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Sistematización
Jornada de conmemoración del 25 de noviembre como Día
internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer
Presentado al
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República-DAPRE
Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer-CPEM
Presentado por la
Fundación Colombiana para el Desarrollo-FUCOLDE
Bogotá, D.C., diciembre 13 de 2016
2
Contenido
Presentación ........................................................................................................................................ 3
Objetivos ............................................................................................................................................. 5
Descripción del evento ........................................................................................................................ 6
La circulación de la palabra ............................................................................................................. 8
La cultura y el arte como mediaciones ......................................................................................... 10
La potencia pedagógica de los objetos ......................................................................................... 15
Sistematización del evento. Mensajes centrales. ............................................................................. 17
Construcción social del género, mirada histórica y cultural de los factores que han propiciado las
violencias contra las mujeres en escenarios públicos y privados. ................................................ 17
Transformación de las representaciones socioculturales, de las condiciones de desigualdad y de
las prácticas de violencia contra las mujeres en los escenarios públicos y privados. ................... 19
Retos para garantizar una atención digna, oportuna y eficaz para las mujeres en las instituciones
públicas promoviendo la garantía y el respeto de sus derechos. ................................................. 22
Consideraciones finales sobre los ejes temáticos del evento 25N ................................................... 26
Recomendaciones ............................................................................................................................. 30
Logros y aprendizajes del evento conmemorativo del 25N .............................................................. 32
3
Sistematización de la experiencia
Acción de reparación simbólica del día internacional de eliminación de
la violencia contra la mujer, 25 de noviembre de 2016
Presentación
Los últimos eventos de los que ha tenido noticia el país, relacionados con el secuestro, la
violencia sexual y el asesinato de la niña Yuliana Samboní en Bogotá D.C., revelan con
indignación y estremecimiento cómo en Colombia existe una práctica sistemática de
menoscabo, violencia y agresión hacia las niñas, adolescentes y mujeres; lo cual deja no
solamente al descubierto la mentalidad criminal del agresor sino que también da
muestras del lugar subalterno que en la sociedad ocupan las niñas y mujeres; ya que el
caso de Yuliana es sólo uno de los tantos que ocurren a diario, según Carlos Valdés,
director del Instituto Nacional de Medicina Legal ”a octubre 31 de este año la entidad ya
tenía más de 18.000 estudios sexológicos forenses realizados sobre menores de edad. “El
95 % de los agresores de estos niños son personas conocidas” (semana.com, 11 de
diciembre de 2016)1.
Lo cual significa que el problema es más de fondo que mediático, ya que, en los escenarios
cotidianos de la familia, la comunidad y en situaciones como el conflicto armado, la
violencia sexual y el feminicidio son prácticas de violencia que se usan recurrentemente y
demuestran que “en Colombia hay un gran desprecio por las mujeres y los niños”, es decir
una misoginia naturalizada como lo indica la experta en género Isabel Jaramillo
(semana.com, 08 de diciembre de 2016)2.
El llamado entonces es a que como ciudadanía nos interpelemos sobre las condiciones
históricas y culturales que permiten que como sociedad existan las violencias de género,
debemos cuestionar nuestros patrones de conducta, nuestras pautas de crianza y
educativas, en las que persiste el patriarcalismo como fundamento ideológico y cultural,
en el que desvalorizamos y aceptamos feminicidios, violencia sexual y malos tratos hacia
las mujeres en los ámbitos públicos y privados. La invitación de este documento es a que
experiencias dolorosas como la de Yuliana no se queden en el fragor de la noticia, en el
amarillismo de los hechos, en el estigma de los victimarios, sino que nos motive a pensar
de fondo qué nos pasa como pueblo y como colectivo, por qué despreciamos la vida y la
1 Recuperado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/violencia-sexual-21-ninas-colombianas-son-
agredidas-cada-dia/509140 2 Recuperado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/experta-de-la-universidad-de-los-andes-analiza-
el-caso-de-yuliana-samboni/508567
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felicidad de las mujeres, por qué la indignación no es una constante, por qué los sistemas
de justicia no son efectivos en todos los casos, por qué toleramos y aceptamos que en
nuestro seno del hogar, de la escuela y del barrio persistan las violencias contra las
mujeres.
Justamente, preguntas como estas y reflexiones en clave de reconocer las violencias
contra las mujeres, las necesidades de transformación de las mismas y la importancia de
establecer relaciones y mecanismos de respeto por la dignidad de las mujeres en los
escenarios públicos y privados, fueron los temas centrales sobre los que versó el evento
conmemorativo del 25 de noviembre de este año [2016] como el Día Internacional de la
Eliminación de las Violencias contra las Mujeres.
Para ese momento de encuentro cultural y dialógico preparado y gestado por el
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República-DAPRE y la Fundación
Colombiana para el Desarrollo-FUCOLDE, con la participación central de la Asociación
Afrocolombiana de Mujeres por la Paz-AFROMUPAZ, no había ocurrido el caso de Yuliana.
Sin embargo, para ese momento se conocían cifras alarmantes de violencias contra las
mujeres.
Medicina Legal señala que para el 2015 se registraron 47.248 casos de violencia de pareja
en Colombia. De éstos, el 86.66% corresponden a violencia contra las mujeres. Durante
ese año se presentaron 970 asesinatos (feminicidios) de mujeres. Frente a la violencia
sexual, de las 22.155 valoraciones por presunto delito sexual registrados durante el año
2015, el 85% de las víctimas fueron mujeres; por cada hombre víctima de presunto delito
sexual se presentan seis mujeres víctimas. Las niñas entre los 10 y 14 años son las que
presentan mayor riesgo de ser víctimas de algún tipo de delito sexual con 7.648 casos
equivalentes al 40,52%. (Casa de la Mujer, comunicados de prensa, 05 de diciembre y 25
de noviembre de 2016)3.
Igualmente, cifras de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas,
indican que en el marco del conflicto armado, desde 1985 al menos 3.958.9974
(unidaddevictimas.gov.co, 2016)5 mujeres han sido víctimas de distintas modalidades de
violencia por parte de los grupos armados, prevaleciendo la violencia sexual, el
desplazamiento forzado, las amenazas y los asesinatos.
Así que los objetivos centrales planteados para este evento, fueron los de hacer
conciencia de los efectos de la violencia contra las mujeres; contribuir con erradicar la
violencia contra las mujeres en escenarios públicos y privados y; fomentar la participación
3 Recuperado de: http://www.casmujer.com/
4 Esto es cerca del 50% del universo total de las víctimas: 7.970.190, registradas en el Registro Nacional de
Información de la Unidad de Víctimas con corte al 01 de noviembre de 2016. 5 Recuperado de: http://rni.unidadvictimas.gov.co/RUV
5
de las mujeres en el logro de la paz, especialmente cuando el país está ad portas de
implementar el nuevo Acuerdos de Paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las
FARC, en donde las mujeres se reconocen no solo como víctimas sino también como
sujetas políticas claves para participar en los ámbitos locales e institucionales en la puesta
en marcha, y verificación de lo pactado por las partes negociadoras.
Reconocer las violencias en contra de las mujeres y plantear soluciones para transformar
estas prácticas permite que el Estado como el garante máximo de los derechos de las
ciudadanas, propenda por el continuo diseño e implementación efectiva de políticas
públicas de equidad de género para fortalecer las medidas de no repetición y de
prevención de las violencias contra las mujeres, con el fin de mejorar su calidad de vida y
bienestar integral.
Pues como lo establecen los lineamientos de la Política Pública Nacional de Equidad de
Género es necesario garantizar la protección y atención de las mujeres víctimas,
profundizando en el conocimiento y visibilización de las diferentes formas de violencias
hacia ellas (dentro y fuera del conflicto armado); y fortaleciendo sus capacidades para
acceder a derechos como la justicia, la verdad y la reparación integral con garantías de no
repetición. Asimismo, es menester por visibilizar a las mujeres desmovilizadas como
actoras políticas y propender por la protección de las organizaciones de lideresas, las
cuales con sus iniciativas y propuestas locales de reconstrucción de memoria histórica son
artesanas de la paz.
Objetivos
Conmemorar el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la Mujer
mediante una jornada de reflexión con mujeres, servidoras y servidores públicos como
una forma de reparación simbólica con el fin de:
(i) hacer conciencia de los efectos de la violencia contra las mujeres
(ii) contribuir con erradicar la violencia contra las mujeres en escenarios públicos y
privados y
(iii) fomentar la participación de las mujeres en el logro de la paz.
