Sermon Apostol Juan

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JUAN: MAESTRO DE SANTIDAD OBJETIVO: Que los oyentes sean inspirados a obtener un cambio de carácter en Cristo. LECTURA: Juan 13:23,Juan 19:26,Juan 20:2 INTRODUCCIÓN ¿Será que tienes algún defecto de carácter? ¿No has querido alguna vez ser diferente o cambiar algo en tu vida que no te gusta? ¿Hay cosas que aborreces de ti? ¿Quizás de tu manera de ser, hábitos, vicios que ha intentado cambiar y que no has podido? Quizá haz llorado amargamente porque no quieres ser como eres. Te aborreces a ti mismo porque ahora mismo has hecho un daño que te parece irreversible a los seres que más amas en el mundo. No los quieres dañar, haz tratado inútilmente de evitarlo pero irremediablemente caes presa de tus pálidos intentos por ser mejor. Ése hábito que por tanto tiempo has luchado e intentado dejar sin éxito. Sabes que te está matando a ti y dañando a los demás. Tus hijos han sido dañados producto de tus iras incontrolables, te falta paciencia y tolerancia. En lo más hondo de tu ser entiendes que eres un egoísta, intolerante, envidioso, nadie mejor que tú lo sabe. Los malos pensamientos surgen cada vez a tu cabeza y dan vuelta en ella queriendo anidarse. Tus palabras hieren y lastiman a los demás. Te siente un miserable y sin esperanza. Vives porque tienes la vida, pero no sabes qué hacer, descorazonado y sin esperanza para tu vida. Si estás batallando con alguna parte de tú carácter, entonces este mensaje es para ti. Sin duda alguna que una de las más grandes transformaciones se dio en la vida de Juan. Es el ejemplo máximo que podemos escoger para considerar en relación al cambio de carácter.

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JUAN: MAESTRO DE SANTIDAD

OBJETIVO: Que los oyentes sean inspirados a obtener un cambio de carácter en Cristo.

LECTURA: Juan 13:23,Juan 19:26,Juan 20:2

INTRODUCCIÓN

¿Será que tienes algún defecto de carácter? ¿No has querido alguna vez ser diferente o cambiar algo en tu vida que no te gusta? ¿Hay cosas que aborreces de ti? ¿Quizás de tu manera de ser, hábitos, vicios que ha intentado cambiar y que no has podido?

Quizá haz llorado amargamente porque no quieres ser como eres. Te aborreces a ti mismo porque ahora mismo has hecho un daño que te parece irreversible a los seres que más amas en el mundo. No los quieres dañar, haz tratado inútilmente de evitarlo pero irremediablemente caes presa de tus pálidos intentos por ser mejor.

Ése hábito que por tanto tiempo has luchado e intentado dejar sin éxito. Sabes que te está matando a ti y dañando a los demás.

Tus hijos han sido dañados producto de tus iras incontrolables, te falta paciencia y tolerancia. En lo más hondo de tu ser entiendes que eres un egoísta, intolerante, envidioso, nadie mejor que tú lo sabe.

Los malos pensamientos surgen cada vez a tu cabeza y dan vuelta en ella queriendo anidarse. Tus palabras hieren y lastiman a los demás. Te siente un miserable y sin esperanza.

Vives porque tienes la vida, pero no sabes qué hacer, descorazonado y sin esperanza para tu vida.

Si estás batallando con alguna parte de tú carácter, entonces este mensaje es para ti.

Sin duda alguna que una de las más grandes transformaciones se dio en la vida de Juan.

Es el ejemplo máximo que podemos escoger para considerar en relación al cambio de carácter.

Su cambio no fue asunto del azar, no fue algo especial ó un asunto fuera de lo común. Él, al igual que otros santos bíblicos usaron los medios que Dios había colocado a su alcance ¡y todos los que pongan el mismo esfuerzo alcanzaran los mismos resultados!

Los invito para que analicemos la vida de Juan.

Veamos quién era Juan sin Cristo y quien era Juan con Cristo y como logró su maravillosa transformación.

El apóstol Juan nos enseña como poder hacerlo. Él es un testimonio, un baluarte de trasformación.

I. JUAN: Antes de ser transformado por Cristo

¿Quién era Juan sin Cristo? ¿Qué clase de hombre era Juan?

Hay quienes piensan - era – santo, bueno, manso y por eso Jesús lo amaba. Pero ¿Ama Jesús sólo a los buenos? No. ¿Amaba Jesús más a Juan que a Pedro? No. Dios no hace acepción de personas ¿Era Juan amable por naturaleza? No.

