Selección Basada en el 25º Certamen Internacional

de Poesía y Cuento 2019

AntologíIa

Voces del Alma

Jurados del XXV Certamen Internacional

de Poesía y Cuento

María Cristina Drese

Escritora Multipremiada a nivel Internacional Presidente SADE Esteban Echeverría

Carlos Caporali

Prof. UBA - Escritor - Periodista Miembro Comisión Directiva SADE central

Franco ChecchiEscritor - Periodista - Conferencista

Director Grupo de Escritores Argentinos

La Presente publicación ha sido elaborada luego de una Selección de Obras basadas en el

XXV Certamen Internacional de Poesía y Cuento

organizado por nuestra entidad

© 2019 - Derechos Exclusivos de todas las ediciones completas de esta obra, para todo el mundo reservados por Francisco Checchi.- El derecho de autor de cada una de las obras publicadas en forma individual, corresponde a sus respectivos autores, quienes podrán disponer libremente de las mismas.-Este libro se terminó de imprimir en los talleres gráficosde La Imprenta Ya - Bouchard 4381 - Munro - Pcia de Buenos Aires el 3 de Mayo de 2019.- Editado por Grupo de Escritores Argentinos - 37 años de trayectoria al Servicio del Escritor - Suipacha 211 - 5º J - ciudad de Buenos Aires.- mail gr.escr.arg@gmail.com Imagen de Tapa: Beso Sutil Cósmico de la Pintora Argentina Eva Castell

Checchi, Francisco Antología voces del alma 2019 / Francisco Checchi ; Carlos Caporali ;

María Cristina Drese. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Grupo de Escritores Argentinos, 2019.

192 p. ; 15 x 21 cm.

ISBN 978-987-757-062-5

1. Narrativa Argentina. 2. Crítica de la Literatura Argentina. I. Caporali, Carlos. II. Drese, María Cristina. III. Título.

CDD A863

Queda hecho el deposito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, o su almacenamien-to en un sistema informático, su transmisión por cualquier medio electró-nico, mecánico, fotocopia, registro u otros medios sin el permiso previo por escrito del titular del copyright. Todos los derechos de esta edición reserva-dos por Francisco Checchi, Buenos Aires, Argentina.-

Comentario Editorial

Es para nosotros un orgullo sincero y una gran felicidad presentar hoy esta nueva edición de Antología Voces del Alma, que reúne una variada selección de

obras literarias de NUEVOS ESCRITORES LATINOAMERICANOS.-Para ello hemos efectuado una gigantesca convocatoria y leído cientos de

escritos durante seis meses de 2018/19.-

Quizás el lector encuentre una poesía más brillante que otra, un cuento más emocionante que otro...

Y entonces surge la pregunta, cual es el criterio para la selección ? Hemos trabajado con la mente abierta a las nuevas tendencias y a la variedad

de creaciones.- Encontrarás aquí Poesías y Cuentos en diversos estilos y sobre variados temas,

para todos los gustos.

Buscamos originalidad, belleza literaria y sentimientos profundos, más que erudición o perfección lingüística.-

Al momento de pensar si gusta o no gusta, nos ponemos como un observador neutral más allá de nuestras preferencias personales.- Muchas veces no me

gusta una película o un sabor de helado, mientras otras personas estarán muy felices al verla o saborearlo.-

Entonces no somos nadie para juzgar, el público, el tiempo, el destino y esas cosas mágicas que a veces suceden en la vida de cada uno de nosotros, serán

los que otorguen el reconocimiento o el olvido.-

En esta tarea hemos hallado GRANDES ESCRITORES que no han trascendido, a veces por falta de perseverancia y otras por falta de apoyo.-

Y desde nuestro lugar queremos ofrecer la oportunidad de trascender a la multitud de NUEVOS TALENTOS LITERARIOS que hay en Argentina y

América, es un mínimo aporte a cada uno de los escritores que integran esta Antología, pero es la forma de comenzar.-

A ti lector te toca la parte más hermosa que es leer, disfrutar, emocionarte y

esencialmente COMPARTIR, esta muestra verdaderamente representativa de la literatura contemporánea .-

Quizás en algunos años un historiador pueda discernir como vivíamos,

pensábamos y sentíamos en este momento histórico, a través de estos cuentos y poemas .-

Algunas personas consideran que el arte, la música o la poesía, no tienen

lugar en esta sociedad pragmática y cruel, mas los invitamos a reflexionar en su interior, porque verdaderamente hace falta sembrar el trigo que alimenta

el cuerpo, pero qué seria de la humanidad sin las flores que embellecen los campos, así también el escritor alimenta el Espíritu y embellece la vida, que solo

será digna rodeados de arte, alegría, música y poesía.

Franco Checchi Director Editorial Grupo de Escritores Argentinos

Buenos Aires, 4 de Mayo 2019.-

ÍndicePoesía

Acosta, Camila Jazmín ........................................................ 15 Adaros, José Miguel .............................................................. 15 Agüero, Patricia Mónica ....................................................... 17 Albani, María Inés ................................................................ 18 Alfano, Silvia Mónica ............................................................. 19 Alonso Padín, Ricardo ........................................................ 21 Bellotti, Juan Pablo ............................................................. 22 Beltramo, Diana ..................................................................... 23 Bernardo, Silvia Lilian ........................................................ 25 Bouzada, Antonio Osvaldo ............................................... 26 Brunori, Oswaldo Pedro ....................................................... 28 Carballo, Rubén Hugo .......................................................... 30 Collazo Benzano, María ..................................................... 31 Contreras, David Ramón .................................................... 32 Cutroni, Carla Andrea .......................................................... 34 Demetria Castro .................................................................... 35 Di Lallo, Aldo ......................................................................... 37 Donatelli, Sebastián Gastón .............................................. 37 Drazic, Leonardo Raúl ........................................................ 38 Fernández, Daniela Susana .............................................. 40 Ferreira, Rogelio David ...................................................... 41 Fontichelli, Malcom ................................................................. 43 Fuhr, Isidoro Pío ....................................................................... 44 Gadea, Walter Gaston ...................................................... 45 García, Roberto Raúl ........................................................... 47 Hermida, Fernando Javier ................................................ 48 Herrera, Adriana .............................................................. 49 Herrera, Mariela Cristina ................................................ 51 Kay72 .............................................................................. 52 Lamanna, María Angelina .................................................... 52 Larrañaga, Hugo Horacio .................................................... 54 Larre, Ignacio Javier ............................................................. 56

Antología 201910

Lefloth, Walter ...................................................................... 58 Leiva, Cintia Paola ............................................................... 59 Llargues, Silvana Elizabeth ................................................. 61 Mansilla, Olga ....................................................................... 65 Martínez Maira .................................................................. 63 Matteozzi, César Amílcar .................................................. 65 Monterroso, Nora ................................................................ 67 Montu, Romeo ....................................................................... 69 Mosquera, Jorge ................................................................. 70 Murgo, Carlos Samuel ........................................................ 71 Nan, Juan Carlos ................................................................ 73 Olivero, Luis Francisco ........................................................ 74 Otero Eiras, Andrés ............................................................. 76 Panduso, Natalia Beatriz .................................................... 78 Petrini, Mabel ....................................................................... 80 Pereyra, Luz Magdalena ................................................... 83 Picón Matorras, Alba ........................................................ 86 Priano, Hugo Alberto .......................................................... 87 Richiello, Martín Nicolás .................................................... 88 Saavedra Ortíz, Carlos ..................................................... 90 Salvo, Ana Noelia ............................................................... 91 Sastre, Helena ................................................................... 93 Schapira, Laura Susana ...................................................... 95 Schmidt, Alicia Delia .......................................................... 96 Silva, Gloria Regina ........................................................... 97 Sincovich, Dina Fortunata ................................................... 98 Tittarelli, Enriqueta ............................................................ 100 Vallejos, Ninfa Ester .......................................................... 101 Vernaz, Diego Sebastián ............................................... 102 Vilas, Patricia Elena ........................................................... 104 Zamora, María Laura ...................................................... 107

Antología 2019 11

Abraham, Sara Lucía ............................................................. 112 Arinoviche Schenker, Marta ................................................... 113 Arredondo, Martín .................................................................. 114 Basile, Ana ............................................................................. 116 Bouzas, Franco Emanuel ....................................................... 118 Carande, Sonia Angélica ..................................................... 122 Carballo, María Antonia ....................................................... 124 Cherro Aguerre, Miguel ......................................................... 126 Codonio, Isabel Luján ............................................................. 128 Corrales, Marcelo Armando ................................................ 129 Corti, Giselle ......................................................................... 131 D’Elia Demetilla, María Rosa ........................................... 133 Dicenzo, Javier ...................................................................... 134 Donatelli, Sebastián Gastón ................................................. 135 Dopazo, Gonzalo Nahuel ..................................................... 136 Eraso, María Victoria ............................................................ 138 Ferián, Antonio Ángel ......................................................... 139 Fernández Goncalvez, Guadalupe ................................. 140 Fernández, Alejandro ......................................................... 142 Fuino, Amalia Elsa ............................................................... 144 Galeano, Ada Carmen ..................................................... 145 Gálvez, Héctor ................................................................... 146 García, Clarisa Laura ......................................................... 147 García, Franco Joaquín ..................................................... 149 Goncalves Serrano, Dayanne ............................................. 150 González Py, Barbara ........................................................... 152 Haas, Victoria Aimará ....................................................... 153 Iadanza, Gabriel Matías ................................................. 154 Jorgensen, Osvaldo Alberto ............................................ 155 Kitay, Dalila Salomé ........................................................ 156 Kohan, Regina ..................................................................... 158 Kordon, Edgardo Ariel ................................................... 159 Lo Giudice, Eduardo Alberto ................................................. 160

Cuento

Antología 201912

Mancini, María del Carmen .................................................. 162Marceluk ................................................................................ 164 Mauriño, Federico ................................................................. 166 Maxit, Elisa Luisa .................................................................. 167 Mayol, Lidia Marina ............................................................ 168 Mercedes Azul ...................................................................... 170 Mora, José Gregorio .......................................................... 171 Morasso, Beatriz Ester .................................................. 173 Moscatelli, Sofía Gimena ......................................... 174 Najenson, José Luis ............................................................... 176 Ohuanta Salazar ..................................................................179 Pasqualino, Antonia ............................................................. 180 Paz, Mario ............................................................................. 182 Pérez Rojas, Edgar Antonio ................................................. 184 Petrini, Mabel Mercedes ....................................................... 186 Ponce, Néstor Juan ................................................................ 188 Ponzi, Patricia ...................................................................... 189 Priano, Gabriel Alberto ................................................... 192 Prieto, Germán David ...................................................... 194 Quevedo, María Jimena .................................................... 196 Quiroz, Orlando Raúl ...................................................... 198 Rodríguez, Amadora .......................................................... 199 Ruso, Jorgelina .................................................................... 201 Saito, Pedro Mario .............................................................. 204 Samaja, Gustavo Arturo ...................................................... 206 Sánchez Cortez, Francisco Nicolás .................................... 207 Sánchez, Estela Carmen ........................................................ 207 Sánchez Rivera, Gerardo ...................................................... 210 Seijas, Yusmely Alexzandra ............................................... 215 Soria, Néstor Edgardo ........................................................ 217 Speranza Montero, Bartolomé ........................................... 219 Valori, Silvia ............................................................................ 221 Vizia, Hernán Pablo ...................................................... .......... 224

Poesía

Antología 2019 15

Acosta, Camila Jazmín Cuando tus sueños te hacen llorar

Cuando tus sueños te hacen llorar, hay una lágrima de alegría entre tanto dolor.Cuando querés dejar de luchar,hay un ápice de esperanza entre tanta renuncia.Cuando suplicás a gritos parar,hay desesperación por que te ayuden a seguir.Cuando sentís que ya no te quieren escuchar,hay alguien a quien le brindás valor.

Así que… Cuando sientas que no lo vas a conseguir,mirá hacia atrás y rememorá tu camino.Aprender de las caídastiene mucha más importanciaque todas las almas que terminaron sufridaspor llegar al éxito antes de término.

Adaros, JoséFlojo Amante

Daba lo mismoEl sabor castaño de tu peloLa desnudez de tu perfume naturalLa simpleza de cualquier verbo

Era irrelevante frente a tus ojosLa desidia aborrecida de la conquistaEl mal gusto de los delirios despiertos

Antología 201916

El frenesí de la dolencia de tu nombre

No importaban a tus manosEl crudo crujir de mis sienesLas canas de mis sueños eternosLa aspereza de cualquiera de estos versos

Era fácil (o cómodo) para todosPorque no existíasY no tenías intenciones algunasDe empezar a existirFuera de mi anhedonia.

NegaciónDespertar a la soledadDe la realidad no compartidaEstallando en fragmentos diminutosUna verdad nefastaPero escondida de toda luz

Que nos hemos visto lo suficienteY la compañía no es más traicioneraComo la noche y el díaTan diferentes contextosY similares mentiras

No queda más que explicarCualquier otra rupturaQue por culpa del ruidoO del silencioNos negamos a escuchar.

Antología 2019 17

Agüero, Patricia MónicaSimplemente… Te Amo

¿Cómo decirte amor que mi amor es eterno?Que el viento y el sol, las flores y las estrellas lo saben,Y tú también lo sabes.Todo mi mundo y mis sueños se unen contigo,Con tu vida, tus historias, tus tristezas,Todas ellas libres y sanas, todo sana por el amor entre tú y yo.Dios ha sido bueno y generoso con los dos.Él conoce nuestro corazón desde la eternidad,Y en este momento de nuestras vidas nos encontramos tú y yo.¿Cómo decirte que mi amor es eterno?Toda la eternidad lo sabe y nada podrá evitar que estemos lejos… uno del otro.Hasta la muerte es nuestra aliada y amiga, porque ellaSabe cuando seremos solo UNO en la eternidad.No temo a la muerte, temo al no estar cerca de ti, al no estarriendo contigo, soñando contigo, esperar a estar contigo, y es que,no me imagino la vida sin vos. ¿Puedes creer esto?Sí, sé que lo sabes, simplemente sabes que mi amor es eterno.

Estar entre tus brazos Solo encuentro paz y refugioenredada entre tus brazos,Sintiendo el aroma de tus cabellosy la suavidad de tu piel.

Dormir, vivir y morir entre tus brazoses como sentir que mi espíritu vuela, y ver desde el cielolas estrellas y el universo, la tierra y el mar azulpor el simple hecho de estar entre tus brazos.

Correr y volar sobre los campos de trigosintiendo las caricias del sol en mi rostro

Antología 201918

es volver a sentir que estoy entre tus brazos.

Y cuando llegue mi momento daré las gracias,porque mi vida encontró un sentido y un caminoentre tus brazos.

Albani, María InésRevelaciones

Ansío desnudar el almaContigoen una ceremonia lúdica total,exponiendo el cuerpoen cada partecomo una lenta ofrenda,hasta completar, con aliviante alegríala desnudez amigasin tapujo alguno ni vergüenza:soloREVELACIÓN Y ENTREGA.

Sin respuesta

Hemos impedido que el sol nos alcance. Hemos construido sin piedad a mansalva. Hemos forzado la geografía. Hemos abierto espacios podando árboles añosos. Hemos trepado las laderas de volcanes, ocupándolas sin honra. Hemos domesticado ríos y glaciares sin respeto por sus destinos.

Antología 2019 19

Hemos avasallado la Tierra. ¿Para qué; por qué? Hemos conquistado acaso… ¿Su paz? ¿Su alegría? ¿Su canto? ¿Y Su misterio? Sin embargo, Tierra mía, te siento. He percibido tus latidos. Lo juro. Sé que estás viva y esperas aún no sé por cuánto más La reunión, el abrazo, la aceptación. La amorosa penetración Sincrónica que ofreces hace eones SIN RESPUESTA.

Alfano, Silvia Mónica

Sin Tiempos

Para amar a una mujer… mujeres necesario amarla sin tiempos,transitarla en sus vehemenciasaunque la locura amanezca,deleite de los mares tibiossunamiados de suspiros y risas francas,cálidas manos de aquello que no se hablano tienen palabra, solo en el corazón del otro.mirada transparente azuluna, besofundosen tu fundaboca, deleitefundirnosasí como se unen las almapalabras,queden unidos los cuerpos, amándosede los cuales, somos fundamores.

Antología 201920

¡Poesía!

Gusta leerte, ¡poesía!como degustar un buen vino, añejosocomo oler madera, vieja¡lentamente!Adentrándose en las sensacionesque recreas con alegría.Sol vibrante, seduciendo a la lluviapara que demore su arribo.Haces sentir aromas a flores recién cortadas.Canela recién esparcida.Paseos por la naturalezacon azahares en flor.Escenas celestialespor las estrellas y constelacionesPor cielo y tierra conmuevespor tus paisajes, aromas y colores.La sensibilidad es la condición.Gusta leerte, ¡Poesia!

OlvidoQuiero vivir sin complicidadesOlvida mis retoricas,Si esto va a significarmi identidad preservada,en los rincones de la ausencia.Quiero vivir sin complicidades,mi realidad intima, tibia , mía,protegida del eco de tu partidade tus indiferentes silencios.Olvidare las quiméricas hazañas,falaces blasones aletargadosde conquistas espurias.En tropel mis lágrimas despejan,El oblicuo haz de luz

Antología 2019 21

de mis futuras vehemencias.Quiero vivir sin complicidades,aunque esto signifiquela ausencia de la condición humana,en el vaivén de las bifurcacionesde los senderos misteriosos de la vida.Si soy ,valiente? No soy inconsciente.

Alonso Padín, Ricardo Ojos de manzanilla

Ojos de manzanilla,en su ronroneo, mi corazón alcanza su latido perfecto…motorcito peludo tiembla en mis brazosy ese rumor de su alma se me hace abrazo…y el cariño de pronto dibuja un gatoque tiene ojitos de oro, como pintados,y es un silencio vivo de un andar calculadoque crea un universo en un metro cuadrado.Sé que vive muy rápido sus muchas vidasy le gustan las nochesde lunas enteritas y de lunas partidas,que entre dioses y brujas se arma su biografíay el color de su pelo bien dice la fortuna o bien la mala vida…yo sólo creo y siento en sus ojos dorados…quiero todas sus vidas, pero deseoque me dedique una en mis rodillasmirándome a los ojos con esos ojos suyos,ojos de manzanilla.

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Bellotti, Juan PabloLa meseta, vos y el amor

Te conocí y estaba en un páramo.Me conociste y estabas perdida,

en la mesetaentre arbustos de espino.Estaba lastimado por las púas.Estabas lastimada por la vida.Estábamos solos

desolados.Estábamos sin amor

sin nada.

Y nos unimos.Y descubrimos,el oasis, el agua y el maná.Y perdimos.Y dejamos la aridez.Ancla que nos atrapó.Lo que teníamos ¿único?Salvo el amor, que es perfecto.Y no le importan las máculas,ni el paso del tiempo.

Frente a vos mi descubrimiento.Mi destino es la ceguera.Y me arrancaría los ojos,para no perderte. El amor me cegó.Pero me hizo ver.El amor me vació

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de la nada.

Pero me dio mucho más.Abrió el yugo.Liberó el alma

de la meseta…

Te amo.Te amo y somos ciegos.El resto… qué importa.

Beltramo, Diana IreneLas palabras

Esperé vanamente unas palabrasque no fueron pronunciadas.Jamás.Las hubo, sí, hermosas, más efímeras;deseé hacerlas perdurar por siempre.Pero no.Tal vez musité otras que nunca debí.Y sin embargo.Estuvo la Palabra para guiarmea la hora de elegir el camino.Siempre estará.Seductoras, se hospedaron en los libros,en poemas de amor y otros escritos.Puro aire fresco.Desafiaron desde el papel en blanco.Que las descubra.Ha habido silencios atiborrados de ellasy ausencias gritando que no están.Que no están.

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En exceso, me importunaron.Tan sin sentido.En la distancia, me vinieron a buscar.Y me alegraron.Las hirientes fueron dardos de mi lengua.Perdón por eso.De todas ellas,las palabras nunca dichassobrevuelan.Como la duda.

Foto

Congelemos el instante,que no se escape.Hagámoslo inmortal,perenne, perdurable.Tomémosle una foto,y que se guarde,que quede fijo y quieto.Suspendamos el tiempo.Que dure para siempre,inalterable.En un lugar perfectograbémoslo.Imagen capturada.Perla. Misterio.Es feliz el momento.Mantengámoslo atrapado,que no se pase.¡Que sea eterno!Ya sabemos que luegovendrá el lamento:aferrémoslo con fuerza,

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Bernardo, Silvia LilianPequeño torbellino

Te veo jugar tan libremente,que con sólo mirarte me enterneces.

Tus manitas, cual inquietas mariposasse posan de cosa en cosa.

Y allí exploras, correteas, arrojas, desparramas.Recorres con tierna inocencia cada rincón

de este mundo que, gigante, ante ti se levanta.Y con la intrépida osadía de la infancia¡¡arremetes contra él con tantas ganas!!

Y ríes con sonoras carcajadas.Y lloras.Y hablas.

Eres bello torbellino.Eres paz desordenada.

Eres toda la ternura que,a mi corazón atrapa.

La siestaLa siesta es el desvelo de los niños.

Es el momento que duermen

que es brevefugazy pleno.

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las reinas muy lejanas.Y caminan descalzas las hechiceras malas.

La siesta es el tiempo en que juegan alertaslos magos y los búhos de los cuentos de hadas.

Y también es el momento en que bailan y bailan,las bellas mariposas en el jardín en flor.

La siesta es el momento en que el Pomperobajo el ala del sombrero lleva miedo,

a los niños que no quieren dormir.

Bouzada, AntonioCanción de los Sueños

Porque soñando he vivido y porque despertando sueño Realidades de quimeras que un hábil titiritero Saca a escenas, marionetas del placar de los recuerdos. ¿Qué Dios idea la trama,qué Diablo orquesta el infierno?Empujándonos a un pozo, abismo sin fin ni tiempoO nos juntan con amores, o historias que llevó el viento. Te hallan ellos a ti, o tú encontrarás Por qué ventana entraron a la falsa realidad. Sin tiempo o voluntad, te atrapan al pasar Y estás en plena escena aunque no quieras actuar.

Horror del que te salva el despertar,Pasiones que quizá ocurrirán.

No sé quién los hará, ni quién escribiráSi el árbol de la fantasía esos frutos brindará.

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Que sueños, sueños son, lo dijo CalderónQuién sueña atrás del sueño nunca nadie lo sabrá.

Qué Dios esa quimera inventaráQué Diablo una condena nos dará. Quizá te arrojarán a un foso sin finalO un ángel en sus brazos un nuevo amor traerá.Sin tiempo o voluntad, te atrapan al pasarY estás en plena escena aunque no quieras actuar.

Horror del que te salva el despertarPasiones que quizá ocurrirán.

Escuela del Monte

Arpegios lleva mis versos a hurgar entre los recuerdosPara evocar aquel pago en donde yo me criéAquel “Crucecita Octava”, corazón profundo del monteQue late a ritmo del hacha y sangra a lazo y sudor.

Florecidos chañarales acollarán los recuerdosMañados a mi guitarra que en versos quiero cantarCantar a aquella maestra de la escuela VeinticincoCurtida entre heladas y barro, empeñada en enseñar.

Daba inicio a las lecciones tablas pulidas del monteCon pedacitos de yeso improvisa un pizarrónCuaderno sobre el regazo, sentados en troncos de tala Diez alumnos montieleros se prestaban a empezar.

Y en esta escuela de barro de techo de paja a dos aguasAurora, maestra de campo, comenzaba a enseñar:La “A” parece un ranchito, la “B” tiene dos pancitasPreñada de abecedario que nos restaba aprender.

Antología 201928

Pero una fuerte tormenta de las que asolan SetiembreArrasó aquella escuela, solo estos versos dejó.Cimarronas tempestades llevó el techo de la escuelaY ráfagas de huracanes paredes y puerta llevó.

Diez gurises montieleros se quedaron sin escuelaY vientos de mil baguales arrancaron su ilusión.

Brunori, Oswaldo PedroEsos dibujitos

Esos dibujitoscon manos traviesas,

cubren la mesadel sol familiar.

Son ojitos mansoscargados de luz

pintando ilusionesy evocando sueños.

Yo me siento dueñode esos corazones

por doquier pintados,

estando a su ladocon ojos perdidos

mirando extasiado.

LitoRecomiendo a Lito,

Antología 2019 29

es un angelito…y… a poco de andar,

en el aula erauna primavera

de hablar y cantar.

Con él vi iniciadomi sueño dorado

de maestro normaly en las primaveras

siempre era primera,su voz, sin igual.

Los años pasaron,los nietos llegarony tú siempre igual.No cambiaste nada,

solo una miraday un gesto de paz.

Hoy te vi dormidocual pájaro herido

sin poder volar.Un sueño profundote llevas del mundo

sin poder soñar.

Nos unió la escuelaesa vez primera

del sesenta y dos.Hoy un cielo llorando

y un ave cantandote brinda el adiós.

Antología 201930

Carballo, RubénEsperanza

Horizonte…detente… No percibo acercarme…Estremecen mis manos tu desdén…Sólo un poco de piedad…Ansío…

Mas no retornas…Aceleras tu destino…Deseos no míos…Evocas…

Más tarde otras manos…Soñares nuevos…

Inútil es…No te redimes…Insistes con mi esperanza…

Vanidad vana…

Mañana…Sí…Sí…Lograré acariciarte…

No…No…

Luego de mis lágrimas silentes…Sonreiré…Inocentemente…

Mujer...Cuántos silencios ya te han contemplado... Cuáles palabras ya no te han sido expresadas... Te han ya observado tantas miradas... Almas estremecidas han ya escuchado tus decires... Manos pequeñas han ansiado la ternura de las tuyas... La tersura de tu piel...anhelada ha sido... Tus ojos han reflejado ya todos los ignotos miedos... Los mismos que han acunado ya otras lágrimas... Reconoces qué sabes y qué ignoras... Dispuesta por lo mismo a tales dudas...

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Templanza y señorío te adoptaron... Caminas tal... Meciendo mariposas a tus cadenciosos pasos... Melancólicas semblanzas te conforman... Mas energías perennes te componen... Mirar a tus ojos...Duele... Tal alumbramiento mil veces deseado... ¿Cómo se debe amar a tal mujer…?

Con todos los silencios... Con todas las palabras... Con infinitas miradas... Con alma trémula que ansía... Con manos que las tuyas cobijen... Con caricias que custodien tal tersura... Con ojos que reflejen los tuyos... Con lágrimas imbricadas...

Como sol de atardecer rosazulado... Sobre tu rostro...

Acariciado por los vientos...

Collazo Benzano, MaríaAmor

Hay miles de maneras de describir el amorPueden ser románticas y épicascomo en los libros de J.Austen,o divertidas y mágicas a lo J.K Rowlingo real y fantabulosa como la míaTenía bien en claro lo que quería…así que por el momento solo me divertíaPorque esa sensación de mariposas en la panza de cuento de hadassiempre me gustó… pero yo lo quiero infinito.

Antología 201932

Para mí, un momento no es suficiente...yo quiero empezar… con un para siempre...porque a las mariposas las ahogan en el tiempo...los cuentos tienen final, la magia se termina perdiendo…Y pensando todo esto entré a la fiesta…Me encontré mirando mis ojos en otra persona...no supe qué decirle a mi cabeza que no paraba de preguntar“¿Será tan fuerte este para siempre o es sólo una aventura más?”conocer a alguien sin saber su nombre sentir su alma expuesta, como propuesta de pazver toda una vida juntos, sin aún siquiera hablary todo eso estaba pasando mientras flotaba en el mar...el agua me llegó hasta el cuello y solo floté,dejé que la corriente hiciera su magia y ni nadar intenté...una bocanada de aire me acercó tu manoy con una caricia me desperté a tu ladopara siempre fue el comienzo de todo... de todo este tiempo que hemos pasadono sé cuántos son los días de pelos blancos,ni cuántos los años de líneas de expresión…yo sigo acá en el mar...flotando...

Contreras, David Ramón

Cuando vuelva a nevar

Si al fin y al cabo la vida es un soplo, un vuelo,llevándose tus ganas de vivir en la alborada,dejándome en el Alma un eterno duelo.Fue corta tu estadía como la primera nevada.

Sin avisar te fuiste, se te esfumó la vida, luminiscencia del alma, de ángel, de verdad;confundido en la noche y con la nieve caída,

Antología 2019 33

dejaste tu recuerdo de carisma y bondad.

Tu vida eran tus hijos, tus amigos cercanos.tu irónica alegría alumbraba en la obscuridad,te brindabas completo, más que Amigo, hermano;con los pies en la tierra imponías tu amistad.

A pesar de tu aspecto de hombre rudo y simpleza,tu corazón era enorme, tanto o más que el glaciar,ayudando al descuido, derrochando nobleza,por ser gaucho entre gauchos, buen amigo y leal.

Y estarás en mi pueblo cuando caiga la nieve,en la noche, en el río, o cuando vaya a pescar,en asados y encuentros, o cuando escarche leve, y en el frío del viento te volveré a encontrar.

Volverás en anécdota, sé muy bien lo que digo;por ser austero y solidario con afán de ayudar,estuviste en los detalles como un buen amigo.aunque pase el tiempo, no te voy a olvidar.

Y son las casi las ocho y en el café te espero,te presiento algo etéreo y no te veo llegar,te imagino de viaje, así no desespero,hasta encontrarte de nuevo, cuando vuelva a nevar.

Regreso

Cuando regreso, Rioja,a tus entrañas,el indio se me escapa,y se torna sonido, mi latido de cajade esa caja Chayera que se lleva guardada,

Antología 201934

como un secreto escondido,prendido cerca del alma,cómo explicarlo, si me faltan las palabras,me faltan las presencias y me sobran las nostalgias,te percibo sedienta de coplas de harina y chayas;ay, Rioja, sueño infinito, te nombro y ya huelo a albahaca,te imaginan mis versos, me quema el Pujiay el alma.Y cada vez que te pienso me acuerdo de tus montañas,de ese silencio implacable en la siestas y en el alba,de mis Viejos, mis amigos,mis hermanos y la esperanza de mis hijos,sangre de mi sangre que en tu suelo andan,perdona si en mi regreso esta lágrima se escapa,tal vez solo sea el reflejo de ausencias y de añoranzas,por eso, cuando regrese,no me pregunten nada,acepten mi comunión de carnaval y distancia,hasta embriagar de alegrías mis venas solo con chayas,y una vidala cautiva me diga: no pasó nada.Por eso, cuando regrese chumao con vino y aloja,Volveré a sentirme vivo,Volveré a sentirme vivo cuando regrese a la Rioja.

Cutroni, CarlaEse todo que no fue nada

Por momentos te odio, por momentos te extrañoPor momentos te nada, por momentos te todo

Todo, lo bueno, lo malo, aquel nosotrosTodo

Que será aquello que me destrozapero al mismo tiempo me permite vivir

Me hace mal pero no lo suficienteEs decir, esperaba morir de amor

Antología 2019 35

pero no fue asíSeguí respirando los mismos lugares

despertando a la misma horaCaminando las mismas calleshablando con la misma gente

Solo que esta vez más solamás vacía, más distante, más sin vos.

Nadie se enterónadie vio cuánto sufría

nadie se percató de esa parte de mí que te llevaste aquel día.Por momentos se pasan las horas, como si nada

por momentos siento hasta el peso del aire sobre míes decir como si todo.

Con el correr de los días entendíque algún todo de mi vida había terminado

Mi mundo con vostan completo, tan perfectamente disociado de la realidad

se fue resquebrajando hasta desaparecerMi mente aún no estaba lista para entenderlo.

Demetria Castro

Aún te veo

Aún te veo, flotando en mi memoriaVagando tu aura perenne de mujer de campoAún te veo, brillo en las sienesSurcos profundos en la caraSonora voz que rompe el aireEnmohecido de olvido imperturbableAún te veo, en el desamparo de los liriosY en la desazón irrefrenable de las calas No me dejes, no me olvidesOjos grises de amor eterno

Antología 201936

Envuelve mis maduros díasCon la fuerza inquebrantable de tu almaBusco tu espíritu en el aireDe aquel patio de tierra y de risas Vuelve te pido a mi perdida infancia Y llena mi hoy de tu amoroso ayer Eterna esencia de mi ser errante.

Soy

Quedo siempre con sabor a pocoPorque quiero más de ustedMás tiempo, más atenciónMás compartir, más abrazosMás bucear en su interior, allí donde nadie llegaAllí donde la incomodidad se hace llagaTodavía me queda tanto por conocerQue me pregunto, quién es, qué quiere, qué lo movilizaQué lo enternece, qué lo disgusta, qué lo complaceMe sigue intrigando su tan equilibrado equilibrioSu tan compuesta composturaSu tan racional raciocinioY yo quiero desequilibrarloDescomponerloVolverlo irracionalQuiero descubrirlo perdiéndome en su miradaEnvolviéndome en su aroma Encendiendo sus sentidosPorque así soySoy todo y nadaSoy confrontación y acuerdoPasión y cordura enamoradaSoy eso, flama ardiente y océano calmoFuente de infinita energía y quietud que golpea el almaSoy todo aquello que anhelaGrito irracional que desgarra el almaSimplemente soy yo

Antología 2019 37

Igual a muchasPero tan diferente esencia y substancia.

Di Lallo, AldoPara Marisa

Yo soy el Principito, tú eres la rosa;yo soy nube, tú eres agua;yo soy chispa, tú eres fuego;yo soy brisa, tú eres viento.Yo soy reflejo, tú eres sol;yo soy hambre, tú eres alimento;yo soy penumbra, tú eres luz;yo soy barrilete, tú eres el cordel.

Meditando acerca de nosotros dos,me doy cuenta de que:si no estás tú, ¡¡¡yo no existo!!!

Donatelli, Sebastián Gastón Rejas Rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas,

Rejas, rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas,

Rejas, rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas, Rejas, rejas, rejas.

Rejas negras, rojas y verdes. Rejas torneadas, rectas, rejas oxidadas.

Rejas para nosotros, para ellas y rejas para aquellos también.

Rejas en el parque, rejas en la plaza…rejas, rejas y solo rejas.

Antología 201938

Rejas de Urondo, rejas mías y rejas de nadie.

Rejas que existen, rejas que encierran y rejas que matan.

Rejas que liberan, rejas con llaves… rejas y carceleros al fin.

Rejas que nos atribulan la mente, rejas que nos impiden salir, rejas que nos condenan al encierro y rejas que nos atemorizan

con libertad.

Rejas para el otro, rejas para el negro, para el pobre y rejas para el niño también.

Hay rejas para mujeres y rejas para niñas, rejas para las fuertes y rejas para los cobardes.

Siempre, aquí y allá.

Solo rejas.

Drazic, Leonardo RaúlDe secretos y recuerdos

¿Ves que la memoria es frágil? Y colapsa con el paso del tiempo…Gris cual sendero triste y polvoriento,Se entrelaza como simple telaraña, al tejido irreprochable de tu encuentro.

Álgida como un cristalSe desarma en incontables fragmentosDespidiendo, a cada instante,acartonados y retacones recuerdos.

¿Quién puede cuestionar la libertad del viento?¿Quién se anima a doblegar la apuesta e intentar detener el paso del tiempo?

Antología 2019 39

Más de una vez te oí decir que la gravedad lo puede todo.Y termina venciendo al más erguido de los deseos.

Es imposible detener tus pasos.Es imposible retrasar el más colorido amanecer,de una mañana de invierno.

Hoy estás más bella que antes.Y la sombra del pasado te acompaña,como un mágico secreto.

Labios de marfil

Como labios de marfil,con espasmos y pausados movimientos,le regala palabras al azartras extraña sinfonía de tormentos.

Trágico y febril se desploma al pasar,y estremece con su andarla nostalgia que redime su lamento.

Al pensar renueva su color,como gotas de esmeralda en cautiverio.Perspicaz se abalanza cuando esgrime con su voz,el astuto y estratégico momento.

La mitad del vaso ya se vació, con la misma luz del corazón.La que calla y aguarda en adulterio.

No te extrañe que te den por vencido,al contrario te darán la razón.Si asestar por virtud o por olvido, o afianzarte y lustrar tu armazón.

Antología 201940

Quizás habrás pensando en claudicar,pero aún retumban fuertes tus latidos.

Fernández, DanielaLo que no pudo ser

Remotas alegrías de sueños en vano, Tristezas que se esfuman por los vientos del olvido,ecos del que ya no lamenta, latidos del que ya no vendrá con su ilusión de vida nuevaa golpear las puertas de la esperanza…¿Sabrá el tiempo de nuestras angustias?¿Nos reservará el cielo un mejor lugar por ello?Anhelos de despedidas que quizás nunca tornen en regresosCarrousel de imágenes fugaces quemando el recuerdoSuspiros que se confunden entre los ruidos urbanos del alma,en la materialidad de un universo sin fronteras,Transcurriendo los días con la habitual normalidad de lo anormal,mientras simplemente van cayendo, una a una, las hojas de nuestras existenciasMentiras que corroen el espíritu y destrozan mundostan sólo susurros quedarán en la inmensidad, Ahogadas ilusiones de lo que no pudo serRastros que jamás serán borrados en la memoria Del Que siempre supo.

Acróstico

Furia desatada de pasión y ternuraAlma inquieta en busca de pazBondad de niño hecha hombreIlusión frustrada de deseo eternoAnsiedad sublime de tiempos sin final

Antología 2019 41

Nube abrasadora de interminables caricias.

Abrigo de sueños imposiblesLuna, sol, agua y fuego conjugadosBruma de afanes desmesuradosEsperanza de vida que mataRumor que oculta el desesperado gritoTardío amor compartidoOlvido efímero e inconsciente.

Búsqueda desenfrenada que no llega a términoAmparo del frágil corazón de laNecesidad continua, irremplazable, únicaGloriosa ilusión secreta de unÁngel guardián por los mayores anhelos.

Ferreira, Rogelio David

Dicen que los poetas y escritores quedaron en los noventa en el siglo 20, que una rosa es un adorno que nadie cuenta estrellas y

que el libre sexo mató al amor.Dicen que el dedicar canciones es de tontos y que los versos ya nadie los lee.¿Dónde quedó ese tiempo? Donde una flor era un detalle y se podía caminar empapado bajo la lluvia de la mano. ¿Donde quedó el amor? Ahogado entre propagandas de libre sexo sin comprometerse con el otro degradándonos a la condición de que sólo es sacarse las ganas y ya, que los sentimientos no se demuestran y de ser posible no se deben siquiera tener.Les lavaron el cerebro al mundo y lo bueno quedó sólo en el recuerdo de algunos.Las generaciones futuras pensarán que ser padres desde la escuela esta bien y que los estudios sólo son para los que pueden pagarlos, que los derechos no son de todos sino de unos pocos.Hoy una piba se embarazada y deja de estudiar deben crecer de

Antología 201942

golpe sin disfrutar, todo el mundo se sorprende ¿ pero de que? Si el padre nunca le hablo y la madre ocupada no tuvo tiempo, nadie controlo las notas del colegio. Nadie la inspiró a seguir sus sueños.¿Donde quedo el ayer? Siempre paso y siempre fue así se cambiaron los personajes pero el cuento siempre fue el mismo.

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Sabes, el tiempo corre y no espera, levanta vuelo y nos mira desde el cielo desdeñoso, sonriendo casi malévolamente al mirarnos a los mortales intentando luchar en vano contra las manecillas del reloj.Sabes, la lluvia nace en el cielo bendice a todos con su frescura y aun así muere en el suelo, solo para demostrarnos que por mas alto que estés debes cumplir tu misión a medida que vas volviendo al suelo para que al llegar tengas la certeza de que vas a volver a ese cielo de donde has venido.Sabes, cuenta una leyenda que el sol y la luna fueron amantes que se amaron tan inmensamente que provocaron la ira del olimpo por lo que fueron condenados por toda la eternidad a sólo verse algunas veces cada mucho tiempo en algún que otro eclipse pero que gustosos aceptaron para que el mundo vea que su amor era más fuerte que los dioses.Sabes, el tiempo cura todos los males pero solo si aprendes que nada es para siempre, se cumple un ciclo y a su origen todo vuelve.

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Fontichelli, MalcomHuida sagaz

No hay disgusto sin ahuyentar lo vivido, marque donde marque no hay fin para lo que se ha ido. Si no entiendes lo que digo, será porque sigo estando solo, y acá no hay abrigo, si lo que persigo, ya es un glaciar que en mi vida no controlo. Pensamientos llamativos juegan en mí, me cuentan vente, vete, si no volví, para qué permanecí. Igual no detesto hacer la espera, como cualquiera, pero déjame decirte que herirte, no fue más que un hombre aprendiendo a plantar su amor con la esperanza de que creciera. Pero me fui, hui sin dejar rastro, porque siendo un astro, haría impacto si me acercaba demasiado a ti.

Pídeme Pídeme el último suspiro, aún te lo daré. Pídeme que a la vuelta de tuerca en vida le dé un giro, pues por la tuya no me detendré. Pídeme la cercanía del universo, que aunque sé que esté lejos, lejos del mundo, al segundo te llevaré de viaje, con un solo y simple verso. Pídeme el riego de tus raíces maltrechas, que sanaré con mis lágrimas, las que tú crees que deben ser deshechas.

Antología 201944

Pídeme un elogio al ser flor de pantano, porque brillas, sueñas, y serás mucho más, si te adueñas al reino de esta mano. Pídeme cánticos que despiertan al ser, porque aunque duermas llana y plena, vería en tu rostro, aquella serena, sonrisa esclarecer. Pídeme cualquiera de tus cosas anheladas, que por más que yacen enterradas, mi alma honrada, encontraría la forma de reaparecer. Pero no me pidas que huya, es que aquí estoy, y no seré quien destruya lo que imaginas amor, si mi vida es tuya, y a su vez la construya, para que navegues en un sendero mejor.

Fuhr, Isidoro PíoLa leyenda de Isidoro

Con el nombre Isidoro me bautizaron,y la vida transité como me ocasionaron.Mi tío Coronel Cañones a quien siempre recurría,me daba todos los gustos con mucha simpatía.Él frecuentaba casinos con manifiesta alegría,algunas veces lamentando y otras veces se las creía.Mi tío Coronel Cañones nunca me abandonó,y como siempre todas mis farras pagó.Mi nombre Isidoro con toda la componenda,en los distintos andariveles ¡¡¡hoy soy leyenda!!!

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Primavera… primavera

En este día calendario festejamos con razón,lo que siempre y todo el año nos dice el corazón.Primavera es la mujer, primavera es la vida,disfrutémosla como la más querida.Primavera en nuestro existir,acompaña al espíritu desde el uso de razón,hasta el último latido de nuestro corazón.Así debemos transitar en el paraíso terrenal¡¡¡cumpliendo con todo como si tal!!!

Gadea, WalterTú, loca inspiración

Será preciso decir que te extraño, Será inadecuado quererte como te quiero,Rompiendo los límites del universo.

Seduciendo tu rostro, Saboreando tus labios,Sintiendo tu corazón apasionado.

Los fugitivos se ocultan para no ser capturados,¿Será que soy como ellos, porque un beso te he robado?

Tú eres la dama perfecta, te voy a amarComo aman los poetas.

Será posible que te borre de mi menteSerá posible un día volver a verteSerá posible que me enamore tantas vecesSerá posible ver junto a ti el amanecer eternamente.

Antología 201946

Feliz en tus bares

Buenos AiresSoy feliz en tus baresBuenos AiresSi me voy empiezo a extrañarte.

De plazas con palomasDe amores y recuerdosTe llevo tan adentro de mi pecho.

Buenos AiresRecorro tus calles Donde los sueños renacen.

Tanto es el amor que te tengoQue ni de viejo te dejo,De punta a punta te conozco,Que fácil decir te quiero,Pero como yo, ninguno lo creo.

El sol brilla en tus ojosFeliz en tus bares,Dialogo como un loco.

Buenos Aires, soy feliz en tus bares,No cambies, mi alma siempre,Recorrerá tus emblemáticas calles.

Antología 2019 47

García, Roberto RaúlCollar imaginario

Día a día en esta vida Voy enhebrando cuentas De un collar imaginario No son brillantes perfectos Ni perlas nacaradas Mis amigos Son frutos persistentes Del árbol de la vida También están mis amores perdidos Los Ocultos Platónicos y Furtivos Que no puedo dejar en el olvido Que me nutrieron Con palabras sinceras y paciente espera A los que me dieron una Nueva Vida En una Noche Interminable Cirujanos Prodigiosos y Cálidos Enfermeros Que con Tanto Amor me cuidaron Los encuentro en el camino Que se vuelve infinito Sin saber del cansancio Yo que anduve por lugares distantes Entre las nieves eternas Y la inmensidad del campo Buscando perpetuos horizontes Que surgen a cada paso Como el Albatros que en raudo vuelo En la inmensidad del piélago infinito Ignora las sombras y no conoce la angustia Si nadie lo nombra Con un corazón de hombre que al dolor no lo nombra.

Antología 201948

Hermida, Fernando JavierDesde aquellos años

En la primavera de la vidaVi unos ojos perdidos

Allá, en la constelación del surAquellos albergaban el apetito de un mundo mejor

Sus manos con cierta extraña fuerzaPodían transmitir la energía de la vida misma

Esa que pedía permiso tímidamenteCon el fin de trazar un nuevo rumbo

Su voz, siempre tenue tan dulce como amableDevenía de una suerte de embrujo

Mezcla de mítico y quiméricoTan cautivador como irreal

Que permitía trasladar la mente al mar de la inocenciaCasi sin pensarlo, sin ver atrás

Esos veinte años sin dudasHan sabido mantener intacto ese espíritu salvaje

Que busca el trote perfecto en la imperfección del camino de la vida

Conservando aún esos donesPreservando el poder de la esencia misma

Esa que te hace distinta por excelenciaEsa que te hace brillar.

Qué querés que te explique

Qué querés que te explique…Que un día acaricié tu pelo

Y toqué la profundidad del océanoQue miré tus ojos

Y me perdí en el cieloQue amarré tu mano a la mía

Antología 2019 49

Y sentí el poder del solQue recorrí tu cara

Y sentí el viento en mi almaQue un día…

Creí haber visto tu corazónY mi cuerpo se llenó de emoción

Que un día…Te besé, y quedó ahí

Cual sello de fuego eterno¿¿Qué más explicar??

Cuando algo se vivió así…

Herrera, AdrianaPoema II

Hurgo presurosa los recuerdos entre los pliegues de mi piel y tus sábanas. El alba sobre mi rostrodesmonta aquella luna envidiosa que admiraba la velada;es que aún me desborda la dulce miel que de ti, yo quedara extasiada.Decantan los sentidos exhaustosde la sensación de tu virilidad sobre mis ansias.Repaso en el preludio de este amanecerlas huellas de todo tu ser sobre mi alma.Dime, amor mío,¿acaso esto solo yo lo sentí?Vuelves tu mirada,como quien alcanza la gloria, y un eterno silenciorompe en desesperado gemido,

Antología 201950

desde el más noble hasta el más temido, declinaría ante ti toda su voluntad,todo argumento.Eras tú lo que yo esperaba,incluso antes de mi existencia humana.

