Sicre, J.L. “La Investigacioìn Sobre La Historia Deuteronomista” en Introduccioìn Al at 2011...

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La investigación sobre la Historia deuteronomista l La tradición antigua Judíos y cristianos leyeron durante siglos estos libros como obras inde- pendientes, escritas por autores distintos, generalmente contemporáneos de los hechos que cuentan. El libro de Josué había sido escrito por el mismo losué. El de los Jueces, por el profeta Samuel, que escribió también los li- bros que llevan su nombre. Los libros de los Reyes se atribuyen a Jeremías. Naturalmente, los rabinos admiten que algunos redactores completaron a veces estas obras. Pero se mantiene una clara distinción entre el Pentateuco, obra de Moisés, y los «Primeros profetas» (Josué-Jueces-Samuel-Reyes), que son obras independientes. Pcnt.itcLKO Gn - r.\ - L\ - Mm - 1 H Antes de continuar nos planteamos dos preguntas que ayudan a enten- der la historia posterior. Pregunta 1: ¿Es justo separar los «Primeros profetas» del Deuteronomio? Leyendo Jos-Jue-Sm-Re tenemos a veces la impresión de que estos libros están aplicando las ideas del Dt o poniendo en práctica las normas que en él se contienen. Veamos algunos casos.

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La investigación sobre la Historia deuteronomista

l La tradición antigua

Judíos y cristianos leyeron durante siglos estos libros como obras inde­pendientes, escritas por autores distintos, generalmente contemporáneos de los hechos que cuentan. El libro de Josué había sido escrito por el mismo losué. El de los Jueces, por el profeta Samuel, que escribió también los li­bros que llevan su nombre. Los libros de los Reyes se atribuyen a Jeremías. Naturalmente, los rabinos admiten que algunos redactores completaron a veces estas obras. Pero se mantiene una clara distinción entre el Pentateuco, obra de Moisés, y los «Primeros profetas» (Josué-Jueces-Samuel-Reyes), que son obras independientes.

P cn t.itcL K O

Gn - r.\ - L\ - Mm - 1H

Antes de continuar nos planteamos dos preguntas que ayudan a enten­der la historia posterior.

Pregunta 1: ¿Es justo separar los «Primeros profetas» del Deuteronomio?

Leyendo Jos-Jue-Sm-Re tenemos a veces la impresión de que estos libros están aplicando las ideas del Dt o poniendo en práctica las normas que en él se contienen. Veamos algunos casos.

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L a h is t o r ia d e u t e r o n o m ís t a

El Libro de ia Ley: obligación y garantía de éxito

En Dt 31,26 Moisés ordena a los levitas que tomen el Libro de la " ' depositen junto al arca de la alianza. A este libro hace referencia Dios do se dirige a Josué: «Que el libro de esa ley no se te caiga de los labi-^ dítalo día y noche, para poner por obra todas sus cláusulas; así prosne tus empresas y tendrás éxito» (Jos 1,8). Y David, en el lecho de muerte, in^ ca la misma idea a Salomón: «Guarda las consignas del Señor, tu Djos ^ minando por sus sendas, guardando sus preceptos, mandatos, decretos víior^ 5 mas, como están escritos en la Ley de Moisés; para que tengas éxito en todas empresas, adondequiera que vayas» (1 Re 2,3). Este Libro de la Ley será ea 1 contrado por el sumo sacerdote Jelcías en tiempos del rey Josías (2 Re 22 8)

El exterminio de los pueblos paganos de Canaán

En el Deuteronomio Moisés ordena a los israelitas que, cuando entren en la tierra prometida, «consagren sin remisión al exterminio» a los pueblos paganos de Canaán (Dt 7,1-2). Y más adelante, en las «leyes de la guerra», se vuelve sobre el tema: «En las ciudades de estos pueblos cuya tierra le. en­trega el Señor, tu Dios, en heredad no dejarás un alma viviente: dedicarás al exterminio a hititas, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos, como te mandó el Señor» (Dt 20,16-17).

Esto es lo que hizo Moisés durante la campaña contra Og: «El Señor., nuestro Dios, nos entregó también a Og, rey de Basán, con todo su ejérci­to, y los derrotamos sin dejar uno con vida» (Dt 3,3). Y su conducta la imita estrictamente Josué en la campaña de Ay: «Israel los derrotó sin dejarle> su­perviviente ni fugitivo» (Jos 8,28) y en la campaña del Sur: «Aquel día Josué tomó Maqueda. La pasó a cuchillo, consagrando al exterminio a su rey y a todos sus habitantes. No cjuedó un superviviente» (Jos 10,28). Estas palabras se repiten como un estribillo después de la conquista de cada ciudad (vv. 30.33.37.39.40) y también se aplica a la campaña del Norte (11,8).

Obras son amores

Las palabras más famosas de Deuteronomio son, sin duda: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuer­zas» (Dt 6,4). Pero ese amor hay que demostrarlo en la práctica: «Amarás a! Señor, tu Dios; guardarás sus consignas y normas, sus decretos y preceptos mientras te dure la vida» (Dt 11,1). Como vimos antes, es lo que David in­culca a Salomón antes de morir: «Guarda las consignas del Señor, tu Dios, caminando por sus sendas, guardando sus preceptos, mandatos, decretos y normas» (1 Re 2,3).

