Segundo día - Real Oratorio Del Caballero de Gracia

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2. ASÍS Peregrinación a Santuarios de Umbría y Alto Lacio Segundo día – Domingo 1 de mayo (II) 2. ASÍS D espués de haber hablado de San Francisco, vea- mos ahora más detenidamente los lugares visita- dos en este día. En otro boletín hablaremos de las visi- tas de este día 1 de mayo, por la tarde. Basílica de Santa María de los Ángeles La basílica está a muy pocos metros del hotel donde nos alojábamos. Tiene una planta rectangular, dividida en una nave central y dos laterales, flanqueadas por diez capillas Se construyó entre 1569 y 1679 encerrando a una pequeña iglesia del siglo IX, la Porciúncula, el lugar más sagrado para los franciscanos. Fue aquí donde el joven Francisco de Asís encontró su vocación y renun- ció al mundo para vivir en la pobreza entre los pobres y comenzó el movimiento franciscano. La basílica de Santa María de los Ángeles, junto a otros lugares franciscanos de Asís, fue declarado Patri- monio de la Humanidad por la Unesco en 2000. Conforme vastas cantidades de peregrinos se acer- caban a Asís para recibir el «Perdón de Asís», el pequeño espacio de la Porciúncula fue completamen- te inadecuado para albergar a todos estos peregrinos. Creció la necesidad de construir una iglesia que incor- porara la Porciúncula. Los edificios alrededor del san- tuario se demolieron por orden del papa Pío V (1566- 1572), excepto la Ermita del Tránsito, la celda en la que había muerto San Francisco. La construcción de la basílica comenzó el 25 de marzo de 1569. Esta majestuosa iglesia, la 7.ª en tamaño de la Cris- tiandad, fue diseñada en un marcado estilo manieris- ta prefigurando el Barroco por dos famosos arquitec- tos, Galeazzo Alessi y Vignola. La notable cúpula, que descansa sobre un tambor octogonal con ocho ventanas y cornisas, se acabó en 1667. La construc- ción de la iglesia finalmente acabó en 1679. Se aña- dió un campanario en 1684. Se pretendió al princi- pio que tuviera otra torre idéntica, pero nunca se construyó. Santa María de los Ángeles. Nave con la Porciúncula.

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2. ASÍSPeregrinación a Santuarios de Umbría y Alto Lacio

Segundo día – Domingo 1 de mayo (II)

2. ASÍS

Después de haber hablado de San Francisco, vea-mos ahora más detenidamente los lugares visita-

dos en este día. En otro boletín hablaremos de las visi-tas de este día 1 de mayo, por la tarde.

Basílica de Santa María de los Ángeles

La basílica está a muy pocos metros del hotel dondenos alojábamos. Tiene una planta rectangular, divididaen una nave central y dos laterales, flanqueadas pordiez capillas

Se construyó entre 1569 y 1679 encerrando a unapequeña iglesia del siglo IX, la Porciúncula, el lugarmás sagrado para los franciscanos. Fue aquí donde eljoven Francisco de Asís encontró su vocación y renun-ció al mundo para vivir en la pobreza entre los pobresy comenzó el movimiento franciscano.

La basílica de Santa María de los Ángeles, junto aotros lugares franciscanos de Asís, fue declarado Patri-monio de la Humanidad por la Unesco en 2000.

Conforme vastas cantidades de peregrinos se acer-caban a Asís para recibir el «Perdón de Asís», elpequeño espacio de la Porciúncula fue completamen-te inadecuado para albergar a todos estos peregrinos.Creció la necesidad de construir una iglesia que incor-porara la Porciúncula. Los edificios alrededor del san-tuario se demolieron por orden del papa Pío V (1566-1572), excepto la Ermita del Tránsito, la celda en laque había muerto San Francisco. La construcción de labasílica comenzó el 25 de marzo de 1569.

Esta majestuosa iglesia, la 7.ª en tamaño de la Cris-tiandad, fue diseñada en un marcado estilo manieris-ta prefigurando el Barroco por dos famosos arquitec-tos, Galeazzo Alessi y Vignola. La notable cúpula,que descansa sobre un tambor octogonal con ochoventanas y cornisas, se acabó en 1667. La construc-ción de la iglesia finalmente acabó en 1679. Se aña-dió un campanario en 1684. Se pretendió al princi-pio que tuviera otra torre idéntica, pero nunca seconstruyó.

Santa María de los Ángeles. Nave con la Porciúncula.

