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463 SANTA MARÍA DEL TEMPLE (VILLALBA DE LOS ALCORES, VALLADOLID): REUTILIZACIÓN DE ESPACIOS EN UNA ERMITA MEDIEVAL Iván García Vázquez David Hernández González Raúl Martín Vela Arbotante Patrimonio e Innovación S.L. [email protected] RESUMEN Se presentan en estas jornadas los resultados de las diversas intervenciones realiza- das en la iglesia de Santa María del Temple. El edificio es una singular muestra del románico de repoblación cuya fundación es atribuida a los caballeros templarios. Los diversos usos que han sufrido tanto el entorno como el interior del edificio (que ha sido panera, sala de baile y molino) han dejado un rico testimonio ar- queológico del que da cuenta la presente comunicación 1 . Palabras clave: Órdenes militares, románico, necrópolis, molino harinero, ar- queología medieval. ABSTRACT We are presented this meeting the results of the various interventions in the chapel of Santa Maria Temple. e building is an unique example of Romanesque repopulation whose foundation is attributed to the Knights Templar. e various uses that have undergone both the environment and the building (it was bread house, dancing room and mill) have left a rich archaeological testimony that realizes this communication. Keywords: Military orders, romanic, necropolis, flour mill, medieval archaeology. 1 Queremos agradecer su colaboración en el desarrollo de esta investigación al Excmo. Ayuntamiento de Villalba de los Alcores, Excma. Diputación Provincial de Valladolid, al arquitecto Jaime Lorenzo Díaz-Calleja y a las empresas Caspeña S.L. y Sereal S.L. por su buena disposición durante el desarrollo de las obras. Arqueología en el valle del Duero: Del Paleolítico a la Edad Media. 5 ISBN: 978-84-946124-0-4, pp: 463-483

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SANTA MARÍA DEL TEMPLE (VILLALBA DE LOS ALCORES, VALLADOLID): REUTILIZACIÓN DE ESPACIOS EN

UNA ERMITA MEDIEVALIván García Vázquez

David Hernández GonzálezRaúl Martín Vela

Arbotante Patrimonio e Innovación [email protected]

RESUMENSe presentan en estas jornadas los resultados de las diversas intervenciones realiza-das en la iglesia de Santa María del Temple. El edifi cio es una singular muestra del románico de repoblación cuya fundación es atribuida a los caballeros templarios. Los diversos usos que han sufrido tanto el entorno como el interior del edifi cio (que ha sido panera, sala de baile y molino) han dejado un rico testimonio ar-queológico del que da cuenta la presente comunicación1.

Palabras clave: Órdenes militares, románico, necrópolis, molino harinero, ar-queología medieval.

ABSTRACTWe are presented this meeting the results of the various interventions in the chapel of Santa Maria Temple. Th e building is an unique example of Romanesque repopulation whose foundation is attributed to the Knights Templar. Th e various uses that have undergone both the environment and the building (it was bread house, dancing room and mill) have left a rich archaeological testimony that realizes this communication.

Keywords: Military orders, romanic, necropolis, fl our mill, medieval archaeology.

1 Queremos agradecer su colaboración en el desarrollo de esta investigación al Excmo. Ayuntamiento de Villalba de los Alcores, Excma. Diputación Provincial de Valladolid, al arquitecto Jaime Lorenzo Díaz-Calleja y a las empresas Caspeña S.L. y Sereal S.L. por su buena disposición durante el desarrollo de las obras.

Arqueología en el valle del Duero: Del Paleolítico a la Edad Media. 5 ISBN: 978-84-946124-0-4, pp: 463-483

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Actas de las v Jornadas de Jóvenes Investigadores del valle del Duero

1. EL ROMÁNICO DE LAS ÓRDENES MILITARES COMO PROBABLE ORIGEN DE SANTA MARÍA DEL TEMPLE

La iglesia de Santa María del Temple se localiza en pleno casco urbano

del municipio vallisoletano de Villalba de los Alcores. El origen de la población se vincula a las villas de repoblación del siglo XII, pudiendo retrotraerse su origen a la centuria anterior. Se atri-buye a la orden templaria el impulso de su urbanización desde 1128, siendo probablemente, los responsables de la construcción de la iglesia de Santa Ma-ría del Temple. El edificio se ubica en una loma con caída hacia el arroyo Mi-jares, que atraviesa Villalba de los Alco-res. Se trata de un espacio intramuros que, junto con el cerro donde asienta el castillo, representarían los puntos más altos y probablemente más antiguos del casco urbano.

De confirmarse este origen tem-plario de la iglesia, quedaría irreme-diablemente vinculada al románico de las órdenes militares, que tradicio-nalmente ha quedado relegado a un segundo plano en la investigación. Se trata de aquellas construcciones auspiciadas por templarios, hospita-larios y teutones, que tienen en San Juan de la Peña su máximo exponen-te (Olaguer-Feliú Alonso: 2003). No obstante, no se conoce a ciencia cierta si los caballeros templarios fueron sus constructores o si por el contrario re-cibieron en heredad una edificación ya construida, pues los únicos datos do-

cumentales existentes, recogidos por Gonzalo Martínez Díez (1993: 151, 152), anuncian que Villalba del Al-cor fue entregada en encomienda a la orden del Temple por Fernando II de León, quien reinó entre 1157 y 1188. De ser así, la iglesia se habría comen-zado a construir durante su reinado. Por otro lado, Fernando Heras García defiende el origen hospitalario de la misma, ya que hay constancia de su presencia en Villalba desde 1149. En cualquier caso, de lo que no parece ha-ber duda es que fue edificada entre la segunda mitad del siglo XII y el pri-mer tercio del siglo XIII. Sin embargo, la referencia documental más antigua sobre la iglesia es la que aparece en la Crónica de Alfonso XI, donde se indi-ca cómo fue entregada en 1334, junto con otros antiguos bienes de la orden que, tras su supresión por Felipe IV el Hermoso de Francia, habían pasado a propiedad de la Corona, que la cede-ría a don Juan Alfonso de Alburquer-que en agradecimiento por los buenos servicios prestados durante el cerco de Lerma.