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L a in v e s t ig a c ió n s o b r e l a H is t o r ia d e u t f . r o n o m is t a

sd\ -m'dtar la morada del Señor, el lugar que el Señor vuestro Dios se eli-

T lint) de los mayores problemas entre los antiguos israelitas era la ven-" tie sangre: si mataban a un familiar tuyo, tenías obligación grave det matar al culpable. Pero podía ocurrir que el culpable no fuera tan culpable.:. simplemente, se le había escapado el hierro del hacha mientras trabajaba, ' c o n tan mala suerte que había golpeado y matado a otro. Esa persona no ' merecía la muerte. ¿Cómo resolver el dilema? Eligiendo unas ciudades en

fijrito queda libre de la obligación de matarlo. Así se estipula en el Deute-! ronotnio: «Separarás tres ciudades en la tierra que el Señor va a darte en po­

sesión. Medirás bien las distancias y dividirás en tres zonas la tierra que el Señor, tu Dios, va a darte en heredad, como asilo de los homicidas» (Dt ]9,lss). Y esta norma la pone en práctica Josué (ios 20).

hl cadáver del ajusticiado

p Probablemente le suenan las palabras del evangelio de Juan al final del relato de la pasión: «Los judíos, para que los cadáveres no quedaran en la

...cruz el sábado, pidieron a Pilato que les quebrasen las piernas y los descol-

. gasen» (Jn 19,31). Esto responde a la norma contenida en el Dt: «Si un sen­tenciado a pena capital es ajusticiado y colgado de un árbol, su cadáver no quedará en el árbol de noche; lo enterrarás aquel mismo día, porque Dios maldice al que cuelga de un árbol, y no debes contaminar la tierra que el Se­ñor, tu Dios, va a darte en heredad» (Dt 21,22-23). Y esta norma la tiene en cuenta Josué después de ajusticiar a los cinco reyes que se habían coaligado contra los gabaonitas y los israelitas: «A la puesta del sol mandó bajarlos de los árboles y tirarlos a la cueva donde se habían escondido» (Jos 10,27).

Se podrían multiplicar los ejemplos. Pero bastan estos para advertir que no es justo separar drásticamente los «Primeros profetas» del Deuteronomio (por no hablar ahora de la relación que reflejan a veces con todo el Pentateuco).

¿p'ios rey s dei sur que loieraron ei cuno en ras ermuas iuera ue jerusaien.

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las <jue puede refugiarse el homicida: él queda a salvo y el familiar del di

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Pregunta 2: ¿Es justo considerar los libros de Josué a Reyes obrasindependientes, de distintos autores, sin relación entre ello<

Respondiendo a la pregunta anterior hemos visto que estos libros * parten a veces un lenguaje y unas ideas procedentes del Deuteronomio ro encontramos también referencias cruzadas, a ideas o hechos que se a*¿:" cian en un libro y se cumplen o mantienen en otro. Indico tres ejempl,

Castigo del que reconstruya Jericó

En el libro de Josué, después de la destrucción de la ciudad, dice Jq ^ «¡Maldito de Dios el que reedifique esta ciudad! La vida del primogénito cuesten los cimientos y la vida del último las puertas» (Jos 6,26). Y el libti de los Reyes cuenta que, en tiempos del rey Ajab, «Jiel, de Betel, recons yó Jericó: los cimientos le costaron la vida de Abirán, su primogénito, y' puertas, la de Segub, su benjamín, como lo había dicho el Señor por nv»1: de Josué, hijo de Nun» (1 Re 16,34).

Castigo de la familia del sacerdote Eli

Este sumo sacerdote de Siló, que no reprendía debidamente la conducta de sus hijos, fue condenado por Dios mediante el profeta S; «Mira, llegará un día en que arrancaré tus brotes y los de la familia de ttí dre, y nadie llegará a viejo en tu familia» (1 Sm 2,31). Pasan los arios,i descendiente de Eli se pone en contra del rey Salomón y este lo expulsa Jerusalén. Y comenta el autor del libro de los Reyes: «Así destituyó Saloni a Abiatar de su cargo sacerdotal, cumpliendo la profecía del Señor contra familia de Eli, en Siló» (1 Re 2,27).

La promesa a David

Uno de los momentos capitales del AT es cuando Dios promete a D vid la continuidad de su dinastía: «Cuando hayas llegado al término de vida y descanses con tus antepasados, estableceré después de ti a un desa diente tuyo, nacido de tus entrañas, y consolidaré su reino. [...] Tu casaf^ reino durarán para siempre en mi presencia; tu trono permanecerá siempre» (2 Sm 7,12.16).

Esta promesa la recoge David cuando se despide de Salomón y le horta a comportarse rectamente «para que el Señor cumpla la promesa me hizo: Si tus hijos saben comportarse, procediendo sinceramente^ acuerdo conmigo, con todo el corazón y con toda el alma, no te faltará ., descendiente en el trono de Israel» (1 Re 2,4).

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esta promesa es la que justifica que Dios, en numerosas ocasiones, -me al reino de Judá «en consideración a David» (1 Re 11,11-13; 15,3-

\% .t 8,19).

• los precursores

í;jLás ideas anteriores no se captan en una simple lectura de corrido. Es íso leer mucho estos libros, y atentamente. Por eso, mirando al pasado

£¿le el siglo xxi, admira la sabiduría e intuición de algunos autores, que es-0 recordar.

Én el siglo xvi, Andrés Masius (1514-1573) advierte que en estos libros una serie de elementos comunes (como acabamos de indicar) y de-

Ibde que fueron compilados por Esdras durante la época persa (s. v a.C.). consiguiente, no son contemporáneos de los hechos que cuentan.

Un siglo más tarde, el genial Baruc Spinoza (1632-1677) propone en '-fO que el Pentateuco y los «Primeros profetas» (Josué-Jueces-Samuel-

ís] forman unidad. Pero lo más interesante para nosotros es su afirma- % de que eí Deuteronomio ofrece la clave teológica para interpretar la

?ria posterior (hemos indicado algunos ejemplos en el punto anterior).

Y otro siglo después, Francisco María Arouet (Voltaire) (1694-1778) da nuevo paso adelante. Con su típico espíritu independiente, se atreve a

que el Deuteronomio carece de relación con los libros precedentes énesis-Éxodo-Levítico-Números), destruyendo el dogma del Pentateuco, ’emás, el Deuteronomio no habría sido escrito por Moisés, sino com-

to en tiempos del rey Josías (finales del siglo vil a.C.).

