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C M N UESTRA H ISTORIA 55 Casino de Madrid G ACETA SOBRE L A H ISTORIA , L OS S OCIOS , L OS A CONTECIMIENTOS , L A V IDA S OCIAL , L AS A NÉCDOTAS , E L E DIFICIO, L AS A CTIVIDADES ,… “S OMOS HOY , PORQUE ELLOS FUERON ANTES “S OMOS HOY , PORQUE ELLOS FUERON ANTES (Eduardo Marquina) C omo socio ilustre, en este nú- mero 44, hemos elegido a Don Manuel Pando Fernán- dez de Pinedo, más conoci- do por el título nobiliario que osten- taba: Marqués de Miraflores. E l Marqués de Miraflores repre- senta uno de los arquetipos de socio del Casino de Madrid del siglo XIX: noble, político, di- plomático e historiador. En un escueto resumen, diga- mos que el Marqués fue Grande de España, Presi- dente del Consejo de Mi- nistros –equivalente a nuestro actual Presidente del Gobierno—, Diplo- mático en París y Lon- dres, y Académico de la Real Academia de la His- toria. D ebido a los años en que vivió, por su retina pasaron la Guerra de la Inde- pendencia, el reinado de Fernan- do VII, la regencia de María Cristina, el reinado de Isabel II, las guerras car- listas, el exilio político, y el cambio de monarquía. Fue, las mas de las veces, un protagonista de primera fila, en quien confiaron reyes y generales. Sir- vió a España desde su ideología, que él mismo definía como monárquica y li- beral-conservadora, buscando siem- pre el consenso, e intentando evitar confrontaciones y estridencias. C omo socio del Casino, si bien no fue uno de sus fundadores, si fue uno de los primeros que disfrutó de nuestra recién nacida sociedad, en el primer piso del café de Sólito. Ingresó el uno de mayo de 1838, presentado por Carlos Fernando Martínez de Iru- jo McKean, Marqués de Casa-Irujo, que fue el segundo Presidente en la historia de nuestro Casino, entre 1843 y 1848. E l Marqués nació el 22 de diciembre de 1792 en Madrid, y fue bautiza- do en la iglesia de San Sebastián al día siguiente. E ra el segundo descendiente de una influyente familia originaria de Vizcaya y Castilla. Su padre, Carlos Pando y Álava, estaba en la camarilla del futuro Fernando VII. C on nueve años aparece como paje del rey Carlos IV, pero al morir su hermano mayor, se convierte en el fu- turo heredero del título y del mayoraz- go de la familia. S e dedicó al estudio de la agricultura y la industria, creando un gran es- tablecimiento agrícola en Daimiel (Ciudad Real). D urante la Guerra de la Indepen- dencia participó en las jornadas del dos de mayo de 1808. Poste- riormente toda la familia tuvo que huir de Madrid a Cádiz, ya que su padre había sido elegido alcalde constitu- cional de Madrid entre 1812 - 1813. E n 1814 se casó con Vicenta Moñino y Pontejos, condesa de Florida- blanca, sobrina del Marqués de Flori- dablanca, ministro de Carlos III. C on la subida al trono de Fernando VII, su hermano el infante Don Antonio le solicitó consejo, escribiendo la llamada Memoria de Miraflores. En es- te documento daba cuatro recomenda- ciones al rey: no aceptar la constitu- ción de 1812 - ya que no participó en su redacción -, convocar Cortes, unir a todos los políticos leales sin olvidar ningún partido, y una amnistía gene- ral de delitos políticos. E n 1820, como parte de la Milicia Nacional, participó en diversas ac- ciones con el general Riego, retirándo- se en 1822, y evitando las persecucio- nes de la década ominosa (1823 – 1833). R eaparece el 31 de diciembre de 1832, tomando partido por la fu- tura reina, Isabel II. E n 1834 comenzó su carrera diplo- mática, al ser nombrado ministro plenipotenciario en Londres. Un gran logro suyo fue la firma de la Cuádruple Alianza, entre España, Inglaterra, Francia y Portugal. Por este tratado, Miraflores conseguía el apoyo de dos grandes potencias europeas a la causa isabelina, ya que Rusia, Austria y Pru- sia apoyan a Don Carlos María Isidro (pretendiente carlista al trono). C on el gobierno de Mendizábal (1835), ocupó la presidencia del continúa en pag 56 Manuel Pando Fernández de Pinedo, Marqués de Miraflores S OCIOS I LUSTRES

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CM

NUESTRA HISTORIA

55Casino de Madrid

GACETA SOBRE LA H ISTORIA, LOS SOCIOS, LOS ACONTECIMIENTOS, LA V IDA SOCIAL, LAS ANÉCDOTAS, EL EDIFICIO, LAS ACTIVIDADES,…

“SO M O S H O Y, P O R Q U E E L L O S F U E R O N A N T E S”“SO M O S H O Y, P O R Q U E E L L O S F U E R O N A N T E S”(Eduardo Marquina)

Como socio ilustre, en este nú-mero 44, hemos elegido aDon Manuel Pando Fernán-dez de Pinedo, más conoci-

do por el título nobiliario que osten-taba: Marqués de Miraflores.

