Shakespeare y los liderazgos fallidos

12

Click here to load reader

description

Shakespeare brinda poderosas lecciones aplicables al mundo contemporáneo acerca de la relación entre autoridad y poder. Lo hace a través de tres casos de liderazgo fallido: Ricardo II, el Rey Lear y Marco Antonio.

Transcript of Shakespeare y los liderazgos fallidos

Page 1: Shakespeare y los liderazgos fallidos

1

Shakespeare y los liderazgos fallidos

Tres ejemplos que nos muestran claramente que la autoridad no es suficiente

para liderar: Ricardo II, Marco Antonio y el Rey Lear

Introducción

Muchos lectores y espectadores de la

obra de Shakespeare sufren la misma

desilusión. Observan a algunos

protagonistas de sus obras, reyes

muchos de ellos, y asumen que son

buenos líderes y que han nacido para

desempeñar ese rol.

El desencanto obedece a que, en

muchos casos, esos líderes fracasan de

manera estruendosa. Son personajes que

creen que el hecho de tener autoridad,

significa que tienen la capacidad y el

poder para ser líderes.

Shakespeare le dedicó una obra a cada

uno de los tres líderes que vamos a

analizar en el presente artículo: Ricardo

II, Marco Antonio y el Rey Lear.

Las tres obras comienzan mostrando

que los protagonistas disponen de

mucho poder y, si bien las narrativas

son muy diferentes, las conclusiones en

los tres casos son similares. Los

protagonistas no solo mueren, sino que

son humillados de diversas maneras.

Son tres relatos que muestran un

proceso de declinación y a la luz de

ello es que deben ser apreciadas sus

enseñanzas.

Los tres personajes dependen solo de la

autoridad para cimentar su liderazgo:

Ricardo II tiene el título de Rey y como

ese título se lo otorgó Dios, los demás

lo tienen que obedecer; Lear, al cabo de

un largo y aparentemente exitoso

reinado cree que el hecho de tener

sangre real le da poder ilimitado y

Marco Antonio está convencido que el

poder que le otorgó Roma pasó a

radicar en su propia persona.

Sus fracasos y humillaciones son el

resultado de creer que tener autoridad es

suficiente para hacer que las cosas

sucedan.

Ricardo II

Ricardo II es la primera de las ocho

obras que Shakespeare escribió sobre la

historia británica en la época de la

Guerra de las Rosas.

Ricardo es el clásico líder narcisista,

siempre hablando de sí mismo y

siempre viéndose a sí mismo como una

estrella.

A lo largo de la obra, Ricardo pasa de

tener poder casi absoluto a ser

despojado casi totalmente del mismo.

Apostó todo su poder impulsado por la

creencia que tener el título de rey era

suficiente. Pierde la apuesta cuando su

creencia se estrella contra la realidad del

mundo materialista moderno.

Page 2: Shakespeare y los liderazgos fallidos

2

En la obra, Shakespeare hace una

profunda disección de la relación entre

la persona y su puesto.

Durante buena parte de la obra, Ricardo

está acosado por su primo Bolingbroke

(el futuro Enrique IV), un personaje con

una visión más moderna acerca de cómo

ejercer la autoridad en el reino.

En la mitad de la trama, Ricardo es

atacado por el poderoso ejército de

Enrique y en ese momento, explica

claramente de dónde proviene su poderi:

No basta el mar para lavar el bálsamo

con el que ungieron a un Rey, ni

alcanza el soplo de los mortales para

deponer al elegido del Señor.

Ricardo, como hijo mayor de su padre,

es el “elegido de Dios” para ser Rey.

Eso le brinda un inmenso poder en una

sociedad religiosa, ya que cuestionarlo a

él implica cuestionar directamente a

Dios.

Seguramente en la actualidad muy

pocas personas creen que los reyes

obtienen su autoridad directamente de

Dios, pero, sin embargo, mucha gente

cree que su derecho a actuar proviene

del que está arriba suyo en la jerarquía.

