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Revisión y edición de contenidos:Departamento Ministerial de la Asociación General

Traducción:Departamento de Publicaciones de la Asociación General

Edición y Diseño: Apolos Correa

Impresión: Editorial Kimpres Ltda.

Publicadas por la Asociación General Sociedad Misionera InternacionalIglesia Adventista del Séptimo Día Movimiento de Reforma

625 West Avenue, Cedartown, GA 30125Tel. (1) 770-748-0077 Fax (1) 770-748-0095Web: www.ims1914.org - Email : [email protected]

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IntroduccIón El Señor le habla a los seres humanos y en especial a su iglesia en numero-sas formas. (Hebreos 1:1). En los tiempos del Antiguo Testamento, reveló gran-des verdades a través de los patriarcas y los profetas. En la plenitud de los tiempos, habló por medio de su Hijo amado y los apóstoles. A lo largo de los siglos, el Señor inspiró a sus sier-vos, y envió mensajes a los seres hu-manos por medio del Espíritu Santo. Además, su Providencia y toda la na-turaleza, constituyen libros abiertos, que toda la humanidad en todas las edades y en todos los países puede leer. Y esto no es todo, Él tiene aún más canales de luz para comunicarse con nosotros. Un lugar especial en la revelación del Señor para su pueblo y la humanidad se reserva para “las se-ñales de los tiempos.” Muchos pasajes de las Sagradas Escrituras están dedi-cados a este tema serio, y

Mateo 24 se enfoca por completo en estas señales. Hablando a sus discípu-los acerca de la condición espiritual de los judíos, Jesús explicó qué conse-cuencias graves vendrían al pueblo de esa generación que vivía en Jerusalén y al pueblo en general. (Mateo 23:36-39). Por eso, los discípulos estaban inten-samente interesados en saber “cuán-do” esto le sucedería a su pueblo ama-do y también “cuál” sería la señal de su venida y “del fin del siglo.” (Mateo

contenIdo

1. “¿Cuándo Serán Estas Cosas?” ..............................6

Ellen G. de White

2. “Principio de Dolores” ..................14

Gerhard Hunger

3. El Que Lee, Entienda ....................22

John Bescec

4. “Cuando Viereis Todas Estas Cosas” .................................30

Francesco Caputo

5. Como en los Días de Noé .............38

Danilo L. Monterroso

6. El Siervo Fiel y Prudente ..............46

Emmanuel Chileshe

7. “También Vosotros Estad Preparados” .......................54

Idel Suárez Moleiro

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24:3). Lo que le pasaría al pueblo judío estaba claramente presentado, junto con una ilustración más grande de lo que tendría lugar al final de los tiem-pos. En el contexto de este capítulo (Mateo 24), Jesús nos ofrece también una vislumbre instantánea de nuestro tiempo.

Al referirse a la doble aplicación de las profecías de Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, la mensajera inspirada escribe: “La profecía del Señor entra-ñaba un doble significado: a la par que anunciaba la ruina de Jerusalén pre-sagiaba también los horrores del gran día final.

“La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terri-ble desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que recha-zó la misericordia de Dios y pisoteó su ley.” –El Conflicto de los Siglos, págs. 29, 41.

Las señales presentadas por el Sal-vador incluían las condiciones en la sociedad, así como en el mundo reli-gioso, e incluso trastornos en la na-turaleza. Habrá guerras y rumores de guerras entre las naciones y los pueblos, países enteros y clases que se levantan en contra de otros. La es-fera religiosa será caracterizada por el aumento de iniquidad, disminución del amor y la fe, escándalos, traición y odio. Falsos profetas y falsos Me-

sías se levantarán, y habrá persecución de los creyentes fieles. La naturaleza misma sufrirá convulsiones, y habrá hambres, pestes, maremotos y terre-motos en muchos lugares, además de las señales en el sol, la luna y las es-trellas. Estas no son todas las señales mencionadas en las Escrituras, pero bastan para presentar una situación tan impresionante que todo el mun-do debe ser despertado a la acción. El pueblo de Dios será probado, y todo lo que haya de ser sacudido será sa-cudido. “Más el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24:13). Por medio de estas señales Dios está ahora hablando a su pueblo y al mun-do.

“Hasta el momento en que Cristo aparezca en las nubes de los cielos con poder y grande gloria,” la men-sajera del Señor escribe, “los hom-bres se irán pervirtiendo en espíritu y dejarán la verdad por las fábulas. La iglesia verá todavía tiempos angustio-sos. Profetizará vestida de luto. Pero, aunque tenga que arrostrar herejías y persecuciones, aunque habrá de bata-llar con los infieles y los apóstatas, con la ayuda de Dios aplastará la cabeza de Satanás. El Señor tendrá un pue-blo tan leal como el acero y de fe tan firme como el granito. Sus miembros han de ser sus testigos en el mundo, instrumentos que han de realizar una obra especial y gloriosa para el día de su retribución.” –Testimonios para la Igle-sia, tomo 4, pág. 589.

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“Cristo había mandado a sus discí-pulos que se fijasen en las señales de su advenimiento, y que se alegrasen cuando viesen las pruebas de que se acercaba. ‘Cuando estas cosas co-menzaren a hacerse –dijo, – mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.’ Llamó la atención de sus discípulos a los árboles a punto de brotar en prima-vera, y dijo: ‘Cuando ya brotan, vién-dolo, de vosotros mismos entendéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que está cerca el reino de Dios.’ (Lucas 21:28, 30, 31).” –El Conflicto de los Siglos, pág. 355.

Queridos hermanos y hermanas de todo el mundo, es hora de que el pueblo de Dios despierte, cada año y cada mes estamos más cerca del gran día del Señor. Más que nunca, ahora es el momento de levantarnos y estar preparados para el cumplimiento de la gran obra que nos ha sido confiada.

“Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligente-mente la Palabra de Dios y esforzán-dose por conformar su vida con sus preceptos. Los tremendos y eternos resultados que están en juego exigen de nosotros algo más que una religión imaginaria, de palabras y formas, que mantenga a la verdad en el atrio exte-rior… Permítase a la palabra de Dios que hable al corazón.” –Profetas y Reyes, págs. 462, 463.

Queridos hermanos en la fe estemos unidos en una misma esperanza, de modo que esta Semana de Oración sea un tiempo de consagración y unidad, un tiempo para dar gracias al Señor por sus bendiciones, para pedirle per-dón por todas nuestras deficiencias, y dedicarnos plenamente a Él. Usemos estas oportunidades para reunirnos a orar unidos, deliberar, y orar juntos en un mismo espíritu. Progresemos así como las señales de los tiempos avanzan.

El último sábado, 15 de diciembre, será un día de ayuno y oración, cuan-do todos los creyentes se unirán para concluir la Semana de Oración y pre-sentar sus ofrendas especiales de gra-titud al Señor por las bendiciones re-cibidas durante los últimos meses. La ofrenda será dedicada íntegramente al avance de la obra a nivel mundial.

Teniendo en cuenta la seriedad y la so-lemnidad de nuestros días, hermanos de diferentes países han escrito artí-culos para ayudar a preparar al pueblo de Dios para lo que viene. Contribu-yamos a sus esfuerzos y hagamos todo lo posible para hacer de esta Semana de Oración una gran bendición para todos y un paso importante en nues-tra preparación para recibir al Señor.

–Los hermanos y hermanas de la Asociación General

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Introducción

Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cris-to para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar “en región y sombra de muerte,” le es dada una valiosa es-peranza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es “la resurrección y la vida” para hacer “volver a su propio des-terrado.” La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escritu-ras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado

la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraí-so perdido. Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consuma-ción de sus esperanzas. Enoc, que se contó entre la séptima genera-ción descendiente de los que mora-ran en el Edén y que por tres siglos anduvo con Dios en la tierra, pudo contemplar desde lejos la venida del Libertador. “He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos.” (Judas 14, 15). El patriarca Job, en la lobreguez de su aflicción, exclamaba con confianza inquebrantable: “Pues yo sé que mi

“Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu

venida, y del fin del siglo?”

Mateo 24:3

Ellen G. White¿Cuándo serán estas Cosas?

Viernes, Diciembre 7 - 2012Lectura 1

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Redentor vive, y que en lo venidero ha de levantarse sobre la tierra… aun desde mi carne he de ver a Dios; a quien yo tengo de ver por mí mis-mo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño.” (Job 19:25-27) –El Conflicto de los Siglos, pág. 345.

“El Señor viene pronto, debemos es-tar listos y esperar su venida. ¡Cuán glorioso será verle y recibir la bien-venida como sus redimidos! Hemos esperado mucho, pero nuestra fe no debe menguar. Si sólo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos benditos para siempre. Siento que debo gritar: “¡Al hogar!” Se acerca el tiempo cuando Cristo vendrá con poder y gran gloria para llevar a sus redimidos a su eterno hogar.” –Seña-les de los Tiempos, 19 de abril, 1905.

¿Cuándo sucederá? El momento exacto de la segunda venida de Cristo no ha sido revela-do. Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe.” Sin embargo dio seña-les de su venida, y dijo: “Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.” Las ofre-ció como manifiestas señales de su venida: “Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cer-ca.” En vista de estas cosas el após-tol escribió: “Mas vosotros, herma-nos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día.” Puesto que no conocemos la hora de la venida de Cristo, debernos vivir sobria y pia-

dosamente en este mundo, “aguar-dando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nues-tro gran Dios y Salvador Jesucris-to.” –Reflejemos a Jesús, pág. 251.

Pero el día y la hora de su venida, Cristo no los ha revelado. Explicó claramente a sus discípulos que Él mismo no podía dar a conocer el día o la hora de su segunda aparición. Si hubiese tenido libertad para re-velarlo, ¿por qué habría necesitado exhortarlos a mantener una acti-tud de constante expectativa? Hay quienes aseveran conocer el día y la hora de la aparición de nuestro Se-ñor. Son muy fervientes en trazar el mapa del futuro. Pero el Señor los ha amonestado a que se aparten de este terreno. El tiempo exacto de la segunda venida del Hijo del hombre es un misterio de Dios.” –El Deseado de

Todas las Gentes, pág. 587.

Señales de los tiempos

La ruina de Jerusalén sería símbo-lo de la ruina final que abrumará al mundo. Las profecías que se cum-plieron en parte en la destrucción de Jerusalén, se aplican más direc-tamente a los días finales. Estamos ahora en el umbral de acontecimien-tos grandes y solemnes. Nos espera una crisis como jamás ha presencia-do el mundo. Tal como a los prime-ros discípulos, nos resulta dulce la segura promesa de que el reino de Dios se levanta sobre todo. El pro-grama de los acontecimientos veni-

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deros está en manos de nuestro Ha-cedor. La Majestad del cielo tiene a su cargo el destino de las naciones, así como también lo que atañe a la iglesia.” –El Discurso Maestro de Jesucristo,

pág. 103.

Debemos estar despiertos para dis-cernir las señales de los tiempos, y sonar la alarma al pueblo. Hay mu-chos en el mundo que buscan silen-ciar y calmar la alarma del pueblo, quienes dicen “Paz, paz; cuando no hay paz;” pero deberíamos tomar un curso opuesto a esto. Hay muchos que le dicen al pueblo despierto, “No se turben, continúen en la im-piedad, sigan glorificándose a sí mis-mos, y viviendo en placeres. El día del Señor no está cerca.” ¿No tenía Cristo un propósito en vista cuando dijo, “He aquí, yo vengo pronto”? ¿No vio Él que su iglesia necesita-ría mantener este solemne evento en mente? ¿Diremos con los burladores de los últimos días, “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Por-que desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permane-cen así como desde el principio de la creación.”? No pretendo estar con esta clase. Tengo la intención de le-vantar hombres con el mensaje de la pronta venida de Cristo.” –Señales de

los Tiempos, 24 de junio, 1889.

La necesidad de estar preparados

San Pablo habla de una clase de per-sonas para quienes la aparición del

Señor vendrá sin que la hayan es-perado. Como ladrón en la noche, así viene el día del Señor. Cuando los hombres estén diciendo: “Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente… y no escaparán.” Pero agrega también, refiriéndose a los que han tomado en cuenta la amonestación del Sal-vador: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón; por-que todos vosotros sois hijos de luz, e hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas.” (1 Tesalonicenses 5:2- 5.). –El Conflicto de los Siglos, pág. 422.

Me he preguntado en mi mente, al ver hombres y mujeres de prisa de acá para allá en asuntos de negocios o placeres, si han o no pensado si-quiera en el día de Dios que está a punto de caer sobre nosotros. No necesitamos estar en tinieblas en cuanto a lo que viene sobre la tierra. No podemos darnos el lujo de lle-gar a ese día sin preparación, y luz se nos ha dado del Cielo, para que podamos entender los requisitos de Dios. “Escudriñad las Escrituras” es el mandato de Cristo. “Velad y orad, para que no entréis en tentación.” Hay un testigo que nos sigue en todas nuestras acciones de la vida. Nuestros pensamientos y las in-tenciones y propósitos de nuestros corazones están al descubierto de su inspección. Así como las caracterís-ticas son producidas sobre el plato pulido del artista, nuestros caracte-

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res están delineados en los libros de registros en el cielo. ¿Estás adaptán-dote a las gracias de Cristo? ¿Estará tu manto del carácter blanco y sin mancha en el día de su aparición? Todo interés debe ser formado y acción dirigida hacia este evento de suma importancia. Debemos vivir cada día en gran humildad delante de Dios, buscando la fortaleza divi-na no sea que caigamos de su gracia y nos probemos a nosotros mismos indignos de la vida eterna. Debe-mos estar “aguardando la esperan-za bienaventurada y la manifesta-ción gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redi-mirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” –Señales de los Tiempos, 29 de diciembre 1887.

El Señor va a venir pronto, y debe-mos estar preparados para recibirle en paz. Resolvamos hacer todo lo que está en nuestro poder para im-partir luz a los que nos rodean. No debemos estar tristes, sino alegres, y recordar siempre al Señor Jesús. Él va a venir pronto, y debemos estar listos y aguardar su aparición. ¡Oh, cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe de-bilitarse. –Testimonios para la Iglesia, tomo

8, pág. 264.

¿Qué están haciendo, hermanos, en la gran obra de preparación? Los

que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para la mar-ca de la bestia. Los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obe-deciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se pre-paran para tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad. Ahora es momento de prepararse. El sello de Dios no será puesto nunca en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será pues-to sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que re-ciban el sello deberán estar sin man-cha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.” –Maranata, pág. 239.

No dilatar

En el mundo todo es agitación. Las señales de los tiempos son alarman-tes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus sombras delante de sí. El Espíritu de Dios se está retiran-do de la tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempes-tades, terremotos, incendios, inunda-ciones, homicidios de toda magnitud. ¿Quién puede leer lo futuro? ¿Dónde hay seguridad? No hay seguridad en nada que sea humano o terrenal. Rápidamente los hombres se están

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colocando bajo la bandera que han escogido. Inquietos, están aguar-dando y mirando los movimientos de sus caudillos. Hay quienes están aguardando, velando y trabajando por la aparición de nuestro Señor. Otra clase se está colocando bajo la dirección del primer gran apóstata. Pocos creen de todo corazón y alma que tenemos un infierno que rehuir y un cielo que ganar.” –El Deseado de Todas

las Gentes, pág. 591.

Para la iglesia primitiva la esperan-za del retorno de Cristo era una bienaventurada esperanza, y ellos eran representados por los apósto-les como esperando por su Hijo del cielo, como amando su aparición. Siempre que esta esperanza fuese querida por los profesos seguido-res de Cristo, ellos eran la luz del mundo. Pero no era la intención de Satanás que ellos debieran ser una luz para el mundo, y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfrió, y el siervo infiel es representado como diciendo, “Mi señor tarda en venir.” Como un resultado de la pérdida de fe en la aparición de Jesús, el siervo infiel comienza a golpear a su consiervo y a comer y a beber con los borrachos. Satanás estaba obrando para causar apostasía en la iglesia primitiva, y en el cumplimiento de su propósi-to, doctrinas fueron introducidas por medio de las cuales la iglesia fue leudada con incredulidad en Cristo y su venida. El adversario de Dios y

del hombre arroja su sombra infer-nal oblicuamente en el sendero de los creyentes, y atenúa su estrella de esperanza, aun su fe en la gloriosa aparición del gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo. –Review and Herald, 22 de Noviembre, 1892.