Juan poseía y arrastraba con graves defectos de carácter heredados, adquiridos y cultivados.

Uno se queda sorprendido cuando lee las escrituras con respecto a la vida de Juan.

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De los doce apóstoles Juan era el que más lejos estaba del ideal de Dios. Había en él terribles defectos de carácter.

Era el discípulo más joven de todos los apóstoles. Era un joven argulloso, ambicioso, iracundo y combativo. Sobre todo era impulsivo y criticón.

Lo primero que sorprende se llama a sí mismo “el discípulo a quien amaba Jesús”.

Juan 13:23, Juan 19:26, Juan 20:2, Juan 21:7, Juan 21:20 ( leerlos )

Esto es una tremenda afirmación, hasta nos parece jactancioso; eso es lo que intriga a muchos ¿se siente usted amado de Dios? ¿Puede usted decir: “Yo soy… Carlos, Luisa, etc. El discípulo a quien Jesús ama?

Otro aspecto que encontramos de su vida es con respecto al llamado que les hace nuestro Señor Jesucristo a él y a su hermano.

Cuando los llamó les puso un nombre muy especial, Marcos 3:17. Boanerges en Arameo quiere decir “hijos del trueno”.

Seguramente ellos no recibieron ese apodo por ser suave, ni cariñoso y mucho menos gentil. Vaya tipo de carácter que debía haber tenido una persona para que se e pudiese llamar hijo del trueno. Era combativo, continuamente entraba en luchas y discusiones, de un pésimo carácter. Continuamente se peleaba con su hermano y con sus compañeros. Muy parecido a mí, muy parecido a ti, muy parecido a todos nosotros.

Éstos y otros defectos se dejaron ver en su vida.

La palabra de Dios nos relata bastantes episodios donde aparece su mal genio, su deseo de venganza, y su espíritu de crítica.

Mientras andaba con Jesús cualquier desprecio hecho a este despertaba su indignación, su espíritu combativo.

En una ocasión cuando iban camino a Samaria, los Samaritanos no quisieron darle cabida al Señor Jesús, los samaritanos los corrieron de sus tierras. Lucas 9:51-56. Aquí vemos nuevamente el carácter del apóstol, le dijeron al Señor Jesús si querían que oraran para que callera fuego del cielo y quemara la ciudad completa. El maestro en su paciencia los reprendió diciéndoles que no sabían lo que pedían.

En Lucas 9:49 y 50 encontramos otro episodio de su vida. Encontraron a un hombre que echaba demonios pero como no andaba con ellos se lo prohibieron. Jesús los reprende de nuevo diciéndole que no se lo prohibieran (Marcos 9:39).

Una vez juntamente con su hermano le hicieron una petición a Jesús (Mateo 20:20-22). Querían el lugar de honor, la preferencia, eran egoístas. Primero lo piden ellos personalmente a Jesús, pero como no les dio resultado, mandan a su madre con Jesús para que hiciera la misma petición (Marcos 20:20).

Este era el egoísta Juan. Muy parecido a mí, muy parecido a ti, muy parecido a todos nosotros.

Todos los discípulos tenían graves defectos, pero Juan era el peor, tenía un mal genio terrible. Vean la lista del carácter de Juan: ambicioso, combativo, criticón, impetuoso, orgulloso, rápido en resentirse, rápido en ofenderse, rencoroso, vengativo, de espíritu violento, agresivo, nada gentil, nada suave, pretencioso y celoso.

¿Nos gustaría tener un carácter así? Normalmente es difícil encontrar todos esos problemas de carácter en una persona. Muchas veces el que es ambicioso, por otro lado es amable con la gente, porque por conseguir su ambición trata de hacer

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relaciones humanas para conseguirlo, pero este hombre era ambicioso y se llevaba mal con la gente. Normalmente una persona que es agresivo no es rencorosa, explota rápido pero así se le pasa. En cambio Juan era rápido en enojarse y era difícil en contentarse. Todos los defectos de carácter estaban presentes en Juan. Heredados, aprendidos desde la infancia, cultivados, acariciados y practicados.

Juan era todo lo contrario a Judas. Judas era una persona refinada, una persona educada, una persona gentil, una persona con cultura. Cualquiera que hubiese visto a Judas hubiese dicho: “¡Qué hombre más cristiano! ¡Qué hombre más consagrado! ¡Qué carácter más lindo tiene él!”. Juan en cambio era tosco, rudo, orgulloso, pretencioso, ambicioso de honores.