El Marqués de Miraflores repre-senta uno de los arquetipos de

socio del Casino de Madrid delsiglo XIX: noble, político, di-plomático e historiador. Enun escueto resumen, diga-mos que el Marqués fueGrande de España, Presi-dente del Consejo de Mi-nistros –equivalente anuestro actual Presidentedel Gobierno—, Diplo-mático en París y Lon-dres, y Académico de laReal Academia de la His-toria.

Debido a los años enque vivió, por su retina

pasaron la Guerra de la Inde-pendencia, el reinado de Fernan-do VII, la regencia de María Cristina,el reinado de Isabel II, las guerras car-listas, el exilio político, y el cambio demonarquía. Fue, las mas de las veces,un protagonista de primera fila, enquien confiaron reyes y generales. Sir-vió a España desde su ideología, que élmismo definía como monárquica y li-beral-conservadora, buscando siem-pre el consenso, e intentando evitarconfrontaciones y estridencias.

Como socio del Casino, si bien nofue uno de sus fundadores, si fue

uno de los primeros que disfrutó denuestra recién nacida sociedad, en elprimer piso del café de Sólito. Ingresóel uno de mayo de 1838, presentadopor Carlos Fernando Martínez de Iru-jo McKean, Marqués de Casa-Irujo,que fue el segundo Presidente en la

historia de nuestro Casino, entre 1843y 1848.

El Marqués nació el 22 de diciembrede 1792 en Madrid, y fue bautiza-

do en la iglesia de San Sebastián al díasiguiente.

Era el segundo descendiente de unainfluyente familia originaria de

Vizcaya y Castilla. Su padre, CarlosPando y Álava, estaba en la camarilladel futuro Fernando VII.

Con nueve años aparece como pajedel rey Carlos IV, pero al morir su

hermano mayor, se convierte en el fu-turo heredero del título y del mayoraz-go de la familia.

Se dedicó al estudio de la agriculturay la industria, creando un gran es-

tablecimiento agrícola en Daimiel(Ciudad Real).

Durante la Guerra de la Indepen-dencia participó en las jornadas

del dos de mayo de 1808. Poste-riormente toda la familia tuvo que huirde Madrid a Cádiz, ya que su padrehabía sido elegido alcalde constitu-cional de Madrid entre 1812 - 1813.

En 1814 se casó con Vicenta Moñinoy Pontejos, condesa de Florida-

blanca, sobrina del Marqués de Flori-dablanca, ministro de Carlos III.

Con la subida al trono de FernandoVII, su hermano el infante Don

Antonio le solicitó consejo, escribiendola llamada Memoria de Miraflores. En es-te documento daba cuatro recomenda-ciones al rey: no aceptar la constitu-ción de 1812 - ya que no participó ensu redacción -, convocar Cortes, unir atodos los políticos leales sin olvidarningún partido, y una amnistía gene-

ral de delitos políticos.

En 1820, como parte de la MiliciaNacional, participó en diversas ac-

ciones con el general Riego, retirándo-se en 1822, y evitando las persecucio-nes de la década ominosa (1823 –1833).

Reaparece el 31 de diciembre de1832, tomando partido por la fu-

tura reina, Isabel II.

En 1834 comenzó su carrera diplo-mática, al ser nombrado ministro

plenipotenciario en Londres. Un granlogro suyo fue la firma de la CuádrupleAlianza, entre España, Inglaterra,Francia y Portugal. Por este tratado,Miraflores conseguía el apoyo de dosgrandes potencias europeas a la causaisabelina, ya que Rusia, Austria y Pru-sia apoyan a Don Carlos María Isidro(pretendiente carlista al trono).

Con el gobierno de Mendizábal(1835), ocupó la presidencia del

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Estamento de Próceres, pero tras la sar-gentada del verano de 1836, en que volvióa aplicarse la Constitución de Cádiz, elmarqués se exilia a Francia

Su siguiente objetivo fue trabajar paraacabar con la guerra carlista. Regre-

sa como senador en 1838, y jura la cons-titución del año anterior. Intervino en elConvenio de Vergara. También, ese año,fue embajador en París y acudió comoembajador extraordinario a la corona-ción de la reina Victoria de Inglaterra,cargos que dejó tras el triunfo de Espar-tero.