1.1. Aproximación al edificio

El análisis formal del edificio nos lleva a identificar en él un románico tardío, con una influencia cisterciense defendida por Javier Castán Lanaspa, quien señala que “La pureza estructural y la sobriedad decorativa denotan [...] el influjo de la orden del Císter, a cuya constitución esta-ba adherida la regla templaria” (Castán: 1986, 20-22) y un aire de iglesia-forta-

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leza con predominio del muro sobre el vano que plasma el ideal caballeresco de “mitad monje-mitad soldado”.

Presenta una marcada sobriedad de-corativa, pureza de líneas y un sistema de cubrición de la nave por medio de bóve-da de cañón apuntado sobre fajones do-blados. Los capiteles son troncocónicos, con decoraciones muy sencillas de hojas con bolas o flores invertidas, que son recorridos por un friso. La cabecera tie-ne un ábside semicircular, cubierto con un cascarón ligeramente apuntado en la intersección con la nave. Al exterior pre-senta contrafuertes laminares que suben hasta la cornisa. Conserva los canecillos de nacela o con decoraciones muy sen-cillas. El ábside se divide en cinco paños por cuatro medias columnas. Las colum-nas exteriores tienen capiteles similares a los del interior, entre los que destaca uno que tiene arquillos apuntados entrelaza-dos. La portada se ubica en el lado del Evangelio. Es de medio punto, con cua-tro arquivoltas y chambrana, que apoyan en columnas acodilladas, de las que se conservan sólo los capiteles muy dete-riorados entre los que se puede advertir uno con dos aves bebiendo y otro con un motivo de hojas lanceoladas. A ambos lados de la portada hay lucillos sepulcra-les con arco apuntado. En el lado de la Epístola hay otra puerta de medio punto que, según Parrado (2002: 353-355), se abrió después de la construcción de la iglesia para comunicar con un aposento que hubo en ese lugar. Existe además una gran incógnita acerca de la construcción de la espadaña. Documentalmente se co-noce su existencia al menos desde 1865,

cuando se traslada el “esquilón viejo” al campanario de la vecina parroquia de Santiago.

1.2. La zona de Protección

En torno a la iglesia existe un ámbito de protección, que viene derivado de la atestiguada presencia de enterramien-tos en el entorno, constituyendo, casi con total seguridad, la primera de las necrópolis villalbesas. Los límites de la zona de salvaguarda aparecen publica-dos en la declaración de BIC, con la categoría de Monumento por Decreto 250/1991, de 22 de agosto, publicado en el BOE el martes 4 de febrero de 1992.

2. LOS TRABAJOS DE SEGUIMIENTO ARQUEOLÓGICO

La justificación del control arqueológi-co en esta obra venía motivada por la doble afección prevista en el desarrollo de las dos obras, que afectaban irreme-diablemente al edificio y a su entorno. Por un lado, la urbanización del Corro de Santa María promovida conjunta-mente por el Excmo. Ayuntamiento de Villalba de los Alcores y la Excma. Diputación Provincial de Valladolid, que contemplaba la remoción de toda el área de la fachada sur de la iglesia, con perforación de pozos y arquetas, y la apertura de zanjas para canalización de colectores, servicios de alumbrado y pluviales. Por otro, las propias obras de reparación urgente que demandaba

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Fig. 1.- Fotografía de la iglesia. Fuente: Arbotante.

Fig. 2.- Zona de protección del BIC Iglesia de Santa María.

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la iglesia en su interior, auspiciado por la propiedad del inmueble, contempla-ba la apertura de una gran zanja (que después fue ampliada) que albergase los servicios de luz y agua para el edificio, además del saneamiento y retejado de la cubierta y algunas reparaciones pun-tuales como la sustitución de la puerta principal.

Los trabajos, aunque fueron realiza-dos individualmente, han sido englo-bados en conjunto en esta comunica-ción, a fin de tener una visión general de la intervención. Los trabajos arqueo-lógicos fueron desarrollados en paralelo al transcurso de las obras, conforme al siguiente cronograma2:

- Fase I: Excavación necrópolis de Santa María (febrero-marzo 2015).- Fase II: Excavación del solar loca-lizado a los pies de la iglesia (abril 2015).- Fase III: Seguimiento de la zanja de la nave interior y control de cu-biertas (abril-junio 2015).- Fase IV: Excavación del testigo bajo el andamio a los pies de la igle-sia (agosto 2015).- Fase V: Ampliación de la zanja del interior de la nave (septiembre 2015).

2 Al cierre de la edición del presente volumen que-dan aún abiertos los trabajos de sustitución total del solado del interior de la iglesia, así como la puesta en valor de las estructuras exteriores existentes en los pies de la iglesia.

2.1. La necrópolis parroquial de Santa María

La primera fase de la excavación ha per-mitido conocer parcialmente la necró-polis parroquial asociada a la iglesia de Santa María del Temple. Se trata de un recinto aparentemente abierto que se extiende por el conocido como Corro de Santa María. La exhumación de sus restos ha permitido documentar hasta diecinueve enterramientos in situ, de los cuales han sido excavados arqueo-lógicamente doce de ellos.

