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DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del profeta Jeremías. 31, 7-9.Congregaré a ciegos y cojos Salmo responsorial 125, 1-6 R/ El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Lectura de la carta a los Hebreos. 5, 1-6.Tú eres Sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 10, 46-52. Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Na- zaret, se puso a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se calla- ra. Pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Lla- man al ciego, diciéndole: Animo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino don- de Jesús. Jesús dirigiéndose a él, le dijo: Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuní, que vea! Je- sús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino. SíGUEME www.parroquiagenoves.org Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés Curso 2012-2013 Nº 147 Semana del 22 al 28 de octubre Maestro, que pueda ver En el evangelio de este domingo (Mc 10, 46-52) leemos que, mientras el Señor pasa por las calles de Jericó, un ciego de nombre Bartimeo se dirige a él gritando con fuerte voz: "Hijo de David, ten compasión de mí". Esta oración toca el corazón de Cristo, que se detiene, lo manda llamar y lo cura. El mo- mento decisivo fue el encuentro personal, directo, entre el Señor y aquel hombre que sufría. Se en- cuentran uno frente al otro: Dios, con su deseo de curar, y el hombre, con su deseo de ser curado. Dos liber- tades, dos voluntades convergentes: "¿Qué quieres que te haga?", le pregunta el Señor. "Que vea", res- ponde el ciego. "Vete, tu fe te ha curado". Con estas palabras se realiza el milagro. Alegría de Dios, ale- gría del hombre. Y Bartimeo, tras recobrar la vista -narra el evangelio- "lo sigue por el camino", es decir, se con- vierte en su discípulo y sube con el Maestro a Jerusalén para participar con él en el gran misterio de la salvación. Este relato, en sus aspectos fundamentales, evoca el itinerario del catecúmeno hacia el sa- cramento del bautismo, que en la Iglesia antigua se llamaba también "iluminación". La fe es un camino de iluminación: parte de la humildad de reconocerse necesitados de salva- ción y llega al encuentro personal con Cristo, que llama a seguirlo por la senda del amor. Según este modelo se presentan en la Iglesia los itinerarios de iniciación cristiana, que preparan para los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. En los lugares de antigua evangelización, donde se suele bauti- zar a los niños, se proponen a los jóvenes y a los adultos experiencias de catequesis y espiritualidad que per- miten recorrer un camino de redescubrimiento de la fe de modo maduro y consciente, para asumir luego un compromiso coherente de testimonio (cf. Benedicto XVI, Angelus 29-X-2006). Bartimeo que, curado, sigue a Jesús por el camino, es imagen de la humanidad que, iluminada por la fe, se pone en camino hacia la tierra prometida. Bartimeo se convierte a su vez en testigo de la luz, na- rrando y demostrando en primera persona que había sido curado, renovado y regenerado. Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personas reconciliadas, artífices de justicia y de paz; "sal y luz" en medio de la sociedad de los hombres y de las naciones. En el ciego Bartimeo estás representado tú: todos vivimos en la más profunda oscuridad hasta que nos encontramos con Jesucristo y dejamos que Él llene nuestro corazón. Cuando Jesucristo llena nuestro corazón las tinieblas se desvanecen y vemos con cla- ridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas. Por ello, en la familia, en los estudios, en el trabajo, en la diversión, en el noviazgo, en la política, en los negocios, en las relaciones de vecinos, en el grupo de jóvenes... en todo debe bri- llar la luz de Cristo. ¿Cómo está tu vida? ¿Brilla la luz de Cristo en tu corazón? ¿Queda alguna "zona oscura" en tu interior? ¡Déjate iluminar por Cristo y encontrarás el camino que te da la felicidad y te lleva a la vida eterna!