Vuelve más tarde, a la actividad políti-ca, como senador por Barcelona.

Su carrera política culmina con sunombramiento como Presidente del

Consejo de Ministros el 12 de febrero de1846. Los problemas que acuciaban aEspaña eran importantes: la boda de Isa-bel II, las relaciones con Roma, y el reco-nocimiento de Rusia, Austria y Prusia,de Isabel como reina legítima. Le acom-pañó en el gobierno otro ilustre casinista,Istúriz, como ministro de Gobernación.

Su programa intentó plasmar su idea-rio político. En lo parlamentario bus-

có la legalidad. Propuso el diálogo conlos disidentes, la conciliación, y la mora-lidad mediante, una administración ho-nesta.

Su supeditación al general Narváez, ylos fines que la regente María Cristi-

na buscaba en las Cortes, provocaron ladimisión del marqués.

Dado lo relevante de su persona, pasóa ser Presidente del Senado, cargo

que ocupó desde 1845 a 1852, y poste-riormente de 1866 a 1867.

Tras la boda de la reina Isabel II conFrancisco de Asís, y debido a su mo-

ralidad y discreción, el Marqués recibióel cargo de Gobernador de Palacio; peroél se centró en sanear la administración,más que en las intrigas palaciegas.

Con la presidencia de Bravo Murillo,nuestro consocio ocupa el ministerio

de Estado. Por su intervención, se consi-guió el apoyo de Inglaterra y Francia,que con sus barcos defendieron Cubadel pretendido anexionismo de los Esta-dos Unidos.

El 2 de mayo de 1863, la reina IsabelII le encargó formar gobierno. De

nuevo se apoya en dos casinistas: Joséde la Concha, Marqués de la Habana,como ministro de Guerra, y FranciscoMata y Alós, como ministro de Marina.El gobierno duró hasta el 17 de enero de1864.

En sus últimos años como político, in-tentó la conciliación general, y cierto

aperturismo para evitar la creciente cris-pación que acabaría con Isabel II. Luchópor la corona de Isabel II y por un siste-ma que defendió casi desde niño, peroque, tras varias decisiones erróneas deNarváez y la reina, llegó a su fin con ellevantamiento de Topete en Cádiz, en1868.

Otra faceta que debemos destacar delMarqués de Miraflores fue su labor

como historiador. Fue elegido, el cincode julio de 1850, Académico de la Histo-ria. En su toma de posesión pronuncióun discurso sobre las Cortes de España.

Fue promotor de la apertura al públicode los archivos del estado; y además pa-trocinó la publicación de la colección deDocumentos Inéditos para la Historia deEspaña.

Don Juan Pando combinó su vida di-plomática y política, con una prolí-

fica obra histórica, que solía centrarse enacontecimientos pasados, discursos, bio-grafías y en relatos que mostraban losacontecimientos políticos recientes de lavida española.

Como ejemplos, citemos las siguientesobras: Apuntes histórico-críticos para es-

cribir la historia de la revolución de España,desde el año 1820 hasta 1823 (1834), Docu-mentos a los que se hace referencia en los apun-tes histórico-críticos sobre la Revolución de Es-paña (1834), De la reforma de la Constituciónde 1845 verificada en 1857 y del Proyecto de Leyproponiendo la supresión de sus artículos 18 y28 de aquella reforma (1864), Discurso histó-rico sobre las Cortes de España en los tres últi-mos siglos leído por el Marqués de Mirafloresen la Real Academia de la Historia en su sesiónordinaria del viernes 5 de julio de 1850 (1850),Luis Felipe de Orleans, último Rey de los fran-ceses y su época (1851), y sobre todos destacansus Memorias del reinado de Isabel II (1864)y la biografías de dos socios del Casino:Francisco Javier Istúriz y Montero (1871), yPedro Téllez Girón, Príncipe de Anglona(1851).

Por último y como muestras de su re-conocimiento social, el Marqués era

caballero del Toisón de oro, poseía lagran cruz de Carlos III, la Legión deHonor francesa y la orden de Cristoportuguesa.

Sirvan estas líneas para recordar la fi-gura de nuestro consocio, el Mar-

qués de Miraflores, modelo del convulsosiglo XIX español: fiel a sus ideas y polí-tico moderado que busco siempre el en-tendimiento.

