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ARQUITECTURA NEOGOTICA EN BUENOS AIRES Y ALREDEDORES
OFELIA MANZI
Segundo congreso Internacional
ARTES EN CRUCE
Buenos Aires 4-6 octubre 2010.
Este trabajo se inscribe en un proyecto de estudio de ejemplos de arquitectura neogótica
en Buenos Aires y alrededores. La investigación, iniciada con los edificios neogóticos
pertenecientes a cultos protestantes, ha permitido acceder a un material de fuentes
primarias, en muchos casos inédito y completar el estudio arquitectónico con el abordaje
de elementos tales como vitrales, objetos de culto y mobiliario, todo lo que configura un
campo particularmente interesante y poco estudiado en nuestro medio. La posibilidad de
aplicar una metodología de análisis basada en la experiencia del trabajo con la obra
producida en la Edad Media, significa, igualmente una forma de optimizar recursos para
ponerlos al servicio del conocimiento del arte nacional.
Algunos de los ejemplos que permiten caracterizar el tipo de investigación, siguen a
continuación:
1.- El neogótico
Hacia 1840, comienza a afirmarse en Inglaterra una concepción de la estética
basada en una revaloración del estilo gótico y destinada a cumplir un papel preponderante
en la arquitectura, especialmente la religiosa, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX
y comienzos del XX, tanto en Europa como en América.
Varias son las líneas de pensamiento que contribuyeron al surgimiento de este estilo
que rivalizará, en su momento con el neoclásico, acreditado desde las últimas décadas del
siglo XVIII. Entre ambos estilos existen con frecuencia, ciertas interrelaciones aunque no
todas incidieron con igual intensidad en la gestación y difusión del estilo.
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Si nos atenemos a un orden cronológico, en un primer lugar advertimos la existencia de
una supervivencia de formas arquitectónicas góticas, especialmente en iglesias rurales
circunstancia que se produce a lo largo de los siglos XVI a XVIII.
Una segunda etapa está caracterizada por un primer revival gótico producido en las
últimas décadas del siglo XVIII, impregnado de romanticismo. Este estilo se expresa
igualmente en la realización de jardines a partir de la evocación nostálgica del pasado y en
experiencias emocionales de la naturaleza. Constituye lo que se ha denominado el gótico
“pintoresco” dotado de una buena dosis de irracionalidad y cuyos máximos exponentes son
edificios como el Strawberry Hill, residencia de Horacio Walpole, uno de los iniciadores
de la novela gótica y la desaparecida abadía de Fonthill.
Un tercer momento está caracterizado por la aparición de publicaciones ilustradas
sobre arquitectura medieval, gótica principalmente, aparecidas en las últimas décadas del
siglo XVIII y primeros años del XIX. Se trata tanto de Corpus, como de series de
divulgación tales como Beauties of England, Architectural Antiquities of Great Britain y
Cathedral Antiquities. A este conjunto pueden agregarse revistas como diversas el
Gentlemen Magazine, profusamente ilustradas con grabados.
Como consecuencia del Church Building Act sancionado por el Parlamento en 1818 se
crean las Comissioners Churches que promovieron la construcción de más de 600 edificios
en los cuarenta años siguientes. Las condiciones básicas de estos edificios que poseyeron
reminicencias más o menos notables de los estilos gótico o clásico, fueron la sobriedad y
buena acústica para permitir la correcta audición del sermón, núcleo de liturgia protestante.
En algún momento hasta se llegó a pensar que mediante esta promoción de la actividad
religiosa se contrarrestarían los ideales laicos de la Revolución Francesa.
Hacia 1833, un grupo de académicos de Oxford, entre ellos algunos teólogos,
concientes del estancamiento del culto anglicano, promovieron una reactivación del mismo
basado en la idea de que la arquitectura gótica medieval debía constituirse en el motor que
provocarías reacciones sensibles en la feligresía y con ello una mayor concurrencia a los
servicios.