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Descripción del evento
La conmemoración se llevó a cabo en la localidad de Usme de Bogotá D.C., el día 25 de
noviembre de 2016 con una duración aproximada de 6 horas, y contó con la participación
de 56 personas entre habitantes del sector, mujeres víctimas del conflicto armado, líderes
y lideresas de organizaciones sociales y de Juntas de Acción Comunal, mujeres y hombres
miembros de AFROMUPAZ y servidores y servidoras públicas de entidades como la Policía
Nacional, Comisarías de familia, Defensoría del pueblo, Instituciones Educativas, Alcaldías
y Concejos municipales del Meta, Personerías y Juntas Administradoras Locales, entre
otras.
La agenda propuesta se desarrolló sin mayores contratiempos, las actividades realizadas
fueron las siguientes:
Apertura del evento a cargo de Silvia Amaya, gerente del Convenio 047 celebrado
entre FUCOLDE y DAPRE.
Video de saludo de Martha Ordoñez, Consejera Presidencial para la Equidad de la
Mujer.
Palabras de Claudia Nayibe Rozo, asesora de la Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer.
Saludo de María Eugenia Urrutia lideresa de AFROMUPAZ.
Explicación temática y metodológica del conversatorio.
Presentación de las y los facilitadores expertos en temas de género.
Desarrollo del Carnaval Conversación: “Me comprometo” por medio de actos
culturales de AFROMUPAZ y discusiones temáticas en 4 mesas de trabajo.
Video reflexivo del Presidente de La República, Juan Manuel Santos, con ocasión
de la Conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de las Violencias
contra la Mujer.
Exposición de conclusiones e ideas principales del conversatorio, narración del
registro grafico del evento.
Acto simbólico ME COMPROMETO, reflexiones y palabras de compromiso de las y
los servidores públicos para eliminar las violencias contra las mujeres.
Cierre: compartir gastronómico.
El registro audiovisual y pedagógico del evento fue posible gracias a un equipo de trabajo
calificado en cine y televisión, en facilitación gráfica y en ciencias humanas y sociales para
hacer las relatorías en cada una de las mesas de trabajo. Igualmente, se contó con la
participación de cuatro personas expertas en temas género, derechos humanos y conflicto
armado:
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Jorge Andrés Cancimance. PhD., en Antropología y Trabajador Social de la Universidad Nacional
de Colombia. Magíster en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
sede Ecuador. Su formación académica y experiencia profesional, docente e investigativa ha
estado enfocada en las siguientes temáticas: Cuidado Psicosocial a profesionales que trabajan con
víctimas de la violencia; Bibliotecas Públicas; Construcción de Paz; Memoria Histórica; Derechos
Humanos; Movimientos Sociales; Migración Forzada; Atención Psicosocial y Reparación Integral a
víctimas de la violencia sociopolítica en Colombia. Además de profundizar en los procesos
organizativos y comunitarios de población en situación de desplazamiento forzado o adscrita a
comités de Víctimas.
Ha sido consultor de entidades como el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Organización
Internacional para las Migraciones, la Biblioteca Nacional de Colombia y el Ministerio de Cultura, la
Unidad Nacional para la Atención y Reparación de las Víctimas, la Universidad Nacional de
Colombia. Actualmente es integrante del Grupo de Investigación Conflicto Social y Violencia del
Centro de Estudios Sociales— CES— de la Universidad Nacional de Colombia.
Ivonne Wilches Mahecha. Psicóloga de la Universidad Nacional, con Maestría en Estudios de
género de la misma Universidad. Su experiencia profesional se centra en el apoyo psicosocial y
psicojurídico a mujeres víctimas de violencia sexual y de género, dentro y fuera del conflicto
armado; en la conformación y acompañamiento a grupos de ayuda mutua para mujeres víctimas; y
en la capacitación, formación y sensibilización en temas de género, derechos de las mujeres y
atención en violencias de género.
Ha sido asesora en temas como la transversalización e inclusión del enfoque diferencial, de
derechos humanos y de género en las entidades públicas. Asimismo, se ha desempeñado como
consultora en género para ONU Mujeres y el Centro Nacional de Memoria Histórica, la
Corporación Humanas, Sisma Mujer, el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Defensoría del
Pueblo, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, y la Alcaldía Mayor de Bogotá,
entre otras. Tiene además formación y experiencia en psicología clínica.
Alanis Bello Ramírez. Socióloga y Magíster en Estudios de Género de la Universidad Nacional de
Colombia. Experta en derechos humanos de las mujeres, Política Pública Nacional para los
sectores sociales LGBTI y estudios interseccionales de género, etnia-raza, clase y sexualidad.
Actualmente es investigadora del Centro Nacional de Memoria Histórica en la elaboración del
informe nacional de violencia sexual con ocasión del conflicto armado colombiano, y docente
catedrática de la Licenciatura en Educación Comunitaria con Énfasis en Derechos Humanos de la
Universidad Pedagógica Nacional.
Ha trabajado como profesional especializada de las Secretaría Distrital de la Mujer y de la
Secretaria de Movilidad y Cultura de la Alcaldía Mayor de Bogotá, y como consultora en el
Ministerio del Interior.
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Javier David Ortiz. Psicólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, con
especialización en Psicología de la Universidad de La Habana-Cuba y maestrante en Filosofía de la
Universidad de La Salle. Su experiencia profesional se ha encaminado con la Fundación Círculo de
Estudios Culturales y Políticos, en el acompañamiento psicosocial a mujeres víctimas de violencia
por motivos relacionados con el conflicto armado, como el desplazamiento forzado y la violencia
sexual. Igualmente, cuenta con experiencia en temas de derechos humanos; acceso a la justicia;
procesos sociales y culturales de comunidades étnicas y rurales; y derechos sexuales y
reproductivos, entre otros.
El equipo de trabajo facilitador del evento estuvo integrado por:
Claudia Rozo, supervisora del Convenio 047 DAPRE
Silvia Amaya, gerente de Convenios FUCOLDE
Helga Natalia Bermúdez, trabajadora social coordinadora temática y metodológica
Ivonne Wilches Mahecha, psicóloga experta en género
Javier David Ortiz, psicólogo experto en género
Jorge Andrés Cancimance, trabajador social experto en derechos humanos
Alanis Bello Ramírez, socióloga experta en género
Mariana De Narváez, psicóloga de FUCOLDE
Carolina Pineda, trabajadora social de FUCOLDE
Paola Botía, administradora de empresas de FUCOLDE
Carlos Gómez, economista de FUCOLDE
Iván Novoa, profesional de comunicaciones FUCOLDE
Diana Forero, profesional de comunicaciones FUCOLDE
Oscar Pardo, apoyo técnico de FUCOLDE
Jhonatan Murillo, apoyo técnico de FUCOLDE
La circulación de la palabra
El evento se desarrolló conforme a la metodología diseñada para propiciar entre las y los
asistentes el intercambio horizontal y respetuoso de opiniones y reflexiones sobre las
situaciones de violencia en contra de las mujeres en los escenarios públicos y privados. Los
ejes temáticos en los que se basó la dinámica del Conversatorio Carnaval, fueron los
siguientes:
1. Construcción social del género, mirada histórica y cultural de los factores que han
propiciado las violencias contra las mujeres en escenarios públicos y privados.
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2. Transformación de las representaciones socioculturales, de las condiciones de
desigualdad y de las prácticas de violencia contra las mujeres en los escenarios
públicos y privados.
3. Retos para garantizar una atención digna, oportuna y eficaz para las mujeres en las
instituciones públicas promoviendo la garantía y el respeto de sus derechos.
La dinámica implementada consistió en conformar 4 mesas de trabajo, dirigidas por las y
los facilitadores, en las que se invitaba a las y los asistentes a pensar sobre los temas, a
partir de preguntas guía por bloque temático.
Preguntas Guía
Eje Temático 1
¿Considera usted que la violencia contra las mujeres es histórica? ¿Cuáles son los
factores sociales y culturales que propician las violencias hacia las mujeres?
¿Cree usted que los hombres son superiores a las mujeres? ¿Por qué cree que en
ocasiones los hombres actúan como si fueran superiores a las mujeres?
¿Cree usted que ser mujer es sinónimo de ser madres, esposas o empleadas?
¿Por qué cree usted que los distintos grupos armados han ejercido prácticas de
dominio y de poder sobre las mujeres?
Eje Temático 2
¿Cuáles creen que son los estereotipos sociales y culturales que han propiciado las
condiciones de desigualdad y las prácticas de violencia contra las mujeres? ¿Cómo
cree que pueden transformarse?
¿Qué se necesita para cambiar los estereotipos e imaginarios sobre el lugar y el
papel de las mujeres en la casa, en la escuela, en el trabajo y en el escenario
público?