Fuentes:- Archivo del Casino de Madrid.- Marqués de Miraflores. Memorias del rei-nado de Isabel II. Edición y estudio prelimi-nar de Manuel Fernández Suárez, 1964.- A. Gil Novales. - Bleiberg, Germán. Diccionario de Historiade España,1979- Enciclopedia Espasa- www.senado.es- Ramón Urquijo Goitia. Gobiernos y mi-nistros españoles (1808 – 2000), 2001.

Elena de Santiago

Manuel PardoFernández de Pinedo...viene de página 55

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En nuestra Revista número 26,correspondiente a diciembrede 2001, incluíamos unreportaje especial titulado “El

Casino de Madrid en la boda deAlfonso XIII”. En él rescatábamosvaliosos documentos del archivo delCasino, en los que se reflejaba la estre-cha participación de nuestra Sociedaden el que fue, sin duda, el aconteci-miento histórico más relevante de hacecien años: el enlace de Alfonso XIII yEugenia de Battenberg.

Apesar de que en aquel reportaje yales ofrecimos numerosos detalles

acerca del casamiento real, ahora,cuando se cumplen cien años delenlace, no podemos dejar de recordarese 31 de mayo en que, un día que sepresagiaba feliz, se convirtió en unahorrible tragedia por el atentadoperpetrado por el tristementecélebre anarquista MateoMorral.

La bomba, escondida en unramo de flores que Morral

lanzó desde un balcón del

número 88 de la calle Mayor, provocóveinte muertos y sesenta heridos,enturbiando un día que todo Madridesperaba con ilusión.

La maldad y el terror son constantesque se repiten, tristemente, a lo largo

de la historia de España. En nuestrosdías tampoco estamos libres de ellos.

Quiera Dios que, sin perder ladignidad, ni nuestra esenciacomo pueblo unido, logremoserradicarlas para siempre.

Nuño Vilanova

Boda de Alfonso XIII

El cortejo nupcial encabezado por los Reyes de España,abandona la Iglesia de los Jerónimos tras habersecelebrado el enlace matrimonial.

El desfile de la Comitiva Regia después de celebrada la boda. A la derecha, instante en que la bomba hace explosión al paso de la Carroza Real en la calleMayor de Madrid.

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Los sociosdel Casinode Madrid,forman un

conjunto heterogé-neo de personas, conun amplio abanicode profesiones. Deentre estos colecti-vos, el formado por

los músicos está representado de mane-ra magnífica. Si afinamos un poco más,podemos centrarnos en los composito-res, y especialmente en los de Zarzuela,pues hay tres figuras del panorama na-cional que fueron miembros de nuestrasociedad: los maestros Alonso, JacintoGuerrero y Federico Moreno Torroba.

Tres figuras esenciales de nuestramúsica, que con la sola mención de

sus obras, nos hacen recordar y tarare-ar sus melodías. El maestro Alonso yDon Jacinto Guerrero ya tuvieron supequeño homenaje en nuestra revista.Nos queda, por tanto, escribir unas lí-neas en memoria de Don Federico Mo-reno-Torroba.

El Maestro Torroba nació muy cercadel Casino, cuando éste se encon-

traba en La Equitativa, el tres de marzode 1891 en la calle de la Montera. Supadre, José Moreno Ballesteros, fuetambién músico – pianista -, y de él reci-bió las primeras lecciones. Pero DonJosé Moreno, quería para su hijo otraprofesión que la de músico. Así, nuestroconsocio, aparte de estudiar en el Con-servatorio de Madrid, como discípulodel maestro Conrado del Campo, estu-

dió matemáticas, minas e incluso adua-nas, siempre con resultados discretos.

Sus primeras composiciones fueron va-rios poemas sobre la vida de Strauss,

y varias piezas de música sinfónica comoLa ajorca de oro, Cuadros castellanos o Zorai-da, estrenadas por las orquestas sinfónicay filarmónica de Madrid.

Su primera zarzuela de éxito fue Lamesonera de Tordesillas, con libreto de

Sepúlveda y Manzano, estrenada en elteatro de la Zarzuela en 1925. El éxitofue tal, que dejó otros géneros musica-les y se dedicó a la zarzuela. Según suspropias declaraciones: “me ha parecidosiempre el género más representativode la música española y me siento muy agusto en él”.

Además de componer la música desus zarzuelas, Don Federico creó

su propia compañía, asociándose con elDuque del Infantado. A La mesonera deTordesillas, siguieron obras como Mano-la, La Cascabeles, Baturra de temple, Elaguaducho, y la zarzuela de ambiente as-turiano Xuanón.