Posteriormente se fundó la Cambridge Candem Society destinada a promover la
ecclesiology, término que genéricamente se refería a la restauración correcta del servicio
religioso anglicano, para lo cual se consideraba necesario un profundo estudio de la
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arquitectura gótica inglesa anterior al siglo XV abarcando tanto los aspectos constructivos
como los litúrgicos, libros, música, mobiliario, ornamentación, vitrales, textiles, y
cuestiones geológicas y de restauración.
2.- Los arquitectos
La figura fundamental es Augustus Northmore Welby Pugin (1812-1852), católico
converso desde 1834 e hijo del dibujante francés, especializado en diseño
arquitectónico, Augusto Charles Pugin, emigrado durante la Revolución Francesa en
fecha y circunstancias desconocidas. Además de innumerables artículos y conferencias,
sus obras principales, cuyos títulos son por demás sugestivos, son “Contrasts or a
paralell between the noble edifices of the fourteenth and fifteenth centuries and similar
buildings of the present day; shewed the present decay of taste” (1836); “The true
principles of painted or Christian Architecture” (1841); “An Apology for the revival of
christian architecture” (1843). Uno de los principios rectores del pensamiento de
Pugin es que las formas arquitectónicas deben responder a “necesidades de
conveniencia, construcción o “propriety”. En primera instanciaeste concepto implica
que la apariencia externa e interna de un edificio debe ser expresión de la finalidad para
la que está destinado y será conforme a la misma.
Los continuadores de Pugin reelaboraron en parte sus principios y plantearon el
debate en términos arquitectónicos. Si bien no era arquitecto, el prestigioso crítico y
teórico del arte, John Ruskin, contribuyó a difundir parte de los ideales del “revival”
gótico a través de sus obras mayores,
“Seven lamps of architecture” (1849) y “The stones of Venice” (1851/53), en ambas se
perciben las huellas del pensamiento de Pugin.
Para que la arquitectura esté al servicio de Dios, se deben dar “la verdad de los
materiales” y la imitación de las formas de la naturaleza.
3.- El neogótico en nuestro país
El surgimiento, a comienzos del siglo XIX del neogótico en la arquitectura religiosa
argentina, está relacionado con una modalidad estilística, el revival, como consecuencia
fundamentalmente de la presencia de la inmigración de ingleses y alemanes de religión
protestante en su mayor parte. La presencia de esta población tuvo como punto de partida
la política liberal desarrollada a partir de los primeros tiempos de la emancipación.
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La radicación en Buenos Aires en 1818, de James Thomson, llegado a instancias de
Rivadavia, significó la iniciación de los primeros servicios de culto protestante, llevados a
cabo por aquél en casas de familia. Esta circunstancia constituye un hito fundamental para
la posterior historia del desarrollo de una cultura protestante en el país, cuya primera
manifestación arquitectónica fue el cementerio establecido en 1821 en el predio
comprendido por las actuales Cerrito, Juncal, Carlos Pellegrini y Arenales, cuya capilla
contaba con un pórtico de orden dórico.
La primera iglesia protestante que se estableció en Buenos Aires estuvo a cargo del
pastor Armstrong llegado a la ciudad en 1825 y funcionó provisoriamente en un edificio de
la calle Alsina. Este templo fue el antecedente del culto que posteriormente se desarrolló
en las construcciones neoclásicas realizadas por el arquitecto escocés Richard Adams.
Iglesia Anglicana de San Juan Bautista situada en la actual calle 25 de mayo al 200 e
Iglesia Presbiteriana Escocesa, San Andrés, que ocupó un solar en la calle Piedras número
55. Este edificio fue posteriormente demolido como consecuencia del trazado de la
Avenida de Mayo.