Gn - F-x - Lv - Nm Dt - Jos - fue - Sin • Re

A comienzos del siglo xix (en 1805), Wilhelm M. L. de Wette (1780-1849), solo veinticinco años de edad, fundamenta la idea de Voltaire a propósito Deuteronomio y abre nuevos caminos: este libro habría sido compuesto justificar las decisiones de Josías en materia política y religiosa.

> Pero bastan pocos años para que la situación cambie por completo. Si y de Wette le han «robado» el Deuteronomio al Pentateuco, cua-

ta años más tarde Heinrich Ewald (1803-1875) se lo va a devolver, aña- dole, en compensación, el libro de Josué' . Unir Josué al Pentateuco no

con

1 En su Qeschichte des Volkes Israel, 1843-1859; 3 a ed., 1864-1868.

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La h is t o r ia d e ü t e r o n o m ist a

L a in v e st ig a c ió n so b r e la H is t o r ia d e ü t e r o n o m is t a

es una locura ni un capricho: en el Génesis se promete a los tierra, y Éxodo-Números cuentan el camino hacia esa tierra- la historia termine contando la conquista y reparto de esa ti/" consecuencia, Ewald habla de dos grandes obras históricas- (Gn a Jos) y «Los Reyes» (Jue, Rut, Sm, Re).

fsjóth entra en escena

Los orígenes Oí - Ex Lv - Nm - Dt - Jos Los

lúe - Rut

estaba siendo un año demasiado bueno para Alemania. Febre- "^irienzado con la capitulación del VI Ejército en Stalingrado. Me-

e rendía el Afrika Korps. Seguiría el desembarco aliado en Si-le se itras

Pero Ewald tiene también una intuición que será recogida cien años más tarde: la segunda obra, «Los Reyes», luvo dos edición primera durante el reinado de Josías (hacia el 620 a.C.), la segiiiti^ te el exilio de Babilonia (hacia el 560). . -|¡g

Sin embargo, a finales del siglo xlx los «Primeros profetas» no im excesivamente a la ciencia bíblica. Todos los autores están obsesk

____ _1 n

sobre Jas ^Jéntica

, . . , r ' fragmentos o versos reelaborados por el Dtr;La segunda es victima del entusiasmo por las fuentes y aplica a estosbros los criterios en boga para el Llexateuco. Jue-Sm-Re son el resultado#;, í®

los rusos forzaban por el este, con un gasto terrible de Movidas humanas. Sin embargo, casi nadie imaginaba que aque- ? ‘ icídío del fin. Martin Noth incluso tenía motivos para sentirse

Acababan de publicarle su última obra. Una vez más, miró el tí- cierto orgullo. Había sido capaz de utilizar treinta y cinco letras en

^ os palabras: Überlieferungsgeschichtliche Studien. Sonaba a Panzer ' dose en la estepa rusa, a U2 sumergiéndose en las frías aguas de la

bíblica.^ UJúellos Elidios sobre historia de la tradición estaban dedicados en par-

álas dos grandes obras históricas de la Biblia, la Deuteronomis- •^'Ta Cronista. La primera parte, la que ahora nos interesa, suponía una

novedad en la interpretación de los libros de Josué, Jueces, Sa-con el Pentateuco y la nueva propuesta de Julius Wellhausen tes J, E, P y D de las que hemos hablado en un capítulo anterior

3. La primera mitad del siglo xx

Durante estos años podemos hablar de dos tendencias principales

La primera defiende el origen independiente de Jos-Jue-Sm-Re. -Si ahoa ^hipótesis de los fragmentos), que un autor exílico (Dtr = autor deutero- ofrecen elementos comunes es porque hacia el año 622 a.C. (en tiempos k ' I t : iornista) uiilizó para componer su historia, la Historia deüteronomista. Josias) fueron unidos y revisados por un grupo de autores imbuidos m b :it-- '■ - pA estudiar el bloque Josué-Reyes habría que distinguir:menta .dad del Dt (los deuteronomistas). Años más tarde, durante el o h / nes ¡das el autor deuteronomista sin reelaborarlas;tuvo lugar una segunda edición con pequeños cambios y adiciones. '' a) traíl,aones KCO&a3b c

T

L ^elyReves.: .Qponiéndose a las dos tendencias vigentes, defiende que antes del exilio ^existían libros independientes, ni tampoco documentos al estilo de J y E

' q&e hablasen sobre el largo período que va desde los jueces a la monarquía.1 : Séio existían fragmentos aislados y pequeñas obras (por eso se la conoce co­

unir las fuentes Yahvista (J) y Elohísta (E), con algunos añadidos '.leí docu­mento Sacerdotal (P). Estos documentos, que comenzaban con la cread¿s del mundo o con Abrahán, no terminaban con la muerte de Moisés; bien contaban lo ocurrido en siglos posteriores. La verdad es que los au| no se ponían de acuerdo. Según unos, esas fuentes del Pentateuco te en Josué, y hablan en consecuencia de una historia en seis libros (Hexaféa co: Gn-Ex-Lv-Nm-Dt-Jos); otros las prolongan hasta Jueces, y h.ibl.m de sie­te libros (Heptateuco); los que las extienden hasta Samuel, de ocho ( 9 ^ teuco); y quienes admiten unidad desde Génesis hasta Reyes hablan.JÉ nueve libros (Eneateuco). En lo único en que coincide esta hipótesis cpnj|| anterior es en que el último toque lo dieron los autores deuterononústai

c) fragmentos originales del Dtr;

d) fragmentos añadidos después de que el autor terminó su obra.