En 1927, y por encargo del gobierno,inició los primeros ensayos del Tea-

tro Lírico Nacional. Con posterioridady durante más de veinte años, dirigió losmadrileños teatros de la Zarzuela y Cal-derón.

El 31 de marzo de 1931 estrenó Lachulapona, drama de ambiente casti-

zo. Pero quizás su zarzuela más destaca-da y conocida fue Luisa Fernanda, estre-nada el 26 de marzo de 1932. El libretoera de Federico Romero y GuillermoFernández Shaw. Su éxito fue tal, queactualmente pasan de quince mil, las re-presentaciones que se han hecho de estaobra. Personalmente, el maestro prefe-ría otras composiciones suyas como LaCaramba, o Monte Carmelo.

Viajó con su propia compañía, du-rante las temporadas de 1934 y

1935, al teatro Colón de Buenos Aires.También viajó a Méjico y Cuba en1947.

En cuanto a su relación con el Casinode Madrid, el 20 de febrero de 1943

ingresó como socio, declarándose com-positor, e ingresando propuesto por los

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Federico Moreno-Torroba Ballesteros

Tres antiguos retratos del ilustre compositor: En los años de su juventud, en 1937, y finalmente, en1948, trabajando en un hotel de México.

Cartel e instante de la representación de una de las numerosasobras del insigne compositor.

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señores socios Francisco Cervantes Ji-meno, Lucas Argilés y Ruiz del Valle, yRicardo Magdalena Gallifa.

Si bien fue un músico inquieto, que seinspiró en los giros y ritmos caracte-

rísticos de la canción y la danza popularespañolas, Moreno Torroba buscósiempre la renovación técnica en la or-questación. Algunos de sus arreglos re-cuerdan a Bernstein o a Gerswhin.

Compuso más de ochenta obras líri-cas. Entre sus últimas composicio-

nes, destaca la ópera El poeta, estrenadapor Plácido Domingo en 1980. Al mo-rir, estaba revisando la coreografía delballet Don Quijote y Seis preludios para gui-tarra, dedicados a nuestro consocio, An-drés Segovia.

Don Federico también realizó nume-rosas composiciones para un ins-

trumento concreto: la guitarra. Según élmismo, siempre recordaba a Andrés Se-govia “porque yo no sabía tocar la gui-tarra. El me inició, como ocurrió conotros muchos compositores españoles.Gracias a Segovia he escrito más de 100obras y seis conciertos”. Valga esta citacomo muestra de la amistad existente

entre estos dos grandes músicos y casi-nistas. Y lo mismo, el discurso leído porD. Andrés Segovia, en la Real Acade-mia de Bellas Artes de San Fernando,en 1978, titulado La guitarra y yo, con-testado por Moreno-Torroba. Muchasde sus composiciones forman parte delrepertorio habitual de numerosos guita-rristas.

El maestro Moreno Torroba tambiénhizo incursiones en la revista, con

obras como La media naranja, y Hoy ymañana.

Otra de las labores mas encomiablesde Don Federico, fue su pertenen-

cia a varias asociaciones de músicos yartistas. Así, desde 1932, fue elegidoAcadémico de la Real Academia de Be-llas Artes de San Fernando, Academiaque presidió desde 1978. En 1942, fueelegido Vicepresidente de la Confedera-ción Internacional de autores y compo-sitores. A su vez, desde 1974, y hasta sufallecimiento, presidió la Sociedad Ge-neral de Autores Españoles (SGAE).También fue Presidente de la BIEM,una variante de la Sociedad General deAutores, pero de tipo internacional.

Las numerosas condecoraciones querecibió son una muestra del recono-

cimiento que tuvo a lo largo de su lon-geva vida; y de entre ellas destacamos laEncomienda de Isabel la Católica, laGran Cruz de Mérito Civil, la MedallaPontificia –otorgada por el Papa PabloVI -, la Medalla al Mérito en el Trabajo,la Medalla Ricardo Strauss o la Medallade Oro de la Villa de Madrid.

Murió el 12 de septiembre de 1982en Madrid, su sepelio fue una

muestra de cariño general de toda Es-paña, en el que se mezclaron personastan destacas del mundo cultural comoAndrés Segovia, Estrellita Castro, Bue-ro Vallejo, García Asensio o ErnestoHalffter, con la gente común que tantasveces había acudido a sus representa-ciones.

Fuentes:– Archivo del Casino de Madrid.– Figuras de hoy.Enciclopedia

Biográfica Nacional Ilustrada de laspersonalidades de actualidad.1950.