No se dejen engañar El mundo, lleno de orgías, de pla-ceres impíos, está dormido en la se-guridad carnal. Los hombres están postergando la venida del Señor. Se burlan de las amonestaciones. Orgu-llosamente se jactan diciendo: “To-das las cosas permanecen así como desde el principio.” “Será el día de mañana como éste, o mucho más excelente.” 2 Pedro 3:4; Isaías 56:12. Nos hundiremos aún más en el amor a los deleites. Pero Cristo dice: “He aquí, yo vengo como ladrón.” Apoca-lipsis 16:15. En el mismo tiempo en que el mundo pregunta con despre-cio: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” se están cumpliendo las señales. Mientras claman: “Paz y seguridad,” se acerca la destrucción repentina. Cuando el escarnecedor, el que rechaza la verdad, se ha vuel-to presuntuoso; cuando la rutina del trabajo en las diversas formas de ganar dinero se lleva a cabo sin con-sideración a los principios; cuando los estudiantes procuran ávidamente conocerlo todo menos la Biblia, Cristo viene como ladrón. –El Deseado de Todas las Gentes, págs. 590, 591.

“Aguardando la esperanza bienaven-turada y la manifestación gloriosa

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de nuestro gran Dios y Salvador Je-sucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pue-blo propio, celoso de buenas obras.” (Tito 2:13, 14). Estos versículos enseñan una lección muy diferente de la que se presenta en las palabras de mu-chos que profesan creer el Evange-lio. Se nos exhorta a vivir sobria, justa y piadosamente en este mun-do actual, y a aguardar la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador Jesucristo. Algunos han objetado mi obra, porque enseño que es nuestro deber aguardar la aparición personal de Cristo en las nubes de los cielos. Han dicho: “Cuando escuchamos a la Sra. White referirse a la venida de Cristo parecería que el día del Señor ya está sobre nosotros. Ella ha esta-do predicando sobre el mismo tema durante los últimos cuarenta años, y el Señor todavía no ha venido”.

Idéntica objeción podría levantarse contra las palabras de Cristo mis-mo. Él dijo por boca de su discípu-lo amado: “Ciertamente vengo en breve”, y Juan responde: “Amén; sí, ven, Señor Jesús.” Jesús pronunció estas palabras como un mensaje de advertencia y aliento para su pue-blo, ¿y por qué no las tendremos en cuenta? El Señor ha dicho que será el siervo fiel y prudente quien será encontrado velando y esperándolo. Fue el siervo malo quien dijo: “Mi señor tarda en venir”, y comenzó a golpear a sus consiervos, y a comer

y a beber con los borrachos. –Refleje-mos a Jesús, pág. 251.

Los hombres continuarán levantan-do costosos edificios que valen mi-llones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de su insólita firmeza y su costosa imponencia, esos edi-ficios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén. Esta magní-fica construcción cayó. Dios envió a sus ángeles para hacer la obra de destrucción, de modo que no quedó piedra sobre piedra. Todo fue derri-bado (MS 35, 1906). –Comentario Bíblico Ad-ventista, tomo 5, pág. 1075.

Su pueblo ha de preservar sus ca-racterísticas peculiares como sus representantes. Hay una obra que cada uno de ellos ha de hacer. El rico brindará sus medios, el honrado su influencia, el sabio su sabiduría, el pobre su virtud, si desean ser efec-tivos obreros con Dios. Han de en-tregarse a sí mismos en una correc-ta relación con Dios, a fin de que puedan reflejar la luz de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo… Ellos han de alertar a los hombres de los juicios veni-deros. Han de representar a Cristo ante la gente.– Reflejemos a Jesús, pág. 251.

Jesús viene pronto

La venida de Cristo está más cerca que cuando por primera vez creí-mos. Se acerca el fin de la gran con-

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troversia. Los juicios de Dios están en la tierra. Hablan en solemne amonestación diciendo: “También vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:44)…

Estamos viviendo en medio de las escenas finales de la historia de esta tierra. Las profecías se están cum-pliendo rápidamente. Están trans-curriendo velozmente las horas del tiempo de gracia. No tenemos tiempo que perder, ni un momento. No seamos hallados durmiendo en la guardia. Nadie diga en su cora-zón o por sus obras: “Mi Señor se tarda en venir.” Resuene el mensa-je del pronto regreso de Cristo en fervientes palabras de advertencia. Persuadamos a hombres y mujeres por doquiera a arrepentirse y huir de la ira venidera…

El Señor va a venir pronto, y debe-mos estar preparados para recibirlo en paz. Resolvamos hacer todo lo que está en nuestro poder para im-partir luz a los que nos rodean. No debemos estar tristes, sino alegres, y recordar siempre al Señor Jesús. Él va a venir pronto, y debemos estar listos a aguardar su aparición.

¡Oh, cuán glorioso será verle y reci-bir la bienvenida como sus redimi-dos! Largo tiempo hemos aguarda-do; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo podemos ver al rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre. Me

siento inducida a clamar con gran voz: “¡Vamos rumbo a la patria!” Nos estamos acercando al tiempo en que Cristo vendrá con poder y grande gloria a llevar a sus redimi-dos a su hogar eterno…

Por largo tiempo hemos aguarda-do el retorno de nuestro Salvador. Sin embargo, su promesa es segura. Pronto estaremos en nuestro hogar prometido. Allí Jesús nos conducirá junto a la corriente viva que fluye del trono de Dios, y nos explicará las oscuras providencias por las cua-les nos condujo en esta tierra a fin de perfeccionar nuestros caracte-res. Allí contemplaremos, con cla-ra visión, las hermosuras del Edén restaurado. Arrojando a los pies de nuestro Redentor las coronas que Él habrá puesto sobre nuestras ca-bezas, y pulsando nuestras arpas de oro, llenaremos todo el cielo con alabanzas a Aquel que se sienta en el trono. –Maranata, pág. 310.

Velad y Orad

La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol bri-lla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos conti-núan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, conten-diendo por el lugar más elevado.

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Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódro-mos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin em-bargo el tiempo de gracia está lle-gando rápidamente a su fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto todos sus agen-tes a trabajar a fin de que los hom-bres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la misericordia.” – El Deseado

de Todas las Gentes, pág. 591.

Solemnemente llegan hasta noso-tros, a través de los siglos, las pa-labras amonestadoras de nuestro Señor desde el monte de las Olivas: “Mirad por vosotros, que vues-tros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.” “Velad pues, orando en todo tiem-po, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir y de estar en pie delante del Hijo del hombre.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 592.

Velemos por la gloriosa aparición

Mantengamos nuestras mentes fi-jas en la gloriosa aparición de Aquel “quien se dio a sí mismo por noso-tros para redimirnos de toda iniqui-dad y purificar para sí un pueblo

propio, celoso de buenas obras; ac-tuemos cada día de nuestras vidas como si creyéramos que su venida está a las puertas. –Review and Herald, 16 de marzo, 1886.

Abramos las puertas de nuestros corazones, para que Jesús pueda en-trar y el pecado pueda salir. Aban-donemos el mal y escojamos el bien, recordando que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, con-tra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espiri-tuales de maldad en las regiones ce-lestes.” Todos los que entren en la ciudad de Dios lo harán como ven-cedores, Jesús venció y nosotros po-demos vencer, si peleamos nuestras batallas en su nombre. –Review and He-

rald, 16 de marzo 1886.

Amén.

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Jesús y sus discípulos habían salido del templo de Jerusalén, y después de cruzar el valle de Cedrón subie-ron por la ladera del Monte de los Olivos. Al llegar a cierta altura se observa panorámicamente la ciudad deseada al frente con sus altos mu-ros, la puerta dorada y la explanada donde otrora estuvo el magnífico templo y en la actualidad se ve la do-rada cúpula de la Roca y la mezquita musulmana de Al-Aqsa. Me imagi-no vívidamente la escena. Mientras caminaban pensaron seguramente en las Palabras de Jesús que en el magnifico templo no quedaría pie-dra sobre piedra. En sus mentes asociaron tal destrucción con el fin del mundo. Cansados del camino se sentaron seguramente a la som-

bra de algún olivo, entonces como vimos en la conferencia de ayer, Pedro, Juan, Santiago y Andrés se dirigieron a Jesús con su inquietud: “Dinos le –dijeron,– ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?”

“Volviéndose a los discípulos, Cris-to dijo: ‘Mirad que nadie os enga-ñe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.’ Muchos fal-sos mesías iban a presentarse pre-tendiendo realizar milagros y decla-rando que el tiempo de la liberación de la nación judía había venido. Iban a engañar a muchos. Las palabras de Cristo se cumplieron. Entre su muerte y el sitio de Jerusalén, apa-

“Mirad que nadie os engañe;... se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terre-

motos en muchos lugares, y habrá hambres y alboro-tos; principios de dolores son estos...”

Marcos 13: 5. 8

Gerard HungerPrincipio de Dolores

sábaDo, Diciembre 8 - 2012Lectura 2

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recieron muchos falsos mesías. Pero esta amonestación fue dada también a los que viven en esta época del mundo. Los mismos engaños prac-ticados antes de la destrucción de Jerusalén han sido practicados a tra-vés de los siglos, y lo serán de nue-vo.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 582.

Querido joven, querido hermano y hermana, querido amigo que simpa-tizas con el mensaje de Dios. Qui-siera dirigirte el apelo más ferviente, porque es hora de buscar al Señor. El gran reloj de Dios, que son las se-ñales de los tiempos, nos indica que faltan solo segundos para la media noche de la historia. Jesús regresa para liberarte del drama del pecado y dolor para darnos la posesión de la herencia eterna que nos ha dado el Salvador. ¡Basta de tanta injusticia! ¡Basta de tanto dolor! ¡Basta de su-frir y ver tanto mal! Queremos estar con Jesús y poder abrazar a los seres queridos que la muerte arrebató de nuestro lado. Queremos ya entrar por las puertas de la nueva Jerusa-lén para llegar a nuestro tan espe-rado hogar. Sí, ha llegado la hora, los grandes engaños que seducen al mundo, las sangrientas guerras y violencia que existe, la crisis finan-ciera y social que afecta a nuestra sociedad, el hambre y enfermedades que tantos padecen y la secuencia de terremotos que con intensidad cada vez mayor sacuden al mundo, son el termómetro de Dios para decirnos: ¡Ha llegado la hora de la liberación!,

cuando Dios enjugará nuestras lá-grimas.

Consideremos con más detalle, al-gunas de las señales anunciadas en Mateo 24.

Engaños peligrosos

Satanás ha creado una serie de mitos religiosos que son creencias basadas en tradiciones sin fundamento ver-dadero basados en las Escrituras. Por ejemplo, la creencia que el do-mingo es el día de descanso seña-lado por Dios es un mito, pues no hay un solo texto que Dios haya transferido la santidad del sábado al domingo. También la creencia en la inmortalidad del alma, el bautismo por aspersión, el celibato, la confe-sión al sacerdote, el rapto secreto en lugar de la venida visible de Jesús y otras tantas creencias son parte del vino de Babilonia que ha embriaga-do a los habitantes de la tierra. (Apo-

calipsis 18:3).

No sólo se encuentran los sofistica-dos argumentos de la evolución en la sociedad secular de nuestro tiem-po que declaran: No hay Dios, sino están los falsos milagros en los luga-res de peregrinación, donde supues-tamente apareciera la vírgen María, en las reuniones carismáticas y en la iglesias que hablan de prodigios sin que cumplan las condiciones que muestran las Escrituras para que el poder de Dios se pueda ma-nifestar. (Hechos 5:32; Juan 14:15-17, 21). El

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espiritismo en sus múltiples formas extiende sus peligrosos tentáculos para engañar por los más variados medios, desde supersticiones triba-les, prácticas médicas dudosas, ma-sonería, yoga y esoterismo oriental con una velada mezcla de creencias cristianas.

Pero hay engaños más sutiles aún. Aquel cristianismo barato que con un entendimiento unilateral de la gracia ignora la obra de Dios en el hombre pues “sin santidad nadie verá al Se-ñor” (Hebreos 12:14). Dios espera nuestros frutos de amor en una refor-ma al hablar, actuar, comer, vestir, en la música que oímos y las recreaciones que apoyamos. (Romanos 12:1, 2), y en la obediencia fiel a todos los manda-mientos de la ley de Dios en tiempos de paz o de guerra, en la adversidad o en la prosperidad.

El ecumenismo es otro engaño sutil en nuestros días, participar del tal es caer en el terreno del enemigo pues del remanente se dice Apocalipsis 14:4 “Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes…” El anticristo extiende su influencia preparando sus garras para la crisis final predicha en Apocalip-sis capítulo 13. E.G. White advierte: “Que los centinelas que están sobre los muros de Sión no se unan con los que están invalidando la verdad tal como es en Cristo. Que no se unan en la confederación de la incredulidad, el Papado y el Protestantismo para

exaltar la tradición por encima de las Escrituras; la razón por encima de la revelación, y el talento humano por encima de la influencia divina y del poder vital de la piedad.” —Review and Herald, 24 de Marzo, 1896.

La historia nos muestra que cuando Roma no pudo doblegar a los fieles defensores de la verdad por medio de la fuerza, lo logró a menudo por medio de la diplomacia.

“Como todos los afectos e intimi-dades de la esposa deben reservarse para el esposo solo, de entre todos los hombres, así también debe rela-cionarse la iglesia con Cristo. Ella ha de guardarse para Él, como casta virgen para siempre. Ninguna alian-za, cortejo, ni vínculos, ni acuerdos, ni compromisos pueden existir en-tre ella y las potestades de la tierra.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 776,

Apéndice.

Por eso como pueblo de Dios tam-poco participamos en luchas políti-cas ni tomamos las armas. Nuestra ciudadanía es de arriba. (Filipenses

3:20). Son muchas las seducciones en nuestros días. Jesús advirtió a su pueblo con las palabras: “Mirad que nadie os engañe”.

Nación contra nación

“‘Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin.’ An-tes de la destrucción de Jerusalén,

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los hombres contendían por la su-premacía. Se mataban emperadores. Se mataba también a los que se creía más cercanos al trono. Había gue-rras y rumores de guerras. ‘Es me-nester que todo esto acontezca–dijo Cristo;–mas aún no es el fin [de la nación judía como tal.] Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pes-tilencias, y hambres, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas, principio de dolores.’ “ –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 582.

El fin estaría muy cerca–dijo Jesús– cuando se levantarían nación contra nación. Esto se cumplió literalmen-te en el siglo XX por medio de la pri-mera y segunda guerra mundial que costó la vida de unos 100 millones de personas. Después de 1945 hubo más de 30 guerras con millones de víctimas. La tensión internacional producida por la guerra fría llevo a una acelerada carrera armamentís-tica como lo predice Joel “Haced espadas de vuestros azadones, lan-zas de vuestras hoces; diga el flaco: Fuerte soy.” (Joel 3:10). Después de la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría se creyó que vendría un tiempo de paz pero “… cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer que da a luz; y no escaparán.” (1 Tesalonicenses 5:3).

El 11 de septiembre de 2001 dos avio-nes secuestrados se estrellaron contra

las torres gemelas del World Trade Center en Manhattan - Nueva York, EE.UU. Ha pasado más de una déca-da desde que el presidente de EE.UU. George W. Bush declarara después de aquel atentado que nada sería igual. Sucedieron las guerras de Irak y Afga-nistán. La llamada guerra contra el terrorismo ha cobrado unas 250.000 víctimas. Fueron hechas leyes que afectan los derechos humanos. Es un hecho conocido que existe un sofis-ticado sistema de control y espionaje electrónico de todo medio de comu-nicación: teléfono, correo electróni-co, mensajes, internet, etc. Hoy se argumenta que es para protegerse del terrorismo, pero sabemos por la pro-fecía que estas restricciones se aplica-rán pronto a las minorías que no se someten al nuevo orden mundial, que incluirá la observancia del domingo como día de reposo. Pero aunque la furia de la persecución se desate con-tra los observadores del santo sábado como lo relata Apocalipsis 13, Dios guardará a sus hijos, “fortaleza de ro-cas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.” (Isaías 33:16).

¡Estas señales nos deben desper-tar! Nos acostumbramos a oír las noticias y ¿ya no nos conmueven? Consideremos un poco como está el mundo, como se cumple la profecía. Oímos de sangrientas revoluciones, levantamientos y movimientos en los países árabes y en el norte de África. La violencia aumenta día a

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día y las catástrofes naturales se su-ceden con furia cada vez mayor.