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El 15 de marzo de 1832 la nave central, unaparte de una nave lateral y el coro se cayeron durante unviolento terremoto. La cúpula evitó la destrucción, peroquedó con una amplia grieta. El ábside y las capillaslaterales quedaron en pie. La reconstrucción de la basíli-ca comenzó en 1836 por el arquitecto Luigi Poletti yse acabó en 1840. Remodeló la fachada en un estiloneoclásico. Entre 1924 y 1930 se devolvió a esta facha-da su estilo pre-barroco original por Cesare Bazzani. Laestatua dorada de la Madonna degli Angeli («Virgen de

los Ángeles»), obra del escultor Colasanti, se colocó enla parte alta de la fachada en 1930.

El 11 de abril de 1909, la iglesia fue alzada por elpapa Pío X al rango de «basílica patriarcal y capillapapal».

Descripción

La basílica tiene una planta rectangular, dividida enuna nave central y dos laterales, flanqueadas por diez

Santa María de los Angeles, de noche.

Santa Maria de los Angeles, procesión el día de llegada.

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capillas laterales, con un transepto en el extremo, yun largo coro en un ábside semicircular, destacando dela planta. La Porciúncula queda situada directamentedebajo de la cúpula. La iglesia tiene 126 metros delargo, 65 de ancho y la cúpula tiene 75 de alto.

La nave y los pasillos laterales se reconstruyeron enestilo dórico neoclásico por Luigi Poletti. El ábsidealberga un precioso coro de madera, tallado por loshermanos franciscanos a partir de 1689, la cátedrapapal, con bajorreliebes de E. Manfrini, y el altar papal.La capilla del tránsito, la celda en la que murió san Fran-cisco, aún se conserva. Está situada bajo el coro, con-tra las columnas de la derecha de la cúpula.

La Porciúncula

La chiesetta (iglesita) de Porciúncula (en italiano,«pequeña porción») es el lugar más sagrado para losfranciscanos. San Francisco recibió esta pequeña igle-sia, datada del siglo IX, de los monjes benedictinos.

La iglesia está exquisitamente decorada por artistasde diferentes periodos. Sobre la entrada hay un fres-co de Johann Friedrich Overbeck (1829) que repre-senta a San Francisco recibiendo de Cristo y la Virgenla indulgencia, conocida como el «Perdón de Asís». Lapared lateral del lado derecho muestra fragmentos dedos frescos de artistas umbros desconocidos. El aus-

En la puerta de Santa María de los Angeles.

Interior de la Porciúncula.

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tero interior está decorado en un simple estilo góticocon frescos de los siglos XIV y XV. La obra más destaca-da es el fresco en seis partes en el ábside de esta peque-ña iglesia, pintado por Ilario da Viterbo (1393). En laparte posterior, por encima de la entrada, hay un frescoque representa la Crucifixión de Pietro Perugino.

El Tránsito

La Capilla del Tránsito —Cappella del Transito— es lapequeña habitación en la que murió san Francisco el 3de octubre de 1226. Era una pequeña cabaña que ser-vía de primitiva enfermería. Está decorada en el exteriorpor el fresco del Tránsito obra de Domenico Bruschi(1886). En el interior, sobre el pequeño altar, está lacuerda de San Francisco. Tras el altar, hay una estatuade terracota de San Francisco obra de Andrea dellaRobbia (h. 1490). Sobre los muros hay un fresco deGiovanni Spagna (1520), representando a los primerosseguidores de San Francisco, con sus nombres encimade cada retrato (Ruffino, Leone, Masseo y Egidio).

La cripta

Se construyó una nueva cripta detrás del altar entre1965 y 1970. Durante las excavaciones de encontra-

Capilla del Tránsito.

Crucifijo de San Francisco.

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ron cimientos de las pequeñas cabañas originales,rodeando a la Porciúncula. El altar de la cripta descan-sa sobre un enorme tronco de árbol con muchasramas, esculpido por Francesco Prosperi. Tras el altarhay un tabernáculo en bajorrelieve hecho con terra-cota, obra de Andrea della Robbia, expresando conuna extrema delicadeza las emociones de las figuras. Lasección superior incluye San Francisco recibiendo losestigmas, la Coronación de María (con los ángeles

músicos), San Jerónimo el penitente; la inferior mues-tra la Anunciación, la Natividad y la Adoración de losMagos.

La Rosaleda y la Capilla de la Rosa

Se entra en la Rosaleda a través de la sacristía. Sonlos últimos restos del antiguo bosque en el que SanFrancisco y sus frailes vivieron. Aquí hablaba con las

Rosaleda. Estatua de bronce obra de V. Rossignoli (1916).Escudo de San Francisco.