Otros hitos importantes lo constituyen la oficialización del culto metodista episcopal
realizado en 1836 y que motivó la construcción en 1843 del edificio del templo que
ocupaba un solar en la actual calle Pte. Perón entre 25 de mayo y Reconquista. El primer
ejemplo de edificio neogótico fue el de la capilla del Cementerio Protestante construida en
1834, según un diseño del arquitecto Adams en el predio al que fue trasladado el
cementerio, situado en la manzana que comprenden las actuales Hipólito Irigoyen, Pasco,
Alsina y Pichincha.
La introducción del neogótico en nuestro medio puede interpretarse como un reflejo del
debate desarrollado en esa época, sobre todo en Alemania e Inglaterra referido a cuáles
serían los estilos que mejor se avenían con la expresión de un sentimiento religioso
entendido con un fuerte sentido nacionalista. No debemos olvidar la formación de Adams,
escocés de nacimiento, llegado a Buenos Aires en 1824, en plena época del impacto en
Inglaterra del Church Building Act sancionado en 1817 y que motivó que se construyeran
gran cantidad de edificios neoclásicos y neogóticos. Se consideró que estos estilos -
particularmente el segundo- respondían adecuadamente a la expresión del sentimiento
religioso.
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A partir de la primera construcción neogótica, un modesto edificio que hoy
conocemos gracias a una litografía de Carlos Enrique Pellegrini, datada en 1841, el estilo
se extendió en varios edificios cultuales vinculados con las comunidades inglesa y
alemana. La erección en 1853 del templo de la colectividad Evangélica alemana en la
calle Esmeralda, según un proyecto de Edward Taylor, constituyó un acontecimiento
importante dadas las características notables del edificio.
4.- Algunos aspectos del neogótico en Buenos Aires y alrededores.
Para ejemplificar el estudio de edificios neogóticos en Buenos Aires y sus alrededores
existen edificios que podemos considerar arquetípicos tanto por la persistencia fiel de
modelos, como por la importancia relativa de la construcción en nuestro medio.
4.1- Iglesia Presbiteriana Escocesa St. Andrew’s.
La iglesia presbiteriana, ubicada en el centro de la ciudad de Buenos Aires y la más
importante de ese culto en la Argentina, fue consagrada en abril de 1896. Los autores del
proyecto fueron los arquitectos Merry y Raines, ingleses ambos, como lo fueron todos
aquellos vinculados con los proyectos de construcción de iglesias neogóticas construidas en
Argentina, en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX.
Como es norma en las ceremonias fundacionales del culto protestante, a la
consagración del templo concurrieron dignatarios de otras congregaciones protestantes y
funcionarios extranjeros y argentinos. Hubo profusión de discursos y cánticos, basados,
estos últimos, en pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento en los que se alude a la
construcción de la “Domus Dei”, cuya piedra angular es Jesucristo. Esta temática se vincula
con la representación del “Dios arquitecto”, figura dominante en la concepción del siglo
XIII. El arquitecto de las catedrales góticas, en la medida en que construía de acuerdo con
las leyes de la geometría, era considerado imitador del Maestro Divino. Este tema está
presente en varios artículos de la revista “The Ecclesiologist”, y actúa como idea de
legitimación de los nuevos edificios.
La forma dominante en la fachada de la iglesia St. Andrew’s, era la torre de
aproximadamente 35 metros de altura, inexplicablemente demolida a raíz del ensanche de
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la calle sobre la que se encuentra el edificio. En la composición de la fachada, advertimos
una adecuada distribución de masas y ritmos formales regidos por principios góticos, tales
como la estilización de miembros arquitectónicos y la desmaterialización de los paños
murarios.
En líneas generales, el partido arquitectónico refleja la tipología formulada por
George Street (1825-1881), destacado representante del “gothic Revival”, y uno de los
teóricos que reelaboró las teorías de Pugin para iglesias urbanas: suntuosidad de materiales
y diseño, techos no demasiado altos y poco inclinados, claristorio como fuente lumínica
necesaria para iglesias rodeadas por edificios altos.