Para no acumular datos demasiado minuciosos nos limitaremos a los j&enriales.

a) Entre las tradiciones recogidas por el Dtr sin reelaborarlas se encuen­dan:

-gran parte del Dt (4 ,40-30 ,20);

- relatos de la conquista (Jos 2-11);

-narraciones sobre diversos jueces (Jue 3 ,7 -12 ,15 , exceptuando algu­nos versos procedentes del Dtr);

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La h is t o r ia d e u t e r o n o m ist a

- infancia de Samuel (1 Sm 1,1-4,13, excluyendo 2,25b.

- historia del arca (1 Sm 4 ,lb -7 , l ) ;

- tradiciones de Saúl y David (1 Sm 9 ,1-10,16; 10,27b-1], 1 5}. ]- continuación de Saúl-David y tradiciones de David (1 Sin 13

Sm 20 ; 1 Re 1 -2 );

- historia de Salomón (1 Re 3-11, exceptuando algunos pasajes f ,

- tradiciones proféticas y datos sobre los reyes de Israel y Jud| ellos tienen especial importancia los relatos sobre Elias y Eliseo, 1| ción de Jehú (2 Re 9-10), la intervención de Isaías durante el asé rusalén por Senaquerib (2 Re 18 ,17-20 ,19), el relato del hallazgoAc> l a T ÍO ^ 3 T 2 -31

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ción de Jehú (2 Re 9-10), la intervención de Isaías durante el asedio1 rusalén por Senaquerib (2 Re 18 ,17-20 ,19), el relato del hallazgo deli de la Ley (2 Re 22 ,3 -23 ,3 ).

(Hasta el momento en el que el Dtr recogió este material, las div tradiciones habían tenido vida propia, con un enfoque e intención distintos de los que pretendió nuestro autor.)

La in v e st ig a c ió n s o b r e la H is t o r ia d e u t e r o n o m ist a

e r a introducción a Jueces (Jue 1,1 -2 ,5 )

!toria de Sansón y apéndices (Jue 13,2-21,25)

dices sobre David (2 Sm 21-24).

resumen, los puntos más revolucionarios de la teoría de Noth son los si-

i^*B¡Historia deuteronomista es obra de un solo autor, no de una escuela.

Este autor vivió y trabajó en tiempos del exilio, redactando su obra ^^P^incia de Samaría, cerca de Mispá y Betel, no en Babilonia, como

jan comentaristas, r»* 3 la Historia deuteronomista representa el primer intento serio de his-

<-'lentro Israe antes del exilio no existió una producción de es- ' sino simples intentos más o menos logrados. Esto va contra la

opinión un divulgada de que la historiografía comienza en Israel durante ^ ' éap°ge0 político-cultural de David y, sobre todo, de Salomón (s. x).

b) Entre los fragmentos o versos reeldborados por el Dtr me limito ' Ar " ■ ^ 4’ EsLa ohfa histórica comenzaba con una 8ran introducción teológica,1 Sm 12,1-25 (dirigido actualmente contra la monarquía), f Re 2 4 '\ I : de! Dt, que ofrecía las claves de interpretación y valoración de la his-

(reelaboración de las consignas de David a Salomón en siFíkhoden]2^ ^ | feen un sol° DiOS y acePtación de un sol° lu8ar de cult0- Mas tarde' te) y 1 Re 4 ,1 -5 ,8 (lista de los empleados de Salomón). 6 . | ei'Dt quedó separado de Josué-Reyes. Pero su función originaria no era la

: ' I t áe cerrar los cuatro primeros libros de la Biblia (Tetrateuco), sino la de abrir

c) Pero el Dtr no se limitó a recoger antiguas tradiciones o a a- \ ^ °S ira,TU’me los «guientes., flal8U“ OS Según Noth, completó este material cofi I f ¿Qué pretendió este judío del siglo vi con su enorme trabajo? La res-

s ' <\°\ WS ¿lT 0/ com *enzo ^ (1 ,1 -3 ,2 9 y diversos pa: ■ puesta de Noth es terriblemente pesimista: «El Dtr no ha escrito su obra pa-^ ^ n^ smo libro (en los caps. 31 y 34). Dife- :j : á aíiviar el tedio o satisfacer el interés por la historia nacional, sino para. v — —c • • ~ ~ /

rentes capítulos o episodios en Josué (1 ,1-6 .10-18; 12; 23), Jueces (2,6- 16.18.19; 3,7-11.12-15a; 6,30-35; 10,6-16; e tc), Samuel (1 Sm etc.), Reyes (1 Re 8,14-66; 11,1-13.41-43; 2 Re 17,7-33á.41; l l JP tT 25 ,1-26 ; etc.).

Sin embargo, lo más importante no es que el Dtr completase el i rial anterior con nuevos datos e interpretaciones. Llevó a cabo una auténif': ca labor de composición, engarzando coherentemente los elementos previos? ^ dando al conjunto un sello muy personal.

d) Con su labor no quedaron terminados definitivamente los libros] Josué-Reyes. Más tarde se añadieron otros textos: j

- canto y bendiciones de Moisés (Dt 32 y 33) |

- reparto de la tierra (Jos 1 3 -22) ^

- alianza en Siquén (Jos 24)

'>¿,1íoctrinar sobre el sentido genuino de la historia de Israel, desde la con­jugaste de la tierra hasta la desaparición del antiguo Estado; y este sentido se

,;; |Éaime para él en el reconocimiento de que Dios ha actuado palpablemente siesta historia, aí responder con exhortaciones y castigos a las deficiencias constanít s y crecientes; y, finalmente, cuando aquellas se revelaron inútiles, con la destrucción total» (óp. cit, p. 100). Desde la perspectiva del exilio,

Jv|mando judá lo ha perdido todo (tierra, templo, rey libertad), la palabra del es escueta y tajante: todo esto es consecuencia de nuestros pecados y so­

lo abe aceptar el castigo de Dios. No queda esperanza para el futuro.