¿Quiénes deberían estar involucrados en estas transformaciones?
¿Considera usted que la cultura y el arte pueden contribuir a la transformación de
estas prácticas y representaciones culturales violentas hacia las mujeres?
Eje Temático 3
¿Por qué consideran ustedes que existen prácticas no adecuadas en el trato y en la
atención a las mujeres en algunas instituciones públicas?
¿Creen que los estereotipos sexistas persisten en algunas y algunos servidores
públicos?
¿Qué se necesita para que algunas y algunos servidores públicos establezcan
relaciones respetuosas y empáticas con las mujeres evitando juzgarlas, criticarlas o
culparlas por lo que sufrieron?
¿Cuáles serían las propuestas y recomendaciones para incluir en la acción pública?
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Una vez cada mesa conversaba, discutía y hallaba consensos sobre el tema central, las y
los facilitadores compartían al auditorio (las otras mesas de trabajo) las principales
conclusiones.
La cultura y el arte como mediaciones
La cultura y el arte para este evento se concibieron como estrategias que aportan al
reconocimiento de la diversidad y a la construcción de identidades en la sociedad; como
posibilidades de expresión y dignidad con lenguajes distintos a la palabra; y como
herramientas pedagógicas para la sensibilización por los derechos y la disminución de las
inequidades de género, y de las violencias hacia las mujeres.
Como se ha indicado, este evento contó con la participación central de la Asociación de
Mujeres Afrocolombianas por la Paz-AFROMUPAZ, un colectivo de mujeres víctimas del
conflicto armado, de violencia sexual y de violencias basadas en género, son lideresas
comunitarias que desde el año 2000 se reúnen para conversar, sanar sus dolores y
defender sus derechos, y de este modo, mejorar sus condiciones de vida y reconstruir el
tejido social resquebrajado por la guerra. Las prácticas de sanación de AFROMUPAZ se
basan en los saberes étnicos y ancestrales de las comunidades afrocolombianas del
pacífico.
Se destaca la experiencia de La huerta al perejil, que consiste en un proceso de sanación
colectivo de 14 pasos en donde las mujeres de manera metafórica van narrando sus
dolores y tristezas, para dejarlas atrás y transitar hacia la siembra de nuevas
oportunidades de vida, abonadas por las cualidades que perviven en las ellas. Las mujeres
con base en sus “verdades ancestrales” hacen memoria del conflicto armado, exorcizan
sus sufrimientos y hacen que emerja la esperanza como posibilidad real de transformación
cotidiana para la lucha policía y el bienestar cotidiano de las mujeres, sus familias y su
territorio.
En esa época ya existía Afromupaz, la Fundación que creó con otras víctimas para hacer
duelo y restituir sus derechos. Todo comenzó ahí. Se dio cuenta de que su cultura le podía
devolver la vida. Se unió a otras víctimas y crearon un esquema de recuperación en 14
pasos que dura entre 12 y 6 meses. La cultura afro y su simbología impregnan todo:
cantos, cuentos, tamboras, juegos, frutas, un espejo que representa el río, unos palos de
escoba que son un puente. Las 14 sesiones –que se hacen en grupo- es un método tan
efectivo en reparación emocional y reconstrucción de tejido social, que es caso de estudio
de universidades. Las primeras sesiones son para reconocerse como sobreviviente más
que víctima, contar lo que pasó y quién se los hizo. Dibujan huertas, una analogía para su
proyecto de vida. Esta, sobre el dolor, es la huerta mala: la destruyen y la dejan atrás.
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Luego cruzan el puente unas detrás de otras. “Para atravesar, toca pedir ayuda. Si no, te
resbalas y caes igual que en la vida real”. En otra reunión construyen su huerta buena. Ahí
ponen sus sueños y las personas con las que quieren vivirlos. (eltiempo.com, 'Volver a
nacer' luego de sobrevivir al conflicto, Natalia Gómez, 13 de septiembre de 2015)6.
En ese sentido, AFROMUPAZ como sujeto de reparación colectivo ha liderado campañas
de sensibilización a nivel local y nacional como Rescátate Mujer y En cuerpo y cara de
mujer, que propenden por la recuperación de la autonomía económica de las mujeres, la
reconciliación con sus propios cuerpos, y el fortalecimiento de su autoestima, todo esto
para que transiten del lugar de víctimas al de sobrevivientes y se conviertan en gestoras y
constructoras de paz, que mediante un trabajo en red ayudan a otras mujeres que
también sufren o han sufrido violencias dentro y fuera del conflicto armado. AFROMUPAZ
es un colectivo que se reconoce compuesto por mujeres afro, sin embargo, debido a su
incidencia social ha acogido en su seno a mujeres mestizas e indígenas.
Durante todo el evento AFROMUPAZ participó con 4 actos culturales que generaron las
reflexiones y conversaciones en las mesas de trabajo. Estos se basaron en la memoria
histórica de la organización; en las resistencias de las mujeres frente al conflicto armado;
en las experiencias de sanación cultural y ancestral; y en la incidencia política de las
integrantes de AFROMUPAZ en los escenarios locales y públicos.
Como reconocimiento a los aportes culturales de AFROMUPAZ por medio de alabaos,
danzas, estribillos y obras de teatro, más la ambientación colorida y frutal que recreaba la
cultura afro en el salón en el que se desarrolló la jornada, se decidió que el acto
conmemorativo se llamaría EL CARNAVAL CONVERSACIÓN, en donde la palabra emergió a
la par con el ritmo de la marimba, las maracas y la tambora.
El Carnaval Conversación fue una invitación para que las y los asistentes reconocieran que,
a pesar de las diferencias, como sociedad podemos construir caminos comunes de paz y
reconciliación, para que las mujeres puedan vivir una vida libre de violencias.
6 Recuperado de: http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/victimas-del-desplazamiento-
forzado-en-colombia/16372378
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En el primer acto AFROMUPAZ,
hizo una representación
dramática de cómo algunas
mujeres han sido ignoradas,
maltratadas y desatendidas por
servidores y servidoras públicos,
quienes logran reflexionar sobre
sus actos cuando las mismas
mujeres acompañadas por otras
“comadres” (amigas, vecinas,
parientes) le reclaman su
práctica y le invitan a cambiar de
actitud. En el performance las
mujeres integran al servidor a un
baile ancestral, demostrando
con esto que con el lenguaje de
la danza se liman asperezas y las
personas se leen libres de
códigos y estereotipos
socioculturales.
El segundo acto consistió en una
obra de teatro llamada Mujeres
no a la guerra que demuestra
cómo las mujeres fueron
víctimas del conflicto armado, y
tuvieron que abandonar sus hogares, la narrativa es una rima constante en la que las
miembros de AFROMUPAZ más que hablar, cantan y recrean cada escena con sonidos de
tamboras.
El tercer acto representó el proceso de sanación ancestral La huerta al perejil. Inició con
un baile que recreaba el poder de la medicina tradicional para sanar y liberar a las
personas afectadas por tormentos espirituales y sobrenaturales. Seguidamente, María
Eugenia en una huerta frutal, con antorchas, varas, canastos y esteras, explicó el paso a
paso de la experiencia de la Huerta, en donde han participado alrededor de 70 mujeres.
De la misma forma, instó al auditorio a presentarse siguiendo este estribillo: “vamos a dar
la huerta, la huerta al perejil, digámosle a Mariana quién’ estamos aquí”.
Imagen 1. Guión de la obra de teatro Mujeres
No a la Guerra de AFROMUPAZ
Fuente: Defensoría del Pueblo, 2014, página 33.
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Gráfica 1. Pasos de sanación Verdades Ancestrales: La huerta al perejil
Elaboración FUCOLDE a partir de: Defensoría de Pueblo, 2014.
Las propuestas culturales de AFROMUPAZ permitieron que el Carnaval Conversación se
desarrollara de modo ameno, de tal manera que las y los participantes pudieron dialogar
de manera libre, sin temor a expresar sus puntos de vista, porque más que saberes de
expertos o académicos, el evento proponía hablar de las propias vivencias y referentes
socioculturales, para que en efecto, los mensajes de sensibilización quedaran como
semillas en cada persona involucrada en el mismo.
