Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales · cusiones de la conquista española sobre ......
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Secuencia. Revista de historia y ciencias
sociales
ISSN: 0186-0348
Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora
México
San Miguel, Pedro L.
"¿Quién habla por los pasados indios?" Charles Gibson y la historiografía sobre los pueblos
mesoarnericanos
Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 63, septiembre-diciembre, 2005, pp. 6-38
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
Distrito Federal, México
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· Pedro L. San Miguel
Profesor en la Universidad de Puerro Rico y profesor investigador visiranre en el Instituto Moro (20022003). Obtuvo su doctorado en Historia de América Latina por la Universidad de Columbia. Es autor de varios libros sobre la historia del Caribe, entre ellos: La gllen-asilenciosa: las lflchas sociales en la ruralia dominicana (México, 2004) ; Loscampesinos di!1 Cibao: economía di!mercado y transformación agraria en la l?eptiblicaDominicana, 1880-1960 (SanJuan, 1997) ; y La isla imaginada: historia, idi!ntidüdy utopiaenLa 1JsjJañola (SanJuan y Santo Domingo, 1997), que será publicado en inglés por The University ofNorth 'Malina Press. También es coediror de Política, idi!midüdy pensamiento social en la RepúblicaDominicana (siglos XIX )' xx) (Madrid,1999). Además ha colaborado en varios textos paro escuelasecundariay preparatoria, entre los que se destacan:Historia y geografía di! Puerto Rico (SanJuan, 1994; 2a. ed. rev., 2000); e Historia)'geografía deAmérim (San Juan,2001). Actualmente estudia la historiografía mexicanista en Estados Unidos.
Resumen ¡AbstraerDesde el siglo XIX, en Estados Unidos surgió In the nineteenth century, the Unired Sraresun interés por las antiguas sociedades mesoame- saw the emergence ofan inreresr in ancienr Me-ricanas. Dicho interés aumentó en el siglo xx, soamerican socieries . This interesr increased inpor lo que su estudio constituye uno de los te- the 20th century, that is why irs study consti-mas centrales de la historiografía esradunidense I tutes one of rhe main themes in US hisroriogra-sobre México. Este trabajo ofrece una perspecti- phy of México. This article provides a perspec-va sobre esta historiografía tomando como refe- tive on this hisroriography, using "cultural" andrencia los "estudios culturales" y los "estudiosposcoloniales". Comienza con un trasfondo quese remonta a la centuria decimonónica, si bien seconcentra en la obra del historiador contemporáneo Charles Gibson que fue, en Estados Unidos, uno de los renovadores de la historia de lospueblos mesoamericanos. Se arguye que su obraaúna la erudición con un sentido ético y que,incluso, posee una dimensión utópica.
Palabras clave:México, Estados Unidos, Mesoamérica, historiograna, indios, Charles Gibson.
"post-colonial" studies as a reference. It beginswirh rhe hackground, which dates hack to the19rh cenrury, although ir focuses on rhe workofconremporary historian Charles Gihson, whowas one of the renovarors of rhe hisrory of rheAmerican peoples in the Unired States. Ir ar gues thar his work combines erudirion wirh anethical sense and even has a Urapian dimensiono
Key words:Mexico, Uníred Srates, Mesoamerica, historiography, Indians, Charles Gibson.
Fecha de recepción:noviembre de 2004
Fecha de aceptación:febrero de 2005
"¿Quién habla por los pasados indios?"Charles Gibson y la historiografía sobre
los pueblos rnesoarnericanos
Pedro L. San Miguel
INTRODUCCIÓN: EL AUGE DE LOS ESTUDIOS
MESOAMERICANOS
D urante las primeras décadas delsiglo xx, en México ocurrió unaespecie de boom en las indagacio
nes sobre los "pasados indios". A ello concurrieron tanto factores intelectuales y académicos como causas de arra índole. Unapléyade de investigadores europeos y estadunidenses se lanzó al estudio de las sociedades mesoamericanas, sobre rodo desdelas disciplinas de la antropología, la etnología y la arqueología. También emergióun grupo d e estudiosos mexicanos quecontribuyó de forma notable al estudio deese pasado, el que se había convertido entonces en un elemento central del discursonacional posrevolucionario. En el mundoacadémico estadunidense se perfilaron enesos años las dos corrientes que habríande predominar a lo largo del siglo pasado.Por un lado, un grupo de investigadoresse concentró en el estudio de las sociedadesmesoamericanas antes de la conquista, sobre todo de los aztecas y los mayas; porrazones obvias, su núcleo principal estuvoconstituido por los arqueólogos¡ entrequienes predominó una perspectiva museográfica del pasado de las culturas mesoamericanas. El paisaje mexicano mismose convirtió en su principal "archivo", ya
que contenía sus "fuentes" principales,constituidas por los monumentos y losrestos materiales y artísticos de dichassociedades.'
Por el otro, se desarrolló una tendencia,compuesta mayormente por historiadores,cuyo eje temático giró en torno a las repercusiones de la conquista española sobrelas sociedades del México antiguo. Originalmente, esta corriente asumió a su vezdos vertientes: una se desprendía de lasindagaciones sobre las instituciones y, enconsecuencia, se centró en el estudio delos organismos coloniales y en su incidencia sobre las sociedades aborígenes; la otrase concentró en examinar los efectos másgenerales de la conquista, razón por la cualabarcó temas como las transformacionesdemográficas y ecológicas inducidas porel dominio español." Como es sabido, elnúcleo de ambas vertientes fue el grupode latinoamericanistas de la Universidad deCalifornia en Berkeley. La obra emblemát ica de la primera vertiente fue Tbe Encomienda in New Spain: Forced IndianLabor in
1 Ent re las obras que abordan esa madeja de corrientes, véaseKeen, Imagen, 1984. pp. 421-568; Ortega y Medina, "Culturas", 1992. pp. 107-120; lmagología, 1987; Pike, United,1993. y Evans. Romaming2004.
2 Russell-Wood. "United", 1985, p. 690.
Secuencia [7] núm. 63, septiembre-diciembre 2005
theSpanish Colonies, 1492-1550,3de LesleyByrd Simpson, publicada originalmenteen 1929 y que años más tarde lo llevaríaa abordar un proyecto más abarcador sobrela "administración de los indios en NuevaEspaña"." Entre las obras de la segundavertiente se encuentran las ambiciosas investigaciones del mismo Simpson y deSherburne Cook sobre la población indígena, a las que eventualmente se sumóWoodrow Borah, así como otros estudiosmás puntuales, como el de Cook sobre laerosión y los cambios ecológicosen el México central. 5
De alguna manera, estas discusionessobre las consecuenciasde la conquista representaron una modernización de la añejadisputa en torno a la denominada leyendanegra. Esta filiación es más perceptible enel caso de las investigaciones dedicadas alestudio de las instituciones coloniales,cuya genealogía se remonta a las magnasobras de la época de la conquista, cuandoteólogos, juristas y filósofos debatieronacremente en torno a la naturaleza de laspoblaciones aborígenes de América, a laposición de esas sociedades en el imperio,a la legitimidad del dominio hispano, y alas políticas que debían normar las relaciones entre los españoles y los amerindios.Debido a esta filiación, las obras contemporáneas usualmente se dedicaron a escudriñar las leyes, los reglamentos y los or-
3 Esta obra fue sustancialmente revisada y publicada en 1950 con un título ligeramente modificado:TbeEncomienda in Neu: Spain: TheBeginning ofSpanishMexico. De esta edición hay una versión en español.Sirnpson, Conquistadores, 1970.
4 Sirnpson, "Scudies", 1934-1940., Buena parte de estos trabajos han sido compila
dos en Cook y Borah, Ensayos, 1977-1978, y Pasado,1996
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ganismos estatales y eclesiásticos con el finde determinar en qué medida protegierono ampararon a los indígenas de los elementos más perniciosos de la sociedad colonial. Emblematizadas por los estudios deLewis Hanke," en tales indagaciones figuras como los conquistadores, los encomenderos, los grandes empresarios coloniales,y los burócratas corruptos y venalesdesempeñaron usualmente el papel de los malosos: eran los villanos de esas narraciones.Por el contrario, la corona, los funcionariosleales y probos y los misioneros consagrados y devotos eran los paladines ya que,supuestamente, eran los campeones de lacausa indígena, los defensoresde los desvalidos y los deshacedores de entuertos.
Sin pretender que constituya una causaúnica, es razonable pensar que el resurgimiento de estas cuestiones durante las décadas de los treinta a los cincuenta del siglo XX tuvo como trasfondo el crecientepapel de Estados Unidos en al ámbito internacional, que, en el caso concreto deAmérica Latina, se manifestó con plenaintensidad a raíz de la guerra hispano-cubano-americana de 1898, cuando el paísnorteño desplazó a España de sus coloniasen el Caribe, apoderándose de Puerto Ricoy estableciendo un dominio neocolonialsobre Cuba. Ya desde entonces se comenzaron a debatir en Estados Unidos "lasresponsabilidades del imperio", cuestiónque adquiriría mayor relevancia a partirde su incursión en los asuntos europeosdurante las guerras mundiales." En algu-
G Hanke, Lw:ha, 1959. Entre los continuadores deHanke se puede incluir a Phelan, Reino, 1972.
7 Sobre las implicaciones de esto en el mundoacadémico estadunidense y, específicarnenre, sobresus repercusiones en el quehacer hisroriográfico, véaseNovick, Noble, 1997, vol. n, pp. 343 Yss.
PEDRO L. SAN MIGUEL
nos casos,se llegó a plantear de forma palmaria la cuestión de las "obligaciones" deEstados Unidos en aquellos países en quetuvo alguna injerencia directa; así ocurriósobre todo en varios territorios del Caribe,como Puerto Rico, República Dominicanay Haití. 8 Asimismo, habría que tener presente que, hacia los años cuarenta, aumentÓ el interés por las minorías étnicas enEstados Unidos, lo que se evidenció tras lapublicación de la obra de Frank Tannenbaum SIave & Citizen (1946), en la cualse intenta comprender la esclavitud y lasrelaciones raciales en Estados Unidos altrasluz de las experienciasde otras regionesde las Américas, como Brasil y el Caribe."Esta fascinación aumentó aún más hacia fines de la década siguiente, cuando se activaron los movi-mientos a favor de los derechos de las mi-norías étnicas en EstadosUnidos; a ello se aunó el proceso de descolonización luego de la segunda guerramundial, que atizó más aún el afán porestudiar a los "otros".'?
En tal contexto, el estudio históricodel antiguo sistema imperial español adquirió mayor relevancia y nuevos significados. Las inquietudes en torno a lasimplicaciones del creciente poderío estadunidense se proyectaron hacia el pasado,convirtiéndose el imperio español y losvirulentos debates sobre su gestión enAmérica en alegorías de las tribulaciones,las expectativas y las preocupaciones quesuscitaba el naciente imperio. Así comoEspaña tuvo que confrontar algunos dile-
8 VéaseSantiago-Valles,Subjl'J:t, 1994; Rodríguez,"Representing", 2002; Pérez Jr., Wa,-, 1998; Calder,Impact, 1984, y Castor, Ocupación, 1971.
9 Tannenbaurn, Slave, 1946.10 Novick, Noble, 1997, vol. n, pp. 560-586, Y
Handlin, Verdad, 1997, pp. 377-395.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
mas en el pasado, Estados Unidos parecíaenfrentar la gran disyuntiva de manteneruna posición aislacionista, de no intervención en los asuntos internacionales, o, porel contrario, de asumir una política activaque encarnara una postura moral. Respecro de los países dominados, se plantearonde manera concreta los problemas y lasresponsabilidadesque conllevaba su tutela,que no era sino una manera de reformularel viejo dilema del whiteman's burden. Temas como la leyenda negra y la figura deBarrolomé de las Casas se convirtieron eniconos de esas tribulaciones.!!
