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v SOCIOLOGIA Asociaciones generales. --- Hasta bien recientetnente los fito- geógrafos europeos no habían prestado atención a los castañares, considerándolos carentes de significación sociológica, porque los relictos-restos de los castañares primitivos-,aúYi suponiendo que sean los que actualmente subsisten, han sufrido en tal grado la perturbadora acción antropógena que no es posible reconocer en ellos las características de los bosques naturales. Sin embar- go, tanto en los tallares bien atendidos como en aquellos bosque- tes densos de Monte Alto, donde la acción particular del hombre sólo se ha dejado sentir en su defensa y cuidado, puede observar con claridad un forestal su característica social y el aspecto fi- sionómico propio de nna formación climácica. En 1933, nuestro ilustre compañero D. Luis Ceballos, en sc^ estudio fitosociológico de las formaciones forestales de angiosper- mas de hoja caediza, cap. VII de la importante obra Vegetación y Flora f orestal de la provincia de Malaga, L. Ceballos y C. Vicio- so, trata de la asociación del castaña con las certeras y concisas pinceladas en él características. Más tarde, Horvart, en 1938, y I,uidi, en 194^, como conse- cuencia de sus investigaciones llevadas a cabo sobre los castaña- res de Croacia y de Tesserete ( Cantón Ticino), respectivamente, llegaron ambos a la conclusión de que los bosques de castaños de los Alpes meridionales constituyen una unidad sociológica bien definida, ligada por estrechas afinidades sociológicas con el Quercetum medioeuropaeum, de Braun, o Q^cercetum roboris ses- siliflorae, y que presenta también ciertas conexiones con el Fa-

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SOCIOLOGIA

Asociaciones generales. --- Hasta bien recientetnente los fito-geógrafos europeos no habían prestado atención a los castañares,considerándolos carentes de significación sociológica, porque losrelictos-restos de los castañares primitivos-,aúYi suponiendoque sean los que actualmente subsisten, han sufrido en tal gradola perturbadora acción antropógena que no es posible reconoceren ellos las características de los bosques naturales. Sin embar-go, tanto en los tallares bien atendidos como en aquellos bosque-tes densos de Monte Alto, donde la acción particular del hombresólo se ha dejado sentir en su defensa y cuidado, puede observarcon claridad un forestal su característica social y el aspecto fi-sionómico propio de nna formación climácica.

En 1933, nuestro ilustre compañero D. Luis Ceballos, en sc^estudio fitosociológico de las formaciones forestales de angiosper-mas de hoja caediza, cap. VII de la importante obra Vegetación yFlora f orestal de la provincia de Malaga, L. Ceballos y C. Vicio-so, trata de la asociación del castaña con las certeras y concisaspinceladas en él características.

Más tarde, Horvart, en 1938, y I,uidi, en 194^, como conse-cuencia de sus investigaciones llevadas a cabo sobre los castaña-res de Croacia y de Tesserete ( Cantón Ticino), respectivamente,llegaron ambos a la conclusión de que los bosques de castaños delos Alpes meridionales constituyen una unidad sociológica biendefinida, ligada por estrechas afinidades sociológicas con elQuercetum medioeuropaeum, de Braun, o Q^cercetum roboris ses-siliflorae, y que presenta también ciertas conexiones con el Fa-

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getum del horizonte de vegetación intnediata superior, aunque notan afines como con el Quercetum.

Según Luidi constituyen estos bosques una asociación climaxbien definida y autónoma que la denomina Querceto castanetuminsubricum, e indica como características de la asociación las si-.guientes combinaciones de especies.

Espeeies dominantes del estrato arbóreo (>4 metros): Casta-nea sativa; del estrato arbusivo (de 0,80 a 4 metrosl: Castaneasativa, Sarothamnus scorparius, Pteridium aquilinum ; del estra-to herbáceo (<0,80 metros) : Anthoxanthum odorat,cm, _Agrostiscapillaris, Descham.psia f lexuosa, lblolinia coerulea, Festuca ca-pillata, Luzula nivea, Vaccinium myrtillus, Melampyrum praten-se, Solidago virga-aurea, Hieracium murorum ssp. tenui f lorum.

Especies eonstantes del estrato arbóreo : Castanea sativa, Be-tula verrucosa, Quercus pube.scens.

Especies constantes del estrato arbustivo: Pteridiu.m. aqui^i-núm, Corylus avellanu, Mespilus germanica, Saroth.amnus scopa.-rium, Frangula alnus ; y del estrato herbáceo : Anthoxantum odo-ratum, Agrostis capillaris, Deschampsia f lexuosa, Molinia coeru-lea, Festuca eapillata, Festuca heterophylla, Carex piluli f era, Lu-zula nivea, Luzula pilosa, Rubus (fructicosus) sp., Poteniillaerecta, Viola riviniana, Calluna vulgaris, Vaccinium. myrtillus,Tetccrium scorodonia, Melampyrum pratense, Galiu^n vernum,Phyteuma betonici f olium, Solidago virga-aurea, Hieracium muro-rum ssp. tenui f loru.m•

Especies fieles en diverso grado: Festuca c.apillata, CarexFritschii., Lathyrus montanus. Viola riviniana, Frangula alnus,Teucrium scordodonia, Galeopsis pubescens, F•t^:phrasia cisalpina,Hierarium murorum ssp. tenui f lorum.

Reconocemos el valor inestimable que repre>eutan estas in-vestigaciones en la Fitogeografía europea, pero son tan precisasen el detalle de las especies que forman las asociaciones de losestratos arbóreo, arbustivo y herbáceo, que no pueden servir deaplicación general, porque aún prescindieudo de la influenciaejercida por los importantes cambios climáticos sufridos, ha sidomuy grande la evolución experimentada por los castar^ares euro-peos en el transcurso de los siglos, como consecuencia de las re-petidas guerras e invasiones que sobre su suelo han tenido lu-

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gar, convirtiéndolo en teatro continuo de destrucción, y por otraparte, el castaño es una especie económica, cultivada desde tiem-po inmemorial, cuya área de distribución ha sido modificadaconstantemente por el hombre.,

Así sucede, que aun cuando en nuestras investigaciones noslimitemos a examinar los relictos diseminados de España, que es-tán en su mayoría hoy maltrechos por la «tinta»-otra causa desu rápida evolución regresiva-, observaremos en sus estratos ar-bóreos otras tantas asociaciones distintas, así como representacio-nes muy variadas del estrato arbustivo herbáceo. Y es que lavegetación responde rápidamente a los cambios del habitat. Siel habitat se hace más húrnedo o más seco, está mejor o más po-bremente iluminado, etc., desaparecen ciertas especies y a menu-do grupos enteros de plantas, siendo reemplazadas por otras pro-cedentes, generalmente, de asociaciones contiguas. Cambios impor-tantes tienen tambíén lugar cuando la formación es quemada, ta-lada o destruída por una plaga, pudiendo alterarse por completola composición y estructura de la vegetación en la adaptación alnuevo medio, que ha sido de este modo modificado.