Para la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y para FUCOLDE, este evento
conmemorativo también se proponía aportar a la memoria histórica de AFROMUPAZ
como acto de reparación simbólica, para ello no solamente se apoyó a la Asociación para
que en su territorio (localidad de Usme) pusieran en escena sus historias, sus saberes y su
proceso político y psicosocial, sino que también se les rindió un homenaje por medio de
las siguientes palabras:
Homenaje a AFROMUPAZ
Con ocasión de la Conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra
las Mujeres, hoy queremos resaltar la vida y obra de la Asociación de Mujeres Afrocolombiana por
la Paz-AFROMUPAZ, ya que demuestran cómo las mujeres podemos construir la paz desde la lucha
cotidiana por nuestros derechos, desde el cuestionamiento y la no aceptación de las prácticas
La tierra La semilla La raíz Abono
Pasando el puente
La canoa El tronco La noche
La madrugada La
sobrevivente Resistencia Vida
Reconciliación Recoger la
siembra
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violentas que quieren someternos, desde la incidencia política para que en los espacios públicos y
privados las mujeres seamos escuchadas, respetadas y valoradas como ciudadanas.
Justamente, la experiencia de AFROMUPAZ en sus años de trabajo comunitario, social y político en
el Chocó, en Bogotá y en otros lugares del país nos ha enseñado que por medio del arte, de la
cultura y de los saberes ancestrales las mujeres podemos invitar al cambio de la sociedad.
Podemos extendernos las manos y los brazos como amigas para apoyarnos y trabajar en equipo,
podemos velar por nuestros derechos con la palabra como nuestro principal recurso.
AFROMUPAZ con el trabajo incansable de sus lideresas ha incidido en los espacios institucionales
para que las mujeres víctimas del conflicto armado, las mujeres víctimas de violencia sexual, las
mujeres negras, las niñas y las mujeres que habitan las zonas rurales y periféricas, sean tratadas
como lo merecen, con dignidad porque no necesitan nada distinto a su cuerpo y cara de mujer7
para defenderse, porque nos han enseñado que las luchas y los cambios tienen lugar cuando las
mujeres promovemos la reflexión conjunta, nos oponemos a la violencia y construimos en las
diferencias lo caminos hacia la paz.
María Eugenia y todas las mujeres de AFROMUPAZ han decidido que su incidencia es en lo local,
en las familias, hablando con los vecinos, con los hombres, enseñándole a los niños a cantar,
haciendo de cada encuentro un carnaval por la vida para hacer que las mujeres sonrían, superen
las penas y también comprendan que merecen vivir bien, sin violencias, con las necesidades
básicas satisfechas. Y es en esa medida, que AFROMUPAZ ha logrado reconocimiento público y
social porque desde el quehacer cotidiano ha interpelado al Estado y a las instituciones sobre su
papel en la garantía de los derechos de las mujeres, pero también ha hecho de las entidades sus
aliadas para ayudar a otras.
AFROMUPAZ es un sujeto de reparación colectiva no solo porque sus lideresas sufrieron violencias
conjuntas y sistemáticas en el marco del conflicto armado, sino porque su proyecto es colectivo,
siempre abierto para enseñar que, con tamboras, alabaos y cantos es posible decir que las
MUJERES SOMOS PAZ.
7 Lema de lucha de AFROMUPAZ.
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La potencia pedagógica de los objetos
De otra parte, el acto conmemorativo del 25 de noviembre se basó en una propuesta
metodológica reflexiva alrededor del derecho colectivo y supremo de la paz; la
participación y representación política de las mujeres para la construcción de la paz; y los
aportes de las y los servidores públicos para promover una vida libre de violencias hacia
las mujeres, y de este modo apoyar al Estado y a la sociedad colombiana en la
consumación de la paz.
Para el evento se diseñó y usó como mediación pedagógica una libreta de apuntes con
una emotiva carta de sensibilización dirigida a las y los servidores públicos para que
conozcan, comprendan y apliquen las leyes 1257 de 2008 y 1719 de 2014.
Estimadas servidoras y servidores públicos,
Agradecemos su asistencia, participación y aportes a este acto Conmemorativo del Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, organizado por la Alta Consejería
Presidencial para la Equidad de la Mujer en convenio de asociación con la Fundación Colombiana
para el Desarrollo – FUCOLDE.
Esperamos que los mensajes y las reflexiones suscitadas en este conversatorio hayan afianzado su
compromiso personal y colectivo como representantes del Estado para concentrar esfuerzos en
erradicar la violencia hacia las mujeres, niñas y adolescentes colombianas como una expresión de
paz que honre y dignifique su lugar como ciudadanas que merecen vivir una vida libre de
violencias.
Para ello, reiteramos que necesitamos aunar esfuerzos para transformar las condiciones históricas,
culturales y de contexto que han posibilitado las diversas formas de violencia contra las mujeres. Al
igual que las representaciones socioculturales, las condiciones de desigualdad y las prácticas de
violencia hacia ellas en los escenarios públicos y privados.
Por esta razón, consideramos que este camino se empieza a labrar si conocemos los derechos de
las mujeres según la normatividad vigente. De tal modo, que presentamos una breve descripción
de la Ley 1257 de 2008 y de la Ley 1719 de 20148, para que hagan parte de sus herramientas
básicas y cotidianas de trabajo.
Le invitamos a que las lea atentamente, estudie los decretos reglamentarios y vele por cumplir lo
que allí se estipula. Si tal vez, usted ya ha interiorizado estas normas gracias a su experiencia como
servidora o servidor público, le animamos para que comparta esta libreta a alguna persona que a
diferencia suya no las conozca.
8 Se anexa a este documento una muestra de la libreta con el resumen de las leyes en mención.
16
Compartir la información de manera oportuna y veraz también es un aporte para eliminar las
violencias contra las mujeres y avanzar hacia la construcción de “una paz estable y duradera”.
Asimismo, se hizo entrega de un farol con una vela como símbolo de compromiso de las y
los servidores públicos para ofrecer un trato digno y respetuoso a las mujeres en el
ejercicio de sus labores cotidianas.
La vela representa la luz que significa para las mujeres acceder a una información
oportuna, adecuada y veraz para que resuelvan sus problemas o accedan a la ruta de
atención que se ajuste a sus necesidades psicosociales, de salud o de derecho. El farol con
la luz proyecta siluetas de mujeres, lo cual se convierte en un recordatorio para que las y
los servidores públicos focalicen sus esfuerzos en garantizar los derechos de las mujeres.
El farol tiene la frase “ME COMPROMETO” con el fin de que las y los servidores no pierdan
la sensibilidad ni desistan del compromiso de tratar bien a las mujeres.
Foto 1. Farol-recordatorio entregado a servidoras y servidores públicos.
Fuente: FUCOLDE, 2016.
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Sistematización del evento. Mensajes centrales
El Carnaval Conversación se centró en reflexionar sobre las condiciones históricas y
socioculturales que perviven y que han justificado las prácticas sistemáticas y
generalizadas de violencias en contra de las mujeres; las necesidades de transformación
de las violencias; y los desafíos para que desde la función pública se garanticen los
derechos de las mujeres. Frente a cada una de estas temáticas las personas participantes
junto a las y los facilitadores plantearon las siguientes consideraciones.
Construcción social del género, mirada histórica y cultural de los factores que han
propiciado las violencias contra las mujeres en escenarios públicos y privados.
Los aspectos conversados en este eje temático trataron sobre: los ciclos de violencias
hacia las mujeres y su relación en estructuras de poder; la tolerancia social de las
violencias (físicas, psicológicas, sexuales, verbales, simbólicas, económicas, domésticas,
institucionales) hacia las mujeres en función de los roles asignados a ellas como madres,
esposas y empleadas con pocas posibilidades de incidencia en lo político y en lo público; y
los factores de desigualdad y de violencia que se exacerban en la vida de las mujeres en
contextos de conflicto armado.
Las y los participantes coincidieron en considerar que la violencia hacia las mujeres es una
práctica sostenida en el tiempo y fundada en lógicas patriarcales de exclusión y
discriminación hacia ellas por el hecho de ser mujeres, es decir que se basa en
estereotipos sociales y culturales que ubican a las mujeres y a todo lo relacionado con la
feminidad en un lugar de subordinación económica, ideológica y de clase, de tal manera
que a las mujeres se les maltrata por su identidad de género. La persistencia de prácticas
de opresión en contra de las mujeres en las relaciones de pareja, en el hogar, en la escuela
y en los espacios públicos, promueven la misoginia como una actitud normal y justificada
hacia ellas.
De igual manera, indicaron que la violencia hacia las mujeres se da en términos
materiales, económicos, sociales, culturales, emocionales y psicológicos, con lo cual se
convierte en una realidad que marca su cotidianidad y que solo puede transformarse si se
cambian los referentes con los que se concibe a las mujeres y las relaciones con ellas.