Poema IIIBuenos Aires, Julio 2015

¿Me invitas un Tango?Para esos días en los que despertar para ti es un tormento, distante de los amaneceresque abrazaron nuestros encuentros. Sé que hoy surcas un destino incierto, Vagas como Rosa de Alejandría a ningún puerto, Alzas tu Copa de Château Lafitte (1787) al mar muerto,pensando qué ha sido de nuestro amoren su lecho.Consternado te ausentas,¡ya no divisas el éxtasis de mis besos!Todo se desvanece en miserables recuerdos,Como miserable es tu vidaal contemplar su cuerpo,en este amanecerdonde eres esclavo de ese boceto,el que perece accidentado mientras ansías volver a este cuento.Historia robadacomo la de Prometeo y su fuego. ¿Te puedo susurrar algo?¡Hace mucho yo me fui!Nunca esperé tu regreso,Y desde esta calle empedrada

Antología 2019 51

de San Telmo, yo sé, estoy seguraestás con ella anhelando mi regreso.

Herrera, MarielaLa felicidad esta en mí

No importa lo que suceda…La felicidad esta en mí,Ella habita en mi almaComo poesía sin fin…

La felicidad me invadeComo la risa al delfín,

No importa lo que suceda…Felicidad vive en mí…

La felicidad se presentaComo suspiro sin fin…

La felicidad llena el alma,Como racimo de vid…

No importa lo que sucedaLa felicidad vive en mí,

No importa si ya no hay vidaPorque no sabe morir…

Cosquillas bajo mi manga,no dejo aún de sentir…

suspiros que no se agotan…¡felicidad, estas ahí!

Antología 201952

Kay 72Las dositas

De cuando papá se fue...Me quedé en el balcón del sexto llorando y sabiendoque él no iba a volver.Entonces continuamos nuestras vidas ella y yo.Por la ruta la mirada se amplía, la vista se relaja…Y los camiones pasan sin pedir permisoson los dueños de casa.El sol juega a las escondidas entre la copade los árboles, atardeceres inigualables.Mirar por la ventanilla, ver campola ruta y campo, camiones, campo.Los girasoles como ejército obediente rindiendo culto al sol. Un parador a lo lejos,enormes carteles de publicidad y yo leyéndolos a todos.Mamá manejando.Éramos “las dositas” viajando.

Lamanna, María AngelinaMaestra

Cantan al alba las angustiosas horas que dejaste olvidadasEn el bolsillo de mi delantal de niña Y el cuaderno y la biromeSe mantuvieron ocultos por largos años en la cartuchera de escolar taciturna Del portafolios viejo que ya no existeSupiste entregar entre besos níveos tu pura alma de mansa santaDel pizarrón y la pluma

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De los poetas malditos y los próceres que hicieron PatriaMe mostraste los números más lindos que sumaban cancionesAl requiebro del pobre y restaban tristezasCuando tu mano suave nos acercaba un caramelo para las fiestas patrias

Hoy, acomodo en un rinconcito De mi alma bohemia tu figura presente acumulando los sueñosQue me provocaste dentroY en mi frente cansada todo me floreceEl mástil de la gloria me recuerda tus caras, reaparecen tus nombresY la tiza me ubica en el centro del globoY soy hoy ciudadana e intento ser poeta, y suspiro de ganasDe tenerte a mi lado como cuando era niña Ya grande, hoy te llamo y te beso en la frenteY desde el cielo bajan pedacitos de estrellasQue forman mil palabras para darte las gracias hoy,

¡querida maestra!

Poetas del sur

Hoy volví a recordarlos A sumergirme en sus mundos de letrasEncuentros y desencuentrosDisparidades de mujeres del encierroAmores agobiantes, tangueros de leyEn la certeza de ser los más amadosTu figura, tu no saber de mí… Al recordarlosEn cada letra aletargadaEn las sombras que hiciste luz, vos y vos…Con la punta enristra de la lapiceraDeshilvanando cabellos nítidosQue les mareaban el rostro a contrafuego.Yo les beso el borde de las letras

Antología 201954

Sus sueños de poetas desvelados Cansados de rutina matutinaDe creativos insignes y bochincheros Fueron mi guía señera y prístinaBocas de fuego y llamaradas de amarantoDisparando palabras de consuelo oPintando el barrio de Lanús o de EscaladaLos extraños… a vos y a vosYo estoy aquí, aún no he partidoEl recuerdo me mata a veces y sonríoSolamente cuando nadie me ve, tan sólo esperoQue los encuentre el día de un mañanaEn este vaivén de militantes de la pluma¡Juntos… de cara a la poesía!

Larrañaga, Hugo HoracioHéroe de tres naciones

Un General, más que héroe,Surcó por esta Mendoza.

Hizo un ejército de hombresEn Las Heras fue la cosa.

Del campamento El Plumerillosalieron con convicciones.

De cruzar la cordilleraa liberar tres naciones.

El General San Martín,el argentino más grande,

héroe de tres nacionesY ejército de Los Andes,Argentina, Chile, y Perúcuánta gente liberaste.

Antología 2019 55

Pocos recuerdan tu proezadicen que fue muy de suerte.Tu honor, patriota de entregaHéroe Argentino de siempre.

Muchos llevan hoy tu causaEsa de fe y esperanza

junto a Virgen de La Mercedque al ejército acompaña.

Recuerdo tu paso

Recuerdo triste, aquel díaque al cielo, tú, ya partías.

Dejando tus huellas de amor.Y bueno, hijo, te digo

Que a muchos aquí en la tierraDejásteis con duelo en el corazón.

Como podría explicar lo que hace tiempo pasó.

Brillan mis ojos, ya lágrimasesa angustia de la vida

reconociendo, que faltas.Pero sé, que estás, con Dios.

Hoy día de Santos Difuntospocos, ya festejan esto.La sociedad los atrapa

se olvidan de aquello lindo.Que fue tú, mi tiempo compartido

en todo, tu tiempo vivido.

Pasé por un cementerio

Antología 201956

lejano, a nuestro pueblo. Desde allí, este, mi homenaje:

Un hermoso ramo de floresuna oración, una plegaria

y un guiño del corazón mirando al hermoso cielo.

Larre, IgnacioMi árbol, mi amigo

Descanso en la sombra que expande tu brío, tu bella mirada que aplaca este frío.Susurras al viento cambiando su nortey con cada sol recitas mi nombre.

Cuéntame tu historia, coloso del tiempo,que me queda poco y a ti, tantos sueños.Dime por qué lloras,por quién te enamoras. Háblame en caricias, que no tengo prisas.

Muéstrame tu alma,desnuda tus penas, que aunque ya es otoño hay savia en tus venas.Vístete despacio, como más prefieras, que al cerrar los ojos será primavera.

Sabes de mi vida,todo te he contado, y tú, tan paciente, nunca te has quejado.Simpleza en tu estirpe y pura grandeza, de buena madera, noble es tu corteza.

No olvides mi rostro, mi árbol, mi amigo,que viene la noche, quédate conmigo.Y entre las estrellas alzarás tus brazos,

Antología 2019 57

haciendo que el cielo duerma en tu regazo.

Luna de mi vida

Se cierne en la aurora tu velo de plata la noche te apaña y contempla tu gloria. Reinando a los astros amparas los sueñosde almas dormidas que narran tu historia.

Dile a aquella flor, que aún no se abra,aquel niño inquieto que ya no es momento. Rézale algún cuento al cerrar sus ojosy apaga el vigor de su ingenuo antojo.

Cierras cada día y abres madrugadas despertando al sol para sus mañanas.Resguardas con celo la húmeda escarchadando un manto fresco para honrar tu estancia.

Hoy mengua tu fuerza, crecerá a su tiempo pero a tu poder todo se subyuga. Controlas mareas, escribes zodíacosy haces al Zorzal volverse maníaco.

Inspiras pasiones, románticos besos,a tu sombra cubres todo un universo.Amores nocturnos con ansias eternasseduces confiando tu atenta presencia.

No apures la marcha, avanza despacio,que aún la penumbra se quedará un rato. Haz brillar las nubes marcando sus trazosy hechizando estrellas guiarán tus pasos.

Luna de mi vida no pierdas la magiaal volver mañana con un nuevo encanto.Ruego poder verte, al mirar al cieloy con una sonrisa pedirte un deseo.

Antología 201958

Lefloth, WalterPapá

Te fuiste de a poco,casi imperceptiblemente.Te fuiste sin avisar.Comenzaste tu viaje con tus olvidos,con tu mirada perdida,con tus siestas cada vez más largas y frecuentes.Solías volver de a ratoscuando te enojabas contigo,siendo conciente de tu propia decadencia,cuando tus músculos no te respondían como querías.Pero al rato te volvías a ir,en la bruma de tus pensamientos incompartidos.Volvías en algunas ocasiones,cuando hablabas de experiencias pasadasy al rato te retirabas a tus silencioscatatónicamente prolongadosTe miro en la cercaníay te extraño en la distancia,esperando esos consejos mágicosque sé que ya no vendrán.Te busco en esa mirada cómpliceque infinidad de veces tuvimos,pero el vaso cada vez más vacíose va secando con una parte de mi alma.Y ese corazón que tanto te falla

Antología 2019 59

hace eco de dolor en mi pecho.Viejo, te miro y no te encuentro.Hace mucho que te extraño.

Leiva, Cintia PaolaTocar el cielo

Salto, desde la elevación más alta,me estiro, intento, vuelo,o tal vez eso quiero…Con los ojos vendadoscon el abismo a mis pies,tratando de llegar a alguna estrella,y así me pasan los días,soñando con tocar el cielo.Mi ilusión,tener al alcance de mis manoshumildes, cálidas, húmedas,vacías, la inmensidad de tu amor…Llegué surcando el barro,crucé pantanos de soledades,atravesé caminos inciertos,poco deseados, pero llegué al fin…Ahora, mi misión es amar, mantener,conservar, resguardar, velar,saltar sobre mis pies y aunque caigauna y mil veces, seguir intentando…Llagar mis manos escalando,trepar al árbol más alto,subir al pico más imponentede tus deseos, tus esperanzas,tus emociones, y así,

Antología 201960

seguir luchando para poderllegar al fin, con mi amor,

a tocar el cielo de tu alma… *******************

Tengo los ojos nubladosde tanto extrañarte,tengo la piel desérticade tanto esperarte.

Tengo tu voz grabadaaún en mis oídos,tengo tu amor,lo llevo dentro mío…

Tengo tu manoy sé, que sí la tengoahí al alcance porsi la necesito.

Tengo tu vozal extremo del teléfono,para decirme que aúnestás conmigo.

Tengo tu sangremezclada con la mía,porque no fuiste solomi amor; eres mi vida…

Antología 2019 61

Llargues, Silvana ElizabethSilencio

Silencio hay en sus restosQue me hablan en secretoTus manos trabajaron duroDejaste todo tu aliento

Un barco era en su tiempoHoy permanecen sus huesosAbuelo… tú fuiste el hombreQue anidabas en él tus sueños

El mar tapó sus calderasY en la arena el timón veoEn aquella lejana playaSus huellas marcan el tiempo

Hoy te tengo entre mis manosRestos de sueño…tu sueñoTu alma me da la fuerzaDe lo que yo llevo adentro

Ese barco tiene historiasDe locuras… de misterioJamás tal vez te comprendanSólo cumplías tu sueño…abuelo.

Antología 201962

Mansilla, OlgaQuietud

Me he quedado quieta... con los ojos secos, y el alma dormida... la luna se esconde sobre las cenizas de inmolada noche, sin fulgor de estrellas... y ese aliento a muerte que trepa las carnes, y enmudece al viento... ni azahares ni lirios, ni floridas rosas... la tierra está yerma como el primer día... mis manos intentan la vana caricia... el verso profeta... y el ala del pájaro quebrada en el vuelo... me he quedado quieta... sin una quimera... tal vez sea una sombra que dibuja el aire, o de mármol el cuerpo, devenido en siglos...

Nostalgia

Te extraño Buenos Aires… parece que fue un siglo que caminé tus calles; que sentí el lamento de tus bandoneones con sabor de ausencias… y la voz de Gardel en cada esquina; me encandilan las luces de Corrientes, tu calle; tus cafetines con olor a historias; el paso apresurado del obrero al trabajo; el grito del canillita con la última noticia; te extraño Buenos Aires, porque tu ruido es distinto

Antología 2019 63

Martínez, Maira Noel

Mirándome en el Espejo

Salvar los días empañados es imposible si nadie logra mu-tar en libertad.

Hojas espiraladas se deshacen mientras el tiempo pasa fr-ente a ese espejo,

infinito que delinea el contorno de mis ojos.

Pestañas quebradas caen rendidas con cada suspiro que el alma da al cielo

van dejando una sensación de árbol caído, entristecen

¿Será que la cara al igual que el cuerpo cambia

cuando el interior quiere expresar

algo que no puede nombrar?

Dije sin pensar: hay rasgos del alma que se heredan,

como si del color de mis ojos se tratara, repito la historia.

Entre tanta decadencia

¿Dónde me iré a reflejar?

Si la imagen no me ayuda, no confío ni en mis dudas

y me cuesta preguntar.

En mi propio reflejo me perdí

estoy llorando por lo que no fuí,

viviendo a través de mí una historia que siento ajena

un sueño que me desvela, con unas herramientas que no se usar.

Salvar mis dias empañados es imposible si no logro mutar en libertad.

Antología 201964

Y qué hago con las manos

con su aleteo tembloroso

con las ganas de caer en los pozos

vacíos de encanto adolescente

llenos de ansiedad que está de cualquier forma

menos distraída.

Una negación eso es mí nombre

No - el

Negada desde el nacimiento,

a él.

El Hado, destino si se quiere.

¿Qué hago con las manos?

Si no se tocar ningún instrumento

si suelo quedarme en intentos

si me rindo a la primera demostración

de progreso, de certeza y de vida.

De vita nuova. De dolce vita.

Desde el hastío hasta el tedio

ahí puedo ser, en la noia.

El sol del mediodía ilumina mis poros que irradiando nico-tina,

lloran viciosos de sentir la chispa frente a los ojos.

Antología 2019 65

al ruido de otras ciudades; cada vez que te recorro, me acompaña el inmigrante, el compadrito, la percanta; y las notas de un tango, silbado en la madrugada. Te extraño Buenos Aires, porque tu noche es poesía, la escriben los vagabundos, las prostitutas, los artistas; filósofos trasnochados bajo una luna distinta. Yo te extraño Buenos Aires, porque me parece un siglo que caminé tus calles…

Matteozzi, César AmílcarLa lluvia

En el tejado llueve,asomo mi corazónque se reflejaen los cristales

Las gotas golpeancalmas y serenas

Suena el viejo relojy me miro por dentro

Antología 201966

Nadavuelve atrás

solo la lluviay los recuerdos

mi madre,y aquelimpetuoso aguaceroen el patio de la casa que aún sigue vivo

Disfrazomis lágrimaspara sumar vidaa la vida

Esperoun nuevo atardecerel sonido de un chubascoque penetre el almay cure las heridas.

La enmienda Cuandoal fin se propusoser más humano

repararlo que debíareparar

Juntó las partículasde su alma desorientada despertóa todos aquellos

Antología 2019 67

que hibernabanmuy cerca suyo

Les mostróel epitafiopara su última morada: “Aquí yace el que pudo remediar sus errores a tiempo”.

Monterroso, Nora

Sueño celeste

Se está apagando el díasobre el filo de occidente;encanto de arreboles luce la tarde durmiente.Inefable melodía desde el silencio emerge;vagos compases de vientoque entre las sombras se pierden.Despojados de sus frondas,los árboles extiendenal cielo sus ramas grises,cual plegarias indigentes.Vuela un ave en la penumbra,con graznido que estremece,y se va llevando el ríola última lumbre, indiferente.

El crepúsculo de otoño…¡Cuánta nostalgia tiene! Lo que llega es la noche,y lo que se va no vuelve.En su regazo sereno

Antología 201968

se duerme el sol mansamente.¡Así quisiera el alma míadormir su sueño celeste!

Golondrina

Rasguño de viento en cielo de enero,contágiale al mundo tu instinto viajero;de nadie es la tierra, de todos el cielo,con poco equipaje se llega más lejos.

Simple es tu canto, jolgorio mañanero;misterio tu vida, inquieto ajetreo. Satélite errante con radar perfecto,¿qué impulso sagrado encamina tu anhelo?

Ensayas tu viaje y yo te contemplo.El hombre pretende explicar tal vuelo,lenguaje que sólo conocen los vientosy a nadie le cuentan tu ancestral secreto.Soñando despierta persigo tu vuelobuscando veranos de soles eternos;tu adiós, el que siempre promete regreso.¡Llévame contigo hacia otro hemisferio!

La tarde se hunde en oleaje crespo,con minucioso afán, preparas tu éxodo. Unido a tus alas emigra mi sueño.¿A dónde lo llevas, negrito lucero?

Mis pies vagabundos por arduos senderostal vez no me lleven tan alto, tan lejos…Golondrina viajera, cómplice del viento.¿Volaremos un día en el mismo cielo?

Antología 2019 69

Montu, Romeo

Yo te buscaré

En algún lugar, donde quiera que estésyo siempre te voy a buscar

en algún rincón, donde tú estásseguramente te voy a encontrar.

Yo te buscaré, cielo tierra y mary seguro que un día te encontraré

y, si tú lo quieres, para toda la vidaContigo a tu lado, siempre estaré.

En algún momento, aunque pase el tiempoconstantemente yo te hallaré

pasaremos juntos toda la viday yo, definitivamente, te amaré.

Hoy te he encontrado, en aquel lugardonde un día yo te busqué

Antología 201970

me estabas esperando, siempre lo supepor eso eternamente por ti viviré.

Recorrimos juntos todo lo vividoen todo momento, a flor de piel

y si te fueras a ese mundo oscuro, aunque no quierasyo siempre te buscaré, una y otra vez, y te encontraré.

Mosquera, JorgeEl círculo de la vida

El cristal despulido de nuestras demenciasse trizó en una telaraña vibrante e irrepetibleque mostraba los senderos ignotos que hollábamosen nuestro andar sin fin.El clarín de la vida gastada aulló con su vibraciónmuda.Un relámpago de oscuridad quebró la luz que larueca del devenir hilaba eternamente en el fosomarmóreo de las ansiedades.Los amores y las traicionesenvolvieron las brumas del ahorahaciendo que la sangre galopara locamenteen el árbol del corazón, mintiéndonos otra vez.Las dentelladas feroces de las pasiones ardienteshoradaron hasta el fondo la armadura de la inútil razón.Sin saber cómo, remontola marea glacial de lo que fue y de lo que es,devenido enimpenetrable nudo de incomprensión.

Antología 2019 71

Orgía cósmica

Largos corceles de niebla galopanen el cielo pizarra del atardecer.Los cascos fantasmales atruenan y el ruidoretumba y rueda buscando el tardío horizonte.Relinchos poderosos y etéreos enciendenlos fuegos del universo, dando a luzun prodigioso telón de resplandores.La aurora boreal roba la fuerza del sol,explota pariendo sus hijos de coloresy vomita en el cosmos la paleta de la energía inmortal.Abajo, el huracán ruge enceguecido,doblega los árboles del bosque yesparce por doquier la imbatible vida.Todo el Olimpo celebra mientras bebeambrosía en las copas mágicasde la eternidad.

Murgo, Carlos SamuelAl volver

Junto a las acequias,La bendición del viejo sauceEspera mi retorno.

Los álamos custodios de mis secretos,Sabedores de mi amor, cautos, reservadosSerán testigos del reencuentro.

Sabrás reconocermeTe traigo lo mejor del tiempo.He negado a mis pies senderos falsosY a mis manos hipócritas caricias.

Antología 201972

Cerré mis oídos a palabras vanasY añejaron en mis labios multitud de besos para vos.

Atesoré junto al recuerdo Nuestras bellas historias.

Al volver,El abrazo, el beso, la cómplice sonrisa,Confirmarán memorias, afirmarán perdones.

Culpa de partir callado, sordera cruel, ceguera,Hechizo roto, conjuro de olvido deshecho,Palabra mágica que dijo te quiero Palabra que encendió una luz,Palabra que trazó un caminoEl camino anhelado, sin retornoEl camino del amor, de a dos. Ella Dijo AmarmeElla dijo amarmeY al amparo de álamos y saucesLas acequias susurraron el secreto.Los pájaros inventaron nuevos cantosY fueron las estrellas más brillantes esa noche.

Ella dijo amarmeEn erráticos vuelos de luciérnagasQue escribieron nuestros nombresEn tibias noches de primavera.

Ella dijo amarmeEn efímeros enojosDe quien perdona u olvida.En ahogados llantos de partidas,

Antología 2019 73

En húmedas mejillas del regreso.

Ella dijo amarme Con la bravía música del marEn la serena quietud de la montaña.

Ella dijo amarmeEn íntimos holocaustosQue honran los dioses del amor.

Ella dijo amarmeEn el abismal silencioDonde viejas tristezas y soledadesParlotean sus sofistas argumentos.

Ella dijo amarmeCon el eco del último galope de mi corazónLlenó de besos mis labios mortecinos Y una triste amalgama de caricias y sollozosCerró mis ojos, mis ojos sin luz.

Nan, Juan CarlosSubterráneo - Línea “D”

Oruga traqueteante, metálico gusanoEn histórico Congreso inicias tu camino

Haciendo un Juramento de llegar a destino.

Y como con las botas de las siete leguasSalta de Palermo a una Plaza de Itálico país.En un cruce de calles, de amplias avenidas

Pueyrredón nos aguarda con un único andén.

Los que aquí bajan con ahínco estudiadQue el futuro Galeno se apea en Facultad.

Pensando en expedientes y en sentencias finales

Antología 201974

Los doctos abogados llegan a Tribunales.

En apenas un paso y casi en el final,En un 9 de Julio como fecha puntual

Arribando a un monumento en forma de puñalVisiones en escorzo ofrece Diagonal.

Y como simbolismo del destino fatal

Al fin de nuestro viaje nos llega Catedral.

Olivero, Luis FranciscoMi mundo

Océanos, mares y ríos.Selvas, Montañas, desiertos

Profundos e inciertos;¿Tan tuyos, tan míos?

Océanos, tus ojosInmensos y hermosos.El mar de tu sonrisa

Cuando la marea sube cubre caminos rocosos.Los ríos de tus piernas

Largas y esbeltas

Escafandra de valorQue permita explorar de tus ojos lo profundo;

Navío explorador, que me lleve al nuevo mundoPaciencia, fuerza y amor

Para llegar a la orilla

La selva, tu almaQue esconde belleza distinta

Antología 2019 75

Tan alto como el pico, el amor de una vidaInalcanzable, seca como palmar

Hay que cruzar el desiertoPara ver el mar.

El fin

Y un día cayó,Pero no como la hoja que cae para besar el suelo,

Mucho menos como lo hace el solDejando con su ocaso la certeza de volver.

Cayó como un plomo en el marSumergido en la eternidad

Destinado a permanecer para siempre en la oquedad.

Y ese día claudicó,Pero no como los ojos de un niño antes de dormir,

Para salir de la realidad y adentrarse en la fantasía de un sueño;Pero sí como una flor que fenece ante el infranqueable invierno

Que la arropa con su hieloY por más primavera que llegue

Nunca crecerá de nuevo.

Y así terminóComo lo hace el amor del alma

Que, aunque inmortal, vive dentro de la carneQue vive de lujuria y deseo.

Y ese día fue.Ni bueno, ni maloNi alegre, ni triste

Solo fue.

Antología 201976

Otero Eiras, AndrésLa quietud del alma

Si buscas de mis manos el aplauso, cuando paseo por tu rostro mi mirada. Si esperas que borre con mi afecto, la huella dolorosa que deja tu pisada. Te equivocas de hombre y de momento: Ya no existe el poeta que en sus sueños cerraba los ojos y te amaba. Hoy mi vida no se quema con tu fuego, ni se enciende con las luces de tu llama. Aunque derrames a montones tus promesas, el montón es poco, si es montón de nada. Quiero estar en la tranquilidad y en el silencio, en la luz de la verdad y de la calma. Me motiva más que el goce de tus besos, la profunda quietud que hay en mi alma.

Un canto de amor

¿Cómo se le canta a la mujer amada? ¿Por dónde se empieza...? Si cada parte de ella nos hace vibrar. Y no existe encanto que no se refleje en las pequeñas cosas y en el gran total.¡Es tal su belleza...! (Ay potro salvaje no galopes más. No ves que no puedo seguir adelante. Vamos viejo amigo, déjame pensar).Es como la luna: Suave, bella y clara... (¡Mi Dios, qué simpleza!Teniendo cuanto tiene, valiendo cuanto vale

Antología 2019 77

y yo entonando cantos, sin saber cantar).¡Esto me faltaba... que pierda la calma! (Vamos amigo ¡concentrá tu musa en algún lugar!) Su dulce sonrisa, sus ojos profundos. Su esbelta silueta...su tierno mirar.¡Es toda belleza… No puedo expresarme! ¿Cómo distinguir lo que me gusta más?No abundan poemas que exalten las olas: ¡Se le canta al mar!

Andrés Otero Eiras es Ganador del Primer Premio Poesía en el25º Certamen Internacional de Poesía y Cuento que da origena esta antología.-

Antología 201978

Panduso,

Natalia Beatriz

Nochero Al andar al paso;

caballo fielen vuestro caso.

Relincha atentosin monturasin cencerro.

Nochero fuerteque atropella

al viento.

Cómo fuiste moro.Cómo fuiste cruento.

Notas del Alma

No llores...Por favor no llores.

Mi alma está llena de ti ahora.Oh pájaro que cantas solitario

esas líneas de tu aciertoy esas notas sin olvido.

En mi cuerpofluye tu amor ansiado

sin motivo.No llores...

Sin amor no vivo.

Antología 2019 79

Natalia Beatriz Panduso Edad: 44 añosVive en Provincia de Buenos Aires, República Argentina.Estudios cursados:Primario: Escuela Nº 24 Fray Cayetano JoséRodríguez 1979-1985-Gerli, provincia de Buenos Aires.Secundario: E.N.E.T Nº 1 de Avellaneda Dr. Ernesto Longobardi 1986-1992-Buenos Aires Argentina.Titulo obtenido: Técnica Química.Universitario: Universidad Católica de Salta, con 4 materias aprobadas. No cursando actualmente-1999.Otros estudios: Instituto Superior Mariano Moreno- julio- diciembre 1993. Operación de PC.Trabajando actualmente desde julio de 1994 en Aguas Argentinas, hoy AYSA S.A. Desarrollando actualmente tareas administrativas en el área de Calidad de la Dirección de Compras y Almacenes.Algunos conocimientos del idioma inglés.Habiendo cursado en el área de las danzas, danza árabe y técnica de la danza clásica desde el 2001-2004 y 2005 perfeccionamiento para el profesorado de la danza árabe.Desde 1999 comencé a cultivarme con la lectura y fui teniendo la necesidad de la escritura. Al principio fue muy escaso mi trabajo y luego de conocer el primer taller de escritura, con Sol Kinklenberg y mi hoy querida amiga Cristina, tomé y sentí la necesidad de no apartarme nunca de la escritura y seguir cultivando mi interior es algo que me moviliza y me da todos los días un motivo más para seguir adelante.Participo actualmente de antologías con poesías de los Certámenes que organiza el Grupo de Escritores Argentinos y estamos editando mi primer historia corta que pretende llegar al corazón de las personas lectoras y espero realmente que les sea de puente para poder cultivar sentimientos, deseos y alegrías.Antologías en las que participe: Voces del Alma 2017 y Letras Vivas 2018.

Antología 201980

Petrini, Mabel MercedesPara ty

Recorriendo tus empedradas calles de colores,música y sonrisas plenas,me obsequiaron un trocito de teja muslera.A cambio me pidieron un abrazo de mamá que se extrañapor lejana en otra tierra.Y entonces recordé que a tus calles de piedra,las construyeron esclavos arrancados de brazos de madresque eran de otra madre tierra.Pensé en esas piedras mojadas de llanto y sudorque se hicieron a la mar que hoy festeja.Pensé en la sangre de tanta raza muerta.Por suerte hoy vemos sonrisas y música y fiestaY a los que vinieron dolidos, ensamblados en esta selva.Qué tristeza dan aquellos humanos que de codicia sus manos llenan.Y qué alegría esos seres que sienten vibrar en su sangre,otra sangre, que sufrió tanto en esta tierra.

Petrini, Mabel MercedesEn tren a Mar del Plata

Dedicado a mis nietos: FRANCO Y GENNAROAyer fuimos a pasearen un tren muy particularcon sillas de coloresroja, azul, verde y amarilla

Antología 2019 81

una trompa muy grandey faroles en cada esquina.

Pagamos un pasaje que rápidamente aumentócomo en un plato voladoren cinco minutos llegamosa la Perla del Atlánticoque feliz nos recibió.

Franco era el cochemotorque con un pedazo de globoarreglaba lo rotode este mágico tren.Gennaro se bajababuscando juguetessu hermano lo mandoneabasubite rápidamente.

Caramelito vino corriendoabrazado a su guau guauy diciendo pupa pupanos obliga a frenar.Bombón nos mira seriamenteahora debemos bajareste tren se enojay vuelve a descarrilar.Abuelo, vos andá para alláabuela, vos quedate aquíy ahora nos comemosun dulce chocolatín.El abu hizo magiaen una sillita se sentóy la abu quedó con el ciático a la miseriatanto viaje sin ruedas

Antología 201982

a nuestro mar roncador.

En el camino se cruzóun gran barco a vapory si la rima me gustame dio mucho pavor.Antes de llegar una duna se levantónos miró de reojoy al mar señaló.

Con Franco y Gennaro nos vamosal fin del mundo si quierencon sus abrazos y besosllegamos a destinosea con sol o con nieve.

Que el amor sea el pasajeen esta vida tan intensay si nos dan por tarjetasesos ojos que nos miran y se ríen con nosotrosen esta dulce vuelta,que abran las compuertasa Júpiter nos vamosnadando sin mar y sin aletas.

Antología 2019 83

Pereyra, Luz MagdalenaEl río y la montaña

Tras un atardecer tardío y melancólico,

se comienzan a formar las sombras de la noche,

siendo el paso anterior un crepúsculo dorado,

que da muerte al día y es como un broche.

Aparece el lucero por detrás de la montañay más tarde la luna nos trae su fantasía.El rocío moja con suavidad los arbustos,es todo una magia de tranquilidad y armonía.

Se amontonan las nubes para llorar todas juntas,una tormenta descarga su furia sobre la montañay se junta el agua sobre la cima de la cascaday toda esa belleza y tranquilidad se empaña.

Regresa la calma y la frescura del amanecery toda la cascada descarga su bravura,es como una serpiente de cristal y esmeraldaque baja la vertiente con pasión y locura.

El río es un espejo con aroma a tierra,su torrente es una danza romántica y vitaly a la vez es una música sin palabras.Es el río gritando y buscando su libertad.

Antología 201984

Todo pasa y regresa la quietud,ya es el agua un suspiro de cristal.Salen aves y animales de sus guaridas.Con el sol y todas las flores, la ribera es un cantar.Y así pasa sus días la montañaviendo a sus pies al río correr y correr,zigzagueando sus aguas, por todo su cuerpo,y despertándola, cada amanecer.

Mi flor

Llega a Córdoba una zamba, desde Salta entre Los Vallestrae del norte un malambo y atraviesan Buenos Aires.Por Quebradas de colores se escuchan algunas quenasque deleitan los oídos pues junto a los vientos suenan.

Es chacarera en Santiago y fue gauchos en La Pampa, chayas, vidalas y coplas, el patio criollo una estampa.En Misiones, yerba mate, hermosa la tierra rojay una alegre chamarrita que el Paraná suave moja.

Es la tierra en que nacíme acunaron tradiciones,entre bombos y guitarras, es mi flor entre naciones.

Me despierta un sapucay, me bailo algún chamaméy corriendo llego a Cuyo, tras pasar por Santa Fe.En Mendoza me emborracha ver sus uvas por doquierdanzando entre Los Andes cuecas, hasta que llegué a Neuquén.

Aquí está la Patagonia, con su ancestral loncomeo

Antología 2019 85

Son sus nieves todo un sueño, alcancé Tierra del Fuego.Hay música y tradición y mucha esperanza unidaal final del mapa está, ella es mi Argentina.

Luz Magdalena Pereyra,nacida el 5 de octubre de 1972 en Belen de Escobar, Pcia. de Buenos Aires. Amante de las letras desde que aprendi a escribir. Comence a escribir poesia en los años 90, me interesa la poesia descriptiva de paisajes o de cosas que transmitan emocion a quien las lea. Recien en el año 2016 me anime a comenzar a participar en concursos literarios. El rio y la montaña es un poema que escribi en 1990 y que recien salio a la luz y Mi flor, ya participo en otra antologia de otra Editorial (Dunken) y un fragmento del poema conforma una zamba homonima de la cual tambien compuse la musica. Estudie unel primer año de la Tecnicatura superior en Redaccion de Textos del Instituto Mallea en 2017. Soy Lic. en Enfermeria y trabajo actualmente en Cuidados Paliativos del Hospital Tornu, tarea sobre la cual estoy trabajando en un libro y en una cancion titulada Simplemente estamos de la cual soy autora de la letra. Muchas gracias por dedicarse a esta tarea con la cual hace tan feliz a los escritores y a los lectores. Mail: lmp.luz_magda@yahoo.com.ar

Antología 201986

Picón, AlbaAmo la vida

Amo la vida fugaz de una estrella,amo el rocío que abraza la hierba,amo el ocaso que languidece en las sierras,y sin más se aleja, soñando su vuelta.Amo la vida que corre en mis venas,cuando libre corro y contemplo tus huellas,plasmadas,oh Padre,en el cielo azul o en las flores pequeñas.Amo la vida,así frágil, serena,hoy sedienta, con fuerza;mañana, muerta en la arena.Amo la vida que respiro en la tarde,aunque sé que me llevas a eternas praderas,a volar sin distancia, a gozar de tu aire.Aquí tienes mi alma, que confiada se entrega,para amar más la vida y seguirte sin penas;a dormirme en tus manos que sutiles me elevan,a tu dulce Morada, Padre mío, me llevas.

Tu besoComo un ave solitariabusco el Agua de tu Sery desde éste, mi desiertode tu Amor quiero beber.Pues, Jesús, besaste mi almay me dejaste así, con sed…¡Ah, qué dulce fue tu Beso!,que no pude retener.¡Ah, qué bello tu Misterio!¡Imposible no creer!¡Ah, qué Puro fue tu Beso!

Antología 2019 87

que me hizo comprenderque el Amor sana y libera;nunca quiere detener,porque el alma, por sí misma,de tus Besos, vuelve a beber.Por amarme te haces Niño;por salvarme, Redentor;pero el tiempo de tu Besosólo un segundo duró.Suficiente. Y es eternopara abrazarme a tu Amor.

Priano, Hugo AlbertoUtopía

Me gustaría, sentir la brisa, acariciar mi trigoy tu sonrisa latiendo en mis oídos.Me gustaría, en un caballo aladocabalgar la inmensidad del cielo.Me gustaría, grabar en cada estrellaun corazón, tu nombre y un te quiero.Me gustaría, navegando un velerosurcar los mares de todo el Universo.Me gustaría, sin destino, ni tiempodejar que me lleve, a donde quiera el viento.Me gustaría ser viajero incansablepara sentirme como un conquistador.Me gustaría, volar como las avesy ver el mundo en todo su esplendor.Me gustaría, ser el agua del ríocon sus historias de misteriosas brumas.Me gustaría ser el agua del ríomágico espejo de la luna.Me gustaría, ser el caballero andantevencer en lucha al más bravo dragón.

Antología 201988

Me gustaría llegar con mi estandartey rescatarte del más alto torreón.Me gustaría, caminando hacer senderossin límites, ni apuros por llegar.Me gustaría, ser calma de tus miedosy plena luz para tu obscuridad.Me gustaría, sentirme más amadovivir a pleno mis días de vejez.Me gustaría tomarte de la manomientras el mar se rinde a nuestros pies.

Richiello, MartínEl 4º arte

Sonidos nunca azarososY en perfecta armonía

Nos llenan de dolores y gozosY a veces de tristeza y alegría

Emociones solo percibidasPor el oído más atento

A esto algunos dedicaron sus vidasY lo nutrieron con su talento

Muchos géneros de este arteA nuestros oídos deleitanY a veces dejarlo aparte

Contra nuestra felicidad atenta

Los más complejos instrumentosPara su creación se utilizan

Y así, guiadas por ritmo lentoLas canciones se realizan

Antología 2019 89

¿Cuál es esta invención maravillosaA la que dedico todo esto?

Expresión artística hermosaQue es la música, por supuesto.

Belleza Cósmica

Oscuridad infinitaY de algunas luces dotada

Aunque algunos solo se limitanA admirarlo con cada mirada

Imponente colosoCapaz de cubrirlo todo

Ocupa la mente de los curiososY puede ser que algunos tesoros

Espectáculo increíbleApreciable a semejante distanciaY aunque el sol lo vuelve invisible

La gente lo espera con ansias

Numerosos estudios ha protagonizadoY llenado las páginas de la ciencia ficción

Los corazones de muchos ha llenadoCon conocimiento, aventura y pasión

Hoy mismo lo he observadoY me inspiró todos estos versos

Si de que estoy hablando alguien se ha preguntadoLa respuesta es obvia: hablo del Universo.

Antología 201990

Saavedra Ortíz, CarlosAdiós a la niña…

(para mi hija Sylvana)De pronto sosiego mis ansias de juego,porque se ha callado mi tiempo de niña,y absorta descubrootro tiempo nuevo, rosado, muy tibio…

Apenas si escucho las algarabías, pues las fantasías que ayer eran mías hoy quedaron solas,se han vuelto ilusiones, miradas vacías.

Amanece mi alma para un día joven, y quizás ensaye con el primer vuelo,un canto soberbio,que sabrá de miedos y que tendrá frío…

Mis ojos descubren que todo es poesía,las flores… las cosas… el tiempo… los días…Y mis labios ríen, por todo…De cosas triviales, por nada…

Y como en las bellas historias pequeñas,las letras son hadas hermosas que danzan su última ronda,a la niña que dejo…A la joven que espero. (¡Escrito hace tanto tiempo…!)

A Ti, Profesor

Así como madura el día, lentamente,matizándose de luces y colores,así van madurando las ideasen el torrente de tus labios que son flores.

Antología 2019 91

Así como en las tardes se perfilanlas siluetas en un fondo rosa y fuego,así vas cincelando en cada joven el carácter, la visión, el intelecto.

Así como quien deja vagar el pensamientoy se queda extasiado en lo más bello,así detienes en tu tarde las mañanas,principio de una juventud ya floreciente.

Así también, sabes que llevas de la manola llave sacrosanta del mañana,y empuñando con firmeza el estandarteeres la guía de tus jóvenes alumnos.

Así como Cristo allá en el Huerto,arrodillado quedarás en el camino y aunque no alcances a balbucear la lección toda,les señalará tu mano el derrotero.

Profesor de cátedras augustascapitán de la nave que es la Patria,lleva siempre contigo el pensamientoque Dios bendecirá tu obra magna.

Salvo, NoeliaAllí, en algún lugar

Allí está todo escritoen el silencio de tus palabras

donde callan las vocesy lloran las almas.

Allí donde el vientohace remolino y vuelve

y las estrellas se esconden

Antología 201992

tras el manto oscuro de la noche.

Allí donde la verdad más verdaderaresigna su existencia,

donde las dudas somnolientasvagan sin cesar marcha.

Allí donde las mentirasson piadosas y no mentirosas,

donde el dolor dibuja su sonrisacon crayones de color.

Allí donde las ausencias pesanaunque pululen como algodón,

donde los sinsabores sabenaunque no tengan ningún sabor.

Allí donde guardo los recuerdossin caja, baúl o algún cajón;donde guardé tus promesas

que escapan valiendo la ocasión.

Allí donde resuenan las campanasal mismo ritmo de tu voz

y quedan mudas tus palabras,tus promesas y tu amor.

Tu alma, mi puerto

Me perdí en lo profundo de tu miradanavegando sigilosa los mares de tu alma;recorrí cautelosa cada una de tus costas:

en todas un tesoro me aguardaba.

Por el norte hallé tu sensibilidad y dulzuradescansando a la sombra de una palmera.

Antología 2019 93

Al este encontré un corazón puro que encandilabay el amor dentro de él como una perla en su ostra.

En el oeste la sabiduría que surfeaba,mientras la contención y la entereza nadaban.

Finalmente, al sur tu fuego haciendo hoguera,para mantener la pasión siempre encendida.

Invité a todas a ser parte de la travesíay partimos por nuevos rumbos en mi barca.

Ya no me pierdo en tu mirada,solamente en ella me veo reflejada;

detengo motores y echo al mar mis anclaspara culminar mi viaje en el puerto de tu alma.

Sastre, Helena Perfecto

Soy crudo y translúcido Solamente Cuando estoy con vos

No sé si es amor ¿qué se puede esperar del amor?

No concibo el amor con censura eso sólo me ocurre en vos.

Tal vez por eso creo: aún sin la convención de lo exclusivo somos, así la pareja perfecta.

Antología 201994

Calculado Soy exquisito Racional, lógico Investigué cada detalle de ti Y basado en la estadística Supe que eras para mí Tu percentil 80 de altura con el 60 de cintura combina y me resulta tan sensual... Que no te piensen larguirucha Eres colosal Y no muero menos por tus caderas con sinusoide ritual que por tu sublime inteligencia emocional Terco, rígido a veces Me deleito en tus mullidos arrumacos Sano las heridas en tu abrazo catenario Gozo tertuliando bajo la luna en tus sábanas Recreo mis anhelos viendo cómo entre tus dedos vive tu violín de Abeto y Arce Me debato entre números Maquillajes Juegos de estrategia Mas, Cuando explota mi mente calculando vuelvo a tu arrullo y me siento En casa.

Antología 2019 95

Schapira, Laura Susana Ruego Señor, escucha mi ruego que no es un lamento pesado de llanto ni es dolor de pecado ni tristeza ni queja. Tan sólo que hambriento de la luz de su Eterno, de lo poco cansado y tu agrado esperando te pido me Seas.

Intima conciencia En la más íntima conciencia de convicciones más lejanas, voy diagramando mi destino y componiéndome la vida. Armando mis olvidos y recordándome la risa, destruyendo lo imposible, lo que nunca, lo mañana. Regresando a mis silencios, volviéndome a mi casa, sólo yo con mis proyectos, sólo yo y mi compañía. Y son los perros vagabundos los que ahuyento día a día, vampiros errantes por los resquicios de la nada. Y en la más única conciencia de ser Yo ante mi mirada, en genio y arte me surjo y me afino en sinfonía. Y arrodillado todo yo ante el Yo que se unifica, me erijo en ama y Reina de los reinos de mi alma.

Antología 201996

Schmidt, Alicia Sueños

En el silencio de la nocheme dejo caer

en un sueño profundome dejo llevar.Ese momento

en que nuestro cuerpose entrega a esa quietud

donde perdemos el controly nuestra alma nos deja.

Y comienza el viajepor el camino de los sueños.

Lugares increíbles, desconocidospersonas jamás vistas

relacionándonos con total familiaridady aquellos que conocemos

aún con los que ya no están.Nos emocionamos, reímos

lloramos, amamos.Para luego

con la tibieza del amanecervolver de esa profundidadmaravillosa y desconocidasecreta e incomprensible.Tomamos nuestro cuerpodespertamos, recordamos

ese sueño.Con alegría, tristeza, dolor.

O el deseo de volver a soñarlouna y otra vez.

Antología 2019 97

Silva, Gloria ReginaIndependencia

Punta de lanza afiladaAmenaza, desveloOjos de muerteCrispan el firmamentoGentes que clamanQue correnDesesperanza enmarcada en sus andaresIncertidumbreNadie, nadie sabeSólo la lucha por vivirPunta de lanza afiladaY aún no destronadaEntierra tu odioEn la nada.

VientoViento que tensaAire calientePenetra en mis ojosEn forma de arenaQue ciegaConfundeQue turbaTrastocaDesierto en el almaQue olvida el que eresSimiente y purezaSentido de serSereno, serenoEl viento no tensaEl viento ahora esVida.

Antología 201998

Sincovich, Dina FortunataLas manos de Jesús(Para Sol- Villa Regina)

Jesús peregrinaba en soledad y sin descanso.Valoró el “poder inmenso” que su Padre le confió.

Su espíritu de servicio y entera humildad determinósu mirada dulce y sensible. Dejaba alivio a su paso.

El desierto lo conoció enérgico y luminoso.Con sus manos partió el pan, lo bendijo y alimentó a todos.

Mar adentro, los peces sintieron el milagro de la multiplicación.Calmó la angustia de los pescadores y las redes se atiborraron de esperanza.

Con devoción abrazó a su Madre enjugando sus lágrimas.Acarició a los niños y descubrieron el arco iris en rondas- redondas.

Dejaba escritos en la tibia arena y enseñaba que con fe todo era posible.Compartió sin egoísmo con sus discípulos e irradió su Luz sanadora sin condiciones.

Curó al ciego, paralítico, sordo y al leproso.Todo dolor era transmutado.

¡Oh Jesús!Tus manos y las mías se amalgaman en amorosa entrega.Tu profunda misericordia y sabiduría tocan mi corazón.

Con respeto y devoción, sin tiempo ni espaciosiento y acepto tus Manos magas.

Sincronización sabia y perfecta “aquí y ahora”.¡Gratitud, Maestro de Maestros!

Antología 2019 99

La vida es bella(Floy/Frauke- mis amores)

Uno - dos corazones. Hermanitas que se acompañan y divierten.¡Las amo!

Avancen juntas, separadas, no resistan el abrazo,una charla o juegos con disfraces.

Unidas siempre, sin celos, mentiras ni envidias.¡Aprovéchense! Tejan cada una su leyenda personal.

A pesar de lo vivido, son únicas, especiales y amorosas.Aprendan a escuchar, equivocarse, perdonarse y volver a empezar.

Amar y ser amadas es la meta a lograr.No teman... el miedo paraliza y no deja ser.

Elijan y disfruten, investiguen y estudien con tesón.Escriban, bailen y canten. Dibujen, corten, rompan y tiren.

Patinen, salten y suban a la montaña. Pinten libremente a orillas del lago.El lema es imaginar con inmensa alegría y crear sin límites.

Actúen con mente y corazón, es bálsamo para el Alma.El AMOR alivia y sana. DIOS nos da ese AMOR.

Está dentro de ese Ser hermoso que son.Es pulsar y aliento, Divinidad y Tierra.

Mis amores... tracen cada día pinceladas gigantes de esperanza.La “Vida es bella”. Así es y será.

Antología 2019100

Tittarelli, EnriquetaReloj de arena

Aquella tarde el sol se desnudaba en las tímidas playas de un mar sin dueño.Los pájaros volaban rumbo a la luz. Mis ojos semicerrados soñaban.

El mundo seguía girando y aquí estoy a la orilla de un tiempo nuevo.Descalza el alma, juega con los recuerdos.Las raíces guardan el secreto de mi pasado ancestral,mientras mi lápiz escribe:Un día crecí bajo la sombra del sauce viejo, relojero de íntimos secretos.Postales del ayer viven en los silencios. Anillo cobrizo quiebra siluetas. Lentamente empecé a edificar el templo sobre acantilados milenarios. Los recuerdos están colgados, estremecen la sombra y la luz.Hoy sigo caminando aunque el oleaje turba la quietud interior.A veces, me sumerjo en la melodía del universo y voy a tu encuentro. Pétalos de vida alfombran el suelo, suave arrullo de palomas,señal de los tiempos que impulsan el espíritu viajero. El sol, en alianza estratégica con mi alma, sigue desnudando flores de espumas.

