolor”
Volviendo a casa cierto día, encontró en la puerta unas
pobres mujeres que le pidieron limosna. Les ofreció San Vicente; pero ocupado en
asuntos de mucha importancia, se olvidó de la promesa. Al avisarle el portero, y como
si hubiese sido culpa el haberse olvidado, fue en
persona á dar la limosna a aquellas pobres, arrodillándose a sus pies les pidió perdón del descuido que había tenido en
socorrerlas. ¡Cómo se descubre en esto la gran misericordia del Santo!
Para San Vicente el pobre era su amo y Señor tal como lo dijo
a sus hijas…