Esos defectos los tenía Judas también; pero lo que no tenía Judas pero que sí tenía Juan, era que Judas era impetuoso. Se resentía rápidamente. Cuando le decía algo y a él no le parecía, se enojaba, se peleaba con la persona, luego guardaba rencor en su corazón, ya no le volvía hablar, ya no quería saber más nada con él. Él y su hermano eran tremendos.

II. JUAN: Después de ser transformado por Cristo

¿Creen ustedes que un hombre con estas características puede llegar a cambiar? Humanamente es imposible. Se requiere un poder superior y Juan lo logró. Fue transformado completamente por el poder de Cristo. Se convirtió en Juan epistetio

Juan representó en su carácter los atributos de Dios (HAp, pág. 435). Tenía en su carácter las características que tiene el Señor Jesús. La gloria del Señor se expresaba en su semblante, la belleza de la santidad que lo había transformado brillaba en su rostro con un resplandor semejante al de Cristo.”

De Enoc se dice: (PP, pág. 75) “Tenía el rostro radiante de una santa luz, semejante al que resplandece del rostro de Jesús. Cuando regresaba de estar en comunión con Dios, hasta los impíos miraban con reverencia ese sello del cielo en su semblante”. Por eso una persona cristiana es reconocida, es diferente, se ve diferente, su rostro luce diferente. Por eso Satanás brillaba más que todos los ángeles, es el que estaba más cerca de la presencia de Dios, estaba “en medio de las piedras de fuego.” Dios promete que así brillaremos nosotros al estar su presencia en el cielo. Dan. 12:3“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.

El rostro de Juan brillaba, ahora había amor en su vida.

Las cartas de Juan son conocidas como las cartas del amor.

Cuando leemos sus cartas encontramos que el tema que se repite una y otra vez es el amor:

1 Juan 3:17, 18,1 Juan 4:7 ,1 Juan 4:8, 1 Juan 4:10, 11,12, 1 Juan 4:16, 1 Juan 4: 1, Juan 4:20,21, 2 Juan 6 (leer)

A medida que pasaron los años Juan llegó a tener un cambio grandioso en su vida, al grado que después que el Señor Jesús había muerto y resucitado y se había ido al cielo; la gente que había conocido al Señor Jesús ahora sabían que estaba en el cielo. Pero cuando escuchaban predicar al apóstol Juan le recordaba tanto a Jesús que no podían quitar la vista de él. Juan llegó a imitar de tal manera a Jesús que hasta se parecía en su manera de hablar, entonación de su voz, en los ademanes en su manera de caminar, en todo. Los que habían conocido al Señor Jesús en persona decían “Se parece al mismo maestro” “es igualito en todo”. Hasta su rostro se veía a un resplandor semejante al de Cristo Jesús.

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HAp. Pág. 435 “En su adoración y amor contemplaba al Salvador hasta que la semejanza a Cristo y el compañerismo con Él llegaron a ser su único deseo. Y en su carácter reflejó el carácter perfecto de Cristo.”

Todo en la vida de Juan había cambiado.

Así era Juan.

¿Cómo es que un hombre así llegó a ser la personificación del carácter de Cristo? ¿Cómo fue que este discípulo llegó a cambiar completamente su vida? ¿Anhelas tener un carácter distinto? ¿Quieres vencer tus defectos de carácter? ¿Te gustaría poder reflejar en tu vida el carácter inmaculado del Señor Jesús? ¿Te gustaría que los demás digan cuando te miran: “¡qué hermoso carácter tiene!”

Hay esperanza para nosotros. El ser humano puede cambiar, puede ser diferente, puede y es capaz de vivir una nueva vida. Una vida llena de gozo, felicidad, una vida plena y total. El apóstol Juan nos enseña como poder hacerlo. Él es un testimonio, un baluarte de trasformación.

III. JUAN: Manera en que fue transformado por Cristo

Juan poseía y arrastraba con graves defectos de carácter heredados, adquiridos y cultivados. Sin embargo llegó a cambiar su vida a la semejanza de Cristo Jesús.

¿Cómo lo hizo?

Primero, reconocer en humildad nuestros defectos. Juan no era perverso, ni impío. Era un diamante en bruto. Era de ese tipo de personas impetuosas: Fallan, se apenan, se avergüenzan. Del tipo de personas que se enojan pero se arrepienten. El maestro discernía que debajo de todo ese carácter rudo había un diamante en bruto, discernía un corazón ardiente, sincero y

amante. Cuando el maestro lo reprendía buscaba cambiar. Tenía la suficiente humildad para decir “Yo estoy mal”.

Debemos percibir dónde está nuestro error. Ubicarlo y aislarlo.

