Soledad Álvarez - La Ciudad en Nosotros

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La ciudad en nosotros es el título que le da SoledadAlvarez a esta antología, tomando el poema homónimo deAñez Bergés para invitarnos a dar un paseo por el universourbano de la poesía dominicana, donde desfilan los nombresde barrios extramuros y símbolos paradigmáticos delespacio urbano tradicional capitaleño como San Carlos, lacalle El Conde y el Malecón. Santo Domingo, ciudad amuralladadurante 400 años, levanta heroica sus ruinas, susincendios, sus guerras.

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  • SOI.EDAD I.VAREZ. N:o ....!>ion. .101 po,idico Hoy. publicacinon la qu< d...noIl una .mplia labo, d~ ctl.ia li,...,i. Y col.boradora do lo> po.idi-""" El Nacion.1 d. ....h"'"! Y Li..ln Diio.H. publicado lo> ~m.rios Vuelo Posible(1994) Y La. cs,aciontl n,im., (2006). Conel quo oixu"O el ","mio NxioNl de Poes

    "~UtdIo". Comorn

  • y present para una red de diarios iberoameri-canos el Periolibro dedicado a Pedro HenrquezUrea, publicacin de la UNESCO y el Fondode Cultura Econmica, de Mxico. Sus poemashan aparecido en numerosas anwlogas nacio-nales y extranjeras, entre otras: Enciclopediadominicana (1978), Poesa de post-guerra: jo-ven poesa dominicana (1981), Antologa lite-raria dominicana (1982), Sin orro profeta quesu canto (1982), El paisaje dominicano (1992),Antologa histrica de la poesa dominicana delSiglo XX (1995), Dos siglos de literatura domi-nicana. Poesa (1996), Poesie dominicaine duXX Siecle (1995), Antologa mayor de la litera-tura dominicana (1999), Miroirs de la Caraibe,douze poetes de Saint-Domingue (2000), Ber-liner anthologie (2005), Cauteloso engao delsentido (2007). Ensayos de su autora han sidopublicados en los libros El debate sobre lasgeneraciones (1991), Ponencias de la SemanaInternacional en Honor a Pedro HenrquezUrea (1995), Cdigo de rica de la gestinpblica (2000), Cultura y sociedad en la Re-pblica Dominicana del Siglo XX (2000), En-sayos. Pedro Henrquez Urea. Edicin crtica(1998), Coloquios (1998, 1999), Arqueologade las sombras. La narrativa de Marcio VelozMaggiolo (2004), Pensantes. Cultura e historiadominicana vista por sus mujeres (2004).

  • La ciudad en nosotros

  • La ciudad en nosotros(La ciudad en la poesa dominicana)

    AntologaSeleccin, notas y prlogo

    de Soledad lvarez

  • ndice

    Presentacin 15Advertencia 21La ciudad en la poesa dominicana 23

    JOS JOAQUN PREZLa vuelta al hogar 45

    SALOM UREARuinas 49

    ENRIQUE HENRQUEZNever more 53

    GASTN FERNANDO DELIGNEIncendio 57

    VIGIL DAZRapsodia 61

    VCTOR GARRIDOEl obelisco de Ciudad Trujillo 63Pax 64

    PEDRO MIRPoema del llanto trigueo 65

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  • ANTONIO FERNNDEZ SPENCERCiudad de los escribas 69

    FREDDY GATN ARCEEstos das de tbar (fragmento) 75La mella 77

    MANUEL RUEDASanto Domingo es esto 79

    VCTOR VILLEGASAhora es la hora 85

    RAFAEL VALERA BENTEZCantata nmero cinco 89

    RAMN FRANCISCOLos techos 93

    JUAN SNCHEZ LAMOUTHRomance al ro Ozama 95Ciudad extraa con un canto elemental

    a sus germinaciones 96

    LUPO HERNNDEZ RUEDAUna ciudad duerme 99Hoy he vuelto a San Carlos 100San Carlos no es San Carlos 101Rebosa la ciudad su compostura 103

    ABELARDO VICIOSOCanto a Santo Domingo vertical 105

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  • Canto de amor a la ciudad herida 107Argumento de la sangre l. 108

    MXIMO AVILS BLONDACuadernos de la infancia (fragmento) 109

    LUIS ALFREDO TORRESDesconocida soledad 113Los edificios grises 115Desde el automvil 116Ciudad cerrada 117

    REN DEL RISCO BERMDEZEl diario caminar 119En la ciudad 121Esta ciudad 122No era esta ciudad 124

    RAFAEL AEZ BERGSLa ciudad en nosotros (fragmento). 3 127La ciudad en nosotros (fragmento). 9 131

    MIGUEL ALFONSECAParque Hostos 133

    JEANNETTE MILLERJeannette 137Los ngeles son propicios a las cuatro 139

    FEDERICO JVINE BERMDEZEsta ciudad oo 143

    NORBERTO JAMES RAWlINGSTu ciudad 145Ozama 146

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  • ENRIQUILLO SNCHEZPor la cumbancha de Maguita (fragmento) 147Gibia despus de incendios y decenios 150

    JUAN CARLOS MIESESLas damas 153Ciudad de siempre 155Santo Domingo 156

    MATEO MORRISONCiudad colonial amor 157La ciudad no perdona el desafo de sus luces 159Visiones (fragmentos) 160

    JOS ENRIQUE GARCAEl Fabulador (parte final) 163

    EDGARDO HERNNDEZ MEJAMi Santo Domingo viejo 165

    ENRIQUE EUSEBIOCiudad: crcel del mundo 169Ciudades 170Ciudad 170Desde la presencia del mar. .. (fragmento) 171

    SHEREZADA (CHIQUI) VICIOSOCarta 173

    JOS RAFAEL LANTIGUACiudad 1 177Ciudad 11 179

    ~-lo-

  • MIGUEL ANBAL PERDOMOCiudad cerrada 181Suburbio oeste 182

    ALEXIS GMEZ ROSAEn la calle 183La atarazana 184La bsqueda 185Urbano corazn 187

    SOLEDAD LVAREZTodo incluido 189Paisaje 190

    JOS MOLINAZACrepsculo sur (fragmento) 193

    TONY RAFULCalle El Conde 195Ritual onrico de la ciudad (fragmento) 197

    RADHAMS REYES VSQUEZCiudad inhabitable 199

    RAFAEL GARCA BIDCiudades 201

    PEDRO PABLO FERNNDEZMultitud y otros materiales 203

    NGELA HERNNDEZVeintisiete de febrero 205

    ARMANDO ALMNZAR BOTELLO 209Ciudad 209

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  • CSAR ZAPATACiudad pensada (fragmentos). Uno 211Ciudad pensada (fragmentos). Doce 212Ciudad pensada (fragmentos). Quince 212

    TOMS CASTRO BURDIEZMs que alma en pena 215El Conde 217

    DIONISIa DE JESSLa Morena de Villa Consuelo 219Memoria del que atrapa sombras 220La Ciudad 221

    PLINIO CHAHNEl pabelln insomne 223

    JOS MRMOLPoema 24 al Ozama: Acuarela 225Dibujo 226Puntillismo 227Es un bolero todo 228

    AMABLE LPEZ MELNDEZCalle El Conde 229

    MARTHA RIVERANo 230

    MIGUEL D. MENASin lugar a dudas 233Transparencias vespertinas 234

    LEN FLIX BATISTAUna tarde me fui hacia extraa nacin 237

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  • Bella, la bestia y yo 238

    FERNANDO CABRERAIV. De polvo hemos hecho (fragmento) 239

    NAN CHEVALIERLas formas que retornan 243

    BASILIO BELLIARDLa Ciudad en Prosa 245Ciudad invernal 246Ciudad 247

    ADRIN JAVIERBolero del esquizo. (Trece) 249Mapa de Santo Domingo 250Ertica de lo invisible 251La ciudad 252