En primer lugar, se procedió al de-capado de la superficie total de la plaza, retirándose el nivel superficial UE 1000, que estaba formado por un pavimento de hormigón y zahorra extendido en los años 50, y cuyo espesor ronda los 15-20 cm quedando al descubierto la UE 1001, localizada al oeste de la pla-za, y caracterizada por ser una tierra marrón de tonalidad clara, con pellas de calizas blancas. Era un nivel estéril, sobre el que se había excavado alguna evidencia, como el basurero moderno “B1” (UUEE 1003 y 1004), pero que da aspecto de haber sido echado para regularizar este espacio, entre los siglos XVII-XVIII, ya que cubre a un nivel ne-gruzco de abundantes cenizas UE 1002, que contiene material arqueológico, así como al nivel de arcilla sobre el que se han excavado las tumbas UE 1008.

Hacia el interior de la plaza, se do-cumenta un potente paquete de nive-lación denominado UE 1005, de entre 30 y 50 cm de espesor, formado por cantos y bloques de piedra caliza sin

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carear, mezclados con arcilla marrón oscura. Se trata de una regularización decimonónica de la plaza (el mismo nivel se ha documentado al interior y exterior de la iglesia), que busca salvar el desnivel existente entre alguno de sus puntos, que bien pudo haberse exten-dido en época contemporánea, ya que está directamente cubierto por la UE 1000. A continuación se documentó la mencionada UE 1008, caracterizada por ser un sedimento de arcilla marrón de tonalidad clara, muy fina y limpia, sin inclusiones. Está cubierta por las UUEE 1000, 1001 y 1002. Es el nivel sobre el que se excavan las tumbas y donde se documentan otras evidencias de adscripción plenomedieval. Por ello está cortado por las UUEE 1006, 1007, 1013, 1014, 1015, 1016, 1017, 1018, 1019, 1020, 1021, 1022, 1023, 1024, 1025, 1026, 1027, 1029 y 1031, que se corresponden con las tumbas T4, T5, T6, T7, T8, T9, T10, T11, T12, T13, T14, T15, T16, T18, T22, T23. La mayor parte de las tumbas están localizadas en la zona de afección de la zanja de drenaje del la iglesia. Están orientadas en dirección E-O, y tienen paredes de murete de piedra caliza y cubrición de lajas del mismo material. Por ello su localización en esta fase de decapado no resultó dificultosa. Una vez realizado un plano general con la localización de los restos, se procedió a su excavación arqueológica.

Muchas de estas tumbas están alte-radas por la urbanización de este espa-cio urbano. Ello ha motivado que las cubiertas, y en muchos casos las pare-

des de las tumbas se hayan desplazado e incluso desaparecido. En general los restos humanos se encuentran muy de-teriorados a causa de la humedad y de las diferentes remociones del interior de cada sepulcro realizadas para en-terrar a nuevos finados, lo que indica cierta presión mortuoria.

2.2. Las estructuras adosadas al pie de la iglesia

En este espacio estaba planteada la eje-cución de una zanja de drenaje para la iglesia, un bordillo y un parterre. El espacio está delimitado por la plaza de Santa María, y por el muro hastial de la propia iglesia. Sobre esta superficie, de unos 50 m2, se planteó la necesidad de realizar una excavación arqueológica para valorar su cronología, entidad e importancia.

En primer lugar se retiró manual-mente el nivel superficial UE 2000, formado por el aporte orgánico e in-orgánico a lo largo del último siglo. Se dejó paso a un paquete de tierra negra denominado UE 2002, originado por el aporte orgánico y la deposición de materiales contemporáneos, entre los que destacan materiales constructivos, cerámicas y algunos desechos de cro-nología contemporánea. Bajo este se-dimento se mostraban los restos de un pequeño solado de lajas calizas identifi-cado como UE 2003, al que se asociaba un preparado de arena ocre UE 2004.

A continuación se retiró el nivel se-dimentario UE 2005, que se extiende por la zona central del cuadro de ex-

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cavación hasta el muro hastial, y que cubría tanto al derrumbe moderno UE 2020, como a los muros UUEE 2017 y 2018, y a la parte más alta de la es-tructura UE 2006. Este paquete parece responder a una nivelación de época moderna, realizada una vez que han co-lapsado las estructuras anteriores. Este nivel UE 2005 está cortado por varias zanjas contemporáneas (UUEE 2013, 2023, 2026 y 2029), realizadas para el expolio de piedra caliza, probablemen-te para la construcción de las viviendas aledañas. Son estas acciones de robo de piedra las que han motivado la mayor afección al lugar, dificultando en buena medida su interpretación. Estas zanjas aparecen rellenas por aportes contem-poráneos procedentes de las mismas estructuras a las que corta, documen-tándose muy escasos restos materiales. Con la retirada de la UE 2005, quedó al descubierto una puerta tapiada (UE 2039) que da acceso a la iglesia en su muro occidental. En su interior apare-ce cerámica de monasterio, lozas y hue-sos y algunos vidrios contemporáneos, lo que parece indicar que se trata de un depósito no más antiguo que el siglo XVIII-XIX, época de ruina del edificio en la que sabemos que fue reconstrui-do. Junto a ella, en un espacio deli-mitado por un saliente de piedra del propio tapiado, y asociado a un grupo de huesos infantiles se recuperaron dos anillos de bronce decorados y una pul-sera infantil, todo ello de bronce, en el contexto de la UE 2012. Se documen-tó también un hogar (UE 2045), sobre el que se localizó una mancha cenicien-

ta con restos de madera quemada, to-mándose una muestra para su posterior estudio (UE 2031).

Seguidamente se alcanzó el nivel de estructuras modernas, formado por el derrumbe UE 2020 y los muros UUEE 2015 y 2027. Se trata de un gran de-rrumbe cercano a los 80 cm de po-tencia, formados por grandes piedras calizas y algunos sillarejos, que están asociados a la estructura formada por los muros citados. Todo este conjunto, de indudable adscripción moderna, pa-rece delimitar la estructura de lo que la documentación histórica refiere como una torre que sirvió de campanario, y que se colapsó en el siglo XVIII. Bajo este nivel, del que sólo se desmontó el derrumbe, se localizaba la estructura UE 2006. Los materiales arqueológi-cos recuperados de este nivel son de adscripción moderna. Sin embargo, en esta estructura se han localizado dos basas con decoración cordada, de traza medieval, que se encontraban in situ. Estratigráficamente no hay duda de que la estructura se corresponde con una fase anterior, lo que queda refor-zado con la recuperación de estos dos elementos pétreos. La existencia a una menor cota de un suelo empedrado (UE 2021) sobre el que se localizaron evidencias de combustión (UE 2022 y UE 2031 y UE 2042) parecen estar en relación con las estructuras más anti-guas (UE 2006).