Y habrá pestes…

El profeta Isaías declara: “Destru-yóse, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se inficcionó bajo sus moradores; por-que traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sem-piterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus morado-res fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y se disminuyeron los hombres. Perdióse el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón.” (Isaías 24:4-7).

Día a día surgen nuevas plagas y en-fermedades. Pareciera que las plantas no producen sin plaguicidas, insecti-cidas y abonos químicos, los animales son tratados con un sinfín de vacunas, remedios y medicamentos. La gente vive enferma, el mundo se ha converti-do en un hospital. El cáncer, diabetes, Alzheimer y otros males de nuestro tiempo, afectan a un gran porcentaje de la población. Desde 1981 hasta el presente han muerto de SIDA más de 25 millones de personas y actualmente hay más de 33 millones infectados por el SIDA. Este flagelo se extendió por el mundo siendo una advertencia con-tra la deforme promiscuidad moral de nuestros días.

Hambres

Quién diría que con tanta riqueza que existe, aun haya hambre en el mundo. Pero es así. Un periódico de Roma informa: “El hambre y la desnutrición matan a 6 millones de niños anualmente —cifra que equivale a toda la población en edad prescolar de Japón— y afectan a 852 millones de personas en el mundo, 95 por ciento en países en desarro-llo, denunció hoy la Organización de Naciones Unidas para la Alimen-tación y la Agricultura (FAO)”.

Alrededor de 24.000 personas mue-ren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre; cuando solo EE.UU. gastó un billón de dó-lares en casi una década de guerra en Afganistán e Irak según informó la BBC. Se cumple la profecía, Jesús viene pronto para poner fin a la in-justicia de este mundo moribundo.

Terremotos

Mientras escribo estas líneas nos llega la noticia de que un nuevo terremoto sacudió Turquía dejando su estela de muertos y gente sin hogar. Las esta-dísticas de los últimos años muestran que hay unos 31.000 movimientos telúricos por año de los cuales se pueden considerar una media de 180 como grandes terremotos con una magnitud de 6 -9,9 grados, con miles de víctimas destacándose el año 2004 con mas de 228.000 muertos y el año 2010 con mas de 320.000. La intensi-

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dad y furia de los últimos terremotos y maremotos nos deben decir algo, pues pareciera que el mundo está cansado del curso del pecado y tiem-bla ante la venida del Señor. Después del terremoto y maremoto en Japón y la catástrofe nuclear en Fucoshima se vio la vulnerabilidad de nuestro planeta y la inseguridad de las plantas nucleares.

Principio de dolores

Las crisis económicas, las catástrofes y demás señales arreciarán a medida que se acerca el fin. Santiago 5:1 de-clara “Vamos ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán”. El hombre mismo con sus ambiciones desmedidas de lucro co-labora para el calentamiento del pla-neta. “Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:18).

“La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol bri-lla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos continúan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebien-do, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los nego-ciantes siguen comprando y vendien-do. Los hombres siguen luchando

unos con otros, contendiendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódromos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin embargo el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su fin, y cada caso está por ser decidido para la eter-nidad. Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto todos sus agentes a trabajar a fin de que los hombres sean engañados, seducidos, ocupados y he-chizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la miseri-cordia.” – El Deseado de Todas las Gentes, pág. 590.

Se entregarán unos a otros

Necesitamos fortalecernos hoy en la fe para resistir la crisis final, pues se repetirá nuevamente lo predicho en Mateo 24:9, 10. “ ‘Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de to-das las gentes por causa de mi nom-bre. Y muchos entonces serán es-candalizados; y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrece-rán.’ Todo esto lo sufrieron los cris-tianos. Hubo padres y madres que traicionaron a sus hijos e hijos que traicionaron a sus padres. Amigos hubo que entregaron a sus amigos al Sanedrín. Los perseguidores cum-plieron su propósito matando a Es-teban, Santiago y otros cristianos.” – El Deseado de Todas las Gentes, pág. 583.

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Algunos de los profesos cristianos ac-tuaron del mismo modo en la primera y segunda guerra mundial entregando a la cárcel y al martirio a los hermanos del Movimiento de Reforma que se negaban a violar la ley de Dios al no tomar las armas y respetar el sábado. Esta es la historia escrita con la sangre de aquellos valientes testigos. Los que hoy no se preparan podrán caer en lo mismo en la crisis final. Y qué dolo-roso es ser entregado por aquellos que están más cerca. Jesús sufrió esa traición como lo describe el salmista: “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, por-que me hubiera ocultado de él: Mas tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar: que juntos comu-nicábamos dulcemente los secretos, A la casa de Dios andábamos en compa-ñía.” (Salmo 55:12-14). Dios nos guarde de cometer tan grande mal.

El amor de muchos se enfriará

Una noticia reciente refleja la frial-dad que vive la gente. Las cámaras de seguridad en cierta ciudad filmaron como una niña de tres años cruzó la calle y fue atropellada por un auto que no se detuvo. Pasaron 18 personas al lado de la niña herida, indiferentes sin auxiliarla lo que dio motivo a que un segundo auto pasara encima de sus piernas, hasta que una mujer fue en su ayuda. Cada uno vive para sí. Je-sús predijo: “Por haberse multiplica-

do la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:13). Dios desea que seamos una iglesia solidaria, que ama sinceramente. Que nuestros hijos y cada alma que asiste a nuestros cultos sienta que hay un clima de amor. Pero cuan a menudo somos fríos, egoístas y críticos. Tomemos en serio el repro-che “Pero tengo contra ti que has deja-do tu primer amor. Recuerda por tan-to de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras” (Apocalipsis

2:4, 5). No nos dejemos contagiar con el espíritu de este tiempo. Brindemos amor a nuestros prójimos, a nuestros seres queridos mientras los tengamos en vida, amemos a nuestros hermanos y a nuestra iglesia.

Jesús nos amó tanto, que murió en nuestro lugar. (1 Juan 4:19). Mos-tremos también nosotros nuestro amor por Él y por las almas que no conocen a Dios. El amor desintere-sado es capaz de derribar las barre-ras del prejuicio abriendo el corazón para aceptar la verdad. Mostremos al mundo que Cristo nos ha trans-formado y que buscamos vivir en unidad también en la diversidad. En lugar de criticar veamos lo bueno de nuestro prójimo y tratemos de mo-tivarlo y darle ánimo.

La lluvia temprana cayó sobre la iglesia primitiva mientras “estaban todos unánimes juntos” (Hechos 2:1).

“Sólo mediante la confesión y el aban-dono del pecado, la oración ferviente y la consagración a Dios, los discípu-

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los pudieron estar preparados para el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Una obra seme-jante, pero en un grado superlativo, debe hacerse ahora. Luego, lo único que necesita realizar el agente huma-no es solicitar la bendición, y esperar que el Señor lo perfeccione. Es Dios quien comienza y termina la obra que hace al creyente completo en Cristo Jesús. Sin embargo, no debemos ser descuidados con la gracia representa-da por la lluvia temprana. Únicamente los que viven en armonía con la ilumi-nación obtenida, recibirán más luz. A menos que avancemos diariamente en la ejemplificación de las activas virtu-des cristianas, no estaremos en condi-ciones de reconocer la manifestación del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Alrededor, otros corazones la podrán estar recibiendo, pero nosotros no lo advertiremos ni la recibiremos.” – The Review and Herald, 2 de Marzo, 1897.

Las señales de los tiempos nos di-cen que el fin está muy cerca. Enga-ños cada vez más sutiles, violencia, guerras, revoluciones y crisis casti-gan al mundo. Enfermedades, pes-tes, hambres, furiosos terremotos y la creciente falta de amor son cam-panazos anunciadores que la hora ha llegado en que Jesús viene a bus-car a los suyos, Por eso: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios oh Israel” (Amós 4:12). Hagamos nue-vos votos de entrega y consagración a Dios. Humillémonos en sincera confesión por nuestra frecuente in-

diferencia y frialdad y seamos libe-rales en dar al Señor nuestro afecto, nuestro tiempo, nuestros talentos y recursos en este nuevo año, en esta nueva etapa que tenemos por delan-te que por gracia el cielo nos quiere conceder.

Esta Semana de Oración es una áurea oportunidad que el cielo nos da, de hacer un balance del año que está por fenecer, de reconsagrarnos al Señor y de tomar nuevas decisio-nes. El tiempo se acaba, nuestra vida también puede acabar; para algunos de nosotros puede ser la última Se-mana de Oración, no lo sabemos, por eso: “Si oyeres hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:15).

Querido hermano y hermana: Jesús quiere que hoy te sientas reconciliado, perdonado y amigo de Jesús. Que dis-frutes el gozo de la salvación, el gozo de la obediencia así como el gozo del servicio al testificar a otros del maravi-lloso mensaje que iluminó tu vida. Sé fiel al que tanto dio por ti para que al final de tu peregrinación puedas decir. “He peleado la buena batalla, he aca-bado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7, 8). Dios nos lo conceda en su gracia.

Amén.

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Lectura y comprensión

Uno de los objetivos principales de la lectura es obtener entendimiento. Sin embargo, pregúntenle a cual-quier estudiante que está tratando de aprender y les dirá que a menu-do es más difícil de lo que parece. Cuando se trata de leer la Biblia, si intentas leerla usando tu propio co-nocimiento, experiencia, habilidad, invariablemente quedarás corto del entendimiento de la verdad tal como es dada por Dios. Necesitamos del Espíritu Santo para iluminarnos y guiarnos al estudiar la Palabra San-ta. Esto nunca ha sido más impor-tante que hoy en día ya que vivimos en los últimos días de la historia de esta tierra. Quiera el Señor ayudar-

nos a medida que tratamos de com-prender mejor las lecturas durante esta Semana de Oración.

Antes del fin

Una obra trascendental se presenta ante nosotros. Las palabras de Je-sús haciendo eco a lo largo de los siglos han traído tanto emoción como miedo a las personas que vi-ven en esta tierra. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). “El fin” –mi querido her-mano y mi querida hermana, ¿qué significan estas dos palabras para ti? Pronto el destino de toda alma será decidido. ¿Cómo seguidor de

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía, y guar-dan las cosas en ella escritas; porque el

tiempo está cerca”.

Apocalipsis 1:3

John BescesEl que lee... Entienda

Domingo, Diciembre 9 - 2012Lectura 3

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Cristo estás listo para proclamar la verdad para que el mundo escuche? Hay mucha confusión en el mundo hoy en día. Hay muchas versiones de la verdad. Pero cuando se trata de la verdad, de la salvación, hay solamente una verdadera versión –la versión de Dios. Dios tiene todo bajo control, y Él se asegurará de que su verdad sea escuchada por los últimos habitantes de este planeta.

“La verdad será proclamada en un lenguaje claro e inequívoco. A no-sotros, como pueblo, nos incumbe preparar el camino del Señor bajo la dirección de su Espíritu Santo. El Evangelio debe ser dado en su pureza… El mensaje, que tanto sig-nifica para todos los habitantes de la tierra, será oído y comprendido. Los hombres verán dónde está la verdad.” –Testimonios para la Iglesia, tomo

9, págs. 78, 79.

“Antes de la caída de Jerusalén, Pa-blo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, declaró que el Evangelio había sido predicado a ‘toda criatura que está debajo del cielo.’ (Colosenses 1:23). Así también ahora, antes de la venida del Hijo del hombre, el Evangelio eterno ha de ser predicado ‘a toda nación y tribu y lengua y pueblo.’ (Apocalipsis

14:6). Este mensaje evangélico será predicado y entonces vendrá el fin. No afirma que todo el mundo se convertirá, sino que ‘será predicado este evangelio del reino en todo el

mundo, por testimonio a todos los Gentiles.’” – El Deseado de Todas las Gentes, pág. 588.

El que lea, entienda

Daniel el profeta predijo la abomi-nación desoladora que habría de tomar lugar, y Jesús repitió estas palabras a sus seguidores: “Por tan-to, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda).” (Mateo 24:15). Jesús advirtió a sus seguidores de lo que iba a ve-nir muy pronto. Esta advertencia se aplicó al pueblo de Dios de ese en-tonces y se aplica al pueblo de Dios que vive en los últimos días. Tene-mos que estar despiertos y alerta a lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Estamos leyendo fielmente nues-tras Biblias? ¿Vemos los mensajes de advertencia de Dios cumpliéndose? Porque los primeros discípulos y se-guidores de Jesús, sabían y creyeron que “Tan pronto como los estan-dartes del ejército romano idólatra fuesen clavados en el suelo sagrado, que se extendía varios estadios más allá de los muros, los creyentes en Cristo debían huir a un lugar segu-ro.” –El Conflicto de los Siglos, pág. 30.

Como los acontecimientos que fue-ron profetizados a ocurrir antes del fin del mundo se acercan y en reali-dad se están cumpliendo alrededor nuestro, ¿no deberíamos entender claramente que han sido escritas como una advertencia para noso-

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tros? Señales inequívocas tomarán lugar antes que el fin venga, pero ¿las reconoceremos y comprende-remos cuando ellas ocurran? ¿Cuán bien sabemos cuáles son los eventos de los últimos días y que hemos de hacer cuando algunos de estos even-tos tomen lugar?

“Los ministros y el pueblo declara-ron que las profecías de Daniel y del Apocalipsis eran misterios incom-prensibles. Pero Cristo había llama-do la atención de sus discípulos a las palabras del profeta Daniel relativas a los acontecimientos que debían desarrollarse en tiempo de ellos… Y la aseveración de que el Apocalip-sis es un misterio que no se puede comprender es rebatida por el título mismo del libro: ‘Revelación de Je-sucristo, que Dios le dio, para ma-nifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.’ “ –El Conflicto de los Siglos, pág. 390.

Lo que viene sobre esta tierra muy pronto no es un secreto, es conocido por los seguidores de Cristo y será proclamado en el mundo para que todos escuchen.

Un tiempo para huir

Para algunos de nosotros que vivi-mos hoy, la idea de tener que huir puede ser algo extraño, mientras que para otros puede ser algo que de hecho ellos ya han experimenta-do en su vida. El huir que el pueblo

de Dios experimentará en el tiempo del fin será similar al de los prime-ros cristianos durante el tiempo de la invasión romana. La única seguri-dad de los seguidores de Cristo será huir. “Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para to-mar su capa” (Mateo 24:16-18).

Hay una gran urgencia en estas pa-labras. Hay un llamado a la acción inmediata. No puede haber retraso o vacilación aquí. Es un llamado a los seguidores de Cristo a huir con el fin de escapar de la destrucción que viene. Pero con estas adverten-cias también vienen buenas nuevas. Podemos leer lo que les sucedió a los primeros cristianos cuando ellos entendieron las señales y actuaron. “Ni un solo cristiano pereció en la destrucción de Jerusalén. Cristo había prevenido a sus discípulos, y todos los que creyeron sus palabras esperaron atentamente las señales prometidas… Empero la previsora misericordia de Dios había dispues-to los acontecimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada la señal a los cristianos que aguardaban el cumplimiento.” –El Conflicto de los Siglos, págs. 34, 35.

Cuando los ejércitos romanos se retiraron de Jerusalén por un corto tiempo, la vía de escape fue hecha posible para el pueblo de Dios. De todos modos, los que se quedaron

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sufrieron algunos de los peores ho-rrores que se han registrado en la historia de esta tierra. Por muy te-rribles que hayan sido esos eventos, lo que le espera a los habitantes de esta tierra antes del regreso de Jesús excederán en sobremanera los ho-rrores de la destrucción de Jerusa-lén. Satanás ya no estará restringido y provocará las más más feroces pa-siones de la humanidad, uno sobre otro.

¡Ay de ellos!

El pueblo de Dios no se verá afec-tado por las dificultades y durezas que caerán sobre los habitantes de la tierra. Estarán huyendo para salvar sus vidas de la destrucción venidera. Será extremadamente difícil para los adultos, sin embargo, ¿cuánto más difícil será para quienes están emba-razadas y para aquellos que tienen hijos pequeños y bebes? Acerca de ellos Jesús dijo: “¡Mas ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días!” (Mateo 24:19). “Angus-tia,” “dolor,” “aflicción,” “desgra-cia,” “miseria,” y “desesperación” son todas las palabras que tienen un significado similar a la palabra “ay.” Como seguidores de Cristo, ¿estamos prestando atención a esta advertencia en particular? ¿Estamos leyendo y entendiendo, cómo po-dríamos estar ubicándonos a noso-tros mismos aún en más dificultades para los tiempos que están por venir sobre el mundo y nosotros?