En estas condiciones, ^cómo se puede definir y delimitar laformación climácica del castaño, con tanta precisión y detalle enla composición de sus tres estratos arbóreo, arbustivo y her-báceo?

Y no se olvide qiae la estación del castaño se presta tanto ala vegetación arbórea que no hay acaso entre las Amentáceas eu-ropeas, desde el abedul al avellano, una especie que no germine^- se desarrolle perfectamente, así como otras numerosas especiesde árboles y de arbu^tos pertenecientes a diversas familias, y, des-de luego, las resinosas, menos exigentes que aquéllas, prosperancon singular vigor.

Esta es la c.ausa de que cuando en un monte se destruye orompe la asociación natural que forma el castaño, pronto se relle-nan los claros con las especies m^ís diversas de las comunidadesque constituyen los diversos estratos de las asociaciones contiguas.

Nosotros, que hemos asistido al derrumbamiento por la «tin-ta» de los productivos castañares de Vizcaya y al de sus renom•brados robledales por caiisa del oidio, hemc^s sido testigos tam-bién de la velocidad con que cedían el paso los bosques ca,,dur,ifo•

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lios a las argomas, brezos y helechos, que se apoderaron rápida-mente de su suelo, dominándole x extendiéndose a favor de laclaridad que sobrevino al desaparecer la cubierta arbórea, dán-dose la circunstancia de que debido a la rapidez con que se operóla destrucción del Querceto-castanetum, y, aunque el haya yabedul de los pisos superiores descendieron esporádicamente enpuntos diseminados hasta las mismas orillas del mar Cantábrico,como la malhadada práctica de la extraccióñ de brozas continuóefectuándose sin traba alguna, la formación climácica de angios-permas, tan característica de Vizcaya, se transformó en sus nu-merosos montes calvos revestidos de un tapiz vegetal uniforme,en matorral de argomas, brezos y helechos, con algunos pies di-seminados de espinos, abedul, haya, chopo temblón, fresno, et-cétera.

Felizmente, han sido repoblados ya en su rnayoría con espe-cies resinosas, cuyo cultivo se desconocía antes de esa época, so-bresaliendo entre todos, los pinares de insigriis, P. radiatd-im-plantados^en castañares arruinados-por sus extraordinarios creci-mientos, que superan a los de su área natural, Costa de Monterrey( California).

Nos hemos extendido tanto en este punto porque se trata deun ejemplo vivído recientemente, que nos demuestra las importan-tes y rápidas variaciones que pueden experimentar las comunida-des vegetales de un castañar en vías de alteración. Y ĉomo nosconsta la persistente y decisiva acción antropógena ejercida enlos castañares del Mediodía de Europa, desde los tiempos másremotos, a la que se ha sumado la de las terribles enfermedadesque se suceden y vienen azotando a los castañares de uno y otroContínente, creemos es prudente limitar nuestro estudio socioló-gico al de los estratos arbóreos, sin perjuicio de descender al ar-bustivo-herbáceo, sólo para poner de manifiesto su variedad enrelación con los factores peculiares de las diversas estaciones enque se reparten los castañares de España en su área de distri-bución.

Existe también otra razón importante en favor de este crite-río nuestro. Si, como parece deducirse de las investigaciones eco-lógicas más recientes, es cierto que la Climax caducifolia ha sidoescenario de una noiable evolución de las especies arbóreas, y que

EL CASTAÑO F.N ESPAÑA Gi

ésta ha desempeñado un papel decisivo en la estructura de lasasociaciones climácicas hasta darles esa permanencia-aunque seadinámica-que las caracteriza, una vez rota la armonía del estra-to arbóreo, no se puede hablar de la constancia y fidelidad de lasespecies arbustivas y herháceas, ya que en realidad no existenentre unas y otras, sino que las plantas son fieles a la estaciónacorde con su temperamento• Ejemplo de ello lo tenemos en elhelecho, Pteris aquilina, que aparece en primer término en la re-lación de especies constarites del estrato arbustivo del Querceto-casta.netum, de Luidi, pues son tan amplios sus límites ecolági-cos que se le puede encontrar en España en los lugares frescos yclaros de todos los pisos altitudinales de vegetación, desde el ni-vel del mar hasta el Picetum. Y como son tantos los microclimasde las diferentes estacione^ en que se reparte el castairo, resultalógica la multiplicidad de aspectos y composición específica quepueden observarse en las agrupaciones inferiores de la asociacióndel castaño, de acuerdo con sus diferencias ecológicas de luz, hu- .medad, temperatura, suelo, etc., aunque sean éstas pequeñas.