El muro de la nave se compone de tres tramos, cada uno de ellos bipartito
conformado por una arcada sostenida por pesados pilares cilíndricos de granito proveniente
de las canteras de Peterhead (Escocia). La sobriedad decorativa de las arcadas son típicas
del “Early English” y contrastan con el diseño de los vitrales del claristorio que
corresponde al “Perpendicular”. El mayor despliegue decorativo se alcanza en el
presbiterio, cuyo estilo se aproxima a la primera fase del “Decorated”.
Como es norma en las iglesias neogóticas, el revestimiento interior de la techumbre
es de madera.
El muro de la nave tiene tres tramos, tres es el número de tramos de cada uno de los
muros del claristorio y a su vez los vitrales de la nave son tripartitos. El gran vitral de la
fachada consta de cinco ventanas y al mismo número de placas de bronce cierra el muro del
presbiterio, debajo de la rosa cuyo diseño está basado en el número ocho. La secuencia
numérica encierra una simbología teológica: el uno alude a la unidad de Dios, el dos a la
doble naturaleza de Cristo, el tres a la Trinidad, en cuanto al cinco, número impar por
excelencia, para el cristianismo tiene un valor especial por ser suma de 2 y 3, además
símbolo de orden y perfección y de la voluntad divina que subyace a dichos ideales.
También posee connotaciones veterotestamentarias pues además de aludir a las llagas de
Cristo, refiere a los cinco libros de Moisés, a las cinco piedras con las que David abatió a
Goliath. Finalmente el ocho enlaza a ambos testamentos, el octavo día sucede a los seis días
de la creación y al Sabbath, el día en que cesó la tarea creadora de Dios. En consecuencia,
siete es el número del Antiguo Testamento, y el ocho del Nuevo, en el que la Resurrección
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de Cristo es símbolo del hombre nuevo transfigurado por la gracia del bautismo. Además el
ocho es el número de las bienaventuranzas.
El número total de vitrales que posee el edificio, es de treinta y tres, lo que
constituye uno de los máximos conjuntos existentes en la Argentina. Veintinueve de ellos
fueron instalados entre 1896, fecha de la inauguración en la que se consagró la rosa del
presbiterio, y 1914. Se trata de vitrales “in memoriam” destinados a recordar personajes
prominentes de la comunidad. Salvo unos pocos solventados mediante colecta, fueron
donados por familias de empresarios escoceses comprometidos con el desarrollo agro-
ganadero de la Argentina finisecular, por ejemplo la familia Drysdale, fabricantes de
maquinaria rural.
En todos los casos, previa aprobación del Comité Asesor de la Iglesia, los temas y
diseños fueron encomendados a la importante firma Guthrie and Wells, domiciliada en
Glasgow y especializada en vitrales y mobiliario litúrgico. El estilo de los vitrales tiene
raíces en el movimiento pictórico pre-rafalelista, que con el patrocinio de John Ruskin,
promovieron en Inglaterra, hacia mediados de siglo, los jóvenes Rosetti, Millais y Halton
Hunt y que contó con gran adhesión en la época victoriana.
El vitral más importante es el del muro de la fachada, originariamente ocupaba el
paño central del muro de la torre. Cuando ésta fue demolida fue desmontado y reinstalado
en el nuevo muro erigido como cerramiento de la nave. El tema, basado en diversos pasajes
del Apocalipsis, es la Adoración del Cordero Místico, el mismo plasmado en el famoso
políptico de Jan Van Eyck, fechado en 1432 y conservado en la Catedral de San Bavón de
Gante. En la composición se mantienen algunas líneas compositivas de dicho retablo, lo
que hace pensar que puede haber sido utilizado, por lo menos en parte, como modelo. El
vitral, en el que predominan colores primarios, rico en simbolismos, está centrado en las
figuras de Dios Padre y el Cordero, rodeadas por ángeles músicos situados en las partes
inferior y central. En la parte superior se ubican los veinticuatro ancianos del Apocalipsis.