Reacciones a la teoría de N oth

_ Es natural que la teoría de Noth no encontrase aceptación plena, ni si- cj^üiera parcial, entre todos los comentaristas. Algunos, como lepsen, Engnell :::.:t>fioecker, la aprueban y defienden con nuevos argumentos. Otros, cada vez

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más, la rechazan2. No faltan quienes aceptan ciertos püht0 otros. Sería absurdo introducirse en la maraña de argumentos ^ contra. Me limitaré a indicar por dónde se ha orientado la invesr respecto a tres temas: autor, elementos previos y finalidad de la

5.1. ¿Un autor, dos, tres, o una escuela?

La situación actual dista mucho de ser la concebida por Noth la Historia deüteronomista como una obra unitaria, compuesta po¿ lo autor (aun reconociendo que más tarde se añadieron bastantes los). De esta idea se pasó a la de dos o tres autores, para desintegra^ mámente en la de una escuela.

a) Dos autores, uno anterior al exilio y otro posterior

El principal representante de esta teoría es Frank Mooie Cross, en tículo «Los temas del libro de los Reyes y la estructura de la Historia deQf ronomista»3. Le siguen sus discípulos Nelson4 y Friedman5 y es de. por otros muchos, el último entre ellos Geoghegan (2 0 0 6 )s.

Cross coincide con Noth en la existencia de fragmentos previos, peroné- acepta que la redacción final de la obra la llevase a cabo un solo autor y rante el destierro. Para Cross, en la Historia deüteronomista se jdvi tres hechos extraños, que requieren explicación:

1. Cuando Jerusalén cae en manos de los babilonios no encontrauna reflexión teológica a propósito de esta terrible desgracia. Resulta raro, sobre todo si recordamos la extensa digresión del Dtr después ■ ’ caída de Samaría (2 Re 17). .

2. Durante el remado de Manases, Dios condena a Judá totalmenteculpa de los pecados de este rey. Sin embargo, el reinado de su nieto, Joi es visto con gran optimismo. Supone un anticlímax en esa historia que mina hacia su final.

2 La lista sería muy larga. Baste citar el autor más reciente: K, L. N oll, «Deuteronomis Histoiy or Deuteronomic Debate? (AThought Experiment)», JSOT 31 (2007) 311-345.

’ «The Themes o f the Book of Kings and the Structure o f the Deuteronomistic Histo en Canaanite Myth and H ebrm Epic, Cambridge MA 1973, pp. 274-289.

4 R. D. N e ls o n , The Double Redaction o f the Deuteronomistic Histoiy, JSOT Suppl. Ser. Sheffield 1981.

5 R. E. F ried m an , The Exile and Biblical Narrative. The Formation o f the Deuteronomistic Pñestly Works, HSM 22, Chico 1981.

6 J. C. G e o g h e g a n , The Time, Place, and Purpose o f the Deuteronomistic History: The Evi ce o f «Untü This Day», Brown Judaic Studies 347, Providence 2006.

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os la Historia deuteronomista en el destierro (como preten- i jS ta poderosamente con las otras obras de esta época (el es-

p euteroisaías, etc.), ya que le falta la profunda esperanza ■ iÉ e n estas últimas. La mejor forma, o la única, de explicar estos

¿os ediciones distintas: una anterior al destierro, durante l i le Josías, y otra en el exilio. La primera edición se caracteriza por

■gtóy acento propaganda religioso-política, invitando a la conver-; ^ per0 también a las tribus del Norte, con vistas a restaurar el an­dino davídico. La segunda edición, de tono pesimista, se limita a justi­

cia catástrofe.

autores (o ediciones), todos del exilio

v&"^entras Noth trabajaba en sus Estudios, Alfred Jepsen se dedicaba tam- ■:¿¿aestudiar las fuentes de los libros de los Reyes7. La guerra le impidió• ó b lic a r sus resultados, que no aparecieron hasta 1951. Propiamente, estaabra no puede ser interpretada como reacción al estudio de Noth, ya que ^conocía sus resultados.

Jepsen concibe la formación de la obra del modo siguiente. Existían dos d o c u m e n t o s principales: 1) una crónica que abarcaba hasta el reinado de Exequias (finales del s. vni), a la que da la sigla S; 2) unos Anales sobre el templo y el culto, quizá de la época de Manases (primera mitad del s. vil), que denomina con la sigla A.

Estos dos documentos independientes fueron unidos hacia el año 580 orun primer redactor sacerdotal (R1), que les añade un comentario crítico obre Ja historia del culto y exige un culto adecuado. Esta sería la primera díción, preexílica.

SCrónica hasta

losías

AAnales del templo

R1Une los dos

documentos. Añade comentario

crítico

La primera edición de Jepsen (R1), hacia el año 580.

Hacia el año 550, un segundo redactor, de mentalidad profética (R11), añade a la obra numerosos capítulos (la historia de la sucesión, leyendas de Isaías, tradiciones sobre profetas, tradición benjaminita sobre la conquista

' A. Jepse n , D ie Quellen des Kónigsbuches, Halle 1951.

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y la época premonárquica). De este modo, la obra crece enormerneat ta duplicar las dimensiones de la anterior. Pero lo más imponanie este segundo redactor da especial relieve a cuatro ideas teológicas (el-3 ley, apostasía, castigo) y convierte toda su obra en un llamamiento a laversión.

IDEAS•'■lección

I eyApostasía

C astigo

La segunda edición de Jepsen (R"), hacia el 550.

A finales del siglo vi, un tercer redactor, levita (Rtn), hace pequeños aña­didos para justificar las pretensiones de sus hermanos. :LS|

La teoría de tres redacciones exílicas también la defiende Kisdolph Smend8. Sus ideas, simplemente esbozadas en el artículo de 1 9 7 1 , las han se-

, s guido y profundizado sus discípulos Dietrich5 y Veijola10. Aprovechando esos -- trabajos, Smend vuelve sobre el tema en 1978 y propone la siguiente idea:

Un historiador deüteronomista (DtrH), basándose en diversas fuentes, escribió una historia que empezaba en Dt 1,1 y terminaba en 2 Re 25,30. Es­ta obra presupone la liberación de Jeconías, y no pudo surgir antes del 550.