Estamos de acuerdo con Luidi en la denominación de Querce-to-castanetum, porque tenemos la convicci6n de que la asociaciónclimácica de robles y castaños constituyó, dentro de la Formaciónplanicaducifolia de la Europa templada, los bosques naturalesmás importantes y ricos en especies arl9óreas, con anterioridad alcomienzo de su evolución regresiva, que prosigue hoy con ritmoacelerado. Esta convicción nuestra, que la hemos ohtenido en elestudio de sus diferentes asociaciones, se ve reforzada por el re-Gultado de la:^ investigac,iones ecolúgicas llevadas a rabo en losEstados Unidos de Norteamérica, Como la coloni2ación de estegran país es relatrvamenre reciente, los investigadores norteame-ricanos han podido seguir más de cerca el estudia dP .a evolu-ción de sus extensos bosques natirrales de frondosas-^lue si notienen relaciones filogenéticas con ninguna de las otras climaxallf existentes, en cambio las tienen muy próximas con sus parien-tes los bosques de hojas caducas de Eurasia-, y reconocen tresgrandes asociaciones relacionadas entre sí : l.a La que ocupa lasporciones septentrional y oriental, más húmedas y frías, constituí-das por el arce y el haya-Acer saccharum y Fagus grandi f olia-las dos especies dominantes y más tolerantes para la ^ombra ;

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2.a L.as dominantes características de esta segunda son el casta-ño, C. rlentata, los robles, Q. montana, Q. coccinea, y el tulipanero,L. tulipifera; siendo asociados frecuentes los robles, Q. borealisy- Q. alba. Esta asociación intermedia ocupa una grap extensión yestá en contacto con la anterior por el Norte y con la 3.a Aso-ciación, de robles y nogales americanos (carias), en toda su re^gión, pues esta última se extiende por los lugares más secos o desuelos más superficiales, viniendo a representar una preclimax dela del castaño.

En Norteamérica, r.omo se ve, está claramente defínido elQuerceto•castanetum., asociación de castaños y robles, donde elnúmero de especies ar6óreas que se reparten en su extensa árearesulta el máximo de sus tres asociaciones caducifolias.

Esta riqueza. en la variedad de especies arbóreas, la vemosconñrmada en Espaiia, a pesar del área reducida de su Castane-tum., si se cGmpara con la enorme de los Estados Unidos, puesse puede decir que todas Ias especies arbóreas, tanto de frondo-sas como de resinosas de la Península, tienen su representaciónen la asociación del castaño e, incluso, existen plantaciones denaranjos enclavados en montes de castaño, como los de Benarra-bán y Jubrique, que se r.ita en la obra Vegetación y Flora, fores-t.al de la provincia de. Mála^a,, de L. Ceballos y C. Vicioso•

ASOCIACIONES AEi, CASTAÑO EN ESPAÑA.

El estudio de la estructura de las asociaciones del castano enlas diferentes comarcas españolas en que prospera, consideramosse debe comenzar por el extremo sur del Mediterráneo, la provin-r,ia de Málag^a, y, al efecto, trasladamos aquí las siguientes líneasdel cap. VII de, 1a antes citada obra, por su gran interés y la au-toridad de sus autores, no reproduciéndolo por completo, como semerece, por el carácter de este trabajo y en obsequio a la bre-

vedad.En Málaga «la asociación del castaño encuentra apropiada

habitación dentro de los límites del piso rnediterráneo húmedo,estando representada poc numerosas manchas, casi todas de redu-cidas "extensiones.:.»

Distribución del castaño en España.

EL CASTAÑO EN ESPAÑA 65

«Los castañares malagueños quedan comprendidos entre los400 y 1.Q00 metros de altitud, todos ellos dentro de la zons delluvias abundantes, donde el valor de la precipitación anual espróximo o superior a los 1.000 mm.

Por las condiciones ecológicas características, «la habitación^del castaño resulta asequible a otras muchas especies forestales :el quejigo y el alcornoque intervienen con frecuencia en las lo-^calidades de mejor condición ; la encina se mezcla a los castañosen diversos puntos de los montes de Alpandeire, Júzcar y Fara-ján ; el pino negral resulta compañero bastante asiduo del cas-taño, cuyos montes suele invadir en plan regresivo. Sobre peque-ñas parcelas podrán encontrarse en el valle del Genal masas mez-cladas con las diversas combinaciones entre las especies que sehan citado».

«Cuando las masas se conservan en buen estado de espesura,el sotobosque del castañar puede decirse que es nulo, permane-ciendo el suelo cubierto por abundantes capas de hojarasca, quesupone una eficaz defensa contra la pérdida de humedad ; en losbordes del bosque es frecuente encontrar entonces algunas plan-tas caraeterísticas del matorral silicícola (Lavandula, Erica, Cy-tisus, etc.). En otras masas menos sombrías, los estratos inferio-res se nos muestran algo más poblados, y en algunas ocasionestotalmente ocupados por el helecho, Pteris aquili.na L. Cuando enel estrato arbóreo aparece el castaño mezclado a otras especiesnada tiene de extraño que el matorral sea algo más abttndante,cíebido a la fácil intromisión de algunos elementos de los quehabitualmente acompañan a estos árboles, ahora mezclado^ conel nuestro.»

«En Pujerra, una de las mejores masas puras de castaño dela provincia, la vegetación en el sotobosque es escacísitna, obser-vándose muy distanciados algunos matojos de Ulex Boivini Webb.Cwtisus tri f lorus L'Herit. Cytisus carulicans Kze. y Crataegus mo-nogyna Jacq.-En este monte hemos recogido las herbáceas : Ga-gea polymorpha Bss., Carda.mine hirsuta L., Anemome palmata L.,Hypericum boeticum Bss., Ornithopus compresi^,s L,, Potentilla ren-tans, L., Lamium f lexuosum Ten, y Jasion.e montarca, L.

»En el cerro de Tocón, linde de los términos de Tolox y Yun•v^uera, el castañar presenta una composición algo más completa en

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sus estratos inferiores. en los que intervienen Juniperus oxyce-drus L., Adenocarpus grandi f lorus Bss., Sarotha^nnus boeticus Bss.,Cistus salvifolius L., Da.phe gnidium L., Lavandula stoechas L.,Pteris aquilina L., Arrhenatherum elatitcs M. K., Geraniunm lauci-dum L., Tuberaria variabilis Wk. v. plantaginea (W), Agrimoniaeupo.toria L., Plantago Bellardi All., Senecio erraticus Ber., etc.

»En el valle del arroyo Guadarín, afluente del Genal, en tér-mino de Faraján, hemos observado una mezcla de Castanea sativa,Qŭercus ilex y Quercus lusitanica Webb ssp. boetica DC., con elsotobosque si^uiente: Cistus monspeliensis L., Cistus crispus L.,Ulex Boivini ^Vebb., var. I^ebbianus ( Coss), Cytisus KunzeanusWk., Genista scorpioides Spach., (,'rataegus monogyna Jacq., Lavan-dula stoeclias L., I.ithospermum f ruticosum L., var. di f f usum ( Lag.)