(Apocap. 7-14). Varias citas de este libro se inscriben en distintas partes del vitral, muchas
de ellas son el fundamento del sermón pronunciado en ocasión de la dedicación de la obra.
El discurso concluye con la advertencia de que el personaje recordado, Thomas Drysdale,
“está ahora con los veinticuatro ancianos que rodean el trono de Dios”. Este es un ejemplo,
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entre muchos, de las frecuentes interrelaciones entre oralidad e imagen que se dan en el
ámbito cultual.
Los vitrales del claristorio son de carácter narrativo, en el muro este aparecen
escenas del Antiguo Testamento, en el oeste del Nuevo. Es decir que con esta distribución
se sigue la trayectoria solar, metáfora de la secuencia cronológica entre ambos testamentos.
Los vitrales de las naves colaterales se reparten entre personajes del Antiguo
Testamento -Ester. Ruth y Raquel- y del Nuevo -María, Juan y Magdalena-. El transepto
estaba reservado a los Apóstoles, pero sólo se ocuparon seis de las doce ventanas
disponibles. Las otras seis ventanas se dedican a personajes considerados antecesores de los
Evangelistas: Malaquías, Jeremías, Moisés, Ezequiel, Juan el Bautista e Isaías.
Finalmente la rosa es la representación simbólica de la Trinidad, pues en su centro,
debajo de la paloma del Espíritu Santo, la corona sostenida por querubines alude a Dios
Padre, mientras que el hijo está simbolizado mediante una figura de ocho lados.
Los restantes cuatro vitrales fueron instalados mucho después, hacia 1934 y 1960 y
realizados en talleres argentinos.
El conjunto presenta un sistema complejo de imágenes que ha sido seguramente
programado con precisos conocimientos de los textos bíblicos y de sus interpretaciones. A
esto hay que añadir la participación de miembros conspicuos de la comunidad a través de
aportes en dinero que permitieron la producción y azarosa traslación de los vitrales.
Tomando en cuenta este aspecto de la cuestión, la obra puede considerarse, igualmente, la
culminación de un proceso en el que se relacionan la fe y una exitosa actividad económica
que permitió la construcción de un edificio -de altura inusitada en la Buenos Aires
finisecular-. Por todo lo expuesto, St. Andrew’s constituye un paradigma de la iglesia
urbana neogótica protestante.
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4.2.-Iglesia anglicana San Salvador.
El edificio ocupa el solar de la calle Crámer 1816 al 1844, en el barrio de Belgrano
de la ciudad de Buenos Aires y la piedra fundamental fue colocada el 25 de abril de 1896. .
A partir del mes de julio de 1896 las obras fueron continuadas por Mr. Mohr Bell quien
remplazó al arquitecto Basset Smith, primer arquitecto de la obra, que viajó a Inglaterra.
Este edificio constituye uno de los más notables ejemplos del tipo de iglesia “rural inglesa
La construcción está dispuesta de manera paralela a la calle con el acceso por el
costado este, al pie de la nave se previó la construcción de una torre lo que nunca se
concretó. En cambio en las modificaciones introducidas en 1946 por el arq. Sidney Follet,
se construyó un porche para proporcionar un ingreso axial.
De acuerdo con el testimonio proporcionado por una láminaenmarcada y expuesta
sobre uno de los muros, se reconoce como protototipo de la construcción a la iglesia de
Shefield c. 1400. Existe otro edificio que probablemente haya servido de modelo: la iglesia
de St. Mary Virgin de Stebbing Essex, aunque el templo de Buenos Aires, contiene
esencialmente los rasgos del estilo denominado “Early gothic”. Este estilo, dominante en
el siglo XIII, se caracteriza por las ajustadas proporciones, clara definición formal y
simplicidad ornamental. Las ventanas lanceoladas, altas y estrechas, enmarcan vitrales de
panel único.