Con Alberto, en la entrada de Santa María de los Angeles.

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tórtolas, invitándolas a alabar al Señor. Las palomashabían anidado desde tiempos inmemoriales en lasmanos de la estatua de san Francisco en esta rosaleda.

Según la tradición —afirmada por vez primera a fina-les del siglo XIII— una noche san Francisco, sintiendo latentación de abandonar este estilo de vida, rodó des-nudo entre las espinas de las zarzas en un intento desuperar la duda y la tentación. En contacto con su cuer-po, las zarzas se transformaron en rosas silvestres sinespinas. Desde entonces la variedad de Rosa caninaassisiensis se ha cultivado en este jardín.

Desde la Rosaleda se entra en la Capilla de la Rosa.Era la celda en la que San Francisco descansó y pasó elresto de la noche en oración y penitencia. Aquí encon-tró también a San Antonio de Padua. Después de sumuerte se construyó una capilla en el siglo XIII, amplia-da en el XV por San Bernardino de Siena. Fue decora-da entre 1506 y 1516 con una serie de frescos devarios pintores, entre los que estaba Tiberio d’Assisi,representando la primitiva comunidad franciscana y losprimeros santos de la orden, el milagro de las rosas yla concesión de la indulgencia.

Rivotorto

Fue el lugar donde se vivió la primavera francisca-na. Después que San Francisco de Asís consiguió laaprobación del Papa Inocencio III de su regla, regresóa su ciudad natal. Se estableció junto con otros oncehermanos en un establo en las afueras de Asís. Desdeallí podían visitar a los leprosos, ir a la iglesia y traba-jar en Asís. Un día llegó un lugareño metiendo a la

fuerza a su animal de carga, insultando a los herma-nos. Francisco, que no se apegaba a nada, dejó ellugar donde se habían vivido los tiempos más hermo-sos del franciscanismo.

“San Francisco se recogía con los suyos en un lugarcercano a la ciudad de Asís, llamado Rivotorto.Había allí una choza abandonada; en ella vivían losmás valerosos despreciadores de las grandes y lujo-sas viviendas, y a su resguardo se protegían de losaguaceros, pues, como decía el Santo: “antes sesube al cielo desde una choza que desde un pala-cio”. Todos sus hijos y hermanos vivían en aquellugar con su Padre, padeciendo mucho y carecien-do de todo, privados muchísimas veces hasta del ali-vio de un bocado de pan, contentos con los nabosque mendigaban trabajosamente de un lado a otropor la llanura de Asís. Aquel lugar era tan exagerada-mente reducido, que malamente podían sentarse nidescansar. Con todo, no se oía por eso murmura-ción o queja alguna; antes bien, con ánimo sereno yespíritu gozoso, conservaban la paciencia”. (Tomásde Celano, Vida Primera, 42)

Una choza junto a un riachuelo

Rivotorto —“río con revueltas”— es un riachuelo quenace por debajo del camino de Asís a Panzo, en la faldadel Subasio, y desemboca en el Ose, catorce kilóme-tros más abajo. De los varios arroyos que surcan la lla-nura asisana es el único que merece ese nombre, porsus retorcidos meandros. A mitad del recorrido, en

Santuario de Rivotorto.

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medio de la llanura, lo cruzaba mediante un puentecilloel antiguo camino de Asís hacia Cannara y Roma, quelas inundaciones hacían a veces impracticable.

En ese cruce precisamente había un tugurio abando-nado, tres paredes de piedra cubiertas de palos y ramas,tal vez refugio y lugar de descanso para campesinos yviandantes que a diario circulaban por allí. Su estadodebía de ser lamentable, pues los biógrafos dicen queestaba completamente abandonado y olvidado de todos.Allí se refugió Francisco con sus primeros hermanos yallí permanecieron más de dos años, desde el 16 de abrilde 1228 hasta una fecha incierta entre 1210 y principiosde 1211, antes de la conversión de Santa Clara. Y ese fueel escenario de algunos episodios importantes, como lallegada de los once primeros compañeros de San Fran-cisco, la redacción de la primera Regla, la reparación dela cercana iglesia de San Pedro de la Espina, fray“mosca”, la visión del carro de fuego, el fraile que semoría de hambre por exceso de ayuno, el paso delemperador Otón camino de Roma, etc.