Por eso renacieron con intensidad lasdiscusiones acerca de las virtudes o los vicios del imperio español, que fue en esosaños, en última instancia, el gran eje narrativo de la historiografía esradunidensedel periodo colonial en América Latina.Aun así, esas obras contribuyeron a insertar de manera definitiva a las poblacionesaborígenes en la historiografía latinoamericanista de Estados Unidos, ya que abordaron de manera directa el tema de lasconsecuencias de la conquista sobre lassociedades arnerindias.F No obstante, todavía las poblaciones y las sociedades indoamericanas eran juzgadas fundamenralmente desde la perspecriva española. En elcaso de los estudios sobre la población, suénfasis estribaba en "la macrodemografíay las estadísticas agregadas" por lo que directamente arrojaban escasa luz sobre "lasformas culturales, los patrones y las estructuras que organizaban la vida indígena".Por su parte , los estudios sobre las instituciones enfatizaban el entramado político y
11 Gibson, Black, 1971, pp. 11-12.12 Gibson y Keen, "Trends", 1957; Keen, "Main",
1985, y Gibson, "Latín", 1982, pp. 187-202.
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legal español y su establecimiento en América. Así que, a pesar de que
los indios habían ocupado un lugar destacadoen la hisroriografía hispanoamericana general de los últimos 100 años, f. ..] siempre nohacían] de manera indirecta, como objeto delas acciones , las actitudes o las políticas españolas, siendo conquistados, convertidos, dominados o discuridos.l"
Es decir, los amerindios eran a lo sumoactores de reparto, cuando no mero escenario, en el cual actuaban los conquistadores, los encomenderos, la corona o susburócratas.
Indicativo sobre el particular resultala afamada obra de Lesley Byrd Simpson,Muchos Méxicos, cuya primera edición datade 1941.14 En este texro, una de las obrasde síntesis sobre la hisroria mexicana quemás éxiro ha tenido en Estados Unidos,las sociedades aborígenes tienen un papelminúsculo. Así, luego de sendos capítulosiniciales dedicados respectivamente al entorno geográfico y a ese "tirano" de la dieta mexicana que es el maíz, Simpson iniciasu relación histórica con la figura de Hernán Cortés. En los capítulos subsecuentes,los personajes principales son en lo fundamental los españoles o, en su defecro, laselites criollas. Ni siquiera en la ediciónrevisada de su obra incorporó Sirnpsonalgunos capítulos sobre las poblacionesindígenas, a pesar de haber sido él una delas figuras que más contribuyeron a renovar el estudio de las poblaciones mesoamericanas tanto antes como después dela conquista. Parecía que la historia de la
13 Ambas citas provienen de Lockhart, "Charles",1988, p. 26.
14 Simpson, Many, 1966.
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América Latina colonial no se diferenciabamucho de la forma como la había concebido Antonio de Herrera, cronista mayorde Indias, a fines del siglo XVI e iniciosdel XVlI. A casi cinco siglos de distancia dela conquista, su pasado seguía siendo imaginado esencialmente a partir de los "hechos de los casrellanos'v'?
CHARLES GIBSON y LA NUEVAHISTORIA MESOAMERlCANA
Tal era el estado de cosas hacia los añoscincuenta y sesenta del siglo xx, cuandocomenzó a modificarse el estatuto de lassociedades indoamericanas en la historiografía estadunidense. Entonces surgieronalgunas obras en las que las poblacionesamerindias ya no aparecían como merosobjetos, como entidades inertes cuyos rasgos sociales y culturales habrían sido moldeados exclusivamente por los designiosde los conquistadores y los colonizadoresespañoles. Entre esos trabajos pioneros sobresalen Tlaxcala en el siglo XVI (originalen inglés de 1952) y, más adelante, Losaztecas bajoel dominio español (edición eninglés de 1964) de Charles Gibson.!" Estas obras formaron parte de una corrienterenovadora que se inició en esos años yque se evidenció igualmente en el estudiode otras sociedades indoamericanas, comola inca. En este último caso, el estudio quejalonó en Estados Unidos el comienzo delas nuevas indagaciones sobre el pasadoindígena fue la -eventualmente- influ-
15 La fraseprovienedel título de la ohm de Antonio de Herrera, Historia general deloshechosdeloscastellanosen las islasy tic1"I"a firme del mar océano (16011615) .
16 Gibson, Tlaxcala, 1991, YAztecas, 1981.
PEDRO L. SAN MIGUEL
yente obra de! antropólogo John Murra,cuyo concepto de los "pisos ecológicos"ha marcado desde entonces las indagaciones etnológicas e hisróricasacercadel mundo andino."?
Es decir, la obra de Gibson formó parrede una corriente renovadora a la cual conrribuyeron varios autores, diversas disciplinas y distintas tendencias. Entre éstas seencuentran las indagaciones sobre las sociedades mesoamericanas que surgieronen México en las décadas posteriores a larevolución y que ya para los años cuarentay cincuenta constituían un impresionanteacervo tanto en el ámbito de la arqueología como en el de la historia. Sobre estarenovación también incidió la labor de losetnólogos que realizaron variados estudiossobre comunidades, planteando en ocasiones cuestiones cuyas respuestas requeríande una aproximación histórica, y que, enconsecuencia, provocaron nuevas interrogantes en la historiografía. Entre los trabajos antropológicos que contribuyeron agenerar más interés en los "pasados indios", el mismo Gibson resalta las respec-
17 Murra, Organización, 1978, y Flff'lfl<Idones, 1975,A pesar de remontarse a la década de los cincuenta,cuando realizó su resis doctoral (que sirvió de base allibro publicado en 1978), los trabajos de Murra nose conocieron como libro hasta mucho más tarde,como indican la, fechas de publicación de las obrasmencionadas. Incluso, su tesis no fue publicada eninglés hasta 1980, si bien sus planteamientos eranmuy conocidosentre los estudiosos del muodo andinoy sus huellas son visibles en varias de las investigaciones más relevantes de las últimas décadas, entre ellasSpalding, Huarochirí, 1984, y Srern, Peru's, 1983. Según Van Young, "Recent", 1985, p. 740, la influencia de Murta en los estudios andinos es hasta másperceptible que la de Gibson en los estudios mesoamericanos. Véase también Spalding, "Colonial",1972.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
tivas invesrigaciones de Roberr Redfie!d yOsear Lewis sobre Tepoztlán, y la deRalph Roys sobre Yucatán.!" Sin duda aestos nombres se podrían añadir otros queentre los años cincuenta y sesenta participaron de ese creciente interés por el estudio de lassociedades mesoamericanas; cadavez con mayor frecuencia, los antropólogosrecurrieron al estudio del pasado comoparte de sus estrategias de investigación,tal como evidencia la obra de síntesis deEric Wolf, Pueblos y culturas de Mesoamérica(que apareció en inglés en 1959 con el título de Sons of the Shaking Earth) y, añosmás tarde, Agrarian Revolt in a MexicanVillage de Paul Friedrich.!?
La confluencia de estas diversas tendencias, en la que participaron académicosestadunidenses, europeos y mexicanos, yen la que colaboraron antropólogos, arqueólogos e historiadores, es palpable enel Programa de Historia de la AméricaIndígena, coordinado por Pedro Arrnillasy auspiciado por la Comisión de Historiadel Instituto Panamericano de Geografíae Historia y la Fundación Rockefeller enlos años cincuenta.F'' Al establecerse laspautas que debían orientar el estudio delas sociedades aborígenes del continente,se hacen señalamientos que indican el desigual tratamiento que, todavía entonces,recibían los indoamericanos en las diversashistorias nacionales de América. En algunos casos, se señala,
ts Gibson, "Latin", 1982, p. 189; Redfield, Tepoztldn, 1930; Lewis, Lijé, 1951, Y Roys, Indian, 1943.
19 Wolf, Pueblos, 1997, YFriedrich,Ag1lzrian, 1977Como aclara el mismo Friedrich en el prefacio(p. XlII,
nota 2), aunque la primera edición de este libro es de1970, su origen se remonta a los años cincuenta) yaque formó parte de su tesis doctoral. Su redacción definitiva data de ptincipios de la década siguiente.
20 ArmiJlas, Programa, 1957, YPrograma, 1958.
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['..Jel tratamiento de la historia colonial estal [' ..l que casi podría colegirse [' ..J que loseuropeos habían llegado a un continente inhabirado. En general, y aun en los casos enque la conciencia del problema es más viva,los historiadores tienden a ver la Américaposcolombina como una proyección europea,y lo indio y lo africano, solamente en funciónde su aportación a la cultura euroamericanay la participación de los indígenas y de losesclavos importados como clases laborantesen las sociedades coloniales y nacionales."
Reparos aparte, el plan de estudio delas culturas indígenas, sugerido en ese programa, contiene varios de los criterios fundamentales seguidos por Gibson en susinvestigaciones sobre los tlaxcaltecas y losaztecas. En síntesis, lo que en última instancia pretendía el programa era demostrar el papel determinante que habíandesempeñado las poblaciones indígenasen el surgimiento de las sociedades poscolombinas; es decir, que las culturas indoamericanas no habían sido una mera tabla rasa sobre la cual los europeos habíanimpreso sus huellas. En consecuencia, elfoco de atención tendió a cambiar; a partirde entonces hubo un mayor interés en lostemas relacionados con la estructura socialy con las formas indígenas de organizaciónpolítica, y cómo éstas habían interactuadocon las instituciones y los esquemas dedominación españoles. Asimismo, implicóuna reconsideración de las culturas indoamericanas, las que pasaron a ser concebidas no como conjuntos de objetos y piezasarqueológicas que meramente había queclasificar y ver, cual si fueran dioramas deun museo, sino como formas de adaptación y resistencia a las realidades produci-
21 Arrnillas, Programa, 1957, p. 3.
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das por la conquista y el dominio español.Esto no quiere decir, por supuesto, quelos antiguos temas desapatecieran deltodo. En algunos casos, continuó existiendo la fascinación por los temas más tradicionales, como la conquista militar. Noobstante, aún en tales casos ocurrieronmodificaciones significativas, sobre todoporque se prestó más atención a las características de las sociedades amerindias y acómo éstas incidieron sobre el ritmo y lasmodalidades que asumió la confrontación(o el encuentro) con los españoles, y, enconsecuencia, en cómo determinaron elresultado final. 22
Sea como sea, lo cierto es que la obrade Gibson ernblematizó el cambio de paradigma del estudio de las sociedadesmesoamericanas en Estados Unidos. Comoha señalado James Lockhart, su obra dio"más importancia al lado indígena en laconformación de la interacción entre españoles e indígenas ".23 Y aunque en muchossentidos Gibson no rompió del todo conlos paradigmas historiográficos prevalecientes entonces, la "reorientación [de su)enfoque" adquirió dimensiones verdaderamente revolucionarias en el ámbito de lahistoriografía estadunidense. Ello se debió,según Lockharr, a que su perspectiva "local" hizo que su estudio tratara "con gentey tradiciones [muy] diferentes" a las abordadas convencionalmente. Así que, a pesarde haber seguido en su Tlaxcala "las fuentes y tipos de aproximación que se habíanvenido desarrollando gradualmente en lahistoria hispanoamericana por más de unsiglo", y de haber repetido "las diferentesetapa~ por las que había pasado el campo"-por ejemplo: incluyendo material narra-