La planta original presenta un trazado irregular, dotada de una nave central, una
lateral, coro y presbiterio. Por el oeste, el coro se prolonga en un espacio rectangular
destinado a sacristía, en el lado este, el lugar para el órgano prolonga el coro. La única nave
lateral corre paralela a la central y contiene en su cabecera sur, la capilla de Nuestra Señora.
El acceso al templo, de acuerdo con este plano original se realizaba a través del pequeño
porche situado sobre el muro este.
Este edificio fue modificado en el año 1943, según el proyecto del arquitecto
Sydney Follet, plano fechado el 9 de octubre de ese año. Muestra la modificación del
edificio consistente en el agregado de una sacristía con lo cual el edificio adquiere la forma
aproximada de una cruz latina, dado que ese espacio adicional forma con el anteriormente
construido sobre el lado este, un transepto. También se proyectó la construcción de un
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baptisterio ubicado entre la entrada lateral y la principal. A su vez se propuso el agregado
sobre el lado noroeste de una cámara que contenía la escalera que llevaba a la caldera.
El mismo arquitecto, en un plano fechado en noviembre de 1945, presenta el
proyecto de construcción de una torre sobre la entrada norte. Según el mismo, el proyectado
baptisterio situado sobre el lado este -proyecto de 1943- desaparece, ubicándose la pila
bautismal en el muro opuesto a la entrada lateral (donde se encuentra hoy).
En su estado actual el edificio presenta una nave principal de cinco tramos dotada
de una elevación en dos registros, a la cual se adosa, sobre el lado este, una lateral que
conduce a una capilla de la Virgen (sin acceso hacia el ábside). La nave principal conduce
hacia el presbiterio separado de la misma por una cancela de madera labrada. El presbiterio
se abre lateralmente hacia el lugar destinado al órgano, hacia el este y hacia la sacristía en
el lado oeste. La cabecera está ocupada por la zona del altar. Como resultado de los dos
proyectos de refacción del arquitecto Follet, se incluyó la sacristía, se ubicó el baptisterio
en el muro opuesto a la entrada este (distribución impuesta por la liturgia que establece que
el niño a bautizar acceda al templo por la entrada lateral). En la entrada norte, se construyó
un porche de acceso que articuló el muro (liso en la construcción original), no levantándose
la torre por motivos derivados de la ley de edificación vigente en ese momento.
El interior se caracteriza por una notoria claridad en la distribución de modo que
cada una de sus partes puede ser leída desde el exterior, lo que confiere unidad y armonía al
conjunto.
El exterior del edificio muestra una construcción revestida de piedras de colores en
una variada gama grisácea y techo de tejas rojas. Los muros perimetrales están dotados de
un coronamiento almenado.
. Las puertas de acceso, por el lado este y norte respectivamente, presentan arcos
apuntados, destacados por arquivoltas apoyadas sobre pequeños pilares adosados. Los
aventanamientos bajos de la nave central presentan las ventanas formando grupos de tres,
reunidas bajo un arco apuntado. Esta partición alude a la Trinidad, al plantear visualmente
el misterio de “Tres personas en Una”.
En la zona del claristorio las ventanas, más pequeñas, aparecen apareadas en cada
tramo y situadas bajo un arco que las unifica. Por su parte este motivo de ventanas dobles,
alude a la doble naturaleza de Cristo. La distribución arquitectónica responde a aspectos de
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la doctrina y los materializa de acuerdo con el principio de que el templo permite captar la
trascendencia en la tierra.
Los diversos volúmenes que corresponden a los dos accesos y la modulación
resultante de la presencia lateral de los espacios destinados a sacristía y a la capilla de la
Virgen, otorgan una notable movilidad plástica al exterior. La disposición de la articulación
muraria y el revestimiento de piedra, están de acuerdo con las características del
denominado pintoresquismo racional propio del neogótico inglés en zonas rurales.
La mayor parte de las ventanas cuenta con vidrios traslúcidos montados sobre
armazón de plomo. Las que están dotadas de vitrales conteniendo imágenes son veinte y se
encuentran distribuidas en el ábside, el muro norte y en los extremos de las naves lateral y
central.