    HOMERO PUMAROLLa Repblica 253Composicin 9 254Composicin 16 255

    Antologas consultadas 257

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  • PresentacinLIC. BASIUO BEllIARD

    Director General del Libro y la Lectura

    La ciudad siempre ha sido la condicin del ciudadanoy del hombre histrico. Para los novelistas, los cuentistas ylos poetas, la ciudad ejerce una atraccin mtica, fatal odichosa. De ah que la mirada potica transfigure la ciudaden una prolongacin del yo biogrfico y en protagonistadel ambiente literario. La fascinacin que entraa la vidaurbana en el poeta puede ser de amor, miedo y odio.Muchos poetas han inmortalizado ciudades cosmopolitas,lo que hace impensable Nueva York sin Lorca; Manhattansin Whitman; Paris sin Baudelaire; Lisboa sin Pessoa oBuenos Aires sin Borges. La ciudad es pues el laboratoriode la imaginacin del poeta al edificar la historia del terru-o citadino. El poeta es un ciudadano porque vive en laciudad, cuya historia puebla de nostalgias, amores y des-velos. La ciudad ha sido vista por los diversos ojos de lospoetas parnasianos, romnticos, futuristas, surrealistas omodernistas, y en todos, la ciudad moderna o utpica ad-quiere la imagen del tiempo que se cristaliza en el paisajeurbano. El poeta recrea una ciudad imaginaria que sobre-vive en el tiempo histrico a expensas de su vida, cuandose sumerge en el anonimato de la soledad y pervive en lapalabra potica. La soledad del poeta es incurable y no seacaba ni en medio de la comunin con la muchedumbre.Ese espacio potico de soledad o comunin sirve de respi-racin al espritu potico, ora en la ciudad antigua y mo-

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  • derna, ora en la ciudad renacentista o barroca. Para lospoetas romnticos, en la naturaleza est lo espiritual y enla ciudad, lo material. Por eso el poeta romntico rechazala urbe citadina y se refugia en el territorio del yo, se vuel-ve un cultor de lo extico: huye del da y habita la noche.Ama la luna, los atardeceres martimos y campestres. ParaKant, un filsofo antimetafsico, "el da es bello y la nochesublime".

    La poesa de la ciudad adopta fisonoma en el si-glo XVIII cuando se producen oleadas migratorias delcampo a la ciudad. Baudelaire, el poeta de la ciudadde Pars por antonomasia, odiaba y amaba la muche-dumbre y de ah que dijera que "disfrutar la muche-dumbre es un arte". Pero este poeta era un "voyerista"que miraba para no ser visto y mantener as la distan-cia sentimental; contrario a Whitman, quien naufragaen la multitud para buscar la experiencia de la vidaurbana.

    Si bien el lenguaje arquitectnico ha nimbado el ima-ginario de los poetas, con ms nfasis lo ha hecho el habla,la conversacin cotidiana, pero de una habla que provienemenos de la realidad real que de la tradicin potica. Lapoesa, que tiene a la ciudad como centro de gravedad ytema motriz, no es la poesa de la ciudad, que se escribedesde un estado del ser potico o un impulso mental ycreativo, sino aquella que dimana de una experiencia inte-rior. En la ciudad moderna y en las megalpolis, el poetase refugia en su cuarto para mirar sin ser visto: mira nohacia fuera, sino hacia adentro de s mismo para recrear lomirado en un estado de ensoacin o de introspeccin dela vigilia. De esa manera, metaboliza la experiencia de lamirada urbana y la transfigura en imgenes y smbolos delespacio cotidiano: incorpora a su discurso potico los ob-

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  • jetos y las cosas del mundo pblico al mbito privado desu sensibilidad vital.

    Santo Domingo tiene una potica. Esa potica de laciudad que nace con los tres pilares de la modernidadpotica dominicana, que encabezan Jos Joaqun Prez,Salom Urea y Gastn Fernando Deligne, es analizada,estudiada y antologada con enjundia visual y pasin crticapor la destacada ensayista y poetisa Soledad lvarez, quienhace una seleccin de poetas a travs de sus textos y en losque visualiza la presencia de la ciudad.

    Ciudad histrica, idlica, buclica y heroica. La ciudadreal que entra en conflicto con la ciudad utpica. "SantoDomingo es una y muchas", dice ella al inicio de su ensayointroductorio. En su recorrido por enmarcar la percepcinde la ciudad en los poetas dominicanos, Soledad lvarezselecciona poemas de 56 poetas que van desde Jos Joa-qun Prez hasta Homero Pumarol, en lo que no falta lapresencia protagnica de poetas de la ciudad como LuisAlfredo Torres, Salom Urea, Aez Bergs, Lupo Hernn-dez Rueda y Ren del Risco, y donde no podan faltarpoemas como "Ruinas", de Salom Urea, "Canto a SantoDomingo vertical", de Abelardo Vicioso, "Santo Domingoes esto,"de Manuel Rueda o "La ciudad de los escribas", deFernndez Spencer.

    La ciudad en nosotros es el ttulo que le da SoledadAlvarez a esta antologa, tomando el poema homnimo deAez Bergs para invitarnos a dar un paseo por el universourbano de la poesa dominicana, donde desfilan los nom-bres de barrios extramuros y smbolos paradigmticos delespacio urbano tradicional capitaleo como San Carlos, lacalle El Conde y el Malecn. Santo Domingo, ciudad amu-rallada durante 400 aos, levanta heroica sus ruinas, susincendios, sus guerras. Ciudad durante mucho tiempo muda,

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  • cercada, encarcelada; ciudad liberada y nostlgica. En fin,Ciudad Primada de Amrica, antigua y moderna, que dejaver sus visos de posmodernidad con sus torres, elevados,avenidas y metro; ciudad atravesada por el ro Ozama, alque le han cantado poetas como Lupo Hernndez Rueda,Norberto James, Jos Mrmol o Juan Snchez Lamouth.

    Para Soledad Alvarez, antloga y estudiosa, en los pos-tumistas no est la ciudad como protagonista. Aparece, comoes natural, en el vedrinista Otilio Vigil Daz, quien trajo susinfluencias de Pars, de Baudelaire y los poetas simbolistas,aunque el tema de la ciudad estaba desde finales del sigloXIX en los poetas antes mencionados. En Moreno Jimenestampoco est la ciudad. Est ms bien el espacio rural yprovinciano, como tampoco est en los poetas sorprendi-dos, pues en stos lo universal min su imaginario; de ahque no aparezca la ciudad como tema. El hombre en lospoetas de la Poesa Sorprendida aparece expulsado de lahistoria y sin territorio espiritual porque el hombre es paraellos un ente universal o el centro del universo, como loconcibi Leonardo Da Vinci.

    Con la decapitacin de la tirana trujillista, la ciudadvuelve a ser el centro del imaginario potico y sus poetas"se descubren habitantes de la ciudad", dice Alvarez en laintroduccin. La gran revolucin potica de la ciudad en lapoesa dominicana surge a partir de los aos 60 con laliberacin de la ciudad real, sus smbolos y arquetipos delpoder. Aparece una nueva percepcin de la ciudad, ver-siones y visiones fantasmticas del espacio mtico de laciudad utpica para transformarse en testigo y personaje.Durante la revolucin de abril de 1965, la ciudad se tornaheroica, se ideologiza, se politiza y se subleva con sus hom-bres. Ese momento pare los poemas de Miguel Alfonseca,Abelardo Vicioso y los poemas posblicos de Ren del Ris-

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  • co, quien recrea "el viento fro" de la poca con sus resa-cas, frustraciones y nostalgias.

    La presencia de la ciudad poetizada por los poetasdominicanos adquiere una connotacin hegemnica ennuestra tradicin, y es justamente eso lo que ha descubier-to nuestra antloga, en esta seleccin y estudio que nosmuestra, y cuyo origen reside en una conferencia que dic-tara sobre la ciudad en la poesa dominicana que desem-boca en esta magnfica obra que se convierte en pioneraen su tema.