Igualmente, se indica que las violencias hacia las mujeres no son monocausales por
razones de género, sino que también se imbrican con otro tipo de exclusiones y estigmas
de subordinación social como la raza y la clase económica. Las mujeres afrocolombianas
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indican que las agreden no solo por ser mujeres sino “por ser mujeres, pobres y negras”.
De esta manera, las violencias hacia las mujeres responden a principios coloniales de
superioridad de unas razas sobre otras.
Condiciones de contexto como el conflicto armado también coadyuvan a generar y a
mantener las violencias contra las mujeres, ya que los grupos armados usan a las mujeres
para alcanzar sus objetivos en la guerra, y las agreden por considerar que ellas están a su
servicio, que deben obedecer y respetar sus órdenes de terror, y que su función social se
limita a la satisfacción sexual de los guerreros. Las mujeres que viven en zonas rurales con
la presencia constante de grupos armados están propensas a sufrir violencia sexual,
desplazamientos forzados, torturas, castigos, homicidios, secuestros y desapariciones. Es
decir, que las prácticas de dominio se escriben sobre los cuerpos femeninos.
Bajo estas circunstancias es que se reconoce que las violencias hacia las mujeres
responden a estrategias políticas de vida y de muerte (biopolítica), que es utilizada
estratégicamente por una sociedad “machista” que busca mantener el privilegio de los
hombres, en la medida en que los ellos buscan perpetuar su estatus de dominio
masculino dentro de la sociedad en términos políticos, económicos y culturales, esto
significa que hay una necesidad de mantener a las mujeres “a raya”, por fuera de estos
campos.
De otra parte, se indica que no solamente las mujeres de escasos recursos o excluidas
económicamente sufren violencia, sino que también las mujeres de clase alta padecen
violencias que son silenciadas, la clase no exime a las mujeres para ser víctimas de
violencia, la pregunta que surge es ¿Cómo viven las mujeres la violencia en la clase alta?
No sabe porque no hablan, es una violencia muy oculta. El hecho de que las mujeres de
distintos niveles socioeconómicos sean víctimas de violencias revela que estas son
prácticas naturalizadas por la sociedad en su conjunto, es decir que se cree “normal”
insultar, agredir o violar a las mujeres, no son prácticas condenadas ni repudiadas, sino
avaladas porque a las mujeres se las culpa por los vejámenes sufridos.
Se destacaron también las violencias económicas en contra de las mujeres, se desvalorizan
las labores de cuidado que desarrollan las mujeres, y no se consideran un trabajo
productivo. De tal manera, que se desconoce todo lo que implica el trabajo doméstico, “se
dice que las mujeres no hacemos nada”, “no se valora el trabajo”, “es una carga histórica
que se ha aumentado porque ahora las mujeres trabajamos, pero además seguimos
siendo las encargadas del hogar”, “las cargas del trabajo doméstico no se comparten
todavía de manera igual entre hombres y mujeres”. Todo esto concluye que la doble
jornada laboral también debe considerarse como una forma de violencia contra las
mujeres.
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De otra parte, se indicó que históricamente las instituciones sociales han condenado a las
mujeres a ocupar un papel relegado que las victimiza y violenta. Una de estas es la
institución religiosa que genera una suerte de adoctrinamiento que aboga por una mujer
débil, sumisa que está al servicio de los hombres. Así, en otras instituciones como la
familia y la escuela se reproducen estas creencias y se castigan comportamientos
insurrectos de las mujeres. Las instituciones han formado los imaginarios de violencias
hacia las mujeres en la vida cotidiana.
Se aclara que para el caso latinoamericano la colonización española instauró desde el
monoteísmo el culto a los hombres como seres superiores, contrario a lo que practicaban
las comunidades ancestrales que honraban a las figuras femeninas como la luna y la tierra
como sus diosas. A través del “machismo como ejercicio de poder se han organizado las
diferentes instituciones políticas y jurídicas en nuestro entorno”.
Transformación de las representaciones socioculturales, de las condiciones de
desigualdad y de las prácticas de violencia contra las mujeres en los escenarios
públicos y privados
En el segundo eje temático, se pusieron en consideración necesidades de cambio como la
instauración de una pedagogía para la equidad de género desde un enfoque
transformador, que propendan por la superación de las desigualdades de base; y
promocionen acciones en equidad de género desde lo cotidiano en las relaciones entre
hombre y mujeres. Todo con el fin de asegurar el ejercicio autónomo y libre de la
ciudadanía de las mujeres como sujetas y actoras políticas.
¿Cómo hacemos para transformar las situaciones de inequidad y de violencia contra las
mujeres? ¿Qué necesitamos para transformarlas? Lo primero es modificar las pautas de
crianza desde el hogar, “enseñarles a los niños y a las niñas que son iguales, que deben
hacer las mismas tareas domésticas, que ninguno manda sobre otro”. Las maneras en
cómo educamos a los niños y niñas son vitales para estas transformaciones culturales, que
de por sí son lentas y difíciles de conseguir.
También es importante que las mujeres conozcan sus derechos, porque cuando no los
conocen es escabroso que los puedan ejercer, entonces es necesario que desde las
instituciones estos se divulguen y fomenten por medio de políticas públicas que sean
efectivas e internalizadas por las mujeres, los hombres y los servidores públicos.
Igualmente, se menciona que se ha dado una lucha muy larga para que se saque de lo
privado los temas de violencia contra las mujeres, puesto que antes eran considerados
problemas de casa, asuntos domésticos que no debían intervenirse. En esa lógica, los
20
colectivos de mujeres, han contribuido a que existan leyes que castiguen a los hombres
cuando ejercen alguna forma de violencia en contra de sus esposas o compañeras. Este
tipo de sanciones contribuyen a que la violencia doméstica no pase desapercibida y se
resuelva ante las autoridades.
Otro aspecto a tener en cuenta es que las mujeres deben ser agentes de transformación
de estas situaciones, un modo de serlo es denunciando los episodios de violencia a los que
son sometidas por sus parejas, jefes o cualquier otra persona que vulnere sus derechos.
Aunque se reconoce, que “es complejo que una mujer ponga las denuncias porque es un
paso difícil de dar”, las mujeres se llenan de temor, y consideran que pueden ser
señaladas o juzgadas si se atreven a hablar.
A este recelo se suma que en casos donde las mujeres se animaron a denunciar a sus
agresores, la respuesta de las entidades o de sus servidores no fue adecuada porque
dudaron de su palabra, o aconsejaron a las mujeres para que desistieran de sus
pretensiones: “no hay buenos mecanismos de protección hacia las mujeres, de asistencia,
y muchas veces se llega a las entidades y a las mujeres les dicen, eso no peleé con su
marido, no lo provoque, hágale por el ladito, piense en los niños, es mejor que los niños
estén con el papá y la mamá, aunque la ley castiga eso, sin embargo, desde las entidades
lo siguen haciendo. Allí les dicen, deje eso así ¿Para qué denuncian?”. Tal parece que
algunos servidores y servidoras no tienen claro que la denuncia ayuda a transformar las
inequidades y el solapamiento de las violencias. Los agresores deben ser expuestos para
que sientan vergüenza o al menos no aprobación de sus actos.
También se menciona que la subordinación hacia las mujeres y el maltrato, tiene que ver
con la dependencia económica de ellas hacia sus compañeros o esposos, de tal manera,
que, si las mujeres adquieren autonomía económica, es posible que se disminuyan ciertas
agresiones hacia ellas. Empero, se reitera que algunas mujeres que gozan de
independencia financiera también son víctimas de violencia familiar, laboral y social. Por
lo cual, se insiste en cambiar desde la educación y las pautas de crianza familiares los
imaginarios que recaen sobre las mujeres.
“Las mujeres de AFROMUPAZ mencionaron que ellas han luchado por ser trabajadoras y
tener sus propios ingresos, y que esto ha ayudado a que se sientan productivas y a que no
tengan que estar aferradas a relaciones dañinas marcadas por el maltrato. Sin embargo,
son muchas las que aún no logran acceder a estas oportunidades”.
Por otro lado, se deben dar acciones efectivas de justicia, en dos sentidos. Uno en la
transformación de las prácticas y las relaciones de la vida diaria, en las que se aumenten
los grados de sanción social para los agresores, de tal manera que haya menos
permisividad y se construyan relaciones más justas y equitativas entre los hombres y las
21
mujeres. El otro sentido tiene que ver con la efectividad de las leyes en la justicia formal,
es decir, en hacer cumplir la norma, disminuir las prácticas clientelares y corruptas en
todas las instancias del sistema judicial, “Por ejemplo, se valora que en Usme esté
aumentando la demanda y la denuncia de violencia familiar, ahora hay que promover que
el sistema formal atienda ese aumento”.