»La destrucción del castañar suele conducirnos, por regla ge-neral, a formaciones frutescentes del tipo m,aquis, que al princi-pio se caracterizan por la abundaneia de Leguminosas ( Ulex, Saro-

thamnus, Cytisus, etc.), degenerando luego hacia el matorral de ja-ras o de brezos. En aqiiellos lugares donde la invasión por el Pi-

nus pinaster es factible, la degradación del bosque de castaño sue-le facilitar la entrada de esta especie; llegándose hasta la masapura de pino negral, como forma regresiva del castañar.» Y deejernplo puede servirnos la descripción que se hace en la pá-gina 81 de la asociación siguiente, encontrada en la linde de lostérminos de Gaucin y Benarrabá ; «Pinus pinaster, Castanea sati-va, Quercus suber, Qreercus lusitanica. Ulex boivini var. Webbia-nus, Cytisus candicans, Lavandula stoechas, Pteris aqui.lina.»

Si de la provincia de Málaga nos trasladamos al otro extre-mo del Mediterráneo, a Gerona, provincia de ricos alcornocalesy castañares, observaremos que en la zona donde termina, por de-cirlo asi, la vegetación mediterránea y se nota ya en oposición lainfluencia pirenaica, se desarrolla el castaño en masas puras tanexuberantes y en plantaciones tan apretadas que semejan la aso-ciación climax de aquellos lugares, a pesar de su índole antropcí-gena, siendo de notar la pobreza de su sotobosque por la abundan-cia de hojas que cubren el suelo y su gran resistencia a la descom-posición, lo que junto con el vigor de los renuevos de aquellosMontes Bajos, impiden el nacimiento de toda vegetación en la som•bra espesa de sus cerradas cubiertas.

EL CASTAÑO EN ESPANA G(

En el interior de estos bosques densos no existe la asociacióndel castaño y los robles, y sólo en los bordes de las plantacioneso en los límites de su zona ecológica, donde el castaño se aclara,convive éste asociado en unos casos con los robles ( Q. pubescensy Q. sessili f lora) y en muchos más con la encina. En el piso in-ferior se asocia con el alcornoque y los pinos (P, pinea. y P. hale-pensis), en forrnaciones abiertas, mezclándose en el Fagetrcrn conel haya y a veces con el pino silvestre. Se nota también, junto a loscursos de los arroyos que atraviesan los castañares, que se críanespontáneamente grupos de avellanos.

Se pueden citar comó especies que esporádicamente se dan ^nlos dorninios del castaño las siguientes: el fresno (^'• excelsior),aliso ( A. glz^tinosa), chopos ( P. tremula., P. nigra y P. alba), sau-ces (S. cinerea y S. amygdalina}, raraé veces el abedul (B. pen-dula Roth), arces (A. pseudaplatanus y A. monspesulanum), ser-vales ( S. aria y S. domestica), el acebo ( I. aqui f olircm ), el espina(C. monogyna), etc.

La zona óptima altitudinal de los castañares de Gerona se ex-tiende entre las líneas de nivel de 500 y 1.000 metros, donde laprecipitación pluviométrica anual es de 1.000 milímetros, forman-do actualmente las manchas del castaño la divisoria entre la en-cina y el haya.

El desarrollo grande que los bosques de roble debieron alcan-zar en el Castanetum de esta región no ofrece duda y ocupabarrlas situacíones más secas y extensas de la zona del castaño con-viviendo en su compañía en la áreas de transición.

Desde el punto de vista ecológico es seguramente el Quercetc^

castanetum de esta región el más interesante de Europa, a pesarde su reducida extensión por la diversidad de especies arbórea=que subsisten aún. Sin duda, la combinada influencia pirenaica }`mediterránea, unida a la humedad que le prestan las brisas mari-nas que constantemente soplan del Golfo de León, han creado lascondiciones más propicias para la favorable propagacibn de tai'diversidad de especies y formas del género Quercus, que de n^>haberse ejercido con tanta intensidad desde los tiempos más rcmo-tos la perturbadora acción del hombre, constituiría hoy esta zona1a más rica exposición de rob]es. El ayudante de Montes, C. Vi-cíoso, botánico del Instituto Forestal de Investigaciones y F.sr^•-

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riencias, lleva ya determinadas, además del castaño, las siguientesespecies : Q• suber, Q. ileac, Q. pubescens, Q. sessili f lora, Q toza,Q. cerrioides, Q. lusitanica, Q. Mirbeckii, Q. pedunculata y nu-merosas formas hibridas intermedias.

EI matorral leñoso de los castañares aclarados o deterioradosy e] de sus calveros ofrece poca variación con los géneros de Má-laga (Erica arborea, Calluna vulgaris, Cytisus scoparius, Lavan-dula stoechas, Pistacia l,entiscus, Cistus salvie f alius, C. albidus, Sa-rathamnus vulgaris, Pteris aquilina, Arbutus unedo, etc.).

Continuando nuestro estudio, camínemos hacia el occidente si-guiendo la cordillera pirenaica y los primeros rodales de casta-ño que encontramos a nuestro paso son los de Navarra. Así que,desde Gerona hasta esta región, aparecen los Pirineos españolescomo una solución de continuidad sin vestigio de ningún cultivoformal del castaño, en contraposición con la extensa mancha que,al norte de España, formaban los productivos y pintorescos roda-Ies de robles y castaños que se difundían sin interrupción a lolargo de las costas cantábrica y galaica, antes de que los diezma-ran el oidio y la «tinta».

Merece, por tanto, que detengamos nuestra atención fijándolaprimero sobre la depresión vasca y más concretamente en la pro-^•incia de Vizcaya.

En este país, de clima suave y en todo tiempo húmedo, carac-terizado por su orografía violenta y movida, ocupaban el castaño^- los robles las cuatro quintas partes de su suelo forestal, exten-<liéndose desde Ias mismas orillas del Mar Cantábricu hasta la1 í nea de los 500 metros de altitud media ; la otra quinta parte o^^ea el piso altitudinal superior lo cubrían el haya, como especieprincipal, y el abedul. Las dos elimáx, del Quercetn-castanetur►i ydel Fagetum, se extendían, pues, en el orden altitudinal naturaltle las exigencias propias de las especies que las forman.