    En nombre de las Ediciones de la Secretara de Esta-do de Cultura, quiero felicitar a Soledad Alvarez por esteinvaluable aporte que enriquece la bibliografa dominica-na y que habr de servir de referente terico y textualpara los estudios de la poesa dominicana, mbito en elque ella tiene una aceptada reputacin, adems comocrtica y ensayista de prosa vertiginosa y dinmica, enjun-diosa y hermosa.

    Santo Domingo, marzo de 2008

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  • Advertencia

    Este libro rene la conferencia que dict el 28 de juniode 2007 en la sede de la Fundacin Corripio bajo el ttuloLa ciudad en la poesa dominicana, y una antologa poti-ca que comprende tanto los textos utilizados para ilustrardicha exposicin como otros, escritos por poetas domini-canos en torno al tema de la ciudad desde los ltimos aosdel siglo XIX hasta el presente siglo.

    Lo que aqu se presenta es, pues, fruto de una circuns-tancia, que no obstante lo que implica de perentoriedad yaproximacin intuitiva, me ha permitido profundizar enuno de los tpicos emblemticos de mi generacin, y en lopersonal, obsesivo: la ciudad de Santo Domingo, espacioidentitario en el que nos reconocimos en relacin con laHistoria y con los otros al calor de acontecimientos polti-cos sumamente influyentes, y de vivencias personales de-finitorias. Creo no equivocarme si afirmo que nunca comoen los aos sesenta y setenta la ciudad ha sido vivida ysentida tan intensamente por los escritores y artistas domi-nicanos, porque nunca como entonces ella se ha ofrecidotan plena de misterios y experiencias por descubrir, tanpromisoria en deseos y sueos.

    Esta significacin de la ciudad para mi generacin ymi poesa es la que quizs explique la visin personal y lapresencia de residuos subjetivos en la elaboracin de estetrabajo. Me identifico con Dionisia Caas en El poeta y la

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  • ciudad cuando dice: "Durante la redaccin de este libro elyo crtico pareca ser el que dominaba la situacin, pero elyo potico y el yo existencial, supuestamente silenciados,estaban detrs de mi lectura de los textos sobre lo quetrabajaba". Por supuesto, asumo plenamente los riesgos,con la nica salvaguarda de aportar a la bibliografa domi-nicana un corpus potico significativo para construir unaimagen de Santo Domingo.

    Esta obra es deudora de autores que han trabajado lapresencia de la ciudad en la literatura dominicana en tex-tos ricos en sugerencias e informaciones. A ellos, en espe-cial a Marcia Veloz Maggiolo , Miguel D. Mena y Andrs L.Mateo, mi reconocimiento. A Basilio Belliard, mi profundoagradecimiento por su ayuda en el proceso de investiga-cin y en la edicin del libro.

    Soledad lvarezAbril, 2008

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  • LA CIUDAD EN LA POESA DOMINICANASOLEDAD LVAREZ

    Santo Domingo es una y muchas. Ciudad antigua ynueva, ilustre en su blasn de Primada de Amrica yplebeya en el desorden urbano y el deterioro de susinstituciones. Pretenciosa en casas y edificios magnifi-centes, y en la falsa modernidad de torres, elevados ytneles rodeados de callejones y patios mugrientos, debarrios que agonizan de pobreza, sin agua y sin infraes-tructura sanitaria. Santo Domingo es un entramado deopulencia y hambre, espacio fragmentado, universo enexpansin contenido slo por el mar, cuerpo abotarga-do, acuchillado una y otra vez por la mano artera de ladesidia estatal y la voracidad de los polticos. Pero redi-vivo y bullente de humanidad, de luz y color, de oloresy ruidos.

    Recorrer la ciudad es recorrer los diferentes momentosde la historia dominicana. Desde Las Atarazanas hasta loslejanos suburbios de construcciones recientes, Santo Do-mingo es un objeto esttico susceptible de lectura, un siste-ma de significacin, un discurso -como dira Barthes- quehabla a sus habitantes, un texto en el que podemos leer loque fuimos y lo que somos (1): En monumentos y piedrascoloniales la prosperidad efmera y la decadencia de la Co-lonia; la lucha por la independencia simbolizada en la Puer-ta de El Conde; y extramuros, hacia el Oeste, inscritas en laestructura urbana, en el trazado de las calles, en la arquitec-tura y en los mltiples lugares icnicos, las vicisitudes de la

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  • Repblica, la accidentada formacin de la nacionalidad, elsurgimiento del capitalismo, la injerencia norteamericana yla dictadura trujillista, que marc la ciudad hasta el hueso yla hizo suya en la inmisericorde cruzada totalitaria que per-miti al dictador rebautizarla con su nombre y convertirlaen "metfora espacial" de su rgimen (2). La transformaciny la instrumentalizacin de la ciudad adquiri nuevos visosen los perodos presidenciales de Joaqun Balaguer, el here-dero de la dictadura consagrado como el gran constructory redentor de la herencia colonial hispnica, y quien trans-form la fisonoma de la ciudad desde una visin monu-mentalista y jerrquica de los espacios urbanos.

    Pero Santo Domingo no es slo la ciudad trazadapor el poder, y como territorio de la memoria colectivano se agota en la pica de lo vencedores ni en la histo-ria oficial. Otras ciudades, superpuestas a la ciudadcolonial, a la ciudad trujillista y a la ciudad modernacon su valor de cambio, nos hablan del negro que pre-serv sus dioses vistindolos con el ropaje de los diosesblancos, de la huella de los inmigrantes en la culturadominicana, de la resistencia a las intervenciones ex-tranjeras, del 30 de mayo y de sus hroes en el recorri-do trgico por las calles de Gazcue, de los estudiantesasesinados en la calle Espaillat, de la gesta constitucio-nalista y de Francisco Alberto Caamao en la Torre delHomenaje devolvindole al pueblo el poder que el pue-blo le haba otorgado, de las luchas populares y delsentimiento de pertenencia de sus habitantes.

    Ciudad hecha a imagen y semejanza nuestra, SantoDomingo no es slo la ciudad real y la ciudad histrica.Existe tambin esa ciudad invisible -tan bellamente descri-ta por Italo Calvino- a la que, para verla, no basta contener los ojos abiertos. Ciudad como los sueos, construi-

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  • da "de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrirsea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas enga-osas" (3) Es la ciudad que recorremos con los ojos cerra-dos y el corazn abierto en busca de desentraar sus msrecnditos secretos; ciudad imaginada, ciudad interior, ciu-dad textual recreada por sus escritores: viajeros, novelis-tas, poetas, y en la que se revela la esencia y el espritu dela ciudad. En sus iluminadoras pginas sobre Espaa, Pe-dro Henrquez Urea traza el camino:

    "Cada ciudad tiene su espritu, decimos siempre; cadaciudad tiene su aire, 'su sello propio'. Pero hay ms: elespritu de la ciudad est en el paisaje que la rodea, y en eltrazo de sus calles, y en sus edificios, y en sus jardines, yen las costumbres de su gente; y va an ms lejos: est enla pintura y en la literatura que produce, en la msica quecanta y toca. As, de cada ciudad espaola pudiera hacerseuna antologa, demostrando la unidad de carcter en elpaisaje, en la arquitectura, en la poesa." (4)

    Esta es la ciudad que intentaremos descubrir en unrecorrido tras su potica particular, propsito de ningunamanera tan exhaustivo ni abarcador como propone el en-sayista dominicano, pero que al menos nos conducirpor sus calles y registros ms significativos.

    Nuestro punto de partida es el momento en el que laciudad hace su entrada a la poesa dominicana como es-pacio discursivo del proyecto de modernidad, cuando losnuevos modos del pensar-vivir y los metarrelatos de civili-zacin y progreso generan una tensin entre la concep-cin rural y la emergente realidad urbana, entre el presen-te y el pasado. Esta es la contradiccin que en nivel latino-americano establecen escritores como Jos Sarmiento yRmulo Gallegos, entre otros, y que por diferentes cami-

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  • nos anima la imagen de la ciudad en Jos Joaqun Prez,Salom Urea de Henrquez y Gastn Fernando Deligne.