Cuanto más cerca estaba de Jesús más notorios eran sus defectos de carácter. Más se daba cuenta de su cáncer pecaminoso y lo vil que era. Cuanto más caminaba con Jesús más se veía a sí mismo lo ruin que era.

A medida que el carácter divino del Señor se le manifestaba, Juan comenzó a ver sus propias deficiencias. Y esta revelación le humilló. Día tras día, en contraste con su propio espíritu violento contemplaba la ternura, la tolerancia de Cristo Jesús, oía sus lecciones de humildad y paciencia, día tras día su corazón fue atraído a Cristo hasta que se perdió de vista a sí mismo por amor a su maestro. Y el poder, la ternura, la majestad, la mansedumbre, la fuerza y la paciencia que vio en la vida diaria del hijo de Dios llenaron su alma de admiración.

Juan era humilde en reconocer sus defectos. Esta es la diferencia con Judas. A diferencia de él, Juan era humilde, reconocía sus defectos. Judas se ofendía cuando le señalaban sus defectos de carácter, no quería aceptarlos.

Judas y Juan representan los dos grupos de personas que hay dentro de la iglesia. El trigo y la cizaña, representan a los profesos seguidores de Cristo, ambos discípulos amaban al señor Jesús, ambos seguían al maestro, ambos estaba a su servicio, ambos habían sido ordenados al ministerio de Cristo. Ambos andaban en compañía de Jesús y le seguían, los dos escucharon las mismas enseñanzas.

Así como los hermanos viene a la iglesia tienen las mismas oportunidades, los mismos cultos, los mismos sermones son para todos, todos tiene las misma oportunidad. Los dos poseían graves defectos de carácter. Judas más refinados, Juan más

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visible. Pero los dos tenían que cambiar. Uno humildemente acepto sus defectos de carácter el otro se ofendía cuando se señalaba su error.

Segundo, Juan luchó fervorosamente contra sus defectos de carácter. Debemos luchar contra el mal. Tenemos una lucha a duelo, a muerte. El nuevo y el viejo hombre no pueden vivir juntos.

Juan luchaba continuamente contra esos defectos. En cambio Judas violaba sus consciencia cediendo a la tentación y buscaba excusas para su mal, luego racionalizaba su pecado. Se iba ligando cada vez más a sus malos hábitos.

Cada vez que uno comete una falta, esa falta e va arraigando cada vez más en el corazón. Cada vez que uno piensa lo malo. Eso se queda más grabado, como un surco. Los caminos en el zacate se marcan cuando camina. Así sucede en nuestra vida. Cuanto más practicamos el pecado tanto más se va quedando grabado en nuestra vida, tanto más se va arraigando al punto que no podemos deshacernos de él. A tal punto que nos domina y llegamos a ser esclavos y por más que queremos no podemos librarnos y nos hundimos cada vez mas; y cada vez se nos hace más difícil dejarlo.

Para el ser humano es imposible borrar las marcas del pecado. La única manera es hacer un nuevo surco. Cuando esta hecho no puede cambiar.

Debe hacer un nuevo surco. Llenar mi mente de Cristo Jesús. Piensa en su amor, en la belleza y perfección de su carácter, Cristo en su humillación, Cristo en su cruz, Cristo en su exaltación, imitándole dependiendo enteramente de él es como serás transformado a su imagen y semejanza.

CC 70 llena tu mente de Cristo, hablemos de Jesús, pensemos en él si le contemplamos constantemente seremos

transformados en la misma semejanza como de gloria en gloria por el espíritu del Señor.

El carácter de Cristo debe ser el tema de nuestra consideración. ¿Por qué siempre pensamos en el dinero, en la casa, en los estudios, en los juegos o partidos, en un carro nuevo? Cuando uno compra un carro nuevo habla y habla de él. Cuando uno tiene una novia, todo lo que piensa gira en torno de esa novia. Toda la mente gira en torno a eso, habla con un amigo y ¿De qué está hablando? De la novia ¿Por qué? Porque eso toma prominencia. Cuando Jesús llegue a formar la parte más importante de nuestra vida hablaremos de él.

¿Por qué no podemos hablar de Jesús como una persona real? ¿Por qué si podemos hablar con otros cristianos de tantas cosas pero no de Jesús?

Tercero, Contemplar al Señor Jesús continuamente. Ponerse en contacto con Jesús. Buscar la comunión diaria con él.

1 Juan 1:1-3 usa varios verbos interesantes: –vio –miró –oyó –palpó –manifestó –tocó= al verbo de vida HA 434: “Debido a su amor hacia Cristo, Juan deseaba siempre estar cerca de Él”. Juan quería ver ese rostro –boca –mirada –gestos –ademanes.