La administración de justicia es compleja, y en parte esto se debe a que esta institución
está guiada por valores masculinos, que afirman los estereotipos de género, de clase y
raciales, que reflejan la discriminación y el desprecio hacia las mujeres.
Hubo una discusión que surgió cuando una de las mujeres de AFROMUPAZ mencionó que
a las mujeres “deberían enseñarles técnicas de defensa personal”, y que de hecho,
algunas ya se han entrenado, pues encuentran esta medida como una de las más efectivas
para enfrentar las diferentes violencias que se sufren. Al respecto, Carolina Tejada de la
Defensoría del Pueblo, afirmó que esto no debería ser necesario ni ser la solución a la
problemática, pues las mujeres tendrían que vivir libres de violencia en la sociedad, sin la
responsabilidad de aprender a defenderse, ya que es un deber social el respeto y la no
agresión hacia las mujeres.
En el auditorio surge una reflexión importante para superar los estereotipos de género,
relacionada con la necesidad de promover el empoderamiento de las mismas mujeres, en
todos los niveles y en todos los campos de la vida, porque se considera que las
transformaciones sociales empiezan por los cambios subjetivos de las mujeres, que las
lleve a vencer la pasividad y el lugar de víctima en el que a veces se han quedado, y
transiten hacia la politización de sus prácticas, cuestionando aún sus propios imaginarios
sobre la feminidad y superando los obstáculos de contexto, sociales, culturales y
personales que les impiden pensarse en clave de dignidad.
Por último, sobre este tema, se resaltó que el arte y la cultura son medios importantes
para avanzar hacia las transformaciones sociales y subjetivas, ya que desde el arte se
pueden expresar sentimientos con lenguajes diversos, que conllevan a la reflexión
colectiva. El arte tiene la potencia para comunicar a todo tipo de público nuevos mensajes
que contrarresten los imaginarios sociales, es decir que el arte educa y tiene carácter
político.
Visto de esta forma, el arte no es solamente la puesta en escena de un producto, de una
danza o de una obra de teatro, sino que contribuye a que las mujeres se liberen y hablen
desde instancias distintas a las oficiales o jurídicas. Además, que el arte también
contribuye a la autonomía económica de las mujeres, en tanto es una vocación que puede
entrar en el mercado y el comercio. Muestra de ello es que AFROMUPAZ es un grupo auto
sostenible, gracias a que vende los productos artesanales que elaboran las mujeres, o
22
buscan la financiación de proyectos que promueven el arte y la cultura como opciones de
paz.
Retos para garantizar una atención digna, oportuna y eficaz para las mujeres en
las instituciones públicas promoviendo la garantía y el respeto de sus derechos
El tercer eje temático planteó un debate en torno al reconocimiento de prácticas
revictimizantes de las mujeres en las entidades públicas (tolerancia institucional a la
violencia contra las mujeres y barreras de acceso en su atención); y a la importancia de la
inclusión del enfoque de género en la institucionalidad para garantizar los derechos de las
mujeres.
Inclusión de un enfoque de derechos desde la empatía y el auto reconocimiento entre
servidoras, servidores públicos y las mujeres en los contextos locales y nacionales.
Sobre esta temática, las y los participantes identificaron algunas prácticas relacionadas
con maneras inadecuadas en que las mujeres han sido atendidas por servidoras y
servidores públicos en las instituciones del Estado. En primer lugar, se indica que acciones
de maltrato hacia las mujeres, reflejan las lógicas patriarcales y sexistas que persisten en
algunos profesionales, quienes se consideran mejores personas que las demás, o se
posicionan a sí mismas como superiores, en virtud de sus cargos o por su pertenencia al
engranaje estructural del gobierno.
Las personas participantes manifiestan que ese trato agresivo o maltratador no es tan
común si están atendiendo a un hombre, y que además algunos servidores se valen de su
trabajo para seducir o “echarles” piropos a las mujeres. Esto indica que la atención
institucional es distinta según el sexo de las personas consultantes.
En general, se argumenta que hay actitudes de los propios servidores que son poco
respetuosas, intolerantes y agresivas, y que tienen que ver principalmente con asuntos de
su personalidad o cultura. Sin embargo, se aclara que las y los servidores no son piezas de
una estructura maquinal, sino que ellas y ellos también son seres humanos con múltiples
cualidades y situaciones que atender en el trabajo y a nivel personal, por tanto, se
reconoce que habrá casos en los que las prácticas de atención no adecuadas tienen que
ver con sus altas cargas laborales y estrés profesional “y esto hace que ellos se descarguen
contra las mujeres”.
Igualmente, la violencia institucional hacia las mujeres se corresponde con la baja
capacitación o preparación de las y los servidores en temas relacionados con los derechos
humanos, los deberes constitucionales y con las problemáticas de vida de la población que
atienden. Además, son poco formados en aspectos como el establecimiento de relaciones
23
horizontales y empáticas, comunicación y escucha atenta, manejo del tiempo, expresión
pedagógica de ideas o de información, y resolución de conflictos, entre otros.
La falta de capacitación emocional y psicosocial de las y los servidores públicos provoca
que algunos “se desconecten de su humanidad”, es decir que desarrollan su rol
automáticamente, privilegiando sus propias necesidades y elevando sus intereses por
encima de los de las mujeres, y promoviendo relaciones impersonales y dañinas hacia las
mujeres, por ejemplo, no llamarlas por el nombre, obligarlas a hacer largas filas en
condiciones desfavorables o bajo las inclemencias del clima, no invitarlas a sentar, no
atenderlas a tiempo, criticarlas cuando llegan con sus hijos o hijas, juzgarlas, burlarse de
ellas, mirarlas con desprecio, expresar molestia por su aspecto físico o coquetearles.
Situaciones estas que hacen que haya servidores y servidoras públicos no idóneos en sus
cargos.
Estas situaciones atañen no solamente a las y los servidores que atienden a las mujeres
directamente o a público en general, sino que también a aquellos y aquellas que diseñan,
hacen seguimiento y evalúan los planes, programas y proyectos de las políticas públicas o
de las directrices legales o jurídicas en las diferentes ramas del poder público que
configuran al Estado. Esto significa, que la sensibilización y los retos para transformar las
prácticas de violencia institucional en contra de las mujeres es un asunto que le concierne
al millón doscientos mil9 servidoras y servidores públicos que actualmente hay en el país,
independientemente de su sector administrativo o del poder público, de su nivel técnico o
profesional, de su grado, cargo o tiempo de servicio.
Otro aspecto a tener en cuenta son las condiciones de la contratación de las y los
servidores públicos, de hecho se debe señalar que la mayoría de personas que se dedican
a la atención, asesoría, acompañamiento o intervención con las mujeres son profesionales
que prestan sus servicios a las entidades públicas como contratistas, pero no son
servidores y servidoras públicos en el sentido estricto de la norma, ya que no cuentan con
los mismos derechos ni responsabilidades de los primeros, esta realidad laboral en
Colombia trae varias consecuencias, la más frecuente es que una vez se prestan los
servicios los contratistas salen de sus cargos y por tanto es poca la continuidad que
pueden darle a los proceso de atención a las mujeres, por ejemplo, en atención
psicosocial, asimismo algunas personas realizan un trabajo poco comprometido con las
mujeres, por estas mismas condiciones. Aunque, tampoco este análisis debe
generalizarse, ya que hay contratistas y servidores públicos que desempeñan trabajos
excelentes.
9 Cifra aproximada según el Sistema de Información y Gestión del Empleo Público-SIGEP.
24
Al mismo tiempo, es de aclarar que en las entidades públicas tampoco son servidoras ni
servidores públicos los trabajadores oficiales, que se contratan bajo regímenes privados
como las empresas de aseo o de vigilancia, esto conlleva a pensar que el tema no es
solamente un asunto personal o de voluntades individuales, sino que implica generar una
conciencia y una cultura organizacional en cuanto a los procesos y mecanismos internos
de las entidades para que todas las personas que allí trabajan como empleados,
contratistas o independientes tengan la misma sensibilidad y compromiso social.
Hechas estas aclaraciones, las y los participantes reiteraron que algunos servidores y
servidoras públicos continúan ejerciendo prácticas hacia las mujeres porque no se ponen
en marcha los correctivos, sanciones disciplinares o mecanismos de control que se los
impida. Por último, se destacó que en ciertas regiones del país, la meritocracia no es un
criterio para seleccionar a las y los servidores públicos, dado que, continúan “lógicas
clientelares que no privilegian el mérito o la capacidad profesional para la asignación de
cargos, sino que se nombran a los amigos del político que están en el poder”.