Prosiguiendo con la excavación ma-nual, se retiró el relleno exterior de la estructura UE 2015, donde se docu-mentaron abundantes concentraciones

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Fig. 3.- Mapa de la necrópolis. Fuente: Arbotante.

de tejas junto al eje de la posible esca-lera de caracol en el muro UE 2027. Se dejó al descubierto la continuidad de la estructura que embute con el zócalo de la iglesia, dando cuenta de que el muro

está sobre el patio. Se documentaron en este punto dos sarcófagos anepígra-fos (UUEE 2032 y 2033), fechables en los siglos IX-XI, embutidos bajo la fa-chada de la propiedad contigua, siendo

Fig. 4.- Mapa de las estructuras exhumadas a los pies de la iglesia. Fuente: Arbotante.

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imposible su excavación arqueológica. Se optó entonces por limpiar deteni-damente ambos elementos, para poder recopilar el mayor número posible de datos gráficos. En esta misma zona, se documentaron los diferentes suelos geológicos (arcillas rojizas miocenas y calizas pliocenas) sobre las que se asien-tan tanto los citados sarcófagos, como el muro UE 2017 y la tapia del solar contiguo (UE 2044). Finalizó la in-tervención con la documentación de una zanja de cimentación (UE 2045) que está asociada tanto a la bodega UE 2037) como a los sedimentos a los que afecta.

2.3. La zanja de saneamiento y su ampliación en el interior de la nave y tareas de control de cubiertas

En lo que respecta al interior de la igle-sia, inicialmente se planteó el trazado de una zanja acodada localizada entre las dos puertas del edificio religioso. Esta zanja tenía unas dimensiones de 6,5 m de longitud en el eje este-oeste y de 3,5 m en el eje norte-sur, y fue ampliada hasta el muro hastial otros 6 metros. La anchura necesaria fue de 90 cm, aunque la fragilidad de los perfiles debido a la heterogeneidad de su relle-no propició una anchura mayor que evitara el peligro de desprendimiento de cascotes. Se ha alcanzado una pro-fundidad de unos 150 cm en su punto mayor, y de 38 cm en su punto de me-nor profundidad.

La zanja interior y su ampliación

Una vez trazada la zanja, se procedió a retirar los 7 cm que formaban el nivel superficial U.E. 1000. Se trata de un solado de baldosas de barro cocido que se extiende por la mayor parte de la su-perficie de actuación. Está formado por gran cantidad de baldosas de barro se-dimentario rojizo, cocidas en ambien-tes oxidantes. Cada una de ellas mide 27 x 13 x 5 cm. En algunos puntos se documentan parcheados de cemento contemporáneos que han sido conside-rados dentro de la misma unidad estra-tigráfica, al ser funcionalmente iguales, si bien el parcheado debe correspon-derse con la primera mitad del siglo XX y las baldosas anteriores.

Una vez retirado el nivel superficial, quedó al descubierto la U.E. 1001. Se trata de un nuevo estrato de tierra y adobe disgregado, de unos 6 cm de espesor, cubierto por la U.E. 1000. Cubre a las UU.EE. 1002 y 1004. La ausencia de materiales en su interior y su disposición indican que se trata de un nivel con función constructiva, sir-viendo de acomodo a la estructura de baldosas suprayacente.

A continuación se encontró un fino preparado de cal de 2 cm de grosor, iden-tificado como U.E. 1004, que se encuen-tra sobre un suelo de adobes denominado U.E. 1005. Ambos están rotos por la fosa U.E. 1003. Al retirar este estrato calizo, quedó al descubierto la U.E. 1004, for-mada por un preparado de cal de color blanquecino y consistencia compacta. Está cubierto por la U.E. 1001 y a su vez

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cubre al preparado de adobes U.E. 1005. Está cortado por la U.E. 1003 y relleno por la U.E. 1001. Cubre al preparado de adobes U.E. 1005. Este solado de 6,5 cm de espesor es un pavimento de adobes de color ocre y textura compacta. Los adobes tienen unas dimensiones de 36 x 20 x 9 cm, y en su superficie no se observan hue-llas de desgaste. Ello lleva a pensar que no se trataría de un nivel de tránsito, sino del preparado del suelo de cal U.E. 1004 que sería el que funcionaría como soporte del solado de baldosas. En el perfil oriental, y bajo los adobes, se documentan los restos de una lechada de cal (U.E. 1006). Se tra-ta de una evidencia de poca entidad, que parece haberse aplicado entre la piedra del muro U.E. 1012 y los adobes para su ho-rizontalización. Una vez desmontados los adobes, se alcanza el estrato U.E. 1002, conformado por una fina capa de unos 13 cm de tierra ocre homogénea mezcla-da con material arqueológico, que cubre a las UU.EE. 1008 y 1009. Funciona como nivel de regularización que permite disponer horizontalmente los adobes de la U.E. 1005.