Orad

Hermanos y hermanas, necesitamos orar. Tenemos que orar con mayor celo ferviente como lo hicieron los primeros seguidores de Cristo. Je-sús dijo, “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mateo 24:20). Los inviernos en Jerusalén, Judea y en las áreas al-rededor no eran tan graves como lo son en algunas de las latitudes norte y más al sur. Con todo, Jesús conoce las durezas y dificultades añadidas que sus seguidores experimentarán si ellos tienen que huir en el invier-no. Por lo tanto, nos exhorta a orar para que no tengamos que huir en estaciones que hacen la vida más in-soportable. Además de esto, la santi-dad del sábado debe ser mantenida, y hemos de orar para que nuestra huida no sea en sábado. Nuestra responsabilidad y deber es orar. Lo que puede parecer a nuestros ojos ser imposible, no es imposible con Dios. En la historia cristiana primi-tiva, “de acuerdo con su instrucción, los seguidores de Cristo pudieron salir de la ciudad sitiada, y escapar a las montañas, no huyendo ni en invierno ni en sábado.” –Señales de los Tiempos, 2 de Noviembre, 1894.

El mismo privilegio es extendido a los seguidores de Cristo en los últimos días si ellos oran de acuerdo a su voluntad.

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Habrá entonces gran tribulación

Leemos de las terribles atrocidades que fueron cometidas sobre la na-ción judía por los romanos cuando Jerusalén fue conquistada y de la persecución de los primeros cristia-nos y el pueblo de Dios a lo largo de las edades. Por terrible que fuera, las tribulaciones de los últimos días se-rán peores. “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24:21). Los terremotos, las inundaciones, mare-motos, y huracanes; el malestar que está aumentando en muchas partes de nuestro mundo; la inestabilidad financiera con advertencias de un colapso económico global –estos no son más que pequeños precursores de lo que está por venir. Todas estas son alertas tempranas para que po-damos levantarnos de nuestro sue-ño y prepararnos para lo que dentro de poco caerá sobre la tierra y sus habitantes. Las siete plagas pos-treras serán derramadas sobre esta tierra, y los poderes del cielo serán sacudidos. ¿Estamos preparados? ¿Hemos realizado nuestro deber de advertir a otros acerca de lo que está por venir? ¿Cómo está nuestra fe, y será capaz de soportar estos eventos y el tiempo de angustia de Jacob? El Espíritu de Profecía nos dice: “…han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido

la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios.” –El Conflicto de los Siglos, pág. 708.

El pueblo de Dios será probado como nunca antes, y es por eso que estas advertencias son tan impor-tantes. Mi querido hermano, mi querida hermana, ¿te estás prepa-rando diariamente para lo que está por venir?

Si aquellos días no fuesen acortados

En su misericordia, Dios acortó los días de tribulación por sus seguido-res. “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aque-llos días serán acortados” (Mateo 24:22). Mirando hacia atrás en la historia, millones de testigos fieles dieron sus vidas por el Señor, y “si Dios no hubiese extendido la mano para preservar a su pueblo, todos habrían perecido.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 585.

Dios tiene bajo control los eventos de este mundo y de todos los acon-tecimientos que están por venir. Para el malvado no habrá seguridad, ni lugar para esconderse. Nuestra única seguridad estará en Él. El salmista declara: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas es-tarás seguro” (Salmo 91:4). Que poda-mos estar totalmente del lado del

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Señor, colocar nuestra confianza en Él, y creer que en todo lo que venga, nuestro Dios cuidará de nosotros. Oremos también que los próximos días de tribulación sean acortados en su misericordia, de acuerdo a su voluntad.

Falsos cristos, señales y prodigios

El pueblo de Dios será probado. Nuestra fe será probada como nun-ca antes. ¿Vamos por la fe, a ser ca-paces de aferrarnos con firmeza a la verdad como está en las Escrituras? “Y todo lo que es susceptible de ser removido lo será.” –El Colportor Evangé-lico, pág. 21.

¿Será nuestra fe lo suficientemente fuerte para resistir creer las imitacio-nes, las palabras suaves, y los falsos milagros que serán presentados por el enemigo? “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que enga-ñarán, si fuere posible, aun a los es-cogidos” (Mateo 24:23, 24). Aquel que no está bien fundamentado en un “Así dice el Señor” será engañado. Tene-mos que tener en mente que Satanás está tratando de destruir al pueblo remanente de Dios. El mundo ya es suyo, y él está, por consiguiente, adelantando su mayor esfuerzo para engañar a aquellos que han dado su lealtad a Dios.

Falsos Mesías han surgido a través de la historia y han tenido éxito en engañar a millones de perso-nas. Muchos se han quedado en el camino porque ellos no leyeron y no comprendieron por sí mismos lo que las Escrituras declararon como la verdad. ¿Será diferente en el día final? La verdad de Dios no ha cambiado, ni cambiará. Pero, ¿cuán firme será tu fe cuando veas impostores realizando milagros en el nombre de Cristo? ¿Vas a tratar de confiar en tus sentidos, en lo que ves y escuchas, o confiaras en tu fe y un “Así dice el Señor”?

El apóstol Juan nos aconseja: “Hiji-tos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Juan 2:18). En-gañadores vendrán, realizando la obra del enemigo y teniendo la única intención de engañar a aquellos que buscan la salvación. Nuestra única salvaguarda estará en tener un amor genuino por la verdad y aferrarnos firmes a ella, independientemente de lo que pueda venir.

Ya os lo he dicho antes

Las palabras de Jesús, “ya os lo he dicho antes.” Mateo 24:25, nos re-cuerdan que no deberíamos ser sor-prendidos por las cosas que están por venir. Ilusiones vendrán, pero Jesús nos ha advertido con ante-lación de estas cosas antes de que

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ocurran. Hemos sido advertidos para que no seamos sorprendidos y engañados.

Con el fin de prepararnos, no obs-tante, debemos saber por nosotros mismos para qué debemos pre-pararnos y cómo debemos hacer-lo. Las Escrituras y el Espíritu de Profecía nos dicen lo que debemos saber hoy para que podamos prepa-rarnos. Es nuestra responsabilidad leer, conocer y comprender lo que leemos. No estar preparado no será una excusa válida para nosotros, ya que hoy se nos ha dado el tiem-po para prepararnos. Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor, no nos demoremos más.

“Hay una gran necesidad de que nuestra fe débil debe ser acelerada, y que siempre mantengamos delante de la mente las evidencias de que el Se-ñor viene pronto, que siempre poda-mos ser hallados no solamente espe-rando, sino velando y trabajando.” –Review and Herald, 22 de Noviembre 1892.

Necesitamos que nuestro cono-cimiento y fe sean fortalecidos, y tenemos que estar trabajando ac-tivamente para acelerar la pronta venida de nuestro Señor. Aún que-da mucho por hacer. Oro para que cada uno de nosotros pueda llegar a una comprensión de nuestro deber y nuestra alta vocación. Que sea-mos instrumentos dispuestos en las manos del Señor para hacer nuestra parte en llevar el último mensaje de salvación a la última generación que vive en esta tierra. Esta es mi oración para cada lector. Además, al leer, recordemos las palabras escri-tas por el apóstol Juan: “Bienaven-turado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3). Quiera el Señor, ricamente bende-cir a todos durante esta Semana de Oración.

Amén.

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“En los anales de la historia humana, el desarrollo de las naciones, el nacimiento y la

caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas de los hombres; y en cierta medida los acontecimientos se dirían

determinados por el poder, la ambición y los caprichos de ellos. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y encima, detrás y a través de todo el juego y contrajuego de los humanos

intereses, poder y pasiones, contemplamos a los agentes del que es todo misericordioso, que cumplen silenciosa y pacientemente los

designios y la voluntad de él.”

– Profetas y Reyes, pág. 366.

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Queridos hermanos, queridos ami-gos y queridos lectores, deseo com-partir esta lectura de oración que tiene como hilo común los signos de los tiempos que preceden a la se-gunda venida de Cristo. La lectura que va a ser objeto de nuestra con-sideración tiene como fundamento los versículos del Evangelio de Ma-teo 24:29-36:

“Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtu-des de los cielos serán conmovidas. Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y en-tonces lamentarán todas las tribus

de la tierra, y verán al Hijo del hom-bre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas bro-tan, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando vie-reis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación, que todas estas cosas no acontezcan. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo”.

“Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las

puertas”

Mateo 24:33

FrancescoCaputoCuando vean estas cosas

martes, Diciembre 11 - 2012Lectura 4

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El Espíritu de Profecía afirma al res-pecto: “En su contestación a los dis-cípulos, Jesús no consideró por sepa-rado la destrucción de Jerusalén y el gran día de su venida. Mezcló la des-cripción de estos dos acontecimien-tos. Si hubiese revelado a sus discípu-los los acontecimientos futuros como los contemplaba Él, no habrían podi-do soportar la visión. Por misericor-dia hacia ellos, fusionó la descripción de las dos grandes crisis, dejando a los discípulos estudiar por sí mismos el significado.” –El Deseado de Todas las Gen-tes, págs. 581, 582.

Los versículos anteriores describen los siguientes eventos:

1) La tribulación de aquellos días;

2) El oscurecimiento del sol; 3) La caída de las estrellas;

4) La conmoción de las potencias del cielo;

5) El lamento de las naciones;

6) La resurrección y ascensión de los redimidos;

7) La aparición y el regreso de Cristo. Jesús llama a los creyentes a aprender de la naturaleza por la similitud de la higuera, añade que la generación respectiva no pasará, que cielo y tierra pasarán, pero no sus palabras y, al final, que el día y la hora de su segunda venida no son conocidas. Desarrollamos ahora nuestra lectura, aclarando y expli-cando en detalle cada parte.

Un tiempo de grave angustia

El primer punto, aquel de la angus-tia de esos días, se refiere al perio-do más oscuro de la era cristiana, que va desde 538 hasta 1798 d. C., la época de la absoluta supremacía papal, donde millones y millones de cristianos fueron martirizados.

En el Conflicto de los Siglos está es-crito: “En el siglo XIII se estableció la más terrible de las maquinaciones del papado: la Inquisición. El prín-cipe de las tinieblas obró de acuerdo con los jefes de la jerarquía papal. En sus concilios secretos, Satanás y sus ángeles gobernaron los espíritus de los hombres perversos, mientras que invisible acampaba entre ellos un ángel de Dios que llevaba apunte de sus malvados decretos y escribía la historia de hechos por demás ho-rrorosos para ser presentados a la vista de los hombres. ‘Babilonia la grande’ fue ‘embriagada de la sangre de los santos.’ Los cuerpos mutila-dos de millones de mártires clama-ban a Dios venganza contra aquel poder apóstata.” –El Conflicto de los Siglos, pág. 64.

El oscurecimiento del sol Tomando referencias siempre del Espíritu de Profecía, leemos: “Cristo declaró que al final de la gran perse-cución papal, el sol se obscurecería y la luna no daría su luz. Luego las es-trellas caerían del cielo.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 584.

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Dieciocho años antes del fin de la supremacía papal, precisamente en 1780, se produjo en el cielo uno de los signos inexplicables, el oscureci-miento del sol. Los periódicos de la época lo relatan como sigue:

“Único o casi único en su especie, por lo misterioso del hasta ahora inexplicado fenómeno que en él se verificó,… fue el día obscuro del 19 de mayo de 1780, inexplicable obs-curecimiento de todo el cielo visible y atmósfera de Nueva Inglaterra….

“Un testigo ocular que vivía en Massachusetts describe el aconteci-miento del modo siguiente: ‘Por la mañana salió el sol despejado, pero pronto se nubló. Las nubes fueron espesándose y del seno de la obs-curidad que ostentaban brillaron relámpagos, se oyeron truenos y descargóse leve aguacero. A eso de las nueve, las nubes se atenuaron y, revistiendo un tinte cobrizo, demu-daron el aspecto del suelo, peñas y árboles al punto que no parecían ser de nuestra tierra. A los pocos minu-tos, un denso nubarrón negro se ex-tendió por todo el firmamento de-jando tan sólo un estrecho borde en el horizonte, y haciendo tan obscuro el día como suele serlo en verano a las nueve de la noche….

“‘Temor, zozobra y terror se apode-raron gradualmente de los ánimos. Desde las puertas de sus casas, las mujeres contemplaban la lóbrega

escena; los hombres volvían de las faenas del campo; el carpintero de-jaba las herramientas, el herrero la fragua, el comerciante el mostrador. Los niños fueron despedidos de las escuelas y huyeron a sus casas llenos de miedo. Los caminantes hacían alto en la primera casa que encon-traban. ¿Qué va a pasar? pregunta-ban todos. No parecía sino que un huracán fuera a desatarse por toda la región, o que el día del juicio es-tuviera inminente.

“‘Hubo que prender velas, y la lum-bre del hogar brillaba como en no-che de otoño sin luna…. Las aves se recogieron en sus gallineros, el ga-nado se juntó en sus encierros, las ranas cantaron, los pájaros entona-ron sus melodías del anochecer, y los murciélagos se pusieron a revo-lotear. Sólo el hombre sabía que no había llegado la noche….

“‘El Dr. N. Whittaker, pastor de la iglesia del Tabernáculo, en Salem, dirigió cultos en la sala de reunio-nes, y predicó un sermón en el cual sostuvo que la obscuridad era sobre-natural. Otras congregaciones tam-bién se reunieron en otros puntos. En todos los casos, los textos de los sermones improvisados fueron los que parecían indicar que la obs-curidad concordaba con la profecía bíblica…. La obscuridad alcanzó su mayor densidad poco después de las once.’ –The Essex Antiquarian, abril de 1899, tomo 3, No. 4, págs. 53, 54.

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‘En la mayor parte del país fue tanta la obscuridad durante el día, que la gente no podía decir qué hora era ni por reloj de bolsillo ni por reloj de pared. Tampoco se pudo comer, ni atender a los quehaceres de casa sin vela prendida... La extensión de esta obscuridad fue también muy nota-ble. Se la observó al este de Falmou-th, y al oeste, hasta la parte más le-jana del estado de Connecticut y en la ciudad de Albany; hacia el sur fue observada a lo largo de toda la costa, y por el norte lo fue hasta donde se extendían las colonias americanas’…

La profunda obscuridad del día fue seguida, una o dos horas antes de la caída de la tarde, por un aclaramien-to parcial del cielo, pues apareció el sol, aunque obscurecido por una ne-blina negra y densa. ‘Después de la puesta del sol, las nubes volvieron a apiñarse y obscureció muy pronto.’ ‘La obscuridad de la noche no fue menos extraordinaria y terrorífica que la del día, pues no obstante ser casi tiempo de luna llena, ningún objeto se distinguía sin la ayuda de luz artificial, la cual vista de las ca-sas vecinas u otros lugares distantes parecía pasar por una obscuridad como la de Egipto, casi impene-trable para sus rayos.’… Un testigo ocular de la escena dice: ‘No pude substraerme, en aquel momento, a la idea de que si todos los cuerpos luminosos del universo hubiesen quedado envueltos en impenetrable obscuridad, o hubiesen dejado de

existir, las tinieblas no habrían po-dido ser más intensas.’ … Aunque la luna llegó aquella noche a su pleni-tud, ‘no logró en lo más mínimo di-sipar las sombras sepulcrales.’ Des-pués de media noche desapareció la obscuridad, y cuando la luna volvió a verse, parecía de sangre. “El 19 de mayo de 1780 figura en la historia como el ‘día obscuro.’” –El Conflicto de los Siglos, págs. 351-353.

Muchos siglos antes, inspirado por Dios, el profeta Joel había profeti-zado este evento con las siguientes palabras: “El sol se tornará en tinie-blas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.” (Joel 2:31).