Frente a este panorama algunos de los retos que se avecinan para disminuir las violencias
hacia las mujeres en los escenarios públicos son: mayor sensibilización para las y los
servidores públicos en temas como el enfoque de género, las habilidades de
comunicación, y los derechos humanos. Igualmente, se insta a que se incluyan más
mujeres en la acción pública, y no solamente se cumpla con el mínimo establecido en la
Ley de cuotas.
La mayor presencia de mujeres para cargos determinados, podría resultar efectiva porque
la misma atención entre mujeres puede ser positiva en casos como la violencia sexual o el
maltrato emocional, ya que se supone pueden generar más empatía. No obstante, una
lideresa de AFROMUPAZ puso en duda este argumento, y manifestó que algunas
servidoras públicas son agresivas con las mujeres que atiende, por lo cual la fórmula de
“que las mujeres atiendan mujeres” no resulta siempre favorable, en cuanto el sistema
pensamiento patriarcal también permea y reproduce las identidades femeninas, de tal
suerte que “existen mujeres con mentalidad machista”. Con lo cual se invita a no
generalizar a los hombres como agresores ni a las mujeres como incautas, ya que se
insiste en considerar que la violencia no es personalizada ni individual, en tanto son
prácticas legitimadas socialmente porque se basan en imaginarios y representaciones
culturales e ideológicas patriarcales y modernas, es decir en el ideal de una sociedad
blanca, masculina y europea, que debe prevalecer por encima de lo femenino, lo
tradicional, lo negro y lo indígena.
En esa medida, la participante de AFROMUPAZ insiste en considerar el enfoque diferencial
para la atención a las mujeres, recomienda “reconocer la pluralidad étnica y la
25
multiculturalidad del país” para tratar a las personas según sus necesidades y cualidades
específicas, critica que en las entidades resuelvan el tema de la atención diferencial
asignando a una persona que se encarga de los “diferentes” o excluidos, y no se enfatiza
en reconocer que es un tema transversal en la concepción del servicio público.
26
Consideraciones finales sobre los ejes temáticos del evento 25N
En el Acto Conmemorativo del 25 de noviembre las y los servidores públicos más las
demás personas asistentes, lograron reconocer que aún persisten distintos tipos de
violencias hacia las mujeres (eje temático 1), adquirieron conciencia de la necesidad de
afrontarlas y transformarlas (ejes temáticos 2), y se comprometieron en la construcción de
espacios de paz en lo público y en lo privado (ejes temáticos 3).
Imagen 2. Síntesis gráfica de la conversación sobre el eje temático 1: la comparsa de la
historia.
Fuente: FUCOLDE, 2016.
Con relación al eje temático relacionado con las condiciones históricas de violencia hacia
la mujer, se puede decir que las mujeres han sido sometidas de maneras diversas a todo
tipo de violencias, como un continuum histórico (término acuñado por la feminista Judith
Butler) que se reedita según las épocas, pero que se sostienen en los pilares hegemónicos
del patriarcalismo, en percepciones de inferioridad de las mujeres, en la disponibilidad de
sus cuerpos para los hombres y en la anulación de las mujeres en escenarios distintos a los
del hogar.
De tal manera, que las relaciones equitativas e igualitarias entre hombres y mujeres en los
ámbitos públicos y privados, sigue siendo un reto para cerrar las brechas de
oportunidades sociales, económicas y culturales que privilegian a los hombres y los
valores masculinos. En contraposición al bienestar de las mujeres, y por ende a todo lo
que se asocia a lo femenino como a la infancia y a la población con identidades de género
27
no normativas y orientaciones sexuales diversas. Esto explica por qué las niñas, los niños,
las mujeres y las personas de los sectores LGBT son sometidas a vejámenes, maltratos y
violencias como la sexual y el abandono.
Las instituciones familiares, religiosas, educativas y militares han reproducido en las
nuevas generaciones los estereotipos de inferioridad que “definen” y que recaen sobre las
mujeres, relegándolas a asumir funciones tradicionalmente asignadas como madres,
cuidadoras y amantes. Roles que las mujeres, por medio de los movimientos feministas y
de derechos, se han empeñado en resignificar.
Particularmente en Colombia, el conflicto armado ha exacerbado las violencias hacia las
mujeres, ya que en sus cuerpos se han escrito con dolor y sangre los diversos mensajes de
los guerreros que se apropian de su sexualidad, de sus territorios, de su voluntad y de su
vida. Los hombres armados apalancan la guerra considerando que las mujeres son objetos
que se adquieren, se desechan o se transan. No es casualidad que, por ejemplo, grupos
armados sean tratantes de mujeres con fines de esclavitud y explotación sexual y laboral,
o que entre ellos se jueguen su virilidad al demostrar si son los suficientemente “machos”
para estar “a la buenas o a las malas” con las mujeres que deseen. No es casualidad
tampoco, que la virginidad de las niñas sea apetecida por patronos territoriales como el
exjefe paramilitar Hernán Giraldo, alías “el taladro”, quien en la Sierra Nevada de Santa
Marta se ensañó contra las niñas y jóvenes para someterlas sexualmente y otorgarse a sí
mismo “el derecho de pernada”, propio de la época feudal10.
En los ámbitos domésticos se siguen evidenciando experiencias en las que las mujeres
siguen siendo maltratadas y sometidas afectiva, moral y económicamente por sus parejas,
sus esposos o hijos. Existen familias en las que la opinión de las mujeres no es valorada, en
las que se desconocen los aportes de las mujeres al hogar, en los que prevalecen los
estereotipos sobre las normas de comportamiento y de decoro que las niñas y mujeres
deben seguir, para no ser tratadas como “putas”.
Es decir, que en los imaginarios sociales existen mujeres más importantes que otras, de tal
manera que las exclusiones históricas hacia las mujeres se conectan con otras como las de
raza, clase y oficios, las violencias son interseccionales y forman identidades más
ignominiosas que otras, como las de prostitutas (trabajadoras sexuales), indias (indígenas)
y negras (afrocolombianas).
10
Al respecto ver el Informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano (2011).
28
Imagen 3. Síntesis gráfica de la conversación sobre el eje temático 2: las máscaras
que cambian.
Fuente: FUCOLDE, 2016.
Las evidencias históricas de las violencias en contra de las mujeres que aún persisten,
deben entonces cuestionarse y transformarse en aras de cambiar los estereotipos de
género que definen a las mujeres. Los primeros pasos deben darse en los espacios de
socialización básicos de la familia y de la escuela, los hombres y las mujeres tienen la
responsabilidad de educar de modos críticos y distintos a los niños y niñas, evitando a
toda costa que las ideas dicotómicas de superioridad-inferioridad de unos géneros sobre
otros, prevalezcan.
Es importante, que las mujeres apoyadas por sus redes familiares y sociales, se valoren, se
quieran y respeten a sí mismas, con el fin de superar los ideales del amor romántico que
les impide soltarse del yugo emocional y material al que sus parejas agresoras las
someten. Por tanto, las mujeres deben continuar en la lucha por la reivindicación de sus
derechos; por seguir saliendo de los espacios privados a los públicos; por superar el miedo
a las denuncias de los hechos de violencia y maltrato que viven; por insertarse en el
mundo laboral en todos los niveles y por dignificar y reeditar sus roles maternales y de
nutricias. Pues dignificando las tareas del hogar se superan las ideas de que estas son solo
obligación de las mujeres y empieza a ser colectivizada.
Se debe transformar el papel de la justicia y de las instituciones que la ejercen para
garantizar la protección integral de las mujeres ante los hechos de violencia que no se
deben repetir. Garantizar a las mujeres el acceso gratuito, oportuno y eficaz a los sistemas
judiciales, evitando su juzgamiento como víctimas, para otorgarle a los victimarios la total
29
culpa de los hechos, es decir que la justicia debe velar por la sanción y el castigo de los
agresores de mujeres, y deslegitimar los estigmas y las culpas que han recaído sobre las
mujeres víctimas.
En las transformaciones sociales el arte y la cultura tienen un papel trascendental para
ayudar a que las mujeres cuenten con dispositivos simbólicos que les permitan sanar sus
heridas, superar las afectaciones físicas, materiales, psicológicas, emocionales y
espirituales dejadas por las violencias que padecieron, y avancen en fortalecimiento de su
autoestima, y autoconfianza como mecanismos de resiliencia y empoderamiento.
Imagen 4. Síntesis gráfica de la conversación sobre el eje temático 3: buscando
provisiones
Fuente: FUCOLDE, 2016.