22 Véase. por ejemplo, Powell , Guerr«, 1984.23 Lockhart, Nabuas, 1999, p. 14.
PEDRO L. SAN MIGUEL
tivo proveniente de las crónicas, y dedicando amplia atención al estudio de lasinstituciones C'indias" en este caso) y alproceso de cristianización-, el resultadofinal fue "algo totalmente nuevo'v"
LA (RE)INVENCIÓN DE UNA IDENTIDAD
Aun así, el éxito y la influencia de Los aztecas de Gibson hizo que se le prestara menosatención a su Tlaxcala , a pesar de que "historio§ráficamente va más lejos" que esaobra . 5 Como arguye Lockharr, uno de losaspectos relevantes de Tlaxcala es que pretende narrar la historia de los tlaxcaltecasdesde una óptica local, no desde la perspectiva de una identidad india abstractaen la cual, durante la conquista, los habitantes del reino terminan desempeñandoel papel de traidores a una causa indígenatotalmente inexistente en el momento. Alcomienzo de su estudio hace alusión a lasnarraciones tlaxcaltecas sobre su pasadocon el fin de demostrar la existencia deuna identidad local, construida en buenamedida a partir del creciente enfrentamiento con los aztecas del Valle de México. La intensidad de dicha pugna aumentódurante el siglo previo a la conquista española y fue reduciendo a Tlaxcala a unasituación de "relativa pobreza" y de cons-
24 Lockhan, "Charles", 1988, pp. 26-28. Este artículo, que, hasta donde conozco, es el único dedicadoexclusivamente a la obra de Gibson, aparece tambiénen Florescano y Pérez, Historiadores, 1995.
25 Lockharr, "Charles", 1988, p. 25. Resulta indicativo de esta menor atención el hecho de que la primera edición en español de Tlaxcala date de 199 1,es decir, casi 40 años después de su publicación eninglés, mientras que Aztecas apareció en españolen 1967, apenas a tres años de haberse publicado eninglés.
"¿ Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
tante "preparación militar". Esta "larguísima resistencia contra el imperio [azteca]preparó [a los tlaxcaltecas] para ocuparla posición que tendrían en tiempos de laconquista".20
Sin embargo, su alianza con HernánCortés en contra de los aztecas no fue instantánea. Inicialmente, al llegar los españoles al territorio de Tlaxcala, la reacciónde sus habitantes fue enfrentarse a los intrusos con el fin de mantener su independencia, la que tanto esfuerzo y sacrificiosles había costado frente a la permanenteamenaza azteca, si bien los tIaxcaltecas terminaron aliándose con los barbudos guerreros" Por demás, Gibson señala que elapoyo tlaxcalteca no fue unánime y sin reservas. Destaca que uno de los jefes delejército tlaxcalteca, Xicoténcatl "El Joven",se opuso a acordar la paz con los españolesy favoreció, por el contrario, la continuación de la campaña en su contra. Aun después de realizarse la alianza hispano-tlaxcalteca, Xicoréncatl se mostró dispuestoa atacar a los españoles, sobre todo luegode su derrota en la famosa Noche Triste,cuando consideró incluso una alianza conlos aztecas en contra de los recién llegados.Habiendo desertado del campo español,el joven rebelde fue apresado y ejecutadoen 1521.28
No obstante, luego de ser derrotadospor los españoles, los tlaxcaltecas procedieron acorde con el patrón de interaccióncomún entre los diferentes gtupos étnicosy los reinos existentes, que usualmente seguía la secuencia: enfrentamiento militar,derrota y alianza.i? Al convertirse en alia-
26 Gibson, T/axcala , 1991, pp. 28-29.27 uu; p. 39.28 lbid., pp. 31-39 y 154-155.29 Ibid.,p. 154.
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dos de los españoles -coalici ón desigual,en la que ocuparon la posición de subordinados-, los tlaxcaltecas acruaron a base deprincipios militares y políticos ampliamente practicados en toda Mesoamérica.Lejos de ser "traidores", de ser apóstatasde las creencias y las tradiciones prevalecientes, fueron totalmente fieles a las ideasy las percepciones que regían los imaginarios mesoamericanos acerca del poder yde los conflictos entre los reinos. "Sus primeros esfuerzos se encauzaron a reconocerla 'conquista' en términos familiares y aadmitirla en el seno de hábitos de conducta indios."30Más que desertar del campo "indio", los tlaxcaltecas procedieron deacuerdo con esa dimensión de su culturaque se refería a la guerra y la paz, compartida por la generalidad de los pueblos delMéxico antiguo.P!
Consumada la derrota del imperio azteca, a la que los ejércitos tlaxcaltecas contribuyeron de forma extraordinaria, se inició, a lo largo del siglo XVI, una complejainteracción entre los tlaxcaltecas y los españoles que tuvo como signo dominantela adaptación de los primeros al dominiode los segundos. Dicha adaptación estuvomatizada por la historia tlaxcalteca anterior a la conquista, sobre todo por ese poderoso "patriotismo local", que fue unfactor determinante en la lucha que desarrollaron los líderes regionales porque lasautoridades españolas le reconocieran a laprovincia una serie de privilegios, insistentemente reclamados a base de un supuestopacto con Cortés. Según los tlaxcaltecas,
30 ¡bid, p. 182.31 Para una aproximación a las relaciones entre
las ideas y el poder, y, en consecuencia, entre la violencia, la guerra y la cultura, véase Wolf, Figllrar,2001, cap. 4, que se refiere a los azrecas.
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ese pacto, y no su derrota militar, constituía el fundamento de su alianza con losespañoles y, por ende, era la fuente de lasprerrogativas que exigían, entre las quese destacaba la exención del pago de tributos. A pesar de ello, Gibson alega que noexistió una relación directa entre los "servicios" prestados por los tlaxcaltecas a losespañoles y los supuestos privilegios concedidos a la provincia. Por ejemplo, y acontrapelo de una creencia muy generalizada, "los indios tlaxcaltecas pagaron impuestos de muchos tipos": contribuyeronen bienes, dinero y trabajo con la corona,la Iglesia, el gobierno indio y hasta conlos particulares.V
Si la provincia de Tlaxcala obtuvo algunos privilegios durante el periodo colonial, arguye Gibson, se debió más bien ala tenaz campaña de los líderes del gobierno indio. Su insistente cruzada a favor delos intereses locales produjo, en efecto,que la corona y el gobierno virreinal leconcedieran una serie de prerrogativas yreconocimientos, buena parte de los cuales, empero, eran concesiones a particulares -especialmente a los nobles y los principales- o tuvieron poco efecto real sobre"los problemas prácticos de la provincia".33 Aún así, las historias tlaxcaltecas,recogidas en un sinnúmero de petitorios,reclamaciones y solicitudes, al igual que enunas pocas historias locales -entre las queGibson destaca la de Tadeo de Niza, "primer historiador originario de Tlaxcala",y la de Diego Muñoz Camargo34
_ , insistieron una y otra vez, primero, en suversión acerca del pacto con Cortés, y, segundo, en el carácter colectivo de las su-
32 Gibson, Tlaxcala, 1991,pp. 164-173 .33 Ibid., p. 163.34 lbid., pp. 27-28.
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puestas concesiones realizadas por la corona y las autoridades coloniales más queen su naturaleza privada e individual.
Los supuestos acuerdos con Cortés habrían constituido sólo el inicio de una prolongada jornada de peticiones que perduraría a lo largo del siglo XVI y quealcanzaron mayor intensidad a partir de1545; en los años de 1550, 1562-1563 Y1583-1585 hubo "campañas" especialmente enérgicas. Estas campañas "coincidieron con el periodo de poderío políticode los indios", que se evidenció en el "crecimiento" de su gobierno. A partir de1589, por el contrario, ocurrió una "disminución en [el] número y [la] calidad"de las cédulas expedidas a favor de Tlaxcala, lo que reflejaría una creciente situación de desventaja frente al mundo español, marcada por mayores injusticias,agravios y ultrajes hacia los indígenas.PCon todo , ese cúmulo de peticiones y reelamos regeneró la memoria tlaxcalteca;pese al embate del colonialismo español,mediante la fusión de nociones "parcialmente reales"y de otras "parcialmente ficricias", se inventó una tradición capaz demantener la identidad local.36
Pero, ¿qué es lo real y qué lo ficticio deesa 'tradición tlaxcalteca? O más bien,¿desde qué perspectiva determina Gibsonlo cierto y lo falso de las alegaciones rlaxcaltecasacercadel supuesto pacto con Cortés y, posteriormente, de sus argumentaciones sobre la naturaleza colectiva, noprivada, de las concesiones realizadas porlas autoridades españolas? ¿Desde quéestatuto acercade la verdad concluye Gibson que
35 lbid., p. 163.361bid, p. 185, YHobsbawm y Ranger,lmention,
1988.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
lo que probablemente se originó como unacuerdo entre Cortés y algunos dirigentesindios privados llegó a ser visto a fines del siglo XVI como un acuerdo más general , queincluía favores ext raord inarios para toda laprovincia de Tlaxcalar>?
Esta interpretación de Gibson acarreauna dificultad que apunta, precisamente,hacia los extremos de la representacióndel "otro", hacia los límites de poder "hablar por el subalterno".38 El problema estriba en la distinción que establece Gibsonentre lo colectivo y lo individual, y, porende, entre lo público y lo privado, distinción que aparentemente se fundamentaen las nociones españolas de la época dela conquista o, incluso, en las concepcionesprevalecientes en las sociedadesoccidentales modernas. Cabe preguntarse, entonces,sobre la posibilidad de que los tlaxcaltecasy los conquistadores tuvieran ideas divergentes sobre lo público y lo privado ; concretarnente, que entre los indígenas deMesoamérica no existiera una separacióntan tajante y categórica entre lo uno y lootro, como supone Gibson. Al menos talera el caso en lo que a la posesión de larierra se refiere. Entre los nahuas, indicaLockhart, "no podemos señalar tierras quepertenezcan del todo a un dominio o alotro. Todas parecen pertenecer a ambos ala vez".39 De ser así, ¿cómo saber con exactitud qué concepciones acerca de lo público Ylo privado, de lo colectivo y lo particular normaron esos traros entre los jefestlaxcaltecas y Cortés? ¿Tenían ambas partes las mismas concepciones? ¿Le confirieron rlaxcalrecas y españoles los mismos
37 Gibson, Tlaxcala , 1991, p. 156.3" Spivak, "Can", 1988.3Y Lockhart, Nahuas, 1999, p. 232.
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significados, o partieron y asumieron concepc iones desiguales, como sugiere también el ejemplo de la guerra, que el mismoGi bson menciona? Despu és de tod o, auncontando con la mediación de intérpretes,la com unicación inicial entre españoles eindoamericanos fue sumamente deficiente,sobre todo cuando el intercambio de mensa jes conllevaba, como sería la situaciónde marras , la transmisión de sutiles dis crepancias sociales y culturales, aunquetales diferencias pudieran quedar enmascaradas tras similitudes formales."?