La caída de las estrellas

No transcurrieron muchos años y se cumplió otra señal extraordina-ria, la caída de las estrellas, un fenó-meno que había ocurrido también en el pasado, pero lo que ocurrió en 1833 fue extraordinario y único en su género. El Espíritu de Profecía presenta una descripción detallada del evento:

“En 1833, dos años después de haber principiado Miller a presentar en público las pruebas de la próxima ve-nida de Cristo, apareció la última de las señales que habían sido anuncia-das por el Salvador como precursoras de su segundo advenimiento. Jesús había dicho: ‘Las estrellas caerán del cielo.’ (Mateo 24:29.) Y Juan, al recibir la

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visión de las escenas que anunciarían el día de Dios, declara en el Apoca-lipsis: ‘Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento.’ (Apocalipsis 6:3.) Esta profecía se cumplió de modo sorprendente y pasmoso con la gran lluvia meteórica del 13 de noviembre de 1833. Fue éste el más dilatado y admirable espectá-culo de estrellas fugaces que se haya registrado, pues ‘¡sobre todos los Es-tados Unidos el firmamento entero estuvo entonces, durante horas se-guidas, en conmoción ígnea! No ha ocurrido jamás en este país, desde el tiempo de los primeros colonos, un fenómeno celestial que despertara tan grande admiración entre unos, ni tanto terror ni alarma entre otros.’ ‘Su sublimidad y terrible belleza que-dan aún grabadas en el recuerdo de muchos…. Jamás cayó lluvia más tu-pida que ésa en que cayeron los me-teoros hacia la tierra; al este, al oeste, al norte y al sur era lo mismo. En una palabra, todo el cielo parecía en con-moción…. El espectáculo, tal como está descrito en el diario del profesor Silliman, fue visto por toda la Amé-rica del Norte…. Desde las dos de la madrugada hasta la plena claridad del día, en un firmamento perfectamen-te sereno y sin nubes, todo el cielo estuvo constantemente surcado por una lluvia incesante de cuerpos que brillaban de modo deslumbrador...

“‘En verdad, ninguna lengua podría describir el esplendor de tan her-

moso espectáculo;… nadie que no lo haya presenciado puede formarse exacta idea de su esplendor. Parecía que todas las estrellas del cielo se hubiesen reunido en un punto cer-ca del cénit, y que fuesen lanzadas de allí, con la velocidad del rayo, en todas las direcciones del horizonte; y sin embargo no se agotaban: con toda rapidez seguíanse por miles unas tras otras, como si hubiesen sido creadas para el caso.’ Es impo-sible contemplar una imagen más exacta de la higuera que deja caer sus higos cuando es sacudida por un gran viento...

“En el Journal of Commerce de Nueva York del 14 de noviembre se publicó un largo artículo referente a este maravilloso fenómeno y en él se leía la siguiente declaración: ‘Su-pongo que ningún filósofo ni erudi-to ha referido o registrado jamás un suceso como el de ayer por la ma-ñana. Hace mil ochocientos años un profeta lo predijo con toda exacti-tud, si entendemos que las estrellas que cayeron eran estrellas errantes o fugaces,… que es el único sentido verdadero y literal.’ “ –El Conflicto de los Siglos, págs. 380-382.

Una vez más el Señor en su mise-ricordia quería ayudar a los seres humanos a mirar hacia al cielo para que ellos pudieran entender el otro evento que se cumplió un poquito después, el paso de Jesús del lugar santo al lugar santísimo del santua-rio celestial. Los seres humanos so-

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mos demasiado propensos a aferrar-nos a las cosas terrenales que vemos, cayendo así en la ilusión o en la de-cepción más profunda. ¿No fue esto exactamente lo que ocurrió a Miller y a todos los demás en 1844?

Las potencias del cielo sacudidas

El cuarto punto anuncia que las po-tencias de los cielos serán sacudidas, pero ¿en qué sentido? ¿Qué quiere decirnos Jesús con estas palabras?

La hermana White afirma: “Las po-testades del cielo son el sol, la luna y las estrellas. Gobiernan en los cie-los. Las potestades terrenas son las que gobiernan en la tierra. Las po-testades del cielo se conmoverán a la voz de Dios. Entonces el sol, la luna y las estrellas se desquiciarán de su asiento. No se aniquilarán, sino que se conmoverán a la voz de Dios.

“Sobrevinieron sombrías y densas nubes que se entrechocaban unas con otras. La atmósfera se partió, arrollándose hacia atrás, y enton-ces pudimos ver en Orión un es-pacio abierto de donde salió la voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la santa ciudad de Dios. Vi que ahora se están conmoviendo las potestades de la tierra, y que los acontecimientos ocurren en orden. Guerras, rumores de guerra, espa-da, hambre y pestilencia conmueven primero las potestades de la tierra, y después la voz de Dios sacudirá el

sol, la luna, las estrellas y también la tierra.” –Primeros Escritos, pág. 41.

El lamento de las naciones

En la quinta sección se toma en con-sideración el lamento de las nacio-nes. Generalmente se llora cuando en la vida pasa algo triste y terrible, por ejemplo, cuando uno de noso-tros o de nuestros seres queridos se ve afectado por una enfermedad te-rrible, o peor aún, cuando la muer-te visitó nuestra familia. ¿Cuántos de nosotros hemos sido testigos de escenas desgarradoras, llantos, la-mentos y gritos de desesperación, sintiendo nuestro corazón apreta-do y las lágrimas surcar el rostro? Queríamos hacer algo, algo útil y ser de ayuda, pero hemos tenido que darnos cuenta de nuestra inca-pacidad, paralizados, inmóviles y en silencio, estábamos esperando que sucediera algo, que sanara al instan-te a los enfermos, o que el muerto resucite. El tiempo ha pasado, pero nada ha cambiado, y esto se repetirá incluso cuando el tiempo de gracia se termine y las últimas siete plagas empiecen a caer sobre la tierra una tras otra; destrucción total: plantas, animales, casas y hombres. Nadie le puede detener, es el castigo de Dios sobre los hombres impenitentes y todas las naciones llorarán, en la desesperación total, y no habrá más la gracia de Dios para aliviar su su-frimiento y para disipar sus temo-res. Se acabó, no hay esperanza para

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los malos, habrá sólo esperanza para aquellos que confiaron en Dios.

Resurrección y ascensión de los redimidos

En el sexto punto se toma en con-sideración la resurrección y la as-censión de los redimidos. Recuerdo cuando en mi niñez a menudo me despertaba con los ojos con lagri-mas, y en esos momentos me pre-guntaba a mí mismo: “¿Por qué nací? ¿Por qué debo morir? ¿Habrá algo después de la muerte? ¿Voy a ver a mis seres queridos? ¿Qué pa-sará?” Y otras preguntas más… Doy gracias a Dios que se ha revelado en mi vida y ha respondido a todas mis preguntas a través de su Palabra. Leyendo en ella he encontrado la alegría y la esperanza de la resurrec-ción y la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Nosotros, como cre-yentes estamos esperando escuchar el sonido de la trompeta y la voz de Dios que llamará a la vida a los re-dimidos, como de hecho el apóstol Pablo escribe:

“Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duer-men, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Él a los que durmieron en Jesús. Por lo cual, os decimos esto en pala-bra del Señor: que nosotros que vi-vimos, que habremos quedado hasta

la venida del Señor, no seremos de-lanteros a los que durmieron. Por-que el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán pri-mero: Luego nosotros, los que vivi-mos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras.” (1 Tesalo-nicenses 4:13-18). En estos versícu-los encontramos dos enseñanzas: la resurrección de los justos, así como la ascensión de todos los redimidos, desde Adán hasta el último sellado. En sus rostros no habrá lugar para la desesperación y el dolor, sino que tendrán un brillo radiante con la gloria de Dios y de Jesucristo nues-tro Señor.

La segunda venida de Cristo

En el punto séptimo y último toma-remos en consideración la segun-da venida de Cristo. A lo largo de la historia este evento fue el tema dominante de cada creyente y la bendita esperanza de cada cristia-no. Desafortunadamente muchos han tratado de establecer fechas, sin embargo, no teniendo en cuen-ta todo el cuadro profético descrito en la Biblia. Al hacerlo, se crearon problemas a sí mismos y para todos aquellos que habían depositado su

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confianza en ellos. Jesús ha afirmado en su palabra que “del día y hora na-die sabe”, pero también nos ha dado todas las señales de advertencia que se habrían producido poco antes de su aparición. Vivimos en la fase in-termedia porque todos los signos se han cumplido en los diferentes as-pectos de la vida social, espiritual y económica. Ver 2 Timoteo 3:1-5. Tenemos sólo que esperar el cumplimiento de lo que pasará con el cielo, el cual será “envuelto” como un pergamino (Apocalipsis 6:14) para dar lugar a la aparición de Cristo, que será au-dible, visible, gloriosa, tangible y universal.

Queridos hermanos, estamos vi-viendo en el momento más grave de la historia de nuestro mundo, los signos de los tiempos nos han ha-blado y nos hablan todo el tiempo, ¿conseguimos entenderlos correc-tamente? ¿Queremos prepararnos? ¿Deseamos ser trasladados para re-cibir al Señor en el aire? ¿Anhelamos ver la segunda venida de Jesús? Ya que seguirán adelante, las dos clases, se distanciarán más y más y ambas se están preparando para lanzar el último clamor. De los seguidores de Caín esta profetizado: “Y los re-

yes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se es-condieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero: Por-que el gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?” (Apocalip-

sis 6:15-17). “Y se dirá en aquel día: He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Je-hová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud” (Isaías 25:9).

Querido hermano, querida herma-na, querido amigo, la elección de-pende de ti, tu determinarás tu des-tino; Cristo por su parte ha hecho todo por ti. ¿Qué estás dispuesto a hacer por Jesús? ¿Qué quieres hacer con tu prójimo? ¿Qué estás listo a hacer por ti mismo? De tu decisión dependerá tu destino. ¡Elige la vida eterna!

Amén.

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El Redentor del mundo, que conoce bien el estado de la sociedad en los últimos días, representa el comer y el beber como los pecados que con-denan esta era. Nos dice que como fue en los días de Noé así será cuan-do se revele el Hijo del hombre. “Estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos” (Mateo 24: 38, 39). Ese mismo estado de cosas existirá en los últimos días, y los que creen en estas advertencias usarán el máximo cuidado de no se-guir una conducta que los coloque bajo condenación.

Estaban comiendo y bebiendo

Como pueblo de Dios debemos de levantar los principios de la Re-forma Pro- Salud, pues vivimos en una era donde la intemperancia está pasando factura a todos los que la complacen y son millones de vidas las que se pierden cada día, debemos dar la voz de alarma como lo hizo Noé. Fue la intemperancia la que hizo que los antediluvianos no en-tendieran el mensaje que Dios dio a Noé; los escritos inspirados hablan de los daños que causa en las perso-nas la intemperancia:

“Los que comen y trabajan desmedi-da e irrazonablemente, hablan y ac-

Danilo L. MonterrosoComo en los días de Noé

miércoles, Diciembre 12 - 2012Lectura 5

“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se

daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”.

Lucas 17: 26, 27

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túan irrazonablemente también. No es necesario beber licores para ser intemperante. El pecado de comer con intemperancia: comer dema-siado frecuentemente, demasiado y de alimentos indigestos y malsanos, destruye la acción saludable de los órganos digestivos, afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el pensar y el actuar en forma racional, tranquila y saludable” –Christian Tempe-rance and Bible Hygiene, pág. 155.

Cristo comenzó la obra de reden-ción en el mismo lugar donde había comenzado la ruina. La caída de nuestros primeros padres, la des-trucción de los antediluvianos y las ciudades de la llanura; se debió a la complacencia del apetito.

“Mediante la intemperancia, Sata-nás obra para destruir las facultades mentales y morales que Dios dio al hombre como un don inapreciable. Así viene a ser imposible para los hombres apreciar las cosas de valor eterno. Mediante la complacencia de los sentidos, Satanás trata de bo-rrar del alma todo vestigio de la se-mejanza divina. Cristo declara que la condición del mundo será como en los días anteriores al diluvio, y como en tiempos de Sodoma y Go-morra. Todo intento de los pensa-mientos del corazón será de conti-nuo el mal. Estamos viviendo en la víspera misma de ese tiempo pavo-roso, y la lección del ayuno del Sal-vador debe grabarse en nuestro co-razón. Únicamente por la indecible

angustia que soportó Cristo pode-mos estimar el mal que representa el complacer sin freno los apetitos. Su ejemplo demuestra que nuestra única esperanza de vida eterna con-siste en sujetar los apetitos y pasio-nes a la voluntad de Dios.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 98.

“La glotonería y la intemperancia se hallan en el fundamento de la gran depravación moral de nuestro mun-do. Satanás está consciente de esto y constantemente tienta a hombres y mujeres para que satisfagan sus gus-tos a expensas de la salud y hasta de la vida misma. En el mundo, comer, beber y vestirse se convierten en el blanco de la vida. Precisamente tal estado de cosas existió antes del di-luvio. Y este estado de disipación es una de las evidencias sobresalientes de la pronta terminación de la histo-ria de esta tierra.” –Carta 34, 1875.

Sabemos que el Señor viene muy pronto. Rápidamente el mundo está llegando a ser como era en los días de Noé. El cuadro del mundo ante-diluviano que pintó la inspiración representa con fiel veracidad la con-dición a la cual la sociedad moderna está llegando rápidamente.

Casándose y dándose en casamiento

“En los días antes del diluvio… es-taban casándose y dándose en ca-samiento, hasta el día en que Noé entró en el arca.” (Mateo 24: 38). “El

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matrimonio formaba parte del plan de Dios. Era lícito que se casaran; fue una de las primeras institucio-nes que Él estableció. Dio instruc-ciones especiales tocantes a esta ins-titución, revistiéndola de santidad y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas y el matrimonio fue pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas. Los hom-bres que vivían en ese tiempo tenían muchas esposas, lo cual era contra-rio a la sabia disposición de Dios.

“En el principio Dios dio a Adán una esposa, para mostrar a todos los que vivirían en la tierra su orden y su ley respecto a esto. La transgre-sión y caída de Adán y Eva trajo pe-cado y miseria sobre la raza huma-na, y el hombre siguió sus propios deseos carnales, cambiando la orden de Dios. Cuanto más multiplicaban los hombres sus esposas, tanto más aumentaba su maldad y desdicha. Si alguno deseaba tomar las esposas, el ganado o cualquier cosa que per-teneciera a su prójimo no tenía en cuenta la justicia y el derecho, sino que si podía prevalecer sobre su ve-cino mediante la razón de la fuerza o matándolo, lo hacía, y se regoci-jaba en sus actos de violencia. Les complacía destruir las vidas de los animales. Los usaban para alimen-to, y esto aumentaba su ferocidad y violencia, y les hacía mirar la sangre de los seres humanos con indiferen-cia sorprendente.” –Spiritual Gifts, tomo

3, págs. 63, 64.

“A los descendientes de Set se los llamaba los hijos de Dios; a los des-cendientes de Caín los hijos de los hombres. Al mezclarse los hijos de Dios con los hijos de los hombres, se corrompieron, y al unirse con ellos en matrimonio, perdieran, median-te la influencia de sus esposas, su carácter peculiar y santo, uniéndose a los hijos de Caín en su idolatría. Muchos desecharon el temor de Dios y hollaron sus mandamientos. Pero había unos pocos que seguían la justicia, que temían y honraban a su Creador. Noé y su familia esta-ban entre los pocos justos” –The Story of Redemption, pág. 62.

“La poligamia se practicó desde tiempos muy antiguos. Fue uno de los pecados que trajo la ira de Dios sobre el mundo antediluvia-no… Hizo Satanás un premeditado esfuerzo para corromper la institu-ción del matrimonio, debilitar sus obligaciones, y disminuir su santi-dad; pues no hay forma más segura de borrar la imagen de Dios en el hombre, y abrir la puerta a la des-gracia y al vicio.” –Patriarcas y Profetas, pág. 350.

El divorcio fomenta el divorcio

Lo que es lícito en sí es llevado al exceso. La depravación sexual se ex-tiende como una pandemia en todo el mundo, países que en décadas pa-sadas estaban en contra del divorcio hoy lo aprueban y es triste ver que

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hay religiones que lo apoyan, pero la Iglesia no acepta el divorcio. En las Sagradas Escrituras leemos Mala-quías 2:16 “El Eterno, Dios de Is-rael dice que Él aborrece el divorcio, porque el que se divorcia cubre su vestido de violencia –dice el Eterno Todopoderoso–. Por lo tanto guar-daos en vuestro espíritu, y no seáis desleales.”

“La mujer casada está ligada a su esposo mientras él vive. Pero si el esposo muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.” (1 Corintios 7:39).

“Una mujer casada está sujeta por ley a su esposo, mientras él vive. Pero si el esposo muere, ella queda libre de la ley del esposo. Así, si en vida del esposo, se uniera a otro hombre, se llamaría adúltera. Pero si su esposo muere, queda libre de la ley, de tal manera que no será adúltera si se casa con otro.” (Romanos 7:2, 3).

