Selecion de Poesías
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SELECCIÓN DE POESÍAS
DOÑA BLANCA Anónimo
Doña Blanca está cubierta
con pilares de oro y plata.
Romperemos un pilar
para ver a doña Blanca.
¿Quién es ese jicotillo
que anda en pos de doña Blanca?
Yo soy ese jicotillo
que anda en pos de doña Blanca.
DIME, PADRE COMÚN, PUES ERES JUSTO Bartolomé Leonardo de Argensola
«Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la inocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?
»¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia,
y que el celo, que más la reverencia,
gima a los pies del vencedor injusto?
»Vemos que vibran victoriosas palmas
manos inicuas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo.»
Esto decía yo, cuando, riendo,
celestial ninfa apareció, y me dijo:
«¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?»
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A UNA ROSA Sor Juana Inés de la Cruz
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.
EL BARZÓN
Esa tierras del rincón
las sembré con un buey pando,
se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.
Cuando llegué a media tierra
el arado iba enterrando,
se enterró hasta la telera,
el timón se deshojó,
el barzón se iba trozando,
el yugo se iba pandeando,
el sembrador me iba hablando;
yo le dije al sembrador,
no me hable cuando ande arando.
Se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.
Cuando acabé de pizcar,
vino el rico y lo partió,
todo mi maíz se llevó
ni pa’ comer me dejó,
me presenta aquí la cuenta:
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aquí debes veinte pesos
de la renta de unos bueyes,
cinco pesos de magueyes,
una anega, tres cuartillas de frijol
que te prestamos,
una anega, tres cuartillas
de maíz que te habilitamos,
cinco pesos de unas fundas
siete pesos de cigarros.
Seis pesos…no sé de qué
pero todo está en la cuenta!
a más de los veinte reales
que sacaste de la tienda,
con todo el maíz que te toca
no le pagas a la hacienda,
pero cuentas con mi tierra
pa’ seguirla sembrando.
Ora vete a trabajar
pa’ que sigas abonando.
Nomás me quedé pensando
sacudi endo mi cobija,
haciendo un cigarro de hoja.
Que patrón tan sinverguenza!
to’ mi maíz se llevó
para su maldita troje!
Se me reventó el barzón,
y sigue la yunta andando.
Cuando llegué a mi casita,
me decía mi prenda amada:
on’ta el maíz que te tocó?
le respondí yo muy triste:
el patrón se lo llevó
por lo que debía en la hacienda,
pero me dijo el patrón
que contara con la tienda.
Ora voy a trabajar
para seguirle abonando,
veinte pesos, diez centavos
son los que salgo restando.
Me decía mi prenda amada:
ya no trabajes con ese hombre,
nomás nos está robando
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anda al salón de sesiones
que te lleve mi compadre,
ya no le hagas caso al padre,
el y sus excomuniones!
Qué no ves a tu familia
que ya no tiene calzones?
Ni yo tengo ya faldillas
ni tú tienes pantalones.
Nomás me quedé pensando,
me decía mi prenda amada:
que vaya el patrón al cuerno!
cómo tuviéramos de hambre
si te has seguido creyendo
de lo que te decía el cura,
de las penas del infierno.
Viva la revolución!
Muera el supremo gobierno!
Se me reventó el barzón
y siempre seguí sembrando!
VIDA RETIRADA Fray Luis de León
(fragmento) ¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
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si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
LETRILLA SATÍRICA Francisco de Quevedo
Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado en mí pereza
la pobreza.
¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.
¿Quién con su fiereza espanta,
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece nombre de santa?
¿ Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.
¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándolos las manos
los ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro, y no con acero.
El dinero.
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¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.
¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.
RIMA LXXVII Gustavo Adolfo Bécquer
Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina,
que, al compás que se mueve, hace ruido.
CALAVERAS LITERARIAS
A LA TORTILLERA
Comenzaremos, señores,
con Juana la tortillera
que vende buenas tortillas
pero están tan amarillas
que dicen que es calavera.
AL BARBERO DEL BARRIO
Muchos prodigios hiciste
con el pelo y con la barba
por eso no se te escarba
la losa en que sucumbiste.
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Algunas cortadas diste
a la gente pasajera.
Mas ahora por tu tontera
yaces dentro de una mortaja,
con tijeras y navaja
para tuzar calaveras.
LA ESPIGA Rubén Darío
Mira el signo sutil que los dedos del viento
hacen al agitar el tallo que se inclina
y se alza en una rítmica virtud de movimiento.
Con el áureo pincel de la flor de la harina
trazan sobre la tela azul del firmamento
el misterio inmortal de la tierra divina
y el alma de las cosas que da su sacramento
en una interminable frescura matutina.
Pues en la paz del campo la faz de Dios asoma.
De las floridas urnas místico incienso aroma
el vasto altar en donde triunfa la azul sonrisa;
aún verde está y cubierto de flores el madero,
bajo sus ramas llenas de amor pace el cordero
y en la espiga de oro y luz duerme la misa.