Pero lo cieno es que del texto de G ibson no se desprenden las respuestas a estaspreguntas, al menos no directamente;también lo es que quizás nunca podamossaber con certeza si, en efecto, los jefesmcsoamericanos que supuestamente realizaron esos pactos con Cortés estaban pensando en obtener ventajas estrict amentepersonal es o si, por el contrario, sus reclamo s poseían una dimensión social , colectiva, que los españoles no pod ían comprender por ser ajenos al mundo culturaltlaxcalteca. Posteriormente, a medida quelos tlaxcaltecas sufrieron esa "aculruraci ón"o "hispani zación política" a la que se refiereGibson," y que, en consecuencia, recurrieron insistentemente a los organismos judiciales con el fin de val idar los pri vilegiosque alegaban poseer, tendieron a prevalecer los criterios legales español es. Y son,precisamente, esas decisiones las que hanfungi do como fuente ernpfrica y como "archivo cultural" para determinar la naturaleza de los privilegios reclamados por lostlaxcaltecas; es decir, para "comprobar" si
4<1 Sobre los problemas de la comunicación en losmomentos iniciales de la conqui sta, véase Todorov,Conquista, 1987, y Martinetl, Comunicaáón, 1992.
41 Gibson, Tlaxcala, 1991, pp. 107 Y 123.
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fueron concesiones privad as o públicas,para definir si su alcance era estrictamenteparticular o si poseían una dimensión colectiva. ¿Estarem os ante una de esas situaciones, comunes por demás, en que lasformas jurídicas (espa ñolas, en este caso)han terminado transfigurándose en la verdad histórica?42
Como se pu ede apreciar, las historiastlaxcaltecas desempeñan un papel crucialen la reconstrucción que hace Gibson sobre la identidad local . Al enfatizar la existencia del "patriotismo tlaxcalteca ", Gibson disloca la reificación de "lo indio", quehabía sido una de las características predominantes de la historiografía hasta entonces. Cabría preguntarse cuáles fueron lasconcepciones generales que guiaron a Gibson en su intelección acerca de ese "patriotismo". ¿Tendrá éste alguna relación conlas nociones modernas acerca del nacionalismo? Éstas son preguntas difíciles, si noimposibles, de contestar categóricamente.N o obstante, considero plausible que lasnociones contempor áneas sobre el nacionalismo hayan fungido como m odelos(probablemente inconscientes) para concebir y elaborar sus ideas sobre el "pa triotismo tlaxcalteca". Después de todo, el concepto mismo de "p at riot ismo" rem ite alo que Gyan Prakash ha denominado "escritura histórica fund acional ", la que sebasa en la representación de algún tipo deidentidad qu e se resist e a descomponerseen partes heterog éneas.P
Vale, pues, la pena exami nar cuáles sonlos principales elementos definitorios deese patriotismo tlaxcalteca, según lo con-
42 Foucaulr, Verdad, 1995. Esta cuestión tambié nes discutida en Guha, "Prosa", 1999.
43 Prakash, "W riti ng" , 2000, pp . 176-177.
PEDRO L. SAN MIGUEL
cibe Gibson. En primer lugar se encuentran las "historias tlaxcaltecas", a las queya he aludido. En su misma presentaciónde reclamos particulares como exigenciascolectivas, o en su pretensión de hacer pasar privilegios individuales como si fueranconcesiones comunitarias, se evidencia laintención de crear eso que Benedict Anderson ha llamado una "comunidad imaginaria".44Como muchas de esas historiasse compusieron con el propósito de defendet los intereses colectivos, guardanuna gran similitud con las historias nacionalistasarticuladas en torno a la defensadelo propio frente a lo externo, frente a unotro que amenaza el patrimonio y la identidad locales, tipo de defensaque constituyó un fenómeno generalizado entre lospueblos mesoamericanos durante el periodo colonial." Aún así, e irrespectivamente de su función en la defensa de losintereses colectivos, cabe preguntarse quéparte del pasado tlaxcalteca omitieron esashistorias. ¿Cuánto de las fisuras y de losconflictos internos entre los daxcaltecasquedaron borrados de tales inscripciones?Sobre el particular, hay que tener presenteque dichas historias fueron construidaspor las elites de la sociedad daxcalreca.
De hecho, el papel de los "gobiernosindios" y de los jefes daxcaltecas constituye el segundo elemento destacado dela relación que hace Gibson acerca de laconstitución del patriotismo daxcalteca:son ellos los verdaderos héroes de la supervivencia de la identidad local. Desde susposiciones de poder, "los principales, losjefestradicionales de la vida de Tlaxcala",
44 Anderson, [magined, 1994.4, Florescano, Historia, 200 2, pp. 209-268; Lock
harr, Nabuas, 1999, pp. 531-604, YGruzinski, Colonizaci6n, 1991.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
lograron dirigir "los procesos de hispanización", al menos hasta fines del siglo XVI,
cuando "el gobierno indio perdió su posición" de autoridad/" Ello se debió principalmente a la "intromisión" de los civilesespañoles qui enes, en busca de tierras ymano de obra, comenzaron a incursionaren el territorio de Tlaxcala. Tal incursiónenla provincia tuvo resultados "desastrosos",ya que fue mermando los recursos disponibles para la población indígena, aménde provocar transformaciones en la vida delas comunidades. Éstas acabaron por sucumbir a la "desunión" inducida por "laganancia individual", que demostró "sermás fuerte que el bienestar común de losindios". Ni las leyes ni la política de "segregación racial" de la corona pudieronimpedir este ineluctable procese."
Debido al papel protagónico que Gibson le adscribe a los "pr incipales" y a lasinstituciones indígenas, los tlaxcaltecasque figuran en su narración son fundamentalmente los miembros de las elites.Como que en Tlaxcala la conquista nomodificó en lo sustancial "la estructurageneral de la sociedad aborigen", las relaciones entre los principales y los maceguales se mantuvieron "como en tiemposprecortesianos''. Esto fue así pese a los estragos causados por las epidemias duranteel siglo XVI. 4 8 En consecuencia, las elitesdaxcaltecasse encontraron en una posicióncapaz de manipular a sus súbditos, a lasautoridades españolas --<¡ue actuaban dirigidas por una "colonización humanisra"e, incluso, de poner barreras efectivas a lasincursiones de los civiles españoles.
46 Gibson, Tlaxcala, 1991, p. 183.47 [bid. pp. 85-92.48 [bid, pp. 183 Y 144.
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La clase alta india no solamente pudo ejercer discreción en cuanto a adoptar prácticasespañolas para ella misma; pudo tambiénretener la influencia española sobre las clasesbajas y beneficiarse cada vez más con el tributo y la mano de obra de esas clases. El interés de los principales se revela en los esfuerzosdel gobierno indio por limitar la producciónde cochinilla y por impedir directamente alos maceguales acumular riquezas o cambiarsu posición de cualquier otro modo.t"
En su narración, los maceguales, lostlaxcalrecas del común, aparecen apenascomo el objeto de la interacción entre los"principales", los funcionarios del gobierno y los civiles españoles. Ya como beneficiariosde las medidas del gobierno indioo de la "colonización humanista" del Estado, como objetos de las medidas explotadoras de unos u otros, o de las fluctuaciones demográficas, las grandes masas detlaxcaltecas son el trasfondo de las accionesejecutadas en el escenario principal porlos "principales", los funcionarios coloniales y los civiles españoles. El mismo proceso de "hispanización política" que, juntocon la aceptación del cristianismo por losindígenas , Gibson resalta como una de lasadaptaciones más creativas de los tlaxcaltecas al dominio español, fue un fenómenocircunscrito mayormente a las elites indias. "En ningún momento penetró la hispanización política hasta los niveles másbajos de la sociedad.T" Esto, por supuesto,fue en gran medida resultado del vigor dela comunidad y de las tradiciones políticastlaxcaltecas luego de la conquista. Peroen el relato de Gibson también se muestracomo resultado del éxito de las elites in-
49 Ibid., p. 153.50 Ibid., p. 123.
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dias en defender a la comunidad y suidentidad.
Así, en la obra de Gibson el pasado indio es en la hechura fundamental de laselites indígenas. Al igual que en la historiografía moderna de la nación, el "patriotismo tlaxcalteca" de Gibson está predicado a base del principio de una comunidadcon un alto grado de homogeneidad quees amenazada por fuerzas externas: primero por los aztecas, luego por los conquistadores y,posteriormente, por los civiles españoles, quienes finalmente lograronsocavar las bases materiales de la colectividad, y debilitar su identidad y su fibramoral. Por su parte, las instituciones depoder -tanto las indias, que actúan en elámbito local, como las españolas, que operan en toda Nueva España- se distinguenpor su naturaleza bienhechora. Desde lasinstituciones del gobierno indio, sobretodo desde el Cabildo, los "principales"actúan como guardianes de la identidadtlaxcalteca, tratando de evitar el contagiocon un mundo exterior que se concibecomo una amenaza para la unidad y lapervivencia del grupo. El mismo gobiernoespañol, insiste Gibson, se caracteriza porsus políticas humanistas, interpretaciónque remite a las concepciones acerca delEstado como una entidad que protege alos miembros más desvalidos de la sociedad y, en consecuencia, como garante dela armonía social.
Movidos sin duda por fines políticostanto al interior como al exterior de la comunié:lad, los principales tlaxcaltecas intentaron forjar un sentido de identidadque adoptó una serie de instituciones yconcepciones españolas en una matriz indígena. En su historia de Tlaxcala, Gibsondestaca la relevancia de estos procesos. Noobstante, reproduce un esquema que, por
PEDRO L. SAN MIGUEL
un lado, remite a la noción de una comunidad ideal-o al menos con alto grado dehomogeneidad y de ausencia de conflictosinternos- y, por el otro, que le confiere asus elites y sus instituciones una agenciahistórica que termina sumiendo a los sectores subalternos al papel de meros recipientes de sus actos. Así, el patriotismotlaxcalteca actúa como una fuerza social,política y cultural que defiende los intereses colectivos, pero que también se transforma en una institución, una ideología,"un interés cultural" y un Estado de elites .5 i El resultado es una historia delpatriotismo tlaxcalteca que termina remedando las modernas historias nacionalistas en la medida en que quienes figurancomo sus agentes activos, como sus creadores y defensores, son las elites, sus instituciones y sus organismos de poder. SegúnPartha Chatterjee, el pensamiento nacionalista es un "discurso derivativo" de losdiscursos coloniales. Siguiendo este principio se puede argumentar que la construcción que realiza Gibson del "patriotismo tlaxcalteca'' es un derivado de losdiscursos nacionalistas modernos. 52 Si enéstos apenas figuran los plurales y heterogéneos "fragmentos de la nación";" enel relato de Gibson poco cuentan los diversos trozos del "patriotismo tlaxcalteca",
Pese a ello, la obra de Gibson tambiénposee una dimensión utópica que ameritadestacarse, perceptible en su recreación dela sociedad tlaxcalteca después de laconquista, en la que, luego del violentomomento inicial, prevalecieron a lo largodel siglo XVI unas relaciones de poder
5l Este argumento está inspirado en Kaviraj , "Institución", 1999; Guha, "Sorne", 1988.