Algo así como afirmar que un gerente

no puede ser cuestionado porque lo

nombró la cúpula de la organización.

Ricardo cree que no puede ser depuesto

por “ningún hombre de este mundo”,

pero en la realidad que Shakespeare

construyó alrededor suyo está a punto

de enfrentarse con un ejército que

supera largamente al suyo.

Ricardo dice al respectoii:

Por cada hombre a quien dio

Bolingbroke un acero contra esta

corona, tiene Dios reservado para su

Ricardo un ángel de gloria; y si lucha el

cielo, ¿crees que los hombres lograrán

vencerlo?

Ricardo necesita un mejor ejército, pero

cree que, como es el elegido, Dios va a

enviar a sus ángeles para que combatan

a sus enemigos.

Esto es parte de su noción del poder: en

una batalla entre hombres y ángeles,

seguro ganarán estos últimos. Este

argumento le da fuerzas a Ricardo.

A medida que la batalla se desarrolla,

Ricardo tiene que enfrentar el hecho que

los ángeles finalmente no han acudido

en su ayuda y que su ejército está siendo

derrotado, pero así todo vuelve a

invocar la magia de su autoridadiii:

Lo olvidé. ¿No soy acaso el Rey?

¡Despierta, Majestad! ¿O duermes?

¿No es acaso el nombre del Rey

equivalente a veinte mil hombres?

¡Armate! Un ruin vasallo tu nombre

ataca. No bajes la frente.

En el favor de un Rey, ¿no se sienten

altos? Altos estén sus pensamientos

Si no hay ángeles ni más soldados que

los del enemigo, solo queda el “nombre

del Rey” que vale por veinte mil

hombres.

Page 3: Shakespeare y los liderazgos fallidos

3

Este es un punto crucial teniendo en

cuenta que Ricardo asume que los

habitantes de su reino lo seguirán solo

porque es su Rey. El nombre del Rey, el

título del que proviene su poder, hará

que la gente se sienta elevada.

Esta perspectiva de Ricardo no es

consecuencia de ninguna locura, sino

simplemente de la creencia profunda

que la gente lo seguirá solamente

porque Dios le otorgó el título de Rey.

La batalla avanza y la realidad

empecinada le muestra brutalmente a

Ricardo que los ángeles faltaron a la

cita y que poco puede hacer su nombre.

En pocos minutos, la ficción de extrema

fortaleza que Ricardo creó, se hace

añicos.iv

Ya no importa, nadie hable de

consuelo: sí de tumbas, gusanos,

epitafios; … Nuestras tierras,

nuestras vidas, todo es de Bolingbroke.

Y solo puedo llamar mía a mi muerte. Y

este menguado molde, estéril fango, que

sirve de cubierta a nuestros huesos.

Por Dios, sentados en tierra contemos

tristes historias de muertes de reyes.

La realidad destruyó su visión

idealizada del poder. Shakespeare

muestra a Ricardo como alguien que

repentinamente se da cuenta de las

limitaciones de sus creencias.

Es un ejemplo clásico de alguien que

perdió contacto con el mundo real. La

falta de relación con sus seguidores lo

apartó de la realidad.

Su autoridad colapsó totalmente y solo

le queda sentarse a contar cuentos de

reyes muertos. Dejó de ser diferente de

cualquier otra persona.

Ricardo pasó de ser un rey imbatible a

alguien patético que solo posee un

pedazo de tierra en el que cavar su

tumba. De ser una Majestad ungida por

Dios a estar sentado en el suelo.

No se trata de una batalla entre ejércitos

sino del choque entre dos visiones

distintas del mundo.

Shakespeare nos muestra los límites de

la visión idealizada de Ricardo cuando

la confronta cara a cara con el poder

material de su enemigo.

Ricardo ejemplifica una visión

mecanicista del poder, que surge de una

fuente exclusiva: el título o la posición.

Esa visión le genera expectativas acerca

de la manera con que el resto de la

organización se va a relacionar con él,

ya que una concepción semejante de la

autoridad demanda obediencia total.