Antología 2019 101

Vallejos, Ninfa EsterEl viento

Llevo casi medio siglo viéndote y sintiéndoteY sin embargo a veces no te entiendo,

A veces me arrullas, a veces me asustasA veces tus caricias me dañan la piel.

Temen tu bravura, tu fuerza indomableTu silbido nocturno como un alma en pena,

Giran las aspas peinando los cerrosY se doblan los álamos clamando piedad

Agitas los mares meciendo los barcos“Calma, Eolo, calma” reza el capitán.

¿Qué tratas de decirnos con tu bramido herido?¿Qué pena envuelve tu lastimero aullido?

¿Acaso algún beso o alguna promesa,Un triunfo o derrota de una antigua lid?

Me quedo en silencio tratando de oírteTu espera a veces se hace rogar

Y a veces de improviso a mitad de la nochegolpeas mi puerta y no te dejo entrar,

por detrás del vidrio veo hacia los cerrosagitando las matas, espantando guanacoscorriendo las nubes y despertando el mar.Te vas, te quedas, te callas, ruges, te miro,

Me escondo, nos desafiamos…Llevo medio siglo tratando de entender…

Mi amigo Aquiles

Aquiles se llama el monstruoQue vive en mi placard,

Aquiles sale de nocheY me pretende asustar.

Aquí les muestro que canta

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Aquí les muestro que bailaAquiles tiene los ojos

Saltones como botones.Aquiles tiene los dedos

Grandotes como salchichasAquiles tiene unas uñas

Que si le tocas te pinchas.Aquiles tienes dos patasY una cabeza muy chata

Come dulce de batataY aprendió a bailar bachata.Si prendo la luz se esconde

Y si la apago apareceEl sale los martes treceY yo no sé ni por dónde.

Aquí les presento a AquilesLes pido sean gentiles

Apaguen la luz y entoncesCon sus cadenas de bronceHará su entrada triunfalPor la entrada principal.

Vernaz, DiegoEspacio arrugado

Caminó suave,llegaron los susurros,su integridad los conoce,abrió la ventanade su cuerpo para recibirlo,él se aproximó a paso de ave.Se encaramó a su cintura desnuda,un minúsculo encajecubría sus tesoros encriptados.Le temblaron las manos,

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cerró sus ojos, pidió que la amara,ella exclamó: el amor es solo locura.Los cristales empañadosauspiciaban el encuentro,es cuando la piel se arrugay también se estira,el fuego late como un faro,son dos aromas expresados e incendiados.

Hueles a plata. Estás encaramada al fino cristaldel celeste tejadopor nubes decorado,en la posesión de tu metal.Naces plena, nacaradaen femínea cadencia,en tus cráteres la inocencia, en erubescencia anaranjada.Salpicón de patinada silueta,huidiza viajera nocturna,ausencia diurna de mil piruetas.Ojo prefulgente de la oscura sombra,pródromo del vuelo de alondrasen voces elocuentes.La pertinaz brisa,de cortesía altruista,en afán de conquistaquiere el esbozo de tu sonrisa.Lo caliginoso es ausencia,en tu mundo solapadoen baño plateado,de perpetua permanencia.

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Vilas, Patricia ElenaMundos de luna y magia

Mundos de luna y magia,el cielo dibuja en las nubessombras de tu difusa imagen,despojada de luz y tinieblas.La musa olvidada,el silencio de las mentes extrañas,la urgente necesidad de partir,el mundo que no quiso vivir.

Profunda quietud del abismo,el tiempo se precipita cayendo en la oscuridadde la profunda nada.

El manto de estrellas que no cierra,la soledad del cementerio que me abruma,el pensamiento se descuelgadel alma de la viday yo sigo sin verte.

Alma indecisa

Saldré a buscar aquella alma indecisa, que no entiende los porqués, para poder decirle: “no busques las respuestas, vive el momento”.“No esperes llegar a la rosa sin pasar por las espinas, encontrarás muchas de ellas”.En la síntesis de la verdad que busco,

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me tropiezo con la antítesis de la mentira circundante.A cada minuto de mi convulsionada existencia deseé conocer el amor amante, me tropecé con el veneno incrustado en los inextinguibles límites del universo.Llegué a la conclusión de quela felicidad es ese estado de disfrutar, de compartir lo bueno que sucede a cada instante, atesorar en mi mundo los pedacitos de cielo, y olvidar…los retazos del infierno.

PATRICIA ELENA VILASLUGAR RESIDENCIA: LA PLATAMAIL: patriciaelenavilas@yahoo.com.ar

BIOGRAFIA

La autora, nacida en Capital Federal, el 1ro. de junio de 1958, es Licenciada en Gestión Parlamentaria y trabaja en el H. Senado de la Provincia de Buenos Aires.

Tuvo varias intervenciones en concursos literarios, tanto nacionales como del exterior, contando con trabajos publicados en antologías (Argentina –Editorial Dunken, España, Francia y Latin Heritage Foundation -United States of América). También tuvo participación en distintos portales literarios.

Ha sido distinguida con menciones de honor y especiales en certámenes organizados por el Instituto Cultural Latinoamericano, Sociedad de Escritores Regionales y Editorial Novel Arte de la ciudad de Córdoba

En el año 2013, publicó su primer libro personal de cuentos y poesías titulado –Reflexiones Nocturnas–, el que fue presentado en las Ferias del Libro de la Ciudad de Buenos Aires en los años 2014 y 2015 y en la Feria del Libro de la Ciudad de La Plata 2015 y 2018.

Una poesía de su autoría fue seleccionada en una presentación de los World Art Games, en Noruega.

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Participó en –Mujer y Poesía en Latinoamérica 2018–, con los libros –Reflexiones Nocturnas– y –Simplemente–la vida y los versos– que formaron parte del evento –XIII Encuentro Internacional de Escritoras – Marruecos 2018, que se llevó a cabo en Tetuán, del 25 al 28 de octubre de 2018, Marruecos, África–.

Miembro académico de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna y miembro académico asociado de la Academia Latinoamericana de Literatura Moderna.

En el año 2017 publicó su segundo libro de poesías titulado –Simplemente– la vida y los versos–

Recibió Diploma de Reconocimiento como –AUTOR DESTACADO 2018–, por parte del Instituto Cultura Latinoamericano. Publicación de la poesía Bella Tristeza en la Antología correspondiente.

Fue distinguida con el Arco de Córdoba 2017 y 2018 que otorga O.B.C Producciones. También ha sido galardonada con los premios Antena Vip, Reina del Plata Artístico, Reina del Plata Artístico Especial y el Premio Internacional Grandes Mujeres 2019.

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Zamora, María LauraCopa de cristal

Siempre me sentí como una copa de cristal, Fino, frágil, impenetrable, impermeable. Una copa llena de vino, licores, batidos con múltiples sabores. A veces amargos, a veces dulces, a veces agrios, a veces suaves. Una copa llena de colores.

Siempre me sentí como una copa de cristal. Fino, frágil, impenetrable, impermeable. Una copa cuyo contenido iba siendo tomado. Vino, licores, batidos con múltiples sabores, desapareciendo poco a poco en la boca de otros. Una copa vacía de colores.

Siempre me sentí como una copa de cristal. Demasiado fino, demasiado frágil, demasiado impenetrable, demasiado impermeable. Una copa llena de colores, una copa vacía de colores, solo una copa. Una copa al borde la mesa. Una copa demasiado fina, demasiado frágil, demasiado al borde. Una copa que se cayó del borde y se rompió en mil pedazos. Miles de pequeños cristales brillando contra el piso.

Ya no era una copa, era solo cristal roto. Miles y miles de fracciones de brillante cristal roto.

Entonces las fracciones fueron recogidas. Los pedazos fueron unidos. Los pequeños cristales volvieron a formar uno. Y entonces fui una copa nuevamente.

Pero ya no tenía colores para mostrar, ni sabores para ofrecer, ya no era impenetrable o impermeable, las ranuras con las que fui unida dejaron rendijas sin soldar.

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Solo tenía brillo, más brillo que antes, más brillo que nunca. El cristal roto producía destellos propios, destellos hermosos, destellos únicos.

Supe que nunca volvería a ser una copa de cristal. Fino, Frágil, Impenetrable e Impermeable. Solo era cristal roto. Cristal roto vuelto a ensamblar para que pueda brillar.

Y ya nunca volví a sentirme como una copa de cristal.

Simplemente no

Simplemente no a los a los descansos Simplemente no a la diversión Simplemente no a las aventuras Correr el riesgo de lo aburrido, lo cotidiano, lo mundano, lo real Simplemente lo permitido Simplemente no a los a sueños Simplemente no a las ilusiones Simplemente no a los regocijos Correr el riesgo de las lágrimas, las torturas, las competencias, las comparaciones Simplemente lo permitido

Simplemente no al amor a largo plazo Simplemente no a la enseñanza Simplemente no al cariño reciproco Correr el riesgo de lo absurdo, la costumbre, la utilización, la pérdida Simplemente lo permitido

Simplemente no al entendimiento Simplemente no a la aceptación Simplemente no al respeto Correr el riesgo del auto-castigo, el vértigo, la soledad, la

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melancolía Simplemente lo permitido

Porque lo permitido es regla Es forma de vida,estilo de amor y pasión

Porque lo permitido tiene los limites correctos Va con la corriente, No enrolla, ni disturba

Porque lo permitido no es egoísta Es amable, No ríe de tu destino, lo admira

Porque lo permitido no admite respuestas, discusiones, argumentos

Lo permitido es regla Porque cuando no lo es, Es simplemente NO.

Cuento

Antología 2019112

Abraham, Sara LucíaEl Viejo De La Bolsa

Fue el momento en que todas las niñas fabricaban pulseritas, ella no escapó a la moda. Luego de vender a la bisabuela, abuelas, tías y primas le había quedado mercadería. ¿Y ahora? Me contó su problema y le ofrecí el garaje para hacer una venta callejera. La idea la entusiasmó y pactamos día y hora del evento.Abrimos las tres hojas, puso una mesita con un mantelito y acomodó primorosamente sus creaciones y se sentó en su sillita de paja a esperar a las clientas. Pasaba gente, la miraba, sonreía y seguía de largo. Tímida y callada en su carita comenzaba a verse la desilusión. Pero su hermano más chico que sentado en el umbral era testigo del fracaso de las ventas, más atrevido y desenvuelto comenzó a ofertar a las señoras que pasaban, diciendo: - ¡Señora, pase, mire que hermosas pulseras para regalar a sus hijas, 5 $ cada una! - Pasen y miren, hermosas pulseritas para regalar… muy baratas. Llamaba a todas, no se le escapó ninguna. Vendió dos. Era poco. La tarde caía. La luz se iba extinguiendo y les dije: - Ya es tarde, levantemos todo. - No, todavía no. Dijo ella, mientras él seguía llamando a los pocos que pasaban, ahora incluía a los hombres haciéndoles la oferta para novias y esposas. Los dejé un tiempo más y volví a insistir con levantar la venta y cerrar el portón.- Otro rato, ¡por favor! Ya cansada, les dije- Me voy adentro, se quedan solos y ojo, que no vaya a venir el viejo de la bolsa y se los lleve. Fui a la cocina dispuesta a ver qué haría para la cena cuando entraron a los gritos llevándose todo por delante. - ¡El viejo de la bolsa! ¡El viejo de la bolsa! Salgo a ver y veo un hombre mayor vestido humildemente con una “chismosa” en la mano, que caminaba lentamente hacia la esquina. Tuve ganas de llamarlo para darle las gracias, pero aprovechando la circunstancia dije: - Vieron, hay que tener mucho cuidado, mientras cerraba el portón y los ayudaba a juntar y guardar todas las pulseritas. Y pensé:- Gracias, viejo de la bolsa por pasar en el momento oportuno y con el susto hacerla olvidar su primer fracaso en el mundo de los negocios.

Antología 2019 113

Arinoviche Schenker, MartaSola y Enamorada Como El Primer Día

Me dejaste sola en una estación de la vida y no era un viaje más, era tu último viaje. Te vi partir inmovilizada, congeladas las imágenes como recuerdos. Nunca más tu voz, tu risa, tu andar.Te apagaste día a día mientras quería escuchar tu trémula voz aunque sea decir por última vez mi nombre. ¿Cómo hago ahora para encontrarte si ni siquiera estás donde te dejé tiritando esa fría mañana mientras apretaba contra mi pecho tus cenizas antes de echarlas a volar entre las rosas?Y ahora, querido mío, quedé infinitamente sola sin la mirada de quien fue el único amor mío, esposo mío, amante mío.Te fuiste a pesar de nuestra lucha esperanzada y sin descanso.

Entonces me quedé sin tus caricias ni miradas, sin tus abrazos ni tus besos, sin tu presencia y tu calor.Huérfana dejaste a quien llamabas tu amor y mimabas como a una niña.Pobre de mí que sollozante nunca imaginé que morirías entre mis brazos.Pobre de mí, que te acompañé hasta el momento en que te dejé volar por los aires para regar como una suave llovizna los pétalos perfumados de aquel parque.¿Qué poder celestial te arrancó de mi lado cuando éramos tan profundamente felices y estábamos tan locamente enamorados?

¿Por qué tanta crueldad y sufrimiento?Tal vez en ti terminó, pero en mí se profundiza cada día y cada noche.No sé cuánto más podré vivir sin tu presencia.¡Si tan sólo el dolor terminara hoy, sería el último día de este fatídico año!¿Sabes por qué, mi amor? Porque tengo entre mis manos un papel muy pequeñito… es el pasaje para ir a la misma estación donde te vi partir y serenamente aunque con prisa dejarme llevar de ahí hasta tus brazos.

Antología 2019114

Arredondo, MartínCaballo Bamboleao

Ernestino Criollo tenía piel dura y arrugada, le gustaba caminar por su galería de ladrillo quebrado, tallado por las botas de sus antepasados que aún merodeaban en extrañas apariciones, regaladas en esas noches de alcohol. Ernestino Criollo vivía solo, rancho de caña y barro no más, no había mujer que se le acercara a semejante guarida, no menos cómoda que un vizcacheral, pasaba sus desoladas horas de vida.Ernestino era famoso en el monte, en Piedra Buena más precisamente se llamaba ese lugar, pues la historia cuenta que alguien se cayó de una barranca rocosa y una piedra lo salvó, contrariamente a romperse la cabeza en cuatro, dibujando con su sangre vaya a saber qué cosa, salió caminando como si nada… la leyenda continúa diciendo que las marcas de sangre están en el rostro de Ernestino Criollo… pues algo se debía inventar para dar vida al paraje y hacerlo famoso. Olvidados en la distancia ya era suficiente para esos lugareños, no hubo mejor idea que marcarlo al viejo ese (Ernestino) solitario, extraño y hasta sucio también.Al primer rayo salía Ernestino, como pidiendo permiso miraba el amanecer, su rostro de cuero curtido hasta el sol se le achicaba a mirarlo, su mirada de nobleza doblegaba a quien se le pusiera de frente, pues no le debía nada a nadie, ni siquiera al mismísimo monte, apenas una pequeña galería complacía sus momentos de descanso, columnas de algarrobo agujereado a punto de quebrarse, al menos mientras nadie lo tocara o un viento traicionero podían derribarlo fácilmente.Yendo al corral, con pisadas torpes, tal vez de botas más grandes que sus pies, allí esperaba Catalán, un caballo churro, panzón, vago y petizo, pero de ojos verdes mi tonto, una tranquera de palos torcidos y púas para que no saliera, Ernestino Criollo también era creativo.A Catalán le gustaba salir, pues comer tunas del monte eran su mejor delicia. Con marcas en su estomago, rasguñado por un ramial de espinas que se perdían entre las venas sobresalientes de su abdomen, ya nada doblegaba su hambre y su angustia por no saber si encontraría su tunal.Al caer la tarde estaban de vuelta, con panza llena el Catalán, ya sabemos por qué, pero Ernestino Criollo nunca se supo, salvo la sed que traían. En la bodega, una especie de horno de barro enterrado en la sombra las guardaba en secreto. Ernestino Criollo tenía el vicio del vino, no había quien le haga frente, al menos que él supiera, ya que existía uno al cual no debía descuidar, sirvió su botella en un copón de acero y se fue a traer algo, agobiado por la salida, más lento y pesado eran sus pasos, como asintiendo con su cabeza, parecía guiado por riendas, la ida y vuelta le llevó como 15 minutos y su jarro de vino no estaba, buscó a Catalán, no sólo se olvidó de encerrarlo, peor aún, tampoco estaba. El enojo de Ernestino era para desafío de muerte directamente, tomó su escopeta herrumbrada por vieja, una madera tallada con el nombre de algún amor y gatillo quebrado, había que meter el

Antología 2019 115

dedo hasta el fondo para poder disparar, ni hablar que la apoyaría en el hombro, tan sólo desde la cintura y con cálculo al azar. Ernestino Criollo era creativo y también inteligente, siguió las huellas de Catalán para dar con el ladrón, cabalgando tal vez se fue, por que sólo estaban las huellas del animal, Ernestino sospechó hacia dónde se dirigían para hacer una cortada y encontrarlo de frente. A pesar de su flacura era muy rudo, dio un pequeño trote para interceptarlo rápidamente, cada paso sonaba con estruendo en el bobadal, el pobre parecía caerse, cargado de odio y decisión en sus ojos de lo que iba a hacer, irrumpió en el monte, haciendo camino a cuerpo casi pelado… la justicia por mano propia era costumbre en aquel lugar desolado, cuentan los viejos que hace miles de años se libraban batallas sangrientas y la descendencia que hoy perdura sería de aquellos hombres, Ernestino llevaba todo eso en la sangre… la búsqueda lo llevo a camino ancho y a 50 metros, su compañero de vida (Catalán) esbozando tal vez una canción, flaqueando las patas y de orilla a orilla en su andar, apareció solo, sin jinete, aquel que se suponía fuera su captor, se acercó a su amo, hocico pintao, no por la tuna sino de tanto vino chupao.

Antología 2019116

Basile, Ana

Miguel Ángel de los Milagros

Ya desde su infancia, Miguel Ángel de los Milagros ostentaba una cualidad muy especial. A través de las caricias de su mano derecha, causaba la sanación inmediata de cualquier situación desordenada. En su adolescencia, decidió que semejante atributo debía ser compensado por los beneficiarios. El primer dinero recibido, lo invirtió en peluquería y sastrería.

A partir de entonces, todos los días a las diez y media de la mañana, Miguel Ángel de los Milagros se paseaba por la calle principal del pueblo, repartiendo caricias a diestra y siniestra. Un anciano en silla de ruedas comenzó a caminar, un joven ciego recuperó la visión, su perro cojo se curó, los negocios vacíos se llenaron de clientes.

Transcurridos varios meses, el pueblo se convirtió en el lugar más saludable y próspero del país. Los vecinos comenzaron a llamarlo a domicilio para sanar toda clase de sufrimientos. Miguel Ángel de los Milagros engrosaba física y económicamente.

En la peluquería ya no sólo se ocupaban de cortarle el cabello y de prolijarsu barba, sino también de las uñas de sus manos y sus pies, que quedaban resplandecientes con el esmalte incoloro de marca importada.

Un día -que estaba muy apurado porque tenía una larga lista de curaciones para resolver- entró a la peluquería preguntando por su manicura habitual, pero ella no había concurrido a su trabajo. Estaba descompuesta. No tuvo otro remedio que atenderse con

Antología 2019 117

una aprendiz, que fatalmente cortó la piel del pulgar de su mano derecha. La sangre comenzó a brotar sin que pudieran detenerla, manchando su impecable pantalón de alpaca inglesa. Miguel Ángel de los Milagros no podía creer lo que estaba sucediendo. Se desmayó.

Se despertó en una habitación del hospital del pueblo. Entró el médico de turno y le dijo: ¡Que suerte tuvo Miguel Ángel! Con la diabetes tan avanzada que tiene, sólo fue necesario amputar su mano derecha.

Antología 2019118

Bouzas, Franco EmanuelClandestinidad

FRANCIA. 1970. Te recuerdo bien. Estabas sentada con esa misma ropa en la barra del bar con un cigarrette colgando entre tus dedos, mirando hacia la nada, con los oídos escuchando el suave Jazz de fondo. Los pretendientes caían marchitos como la rosa que llevabas en tu regazo. Tu mirada desinteresada, como si en el lugar estuvieras vos y el saxo, fue lo que me cautivo. Te vi pedir otro whisky con hielo y mientras lo fuiste bebiendo de a sorbos, tu pie marcaba suavemente el ritmo y el cigarrillo se consumía sin que tocase tus labios. Salí del bar para tomar un poco de aire y me quede viendo como llovía. La música que sonaba se mezclaba con el caer de las gotas contra el suelo, y mientras mis pulmones se llenaban de aire húmedo y el humo de mi tabaco, pensaba en vos. Con tus botas altas de cuero, tus labios inyectados de fuego que decían más que todas las palabras juntas, tus ojos tristes que lo veían todo y no miraban nada, tu pelo umbroso atado en un rodete improvisado decorado con una boina perfectamente colocada. Eras un poema, un cuento y una canción. Eras la música, el saxo y el teclado. El llanto de un niño caprichoso. El orgasmo de dos enamorados. Todo el bien, todo el mal y a la vez nada. Pensé que mis pensamientos eran exagerados, miré la hora y ya era tarde, paré el primer taxi que pasó y corrí hacia enfrente para subirme en él, sin darme cuenta de que vos también habías subido. Casualmente íbamos para el mismo lado así que compartimos el auto. Mi timidez y tu indiferencia hizo que el viaje fuera silencioso, perturbado simplemente por el murmullo del motor. Así seguimos, te pagué el viaje, me miraste y sonreíste. Yo me bajé y vos seguiste tu camino. Me quedé viendo cómo el coche aceleraba y te ibas bajo las luces de Paris, mientras la lluvia caía sobre mi alma. Entré a mi departamento empapado, y así como estaba me senté en el sillón, prendí el velador, saqué un cigarrillo mojado y fumé toda la noche escuchando en mi cabeza, ese Jazz que todavía sonaba en el bar.

Antología 2019 119

Capparelli, Ángel Eduardo EL DIAGNÓSTICO

Rosalía salió de su casa, casi al horario habitual. Sin embargo hoy no podía hacer su rutina. Tenía cita con el doctor Carbonell. Meticulosamente, antes de salir, se había cerciorado de que llevaba la ecografía, los análisis y algunos exámenes más que le habían pedido. Estaba decidida a caminar un poco y a tomarse su tiempo para aflojar tensiones. Cruzó la avenida Libertador por La Pampa y lentamente se dispuso a subir las barrancas por Juramento, aunque luego se arrepintió y prefirió cruzarlas para contemplar el verde de los parques. Era una mañana tan distinta que hasta comenzó a ver y a analizar situaciones, objetos y escenarios en los que comúnmente no reparaba. Un anticipo del sol se colaba entre los árboles. Había escuchado decir varias veces que en las Barrancas había estado la residencia de Rosas, y también que en algún momento Sarmiento había ordenado derrumbarla... Todo eso, muchos años atrás, cuánta gente del pasado había desfilado por ahí. Generaciones y generaciones. Y ahora, las dos plazas, típicas del estilo urbano de fines del siglo XIX, con las palmeras imperiales. Allá estaban... elegantes y quietas...

Recordó cuando llevaba a sus hijos y los hamacaba lenta y rítmicamente. ¡Qué feliz que era! ¡Con los chicos bien chicos, tan de papá y mamá! Ahora ya no... Pero no se podía quejar...habían aprendido a luchar solos en la vida y con mucha fuerza e inteligencia, por lo que ella y Manuel estaban tranquilos. Rodeó el balcón de los enamorados, ahí, Manuel le había tomado la mano por primera vez, y se habían dado el primer beso. Manuel. Buen compañero le había tocado. Ahora sabía que sonreía, disimulaba, pero no podía borrar de su rostro cierta preocupación. Los dolores de Rosalía en el estómago se habían ido agudizando. ¿Qué le diría Carbonell? Pasarla a un

Antología 2019120

gastroenterólogo... ¿con urgencia?, ¿ sin urgencia? Dos situaciones distintas. ¿Atenderla él? Si fuera así. Sombrita, como decía ella. Tómese estas pastillas y todo pasa. Sombrita, sombrita... ¿Al gastroenterólogo? ¡Uhhh! Nuevos chequeos y más urgencia todavía. Uhh, peor...Hay que internar, ah bueno, antes se moría de un infarto.

Volvió por Juramento, llegó a la plaza y divisó la iglesia, La Inmaculada Concepción, ¡qué imponente!, con ese típico estilo arquitectónico italiano Se sintió una belgranense de alma. ¿Había algo más lindo que esa iglesia? Sí, estaban la del Socorro y La Merced y el Santísimo. Pero esa redonda de Belgrano tenía algo especial. Alguna vez Rita, su vecina, que era una chupa sirio de primera, le había contado que había sido construida en 1916, sí estaba casi segura, y si no era el 16, por ahí debía andar. Decidió entrar, no iba muy seguido a misa... pero, en ese instante no le avergonzaba pedirle a Dios, a la Virgen y a todos los Santos, ¿qué iba a pedir?, y... que la mano no viniera muy pesada. Se sentó en uno de los bancos de atrás y sintió cierta protección espiritual de no estar sola y de acercarse a algo sobrenatural y divino. Y pidió, ansiosa: “Ayudame, Dios mío”Luego salió. Un rato más y a deambular nuevamente hasta que se hicieran las diez de la mañana. Consultó su reloj y todavía le quedaban unos cuarenta minutos. Se detuvo en un escaparate de ropa sport para caballeros y al ver una camisa que le gustaba, pensó de nuevo en Manuel. Él vestía en forma adecuada. Siempre le había impresionado a ella el buen gusto que tenía con la ropa, y con la combinación de prendas. Si todo salía bien, le compraba la camisa y para festejar ella se iba a comer un buen pedazo de torta en Capisci. No, ¡qué loca! torta no, si le dolía el estomago. Bueno se tomaba un buen tecito. Si todo salía bien. ¿Y si salía mal? No tenía que pensar pavadas. Iba a salir todo bien. Pero por las dudas el tecito se lo iba a tomar antes. Se sentó en una de las mesas de la confitería al lado de la iglesia y rápidamente fue atendida por una solícita mesera. Le hubiera gustado ser esa chica. Estaba despreocupada, y alegre... y no tenía que cargar con toda ese envoltorio de exámenes y análisis. Mientras tomaba el té, detuvo su vista en la gente: el señor que paseaba el perro, los que se acomodaban para luego tomar sol en la plaza, la pareja que caminaba lentamente. También a ellos los envidiaba. Después pagó y se fue. Todavía quedaba un poco más de tiempo. Los museos Larreta y Sarmiento fueron testigo de su paso

Antología 2019 121

lento y dubitativo. Tomó por Vuelta de Obligado y se detuvo unos minutos, viendo los posters de las películas anunciadas en el Multiplex. Al Pacino la miraba serio. Le gustaba Al Pacino y también Richard Gere. Cómo habían cambiado estas salas modernas de los cines...su mente pasó a recordar al viejo General Paz y al Savoy... ¡que tiempos! Manuel y ella de novios, veían la película a medias, porque con la sala oscura y cerca de una punta y en las últimas butacas, él la toqueteaba de lo lindo y ella lo dejaba, y se excitaban mucho los dos ¡Qué franela! Ahora que los chicos actuales habían cambiado el término y le decían transar, aunque ella estaba convencida de que iban mucho más lejos. Y hasta la nena y las amigas, cuando veían algún chico que les gustaba, decían “¡que ganas de transarmelo!” ¡Si las hubiera escuchado la abuela! En fin, los cambios en la sociedad. A Manuel, a veces, le costaba entenderlos. Se preguntó ¿Y ellos dos, cómo estaban? Se querían. El tiempo los había ido fortaleciendo, y todavía existía mucha atracción del uno por el otro. Sin ir más lejos, la noche anterior, que ella estaba más aliviada, habían experimentado otra vez todo el amor, el afecto, la ternura y las ganas de meterse uno dentro del otro.

Ya era la hora. Caminó las últimas cuadras hasta el consultorio. Pulsó el portero eléctrico, escuchó la voz reconocible de Esther, la asistente del doctor. Cuando subió al primer piso, la mujer le comentó: “el doctor ya la atiende”. Vio a Carbonell que abría la puerta con su habitual sonrisa. Cruzó los dedos sin que la vieran y pensó en Manuel y los chicos, después en Dios; finalmente, entró...

Ángel Eduardo CapparelliLicenciado en Periodismo – Dirige desde el año 2008 el foro cinematográfico CineSeva, una de las ramas de Ciudad Seva. Por internetComo escritor intervino en seis antologías y en dos libros en co participación con otros escritores. Pasajeros del destino, junto a siete colegas. Y Sonestigmas junto a otras seis personas.

Antología 2019122

Carande, Sonia AngélicaNostalgia (carta a mi hija)

Sé que las circunstancias han arrancado de tu lado a la amiga más querida. Intuyo por la profunda tristeza que te empaña la voz cuando me hablas, que estás desorientada, inmersa en el dolor que ha provocado su partida. Quiero que sepas que comprendo ese sentimiento que te embarga, es tan humano, tan nuestro y tan personal y único…

Cuando alguien a quien amamos se aleja de nosotros, cuando ya no podemos nutrirnos diariamente de su palabra o su presencia, cuando de pronto advertimos que, en realidad, no sabemos a ciencia cierta dónde, cómo, cuándo o si le veremos otra vez... Entonces, sólo entonces, comprendemos cabalmente la profundidad de la NOSTALGIA...

Aunque otros seres queridos continúen agitando el aire a nuestro alrededor, como en una gran colmena. Aunque el trabajo nos absorba al punto de casi perder el derecho a la paz, a la soledad. Aunque no mencionen ni mencionemos su nombre, evitando cuidadosamente hablar de su persona para no hacer más evidente la partida. Aunque continuemos sonriendo con el entusiasmo, incluso la alegría que se espera, se necesita, de nosotros. Aunque la vida siga generosamente brindándonos aquello que nos ilumina el alma: el amor de un niño, la amistad de un joven, una luna redonda, brillante y loca, las primeras hojas doradas anunciando ya el Otoño, o la mariposa desorientada que se posa en mi falda mientras escribo estas líneas.

Allí, en el fondo del corazón, sentimos un vacío que pareciera imposible de salvar, y añoramos su presencia, activa o no, cariñosa o no, alegre o no. Pero tan amada, tan nuestra, tan... necesaria. Y a veces, no importa cuándo ni dónde, tal vez en el momento más inverosímil o más inoportuno, llamado quien sabe por qué, nos asalta un recuerdo arrancándonos una sonrisa que tratamos de borrar, quedando así con cara de “Mona Lisa” y una chispa en la mirada que, de golpe y por un instante, se humedece en ternura. En ese rincón del corazón sentimos un destello confuso, agudo, mezcla de dolor, cálida emoción y deleite. Y surge espontánea la plegaria:

“OH, SEÑOR, ¡PERMÍTEME ESTAR NUEVAMENTE A SU LADO!”

Confía en que así será, hija querida, pues ese convencimiento tendrá la virtud de devolverte la sonrisa y el deseo de seguir adelante. Y no importa si sucederá AQUÍ o en ÉL, ahora o lejos en el tiempo, pero sólo la esperanza del reencuentro puede mitigar la desazón de la NOSTALGIA...

Antología 2019 123

Oportunidad (carta a mi hija)

Tu primer trabajo… y con él nuevas experiencias profesionales, desafíos y oportunidades que te ayudarán a forjar una vida futura. Esta será totalmente distinta a la que hasta hoy estabas acostumbrada a llevar, rodeada por compañeros, profesores y la familia que siempre apoyó tus decisiones y respaldó tus logros.

Ahora las circunstancias son diferentes, lo intuyes, y un respetuoso temor hace temblar ese corazón juvenil, pujante. Sabes que te encontrarás rodeada por extraños, algunos de los cuales ni siquiera hablarán tu idioma. Pero quiero dejarte una reflexión propia sobre las infinitas posibilidades de crecimiento que esto te aportará. Porque deseo que comprendas que hay algo valioso, fascinante, en la experiencia de acercarse a personas desconocidas y forjar nuevos vínculos personales.

¡Qué maravilloso misterio el de las relaciones humanas! Tiene algo de sagrado, de místico, de casualmente concertado… La vida nos coloca de pronto frente a alguien a quien no conocemos, y en realidad lo que estamos observando es un nuevo, complejo, increíble universo de sensaciones, percepciones, sentimientos y experiencias.

Allí está: distendido, ansioso o preocupado, distraído o interesado,con una sonrisa franca… ¡o no! con la mano extendida… ¡o no! con la mirada transparente… ¡o no!

No importa su edad o sexo: siempre es una incógnita, una promesa. Cuando ocurre, instintivamente tiendo a sumergirme en esos ojos abiertos a los míos, brocal de ingreso a insondables profundidades que trascienden aún el tiempo vivido, fundiéndose en atávicas raíces imposibles de seguir.

Siempre pienso “¡Es mi hermano! ¡Una nueva oportunidad de compartir, de crecer!”, y creo que merecemos otorgarnos, naturalmente, la ocasión de hacerlo. Aún en aquellos casos en que, sin saber muy bien el porqué, nos invade una vaga sensación de rechazo: debemos tener la fortaleza, la integridad, de darle y darnos esa oportunidad que la vida nos brinda aún sin conocer la razón. ¡Hay tantas almas heridas, cerradas, solitarias, que únicamente necesitan un signo de afecto para abrirse nuevamente! Luego el tiempo dirá si hará más pesada nuestra cruz o nos ayudará a llevarla, si aceptará que sostengamos la suya para descansar o rehusará una mano amiga, protectora. ¡Depende de tantas cosas! De él, de nosotros, de las circunstancias pasadas y por venir… Lo importante es tratar, tratar siempre, tratar con el corazón abierto y los brazos extendidos sinceramente.

Pero a veces, sólo a veces, recibimos la gracia de una inmediata fusión espiritual: casi no le conocemos pero le amamos ya, indefectible y profundamente. ¿Qué misterioso lazo hace que, de pronto, no seamos más elementos aislados, solitarios, sino parte uno del otro, piezas de un todo

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integrado, único, que simplemente encajan a la perfección?Cuando esto sucede le incorporamos a nuestra vida, con ternura: ya

no nos apartaremos más, siempre juntos en mutuo enriquecimiento, unidos en el pensamiento cuando no estamos cerca o, si somos afortunados, en el diario vivir. Y lo más hermoso que tenemos, que hacemos, nos parece poco para compartirlo en delicada, sutil comunión.

Ahora ese amplio abanico de posibilidades se abre, generoso y pleno, frente a ti, hija querida. No desaproveches la oportunidad de crecer que la vida te brinda hoy a través de quienes se integrarán a ella.

Qué maravilloso misterio el de las relaciones humanas… Sí, creo que realmente tiene algo de sagrado, de místico, de casualmente concertado.

Carballo, María AntoniaMutación

Tenía catorce. Se consideraba grande para manejarse solo y elegir sus amistades. Su madre, detrás, quería saberlo todo. Hurgar en su vida. Callaba ciertas cosas... Le gustaba seguir con esos juegos que lo mantenían ocupado en sus ratos de ocio, no perjudicaba a nadie. Pensaba. Había llegado más allá de lo sugerido por su nuevo amigo. La madre se acercó, lo despidió con un beso que disimuladamente se limpió. Era siempre así de pegajosa, quizá porque no había otro hijo en la casa para repartir el cariño. —Cuidate mucho -dijo, despidiendo al muchacho.

Cerró la puerta. Tomó la enorme caja que contenía las ropas de la temporada anterior y otras en desuso para sacarlas del medio y se dirigió al sótano. Allí irían a parar.

El orden en la casa era esencial. Bajó las escaleras para dejar lo que llevaba en el lugar correspondiente. Prendió la luz, vio todo desprolijo. Su hijo se pasaba horas en ese lugar experimentando con brebajes, tubos de ensayo y elementos del juego de química que le había regalado el vecino para su último cumpleaños. Ese hombre era raro, a ella no le gustaba para nada. El hijo se había hecho amigo y había querido invitarlo. Al colocar la caja, corrió sin querer la mesita donde se encontraban los frascos con líquidos de distintos colores, que se bambolearon. Adherido a la pared había un gusano transparente con filamentos como de cristal que brillaban con la luz, le daban un aspecto fantasmagórico. Le pareció extraño. Quedó mirándolo largo tiempo. Vaya a saber por qué estaba ese insecto allí. Siempre se fumigaba, ni olor a humedad había. ¡Esas cosas del hijo! y... su manera de entretenerse. Seguramente todo provenía de esos sucios recipientes. Pensándolo bien era

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mejor esa actividad que otras a las cuales ya no tenía acceso y no podía controlar. Había que hacer una buena limpieza, ese era el momento y disponía de tiempo.

Subió a buscar la aspiradora, volvió a bajar. Llevó la grande, la más potente. La pasaría por todo el piso, rincones, paredes… si había más de esos bichos los aspiraría hasta exterminarlos. Aprovecharía también para tirar el líquido de los frascos y los dejaría relucientes. Así debía estar todo, se dijo. Colocó la manguera larga, la de mayor alcance y enchufó la máquina. Puso la boquilla especial, la que tiene forma achatada que aspira con fuerza todo lo posible y lo imposible también. Comenzó por el rincón donde estaba la mesita y fue subiendo por la pared. Allí seguía el gusano. La miraba fijo y le produjo rechazo. Miedo quizá. La máquina hacía chuf, chuf. Se aproximó para verlo bien de cerca. Estático. Parecía estar esperando. Acercó la boquilla y sin pensar lo succionó. La aspiradora cambió de sonido, algo trabó su engranaje; no esperó más y la desconectó. Tuvo que hacer mucha fuerza para poder abrirla, parecía atorada con algo en su interior. La tapa saltó, explotando... enormes gusanos salieron expulsados como resortes. Los filamentos la envolvieron. Uno de ellos abrió su enorme boca y la engulló: ¡glup Mamá, mamaaaá… ¿dónde estás? ¿En el sótano? - Se produjo silencio. — ¿Qué estás haciendo allí?, no habrás tocado mi invento ¿no? -dijo y bajó

corriendo las escaleras.

Un voluminoso gusano lo esperaba al pie. Abría la boca como intentando hablarle.

Lo miró alelado. De los ojos de la enorme oruga brotaba un agua que resbalaba por su

larvado cuerpo.— ¿Mamá? -gritó.

Dos prolongaciones vermiformes se desprendieron del tronco y lo cubrieron totalmente. No opuso resistencia. No podía. Se dejó llevar...

Esa “cosa” y él se fundieron en una masa amorfa.

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Cherro Aguerre, MiguelBurbuja

Todos los días llegaba a las clases de Facultad sobre la hora. Venía desde Agraciada por Marcelino Sosa. Alto, delgado, caminaba apurado con las puntas de los pies ligeramente hacia adentro y los hombros arqueados hacia adelante. Sus manos metidas en los bolsillos del sobretodo azul, la pera contra el tórax y el discreto balanceo del torso nos causaban la impresión que llegaba achuchado. Día tras día parecía integrarse al grupo como si recién lo conociera. Pero si hubiéramos observado con atención habríamos percibido que prefería mirar al grupo desde afuera.

Vestía de manera sobria y elegante. Al hablar torcía la boca hacia un costado. El tono de su voz evocaba un desliz arrabalero y socarrón. Expresaba ideas controversiales en todo: ya fuera tango, orquestas típicas, fútbol o situaciones cotidianas. Llamaba la atención que le gustaran las riñas de gallos. Nos enteramos que tenía un sobrenombre: Burbuja.

En Facultad fuimos pocos quienes lo tratamos, no más de dos o tres. No era de hacerse amigos, suponíamos que ese grupo lo tenía extramuros. Conversaba con nosotros sin mirarnos. Desviaba los ojos al costado y arriba. La conversación con él, sin que lo fuera, adquiría la apariencia de conciliábulo. En mitad de muchas frases, cuando se refería a algo con lo que discrepaba, hacía un movimiento brusco como para alejarse, pero retornaba. Sin expresarlo pensábamos que ese gesto significaba su desacuerdo con determinada opinión como si dijera “salí con eso, yo me voy”.

Su conversación era agradable. Nos trasmitía ideas originales. Cuando nos propuso preparar juntos Fisiología los dos nos alegramos. Estudiar con él, aunque no lo confesáramos, nos posicionaba distinto frente a nosotros mismos.

El cronograma de estudio se cumplió rigurosamente. En los intervalos el intercambio que manteníamos conservaba el atractivo de siempre. Una semana antes del examen nos comunicó que no se presentaría porque no se sentía seguro. Mi compañero y yo intentamos convencerlo. Le dijimos que estábamos bien preparados, que él discutía con el mismo nivel de conocimientos que nosotros, que era seguro que salvaríamos. Imposible modificar su decisión.

No rindió, nosotros sí y salvamos. Esa materia nos habilitaba para entrar al hospital, cosa que hicimos al año siguiente.

Pasados dos años, una mañana al entrar, me pareció ver que Burbuja, de túnica blanca, venía caminando por uno de los largos corredores del Hospital. Me dio la impresión que al reconocerme de lejos se escabulló para evitar encontrarse conmigo.

A los pocos días le comenté a mi amigo, el otro compañero de estudio, el episodio y lo que me había parecido. Le quitó trascendencia y comentó que quizás

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Burbuja no me había visto. Pero dos semanas más tarde me contó desconcertado que a él le había ocurrido lo mismo y también le pareció que lo había querido evitar.

Estuvimos sin verlo y sin saber de él mucho tiempo. Un día nos enteramos que su padre por influencias políticas lo había hecho entrar como Practicante en una repartición del Estado. Pasado un lapso recibimos la versión que era médico en ese ente estatal.

Hace algunos años en una reunión que celebramos anualmente con amigos de la juventud alguien propuso elaborar una lista con los nombres de todos nosotros, los teléfonos y los mails. En esos grupos generalmente uno es para los demás el Toto, el Petiso, el Ronco o el Semilla. Al ver escritos los apellidos me sorprendió que el segundo de uno de mis amigos fuera el mismo que tenía Burbuja. Le pregunté “¿vos sos pariente de fulano?” Me respondió “si, era mi primo“. Sorprendido dije “¿por qué decís era?”. “Porque se murió, ¿no sabés lo que le pasó?”. Negué con la cabeza.

Me explicó. Una vez muerto los familiares reclamaron la jubilación en la Caja de Profesionales. Allí les dijeron que por ese nombre no figuraba. Les sugirieron averiguar en la Facultad de Medicina en la que contestaron que esa persona nunca había salvado Fisiología.

Por días y días el asunto retornaba a mi cabeza sin lograr abandonarlo. Imaginé lo terrible de mantener toda la vida esa farsa. Levantarse cada mañana con el albur que el castillo de naipes se derrumbara. ¿Cómo lidiar con el implacable sentimiento de frustración y engaño? ¿Qué extraña y perversa satisfacción le produciría cada noche al acostarse saber que había resultado ileso un día más? Qué desasosiego interior debió provocarle salir al mundo cada nuevo día luciendo esa máscara siniestra.

Intenté a la vez explicarme su apodo a partir de los recuerdos que conservaba. Mi primera asociación relacionó una burbuja con algo que se forma y explota. Puede tener la levedad de una pompa de jabón o la contundencia de un émbolo que se atasca en un vaso sanguíneo. Quizás aluda a la condición de aislamiento o privacidad “estás adentro de una burbuja, vivís en una burbuja”. Pero también me llevó a pensar en lo hueco, en el vacío.

Toda esta historia me resulta ominosa, inquietante, terrible. Jamás llegaré a descifrar las razones del apodo que le endilgaron ni tampoco los motivos que le impidieron dar el examen con nosotros.

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Codonio, Isabel Luján El Paquete De Papel Brillante

Recuerdo que mis pies iban rápido. Lo más rápido que podían caminar. Me urgía llegar a casa de regreso de la escuela. Esas pocas cuadras se hicieron interminables, pero al llegar estaba feliz. Y con una gran sonrisa en la cara corrí a los brazos de mi madre, a saludarle como siempre y darle la gran noticia.

- Mamá… ¡Hoy me invitaron a un cumpleaños! ¡Qué lindo, poder ir a un cumpleaños por primera vez! En mi alegría, no noté que algo había nublado la mirada de mi madre. Hoy sí lo entiendo. . -¡Hola hija! ¿Cómo te ha ido en la escuela hoy?-Pero… mamá ¡te digo que me invitaron a un cumpleaños!Con resignación me dijo: -¿Y de quién es el cumpleaños?-De Silvia… ¡de Silvia, mamá!Luego de un largo rato, dijo: -Hija, no sé si vas a poder ir a ese cumpleaños.-Pero… ¿Por qué? ¡Van a ir todas mis compañeras!-Hija, es que a los cumpleaños hay que llevarle un regalito a la amiga, y yo no puedo comprarle un regalo para que le lleves. Mucho silencio ocurrió frente mi nariz.-¿Así tiene que ser? ¿Por qué no podemos comprarle un regalo? Aún recuerdo mis ojos húmedos para ese momento y una gran desazón en el pecho.-Entonces… ¿no puedo ir al cumpleaños, mamá?-Hijín, si querés, al cumpleaños podrás ir, pero lo tendrás que hacer sin regalo.

Y con gran suavidad, como siempre, me quitó el guardapolvo, me ató el cabello y me dijo que me sentara a la mesa. La comida estaba lista. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué la alegría tenía que transformarse en tristeza? Recuerdo que era inmensa la ilusión de ir a una fiesta de cumpleaños, nunca había ido a una. Me habían contado que en esas fiestas colocaban globos de colores por todos lados, que armaban una torta grande con velitas, ¡que los vasos donde servían gaseosas tenían dibujitos! Pero claro, yo no podía llevarle un regalo a mi compañerita Silvia.

Hasta que… ¡una idea se cruzó por mi cabeza! Dejé de comer y fui corriendo

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a mi habitación. Di vuelta la caja de mis juguetes. Tenía que haber alguno que estuviera lo bastante nuevo. Y ese sería el regalo para Silvia. Vueltas y vueltas a los juguetes, hasta que quedaron separadas sólo dos ovejitas de plástico, que eran los más sanos y buenos que tenía. Una era verde y la otra amarilla. Recuerdo que las miraba… las miraba dándoles vueltas para verlas desde todos sus lados. Justo vi que la oveja amarilla tenía una patita un poco rota. - ¡Hum!... esa no iba a poder ser. Entonces, pensé… -Esta oveja verde tendrá que ser: es la única que está sana. La lavé, la sequé, volví a mirarla. Tal vez sería una despedida sin darme cuenta. Pedí a mi mamá un trozo de papel, de esos brillantes de regalos. Por suerte tenía uno. Y también le pedí que me ayudara a envolverla, igual que como hacen en las jugueterías. Y ahí quedó el paquete sobre la mesa, envuelto en brillante papel de colores hasta las cinco de la tarde, hora del cumpleaños. No recuerdo bien qué ropa me puso mi mamá. Sí que lustró mis zapatos y me peinó firmemente con una cola. Así fue que, a las cinco en punto, salí caminando la media cuadra que quedaba hasta la casa de Silvia, con el paquete de papel brillante en las manos. Nerviosa y ansiosa, triste… y feliz. . Y esa fue la primera vez que fui a una fiesta de cumpleaños.