'2 Charterjee, Nationa!ist, 1995.53 Chatterjee, Nation, 1993.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
fundamentalmente arrnorucas. Esabúsqueda de la armonía -que en la obrahistoriográfica se efectúa en el plano discursivo- es, precisamente, uno de los rasgos fundamentales del pensamiento ut ó
pico, tal como lo ha destacado BeatrizPasror.?" En el caso de Gibson, su concepción acerca del gobierno indio y del "colonialismo humanista" como institucionesprotectoras entronca con dos tendenciasque, aunque respondiendo a tradicionesculturales y a experiencias históricas muydisímiles, coinciden en una cierta perspectiva utópica, La primera tendencia, quese origina en el pensamiento de los misioneros "rebeldes y utópicos" de inicios dela época colonial, tuvo como objetivoconstruir "un sistema alternativo que superara o al menos minimizara las injusticias de la colonia", ss
La otra tendencia de inclinación utópica que se trasluce en las posiciones de Gibson es el movimiento "progresivista" deEstados Unidos, que generó una importante tradición intelectual que se remontaa principios del siglo xx y con la cual seidentifica a algunas de las figuras cimerasde la historiografía de ese país, comoCharles Beard y Carl Becker,? Una de lasmetanarrarivas del "progresivismo historiográfico" estriba en cómo las fuerzasegoístas, representadas regularmente porlos "grandes negocios", conspiran contralas masas y el "pueblo" , En tales relatos, elEstado ciertamente puede cumplir unafunción nefasta, aliándose con esos intere-
,4 Pastor,jardin, 1999.55 Marzal, Historia, 1993, p. 171. Véase también
Pa8tor,jardin, 1999, pp. 157-262.'6 Novick, Noble, 1997, vol . r; Handlin, V<rdad,
1997, pp. 51-89; Higham, History, 1965, pp . 104144 Y 183-211, YHofstadter, Historiadores, 1968.
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ses; pero, en el caso estadunidense, esto seve como una desviación, como una situación anómala, por lo que el Estado usualmente se concibe como un ente justiciero,dispuesto a defendet los intereses del pueblo en contra de los opresores. En consecuencia, las instituciones estatales, las leyesy el sistema político en general se percibencomo garantes de la armonía social, por loque contribuyen a generar un orden definido por la paz, la equidad y la moralidad.
La comunidad tlaxcalteca construidapor Gibson se distingue, por un lado, porposeer una fuerte identidad, cuyo mantenimiento es responsabilidad, sobre todo,de los principales indios, y, por otro lado,por la existencia de unas relaciones de poder esencialmente armónicas entre sus treselementos constitutivos: el pueblo tlax~alteca, sus elites (representadas por el gobierno indio) y las instituciones españolas,inspiradas en un colonialismo humanista.Esta relación armónica es amenazada porfuerzas externas, en concreto por los civilesespañoles que, en búsqueda de fuentes deenriquecimiento, incursionan en el territorio tlaxcalteca y poco a poco socavan la armonía en el interior de la comunidad,amén de destruir el precario equilibrioentre la ley y la realidad social que habíanlogrado sostener los tres agentes de ese orden. Desde la historiografía, Gibson reedita la narración de J.a ciudad ideal, de lacomunidad virtuosa e impoluta en la queexiste una fundamental concordia entresus partes constitutivas, concierto que esdestruido por lo foráneo. Por supuesto,para que esta postura se pueda sostener,Gibson tiene que disociar las conductasprivadas, que degradan a la sociedad originaria, y las acciones del Estado, que se rigepor sus políticas "humanistas". Como enmuchos relatos míticos sobre las socieda-
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des ideales, en Tlaxcala, hacia fines del siglo XVI, el afán de lucro "irrurnplió] en lahistoria para desterrar la edad de oro dela humanidad", con lo que se desmoronó la "visión 'arcádica' y 'áurea' del mundoindígena". 57
Tal visión acerca de las com unidadesindoamericanas no es privativa del pensamiento utópico; también es localizableen buena parte de las investigaciones etnográficas que se realizaron en México y enlos países del tercer mundo en general durante la primera mitad del siglo xx. Entales investigaciones, las sociedades aborígenes -vistas con frecuencia al trasluz dela noción de la "comunidad pequeña" quepopularizó Robert Redfleld-P" aparecencomo entidades ensimismadas, cerradasgeneralmente al mundo exterior y comocongeladas en el tiempo. Internamente, porotro lado, eran construidas como entidadesarmónicas, en las que prevalecía la solidaridad entre sus miembros; y cuando finalmente colapsaban esos lazos, se debía a lasfuerzas externas -el mercado.iel capitalismo o la economía monetaria, los empresarios, los comerciantes o los usureros, loshacendados o los terratenientes- que penetraban en la comunidad y que terminabandestruyendo la armonía anterior.?? Tal me-
57 Ainsa, Edad, 1998, pp. 101 Y 108.'8 Rcdfield, Lit/le, 1965.59 Ésta es una cuestión que tiene una larga ge
nealogía, que en Europa se remonta a fines del sigloXIX, a los debates acerca de los efectosdel capiralismosobre lassociedades agrarias "atrasadas", campesinasen su mayoría, y, en América Latina, usualmente deorigen indígena. Para discusiones sobre el tema, véaseSan Miguel, Campesinos, 1997; Roseberry, "Campesinos", 1991; Cancian, "Comportamiento", 1991; C.a1va, Campesinos, 1988; Wolf, Peasants, 1966. De particular relevancia para México son los artículos de Wolf,"Types", 1955, y "Closed", 1957.
PEDRO L. SAN MIGUEL
ranarrariva comparte con el pensamientoutópico sobre las sociedades idílicas la percepción acerca del carácter corruptor y degradante de esos elementos foráneos queinciden sobre las comunidades primigenias.
Así, rras una obra que en la superficiese d ist ingue por su empirismo avasallador,60 podemos localizar el dejo de unanarrat iva rom ántica que "nosrálgi carnenrelamenta la destrucción de una idealizadacomunidad precolonial'U" Al reconstruirsu identidad, simbólicamente Gibson contribuye a conferirle a la sociedad tlaxcalteca un nuevo lugar en el orden colonial;también coadyuva a restituirle una dignidad perdida por las acusaciones de "t raición" que tradicionalmente han pesadosobre ella. Esta acusación, como muy bienarguye Guy Rozart, fue una hechura dela historiografía nacionalista que surgióen el siglo XIX.
Du rante la colonia, dominada por un discurso salvífico en versión española [...1, lostlaxcaltecas pueden construirse una identidad posiriva [...], como crist ianos y miembros de un reino español l...] Pero cuando setrata de cambiar de paradigma, de inscribirsedentro de una historia un iversal americana,en una hisroria nacional , el papel de los anriguos tlaxcaltecas se vuelve mu y ambiguoy la acusación de traici ón em pieza a tom arcuerpo.V
Quizás sin proponérselo, al reivindi carla identida d y las historias tlaxcaltecas,G ibson también abre un pequeño orificioque permite atisbar desde perspectivas críticas las más socorridas versiones modernas
60 Lockhart, "Charles", 1988.61 Thomas, Colnnialism's, 1994, p. 15.62 Rozar, Orígmes, 2001, p. 152.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
acerca de la nación, la identidad y el nacional ismo mexicanos.
Los A ZTECAS, O LAS TRlBULACIONESÉTICAS DE GrnSON
La novedad de la obra de G ibson hizo que,durante las décadas siguie ntes, se convirt iera en el arquetipo de las invest igacionessobre los pasados indios. Modelo, por otrolado , difícil de emular debido a la amplitud de su temática, la exte nsió n de! periodo estudiado -toda la era colonial, en elcaso de Losaztecas-, la diversidad de susfuentes, y, por ende, su enorme erud ici ón ,Así que, a pesar de que a partir de los añossetenta en Estados Unidos aumentó el número de investigaciones sobre la historiade las sociedades mesoamericanas posteriores a la conquista, pocas pueden compararse en amplitud, complejidad, sofisticacióny profundidad con Los aztecas de G ibson.Posiblemente, sólo dos obras puedan comparárse!e: Los nahuas de Lockhart y La saciedad maya de N ancy Farriss.63
y no resulta arduo comprender porqu é Los aztecas ha sido tan difícil de em ular. Salvando las distancias , consti tuye unade las pocas obras que, en el ám bito de lahisroriografía lat inoam ericana, posee rasgos que se aproximan al modelo braudeliano.64 En primer lugar, por su m arcotemporal, que se ubica en esa "larga duración" definida por los eres siglos queperduró el dominio español sobre las poblaciones del Valle de México. Vista estrictamente desde la concepción de Braudelsobre los tiempos históri cos -la "larga du -
63 Lockharr, N ahuas, 1999; Farriss, Sociedad,1992.
64 Van Young, "Recent", 1985, p. 726.
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ración", el ciclo medio de las coyunturas,yel riempo corto y "nervioso" de los aconcecimienros-J? la cronología de Losaztecasno alcanza ese "t iempo larg o" que , en elesquema braudel iano, es modelado a basede los cam bios lentos, casi impercep t ibles, de las transforma ciones geológ icas.No obstante, si nos distanciamos un tantode las metáforas geológicas de Braudel ytomamos como criterio de la "larga duración" los cambios sufridos por la civilización azteca luego de la conquista, entoncesresul ta mucho más comprensible adscribirle a la obra de Gibson esa dimensi ónbraudeliana . Así, cuando Gibson contrastala perspectiva de los arqueólogos - másaten tos a "los cambios natura les" y a susefectos sobre las antiguas sociedades mesoamericanas- y de los histor iadores - másinclinados al estudio de los acontecimientos de corto plazo-, propone concepcionesdel t iempo que son cuasi braudclianas.I'''Además , sugiere d e alguna form a lanecesidad de lograr una mejor integraciónentre esos dos p lanos del "tiempo" y, enconsecuencia, de nuestra intelección acercade las sociedades indoamericanas.
Otro rasgo braudeliano de Los aztecas essu pretensión de realizar una especie de"histo ria total". O bviamente, en ella seprest a mayor ate nc ión a las est ructuraseconómicas , demográficas , sociales y políticas; pero también se tom an en conside ración las carac te ríst icas g eog ráficas yecológicas del Valle de México que hicie ron posible el desarro llo de las sociedadesmesoamericanas, al igual que las t ransformaciones radi cales que sufrió la regiónluego de la conquista. De hecho , es facti ble leer Losaztecas desde la perspect iva de
6' VéaseBraudel, Historia , 1999, pp . 60-106.66 Gibson, Aztecas, 1981, p. 11.
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cómo el dominio español incidió sobre laecología del Valle, induciendo, a la vez,modificaciones radicales en las relacionesent re sus habitantes y el medio am bienteque, a la larga, contribuyeron a transformar la civilización azteca.
Con la conquista española, el equilibr io derecursos y población cam bió abrupta mente.Los conquistadores talaron grandes cant idades de árboles para util izarlos como materialy combustibl e. Sus arados penetraban másprofundamente en la tierra que los palos paracavar de los indígenas, y su ganado y susovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevossistemas de riego y molinos har ineros concent raban o redistribuían las afluencias deagua. Ninguno de los nuevos proced imientos era desastroso en sí mismo pero el efectocombinado a través de los años fue una dismi nución acelerada del terreno agrícola.67
Es decir, los españoles produjeron unanueva civilización en México -e indu jeroncambios civilizarorios entre los aztecasdebido, entre otras razones, a que estab lecieron una relación cualitativamente distinta con el entorno natural, descuidando"las adaptaciones regionales" logradas porlos mesoamericanos a lo largo de mu chossiglos. Tal "descuido" español se evidenciaen su menosprecio del sistema de chinampas y del sistema lacustre de l Valle, "taningeniosamente utilizado por los indígenas", pero que fue sometido por los españoles a un intenso drenaje que tuvo resultados desascrosos.P" A estas alteracioneshabría que añadi r el gran descenso de lapoblación indígena, que constituye sinduda alguna la transformación "ecológica"
67 tu«, p. 9.6" lbid. , pp . 11- 12.