Sin embargo, ese poder que aparenta ser

tan fuerte, es en realidad muy frágil, ya

que se pierde la posición y no queda

nada.

A través de esta fragilidad, el Ricardo II

de Shakespeare demuestra que, en el

mundo moderno (incluso en el siglo

XVI), este tipo de autoridad no

funciona.

Por otra parte, en el mundo real del

poder material, aparecen otras formas

Page 4: Shakespeare y los liderazgos fallidos

4

de poder que van más allá de la

naturaleza de los títulos que posean las

personas. Ricardo no pierde la batalla

por no tener la autoridad suficiente, sino

porque no tiene el suficiente capital

fáctico, expresado en este caso en

número de soldados.

Al final de la obra, Ricardo es depuesto

y asesinado. Si bien muere con muy

poca dignidad, su situación es preferible

a la absurda hipocresía con la que

Bolingbroke cierra la obrav:

Creed, Señores, mucho pesa a mi alma

si ha de crecer con sangre así regada.

Venid, llorad conmigo y, por mi duelo,

vestíos todos al punto de negro.

Viajaré peregrino a Tierra Santa,

para lavar de mi mano tanta culpa.

Marchad solemnes y rodead con luto

de este ataúd el prematuro fruto.

El usurpador Bolingbroke, coronado

como Enrique IV y fundador de la

dinastía Lancaster, nunca pudo

disfrutar de un momento de paz a lo

largo de su reinado.

Marco Antonio

Marco Antonio es uno de los personajes

mayores en la obra de Shakespeare, ya

que aparece en más de una obra.

En Julio César, pronuncia la oración en

el funeral que vuelve a la multitud en

contra de los asesinos del César y es

uno de los dos personajes principales de

Antonio y Cleopatra, obra que puede

considerarse como una continuación de

la anterior.

Marco Antonio comienza como uno de

los tres líderes del mundo y termina

derrotado y sumido en el desastre. A lo

largo de esta trayectoria, Shakespeare

nos enseña lecciones importantes.

Antonio y Cleopatra no es solamente

una obra acerca del poder. También es

una poderosa historia de amor y sexo

entre dos personas que gobiernan buena

parte del mundo conocido. Uno es un

general romano, y la otra una

emperatriz que previamente había

tenido un romance con otro militar

romano aún más poderoso: Julio César.

Harold Bloom opina al respectovi:

No puede asegurarse que hayan estado

enamorados. Lo que podemos afirmar

es que no se aburrían juntos, y,

claramente, a ambos les resultaban

aburridos, sexualmente o de otras

maneras, las personas que los rodeaban

en sus respectivos entornos. La

fascinación mutua puede no ser amor,

pero ciertamente es un estado

romántico.

En el momento histórico en el que se

desarrolla la obra, Roma está tratando

de consolidar su poder a través de las

batallas que libran los miembros del

triunvirato: Marco Antonio, Octavio y

Lépido.

Más tarde, lucharán entre ellos para

determinar quién se queda con el poder

absoluto.

Cleopatra, como emperatriz de Egipto,

una provincia sometida a Roma, tenía el

Page 5: Shakespeare y los liderazgos fallidos

5

objetivo de mantener cierto nivel de

independencia. Para ello, tuvo que

aliarse con uno de los líderes romanos

en contra de los demás.

Cleopatra necesitaba a Marco Antonio,

no como una persona individual, sino

como un miembro del triunvirato que

gobernaba el mundo romano. De hecho,

en la primera escena, Marco Antonio es

introducido de esa manera por un

personaje secundario:vii

Mira quien llega, presta mucha

atención y verás en él a uno de los tres

pilares del mundo convertido en un

tonto por culpa de una ramera

La posición de Marco Antonio se ve

degradada por haber cedido a la presión

de su amante Cleopatra. En realidad,

Marco Antonio encierra una dualidad:

por un lado detenta el poder de Roma

para gobernar un tercio del mundo y por

el otro, es un “tonto” que cayó en las

garras de una mujer ambiciosa.