Las últimas investigaciones realiza-das en Estados Unidos, citadas por Jeannette Lofas en su libro “Step Parenting”, nos muestran la reali-dad del impacto que el divorcio está produciendo en la sociedad actual. La vertiginosa transformación de la familia nos hace prever que en un futuro cercano la estructura social se habrá modificado significativa-mente. A nivel mundial, las esta-dísticas nos muestran que cada tres minutos, se produce la ruptura de

una pareja. Un dato estadístico inte-resante muestra que la mayor parte de rompimientos de matrimonios se dan dentro de los primeros seis años. Por consiguiente, se ha esti-mado que el 60% de los divorcios afectan a niños de esa edad, o meno-res. Si tomamos como parámetro de medición a los Estados Unidos, país en donde el divorcio es más común, nos encontramos con una realidad aun más dura. La tasa de divorcio en ese país es del 50%, la mayor del mundo; esto significa que por cada 2 matrimonios, se produce un di-vorcio.

La institución del matrimonio se ha corrompido de tal modo que hasta lo más vil se da por justo, con las nuevas medidas de leyes que están tomando países desarrollados en donde están permitiendo el matri-monio entre personas del mismo sexo.

En el libro de Romanos 1:24-28 leemos “por eso, Dios los entregó a la inmundicia, debido a la con-cupiscencia de sus corazones, de modo que deshonraron sus propios cuerpos entre sí mismos. Por eso Dios los entregó a pasiones vergon-zosas. Aun sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. De igual modo, también los hombres, dejan-do la relación natural con la mujer, se encendieron en sus malos deseos los unos con los otros, cometiendo

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infamias hombres con hombres, y recibieron en sí mismos el mereci-do pago de su extravío. Y como no quisieron reconocer a Dios, Él los entregó a una mente depravada… los que practican tales cosas son dig-nos de muerte, no sólo las cometen, sino que se complacen en los que las practican.

” El matrimonio entre personas del mismo sexo rige en ocho países y Holanda fue el primer estado en legalizarlo, en 2001. Los otros paí-ses que aprobaron el matrimonio homosexual son Bélgica, que lo hizo en 2003; España y Canadá en 2005, Suráfrica en 2006, Noruega y Suecia en 2009 e Islandia el pasa-do 12 de junio. El matrimonio gay también tiene validez en algunos estados de Estados Unidos. Ecua-dor, Colombia y Uruguay cuentan con otras formas legales de unión homosexual, al igual que Alema-nia, Andorra, Australia, Austria, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia y Francia. También hicieron lo pro-pio, sin darle la entidad de matrimo-nio, Hungría, Islandia, Israel, Lu-xemburgo, Nueva Zelanda, Reino Unido, República Checa y Suiza. Es interesante notar como estas le-yes, cambian lo que Dios estableció desde el principio de la creación en relación al matrimonio y sin darnos cuenta estamos en la misma situa-ción que experimentaron los ante-diluvianos.

Y vio Dios que era mucha la violencia

“En los días de Noé, La tierra estaba llena de violencia. Guerra, crimen, asesinato estaban a la orden del día. Así también será antes de la segunda venida de Cristo.” –Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, pág. 1104.

“Los gremios laborales son incita-dos rápidamente a violencia si no se satisfacen sus demandas. Se ve cada vez más claramente que los habitan-tes del mundo no están en armonía con Dios. Ninguna teoría científica puede explicar la marcha constante de los obradores de maldad bajo el mando de Satanás. En cada tumul-to hay ángeles malos que trabajan para excitar a los hombres cometer actos de violencia. La perversidad y la crueldad de ellos llegarán a gra-do que Dios se revelará en toda su majestad. Muy pronto la maldad del mundo habrá llegado a su límite como en los días de Noé, Dios de-rramará sus juicios.” –Alza tus Ojos, pág. 332.

En Génesis 6:11-13 leemos que “a la vista de Dios, la tierra se había co-rrompido, y estaba llena de violen-cia. Miró Dios la tierra y vio que es-taba corrompida, que la gente toda había corrompido su camino sobre la tierra. Así dijo Dios a Noé: ‘De-cidí poner fin a todo ser viviente, porque toda la tierra está llena de violencia a causa de ellos. Por eso los destruiré con la tierra.’

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“Son claras las palabras escritas en la Biblia, que muestran como los jui-cios de Dios vienen a la tierra por el aumento de la violencia; la pregunta que muchos se hacen hoy es ¿cómo está la violencia en nuestros países? El 3 de octubre del 2002, la OMS dio a conocer por primera vez el informe general sobre la violencia, en donde la abordan como un pro-blema de salud pública en todo el mundo. Cada año, más de 1,6 millo-nes de personas en todo el mundo pierden la vida violentamente. Los expertos en salud pública señalan que esos datos no son sino la pun-ta del iceberg, puesto que la mayor parte de los actos violentos se co-meten puertas adentro y quedan sin registrar. Aparte de las muertes, millones de personas resultan heri-das a consecuencia de la violencia y sufren problemas físicos, sexuales, reproductivos y mentales. En el in-forme se afirma que las muertes y discapacidades causadas por la vio-lencia convierten a ésta en uno de los principales problemas de salud pública de nuestro tiempo.

La violencia es una de las principa-les causas de muerte en la población de edad comprendida entre los 15 y los 44 años, y es responsable del 14% de las defunciones entre la po-blación masculina y del 7% entre la femenina. En un día cualquiera, 1424 personas mueren en actos de homicidio, casi una persona por minuto. Aproximadamente una

persona se suicida cada 40 segun-dos. Unas 35 personas mueren cada hora como consecuencia directa de un conflicto armado. Se calcula que en el siglo XX, 191 millones de per-sonas perdieron la vida como con-secuencia directa o indirecta de un conflicto, y bastante más de la mitad eran civiles.

“Los terribles informes que oímos sobre asesinatos y robos, sobre ac-cidentes ferroviarios y hechos de violencia, cuentan que el fin de to-das las cosas está cercano. Ahora, justamente ahora, necesitamos estar preparándonos para la segunda ve-nida del Señor.” –Carta 308, 1907.

Según el informe de la OMS y las declaraciones de la inspiración pro-fética, nos damos cuenta de que el mundo está llegando a su final, los famosos entretenimientos moder-nos y el aumento de la tecnología está haciendo que la violencia sea más vista y efectiva. ¿En dónde no se encuentra y se ve la violencia? En los programas televisivos, en inter-net, en los video juegos, en los de-portes, en el hogar, en las escuelas, en las iglesias, en la calle y en to-das las esferas de nuestra sociedad. Cristo ha declarado que, como fue en los días de Noé, cuando la tierra estaba llena de violencia y corrom-pida por el crimen, así será cuando el Hijo del hombre sea revelado.

“Y… no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero

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de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos.” (2 Pedro 2:5).

“El día casi ha pasado; la noche está por llegar. Ya se ven los juicios de Dios, tanto en tierra como por mar. No se nos otorgará un segundo tiempo de gracia. Esta no es una hora para hacer movimientos equi-vocados. Agradezca cada uno a Dios de que todavía tenemos una opor-tunidad. Un año más se va para no volver, cuántos quedaron marcados por la pérdida de un ser querido, por la desintegración familiar por el pecado cometido y no confesado, por el fracaso en las finanzas; pero tenemos vida, nuestra oportunidad para buscar a Dios mientras pueda ser hallado, búscalo hoy. Mi querido hermano y hermana, Jesús intercede por ti, está a la puerta de tu corazón tocando para que le abras, Él te da salvación confía en Él, tu Ayudador.

“Antes del diluvio, Dios mandó a Noé que diese aviso al mundo, para que los hombres fuesen llevados al arrepentimiento, y para que así es-capasen a la destrucción. A medida que se aproxima el momento de la segunda venida de Cristo, el Señor envía a sus siervos al mundo con una amonestación para que los hombres se preparen para ese gran aconte-cimiento. Multitudes de personas han vivido violando la ley de Dios, y ahora, con toda misericordia, las llama para que obedezcan sus sa-

grados preceptos. A todos los que abandonen sus pecados mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo, se les ofrece perdón.” –Patriarcas y Profetas, págs. 90-93.

“‘Entonces estarán dos en el campo, uno será llevado, y el otro dejado…’ ‘Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.’ “Los justos y los impíos continua-rán viviendo en la tierra en su es-tado mortal, los hombres seguirán plantando y edificando, comiendo y bebiendo, inconscientes de que la decisión final e irrevocable ha sido pronunciada en el santuario celes-tial. Antes del Diluvio, después que Noé entró en el arca, Dios lo ence-rró en ella, dejando fuera a los im-píos; pero por espacio de siete días el pueblo, al no saber que su suerte estaba decidida, continuó en su vida descuidada y ávida de placeres, y se mofó de las advertencias del juicio que lo amenazaba. ‘Así –dice el Sal-vador– será también la venida del Hijo del Hombre’ (Mateo 24:39)...

“Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de Noé, y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia.” –El Conflicto de los Siglos, págs. 481, 532.

“Mientras Noé daba al mundo su mensaje de amonestación, sus obras demostraban su sinceridad. Así se

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perfeccionó y manifestó su fe. Dio al mundo el ejemplo de creer exacta-mente lo que Dios dice. Todo lo que poseía lo invirtió en el arca… Cada martillazo dado en la construcción del arca era un testimonio para la gente.” –Patriarcas y Profetas, pág. 72.

¿Cuál es tu testimonio al finalizar un año más? ¿Estás dando ejemplo en

tu casa, en la iglesia o en cualquier ámbito de la vida? Dios nos espera y quiere que reflejemos su carácter para que nuestro testimonio perso-nal sea un argumento poderoso a fa-vor del evangelio. Dios te bendiga.

Amén.

“Dios advirtió siempre a los hombres los juicios que iban a caer sobre ellos. Los que

tuvieron fe en su mensaje para su tiempo y actuaron de acuerdo con ella, en obediencia a sus mandamientos, escaparon a los juicios que

cayeron sobre los desobedientes e incrédulos. “A Noé fueron dirigidas estas palabras: ‘Entra

tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí’. Noé obedeció y se salvó. Este mensaje llegó a Lot: ‘Levantaos, salid de

este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad’. Génesis 7:1; 19:14. Lot se puso bajo la custodia de los mensajeros celestiales y se

salvó. Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la destrucción

de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina inminente y huyeron de la ciudad

escaparon a la destrucción. Así también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda

venida de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a

la advertencia se salvarán.”

–El Deseado de Todas las Gentes (1898), pág. 588.

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Hemos llegado al tiempo en que el Señor pronto repetirá las palabras, “he decidido el fin de todo ser.” (Gé-

nesis 6:13). ¿Qué le espera a la iglesia de Dios en los acontecimientos fi-nales? ¿Qué necesita ahora la iglesia para estar preparada y cruzar al um-bral de la eternidad? ¿Cómo pode-mos ser encontrados como siervos fieles y prudentes?

¿Nos gusta ser siervos?

Siglos atrás ciertos tipos de traba-jos eran realizados únicamente por siervos o esclavos. Ahora, a medida que el tiempo progresa y en algunos países las condiciones de vida me-joran, el trabajo considerado servil está lentamente siendo abandona-

do. Prefiriendo un nivel de vida más alto, deberes tales como de limpieza, o cuidar enfermos o ancianos son rechazados por muchos, y solamen-te los extranjeros los aceptan. No solamente eso. En realidad, ¿hoy en día, a cuántos, en cualquier país, les gusta pertenecer a la clase de “sier-vos”? Si las personas aceptan tales labores por necesidad, ¿cuántos per-manecen por mucho tiempo en esa situación? ¿A quién le gusta ser lla-mado “siervo” y no ser libre?

Los judíos del tiempo de Jesús re-chazaban por completo la idea de ser siervos, considerándolo absolu-tamente incompatible con sus sen-timientos (Juan 8:33). Pero no era así con nuestro Señor. Hablándole a

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en

el gozo de tu Señor”

Mateo 25: 21

Emmanuel ChilesheEl Siervo fiel y Prudente

Viernes, Diciembre 14 - 2012Lectura 6

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sus discípulos, claramente les dijo: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Más yo estoy entre vosotros como el que sirve.” (Lucas 22:27). Por tanto, para Jesús no era una vergüenza ser un siervo, porque esta es la posición que Él escogió para sí mismo. Si este es el caso, ¿cuál es su deseo para nosotros? ¿Cómo deberíamos ser? Él invita a cada uno de nosotros a ser un servidor (Lucas 22:26).

En la parábola de Mateo 24:45-51, el Señor se refiere a un servicio es-pecial en el que el señor de la casa coloca al siervo fiel y prudente so-bre su casa. Él no está tratando con edificios, campos, plantas, bienes o cualquier cosa, el siervo es colocado sobre seres humanos, aún “sobre su casa,” y con una responsabilidad muy esencial – “darles el alimento a tiempo” (Mateo 24:45). ¿Qué significa esto para nosotros como pueblo de Dios? ¿Cómo podemos ser bendeci-dos y bendecir a otros? Primero que todo, el Espíritu de Profecía men-ciona el ofrecimiento de la verdad presente a las personas.

El ofrecimiento del evangelio

“Un sacrificio infinito ha sido hecho en favor del hombre, pero habrá sido en vano para toda alma que no acepte la salvación. ¡Cuán importan-te es que el que presenta la verdad

lo haga comprendiendo plenamente la responsabilidad que recae sobre él! ¡Cuán tierno, compasivo y cor-tés debe ser en toda su conducta al tratar con las almas de los hombres, siendo que el Redentor del mundo demostró que las apreciaba tan al-tamente! Cristo pregunta: ‘¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su familia?’ (Mateo 24:45.) Jesús pregunta: ¿Quién? y cada ministro del Evangelio debe repetir la pregunta en su propio co-razón. Al considerar las verdades solemnes, y al contemplar el cuadro trazado con respecto al mayordomo fiel y prudente, su alma debe con-moverse hasta en lo más profundo.” –Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 390.

Pero no deberíamos pensar que esta misión está restringida solamente a los ministros. Todos somos llama-dos a ser siervos –siervos “fieles y prudentes” (Mateo 24:45) –y esto im-plica a cada uno de nosotros.

“A cada hombre le ha sido dada su obra: a nadie se disculpa. Cada uno tiene una parte que hacer, según su capacidad; y al que presenta la verdad le incumbe desentrañar cui-dadosamente y con oración la ca-pacidad de todos los que aceptan la verdad, y luego instruirlos y condu-cirlos paso a paso, dejándoles sentir la carga de responsabilidad que re-cae sobre ellos en cuanto a hacer la obra que Dios les reserva. Se debe insistir una y otra vez acerca del he-cho de que nadie podrá resistir a la

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tentación, responder al propósito de Dios, y vivir la vida de un cris-tiano, a menos que asuma su obra, sea grande o pequeña, y haga ese trabajo con fidelidad concienzuda. A todos les corresponde cierta obra además de ir a la iglesia y escuchar la Palabra de Dios. Deben practicar la verdad oída llevando a cabo sus principios en su vida diaria. Deben trabajar constantemente para Cris-to, no por motivos egoístas, sino con el deseo sincero de glorificar a Aquel que hizo todo sacrificio para salvar al hombre de la ruina.” –Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 530, 531.

Hay mucho que hacer para el siervo fiel

“‘¿Quién pues es el siervo fiel y pru-dente, al cual puso su señor sobre su familia?’ ¿Podemos nosotros con-testar? ¿Soy yo el mayordomo fiel al sagrado cometido que se me confió? A cada persona se le da una respon-sabilidad individual. Los atalayas tienen su obra específica: es la de discernir el acercamiento del peligro y hacer resonar la nota de adverten-cia. Los soldados de la cruz de Cris-to han de tener oídos aguzados para escuchar. En su puesto de responsa-bilidad han de dar a la trompeta un sonido certero para que cada uno se ciña la armadura para la acción.

“¿Qué obra estamos haciendo noso-tros individualmente para el Maes-tro? ¿Quién está revelando la verdad ante aquellos que se hallan en las

tinieblas del error? ¿Quién está sos-teniendo las palabras de vida? Los enemigos de Cristo son muchos, los cuales aunque pretenden ser jus-tos, no tienen la justicia de Cristo. Se disfrazan de ángeles de luz, pero son ministros de pecado. Este hecho debe ser suficiente para conmover a toda alma e inducirla a la acción. ¿Quiénes son los fieles mayordo-mos de la gracia de Cristo? ¿Quién está haciendo una división sabia del trabajo, llamando al servicio activo a toda alma que tiene un conocimien-to inteligente de la verdad, y dando a cada uno una obra que hacer?