Cuna de la Orden

Aunque se suele decir que la cuna de la Orden esSanta María de la Porciúncula, tal afirmación se basa enun error del biógrafo fray Tomás de Celano, que estabaconvencido de que el Santo había vivido allí y había

reparado la iglesia antes de tener compañeros. Por eso,al referirse a Francisco moribundo en el palacio delobispo, dice que pidió ser trasladado a Santa María,pues deseaba entregar su alma allí donde “como se hadicho, conoció claramente por primera vez el caminode la verdad”. Y en la segunda no duda en asegurar queen aquella iglesia “tuvo su origen la Orden de los her-manos menores y en ella, al crecer el número, comoen cimiento firme, se levantó su noble edificio”.

San Buenaventura, que depende en buena partede Celano, escribe también que el santo amó con pre-

Iglesia de Rivotorto.

Llegada a Rivotorto.

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ferencia a Santa María , “pues aquí empezó humilde-mente, aquí progresó en la virtud y aquí terminó feliz-mente el curso de su vida”. Y en otro momento diráque “este es el lugar en que San Francisco, por inspi-ración divina, dió comienzo a la Orden de los herma-nos menores”. Y al referirse al traslado de Rivotorto ala Porciúncula, asegura que lo hizo “movido por lagracia divina, con el fin de que allí donde por los méri-tos de la Madre de Dios tuvo su origen la Orden delos Menores, recibiera también, con su auxilio, unrenovado incremento”.

Tales afirmaciones, sin embargo, caen por su propiopeso, pues del análisis de los hechos contados porellos mismos y por otros biógrafos y testimonios resul-ta que Francisco se empezó a interesar por la iglesia deSanta María cuando ya vivía en Rivotorto con sus pri-meros compañeros y que fueron estos los que empe-zaron a restaurarla. Dicha restauración, como resultade un documento de la primera mitad del siglo XIII con-servado en el Sacro Convento de Asís, debió de durarhasta el 2 de agosto de 1215, fecha de la nueva consa-gración de la Porciúncula.

Ermita para retiro de frailes santos (siglos XIII-XIV)

El tugurio, según una constante tradición y antiguostestimonios documentales, estaba en el lugar que hoy Lugar de oración en los tugurios de Rivotorto.

Los tugurios de Rivotorto.

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ocupa el convento, santuario y parroquia de San Fran-cisco o Santa María de Rivotorto. Giotto, antes de1304, lo representó en la basílica superior de Asís divi-dido en tres cuerpos, tal como se conserva ahora. Esosignifica que el edificio actual ya existía a finales delsiglo XIII, pero sería un error identificarlo con el tugu-rio primitivo habitado por Francisco y sus primeroscompañeros. Al menos podemos asegurar que las doshabitaciones laterales (una cocina a la izquierda y undormitorio a la derecha) fueron añadidas con posterio-ridad, pero no después del siglo XIII. Seguramente fuepoco después de la canonización del Santo, cuandocada lugar habitado o visitado por él empezó a serobjeto de devoción y meta de peregrinos. Entonces eltugurio se convirtió en santuario y en ermita. Restos deuna cerca de piedra en la esquina del edificio hacensuponer además la existencia de un huerto junto a lacasa.

Una lápida con inscripción gótica de la primeramitad del siglo XIV recuerda que allí, “junto a Rivotor-to”, vivieron el Beato Gil de de Asís, que podría ser eltercer compañero de Francisco, o fray Gil de Capoccio,muerto en 1270, fray Conrado de Offida, que murió en1306, y un cierto Nicolás de Sebenic, que no hay que

confundir con San Nicolás Tavelic de Sebenico, marti-rizado en Jerusalén en el 1391. Antiguos cronistas delSacro Convento de Asís aseguran que fr. Nicolás, en elaño 1315, figuraba en los libros de administracióncomo “vicario de Rivotorto”, y a él le atribuyen la lápi-da conmemorativa, que dice así: “Aquí, junto al ríosinuoso, el Beato Gil de Asís y fr. Conrado de OffidaPiceno descansaron en Dios muchas veces”. Alguien,más tarde, añadió en el margen inferior, en letra máspequeña por falta de espacio: “Igualmente fr. Nicolásde Sebenic, dálmata”. La inscripción apareció mientrasse excavaban dentro del tugurio los cimientos para lospilares de la iglesia, entre 1597 y 1600.

En una carta del siglo XVII los frailes de la Porciún-cula confirman que en el actual santuario, anteriormen-te, nunca había habido más de un fraile. Esa es la razónpor la que el nombre de Rivotorto no aparece nuncaentre los conventos franciscanos antes del siglo XVII.

Capilla (1455) y después iglesia de Santa María de Rivotorto (s. XVII)

El eremitorio quedó abandonado por causa de lascontinuar guerras, que obligaron a la población asisana

Uno de los tugurios en el interior de la iglesia de Rivotorto.