Su fascinación por Cleopatra le genera

problemas con sus propios oficiales,

algunos de los cuales también eran sus

amigos. La amistad puede surgir sin que

exista el compromiso con una causa.

Pero la relación entre jefe y

colaborador, subsiste y florece en el

tiempo solo cuando existe una causa

que trasciende dicha relación.

Enobarbo, uno de los tenientes más

cercanos a Marco Antonio es leal a su

jefe, hasta que percibe que la obsesión

de Antonio con Cleopatra ha destruido

su capacidad de actuar como el gran

guerrero que es. En ese momento lo

abandona y se pasa del lado de Octavio.

Sin embargo, cuando Marco Antonio se

entera de la deserción ordena que le

envíen todas las pertenencias de

Enobarbo al campamento enemigo.

Este gesto de Marco Antonio

desconcierta a Enobarbo y revive su

sentimiento de amistad con su antiguo

jefe a tal punto que el remordimiento le

produce un ataque mortal al corazón.

Cuando Marco Antonio y Enobarbo

perdieron su compromiso con una causa

común, se perdieron mutuamente y,

ulteriormente, perdieron sus vidas.

Marco Antonio llega a Egipto como

consecuencia de sus obligaciones como

uno de los líderes de Roma. Tiene poder

para gobernar las provincias que están

bajo su mando, pero solo como parte de

la estructura de poder que emana de

Roma.

Es un ciudadano romano que ha ganado

su posición en la estructura como

consecuencia de su habilidad militar y

por haber derrotado a los asesinos de

Julio César.

Los romanos respetan a Marco Antonio

no por sus dotes personales, sino como

representante del poder de Roma.

Por otro lado, Marco Antonio es una

parte de Egipto. No solo está

enamorado de su reina, sino también

hizo suyos los temores y las esperanzas

de Cleopatra. En Egipto se siente en su

hogar.

Page 6: Shakespeare y los liderazgos fallidos

6

Shakespeare plantea una dualidad

extremadamente compleja: a lo largo de

toda la obra, Antonio es el general

romano y el líder del pueblo egipcio al

mismo tiempo. De escena en escena va

pasando de un rol al otro.

Es posible que alguien ocupe más de un

rol, pero lo que es imposible es

mantener esos dos roles por mucho

tiempo cuando los mismos están

enfrentados.

Roma no va a permitirle a Marco

Antonio servir a Roma y servir también

a Egipto.

El problema central radica en que

Marco Antonio cree que el poder que le

dio Roma es consecuencia de su propia

capacidad, es decir que sus hazañas en

la guerra lo hicieron acreedor de ese

poder que él detenta como si fuera un

poder personal.

Las cosas no eran como él las creía. El

poder en tiempos de los romanos y en la

actualidad, se construye a través de un

conjunto de estructuras

organizacionales. Es claro que

encontramos individuos con mucho

poder en las organizaciones, pero

también observamos cómo, en muchas

ocasiones, son apartados de un

momento para el otro.

Douglas McGregor hace una interesante

reflexión sobre esta cuestiónviii:

Hay cuatro variables importantes que

están relacionadas con el liderazgo: 1)

las características del líder; 2) las

actitudes, necesidades y características

personales de los seguidores; 3) las

características de la organización, tales

como su propósito, su estructura y la

naturaleza de las tareas; y 4) el entorno

social, económico y político. Las

características personales requeridas

para que un líder sea efectivo varían

dependiendo de los otros factores.

Existe mucha investigación al respecto.

Esto significa que el liderazgo no es

propiedad de un individuo, sino el

resultado de una compleja interacción

de las cuatro variables. La

investigación indica que es más

conveniente considerar el liderazgo

como una relación entre el líder y la

situación que como un patrón universal

de características poseídas por algunos

individuos.

Este es un tema crucial, ya que muchos

gerentes creen que ellos tienen las

características personales para

administrar y liderar

independientemente de la situación y de

la organización que les toca conducir.