PE DRO L. SAN MIGUEL
más drástica producida por la conquisra.P?Tanto por una como por otra razón, recalcaGibson, "la conquista marca una discontinuidad L..J en la historia humana y físicadel valle"."? No obstante, por importantesy significativas que hayan sido las transformaciones en las relaciones entre el medionatural y la población indígena, ningunamodificación pudo "compararse con loscambios producidos por la explotaciónespañola". Los indígenas "fueron más afectados por las apropiaciones de tierra quepor la erosión, más por el control españolsobre el sistema de riego que por la carencia absoluta de agua ". En consecuencia,en LOJ aztecas Gibson se aboca a trazar esas"fuerzas de control L..Jhumanas" que a lolargo del periodo colonial ejercieron diversas presiones sobre los habitantes indoamericanos del Valle de México. "!
Como en el caso de Tlaxcala, dondenarra los efectos nocivos de la irrupciónde los civiles españoles en la provincia, enLos aztecas Gibson retoma la noción decómo los elementos foráneos alteraronde manera drástica una armonía preexistente: en la primeta obra, la avenencia surgida luego de la conquista entre los maceguales tlaxcaltecas, los "principales" ylos agentes del "colonialismo humanista";en la obra posterior, la concordia entre losindoamericanos que ocupaban el Valle deMéxico y su entorno natural. Si bien Gibson está muy lejos de concebir a las comunidades del Valle como sociedades queexistían en un estado de naturaleza, como"hombres (y mujeres) naturales", en LOJ
aztecas recurre a otro de los tropos más comunes en la literatura antropológica: la
69 Crosby, eolnmbia» , 1972 .7 0 Gibson, Aztecas, 1981, p. 1L7 1 loid., p . 12.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
de la comunidad primigenia que mantiene una relación armoniosa con su entorno,vínculo que es amenazado -e incluso destruido- por la intrusión de los foráneos,quienes someten y explotan a los aborígenes, se apoderan de sus bienes y recursos,y degradan a la naruraleza .F Aunque pueda ser cierto, como afirma Lockharr, queGibson no se vio "profundamente afectadopor los conceptos y los m étodos de la antropología";" en un nivel más recónditoparece que compartía con ésta no pocosde sus merarrelaros más estimados. En Losaztecas, la conquista -la irrupción del foráneo, del extraño- actúa como hito de laperturbación de la relación entre los humanos y la naturaleza. Además de fungircomo límite cronológico señalando el "antes" y el "después", la conquista adquiereen tal construcción narrativa una dimensión ética, ya que representa el momentode la "caída". El demarcador cronológico-la conquista- opera como algo más queun recurso para ubicar la secuencia de losacontecimientos que son referidos comoparte de una historia; se convierte, además,en una de las maneras retóricas en que seconstruye al "otro" onrológicamente.?" Yaque antes de ella prevalecía la armonía entre la sociedad y la naturaleza, los indígenas del periodo anterior a esa "caída" sonconcebidos a partir del "mito de la integridad social o de la autenticidad't.?"
Aunque revestida de un empirismoapabullante, que genera la sensación deque la obra carecede toda consideración quetrascienda la erudición en su sentido más
72 Este argumento está basado en Spurr, Rbetoric ,1993, pp. 156-169; White, Tropia, 1986, pp. 183-196.
73 Lockhart, "Charles", 1988, p. 26.74 Sobre el particular, véase Fabian, Time, ] 9Hj ," Spurr, Rhetoric, 1993, p. 139 .
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escueto y que está desprovista, por ende,de consideraciones teóricas o concepruales-mucho más de reflexiones filosóficas-e,"?Los aztecas contiene profundas inquietudesmorales. Como Jonás dentro de la hallena,las tribulaciones éticas de Gibson quedanengullidas por una inmensidad de datos,detalles y hechos. Aún así, las inquietudeséticas afloran insistentemente en la obra deGibson; ellas corresponden a la historiografía estadunidense más importante desu época referente a América Latina, comoevidencia todo el debate, de gran algideza partir de los años treinta del siglo xx,en torno a las consecuencias de la conquista española sobre las sociedades indoamericanas, sintetizado en torno a la denominada leyenda negra.?? No en balde, eltema de la leyenda negra surge con frecuencia en la obra de Gibson; se alude aella en las conclusiones de Los aztecas, aligual que en algunos trabajos que elaboróaños más tarde, como el volumen que editó sobre el tema a principios de la décadade los setenta, al igual que en sus más importantes trabajos de síntesis sobre las condiciones de los indoamericanos bajo el dominio español. ?"
76 Van Young, "Rercnr", 1985, p. 726, YLockhan, "Charles", 1988, p. 30.
77 Keen, "Majn", 1985, pp. 663-671. Obviamente , estas discusiones no fueron exclusivamenteestadunidenses, ya que en ellas también participaroneuropeos, sobre todo españoles, y, por supuesto, latinoamericanos. Al respecto,véase Gibson, B!ack, 1971,pp. 3-27.
7" Gibson, Aztecas, 1981, p. 413; Blace, 1971 ;España, 1977, pp . 226-227 Y 259; "Indian", 1986,pp. 381-382. Según la bibliografía que se incluye enLockhart, "Charles", 1988, pp. 46-47, su ensayo"lndian" , 1986, escrito para The Cambr idge History ofLatm America , fue el último trabajo publicado porGibson.
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Esa presencia de la leyenda negra enla obra de Gibson, aunque plagada de dificultades y trampas, remite al gran tema deLos aztecas: cómo se modifica (o disuelve)una civilización. Esta afirmación puederesultar contradictoria con lo que, en términos generales, se suele destacar en elmundo académico estadunidense acercade la contribución de Gibson a la historiografía de las sociedades indoamericanasluego de la conquista. Según tal criterio,
Lagran contribución de [Los azt~as] [",j fueel despliegue, sobre un lienzo muy amplio,de la lección de que las estructuras y la vitalidad indígenas sobrevivieron en lo fundamental a la conquista, y que afectaron, ymuchas veces casi dictaron, todas las medidas que planearon o emprendieron los españoles."?
De tal forma, Gibson desmintió laidea, muy generalizada anteriormente, deque la conquista "había destruido la civilización india dejando sólo el nivel de la aldea" .80 En consecuencia, las poblacionesindígenas de América dejaron de ser concebidas como meras receptoras de las políricas españolas, y pasaron a verse comoagentes activos en el surgimiento de losesquemas económicos, sociales y culturales que se fueron gestando a lo largo delperiodo colonial. Es decir, Gibson trazóun nuevo paradigma a base del cual interpretar las interrelaciones entre españolese indígenas, entre dominantes y dominados, que se convirtió en el modelo imperante en la historiografía esradunidense."!
79 Lockhart, "Charles", 1988, p. 36.RO lbid., p. 33-8 1 La influencia de tal paradigma es palpable en
las mejores obras de síntesis sobre la historia latino-
PEDRO L, SAN MIGUEL
Partiendo de la premisa de que en elloreside el mérito principal de Losaztecas,Lockhart ha señalado que existe una contradicción entre lo que sería el argumentocentral de esta obra y su parte demostrativa, por un lado, y las conclusiones generales a las que llega su amor, por otro lado.Según Lockhart, a pesar de demostrar empíricamente la supervivencia de muchasde las estructuras indígenas, en sus conclusiones Gibson enfatizó la "explotación" yla "decadencia" como los rasgos predominantes de las sociedades indígenas delMéxico central luego de la conquista. Porende, Lockhart considera que existe unainconsistencia entre la parte empírica de laobra de Gibson y sus conclusiones; y quetal incongruencia se debe en buena medida a las influencias de la leyenda negrasobre él: aunque Gibson "minimizó conéxito su impacto en el cuerpo del libro,siempre simpatizó con la flJeyenda [n]egra".82 Como sugiere el mismo Lockhart,en la obra de Gibson la dimensión éticaterminó imponiéndose a los datos; paradecirlo en los términos de Hayden White,su dimensión "merahisr órica" terminó 50
breimponiéndose a las consideracionesempíricas.f"
Es obvio que desde una perspectiva estrictamente empirista, este rasgo de laobra de Gibson podría interpretarse comouna suerte de desmériro. El mismo Lockhart, a pesar de mostrar una gran admiración por el conjunto de la obra de Gibson,piensa que la conclusión de Los aztecas "nohace justicia a la multirud de percepcionesacertadas que se revelan en el cuerpo del
americana producidas en Estados Unidos, como ejemplifica Lockharr y Schwartz, Ear/y, 1983.
82 Lockhart, "Charles", 1988, p . 36 .83 Whi ce,Metahistoria, 1992.
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
esrudío"."' Pero creo que esta interpretación pasa por alto varios factores . Sobretodo, ¿cuál era la concepción de Gibsonsobre la civilización? Es decir, ¿qué criterios usó para definir la "civilización azteca" y, en consecuencia, para determinarsu decadencia a raíz de la conquista? Comoes su costumbre respecto de los problemasconceptuales, Gibson no ofrece una definición sistemática de lo que entiende por"civilización"; a lo sumo, en el párrafo inicial de su obra brinda algunas ideas muyvagas acerca de la civilización azteca. Noobstante, el manejo que hace del términoen ese brevísimo pasaje sugiere cuál essu punto de partida. Al respecto, diceGibson:
La civilización azteca es conocida por su extraordinaria empresa imperial en los siglos xvy principios del XVI, Ypor su pronra derrocaa manos de un ejército español en 15191521. Este libro analiza la historia de la civilización azteca después de esa derrota y loscambios que tuvieron en la vida indígenadurante los tres siglos siguientes de subyugarnienro al poder de la corona española."?
De esta cita parece desprenderse que,para Gibson, el criterio determinante en laexistencia de la civilización azteca era lapresencia de un sistema imperial; es decir,de una estructura política compleja y elcontrol de una base territorial amplia. Esranoción se basa en un cierto evolucionismo,muy común en la antropología política,que tiene entre sus fundadores a LewisMorgan.f" En el caso particular de los az-
"4 Lockhart, "Charles", 1988, p. 36."' Gibson, Aztecas, 1981, p. 5. Cursivas mías."6 VéaseLlobera,A ntropología, 1979, secci6nll1:
"Formas de organizaciónpolírica:un esquemacuasi-
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tecas, el sistema impe rial conllevaba eldom inio de diversos grupos étn icos, comose demuestra en la relación que hace Gibson de las "tribus" que ocupaban el Vallede México a la llegad a de los españo les."Este abigarrado conjunto de "tribus" fuepreservado en el imperio azteca; más aún:buena parte de su administración dependía de las funciones específicasque realizaban las "p rincipales entidades tribales".88Luego de la conquista, tales identidadespervivie ron, si b ien se alte ró la relaciónde poder previamente existente ent re ellas.A partir de entonces, se debilitaron "lasunidades tr ibales más fuert es" m ientrasque se fortaleció "la posición de [los] pueblos intermedios". Con todo, las "tribus"no desaparecieron e, incluso, los españolesrecurrieron a ellas cuando así convino a .sus intereses. Por ejemplo, hacia mediadosde l sig lo XVI, el repartimiento, insti rución colonial destinado a obtener manode obra, "mantuvo los precedentes tribalesanter iores a la conquista"; todavía a princi pios de de la centur ia siguiente, "huellasde la estructura tribal azteca eran visiblesen la organización laboral".89
Sin embargo, como proceso general,las divisiones tribales más grandes tendieron a desaparecer. No por casualidad, unade las "tribus" que pervivió fue la de losotomíes, que antes de la conqu ista era unade las más débiles. La política españolaestribó en eliminar todo aquello qu e contribuyera a sostener o meramente a recordar el pasado imperial azteca, lo que fa-
evolucion ista". Pacael caso concreto de México , v éase
el trabajo de Carrasco, "J erarquía", 1979, que se incluye en ese volumen.
