Sobre la génesis de la estupidez
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7/29/2019 Sobre la gnesis de la estupidez
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Sobre la gnesis de la estupidez, por M.Horkheimer y Th. W. Adorno
In Ensayo on November 20, 2011 at 5:17 pm
El smbolo de la inteligencia es la antena del caracol de vista tctil, que, si hemos de
creer en Mefistfeles, le sirve tambin de olfato. La antena se retira inmediatamente,
ante el obstculo, al caparazn protector del cuerpo; all vuelve a formar una sola cosa
con el todo y slo con extrema cautela vuelve a aventurarse como rgano independiente.
Si el peligro est an presente, vuelve a desaparecer, y el intervalo hasta la repeticin
del intento se alarga. La vida espiritual es, en sus orgenes, infinitamente frgil y
delicada. La sensibilidad del caracol se halla confiada a un msculo, y los msculos se
debilitan cuando su juego se ve impedido. El cuerpo queda paralizado por la lesin
fsica, el espritu por el terror. Ambos son, en su origen, inseparables.
Los animales ms desarrollados se deben a s mismos a una mayor libertad, su
existencia es una prueba de que las antenas fueron en determinado momento
prolongadas en nuevas direcciones y no fueron rechazadas. Cada una de sus especies es
el monumento fnebre de infinitas otras, cuyos intentos de evolucin se vieron
frustradas desde el comienzo, sucumbiendo al terror desde el momento en que una
antena se movi en direccin a esa evolucin. La represin de las posibilidades por
parte de la resistencia inmediata de la naturaleza exterior se prolonga hacia el interior
mediante la atrofia de los rganos a causa del terror. En toda mirada curiosa de un
animal alborea una nueva forma de vida, que podra surgir de la especie determinada a
la que pertenece el ser individual. No es slo esta determinacin especfica la que lo
retiene en la envoltura de su viejo ser: la violencia encuentra esa mirada es la misma demillones de aos de antigedad que lo han condenado desde siempre a su estadio y que
bloquea, oponindose siempre de nuevo, los primeros pasos para superarlo. Esa primera
mirada vacilante es siempre fcil de interrumpir, pues tras de s est la buena voluntad,
la esperanza frgil, pero no una energa constante. El animal se convierte, en la
direccin de la que ha sido rechazado de modo definitivo, en estpido y esquivo.
La estupidez es una cicatriz. Puede referirse a una capacidad entre otras o a todas las
facultades prcticas e intelectuales. Cada estupidez parcial de un hombre seala un
punto en el que el juego de los msculos en la vigilia ha sido impedido ms que
favorecido. Con el impedimento comenz, en el origen, la vana repeticin de los
intentos inorgnicos y torpes. Las preguntas sin fin del nio son ya el signo de un dolorsecreto, de una primera pregunta para la que no hall respuesta y que no sabe plantear
de forma adecuada. La repeticin se asemeja, en parte, a la obstinacin alegre, como
cuando el perro salta sin fin ante la puerta que an no sabe abrir y al final termina por
desistir si el picaporte est demasiado alto, y en parte obedece a la coaccin sin
esperanza, como cuando el len se pasea interminablemente en la jaula de un lado para
otro o el neurtico repite la reaccin defensiva que ya se mostr intil alguna vez.
Cuando las repeticiones se agotan en el nio, o si el impedimento ha sido excesivamente
brutal, la atencin puede volverse hacia otra parte, el nio se ha hecho ms rico en
experiencias, segn se dice, pero es fcil que en el punto en el que el deseo fue golpeado
quede una cicatriz imperceptible, una pequea callosidad en la que la superficie es
insensible. Estas cicatrices dan lugar a deformaciones. Pueden crear caracteres, duros ycapaces; pueden hacer a uno estpido: en el sentido de la deficiencia patolgica, de la
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ceguera y la impotencia, cuando se limitan a estancarse; en el sentido de la maldad, la
obstinacin y del fanatismo, cuando desarrollan el cncer interior. La buena voluntad se
vuelve mala a causa de la violencia sufrida. Y no slo la pregunta prohibida, sino
tambin la imitacin, el llanto o el juego temerario prohibidos pueden producir estas
cicatrices. Como las especies de la serie animal, tambin los niveles intelectuales dentro
del gnero humano, e incluso los puntos ciegos en un mismo individuo, sealan lasestaciones en las que la esperanza se detuvo y son testimonio, en su petrificacin, de
que todo lo que vive est bajo una condena.