Bajo esta capa de tierra se docu-menta el nivel más potente de los do-cumentados, y que alcanza los 50 cm. Fue identificado como U.E. 1009. Se trata de un paquete de colmatación formado por cantos, bloques y piedras calizas de entre 10 y 30 cm, mezcladas con una tierra marrón muy heterogé-nea, lo que indica su procedencia se-cundaria. De su excavación se ha recu-perado un lote de materiales cerámicos de diversas producciones, entre las que destacan las lozas de medio baño y lo-

zas con vedrío melado fechadas entre los siglos XVIII y XIX. Está cubierto por la U.E. 1002. Cubre a las UU.EE. 1010 y 1012. Este paquete U.E. 1009, que alcanza unos 60 cm de espesor, está cubriendo dos niveles que forman una estructura. Se trata de la U.E. 1008, un murete formado por tres hileras de adobes dispuestos a soga, y trabados con barro. Tiene un desarrollo en arco de circunferencia, que se pierde por los perfiles norte y sur. Está recubierto de mortero de cal y el desarrollo de su diámetro alcanza unos 4 metros. Se le apoya un enlucido de cal identificado como U.E. 1010, que presenta una ro-tura o pérdida. Esta estructura presenta una gran limpieza, no habiéndose ob-servado ningún material arqueológico que pudiera indicar algún un uso o cronología concretos. Sin embargo, tanto por su técnica constructiva y por la observancia de la estratigrafía que la cubre, parece más probable que se tra-te de una estructura contemporánea asociada a un uso económico agrícola, seguramente para contener grano, que un elemento asociado al culto durante el medievo.

Toda esta estructura cubre a la U.E. 1011, formada por un estrato de tierra apisonada marrón claro, que carece de material arqueológico, y que alcanza los 24 cm de espesor. Al estar cubierto por U.E. 1009 (al igual que la estructu-ra) y enrasado a nivel con la estructura de adobe y cal, posiblemente se trate del nivel de tierra apisonada.

En la zona de la puerta meridional de la iglesia donde se abre la puerta

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del mediodía, se documentaron los ci-mientos del muro sur U.E. 1012, que descansan directamente sobre el lecho de piedra caliza U.E. 1015. Este muro forma la fachada sur de la iglesia. Está construido por sillares calizos bien es-cuadrados en sus dos caras vistas, y un alma de cascote, cal y canto. Este muro, que conforma la fábrica original del templo, se fecha por tradición oral ha-cia finales del siglo XII (Parrado: 2002, 346-370) y (Castán: 1983, 57-60), sin que se sepa la fecha exacta de su funda-ción. Este muro fue seccionado parcial-mente, practicándole una abertura de unos 40 cm de anchura para favorecer el paso de los tubos. El muro se apoya en el cimiento (U.E. 1007) que está formado por piedra caliza ligeramente tallada. El cimiento está cubierto por la U.E. 1011 y 1014, y se le apoya la U.E. 1012, a la que va asociado funcionalmente.

La presencia de estratos naturales viene identificada por las UU.EE. 1014 y 1015. El primero de estos niveles está formado por arcillas rojizas cuaterna-rias procedentes de la descomposición de las calizas subyacentes. Se trata de arcillas rojizas muy limpias, que no lle-van asociadas material arqueológico, ni huella antrópica. Se documentaron también al exterior de la iglesia durante las obras de urbanización del Corro de Santa María (Arbotante: 2015). Está cubierta por la U.E. 1011, cortado por la zanja de cimentación U.E. 1013 y cubre a la U.E. 1015.

El último estrato documentado es el sustrato geológico natural formado por la roca caliza terciaria que corona

el páramo, en proceso de descomposi-ción. Está cubierto por la U.E. 1014. Al igual que el anterior no es antrópi-co. Está cubierto por la U.E. 1014, y alterado por las remociones de terreno necesarias para erigir los muros de la iglesia (U.E. 1012). Parte de este pro-ceso ha quedado perdido por las poste-riores obras realizadas en el templo, por lo que la U.E. 1015 no puede caracteri-zarse debidamente.

Control de cubiertas

Durante el transcurso de la obra se han realizado puntuales visitas de segui-miento arqueológico, para comprobar el estado de las cubiertas, que era pre-cario. Antes del inicio de los trabajos de retejado, se evidenciaba la presencia de un manto vegetal (U.E. 2000) de unos 30 cm de espesor, que contenía restos de tejas rotas, piedra caliza disgregada y tierra. Se trata del nivel de aportes eó-licos que data de al menos los dos últi-mos siglos. La retirada de este paquete dejó al descubierto una alineación de piedras (U.E. 2003) que longitudinal-mente recorría la planta del edificio, favoreciendo la vertiente a dos aguas.

Una vez retirada la cobertera vegetal, quedó al descubierto la cubierta de tejas, realizada con teja árabe, que se extendía por la totalidad de la superficie. Su dispo-sición es a doble vertiente con caída hacia el norte y hacia el sur, y un semicírculo que cubre a la zona del ábside. Este nivel fue identificado como U.E. 2001, y fue retirado cuidadosamente, alcanzándo-se un potente paquete de tierra marrón

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compacta (U.E. 2002), que cubría inten-cionadamente la bóveda. En su interior había un relleno heterogéneo formado por cascotes, sillares y restos constructi-vos. De entre estos restos se ha recuperado una pieza arquitectónica que forma una basa, sin que haya podido ser determina-da su ubicación original.