Marco Antonio confundió su poder

como individuo con la autoridad de su

posición. Se sintió tan seguro que pensó

que podía hacer lo que quisiese.

Es obvio que la organización necesita

del aporte individual, pero la necesidad

de coordinación limita la libertad de

decisión de las personas.

A Cleopatra le convenía la dualidad de

Marco Antonio anteriormente

mencionada, ya que necesitaba alguien

que tuviera poder conferido por Roma

Page 7: Shakespeare y los liderazgos fallidos

7

para mantener la independencia de

Egipto, algo que no podía conseguir por

sí sola. Pero además de ello, necesitaba

a alguien que estuviera dispuesto a usar

ese poder a favor de Egipto y en contra

de Roma.

En el segundo acto, Marco Antonio es

llamado a Roma para reunirse con los

otros dos miembros del triunvirato:

Octavio y Lépido. La reunión comienza

con una advertencia de Octavio referida

a la lealtad de Marco Antonio con

Egipto.

Este es el nudo del problema: si un

general romano que vive en Egipto es

leal a la fuente de su poder (Roma), no

importa donde vive. Si, por el contrario,

ese general piensa que su poder le

pertenece en forma personal, entonces

vivir en Egipto pasa a ser un problema.

La solución que aporta el general

Agripa para resolver este dilema es que

Marco Antonio se case con la hermana

de Octavio a los efectos de generar un

vínculo que vuelque los sentimientos de

Marco Antonio hacia Roma.ix

Para mantenerlos en perpetua amistad,

para hacerlos hermanos, y unir sus

corazones con un nudo indisoluble,

Marco Antonio tiene que tomar a

Octavia como su esposa

El matrimonio es un intento para

asegurar que la ruptura que se está

produciendo entre Marco Antonio y la

fuente de su poder vuelva a unirse.

Marco Antonio accede y, como una

muestra de su lealtad, derrota a

Pompeyo, quien lideraba una revuelta

contra Roma.

El lazo que Octavio usa para atar a

Marco Antonio parece ser suficiente ya

que involucra nada menos que a la

hermana del futuro emperador, una de

las mujeres más influyentes del mundo.

Sin embargo, eso genera una

contradicción para Marco Antonio ya

que el lazo que lo une a Egipto también

es consecuencia de tener una relación

con una mujer importante como lo es

Cleopatra.

El matrimonio con Octavia cambia el

mapa político y se transforma en una

trampa para Marco Antonio, ya que el

costo que tendrá que pagar con

Cleopatra es demasiado alto. Tanto ella

como la nación egipcia necesitan a

Marco Antonio de su lado, no del lado

de Roma.

A medida que avanza la obra, el poder

de Marco Antonio se va diluyendo.

Comienza a cometer errores tácticos y

estratégicos de tal magnitud, que es

imposible reconocer en ellos al brillante

general que fue en el pasado.

Cleopatra lucha denodadamente contra

la disminución de su poder, pero ella

necesita a un Marco Antonio poderoso

y, dado que el poder que él detentaba,

volvió a las manos romanas, lo único

que le queda son esperanzas y sueños.

Page 8: Shakespeare y los liderazgos fallidos

8

Marco Antonio y Cleopatra son parte

del mundo, pero ellos creen y desean

ser el centro del mundo.

Octavio gana la batalla final porque

representa a Roma y Roma es una

potencia que conquista todo el mundo

conocido.

Ya en el final de la obra, con Marco

Antonio muerto, Cleopatra lo sigue

soñando como alguien poderoso capaz

de derrotar a Roma y de defender a

Egipto.

Bloom dicex:

Con la muerte de Antonio, se termina la

era de Julio César y Pompeyo, una era

que comenzó con la muerte de

Alejandro Magno. Para Shakespeare

fue una era heroica y hercúlea. Antonio,

durante la obra, se muestra un poco

arcaico, dada la creencia que su

carisma le permitiría superar cualquier

obstáculo

Marco Antonio cometió el grave error

de creer que su poder se fundaba en sí

mismo y que, en consecuencia, podía

llevárselo consigo fuera de la

organización que lo generó.