Pero es curioso observar las diferencias notables que ofre^e

l^^ ^egetación natural del Querceto-castanetum de Vizcaya en re-1.^Clon con las asociaciones ya descritas del Mediterráneo. En pri-mer lu;ar no se conoce ningún vestigio espontáneo de especies so-

^^iales que sean resinosas. Sólo hemos vísto algún que otro tejoaislacío, tanto en el Castanetum como en el Fagetum. Y es preciso

'trasladarse de la costa hasta los mismos límites de la meseta cas-

EL CASTAÑO EN ESPAÑA fi^)

tellana para advertir la invasión del eriebro en las formas regresi-vag de sus laderas y, únicamente, en Orduña se percibe la delpino silvestre, cuya ligera semilla alada desciende por los deteria=rados hayedos de sus escarpea calizos, sin detenerse hasta llegar alas ondulaeiones suaves que ascienden del valle hacia el occidente,fijándose entonces en las formaciones regresivas del Querceto-castanetum, que está ya en eompleta decadencia•

Sin embargo, la invasión del pino queda localizada y no seextiende fuera de sus reducidos límites actuales, quizá tambiéc^por la influencia perturbadora de los cuatro pueblos ( Mendeica,Belandia y los dos Lendoños) allí asentados, que los aprovecharrsin orden, al verse privados hoy de las leñas que sus antiguosrobledales les proporcionaban con amplitud para su fogueras yla venta a particulares.

Otro hecho diferencial de reconocido interés hemos de ponerde relieve : la encina arbórea no forma parte de la asociacióndel castaño. Por razones edáficas, junto con las geológicas, la en-cina, en formación de mata, se encuentra sobre las calizas c,om-pactas del Casta.netum y del Fdgetum, de preferencia sobre esteúltimo piso vegetal, rebasándolo a veces. ^

Este hecho sorprendente en la fitogeografía europea, ejemplovivo de la profunda perturbación sufrida por la flora forestal deVizcaya, tendrá acaso su explicación científica acertada en laEcología moderna, en relación con los movimientos isostáticas ho-rizontales y de plegamiento de la región vasca.

Dada la índole de este estudio, con la indicación hecha, ha-bríamos cumplido nuestro objeto ; pero no queremos pasar de lar-go la descripción que sobre éllo hace, en su lenguaje insuperable,el insigne D. Lucas Olazábal en la Memoria de Vizcava, premiadapor la Real Academia de Ciencias en 1856.

Si, como propone Olazábal, nos situamos en Urquíola, en Iaparte más escabrosa de la provincia, en donde se unen las tres ca-denas de montañas más notables, « en aquel caos dedrológico quese descubre a la, vista», dice Olazábal, observaremos « al frente,en las abruptas masas ĉalcáreas, encinas achaparradas que vegetanal amparo de las breñas ; más abajo, donde empieza la tierra ve-getal, abedules que se entremezclan pronto con las hayas, desapa-cen aquéllos, y estas últimas comparten el terreno con los ro-

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ble^ ( Q. perullincldlata y Q. lQZa), entre las cuales se intercalan tam-bién el castaño, el fresno y algunos pies salpicados de arce cam-pestre. En los puntos má^ accesibles, en que la mano del hombreha alterado excesivamente las leyes de espesura y empobreeido elterreno con la extracción de las brozas, se ve, en medio de losgr•andes claros, el argoma, los brezos (Calluna vulgaris, Erica ci-liar•is, E. multij'lora, ^'. drbórea, E. umbellata, E, scoparia), lasaliagas, los helechos y algunos pies de espino negro».

De entonces aquí, por la penuria leñosa que padecía Vizca-} a, ha proseguido con rapidez la destrucción de robles y hayas enaquellos montes maltratados, pero todavía se mantiene viva la ex-presiva descripción de Olazábal si se aplica a sus porciones másfragosas.

Por otra parte, como el castaño y los robles descienden enVizcaya hasta las mismas orillas del mar, se explica no exista elecotono de sers niveles inferiores, donde con aquéllos se podríanmezclar las formaciones arbóreas de la encina, a semejanza de loque ocurre en la costa mediterránea.

No obstante, en el siglo pasado se conocían soberbios ejem-plares de encínas, que hoy van escaseando, junto a los templosparroquiales de ]as diversas anteiglesias, a orillas de algunosríos y hasta en paseos públicos, como las notables del Campo Vo-lantín, de Bilbao, que nos describe D. Pedro de Avila en su Iti-nerario de las Vascongadas, año 1869. La misma Virgen de Bego-ña, Patrona de Vizcaya, cuenta la tradición que hizo su milagrosaaparición sobre una encina, y en la entrada de la Basílica e,rigidaen sn honor se conservan unas encinas que se mezclan con los plá-tanos y tilos de plantación moderna.

Con todo, y a pesar de que esta especie prospera tan bien enel Castanetum de Vi7caya, todas las formas arborescentes esparci-das de la encina que aún se conservan dan la impresión de habersido plantadas por la mano del hombre o, cuando menos, someti-das a su cuidado y defensa. Unicamente en algunos puntos de lacosta, de suelos someros con asomos de rocas calizas, en el ínteriorde matorrales puros o en mezcla con el madroño, la encina espon-táne3 adqniere porte arbóre.o, salpicadamente, en los sitios de ma-yor fondo.

Y es que, sin duda, esta especie, como el resto de ]as angios-

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permas e, incluso, las resinosas, que se desarrollan hoy con cre-cimientos tan exuberantes dentro de los dominios del castaño, se-rían rechazadas y ahogadas en los primitivos tiempos por lasmás potentes-robles y castaños-que vegetaban entonces en plenovigor, constituyendo la Climax inferior, que se extendía por lamayor parte del suelo forestal de Vizcaya•

Por desarrollarse en esta regián el madroño (Arhutus zcnedo)en formacián natural dentro de los dominios del castaño, conside-z•amos conveniente detener unos momentos nuestra atención en estaespecie, que es considerada por los botánicos como típicamentetnediterránea, impropiamente a nuestro juicio, porque es en la cos-ta cantábrica donde se desarrolla en formación climácica y no enel Mediterráneo. Su mismo nombre euskérico gurguts indica suespontaneídad tan antigua.