Un Deüteronomista profético (DtrP) introdujo en los libros de Samuel, y Reyes una serie de narraciones proféticas y estructuró el curso de Id histo­ria de acuerdo con el esquema de «vaticinio-cumplimiento» (lo que se anuncia termina cumpliéndose, aunque se tarden siglos).

Un Deüteronomista nomista (DtrN, que recibe este nombre por su amor a la Ley nomos en griego) comentó las dos redacciones inspirándose en las leyes deuteronómicas. Este resultado final es el que podemos llamar «Obra histórica deüteronomista». Pero las huellas de DtrN se extienden también al Tetrateuco. Por eso, es posible que DtrN sea el que unió el Te- trateuco y la Historia deüteronomista, formando una gran obra literaria.

a R. S m e n d , «Das Gesetz und die Vóllcer: Ein Beitrag zur deuteronomistischen Redak- tionsgeschichte», en Homenaje a G. von Rad, Múnich 1971, pp. 494-509.

3 W. D ie t r ic h , Prophetie und Geschichte. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchitr.g zum Geschichtsiverk, FRLANT 108, Gotinga 1972.

10 T. V e ijo la , Die ewige Dynasüe. David und die Entstehung seiner Dynastie nach J>’.r dcuieic- nomistischen Darstellung, AASF B/193, Helsinki 1975; í d ., Das Kónigtum in der Baiirieihngdei deuteronomistischen Histoñographie. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung, AASI 11/193, Helsinki 1977.

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L a in v e s t ig a c ió n s o b r e l a H is t o r ia d e u t e r o n o m is t a

%ittofes, sitio una escuela

^ Ja teoría propuesta a comienzos de nuestro siglo por Person y Rómer.Person11, la Historia deuteronomista no es obra de uno, dos o tres sobre todo, no se terminó de redactar en la época del exilio. La la­

rgucho más duradera, extendiéndose por la época persa, y la llevó a >scuela deuteronomista que surgió entre los escribas desterrados a Ba-

otiia Allí produjo la primera redacción de la Historia deuteronomista, uti- l~§zando fru tes escritas anteriores. Esta escuela volvió del destierro con Zoro-

V estuvo al servicio de la administración persa. Su trabajo consistió• sobre todo en la revisión de los textos antiguos y la creación de otros nuevos.

En cuanto a Rómer12, comienza analizando Dt 12,2-18, donde detecta l i e s estratos: 1) el más antiguo (w. 13-18) se dirige a propietarios ricos a fi­nales del siglo vil; 2) el siguiente (w. 8-12) refleja la situación del exilio ba­bilónico; 3) el último (w. 2-7) procede del primer siglo de la época persa

v a.C), como lo demuestra la obsesión por separarse de los paganos.

Hstos tres estratos pueden advertirse también en otros textos, como Jos 7_8; 1 Sm 8-12 ; 1 Re 8 ; 2 Re 2 2 -2 3 . Sin duda, es posible que los escribas retocasen un libro o una sección solamente. Pero la mejor hipótesis de tra­bajo es distinguir en la Historia deuteronomista tres redacciones corres­pondientes a tres contextos distintos desde el punto de vista social, políti­co e histórico: neoasirio, neobabilónico y persa.

Fil cuadro siguiente refleja cómo han ido evolucionando las ideas y las diferencias principales entre las diversas teorías.

CROSS SMEND PERSON RÓMER

MONARQUÍA Dtr 1 LeyesConquistasReyes

EXILIO Dtr 2 DtrGDtrG + DtrP DtrG + DtrP + Dtr N

Historia Dtr Historia Dtr

ÉPOCA PERSA Revisión y ampliación

Revisión con tres temas

11 R. F. P e r s o n , The Deuteronomio School. History, Social Settíng, and Literature, Atlanta 2002. UT. C. R ó m e r , The So-Called Deuteronomístic History. A Soáoíogical, Historical and Literary

IntToduction, Londres 2005.

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5.2. Los elementos previos

La idea de que los deuteronomistas utilizaron documentos previos miten muchos autores actuales. Gran parte de la investigación de losúj •- años se ha centrado en el estudio de esos fragmentos: historia del arca ^ da de David al trono, historia de la sucesión, tradiciones de Elias y Elise0^ f

Algunos incluso hablan de una obra histórica muy amplia, red^fijfr bastante pronto, que habría sido utilizada por el autor o autores d e^ fll nomístas. Por ejemplo, Campbell13 descubre en los libros de Samuel y los diez primeros capítulos de 1 Re un documento del siglo ix, de origen profético, centrado en el importante período que va desde los orígeneS{0 la monarquía hasta la división del reino. Esta idea resulta extraña en núes- tra época, cuando se tiende a datar los libros bíblicos bastante tarde (apar tir del s. v). Pero, curiosamente, algo parecido defiende la obra más recien'' te que conozco; Hutton defiende en 2009 que las tradiciones comenidas en 1 Sm 9 hasta 1 Re 2 fueron redactadas a finales del siglo dí o comien­zos del viii14.

En el fondo, este hecho no modifica seriamente la teoría de Noth. Éí Iq habría aceptado tranquilamente. Lo que no admite es que los documentos clasicos (Yahvista y Elohísta) continúen en Josué.

5.3. La finalidad de la obra

Noth nos deja con mal sabor de boca. La historia del Dtr solo pretende demostrar el justo juicio de Dios, que castiga los continuos pecados del pueblo. No cabe esperanza para el futuro. Esta visión ha sido criticad.! des­de distintas perspectivas. Actualmente, al multiplicarse el número de edi­ciones y las revisiones continuas de la Historia, cada vez resulta más difícil hablar de su finalidad. Pero hace años se propusieron algunas opiniones que merece la pena seguir teniendo en cuenta.

a) Gerhard von Rad: optimismo mesiánico

Pocos años después de publicarse la obra de Noth, expresa su punto ele vista en un breve pero importante artículo sobre «La teología deulerono- mística de la historia en los libros de los Reyes»ls. Von Rad detecta en la hts-

u A. F. C am p b ell, O f Prophets and Rings. A Late Ninth-Century Document (1 Sm 1-2 Kwp 10), CBQ Monographs Series 17, Washington 1986.