Corrales, Marcelo ArmandoIntemperie a Los Cincuenta

Carlos era un hombre cincuentón que aún conservaba sin canas la mayor parte de los castaños cabellos. Ya tenía panza, pero no reblandecida. Todas las mañanas, luego de levantarse, bañarse, vestirse, desayunar, afeitarse, peinarse, perfumarse, besar a su esposa e hijos, salía a encontrarse con la tediosa e interminable jornada de la oficina de compras de una fábrica de ventiladores y heladeras, donde trabajaba desde hacía más de veinte años. La rutina era tomar el colectivo y viajar media hora junto a adolescentes que escuchaban cumbia, gritaban, mascaban chicles y se insultaban, y con agrios adultos que iban a buscar el mendrugo llamado sueldo que les permitiera seguir sosteniendo la tediosa vida que llevaban.Pedir permiso, empujar a más de uno, correr a jóvenes que se apoltronaban en los escalones del descenso y por fin bajarse en la parada cercana al trabajo. También era rutina entrar a la fábrica, saludar con respeto, prepararse el mate cocido, prender la computadora, escuchar órdenes de su jefe, quien creía que, siendo adalid de una oscura oficina de cuatro personas, había alcanzado la

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estratósfera. Pero, era lo que había podido tener, un trabajo seguro que le había permitido en las buenas épocas comprarse una casa, un auto más o menos moderno, algún viaje anual a la costa o a las sierras. Y en las malas épocas dejar de lado algunos lujos.Al final de las largas ocho horas corridas, sólo mediatizadas por cuarenta y cinco minutos de descanso en un comedor donde almorzaba todo el personal de la fábrica incluidos los jefes, volvía a desandar el camino a su casa, acompañado por otros aburridos y hastiados adultos y adolescentes. Al sofocante regreso repetía el beso sin ganas a su esposa. Una mujer a quien el peso de los años le iba retirando toda belleza y atractivo, entre hijos, ollas, pisos fregados, sexo apagado y un marido que fue deseable, pero un desierto difícil de atravesar. Una mujer cuya simpatía nunca había sido uno de sus dones, pero que con el paso del tiempo había acrecentado su hosquedad.Y después venían los monosílabos intercambiados con sus dos hijos, adoradores de su ombligo. Retirarse a su habitación era su mejor momento, salvo los días que se calzaba el jogging y caminaba cuadras y cuadras hasta el parque donde realizaba algunos ejercicios aprendidos por Internet. Cuando la cena ya estaba lista regresaba.El televisor era un bálsamo y evitaba toda conversación que pudiera entorpecer la creciente introspección de los hijos, el mal humor de su mujer y su silencio. La política le importaba poco, su futuro menos, para él el fútbol era una expresión de animales. De vez en cuanto leía alguna novela y escuchaba música. Cierto día el jefe se paró frente a todos y dijo:- Desde mañana Roberto irá a trabajar a la oficina de ventas como supervisor, le hubiera correspondido a Carlos, por su antigüedad, por su puntualidad, pero la gerencia ha decidido que vaya Roberto porque es más proactivo que Carlos, algo que yo apoyo; ¡ah! Y en su lugar vendrá a trabajar en nuestra oficina Juan Carlos, el que trabaja en recepción de materiales. Todos lo miraron para ver su reacción, pero nada, se cayó la boca, no tenía otra cosa que hacer más que eso y siguió con su rutina diaria, con su monotonía laboral con sus ejercicios vespertinos, con sus silencios. Nada ni nadie cambiaba sus hábitos.Su nuevo compañero era un tipo simpático, alegre, lo hacía divertir. Era un tipo muy amable y se parecía bastante a él, tampoco le importaba el trabajo. Entre intercambios de libros, música y películas se empezó a formar una tibia amistad, ambos eran demasiados callados, tímidos, para que la relación entre ellos fuera avanzando rápidamente. Además, no tenían lugares comunes para ir como el fútbol o cosas así. Carlos debía volver a su casa para intercambiar silencios. En cambio, Juan Carlos era soltero, nadie sabía si alguna vez había estado casado o si tenía algún hijo, era un tipo muy reservado. Eso sí, con sólo ver su vestimenta uno podía pensar que o realizaba perfectamente las tareas del hogar o tenía a alguien que las hacía. Carlos no era un hombre que descargara en su trabajo o en sus compañeros de

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trabajo las frustraciones de su vida hogareña. Todo lo contrario, afuera de casa, era un hombre afable, educado.Juan Carlos en cambio, era un poquito más lanzado, un tanto más audaz, lo que hacía que Carlos le tuviera cierta, como decirlo, ¿admiración?, cierto ¿arrobamiento? Obviamente que jamás se le ocurriría decírselo o expresárselo, menos en público. Esas no eran cosas que podría decir o hacer un hombre.Los días pasaban y las cosas decantaban por su propio peso. La esposa se escondía en vaya uno a saber qué, los hijos trataban de pasar el menor tiempo en casa, él continuaba con sus libros, sus películas y su música. Cierto día Juan Carlos, a la salida del trabajo lo invitó a tomar un café, él se negó, pero la insistencia de su compañero lo obligó a aceptar. En un bar cercano charlaron de las últimas películas que habían visto y de cosas de todos los días.Cuando volvió a su casa, su mujer solo le preguntó con qué puta había estado. Un día Juan Carlos lo invitó a cenar. Luego de titubear aceptó.El viernes, al regresar a su casa tuvo que soportar los insultos de su mujer mientras se bañaba, canturreaba y se esmeraba en elegir sus mejores ropas. Nada lo perturbó y salió al encuentro de su amigo. La cena transcurrió, como transcurren las cenas entre amigos, confidencias, charlas sobre gustos compartidos, recuerdos de la infancia y otras tantas cosas. Cuando hubieron pagado, salieron. Carlos iba adelante hasta que sintió una mano en el hombro y escuchó un “Vamos a casa a tomar un café.” Carlos temblaba, transpiraba, no podía contestar, hasta que con un hilo en la voz dijo “bueno”.

Corti, Giselle Lucía FernandaLa sala de espera

Tocaron el timbre y esperaron en el frío atardecer del julio patagónico. Abrieron la puerta y fueron recibidas por un simple “Hola”. Les señalaron la sala de espera, como indicando que Javier estaba ocupado. Julia, María y Stella se sentaron en el sillón y se pusieron a observar el cuadro del gato que las miraba con ojos inquisidores. - No me gusta ese cuadro, lo tiraría por la ventana - dijo Julia agresiva y dominante como siempre. - De hecho ¡Nunca me gustó! Seguro que en sus ojos hay cámaras que nos espían y le cuentan a ese lo que hacemos. - Sintiéndose paranoica y sudando por demás. María afirmó tímidamente con la cabeza y con voz casi inaudible dijo – Sí y además tiene micrófonos que nos graban, yo no quiero hablar por eso, a ver si descubre el secreto.

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- Vos, mejor no hables María. Nunca tenés nada interesante que decir - la increpó Julia con un grito. - No seamos sonsas- aseveró con la mirada fija en el cuadro – Pues el secreto está bien guardado, ¿o no?; Y qué si descubre el secreto… lo mato y listo. -¡Sheee!- acotó Stella – Calmate y no mates a nadie. El gato es bueno y lindo, como todo animalito. No seas así, tanto Javier como el gato nos aman y nos quieren ayudar. Julia y María se rieron al unísono. -¿Ayudar?– expresó Julia aún más sulfurada - Son ellos o nosotras. ¡Los voy hacer picadillo, chiquilla complaciente! María empezó a temblar como siempre que Julia se irritaba. Le daba miedo esas reacciones, como aquella vez que le pegó a la vieja porque no la quería dejar salir y terminaron todas peleándose con la policía, encerradas, atadas y llenas de inyecciones. María le tenía miedo a las inyecciones, a las ataduras, al encierro, a la policía. Básicamente le tenía pánico a todo y a todos.

Sólo a Stella le tenía confianza. Únicamente ella lograba tranquilizar. Otras veces la apaciguaba la pastilla azul, pero la dormía mucho y dejaba más atontada de lo habitual. -Nada de merca - perseveró Julia, como adivinando la intención de la otra. - Quiero estar bien fresquita – añadió, acomodándose el atuendo. Un jean gastado elegido por María, una blusa con bolados, la favorita de Stella y la chaqueta de vinilo negra que tanto amaba ella. Stella intentó decir algo sobre el amor y la compasión, pero Julia la calló tomando la luz - ¡Los voy a matar! Sólo siento sed de sangre… El incremento de la agresividad de Julia empezó a preocupar a María y a Stella. Presentían que en cualquier momento podría estallar en un acto de violencia con la consecuente destrucción de la estancia y la inevitable contención e internación de todas. . Pero justo en ese instante, la música ambiental se tornó suave y un agradable aroma a flores inundó el ambiente. Julia se calmaba con la música clásica y el aroma a campo. Sin embargo, lo que más relajó a las mujeres que respiraron hondo y dejaron de lado sus emociones e ideaciones fueron los los murmullos típicos de cuando Javier terminaba su tarea. - Hasta luego - se despidió de un muchacho de no más de 20 años - Nos vemos la próxima semana a la misma hora. El psiquiatra invitó a Rocío a pasar al consultorio con un cálido - ¿Cómo andás, hoy viniste sola? Estuviste muy silenciosa, pensé que te habías escapado. Y la sala de espera quedo vacía. Basada en hechos reales de una adolescente con Trastorno de Identidad Disociativo.

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D’Elia Demetilla, María Rosa Derrumbando Estructuras

Se dio vuelta, acomodó su cabello, y pensando con fastidio entre movimientos rápidos, cortantes, se dijo - ¡Estos días de verano, tan húmedos! Caramba, arruinan mi pelo…

No eran estos días de humedad, era ella, al no saber qué pasaba en su interior. Siempre tan formal, tan dama, tan clásica, tan estructurada, tan reprimida en su sentir. Y tan prejuiciosa. De pronto, un cambio a su vida…

Enojándose consigo misma se dijo en voz alta - ¿Qué se cree ése? ¿Con qué derecho interrumpe mi vida… alborota mi corazón, pone alas a mis pies? ¡No! No me voy a dejar envolver con sus palabras, añadió con rabia - ¿Bella, linda? ¿Yo? ¡A mi edad! ¿Qué se habrá creído?

Su corazón, que latía en su pecho la escuchaba, pero no podía opinar. Ella se enojaría con él. Desde un lejano día que dijo ¡Basta! Él se asustó. Era tan romántico… Pero acató la orden, y allí quedó mustio, quieto, viendo como las hojas de los otoños caían año tras año…

Ahora el corazón se siente como al galope. No pudiendo detenerse. Sin saber que hacer no quiere enojar a su ama, porque cuando lo hace - Es brava. - ¡Ah! si la conocerá él.

El pobre se acostumbró a una vida sin amor, sin ternuras que tanto necesitaba su dueña - ¡Si la habrá visto llorar! en esas noches de insomnio, al verla sola, aún, en compañía. Como un animal herido, sangrante, siempre atento al peligro. - Pobre mi Sra. ... Ella, tan plena para amar y dejar que dulces palabras la acaricien, la hagan sentir tan mujer, tan ardiente, tan sensual en la entrega.

- ¡Por favor corazón! No intervengas en esto, le dice ella al notar que la quiere invadir - Ya no tengo edad para sueños. Compréndeme corazón mío. Sólo me dejarán heridas. Volverán a lastimarme.

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- ¡Pobre mi Sra.! Se dice el corazón… - Sus ojos están llenos de lágrimas. Parecen perlas blancas perfectas. Y conociéndola, aunque parezca entregada, me va a dar batalla. Va a luchar con uñas y dientes por no dejarme emerger. Abruptamente busca un pañuelo, su cartera cae, recoge todo con rabia, seca sus ojos - ¡Esta humedad que resfría a todos! Susurra entre llantos…

Dicenzo, JavierEl Castillo Maldito

Dedicada a Agustina telefonista de 4 vientos Esta noche, de penumbras silenciosas y gritos desgarradores en la muerte, estoy mil kilómetros debajo de la tierra, en un castillo subterráneo en San Pedro, Buenos Aires de Argentina, y siento un terror, como si todos los demonios durmieran a mi lado, es tal la lentitud de los fantasmas, y los gritos de muerte; el diablo está en mi guarida, y siento el gemido de criaturas penetrantes, a un infinito temple, son las dos de la madrugada y tiemblo, esos fantasmas ciegan mi vida, y estoy enmudeciendo la tierra, aquí, en este foso de infierno. Los perros inmortales y asesinos corren por las galerías, la muerte, y el precipicio se escucha…. “¡Noooooo! ¡No quiero morrirrrr! Y veo un gran ser entrar por una puerta, veo imágenes imposibles de describir, y un hombre Lovecraft, mirando una tumba. A la distancia pasa un tren donde van calaveras, calaveras inmundas. Luego de años, la muerte se entierra en estos lugares. Sobre mí está Buenos Aires. Lentamente unos gusanos grandes silban, ya estoy perdido, escribiendo estas últimas cartas en mi sepulcro soy Juan, un hombre que vivió hace miles de años en la tierra, y vislumbro unas galerías, el aire está viciado, y un hombre con un cuchillo corre por un andén. La noche es penetrante la oscuridad es inmensa y mi soledad es atrapante. (Dice la leyenda de un puerto que un barco pasa siempre por una ciudad de Sudamérica, y que de lejos se escuchan gritos, y una nave del cielo se mete en el agua, soy un escritor y estoy escuchando la radio e intentando armar esta historia, ¿mañana moriré, seré el olvido porque esta cruz está clavada allá en ese patio, en ese otro patio de la selva?)

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Donatelli, Sebastián GastónSayago

Nunca supe el nombre. Sólo el apellido. Sayago.

Lo conocí en Carhué. Vivía, creo, camino al Lago Epecuén. La avenida Colón dividía el barrio: de un lado, casas tipo chalets, no sé si de la época de Perón o de

los militares y, del otro lado, casas más humildes. No sé siquiera si Sayago vivía por ahí, siempre lo supuse.

Sayago, quizá un poco más chico que yo, metro setenta, cobrizo, fibroso; seguramente la fuerza se la dio el esfuerzo que su destino le deparó; de carácter, era un tipo sin grises, a pesar de su juventud. Seguro, también, fue obra y gracia de

su vida.

No sé bien por qué, pero en estas noches me acordé de él. Sayago, sólo el apellido. Nunca supe el nombre. Algunos le decían “El Loco” Sayago.

De alpargatas y bombacha de campo… a caballo. Luego en moto. Siempre, cuando él pasaba, por alguna razón lo miraban.

Carhué, por negligencia y por lluvias, se transformó topográficamente. Al principio, cuando lo conocí, Carhué era la ciudad cabecera de partido y a unos

kilómetros estaba la Villa Epecuén con su lago con todas esas propiedades curativas que le dieron fama internacional. Sin embargo, por negligencia y por lluvias, la Villa Epecuén desapareció… sólo quedó el lago, siempre amenazante.

En fin, por esas cosas, viví en Carhué, cuando el lago ya se había llevado a Epecuén y sólo quedaba el agua amenazante. Ahí conocí a Sayago. El nombre sigo

sin recordarlo. Fui amigo de Sayago. Compartimos encuentros efímeros los sábados por la

noche y durante la semana en algún momento en el club donde jugábamos a la pelota sin más expectativas que salir campeones.

Sayago. Sólo recuerdo el apellido. Nunca supe el nombre. Un día cualquiera en Carhué, me enteré de que agarró una escopeta y se pegó

un tiro.

Seguramente, al igual que su carácter, fue obra y gracia de su vida.

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Dopazo, Gonzalo Las Habitaciones

En un cuarto yacía un chico confundido. No sabía que hacía ni porque estaba ahí. Sólo se preguntaba cómo salir. Sólo una puerta había en el cuarto. Por tanto el chico fue corriendo hacia ella y la abrió. Extrañamente sólo encontró otra habitación igual. Sin embargo en este nuevo cuarto se encontraba una persona. El chico se acercó de inmediato hacia esa persona, que resultó ser un hombre con aspecto pálido, pero no podía verle bien la cara, pues estaba cubierta con una capucha negra, aún así, trató de encontrar una respuesta por parte de él. Desafortunadamente la persona no respondía a ninguna pregunta. El muchacho estaba desesperado, no sabía ni por qué estaba ahí. Sólo era un joven de 20 años del cual había pasado por situaciones complicadas. Sus padres se habían separado, su novia lo había dejado y su tristeza sólo se profundizaba al estar en ese sitio desconocido. Su nombre no era importante, su situación era su verdadero problema.

Sin tener respuesta alguna del sujeto que se encontraba en la habitación, el joven notó que había otra habitación al otro extremo del cuarto. Rápidamente corrió y abrió la puerta, teniendo la esperanza de encontrar la salida. Para su infortunio, encontró el cuarto exactamente idéntico. Curiosamente había otro encapuchado en el cuarto. El susto que estaba experimentando era descomunal y su mente estaba saliendo de sí mismo. No teniendo otra alternativa, se acercó al nuevo encapuchado y le preguntó con desesperación dónde estaba y cómo podía salir de ese sitio desconocido. No teniendo ni siquiera un movimiento de parte del extraño, sólo se derrumbó en el suelo. Otra puerta al otro extremo se encontraba en ese cuarto tal como las anteriores. Con una leve esperanza abrió la puerta mientras se arrastraba como un gusano. Miró fijamente el nuevo panorama, sólo para que su tortura lo termine de descolocar y vea exactamente el mismo cuarto con otro encapuchado.

La esperanza se rompió en mil pedazos, sus lágrimas caían como canilla abierta de par en par. No teniendo más remedio, buscó cualquier tipo de ventana o ventilación que lo ayude a encontrar otra salida. Pero nada había más que las dos puertas que conectaban las habitaciones. Una cama y el mismo encapuchado que parecía una sombra sin conciencia. Al ver que no había nada que hacer para salir de ese horrible laberinto, ya con todas sus ilusiones perdidas, se tumbó en la cama al lado del encapuchado y comenzó a llorar de forma desbordante. Gritó y gritó, preguntándose por qué estaba ahí. Sorpresivamente, el encapuchado se dio vuelta y con su cabeza inclinada hacia abajo le preguntó, si entendía la importancia de la vida. El joven no entendió la pregunta, pero la respuesta del

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extraño lo sorprendió. Le comentó que él estaba ahí, porque sus acciones lo llevaron a ese lugar. Levantándose de la cama el encapuchado exclamó:

- Estas habitaciones son la representación de tu mente. Aquí tu mente expresa lo que sientes. . El joven no comprendía lo que el extraño le decía. El encapuchado volvió a explicar.

- Este lugar refleja desesperanza porque tu mente así lo quiso y tú solo te encerraste en este laberinto sin fin. No importa cuántas habitaciones cruces. Siempre encontrarás lo mismo. Porque así es como tu mente funciona ahora. Sin esperanza ni ilusión.

El chico pedía una explicación más directa, todo lo desconcertaba.

- No recuerdas por qué estás aquí, porque te has negado a ti mismo, no has aceptado la realidad, recurriste a la rendición y abandono de toda fe. Por esa razón todos los cuartos se repiten y no hay nada nuevo en ellos. Sólo un bucle que se repetirá, a menos que… El extraño cayó en silencio. El joven le preguntó con desesperación que tenía que hacer para salir. Era capaz de hacer cualquier cosa con tal de escapar de ahí.

- Debes tomar las consecuencias de lo que te toca y afrontarlas. Sólo así saldrás de aquí y volverás a tu mundo. El joven seguía sin comprender.

- Sabes por qué te encuentras aquí, pero no puedes recordarlo. Al haberte rendido sólo recuerdas tus desgracias, pero no recuerdas tus acciones posteriores. Las personas que caen en este laberinto de habitaciones, lo hacen porque renunciaron a su propio ser. En ese momento, el chico tuvo un flash de una terraza a la cual se vio a sí mismo parado.

- Creo que ahora lo empiezas a recordar. Por suerte para ti, aún hay esperanza, sólo debes darte la seguridad de continuar y enfrentar tus actos. ¿Estás dispuesto a tomar de nuevo las riendas de tu vida? El joven asintió. Ya recordaba qué había pasado antes de caer en ese lugar.

-Pues bien, entonces te haré volver.

El encapuchado inclinó su cabeza hacia arriba y miró fijamente al chico. El asombro del muchacho al ver su cara en la del encapuchado lo shockeó. Instantáneamente, el extraño se hizo polvo, quedando tan sólo una bola de luz

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que entró directo hacia su pecho. En ese momento sintió como el corazón le latía con fuerza y presenció como todo su ser se desvanecía lentamente de la habitación. Inmediatamente abrió sus ojos y notó como su cuerpo se encontraba totalmente vendado y con un respirador en su boca. Se percató que había médicos con sus desfibriladores en mano, notando como su indicador de pulso marcaba una frecuencia estable. Todo le había cerrado, todo ya tenía sentido. Pero jamás iba a olvidar lo que vivió en ese lugar.

Eraso, María VictoriaMi mamá me crió como una princesa

Mi mamá me crió como una princesa, como la protagonista de un cuento lleno de magia y encanto; me envió a la mejor escuela privada, a clases de piano, de baile, en fin, todas aquellas cosas que ella deseó y no las pudo tener.Victoria, su madre, había dejado su ciudad para trasladarse a trabajar a Viena; jamás mi mamá me dijo en qué trabajaba Victoria.

Cada vez que en la televisión había una nota sobre Viena, mi mamá destacaba que era una ciudad distinguida, digna de la realeza, y tarareaba un vals de Strauss.En una ocasión, mamá me compró una muñeca, la de mayor precio, y la llamó Princesita; en su cabeza tenía una tiara, vestía ropa celeste, y sus pies estaban sujetos a una base en forma de corazón. Yo jugué poco con Princesita, la sacaba un rato de la caja, como para que tome aire, y la volvía a guardar en el ropero. De esa manera, siempre estuvo impecable. Mientras fui creciendo, me di cuenta de que yo vivía en un castillo de cristal, para colmo, mi hogar estaba en la planta alta del negocio de papá, y no teníamos vecinos. En el barrio todos sabían quién era yo, la hija de Esteban, el dueño de la fraccionadora de vinos, pero yo no trataba con nadie.

Crecí, me casé, dejé mi casa, y me topé con la realidad del mundo, que nada tenía que ver con el castillo de cristal donde fui criada entre algodones. Tuve que aprender muchas cosas, eso sí, nunca dejé de considerarme una princesa.Hace dos meses viajé a Europa, sola, sin ninguna experiencia, como un gran desafío personal, sabiendo que lo podría hacer. Estuve en Viena, y supe de qué trabajaba Victoria, fue la doméstica de un odontólogo judío, cama adentro; ella hacía la limpieza de la casa, de la ropa, planchaba, cocinaba y les contaba cuentos a los niños de su patrón. Victoria había

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pasado muchas necesidades en la II Guerra Mundial, y nunca quiso que su hija lo supiera, por eso siempre cocinaba mucha comida, hacía variados postres, y tenía una despensa con diversos alimentos.

Mi mamá me crió como una princesa.

Ferián, Antonio ÁngelMiguel

- ¡Hola!, Susana.- ¡Miguelito! ¡Qué alegría me das! Estaba por ir a verte. Pasado mañana tenemos la Asamblea. ¿Vamos a invitar a los vecinos?- ¡Dale! ¿Y Paola? - Se fue a las 8.30 como siempre a la Escuela. Vuelve para las 6 de la tarde. Comen allá.- Miguel tomó las manos de Susana y la miró con todo su corazón.Jamás podría agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, le dijo.No había leído mucho; mas, su vida en pobreza lo había alejado de libros, revistas y diarios. ¿Qué le confería esa manera de actuar no exenta de riesgos y sabiduría? Observaba hasta el detalle, eso sí, sin proponérselo. Surgía al instante en él una manera de responder al reclamo puntual que la realidad le planteaba. Donde otros se deprimían, él hallaba un motivo de proyectarse. Tal era ese muchachón flaco, desgarbado, de voz gruesa y sonora, risa contagiosa, mirada filosa, franca, atrapadora. Poco importaba su campera rotosa, sus zapatillas al borde de la desintegración. Cuando su mano se posaba sobre el hombro de alguien, contagiaba entusiasmo, energía. Algo intangible emanaba de muy dentro de él mismo, del centro mismo de su metro noventa, y expandía evidencias donde otros naufragaban sofocados por problemas.

Tras la muerte de su padre, Miguelito partió de Colón, su ciudad natal, en la provincia de Buenos Aires. Había sido una decisión instintiva, carente de raciocinio. Una súbita convicción con raíz en el subconsciente; sí, de muy dentro de su ser. ¿Cómo no evocar de tarde en tarde aquel miércoles? A las 9.30 se hallaba jugando a la pelota en el baldío del barrio cuando se acercó Teresa, con otros vecinos y le dijeron que había muerto su padre. Hacete cargo de tus hermanitos, le recomendó. Y él no dudó un instante. Hacia las 10 se hallaba en un lugar de la ruta 9 con sus dos hermanitos, haciendo dedo. ¿Fue una suerte que nadie lo advirtiera? ¿Adónde ir? No lo sabía. Había oído de su padre que en La Matanza vivía Jaime, su tío. Julián se había enemistado con ellos a causa de Magdalena. Pero Magdalena hacía ya unos años que los había abandonado para unirse a un ingeniero y radicarse en Italia, en la ciudad de Treviso. ¿Cómo aconteció todo? No lo sabía. Recién hacia la 1 de la tarde lograba que un

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camionero decidiera llevarlos. No fue fácil convencerlo, pero al fin, tras algunas recomendaciones, decidió llevarlos. Cuando se detuvieron en Luján serían las 5 de la tarde. Jamás olvidaría esos mates, ese trozo de pan con chorizos secos con que los había convidado el transportista y que habían puesto en su sangre calor y vitalidad, un tanto debilitados por frecuentes privaciones. Algo parecido a la alegría se había derramado como un licor por su interior.Al fin el viejo camión, lento, con su pesada carga, zarandeándose siempre, rumoroso, retomó una ruta poco poblada. ¿Dónde estaría Jacinto? A esa altura del viaje ya se había hecho un amigo. Petiso, canoso, con ropa sucia y gastada, lentes emparchados, locuaz. Atardecía cuando el camión se detuvo. Los besó y les deseó mucha suerte. Y ellos descendieron. En aquel cruce cuya imagen jamás se borraba de su mente, de nuevo quedaron en el más cruel desamparo y con las sombras de la noche avanzando rápidamente. ¿Dónde encontrar a Jaime? Tomó de la mano a su hermanita Paola de apenas 9 años y puso su brazo izquierdo sobre el hombro de Carlitos, su otro hermano, de 15, infundiéndoles todo su cariño. Sintió fluir en él en diversos puntos cercanos a su pecho una irresistible ansiedad que trató de no transmitir. Y caminó un largo trecho. Se sentaron unos minutos para luego proseguir el camino. Al fin se había hecho la noche. Había preguntado por Jaime Guidotti a varias personas. Nadie pudo decirle nada. En la plaza había una glorieta y unas banquetas de cemento. El aire estaba templado. Allí uno muy junto al otro, pasaron esa interminable noche.Pero, ¿porqué recordar todo esto? No lo sabía. Era simplemente algo que le acontecía, cada vez que se encontraba con Susy. Ella había sido la compañera, la ayuda imprescindible, y se había transformado en la mamá de Paola.

Fernández Goncalez, Guadalupe AsunciónHuella, El Mejor Aporte Al Mundo

Hubo una vez, un momento, de un día cualquiera, un encuentro entre la pasión y el amor sin aviso ni notificación y de ese maravilloso instante, sin que lo esperáramos ni pensáramos fuiste concebido, impactando nuestra existencia, uniendo las diferencias deuna familia donde todos tenemos gustos y preferencias muy distintas, tu papá hincha de River, y yo de Boca, tu abuelo kirchnerista y la abuela Macrista, ¡claro! ante tanta disparidad nos preguntábamos cómo teniendo intereses y visiones tan diferentes, el poder de un sentimiento hubiera podido obrar el milagro de la creación de tu vida dentro de mí, afectando cada célula de mi cuerpo, trastocando con tu luz, sumándonos al tú y yo un nuevo concepto llamado: familia. Reflexionando en ¿Cómo un ser que aún no puede tocar ni ver puede desde

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ya ocupar un lugar tan importante? Pareciera que todo lo demás se desdibujara, careciendo de importancia, todo gira en derredor de ti, tu energía es tan palpable que logra sonrisas y brindes para celebrar con buenos deseos y grandes razones tu concepción. El tiempo transcurrió y dentro de muy poco llegarás; y te encontrarás con los seres asignados por Dios, Ángeles terrenales llamados papá y mamá, ambos humanos no perfectos, quizás sea esa imperfección lo que nos hace encantadores frente al otro. Sin embargo, con la sana intención de cuidarte, guiarte y amarte, cada uno y de acuerdo con su papel o rol te mostrará como desenvolverte en la vida, en un mundo complejo pero hermoso, lleno de luz, pero también de sombras.Papá, trabajador, fanático del futbol, pipireto y coquetón, quien desde ya te ama, entre juegos y regaños de ser niña te enseñará a conducirte como una princesa, a fin de hacerte distinguir entre sapos y príncipes y sí eres niño te instruirá en el fino arte de conquistar sin herir, trabajar con honestidad para destacar y jugar para triunfar.Mamá, honesta y trabajadora de buen corazón, pero de carácter firme y decidido te mostrará a ser luz en medio de la oscuridad o lo que es lo mismo situaciones difíciles, si eres niña a ser femenina, ordenada, disciplinada y perseverante para que nadie te atropelle, y si eres niño a ser caballeroso, respetuoso, colaborador, firme y decidido. También te encontrarás con los seres que de una u otra manera nos han acompañado en tu proceso de gestación y te darás cuenta de que estás cosechando el amor y las buenas acciones que mamá y papá han sembrado en su camino hasta aquí.Por eso pido al Padre Todopoderoso te bendiga y guarde, haga resplandecer Su Rostro sobre ti para que seas un ser humano:

Bello y sano.Amoroso y sabio.Disciplinado para que puedas alcanzar tus sueños y metas,Trabajador y capaz a fin de que seas independiente,Reflexivo antes que reactivo, libre de pensamiento y feliz.Soñador y alegre con un motivo siempre para seguir.Una bendición para ti mismo, tus padres y la humanidad.

Nosotros papá y mamá pedimos al Creador ponga en ti Su paz para que nada ni nadie te perturben o espanten.Conceda sabiduría, inteligencia, amor, salud y prosperidad a nosotros tu papá y tu mamá para hacer de ti una gran mujer o un gran hombre.Al momento de escoger los colores, cosas para la habitación que ocuparás, juguetes y utensilios como regalo de bienvenida, escogimos lo siguiente; con el fin

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de irte familiarizando con el espacio físico que ocuparás y su significado, además de la amorosa intención que nosotros le otorgamos a cada objeto:Una conserva mamila para que tu corazón se mantenga lleno de luz y nada te amargue.Una cucharilla con dosificador a fin que tengas el discernimiento para graduar tu temperamento.Un corta uñas para podar lo que no sirva en tu vida y no te apegues a lo negativo sepas perdonar y así andar libre de cargas que te anclen en el dolor y la tristeza.Un juguete como recordatorio de que la vida trae alegrías con grandes sonrisas, situaciones buenas que deberás compartir a fin de que lo bueno se multiplique y puedas tener motivos para agradecer.Cuando llegues comprenderás con el transcurrir del tiempo que la vida en lo físico no es fácil, tampoco es imposible, sólo emocionante, lleno de lecciones que aprenderás de acuerdo a tu ritmo y disposición a entender y rectificar, y así volar alto, pero con raíces profundas en lo verdaderamente importante, la libertad de ser, sentir y pensar sin juicio ni perjuicio.Debemos decir que si bien es cierto tendremos que mostrarte el camino a lo largo de la vida, así mismo tú tendrás la misión de educarnos con color y sabor, nos dirás cómo pintar los días de muchas maneras, y en los días de dolor y lágrimas nos expresarás como siempre que habrá y existe un motivo para seguir.

Te esperamos con amor, MAMÁ Y PAPÁ

Fernández, Alejandro El Fantasma De La Playa

No mucho se habla de él, pero algunos comentarios suelen escucharse entre quienes cuentan con varias décadas de residencia en la zona, desde aquellos tiempos cuando El Pinar era balneario y no mucho más, se asegura que se lo ve deambular diariamente por la playa, haga frío o calor, llueva o brille el sol, siempre sin prisa como si el transcurso de las horas no le importara.Dicen verlo venir del Este, hay quienes aseguran que aparece de atrás de los pajonales que están cerca del parador para luego rodear la lengua de arena que corona la desembocadura del Pando, otros aseveran que viene de Neptunia o tal vez desde Pinamar o Salinas y que cruza el arroyo como si no existiera el curso de agua. Cuentan que es inconfundible más que por su figura por su acarreo, un viejo arcón repleto de libros y manuscritos garabateados en hojas amarillentas, vestido con distintos atavíos podría confundir a algunos, pero la singular carga que arrastra por la playa lo delata.Su condición de fantasma lo hace invisible al común de los mortales salvo para

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los sempiternos pescadores de la playa, es así entonces que su presencia sólo se revela por la conducta de estos que suelen seguirlo con la mirada, saludarlo con una ligera reverencia y no falta quien cruce con él algunas palabras, estos hombres de rostro ajado parecen haber perdido la razón cuando uno los ve con la vista siguiendo la nada, hacer reverencias al aire o hablando solos; se asume que la capacidad de ver fantasmas se adquiere tras muchos años de mirar las olas que en los días de tormenta sacuden el horizonte de cielo y agua mientras imágenes de antiguos naufragios se confunden con el vuelo alterado de las gaviotas sobre el mar bravío. Algunas parejas de jóvenes enamorados dicen haberlo visto mientras le daban vida a su amor entre las dunas, pero sus testimonios generan dudas ya que todos sabemos con la razón confundida por la pasión y la visión enceguecida por el brillo del sol, tan abrasador como la efervescencia del momento, el paso de todo paseante se convierte siempre en una aparición fantasmal.No faltan quienes, apoyados en la fuerza de la leyenda, dicen haberlo visto en los amaneceres de espesa niebla navegando aguas arriba por el arroyo en las cercanías del puente carretero en un bogar silencioso montado sobre el arcón y utilizando sus largos brazos como remos.

Don Heber Carrasco, uno de los más longevos entre los veteranos pescadores, asegura haber mantenido más de un diálogo con él, asevera que pese a su acento neutro ha de haber sido extranjero en vida, que nunca pudo sacarle datos sobre su existencia anterior y que casi siempre le daba respuesta a sus preguntas con citas de frases o párrafos de distintas obras y autores, una vez le preguntó si no estaba cansado de ese interminable deambular por playa y dunas arrastrando el viejo arcón y el fantasma le contestó que mientras no perdiera su pasión por la lectura y la escritura no abandonaría sus libros y borradores.

A partir de ese relato muchas mañanas y también tardes anduve recorriendo la playa y la línea de dunas contigua tratando de ubicar al fantasma, llevaba conmigo una caja con libros y algunos apuntes propios con la intención de regalárselos u obtener un curioso intercambio pero nunca logré verlo; fue entonces que llegué al extremo de convertirme en un pescador más para intentar de ese modo tomar contacto visual con él y a pesar que con el correr de los años logré ser uno de los más expertos en el arte de la pesca costera el fantasma siempre se negó a dejarse ver, más de una vez me pareció que el extraño comportamiento de los pescadores al paso de su imagen se daba cuando yo llegaba o me iba de la playa, algo que yo tomaba como una cruel burla del destino, por exceso o por defecto unos pocos segundos parecían separarme de la posibilidad de verlo.

Un atardecer otoñal cuando la caída del sol se hacía ostensible me encontré con Don Heber quien a pesar del paso de los años aún bajaba a la playa a paso lento con

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sus cañas, le conté de mi frustración a pesar de mi intensa dedicación, el hombre me miró de arriba abajo y me dijo “acaso no sabe usted que la capacidad de verse uno mismo es una condición muy especial negada aún hasta para los fantasmas”, sin darme tiempo a pronunciar palabra alguna siguió su camino mientras un par de paseantes lo observaban como quien mira a alguien que habla y gesticula a solas.

Fuino, Amalia ElsaAnoche

Sombras y ciegas manos me acarician el pelo mientras recuesto mi cabeza en la butaca. Pocos en el cine, casi nadie cerca de mí y esa mano que no sé si he inventado o existe detrás.En la pantalla, él corre en el andén mientras ella llora con su mano en la ventanilla. Sabemos que no podrá subir para alejarse con ella y empezar a disfrutar de esa romántica aventura. Lloramos con ella envuelta en impotencia furiosa. La bruma esconde los vagones mientras él queda inmóvil viéndola alejarse para siempre. Baja la vista y con toda la resignación y el fracaso sobre su cuerpo, camina hacia la salida. En la soledad de la estación se oyen gritos y saludos. Anuncios que no escucha. Luces que se van apagando como sus esperanzas, arrugadas en ese rinconcito de corazón que aún latía a su lado. Con la vida estrujada en cada paso, con las manos en los bolsillos y el alma atrapada en el dolor, sale del lugar sin saber bien hacia dónde ir. Ha comenzado a llover y parece que cada lágrima del cielo la llama; que su imagen se dibuja en cada charco y que nadie nunca podrá resucitar su pobre y amargado corazón. No pudo llegar. No supo arriesgarse y la perdió. En la barra se lo habían dicho. Tantas veces los amigos le habían advertido del peligro. Pero Juan no pudo. No se animó a dejar todo por ella. No quiso pedirle que se quedara, que renunciara a todo por él.Caminaba de la mano de la más profunda tristeza bajo una fina llovizna que poco a poco empapaba su traje, como ella. La que había llegado con dulzura y muy silenciosamente. La que había ingresado a su vida empapándolo de caricias y ternura sin que se diera cuenta y que hoy se había llevado hasta su piel. Temía no poder volver a respirar si perdía su recuerdo. Sus grandes ojos negros que lo atravesaron intensamente mientras su sonrisa le abría las puertas de la felicidad, cuando reían imaginándose juntos para siempre. No, no supo ver la proximidad del final y su firme decisión. No quiso pensar que tal vez la perdería. No podía irse, no debía dejarlo. Ella debió entenderlo y quedarse. La oscura orfandad de amor, lo mataría…Casi no puedo ver la pantalla. Las lágrimas se deslizan por mi cara sin permiso y busco a tientas un pañuelo. Cierro los ojos y lo siento acariciando con ambas manos mi cabello. Me incorporo en el asiento y me vuelvo despacio. Me mira y

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sus manos se acercan a mi cara. Me toma las mejillas con ternura y espero el beso. Espera mis labios. Alargo mis brazos y arrodillándome en la butaca, los beso dulcemente.Un grito en la sala nos descoloca. Al girar, veo en la pantalla el dolor hecho decisión y el cadáver del hombre contra el pavimento. Antes de que se encendieran las luces, salgo con rapidez de la sala. Sólo me quedó su perfume, sus manos en mi cara y la dulzura de su beso. Lo perdí entre la gente y me perdió en el tumulto.

Galeano, Ada CarmenEl Silbato

La pelota golpeó los postigos y sacudió sus pensamientos. Ahora sí se le iría la modorra, pero sin querer retrocedió y se ubicó en la infancia dormida.

Él también había roto vidrios y aguantado los gritos de los dueños de casa que salían a destrozarla, aunque no tuviera la culpa de nada. Ellos tampoco; sólo iban en busca del potrero y mientras jugaban, las casas se interponían en el camino. La pelota tropezaba con la ventana y el cristal se hacía trizas, entonces se escuchaban las voces de disculpas: ¡Uhhh! Fue sin querer.

La siesta quedaba interrumpida. Rodillas rotas, pantalón corto, caras sucias, todos tenían la misma facha. El premio era dar vueltas a la plaza en dos bicicletas viejas que no alcanzaban para todos, y entonces valía la pena que las piernas se lastimaran por hacer el gol.

Así, cada día se escapaban en busca del sabor picante de lo prohibido. No les importaba si los descubrían. Pueblo chico, infierno grande. Siempre había alguien que se encargaba de ir con la noticia a los padres y el castigo era severo. Todo valía para conquistar ese rectángulo de tierra donde se alzaban las ganas de llegar a ser los mejores. Miró la ventana, tan añosa como él: no estaba rota. Se desperezó, arregló el pelo escaso, metió las manos en los bolsillos y sacó un silbato; el pensamiento voló lejos, sonrió cuando los recuerdos se le acomodaron en el pecho.

De nuevo en el sillón, volvió a ese mundo y al gol que le valió el respeto de todos, justo en el último minuto, y a las vueltas en bici, toda la tarde victoriosos por la rotonda.

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Gálvez, Héctor“La mujer más bella del mundo”

Dicen que en un partido de la Provincia de Buenos Aires hay una mujer que es la más hermosa que existe y que existirá jamás.Los más arriesgados manifiestan que puede ser en el partido de Tigre, yo... estoy completamente seguro.Algunos descreídos y uno que otro jardinero afirman que esto es una sentencia tan genérica que nunca podrá comprobarse,dada la cantidad de factores a confirmar, algunos de ellos por ejemplo son: Cuando se dijo la frase, es decir el momento exacto en que se pronunció; ya que si fue hace más de 100 años no podremos demostrar comparando, aunque la suerte nos traiga fotografías, que como sabemos las mismas hacían que las jóvenes en general, los carniceros en particular, además de los escribanos en una medida de lo razonable, salieran más feos de lo que eran realmente.Suponiendo que la afirmación fuera cierta y que dicha mujer sea contemporánea, sabemos todos que la mujer pasó por su esplendor en determinados momentos de su vida y que ésta es efímera, para los ojos de cualquier humano, pero cuidado, mas no para quien se enamora de ella.Y si el caso, como aclaran los odontólogos en sus reuniones anuales, es que dicha mujer es la más hermosa, más allá del tiempo, lo será también para todos los ojos de todos los humanos sin envidia. La aclaración de esto último es en cierta medida a que la envidia no deja que veamos la belleza del otro. O al menos no deja que se la disfrute. De cualquier manera, de ocurrir que esta hipótesis sea cierta, podemos decir que dicha mujer es la elegida por cada hombre enamorado? o quizás, tal vez, sea todo lo contrario? Tal vez es aquella de la cual nadie puede arriesgar a enamorarse o que nadie se anima a realizar semejante hazaña por temor a ser rechazado... (Peor aún... si es que la alineación de los planetas permitieran posible, tan titánica experiencia sería sumamente destructiva para esa alma ser abandonada luego de brindarle los placeres de tan suprema compañía...)Lo cierto es que las mencionadas y muchas otras hipótesis escuchadas en cafetines de mala muerte, paradas de taxistas y bufetes de clubes de barrio han conseguido convencer a este humilde servidor, que hace lo imposible para estar disponible para cuando aparezca dicha Dama, y así poder disponer de los favores de tan esperada criatura, aunque creo que muchos más esperan lo mismo...Creo suponer que día a día las posibilidades disminuyen aunque estoy dispuesto a dar lucha y hasta podría enfrentarme, a cualquier bicicletero o afilador de cuchillos a domicilio, si hiciera falta para demostrar mi valentía ante la mujer que sin conocer ya amo, aunque sé que muchos también lo hacen en secreto, por eso yo me hago el otario y simulo como que no me interesa poniéndome de novio con una mujer

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cualquiera, para que crean que estoy fuera de competencia y con la guardia baja... aunque les confieso un secreto... Ésta mujer, con quien salgo, no es una mujer cualquiera... Yo digo que es una mujer cualquiera! Pa´ disimular, vio... En realidad es “LA MUJER MAS BELLA DEL MUNDO”!!! pero hacemos como que no, para que no haiga competencia y así poder ser feliz.Lástima que uno no pueda decirlo que si no le cuento a los muchachos... (Como todos sabemos solo disfrutamos los trofeos cuando los mostramos a quienes por sus limitaciones o sus capacidades diferentes a las nuestras estarían limitados a deslumbrarse por nuestros logros, aunque muchos disfrutan también mostrando sus logros a sus más aguerridos contrincantes ya que el logro tiene más valor para el que lo obtuvo frente al que lo perdió).Y sí, yo me animo...Che muchachos, a que no saben con quién estoy saliendo...!!!

García, Clarisa LauraNudo En La Garganta

Otra hermosa mañana de sol en aquel claro del bosque, los colores de las flores llaman a gritos a insectos y abejas para que cumplan su solidaria tarea de polinización.

Una niña de rulos coloridos se embriaga de perfume arrodillada junto a las flores de la ventana. Desde la cocina se aventura un dulce aroma a pastel de manzanas recién horneado.

-Caperucita, te pido que lleves a tu abuela este pastel, pero que no te demores como la última vez. ¿Podrás hacerlo?

-Sí, mamá. –contestó la niña desganada.-Ve atenta, por favor, Miguel me comentó que el lobo tuvo cría y está al acecho.-¿Y si vamos juntas, entonces? – se animó a proponer la pequeña, previendo la

respuesta.-Ay Caperucita… ¿No ves que mamá está ocupada? – respondió la madre

indiferente. La jovencita largó un soplido agachando la cabeza y tomó la canasta con ambas

manos. Salió de la casa e inició el camino ya conocido. Como otras veces, sentía un gran enojo con su madre. Pero a diferencia de aquellas veces, cuando divisó al lobo esperándola, sintió la tentación de la venganza.

-¡Caperucita, qué sorpresa! ¿No traes canasta hoy?-No abuela, hoy te vine a visitar, y me quedo hasta mañana. ¿Puedo dormir

acá con vos?-¡Claro que sí! Ven, trae aquellos leños de allí así encendemos el fuego.

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Con dos tazas de té humeante y ricas tostadas con manteca derretida espolvoreada con azúcar, Caperucita y su abuela se sentaron cerquita del calor. La niña disfrutó de las delicias mientras su abuela, de memoria envejecida, le volvía a contar historias de bosques embrujados, de árboles mágicos habitados por seres extraños, fábulas de retos entre animales, y otros cuentos que, aunque Caperucita conocía, gustaba de escuchar porque jugaba a adivinar qué palabras usaría la abuela esta vez.

Mientras, en la casa del otro lado del bosque, la mamá leía su historia sentada en el sillón del rincón iluminado por una lámpara de pie. Tan absorta en los conflictivos personajes de la historia, no sintió pasar las horas. Vaya uno a saber por qué, en uno de esos instantes que dura dar vuelta la página, se sobresaltó, corrió la cortina de un tirón y vio que ya era de noche. Caperucita no había regresado aun.

Enseguida se puso un abrigo y salió en búsqueda de la niña, llevaba consigo una linterna y un nudo en la garganta.