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a refugiarse en las ciudades y castillos, hasta que el 12de junio de 1455, el asisano fray Francisco Saccardino,o Saccardo, franciscano Conventual del Sacro Conven-to de Asís, obtuvo permiso del vicario general de la dió-cesis, D. Francisco Vitali, “para edificar una capilla, igle-sia o majestad, con altar adecuado para celebrar laMisa, en el condado de Asís, en el paraje llamado Pon-ticelli (Puentecillo) de Rivotorto”.. Se dice edificar, perofue, en realidad, una restauración de la ermita y trans-formación del oratorio (la parte central) en una iglesiadedicada a Santa María. Los archivos notariales asisa-nos demuestran que los antepasados de Saccardo,aunque vivían en Asís, tenían propiedades en los alre-dedores del tugurio, al menos desde los tiempos defray Conrado de Offida y de fr. Nicolás de Sebenic.

A Saccardo no le preocupaba tanto la vida eremíticacuanto la restauración y conservación de una reliquiadel pasado, en trance de desaparecer, sobre todo des-pués de las catastrófica destrucción de la ciudad treceaños antes. Esa misma preocupación la tendrá, 35 añosdespués, el ministro general conventual fray FranciscoSansón de Brescia, al recomendar que “se mantenga laantigua devoción de Rivotorto”. En 1508, el ministrogeneral colocaba en el “convento” de Rivotorto a frayAntonio de Asís. Años más tarde, en 1586, el custodiodel Sacro Convento, de quien dependía el lugar, deci-dió la rehabilitación de la capilla, que había quedado de

nuevo abandonada. Pero fue el ministro general con-ventual fr. Felipe Gesualdi quien emprendió la tarea deconstruir una iglesia más grande que contuviera al san-tuario, animado tal vez por lo que se hacía entonces enla cercana Porciúncula. Junto a la iglesia se construyóun conventito de dos plantas, con seis celdas y lasdependencias más necesarias. Cuatrocientos años des-pués de San Francisco, Rivotorto volvía a ser habitadode nuevo por una comunidad de frailes.

En el año 1654, fray Miguel Ángel Catalano, futuroministro general, empleó el rico patrimonio familiarheredado en 1647 en ampliar el convento añadiéndoleun gran claustro. Una antigua planta de la iglesia, publi-cada en 1693 por Fr. Carlos Rainiero de Riminidemuestra que la iglesia no tenía otra función que la deproteger de la intemperie la humilde y preciosa reliquiafranciscana, puesto que la capilla de Saccardo ocupabael centro de la nave de la Iglesia, de planta cuadrada.

Un devastador terremoto arrasó iglesia y convento en1854, pero la “majestad” o capilla, de la que algunas vie-jas fotos muestran su aspecto externo e interno, quedóintacta. Sobre ella, el P. Bernardo Tini levantó la iglesiaactual, de estilo neogótico. En 1925–1926 se eliminó delas paredes el revestimiento que las cubría, dejando aldescubierto los muros de piedra del primitivo tugurio yermita. Hoy este santuario, tan importante para la histo-ria franciscana, es uno de los menos visitados de Asís, a

Bajando a San Damián.

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En San Damián.

Caminando hacia San Damián.

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pesar de que los documentos y la tradición demuestranclaramente que en este humilde lugar nació la Orden delos hermanos Menores y dió sus primeros pasos, en lamayor sencillez, humildad y pobreza.

Iglesia de San Damián

“La primera obra que emprendió San Francisco alsentirse libre de la mano de su padre carnal fue laconstrucción de una casa al Señor; pero no preten-de edificar una nueva: repara la antigua, remoza lavieja. No arranca el cimiento, sino que edifica sobreél, dejando siempre, sin advertirlo, tal prerrogativapara Cristo... Habiendo regresado al lugar donde,según se ha dicho, fue construida antiguamente laiglesia de San Damián, la restauró con sumo interés,en poco tiempo, ayudado por la gracia del Altísimo.Este es el lugar bendito y santo en el que felizmentenació la gloriosa Religión y la eminentísima Ordende señoras pobres y santas vírgenes por obra deSan Francisco, unos seis años después de su con-versión”. (Tomás de Celano, Vida primera, 18).