Sin embargo, sin el soporte de Roma,

Marco Antonio solo era un buen

soldado, no un verdadero líder.

El Marco Antonio de Shakespeare es la

historia de lo que pasa cuando alguien

olvida que el individuo no lidera solo a

través de sus competencias personales

sino a través de una constante relación

con un determinado conjunto de

estructuras de poder.

El Rey Lear

Según Harold Bloom:xi

Lear es el personaje más sublime y más

demandante de Shakespeare.

En esta obra, como en todas las obras

que Shakespeare escribió sobre reyes,

hay muchas perspectivas diferentes

acerca del poder y de cómo usarlo.

El punto de vista que prevalece en la

obra es el de Lear, según el cual la

autoridad proviene de su poder personal

como rey. Ninguna otra persona tiene ni

siquiera una pequeña porción de poder.

Una de las lecciones de Shakespeare es

que cuando una persona concentra

demasiado poder, existen muchas

posibilidades que dicho poder sea

ejercido de forma caprichosa y

arbitraria.

Si eso ocurre, lo que aparenta ser un

líder con gran autoridad, en realidad es

alguien frágil e inestable que puede

perder su condición en cualquier

momento.

Aquel que haya ocupado un puesto de

mucho poder en una empresa familiar,

una multinacional o un estado en algún

momento debería preguntarse quién

puede ser su sucesor y trabajar para

ayudarlo en su desarrollo.

Las tribulaciones de Lear son centrales

a casi todos nosotros, ya que el conflicto

Page 9: Shakespeare y los liderazgos fallidos

9

que genera la sucesión generacional es

universal.

Se dice que el que busca un sucesor se

debate entre dos deseos contradictorios:

por un lado, asegurar que la

organización siga adelante y por el otro

la necesidad de demostrar que nadie

puede hacer las cosas tan bien como él.

Lear había pospuesto durante mucho

tiempo el tema de la sucesión, pero ya

contaba con más de ochenta años y

sentía la necesidad de desprenderse de

las preocupaciones y las fatigas de la

dirección.

En la primera escena de la obra Lear

tiene que decidir cómo dividir su reino

entre sus tres hijas. Y decide hacerlo

basándose en la habilidad de sus hijas

para demostrarle cuánto lo aman a

través de sus palabras.

Esta decisión genera la división del

reino y crea una situación de caos que

permanece a lo largo de toda la obra.

Cuando la obra comienza, Lear tiene el

poder absoluto. Es el Rey, posee las

tierras y puede disponer de ellas como

le plazca. Precisamente, Shakespeare

nos muestra los riesgos de disponer de

ese poder absoluto. Si una persona tiene

el poder de disponer de los destinos de

una nación de una manera tan absoluta,

se trata de una situación sumamente

peligrosa que puede conducir a la

destrucción general. De hecho,

Shakespeare escribe la obra para que

ello suceda.

Las dos hijas mayores acceden al “test

de adulación” que les propone el padre,

pero la hija menor, Cordelia, se rehúsa a

entrar en el juego:xii

Nada tengo para decir. Infeliz como

soy, no logro elevar mi corazón hasta

mis labios. Os amo conforme a nuestro

vínculo, Majestad, ni más ni menos.

Lear se enfurece por la respuesta de su

hija menor y en ese mismo instante la

deshereda y reparte el reino entre sus

dos hermanas. En ese acto demuestra

que tiene el poder para hacer lo que

quiera.

En la misma escena, Kent, uno de sus

más leales colaboradores trata de que el

Rey revea su decisión:xiii

Sea Kent descortés si Lear está loco,

¿Qué vas a hacer anciano? ¿Piensas

acaso que el deber tiene miedo de

hablar cuando el poder se inclina ante

la adulación? El honor se somete a la

sinceridad cuando la realeza sucumbe a

la locura. Mantente en el poder y a tu

más honda consideración somete este

arrebato sin sentido. Tu hija menor no

es la que te ama menos, ni vacíos están

los corazones de aquellos que en voz

baja no hacen sonar la hipocresía.