– Enciclopedia Espasa– Diario ABC– www.zarzuela.net/syn/chulap.htm

www.beethovenfm.cl/programacion/programas/Operas/luisafernanda.act

Andrés Bayonas

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Los aguaduchosde Madrid

El “Blanco y Negro” nos anun-ciaba la llegada del calor, y conél, la aparición de personajesque ayudaban a aliviar los rigo-

res de la temporada: “Al llegar la esta-ción veraniega, en que la sed constante-mente nos martiriza, un espíritualtruista digno de todo encomio descen-traliza la bebida y democratiza el refres-co (…) nos salen generosamente al pa-so, y por calles, plazas y paseos,encontramos sus consoladoras instala-ciones”.

Horchateros ambulantes, puestos derefrescos (“con su toldo, sus gara-

piñeras de horchata, de agua de cebaday de limón, adornados los vasos con es-tos amarillos frutos, símbolo del refres-co, y garantía contra toda presunción deácido cítrico”), y, ¿cómo no?, los casti-zos aguaduchos, instalados en los pa-seos, con veladores y sillas, y que habi-tualmente eran atendidos por jóvenesdamas, refrescaban la sed de los madri-leños y daban a la capital un peculiarambiente.

Los tiempos han cambiado, y conellos las modas; pero el calor sigue

invitándonos al consumo de bebidas re-frescantes, ya que el agua es un bien ca-da vez más escaso. Pero si bien se mira,tampoco es tanta la diferencia entre unrefresco de cola actual y aquel agua decebada de otros tiempos, o la limonadacitada en la copla por Don Hilarión, elboticario de “La verbena de la Paloma”.

N. de R.

H A C E C I E N A Ñ O S

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Hoy en día, no se concibe unconcierto a gran escala, sinla utilización de la electrici-dad, bien por el uso de am-

plificadores y micrófonos, bien por laejecución de instrumentos modernoscomo el piano electrónico o la guitarraeléctrica. La prensa de hace cien añosrecogía, como gran curiosidad, la noti-cia de la llegada de una particular mú-sica eléctrica.

En agosto de 1906, “La IlustraciónArtística”, acompañaba con una

gran fotografía, que reproducimosjunto a estas líneas, la noticia del“instrumento que produce música pormedio de la electricidad”.

Tal y como se relataba en elsemanario, al oprimirse la teclas

del piano, se ponía en movimiento “lacorriente de una generador de deter-minada intensidad. Las vibracionesproducen sonidos en el receptor de unteléfono situado al extremo delalambre, que lo conecta al generador.Las variaciones de intensidad de los di-

ferentes generadores, produ-cen la diferencia de lostonos”. A pesar de locomplicado y lo aparatoso delinvento, la prensa destacabala virtud de que la músicagenerada por el piano “se oyelo mismo en la habitacióndónde está el teclado, que enun teléfono receptor situadoa setenta millas de distancia”.

¿Qué dirían, entonces,tan innovadores culti-

vadores de la música, sivieran la parafernalia eléctricay electrónica que se movilizapara realizar los conciertos decualquier cantante o grupoactual?

Ciertamente, gracias a estos medios,sus desafinados “gritos” se oyen

desde kilómetros. Pero… ¿realmentevale la pena tanta tecnología modernay tanto gasto para difundir, en lamayoría de los casos, música de tanpoquísima calidad?

La buena música, las buenasmelodías, las buenas voces, el

verdadero arte, en fin, no necesitatantos watios.

Santana Fuentes

La prensa de hace cien años, sa-ludaba la llegada “de un nuevosport”, promovido por los pro-fesores franceses Dubois y Del

Prat; aunque más que lallegada, deberíamos decir

el regreso, pues de lo quese trataba era de la recu-peración de las antiguasluchas romanas, aun-que, en este caso, loscombates eran, claroestá, mucho menosviolentos y no habíaemperador que, adedo alzado, de-cidiera otorgarvida o muerte alos participantes

en la contienda.

Los gladiadores utilizaban comoarmas, un tridente de madera con

puntas de cobre, una gran red depescador, y un puñal corto, uno de loscontrincantes, mientras que el otroúnicamente portaba una espada comoarma defensiva. La vestimentautilizada también era destacable: unasimple falda, sandalias, así como cotasde malla, perneras de acero, y, en elcaso de uno de los luchadores(desconocemos por qué el otrocaballero no protegía su cabeza), unenorme casco que le cubría cabeza,cara y garganta.

En la noticia se destacaba que“aunque los sables son de madera,

los golpes no dejan de ser dolorosos,por lo que para evitarlos se necesitamucha vista, mucha agilidad, una granfuerza y gran destreza”.