“Las avanzadas han de ser guarda-das. Ha de haber hombres para sos-tener el fuerte, mientras las fuerzas que avanzan se empeñan en la gue-rra activa. A cada uno le es dada su obra. No hemos de repetir las pala-bras de los que se encuentran en el error, sino que hemos de inculcar ideas de verdad. Nuestra obra es be-neficiar a nuestros semejantes. No hemos de recorrer la huella de los opositores de la verdad, sino que he-mos de hacer resonar el mensaje del tercer ángel, que vuela por en me-dio del cielo proclamando la nota de advertencia, los mandamientos de Dios, y el testimonio de Jesucristo.” –Testimonios para los Ministros, págs. 239, 240.

Sed cuidadosos en no ser un siervo infiel

Cuando las personas administran un patrimonio considerable, tienen

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mucho valor en sus manos. Algunas veces son activos y el capital mejo-ra, en otras ocasiones no lo son, y el señor sufre una gran pérdida. En algunos casos permanecen fieles y en otros casos, son sospechosos de violar la confianza y corrupción. ¿Qué les acontecerá a ellos? ¿Qué nos pasará si adoptamos métodos corruptos y somos encontrados ne-gligentes?

“Los que son elementos inactivos tendrán ahora sobre ellos la inscrip-ción. ‘Pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto.’ Conocieron la voluntad de su Señor, pero no la hicieron. Tuvieron la luz de la ver-dad, dispusieron de todas las ven-tajas, pero escogieron sus propios intereses egoístas, y serán dejados con aquellos a quienes no intenta-ron salvar. ‘Y si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor se tarda en venir; y comenzare a herir a sus consiervos, y aún a comer y a beber con los borrachos; vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera, y a la hora que no sabe, y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas: allí será el lloro y el crujir de dientes.’

“Considerad fervientemente estas palabras. No diga nadie: ‘Eso no me atañe; soy un cristiano.’ ¿Quién dice tal cosa, tú mismo o el que lee el corazón? El mayordomo infiel tenía solemnes responsabilidades que le habían sido confiadas; ante

el mundo él aparece como un siervo de Cristo; pero ¡oh! ¡cuán deplora-ble para él mismo, y para todos los que se relacionaron con él! ¡Es un mal siervo! Está poniendo en pe-ligro los bienes de su señor. Está enseñando a las almas a pisotear la santa ley de Dios. El llama a Cristo ‘mi Señor.’ Sin embargo dice: ‘Mi Señor se tarda en venir.’ No dice que Cristo no vendrá; no se mofa de la idea de su segunda venida; sino que dice al pueblo que su ve-nida está demorada. Está quitando de la mente de los demás la convic-ción de que el Señor viene pronto. Su influencia induce a los hombres a una demora presuntuosa y descui-dada. Así bajan la guardia y se hacen eco de las palabras del vigía infiel; aun otros se hacen cargo de ellas y del mal espíritu, y los hombres son confirmados en su mundanalidad y su estupor. Su conducta es descen-dente, no ascendente; no miran el día del Señor y se apresuran hacia él. Las pasiones mundanas, los pensa-mientos corruptos toman posesión de la mente…

“El siervo malo hiere a sus consier-vos que están tratando de hacer la voluntad de su Señor. Come y bebe con los borrachos que tienen una mente carnal, a pesar de su profe-sión de cristianismo. Están opues-tos a Cristo y a la obra que Él vino a realizar en nuestro mundo; a Cristo que había de vivir la ley de Dios en la humanidad, y ser un ejemplo para

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todos los humanos.’” –Testimonios para

los Ministros, págs. 240, 241.

El peligro que amenaza a la Iglesia

“Mirad al cuadro que se dibuja del mayordomo fiel y prudente. El Se-ñor dice, ‘¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa?’ El Hijo del Hombre es representado como el hombre que yéndose lejos, dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra. ¿Comprendemos esto? ¿Actuamos sobre ello? ¿Nos damos cuenta de que a cada uno de nosotros se le da un trabajo para hacer? No todo el trabajo es dejado para quienes tie-nen una posición oficial, no para los ministros, sino que a cada miembro de la iglesia de Cristo se le ha dado su obra. No debe haber indolentes, y sin embargo, cuántos ignoran toda responsabilidad espiritual. Hay mu-chos inactivos. Las páginas del libro de Dios revelan un espacio en blan-co lúgubre. Ellos son árboles en la viña del Señor, pero no dan ningún fruto, sino que son ocupantes inúti-les del suelo.

“Me fue mostrado el peligro que amenazará a la iglesia, porque de acá y de allá personas se levantarán proclamando que ellos tienen nueva luz. Puede ser que ellos sean consi-derados como cristianos humildes, y muy conscientes en sus quehace-res, pero ellos no tienen una buena

conciencia. La razón y el sentido común son puestos a un lado, y se convierten en fanáticos. Ciertamen-te fanáticos religiosos aparecerán entre nosotros y causarán mucha preocupación y dolor a quienes tienen en su corazón la honra de la causa de Dios. Ellos no considera-rán su deber el tomar consejo con sus hermanos.” –General Conference Bulle-tin, 1 de Octubre, 1896.

“Pastores e iglesias están descuida-dos en el ministerio de educar fiel-mente a los miembros de la iglesia. Si no están familiarizados con sus deberes en este respecto, necesitan un maestro que los instruya. ‘Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y adminis-tradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los admi-nistradores, que cada uno sea halla-do fiel.’ ‘¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su se-ñor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su se-ñor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.’ “ –Australasian Union Conference Record, 25 de Febrero, 1907.

Velad, esperad, orad y trabajad

El siervo bueno no solamente está trabajando, él también tiene un deseo intenso y está orando por la venida de su Señor, haciendo toda preparación espiritual necesaria. El

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Señor ilustró esto para el beneficio de su pueblo, proveyendo una com-paración con otras circunstancias.

“Después que hubo indicado las señales de su venida, Cristo dijo: “Cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, a las puer-tas.” “Mirad, velad y orad.” Dios ad-virtió siempre a los hombres los jui-cios que iban a caer sobre ellos. Los que tuvieron fe en su mensaje para su tiempo y actuaron de acuerdo con ella, en obediencia a sus manda-mientos, escaparon a los juicios que cayeron sobre los desobedientes e incrédulos. A Noé fueron dirigidas estas palabras: “Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí.” Noé obede-ció y se salvó. Este mensaje llegó a Lot: “Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciu-dad.” Lot se puso bajo la custodia de los mensajeros celestiales y se salvó. Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la des-trucción de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina inmi-nente y huyeron de la ciudad esca-paron a la destrucción. Así también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a la advertencia se salvarán.

“Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos orde-na que velemos. ‘Bienaventurados

aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando.’ Los que velan esperando la venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera de la venida de Cristo debe inducir a los hom-bres a temer al Señor y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán grande pecado es rechazar sus ofrecimientos de mise-ricordia. Los que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad. Con la vigilancia combinan el trabajo ferviente. Por cuanto sa-ben que el Señor está a las puertas, su celo se vivifica para cooperar con los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas. Estos son los siervos fieles y prudentes que dan a la familia del Señor ‘a su tiempo… su ración.’ Declaran la verdad que tie-ne aplicación especial a su tiempo. Como Enoc, Noé, Abrahán y Moi-sés declararon cada uno la verdad para su tiempo, así también los sier-vos de Cristo dan ahora la amones-tación especial para su generación.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 589.

“Jesús dijo a sus discípulos que ve-laran, pero no respecto a un tiem-po definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que escuchan las ordenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar y tra-bajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor; pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo; pues ‘el día y hora nadie sabe.’ No podéis decir

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que Él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años… No hemos de saber el tiem-po definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo” –El Evangelismo, pág. 166.

Poco tiempo para la pre-paración y el trabajo

Continuando con este tema, el Es-píritu de Profecía escribe: “En el mundo todo es agitación. Las se-ñales de los tiempos son alarman-tes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus sombras delante de sí. El Espíritu de Dios se está reti-rando de la tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos, incendios, inundaciones, homicidios de toda magnitud. ¿Quién puede leer lo fu-turo? ¿Dónde hay seguridad? No hay seguridad en nada que sea hu-mano o terrenal. Rápidamente los hombres se están colocando bajo la bandera que han escogido. Inquie-tos, están aguardando y mirando los movimientos de sus caudillos. Hay quienes están aguardando, ve-lando y trabajando por la aparición de nuestro Señor. Otra clase se está colocando bajo la dirección del pri-mer gran apóstata. Pocos creen de todo corazón y alma que tenemos un infierno que rehuir y un cielo que ganar.

“La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol bri-lla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos conti-núan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, conten-diendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódro-mos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin em-bargo el tiempo de gracia está lle-gando rápidamente a su fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto todos sus agen-tes a trabajar a fin de que los hom-bres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la misericordia.” – El Deseado de Todas las Gentes, pág. 591.

“Solemnemente llegan hasta noso-tros, a través de los siglos, las pa-labras amonestadoras de nuestro Señor desde el monte de las Olivas: ‘Mirad por vosotros, que vues-tros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.’ ‘Velad pues, orando en todo tiem-po, que seáis tenidos por dignos de

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evitar todas estas cosas que han de venir y de estar en pie delante del Hijo del hombre.’ “ – El Deseado de Todas las Gentes, pág. 592.

Valientes y activos duran-te toda la vida

Desde el día en que Él nos llamó, nuestro tiempo al servicio del Maes-tro puede extenderse por años o aún décadas, con todo, eso no hace que el buen siervo dude o se canse sino que es constante como Caleb. En un momento de crisis, Caleb “perfecto en pos de Jehová” (Números 32:12; ver

Deuteronomio 1:36), fue particularmente bendecido en los años siguientes de su vida, siendo uno de los sobrevi-vientes que entraron a la tierra pro-metida. (Números 26:65). Después de un largo peregrinaje por el desierto, todavía era tan fuerte como en los días de Moisés e igual de dispuesto a servir al Señor. “Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés… me envió… a reconocer la tierra… Aho-ra bien, Jehová me ha hecho vivir, como Él dijo, estos cuarenta y cinco años… he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy

tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza enton-ces, tal es ahora mi fuerza.” (Josué 14:7,

10, 11). Así que a la edad de 85 años, él no estaba cansado o débil sino valiente y, por fe, listo para enfren-tar gigantes. ¡Recibió poder para echarlos, y de este modo su expe-riencia última fue más gloriosa que la primera! (Josué 15:13, 14). ¡Qué gran bendición si cada siervo de Dios en nuestros días fuera como Caleb!

Queridos hermanos y hermanas, los acontecimientos finales del mun-do están progresando, nos estamos acercando al final de nuestra histo-ria, estando a solo pasos de la eterni-dad. En vista de esto, el apóstol Pa-blo escribió: “conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño.” (Romanos 13:11). Que nuestra petición ferviente a Dios durante esta Semana de Oración sea que Él nos ayude para que nuestras vidas, nuestras familias, e iglesias sean guiadas de acuerdo a los principios divinos de nuestro gran Modelo.

Amén.

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El Jefe Puede Venir Hoy

La Segunda Guerra Mundial había comenzado, el Caballero Ernest Shackleton había navegado en un barco llamado “Endurance” en una regata por alcanzar el Polo Sur en el continente de Antártida. En su tra-yecto se encontró con obstáculo tras obstáculo. Su barco se había con-gelado y chocado con el hielo. Sus hombres terminaron varados en una pequeña isla rocosa conocida como Isla Elefante. Algunos cogieron can-grena y los dedos de sus pies tuvie-ron que ser cortados. El suministro de alimentos se les acabó. Estaban varados y enfrentando temperaturas bajo cero. A pesar de todo, en medio de sus aparentes fracasos, el Caba-

llero Shackleton ideó un plan para salvar a sus veintiocho hombres. Tomaría cinco de sus hombres en un pequeño barco con remos y re-marían ochocientas millas sin cesar noche y día a través de las aguas más ásperas del planeta hasta la Isla del Sur de Georgia para conseguir ayu-da y organizar una misión de resca-te.1 En caso de que fracasara, él se perdería en el mar, y todos sus hom-bres morirían. Mientras tanto, 22 de sus hombres se encontraban en la Isla Elefante cubiertos de monta-ñas glaciares que ofrecían poca pro-tección o playa. El mar espumeaba alrededor del campamento rocoso, sombrío, amenazador. Sin embargo, Shackleton prometió volver.

“Por tanto, también vosotros estad prepa-rados; porque el Hijo del Hombre vendrá

a la hora que no pensáis.”

Mateo 24:44

Idel Suarez MoleiroTambien vosotros preparaos

sábaDo, Diciembre 15 - 2012Lectura 7

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Frank Wild quedó a cargo de los hombres en la isla. Él tenía un plan y un lema. Estableció un orden y rutina. Todas las mañanas, todos los hombres podían escuchar al señor Wild llamando a cada uno a que se levantaran con la frase: ¡Estad pre-parados, el jefe puede venir hoy! Esto significaba que cada hombre tenía que enrollar su equipo de dor-mir, guardarlo, y empacarlo, como si fueran a dejar la Isla Elefante esa mañana.

Cuatro meses más tarde, después de navegar y recorrer trayectos a pie y navegar otra vez, el Caballero Ernest Shackleton cumplió su pro-mesa. El 30 de agosto de 1915, los hombres en la Isla Elefante vieron un barco en el mar lejano, llamado ¡Ship O! Esa mañana, dejaron que la comida se quemara y se olvidaron de comer en medio de vítores y de celebración histérica. Algunos no pudieron hablar durante unos mi-nutos. Shackleton se acercó a la ori-lla de la isla, pero nunca puso pie en tierra. Los hombres corrieron hacia el barco y dejaron la Isla Elefante atrás. ¡Estaban listos y el jefe llegó ese día!

Alegóricamente, a veces nos senti-mos abandonados, en un lugar so-litario, olvidados, pero ante la ne-cesidad de perseverar a pesar de los obstáculos. Más allá de los glacia-res y el mar abierto, una misión de rescate está siendo organizada por una persona que caminó en nuestro

planeta–isla y prometió regresar. Estamos tentados a renunciar, a de-cir “¿de qué sirve?” Sin embargo, el Maestro prometió regresar. Hoy y cada día, debemos repetir las pala-bras, “Estad siempre listos, el Señor puede venir hoy”. Tenemos que en-rollar nuestra naturaleza durmiente y tirarla a la basura. Hemos de ser los hijos de luz y no de tinieblas.

Dondequiera que estemos en nues-tro camino espiritual, Dios no nos ha olvidado. Jesús vivió con noso-tros en este planeta. Él vino a bus-car a los perdidos. Él vino a buscar a aquellos que naufragan en el pe-cado, en el mundo, y en las desgra-cias. Él dice, “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:44).

¡Oh, yo quiero ir a casa con Jesús! ¿Y tú? Otro año está por terminar, Dios te ha estado buscando y en-viándote mensajes desde su Palabra, por medio de sus siervos, y ahora también a través de esta lectura. ¿Estarás también listo para ir cuan-do Él venga?

“Por tanto, también vosotros es-tad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44).

Un Ladrón en la Noche

El versículo anterior de nuestro texto clave habla de un ladrón y un padre de familia. Leamos ambos textos:

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“Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:43, 44).

El gran Comentador bíblico inglés Matthew Henry dice que el ladrón es la muerte, nuestro enemigo. También puede simbolizar la venida de Cristo para aquellos que no están preparados para su pronta apari-ción. Pablo dice: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche.” (1 Tesalonicenses 5:2). El ladrón es nuestro enemigo. Es la muerte o se trata de la venida del Señor sólo para aquellos que no conocen a Je-sús como Señor y Salvador.

Esta parábola habla también de una casa. Henry dice que la casa es el alma del hombre. Podemos expan-dir esta idea y decir que es una casa de tres dormitorios: que es nuestro cuerpo, mente y espíritu. Los tres deben ser preservados para la venida de Jesús. Somos responsables ante Dios por la comida que alimenta nuestro cuerpo, por los pensamien-tos que llenan nuestra mente, y por la actitud que llevamos, la cual influ-ye en nuestro espíritu.

Los romanos dividieron la noche en 4 vigilias. Cada vigilia era de aproxi-madamente 3 horas de duración. La primera vigilia empezaba a las 6 de

la tarde y la última vigilia terminaba a las 6 de la mañana. En momentos determinados durante la noche, los guardias romanos pasarían por las filas a comprobar que todo estaba seguro y bien. Los centinelas ro-manos eran remplazados y nuevos guardas tomaban sus posiciones. La vigilia simboliza el tiempo des-conocido, cuando la muerte puede acercarse o el momento del regreso de Jesús en gloria. La vigilia puede ser vista como las cuatro etapas de la vida: infancia, juventud, edad adulta y vejez.