Francisco, repara mi Iglesia

San Damián, a un kilómetro apenas de Asís, por deba-jo de Santa Clara, a mitad de la bajada hacia la llanura y

rodeado de olivares, es uno de los lugares más sugesti-vos, importantes y llenos de recuerdos de los orígenesfranciscanos. Fue aquí donde Cristo crucificado invitó aFrancisco a “reparar la Iglesia, que amenaza ruina”, alcomienzo de su conversión. Aunque ahora el famosocrucifijo de San Damián, el más conocido y reproducidoen nuestro tiempo, desde el siglo XIII se conserva en laBasílica de Santa Clara. San Francisco tardó dos años enreparar la iglesia (1206-1208), antes de irse a vivir consus primeros compañeros al tugurio de Rivotorto (1208-1210). Hacia el otoño de 1211, unos meses después desu conversión, santa Clara de Asís y sus primeras compa-ñeras —entre ellas su propia hermana, Santa Inés deAsís— se trasladaron a San Damián, y aquí fundaron elmonasterio de Santa María de San Damián, el primero dela Orden de las Hermanas Clarisas.

Composición del Cántico del hermano Sol

Al volver del monte de la Verna, con los estigmas dela Pasión de Cristo en sus carnes, Francisco permane-ció en San Damián casi dos meses, en la primavera de1225, en espera de trasladarse a Rieti para una opera-ción ocular. Sin embargo no pudo ver a Clara, puesambos estaban entonces muy enfermos, y el santoresidía fuera de la clausura, con los frailes que se ocu-paban de las necesidades de las hermanas, en una

Claustro de San Damián.

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habitación a la derecha de la entrada de la iglesia.Era, probablemente, la misma donde estuvo viviendocon messer Pedro, el cura de San Damián, despuésde su conversión. Fue allí donde compuso el famosoCántico del Hermano Sol, o de las Criaturas, en mediode una gran tribulación por causa de sus enfermeda-des, y sin poder soportar la luz por una grave infec-ción ocular.

Cuna de la Orden de las Clarisas

Al día siguiente de su muerte, el 4 de octubre de1226, los restos mortales del Santo fueron trasladadosa Asís, pasando por San Damián, así Santa Clara y sushermanas pudieron darle el último adiós y, de paso,fueron testigos del prodigio de los estigmas, que pudie-ron ver y besar, ya que, para la ocasión, se quitó la reja

En San Damián.

Un rincón de San Damián.

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de la clausura, la misma que se conserva ahora, comoreliquia, en el monasterio de Santa Clara.

La fundadora de las Clarisas vivió en San Damián 42años. El lugar, por tanto, fue escenario de la mayorparte de su vida. Aquí rezó, sufrió, se mortificó, practi-có la caridad con las hermanas, gozó de las visitas deSan Francisco y de los papas Gregorio IX e InocencioIV, que le aprobó la Regla y presidió sus funerales. Aquítambién tuvo ocasión de experimentar repetidas vecesla gracia del Señor, como aquella visión de la Pasión delSeñor un viernes santo, o aquella otra que le permitióseguir desde su lecho, donde yacía enferma unosmeses antes de su muerte, la Misa de Nochebuena dela Basílica de San Francisco, motivo por el cual es ahorapatrona de la televisión. Su intercesión fue eficaz paramuchas personas y, sobre todo, para la entera ciudadde Asís, a la que libró en dos ocasiones de las tropassarracenas enviadas por el emperador a conquistarla.Los asisanos aún lo recuerdan agradecidos y cada año,en el mes de junio, bajan al santuario, con las autorida-des al frente, a celebrar la fiesta del Voto.

Clara murió en San Damián el 11 de agosto de1253, a los 60 años de edad. Su cuerpo fue llevadoenseguida a la iglesia de San Jorge, donde había esta-do el de San Francisco antes de ser trasladado a suBasílica. Poco después, por orden del Papa, la iglesiafue demolida y transformada en Basílica y monaste-rio de Santa Clara. A cambio de dicha iglesia, las cla-risas entregaron a los canónigos de San Rufino, suslegítimos propietarios, la iglesia de San Damián.

Un convento franciscano

Poco más tarde, a finales del s. XIII o principios delXIV, el ex-monasterio de damianitas se convirtió enun convento franciscano dependiente del Sacro Con-vento de Asís. Por último, en el siglo XV fue cedido alos frailes de la Observancia, y fue entonces cuando seconstruyeron el claustro, el pórtico de entrada, el rose-tón y otras partes del convento, que dan al conjunto suaspecto actual.

Desde el punto de vista artístico, hay que destacarunos frescos de Tiberio de Asís, discípulo del Peruginoen el claustro y, en la iglesia, la Virgen con el Niño delábside, del siglo XII, algunos frescos del s. XIV querecuerdan la conversión de San Francisco y el conflic-to con el padre, y un Cristo crucificado en talla demadera.