Kent tiene el coraje de decirle a su jefe

lo que piensa, aunque ello no sea lo que

Lear quiere escuchar. Esta actitud es la

que deben tener los colaboradores leales

cuando se enfrentan a decisiones

catastróficas de sus superiores.

Page 10: Shakespeare y los liderazgos fallidos

10

El premio a la sinceridad de Kent es el

destierro. Es imposible para alguien

como Lear, con su visión acerca del

poder, reconocer un error en público y

cambiar una decisión equivocada.

Quizás Kent debería haber hablado a

solas con Lear pero, de todos modos,

está haciendo su trabajo: es el asesor del

rey y lo está aconsejando. Además, lo

está haciendo bien, ya que la decisión

del rey pone en marcha una tragedia.

Lear percibe muy rápidamente las

consecuencias de su decisión: al perder

el poder, deja de tener privilegios y

cambia su nivel de vida.

Las hijas mayores no aceptan cobijar a

sus caballeros y echan a Lear del

palacio. Se ha convertido en un cero a la

izquierda. Una situación muy habitual

en las organizaciones para aquellos

gerentes que ven debilitada su posición

de poder.

Lear no puede aceptar esa realidad y se

vuelve loco. Al final de la obra lo único

que le queda es el amor de Cordelia, la

hija desheredada y el de Kent, su fiel

amigo, al que desterró por decirle lo que

pensaba.

En las organizaciones actuales, algunos

gerentes ambiciosos que acumulan

mucho poder buscan que sus acciones

no tengan que ser chequeadas por

ninguna otra persona. Bajo estas

circunstancias más de uno se siente

tentado a demostrar a los demás que

puede tomar las decisiones que quiera.

A partir que Lear divide su reino en

dos, deja de tener el poder para tomar

ese tipo de decisiones. Sigue

percibiendo al mundo a través de los

ojos de alguien con poder absoluto, pero

ya no tiene más poder real. Este

desajuste entre su creencia acerca de la

realidad y el mundo real solo puede

tener un desenlace psicológico. La

locura es consecuencia de su

imposibilidad de aceptar el cambio.

La lucha que se plantea en la obra no es

entre personas que se disputan el reino,

sino entre aquellos que se resisten al

cambio y aquellos que lo aceptan.

El rey no quiere aceptar los cambios

que él mismo provocó. Kent, a pesar de

haber sido exiliado, sigue tratando de

proteger y servir al rey:xiv

Lear: ¿Quién eres?

Kent: Una persona muy honrada, tan

pobre como el rey

Lear: Si eres tan pobre como súbdito

como es él siendo rey, ciertamente eres

pobre. ¿Qué quieres?

Kent: Servir

Lear:¿Y a quién quieres servir?

Kent: A vos

Lear: ¿Me conoces?

Kent: No, Señor. Pero algo hay en

vuestro porte por lo que gustoso lo

llamaría Señor.

Lear: ¿Qué es ello?

Kent: Autoridad

Kent tiene vocación de servicio, a pesar

de haber sido tratado tan mal. Con sus

palabras trata de restablecer el orden

anterior: la gente sirve a quienes percibe

Page 11: Shakespeare y los liderazgos fallidos

11

con la “autoridad” estampada en sus

rostros, aunque ya no tengan poder real.

Eso es lo que ocurre en la mente de

Lear y sus amigos, aunque el mundo

real esté cambiando.

Ese mundo al que estaban

acostumbrados se está haciendo añicos,

pero ellos siguen aferrados a los valores

que conocen y que tienen sentido solo

en la certeza que existe una única y

poderosa fuente de autoridad.

Lo trágico del caso es que el mismo

poder absoluto del que disponía Lear

fue utilizado por él mismo de manera

caprichosa y, como consecuencia de

ello, destruyó su propia posición.