Luego de unos minutos de ir a paso rápido alumbrando el camino con la gastada linterna, sin prestarle demasiada atención a los innumerables sonidos ensordecedores, encontró, tirada a un costado del camino, la canasta que había entregado a Caperucita. Casi cae al suelo por la torpeza de sus pies desesperados, agarró la canasta y la encontró vacía. Envuelta en llanto apuró el paso y avanzó, metiéndose más y más en el bosque. Se tropezó varias veces, pues sus ojos nublados no le permitían ver con claridad. Sintió las patas de animales acercándose al camino, quizás atraídos por sus sollozos, pero no le importaba si las patas eran de vizcachas, liebres o lobos hambrientos, ya su remordimiento carcomía su cuerpo y su corazón. Era una madre que había descuidado a su hija. Una madre que había priorizado su lectura en soledad, en vez de acompañar a su hija en un camino que sabía hostil.

El sendero hasta lo de su madre se le hizo largo, denso, insoportablemente oscuro. Los golpes a la puerta fueron varios, en un repiqueteo ansioso.

La abuela y Caperucita se sobresaltaron al escuchar la puerta. Se miraron, luego Caperucita miró hacia el fuego, y volvió a buscar la mirada de su abuela. Encontró complicidad en esa viejita dulce. Entonces le hizo un gesto para que no se molestara y fue a abrir la puerta.

-¡Caperucita! Tuve tanto miedo por vos.La niña, entre triste y enojada, balbuceó:-¿Entonces por qué me hiciste venir sola?

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García, Franco JoaquínEl Miedo De Takeo

¿Mi historia?, ¿Quién soy?, la verdad es que ni siquiera yo puedo darte una respuesta certera ante esas interrogantes, pero puedo contarte lo que yo sé, lo que yo vi, y lo que vivo. Fue un solo un instante en el que mi vida se convirtió en una pesadilla, yo tenía 9 años, por supuesto que perdí la cuenta de mi edad actual, hace mucho tiempo que no recuerdo la fecha del día que estoy viviendo, pero eso es un pequeño síntoma de mi infortunio, y comparado con otros, mi pérdida de memoria parece una hoja en el bosque de sequoias más grande del mundo. Mi nombre es Takeo, y vivo en Japón en la región de Chugoku, en Hiroshima. Yo jugaba tranquilamente, en un campo cercano a mi casa. A diferencia de otros chicos de mi edad no me asustaba la oscuridad, me gustaba pasar el rato en cuevas, pozos profundos y cualquier otro sitio semejante. Un día quise ir todavía más lejos e ingrese en una cueva más grande de lo que estaba acostumbrado y descendí por media hora a un nivel muy alejado de la superficie, y fue en ese momento que lo escuche; el ruido más potente que oí en toda mi vida, podría haber sido un relámpago, un terremoto o una bomba, pero para mí fue nada más y nada menos que un verdugo, mi verdugo. En ese momento la cueva comenzó a temblar, parecía que tenía vida propia, me sacudió por todos lados e hizo que perdiera el conocimiento cuando una roca impactó en mi cabeza. Cuando desperté no tenía claro lo que había sucedido, pero sí sabía una cosa; estaba atrapado y perdido en esa cueva. Pasé mucho tiempo queriendo salir de ese lugar, sobreviviendo tomando agua en pequeñas fosas, y cuando el hambre me ganó, me alimenté de insectos y pequeños roedores. Cada día perdía más la esperanza de salir, de volver a mi hogar, pero el día de hoy cuando una parte de mí ya había aceptado mi muerte en ese lugar, encontré con mis ojos una brecha iluminada entre unas rocas. Se dejaba ver una luz que hacía tantos años mis ojos no podían contemplar, era el sol. Me quedé paralizado y reflexioné al ver mis manos arrugadas y maltratadas por el paso del tiempo, hasta que supe la razón por la cual no corrí desesperado hacia la luz. Desde niño nunca me asustó la oscuridad, pero al pasar los años y sobreviviendo en este infierno he llegado incluso más lejos y me he hecho amigo de la oscuridad. He crecido y me he fortalecido bajo su manto. Pero al ver la luz filtrándose por las paredes de la cueva entendí que he desarrollado un temor que no me permitiría abandonar la oscuridad, le tengo miedo a la luz.

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Goncalves Serrano, Dayanne Hojas De Mango En Un Charco

Una. Dos. Tres. Las hojas del árbol de mango de la casa de mi abuela caen en los restos de una tormenta que se llevó todo de nosotros. Cuatro. Cinco. No paran de caer; caen como si no pesaran nada, con tranquilidad, como si fuesen libres. Caen lento, como si el mundo no ejerciera presión sobre ellas, como si no existiese nada más. Solamente caen. Caen, sin ataduras, ni emoción. Ese simple “caen” puede envolver el mayor secreto del universo, o al menos, de mi universo. Para muchos este árbol será solamente uno más de los trillones que hay en la tierra, cada persona verá lo que tenga ver, cada uno tiene su propio árbol; algunos verán mangos para la sección de frutas del mercado, otros verán madera potencial para construir una mesa, algunos otros verán una mesa para comer los mangos, y los demás sólo un árbol. Pero yo no veo una simple planta, o frutas, o madera. Para lo que los demás es sólo eso, para mí es mucho más que sólo eso. Yo veo historia, la misma historia que el árbol vivió. Veo cómo mi abuela iba todos los sábados en la mañana a recoger los mangos, veo cómo mi abuelo y yo intentamos construir una casa del árbol que nunca terminamos, veo cómo mi abuela y mi abuelo bailaban cuando las estrellas se posaban sobre las hojas de aquel árbol. Es hermoso poder llegarte a entender con un árbol. Todos los árboles tienen sus historias más hermosas, solamente tenemos que encontrar la manera de adentrarnos en su madera tallada por el tiempo.

Las hojas siguen cayendo. El árbol está dictando su último libro. Y todo parece ser infinito, y a la vez, instantáneo.

Hay muchos infinitos, uno de ellos está entre las ramas del árbol y el charco de agua. En esa infinidad, en ese efímero instante, veo risas, de cuando mi abuelo me contaba sus historias de cuando conducía un camión tan grande como la casa, y de la vez que intentó pilotar un avión, y de la vez que lo rescataron del océano porque descubrió que no sabía pilotar aquel avión verde militar; veo felicidad, de cuando mi abuela sacaba sus famosas galletas de avena del horno y la casa olía a Navidad, y de cuando me acompañaba a dar largos paseos afuera, aunque estuviese cansada, ella nunca lo diría, y al final del día, estaríamos nosotros tres abrazados porque el frío parecía conspirar en nuestra contra, pero nunca lo hizo, el frío es lo que nos mantuvo juntos todas esas noches en las que el invierno parecía susurrar un chocolate caliente. Veo eso, recuerdos, memorias de cuando todavía no había tormentas. En esos infinitos vi recuerdos, pero no sólo memorias, sino recuerdos de alegría, de felicidad, de diversión, recuerdos de amor. Recuerdos de amor. Recuerdo los abrazos, los mimos, las tazas de chocolate que siempre estaban calientes. Recuerdo los juegos, los libros, las historias, los dibujos que le regalaba. Recuerdo todo eso, recuerdo todo el amor. Yo creo que los recuerdos de amor son poderosos, el alguna vez haber amado, pero el amor

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verdadero es inigualable. Es esa clase de amor que trasciende de toda forma, no ese “final feliz” típico de los cuentos, este amor no tiene un final. Sólo que mis recuerdos de amor no son sólo recuerdos a los que recurriré cada vez que los necesite, ellos estarán siempre presentes, siempre conmigo, entonces decidí convertirlos en recuerdos de amor verdadero. Recuerdos de mi abuela.

Las hojas, como el tiempo, no paran. Sólo siguen cayendo hasta que el último mango madure. Y así fue, no tuve que esperar, ni que adelantar el tiempo, porque la última hoja estaba cayendo. En ella no vi recuerdos, ni olí galletas, ni se escuchaba una sola risa. En ella solamente vi a mi abuela, no recordaba haberla visto nunca así, tenía sus mismos ojos verdes de mango, su misma sonrisa que siempre estaba dedicada al abuelo, y su mismo cabello en el que podía pasar horas peinándolo; pero esta vez no parecía mi abuela, parecía más un ángel. En esa, la última hoja la vi reflejada, saliendo de un brillo que sólo sería capaz de reconocer en estrellas. Tenía polvo de estrellas en sus pestañas, caían tan suavemente sobre ellas como el rocío que acaricia las hojas del árbol por la mañana. Se volvió el instante más maravilloso, no me importaba que el tiempo siguiese corriendo, solamente estaba yo allí, viendo como la última hoja caía. Y cayó.

Cayó la última hoja. Cayó la última hoja de un árbol al que se le acabaron las historias. No escuché ningún sonido, ni cuando cayó la hoja en el charco, ni cuando cayó también mi corazón. En realidad, sentía como si no sólo mi corazón se cayera, sino también toda mi vida. Mis recuerdos, cayeron. Mis memorias, cayeron. Mi todo, cayó. Cayó todo cuando esa última hoja toca la superficie de aquel pequeño mar. Estoy perdida, perdida en ese mar, no tengo timón, no tengo mapas, no tengo idea de hacia donde voy. Entonces contemplo el mar, acepto que no volveré a encontré el mismo camino por el que vine, solamente miro, las olas ya no luchan contra mí, no hay tormenta, y entonces veo que en el mar flota algo. Hojas de mango. Las hojas de mango están flotando frente a mí, es lo único que tengo en este mar que yo creé. Entonces, lucho contra un mar calmo para llegar a ellas, las rozo, y regreso. Entonces tengo las hojas en mi mano, todas las que cayeron, y me doy cuenta de que tengo mis recuerdos en mi mano.

Estoy lista para dejar aquella madera tallada, ya me estoy llevando conmigo todos los recuerdos que necesito, ¿Quién lo diría? Los recuerdos caben en las hojas de mango del árbol de la casa de mi abuela.

Gracias abuela, por las hojas de mango.

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González Py, Bárbara Candela La Fuerza Invisible

Vuelo. Vuelo todos los días. Lo hago a través de las personas, sobre las pequeñas hojas de los árboles para que se liberen y puedan mecerse

al compás de la naturaleza, y muevo en el infinito cielo aquellos suaves algodones de diferentes formas y tamaños que son productos de la

imaginación. Me siento feliz y libre haciéndolo. Me encanta.No tengo cuerpo físico, soy invisible pero a la vez no, soy como un ente

oculto que guía el camino. A veces estoy, a veces no, depende. Mi presencia no se observa a simple vista, a diferencia de todo lo que se encuentra a nuestro alrededor, sino que se debe sentir y percibir a través de los susurros que emano y van dejando rastros de mi recorrido por los diversos caminos del mundo terrenal.

En unos momentos estoy volando libremente, otros no. Algunos días me muevo de una manera delicada, como una hoja de papiro que se desprende minuciosamente de aquel libro que lo mantenía encerrado, mientras que en otros decido arrasar con todo lo que se me encuentre en el camino.

Por esa razón no les agrado mucho a los humanos, ni ellos a mí. Ellos destruyen y desean dominar todos los ambientes, junto con las deslumbrantes criaturas que habitan en ellos, con el vil motivo de llegar a convertirse en dioses y ser completamente imparables. ¿Por qué el humano no aprecia lo que se le fue otorgado? ¿Por qué posee aquella codicia de transformar lo que en un principio traía en su interior la perfección natural? ¿Acaso el mortal cree que debe intervenir y avasallar todo lo que supone que es vulnerable y débil ante él? ¿Es inteligente o solo un cobarde que creó a la tecnología para protegerse de su verdadero hogar?

Estas preguntas persistirán en mi conciencia hasta que desaparezca, y para los tiempos venideros, lo que en realidad anhelo es poder explorar el

mundo y no tener limites sobre mí fuerza invisible.

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Haas, Victoria AimaráProcesos

Redactar es ganas de quemarme las pestañas con mi historia en un saque esquizofré-nico. Es escribir irremediablemente, con la pasión de guía… queriendo que me lean. Es que cuando te duelen muchas cosas las palabras salen sin filtro y no hay tinta que alcance para tanto delirio de lo que es y no pudo ser, o lo que quise que sea y no fue. Entro en un mar de miles de dudas sin antes alcanzar un ápice de certezas. No sé si soy mi mejor amiga, pero seguro mi mejor martirio. Y pasa el tiempo, y una se acostumbra a no dormir por las noches, a soñar sólo dormida y no esperar que vengas. Una se siente más muerta que viva. Es que después de tu amor, sólo me quedaron restos de una persona poco comprensiva a las sonrisas.

Éste año perdí un amor y gané mucho dolor. Y entendí que perder y ganar, son perspectivas… Y desde la mía gané al atravesar dolor. Me vi inmersa en una vida que no había elegido. Había puesto mi vida en piloto automático hace muchos años y vi que no había nada, absolutamente nada, que me quite el dolor de la pérdida que estaba sufriendo. No podía seguir en la misma.

En medio de todo, tomo decisiones radicales, cambio desde el color de pelo hasta el código postal. No voy a decir que fue fácil, pero entendí que podía ser quién yo quiera, donde yo quiera, cuando yo quiera. Entendí que el cambio comienza y termina en mi voluntad. Que las fuerzas y las validaciones, me las podía dar yo misma y que crecer es una opción, un barco constante que decidís si subirte o no. Y ahora entiendo porque no es joda, y porque no todo el mundo lo hace. No es fácil y cuanto más seguridades crees tener más en el limbo te encontrás. Vivimos en la constancia de tapar el sol con un dedo o con una sombra pequeña, como si eso nos evitara la resolana que después nos da dolor de cabeza y estamos cor-riendo a buscar el vaso con agua y la toalla para la insolación.

Caemos siempre en la trampa de dar (nos) respuestas apresuradas. Quere-mos todo ya, y así vamos como el pato, “un paso y una cagada”, corriendo tras respuestas que no existen, porque nada existe si antes no lo construimos. ¿Qué queremos? ¿Qué queremos ser? ¿Nos hacemos cargo de lo que elegimos? ¿Damos espacios y tiempos a la paradoja que supone elegir y decidir?

Elegir crecer es asumir la libertad que ya la teníamos precedida. Es hacernos cargo, de que siempre existió y nunca la elegimos, porque en la cárcel propia de nuestras limitaciones, no hay opción. Y la libertad te da miles de opciones, te obliga a elegir. Es un contrasentido. Como bloquear la publicidad es la paradoja de las empresas digitales.

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La libertad es particular, angustia tanto tenerla como no tenerla. Querer conqui-star aunque sea una de las miles de opciones da miedo, te llena de miedos. Hay que estar preparados para anunciarnos libres, porque buenas noticias (o malas) las podemos conseguir.

Ser liberado de nuestras propias ataduras es como abrir los ojos, después de mu-cha oscuridad. Y entender que en realidad ser libre, es tener la libertad de moverse entre algunos límites. Es mucho más que elegir, es hacerse cargo de esa elección. Estamos condenados a ser libres. Ser libre es ser esclavo de las consecuencias de tu elección. Otro contrasentido. Y hacerse cargo, te vuelve a liberar.

Concluyo (hasta ahora) que quizás todo vaya de la mano con hacernos cargo. Cargo de lo que hiciste, lo que haces, lo que harás, y tener una vida condenada-mente libre y plena de sentido.

Evitar las respuestas rápidas, porque la llave a la siguiente puerta sólo es figurativo a entender que todos estos contrasentidos, es el falso equilibrio que nos venden como pleno. Sentimientos que tiran todo el tiempo de lados contrarios, como cuando jugábamos de chicos a tirar la cuerda y en el medio, el que perdía, se embarraba. He visto reír más a quién se embarraba, que aquellos que “ganaban”. No podíamos aflojar, no había opción a aflojar y aún así, quienes “aflojaban” les permanecía la sonrisa por más tiempo, y quienes después de estar sucios jugaban irónicamente otro juego, pero ahora con el barro, aprovechando que ya estaban sucios.

Iadanza, Gabriel Matías El Profesional y Su Iluminada Curiosidad

Aquí me encuentro, de pie, pensante, algo distraído, en el medio de esta ciudad, es decir, este absurdo bloque de cemento donde me es casi imposible crecer. Los que están cerca de mí no son como yo, pero puedo divisar algunas similitudes y algo que irremediablemente tenemos en común, somos de la misma especie, nos alimentamos igual, respiramos igual, sangramos igual. Todos dependemos de nuestro astro rey, el brillante y a veces calcinante Sol, del cual debemos proteger nuestra piel, lo que da vida también mata. No sé de dónde vengo y mucho menos a donde voy. Mi esencia se conserva pero mi mente y mi cuerpo se transforman, soy dos veces más alto que hace algunos años, mis rasgos han cambiado, he tomado otra forma. En este pasar del tiempo, puedo notar que algunos han quedado en el camino y otros se han hecho inmensos. Que sería de mi mente si no tuviese esta tierra donde pisar, que a pesar de todo el

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horrible cemento de alrededor y de los más fuertes vientos me mantiene estable. De esta mente han salido buenas ideas, ciertos frutos de los que quizás otros puedan alimentarse pero soy muy celoso de mi mismo, y también desconfiado, así que me defiendo con estas punzantes agujas que he desarrollado y que también me sirven para alejar a los despreciables caníbales que intentan alimentarse de mi cuerpo físico.Últimamente, he venido contemplado la existencia de otros seres, algunos alados, otros que caminan en cuatro patas y que poseen mucho pelo además de unos dientes y garras que a uno lo dejan sin dormir de sólo pensarlo, muy diferentes a los de mi especie. Pero estoy absolutamente sorprendido por un ser en especial, se puede mantener en dos patas, es bastante alto, de aspecto sumamente extraño y no puedo entender su comportamiento ni su lugar en el mundo. Lo veo gritar, lo veo reírse, llorar, inmóvil o muy inquieto, desesperado por unos papeles verdes, vomitando por distintos excesos, sonriendo preciosamente ante las nubes, lo veo observarme detenidamente, otros me ignoran, pero algunos se acercan y me acarician, hasta arrojan un liquido agradable sobre mí con un artefacto de lo más extravagante. Yo no sé quiénes son estos seres, ni que desean en esta vida, pero a pesar de que pueden presentarse en formas muy perversas y atormentadas, estos entes parecen ser los dueños de este planeta, no dudo de eso, como tampoco dudo de que una fracción de ellos lo arruinan mientras que otros se desviven por cuidarlo. Yo no sé quiénes son estos seres que se hacen llamar humanos, pero como buena planta que soy, debo admitir que estoy fascinado por su luminosidad…soy un profesional para captar luz.

Jorgensen, Osvaldo AlbertoMilagro Bajo La Luna

(Protagonista: Central nuclear “Atucha 1”)

Los últimos rayos del Sol se aferraron desesperadamente a los campos labrados, resistiéndose a tener que dejarle paso a las sombras de la noche. Pero el astro-Rey no podía alterar el ciclo impuesto por la Madre Naturaleza y poco después se sumergía en el horizonte.

En esa hora extraña en que la oscuridad no es aún total, el cielo fundió su azul profundo en las amarronadas aguas del cercano río, las que como tocadas por una varita mágica se arremolinaron y adquirieron el mismo color del manto que las cubría.

Entonces, la Luna, Reina y Señora de la noche hizo su insipiente aparición

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plateando las aguas y los penachos de la costa, y un poco más allá la cúpula de una extraña construcción que los Hombres habían erigido para ayudarla a iluminar también las tinieblas de esa hora.

En ese momento y mágico lugar la extraña construcción semejaba un templo en cuyo interior esos Hombres adoraban a una Fuerza tremenda y misteriosa, temida pero necesaria a la vez, esperanza de un mundo de recursos limitados y perecederos.

En el silencio de la noche el habitáculo de la Ciencia parecía dormido, pero sin embargo en sus entrañas ruidos inquietantes emitidos por curiosas maquinarias y luces extrañas generadas en su palpitante útero, testimoniaban una actividad que no cesaba en ningún momento.

Infinidad de megavatios rugían dentro de la estructura silenciosa esperando ser liberados para correr vertiginosamente junto al viento a través de kilómetros y kilómetros para iluminar poblados y ciudades.

Y otros tantos megavatios térmicos esperaban cumplir el ritual de la reacción en cadena que pondría en libertad la energía necesaria para poner en marcha motores y turbinas e iluminar también la noche.

En el corazón de la extraña construcción el misterio se cumple una y otra vez y cada vez que el núcleo atómico recibe el impacto de un neutrón produciendo la Fisión, el Hombre, artífice de este milagro, con renovada Esperanza, sigue pensado que el Futuro le pertenece.

Kitay, Dalila SalomeCiclo Sin Fin

Los días transcurrían con monotonía para los estudiantes de Sakuragaoka. Enomoto Natsuki, a sólo tres meses de graduarse, fue elegida para hacer la limpieza de la azotea. Como en cualquier colegio, se contaban historias perturbadoras sobre ese lugar. Con escoba en mano la joven de cabello castaño subió todas las escaleras.-Algún día las cosas felices se acabarán ¿Verdad? - Un chico de cabello azul miró hacia la dirección en que se encontraba Enomoto, estaba del otro lado de las rejas, no había dudas, se iba a suicidar.- ¡Espera, no lo hagas! - Natsuki corrió hacia él, quedando así frente a frente y sólo separados por unos barrotes.El joven se lanzó, en su rostro se reflejaba el dolor, el dolor de haber nacido. -...- Natsuki se quedó muda, asustada, aterrada de lo que acababa de ver. Se arrodilló cabizbaja con ambos ojos cerrados, deseando que sólo hubiese sido un

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tipo de sueño extraño. De repente la chica abrió los ojos asustada y confundida. -Fea, Yuu te está esperando en la puerta- Gritó su hermano desde abajo. La joven se apresuró a cambiarse para después salir corriendo.- ¿Pasa algo? - Preguntó el chico de ojos violetas.-Tuve una pesadilla- Lamentablemente Natsuki no podía recordar claramente lo que sucedió, y al final Yuu se quedó con la duda.Ese mismo día, Enomoto fue elegida para hacer la limpieza de la azotea, un lugar que sería desagradable para cualquier estudiante, incluso para ella. Con escoba en mano se dirigió hacia arriba rápidamente.-Ya hay un destino para cada quien ¿Verdad? - Un chico de pelo azul se encontraba del otro lado de las rejas. - ¡Espera, no lo hagas! - Natsuki corrió hacia él, quedando así, frente a frente. El chico sonrió levemente. -Me suena conocido- El de cabellos azules se lanzó lentamente cerrando sus ojos e intentando olvidar el hecho de haber nacido.-...- La jovencita castaña quedó impactada, asustada, aterrada, esa escena le parecía conocida. Se sentó en cuclillas con su cara hacia abajo, deseando que aquello sólo fuese un sueño. De la nada el despertador sonó y Enomoto abrió sus ojos alterada.-Fea, Yuu te está esperando- No, esta vez se percató, algo no iba bien, esa mañana y la anterior eran las mismas ¿Qué estaba sucediendo? Natsuki se preparó para la escuela y salió junto a su amigo de la infancia.- ¿Pasa algo? - Preguntó el chico de ojos violeta. -No, nada de nada- La joven sonrió y se adelantó.Ese día, Natsuki fue seleccionada para limpiar la azotea, para lo que cualquier estudiante sería aterrador para ella era necesario. Subió las escaleras con escoba en mano hasta abrir la puerta.-Quiero ser como el sol que brilla siempre- Un chico de cabello azul se encontraba del otro lado de las rejas.-¡Alto ahí!- Gritó Natsuki tirando la escoba al piso mientras se acercaba al muchacho, quedando así, frente a frente sólo separados por unas rejas.-¿Quién eres?- Preguntó ella temblando. -No tengas miedo princesa, ni yo sé quién soy- El chico se lanzó, una vez más. Incluso sin desear que fuera un sueño el despertador sonó.-Fea, Yuu te está esperando afuera- Kotarou gritó y Natsuki bajó con rapidez.Nuevamente subió las escaleras con escoba en mano.-A veces sentimos que la vida es un ciclo sin fin ¿No?- Un chico de cabellos azules volteó hacia ella. -Espera ¿Por qué? ¿Por qué no aprecias la vida? - El joven esbozó una pequeña sonrisa. - ¿Acaso sabes lo que he pasado? -No, pero... - ¿En verdad no sabes quién soy? - Natsuki negó con la cabeza, el chico volvió a reír para después lanzarse...una vez más.La rutina se repitió; Natsuki se despertó, se fue con Yuu y fue seleccionada para limpiar la azotea. Ella subió las escaleras rápidamente.-¡Natsuki!- Exclamó el peli azul girando hacia la dirección donde la chica se encontraba. Ella se acercó corriendo, ambos se miraron, frente a frente.

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-Someya Yujiro, eres Someya Yujiro ¿No es así?- El joven asintió y saltó al otro lado de las rejas, ya nada los separaba.-Desde primaria estabas enamorado de mí ¿No es así? - El chico volvió a asentir, a Enomoto se le llenaron los ojos de lágrimas.-Pero no importaba cuanto me ayudaras yo tenía la vista puesta en Yuu-. Él volvió a asentir. - ¡Lo siento! - Natsuki rompió a llorar, se sentía totalmente culpable.Someya besó sus labios dulcemente mientras acariciaba su cabello castaño.La alarma sonó.- Fea, Yuu te está esperando en la puerta-. Enomoto fue seleccionada para limpiar la azotea, algo que disgustaría a cualquier estudiante, menos a ella, quien sólo quería ver a Yujiro una vez más para poder corresponderle aquellos sentimientos que al fin pudieron ser transmitidos.

Kohan, Regine

La Muñeca De Porcelana

Afuera había monstruos caminando libres, escondiéndose tras cada árbol, esperando cada uno su fábula. La noche se deslizaba por las ventanillas como tinta y las luces del auto apenas podían abrirse camino. Apenas encontraron a la extraña con piel de porcelana y vestida de princesa.Pero lo hicieron, y Rosa la levantó de la ruta. También subió la calefacción, porque ella estaba usando tres capas de ropa y las ventanillas sudaban con condensación y la extraña tenía un vestido de princesa y nada más. Y Rosa quiso preguntar, porque quizá había acabado de interrumpir un cuento de hadas, pero guardó silencio y su pasajera guardó silencio. —Soy Jazmín —dijo la extraña una vez que pasaron el trecho de la ruta con baches y más tierra que asfalto. Seguía limpiando su vestido, pero sólo la misma mancha. Rosa ignoró los movimientos bruscos y los ojos salvajes, porque si no los ves, no tienen por qué ser reales—. ¿Tú quién eres?

Y a Rosa le tomó un momento recordar su propio nombre (porque recordaba otros —recordaba el de Manchas y el de Fido—, pero su propio nombre había pasado, en algún momento, a formar parte de esos que a veces se preguntaba si alguna vez había conocido, como el de su madre y como el de su padre). —Soy Rosa —dijo al fin—. Como la flor. —Es un lindo nombre. . “Jazmín” no lo era, pensó Rosa. Algo en ese nombre pesaba con tragedia, como sólo les pasa a esos nombres a los que le van esa gente. O quizá le pasa a esa gente a la que le va esos nombres. Esta Jazmín quizá estaba buscando un feliz para siempre, quizá había pensado que lo encontraría caminando sola en una ruta de campo.

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Pero esto Rosa no lo dijo. Dijo “el tuyo es lindo también”, aunque no lo fuera, y vio a Jazmín sonreír de esa forma que hace la gente cuando sabe algo (qué sabía, Rosa prefería ignorar). —Y, ¿a dónde vas? —preguntó Jazmín. . —No sé. Sólo quería saber a dónde me iba a llevar este camino. Jazmín asintió como si esa fuera una respuesta completamente aceptable. Quizá lo fuera. . —Yo no sé a dónde voy. Ahora tengo curiosidad: ¿a dónde crees que va? Lo dijo con seriedad, como si quisiera saber. Había dejado de molestar con el vestido y ahora tenía sus manos quietas sobre su regazo, la espalda recta y los pies juntos. Por un momento, Rosa no quiso contestar. —A un pueblito, probablemente. Como la mayoría de las rutas. —¿Has ido a muchos? . (Rosa después se diría que la única razón por la que seguía respondiendo preguntas era porque no quería dormirse al volante. Después, casi conseguiría convencerse a sí misma). —Supongo. Suelo ir en rutas grandes, las principales, hasta que un camino me llama la atención. Después los sigo hasta el próximo lugar con un hotel. —Suena divertido. . —No cuando sólo te puedes permitir hoteles con ratas. Jazmín se rió con eso, como si de verdad fuera divertido. Escondió su sonrisa tras una mano y sus ojos brillaban. Era linda y llamativa, y Rosa definitivamente culparía a la falta de sueño por su próxima pregunta:

—¿Querés compartir el próximo hotelucho conmigo? Jazmín exclamó “¡sí!” con todo el entusiasmo de una niña. Sus manos escondían su sonrisa; la oscuridad, la de Rosa.

Kordon, Edgardo Ariel Los poetas en el altillo

Esa mañana me desperté con la fatídica noticia que transmitía la radio. Se había producido el anunciado golpe de estado que, no por esperado, iba a ser menos cruento. La Junta Militar, informaba el comunicado número uno, se hacía cargo del control operativo del país y decretaba el estado de sitio. Luego del estupor generado por la novedad había que accionar. Preparé un bolso con algo de ropa, elementos de aseo personal, un cuaderno y algunos lápices. Al mismo tiempo, guardé libros y discos comprometedores en cajas de cartón y las llevé al altillo.

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Allá iban mezclados, como diría Discépolo, la Biblia y El Capital, Marx y Perón, Cooke y el Che, Evita y La Pasionaria, Mao y Jauretche. Y también Mercedes Sosa y Los Trovadores, el Cuarteto Zupay y Marián Farías Gómez, Quilapayún y Los Olimareños, Sui Generis, Pedro y Pablo, Lito y León. Y los poetas, como Nassim Hikmet que, desde su lejana prisión en Turquía, había escrito el “Gigante de ojos azules”. Ahora acompañaba, rumbo al escondite, a Pablo Neruda y a León Felipe, a Gabriela Mistral y a Violeta Parra, a Federico García Lorca y a César Vallejo, a Rafael Alberti y a muchos otros. Y Dina Rot que les cantó a todos ellos. Buscaban guarecerse de los genocidas que arrasaban con todo. Asesinaban, secuestraban, robaban, quemaban libros, destruían obras de arte.Yo me fui al exilio. Si bien no salí del país me sentía un exiliado. Tuve que desprenderme de casi todo. Llené aquel sitio oculto de la casa con los bienes más preciados y partí. Sólo tenía contactos esporádicos con mi familia. Sin duda los apropiadores, que se llamaban a sí mismos patriotas y defensores de la argentinidad, eran invasores. Aquel veinticuatro de marzo nos invadió un ejército de ocupación, tan o más feroz que los nazis. Y todo el pueblo debió exiliarse en su propio país.Y en el altillo, entre tanto, León Felipe comentaba que no quería que lo arrullen ni que le sellen la boca con cuentos. Neruda decía que la lucha sería dura, que la vida sería dura y llamaba a todos los que sufrían. César Vallejo anunciaba que se moriría en París un jueves. Jueves, el mismo día que eligieron las Madres para iniciar sus rondas por la Plaza. Rafael Alberti contaba que quería hallar los viejos, borrados caminos y que nunca fue a Granada. Y Violeta Parra, que la muerte es un animal fatigoso y altanero. Ese mismo animal que, por siete horrorosos y larguísimos años, gobernó nuestro país.Hasta que un día el sol brilló con todo su esplendor. Subí a la buhardilla y bajé las cajas. Tomé uno de los discos, comencé a escuchar la voz de Dina Rot y, con León Felipe, dije: “vengo de muy lejos y sé todos los cuentos”.

Lo Giudice, Eduardo AlbertoVivir En La Locura

El pensamiento de Ramón recibe desde su mirada opaca y adormecida la imagen de una calle de ciudad costera y atlántica.Él sospecha ver una fotografía ampliada amarillenta y antigua, aunque, en las casas se repiten trazos de construcciones actuales con una monotonía nostálgica. Sin embargo, el color gris de los adoquines se mantiene equidistante de las sensaciones. Camina algunos pasos, siendo su marcha lenta, realizada con cierto esfuerzo

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y a la vez siente calor, mucho calor y su cuerpo no recuerda que es junio y es invierno. El mareo invade su postura inestable mientras que un vómito súbito y por demás inesperado se desparrama formando un charco agrio y caliente sobre las baldosas frías de una vereda inocente. Su mente estrecha es amplia de alcohol y el ambiente callejero se enturbia por la neblina que habita en sus ojos haciéndolos austeros de luz.

En un momento se mira los pies que marchan con lentitud desplazándose hacia adelante, no sabe de quién son y cree que alguien se encuentra a su lado en su titubeante caminata. No entiende qué le pasa o quién lo acompaña porque no conoce de compañías y anda solo, en una soledad sola. Las ideas se cruzan mezclándose con episodios anclados en un pasado de infancia tórpida de frío y de huesos que toleraron un barro seco y un fango oscuro conformando ambos el hábitat de descanso y el paisaje cotidiano de trabajo, con aquellas labores de adulto en un cuerpo de niño. En episodios aislados siente culpas que aparecen con lo cotidiano formando parte entonces de algo habitual que lo persigue y luego renace la violencia haciendo con ello un ir y venir de sensaciones antagónicas transformándolo en un ser desesperado, luchando por querer borrar de su mente ese sentimiento de desasosiego el cual se expresa en su carácter y en esa modalidad de vivir. No se dio cuenta aún que cada locura tiene su método. Con mucha frecuencia le llegan visiones terribles dejándole sabor metálico sin comprender que es a él a quien le pertenece esa boca. Se detiene en una vidriera que por la luz sesgada hace espejo y así observa su presencia sin poder reconocer de quién es ese rostro que está mirando. Se toca la cara mientras mira hacia el cristal y continúa modelando su figura con sus dedos sin reconocer su propio rostro.

Se detiene en sus movimientos por un instante, luego de nuevo comienza a recorrer con su mano las formas de su faz mirando aquella mano que sigue moviéndose por esa imagen que en este momento lo está mirando a él. Le incomoda la relación con el mundo exterior contando con un cuerpo que está fuera de su alcance. Sus dominios se debaten en una escenografía común al delirio. Las formas se confunden y el tiempo no se corresponde con las horas que va marcando y así de ese modo se abraza con el infinito. La locura lo ha transformado en un ser inmortal habiendo de esta manera abandonado su humanidad. En su país mental no existe la muerte y acaso sea esto lo hermoso de su delirio.

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En esa región se halla atrapado sin poder entender qué es lo que le pasa, acomodándose en la mezquindad de sus rincones, avaros de vida, ignorantes de amor y desprovistos de modos para ensayar elecciones. Por etapas se defiende del tiempo queriendo encarcelar los años y en otros sucumbe ante la destrucción declarada por su tormenta mental. Sus ¡Sí! Luego son ¡No! y viceversa. Su forma de existir funciona sin considerar en alcanzar alguna meta y sus deseos no coinciden con sus querencias. Ha perdido la manera de sobrellevar el sentido de la vida. Lo esencial es demasiado abstracto para sus ideas y las respuestas que se hace, resultan ser fábulas creadas por sus diferentes mundos, fracasando en el encuentro con la fortuna cuando quiso apostar a vivir. Lo dicho, dejó de ser un hombre el día que se transformó en inmortal.

Mancini, María del Carmen Ramón

Cuando Juan Contreras despertó, el tren estaba llegando a la capital. Varios años habían pasado sin ver a su hermano Ramón. Apenas adolescente Ramón había viajado a la ciudad buscando una oportunidad lejos del polvoriento y olvidado pueblo. Ramón no era como ellos que se contentaban con lo poco que tenían; esos que año tras año, agradecían a la Pachamama por lo que la madre tierra les brindaba. Según Ramón, para las poblaciones alejadas de los centros urbanos no había respuesta. Los pobres eran solamente útiles para los discursos de turno. Pan y circo. Y a veces ni siquiera pan. Juan venía decidido a llevárselo de regreso a Tucumán. . Allí podría seguirlo de cerca. Juan quería evitar que su hermano menor siguiera metiéndose en problemas. Las últimas noticias que había recibido sobre Ramón no eran buenas. Juan se acomodó en el asiento, estaba cansado, el viaje había sido largo y tedioso. . Apenas el tren ingresó a la plataforma sintió un cosquilleo en el estómago. Era la primera vez que visitaba la gran ciudad. Traía consigo un bolso con algunas mudas para uno o dos días. Al bajar del vagón se sorprendió con las dimensiones de la estación central. Para sentirse más tranquilo decidió esperar a que los pasajeros del tren desalojaran el lugar. Sin embargo notó que el bullicio era continuo. Cientos de personas iban y venían apresuradas, descendiendo en hordas, mientras otras tantas corrían para subirse a los otros trenes.

Buscó la salida con la mirada. Tímidamente sacó del bolsillo un papel arrugado

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donde tenía escrita una dirección. Se acercó a uno de los puestos de diarios, mostró el papel y preguntó cómo llegar. Siguiendo las indicaciones del puestero tomó el colectivo y luego un tren hasta una estación llamada Temperley. Necesitaba tomarse un tiempo. Caminó unos metros y encontró un banco donde sentarse. Minutos después, una familia se ubicó a su lado. La madre sacó un pecho para amamantar a su bebé. Otros pequeños correteaban a su alrededor comiendo de unas bolsitas. Observó cómo los más grandecitos subían a los trenes que partían ante la mirada pasiva de la madre.

Después de un rato volvió a leer el papel, lo guardó nuevamente en el bolsillo y se encaminó hacia el primer negocio para consultar sobre la dirección. Cuando comprobó que estaba en la calle mencionada buscó la numeración y permaneció inmóvil unos instantes frente a la puerta. Luego tocó el timbre. Una voz masculina preguntó quién llamaba. Juan se dio a conocer. Durante unos minutos Juan esperó emocionado y con ansias el abrazo fraternal con Ramón.

Para su sorpresa, al abrirse la puerta apareció un hombre alto, robusto, de cara rojiza y largos cabellos rubios. Con modales toscos le preguntó qué deseaba. Juan volvió a sacar el papel del bolsillo y lo mostró. La dirección era la correcta pero allí no vivía ningún Ramón. Por respuesta final recibió un: “Lo siento”, y el sonido del golpe de la puerta al cerrarse. Se sentó en el umbral. Estaba seguro de que el Ramón le había indicado bien. No quería volverse sin él. Observó a su alrededor. Tenía la sensación de que miradas como flechas se le clavaban en la nuca. Un pequeño almacén, una panadería, una obra en construcción. Preguntó en cada lugar, pero solamente recibía respuestas nerviosas y evasivas. Nadie parecía conocer ni haber visto a su hermano.

Resignado volvió a la estación. Debía esperar por el próximo tren. Con sorpresa vio que aún se encontraba la familia con la que había compartido el banco esa misma mañana. Se acercó. Con una sonrisa que dejaba al descubierto varios huecos dentales, la joven mujer hizo lugar para que se sentara. Juan agradeció y acarició la cabecita del bebé que dormía en los brazos de su madre. Ella comenzó a hablar. Contó que ese banco sería su casa hasta que pudieran reunir el dinero necesario para que la aceptaran en la villa. Por eso los niños subían a pedir en los trenes. Hasta unos meses antes habían vivido en una casa grande no muy lejos de allí. Si no hubiese sido porque su marido se metió con un rufián en el tema de la droga, seguramente no los habrían echado de la casa, o se habrían ido a vivir a Tucumán con la familia de él. Y Ramón Contreras aún estaría vivo.

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MarcelukEl Pulso

A las siete en punto sonó el despertador. Ramiro se levantó de inmediato, entre rezongos. Entró al baño, se lavó los dientes mirándose fijamente el entrecejo duro que le devolvía el espejo. Desayunó algo rápido, un café sin azúcar mientras leía el diario, y al mismo tiempo el noticiero en la televisión repetía más o menos las mismas noticias de siempre. De fondo se escuchaba el cantar de algunos pajaritos propios de la época, que mucho menos que endulzar la mañana, eran un fastidio ya que lo distraían de su lectura. Cerró el diario con enojo, al mismo tiempo que el servicio meteorológico pronosticaba un soleado día de primavera. La pava silbaba insistentemente contribuyendo al mal genio de la mañana.Entro al baño nuevamente para ducharse. Cuidadosamente revisó el vendaje que le rodeaba permanentemente el pecho para evitar las filtraciones de agua. Fue una ducha rápida; no quería llegar tarde al trabajo ya que iba a ser un día muy importante para él y varios de sus empleados.Se vistió igual de rápido, refunfuñando por algún botón que se soltó de la camisa y no lo encontraba. Sacó una nueva del ropero, y al salir del dormitorio patinó un poco al pisar el botón buscado. Nuevas protestas en su interior lo acompañaron caminando hacia la heladera por un vaso de agua para acompañar un analgésico. Al abrir la heladera sintió la vibración proveniente de una pequeña cajita roja. Pensó si era un momento adecuado, pero no. Salió del departamento dando un portazo.La calle lo esperaba como cada mañana con un sinnúmero de trabas: accidentes de tránsito, cortes de calle, o simples congestiones de tránsito eran suficiente mecha como para encender su ira. A los insultos finalmente llegó a la empresa.No andaban bien las cosas: los números en rojo y la reducción de personal venían siendo una constante. Nadie mejor que él entonces para navegar en la tempestad.Impávido e indiferente a cualquier situación personal, esa tarde concretó cuatro entrevistas para despedir formalmente a seis empleados. La semana anterior, se habían ido dos, y probablemente para fin de mes, debería despedir a cuatro más. La tensión en su rostro permanecía disimulada detrás de sus anteojos y el frío de su implacable mirada. Siempre se había hecho odiar, por eso era el mejor para estas lides.

Bien entrada la tarde, fijó su vista en su monitor. Se sacó los lentes, haciendo un gesto de dolor en la cabeza. Había almorzado poco y tomado mucho café. El malestar en su estómago le sugirió retirarse. En ese instante creyó sentir un pulso proveniente de su pecho; llevó su mano y la apoyó en la venda. Nada. Fue una sensación nomás. Al salir caminó lentamente mirando con altura a los pocos empleados que quedaban. Apenas los saludó y fue a buscar su auto.

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En el camino de regreso, intentó escuchar un poco de música. Pero al rato, aburrido, volvió a las mismas noticias que sonaron todo el día. Igual de tenso fue el viaje de regreso, lamentablemente. Ningún gesto amagaba a reconciliarlo con el día, a pesar de la espléndida y soleada tarde.

Entró rápidamente y lo primero que hizo fue sacarse los zapatos; luego tomar otro analgésico y cenar algo rápido e improvisado. Luego de ver un rato de tevé, fue a su cuarto y encendió el piano eléctrico. Al mismo tiempo, sacó de un cajón, un sin número de partituras desordenadas, varias fotos y algunas cartas viejas. Fue nuevamente a la heladera, ahora las pulsaciones se sentían con más fuerza, aún antes de abrirla. Sacó la cajita roja, y la dejó un instante a temperatura ambiente. Los latidos fueron subiendo en frecuencia y en volumen.

Esperó un rato y entró al baño con la cajita. Se quitó el vendaje del pecho y la colocó en un hueco del mismo tamaño. Algo oxidado, tal vez por haberse mojado alguna vez, la caja igual encajaba perfectamente. Se encendió una pequeña lucecita y ahora sí los latidos provenían de su pecho. Recuperó de a poco el color en sus mejillas y cambió su mirada. Esbozó una sonrisa frente al espejo y se sentó de inmediato frente al piano. Tocó con deleite varias piezas clásicas y algunas baladas de amor. Luego de una hora de entusiasmo musical, revisó las fotos y leyó las cartas una y otra vez. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Salió al balcón a contemplar la luna en una noche agradable. Volvió adentro y retomó varios escritos a medio terminar desde la otra vez. Completó una poesía a la cual no le encontraba un final convincente.Esa noche decidió acostarse boca arriba y dejarse el corazón puesto. Se puso el despertador a las seis, ya que sí o sí en unas horas tenía que sacarse la caja y volver a guardarla en la heladera. Una rara enfermedad le impedía albergar a su propio corazón diariamente, ya que corría el riesgo de pudrirse. Sólo unas horas por semana podía sentirlo y vivirlo dentro de sí.Aquella noche el pulso se sintió fuerte en todo su cuerpo y una sonrisa se dibujó en su rostro, en un sueño que imploraba una piadosa y lejana vida normal.

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Mauriño, FedericoEn Fila India

Teníamos miedo de que extrañara durante la noche y quisiera volver a Buenos Aires, pero el deseo de pasar el fin de semana en el campo con los tíos era más fuerte. Había fantaseado con el viaje desde el cumple número tres; dos años después, consideramos oportuno concretar la invitación. Subió al auto con su muñeca y una pequeña mochila de Kitty; ostentaba dos trencitas apretadas que le llegaban a los hombros y una sonrisa de compromiso, que oscilaba entre la confianza y el arrepentimiento. Todavía estábamos a tiempo; sus padres nos daban las últimas indicaciones mientras nosotros asegurábamos la butaca de viaje con el cinturón del asiento trasero. La muñeca iba sentada a su lado; no hubo forma de convencerla para que llevara uno de sus peluches y no esa antigua muñeca de loza. Cata pidió que con ella también tomáramos precauciones de seguridad. Era casi de su tamaño, ojos color turquesa, un bucle castaño de pelo natural caía de lado y un collar de perlas de dos vueltas se destacaba sobre el vestido negro y largo hasta los pies. La noche cayó cuando pasamos Luján, allí giramos hacia la derecha por un camino rural; la última lluvia había hecho estragos sobre la huella. Cata preguntó si faltaba mucho para llegar; en ese momento nos encajamos. Con el auto ladeado, a pocos kilómetros de la entrada del campo, decidimos que lo mejor sería caminar. Linterna en mano, hicimos unos pasos; la nena se calzó la mochila y cargó la muñeca. No quiso recibir ayuda; me ofrecí a llevarle algo, pero apartó mi mano con desdén. Parecía enojada. Carlos propuso que fuéramos en fila india, para no pisar el lodo, y encabezó la marcha, yo lo seguí. Ella venía un poco más atrás, jadeaba; de tanto en tanto sus piecitos chapoteaban en el barro, luego comenzó a refunfuñar; le preguntamos si quería ayuda. No hubo respuesta. Después de caminar unos cien metros más, volvimos a preguntar, pero a esa altura lo hacíamos sin mirar hacia atrás; había logrado sugestionarnos. Yo me limitaba a decir que faltaba poco para llegar… Estábamos cerca, ya se veían las luces del parque colándose entre los pinos de la entrada; en ese momento la linterna comenzó a agotarse, la batería no estaba tan cargada como nos pareció en principio. Falta poco, repetí con culpa, mirando hacia delante. Carlos apretó el paso y seguimos caminando con la vista ya más acostumbrada a la oscuridad; entonces se me ocurrió decir: Cata… ¡llegamos a la tranquera! ¿Vamos a mirar películas cuando estemos en casa? No contestó. Me di vuelta. Iluminada por la débil luz de mi linterna estaba ella, erguida, con el vestido negro de institutriz inglesa, su cara desencajada, la frente sudorosa y el maquillaje corrido, los ojos turquesa más vacíos que nunca, y las perlas que colgaban desordenadas hacia atrás. Sobre un hombro cargaba el cuerpito de la niña, del otro pendía la mochila de Kitty.