    Jos Joaqun Prez y Salom Urea de Henrquez fun-dan la imagen de la ciudad desde una visin nostlgicadel pasado, por lo dems recurrente hasta los primerosaos del siglo XX. Pleno del espritu romntico que lecaracteriz, en "La vuelta al hogar" Jos Joaqun Prezreafirma el sentimiento patritico a travs de la exalta-cin de la Naturaleza como representacin de lo nacionaly prolongacin de la subjetividad. En el poema, escritoen 1874, a su regreso al pas despus de seis aos deexilio en Venezuela, el sujeto potico es el desterradoque regresa jubiloso a la patria idealizada, al lugar para-disaco de los orgenes, y ante la visin del "dulce Oza-ma" deja atrs "lejanos climas y humilde historia" parareafirmar su identidad: "!todo cuanto su ser le diera!". Laidealizacin del pasado, que encontraremos en SalomUrea de Henrquez, no refieren en Prez a las gloriasperdidas de la ciudad sino a la infancia, a la vida perso-nal y emotiva del poeta. El reencuentro del exiliado conel lar nativo disuelve "El antagonismo entre lo ntimo (elyo) y lo ajeno (los otros)", constante en los inicios de lapoesa urbana, segn Dionisia Caas. (5)

    En el conocido poema "Ruinas", escrito en 1876, Salo-m Urea recupera la ciudad ilustre de la Colonia, centrode conocimiento y de cultura en Amrica durante los pri-meros cincuenta aos del dominio espaol, para oponerlaal presente, realidad estigmatizada, rechazada en su espe-cificidad histrica de barbarie y de ignorancia por la litedominante del pas, que hizo suya la dicotoma "civiliza-cin contra barbarie" puesta en circulacin en toda Amri-ca Latina por el Facundo (1837) de Domingo Antonio Sar-miento:

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  • Memorias venerandas de otros das,soberbios monumentos,del pasado esplendor reliquias fras,donde el arte verti sus fantasas,donde el alma expres sus pensamientos

    En la antinomia ciudad real - ciudad utpica, que ha-br de caracterizar una buena parte de nuestra poesa, Salo-m retoma el mito de la "Atenas del Nuevo Mundo" yprofetiza el triunfo del progreso y la civilizacin, acordecon la ideologa positivista y el hostosianismo asumido porla poetisa en el discurso potico y en su proyecto pedag-gico. Esta es tambin la estrategia de Jos Joaqun Prez enel poema "Ciudad Nueva", cuando celebra el nacimientodel barrio extra-muro como un signo del progreso, clarina-da que despertar al "Campo inculto" y que le hace excla-mar: "Oh, ciudad de los sueos de la idea / creacin delos delirios del progreso".

    La recuperacin de la ciudad del pasado la encontra-mos tambin en el poema "Pax" a las Ruinas de San Fran-cisco de Vctor Garrido; en la "Estampa Colonial" deLigio Vizardi, y en "Never More" de Enrique Henrquez,que dice:

    Por las interminables avenidas,en busca de pretritos mesones,veo plazas desiertas,luces emustiecidas,granticos balcones,ventanas ojivalesy monsticas puertasque, vistas a travs de sus cristales,.fingen estar de par en par abiertas.

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  • Pero ya en Henrquez advertimos una sensibilidad dife-rente a la de sus predecesores, en tanto el hombre quebusca por avenidas interminables esos "pretritos meso-nes" es un sujeto interiorizado, que monologa en la nochefrente a "una casa vetusta" y no encuentra respuesta a suspreguntas existenciales. Antes, percibe la ciudad como unespacio engaoso, separado de s mismo. Como vemos,muy pronto el optimismo progresista de Salom y de JosJoaqun Prez entra en conflicto con la complejidad de lasensibilidad moderna, a lo que se agrega la lgica pertur-badora de la realidad poltico-social, con sus ciclos de vio-lencia y la invencible pobreza. As, en el poema "Incen-dio" (1883), de Gastn Fernando Deligne, no encontramosla imagen idlica de la ciudad de Jos Joaqun Prez ySalom sino la irrupcin del caos y la destruccin, simbo-lizados en el incendio que atestigua la presencia del malen la ciudad. Deligne contempla la ciudad dormida "bajolos limpios reflejos/ de una luna sin mancilla/ en un naca-rado cielo", y en la bsqueda simbolista de las afinidadessecretas de las cosas trasciende la realidad exterior paraadvertir que "Todo, hasta el aire, es marasmo,! todo, hastala luz, es sueo;! todo, hasta el duelo, es quimera:/ sloel mal esta despierto!". La visin terrible es apenas esboza-da porque ante la figuracin apocalptica de sus versos elpoeta se apresura en aclarar la transitoriedad del mal, ya"que el bien es el solo eterno". En el poema de Deligne,afortunadamente recuperado por Manuel Rueda en su an-tologa Dos siglos de literatura dominicana (6) vislumbra-mos la sensibilidad moderna y algunos elementos que en-contraremos ms tarde en la que podramos llamar lecturamaldita de la ciudad.

    En el ensayo "Santo Domingo en la literatura" AndrsL. Mateo seala, con acierto, que "El ro Ozama es el pri-

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  • mer personaje literario de la ciudad de Santo Domingo" (7).y ciertamente, como l demuestra, desde Jos Joaqun P-rez hasta Jos Mrmol, pasando por Domingo Moreno Ji-menes y Abelardo Vicioso, el Ozama ha sido metfora, sm-bolo y sobre-significante de la relacin ciudad -historia. A loque yo agregara, en dilogo con el excelente ensayo deMateo, que el barrio es el segundo personaje literario de laciudad, espacio emblemtico y significante de la moderni-dad y la expansin urbana. y es que la ciudad, que perma-neci amurallada por ms de 400 aos, desde los ltimosaos de la dictadura de Ulises Hereaux se multiplica enbarrios que son un hervidero de vivencias y significadosdismiles: Ciudad Nueva, San Carlos, Gazcue, Villa Francis-ca. Entrado el siglo XX, los poetas vuelcan la mirada haciaesos barrios extra-muros, populares y heterogneos, quelibres del peso de la herencia colonial se convierten en can-tera feraz para la ficcin literaria. San Carlos ha sido uno delos temas de esta poesa. En 1903 Enrique Henrquez regis-tra el incendio de la Villa en el poema "Miserere", pero esVigil Daz, en el poema "Rapsodia", quien con gesto van-guardista y referencias clsicas y multiculturales reelabora elbarrio como lugar donde converge el universo, especie delaleph que descubriera el personaje de Borges en el stanode la casa de Beatriz Viterbo, en la calle Garay, donde estn,sin confundirse, todos los lugares del orbe. Utilizando elprocedimiento de enumeracin totalizante que despus se-ra tan caracterstico en Borges, el poeta nos dice que en losrboles de la villa blanca de San Carlos ha sentido

    las arengas de Matatas, el guerrero bblicolas quejas de Leopardi

    las lgrimas de Kosciusco;los siete sellos de Emerson y las crueldades de Marte;

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  • rboles de la villa blanca de San Carlos;en la armona pitagrica de la alta noche,

    he sentido los festines de Nnive y Babilonia;he visto los estercoleros de Job.y los crculos

    candentes de Dante;a Mercurio y Shylock pesando oro;a Moloch y Nemrod bebiendo sangre:a Ariel y el Marqus de Lafayette estribando

    el pegaso alado...