"' Gibson, Azt«as, 1981, pp. 13-24.xx tu«,p. 26.89 Ibid. , pp . 30-31.
" ¿QUI~N HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
voreció "la pé rdi da de identidad de lospri ncipa les grupos [tribales]"; por el contrario, los más débiles y menos conspicuos"se conservaron L..]por defi cienci a't.?" Enconsecuencia, desaparecieron o fueron suplantadas las instancias esratales aztecas, aligual que los referentes tr ibales más importantes . Es decir, fuero n destruidosaquellos elementos de la organización polít ica que, según la concepción de Gibson,le brindaban coheren cia al imperio, queera, en su esquema, lo que le confería a lasociedad azteca el rango de civi lización .Si a esto añadimos la hecatombe demográfica que ocurrió en el primer sig lo de laconquista, el uso de la mano de obra ind ígena para beneficio de los españoles, lat rans formación del me dio ambiente yla creciente apropiación de tierras, bosquesyaguas por los españoles, tenemos ento nces el cuadro completo de la degradaciónque sufrieron los indoamericanos. Todoesto redundó en un verdadero camb io civilizatorio.
Aunque la abrumadora evidencia empírica ofrecida por G ib son refiere lasmúltiples y creativas adaptaciones de losaztecas a la siruación colonial, al igual quelas "supervivencias" de diversas estructuras y práct icas indígenas, en el fondo relatala decadencia de una civilización. El colapso, la degradación y la decadencia const ituyen, por así decirlo , el sustrato metanarrat ivo de Los aztecas. Sin embargo, se rrarade W l camb io de civilización muy particular, ya que dicha decadencia no ocurriócomo resul tado de facto res internos, defuerzas intrínsecas a la sociedad azreca,sino como producto de agentes externos.Para decirlo en los términos de Braudel, laconq uista representa la coyun tura gue
90 lbid. , p. 33.
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"acelera" los cambios civilizatorios en lassociedades indígenas de Mesoamérica; ellahace que el "tiempo largo" se comprima,que las modificaciones ocurran en un lapsode riempo mucho más breve que el "normal". Esto es patente, sobre todo, si se toman en consideración las repercusionesdemográficas de la conquista.
Desde esa perspectiva de "larga duración" que adopta Gibson y que atiende,sobre todo, a las transformaciones estrucrurales sufridas por las sociedades indígenas, el hecho fundamental de la historiadel Valle de México fue la crisis demográfica que ocurrió luego de la conquista. Según Gibson, antes de la conquista habitaban en el Valle 1 500 000 indígenas.Hacia 1570 quedaban 325 000 y a mediados del siglo XVII, cuando se alcanzó elnadir demográfico, apenas sobrevivían70 000. A partir de entonces, aunque conalzas y bajas periódicas, la población indígena del Valle tendió a aumentar lentamente, alcanzando una cifra aproximadade 120 000 en 1742 y de 275 000 en1800.9 1 Como es sabida, esta catástrofedemográfica repercutió de formas muy diversas y complejas sobre las sociedadesmesoamericanas; incidió tanto sobre suvida económica y social como en la culrura. Irónicamente, señala Gibson, una delas consecuencias inmediatas de la disminución de la población fue "cierto relajamiento de las tensiones del medio"debido a que "una población indígena máspequeña hacía menos demandas" sobre losrecursos.P y no era para menos: como resultado de las plagas y las epidemias introducidas por los españoles, los habitantesindígenas del Valle pasaron a representar
91 Ibid., p. 144.92 Ibid., pp_ 10-]] _
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una proporción muy reducida de la población original: en 1570, sólo 22% deltotal de 1519 y un raquítico 5% a mediados del siglo XVII. Todavía a fines delperiodo colonial, cuando la población indígena se encontraba en proceso de recuperación, posiblemente no superaba unaquinta parte de la cifra de 1519.
En otras palabras, lo que Gibson narraes la historia de "los sobrevivientes": losque no murieron en lassangrientas guerrasiniciales de la conquista, los que no perecieron como resultado de las inclementesmortandades producidas por las enfermedades y las dolencias que se propagaron apartir de entonces, los que no sucumbieron a la desarticulación de las estructurascomunitarias tradicionales ni a los trastoques del medio ambiente inducidos porlos nuevos señores . Es al trasluz de estahecatombe demográfica que habría queplantearse el problema del cambio civilizatorio esrudiado por Gibson en su obra.Porque habría que preguntarse -aunquesea una pregunta realizada con frecuencia-, ¿cómo puede continuar existiendouna civilización si los grupos humanosque la hacen posible y que la sostienendejan de existir; si, como ocurrió en Mesoamérica, el colapso de la población original alcanza proporciones apocalípticasen apenas siglo y medio? Desde este puntode vista, la crisis demográfica resulta ser elhecho fundamental que determina las modificaciones que ocurrieron a partir de1519. La desaparición de la población original fue lo que, en buena medida, prescribió las adaptaciones de los sobrevivientesa los reclamos de los españoles. Ella incidiótanto sobre la "hispanización política"como sobre las respuestas de los pueblosindios a las exigencias económicas -de tributo, mano de obra y tierra- de los nuevos
PEDRO L. SAN MIGUEL
amos. También contribuyó a delimitar lanaturaleza y la frecuencia de las relaciones y de los contactos directos entre indígenas y españoles, lo que repercutió demanera concreta sobre el proceso de "aculcuración", es decir, sobre el cambio civiIizatorio.
Desde esta perspectiva, no deja de causar sorpresa que, como demuestra Gibson,muchas de las estructuras y las prácticasindígenas hayan sobrevivido a la conquista, y que, además, hayan desempeñadofunciones tan explícitas en definir las interrelaciones entre los indígenas y los españoles. Evidentemente, ello es indicativode la fortaleza de las antiguas civilizacionesmesoamericanas; también lo es de la enorme creatividad, del poder de adaptación yde la capacidad de resistencia cultural ysocial de "los que sobrevivieron". Sin embargo, esto plantea una pregunta crucial.Cuando en una obra histórica -por ejemplo, en Losaztecas de Gibson- se alude ala supervivencia, luego de la conquista,de las civilizaciones mesoamericanas, ¿aqué se refiere en concreto? ¿Qué criteriosse emplean para definir la civilización;cuáles para determinar su supervivencia?¿Cómo, en otras palabras, se conceptúanlas culturas y las identidades indígenas?¿Se basan tales criterios en las "supervivencias culturales", en la identificación de rasgos culrurales fijos, concebidos como "indios" , que continúan operando en la nuevasituación colonial, aunque el contexto general en que quedan inmersos haya cambiado completamente; o se basan en criterios menos fijos e inmutables, incluso enautopercepciones étnicas forjadas al calordel conflicto y la resistenciar'"
93 Sobre el particular, véase Field, "Who", 1994.
"¿Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
Estas cuestiones, de plena vigencia enel presente, remiten a las polémicas acercadel pasado de las sociedades indígenas, alos efectos del dominio colonial y de la civilización occidental sobre ellas, y a lasposiciones de las poblaciones indoamericanas en las naciones latinoamericanas contemporáneas. En gran medida, tales polémicas oscilan en torno a dos posicionesprincipales: aquella que considera que laspoblaciones indias de América son portadoras de una civilización propia, desvirruada y negada a raíz de la conquista, peroque constituye el germen de una alternativa civilizatoria opuesra a la civilizaciónoccidenral.?" y aquella otra que consideraal "indio" y a la "cultura india" -más alláde supervivencias concretas- como hechuras coloniales, razón por la cual aboga porla desaparición de "los indios" y por suincorporación a la nación como ciudadanos.? Entroncadas con las vertientes históricas del indigenismo de principios delsiglo xx, las polémicas en torno a rulesposiciones han adquirido nueva vida debido a lo que se percibe como la "reindianización de América".96 Como resulta evidente, estas polémicas giran también entorno al problema de la representación;versan acerca de "quién habla (con propiedad) sobre los pasados indios".
94 Bonfil , México, 200 1; "Aculturación", 1990.95 Martfnez, Patria, 1975 . En esta obra se realiza
un riguroso análisis sobre el origen colonial de "loindio" y de la "cultura india" que, aunque circuns crito a Guatemala, es aplicable a México.
96 Reina, Reindianizacián, 1997; Marzal, Historia ,1993 . En México, la obra clásica sobre el indigenismoes Villoro, Grandes, 1996. Recomiendo, asimismo, lalectura de dos obras referentes al mundo andino queabordan esta cuestión desde perspectivas polémicasy novedosas; ellas son Flores,Bsscando. 1993, y Vargas,Utopía, 1996.
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Sin asumir fronralmenre este debare,la obra de Gibson tiende a oscilar entreesras dos posiciones. Por un lado, reconocela supervivencia (quizás mejor aún : la reinvención) de importantes elementos sociales, políticos, económicos y culturales indígenas durante el periodo colonial. Noobstante, tales supervivencias se insertaronen un contexto general rotalmenre inédito,circunscri to por el hecho colonial. Así, resume Gibson:
10 que hemos estudiado es la decadencia deun imperio y una civilización ind ígenas . Elimperio se desplomó el primero [siel y la civilización se vio fragmentada en comunidadesindividuales. Hubo cierta creatividad en lasprimeras etapas de la transición, pero nopuede decirse que el proceso en conjunrohaya sido ptoductivo para los indígenas. l...]Casi todos los indios se sometieron a lasexigenciasde Josespañolesy protestaron sólorara vez. La civilización se vio invadida derasgos españoles en muchos puntos, peroconservó su particular carácrer indígena enparte por convicción, en parte porque fuereducida a una categoría social tan baja queno tuvo ocasión de cambiar."?
Esre complejo proceso de cambio civiIizatorio, que es, por así decirlo, el eje narrativo en romo al cual Gibson organiza suevidencia, queda sintetizado en la estructura del libro, tal como indica el orden desus cap úulos.?" Luego de describir las ca-
97 Gibson, Aztecas, 1981 , p. 418 .98 Loscapítulos del libro son: 1) El Valle de Mé
xico; 2) Tribus; 3) Lospueblos; 4) Encomiendas y corregimientos; 5) La religión; 6) La población; 7) Laadministración política de los pueblos; 8) Tributos yfinanzas de lospueblos; 9) El trabajo; 10) La tierra; 11)La agricultura; 12) La producción y el intercambio;13) La ciudad, y 14) Conclusión.
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racter ísticas geográficas y ecológicas delValle de México, de destacar la relaciónarmoniosa de sus habitantes originales consu enromo, y de sugerir las transforrnaciones provocadas por la conquista, Gibsonpasa a relatar las peripecias de las "tribus"y los "pueblos" duranre el periodo colonial. Al respecto, y como ya he señalado,destaca la virtual desaparición de las primeras y la supervivencia de los segundos.En los capítulos subsiguientes, Gibson serefiere a aquellas instituciones españolasque inicialmente incidieron de forma directa y decisiva sobre las comunidades indígenas, como la encomienda, los corregimientos y la Iglesia. Aquí de lo que setrata es de resaltar las tensiones a que fueron sometidos los indígenas; aunque muysutilmente, es una estruccura narrativaque va anudando la trama, que va generando una creciente tensión entre los mundos azteca y español, si bien tal artificioqueda velado por la gran cantidad de datosofrecidos por Gibson, que generan unasensación de mero reporte, de una escuetaconstatación de hechos irrefutables.