14 J. M. H ijttün, The Transjordanian Palimpsest. The Overwritten Texts o f Personal Exile Transformaticm in the Deuteronomistic History, BZAW 396, Berlín 2009.

15 Publicado en 1947. Se encuentra en Estudios sobre el Antiguo Testamento, S alam a n ca1975, pp. 177-189.

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afíá deuteronomista una correspondencia entre la palabra del Señor i, en el sentido de que la palabra pronunciada por Dios alcanza

eta se cumple. Este esquema de «vaticinio-cumplimiento» se encuen- | & jriC.n0S once veces en los libros de los Reyes, generalmente castigando.

qu*' advertimos en el destino del Reino Norte (Israel), a causa de unas }pas ¿jue arrancan desde el primer rey Jeroboán.

■pero en el Sur parece no ocurrir lo mismo. Dios se muestra muy indul­te con íudá. ¿A qué se debe esto? La respuesta es evidente: «en conside- óna David» (cf. 1 Re 11,13.32.36; 15,4; 2 Re 8,19), idea que se basa en ^promesade Natán (2 Sm 7; ver también 1 Re 2,4; 8,20.25; 9,5) y que im­pulsa ai Ptr a convertir a este rey en un personaje m odelo,s.

e s t é modo, en la Historia deuteronomista la palabra de Dios actúa dedos formas: a) como ley, juzgando y aniquilando; b) como evangelio,

'salvando y perdonando. ¿Cuál de estas dos palabras se impuso al final? La respuesta la tenemos en la liberación de Jeconías (2 Re 25,27-30). «Este pasaje debe ser entendido por cualquier lector como una indicación de que los descendientes de David no habían llegado a un final irrevocable»

(p. 1B9).

b) Hflrts Walter Wolff: llamada a la conversión

Años más tarde, en 1961, volvía sobre el tema Hans Walter Wolff, en su famoso artículo «El kerigma de la obra histórica deuteronomista»17. En con­tra de Noth, no cree que el autor de la Historia Dtr se haya tomado tanta molestia solo para decir a sus contemporáneos que todo está terminado. Pero tampoco está de acuerdo con Von Rad en la interpretación tan opti­mista de los versos finales (2 Re 25,27-30) como un mensaje incondicional de salvación. Para Wolff, el Dtr no pretende destruir la esperanza ni infun­dirla incondicionalmente, sino llamar a la conversión.

De hecho, el esquema de toda la obra es el mismo que aparece con fre­cuencia en el libro de los Jueces, con sus ciclos de pecado-castigo-conver- síóji-salvación (cf. Jue 3,7-9). Aparentemente, este esquema no vuelve a uti­lizarse en el resto de la obra. Pero esta impresión es falsa. Toda la época monárquica, desde Saúl hasta Sedecías, constituye el primer paso (pecado)

5 Véase 1 Re 3,3; 9,4; 11,4.6.33.38; 14,8; 15,3.5.11; 2 Re 14,3; 16,2; 18,3; 21,7; 22,2. Se- Von Rad, el Dtr no podía basarse en la Historia de la sucesión para convertir a David en

modelo, ya que esta lo presenta de forma muy humana, con grandes fallos. El Dtr recoge una tradición mesiánica que se encuentra ya en el Sal 132 y en Isaías.

17 H. W. W o lff , «Das Kerygma des deuteronomistischen Geschichtswerk», Zeitschrift fü r dk aktestamentliche Wissenschaft 73 (1961) 171-186. También en Cesammelte Studien zum AT, PP- 308-324.

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de un nuevo ciclo; la destrucción de Jerusalén y el destierro es el segu¿j|f (castigo). El autor pretende que sus contemporáneos den ahora el ter^S (conversión), para que Dios realice el cuarto (salvación). Wolff demu^ 9 que el verbo «convertirse» aparece en pasajes decisivos como 1 Sm 7 17,13; 23,25 y, sobre todo, en el momento capital de la oración de S f&Ü món al dedicar el templo (1 Re 8,46-53). .

c) Frank Moore Cross: doble finalidad

Quien mantenga la idea de dos ediciones de la Historia Dtr, una = exílica y otra exílíca, encontrará un enfoque bastante adecuado del mensa­je en la teoría de Cross. Ciertamente, debían de estar marcadas por espíri tus muy distintos. No es lo mismo escribir la historia del pueblo en un momento de optimismo y euforia nacional, y hacerlo cuando todas las es­peranzas se han hundido.

La primera edición desarrolla dos temas principales, que podemos sin­tetizar en estas dos frases: a) «Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra» (1 Re 13,14).b) «En consideración a mi siervo David y a Jerusalén, mi ciudad elegida» (1 Re 11,13).

Por consiguiente, el historiador Dtr contrasta dos temas: el pecado dt Je­roboán y la fidelidad de David, que culmina en Josías. Jeroboán llevó a Israel a la idolatría y a la destrucción, como habían avisado los profetas. Ln Josías, que purificó el templo fundado por David y puso punto fina! al santuario fundado por Jeroboán, en Josías, que buscó al Señor de todo corazón, debían cumplirse las promesas hechas a David [...]. Estos dos temas parecen reflejar dos principios teológicos, uno procedente de la antigua teología demeTonó- mica de la alianza, que considera la destrucción de la dinastía y del pueblo como consecuencia inevitable de la apostasía, y otro tomado de la ideología regia de Judá: las eternas promesas hechas a David [...]. De hecho, la yuxiapo- sición de los dos temas, amenaza y promesa, proporcionan la plataforma ps-í ra la reforma de Josías. La Historia deüteronomista, en la medida en que estos temas reflejan sus principales intereses, puede ser considerada una obra de propaganda de la reforma de Josías y un programa imperialista. Hl documen­to habla en particular al Norte, invitando a Israel a volver a Judá y a Jerusalén, único santuario legítimo de Yahvé, afirmando las pretensiones de la antigua dinastía daví'dica sobre todo Israel. Y habla también, con igual o más énfasis, ■ a Judá. La restauración de la antigua grandeza depende de que la nación vuel­va a la alianza con Yahvé y de que el rey se entregue de todo corazón íi imitar a David, el siervo del Señor19.