Las lecciones que nos brinda El Rey

Lear son duras: si proteges a la

organización y a vos mismo del cambio,

vas a fracasar. Cuanto mayor es la

resistencia, mayores son las

probabilidades de ser engullidos por

fuerzas que no pueden detenerse.

Comentarios finales

Estos tres líderes fallidos nos brindan

lecciones dramáticas y de gran

actualidad en el mundo organizacional

contemporáneo.

De distintas maneras reflejan lo que

ocurre cuando cambia lo que en el

pasado era el orden natural de las cosas.

Actualmente está claro que una

organización no puede sobrevivir si no

se adapta a la complejidad a través de

estructuras y estrategias que le permitan

lidiar con ella.

Una vez que se entiende que el “orden

natural” de la jerarquía ya dejó de ser

natural, se percibe claramente que,

aquellas personas que siguen

percibiendo a las organizaciones de esa

manera lo hacen solo por su propia

conveniencia.

El “orden natural de la jerarquía” es, de

hecho, tan válido como cualquier otro

orden y es una elección personal

percibir a las organizaciones de ese

modo.

Sin embargo, hay muchas personas que

siguen creyendo en ciertas estructuras

organizacionales, como si hubieran sido

creadas por Dios, debido a lo cual no

hay posibilidad de cuestionarlas.

Shakespeare nos muestra claramente

que esa visión no proviene de Dios, sino

que es creada por los hombres para

sostener su concepción sobre el poder.

A pesar de lo que parece, dicha visión

del poder no es poderosa sino muy débil

y el mundo real de las organizaciones

nos prueba a diario que “ser rey no es

suficiente”.

En definitiva, Shakespeare nos brinda

una lección muy poderosa para el

mundo contemporáneo: los buenos

gerentes logran ser reconocidos como

líderes debido a la calidad de su trabajo,

tanto en el plano técnico como en sus

competencias interpersonales. Los

malos gerentes fracasan porque su

desempeño no les permite conseguir ese

respeto.

Page 12: Shakespeare y los liderazgos fallidos

12

Dice Charles Handyxv:

En las organizaciones mecanicistas el

poder surgía de la posición. En las

nuevas organizaciones los títulos y los

cargos tienen muy poco peso hasta que

la persona demuestre sus competencias.

El liderazgo debe ser ganado antes de

ser ejercido.

Esta es una lección vital para los

líderes, porque muestra claramente que

si uno pierde contacto con el mundo en

el cual actúan los seguidores, en

definitiva está perdiendo contacto con la

realidad. Y perder contacto con la

realidad conduce inevitablemente al

fracaso. La realidad siempre gana.

i Shakespeare, William. Ricardo II. Acto 3 Escena

2.

ii Shakespeare, William. Ricardo II. Acto 3

Escena 2.

iii Shakespeare, William. Ricardo II. Acto 3

Escena 2.

iv Shakespeare, William. Ricardo II. Acto 3

Escena 2.

v Shakespeare, William. Ricardo II. Acto 5

Escena 6.

vi Bloom, Harold. (1998). Shakespeare. The

invention of the human. Riverhead Books. New

York. USA

vii Shakespeare, William. Antonio y Cleopatra.

Acto 1 Escena 1.

viii McGregor, Douglas. (1966) Leadership and

motivation. MIT Press. Cambridge, Mas. USA

ix Shakespeare, William. Antonio y Cleopatra.

Acto 2 Escena 2.

x Bloom, Harold. Op. cit.

xi Bloom, Harold. Op. cit.

xii Shakespeare, William. El Rey Lear. Acto 1

Escena 1.

xiii Shakespeare, William. El Rey Lear. Acto 1

Escena 1.

xiv Shakespeare, William. El Rey Lear. Acto 1

Escena 4.

xv Hesselbein, Frances y Cohen, Paul (Comp.)

(2002) De líder a líder. Los mejores artículos de

la Fundación Drucker. La cita pertenece al

artículo de Charles Handy “La búsqueda de

sentido”.