    No puedo dejar de sealar el estupendo poema deVigil Daz como prefiguracin de ese momento cenital enla mitificacin del barrio que encontramos en la novelaMateria Prima, de Marcia Veloz Maggiolo, cuando Papiroexpresa la certidumbre radical que impulsa la magnficasaga de Villa Francisca del escritor dominicano: "Mi queri-do Papiro, como ves, la historia del mundo es la de VillaFrancisca. Todo el pasado de la humanidad se entremezclacon el pasado de nuestro barrio" (8).

    Dcadas despus, San Carlos reaparece como barrioemblemtico de nuestra ciudad textual en Lupa Hernn-dez Rueda, uno de los poetas dominicanos que ms hatrabajado el tema de la ciudad. La ciudad es el tema enalgunos textos de sus primeros libros, en Santo DomingoVertical (962), en La ciudad y el amor, escrita en conjuntocon Marcia Veloz Maggiolo, Tony Raful y Toms Castro; yen el poemario Con el pecho alumbrado, de 1998. En esteltimo, el poeta regresa al barrio de la infancia para recons-truir la historia de esa comunidad y para buscar en la me-moria asideros que le salven de la angustia y de la muerte.Pero el barrio ha cambiado, sus casas y sus parques hansido derribados por el empelln indetenible del progreso,y con ellos han sido destruidos formas de relacin y valo-

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  • res esenciales al ser humano. Si Marcio Veloz Maggiolo esel arquelogo y el cronista de la vida y la muerte de VillaFrancisca y sus habitantes, Lupo Hernndez Rueda recu-pera en la figuracin potica la memoria de un San Car-los perdido para siempre, y lo hace en tono elegaco ydesde esa nostalgia que hemos advertido como una delas caractersticas de la poesa urbana dominicana: "SanCarlos no es San Carlos,! es la urbe voraz,! que desborda-da,!destruye los ngeles del sueo, la techumbre que co-bija la infancia."

    Podra parecer curiosa, aunque como veremos noinexplicable, la escasa presencia de la ciudad en la poe-sa dominicana durante el perodo de las vanguardiasliterarias, que se inicia en toda Amrica Latina con el tras-fondo de los grandes cambios en la dcada de 1910-1920:revolucin mexicana, revolucin rusa y Primera GuerraMundial. El sonido de las locomotoras, del telfono y losaeroplanos en los futuristas, la angustia de Vallejo, el Bue-nos Aires mitificado Borges, y el cansancio del hombrenerudiano que deambula por la selva inhspita de la ciu-dad en "Walking around" nacen de la conciencia de ena-jenacin de la vida urbana, vivida sin la mediatizacindel tiempo ni de la nostalgia. Y es lo que no encontramosen Domingo Moreno limenes y los postumistas, ni en losprimeros textos de la Poesa Sorprendida, ni en TomsHernndez Franco ni en Hctor Inchustegui Cabral, queen su "Canto triste a la patria bien amada", desde unauto veloz apenas avizora "dos o tres casi ciudades" yluego el paisaje movedizo y eminentemente rural. En elcaso de Moreno limenes y los postumistas, la proclamadarenovacin temtica frente al modernismo signific lavuelta hacia el terruo y el paisaje dominicanos, hacia el

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  • pueblo y la aldea donde perviven las races de la domini-canidad. Personajes humildes, de gran intensidad huma-na como "La Nia Pala" y como "El haitiano", o paisajesrurales como los de "Campia poblada" y "Atardecercampestre", expresan en su identificacin con las cosasms humildes y en su conciencia social una implcita tomade posicin con respecto a la modernidad, pero no hayun espritu urbano ni una lectura de la ciudad en lostextos postumistas. Y si en Moreno Jimenes hay un regis-tro de lugares populares urbanos, como el mercado deSantiago, la intencin no es reflejar la vida de la ciudadsino fijar, a travs de vegetales, frutos y creencias popu-lares ese color criollo al que en algn momento se refiriel crtico Ramn Francisco en su anlisis sobre el postu-mismo. En Moreno encontramos flores, pjaros, ros, losnombres de pequeos pueblos y un trazado definido dela geografa nacional. Pero no encontraremos ni en l nien los dems la ciudad como referente temtico ni unapercepcin de la realidad urbana.

    Tampoco el "hombre universal" de La Poesa Sor-prendida necesit de los contextos para emprender suaventura creativa-espiritual. Antes, en su manifiesto re-chazo a "lo circunstancial", y en la asuncin de la cultu-ra universal y del mundo helnico como paradigma desu bsqueda de la trascendencia, establece una concep-cin de la poesa como abstraccin y del hombre comoun ser genrico, exiliado de la historia. Poesa de la cri-sis, s, pero como explica Alberto Baeza Flores (9) porla "perdida del sentido verdadero del mundo a causa dela de la cada del hombre que le ha dado la espalda aDios". En la obra de Franklyn Mieses Burgos, para citaruno de las figuras centrales del movimiento, hay un des-pliegue barroco de la naturaleza tropical, elementos de

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  • la flora y la fauna, "principalmente marinas, abundosas,peculiarsimas", seala Pedro Ren Contn Aybar, peroes un trpico ntimo -como el titulo de su antologadopoema- "en el que ritmo y paisaje proceden de un par-ticular estado de alma" (lO) en una especie de resucita-da subjetividad romntica. Y hasta podemos encontraren Mieses Burgos esa esplndida reflexin de nuestrodevenir histrico que es "Paisaje con un merengue alfondo", pero es el campesino y no el hombre de la ciu-dad el sujeto referencial, y es en los campos de caa yen los conucos donde se baila, a ritmo de merengue,nuestro destino.

    Hasta dnde la ausencia de la ciudad en los postu-mistas y en los sorprendidos implica la negacin de laciudad trujillista, significante y significado del rgimen ycoto cerrado de su discurso mitificadar, y hasta dndeesa ausencia expresa la ruptura del proceso de moderni-dad y la prdida dramtica de la naturaleza esencial de laciudad como forma de vida y espacio desde el cual sushabitantes y escritores cuestionan el mundo y construyensus utopas? De la ciudad trujillista slo quedan, en unoscuantos poemas lastimosos, la imagen de una ciudad fan-tasma, sembrada por los smbolos del poder, como en elpoema "El obelisco de Ciudad Trujillo" de VCtor Garrido,en el que el monumento trujillista vela, atemorizante ydespiadado "el sueo secular de la Primada"

    Bajo el dombo eternal de las esferas,titn de piedra que la mar trasunta,levanta al cielo su acerada puntaoteando la extensin de las riberas.e..)y cuando herido por la muerte el da

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  • el mundo se adormece en armonaque fluye de la bveda estrellada,

    es el altivo y mudo centinelaque en el silencio de la noche velael sueo secular de la Primada.

    No es sino en los aos finales de la dictadura, y des-pus, en la vorgine de los profundos cambios sociales ypolticos que se producen en el pas a raz de la muertedel dictador, cuando los integrantes de La Poesa Sor-prendida se descubren ciudadanos, habitantes de la ciu-dad, y nos dejan representaciones poticas de alto nivelformal, y visiones crticas de la cotidianidad urbana, comola de Freddy Gatn Arce en "La mella", poema de denun-cia social de gran fuerza descriptiva. Me detengo en dosejemplos sobresalientes: "Ciudad de los escribas", de An-tonio Fernndez Spencer, y "Santo Domingo es esto" deManuel Rueda. El poema de Spencer es la puesta enpgina del drama interior del hombre de la ciudad, unser anonimo que se reconoce en su soledad y que atribu-ye al abandono de Dios el origen de sus desventuras y elfracaso de la humanidad. Para Spencer, en el desierto sinalma de la ciudad, quizs exista una posibilidad de salva-cin en el amor y en el reencuentro con lo sagrado.