Al finalizar los trabajos de retirada de este relleno, se proyectó un morte-ro sobre la cubierta que permitiera la disposición de nuevas tejas, así como una pletina metálica corrida que evita el desprendimiento de las tejas al va-cío. La ruina que llevaba aparejada la espadaña conllevaba problemas de inte-gridad y seguridad. Por ello una de las acciones planteada en el proyecto fue la de rejuntar las zonas donde existían desprendimientos, a fin de asegurar la estabilidad de la estructura. El rejunta-do se ha realizado en la parte baja de la espadaña (U.E. 3004), así como cerca de la zona más alta, sin que hayan sido reemplazados sillares ni se haya modi-ficado el aspecto original de la misma. Al contrario, se han reintegrado algunas hiladas de sillar. Por otro lado, en la bre-cha que se correspondería con el contra-fuerte de la espadaña (U.E. 3004), se ha procedido a rejuntar todo el frente de fractura, evitando el desprendimiento de nuevos materiales. La lectura de estos paramentos indican la fábrica medieval de los muros norte (U.E. 3001) y sur (U.E. 3002) y de la bóveda que los cu-bre (U.E. 3000). Sin embargo, el muro hastial U.E. 3003 está yuxtapuesto a ambos, y no está cubierto por la bóveda, sino por la U.E. 2000, lo que indicaría

su edificación con la última reparación del templo en un momento incierto del siglo XIX, posiblemente pasado ya 1818. La espadaña y su contrafuerte se-ría el último elemento colocado a modo de refuerzo antes de 1865, año en que se sabe que su campana conocida como “esquilón viejo” se trasladó a la iglesia de Santiago.

3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La dilatada historia de la iglesia de San-ta María del Temple no se corresponde con la escasez de datos documentales existente. Tan sólo la incorporación en 1308, de las posesiones que los templa-rios tuvieron en Villalba del Alcor al realengo de Fernando IV, da testimo-nio de su presencia en la localidad. Esta falta de documentos se debe, en mayor parte, a haberse perdido el gran archi-vo central de la orden en 1571, cuando fue incendiado por los turcos otoma-nos en Chipre. Por ello, aunque nada se sabe de su origen, podemos arries-garnos a pensar que durante la Plena y Baja Edad Media debió funcionar como parroquia principal, junto a la de Santiago.

La necrópolis parroquial de Santa María del Temple

Los restos arqueológicos estudiados nos llevan a pensar en un recinto aparente-mente abierto -pues no sabemos si tuvo límites físicos (como una cerca de piedra)

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o bien se trataba de un espacio diáfano. La exhumación de sus restos ha permitido documentar hasta diecisiete enterramien-tos in situ, de los cuales han sido excava-dos arqueológicamente diez de ellos. De este conjunto de sepulturas, diferencia-mos tres tipos bien definidos: las tumbas de fosa como T11, T22 o T23, las tum-bas de murete como T8, T9, T10…, y los sarcófagos UE 2032 y UE 2033.

Tumbas de fosa: Se caracterizan por un simple rebaje realizado directa-mente en el suelo, de unas dimensiones acordes a la talla del finado, que es de-positado en el interior y cubierto con tierra. Son estructuras muy sencillas, y a menudo el único elemento distintivo que poseen es una estela en la cabece-ra que indica la presencia del enterra-miento. En este caso datan de los siglos XIII-XIV.

Tumbas de murete: son una evolu-ción de la tumba de fosa, que se carac-terizan por disponer en torno a la fosa de un murete de piedras que la rodea, a veces con forma rectangular o antro-pomórfica. El murete suele estar reali-zado con sillarejos las de mejor factura, o simplemente con una alineación de piedras recogidas sin ningún trata-miento. La tumba se cubre con varias lajas de piedra, normalmente tres o cuatro que alcanzan un peso similar, lo que facilita su transporte. Datan de los siglos XIII-XIV.

Sarcófagos: en este caso anepígrafos. Son tumbas de mejor calidad. Están for-

mados por una caja de piedra monolítica cuyo interior ha sido vaciado, y se cierran con una cubierta. En el caso de los sarcó-fagos documentados en esta intervención presentan una cubierta prismática a dos aguas, sin indicios de epígrafes. Datan del siglo XI-XII.

Todas ellas se orientan siguiendo el eje E-O, según el rito católico, ya que como indica el Evangelio “como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del hijo del hombre (Mateo, 24, 27)”. Es decir, con esta disposición se buscaba que la primera visión que tuviese el difunto que volvía a la vida tras la resu-rrección fuese la imagen de Jesucristo que iba a aparecer por el Este.

La disposición de las tumbas y su interrelación vienen a evidenciar que la presión mortuoria es elevada, ya que hay unas fosas que cortan a otras tantas, produciéndose prácticamente en todas ellas fenómenos de reducción y osarios. Estos fenómenos llaman la atención, pues hay un claro predominio del osa-rio sobre el enterramiento. Lo que no podemos estimar es si este fenómeno se produce debido a algún hecho catas-trófico, que obliga a dar sepultura a un número alto de individuos en un breve espacio de tiempo, o si por el contrario responde al ritmo normal de enterra-mientos para esta comunidad.

En lo que respecta a la organiza-ción del espacio, si bien el carácter preventivo de la intervención limita su estudio, no es menos cierto que se apre-cia cierta disposición espacial, donde se

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Fig. 5.- Planta de la zanja. Fuente: Arbotante.

Fig. 6.- Reconstrucción de la capilla. Fuente: Arbotante.

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adivinan hasta cuatro posibles calles. La continuada alteración de la plaza durante todas las épocas ha favorecido que no se conserven muchas de ellas, o que hayan podido pasar desapercibidas a los trabajos de control arqueológico, al encontrarse los restos a una cota me-nor que la seguida durante la interven-ción. Así por ejemplo, en el área de la puerta del mediodía no se documentan tumbas, quizá porque se trate de una zona de tránsito, que debía quedar li-bre de enterramientos para favorecer el paso hasta la puerta.

Compartiendo el espacio: La capilla medieval y el campanario moderno

Los restos exhumados a los pies de la iglesia se corresponden con dos edificios de uso diferente. El primero fue posible-mente una capilla, de la que ha quedado el solado de piedra caliza y la cimentación de sus paredes. Esta capilla tiene parale-los en la capilla de los Lara, de la cercana iglesia de Santa Maria del Temple en la vecina Ceinos de Campos, cuya planta y accesos son similares a los del edificio es-tudiado. Esta estancia, tenía un acceso ex-terior, donde se han recuperado las basas, pero también tenía otro desde el interior de la iglesia. La alineación de ambos in-dica que pudieron estar en uso al mismo tiempo, dando acceso directo a la iglesia desde el exterior, a través de la capilla. Este edificio, de construcción medieval, habría pervivido hasta el fin del medievo, cuan-do sobrevino su ruina o fue desmontado intencionadamente para construir un nuevo edificio.