Eremitorio de las Cárceles

En un plano del Eremitorio de las Cárceles podríanseñalarse los siguientes enclaves: Pequeño claustrocolgado en el aire, que da a la iglesia del siglo XIV y alrefectorio, y desde el que se domina el valle. Iglesia dels. XIV, que da acceso a la capillita de Santa María, delsiglo XIII. Coro de los frailes. Pasadizo hacia la gruta deSan Francisco y la misma gruta. Frescos. Puente queconduce a las grutas de los compañeros de San Fran-cisco. Capillita en la que está sepultado BernabéManassei. Corredor. Refectorio.

Un momento de descanso.

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El yermo de las Cárceles es un antiguo eremitorio enel monte Subasio, a cinco kilómetros de Asís y aochocientos metros de altura, en el centro de un verdebosque. Es un santuario que ha crecido a lo largo delos siglos en torno a la gruta de San Francisco y a lacapillita de Santa María, del tiempo del Santo.

Aquí se retiraba Francisco de cuando en cuando paradedicarse a la contemplación y en períodos de másintensa oración junto con sus primeros seguidores.

Junto a la iglesia del siglo XIV que se asoma alminúsculo claustro pensil, está el pequeñísimo Orato-rio dedicado a Santa María en el que el Santo se reuníacon sus compañeros para la oración en común.

Contiguo a ambas iglesitas está el coro antiguo delos frailes, como también el refectorio excavado enparte en la roca. Por encima de éste hay un pequeñocorredor con las celdas de los frailes, que se agarra almonte y que expresa bastante bien en su desnuda eintacta simplicidad aquel espíritu de pobreza que,unido a la vida ejemplarísima de Francisco, ha contin-uado floreciendo en la Orden minorítica.

Por un estrecho pasillo se sube a la gruta de Francis-co excavada en la roca. Más adelante un puente con-duce al bosque donde pueden verse todavía las grutasde Fr. León y de otros compañeros del Santo. Imagen de San Francisco, en la roca.

Bajada a las cuevas, en Las Cárceles.

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El Santuario del Eremitorio de las Cárceles está en lamontaña en las cercanías de Asís. El edificio anclado enla roca del monte, ha sido ampliado a lo largo de lossiglos, con la fantástica inventiva y creatividad de lospobres. El conventito emerge entre la masa de verdorintenso del bosque y el perfume de las plantas, comoun nido de águilas que se abre hacia el valle laborioso,con una arquitectura espléndida por su sobriedad ysencillez de líneas, engarzado suavemente en la natu-raleza al servicio del espíritu y de la vida.

El nombre de «Cárceles» le viene de los hórridostugurios, semejantes a cárceles, en los que un tiempolos ermitaños y después Francisco y los suyos llevabanuna vida austera, como segregados del mundo.

Este lugar venerable y sagrado, de infinita belleza,nos hace descubrir lo inclinado que era el Santo, pornaturaleza, a la oración intensa, a la soledad y al espíritude contemplación.

«Se encarceló», dicen de Francisco los testigos másantiguos de la Orden.

Cuando Francisco llegó aquí por primera vez sólohabía cuevas naturales en el corazón del espeso

bosque. Estas han impuesto su gusto y el estilo arqui-tectónico a las construcciones, respetadas con ven-eración a lo largo de los siglos. El Eremitorio en estepliegue de la roca nos hace descubrir de modo excep-cional la creación, la naturaleza, las obras de Dioscomo revelación de su amor.

Francisco vibraba de alegría contemplando la natu-raleza, con los ojos sumergidos en el verdor y lamente absorta en Dios; aquí y en la dulcísimacampiña umbriana contemplaba las maravillas delSeñor; y le gustaba meterse entre las rocas hablandocon gozo a las alondras y a todos los animales.

Sobre el antiguo Eremitorio, San Bernardino deSiena (siglo XV) hizo construir un minúsculo convento,una obra maestra de sencillez franciscana y de perfec-ta armonía. Desde esta terraza la vista se extiendeansiosa por el bosque increíblemente verde a labúsqueda de las cuevas de los primeros discípulos delSanto y de todos aquellos hombres que han subidoaquí arriba, a esta soledad llena de Dios y rica de gransilencio. Centenares de frailes a lo largo de los ochosiglos de historia franciscana se han detenido aquí para

En Las Cárceles.