    Nadie me conoce cuando subo por la caldade los ros

    Ahora que el amor se quiebrasobre los almenares deslumbrantes,

    No te siento acoger al hombreO a las estrellas que ocultaron sus paso en la noche

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  • Manuel Rueda es poeta de la provincia, de su tantasveces evocado Montecristi natal, y tambin poeta de laciudad, de un Santo Domingo con el que establece unarelacin apasionada de pertenencia articulada a su visinintegradora del mundo y la poesa, en la que experienciasy situaciones concretas alimentan la reflexin y el pensa-miento crtico. Santo Domingo es tema y escenario en unagran zona de la produccin literaria de Rueda. En sus en-sayos y cuentos, en sus obras de teatro y en su poesa,incluyendo una especie de gua sobre la ciudad, texto alque no dio mucho valor pero que es testimonio de suprofundo conocimiento sobre la historia y la arquitecturade Santo Domingo. La percepcin literaria de la ciudad enRueda, contrapuesta a su imagen de la provincia, podraser tema de un estudio amplio; por ahora baste sealar lamaterialidad de sus imgenes y su avidez por asimilar lacomplejidad lacerante de la experiencia urbana, con suviolencia y artificios, con esos juegos de mscaras en losque se revelan las duplicidades del ser y de la moral esta-blecida. La contraposicin entre individuo-muchedumbre,comn en la poesa urbana, anima el texto de Rueda:

    Santo Domingo es esto: un milln de habitantesque te miran

    Un milln de moribundos que se esfuerzanBajo el solQue hacen ruido y te mirante gritante esquivan a sabiendaste persiguente violante agarran la solapate sacuden los hombros

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  • te interrogante besante preguntante comprimente arreglan la corbata-te ha costado dos horas de labor

    frente al espejo ese nudo que ahorate aplastan de un solo manotazo-te metan la mano en los bolsillos

    -no sabes qu te pasa-te aconsejan.

    La dcada del 60 marca la gran eclosin de la ciudaden la poesa dominicana. La noche del 31 de mayo de 1961la ciudad encarcelada, cerrada a cal y canto a los vientosdel cambio y de las ideologas en circulacin, abre de paren par sus muros y sus ventanas, y un remolino desde lasprofundidades de la sociedad reprimida ech por tierra noslo los smbolos de la Era, sino tambin los modos derelacin social y la concepcin del arte y la literatura. Derepente, un mundo nuevo, el ms nuevo y beligerante detodos se abre ante los ojos de los escritores dominicanos.y en las maletas de los exiliados, y por el contacto conautores y pases antes vedados, surgen en la literatura do-minicana nuevas formas de expresin, nuevos temas y pre-ocupaciones, entre ellos la ciudad, protagonista de la na-rrativa y la poesa europea y latinoamericana de esos aos.

    Pero ms decisivo y definitorio fue el cambio de laciudad misma. Las movilizaciones populares, el despertarpoltico y el estallido de contradicciones subyacentes en elentramado econmico-social cambiaron para siempre lavida de la ciudad, con fuerza tal que los escritores no pu-dieron ms que sumergirse en la vorgine de los aconteci-

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  • mientos que se sucedan en las calles. La ciudad se convier-te entonces en testigo, personaje, escenario, metfora ysmbolo de los nuevos tiempos, y con la argamasa de lahistoria comienza a construir sus mitos.

    La revolucin del 65 catapult las contradicciones ytambin la gesta de la ciudad. La ciudad sitiada, en pie deguerra por la defensa de la dignidad nacional, la ciudadintramuros heroica y libertaria, territorio de la muerte trans-figurada en el amor y en el encuentro con los otros, es lade Miguel Alfonseca en "El mar de abril", la de JacquesViau en "Canto sin tregua", la de Luis Alfredo Torres en"Cancin del pueblo", y de Rafael Valera Bentez en "Can-tata nmero cinco". Es el "Canto a Santo Domingo vertical"de Abelardo Vicioso, y desde otra orilla, es la que interpre-ta Hctor Inchustegui Cabral en su Diario de la guerra-Los dioses ametrallados. Pero la ciudad mitificada de abriles tambin la ciudad derrotada de Mximo Avils Blondaen "Cuadernos de la infancia", y la ciudad del viento frode Ren del Risco Bermdez, el poeta-cono de su genera-cin, que en su poesa y en su muerte acontecida en elmalecn de Santo Domingo simboliza el desgarramientode una generacin que transit desde el compromiso pol-tico a la frustracin, de las crceles trujillistas a la desespe-ranza de los bares y a la futilidad de las tertulias. Los poe-mas del Viento fro son poemas del desencanto, estacionesagnicas del combatiente derrotado que regresa a la ciu-dad indiferente y a la alienacin consumista, sta ltimaexpresada en la proliferacin de letreros, tiendas perfu-mes, corbatas, tecnologas, al sinsentido y a la futilidad dela vida cotidiana, perdida ya la esperanza:

    Belicia, mi amigaT y yo debemos comprender

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  • Que estamos en el mundo nuevamentec. ..)Atrs quedaron humaredas y zapatos vacos,y cabellos flotando tristemente ...Ya no son tan importantes los demsNi siquiera t eres tan importante;Podemos marcharnos, separarnosY nadie lo reprochara por mucho tiempoNi siquiera t, Belicia.

    La utopa redentorista y las luchas por la ciudad de lajusticia atraviesan la poesa de la post-guerra hasta bienentrados los aos 70. La ciudad textual se ideologiza y lasprotesta y los reclamos de justicia y libertad se alzan en suspginas frente a la pobreza y las profunda desigualdadque caracterizan a la sociedad dominicana. Esa rebelincontra la ciudad enemiga de los sueos, es la que anima elpoema "Los techos" de Ramn Francisco y la potica de JuanSnchez Lamouth en su "Romance al ro Ozama", de unatendencia social que dcadas antes haba sido pulsada porPedro Mir en su antologado "Poema del llanto trigueo".

    Es la calle del Conde asomada a las vidrieras,aqu las camisas,all las camisas negras,y dondequiera un sudor emocionante en mi tierra!Que hermosa camisa blancaPero detrs:

    la tragedia.

    De una dimensin ms honda y ms fecunda que lalectura ideologizada de la ciudad es la poesa que se escri-be desde la negacin y la rabia, desde esa "mirada (aleg-

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  • rica) del alienado" a la que se refiere Walter Benjamn cuan-do analiza la obra de Baudelaire. La ciudad vilipendiadaen la desesperacin del amor, oscuro objeto del deseo, esla que asoma, aunque todava tmidamente, en el libro Laciudad en nosotros, de Rafael Aez Bergs, publicado en1972, y que junto a El viento fro de Ren del Risco, esreferencia obligada de la poesa citadina de post-guerra."S que tanto t como yo/ hemos odiado esta ciudad/ yque del odio ha nacido el amor inevitable/ hacia las cosas/porque la ciudad es como una puta festival que se vende."

    La ms singular y notable poesa de la ciudad en estavertiente existencial y desgarrada, y a mi juicio una de lasms perdurables, es la que produce Luis Alfredo Torres,que en 1974 publica el poemario La ciudad cerrada. Torreses el ms atormentado de los poetas de la ciudad, el queexpresa con mayor violencia las encrucijadas del hombreurbano. La ciudad es una maldicin, realidad hostil y ex-periencia destructiva en la que, sin embargo, el poeta sesumerge delirante de pasin y rechazo enamorado.

    Recgeme en tu arcilla,Ciudad perdida,Ciudad infame,Ciudad de los malvados;Vengo de lejos, errante,Cansado como t, hostigado como t,y lleno de hechizo que te envuelve.Eres t la que ama mi corazny en tus inmundicias soy feliz,En tus cuencos de sangre soy feliz,En tus desvaros y errores soy feliz,Ciudad malditacomo arcos destruidos en la noche

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  • ciudad tierracomo ojos de lesbianay llena de cintas y de lazos y fetiches.