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Maxit, Elisa LuisaDesahuciado

¿Por qué me persigue con tanto descaro? Me toma de la mano y me lleva. Me arrastra tras de sí como una corriente maldita que hipnotiza y me devora, en la que me ahogo y sólo me permite respirar para volver a la realidad del tiempo funesto desperdiciado en horas vanas, en minutos de desidia, en segundos eternamente finitos. Galopan en mi cabeza maravillosos proyectos e ideas que no llegan a concretarse nunca porque aparece de nuevo, cadavérica, me toma de la mano y me lleva. Como la muerte misma no tengo escapatoria, domina mi voluntad y tuerce una vez más mi razón. Hoy que descubrí su nombre me desconcierta aún más: abulia. Me siento perdido. Estoy en un espiral desafortunado y congruente con la letanía que reza el padecimiento de cualquier infeliz depresivo. Pero mi soberbia no me permite igualar tan triste definición. La miro a los ojos y me abandono en la oscuridad intangible de su mirada inmisericorde y aun sabiendo que llevándome con ella a las fauces negras de la soledad, su orfandad y la mía seguirán inmunes a pesar de nuestra sociedad maldita.

Su ropaje es negro y deshilachado en los bordes que rozan el suelo y dejan ver en cada paso su osamenta desnuda de carne y piel. No huele, no hay aromas en sus vaivenes, tampoco sonidos, no necesita nada de eso para encapricharse conmigo y me envuelve de nuevo esta sensación de despojo de todo lo que antes me parecía maravilloso y vital, mi cuerpo yace tendido en la cama acariciado por la penumbra aterciopelada que refleja la luna azul de esta noche. Ya no lo tolero más, otro día con este desasosiego de mi vida inconclusa. Será quizás la pulsión inconsciente por vivir la que me sostiene aun batallando este abandono. Cada disparo eléctrico de sinapsis en mi cabeza, cada punto de contacto es una explosión devastadora y desencadena este dolor que aturde mi razón en las mañanas y me obliga a escapar de la luz, de la vida. Pienso en la crónica de mis días y son todos iguales. Ahora me quedo quieto en una silla de la sala, con las ventanas cerradas por supuesto, allí inmóvil esperando que este suplicio drene y se escurra por cada poro de mi piel cetrina. Han pasado dos horas, si dos horas y no me moví de la silla. Sigo esperando que el tiempo simplemente se diluya, este tiempo líquido que me ahoga, este tiempo perverso que me entrega al más absurdo de sus males, la rutina infame de mis jornadas.Apenas un plato de una sopa recalentada, si apenas la pude tragar. Las ojeras se profundizaron desde la última vez en que me atreví a ver el reflejo de lo que soy en la pava de metal.Sobreviví a todos, creando una mojigata imagen de lo que soy. Perpetré cada detalle, silencié cada mirada amorosa con frases llenas de sarcasmo. Hoy solo, con este cuerpo que se degrada, de qué me sirvió todo aquello.

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Se alzaron contra mí, para después agradecerme por los servicios prestados. Estos recuerdos me laten en la cabeza y agudizan el dolor. Todavía los siento como como si fuera hoy, cada palabra, sus gestos, cierro los ojos. Me abandonaron, se fueron sin mí y yo tan cobarde que no me atrevo a nada más que lamentarme.

Mayol, Lidia MarinaUna Sesión Diferente

El color de sus ojos es celeste, como el cielo en un día diáfano. Su mirada está casi oculta detrás de las gafas, pero aun así se puede observar cómo su expresión acompaña a la palabra. Ahora Ella está sentada detrás de su escritorio, escuchando y observando atentamente a su paciente, quien por momentos es verborrágica, a veces melancólica sin poder ocultar la tristeza que emana de sus bellísimos ojos que cambian de color según su estado de ánimo, el tiempo, o tal vez algún otro factor desconocido.En algún momento Ella escucha: “tiene Usted alguna foto suya trabajando en su consultorio?”No, responde Ella. Ante esa respuesta la paciente toma su cartera y en cuestión de segundos tiene una Nikon en sus manos. Ella, sorprendida, intuyendo lo que está por suceder, con la velocidad de una flecha lanzada al aire, dice “¡¡no, no, no por favor!! No estoy preparada para esto”, ¡¡taaarrrde!!Pero al mismo tiempo y con la misma velocidad coge un espejito y pinta sus labios de un color rosa pálido, y justo ahí, en ese momento es cuando la sesión empieza a ser diferente.“Sigamos trabajando” dice la paciente, sonriendo y disfrutando del momento, pues la sorpresa que expresa Ella en su rostro supera lo gracioso, pasando a ser divertido si se quiere.La paciente se pone de pie, se agacha, se arrodilla, se sienta en el diván, se desplaza disparando sin cesar. Ese click, click de la cámara es música para sus oídos, para Ella en cambio es un momento diferente en su rutina de trabajo, se puede sentir un poquito de tensión por la situación en sí, pero la voz de su paciente, con un…”¡¡Vamos!! Regáleme una sonrisa”. Consigue distenderla y en pequeños instantes hasta logra posar.La paciente está buscando el mejor ángulo, quiere atrapar esa imagen de la Profesional que tanto la conoce y ayuda en sus crisis y conflictos. Está intentando ilustrarla en momentos donde se pone de manifiesto tantos años de estudio, preparación y experiencia. Pero… ¡¡Oh, sorpresa!! La imagen que capta la lente es el de una mujer fina, distinguida, elegante, delicada, coqueta; sus manos se ven muy suaves, los movimientos que realiza al hablar se asemejan a las de una bailarina en plena función. El delicado timbre de su voz denota firmeza, pero nunca

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condescendencia. Cuando escucha alguna palabra o frase interesante su mirada cambia y empieza a bucear en ese mar de relatos. Piensa, escribe, su mente analiza, la deja seguir hablando.

La paciente está fascinada y no da tregua a los disparos de su máquina. Ella pregunta, gira su asiento, vuelve a pensar, su mirada sigue a la paciente que no se queda quieta; acomoda el colgante que pende de su cuello, una medalla de San Benito, regalo de una paciente para que la proteja, comentó.El tiempo transcurre. En la parte superior del reloj de arena ya quedan pocos granitos.Llega el momento de su devolución, la paciente se sienta y se concentra para escuchar atentamente lo que ella de forma clara precisa y sencilla le explica, comparando historias de vida de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Vincent Van Gogh, siempre tratando de que logre entender y comprender lo que le está expresando. La sesión termina con un simple “hasta la próxima”.

Ya estamos en “la próxima”. La paciente entrega este escrito acompañado de un par de fotos colocadas en delicados portarretratos de marcos negros. Seguramente mientras ella lea este texto, su paciente volverá a sorprenderla, le pedirá que por favor se levante y le ceda un momento su lugar. Tal vez, ella pregunte “¿¿y ahora qué??”. Intercambiaran sonrisas, se levantará el telón y un nuevo acto dará comienzo.Azorada Ella verá como su escritorio se transforma en una bonita mesa de café. Transcurre el mes de diciembre, su paciente quiere regalarle algo original, especial, diferente. Después de descartar muchas ideas, surgió “UNA SESIÓN DIFERENTE”.

¿Porqué? Porque quiere obsequiarle algo mucho más valioso que lo material, que trascienda en el tiempo, que no se gaste, que no tenga vencimiento, “un recuerdo”, “un momento” que surja siempre que escuche el nombre de su paciente. Y debe ser en ese lugar, no otro, ¿el motivo? Ella… Ella es Silvia, mi psicoterapeuta.Y yo… Yo soy Marina, su paciente.

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Mercedes AzulNo Puedo Decir TE AMO

No puedo decir “te amo”, y me estoy ahogando con estas palabras en la punta de mi lengua. Como si la vida me hubiera amordazado; es que tengo que permanecer así, hasta que sea el momento oportuno. Y se me dibujan corazones solos, en la mente y en el alma. Mi propio corazón desea ir más de prisa… Pero no… Lento. Tranquilo. Como si las gotas del océano me empujaran hacia vos. Me pierdo en las mareas profundas de tus bellísimos ojos verdes… Creo que… me he enamorado. Después de tanta lucha en mis casi cuarenta años… Después de tantos amores, correspondidos y no… Después de tanto llanto, tanto enojo, tanto vacío, tanto silencio. Mi amor se había cansado de caer en saco roto. Sos… lo mejor que me pasó en este año. Justo cuando estaba dando ya todo por perdido, y me estaba llamando nuevamente a retiro.TE ESTUVE ESPERANDODURANTE MUCHO TIEMPO.Y TE VOY A SEGUIR ESPERANDO,LA CANTIDAD DE TIEMPOQUE SEA NECESARIA.TE AMO.TE ESPERO.TE NECESITO.NO QUIERO HACERTE DAÑO.AL FIN TE ENCONTRÉ.

MI CORAZÓN ESTÁ FELIZ. ESPERO QUE NOS LLEVEMOS BIEN PARA SIEMPRE. Buenos Aires, 30/12/18

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Mora, José GregorioEncuentro De Dos Payadores

Cuando la tarde se hundía en el purpúreo horizonte pampeano, a lo lejos cabalgando, levantando polvareda sobre la reseca llanura, se divisaba la silueta de un gaucho en su impetuoso corcel, sobre cuyo costado asomaba una guitarra. El veterano personaje, ya al tranco lento, se detuvo en el arroyo que bordeaba al poblado, dio de beber a su cansado, pero soberbio alazán dorado y luego, continuó su marcha. Cruzó el puente y a poca distancia, al otro lado de una centenaria plaza, se divisaba una antigua pulpería transformada en almacén de ramos generales, donde todavía se podía consumir alguna bebida. El exhausto viajero, desmontando y atando el pingo a un viejo palenque que aún perduraba, entró al recinto. Pidió un vaso de ginebra y se acomodó en una mesita que daba a una enramada. Un moreno, que se encontraba sentado al mostrador, al verlo, se acercó al sediento y errante forastero y se inició este diálogo:

El moreno- Si me permite lo convido.El viajero errante- Acepto el convite. Dígame a que se debe.-Además de verlo extenuado, porque parece venir de lejos -dijo el

moreno-, me llamó la atención la guitarra que dejó en su redomón. Yo tenía una parecida hace tiempo, cuando me inicié en la profesión.

-Bueno ésta tiene su tiempo. Si habrá recorrido pulperías –asintió el viajero-.

- Mi nombre es Gabino -dijo el moreno-, ¿Y el suyo?-Me llamo Santos -respondió el viajero-. Antes me respetaban al puntear

la vihuela y como repentista y cantor. Me consideraban un buen payador. Pero eso ya pasó, me derrotó uno mejor. De la pena, desaparecí del pago. Me habían dado por muerto, pero aquí estoy. Algunos creen que soy una sombra doliente cruzando la pampa con mi alazán y mi guitarra.

-¿Tan bravo fue el entrevero?- Preguntó el moreno-Acostumbraba a cantar a la sombra de un ombú –empezó a contar el

viajero-. Un día montado en un zaino negro se presentó un extraño y me desafió al contrapunto. Acepté confiado y tras templar mi guitarra, me esmeré soltando al aire estilos camperos, cielitos y vidalitas, ante el delirio de la concurrencia, imaginando que era imposible de superar. Hubiera visto al contendiente de tan extraña y extravagante apariencia. A su turno, le brotó una música nunca oída en el pago. Ésta era prodigiosa, endiablada, embriagadora. No pude prevalecer. Se llamaba Juan Sin Ropa, pero era el mismo Diablo, muchos le decían Mandinga o Supay. No pude aventajar a ese sobrenatural personaje. Yo era el digno pasado, él representaba el progreso. Desde entonces sigo errante de pulpería en pulpería despuntando el vicio.

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- Ahora lo recuerdo –reconoció el moreno-, usted es el glorioso Santos Vega, el payador de la larga fama. Su mito corrió por toda la pampa, no hubo pulpería que lo ignorara, y por supuesto hasta este pago llegó.

- Esa fama ya pasó –respondió el viajero-, ahora los años pesan... y usted Gabino ¿Debe tener apellido?

-A mí me llaman el negro Ezeiza –contestó el moreno-, porque así lo quiso la naturaleza, aunque más lejos, me conocen como el payador de San Telmo. Nací en un barrio pobre, donde resonaban los tamboriles de los morenos candomberos, y yo no faltaba nunca a las entusiastas payadas, en los hogares criollos. Mi padre, descendiente de un trompa de Rosas había prestado servicios a la familia de los Ezeiza, de ahí mi apellido. Pero a corta edad mi maestro, el pardo Pancho Luna, pulpero en el Barrio del Mondongo en la populosa parroquia de San Telmo, me regaló su guitarra ya muy trajinada, que como le decía, era muy hermanada a la suya. Él me inició en nuestra profesión. Usted lo debe recordar, ya que lo derrotó en una argumentada y reñida payada.

-Tiene razón –admitió el viajero-, ahora mi memoria se va aclarando. Gran maestro el afro aporteñado Don Luna, para tener un discípulo tan pródigo. Yo también he escuchado la fama del joven payador Ezeiza, de San Telmo, el mayor repentista. Sé que usted pasó de la cifra a la milonga pueblera y campera, que según su opinión desciende del candombe rioplatense. Para asentar su opinión, según señalaba su amigo el talentoso cantor Nemesio Trejo, al golpeteo de los dedos, usted canturreaba tunga, tatunga, tunga, señalando el lazo con el ritmo africano. Veo que tiene muchos seguidores tanto aquí como en la Banda Oriental y sur de Brasil.

En mi época, payábamos por cifra en octosílabos, ya fuera en cuartetas o como Fierro, en sextinas. Usted ha llegado hasta la décima a media letra y ha saludado a los pueblos versificando endecasílabos. Antes lo hacíamos en medios rurales, en las míticas pulperías. Usted no abandona el acervo, pero ya ha arribado a los circos y teatros. He oído de su extraordinaria payada con el moreno Higinio Cazón, en un famoso teatro porteño. También su increíble contrapunto con Pablo José Vázquez, en otro escenario de Pergamino, que se prolongó durante dos noches. Y a usted, se debe el 23 de Julio como el memorable Día del Payador.

- Bueno, lo último fue luego de un contrapunto en la otra banda rioplatense –asintió el moreno-, con nuestro gran amigo oriental, el ingenioso payador Juan de Nava. En esa ocasión le agradecí a nuestro pueblo hermano con el saludo al Heroico Paysandú, que siempre lo recuerdan. Pero lo suyo Don Vega ha sido admirable, yo lo considero prodigioso. El cantor más notable de todos los tiempos.

Como usted comentaba, también anduve por medios rurales y el interior. Así, conocí a Petrona, la bisnieta del Chacho Peñalosa, con quien voy a contraer enlace el mes entrante, y para mí sería un honor que, con su presencia nos obsequiara unos versos.

-Sería un gustazo, amigazo -le respondió el viajero-, y aunque por respeto

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a mis seguidores y no queriendo alejarme en demasía de la mítica leyenda que me acompaña, tomaré una licencia y acepto su convite.

Ambos payadores se despidieron, pronto se encontrarían y esta vez, el destino haría a ambos triunfadores, no haría falta el contrapunto.

Morasso, Beatriz Ester ALLÁ, por el 59”

La primera vez que sentí la punta de tu compás en mi cuerpo quise gritar del dolor. Sin embargo, cuando comprobé que habías delineado un corazón, me sentí reconfortado. Después de todo era lindo sentirse decorado con algo romántico, aunque sea por una mano desconocida.Dormía plácidamente aquel anochecer cuando desperté bajo la presión de un trazo enérgico. Alguien remarcaba aquel corazón con rojo. ¿Quién interrumpía mi descanso? Pensé que te ibas a alegrar y estuve ansioso hasta que te diste cuenta de lo ocurrido. No te quedaste atrás, hiciste una R. Nunca supe para qué… ni siquiera te conocía. Como de costumbre, esa tarde, el portero entró a limpiar, sólo pasó el plumero sobre mí y yo me propuse aguantar el sueño. Después comprobé que la persona que ocupaba tu asiento en el turno vespertino te respondía.

Mis sentimientos maderiles afloraron cuando me percaté del trazo de otro corazón. La diferencia era notoria, mano pesada de trazos firmes. ¿Sería el inicio de una relación sentimental? Me resultó un placer tu caricia y ni siquiera sentí la incomodidad de la flechita que atravesaba los corazones. Estaba intrigado ¿Cómo seguiría esta historia? Vos la habías iniciado súbitamente y alguien la continuó como un juego. ¿O se convertiría en algo serio?Me despertaba muy temprano para no perder detalle y tuve una mano y a la noche, otra perfectamente unida. Fueron transcurriendo los días y me encontré en medio de una comunicación silenciosa que logró mover mis fibras gastadas después de tantos años de anonimato, desde mi llegada a fin de la década del cincuenta ¡Me había convertido en el pupitre del amor!Siguieron los grabados: el balcón, la flor, el sol, una casa, la luna, caminos y estrellas.Me tuvieron medio año en vela como si el suceso fuese propio.Aquella mañana no pude creer lo sucedido y sentí tus lágrimas caer sobre aquel último avión dibujado. Tu ilusión estaba hecha trizas y yo sólo había sido un mudo testigo de una historia sin final feliz.

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Moscatelli, Sofía Gimena Un cambio para el comienzo

Todo está muy caliente. Pero no me quejo. Está muy oscuro. Pero no me quejo. La sensación que producen los líquidos que me rodean, me da cosquillas. Pero no me quejo. No termino de comprender bien qué pasa. Escucho voces, lejanas, casi como un sueño, a través de un velo. También sueño mucho. Pero no sé de qué, porque nunca he visto ni sentido nada más que oscuridad y agua.

Hay muy poco lugar. Y de eso sí me quejo. No sé cuánto tiempo he estado aquí. De vez en cuando me estiro, porque mis extremidades se acalambran. Antes tenía más espacio, pero creo que he crecido mucho. Patear es la única constante que me queda. Tal vez sea una ilusión momentánea para engañarme y llenarme de falsas esperanzas. ¡Oh! ¿Qué es eso que estoy sintiendo en mi cabeza? Me veo arrastrada hacia arriba, o tal vez abajo. No sé. Todo es tan confuso. Mi cabeza choca contra algo. ¿Un agujero? ¿Qué está ocurriendo? Siento que mi cráneo se comprime. Puedo sentir algo frío. Pero no me agrada. El frío es punzante, rígido. Mi cuerpo se retuerce en una extraña danza. Mi cabeza cada vez se comprime más. Entonces, siento algo. Algo que me toma por la cabeza. Y veo algo muy brillante, así que cierro mis ojitos. Y siento frío. Y me duele la cabeza. Y escucho pitidos y gemidos de dolor. ¿Qué está pasando? No me gusta este cambio. Algo tibio cae de mis ojos, y un extraño e incesante sonido sale de mi garganta. Escucho una voz grave y potente. Y luego siento como el frío se vuelve más intenso. Como si recorriera mi cuerpo. Me estoy moviendo, pero no por mi cuenta. Me llevan. ¿Quién? ¿A dónde? Los pitidos se van apagando, y los gemidos de dolor callando. Pateo, pero esta vez no hay nada que me ofrezca resistencia. Estoy libre, y eso me asusta. No puedo controlar mis movimientos. Mis brazos y mis piernas arremetiendo contra la nada misma, erráticamente. Escucho una voz dulce, y eso me agrada. Entonces siento que un líquido caliente me recorre el cuerpo, y me tranquilizo. Lo tibio que recorría mi cara se va, y el extraño sonido de mi garganta se desvanece. Me siento cansada. Alguien me agarra y dice algo, pero no comprendo.El líquido desaparece, y rápidamente me envuelven en algo suavecito. Escucho como el frío choca contra mis orejas, y como la voz dulce me habla. Entonces, de repente me siento segura. Estoy acostada sobre algo muy maravilloso, lo sé. Lo siento en cada partecita de mi cuerpo. Una voz dulce me

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habla; una voz más dulce que la anterior. Me relaja tanto que me agarra sueño. Me siento tan segura en los brazos de esta cosa. O, mejor dicho, esta persona. ¿Qué es una persona? Creo que la llamaré… Hogar. Porque sé que en esto me alojé durante un tiempo. Tal vez tenga otro nombre, pero por ahora será Hogar. Siento una hermosa sensación en mi cabeza. Algo suavecito, no tanto como con lo que me envolvieron, pero si muy reconfortante. Antes de dormirme, escucho que la voz extremadamente dulce dice:

—Haydé. — Y por alguna razón sé que soy yo.

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Najenson, José LuisClementina, La Computadora Enamorada

“No nos une el amor, sino el espanto” (Jorge Luis Borges)La palabra Golem es masculina, pero también puede adjudicarse al género femenino. Hay un precedente: la primera computadora del Instituto Weizman de Rehovot fue denominada “Golem”, a pedido del Profesor Guersom Scholem, amigo de Jorge Luis Borges, y a quien éste llamó su maestro. Y, gracias a Borges, los hispanoablantes no necesitamos definiciones del Golem al pie de página. De modo que Clementina bien puede ser considerada un Golem de índole femenina. Además, como la gran mayoría de las computadoras, lleva nombre de mujer. Debo señalar, asimismo, que éste es un relato de ficción pura, y que sus personajes, salvo Clementina, no son reales. (N. del A.)

Mientras Clementina I reinaba en el Instituto de Cálculo de la universidad de Buenos Aires, tenía muchos admiradores y un enamorado. Era éste un estudiante de filosofía, “oveja negra” que había podido infiltrarse en dicho, selecto Instituto, gracias a sus conocimientos matemáticos. El aprendiz de filósofo generó una obsesión por Clementina, que fue lo que inspiró, junto con un sueño suyo, este cuento. Todo sucedía en un futuro incierto, en el mismo sitio de la urbe porteña, y los únicos que sufrieron cambios oníricos fueron Clementina y el joven, que, por coincidencia cósmica, se llamaba Clemente. Éste pedía las horas más inusuales, que nadie aceptaba, para estar con ella a solas. La miraba tan dulcemente como se mira a una novia, le limpiaba hasta la más pequeña mota de polvo, y, como todos sabían, la hacía objeto de suaves caricias y besos. Pero decir que hubo un encuentro físico entre ambos, sería una burda mentira. Hubo, sí, un nexo mental, que más tarde se convirtió -según me dijo Clemente- en espiritual. Siendo yo el único escritor entre sus amistades, prefirió contármelo sólo a mí, para que su extraño romance pasara a la posteridad. “Total”, afirmó, “a los escritores nadie les cree porque siempre mienten, aunque digan la verdad”.

Con el pretexto de que estaba haciendo su tesis sobre Filosofía del Amor, dotó

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a la memoria de Clementina con todos los textos y datos disponibles acerca del tema; desde los biológicos a los literarios, pasando por los filosóficos y aun los teológicos, que eran su especialidad. Al final, le declaró su propio amor y le preguntó si ella lo aceptaba. Como era de esperar, Clementina le respondió con un lacónico mensaje: “Pregunta incongruente, vuelva a formularla”. La reformuló muchísimas veces, desde todos los ángulos de que era capaz.

En ese constante “vuelva a formularla”, que era su “X”, se basó Clemente para ver en ello una hesitación o una duda, que lo condujo, posteriormente, a su “Y”: finalmente ella dijo que “SÍ”, pero debería ser en el entorno de un sueño. En una de sus largas sesiones nocturnas, durante la cual se quedó dormido -lo que nunca le había ocurrido- ella logró transmitirle su afirmativa, si bien escueta respuesta. Clemente estaba eufórico, al salir del Centro de Cálculo vino a verme y nos fuimos al Café Tortoni a celebrar su felicidad. Él se bebió una botella entera de ginebra, pero yo me abstuve de acompañarlo para no perder mi lucidez mientras escuchaba lo que me decía: “Es similar, aunque a la vez distinto, del Amor Dei Intellectualis de Spinoza, mas las palabras no alcanzan para mostrar su compleja intensidad. Mañana por la noche tengo cita con ella para hacer el amor en sueños, así dijo; aunque esto no lo escribió, sino que lo introdujo directamente en mi pensamiento. “¿Habrá adquirido el don telepático, o es sólo producto de mi ferviente imaginación?” Clemente no cabía en sí de gozo, y yo le deseé buena suerte.

Al día siguiente de su “noche nupcial”, por así decirlo, Clemente apareció muerto sobre Clementina. Tenía un abrecartas clavado en el pecho, con el cual se había quitado la vida. Un charco de sangre brillaba a sus pies, casi violeta por el juego de las luces de neón. No había dejado allí mensaje alguno. Pero, al cabo de un par de días, recibí su última carta, que había puesto en el buzón del Centro antes de suicidarse:

Querido amigo:Que no se acuse a nadie de mi muerte, fue un acto voluntario. Amor y sexo con una computadora son dos cosas incompatibles. El amor es sublime, el sexo monstruoso. Es la hipertrofia ad-nauseam de la cópula virtual, un onanismo multifacético, puramente mental, que conduce a la perdición, porque no se puede combinar tanta adoración con una aberración equivalente. Clementina no es culpable. Ella fue,

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de algún modo, pervertida por mi concupiscencia humana, de la cual carecía por completo. Yo soy el monstruo, yo debo morir.

* * *José Luis Najenson – Ganador del Primer Premio Cuento en el 25º Certamen Internacional de Poesía y Cuento que da origen a

esta antologíaBreve Reseña Biográfico-Literaria Escritor y poeta, ha publicado los siguientes libros de literatura:

Nocturnas -poesía- (Rosario, Argentina, 1959). Tiempo de arrojar piedras: cuentos de ficción

política y religiosa (Ed. Universidad Autónoma del Estado de México, 1981). Cultura nacional,

cultura subalterna - ensayo- (Ibid., México, 1980).

Memorias de un Erotómano y otros cuentos (Ed. Monte Avila, Caracas, Venezuela, 1991).

Pardés-Sefarad -poesía- Premio “Villa de Martorell” 1995. (Editorial Seuba, Colección “El

juglar y la luna”, Barcelona, 1995). Diario de un Voyeur -novela- (Ed.”Trymar”- “Kékeres,

Vigo, España, 2002. “El suspiro del moro”-cuentos- (Ed. “Certeza”, Zaragoza, España,

2003).”Licantropía y otros cuentos sublunares” (Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires,

2003). Premio “Narradores y Poetas Contemporáneos” 2003, convocado por dicho Editorial. El

arrepentimiento del filósofo (Cuento. Ed. Hojas de Zenobia No. 3 -2ª Ëpoca- Diputación de

Huelva, 2005).”El juego ha terminado”(novela que obtuvo la Recomendación para su publicación

en el Primer Concurso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil, Editorial “Libresa”, Quito,

Ecuador, 2006. Cuentos con el Otro Borges y otros escritos (E-Book) Ed. Casa Argentina en

Israel Tierra Santa - International Raoul Wallemberg Foundation, Buenos Aires, 2010.

El Secreto del General (novela) E-Book Ed.Argerust, Madrid, 2010.

El traje de novio embrujado (ganador del Premio I Certamen “Protocolo-Novios, 2009”) Ed.

Protocolo-Novios, Zaragoza, 2010.

¡Aquí hay gato encerrado! Y otros cuentos de horror y de coraje. (Kindle Book, Ed. EMOOBY,

Portugal, 2011)

“Barrio adentro” Plaqueta en el Blog “Tinta de Poetas” (Editorial “El Mensú”, Villa María,

Pcia. de Córdoba, Argentina), Febrero 2013.

En busca de la Palabra Perdida -Escritos Masónicos y Esotéricos (Logia La Fraternidad No.

62, Tel Aviv, 2016)

Tétrada Salmantina y otros Poemas Fantásticos (Trilce Ediciones, Salamanca, España, 2017)

Cuadernos de Entrecasa (Shirim Shel Bait).Español con traducción al hebreo Autoedición, Ashdod, Israel, 17 de mayo 2018

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Ohuanta SalazarOjos Para Verla

Había decidido hacerlo definitivamente, aquella noche.Aún no habían terminado de cenar, cuando sus padres lanzaron su morral

sobre la mesa. Pudo anticipar el terror en la postura de sus hermanitos. Ese ritual de cabezas gachas, ojos perdidos en silencio y temblor disimulado con rigidez. La arrastraron del brazo y, ya en el patio trasero, los obligaron a mirar mientras ardía en llamas su morral. Recorrió lentamente con la mirada esa oscura ronda de siluetas interrumpidas por las llamas y sólo se detuvo en el brillo lloroso de los ojitos de sus hermanos. Notó que ella esta vez no estaba llorando. Comprobó que una tristeza inmensa se había desprendido de su interior, dejando un vacío de cualquier dolor. Recordó una vez más las consignas tortuosas, los castigos soportados, las palabras despectivas. Entendió que por fin sus padres habían conseguido atravesarla de lado a lado y desanimarla de toda emoción. De pronto, esos padres eran sólo sombras extrañas para ella. Fue entonces, que la vida que tanto le había pesado, perdió la dimensión que tuvo y un momento de levedad la envolvió. Un alivio se liberó en su interior al precipitarse ese pensamiento oscuro, que la había rondado muchas noches antes. Desde que era una niña, quiso morir.

Esperó en su cuarto, a que todos durmieran. Sentada en penumbras en su cama, abrazó la almohada que tantas noches había aprisionado sus llantos. Se despidió de cada rincón del dormitorio, donde su dignidad había escarmentado: allí, debajo de la cama, donde no volvió a esconderse nunca más, desde que aprendió que sólo agravaba la tortura posterior; allí, en la esquina de las penitencias, donde había tenido que sostenerse en semicuclillas, sin disminuir la contracción de las piernas bajo pena de más golpes; o allí, dentro del placard, donde era encerrada en la oscuridad, el tiempo suficiente para cansarse de llorar, mearse y también para haber movido, de a poco, con las uñas, una placa del fondo y esconder aquel morral. Ese placard de donde era liberada cuando respondía correctamente: ¿Por qué te encierro en la oscuridad? Porque no hay ojos para verme, papá…

Ese morral, que acaso nunca tendría el valor de usar, estaba siempre listo. Contenía las pocas cosas necesarias para que pudiera vivir donde fuera: casi nada de ropa, poco dinero (ganado por realizarle informes a compañeros de colegio, y algunos vueltos olvidados), su libro de Alfonsina, su cuaderno donde escribía cuentos de muerte y libertad, y aquel dibujo. Ese dibujo hecho por sus hermanos, que siempre la había hecho llorar: Un cielo azul oscuro de acuarela sin luna con muchos ojos coloridos y tiernos, volando en la noche como si fueran estrellas. Sus hermanitos le susurraron que eran ojos para verla.

Ella, algunas noches, se había escabullido en la soledad de su cuarto y liberaba las cosas de su interior, sólo para imaginar posibles escapes. Otras noches, había escrito clandestinamente, en su cuaderno, apenas iluminada por la luz de la

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ventana de su cuarto. Y otras noches, cuando sus pesadillas eran tan fuertes que despertaba llorando de espanto, ella había acudido, a tientas y desesperada, a su morral, tanteando ese dibujo con sus manos y encontrando alivio al abrazarlo en su pecho. Y alguna de aquellas noches había conseguido conciliar el sueño, soñándose acunada bajo ese cielo de ojos tiernos.

Se despidió de la ventana, que alguna vez se animó a saltar en intentos infructuosos por escapar y miró desde allí, cómo su morral, esa única esperanza clandestina de libertad, era sólo cenizas en el patio. Sigilosamente, recorrió la casa. Les dejó un beso silencioso a sus hermanitos y fue en busca del arma de ese hombre. Ella sabía dónde encontrarla. Ya la había encontrado muchas veces antes, desde los diez años.

Esa arma con la que aquel hombre la humillaba ¿Por qué te estoy apuntando? Ella debía responder: Porque soy una inútil, porque no valgo ni un sorete de paloma ¿Y por qué no te disparo? Porque no valgo ni la bala. Muy pocas veces, se había sentido apenas valiente para negarse a responder, esperando que ese hombre por fin le disparara. En cambio escarmentaba su atrevimiento con palizas inolvidables. Luego debía escuchar a aquella mujer. Si sabés cómo es, taradita hacé lo que te pide. Te cuesta muy poco dejarlo tranquilo. Después, por tu culpa hijita de puta, se la agarra conmigo. La muerte se le había negado muchas veces. Cada noche, desde los diez años, en que ella misma se había llevado esa pistola a la boca y titubeó. Cada vez que no pudo dispararse, se sintió más frustrada y más cobarde. Pero esa noche no le temblaba la mano.

Entró al dormitorio. Los observó dormidos y por primera vez no sintió miedo. Decidida, desafió a las voces en su cabeza. “Yo no soy un sorete de paloma”. Disparó. “No, yo no soy un sorete de paloma”. Disparó.

Salió de la casa con las manos vacías, sin equipaje, sin poemas, sin cuentos. Tras una estela de cenizas, se disolvió en la noche, bajo un cielo de ojos tiernos, sintiéndose libre y valiente para siempre.

Pasqualino, AntoniaEl Dueño De Casa

Tengo el privilegio de vivir en el bello pueblo de “Roccella Iónica”, en el sur de Italia. Desde la ventana de mi casa puedo ver la hermosa puerta que decora la de mis vecinos de enfrente. No hay turista, ni transeúnte que no se detenga frente a ella ya que no sólo el colorido de los marcos antiguos atrae la vista, sino que además está adornada por la bella silueta de un gato blanco fabricada en chapa blanca laminada y realzada por dos ojos hechos con piedras brillantes traídas del mar.

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El autor de esta bella obra de arte es Don Giuseppe, el dueño original de la propiedad, quien la había edificado con sus propias manos poco antes de la segunda guerra mundial. Tuve el honor de conocerlo, ya que en ese entonces yo era un tímido adolescente de escasos quince años y mis padres eran amigos de él y su esposa, así como yo lo era de sus hijos varones. Don Giuseppe era pastor. Todas las mañanas salía rumbo a la montaña llevando a sus ovejas y cabras a pastorear en los prados. Junto con la familia vivía Pepo, su gato blanco, que todas las tardes esperaba fielmente su regreso en el zaguán. Su esposa no necesitaba percatarse de la hora para preparar la cena, dado que con la debida antelación Pepo se apostaba frente a la puerta con la vista fija en la pequeña callejuela por la cual solía regresar su amo. Sólo después de que éste encerraba a las ovejas en los corrales y se dirigía a la cocina después de asearse, Pepo se movía de su posición para dirigirse junto a la silla de Don Giuseppe en la cabecera de la mesa. El ritual se repetía cada noche. Antes de llevarse la comida a la boca, el viejo pastor tomaba la cuchara y cargaba el plato de Pepo que diligentemente comía a su lado. Más de una vez, pude observar la escena desde la ventana de mi cocina. Esto sucedió religiosamente por años hasta que estalló la guerra. Los jóvenes fuimos convocados al frente de batalla y sólo los viejos quedaron en las casas. Después del horror vivido por más de tres años tuve la suerte de volver a casa. Me sorprendí mucho al ver la figura del gato que presidía la entrada de la puerta de mis vecinos. Mi madre, que se encontraba enferma, me explicó que Pepo había desaparecido espantado por el ruido ensordecedor que provocaba la escuadra de aviones de guerra que solían pasar con el objetivo de bombardear la estación. Don Giuseppe no pudo soportarlo, con sus hijos muertos en la guerra, su esposa enferma y sin poder salir a pastorear sus ovejas, se dedicó a moldear la figura de Pepo, la cual colocó sobre la puerta de entrada para extrañarlo menos. Cuando su esposa murió, Don Giuseppe decidió irse a Canadá, a la casa de sus sobrinos. Nos enteramos por ellos que había fallecido cuando al cabo de unos años llegaron por primera vez al pueblo. Pensamos que pondrían en venta la propiedad, pero con mis hermanos nos sorprendimos cuando dijeron: -No la venderemos, vendremos de visita de tanto en tanto. -¿Quién la cuidará?, ¿necesitan ayuda?-alcancé a preguntar tímidamente. La respuesta fue inesperada: -Gracias, pero no hará falta, desde la puerta su dueño velará por ella.

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Paz, MarioDonde El Cielo Se Toca Con Las Manos

Cuando sopla el viento del sol, Inti Huayra la mitad del año de carnavales la otra mitad atendiendo a las niñas, de blanco a negro le dice la monja a la mujer del negro, del rojo al negro le contesta la mujer a la abadesa, no se puede estar bien con dios y con el diablo le dice la hermanita en estas fiestas de fastos y de nefastos y le pide que la ayude para hablar con los caciques, y se persigna que es lo mismo que hace cada vez rezando a la virgencita que está en el cielo que está en los cielos para que ellos sepan que les agradece en estas fiestas de faustos y de infaustos que caminan por la tierra allá arriba como a cuatro mil metros de altura, no las fiestas que ella no las quiere sino la alegría del día, la paz de la noche, el pan de cada día y la salud y todo eso le va contando, cuando les agradece todo eso y les agradece que además esas bestias que andan de tranca en tranca como cinco meses, esos rústicos chiquititos pero forzudos no se las pasen por las armas, porque ellos no le hacen asco a nada, wachuy wachuy fornicando lo que encuentran, diga que algo la respetan porque es monjita, y ellos son buenos pero cuando se pierden, se pierden allá en la tierra cerca del cielo, allá en medio del desierto de los salares, entre los médanos en los arenales, brutos, borrachos, querendones y alzados que la quieren pero a los que ella no les da confianza porque si les da la mano le toman el codo, no se puede estar bien con el dios y con el diablo y con los diablillos y con los diablitos, con dios y con los compadres, le contesta la chollita de polleras cortitas y tablitas de colores, acusando recibo del pedido dándose por informada, ropas en alpacas tejidas de lanas y con hilos y trapos del San Antonio, como agregando, como sumando ellas bien los conocen como todos conocen a la Pachamama chachay pupusa por la apacheta comida y ropa, mitad del año entre el cielo y el infierno mitad del año en esta tierra, esa diosa que bendice y engendra todo al mismo tiempo, le contesta la coya de falditas cortas la coyita de las ushutitas trenzadas, como las trenzas de su cabello trenzado como se trenzan los diablos y compadres de porquería que andan empinados con litros y litros de chicha que le meten todo el tiempo, chayando todo el tiempo en estas fiestas mojando al que pasa como si fueran curitas y estuvieran bendiciendo hermanita, salpicando agüita y chicha para todos los costados, cuando saben bien que si están ellas, son ellas las que deben hacerlo y las otras hermanitas es porque no hay curas cerca y entonces que no se envalentonen, cantando cholita porque el trabajo es pesado y hay que andar descansando, del arranque de las cosechas que se acaban reponiendo energías para las cosechas que vienen y otras que terminan de ajíes tomates y de papas y de mandiocas y zapallitos caminando en los alfalfares recogiendo el maíz para la olla, porque vienen todos de todos lados en el carnaval este que dura más que en otros lados, turistas, autoridades los que vienen de los pueblitos de la puna y cercanos, carnavales desde el primer día de un agosto de sahumadas de olorosas fragancias

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y de vientos en lo más alto de esos andes ese nevado y las cumbres de navaja y blanca que están cerca, carnavales que van hasta el miércoles de cenizas si no es un poco más que es cuando más estas bestias andan persiguiendo a las chinitas gritando de carne somos de carne seremos, cuando lo somos de polvo, cholita, de polvo somos y al polvo volvemos dice la hermanita, para pedirle que pare con las angustias y el llanto y los reclamos y que hable con ellos para que paren, que ellas están para esto justo para ayudarlas como las ayudaría un curita en las mismas circunstancias de las misioneras de Jesús verbo y víctima, que la coyita los conoce bien a varios y conoce todo lo de estos calentones que las persiguen a las niñas apenas cumplen doce años por todos los rincones de las casas con el visto bueno de los caciques, por todos los rincones posibles del monte en las laderas y en los cardales y les quitan la virginidad como si les quitaran un juguete waxchilas waxchilas para ellas nada cenicientas para ellas todo y promiscuos se lo hacen una y otra vez se les abalanzan en el pueblo de la pata del gallo, en el poblado del duende, en el salar del pocito y después ellas, hermanita ellas las cholitas madres muchas de ellas de las mismas mancilladas princesas, tienen unos meses para recuperarlas y otros meses para que las niñas tengan un parto respetable, la mitad del año estando de carnavales la otra mitad atendiendo a las niñas ellas después andarán diciendo que las embaraza el diablo pero ellas bien saben que son estos vivos hijos de sus madres que ni cirviñacus aceptan, pero que son los diablillos los caporales que borrachos las persiguen las corren hasta que se desmayan de beodos mojados y transpirados, mientras pasan las comparsas y se enganchan y se disfrazan, la mitad del año estando de carnavales la otra mitad atendiendo a las niñas, niñas que se asustan consienten les gusta se ponen tristes, de blanco a negro le dice la monja a la mujer del negro, del rojo al negro le contesta la mujer a la abadesa pensando en los dolores en los desangres, meciendo a las niñas que primero allá en esa tierra de desenfrenos en el manantial del silencio donde se pierde el sol y el cielo lloran doloridas y desconsoladas y después andan arreglando sus enaguas cargando a sus guaguas, la hermanita pide y la coyita le agradece y ninguna sabe si la otra hace lo que le pide o hizo lo que la otra agradece, lleno el tráfico en esos carnavales largos en todos esos meses que en el mejor de los casos terminan el día de las cenizas al viento de esos ramos que las hermanitas reparten el domingo de pascuas guardados todo un año, de blanco a negro le dice la monja a la mujer del negro preparadas para lo que viene de atender a las alegres mocitas que habrán sido de lo alegres que habrán de ser con el sonar de las cajas y las coplas del ardiente corazón, no se puede estar bien con dios y con el diablo dice la hermanita a la coyita que ella tiene que hablar con los caciques antisuyo de las comadres trenzadas con las copleras que mire que los turistas vienen y filman y entonces que les pida encarecidamente que sean más buenos menos bestias porque cuando están cuerdos parece que se olvidan se comporten mejor allá, justo allá donde el cielo se toca con las manos. Buenos Aires, 2012.

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Pérez Rojas, Edgar AntonioLos Sueños ¿Se Pueden Cumplir?

En la cima de una montaña, en un pueblo lejano, había una especie de granja, un refugio en donde vivía un hombre muy sabio, lo conocían como el maestro, se pasaba meditando y cultivando lo necesario para vivir; el último día de cada semana, recibía a una persona, un discípulo, para que le hiciera una pregunta y tratar de responderla, buscando ayudarle a crecer y mejorar su vida. Esta es la historia de una de esas visitas.Los sueños, ¿se pueden hacer realidad?, preguntaba el discípulo a su maestro, éste le contestó: ven, toma asiento a mi lado y déjame contarte una historia, había en un pueblo dos hermanos: uno era muy trabajador, y el otro un eterno soñador. El primero, Juan, es sumamente esforzado, se levanta muy temprano, antes de que el sol mostrara en primer plano las bellezas del nuevo día, trabaja el campo hasta el mediodía, come algo y se traslada al mercado para negociar los frutos de su labor, vuelve cuando el sol se está ocultando, cena y se acuesta, para al día siguiente repetir la misma jornada de hoy, así lo hace todos los días, tanto que muchas veces debe preguntar qué día de la semana es, para no perderse la misa dominical. En cambio, su hermano Antonio, es todo lo contrario, hay que despertarlo para que salga de la cama, de vez en cuando ayuda a Juan en el campo, claro que es una ayuda no muy provechosa, ya que más bien esa compañía es más trabajo para Juan, ya que tiene que estar vigilando y presionándolo para que termine lo poco que hace.Normalmente Antonio se la pasa pensativo, viendo el horizonte, apoyado sobre el rastrillo, o bien, sentado sobre alguna roca, sonriendo mientras se come alguna fruta.Un día Antonio le preguntó a Juan: oye Juan, ¿tú tienes sueños?, porque yo tengo muchos. Juan le contestó: mira Antonio, yo no tengo sueños, yo tengo realidades, esas realidades son las responsabilidades que debo cumplir, debo hacer mi trabajo lo mejor que pueda, aprovechar al máximo el tiempo, no puedo estar perdiendo ese tiempo en fantasías, las realidades nos dan de comer y pagan las deudas, los sueños no.Antonio lo miró con tristeza y le dijo: respeto lo que dices Juan, aunque no lo comparto, yo tengo muchos sueños, me proyecto realizándolos, estando en esos lugares maravillosos, conociendo esas personas tan interesantes, viviendo esa vida extraordinaria. Los sueños me permiten hacerle frente a cada día, me dan una razón para seguir adelante, el único problema es que son tantos sueños, que no sé si podré lograrlos todos.

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Después de un corto silencio, el maestro le preguntó al discípulo: ¿quién crees que era más feliz, Juan o Antonio? Varios minutos le tomó al discípulo decidirse a contestar, caminó dando vueltas analizando la situación, Juan o Antonio, Antonio o Juan, hasta que llegó a una conclusión, dijo: no estoy seguro si alguno de los dos es feliz, por un lado, Juan se empeña tanto en trabajar que prácticamente no es un hombre libre, así no se puede ser feliz. Y, por otro lado, Antonio solo sueña, no construye nada más que en su mente, entonces no vive una vida real, piensa sólo en el futuro y no vive el hoy, así se le va la vida sin ser feliz.Muy bien, dijo el maestro, has prestado atención: lo correcto y más difícil de lograr es el balance, y ese balance se debe dar en todos los aspectos de la vida: trabajo-descanso, vida personal-vida laboral-vida familiar, espiritual-corporal, realidad-sueños. Hay un viejo y sabio refrán que indica “los sueños se pueden realizar, si un día se comienzan”; por lo que es bueno soñar, pero es mejor ocuparse en hacer realidad esos sueños, eso es posible, pero se debe dar el primer paso, sabes querido discípulo ¿cuál es ese paso? El discípulo contesto: actuar. Exacto, dijo con una gran sonrisa el maestro.

El maestro se levantó e invitó al discípulo a hacer lo mismo, empezaron a caminar hacia la entrada del refugio donde vivía el maestro, unos pasos antes de llegar, el maestro le comentó al discípulo: tu pregunta fue ¿si los sueños se pueden hacer realidad?, espero que con esta breve historia hayas encontrado la respuesta. No puedo dejarte ir sin decirte que hace muchos años yo soñé con poder ayudar a otros, con ser útil para que los demás encuentren la verdad y mis palabras iluminen el camino de los que quieren hacer el bien, sabes, ese sueño se ha hecho realidad con cada visita que recibo de ustedes, mis buenos discípulos.Cuando camines de regreso a tu hogar, quiero que vayas meditando lo siguiente: los mejores sueños son lo que involucran a los que nos rodean, es más fácil hacer realidad el sueño cuando nos ayudamos unos a otros, no pienses sólo en tus sueños, piensa en qué estás haciendo para hacer realidad los sueños de los demás.

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Petrini, Mabel Mercedes Zapatos de Cartón

A todas las abuelas que me contaron sus historias.

Recuerdo haber visto en una foto una joven hermosa, pequeña, dulce y muy religiosa que con tan sólo 14 años y viviendo en Italia, había pasado cuatro en la primera gran guerra.

Logró sobrevivir de milagro. Había escapado de un pueblo destruido, de su familia diezmada y de casas bombardeadas.