La iconografía responde a los caracteres de doctrina protestante en el culto
anglicano, con preponderancia de la figura de Cristo.
Sobre el muro oeste, se encuentra un vitral en el que se representa una escena
privilegidada entre las que configuran el repertorio de imágenes utilizado por el culto
anglicano, se trata de Cristo rodeado por niños, llevando a uno en brazos. La iconografía
recoge el texto de Mateo 19, 13-15: “Entonces le fueron presentados unos niños para que
les impusiera las manos y orase, y como los reprendieran los discípulos, dijoles Jesús:
Dejad a los niños y no los estorbéis de acercarse a mí, porque de lo tales es el reino de los
cielos. Y habiéndoles impuesto las manos, se fue de allí”. La misma escena aparece en
Marcos 10, 13-16 y Lucas l8, 15-17. La presencia reiterada de estas imágenes se relaciona
con el hecho de que frecuentemente, los edificios religiosos protestantes contaban con una
escuela para niños.
Con respecto a la pila bautismal, su forma octogonal se encuentra relacionada con el
concepto de “lo nuevo”, la iniciación. Si la creación fue cumplida en siete días, el siete es el
número que alude al Antiguo Testamento, el ocho se refiere al Nuevo Testamento, a la
iniciación de la redención. La vinculación de este concepto con la vida del bautizado es
clara y se indica mediante la referencia numérica.
En la disposición numérica de los ventanas aparece el número dos y el tres. El dos
se alude a las dos naturalezas de Cristo y con el tres a la trinidad. De este modo la
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arquitectura adquiere un carácter simbólico que la relaciona permanentemente con los
misterios de la doctrina.
4.3.-Iglesia de la Santísima Trinidad de Lomas de Zamora.
En el mes de agosto de 1871 residentes de habla inglesa de Lomas de Zamora
decidieron que había llegado el momento de construir una iglesia y una escuela en el lugar,
para satisfacer las necesidades de la comunidad anglicana de la zona. En esa ocasión, el Sr.
Henry A. Green, ofreció dos lotes situados en la calle principal del pueblo
aproximadamente a mitad de camino entre dos estaciones del ferrocarril. En ese terreno
debía erigirse el edificio de la iglesia.
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El 24 de octubre de 1871 se iniciaron los trabajos comenzando por la construcción
de la escuela y las habitaciones para el pastor. El donante del terreno, Sr. Green, estipuló
que las construcciones debían realizarse de manera completa, en caso contrario, la tierra
debía restituírsele, quedando a su cargo el pago parcial de lo que se hubiera construido
La construcción del edificio quedó en manos de los arquitectos Ryder y Merry. El
arquitecto consultor fue Henry W. Ford, y el constructor Juan Lapizonde.
La construcción estuvo terminada en 1874, según testimonio de "The Herald" del 15
de noviembre de ese año y estuvo encargado de la realización de los servicios, el pastor de
la iglesia de Saint John en Buenos Aires.
En este caso por su estilo, la construcción está vinculado con el "Early English
Period", con una innegable vinculación con el tipo de edificios rurales.
Los muros son de ladrillos revestidos, con excepción de la zona del transepto y el
ábside en las que no hay revestimiento. El plan general es el de un edificio rectangular con
techo a dos aguas que resulta modulado por los volúmenes del porche, el baptisterio, y los
lados del transepto que se prolongan más allá del la línea creada por el baptisterio.
La hilera de ventanas, contribuye a crear un modelado plástico de los muros dado
que están enmarcadas mediante arcos apuntados. Particularmente interesante es el ábside
dotado de contrafuertes que enmarcan, a su vez, el espacio en el que se colocan las ventanas
-que ocupan todo el paño murario- . La prolongación de los contrafuertes en el acanalado
del techo, otorga una marcada unidad al conjunto absidal.