13 F. M. Cross, «The Themes o f the Book o f Kings and the Structure of the D e u te ro n o ­mistic Histoiy», en Canaanüe Myth and Hebreui Epic, Cambridge 1973, 274-289, cf. p. 284.

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L a in v e s t ig a c ió n s o b r e la H is t o r l \ d e u t e r o n o m is t a

Jurante ej exilio, este grupo de libros fue reelaborado. La situación había Éth'ado mucho con respecto a la época de Josías. La esperanza de volver a

gloriosos de David se había desvanecido. El ideal de conversión ¿Observancia ¿ e\ pact0 con Dios se agotó tras la batalla de Meguido (año j y sobrevíno la catástrofe. Un autor del exilio se sintió obligado a justi-

este terrible castigo de Dios y a sacar las últimas lecciones de la historia.

£on este fin reelaboró la obra anterior. Ante todo, añadió los datos pos- eS ai reinado de Josías (2 Re 23 ,31-25 ,29) y la noticia de la muerte de

Ít fe r Q '(2 R e23'2 9 J °)-En se g u n d o lugar, reelaboró ciertos pasajes, sobre todo el capítulo refe­

rente M anases (2 Re 21). En los versos 10-15 leemos unas palabras que, indudab lem ente, han sido escritas desde la perspectiva del destierro: «Yo voy a traer sobre Jerusalén y Judá tal catástrofe que, al q u e la oiga, le re­tumbarán los oídos...». También en otros momentos de la historia se intro­dujeron claras referencias al desastre y a l exilio; por ejemplo, en Dt 4,27-31;

■ 28,365.63-68; 29,27; 30,1-10; Jos 23,11-13.15s; 1 Sm 12,25; 1 Re 2,4; 6,11- 13; S,25b.46-53; 9,4-9; 2 Re 17,19; 20,17s.

Se trata de retoques ligeros, pero con un importante cambio de enfo­que. La segunda edición, la del exilio, carece de esperanza. Los textos que habían de conversión (presuponiendo con ello el perdón), esos textos en los que se basa Wolff para su teoría, son prácticamente todos de la primera edición, preexílica.

Con las opiniones de estos tres autores no quedan agotadas todas las po­sibilidades. Hay otros muchos puntos de vista. Pero estas ideas son las más importantes y las que más pueden ayudamos a profundizar en la Historia deuteronomista.

6 . Bibliografía

Las teorías hasta 1995 las expuse extensamente en mi artículo: J. L. Si- cke, «La investigación sobre la historia deuteronomista. Desde Martin Noth a nuestros días», Estudios Bíblicos 54 (1996) 361-415. Posteriormente han aparecido las siguientes obras, que tratan el tema con mucho detalle:

A. de Pury, T. R óm er y J.-D. M acchi (eds.), Israel construit son histoire. L'his- toriographie deutéronomiste á la lumiére des recherches recentes, Le monde de la Bible 34, Ginebra 1996; traducción inglesa Israel Constructs its History. Deute- Tonomistic Historiography in Recent Research, JSOTSS 306, Sheffield 2000.

G. N. Knoppers y J. G. M cC onvílle (eds.), Reconsideñng Israel and Judah: Recent Studies on the Deuteronomistic History, Winona Lake 2000.

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L a h is t o r ia d e u t e r o n o m is t a

T. C. R ó m er , The So-Called Deuteronomistic History, A Socio cal and Literary Introduction, Londres 2005.

J. M. H utton , The Transjordanian Palimpsest. The Overivritt sonal Exile and Transformation in the Deuteronomistic History, B&tyy lín 2009, pp. 79-165.

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endo la Historia

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Los L.ipitulos anteriores eran necesarios para hacerse una idea de la cítDipleia formación de la historia que cuenta el pasado de Israel desde el jjgioxui h.ista el año 561. Estábamos afinando la orquesta. Ya es hora de

comience el concierto. Incluso algunos pensarán —no sin cierta ra­sen— que empieza con demasiado retraso.

Efectivamente, lo esencial es leer el texto bíblico. Pero, en este caso, no se trata de una tarea fácil. En la edición castellana que utilizo, los libros de |e¿ué, Jueces, Samuel y Reyes abarcan 250 páginas. Por eso, en la primera

'.paite de este capítulo voy a ofrecerle unas pistas para leer los episodios más •jEíportantes, de forma que pueda hacerse una idea de conjunto de la obra. :'íñ la segunda parte ofreceré los datos para una lectura más detallada de una sécdón muy interesante: la llamada «Historia de la subida de David al tro­no». Si rio dispone de tiempo para todo, quédese en la primera parte. Pero no deje de echarle un vistazo a la segunda; le sugerirá un método sencillo de leer a fondo estos relatos.

1. Textos selectos de la H istoria deüteronom ista

11. libro de Josué

Lea el capítulo 1. Contiene un discurso de Dios a Josué (w. 1-9), una | ®rden de Josué a los alguaciles (w. 10-11) y un diálogo de Josué con las tri-

^sdeTransjordania (w. 12-18). Advierta estos detalles: en el discurso de ®i°s, la importancia que tiene la observancia y estudio del Libro de la Ley.