Es entonces, ya en el siglo XVI-XVII, cuando alrededor de la estruc-tura medieval y por encima de ella se adosa una gran estructura de piedra que las fuentes escritas parecen identi-ficar con la torre campanario que tuvo la iglesia en tiempos. Su factura es cla-ramente diferente del edificio medie-val: sus sillares están bien escuadrados, tiene un módulo mayor y están cogi-dos con argamasa. Esta torre tendría un acceso desde el exterior, y una escalera que permitía ascender hasta la zona de las campanas. Su vida útil se desarrolla por espacio de dos siglos, hasta que se arruina a finales del siglo XVIII.

Tras su derrumbe, constatado estra-tigráficamente durante la excavación, el solar fue despedregado y empleado como cantera de urgencia para abaste-cer a la construcción del caserío del en-torno. A esta acción, ya en el siglo XIX, se corresponden las numerosas zanjas de saqueo que se han documentado. Quizá por el peligro que suponía tener abiertas tantas brechas en el suelo en un solar tan céntrico, se procedió a su relleno mediante potentes paquetes de tejas, cascote y restos de huesos, entre los que se adivina fauna de todo tipo: aves, bóvidos y ovicápridos, dejando a la vista un descampado que ha seguido funcionando como zona de tránsito y basurero, hasta el siglo XXI.

Indagar en los últimos dos siglos del campanario nos permitió recomponer la secuencia estratigráfica contrastán-dolos con datos históricos. Mariano Mucientes, infatigable investigador de la historia local, nos da algunas pin-

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celadas de gran valor sobre el devenir del templo. Así en 1670 fue agregado a la parroquia de Santiago, y en 1725 pasa a manos del señorío. Fue entonces cuando el templo, que ya presentaba síntomas de abandono, dejó de cele-brar oficios religiosos. Este paulatino abandono de su carácter religioso se confirma con la inspección que realiza D. Juan de Diego Lobo, cura párroco de la iglesia de Santiago, habilitado por el obispo de Palencia en 1750. En esta pesquisa, se informa de que hacía años que no se celebraban misas en la ermita, por lo que faltan los elementos mínimos para la liturgia. Además, y es lo más interesante para nosotros (Mu-cientes: 2005, 488):

“(…) necesita dicha Ermita de que se compongan las puertas del enrejado de madera de la capilla, como también la escalera de la torre, y apuntalar para asegurar por maestro perito la pared que dice a la puerta de la torre, para evitar el peligro que amenaza de que suceda algu-na desgracia”.

Identificamos los muros de las UUEE 2017 y 2027 con la torre de época moderna que aluden las fuentes, y la escalera, habida cuenta de que en el interior no hay huellas de escaleras de madera ni piedra, con la de caracol cuyo arranque se documenta en el muro UE 2017. Por otro lado, la pared de la puer-ta de la torre, se correspondería con la puerta tapiada que sabemos que se viene abajo entre los siglos XVIII y XIX, quizá coincidiendo con las lluvias torrenciales

que asolaron Valladolid y buena parte de Castilla en febrero de 1788 (Cadi-ñanos Bardeci: 2005), y que en Villalba causaron la propagación de varias enfer-medades (Mucientes: 2005, 202). Con el desplome de la torre, el edificio debió arruinarse definitivamente, perdiéndo-se la fachada occidental con su acceso y parte de la cubierta. Además al año siguiente, la iglesia de Santiago custo-diaba las campanas de Santa María del Temple, que bien pudieran haberse re-cuperado del desescombro (Mucientes: 2005, 488). Regularizado el solar, un año después, en 1789 el edificio fue des-tinado a cilla (pensamos que en la parte que no fue afectado por el derrumbe), cuya función parece desempeñar duran-te los siguientes cien años, pues otra no-ticia de 1879 señala que hay una panera de 2590 pies (200 m2) en la calle Santa María número 11.

Las obras de reconstrucción no se sabe en que fecha exacta dieron co-mienzo, pero sí que en 1792 el Tribu-nal Eclesiástico de Palencia ordenaba que se compusiese la ermita para cilla), habida cuenta de que hasta 1794 Vi-llalba no pudo contar con el edificio del Pósito que se localiza a un par de metros de la ermita (Mucientes: 2005, 489). A pesar del dictamen del Tribu-nal Eclesiástico de Palencia, lo cierto es que hay una laguna de veinte años, en los que no se tiene noticia de si se ha llevado a efecto esa medida. Y hay que esperar hasta 1818 cuando en virtud del Convenio amistoso firmado en 12 de julio entre el Obispado de Palencia y el Conde de Castilnovo, nos permite

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comprobar que la ermita, en esos años de postguerra tras la francesada, sigue estando arruinada (Mucientes: 2005, 492-495):

“articulo 9: no permitiendo el estado ruinoso de Santa María del Temple poder establecer en ella, por el pronto, el culto de-bido a su imagen titular, y de que ha esta-do privado enteramente desde la supresión de aquélla y deseándose por parte del señor Patrono que no carezca de él dicha imagen, en el ínterin verifica la reparación de dicha iglesia, a fin de que no se resfríe o pierda del todo la piadosa devoción que por muchos siglos han profesado los moradores de este pueblo a tan Santa imagen(…)”.

Además en el artículo 10 del mismo documento indica que:

“en atención a la notoria cortedad de las rentas de esta fundación y a ser preciso destinar parte de ellas al reparo del edifi-cio de su iglesia (…)”

Con lo que queda fuera de dudas que en 1818 la iglesia estaba arruina-da, al margen de que se emplease como pósito frumentario. Unos años después (no hay constancia de la fecha exacta) había sido ya recompuesta, erigiéndose el muro hastial y reparándose la cubier-ta y la espadaña después.