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DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del profeta Jeremías. 31, 7-9.Congregaré a ciegos y cojos

Salmo responsorial 125, 1-6 R/ El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Lectura de la carta a los Hebreos. 5, 1-6.Tú eres Sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 10, 46-52. Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una muchedumbre, el hijo de

Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Na-

zaret, se puso a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se calla-

ra. Pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Lla-

man al ciego, diciéndole: Animo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino don-

de Jesús. Jesús dirigiéndose a él, le dijo: Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuní, que vea! Je-

sús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

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Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés

Curso 2012-2013 Nº 147

Semana del 22 al 28 de octubre

Maestro, que pueda ver En el evangelio de este domingo (Mc 10, 46-52) leemos que, mientras el Señor pasa por las calles

de Jericó, un ciego de nombre Bartimeo se dirige a él gritando con fuerte voz: "Hijo de David, ten compasión de mí". Esta oración toca el corazón de Cristo, que se detiene, lo manda llamar y lo cura. El mo-mento decisivo fue el encuentro personal, directo, entre el Señor y aquel hombre que sufría. Se en-cuentran uno frente al otro: Dios, con su deseo de curar, y el hombre, con su deseo de ser curado. Dos liber-tades, dos voluntades convergentes: "¿Qué quieres que te haga?", le pregunta el Señor. "Que vea", res-ponde el ciego. "Vete, tu fe te ha curado". Con estas palabras se realiza el milagro. Alegría de Dios, ale-gría del hombre.

Y Bartimeo, tras recobrar la vista -narra el evangelio- "lo sigue por el camino", es decir, se con-vierte en su discípulo y sube con el Maestro a Jerusalén para participar con él en el gran misterio de la salvación. Este relato, en sus aspectos fundamentales, evoca el itinerario del catecúmeno hacia el sa-cramento del bautismo, que en la Iglesia antigua se llamaba también "iluminación".

La fe es un camino de iluminación: parte de la humildad de reconocerse necesitados de salva-ción y llega al encuentro personal con Cristo, que llama a seguirlo por la senda del amor. Según este modelo se presentan en la Iglesia los itinerarios de iniciación cristiana, que preparan para los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. En los lugares de antigua evangelización, donde se suele bauti-zar a los niños, se proponen a los jóvenes y a los adultos experiencias de catequesis y espiritualidad que per-miten recorrer un camino de redescubrimiento de la fe de modo maduro y consciente, para asumir luego un compromiso coherente de testimonio (cf. Benedicto XVI, Angelus 29-X-2006).

Bartimeo que, curado, sigue a Jesús por el camino, es imagen de la humanidad que, iluminada por la fe, se pone en camino hacia la tierra prometida. Bartimeo se convierte a su vez en testigo de la luz, na-rrando y demostrando en primera persona que había sido curado, renovado y regenerado. Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personas reconciliadas, artífices de justicia y de paz; "sal y luz" en medio de la sociedad de los hombres y de las naciones.

En el ciego Bartimeo estás representado tú: todos vivimos en la más profunda oscuridad hasta que nos encontramos con Jesucristo y dejamos que Él llene nuestro corazón. Cuando Jesucristo llena nuestro corazón las tinieblas se desvanecen y vemos con cla-ridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas.

Por ello, en la familia, en los estudios, en el trabajo, en la diversión, en el noviazgo, en la política, en los negocios, en las relaciones de vecinos, en el grupo de jóvenes... en todo debe bri-llar la luz de Cristo. ¿Cómo está tu vida? ¿Brilla la luz de Cristo en tu corazón? ¿Queda alguna "zona oscura" en tu interior? ¡Déjate iluminar por Cristo y encontrarás el camino que te da la felicidad y te lleva a la vida eterna!

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Avisos Lunes, 20:30 h.: Inicio San Pascual

Martes, 19:30 h.: Pastoral de la Salud

Miércoles, 22 h. Presentación del Año

de la Fe, para todos los miembros de la

Parroquia.