Se encuentra esta esp,^cie sobre los riscos y laderas escarpa-das, de calizas compactas, así como en areniscas de la costa viz-caína, formando masas homogéneas que se benefician en MonteBajo, siendo notab].es por su extensión y vigor vegetativo los ma-droñales de Tremoya, Acherre y San Miguel de Arteaga-montescalizos de tipo volcánico, asentados en la margen derecha de laría de Mundaca-, los de Machichaco (Bermeo) y los de Mello yMoruecos ( Somorrostro), sobre areniscas. Más al interior, en lasEncartaciones, se conocen también otros madroñales importantesen Valmaseda, Zalla, Sodiape, Arrigorriaga, etc., y siempre im-plantados sobre suelos esqueléticos.

En el seno de estas formaciones se puede distinguir cómo sereparten salpicadamente los ejemplares de castaño, precisamenteen los escasos puntos donde se forman pequeñas bolsadas de tie-rra vegetal.

Pero ejemplo más curioso y sorprendente a la vez es el quese observa en los espesos madroñales de Tremoya, Acherre y SanMiguel, al recorrer por primera vez los rodales homogéneos de cas-taño, que se desarrollan en el interior de las torcas (potos) queexisten en aquello5 roquedos calizos, muy conocidos de los siba-ritas guerniqueses por las deliciosas setas que en ellos se crían.En realidad, no se produce aquí una mezcla individual de espe-cies, porque el castaño, bien protegido en el fondo de estas torcas,

^con un suelo profundo y rir.o a su disposición, desarrolla libre-

^2 JOSÉ ELORRIETA Y ARTAZA

mente su potente sistema radical, formando vigorosos bosquetes,que impiden la introducción del madroño, a pesar de que éstese extiende en torno a las torcas libremente hacia el exterior entodos los sentidos.

La mezcla en estos montes sólo se produce en las zonas de tran-sición, que se forman al cambiar.de laderas, cuando del suelo ro-coso del madroñal se pasa a otro que sea lo suficientemente fér-til para que puede prosperar bien el castaño. Se da este caso enel monte San Miguel, en cuya fértil ladera oriental, se extiendenlos castañares, y, según se va ascendiendo, se entremezclan conlos madroños a lo largo de las líneas de encuentro con los suelosesqueléticos en que se asientan estos últimos. Aquí es muy redu-cido el ecotono y no está limitado por líneas de nivel, ya que nose produce un escalonamiento de especies forestales en este mon-te tan escarpado ; la separación del vuelo de ambas especies vie-ne determiiiada por una línea que se aproxima a la divisoria de lasladeras, porque, volvemos a repetir, sólo razones edáficas marca^ren este caso el límite de los castañares, que ascienden desde la vegapor los terrenos de mayor profundidad y fertilidad.

En las faldas inferiores de los montes Mello y Posadero (So-morrostro), donde se entremezclaban los castaños y robles con lasmatas de madroño, se daba el mismo caso antes de que se proce-diera a su repoblación con ,pino insignis.

Vemos, pues, al trasladarnos del Mediterráneo al Cantábrico,que la asociación natural de los robles y castaños presenta en suformación climácica peculiaridades que la distinguen de la deiMediterráneo; faltan los pinos en los niveles inferiores, la encinasufre una inversión en su distribución altitudinal, desaparecen elQ. lusitanica, el Q. sessiliflora y el Q. suber, ldquiriendo ciertaimportancia las formaciones homogéneas del madroño. Sólo enValmaseda, en el límite inferior de las formaciones calizas qucdescienden de Burgos, hemos podido observar la mezcla de matasde madroño, encina y Q. hcsitanica con ejemplares sueltos de cas-taño, que se desarrollan en los puntos de mayor fertilidad.

Del resto de las especies que se reparten esporádicamente e ► iel Castanetum citaremos : el fresno ( F. excelsior), el aliso ( A. glu-tinoscr.), que limita el cauce de muchos ríos y arroyos, los sau-ces ^(Salix cinerea, S. purpurea, S. alba...), el avellano (C. avella-

F.L CASTAÑO EN ESPAÑA Í3

na), común en los alveos secundarios y terciarios, el arce campes-tre, el acebo, que se ve hoy salpicadamente muy de tarde en tar-de y tan sólo en ejemplares aislados de pequeño porte, aunqueantiguamente se presentaba formando pequeños rodales, e1 pirué-tano, el manzano y los espinos ( C. monogyna, C. oxyacarttha y C.Azarolus), el endrino, el laurel ,etc.

El matorral leñoso está formado, como hemos dic,ho, por lasaulagas (Ulex europeus y U. nanus), los brezos (E. cinerea, E. va-gans, E. ciliaris, E. arborea, Calluna vulgaris, Daboecia polifolia),los helechos ( Pteris aquilina, Polystichurr^ f ilix mas, Osmulda re-galis, Scolopendra of f icinalis, Polipodiu.m vz^lgaris, etc.), figuran-do entre éstos, el primero como dominante, etc. Este matorral cubreuniformemente en la actualidad el suelo descubierto del Castane-tuan vizcaíno.

Todas las especies arbóreas, arbustivas y matas que hemoscitado tienen nombres eusquéricos que revelan los milenios que lle-van de existencia en el país vasco, incluso el laurel (Ereñotza), quelo consideramos también espontáneo, porque si bien es cierto elocigen artificial de los laureles de porte arbóreo difundidos enbuen número de fincas por su condición de árbol bendito, existeasilvestrado, y es más, hemas conocido jwtto al mar, ( Bermeo),rc^dales entremezclados de madroño, laurel y encina que daban laimpresión de espontaneidad.

Hemos dejado de consignar las resinosas, los chopos, olmos,acacias, plátanos, nogales, eastaños de Indias, la higuera, ete.,que prosperan con lozanía dentro de los dominios del castaño, yaque su cultivo ha sido introducido por el hombre, v, desde luego,sus denominaciones carecen de raíces eusquéricas antiguas. Si aca-so, sólo nos cabe duda en le espontaneidad de los chopos, por-que hemos tenido ocasión de ver ejemplares^ silvestres, aislados,en lugares apartados y escabrosos-interior de la barrancada quebaja de Urquiola a Mañaria-, y parecían espontáneos dada sucaracterística dioica.

