Si íbamos a hacer un retrato sobre la preparación del dulce de leche...

¡No nos podíamos quedar

sin intentar cocinarlo!

Mientras realizábamos el retrato, nos tentó mucho la idea de preparar dulce de leche casero, así que no tardamos en ponerlo en práctica.

El 5 de Junio de este año nos reunimos en casa de nuestra compañera Macarena. Leandro llegó temprano, y fueron al supermercado a comprar los ingredientes, mientras la mamá de Maca ponía la leche a calentar.

Cuando Maca y Lea volvieron, Cristian ya había llegado y los estaba esperando.

Pusimos todos los ingredientes en la mesa, y empezamos a cocinar.

Le agregamos la esencia de vainilla y el bicarbonato a la leche, pero en un principio, nuestra ración de ingredientes era errónea, pero no fue hasta después de una hora que nos dimos cuenta.

Dejamos la leche en el fuego y nos pusimos todos a ver la tele mientras esperábamos. Pero cuando volvimos a la cocina...

¡Nos dimos cuenta que se había derramado!

Limpiamos, y no perdimos las esperanzas.

Tras mucho rato, nos empezamos a desilusionar. La leche había estado calentándose mucho tiempo, y no había tomado color ni se había espesado. Repasamos los ingredientes y no sabíamos qué habíamos hecho mal.

Lea llamó a su mamá para que le de algunos consejos, y descubrimos que el motivo por el cual no había tomado color, era por el poco bicarbonato que le pusimos. Agregamos lo necesario, y a los pocos minutos, empezamos a ver la coloración.

Todos nos ilusionamos, y a partir de ese momento nos empezamos a pelear por revolver.

La espesura y el color iban aumentando con nuestras ganas de probarlo.

Y cerca de las 20:30 de la noche...

¡el dulce de leche estaba listo!

Tras comprobar que era consistente, probamos un poquito para ver si por lo menos tenía gusto a dulce de leche, además de la apariencia.

Luego, lo colocamos en la heladera para que se enfríe rápido, ya que estábamos ansiosos por probarlo.

Al rato, lo sacamos y empezamos a comer.

¡Y esta fue la historia de cómo nos aventuramos a hacer dulce de leche!