Hacer posibles estos cambios a nivel personal, familiar y social, implica también que las y
los servidores públicos se comprometan en el apalancamiento de los mismos desde los
diversos roles y cargos que ocupan en las distintas esferas del poder político,
administrativo, jurídico o de control.
Para ello, es indispensable que las y los servidores públicos superen las prácticas violentas
en la atención e interacción con las mujeres y las dignifiquen por medio de un trato
respetuoso, tolerante, oportuno y efectivo, que les permita reencontrarse con su propia
humanidad. La función pública no debe basarse en un trabajo impersonal y maquinal, sino
que debe reinventarse desde las lógicas del afecto (propuesta por la profesora argentina
Elizabeth Jelin).
30
Recomendaciones
Con base en lo anterior, se plantean algunas recomendaciones al Estado para contribuir a
la superación de las condiciones de desigualdad y de violencia que viven las mujeres, para
apoyarlas en su tránsito subjetivo de autonomía y empoderamiento, y para continuar en
la pedagogía de la sensibilización de las y los servidores públicos sobre los derechos de las
mujeres y el enfoque de género.
1. Promover en los currículos escolares primarios la formación en enfoques
diferenciales de derechos humanos, de edad, de etnia, de discapacidad y de
género, con el fin de afectar los valores masculinos entronizados en la sociedad.
2. Continuar generando oportunidades laborales para las mujeres bajo condiciones
dignas y legitimas conforme a sus necesidades y según lo estipula el derecho.
Igualmente, educar a la sociedad sobre la importancia del trabajo doméstico que
debe ser asumido también por los hombres, de tal suerte que la doble jornada
laboral se resignifique.
3. De cara a un escenario de posconflicto es un imperativo que las personas, hombres
y mujeres excombatientes y desmovilizados, en el proceso de reintegración social
sean formados en aspectos como el enfoque de género, para esto sería clave
contar con experiencias de mujeres excombatientes que le apuestan a la paz.
4. Cuestionar los mensajes sexistas, patriarcales y racistas que se publican en los
medios de comunicación, en los que los cuerpos de las mujeres continúan
tratándose como objetos y bienes públicos.
5. Regular los mensajes publicitarios, especialmente en las redes sociales, sobre las
mujeres y sancionar referencias misóginas, excluyentes y de subordinación sexual
o de otro tipo hacia las niñas y mujeres.
6. Brindar acompañamiento psicosocial a las mujeres víctimas de violencias y
maltratos a nivel familiar y social, dentro y fuera del conflicto armado, con el fin de
restituir su amor propio e independencia.
7. Apoyar a las mujeres y niñas para que accedan a niveles básicos y superiores de
educación, y de este modo cualifiquen sus habilidades en el mundo laboral.
31
8. Garantizar a las mujeres el acceso a la justicia sin trabas de ningún tipo, ofrecerles
acompañamiento y asesoría jurídica, y formarlas sobre sus derechos.
9. Continuar apoyando a organizaciones de base, sociales y comunitarias como
AFROMUPAZ que trabajan por los derechos y el bienestar de las mujeres desde
referentes artísticos, culturales y políticos.
10. Formar a las y los servidores públicos en temas como el enfoque de Acción Sin
Daño-ASD, para que mejoren y cambien sus prácticas de intervención dañinas.
Igualmente capacitarlos en herramientas psicosociales como manejo del estrés,
comunicación afectiva y efectiva, negociación y transformación de conflictos,
trabajo en equipo, derechos humanos y enfoques diferenciales, especialmente de
género.
11. Hacer seguimiento y veeduría a las y los servidores públicos que atenten contra los
derechos fundamentales de las mujeres, o les brinden un servicio no adecuado
según lo que ellas requieran.
12. Fortalecer los recursos de la administración pública para que las entidades que
atienden población lo hagan en condiciones favorables y adecuadas, en corto
tiempo y sin recibir malos tratos.
13. Promover la política pública de equidad de género y de la mujer, en todas las
entidades que integran el andamiaje estatal.
14. Vincular laboralmente a las y los profesionales que atienden a las mujeres o al
público en general, en las entidades que tienen esta competencia, con el objetivo
de no interrumpir procesos y generar relaciones amables y empáticas entre los
agentes del Estado y la ciudadanía.
32
Logros y aprendizajes del evento conmemorativo del 25N
A partir de la experiencia narrada en este documento, se pueden resaltar algunos logros y
aprendizajes de la misma.
Sensibilización sobre las violencias en contra de las mujeres
El objetivo central de evento se cumplió a cabalidad y según lo manifestó el personero del
municipio de Vistahermosa-Meta, logró reconocer que él en ocasiones, ha ejercido
prácticas violentas en contra de las mujeres, y además indicó que aprendió que existen
múltiples situaciones de violencia que las mujeres sufren y a veces por parte de las y los
servidores públicos no se consideran como tal. Asimismo, mujeres y hombres integrantes
de la Policía Nacional, consideraron que desde la Fuerza Pública es vital que se promuevan
buenas prácticas de trato hacia las mujeres, no solo hacia las civiles que las instituciones
castrenses o cívicas protegen, sino también hacia las uniformadas.
Las experiencias de vida de AFROMUPAZ expresadas en obras, bailes y cantos generaron
un impacto positivo en el público y manifestaron que los escuchado y conversado no lo
olvidarán porque lo aprendieron desde la emoción y la vivencia.
Experiencia vivencial
Justamente este es uno de los aprendizajes centrales de la jornada del 25 de noviembre, y
es que esta clase de eventos deben diseñarse, planearse y ejecutarse desde las
experiencias de las personas, apostándole a un lenguaje cotidiano y a mediaciones
distintas a las académicas y a la de personas expertas que no siempre tienen la capacidad
de expresar de modo humilde y sencillo sus ideas o los resultados de sus investigaciones.
La política pública de género, así como las leyes que amparan a las mujeres y las rutas de
atención a los sistemas de salud, deben darse a conocer entre la población con mensajes
sencillo, claros y coherente, por lo tanto, se insta a que desde herramientas pedagógicas
populares la norma se vuelva viva.
Circulación de la palabra, intercambio de saberes y encuentro generacional
Con base en lo anterior, se logró que las personas que asistieron al evento se escucharan
entre sí, y hablaran sin sentirse obligadas a hacerlo, debido a que los saberes y la palabra
circularon desde lo corporal y lo afectivo para posicionarse en lo político. Es importante
mencionar, que este espacio se convirtió también en un encuentro de generaciones,
especialmente entre los niños, niñas y jóvenes de AFROMUPAZ con las mujeres mayores
de su comunidad y las personas adultas que asistieron al evento. El papel de las y los
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jóvenes fue central para la puesta en escena de las danzas afro que se presentaron en el
evento.
Incidencia a nivel local
De manera inédita, en esta ocasión la conmemoración del 25 de noviembre se
descentralizó de los sectores económicos o políticos de la ciudad, y se realizó en Usme,
una de las localidades periféricas del Distrito Capital, que acogió con regocijo el evento
porque le permitió hacerse visible a nivel local y sentirse reconocida como parte de la
sociedad bogotana. Usme, por su cercanía a la región del Sumapaz y del oriente
colombiano, ha sido receptora de población en situación de desplazamiento y es una de
las localidades con altos índices de feminicidios y maltrato familiar, según lo narraron
algunas de las personas asistentes al evento.
La iniciativa de realizar este evento en Usme fue de AFROMUPAZ, para María Eugenia
Urrutia, esto demuestra que el Estado por medio de la Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer-CPEM, sí está comprometido con la visibilidad y la atención de las
mujeres víctimas de violencia dentro y fuera del conflicto armado. En tanto, es en estos
lugares, donde viven las mujeres y los hombres agresores que se deben empezar a
cambiar los imaginarios y los estereotipos socioculturales, hacer incidencia en lo público y
llevar a la institucionalidad a interactuar con la gente.
La petición de AFROMUPAZ de hacer este evento en su territorio (valga decir que por
medio de la cultura y del compromiso de las mujeres afro para velar pos sus derechos y el
de sus vecinas, han reterritorializado este lugar, convirtiéndolo en su nuevo hogar y
apropiándose de lo que allí sucede) fue acogida favorablemente por la CPEM y por
FUCOLDE, quienes comprendieron que en efecto, las transformaciones también deben
partir desde las bases de la sociedad, y que es en lo local y territorial en donde se empieza
a construir la paz.
Finalmente, otro de los logros de este evento fue que las y los servidores públicos de
distintas localidades de la ciudad como Kennedy, el Tunal y Chapinero acudieron a este
llamado.