HA 445: “Durante los años de su íntima asociación con Cristo, a menudo fue amonestado y prevenido por el salvador, y aceptó sus reprensiones. A medida que le carácter del divino maestro se le manifestaba, Juan vio sus propias deficiencias, y esta revelación le humilló. Día tras día, en contraste con su propio espíritu violento, contemplaba la ternura y la tolerancia de Jesús y oía sus lecciones de humildad y paciencia. Día tras día, su corazón fue atraído a Cristo hasta que se perdió de vista a sí mismo por amor a su maestro. El poder y la ternura, la majestad y la mansedumbre, la fuerza y la paciencia, que vio en la vida diaria del hijo de Dios llenaron su alma de

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admiración. Sometió su temperamento resentido ambicioso al poder modelador de Cristo y el amor Divino realizó en Él una transformación de carácter.”

Se perdió de vista a sí mismo. Sólo quería ver, oír a su maestro.

Tanto lo vio, tanto lo oyó, tanto pensó en él. Veía el contraste, mientras más se comparaba con su maestro más veía sus defectos: egoísta, violento, ambicioso, mal genio. Hasta que se aborreció a sí mismo y pidió con lágrimas ser transformado.

Y su pedido fue contestado. Juan fue transformado.

El orgulloso y ambicioso hijo de Zebedeo; llego a ser Juan el discípulo amado. Juan, el hombre del mal genio y espíritu vengativo, autoritario; llegó a ser manso y humilde. Juan Boanerges, el hijo del trueno; llegó a ser Juan episthetios, el que se inclina sobre el seno. Juan, el hombre que tenía graves defectos de carácter; llegó al punto de ser transformado en hombre de santidad, llego a ser Juan: ¡Maestro de santidad¡

HA 446: “Pueden existir defectos notables en el carácter de una persona, pero cuando llega a ser un verdadero discípulo de Cristo, el poder de la gracia Divina le transforma y santifica. Contempla como por un espejo la gloria del Señor, es transformado de gloria en gloria, hasta que llega a ser semejante a aquél a quién adora”.

2 Corintios 3:18 dice (leer):

¿Tiene usted defectos graves? ¿Se avergüenza de ellos? ¿Otros los juagan y lo condenan? Haga lo que hizo Juan: Entréguese a Cristo. Véalo, óigalo, mírelo, tóquelo; llévelo con usted, viva con él. No quiera saber ninguna cosa sino a Cristo y Cristo crucificado. Aísle sus defectos, reconózcalos. Busque cada día a Cristo, medite en él, piense en él viva en él, en su Biblia, la oración, la iglesia. Hágalo lo principal en su vida. Haga estas

cosas sencillas y entonces será transformado. Yo se lo aseguro, Es una ley de la naturaleza intelectual y espiritual

CS 611: “Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra amar y reverenciar.”

¿En qué se ocupa tu mente? TV, música, novelas, acariciar pecados ocultos, pornografía, etc.

Si ocupas tu mente en Cristo, te aseguro que serás diferente.

Conclusión

Yo quiero cambiar mi vida. Jesús la puede cambiar. Hay poder en Cristo, Él puede transformarte hoy si tú se lo permites. La transformación no es un milagro ni algo especial. Todos lo podemos alcanzar, podemos obtener el mismo resultado de una vida transformada. Pueden existir graves defectos en el carácter una persona pero el poder de la gracia divina lo transforma y lo santifica hasta que ser convierte en semejante aquél a quien adora. Juan era maestro en santidad: “En Juan se ejemplifica la verdadera santificación.” Es el ideal que Dios tiene para cada uno de sus hijos. Cristo no solo nos persona, limpia, borra nuestro pecado pasado. Él viene a morar en el corazón humano. Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo… Él dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo...” Quedarse a cenar es quedarse a dormir. Ya no se iba, se quedaba. Dios quiere entrar en tu vida para entrar y transformarte, Cristo vivirá en ti, ya no será tú. Es posible vivir como Cristo, es posible ser transformado, es posible ser diferente. Es posible morir al yo. Es posible vencer nuestras debilidades, es posible ser victorioso en Cristo. Tenemos el

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poder a nuestro alcance. Ya puedes ser transformado, ya puedes ser diferente.Jesús me puede cambiar, Jesús te puede cambiar, Jesús nos puede cambiar. ¿Quieres que te cambie a ti? ¿Quiere vencer tus defectos de carácter? Mal genio, que te quite orgullo, envidia, espíritu de crítica, malos pensamientos, malas actitudes. En Cristo llegamos a ser verdaderamente diferentes.

Llamado…