    La negacin y la crtica corrosiva de Luis Alfredo To-rres la reencontramos en la poesa de la ciudad de Jean-nette Miller, en particular en los poemas "Los ngeles sonpropicios a las cuatro", y "Jeannette". En este ltimo, laruptura con las convenciones funciona desde la titula-cin del texto con el nombre de la poetisa, que reafirmacon orgullo la naturaleza biogrfica del poema y rechazala doblez y la falta de autenticidad de la vida citadina. Enel recorrido por calles y lugares de Santo Domingo -re-gistro topogrfico de calles y lugares identificables queencontraremos despus en Enriquillo Snchez y MarthaRivera- Jeannette reafirma su identidad de mujer contes-tataria en "este pas de comemierdas" al que opone suaspiracin de "un pas sin modas,! sin competencia,! sintener que temer por la comida, /sin que me utilizaranpara el sexo, /sin creer que soy libre porque disputo aun pendejo su fama de poeta o de pintor." Como vemos,una ciudad y un pas recusados, pero en los que la poe-tisa aspira a morir "debajo de una mata inmensa deanacauita/ escribiendo mis versos."

    Tiene razn Andrs 1. Mateo cuando seala que la "ciu-dad como espacio existencial que alberga contradiccionesnfinitas, se plasma en la literatura dominicana tardamente".Pero desde la dcada del 60-70, la poetas establecen unarelacin ntima, indisoluble con la ciudad, convirtindola noen slo en tema y motivo literarios sino tambin en estadode nimo, objeto del pensamiento, perspectiva determinan-te de su visin del mundo y de la literatura. Los poetas delas ltimas jornadas no convocan la ciudad desde el distan-

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  • ciamiento que implica la nostalgia del paraso perdido. Tam-poco prefiguran un futuro idealizado. Son todos o casi to-dos poetas urbanos, ciudadanos del presente que viven laciudad y la piensan, expresndola en su complejidad ina-barcable para asumirla desde una identidad contradictoria(des)integrada. Punto de convergencia de vivencias concre-tas y metafsicas en Tony Raful y su "Ritual onrico de laciudad", plural en Jos Enrique Garca, cuando dice "Hayuna ciudad, su nombre no lo guardo, donde todos los cami-nos del mundo convergen. All los mltiples caminantes seencuentran y en las tabernas se intercambian las historias."Como podemos advertir, la historia como absoluto ha sidorelegada en la figuracin potica por la multiplicidad enri-quecedora de las microhistorias individuales, por el gestoambivalente y el rescate de la cotidianidad en un procesode simbolizacin enriquecedor.

    Las ltimas generaciones han potencializado la ciudadliteraria privilegiando el lenguaje y el entrecruzamientosemntico de la realidad real y la realidad imaginada. As,la ciudad de Alexis Gmez Rosa, sonora, ldica, construi-da gozosamente a golpe de imaginacin con elementosdel lenguaje y la cultura popular, es una conceptualizacincrtica de la contemporaneidad, pero tambin es vivenciaplena de experiencias circunstanciales y de (a)venturas.

    Oigo a diario aparatos respirar.Salir de su cuerpos a la calles

    bajo el tumulto de letreros carnvoros,esgrimen su chinchn qumico de miedo

    Silencio diesel ahogado en la mecnica del aire.rbol de luz, factoras, autopistas, desdoblo

    de metfora(Hbito plural)

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  • Como Alexis, y ms cercano a Luis Alfredo Torres y aManuel Rueda en la tensin emocional, Jos Mrmol pien-sa la ciudad en desgarradora contradiccin, desde susdisyunciones y desde la ms radical materialidad. Comoninguno de su generacin, con podero verbal y alucinadaimaginera Mrmol ausculta la ciudad, la violenta, la des-nuda para hacer salir de sus entraas los demonios, el malque la consume pero que asume y reivindica esa criaturadesamparada pero indcil que es el poeta habitante de laciudad. Es el mal de la ciudad -"boca de sarcoma"- ladefine, en las calles y en los barrios, y fluyendo por su ro,el Ozama, que "suda leche de luna y baba" y "empieza amostrar sus ahogados. Sus ngeles suicidas. Sus diosesimperfectos. Sus luases orinados. Sus vrgenes violadas pormurcilagos y sapos." La visin atormentada y perturbado-ra de la ciudad, en una especie de expresionismo baconia-no, intensifica hasta la deformacin los contornos de lascosas para que esta muestre su verdadera esencia.

    La ciudad textual no se agota en estos registros. SiBasilio Belliard fija en el poema una imagen fotogrfica dela ciudad, "Presencia del instante" como la define en "Laciudad en prosa", tambin Martha Rivera capta en el poe-ma "No", con recurso grfico y lenguaje referencial, expe-riencias instantneas, percepciones que se despliegan comofragmentos en la pgina para delinear los nuevos rostrosde la vida urbana en su intricada relacin con la cotidiani-dad y la intimidad personal, estrategia que tambin encon-tramos en Miguel Anbal Perdomo, Radhams Reyes Vs-quez, Dionisia de Jess y Miguel D. Mena.

    Los poetas de las ltimas generaciones han reinterpre-tado la ciudad que les ha tocado vivir con una diversidadde poticas y de registros excepcional en la poesa domi-nicana. "Ciudad pensada" en Csar Zapata, ciudad de las

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  • transgresiones y de barroca sensualidad en Plinio Chahn,dimensin existencial en Adrin Javier, Len Flix Batista yFernando Cabrera, exuberante en Almnzar Botello, de laviolencia, la nocturnidad y las drogas en Homero Pumarol;y en la mayora de los textos el nfasis en la estructuraformal, las concatenaciones fnicas y lexicas, la paradoja yla parodia, el talante irnico, la mirada incisiva, la tesituraintelectual.

    Santo Domingo es una y muchas. Como dijo HaloCalvino, bajo un mismo nombre de ciudad ciudades dis-tintas se suceden y se superponen, pero hay un elementode continuidad que la ciudad ha perpetuado, el que le dasentido y debe reencontrar. "Toda ciudad debe reencon-trar a sus dioses", concluye. y dnde buscarlos sino en lapoesa, dnde sino en las visiones de esa ciudad invisibleque hemos construido a golpe de rabia y esperanza a lolargo de nuestro decurso trgico; dnde sino en esa ciu-dad del hombre para el hombre, reclamada una y otra vez,talismn en este presente cambiante y fragmentado, ce-menterio de ideales que ya nadie recuerda.

    Notas

    (1) Sobre la ciudad como texto, Yolanda Izquierdo recoge diver-sas interpretaciones de la ciudad: "La ciudad es un texto, "formas a receptacle of meaning," un objeto esttico generado porcondiciones econmicas, sociales y culturales, susceptible delectura: en l se manifiestan formas y estructuras mentales ysociales." Acoso y ocaso de una ciudad. La habana de AlejoCarpentier y Guillermo Cabrera Infante, San Juan, Puerto Rico,Ed. Isla Negra, 2002, pg.19

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  • (2) Andrs L. Mateo: Mito y cultura en la era de Trujillo, SantoDomingo, 1993; y Santo Domingo, elogio y memoria de laciudad, Santo Domingo, Codetel, 1998.

    (3) Italo Calvino: "Los dioses de la ciudad" en Punto y aparte,Barcelona, Espaa, Tusquets, y Las ciudades invisibles, Ma-drid, Ediciones Siruela, 2002.

    (4) Pedro Henrquez Urea: "La antologa de la ciudad", en Obracrtica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1981, pago 200

    (5) Dionisio Caa: El poeta y la ciudad. Nueva York y los escrito-res hispanoamericanos, Madrid, Ctedra, 1994.

    (6) Manuel Rueda: Dos siglos de Literatura Dominicana, Poesa.Tomo 1. Santo Domingo, Editora Corripio Col. Sesquicentena-rio de la Independencia Nacional., 1996.

    (7) En Santo Domingo, elogio y memoria de la ciudad, SantoDomingo, Codetel, 1998.

    (8) Marcio Veloz Maggiolo, Materia Prima. Protonovela. Santo Do-mingo, Fundacin Cultural Dominicana, 1988, pago 119.