No interesa para nuestro estudio la composicicín florística deI

actual herbetum, porque han desaparecido ya los robledales ycastañares como tales formaciones y, al transformarse progresiva-rnente sus calveros en pinares :^rtificiales, yuédase dicho yue eI

i 1^ JOSÉ FLORRIF.TA Y ARTAZA

actual herbetum es distinto del que se desarrolló bajo la cubiertacle los primitivos castañares.

El Quercetacastanetum, de Santander ofrece características pa-recidas a las de Vizcaya. Sin embargo, conviene hacer resaltar lapresencia del alcornoque cerca de Potes, y la del Q. sessili f lora,que se localiza en los horizontes alejados del mar, junto al Fage-tccm. Debemos poner también de relieve las repoblaciones de loscastañares arruinados por la «tinta» que se están 1levando a cabocon el Eucalyptus glabulus, que prospera con lozanía extraordi-naria•

En Asturias desaparecen de nuevo el alcornoque y el roblesentado; sigue siendo la misma la vegetación leñosa de los do-minios del castaño v comienza a observarse la invasión de sus^ormaciones regresivas por el pino pinaster, que continúa despuésextendiéndose sin interrupción por todos los castañares destruí-dos que se suceden a lo largo del litoral atlántico.

A1 transponer la regióri cantabroastúrica, tan varia en su ve-getación, que ofrece contrastes tan singulares en la composicióngeológica y en su configuración orográfica, sorprende en el Cas-tartetum galaico, la monotonía de sus terrenos primitivos recubier-tos uniformemente con el mismo tapiz vegetal de brezos y tojo.

Las benignas condiciones del clima de Galicia y sus persisten-tes llttviasy que favorecen tanto la frondosidad y lozanía de lavegetación forestal, son a la vez la causa de la poca variedad enlas especies leñosas, cuando han sido destruídas, como aquí, lasformaciones naturales de sus robledades y castañares, porque, enambiente tan singularmente propicio, las especies de las forma•ciones regresivas, brezos y tojo, se desarrollan en agrupaciones es-pesas y tan vigorosas que impiden el acceso de las muchas otrasque podían también prosperar perfectamente.

Cada vez que contemplamos el deplorable estado del Querceto-castanetum gallego se produce en nuestro ánimo un sentimientomezcla de asombro y pena, al reflexionar que allí la simiente deun árbol ni siquiera precisa llegar hasta el suelo para la germina-ción y su ulterior desarrollo vigoroso; le basta fijarse simplementeen las resquebrajaduras del primer árbol que tropiece en su caída.Hemos conocido en Lugo varios ejemplos de simbiosis de espeeies

I:L CASTANO EN ESPAÑA i :i

a.rbóreas producidas de este modo, y un caso notable de las excep-cionales condiciones del cultivo forestal del Castanetum gallego esel citado en la página 79 del Resumen de los trabajos verificadospvr la Comisión de la Flora Forestal de Espaita, años 1869 y 1870,que transcribimos: «En el monte del señor Hermida-Ayunta-miento de Mourente (Pontevedra)-me enseñaron un viejísimocastaño desmochado, en cuya cabeza se ha desarrollado con granlozanía y empuje un pino bravo, al que sirve como de maceta eltronco del castaño. El pino tiene unos cuarenta ^1ños de edad, algomás de 10 metros de altura y una circunferenria de 1,40. La al-tura del tronco desmochado del castaño es de 2,70 y su circur^-ferencia de 2,90; se le calculan unos ciento noventa años de edady, a pesar del huésped que abriga, se halla en buenas condicionesde vegetación y producción.»

Como vemos son excepcionalmente buenas las candiciones de^este ambiente para la propagación de las especies arbóreas, y, sinembargo, la asociación de robles y castaños de Galicia está envías de desaparición, como lo están ya sus especies dominantes,por causas biológicas.

Quizá obedezca a la misma razón la desaparición inexplicabledeX haya como formación natural del litoral cantábrico, que seinterrumpe bruscamente al llegar a esta región, y como sigue des-nudo el piso altitudinal superior de resinosas, no existen las zo-nas de transición de los horizontes superiores del Querceto-casta-

n^etiwn, pero desciende, en cambio, el abedul (B. dlba), que inva-^de los rodales de castaño arruinados por la «tinta», extendién-dose esporádicamente y en bosquetes-priiicipalmente en Lugo-,hasta ]as mismas orillas del mar, cuando no se lo impiden las vi-gorosas formaciones de pino pinaster, que van adueñándose, porvía natural y principalmente artificial, de todo el Querceto-cas-

taneum gallego, debido a que sus naturales robledales de Q. pe-

dunculata (Carballo) y de Q. toza (Cerquiño), desmochados y mal-trechos en su mayoría, van desapareciendo atacados por el oidio,seguidamente de los castañares arruinados por la «tinta». En laszonas meridionales de Lugo y en Orense prospera también el al--cornoque (5obreiro) junto al castaño, pero no se da espontánea-^nente el roble sentado, y es el Q. pedunculata el que sube aquía mayor altura, como sucede en los Ancares, donde se crían boy

76 JOSÉ ELORRIETA Y ARTAZA

sus mejores rodales. De la encina no se conocen realmente forma-ciones arbóreas ni tan siquiera de matas que merezcan la pena.

Como especies diseminadas en los dorninios del castaño cita-remos: el aliso (A. glutinosa), que se reparte por toda Galicia alo Iargo de los cursos de agua, el Salgueiro (S. aurita, S. alba,S. cinerea...), los ehopos (P. nigra, P. alba y P• pyramidalis), losfresnos ( F. excelsior y F. oxyphylla) y el avellano ; prospera enabundancia el nogal en distritos como el de Becerreá ; arces, olmocomún, acebo, espínos, laurel, etc.

Prescindimos de exponer las numerosas especies que moderna-mente se vienen cultivando eon éxito, tales como los eucaliptos yacacias mimosas, pinos insignis y silvestre y, sobre todo, el pinobravo (P, pinaster), que, como hemos dicho, prospera con singu-lar vigor y sus repoblaciones se extienden progresivamente conritmo acelerado.