Jueves, 9:30 h. Misa

Jueves, 22 h. Oración en la Capilla

Sábado, 18 h. Monitores Scouts

Durante el año de la fe: dos muros a derribar Seguramente nos hemos dado cuenta de que la intención del Papa al convocar el año de

la fe, es impulsar la nueva evangelización del occidente cristiano. Más que hacer una reflexión

sobre lo que significa creer, lo cual es también muy necesario y se hará, el Pontífice parece gri-

tar de mil modos distintos: volvamos a la fe, recuperemos nuestra confianza en Dios, vivamos

con intensidad nuestro cristianismo, y sobre todo llamemos a la puerta del corazón de todos los

que tenemos a nuestro lado e invitémosles a volver su mirada hacia Dios, hacia Jesucristo que

nos muestra el verdadero rostro de Dios. Vivir el año de la fe es vivir con fe. Se trata de sacudir la

indiferencia de los que se confiesan indiferentes y sobre todo de los que viven con esta actitud

sin ni siquiera ser conscientes de ello; especialmente de los creyentes dormidos, perezosos, inac-

tivos.

El año de la fe debería derrumbar dos muros. Primero el de la ignorancia religiosa que el

Papa ha llamado analfabetismo religioso y que revela dos grandes fracasos de la Iglesia de oc-

cidente en los últimos decenios: la catequesis y la enseñanza de la religión en la escuela. Las jó-

venes generaciones adolecen de un desconocimiento de Dios y de la fe católica terrible. Millo-

nes de bautizados desconocen casi totalmente su fe. Están llenos, en cambio, de prejuicios de

todo tipo contra el clero, la enseñanza de la Iglesia, lo que les conduce a vivir como si no tuvie-

ran fe, incluso confesándose abiertamente creyentes.

Algunos han hablado de la pérdida de la fe teologal a favor de una fe solamente religiosa.

Esto quiere decir que muchísimos católicos no son ciertamente ateos, en su pensamiento Dios

existe y aceptan a Jesucristo y la Biblia como un libro sagrado, pero poco más. Se sienten perte-

necientes a una cultura que es cristiana desde hace siglos, no tienen inconveniente en bautizar

a sus hijos y en rezar de vez en cuando un padrenuestro y un avemaría, pero no les pidas más.

En este sentido son gente “religiosa”. A pesar de esta delgada capa de barniz cristiano, Dios es-

tá muy lejos, Jesús es un personaje del pasado, la enseñanza de la Iglesia está desfasada y no

tienen tiempo ni para ir a Misa ni para entrar en una vida espiritual seria. Por supuesto, sus crite-

rios y su estilo de vida no tienen nada que ver con el evangelio de Jesucristo.

La fe teologal es un don de Dios que transforma la propia vida y la hace a imagen de Cris-

to. Es aquello que llamamos “vivir en gracia de Dios”, es decir, en amistad con Dios. El que ha

recibido la fe teologal como semilla en el bautismo y la ha hecho crecer, percibe a Dios como

cercano, toca el Corazón de Cristo, hecho hombre para convivir con nosotros, reza con fervor y

lucha contra el pecado. Se siente miembro de la Iglesia y la

ama como a una madre. No se avergüenza ni de confesarse

católico ni de vivir como tal, aunque tenga que nadar contra

corriente y ser perseguido como el Maestro.

Éste sería el segundo muro que es necesario derribar: la co-

bardía de los creyentes, incluso de muchos que tratan de vivir

una fe teologal, pero que se sienten acoquinados ante un mun-

do cada vez más hostil, donde es cada vez más difícil hablar de

Dios sin ser atravesado con miradas airadas o burlescas, o ame-

drentado con palabras hirientes que descalifican sin ofrecer ar-

gumentos o aluden a los mil prejuicios contra Dios, la religión o

la Iglesia cacareados por los medios y aceptados como dog-

mas incontrovertibles.

A todos los cristianos de Genovés: El miércoles noche comenzamos las actividades propias del AÑO de la FE en nuestra parroquia. Lo haremos con una conferencia a cargo de D. Ángel Olivares, párroco de Bocairent, presentándonos el sentido de este año especial. Y, en un segundo momento, publi-caremos las diferentes iniciativas propuestas en nuestra parro-quia: celebraciones, conferen-cias, actividades, excursiones…