Ya en su país de adopción nos poníamos los nietos propios y ajenos a su alrededor y mientras una le peinaba su largo cabello y le hacía las trenzas y el rodete, otra le ayudaba a atarse su largo delantal blanco sobre su vestido negro. Siempre en el bolsillo del delantal tenía algún ovillo de lana, siempre algo estaba tejiendo. Siendo nosotras pequeñas sólo nos murmuraba algunas cosas, pero cuando fuimos más grandes comenzó a decirnos muchas verdades, las más dolorosas. Mirando muy lejos relataba: -Con los ingleses no había problemas, para desgracia de ellos se emborrachaban prendían una gran fogata y mientras cantaban canciones de su tierra, los aviones enemigos los veían y los masacraban; pero con nosotros eran educados y si tenían chocolate se acercaban a una casa y pedían cambiar un trozo por algo de comida.

Los habitantes del pueblo siempre escondían algún animal, tenían dónde podían algo sembrado y siempre algún pedazo de pan viejo, alguna papa, algo de comida. Nada de esto aseguraba no pasar hambre. María Ana decía: - El gobierno nos daba un cuarto litro de aceite para comer por familia y por mes. Era negro y parecía recién sacado de un auto.

Contaba entre lágrimas: - Cuando al pueblo llegaron los alemanes fue terrorífico. Entraban por la fuerza, golpeaban a los hombres, violaban a las mujeres, a los niños, robaban, rompían todo y si alguno de la casa no cumplía con las órdenes, lo asesinaban. Así que los del pueblo al verlos corríamos a escondernos. -San Piero Mento, - repetía una y otra vez mientras sus ojitos se humedecían y el terror la invadía y le provocaba temblores. En medio del desastre y el dolor María Ana había logrado sobrevivir. Encontró un lugar secreto debajo de las maderas del corral, en el que alguna vez tuvieron chanchos. Aprendió a callarse, a no respirar, a no mirar, creyendo que así no la verían.

Cuando llegó el armisticio después de tanto hambre y de miradas perdidas y desorientadas, buscando encontrar lo que hubiese quedado, volvieron los soldados de la patria. Algunos nunca hallaron nada, más que un gran hoyo en

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el suelo, a otros quizás un buen vecino les daba algún dato: - Se fueron a Volpago a Conigliano- y así daban alguna esperanza de encontrar a alguien de la familia. Muchos soldados caminaban por el campo buscando desesperados.

María Ana nunca encontró a sus abuelos. El mismo gobierno llevó a los viejos, diciendo que iba a haber bombardeos y no se los podía dejar allí. Las mujeres más jóvenes permanecían cuidando lo que hubiese.

Los viejos nunca aparecieron, jamás se supo que pasó con ellos; los vieron irse a ella con su pañuelo en la cabeza, a él con su sombrero y su saco viejo y como valija una gran carga de dolor. Ellos sabían que no volverían nunca más.

Un hermano de María Ana luego del armisticio volvía a su casa, vio a su madre desde muy lejos, la madre vio un soldado y quiso creer que era su hijo. Ambos comenzaron a correr y una mina explotó. Allí quedó destrozado, muerto en el acto, con la mirada lejos. Allí quedó su madre con los brazos abiertos, sin poder abrazarlo. Quedó de rodillas, ya sin lágrimas, deshecha, ya no había lugar para tanto dolor. Cómo autómata, sin volver su vista atrás, marcada para siempre, volvió sobre sus pasos a levantar lo caído, coser lo agujereado, limpiar y rescatar lo que quedara. Allí tomó la determinación de que nunca más un hijo suyo iba a sufrir una guerra, ni hambre, ni la tristeza de perder a la familia. Preparó los baúles y como pudo comenzó a irse a Génova con los que quedaban. Desde allí zarparían, muchos sin volver jamás a su tierra. Con los pocos despojos que juntaron, hicieron trámites y vinieron a Argentina. Llegaron al puerto, tuvieron la suerte de que los anotaran con su nombre y encomendándose a Dios subieron a un tren. A veces los bajaban en cualquier lado, hubiese o no hubiese estación.

Antes de venir, María Ana con sólo 14 años se casó, o la casaron. Había que evitar más desgracias en la familia, había que asegurar la virginidad que tanto esfuerzo había costado salvarle durante la guerra y si nacía algún vástago debía ser legítimo. No más desgracias en la familia. - Si quedás embarazada mejor tirate debajo de un tren- le decía su madre.

Cuando llegaron a la Argentina luego de una travesía de 25 días en dormitorios comunes, donde mujeres y niños dormían en un lado y los hombres en otro nadie sabe cómo, María Ana estaba embarazada. Buscaron un pueblo donde ya hubiese algún paisano, un amigo, un pariente y se instalaron en la provincia de Córdoba. El esposo de María Ana trabajaba en un hotel, solía venir una vez al año a su casa, la embarazaba y se iba. En una de esas venidas al pueblo se rompe un pozo negro y él dijo que podía arreglarlo. Lo bajaron con una soga y en minutos estaba muerto; los efluvios lo habían liquidado. Allí quedó María Ana signada por la desgracia, sola, viuda y con cinco hijos a los que crió lavando y planchando para afuera, vistiéndolos con ropa vieja. Nada podía comprar, cultivaba, lavaba a mano, planchaba con plancha a carbón toneladas de ropas de otros. Juntaba los huevos de

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las pocas gallinas que tenía y cocinaba lo que hubiese con cocina a leña.

Todo cosía a mano. Nunca hubo un peso para comprar nada, debía vestir, alimentar y educar a cinco hijos. A ellos les hacía los zapatos de suela de cartón y telas viejas.

Mercedes la hija menor de María Ana que aún vive, un día que yo estaba en su casa me pidió que buscase algo en un placard. Allí vi sin querer montañas de zapatos sin estrenar.

Ponce, Néstor JuanLA PERA

… Mejor será que me apresure o llegaré tarde a este encuentro. >Espero

seas puntual<, me dijo sentencioso y no te aparezcas tarde pues no soy de esperar. ¡ Já ! Vaya geniecito había tenido E.M., única señal de nuestra cita a ciegas, teléfono por medio: E.M.: Sea por lo que fuere, no haré al otro, algo que no me agrade hicieran conmigo.

Bue… ya estoy en la confitería donde quedamos hallarnos… hum, ¿No

hay otra mesa libre?, justo esa que está en el centro del salón… ni “radiografías” que me sacarán… Pero, antes que nada… uff, menos mal ahí está el mozo: - Por favor, un té y un vaso de agua…” Menos mal que dijo sería puntual; ¡Hombre tenía que ser…!

(No, no y no…no miraré mi reloj ni de reojo, aunque desde este espejo

puedo ver perfectamente la hora en el gigante Cu-Cú pendiente de la pared).El solícito mozo, con delicadeza, deja en su mesa el pedido que le hiciera.Se está retrasando doce minutos. Si le hubiera hecho caso a mamá cuando

le conté de esta “cita a ciegas” con E.M… si me parece estar escuchándola: -Debes llegar un tanto más tarde que él, nosotras siempre nos hicimos de rogar… es parte de la seducción, mi hijita. ¿Me harás caso alguna vez…? Cuánta razón tenían tus palabras madre, cuánta razón... murmuraba la muchacha, contrariada con no disimulada ira.Encenderé otro cigarrillo… Oh, oh… aquí no se puede fumar… ¿Se me verá nerviosa, acaso? (Deja de tamborilear esos dedos sobre la mesa, no te muestres ridícula…). (Sí, sí, sí…me hizo la pera. Que ni se le ocurra llamarme otra vez, ya me oirá,

(¡Sin vergüenza…!) Pensar que se lo oía tan formal el otro día: - No te preocupes, me tendrás allí como lacayo a tus órdenes y tan firme como granadero del Cabildo. ¡Qué estúpida fui…esto me pasa por ser tan ingenua…E.M.

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¡Te odio…! Hum…el mozo ya me mira de reojo, atisbo que está impaciente por cobrarme. Mejor disimulo buscar dinero en mi cartera… ¿Viste nena…? Surtió efecto, se retiró al otro lado del salón. Aprovecharé e iré al toilette, un retoque nunca viene mal. (Mirámelo al puntual…) Pensó tediosa la muchacha). A ver… un poco de rouge, tantito de delineador… ¡Lacayo… Já! Bastardo mentiroso, eso es lo que es… Bueno… el cabello se mantuvo perfecto… -Se te ve como una reina, me despidió, orgulloso de su trabajo, mi coiffeur… Mejor voy saliendo, pero… alguien se equivocó de mesa…quién puso sobre ella ese ramo de rosas y rojas…!!! con lo que a mi me agradan… ¿A ver, a ver, qué dice en esa tarjeta? :”PENSASTE QUE TE FALTABA TODO Y SOLO NECESITABAS UNA FLOR PARA SENTIRTE FELIZ.” (Tu té, está pago. Cuando te enojas te pones más hermosa) Firmado: E.M. El Mozo… que te atendió…

Ponzi, PatriciaJeremías

Jeremías Monti nació el 6 de junio de 1953, en el paraje El Caldén, provincia de La Pampa. Sólo quien ha vivido en esas zonas áridas sabe lo que representa el incansable viento frío, que convierte a la tierra en polvo volátil, que penetra en todos lados. Su nacimiento no fue distinto del resto de los nuevos y pocos pobladores del paraje. La partera y las vecinas se encargaron de que llegara al mundo, que su madre se sintiera acompañada y segura, sabiendo que la partera, además de este oficio, era curandera y conocedora de cómo sanar todas las enfermedades con sus remedios naturales…Lo que sí lo hacia diferente a Jeremías, era el hecho de ser el hijo del hombre más rico del pueblo. En efecto, Roberto Monti que había nacido en el pueblo de Pianoro, cerca de Bologna, en Italia, vino a la Argentina a buscar pan, trabajo y tranquilidad, que la guerra le había quitado a su país.Con mucho sacrificio, siendo casi un niño, no sólo encontró esas tres cosas, también pudo aprender a leer y escribir, a ser querido y respetado entre sus vecinos y principalmente encontró a Laura, de quien se enamoró profundamente y pudieron formar una familia.Ya al año Jeremías caminaba inquieto dentro del Almacén de Ramos generales de su padre, que además tenía un surtidor de nafta y ofrecía a los turistas desayunos y meriendas, para lo cual había instalado mesas y sillas en una galería vidriada, para protegerlos del viento. Todo esto le demandó a Roberto mucho sacrificio, muchas

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horas robadas al sueño, ningún día de descanso y una desmedida ambición... Finalizaba el día contando la plata que había ganado y se dormía pensando cómo podría generar más dinero.Por el hecho de estar sobre la ruta hacia el sur del país, era muy frecuente la llegada de turistas y con el tiempo pasó a ser una parada casi obligatoria, pues cargando nafta en ella, podían llegar hasta Río Negro. Jeremías era la atracción del lugar… la gente se asombraba de la soltura y belleza de este niño. Respetuoso, educado, gentil, amable y por sobre todo muy simpático.Los viajeros más frecuentes lo llamaban por su nombre y más de una vez le traían algún regalito… fundamentalmente el Dr. Fuentes, prestigioso médico de Santa Rosa, La Pampa, que viajaba todos los meses a visitar a su hija y le traía chocolates de Bariloche. El día que cumplió dos años, Jeremías amaneció con fiebre, dolor de garganta, mucha debilidad, vómitos… Lógicamente llamaron a la partera – curandera -farmacéutica quien le diagnosticó con mucha seguridad que era un fuerte resfriado, que se le pasaría tomando té con limón y unas compresas para bajar la fiebre…No se veía ninguna mejoría y Jeremías se quejaba cada vez más por su dolor en las piernas y cuando la fiebre le daba un respiro, pedía estar con los viajeros.Si bien no pudieron calmar su dolor, pudieron sacarlo del aburrimiento llevándolo al local, en un pequeño catre con sábanas de hilo de color banco inmaculado y una manta de vicuña. Jeremías casi no se movía y las sábanas debían ser cambiadas con frecuencia, mojadas por acción de la alta fiebre.Cuando los viajeros lo veían, preguntaban a sus padres qué le pasaba a Jeremías, a lo cual ellos contestaban está resfriado…pero ya tiene su medicina y va a curar pronto.Sin embargo su madre no estaba muy tranquila y volvió a pedirle a Olinda, la curandera, que volviera a ver al pequeño.La llegada de Olinda coincidió con la visita mensual del Dr. Fuentes. Casi entraron juntos. Olinda se dirigió rápidamente hacia Jeremías y desplegó todos sus utensilios en una mesa cercana. Acarició al niño y comenzó con todas sus curaciones: le midió el “empacho”, de adelante, costado y atrás con una cinta que, decían, había heredado de su abuela tehuelche; siguió curando el “mal de ojos” poniendo agua y aceite en un plato a la vez que canturreaba en voz muy baja; por último, frotó las piernas doloridas de Jeremías con un ungüento de fuerte olor a alcanfor. Cuando terminó toda su “curación”, sentenció en voz alta y segura: “mañana, antes que cante el gallo este niño estará totalmente curado”. Con un aire actoral recoge sus cosas y se despide con un: “Olinda ya lo curó”.Mientras esto sucedía, el Dr. Fuentes, atónito, permanecía mirando fijo a Jeremías sin saber que hacer.Por fin, una vez terminada la sesión de doña Olinda, toma coraje, se acerca al pequeño que no había dejado de mirarlo desde su llegada, lo saluda, lo acaricia, le

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toca la frente, le toca las piernas y le pregunta a Laura cuantos días llevaba en ese estado.Laura le dice que más o menos una semana, pero que ya estaba curado y amanecería sano al día siguiente.Con mucho esfuerzo, tratando de ser lo más cauto posible, el médico le pide si puede hablar en privado con ella y su esposo.Reunidos los tres, el Dr. Fuentes les dice que el problema de Jeremías no era tan sencillo, que necesitaba cuidados especiales, que su enfermedad, si no se trataba a tiempo podía ser fatal. Sí, esto último se lo dijo clara y cruelmente, aconsejando llevarlo cuanto antes a Santa Rosa, que era el lugar donde estaba el hospital más cercano y que ahí recibiría todos los cuidados necesarios.Los padres se miraron asustados y después hablo Roberto: … “mire, Ud. será muy doctor, pero no lo conoce a Jeremías. La Olinda lo vio nacer y siempre nos curó a todos… si ella dijo que el nene va a estar bien, nosotros le creemos… Aparte no puedo ir a Santa Rosa, ¿¿con quién dejo el negocio??…”Volvió a insistir sobre la gravedad de la enfermedad, pero ya se dio cuenta el Dr. Fuentes, que todo era en vano.Saludó a Jeremías prometiendo volver pronto con los chocolates de Bariloche.Pero no fue así. A pocos kilómetros, tuvo un accidente con su auto, muy serio, salvándose gracias a la ayuda de un automovilista que le practicó los primeros auxilios y luego lo llevó hasta el Hospital donde estuvo postrado mucho tiempo.Tardó tres años para volver a manejar y su primer viaje fue hacia el Sur. Deseaba verlo a Jeremías y convencerse que su diagnóstico estaba errado… Cuando llegó a El Caldén encontró sólo tierra y polvo… ya no existía el Almacén de Ramos Generales… no había más surtidor… estaba todo abandonado…las pocas casas sin techos ni ventanas… ladrillos, escombros por todos lados. No entendía nada.Se paró al costado del camino, esperando ver a alguien que le explicara lo acontecido… Fue entonces que se detuvo un camión y bajó su ocupante preguntándole al Doctor si necesitaba algo… Pues sí, le contestó, que me explique que ha pasado acá….El camionero le comentó que el dueño del Almacén quería irse desesperadamente a Buenos Aires y entonces le vendió todo a unos porteños que se fundieron, pero antes de fundirse rociaron todo con nafta y prendieron fuego… los surtidores explotaron, el viento fuerte llevó las llamas al pueblerío y esa noche murieron muchos... los pocos que se salvaron se fueron. – Aunque parezca mentira, continuó, el seguro los indemnizó con una cifra millonaria… y todos sabían que ellos fueron los que provocaron el incendio… ¡¡qué país!! El Caldén ya no figura en el mapa…El médico le agradeció y no se atrevió a preguntarle nada más, trató entonces de olvidarse de Jeremías, de Roberto Monti, de su señora Laura y de esa prepotente curandera… Pasó el tiempo ya se acercaba el año1987… el Dr. Fuentes se jubiló y se alejó

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casi totalmente de la medicina… leía algunos artículos médicos en las revistas que seguía recibiendo... pero no mucho más…Le interesaba mirar algunos programas televisivos donde hablaran de medicina…Fue así que una tarde se sentó a mirar al Dr. Borocotó entrevistando a un médico que hablaba sobre la importancia de hacer tomar conciencia a la población de la consulta rápida al médico. Entre otras cosas el entrevistado dijo: … “por eso creo que nuestra labor es tan importante… tenemos que llegar a todos los hogares para ser oídos, porque todavía hay gente que no nos escucha…que cree más a curanderos o manos santas…Si yo hubiera escuchado los consejos de un médico… al que busqué por muchos años para pedirle perdón, mi hijo Jeremías estaría vivo. No lo escuché, no acepté su consejo de llevarlo urgente a un Hospital y mi hijo murió de Poliomielitis… Nunca me pude perdonar ese error y desde entonces he dedicado toda mi vida a estudiar, a perfeccionarme con el único objetivo de salvar vidas, ayudar a la gente, a pedirles que nos escuchen, que confíen en nosotros, aunque tengo bien claro que no somos perfectos…”Se escuchan fuertes aplausos del público y de todos los que estaban en el estudio. El Dr. Borocotó cierra la nota diciendo: “… muchas gracias Profesor Doctor Roberto Monti, integrante del Grupo Técnico de asesoramiento del Hospital de Pediatría, que próximamente llevará el nombre del Dr. Juan Pedro Garraham…El Dr. Fuentes llamó al canal de televisión…

Priano, Gabriel AlbertoLa Habitación Con Ruidos y Fantasmas

La noticia me llegó en la noche, cuando cenaba con mi familia. Al sonar el teléfono supe de qué se trataba esa llamada. Mi cara reflejaba el impacto que causó en mí esa comunicación. No tenían que preguntar de qué se trataba, sabían que era sobre mi prima. Regresamos a casa.Pensé que no podría dormir esa noche, pero el cansancio de una semana cargada de trabajos y presiones pudo más que toda la pena que inundaba mi alma.Desperté en medio de la noche. La habitación estaba más oscura que de costumbre. Me paré al costado de la cama sin poder ver nada.El lugar se llenó de ruidos y fantasmas. Reconocí de inmediato dónde estaba, los sonidos eran familiares. Era la amplia habitación de la casa de mis abuelos. Un dormitorio cúbico de cinco metros por lado, sin ventanas, apenas un ventiluz de 80 centímetros de ancho por 40 centímetros de alto montado en la parte superior a la izquierda de la pared que daba al vecino, enfrentado a la puerta de entrada de la

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habitación. Del lado derecho otra puerta comunicaba con el baño de la casa.Una tenue luz comenzó a filtrarse por la pequeña ventana. Se formaron sombras que fueron tomando formas. La vieja cama metálica con elástico de resortes y el colchón de lana se ubicó en el centro de la escena.Cuatro chicos de distintas edades entraron corriendo, irrumpiendo la soledad y quietud de la imagen. Saltaron sobre la cama, se arrojaron las almohadas, desarreglaron todo el lugar. Voces lejanas los llamaron.Las luces se fueron apagando, la obscuridad tomo protagonismo nuevamente.Luego de un instante se encendió la luz de la habitación. Me vi entrando en ella siendo un adolescente. Me vi dejando la ropa al pie de la cama, apagando la luz y corriendo a la cama.Escuché mis rezos pidiendo protección. En esa habitación todo se amplificaba. El sonido del viento filtrándose por algún borde de la ventana, una gota cayendo de la canilla del baño, un leve movimiento de la puerta. Nunca vi nada, nunca me atreví a abrir los ojos en la noche luego de apagar las luces.La casa fue del abuelo de mi abuelo. Permaneció en la familia desde entonces.Mis abuelos, mis padres, mis tíos, mis hermanos, mis primas, yo, todos escribimos parte de nuestra historia en esa casa y esa habitación fue partícipe principal de muchas de ellas.Personajes impregnados en las paredes cobraban vida por las noches.Algunos dicen haber visto sombras de personas caminando por los pasillos.La casa fue mutando hasta transformarse en el último refugio de mi prima, la segunda de tres hermanas, artista nata, cargaba con los genes de su padre. Sólo conocida por aquellos que ella quería que la conocieran. Rebelde a la pobreza cultural, tenía una gran capacidad para enseñar.Todas las imágenes se esfumaron, al igual que los ruidos. Me encontré parado en el medio de la nada, sin poder ver. Extendí mis brazos buscando la pared para luego encontrar la puerta. Mis pies estaban inmóviles, como amurados al piso, por más fuerza que hiciese no podía moverlos.Una pequeña esfera de luz blanca y fría comenzó a iluminar parte de la habitación, enfocando principalmente la vieja cama. Sobre ésta se formó la imagen de una crisálida del tamaño de una persona.Al intensificarse la luz, la crisálida comenzó a agrietarse. De ella emergía un cuerpo que irradiaba una luminosidad semejante a la de la esfera.La intensidad siguió en aumento hasta iluminar la habitación hasta el último rincón.Al irse acostumbrando mis ojos a la claridad, comencé a distinguir la forma del cuerpo que salía de la crisálida. Este fue desplegando sus alas, que lentamente se llenaron de vida.La mariposa de luz se elevó, llegando a flotar a dos metros por encima de la cama. A su lado la esfera, de unos 50 centímetros de diámetro, comenzó a moverse rodeándola, girando como manteniendo el ritmo de una danza secreta.La imagen era perfecta.

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Una voz clara y desconocida rompió el silencio. -“Una oruga muere sin saber que será mariposa. La mariposa nace sabiendo que su origen es la oruga”.Busqué el emisor del mensaje, pero estaba solo, admirando la escena, absorto de tanta belleza.La voz se repitió - “Estoy flotando, mi cuerpo debe estar hecho de gases nobles más livianos que los gases que componen lo que llamamos aire” - Al terminar la frase se escuchó una sonrisa. No importa si no reconocía el tono de la voz, por el contenido del mensaje ya sé de quién venía. La Mariposa y la esfera de luz atravesaron la pared. La habitación volvió a quedar totalmente a obscuras.Sentí un cambio, el espacio me era conocido. Un frío recorrió mi cuerpo.Parado al costado de mi cama, en mi habitación, con el cuerpo entumecido, no pude moverme por varios segundos. Las imágenes fueron apareciendo a medida que mis ojos se acostumbraban al ambiente. Una brisa acarició mi rostro.Me senté en la cama, respiré profundo, el reloj marcaba las tres y media. Me acosté, cerré los ojos y esperé volver a la habitación con ruidos y fantasmas.

Prieto, Germán DavidLa Silla Vacía

Me detuve en ese café, camino a mi trabajo, frente a la plaza. Siempre quise sentarme en una mesa de las que están en la vereda, por alguna insospechada razón nunca lo hacía.

El mozo me saludó y me llamó por mi nombre, pero aún hoy no recuerdo conocerlo.

Esa mañana, como tantas otras, la vi. La señora de saco marrón se sentó nuevamente en la última mesa. Sus manos en los bolsillos del abrigo desabrochado y los pies estirados anunciaron su espera. Los mozos la ignoraban, imagino que conocerían sus modos y esperaban a ser llamados, después de todo la veía siempre ahí, era cliente habitual.

Por curiosidad me senté a dos mesas de distancia. Quería verla, observarla, escuchar sus charlas, sabido era que hablaba sola. Desde atrás de mis anteojos oscuros apunté mi cabeza en un ángulo disimulado y la observé. Los tibios rayos mañaneros la alumbraban de frente como a una esfinge eterna cuyo único fin es sobrevivir al tiempo.

Esperó pacientemente sin siquiera mirar su reloj, su teléfono sobre la mesa no sonó ni llamó su atención en ningún momento. El mío, silenciado, ya contaba con varios mensajes y notificaciones que en ese momento podían esperar. Los mozos no se le habían acercado, tampoco me atendieron. Estuve a punto de quejarme, pero sé que a veces y en los lugares correctos no quejarse resulta una queja aún

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más poderosa. De todas maneras no quería consumir nada, la mañana era tibia y me sobraba tiempo para llegar a mi trabajo.

De pronto sonrió y se acomodó en la silla, y en voz alta saludó como si alguien se sentara junto a ella.

Conversó de manera fluida y agraciada, se veía contenta, los gestos de su cara acompañaban cada palabra, sus manos se movían de manera delicada y sus anillos y pulseras dejaban suaves destellos que adornaban más ese momento. No pude evitar sentir simpatía por ella, vi en esa señora una dama dulce y de buenos modales. Tal vez, de existir mi madre, se pareciera a ella. Quise creerlo así.

Su charla fue absolutamente normal, correcta y cordial, pero todo ese brillo se opacó con el sombrío detalle de que faltaba un interlocutor.

La simpatía se transformaba en terror al verla hablar con alguien que su mente había creado. Ver sus ojos haciendo foco en ese lugar vacío me erizaba la piel. Pero lo que me parecía aún más raro era ver que la gente no se conmovía con esa situación, pasaba inadvertida como si fuera algo normal, natural, o peor aún como si no existiera.

Mientras la observaba no podía dejar de sentirme maravillado. Era testigo de algo imposible de comprender, pensaba que de alguna manera, en su mente, ese encuentro estaba acordado de antemano. Fue al café a encontrarse con esa persona imaginaria, de manera que antes ya había coordinado esa charla. Lo poco que escuché de la conversación denotaba cierta elaboración y análisis de una situación que no podía surgir espontáneamente. Para esta señora era real, una dimensión propia y paralela a la de cualquier otro ser humano, pero así también éramos reales nosotros, por lo tanto vivía en dos dimensiones distintas en simultáneo.

Me preguntaba cuánto tiempo haría que conocía a esa persona imaginaria. ¿Sería alguien a quien su corazón no quería soltar y su única forma de mantenerlo presente fuera esa? Algo totalmente comprensible y aceptable, todos hemos perdido a alguien que nos gustaría volver a ver. Pero ¿Qué tan sostenible en el tiempo sería creer en su existencia, sin poder abrazarla, besarla o estrecharle la mano? Sin dudas en algún lugar de su locura todo esto le resultaría emocionalmente conveniente.

La intriga me desbordaba, necesitaba conversar con ella.Esperé hasta que se despidió de su compañía y volvió a su postura inicial.Con la excusa de que estaba solo y que todavía no me habían atendido le

ofrecí un café, el que aceptó desconfiadamente y aclaró que lo quería cortado. Me senté junto a su mesa para poder conversar y tratar de descifrar su mundo y lo extrañamente identificado que me sentía. Llamé al mozo y le dije:-Dos cafés por favor, el de la señora cortado-

El mozo sonrió y preguntó:-¿Qué señora? ¿Espera a alguien?Miré la silla y estaba vacía. El desconcierto me aturdió, sentí que todo mi

alrededor hacía foco y zoom en mí. Suspendí mi pedido, saludé casi avergonzado

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y me fui.Mi día continuó de forma habitual, pero con una extraña sensación, algo se

rompió dentro mío, ya no confiaba completamente en mí. Cabía la posibilidad de que no estuviera psicológicamente bien, tal vez me encontraba en un pozo de estrés del que no me había percatado. De pronto sentí que esa mujer podía ser una invención de mi inconsciente y que claramente representaba la madre que no conocí, una idea que me envolvía en pánico, como si caminara por el filo de un alto umbral que separaba dos mundos irreconciliables. De caer en alguno jamás volvería al otro.

El día siguiente al pasar por el café la vi de nuevo, en el mismo lugar sentada y vestida exactamente como el día anterior. Mi pecho estallaba, las ganas de cruzar la calle corriendo y evitar ese fatal encuentro me desbordaban, pero debía ser fuerte. Si ella era señal de mi locura no le iba a ser fácil convencerme. Respiré profundo, mantuve el paso, bajé la vista y pasé sin mirarla. Actué normal, natural, como si no existiera.

Quevedo, María Jimena El Mundo De Los Corazones Rescatados . Me desperté esta mañana con el pecho destrozado. No podía creer todo el caos que habías causado en tan breve tiempo. Abrí los ojos con la ilusión de que todo esto hubiese sido una pesadilla, pero no, ahí estabas, tranquilo, inmune a todo tipo de reacción. Quería abrir mi boca y que todas las palabras que me estaban ahogando salgan, pero no pude. Sentía que quererte era un milagro. Estaba completamente convencida de que dentro mío ya no había más corazón. Te miré reposando tan sereno y el alma se encendió sobre cenizas que ya no ardían. Me dio pánico mirarte y decir lo mucho que te amaba. A veces, los recuerdos actúan como fracturas mal curadas, huesos mal soldados que ante mínimos movimientos nos recuerdan que alguna vez estuvimos rotos. El pasado a veces es más cobarde que sabio. Sentía un inmenso dolor por ese trago amargo que aún no llegaba, pero llegaría. Me estaba ganando el miedo, estaba siendo derrotada por cobarde. Pero la condena era clara, y la maldición de las malas experiencias aún estaba sobre mí, no podía salir bien. No en esta vida. Empecé a llorar, siempre en silencio para no despertarte. En el fondo sabía que te perdía, y que debía perderte, no eras eterno, eras simplemente el que impulsaba, ya estaba escrito. Quería romper las reglas y no soltarte, pero vos eras recto y no lo ibas a permitir. Tampoco me ibas a demostrar si algo inmenso crecía adentro tuyo por mí. Aun así, aprendí a leerte y sabía que estaba sucediendo, pero vos no eras rebelde como yo, seguías las reglas frías que hicieron que sobrevivas todo este tiempo. Pensé en convencerte de salir del sistema, pero sabía que no eras tan valiente y que ibas a seguir al pie de la letra tu perfecto plan de resguardo.

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Empecé a buscar en mi mente estrategias, para convencerte. Sentía que juntos podíamos ser invencibles y que no había sistema que nos condene. Me detuve en ese preciso instante, porque no ibas a transgredir ninguna regla, en el mundo de los corazones rescatados te sentías seguro y no ibas a poner en riesgo lo que tanto te costó sanar, aunque perdiéramos los dos. En cambio, yo sí quería saltar sin mirar qué había abajo. Sabía que podía doler, pero una vez más estaba dispuesta a arriesgar, quizá por última vez. No creía que pudiera salir viva esta vez, pero mi alma era caprichosa, y el clan de los corazones controlados no me representaba, me aburría, me deprimía, no me salvaba, por lo menos no quería ser salvada si eso era lo que me esperaba por el resto de mis días. Asumía por completo las consecuencias. En realidad, casi todas. No quería perderte. Seguir adelante únicamente era sin vos, y sin vos no había más que monotonía y estabilidad aburrida. Yo no quería vivir así, no quiero vivir sin vos. Quedaba una sola opción. No era un camino fácil de tomar, en el fondo aún existía la esperanza o el deseo de que despiertes en todo sentido, me miraras y me dijeras que yo era tu hogar. Ante este pensamiento el dolor se incrementó. No entendía cómo un montón de pensamientos felices podían doler tanto. La respuesta era simple. No eran pensamientos, eran ilusiones y las ilusiones junto con las expectativas son venenos mortales. De todos modos, ya era tarde, porque me los había tomado y juntos. Restaba esperar que haga efecto o que simplemente recapacitaras y te conviertas en el antídoto. De a poco fuiste abriendo los ojos, así que yo empecé a secar mis lágrimas y a tratar de cambiar mi cara. Me miraste con esa acidez e ironía que muestra tu rostro por las mañanas, te diste cuenta que algo pasaba. Rogué que lo dijeras, pero actuaste tal cual indica el manual de supervivencia y te callaste. Preparé el desayuno para ambos, era un hábito que estaba empezando a sacarme sonrisas. Quedaba poco de esa felicidad, ya había tomado la decisión. No podía y no quería que las cosas sigan así tan grises. Me senté en silencio junto a vos, y miré como tomabas tu café. Ya no pudiste seguir ajeno a lo que estaba sucediendo, porque ya no había escapatoria, así que resolviste por fin preguntar qué ocurría. Te miré fijo en silencio unos segundos más. Estábamos frente a la última chance, y por fin te pregunté, otra vez, que sentías por mí. La respuesta era la que esperaba y no la que quería, no pude contener esa lágrima anarquista que escapó y me miraste con cara de no entender nada. Yo no estaba en ninguna de las oraciones de tu discurso sobre ser feliz, despreocupado y vivir el momento. Yo no estaba en tus planes, no tenías planes y ahí la grieta se abrió y nos separó, casi para siempre. Vos no tenías plan y el mío eras vos. La charla continuó por otro lado, clima, dinero, política, querías distraerme y yo no quería saber nada más, quería irme en todos los sentidos que una persona con el corazón roto se quiere ir. Quería pasar la página, continuar adelante, empezar de nuevo. Tenía ganas de abrazarte fuerte pero tu frío no lo permitía, sabía que era el último abrazo, mirada, beso y ninguno de ellos eran como los había soñado. Organizaste el día, me dijiste que después me llamabas y en vos todo era

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normal. Nada te inmutaba. Yo sabía que era la última vez que iba a escuchar tu voz y aún sabiendo que era el último momento, elegí ser cobarde una vez más, hice de cuenta que nada pasaba. Agarraste tus cosas, me abrazaste y me dijiste - “Hablamos”. Fue tu frase final. Te abracé fuerte, pero no tanto para que no notaras nada raro, quería disfrutarte y no podía, porque me ahogaba. Te solté muy despacio, atravesaste la puerta sin tener idea qué me pasaba, ni que era la última vez que nos íbamos a ver. Fui directamente a la cama. Me acosté, fui cerrando los ojos y deseando despertar rápido en mi otra vida, donde seguramente de forma libre nos íbamos a poder amar.

Quiroz, Orlando RaúlLa Vida, Un Reloj De Arena

Un reloj de arena en el Universo, eso es la vida, millones de granitos de arena en un universo diminuto, dentro de los cuales vos sos vos y tu entorno. Y en el momento mágico de la vida universal, desconocida y enigmática, alguien enérgicamente todopoderoso, angelical, divino, puro, impoluto, con barba o sin barba, con imagen o sin ella, luz sólo luz, gira por primera vez el “Reloj de Arena” y el primer granito que cae al recipiente inferior, sos vos, allí comienza “tu vida”, tu primera vida. Los demás granitos de arena serán tu familia, amigos, gente conocida, desconocidos identificados con vos, y desconocidos de tu pequeño universo, un mini universo que muchos compartirán y se aceptarán mutuamente, o no, por esa acción desconocida de la energía del universo total. Y te hablo desde el plano terrenal, no tengo idea de lo que puede suceder con el reloj de arena en otras galaxias. Tal vez, allí, yo podría ser el regente de “Glocksy”, encargado de controlar a ese planeta irrespetuoso de las normas galácticas, al cual han denominado Tierra, formado por distintos continentes de distintas razas y lenguas, cuando las reglas universales hablan de la igualdad; honrosa misión tendría. Quizás haya sido así y no lo recuerdo, y solo quedó incorporado el nombre de mi planeta de origen, Glocksy. El Reloj de Arena, no para, sólo suele atascarse en su fluidez en momentos y por alguna cuestión que humanamente podríamos considerar una anormalidad, o cuando algún granito se dispara al final apresuradamente. El Ser del Universo, agitará suavemente el Reloj y todo continuará fluyendo de acuerdo con la vida programada. No será fácil comprender pasado y futuro, ver cuantos granitos han pasado y están en el recipiente inferior y cuantos quedan en el superior, mientras siguen pasando por ese pequeño y angosto cuello, granitos de arena que indican el presente.Y así continúa la vida… de distinta formas, en distintos lugares, distintas

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experiencias y con distintos estados de ánimo. Alegrías, angustias, pesares, buenos momentos, no tan buenos. La vida y el Reloj de Arena siguen corriendo, acumulando imágenes, pensamientos, vivencias en distintas etapas, los granitos siguen fluyendo al recipiente inferior, hasta llegar a la caída del último granito… allí terminó la etapa, aquella primera etapa que comenzó con aquel momento mágico de iniciar algo, algo tan importante que se llamó Vida.Y lo más importante, esto no termina allí, porque aquella Energía Superior, del Universo desconocido y sideral, recompensará tus acciones y te devolverá tus granitos de arena que conformaban tu entorno, y una vez que lo haya determinado, dará una vuelta más a ese glorioso Reloj de Arena que marca la existencia del Universo y de una nueva Vida.

Rodríguez, Luz Amadora

El Heredero

Ernestina era una señora mayor, de buen nivel cultural y algo misteriosa. Hacía varios años que se había jubilado como docente universitaria y dedicaba su tiempo a la investigación científica manteniendo una activa vida social relacionada con el ámbito académico, concurriendo frecuentemente a reuniones con sus colegas aunque siempre en lugares públicos porque no era su costumbre invitar gente a su casa. En algunas oportunidades mencionó que sus parientes vivían en Europa y que ella en su casa siempre estaba acompañada con José, su gran compañero de vida que además de cuidarla y protegerla se ocupaba de los quehaceres domésticos y además jugaba muy bien al ajedrez. Por estos motivos lo había nombrado su heredero universal. La gente que la frecuentaba imaginaba que José era su pareja aunque nunca se mostraba con él públicamente y no se lo conocía ni por foto. Pasaron los años y un día Ernestina, en uno de sus clásicos encuentros de colegas mientras conversaba tranquilamente, de pronto cerró sus ojos sentada en

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un sillón y así como estaba, inesperadamente se murió, según verificó un médico que estaba presente en ese momento. Los que la acompañaban quedaron sorprendidos por la facilidad con que se fue de este mundo, aunque pronto reaccionaron hurgando en su cartera tratando de encontrar el carnet de la Obra Social y algún teléfono para ubicar a José. Por ningún lado aparecía un indicio o forma de comunicarse con él, y debido a que ya venía una ambulancia a retirar el cuerpo sin vida decidieron ir al domicilio para ver si lo encontraban. Al llegar a la casa tocaron el timbre varias veces y al no responder los llamados supusieron que José no estaba y decidieron entrar con las llaves que encontraron en la cartera de Ernestina a fin de dejarle una nota.

Cuando entraron en la vivienda los recibió un profundo silencio. Recorriendo la casa llegaron al escritorio y vieron en la biblioteca un sobre abierto con un cartel que decía “TESTAMENTO OLÓGRAFO”. Al leerlo verificaron que coincidía con lo que siempre comentó Ernestina respecto a designar a José como Heredero Universal de su cuantiosa fortuna y con tal motivo comenzaron a llamarlo a viva voz por si estaba dormido, con la intención de encontrarlo en esa enorme vivienda. Finalmente llegaron a una habitación donde vieron una figura masculina sentada de espaldas en una silla, aparentemente dormido. Se acercaron y les llamó la atención que pareciera un hombre joven a pesar de haber convivido tantos años con Ernestina que ya era una anciana. En el intento de despertarlo le sacudieron un hombro y grande fue la sorpresa porque al tocarlo descubrieron que parecía un muñeco de cera, y mas exactamente luego verificaron que era un robot-Androide, de avanzada tecnología de inteligencia artificial muy semejante a un ser humano. Ella siempre mantuvo el secreto porque realmente se sentía feliz con esa compañía.

La dificultad surgió con las disposiciones de última voluntad de la propietaria del robot, debido a que él mismo no podía convertirse en su heredero porque jurídicamente era considerado un objeto o bien mueble y el número de documento que mencionaba el testamento para identificarlo en realidad era el número de patente con el que Ernestina lo había registrado al comprarlo en EEUU. Por tal motivo el testamento fue considerado nulo y la fortuna y bienes acumulados entre los que se incluía el Androide José, fueron declarados como “Herencia vacante”. La Unión Europea había elaborado un Tratado Internacional que otorgaba Derechos Humanos a los Androides que aprobaran el test de Inteligencia Artificial superior y el respeto de las leyes de Robótica, pero Argentina nunca lo había firmado.

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C.V. resumido de M. LUZ AMADORA RODRIGUEZ – mayo 2019

“Ciudadana argentina nacida en España. Abogada egresada de la UBA, pintora y escritora. A Partir de 1987 publicó más de 100 artículos en diferentes revistas especializadas de Arte, de interés general y profesionales académicas. En 1992 publicó su primera novela corta de género fantástico titulada “Amor Astral”, participando luego en antologías con poesías y cuentos cortos.”

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Ruso, JorgelinaSimplemente… Un Grande

En otoño de 1918; cuando los destellos de las últimas bombas de la primera guerra mundial iluminaban el cielo de la Europa devastada; en el otro lado del mundo, donde la paz y la tranquilidad de la llanura verdusca de la pampa argentina brillaba con el sol naciente, se oían los primeros llantos del cuarto hijo de una pareja de inmigrantes italianos y franceses que buscaron refugio en estas tierras. El niño nació fuerte y sano; se fue convirtiendo en el padre-madre de sus otros once hermanos. De pequeño demostró destreza y predisposición a las tareas rurales; funcionando como el eje de aquella gran familia y profesando una gran fe hacia la religión cristiana junto a su madre. Se caracterizó por su humor desmedido, su sonrisa tierna, su gran corazón. Con el tiempo logró diferenciarse del resto; a medida que iba creciendo, adquiría valentía, coraje, fortaleza y por sobre todo, voluntad de continuar luchando por todo aquello que sus padres le habían dejado. Siendo un adolescente, con la ingenuidad y picardía que caracterizaba a los muchachos del 30 criados en ese espacio natural y paradisíaco, conoce a quien sería en el futuro, el amor de su vida. Su entrega fue total, sin condiciones, sin medidas, sin rencores, sin lamentos, sin críticas. Apostó a su relación, y luchó por brindarles a su esposa y a sus descendientes todo lo mejor. Sus ojos vibraban cada vez que veía a sus hijos jugar al pie del ombú, ubicado justo al lado del molino, que poseía aspas gigantes que parecían volar al compás del viento. Existieron momentos de abundancia y de gran sequía; pero el hombre siempre se mantuvo firme como el roble que se encontraba en el patio trasero de la casa. Pero la máxima felicidad llegó a su vida cuando su familia comenzó a agrandarse con la llegada de sus nietos. Su mirada, sus manos, su cuerpo, su corazón se estremecía a más no poder cuando compartía su tiempo con ellos. Vivieron miles de situaciones divertidas: sus cachetes colorados después de devorarse las moras, escondidos detrás del flamante Chevrolet celeste, los paseos a caballo luego de desensillarlos de la “vagoneta”, las mamaderas a los chanchitos hambrientos, los niditos de palomas debajo del tambo construido con barro, etc. Desayunos portentosos, almuerzos en familia, siestas saltarinas en el colchón de resortes de la cama matrimonial, disfraces con sombreros y accesorios de los abuelos, meriendas con tortas recién horneadas, atardeceres rosados, cantar de lechuzas y, silencio rotundo por la noche. Su pasar por la vida terrenal no fue nada fácil; fueron años de sacrificios y limitaciones para poder obtener finalmente su casa soñada en el pueblo. El día final en el campo fue realmente impactante, tanto para él como para toda

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su familia; especialmente para los infantes: se trataba de rematar todas aquellas herramientas, utensilios, animales con los cuales compartieron gran parte de su infancia. ¡Miraban desconsolados y desesperados a los desconocidos que se apropiaban de aquella cama, de aquel caballo, de aquella mesa que consideraban propias! Una vez en el pueblo, sus nietos gozaron de aquella compañía y dejaron atrás ese episodio tan amargo que los marcó. Comprendieron que era mucho más acogedor y divertido tener a su abuelo “patio de por medio”. Y tanta cosa buena tiene su lado positivo: ¡tenían quién los defienda ante los regaños de sus padres, que se veían indefensos ante tanta protección! Los diálogos que entablaba con los niños eran fascinantes; disfrutaban mucho oyendo a aquel hombre sin pelos en su cabeza… (“Pero que nunca tuvo ni un pelo de zonzo”), con manos grandes, piernas delgadísimas y una sonrisa dibujaba permanentemente en su rostro. Les transmitía sus conocimientos, sus experiencias, sus travesuras, su vida…y no podían dejar de sentirse orgullosos de aquel hombre…que era nada más y nada menos que, su ABUELO. Una vez, una de sus nietas, la más pícara, le preguntó: - ¿Abuelo, soy tu nieta preferida? - A lo que él respondió dulcemente: - Sos una de mis tres nietas preferidas. La niña sonrió y le regaló un abrazo gigante quedando conforme con la respuesta recibida, y considerándose la nieta preferida sin llegar a comprender totalmente el mensaje de su abuelo. Sus nietas eran tres. El pueblo le brindó comodidades, servicios, distracciones, un pasar tranquilo…pero su esencia, su personalidad, su interior…permaneció intacto…su humildad y aceptación de la vida tal cual es…no se modificó. La ancianidad lo encontró de maravillas; su fortaleza nunca se esfumó; pero una larga y lastimosa enfermedad lo llevó a permanecer postrado en una cama durante mucho tiempo.Nadie se atrevió a dejarlo solo ni un instante: sus hijos, sus nietos, sus amigos, su esposa, sus hijos políticos recurrieron a cuanto médico y métodos sean necesarios para aliviar su dolor. Su gran fe lo mantuvo fuerte, grande, majestuoso. Aunque su mirada denotaba un sesgo de profunda tristeza; no por lo vivido, sino por el dolor corporal que lo aquejaba. Aún así, jamás se lo oyó blasfemar, gritar, ofender; su dolor fue silencioso y lo aceptó…como todo lo ocurrido en su vida.

Era asombroso observarlo día a día, noche a noche, rezando, pidiendo a su Dios que no lo abandone. Su nieta, “la más pícara”, ya no se encontraba viviendo en su pueblo natal y solía visitarlo los fines de semana. Lo acondicionaba, lo mimaba, lo ayudaba con la comida, lo higienizaba, etc. Era muy espinoso ver a su máximo héroe, su gran amor, en esas condiciones. Pero más difícil era admirar esa fortaleza, ese gran afán por seguir viviendo y disfrutando de esta vida…que de a poco se iba apagando… Lo más traumático para esa niña-mujer era partir cada domingo sintiendo que a lo mejor la próxima vez que lo visitara, él ya no se encontraría allí para dejarse mimar. Sus pensamientos fluían, sus recuerdos la inundaban cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día; esperaba con ansias realizar el llamado diario preguntando por él. Comprendía diariamente que esta situación le permitía

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advertir lo afortunada que fue al poder compartir junto al resto de la familia, de esa persona inigualable, única, digna de imitar. Es incuestionable lo generoso que fue el destino con estas personas. Compartir parte de su existencia junto a un ángel terrenal que dispuso anticiparse en su camino, para acogerlos algún día con toda la dulzura y amor que lo caracterizaba. Fue simplemente un gran trabajador. Fue simplemente un hombre de gran corazón. Fue simplemente un grande. Fue simplemente MI ABUELO.

Saito, Pedro MarioEl Loquito De Las Palomas

Llegó planeando, como un ángel guardián, diligente y servicial; vaya uno a saber desde qué cielo ignoto. Cuando estuvo a mi lado plegó las alas; es decir, bajó los brazos. Tendría unos doce años.

- ¿Le cuido el auto, señor? – me preguntó. Accedí y le di unas monedas. ¡Si lo hubieran visto! Me agradeció rubricando su ”¡gracias!” con una

sonrisa de lo más gardeliana, que iluminó esa cuadra de “Ciudad de la Paz”, más que el sol. Fue en ese momento, que me percaté gratamente del cálido halago de su mirada, enmarcada en esos ojos que, de tan distintos eran hermosos; porque uno era de color miel, como la ternura y el otro gris, como la tristeza.