Buena idea la de revisar la historia yrecuperar costumbres antiguas.

Pero, además de estos “juegos”, existen

mil otras experiencias delpasado que merecerían serrescatadas del olvido.Les proponemos anuestroslectores que,cada cual,haga, si quierasea mentalmente,la relación deaquello que lesgustaría poder vol-ver a disfrutar, todoello adecuadamenteactualizado, por su-puesto.

N de R.

El regreso de los gladiadores

Música eléctrica

Teclado del instrumento que produce música por medio deelectricidad.

“Un nuevo sport. Los combates de losantiguos gladiadores, resucitados en laactualidad”, citaba la prensa de laépoca.

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Novedades en la navegación

Amediados de 1906, haceahora cien años, llegaban alas páginas de los diariosespañoles distintas noticias

acerca de las novedades en el mundo dela navegación. Dos nos han llamado laatención, y por eso las traemos a estaspáginas: las regatas de los barcosautomóviles, y el hidroplano “RicochetNautiulus”

La primera de las noticias, recogidaen el Blanco y Negro, nos habla de

la celebración de unas regatas enMónaco, “ante el selecto ynumerosísimo público que allí disfrutadel clima delicioso é incomparable deaquella aristocrática ciudad”. Elsemanario reproducía la imagen delganador de la segunda jornada decompetición, el “Excelsior VIII”, quehabía recorrido “cincuenta kilómetros,antes que los automóviles que con élcompitieron”. Una extraña forma dehacer las mediciones de unacompetición, ¿no les parece?.

Por otro lado, “La IlustraciónEspañola y Americana”, traía a sus

páginas el hidroplano construido bajola dirección del ingeniero Mr.Bonnemaison, “una canoa quedenominan Ricochet Nautilus, que,con un simple motor de nueve caballos,sistema Deckert, ha alcanzado lavelocidad de 50 kilómetros por hora”.Tal y como señalaba la publicación, elhidroplano tenía forma de “buqueaplanado (…) es insumergible y tienela particularidad de llevar el timón aproa, lo que le permite girar de unmodo brusco”; y destacaba que elaparato podía alcanzar “velocidadesvertiginosas con sólo substituir elmotor de nueve caballos por otro degran potencia”.

Tales asombros, hoy ya no nosasombran. Si cualquier humano

que viviera a comienzos del siglo XXllegara a imaginar los avances actualesy las “máquinas voladoras” que hoy nosparecen tan normales, sin duda sería

tenido por loco o por visionario portodos sus coetáneos.

Desgraciadamente, hoy ya casihemos perdido la capacidad de

asombro.E. D.

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El Niágara... en barril

Ya saben ustedes la impor-tancia de la tradición tauri-na de nuestra Sociedad, asíque asiéndonos a esa tradi-

ción, tomaremos aquella popular fra-se de Rafel El Gallo para referirnos alprotagonista de nuestra historia:“Hay gente pa tó”.

Yes que a quién se le ocurre, hacecien años, bajar las cataratas del

Niágara (recordemos, una de las másgrandes del mundo), nada más y nadamenos que metido en un barril.

Mr. Roberto Leach llegaba a laspáginas de “La Ilustración

Artística”, en su edición del 28 deagosto, posando junto al barril deacero en el cual había atravesado lascataratas. Primero, como ensayo, Leachrealizó la proeza en un barril de madera;después lo hizo “en una especie decaldera”, mucho más robusta. “Estemacizo artefacto –señalaba la publi-cación—pesaba, después de lastrado,

más de una tonelada, y en su interior secolgó una hamaca, en la que se acostó,durante el viaje, el intrépido aventu-rero”. En la misma crónica se afirmaba:“La segunda vez quedó muy magullado,pero no se fracturó ningún hueso”.

Tras la cataratas del Niágara, elsingular aventurero se atrevió

con las de Cohoes, en el Estado deNueva York, pero en este viaje no lefue tan bien como en el anterior: “Lasacudida recibida fue tal –contaba“La Ilustración”—que ha renuncia-do a dar más saltos en el barril, y havuelto a dedicarse a su antigua pro-fesión, bastante temible para el co-mún de los mortales, la de aeronautay buzo”.

No sabemos qué opinaría Dió-genes de un uso tan exótico del

barril. Como para él era su casa, se-guramente no es tar ía muy deacuerdo. Y muy cuerdo no parece queestuviera Mr. Leach. Las hermosas

cataratas, verdaderos prodigios de lamadre naturaleza, bien pueden obser-varse, admirarse y recorrerse de otra ma-nera; ¿o no?

M. de C.

El hidroplano “Ricochet Nautilus”.