Exteriormente el edificio presenta un volumen sencillo, caracterizado por una
techumbre a dos aguas muy marcadas. Sobre la fachada, el volumen del porche se destaca
especialmente y sobre el muro norte, los volúmenes del baptisterio y de la construcción que
exteriormente corresponde al extremo del ábside, crean una articulación horizontal. La
presencia del aventanamiento de la nave y del baptisterio, constituyen otro de los elementos
plásticos de articulación muraria.
Sobre el muro sur, se advierte el volumen de la nave lateral cuyo remate exterior,
confiere al ábside una marcada irregularidad dado que no presenta un volumen simétrico
del lado norte. En esta cabecera se destaca el remate de la bóveda, en punta, coronado por
la cruz.
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El interior presenta el predominio de una nave central con un gran ábside separado
de la misma por un arco ligeramente apuntado con tres retrocesos. Los agregados realizados
a partir del proyecto de 1888 no alteraron el sentido longitudinal del trazado del edificio,
pese a que significaron el agregado del baptisterio y de una nave lateral situada en el lado
sur, más corta que la central y comunicada con ésta mediante dos arcos ligeramente
apuntados. El techo está recubierto por tirantería de madera con cabreadas a la vista,
destacándose las nervaduras que cubren la calota absidal.
El conjunto presenta una notable espacialidad, resultado de la longitud de la nave y
los espacios adicionados al norte (baptisterio) y al sur (nave lateral). La presencia de un
conjunto de vitrales dispuestos sobre el muro de acceso, los laterales y fundamentalmente
sobre el muro poligonal que cierra el ábside, contribuyen a destacar un espacio luminoso y
de gran amplitud.
En la iconografía contenida en los vitrales, se advierte la presencia fundamental y
rectora de Cristo como salvador y como rey, figura inherente a la doctrina anglicana. En la
pared de acceso, la ventana central desarrolla el tema de la encarnación -vitral derecho en el
que María muestra a su hijo, para enfatizar la salvación contenida en el vitral de la
izquierda en el que aparece el Cristo con el cordero (San Juan 9,1-18). Las ventanas
apareadas del centro contienen el bautismo de Cristo, evocación arquetípica de la
purificación y la figura de Cristo bendiciendo. En uno y otro caso la presencia de las
jerarquías angélicas situadas sobre y debajo de las escenas principales respectivamente,
destacan el valor trascendente de las figuras. La simbología contenida en la iconografía del
muro de la entrada se orienta, por lo tanto a enfatizar los pasos de la salvación, encarnación,
purificación, gloria, consagrada por el símbolo trinitario. La existencia de tres ventanas,
enfatiza esta simbología trinitaria.
El ábside del templo presenta siete vitrales que corresponden a otras tantas ventanas
pequeñas dispuestas en torno al hemiciclo que de este modo queda destacado por la
presencia de una mayor incidencia de la luz.
La figura central es la de Cristo que porta el orbe en sus manos. Esta figura, la más
importante del conjunto por el lugar que ocupa, marca la importancia que en la liturgia
anglicana tiene la figura del Salvador, presentado como figura dominante del universo. Las
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II Congreso Internacional Artes en Cruce: bicentenarios latinoamericanos y globalización
ISBN 978-987-1785-52-0
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figuras coronadas que, formando dos parejas en cada ventana, ocupan los seis vitrales
restantes, forman un cortejo que destaca especialmente la figura central.
En la elección de los temas, así como en la disposición de los mismos, se advierte la
tendencia a privilegiar determinadas zonas del templo, tal el caso de la pila bautismal y de
configurar un espacio en el que la liturgia se desarrolla con una relación intrínseca con el
texto trasladado a la imagen. Esa característica vincula especialmente a los modelos con sus
referentes neogóticos y a través de ellos con los elementos constitutivos del templo gótico
medieval.
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Las fotos que acompañan esta presentación han sido realizadas por los autores de los
correspondientes estudios.
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