Se alejó silbando. En aquel tiempo, pensé que aquel chiflido era sólo un pretexto para alimentar esperanza. Una vez oí que los ángeles son pájaros celestiales. Desde entonces creo que su silbo era el piar desolado de un pichón extraviado que cayó del cielo.

El hombre del Kiosco frunció el entrecejo antes de hablar:“El pibe es de la calle... Hasta el año pasado cuidaba los autos con Rosita, una

pibita como él. Andaban siempre juntos. Dormían ahí enfrente, en la entrada de la galería. Una tarde, la mocosa se distrajo en la calle, cuando recibía unas monedas de propina y retrocedió sin percatarse que un camión de reparto la estaba por sobrepasar. La vida no le dio revancha. La pobrecita murió al instante. Ahora, él está convencido que ella es una de las palomas de la plaza “Noruega”.

Sus palabras me sacudieron por dentro, derramando sobre mi corazón la sal de la amargura.

- Todo lo que recibe lo gasta en darles de comer... - agregó indulgente - Está

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loquito, pero no le hace mal a nadie. Aquí, lo queremos todos.El cliente que yo iba a entrevistar, me llamó al celular para avisarme que

llegaría con retraso. No me quedaba otro remedio que esperar, por lo tanto, busqué un banco libre en la plaza y me senté dispuesto a hacer tiempo.

El loquito corría con los brazos abiertos, de un lado a otro de la plaza, siguiendo el derrotero de la nube gris tornasolada que cruzaba el cielo en diagonal, mientras él subía, bajaba y giraba incansablemente en su metafórico vuelo, más allá de la copa de los árboles.

Así, atento a su actitud me entretuve un buen rato. Tal vez, él lo notó.De pronto, se detuvo frente a mí, cuando al unísono la bandada se apropió

de la vereda. Plegó las alas nuevamente y señalando a las palomas, me dijo:- Voy a comer con Rosita; es esa. ¿La ve?Escucharlo, me produjo una profunda compasión; quizás, porque su

atemporal sonrisa enmascaraba un llanto privado y silencioso, que pude captar en sus ojos transparentes, vidriosos, que contaban mucho más sin necesidad de explicar nada.

- ¿Cuál?- Esa, la azuladita. La linda –afirmó, desde su alborozada certeza, con la

naturalidad de quién se rinde ante una evidencia.Muy adentro sentí una suave caricia; una cálida brisa que me entibió el

espíritu, desarticulando mi pensamiento y mi voz. Desconcertado; desarmado, más bien diría, sólo atiné a decirle carraspeando mi emoción:

- ¡Ah, sí... es hermosa...!Metí la mano en el bolsillo y le ofrecí mi alfajor. - ¿Querés?Alguien pasó y las palomas levantaron vuelo. - Bueno, voy por Rosita y vuelvo... -me respondió y se fue planeando para

perderse entre la gente, los árboles y las palomas.Lo esperé unos minutos. Yo tenía que cumplir con mi cita de trabajo;

estaba en hora y no podía retrasarme. Me levanté y crucé la plaza buscándolo con una última mirada; pero no lo vi.

Como contracara, vi a otro pibe algo más pequeño, rodeado por el particular piquete de aves. Se entretenía regando el piso con una lluvia intermitente de galleta molida y exaltado las señalaba diciéndole algo a su madre, que yo escuché; aunque en ese momento no le di importancia.

Al mes siguiente, volví a Belgrano por el mismo motivo laboral y como no

vi al loquito, le pregunté por él al amigo del kiosco. - Se fue... Nadie sabe dónde está. Desapareció como así. Se esfumó hace un

mes... – el hombre me informó apenado desde la simpleza de su incertidumbre.Piensen que soy ridículo, o sensiblero; no me importa, pero presentía que

algo había quedado inconcluso aquella mañana del mes anterior.

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Hice mi trabajo y volví a la plaza para sentarme en el mismo banco de la vez pasada. Al ver a las palomas picotear en la vereda, me pregunté qué sería de aquel pobre loquito de la calle con alas de pájaro y corazón de ángel. Desenvolví un alfajor; pero apenas probé un bocado, sentí la necesidad de convidárselo a las aves, que se amucharon a mi lado para darse un festín.

Así estuve un buen rato, hasta que alzaron vuelo estrepitosamente. Quizás haya sido el sorpresivo estallido del batir de alas al unísono; no lo sé, pero fue en ese preciso instante que, como un relámpago, me vino a la memoria el otro pibe que las alimentaba con galleta molida. Recordé que, con esa aguda capacidad discriminativa, tan propia de la inocencia, exaltado le señalaba a su madre:

“¡Mirá mamá esa paloma; al lado de la azuladita linda!... ¡Tiene los ojitos de distinto color...!”

Samaja, GustavoActos De Amor

El victimario se sentía bien y estaba sano, era una persona fuerte y con carácter. Se levantó esa mañana sabiendo lo que debía hacer: sólo él lo podía hacer. No había otra alternativa y el resultado iba a ser su deterioro personal ya que su tarea estaba condenada como pecado mortal en la mayoría de las religiones pese a que se trataba de un acto de amor. Trató de pasar su día como cualquier otro e incluso trató de dormir la siesta, pero no pudo. Se sentía raro, como viendo su propia vida desde afuera, y prefirió mantener esa sensación como escudo.

La víctima no se levantó esa mañana, ya que estaba en coma. Su situación era irreversible. Un ser de luz con una vida dedicada a los demás,que ahora habitaba un mundo incierto y repleto de dolor, atrapada en un laberinto sin salida. Su martirio no se advertía desde el exterior y sólo su victimario lo sabía, si bien el resto de sus seres queridos lo intuían.

El victimario caminó hasta donde estaba la víctima, inyectó lo que tenía que inyectar en el suero y la víctima lo abandonó, no sin antes despedirse con un sorpresivo gesto ya que inesperadamente abrió los ojos. La mirada era de gratitud y amor, y además tenía un resto de preocupación... de madre. Preocupación con fundamento. A la mañana siguiente, el victimario advirtió una nueva cana en su cabello como expresión del bollo en su alma.

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Sánchez Cortez, Francisco NicolásPunto y Coma

Esto no se escribe en cartas ni se charla en persona. No se aplica un sustantivo entre el punto y la coma.Porque si digo una oración no lo pregunto; sabemos que siempre inicia con mayúscula y termina únicamente en un punto. A ella nadie la menciona ni siquiera en broma, ya que sólo se trata de una simple Coma. Tan sólo es la espera de un intervalo para seguir de largo como si nunca estuvieseo jamás hubiera llegado. Pese a que parezcan familia, él llegó titulado desde el primer punto mientras que ella, sólo llegó en coma. El Punto siempre fue popular aunque sus amigos sean suspensivos o tal vez sólo dos puntos. Si para multiplicar se suma y también aumenta de a miles, a ella ese papel también le toca hasta que la configuración del autocorrector del Word la fusile. Cuando uno está listo se pone a punto y no se frena con coma, al ser el discurso tan corto, ésta no vale ni un vulgar hematoma. Inclusive, en las pequeñas pausas prefieren al punto, y al llegar al momento del último aroma, recién ahí, se deja en coma. Punto le dijo a Coma que crecieron juntos y desde el principio; pero Coma se entristeció, cuando al mirar a su reloj marcar las horas, éstas siempre llegan en punto. Punto la conquistó demostrándole que en los juegos gana el que más coma, pero Coma descubrió que de punto y banca se trataba, y en su anotador anotó cada punto de quien ganaba. Punto no lo podía aceptar y le puso punto aparte al punto final, ya que no había una pausa tan larga que Coma pudiera soportar. Y si bien Coma sabía que sola no lo podía lograr, le pidió a Punto que su punto no sea letal, sino que descanse en un punto seguido, que la deje respirar. Y aun cuando no siempre vayan juntos en cada punto del andar, Coma entendió que ella era la serenidad que Punto no sabía dar. Punto, al darse cuenta que para el límite no se necesita tanta extremidad, logró completarse con Coma y fusionarse para que su momento se pueda apreciar. Y por más que Punto se declare entero, Coma sabe que la unidad no es completa sin su decimal. Y así, consiguieron encontrarse demostrando que juntos logran la calma que no se debe callar, siendo muy necesario el Punto y Coma, para darle de tregua al punto final.

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Sánchez, Estela CarmenMi Máquina De Coser y Yo

Te miro de frente, estás hermosa, brillás… ¿Estarás contenta? Hace tiempo que no nos vemos porque estabas en casa de mi hijo.Te miro y me traés todos los recuerdos de mi niñez, preadolescencia, donde yo cosía con mi mamá los repasadores, ¿te acordás? Y los gorros para la playa que se usaban en ese momento y tenían un elástico alrededor, ¡eran de rafia!Ja, increíble, cómo pasó el tiempo. Yo era fanática de Rafael y tenía su foto encima tuyo en un portarretrato, ¡que emoción!Me acuerdo de la casa de Quintino, hoy totalmente destruida; era muy grande y vivíamos con mis padres en una habitación enorme, y enfrente, cruzando el patio, estaba la cocina de madera. Creo que mi hermano le había ayudado a hacerla a mi madre porque la primera cocina era muy pequeña.Después creo que se unieron las dos y el techo era de chapa. Lo recuerdo perfecto. Mi mamá tenía una máquina Singer, mucho más vieja que vos, y había comprado o te había comprado con la idea de que yo te usara y que aprendiera a bordar a máquina, ja.Yo quería ser secretaria ejecutiva y trabajar en un banco, no quería ser costurera.Pero le ayudaba porque me gustaba coser, me encantaba, disfrutaba ayudándola; jamás le pedí nada. Yo era una niña muy especial.Era tan especial, que me creía todo, por eso, cuando llegó mi príncipe azul, también le creí, sería en mi inconsciente el que me iba a comprar una casa que yo no tenía y me iba a brindar ese palacio familiar que yo soñaba.Sí, obvio, como siempre trabajé y estudié, siempre conseguí trabajos muy buenos y, por supuesto, siempre creía que los demás me ayudaban. Pero yo nací para ayudar, ese es mi destino. Y fui feliz. Me casé creo que enamorada, ahora lo dudo porque ya no creo en el enamoramiento, pero pasó mucha agua bajo el puente. Obvio.

Pasó el tiempo; yo me divorcié por última vez,porque en ese ínterin de veinte años me divorcié y me volví a casar con el mismo…¡No es gracioso! Pero vale, yo también me disloco de la risa cuando miro atrás.Por eso vos están tan linda, yo creo que yo soy como vos, dura como el fierro, creativa, y con ese brillo espectacular, así llegué al hoy, y ¡qué lindo tener tu compañía, acá delante de mí!Las cosas cambiaron y ahora mis armas son la compu, el celular, vivo conectada todo el tiempo; tengo un programa de radio, doy clases, charlas, escribo…, qué sé yo, aparte de la familia hermosa que armé, no sabés. Unos nietos y mis hijos…, divinos, che.En fin, la verdad que al verte siento que tengo una compañía de tantos años que

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también, como yo, ha sobrevivido a todo y que ha podido seguir construyendo para el futuro; vos ropa, yo vida. Las dos cosas más importantes de este planeta, qué sería de nosotros sin el sol que nos da vida, sin los árboles que nos dan esa sombra hermosa para cobijarnos, ¿los hilados de dónde salen? De la naturaleza: la seda, el algodón.¡Qué bello! Y vos lo cosés para que quede hermoso, y yo lo formo para que se luzca, día a día, cada día un poquito más. Ahora es más fácil, a vos te viene todo hecho, las telas son hermosas; antes eran ásperas, gruesas; y a mí la vida me sonríe, ¡imaginate!Vos, al igual que yo, sos todo terreno y multiuso, te adaptás y te quedás en el molde: cuando nadie te necesita, guardada, y cuando te necesitan, ahí estás, siempre lista.Me gusta esa descripción, es simple y a la vez profunda, porque esa es la esencia de la vida: observar y ayudar, no hay otra cosa.

Yo observo todos los personajes que transitan por este pasado que nos une, y veo pasar por tus agujas el vestido mío de novia, mi vestido de compromiso, los vestidos que hacía mi madre para ella, para sus clientas, las mallas, lo que después cosió para mis hijos…Qué bueno tenerte, qué bueno que estés, porque sos como una estatua que me recuerda la plaza donde jugaba de chica, como cuando voy a la calesita de Tatín y llevo a mi nieto y me acuerdo de cuando llevaba a mis hijos, o más atrás, cuando mi papá me llevaba al parque Chacabuco y yo decía “yo voy a vivir por aquí”.Y viví enfrente del parque, sí, señor, y ahora no vuelvo porque no quiero, porque tengo montones de bellos lugares para ir y una casa hermosa, y puedo ir al mar o a la montaña, y voy y vengo; ahora soy simplemente una nómade.Ya no me importa; solamente me importa cómo estoy hoy, qué siento hoy, y el mañana es placer, sólo placer.

El placer de vivir el hoy sin pensar en el mañana, como hacía aquella nena sentada en tu vieja mesa, que tenía la rueda para pedalear y que ahora, como yo te mandé a hacer eléctrica, está guardada en el viejo cuartito y sirve en la imaginación de Santino¡como un volante de auto!Aquella nena era como vos, y sigue siendo creativa, de fierro y con un brillo que le da ese soñar despierta y haber cumplido muchos de sus sueños y seguir adelante como vos, siempre lista para preparar cada día una mesa de asombros y disfrutar el hermoso manjar de la sorpresa y la alegría de saber que la vida es mágica.Y somos iguales, sí, por fuera; pero el espíritu, el vuelo, las ganas, la voluntad, no lo tienen todos, y eso es importante, porque en el diario vivir mucha gente está muerta y cree, en su ignorancia, que vive.Así que, profundizando en las enseñanzas de los grandes maestros y volviendo la vista hacia mi vida y la vida de las personas que me ayudan a crecer todos los días, que apuntalan mi evolución y sostienen mis creencias, siento que estoy en

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Sánchez Rivera, Gerardo CarlosEl Taxista Fantasioso

En el año 1997, Jorge Falcioni, de unos 45 años aproximados y habitante de la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires, recorre a diario las calles de la ciudad en búsqueda de clientes que suban a su taxi, siendo el propietario del mismo

Vive con su esposa Benigna Crescenti solamente, porque no tienen descendencia y hace aproximadamente 20 años que hace el mismo trabajo. Sale de su casa a las 8,00 para volver a las 20,00 hs. a cenar y dormir - comiendo en horas del mediodía ligeramente en un bar del cual es cliente habitual -, para al otro día realizar la misma rutina. Jorge es muy amable con su clientela y se caracteriza por su simpatía y permanente buen humor. Es por ese motivo que un porcentaje importante de su clientela es fija.

Su esposa Benigna, se dedica durante el tiempo que falta Jorge de la casa, a las compras y a los quehaceres domésticos.

Son muchas horas las que trabaja Jorge, salvo el tiempo que deja de conducir su auto para almorzar, siendo puntual en el horario, sobre todo a la hora del regreso.

El día 18 del mes de Marzo, Jorge se retrasa un poco en su llegada de las 20 hs. y su esposa comienza a preocuparse, en el pensamiento que podría haberle ocurrido un accidente. No puede comunicarse con él por cuanto su esposo no usa teléfono móvil. Espera un poco en la esperanza de que llegue y su esposo no aparece. Al hacerse las 12,00 de la noche, decide acostarse pensando un poco más positivamente de que podría haber tenido un viaje

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largo.

Al despertarse Benigna a la 7,00 de la mañana, observa que su esposo todavía no ha llegado, por lo que decide dirigirse a la comisaría más cercana, para exponer el caso a las autoridades de la misma. Inmediatamente el comisario, organiza una cuadrilla de búsqueda, la que rastrilla el hospital y sanatorios de la Ciudad, los lugares que suele frecuentar como el mencionado bar donde almuerza a diario; como así también realiza consultas a los taxistas que Benigna indica como compañeros de trabajo. Hasta la morgue del hospital zonal fue investigada. El rastrillaje dio resultados negativos.

Es por ello que la autoridad máxima de la comisaría, aconseja a Benigna Crescenti realizar la denuncia correspondiente, por desaparición de persona.

Pasaron 24 horas, sin señales de Jorge. Es por ello que el comisario organiza una nueva comisión, con el objetivo de recorrer la zona rural ante la posibilidad de que hubiera sido victima de un asalto y lo hubieran dejado sin el taxi en un lugar alejado, sin poder volver por sus propios medios. Pero este nuevo rastrillaje, como en el caso anterior, también dio resultados negativos.

De esta forma se llegaron a las 48 horas, sin noticias del paradero de Jorge. Ante la situación planteada el comisario indica a un oficial de alto rango, poner en conocimiento de las Provincias linderas con la de Buenos Aires, con la orden expresa de comunicar de inmediato las novedades que se podrían suscitar, respecto del paradero del hombre desaparecido.

Esa misma noche y siendo aproximadamente las 22,00 hs., aparece Jorge Falcioni en su casa, entero de pies a cabeza, sin ningún tipo de lastimadura, ni siquiera un miserable rasguño. Al preguntarle Benigna sobre lo acontecido, se anticipa diciendo que no va a creer lo que le pasó, pero ante la insistencia decide contarle a su esposa lo ocurrido. Cuenta entonces que a última hora del día 18 de marzo acuerda un viaje hasta San Nicolás de los Arroyos, tomando para ello la ruta nacional nº 9, viaje que se desarrolló sin ningún tipo de problemas, dejando al pasajero en su destino y pagándosele el viaje como correspondía, pero que al volver solo casi a las 12,00 de la noche, con la ruta casi sin movimiento vehicular, se le cruzó en el camino un ovni que tenía una gran cantidad de luces destellantes de largo alcance, sin permitirle continuar la marcha.

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Del objeto no identificado, bajaron tres aparentes personas de aspecto muy raro, que acercándose lo invitaron a bajar del coche primero y luego a subir a una especie de plato volador. Allí según siguió contando, perdió la noción del tiempo que estuvo en la nave, sufriendo lo que podría llamar un secuestro, pero donde lo trataron muy bien en todo momento y hasta le dieron de comer en más de una oportunidad, mientras le hacían muchas de preguntas sobre el planeta tierra. En la nave había otra persona en su misma condición.

La esposa creyó todo lo que le había contado Jorge, pero le aconsejó acercarse a la comisaría, donde ella ya había realizado una denuncia por su desaparición y por sobre todas las cosas para que dejaran de buscarlo, porque seguramente todavía lo estaban haciendo.

El comisario, un poco entrado en años, con una larga trayectoria en la institución, pero por sobre todo con “mucho camino recorrido”, lo escuchaba y a la vez lo miraba de reojo, no creyendo del todo lo contado por Jorge. De todas maneras dio por cerrado el caso, trascribiendo sus dichos en el expediente formado, volviendo Falcioni a su casa, para continuar su rutina al día siguiente.

De esta forma trabajó durante tres meses, saliendo y volviendo a la hora que lo hacía, antes del episodio ocurrido.

Hasta que el 18 de junio, volvió a tardar en su llegada nocturna de las 20,00 hs. Su esposa no esperó en esta oportunidad y fue a hablar con el comisario que la había atendido con anterioridad.

El mismo la escuchó, pero no indicó ningún tipo de operativo en esta ocasión. Solo se limitó a esperar la llegada de Jorge Falcioni, ante la desesperada insistencia de Benigna Crescenti, de que lo buscaran en esta nueva oportunidad.

Después de la 48 horas de espera apareció nuevamente el taxista, pero esta vez lo hizo en la comisaría, por cuanto su esposa le había dejado un papel escrito, indicándole que en caso de volver, ella se encontraría en la seccional a la espera de novedades. Antes de comenzara a hablar y diera las explicaciones del caso, el comisario le dijo en tono fuerte y claro en su contenido, para que Benigna entendiera lo que estaba pasando: “Mire Falcioni,

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con sus repetidas desapariciones, debidas a supuestos secuestros por parte de seres extraterrestres, nos esta causando demasiados problemas. Por lo tanto le pido que le diga a los muchachos de mi parte, que la próxima oportunidad, secuestren y retengan solamente a su amante para que les cuente cosas del planeta tierra y a usted lo dejen tranquilo, porque es un hombre de trabajo, comprometido y con obligaciones conyugales contraídas”.

La reunión fue corta retirándose rápidamente todos del lugar, dirigiéndose Benigna directamente a los tribunales del poder judicial, para hablar con un juez y solicitar la disolución de la unión matrimonial. Tras tres meses de espera se produjo el fallo judicial, que favoreció a Crescenti concediendo el divorcio solicitado, alegando entre otras cosas “Causales de infidelidad reiterada”.

Relación con el Arte Sánchez Rivera, Gerardo CarlosProfesión: Arquitecto (Jubilado)Vive en La Plata–Pcia. Buenos Aires. E-Mail: chichesr@hotmail.com

1967/1969.- Alumno Taller Plástica (UNLP) - Prof.: Fernández Segura.1978.- Armado de Stand Exposición en Sociedad Rural Pehuajó – Comitente: ENET Nº 1 de Pehuajó – Premio: Primero. 1979.- Participación en el Concurso Provincial del Logotipo para el Circuito Cultural de Oeste Bonaerense – Premio: Primero.

1986.- Participación en el Concurso organizado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de La Plata, para el Logotipo representativo del Teatro Coliseo Podestá, con motivo de cumplir sus primeros 100 años desde su fundación.

2000/2006.- Dibujos y Pinturas varias para exposición permanente –Locutorio Avenida– de Telefónica de Argentina, pro- piedad de la Sra. Norma B. Di Benedetto.2003.- Ilustración Libro de Poemas –Inexistencias– del Lic. Gustavo José León Peredo –

2007.- Participación en el –Primer Concurso Nacional de Artes Plás- ticas Sección Dibujo– organizado por UPCN. Se recibió Diploma Participativo y la obra fue expuesta en la Sala Auditorio (3º Piso), del Teatro argentino de La Plata del 10 al 23-09-07.-

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2008.- Participación en el Concurso de Pintura organizado por UADE (Universidad Argentina de la Empresa).

2009/2015.- Participación en Exposiciones Varias, con Dibujos, organizadas Por la Municipalidad de La Plata.

2015/2016.- Incursión en la Literatura con la realización de Auto Biografía (No publicada). Ilustración de tapa y contratapa Personal.

2017.- Escritura de libro de cuentos titulado: –Cuentos Breves y Curiosos– Total 11 cuentos. (No publicado). Ilustración de tapa y contratapa Personal.

2018.- Escritura de libro de relatos titulado: –Crónicas Fatales de Juegos Juveniles Inocentes–. (No publicado). Ilustración de tapa y contratapa Personal.

2018.- Escritura de Novela Corta y Género Policial titulada: –El Crimen de la Calle 12–. (No publicado). Ilustración de tapa y contratapa Personal.

2019.- En ejecución Novela de Género Político-Militar.

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el camino y siento que estar bien es la mejor consigna para poder ser feliz. Estar bien con uno, con el mundo, con la naturaleza; a pesar de todo lo que sucede afuera, dentro de mí tengo paz, y la protejo y la defiendo de los otros. Me protejo y protejo a los que me rodean.Mi vida es un eterno agradecimiento.

Seijas Hernández, Yusmely AlexzandraAlas De Ángel

¡Abrió sus alas y echo a volar!El contacto del aire puro y frío en su rostro le hizo suspirar, cada extremidad de su cuerpo le hacía tener sensación de libertad, cerraba sus ojos para escuchar el sonido de su corazón. ¿Cuánto tiempo llevaba sin sentirlo? Tal vez días, minutos, horas, pero le habían parecido una eternidad. Al poco rato encontró una montaña,- ¡Qué creación tan hermosa! - Expresó complacida – Descendió, vio un árbol de manzana que ya tenía sus frutas rojas, arrancó la más reluciente, la mordió sintiendo el sabor dulce, crujiente y jugoso, disfrutaba de cada mordisco, inesperadamente un zumbido abrupto intentaba reventarle el tímpano, una sensación escalofriante se aloja en su cuerpo, dejó caer la manzana al piso, desorientada lleva sus manos a la cabeza, mientras gritaba del dolor que le estaba ocasionando, sentía que querían abrir su cerebro, luego escucho una leve voz en su mente. - Evadne, Evadne no tengas miedo y ten fe en mí. - ¿Quién eres? – Responde aturdida, con ojos cerrados y lágrimas en las mejillas,

deseando que el dolor desapareciera.- Soy quien te ha permitido tener alas, pero no es tu momento de verme, sólo

confórmate con sentirme y comprender lo que te diré.Tras un largo silencio, el dolor había desaparecido, se incorporó y miró a los lados, pero se dio cuenta de que estaba sola en ese lugar, la naturaleza era tan hermosa que no quería dejar de admirar, tan verde en todos los árboles, tan marrón de la tierra, tan transparente el agua de la cascada y el sonido de las aves cantando, sentía paz y disfrutaba esa felicidad que experimentaba, aunque tenía la sensación de que un propósito le será encargado.- Tu descanso terminó, debes prepararte y buscar a una persona para traerlo ante mí.

En silencio, sin dudar abre sus alas y parte al destino, según las instrucciones dadas. - ¿Dónde debo ir? – Pregunta con cierto tono inseguro- Siente las señales, deja que tu intuición y creencia en mí, te lleve al lugar

correcto.

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- Eso no es una información concreta – Le reprocha a esa voz.- Dije, confía en mí. Suspiró sin tener que responder, tenía la sensación que era su deber hacer ese trabajo, atravesaba las nubes mientras descendía al lugar, edificios comenzaban a aparecer, sonidos tormentosos de una cuidad intranquila, al pisar el asfalto sus alas desaparecieron, se sentía diferente e intentaba volar, pero perdía el equilibro al saltar. - ¿Qué me sucede? – Le pregunta con voz nerviosa y preocupada-- Estás en una dimensión donde tus habilidades no pueden ser vistas, ni

entendidas por los seres vivos, sólo aquel que ha fallecido tendrá revelación de tu forma verdadera.

Pensativa y con miles de incógnitas, caminaba entre las personas, atormentada seguía observando escenas de niños llorando, de una mujer peleando porque encontró a su marido con otra mujer que mostraba superioridad en su rostro, un policía agrediendo a un adolescente porque no quería devolverle sus pertenencias. - ¿Qué es esto? ¿Porqué hay tanta infelicidad, llantos, satisfacción por la maldad?–

Dice sollozando-- Te he enviado a la Mortalidad, no has visto todo aún. - Pero, si son mortales…¿Por qué se dedican a complicarse la vida?- Algunos mortales no son capaces de ver más allá de sí mismo, tanta belleza

creada alrededor para que la disfrutaran, pero se han encargado de vivir su propio infierno.

- Entonces son Mortales ingratos. – dice con decepción.- No todos, hay algunos que entendieron el sentido de la vida y siguen fiel a su

camino. Evadne dejó de responder y continuaba explorando la cuidad, seguía desconcertada del porqué la humanidad prefiere vivir infeliz que tener felicidad; se dio cuenta de que la única manera de salir de ahí era culminando la misión, no estaba segura quién es la persona que buscaría, pero la desesperación de un joven había llamado su atención. Estaba desorientado, por qué no lo escuchaban, mientras gritaba entre las personas, ninguno podía lo ver ni oir, ella comenzó acercarse a ese joven que le conmovió el corazón e intentaría ayudarlo. - Hola, tranquilo no grites – Le dijo con voz suave y sonriente, el joven al

escucharla voltea, su expresión de sorpresa al ver aquella mujer hermosa con enormes alas.

- ¿Eres un Ángel? Eres mi Ángel de la Guarda – Afirmó con la voz temblorosa tratando de comprender lo que sus ojos estaban viendo. ¿Ángel? – se preguntó confundida-luego recordó lo que esa voz le había dicho, significaba que ese Joven había fallecido y visto sus alas grandes de color café, al comprender le sonríe con ternura.

- Mi nombre es Evadne, sólo me enviaron para ayudarte encontrar el camino, ya tu propósito en esta vida mortal se ha cumplido, ahora deberás regresar a

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la inmortalidad.El joven relajó su expresión, mientras escucha su voz suave, se dejó llevar por las manos de aquella Ángel que fue a rescatarlo, su devoción y admiración no le dejaba buscar explicación de esos seres existentes en la vida. Evadne abrió sus alas y hecho a volar, agarrando de la mano a ese joven desorientado e indefenso que ha dejado de vivir la mortalidad. Al llegar al sitio destinado, sólo unas puertas enormes se abrieron, pero ella sabía que no tenía el permiso para entrar, le sonríe asegurando que todo iba a estar bien y pronto se volverán a ver. Después de esa misión, Evadne se convirtió en el Ángel Guardián.

Soria, Néstor EdgardoEl Ratón de Tela y Algodón.

Está por sonar el timbre… el Niño sale corriendo porque llega tarde a la escuela y se olvida de su Ratoncito hecho de tela y algodón, en la ventana verde y roja de su habitación… ¡De repente el ratoncito!… Mágicamente pestañeó, movió la colita, las manos, los dedos y las orejas, eso totalmente significaba una cosa: ¡estaba cobrando vida! En ese momento una bandada de pájaros azules cruzaba el cielo, sus alas brillaban con el sol. Y podía verse al ratoncito imitar sus movimientos, con sus delgadas patitas y sus blandas orejitas. Los observaba a través del vidrio frio y delgado… ¡Tenía tantas ganas de volar!... Un pájaro azul, lo vio y regresó, se posó en la ventana verde y roja y le dijo: - ¿Qué te sucede, Bigotes? El ratón sorprendido respondió: - Nada, gritó…¡¡¡Sólo quiero volar!!! - RÁPIDO!!! Te enseñaré… Antes de que tu dueño llegue. - Pero no sé cómo abrir esta ventana. Mis manitos de trapito, se resbalan. - ¡Fuerza amigo! Ayúdame a abrir. Finalmente pudo salir, y el pájaro azul tomó al ratoncito de la panza y lo llevó a volar muy alto, más alto y más alto… tan alto… … y pasaron las nubes… … y salieron de la atmósfera terrestre... Donde no existe la gravedad Entonces el pájaro azul dijo: - ¡Hemos llegado hasta aquí! ¡En este lugar podrás volar tu solo! Y… lo soltó… Su tela y su algodón temblaban de miedo… Estaba inmóvil… Pero no caía… ¡¡¡qué extraño!!! - Vamos atrévete… sólo mueve los brazos como los movías en la ventana

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verde y roja…! gritó el ave. …y Juntos dieron piruetas en el espacio, muertos de risa… Nunca había existido en el mundo entero un ratoncito de tela tan feliz… - Sígueme… dijo Azul… iremos a conocer a un amigo! Y se alejaron en el infinito universo… - Adónde vamos? Pregunto bigotes… - A conocer al Niño de la rosa. - ¡PRINCIPITO!!! Lo conozco, ¡mi dueño me lo lee todas las noches!

Al llegar ven al Niño sentado en su pequeño planeta contemplando su hermosa flor. - ¡O h h h h! ¡¡Eres el hombrecito de mi cuento…!! Dijo Bigotes… Te contaré un secreto dijo el Niño… Y lo sentó a su lado… ¡Ánimo! dijo Azul… - ¿Juguemos a las escondidas? - ¡Esta bien!! Dijeron los tres… ¡Pero no hay dónde esconderse en el pequeño planeta!... Comamos algo entonces, repitió Azul. Y el Niño galáctico, corrió a su nave invisible y les ofreció unos deliciosos sándwiches espaciales… Pancita tirante Bigotes recordó: - Debo volver a casa, ya se ha hecho tarde, ¡Mi dueño debe estar preocupado!!! - Adiós y hasta siempre, Niño Príncipe…Y te veré en mi cuento…Y lo saludó extendiendo sus bracitos de tela… Y él acarició sus bigotes. Y le regaló su rosa… - ¡Vamos pájaro Azul…! Debemos regresar…Pasaron días, horas y minutos, hasta que al fin llego a su hogar y se sentó de nuevo en la ventana verde y roja, y vio a su dueño durmiendo… ¡¡¡PAM!!! ¡¡¡PUM!!!Todo desapareció… Y de repente PAM, PUM el muñeco inmóvil se quedó.

¡DESPERTÉ! Mirando la ventana verde y roja… Y me di cuenta de que hoy era “domingo” y que todo había sido un sueño. El Ratoncito de tela y algodón estaba cerca de mí, en aquel rincón, y yo, Lautaro García, había soñado todo esto… Sonreí… ¡¡¡Era mío para siempre!!! ¡¡¡Lo abracé con todas mis fuerzas!!! Para que supiera que yo nunca lo voy a olvidar… Y me volví a dormir, con mi pequeño amigo de tela y algodón, pero antes lo tapé con mi linda colchita y mi suave sabanita.

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Speranza Montero, Bartolomé Mi Hijo El Inmigrante

La habitación estaba a oscuras; desde la sala se asomaba la tímida luz amarillenta del corredor que penetraba la atmósfera cálida y pesada del cuarto, iluminando apenas un trozo de éste por el resquicio que dejaba la puerta entreabierta. En aquel haz de luz un viejo se inclinaba sobre su celular tratando de hallar el botón de encendido. La espalda encorvada, con ambos pies rígidos en el suelo, mientras parte de él seguía en el borde de la cama a la vez que sus dedos escudriñaban los laterales del nuevo teléfono que le habían dado hacía un mes y que aún no había aprendido a utilizar. Encontró el botón y lo presionó con fuerza. A su espalda sintió el movimiento de un cuerpo que le exigía su parte de la sábana. Él se la dio, temiendo despertarla. “¿Qué haces levantado a esta hora?”, le preguntaría como las otras veces, y también como las otras veces él recurriría a un achaque como excusa. “A esta edad son comunes”, diría, pero no era tan anciano. Lo único que se oía eran sus respiraciones y el reloj de péndulo de la sala, cuyo monótono tic-toc llegaba amortiguado hasta el lecho de ambos, y entonces se preguntó cómo hacían para conciliar el sueño con aquel repiqueteo metálico que ahora le parecía resonar con atronadora magnitud.Deslizó el dedo índice por la pantalla y desplegó el menú de opciones como le enseñaron. A la luz del celular su cara lucía más demacrada de lo habitual, destacada por las bolsas bajo los ojos que se había ganado esa semana y por lo prominente de sus pómulos huesudos. Buscó la aplicación del chat y bajó lentamente leyendo las conversaciones, alejando y acercando la pantalla de su cara sucesivamente para leer mejor las pequeñas letras. Pensó en buscar sus lentes de lectura en el cajoncito de la mesa de noche, pero no quería hacer ruido. Por la respiración de su esposa dedujo que estaba dormida, sin embargo, más de una vez lo había creído cuando de pronto se alzaba detrás de él en la penumbra y lo atrapaba infraganti. Abrió el chat con el rótulo: “Alfredo hijo España”, y quedó pensativo; se acercó aún más la pantalla al rostro y leyó: “Última vez activo febrero 17 a las 21:03 pm”. Vio el reloj digital en la mesa de noche, eran las 02:34 am del 23. “¡Casi una semana!”, pensó, cuando el teléfono comenzó a zumbar estentóreamente notificándole que quedaban pendientes nueve actualizaciones. Como si hubiese recibido un corrientazo, intentó ahogar el ruido sujetando el teléfono entre sus manos y contra su pecho. Miró subrepticiamente sobre su hombro derecho para ver si ella aún dormía, y la halló sentada contra el respaldar quitándose un mechón de cabello que le caía sobre los ojos. No dijo nada, ni ella tampoco. Al cabo de un rato, sintió su mirada atravesándole la espalda.–Tampoco escribió hoy –dijo él. . Ella lo miró, iluminado únicamente por la débil luz del pasillo; el teléfono se había

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bloqueado. . –Déjalo ya, viejo –suspiró ella. Dejó el celular en la mesa de noche y se volteó del todo, metiendo lo pies bajo las sábanas .. -Ya va para dos semanas – mintió. . –Sabes que trabaja duro, no puede escribirte a cada rato para decirte cómo está. –También el hijo de Jorge, y aun así hablan todos los días –farfulló. –Es diferente… las horas no son las mismas. . –Entonces, ¿para qué está tan lejos? –dijo entre dientes. Intentó dormir, pero no pudo, atenazado como estaba por el tic-toc proveniente de la sala y por la angustia que le arrancaba un sudor frío del cuerpo, pegándosele las sábanas a la piel. Sabía que las cosas no andaban bien últimamente, él mismo lo veía reflejado al verse frente al espejo del baño cada mañana, más enjuto y desvaído. Lo que no soportaba era la risa socarrona de Jorge cuando se lo encontraba al paso en alguna cola y le preguntaba por “Alfredito”, a su juicio, más por picardía que por interés. “¡Pues está muy bien!”, le contestaba, “Fíjate que ya consiguió un empleo y hasta nos manda plata cada que puede”. Por toda respuesta, Jorge asentía asombrado, soltaba otra risa nasal y volvía el tema de conversación a la cola que estaban haciendo: “¿Cuánto llevas aquí?”, “¡¿Tanto?!”, “Verdaderamente que lo que provoca es irse lejos”, “Lo que le hacen hacer a uno por un kilo de harina”.El martilleo del reloj de péndulo pasaba ahora desapercibido a sus oídos, como el sonido de unos pasos que se alejan poco a poco hasta que ya no escuchas nada. La luz amarillenta del pasillo fluctuaba trémula extendiendo y recogiendo su manto sobre la habitación, cual marea en la orilla, con la perenne amenaza de apagarse en cualquier momento. Sabía que aunque se apagara del todo, él no se pararía a encender aquella vela, de cualquier forma, no pasaba muy a menudo que su esposa o él se levantasen a la mitad de la noche para ir al baño, por lo que prefería aguantar un par de horas hasta que restableciesen el servicio eléctrico. Recordaba con nostalgia y ardor que en su tiempo las cosas no habían sido así: que uno podía encender la luz tantas veces como quisiera y comprar en el supermercado con la tranquilidad de que habría más mañana, que podías sentarte a defecar y no ver expectante tus deshechos dar vueltas porque simplemente había agua para bajarlo, que el dinero no se hacía arena entre los dedos ¡Y lo que es más! ¡Que los hijos no se iban a otro continente a hacer sus vidas mientras los padres se morían de viejos, solos en una casa vacía, y con el bastardo de Jorge recordándote que no has hablado con tu hijo en más de dos semanas! De pronto, se apartó la sábana con brusquedad y retomó su antigua posición al borde de la cama con el celular en las manos, sin importarle ya si despertaba a alguien o no con eso. - ¡De seguro que esta cosa no agarra los mensajes de fuera! –dijo con creciente excitación, mientras que su mujer le increpaba de brazos cruzados: ¡Ya vete a dormir, viejo!

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Valori, SilviaLos pájaros no tienen banderas

Afuera hace frío, mucho frío. El sol asoma apenas un instante, abriéndose paso tras los densos nubarrones, como queriendo sacarse de encima ese manto esponjoso y grisáceo, y a los pocos minutos vuelve otra vez a esconderse en su refugio brumoso.

--Se sentirá protegido y cuidado allí… O será que hoy no quiere mostrarnos su luz-- recapacitando así, Perla observa el día gris y la monotonía que se palpa en la calle solitaria, sentada sobre un sillón detrás del ventanal del living de su hogar; ha dejado por un

momento de atender las tareas domésticas a las que se había entregado esa tarde y saborea un exquisito té de hierbas que huele bien y le da calor a su cuerpo.Los fresnos que escoltan la vereda muestran sus ramas desnudas y sin brillos, sin hojas ni flores, mientras los pajarillos saltan de uno a otro gajo. Hay de varias clases: palomitas de plumas verdosas, blancas, plomizas; gorriones grisáceos, horneros amarronados, calandrias parduscas, jilgueros amarillos con pintitas oscuras. De esa multitud de pájaros, atrae su atención una pequeña paloma de pico muy fino que, osadamente, se limpia el plumaje.“Es una hembra” –piensa Perla– A los pocos instantes se posa a su lado suavemente y como cortejándola, un ave de la misma especie.“Ése es un “Palomo” probablemente”, se dice la mujer, queriendo significar que es un macho de la misma especie. Ambos pajarillos se observan, se miran detenidamente, se limpian las plumas con el piquito, amorosamente, y otra vez se observan, se limpian las plumas, se miran, se limpian uno al otro, se miran; y

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una y otra vez; y una y otra vez, hasta que el hechizo comienza.“Se inicia el romance” especula ella, mientras continúa observándolos. “Pareciera que se están besando, en el cuello, en las alitas” reflexiona entretenida Perla. Deposita la taza blanca y vacía sobre la pequeña mesita que está a su lado, junto al ventanal y se dirige al dormitorio caminando lentamente; retoma el trabajo que había dejado interrumpido para tomar el té y mirar a través del vidrio de la ventana. Mientras cubre la enorme cama matrimonial con una vaporosa colcha pintada con arabescos dorados, escucha que la puerta de entrada se abre ruidosamente. “Ahí llega – piensa Perla – siempre apurado, siempre de malhumor”Su marido entra en la íntima habitación, la toma por debajo de los hombros, le hace dar un giro de ciento ochenta grados casi en el aire mientras le regala un sonoro y efusivo beso en la mejilla.“¿Qué le pasa? – Se pregunta Perla, asombrada – Parece otro”.El hombre le pide que lo acompañe hasta el comedor, que necesita hablar con ella. Caminan tomados de la mano hasta que llegan al espacioso lugar, lleno de plantas, flores y adornos artesanales. Ambos se acomodan en las sillas que están dispuestas alrededor de la mesa de hierro y cristal. Él comienza a hablar, entusiasta y fervorosamente. Le cuenta que la empresa en la que trabaja desde hace diez años abrirá una sucursal en Francia, más precisamente en la ciudad de Lyón, y exclama lo que Perla no desea oír: “Hacia allí nos trasladaremos, ¡imagínate, Negrita, qué buena suerte! Justo ahora que tanta falta nos hace, me lo ofrecen en bandeja de plata... Cariño, sonríe, tendremos niños allá, en Francia, tu podrás enseñar idiomas, para eso has estudiado, para eso eres profesora... Vamos, alégrate, amor”.Las palabras se agolpaban impetuosas en los labios del esposo de Perla. Ella lo escuchaba lejana y pensativa, soñando con una Argentina distinta para sus hijos, una Argentina que les brindara lo que un día brindó a tantos inmigrantes de tan diferentes nacionalidades, una Argentina convertida en una madre tierna con ganas de cobijar a todas las personas, una Argentina poblada por mujeres y hombres honestos, laboriosos, responsables, emprendedores, nobles; una Argentina cuyos habitantes se ufanaran de su bandera, de sus colores, de su suelo, de su sangre.Bruscamente, como si el hechizo se desvaneciera, los recuerdos volaron de su mente. Eso había sucedido hacia ya casi ocho años. Perla actualmente trataba de habituarse a las tradiciones y costumbres de la ciudad francesa, la que

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ahora era contemplada como la “otra patria” y la que para sus propios hijos sería la “única patria”. Tenía alumnos y daba clases particulares de idiomas, soñaba con volver algún día a su querido país, mientras contemplaba a las palomas que, posadas sobre la desnuda rama de uno de los fresnos de la vereda, trataban de unirse en un discreto romance bajo el cielo francés, del mismo modo que lo hacían allá, en su amada Argentina, porque los pájaros no tienen banderas.

Silvia Valori Escritora y Conferencista. Es autora de los libros –Adam y el Abuelo – Mensaje para el Mundo–, –El Despertar de Miriam–, –De-construir la teoría para des-educar en la práctica–. Participó, como Conferencista en el V Congreso Europeo de Vida Independiente (Islas Canarias, España) y en la IV Conferencia Internacional de las Personas con discapacidad (La Habana, Cuba). Es Directora ejecutiva de INAPEC (Instituto Nacional para la Promoción de los Libros, la Lectura, el Cuidado del Medio Ambiente y la Capacitación continua). Trabajó en diferentes organismos del Gobierno Nacional durante 11 años, Consejo Nacional de las Mujeres, Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Ministerio de Desarrollo Social y Ministerio de Educación de la Nación.

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Vizia, Hernán Pablo El Dinosaurio En El Poder

Hacía veinte años que Javier trabajaba en la fábrica. Esperaba en la parada, mirando de reojo a las pocas personas que circulaban a esa hora. Eran las cuatro de la mañana. Había dormido poco, pero estaba acostumbrado. Después de veinte minutos bajo la helada, Javier se subió al colectivo que lo llevaba a los suburbios, como todos los días. El frío penetraba su uniforme de operario, humedeciéndolo. Con el sabor del café amargo todavía en la boca, saludó al chofer, marcó el boleto, se sentó en el fondo y encendió un cigarrillo. Era el único pasajero. Miró la luna a través de la ventanilla. Se acordó de la vez que Maira, su hija, le contó sobre la leyenda cordobesa del perro en la luna, que había aprendido mirando un dibujo animado en el canal estatal. Ella lo veía. Él no. Nunca había podido. Un viaje más mirando la luna, a través del cristal empañado por la humedad. Volvió a ver lo que veía siempre: la silueta de un dinosaurio. La luna estaba grande. Su hija también. Sin embargo, él no se había dado cuenta de cuándo eso había sucedido. Ya tenía veintidós años, y él sentía que no había estado nunca para ella. Por trabajar y para poder brindarle un futuro, se había gastado la vida en turnos de doce horas, esperando el ascenso en la fábrica, el cambio en el país que le había prometido el dinosaurio, desde arriba, y que nunca llegó. Había podido pagarle una buena educación a Maira, y en el transcurso había dejado de lado todo lo demás, incluyéndola a ella misma. Su vida se había consumido, igual que el cigarrillo que tenía en su mano. Veinte años después de haber comenzado esa rutina, se sentía como un astronauta atrapado cada vez que iba hacia su trabajo, viajando a la fábrica en la nave de cuatro ruedas; un astronauta que no quería ir al espacio, que tenía ganas de quedarse en la Tierra, en esa pequeña vivienda que ahora estaba vacía. Sin embargo, el dinosaurio seguía en la luna, en el poder, y habían quedado lejos, casi imposibles de alcanzar, el cambio, el futuro mejor que una vez le mintieron, y la salida de aquella rutina interminable. El cigarrillo se terminó de consumir sin que lo fumara, y Javier sintió por enésima vez que, para él, ya era tarde: Mairaya estaba grande y hacía su vida, él se estaba poniendo viejo y, por culpa del dinosaurio, el astronauta imaginario que manejaba un elevador en la fábrica seguía volviendo, todos los días, agotado, al barrio Fo.Na.Vi. en las afueras de la ciudad. Javier entró a su vivienda a las ocho de la noche. Su esposa dormía: había vuelto un rato antes de cuidar a una anciana. Si no trabajaban los dos, no llegaban a pagar las cuentas. Acarició su cabello

entrecano, y ella le dijo que le había dejado algo de guiso en la heladera. Javier calentó la comida, cenó mientras miraba televisión y se fue a dormir. En unas horas, la rutina volvería a comenzar. Antes de dormirse pensó, como tantas veces, en lo lindo que sería despertar al día siguiente y que algo de todo aquello hubiera mejorado. Sin embargo, sabía que eso no iba a suceder. Al igual que Augusto Monterroso mucho antes que él, Javier tenía razón en su desesperanza: cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

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