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hacer acopio de energía, gracia y luz para llevar a cabouna inmensa empresa: transformar el mundo con lalevadura revolucionaria del Evangelio y de la pobreza,para ser dadores generosos de riquezas espirituales atodos. Helos aquí... nos parece verlos aún, recogidosen oración en la semioscuridad de sus humildes grutasentre el verde de las hayas y el lucir límpido de lascarrascas, en este mar de silencio profundo, roto úni-camente por el respirar de la naturaleza.

En el claustrillo pensil, está el pozo de S. Francisco; allado está el refectorio excavado también en la roca. Éstetambién parece expresar materialmente la alegría depoder compartirlo todo con los frailes y parece señalar lainefable presencia de Dios entre cuantos se reúnen ensu nombre. Aquí pobreza, mortificación, fortaleza yoración parecen tomar cuerpo y hacerse visibles.

Doquiera que Francisco podía conseguir unapequeña iglesia para orar, el Santo la quería al estilo dela Porciúncula y siempre dedicada a la «Madre de todabondad». Junto a la iglesita hay un pequeño coro en elque los frailes podían salmodiar leyendo en el únicobreviario que tenían y permanecer en silencio pensan-do en Dios y amándolo.

¡Esta es la gruta del Santo!

Verdaderamente Francisco había puesto su nido en laroca y casi prisionero en este hueco de piedra sesumergía cada vez más profundamente en la meditaciónde la pasión de su Señor y, mientras sus manos seagarraban a la roca, se hacía más fuerte el recuerdo de lamuerte de Cristo. Para Francisco la piedra es Cristo y élrecordaba cómo las piedras se partieron a la muerte delSeñor. Por la noche, quebrantado por las penitencias ylos ayunos se tendía sobre la desnuda piedra.

Aislada junto al convento está la Capillita de la Mag-dalena, el oratorio que guarda los restos del B. BernabéManassei de Terni, muerto en 1477, que se supone fueel primero que ideó los Montes de Piedad para hacerfrente a la difusión de la usura.

Un puente une el Eremitorio con la otra parte delbosque. Aquí la mirada se detiene sobre el secularacebo y parece escuchar de nuevo las palabras delSanto lleno de amor hacia los pájaros: «Hermanos míosalados, debéis alabar mucho a vuestro Creador y amar-lo siempre, porque os dio las plumas para vestiros y lasalas para volar... os hizo nobles entre las otras criaturas

Otra perspectiva de Las Cárceles.

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y os concedió vivir en la limpidez del aire... vosotros nosembráis ni segáis, y, sin embargo, él os protege y osgobierna sin solicitud alguna por vuestra parte». Y ellosdaban signos de alegría extendiendo el cuello yalargando las alas... después los bendijo dándoleslicencia para que se fueran.

La garganta de esta montaña no es cerrada; dosinmensas aristas se abren hacia la llanura umbriana.Parecen extenderse como dos brazos poderosos paraabrazar al mundo, como Francisco y los suyos que,vigorizados en el espíritu, bajaban entre los hermanospara anunciarles a todos el amor, la ternura y la miseri-cordia de Dios.

Pero lo más importante de Las Cárceles es, quizás,el bosque y las grutas, los cuales escapan a cualquierdescripción válida. Allí es necesario ir personalmentepara mirar y admirar asombrados dónde y cómovivieron los primeros hermanos franciscanos.

Acontecimientos relacionados con el Eremitorio

l Francisco quería que los hermanos viviesen no sóloen las ciudades sino también en los eremitorios (2Cel 71).

l A Francisco le asaltó una angustiosa duda sobre sidebía entregarse del todo al ejercicio de la oracióno ir a predicar por el mundo. Como no acertaba aver con claridad cuál de las dos alternativas debe-ría elegir, llamó a dos de sus compañeros y losenvió al hermano Silvestre, que a la sazón seencontraba en un monte cercano a la ciudad deAsís (parece referirse al eremitorio de Las Cárce-les) consagrado de continuo a la oración, y a lasanta virgen Clara, para que les encarecieran queaveriguasen la voluntad del Señor sobre el particu-lar (LM 12,1-2; Flor 16).

l Como lugar para la oración y la contemplación, con-viene recordar aquí en Las Cárceles la Regla para losEremitorios, compuesta por Francisco con base enuna experiencia que, al parecer, se originó en Espa-ña (2 Cel 17. 178; RegEr).

l La tentación de fray Rufino, poéticamente contadapor las Florecillas, tiene lugar «en un bosque» delmonte Subasio (Flor 29).

l Francisco, enfermo y casi ciego, va en busca de laconsolación de fray Bernardo, quien se encontrabaen un bosque orando. Se presume que este bosqueera el de Las Cárceles (Flor 3). l

Patio en el Eremitorio de Las Cárceles.