Mr. Roberto Leach con el barril en el que descendió la catarata.

CM NUESTRA HISTORIA

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H A C E C I E N A Ñ O S

Hace cien años, en abril de1906, Italia y el mundo ente-ro se conmovía con uno delos desastres naturales más

fatídicos de ese año: la erupción del Ve-subio. La prensa de la época recogía,con profusión de imágenes, la tremendacatástrofe que asoló decenas de pobla-ciones y dejó a su paso centenares demuertos.

El cinco de abril comenzaba latremenda erupción, si bien, tal y

como señalaba “La Ilustración Artís-tica” en su edición del 22 de abril,“desde finales de enero venía observán-dose una gran recrudescencia en laactividad del mismo”.

En erupciones anteriores a laacaecida en abril de 1906, el

fenómeno se había limitado casiexclusivamente a la efusión de lavahacia la vertiente, donde no existíangrandes centros de población. Pero estavez era diferente: “las varias corrientesde lava han invadido las regiones endonde están Torre Annunziata,Boscotrecase, Boscoreale, Ottajano,Osma Vesubiana y otras muchas aldeas(…) Toda la región vesubiana apareciódesde los primeros momentos comouna inmensa hoguera coronada por unaenorme nube negra que se extendíahasta Nápoles y aún más allá, y que

dejaba caer una espesa lluvia de cenizasy de piedras en combustión que hallegado a cubrir superficies de centena-res de kilómetros cuadrados, sepul-tando pueblos, hundiendo edificios yformando en la misma Nápoles,distante cincuenta kilómetros del vol-cán, una capa de cincuenta centímetrosde espesor que hundió la cubierta delmercado de Monteolivete”.

La ciudad de Nápoles se convirtió enrefugio de más de 200.000 personas

que huían de poblaciones cercanas alvolcán, y en escenario de procesionesque rogaba al cielo el fin de ladesgracia.

También fue muy destacado en laprensa de la época, el papel

desempeñado por los soberanos deItalia, Víctor Manuel y Elena, los du-ques de Aosta y la princesa deSchleswig-Holstein, que acudieron aNápoles y recorrieron, “muchas vecescon riesgo de sus vidas”, las comarcasdevastadas por la lava. Los reyespusieron a disposición de los heridos yenfermos su palacio napolitano, “másde mil fueron acogidos en la realresidencia, siendo atendidos y alimen-tados por cuenta de Víctor Manuel II yasistidos personalmente por su augustaesposa”.

Los volcanes tienen estas cosas; yademás no avisan. Pero el hombre,

además, no escarmienta. El Vesubiolleva siglos dándonos sustos mortales yhaciendo desaparecer ciudades enteras,con la mayoría de sus moradores.

Pero, además, hoy seguimos siendovíctimas de tsunamis y mil otros

desafueros con los que la Naturalezanos recuerda su poderío y nuestrapequeñez.

Nuño Vilanova

La Torre Eiffel, además de sím-bolo indiscutible de la capitaldel Sena, ha sido siempre esce-nario de las más variadas actua-

ciones. Hace pocas semanas, todos losmedios recogían la dudosa peripecia deun joven que, burlando la seguridad deledificio, se tiraba en paracaídas desde lomás alto de la popular torre.

Hace cien años, la aventura fue me-nos peligrosa, aunque también un

tanto arriesgada, por lo que de agotado-ra tenía: por segundo año consecutivo,el periódico francés “Les Sports” orga-nizaba una carrera consistente en subiren el menos tiempo posible los 730 es-calones que conducen al segundo pisode la torre. Para tomar parte en la pe-culiar carrera se inscribieron un totalde 15 individuos, de los cuales, tal y co-mo recogía la prensa de la época se reti-raron 30; “y de los 120 que la intenta-ron, sólo 93 pudieron terminarla”

El ganador, E. Neveu, empleó en lasingular hazaña, 3 minutos y 4 se-

gundos, y sin despeinarse, podríamosañadir, a tenor de la imagen que repro-ducimos bajo estas líneas.

Ya lo dice el famoso aforismo latino:“Nihil est movum sub sole”. Y, en

nuestros días, se siguen cuestionandocostumbres similares.

Hace muy poco asistimos a un de-safío entre varios amigos que su-

bieron, a galope (pero a pie) hasta lomás alto de la Giralda de Sevilla. ¿Elpremio?: el mejor; y para todos igual:disfrutar de la maravillosa vista de laciudad.

Miguel F.

La erupción del Vesubio Campeonatoen la TorreEiffel

La lluvia de cenizas sobre Nápoles y su bahía.