Esa creciente tensión es coronada porel capítulo seis, que trata de la población,que se inicia con sus cálculos sobre el desplome demográfico en el Valle de México.Como ya he mencionado, en la obra deGibson, este acontecimiento opera comoel hecho fundamental del temprano periodo colonial ya que determina buena partede los desarrollos posteriores, incluso porque delimita el marco de las opciones delos indígenas y sus posibilidades de adaptación ante las presiones españolas. Portal razón, el escueto título de ese capítulo-"La población"> resulta un tanto equívoco. Si bien se inicia con un análisis de lastendencias demográficas, a continuaciónGibson pasa a estudiar varios temas refe-
PEDRO L. SAN MIGUEL
rentes a la historia social de "los sobrevivientes" . Al respecto, menciona el proceso de nivelación social que sufrieron losmesoamericanos durante el régimen colonial, que afectó especialmente a las clasesaltas, y sugiere cierras aspectos de lo queGibson considera que fue la degradaciónen que cayeron los indígenas, sobre todola ebriedad.
A partir de ese capítulo, que funcionacomo una especie de bisagra entre los anteriores y los subsiguientes, Gibson detallalas adaptaciones que realizaron los indígenas del Valle de México a la vida colonial. En esos capítulos se pormenorizanlas peripecias de las instituciones indias,sobre todo de las responsables de "los pueblos". Estas, apunta Gibson, durante laprimera generación posterior a la conquista, continuaron operando a base de los criterios prehispánicos, como fue el caso delos tlaroques, que dirigían las comunidades en esa época. Pero pronto se hizopatente, desde la perspectiva española, "lanecesidad de hispanizar el gobierno indígena", urgencia que se fundaba en el deseode "controlar las finanzas municipales delos indígenas ". Como ilustra este ejemplo,en estos capítulos Gibson se centra en narrar los encuentros, los enfrentamientos ylos desencuentros entre las institucionesindígenas y las españolas, destacando lasadaptaciones que realizaron las primerasante los reclamos de las segundas. No obstante, tales adaptaciones trascendieron laesfera de lo meramente administrativo;dejaron una marca indeleble, ya que transformaron la naturaleza de las institucionesindias. Al crear "nuevas y más rigurosascondiciones políricas", las exigencias españolas terminaron por transformar laesencia misma de los "gobiernos indios",tornándolos en organismos "explotadores,
" ¿ Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
siguiendo el ejemplo español".99 Comoen otros casos, Gibson recurre al tropo deuna armonía ancestral que es trastornaday degradada por fuerzas externas.
A tono con esa hispanización que padecieron las instituciones indígenas, lavida cotidiana de los habitantes del Vallecomenzó a transformarse. El tributo, lasfinanzas de los pueblos, los sistemas detrabajo, la estructura agraria, el uso de latierra y la agricultura, al igual que la producción y el intercambio en general, fueron adaptándose cada vez más a los patrones españoles .lOO "El trabajo -alegaGibson- tendió así a salirse de las categorías sociales, morales y espirituales en lasque lo habían situado los indios para entrar a las categorías económicas o físicasde Europa.t'l'" Mientras, la tierra pasaba demanera creciente a manos españolas, loque a la larga posibilitaría el surgimientode la hacienda, la más española de las instituciones del mundo rural. Esto resultóen menoscabo de las comunidades indígenas, muchas de las cuales quedaron virtualmente desprovistas de un fondo legalhacia fines del periodo colonial. Tal situación "amenazaba la comunalidad de lavida indígena", atentaba contra "su naturaleza y su existencia misma". Amén deperder sus propiedades, las comunidadesperdían a sus habitantes, muchos de loscuales terminaron refugiándose en las haciendas en busca de tierra, de trabajo o deesa seguridad que las antiguas solidaridades indígenas ya no podían brindar. Lascomunidades, por supuesto, reclamaronlo que seguían considerando que eran sus
99 Gibson, Azteca.<, 1981, p. 194 .lOO Tal es, vistos globalmente, el tema central de
los capítulos ocho al doce .uu Gibson, /vzieces, 1981 , p. 225.
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prerrogativas. Mas poco podían hacer alrespecro.
Una comunidad tenía poco que ofrecer comorespuesta al argum ento de qu e sus habitanteseran ga ñanes, porque eso eslo que eran; laadversidad había acabado por ser ratificadapot la costumbre y por la ley, y el status delos gañanes era la confirmación en sí, la costumbre. 102
Es decir, el cambio fue mu cho más queuna rransformación de índole material;conllevó una verdadera metamorfosis delos valores, constituyó una verdadera modificación civilizaroria. En la obra de G ibson, esta transición queda patente en laesrrucrura de Losaztecas, que se inicia con"lo más indio" (la relación entre naturalezay sociedad antes de la conquista, las rribus ,los pueblos) y culmina con "lo más español" (la hacienda, la ciudad). En ese relatode cambio civilizarorio que consrruye Gibson, la ciudad epitomiza el polo opuestode las estructuras indígenas' - las tribus ylos pu eblos- con las que inici a su narración. En e!!a, más que en ningún orro lugar de la colonia, se confunden y se borranlas ident idades étn icas orig inales. Esre proceso comenzó a ocurrir temprano en elper iodo colon ial; enrre fines del sig lo XVI
e inicios del XVII , ya las jurisdicciones eclesiásticas sufrían un progresivo "alejam iento de la organización indígena original".Un siglo'rnés tarde era parente el fracasodelos esfuerzos legales por mantener separados a los indígenas y a los no indígenas.103
10 2 lbid., pp . 304 -305 . Cursivas del original.10 3 lbid., pp. 385 -386. Debido a la func ión sim
bólica que desempeña la ciudad en la narrar iva deGibson , difiero de la apreciación de Lockhart, "Charles", 1988, P' 36, en el sentido de que el capírulo de-
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Para entonces, la "m ezcla de razas "cons rituía un fenómeno distintivo de laciudad de México. Uno de los ind icadoresde la nueva situación fue la crecien te participaci ón de los indígenas en la producción artesanal y en los g rem ios de origenespañol. H acia 1569 ya se afirmaba que"no existía oficio en la ciudad qu e los indios no hubieran aprendido". A pesar delrechazo inicial de los arresanos españoles,quienes se oponían a su presencia en laproducción artesanal, los ind ígenas se fueron incorporando a los gremios comomano de obra . Ante su avance, los artesanos españoles recurrieron al exped iente racial, requiriendo qu e los practicantes dedeterminados oficios fueran blancos exclusivamente. "Pero en las complejidades dela economía colonial posrerior de la ciudad, esas distinciones étnicas no prevalecieron." Como emblema de la nueva situación , Gibson menciona a la RealFábrica de Tabacos, en la cual , hacia finesdel periodo colonial, "ent re 6 000 y 9 000miembros, hombres y mujeres de rodaslas clases", se cod eaban entre sí. 10·1 Estehecho , que figura como úlrimo daro ofrecido en Los aztecas, cumple un a funciónsim bólica en la narración de Gibson , Enprimer lugar, porque retrospectiva mente,desde la persp ectiva del rard ío siglo XVIII ,evoca el resultado de ese cambi o civilizatorio que Gibson ha intentado demosrrar alo largo de roda su obra. y, en seg undolugar, porque desde un punto de vista progresivo, la mezcla racial parece emblemarizar al México del fururo . El daro hisrórico,la amalgama racial prevalecienre en la Fá-
dicado a ella en A zteca> es una suerte de añadido querecoge inform ación "potencialmen te valiosa", peroque está "hasta cierto punto divorciado de los demás".
101 Gibson, Aztecas, 1981 , pp . 408-4 l 2.
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brica de Tabacos, se convierte en un recurso retórico, en un artilugio narrativopara simbolizar, como resultado, la historiade los aztecas bajo el dominio español;pero, además, para anunciar el surgimiento de una nueva civilización en el corazónmismo del antiguo imperio azteca, visiónacerca del subsiguiente devenir históricomexicano arraigada en la noción del México mestizo.
Éste no es, sin embargo, el único elemento que sugiere lo que, según Gibson,fue la suerte de la antigua civilización azteca y de los indígenas que la componían.Posiblemente, ningún aspecto tiene unpapel tan relevante en ese sentido en sunarrativa como la embriaguez, mal-alegaGibson- que aquejó de forma general alos indígenas de México luego de la conquista. Si bien de manera "no premeditada", "el colonialismo español ofrecióestímulos ['..J significativos, para el vagabundeo y el alcoholismo"; casi cualquier"crisis en la economía precaria de sus vidasse convertía en ocasión para la haraganería en gran escala". En lo que al consumode alcohol se refiere, Gibson resalta que,en la época prehispánica, únicamente losenfermos y los ancianos solían consumirpulque regularmente; sólo se otorgabanpermisos parasu consumo exrendido "paracelebrar ceremonias públicas y celebraciones religiosas". Pero con el desplome delos controles y las regulaciones producidopor la conquista, su uso se difundió entrela población; entonces emergió "el alcoholismo popular permanente", un fenómenosocial previamente desconocido. "Pocodespués de la conquista la poblaciónindígena se dio rápidamente a la bebida."Amén de ser resultado de la expansión desu producción en las haciendas españolas,donde "se convirtió en una gran indus-
"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?"
tria", el consumo generalizado de pulque"puede atribuirse -según Gibson- a la angustia profundamente arraigada en la sociedad indígena". 105 Por ral razón fracasaron todos los esfuerzos de las autoridadespor erradicar la bebida y la embriaguez.
En el relato profundamente eticista deGibson, la embriaguez denota la decadencia espiritual y la ruina moral de losmesoamericanos. Este tipo de discurso'entronca con las posiciones moralistas deautores coloniales --como Motolinía, LasCasas y Sahagún-,IOG pero también conlos discursos sobre la nación que surgieronen el siglo XJX y que establecían una tajante dicotomía entre el indígena de la épocaprehispánica, capaz de construir hermosasciudades y monumentos, y de elaborar sublimes narraciones, poemas y cantos, y losindígenas de la época colonial y del presente, degradados al extremo de resultarinconcebible que fueran descendientes delos primeros.l'" Discursivamente, el puntode contacto entre los religiosos del sigloXVI y los "fabuladores de la nación" delsiglo XIX lo constituyen los escritores mestizos del periodo colonial, que con frecuencia desararon recias -aunque disimuladasinvectivas contra la ignominia que habíanpadecido las sociedades indoamericanascomo producto de la conquista, y cuyasfiguras más relevantes quizás sean Guamán Poma de Ayala y "el Inca" Garcilasode la Vega. ros
Esta larga genealogía de la noción cIelindio degenerado y envilecido desembocó,
la' tus, pp. 151-152.106 [bid. p. 151, n. 58; Pastor,jardín, 1999, pp.
181-262.107 Rozar, Orígenes, 2001.
108 Marzal, Historia, 1993, pp. 220-270, YPastor,jardín, 1999, pp. 393-526.
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en el siglo xx, en la concepción antropológica de la "cultura de la pobreza", compuesta por una herencia de degradación ycarencia en la cual vivirían las grandesmasas de México, sobre todo sus sectoresindígenas y campesinos.l'" Entre sus componentes se encontrarían el vagabundeo, laebriedad y la violencia. En tal sentido, elestudio de historia colonial termina constituyendo una "genealogía del presente" enla cual se realiza una búsqueda en el pasado de los orígenes del "tradicionalismo",la pobreza y la ignominia contemporánea.En esta concepción, la imagen del indiocolonial borracho actúa como un poderosoicono de su degradación en el presente.
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