El interior de la iglesia, la panera y otros usos posteriores

En lo que respecta al interior del edi-ficio, documentamos una gran nivela-

ción tanto al interior como al exterior de la iglesia, realizado al mismo tiem-po, en el siglo XIX. Las UUEE 1009 del interior de la iglesia, 2006 del ex-terior y 1005 del Corro nos lo indican. Se trata del mismo relleno de cascote que viene a dar estabilidad al edificio, calzándolo dentro y fuera para evitar su derrumbe completo. En este sentido, a día de hoy sigue teniendo problemas debido a la proliferación de bodegas que existen en el subsuelo, a la poca es-tabilidad que le aportan los materiales blandos sobre los que se asienta, y al gran peso que ejerce el edificio.

Tapiada la puerta de la torre y recre-cidos los niveles de tránsito, en el inte-rior de la iglesia se instala un solado de baldosas, al tiempo que en el exterior se colmatan las estructuras visibles. La línea de imposta sobre el tapiado de la puerta nos indica que en este mo-mento se recrece el muro hastial y por consiguiente se repara la cubierta, que habría sido dañada. Todas estas refor-mas tienen sentido al estar vinculadas al nuevo uso del edificio como panera, adaptándose a este nuevo uso. Es en este momento cuando se realiza la estructura de adobe y cal documentada en la zanja. De esta estructura, de la que tenemos escasa información arqueológica, no hemos encontrado un claro paralelo, y descartado que se tratase del lugar que albergaba las muelas de un molino de sangre debido a la fragilidad de los ma-teriales con los que está hecho, nos in-clinamos a pensar, por su cronología, y por el uso secundario del edificio, a que se trata de algún recinto para separar el

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grano o harinas, del tipo de troje. Estas estructuras, muy empleadas en tahonas y molinos, servían para almacenar tanto el grano como la maquila a la espera de ser consumidos. Sobre ello nos ilustra Marta Sánchez Marcos (1999):

“A cambio del servicio de la molien-da se pagaba la maquila, al principio en especie y paulatinamente en dinero. El proceso de la molienda era bien simple: en primer lugar, después de pesado, se al-macenaba el grano, en la panera o troje. Posteriormente se procedía a la limpia o segunda criba con el amero y a su lavado al agua, para librarlo de impurezas, se-guido del oreo al sol. El grano con su justo grado de humedad (para que no se que-mara en las piedras, saliera en su finura procedente y se facilitara la labor de des-cascarillado) se depositaba en otra troje de donde se iba sacando con espuertas ce-bando la tolva que descargaba regulada-mente con la cribilla y el tensor en el ojo de la muela. Se rompía y desmenuzaba en el tragante y era reducido a harina en el finante, afinante o afinadero, saliendo al exterior por la piquera al arnalillo o harnal, de ahí se rellenaban los costales y se volvía a pesar en la romana, retirando la parte de la maquila”.

Gabriel Alonso de Herrera señala que se trata de depósitos más pequeños situados en el interior del granero, que contienen diversos granos y sirven para su separación. Así por lo tanto, parece que se trata de un contenedor al aire, destinado a guardar las harinas o más

probablemente el grano, a la espera de su siguiente destino.

Resuelta la duda sobre su posible uso, la pregunta entonces que debemos hacernos es el cuándo. Para intentar darle respuesta, hay que rastrear las no-ticias históricas, que al respecto de la iglesia fueron recopiladas por Mariano Mucientes. Una lectura sosegada del li-bro Datos para una historia de Villalba de los Alcores nos aporta algunas fechas, que pueden ser puestas en relación con los resultados arqueológicos, especial-mente para los acaecidos entre el siglo XVIII y XIX.

Sobre sus últimos usos, sabemos que en 1789 el edificio es destinado a cilla, cuya función parece desempeñar duran-te los siguientes cien años, pues otra no-ticia de 1879 señala que hay una panera de 2590 pies (200 m2) en la calle santa María número 11. Este uso como panera se refuerza en 1818, cuando se desacraliza el edificio, aunque sigue manteniendo las campanas unos años más. Don Cipriano Rivas la adquiere en 1860, y tras un lus-tro se traslada la campana a la parroquia de Santiago. Ya en el siglo pasado, en 1935, su nuevo propietario le habría de dar el nuevo uso como molino eléctrico a mediados del siglo XX, ya que aunque la electricidad había llegado a Villalba en 1920, no fue hasta los años cincuenta cuando contó con suministro eléctrico in-dustrial (Mucientes: 2005, 215-216), tal y como confirma Felipe Heras en 1966:

“(…) el templo, en el que hoy está ins-talado un molino eléctrico, presenta un lamentable estado de abandono y sucie-dad” (Heras: 1966).

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Desde entonces, parece que todo el espacio había permanecido inaltera-do, con la salvedad de la consolidación popular del contrafuerte de la espada-ña, realizado en los años sesenta según referencias orales, y del asfaltado de la plaza en la misma época.

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VILLACORTA PAREDES, ALBERTO (2014): Proyecto de urbanización del Corro de Santa María, Modificación 1 (Villalba de los Alcores, Valladolid).

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FICHAS DEL INVENTARIO ARQUEOLÓGICO DE CASTILLA Y LEÓN, PROVINCIA DE VALLADOLID:

Campaña 1992-1993.SANTIAGO PARDO, J. y MARTÍN

MAESO, M. E. (1992-1993): Villal-ba de los Alcores (Villalba de los Alcores, Valladolid), Ficha cód. IACYL 47-212-0005-10. Ficha inédita depositada en el Servicio Territorial de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid.

Santa María del Temple