En el matorral leñoso del Castanetum predominan los brezos,destacando por sII abundancia entre Ias variadas especies las cua-tro siguientes: F'. c,inerea, E. umbelláta, E. vulgaris y E. arbo-rea. Esta última aparece como formación homogénea en suelos pi-zarrosos esqueléticos. También abunda mucho el tojo (U. europaeusy U. n.awaus), Ia carqueixa (G. tridentata}, las xestas (S. patens yS, vulgaris), los helechos ( Pteris aquilina), carpaza ( Cist, hirsu-tus y Cist. salvioefolius), codeso (Adenocarpus complicatus), Hali-mium occidentale, etc•

El madroño se reparte por toda la región en matas aisladas,sin llegar a constituir una verdadera formación, excepción hechade algunos puntos costeros de Lugo.

Decíamos al principio de este capítulo que en los tiempos pre-sentes, la constitución específica del f rc^ticetum y del herbetum nopodía servir de base en los castañares europeos para definir suasociación climácica, ya que aquellos estratos aparecen ligadosmás estrechamente con las formaciones contiguas que invaden ladel castaño en su actual etapa regresiva, como lo estamo_s víendoen esta sucesiva exposición que vamos haciendo de los matorra-les leñosas de los castañares españoles. Pero aún, sin salirnos deesta región, podemos observar con perfecta claridad la marcadainfluencia de las formaeiones vecinas, porque si bien es cierto quela mayoría de ]os castañares de Galicia han sid^ devastados por

EL CASTAÑO EN ESPAÑA Í^T

la «tinta», se conservan todavía sanos en Lugo suñciente númerode rodales para que podamos notarla, eomparando el sotobosquede los castañares de la costa, de clima marcadamente marítimo,con el de sus zonas meridionales, mucha más calurosas en veranoque aquélla. Nosotros hemos podido elegir al Norte, en Villaodrid,un bosquete poco perturbado por la acción antropozoogena, de-dicado, como todos los de la región, al cultivo mixto de madera yfruto, y de espesura algo defectiva, como es consiguiente. En szzinterior hemos recogido ]a siguiente lista de especies leño ŝas :Er. cinerea, F.r, zembellata; Er. arborea y Er, australis, Callunavulgaris, Genistas, Sarothamnus, Pteris aquilina, Adenocarpus,Rubus, etc. Es decir, la misma vegetación de los alrededores, y,cosa curiosa, no aparecía eI tojo, porque tampoco se hallaba en susproximidades, al contrario de lo que sucede en las Vascongadas,donde predomina éste. En cambio, al sur de Lugo, desde Monfor-te de Lemus para abajo, acompañan al castaño, así como a todoel arbolado del Querceto, las labiadas, lavándulas y tomillos, asícomo la jara (Cistus ĥirsutus), que no tienen representación alNorte•

Y, para dar fin a este capítulo, trasladémonos, aunque sea porbreves instantes, a los castañares del interior, valles del Tiétar ydel Jerte. A1 recorrer el primero de éstos valles se observa quelos rodales del castaño alternan en unos casos con el rebollo(Q. toza) y en otros con la encina, el quejigo (Q. lusitanita) e, in-cluso, con el alcornoque, sirvíendo a todos de aglutinante el pinopinaster, especie sociable por excelencia en esta zona, al que seune a veces también el pino piñonero. En este valle, así como en eldel Jerte, los rodales de castaño ocupan las laderas frescas de sue-los y barrancos abrigados.

Seguramente es en esta zona donde mayor alteración ha sufri-do al área de reparticipación del castaño, pues nos consta porquelo atestiguan documentos históricos que el castaño ha venido sien-do azotado desde siglos pretéritos por plagas devastadoras.

Así no es de extrañar que sea en unos casos el rebollo quiencorone las laderas donde se asienta el castaño, en otros el que-jigo, a veces la encina y el pino negral, trastocándoses muchasotras sus límites altitudinales, que varían según las circunstanci^i^deI Iugar, ya que, prosperando bien todas las especies citadas en

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los dominios del castaño, la acción antropozoógena ha podido con-tribuir a su alteración profunda, y, por lo que se refiere al cas-taño, se sabe con certeza que ante los fracasos repetidos que su-frieron sus repoblaciones antiguas sobre los lugares infectados,se ensayó su plantación en terrenos nuevos.

El castaño, la encina, el rebollo y el quejigo se presentan co-múnmente en esta comarca formando rodales y como especies di-seminadas podemos citar las siguientes: aliso (A. glutinosa), fres-no (F. oxyphylla.), almez (C. austraZis), olmo común, sauce (Sal.cinerea), arce ( A. monspessulanum), la higuera, acebo, madroño,espino (C. monogy-na), etc. El matorral leñoso está formado prin-cipalmente por los piornos (Sarothamnus vulgaris, S. purgans yS. eriocarpus), jaras ( Cist. ladani f erus, Cist. salvioe f olius), Iabia-das (Lav. pedunculata, Lav. stoechas, Thymus mastichina), bre-zos (Er. ¢rborea, Er. australis y Er. umbellata), genistas (G. flo-rida, G. anglica), Osrris alba y Helian.themum, etc.

A1 terminar esta ojeada sobre los castañares españoles, debe-mos poner de relieve que en todas las comarcas recorridas, elcastaño aparece agrupado en rodales homogéneos y su mezcla na-tural con otras especies arbóreas no tiene lugar sino en las áreasde transición o por vía de invasión en sus etapas regresivas.

A nuestro entender son dos las razones de esta tendencia delcastaño a la rnasa pura: la primera, porque en los suelos profun-dos y frescos, en que comúnmente radica, crece vigorosamente for-mando una cubiera espesa, en el interior de la cual no puedenpenetrar las condominantes del Querceto por tratarse de especie.sde luz; y la segunda, porque, habiendo constituído su. fruto en to-dos los tiempos un a]imento muy importante del hombre, Ia agru-pación en rodales viene haciéndose desde los tiempos más rematos para asegurar la fructificación y atender mejor a su cultivo_