El ladrón puede entrar en la casa y deshacerla en cualquier momento de la noche. La muerte, como un ladrón en la noche, puede atacar en cualquier instante y por lo general llega cuando menos lo esperamos. No se dejen engañar pensando que sólo los ancianos mueren. Adultos, jóvenes y niños a veces son llama-dos a descansar en la providencia de Dios. Tal vez usted ha perdido un ser querido recientemente y sabe lo que duele y cómo la memoria del ser querido parece que nos persigue con remordimientos. Si tan sólo hu-biera pasado un poco de tiempo más con… Si tan sólo hubiera visitado un poco más a menudo… Si tan sólo…

Jesús mismo relacionó la palabra velad con la muerte inminente. Él dijo a sus discípulos, “Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.” (Mar-cos 14:34).

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Jesús también relacionó la palabra velad con su regreso. “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.” (Mateo 24:42). Aprovecha este día. Hoy es el día de salvación. Hoy, tengo que pasar más tiempo con Jesús. Hoy, tengo que decidir visitar su casa, su iglesia, su pueblo, más a menudo, no sólo en el sábado, sino también los demás días de culto. Hoy, tenemos que pasar más tiempo con su Palabra, en ora-ción, testificando de Jesús. Hoy, te-nemos que vivir la vida a su máximo potencial en Cristo. Hoy, puedes decidir evitar ese, “si tan sólo hubie-ra!… ¿Por qué? Porque después de la muerte no hay vuelta atrás. No pue-des deshacer o terminar o cambiar lo que estaba pendiente. El sabio Salo-món dijo: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni cien-cia, ni sabiduría.” (Eclesiastés 9:10). Solamente cuando nos damos cuen-ta que el tiempo es corto, e incierto, aprendemos a medir nuestros pen-samientos, palabras y acciones en el contexto de la eternidad. Tenemos un infierno que evitar, y un cielo que ganar por la gracia de Dios y por la sangre de Jesús.

Mientras hacía consejería pastoral visitando las cárceles y prisiones en los Estados Unidos, uno de los pri-sioneros, que había pasado muchos años en la cárcel por tráfico de dro-gas y asesinato, confesó lo que había

aprendido. Resumió su aprendiza-je en la cárcel en tres letras: PLC. Así que le pregunté, ¿qué significa PLC? Este hombre grande muscu-loso que había sido criado como un adventista nominal respondió: per-sonas, lugares y cosas. Cuando salga de la cárcel, necesito cambiar a las personas con las que salía, evitar los lugares que solía visitar, y dejar las cosas que solía hacer. Pregúntate: ¿Qué personas, lugares y cosas, ten-go que cambiar para ser más como Cristo? ¿Qué es lo que tengo que hacer para estar siempre preparado para la muerte o para Cristo? Re-cuerda que sólo los que caminan con Jesús en la tierra, más tarde lo harán en el cielo.

Hay un detalle más en la parábola que Jesús pronunció. Es el padre de familia. ¿Quién es el padre de fami-lia? Si vemos la casa como el alma, entonces el padre de familia es la voluntad. La voluntad es el elemen-to rector de la mente. Sin querer ser santo y puro, el alma no puede llegar a ser como Jesús. La voluntad es la facultad de decidir del alma. La Biblia termina invitándonos a querer ser salvos. La voluntad tam-bién es esencial para llevar la salud al cuerpo y la mente. “El poder de la voluntad no se aprecia debida-mente. Mantened despierta la vo-luntad y encaminadla con acierto, y comunicará energía a todo el ser y constituirá un auxilio admirable para la conservación de la salud. La

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voluntad es también poderosa en el tratamiento de las enfermedades. Si se la emplea debidamente, podrá go-bernar la imaginación y contribuirá a resistir y vencer la enfermedad de la mente y del cuerpo. Ejercitando la fuerza de voluntad para ponerse en armonía con las leyes de la vida, los pacientes pueden cooperar en gran manera con los esfuerzos del mé-dico para su restablecimiento. Son miles los que pueden recuperar la salud si quieren. El Señor no desea que estén enfermos, sino que estén sanos y sean felices, y ellos mismos deberían decidirse a estar buenos.” –El Ministerio De Curación, págs. 189, 190.

La Versión Reina Valera en espa-ñol usa la palabra padre en lugar de hombre bueno. El hombre bueno es el padre de familia. Cada padre de familia es responsable de velar por el bienestar de su familia y de sus miembros. Es el responsable de alimentar a su familia, proveer para sus necesidades básicas como comi-da, ropa, vivienda, seguridad, aten-ción médica y educación, pero sobre todo, de velar por su desarrollo es-piritual. Él debe servir como el sa-cerdote de la casa, mientras la madre sirve como la maestra. El padre es la cabeza, pero la madre es el corazón.

“Cada familia es una iglesia en la que presiden los padres. La primera consideración de los padres debiera ser trabajar por la salvación de sus hijos. Cuando el padre y la madre,

como sacerdote y, maestra de la fa-milia, toman su posición plenamen-te del lado de Cristo, se ejercerá en el hogar una buena influencia. Y esta influencia santificada se sentirá en la iglesia y será reconocida por cada creyente. Debido a la gran falta de piedad y santificación en el ho-gar, se estorba grandemente la obra de Dios. Nadie puede llevar a la iglesia una influencia que no ejerce en su vida familiar ni en sus relacio-nes comerciales.” –Conducción del Niño, pág. 521.

En otro sentido, este padre de fa-milia no es sólo el padre sino el pastor. Cada pastor tiene la solem-ne responsabilidad de impartir una enseñanza bíblica sólida, predica-ción, curación, y consejería. Él debe ser un ejemplo de la grey (1 Pedro 5:3) y velar por el bienestar de los corderos y las ovejas espirituales del rebaño. Cada miembro de la iglesia local debería estar orando por sus pastores y sus familias. Tienen que elevar a Jesús en oración para que puedan representar a Cristo como verdaderos pastores. Necesitan que otros en la iglesia sean voluntarios y ayuden al pastor en su trabajo por la salvación de las almas.

Como miembros, como padres, y como pastores, tenemos que estar preparados para toda buena obra para gloria de Dios. “Recuérdales… que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no

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sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” (Tito 3:1, 2).

La implicación es velar, y estar lis-tos. Necesitamos una mente correc-ta concentrada en velar y estar listos. Velando por Jesús y preparándo-nos para encontrarnos con Él debe ser una preocupación primordial y nuestro deber. Porque ese día se acerca, ya sea nuestro último día en la tierra o el primer día de nuestro viaje celestial a casa de Jesús. “Por tanto, también vosotros estad pre-parados; porque el Hijo del Hom-bre vendrá a la hora que no pensáis.”

La Preparación para el Matrimonio

En el último libro de la Biblia, en-contramos a Jesús revelando su profecía al apóstol Juan. Termina la larga serie de visiones con otra pa-rábola de estar preparados y la ur-gencia de la preparación en la vida cristiana.

“Gocémonos y alegrémonos y dé-mosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.” (Apocalipsis 19:7).

“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nue-va Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.” (Apoca-lipsis 21:2).

Tanto la iglesia como la ciudad de la Nueva Jerusalén son representa-

das como una novia que se prepara a sí misma, que se prepara para el día más grande de su vida. Jesús se presenta como marido de la iglesia, y como esposo de la Nueva Jeru-salén. ¿Por qué? Porque la iglesia triunfante vivirá en la Nueva Jeru-salén. A pesar de que equiparamos la palabra iglesia, tanto con el grupo de personas, como con el edificio, así Dios iguala la palabra novia con la iglesia y con el gran edificio nuevo de la iglesia conocida como la Nue-va Jerusalén.

“Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la relación matrimonial se emplea para re-presentar la unión tierna y sa-grada que existe entre Cristo y su pueblo. En el pensar de Cris-to, la alegría de las festividades de bodas simbolizaba el regocijo de aquel día en que Él llevará la Esposa a la casa del Padre, y los redimidos juntamente con el Re-dentor se sentarán a la cena de las bodas del Cordero. Él dice: ‘De la manera que el novio se regocija sobre la novia, así tu Dios se regocijará sobre ti.’ ‘Ya no serás llamada Dejada,… sino que serás llamada mi Deleite,… porque Jehová se deleita en ti.’ ‘Jehová… gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se re-gocijará sobre ti con cantar.’ Isaías

62:5, 4; Sofonías 3:17.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 126.

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Yo crecí con niños en casa de mis padres. Ahora que soy pa-dre, tengo una casa de niñas. Para las niñas, una boda es una gran cosa. Los niños no sueñan con su día de boda al igual que las niñas. Cuando mi niña pe-queña se enoja con una de sus hermanas, le dice, “no te invita-ré a mi boda.” Eso puede sonar gracioso para nosotros, pero la peor maldición posible sería no ser invitados a la fiesta de bodas del Cordero. La peor maldición posible sería no tener un vestido de boda para la fiesta de boda. El peor escenario sería perder a nuestro novio.

Piensa conmigo en toda la pre-paración y disposición que in-volucra una fiesta de bodas. La novia debe estar lista para elegir un novio. Él debe ser precioso y muy amado. Tiene que ser Jesu-cristo nuestro Salvador. Pablo dice, “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.” (2 Corintios 11:2). ¿Has aceptado a Je-sús como tu Salvador personal y tu guía espiritual?

La novia debe estar lista para elegir un vestido. El vestido debe ser hecho de lino blanco y fino. Es un símbolo de la justi-cia de Cristo. “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino

fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las accio-nes justas de los santos.” (Apocalip-

sis 19:8). ¿Has afirmado la justicia de Cristo por la fe? ¿Procuras mantenerla blanca y pura por obras de misericordia? Recibi-mos la justicia por la fe, y nos da fuerzas para observar su ley a la perfección dentro de nuestra propia esfera. Verdadera justifi-cación por la fe se manifiesta en una fe que obra por amor.

“Sólo por la fe en Cristo podían alcanzar el perdón de sus peca-dos, y recibir fuerza para obe-decer la ley de Dios.” –Patriarcas y Profetas, pág. 563.

“Este mensaje... Presentaba la justificación por la fe en el Garan-te [Cristo]; invitaba al pueblo a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a to-dos los mandamientos de Dios.” –Testimonios para los Ministros, pág. 90.

“Préstese obediencia perfecta a Dios por medio de la justicia im-putada de Cristo, y revelaremos al mundo el hecho de que Dios nos ama como Él ama a Jesús.” –Señales de los Tiempos, 28 de Mayo 1896.

La novia debe estar lista para elegir las damas de honor. Tie-nen que ser sabias y no necias. Tienen que estar listas para par-ticipar en la ceremonia nupcial cuando el novio aparezca. Las damas de honor son amigas

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íntimas de la novia. No pueden ser mundanas. Que la juventud especialmente medite en esto. Tenemos que elegir amigos sa-bios y no necios, porque van a tener una influencia en nuestra naturaleza espiritual. Las sabias son las que tienen las lámparas y aceite en sus vasijas. La lám-para es la Biblia que guía su ca-mino. El aceite es el Espíritu de Dios que unge sus pensamien-tos. “Más las prudentes toma-ron aceite en sus vasijas, junta-mente con sus lámparas.” (Mateo

25:4). ¿Tus amigos aman la Biblia? ¿La leen y la llevan con ellos?

La novia debe estar lista para elegir a los invitados a la boda. ¿A quiénes has invitado a venir a Jesús? ¿Estás dispuesto a invi-tar al que quiera? Dios no hace acepción de personas. No im-porta el género, la educación, la edad, la etnia o la raza. El único factor determinante es la volun-tad de venir a Jesús. ¿Luchas por llevar a otros a Jesús? ¿Estas compartiendo las buenas nue-vas a todos con los que entras en contacto? “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apocalipsis 22:17). “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.” (Apo-

calipsis 19:9).

La novia debe estar lista para elegir el menú de la boda. ¿Qué menú quiere Dios que sirvamos? Es la carne y el vino espiritual de Cristo y su sacrificio. “Mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa.” (Proverbios 9:2). Jesús es más dulce que la miel, más nutritivo que el maná celestial, y más satisfactorio que una taza de vino nuevo sin fermentar.

Mientras una novia se prepara para su gran día de boda, ella cuenta los días hasta que llegue ese día. En nuestro caso espiri-tual, no conocemos el día de la boda. No sabemos cuándo el esposo aparecerá. Vivimos en un tiempo de demora. Tenemos que vigilar y siempre estar tan listos en el momento de notifi-cación para encontrarnos con nuestro Creador y nuestro Re-dentor. Llegará el día, pero ne-cesitamos estar preparados.

El Doctor Martín Lutero, el gran reformador alemán, solía decir que sólo habían dos días en su calendario: hoy y ese día–el día que Jesús regresará. Tal vez para los reformadores de hoy, tene-mos tres días: hoy, el sábado, y ese día.

La Biblia dice que sólo las que estaban preparadas entraron a la fiesta de bodas. “…vino el es-poso; y las que estaban prepara-das entraron con Él a las bodas;

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y se cerró la puerta.” (Mateo 25:10). Después de que la puerta se cie-rra, es demasiado tarde. La pre-paración tiene que ocurrir antes de la llegada del novio.

“¿Y ustedes que no han santifi-cado sus almas por la obediencia a la verdad, esperan que Cristo en su manifestación los prepa-re? No habrá entonces sangre expiatoria para lavar las man-chas de los pecados. Es mientras se dice hoy que puedes, si quie-res, oír su voz, y no endurezcáis vuestros corazones, como en el día de la provocación. Es hoy que el Espíritu de Dios invita. Es hoy que la dulce voz de miseri-cordia está cayendo sobre los oídos. Es hoy que la invitación celestial viene a ti. Es hoy que en el Cielo todo dice, ‘Ven. Y el Es-píritu y la Esposa dicen, Ven. Y quien quiera, venga y tome del agua de la vida gratuitamente.’ “ – Review and Herald, 17 de Agosto, 1869.

Una Historia Final

Un joven recién estaba empe-zando como pastor en Londres. Le estaba hablando a un minis-tro anciano jubilado que había servido al Señor por muchos años. El joven predicador tenía una pregunta para el pastor an-ciano: “¿Puedes darme algunos consejos mientras me preparo para empezar mi nuevo trabajo como ministro?”

El anciano predicador respon-dió: “Sí, puedo. Te daré un consejo. Tú sabes que en cada ciudad en Inglaterra, no impor-ta cuán pequeña sea, en cada pueblo, aunque se oculte en los apriscos de la montaña, aún cer-ca de cada granja, podes encon-trar un camino que, si lo sigues, te llevará a Londres.

“De igual manera, cada texto que elijas leer, estudiar, predi-car, enseñar, o aconsejar de la Biblia tendrá un camino que lle-va a Jesús. Asegúrate de encon-trar ese camino, y síguelo; ten cuidado de no perderlo una sola vez. Este es mi consejo para ti, al prepararte para iniciar tu nuevo ministerio.”

¿No deberíamos todos aceptar el consejo del anciano predi-cador? Asegúrate de que cada texto que leas en las Escrituras termine con Jesús. Que Jesús sea el Omega de tu vida y voca-ción. (Apocalipsis 22:13). Asegúrate de que cada acontecimiento en tu vida esté relacionado con cómo puedes acercarte a Jesús. Que Jesús sea el camino, la verdad y la vida de tu existencia. (Juan 14:6). Asegúrate de no olvidar que has recibido una comisión de compartir el mensaje de los tres ángeles con cada persona que encuentras en una u otra manera. “Pues haciendo esto, te

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salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” (1 Timoteo 4:16).

“¿Estamos listos para tomar par-te en la gloriosa obra del tercer ángel? ¿Están nuestros vasos listos para recibir el rocío celes-tial? ¿Tenemos contaminación y pecado en el corazón? Si es así, limpiemos el templo interior, y preparémonos para la lluvia tar-día. El refrigerio de la presencia del Señor nunca caerá sobre cora-zones llenos de impureza. ¡Dios

nos ayude a morir al yo, para que Cristo, la esperanza de gloria, pueda ser formado en nosotros!” –Review and Herald, 21 de Abril, 1891.

“Por tanto, también vosotros es-tad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:44). Ten un bendecido año nuevo y que el nuevo año nos encuentre pre-parados para su regreso.

Amén.

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