    (9) Alberto Baeza Flores: "Consideraciones generales sobre "Lapoesa Sorprendida" en Publicaciones y opiniones de La Poe-sa Sorprendida, San Pedro de Macors, Universidad Centraldel Este, 1988.

    (lO) En Dos siglos de literatura dominicana, op.cit., pago 46.

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  • JOS JOAQUN PREZ

    Jos Joaqun Prez 0845-1900). Naci en Santo Domingo. Poeta, periodis-ta. Fue Ministro de Justicia e Instruccin Pblica en el gobierno de Francis-co Gregario Billini. Particip en las luchas partidistas de su tiempo. En1877 public Fantasas indgenas, considerado el primer libro de poesa deun solo autor publicado en el pas. Otras obras publicadas: La industriaagrcola (882); La lira de Jos Joaqun Prez (927); Obra potica (970);Fantasas indgenas y otros poemas (989).

    LA VUELTA AL HOGAR

    Ondas y brisas, brumas, rumores,suspiros yecos del ancho mar,adis! Que todo cuanto se alcanza,dicha, esperanza,y amor me llaman all en mi hogar.

    Ya ve el proscrito sus patrios lares!ve azules cumbres lejos sombreargrupos de nieblas crepusculares,y el ansia siente del parasoque darle quisoDios en el seno del dulce hogar...

    Si peregrino, si solitario,otras regiones se fue a cruzarla ley temiendo de un victimario,el caos qu importa si un sol lucientebrilla en su frentey hoy, sonriendo, vuelve al hogar?

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  • No mas torturas en su alma libre!No ms memoria de su pesar!No el odio estril sus rayos vibre,que el patriotismo ya slo esperapor vez primeraclama y consuelo bajo el hogar!

    Virgen de Amrica, suspiradoracautiva indiana, vuelve a gozar;si atrs hay sangre, luz hay y ahora ...ayer el hierro y hoyes la idea ...Tu gloria seaver a tus hijos juntos al hogar!

    Cun bella eres acariciandotodos unidos los que al vagar,errantes unos y otros luchando,sufrieron ruda la tiranaque hacer querahurfanos tristes sin pan ni hogar. .. !

    Ya no hay festines patibularios!Ya no hay venganzas con que saciarsu vil conciencia crueles sicarios!Ya no hay vencidos ni vencedores!Solo hay de florescastas coronas en el hogar... !

    Mi dulce Ozama! Tu bardo amantea tus riberas torna a cantar,y tras l deja, por ti anhelante,lejanos climas y humilde historia,tierna memoriadel peregrino vuelto al hogar... !

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  • Bajo tus ceibas y tus palmaressobre tu csped y entre el manglaran se oye el eco de los cantaresde aquella infancia, fugaz, que en horasengaadorasllen sus sueos de amor y hogar!

    y ven! Le dice cada palomatmida y mansa que ve cruzardesde la cumbre de enhiesta lomacuando las alas tiende y su arrullomezcla al murmullodel ro que baa su dulce hogar.

    y ven! Le dice ronco el estruendoque hace en las rocas lejos el mar...El mar! Que un da su adis oyendofue de ola en ola su adis llevando,luego tornandocon hondos ayes del pobre hogar.

    Y todo cuanto su ser le diera!Ven! Dice el polvo que va a besar,donde maana como postrerarfaga cruce su vida breve,donde se eleveSU tumba humilde junto al hogar!

    As,-suspiros, brisas, rumores,lnguidas ondas yecos del mar-adis! decidme, que todo: amores,gloria, esperanza, paz bendecida,tiene hoy la vidadel pobre bardo vuelto al hogar. ..

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  • SALoM UREASalom Urea de Henrquez (1850-1897). Naci en Santo Domingo. Poeti-sa, educadora, alumna del positivista puertorriqueo Eugenio Mara deHostos y su colaboradora en la reforma de la educacin dominicana. A laluz de las ideas hostosianas fund el Instituto de Seoritas, el primero desu gnero en el pas. Admirada y aplaudida por sus contemporneos por suimpulso patritico y su discurso civilizador. Ohras publicadas: Poesas deSalome Urea de Henrquez (880), Poesas (920), Poesas completas (950),Poesas escogidas (960), Poesas completas (989).

    RUINAS

    Memorias venerandas de otros das,soberbios monumentosdel pasado esplendor reliquias fras,donde el arte verti sus fantasas,donde el alma expres sus pensamientos:al veros ay! con rapidez que pasmapor la angustiada menteque suea con la gloria y se entusiasma,discurre como algero fantasmala bella historia de otra edad luciente.

    Oh Quisqueya! Las ciencias agrupadaste alzaron en sus hombrosdel mundo a las atnitas miradas;y hoy nos cuenta tus glorias olvidadasla brisa que solloza en tus escombros.

    Ayer, cuando las artes florecientessu imperio aqu fijaron,

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  • y tuviste creaciones eminentes,fuiste pasmo y asombro de las gentes,y la Atenas moderna te llamaron.

    guila audaz que rpida tendistetus alas al vacoy por sobre las nubes te mecistepor qu te miro desolada y triste?do est de tu grandeza el podero?

    Vinieron aos de amarguras tantas,de tanta servidumbre,que hoy esa historia al recordar te espantas,porque inerme, de un dueo ante las plantas,humillada te vio la muchedumbre.

    y las artes entonces, inactivas,murieron en tu suelo,se abatieron tus cpulas altivas,y las ciencias tendieron, fugitivas,a otras regiones, con dolor, su vuelo.

    Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!Doquiera que la vistavida gira en tu entusiasmo ahora,una ruina denuncia acusadoralas muertas glorias de tu genio artista.

    Patria desventurada! Que anatemacay sobre tu frente?Levanta ya de tu indolencia extrema:la hora son de redencin supremay ay, si desmayas en la lid presente!

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  • Pero vano temor: ya decididahacia el futuro avanzas;ya del sueo despiertas a la vida,y a la gloria te vas engrandecidaen alas de risueas esperanzas.

    Lucha, insiste, tus ttulos reclama:que el fuego de tu zonapreste a tu genio su potente llama,y entre el aplauso que te de la famavuelve a ceirte la triunfal corona.

    Que mientras sueo para ti una palma,y al porvenir caminas,no mas se oprimir de angustia el almacuando contemple en la callada calmala majestad solemne de tus ruinas.

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  • ENRIQUE HENRQUEZ

    Enrique Henrquez 0859-1940). Naci en Santo Domingo. Poeta. Ocupdistintos cargos pblicos. En 1901 public Sutilezas e inexactitudes de D.Hiplito Billini, yen 1939 el poemario Nocturnos y otros poemas.

    NEVER MORE

    Para jas Santos Chocano

    Por las interminables avenidas,en busca de pretritos mesones,veo plazas desiertas,luces emustiecidas,granticos balcones,ventanas ojivalesy monsticas puertasque, vistas a travs de sus cristales,fingen estar de par en par abiertas.

    Camino a la ventura. Monologosobre un dolor de siglos que ahora es mo.El silencio interrogo;y grabando mi planta en el vacode la noche callada,en torno de las cosas espaciola inquisicin febril de una mirada.En cul de estos cristales fue que un dael pjaro siniestrosacudi sin calmar su ala sombra,

    -53-~

  • ensendole al lbrego maestrodel canto y del dolorun dolor infinito en la elegadel montono y lento Never More?

    Subitneo celajepone a mi inquisicin ttrico punto:es la ltima hoja de un follaje.El otoo la azota;y simula, cayendo, el ala rotade un agorero pjaro difunto.

    Monlogo muy quedo,porque mi propia voz me infunde miedo!Sobre un cristal vecinoun lamo hace un trazocon la desnuda sombra de su brazo.Quiero huir. Mas la anchura del camino-nublada de otra proyeccin de trazos-tras la congoja de mi planta mueveel ademn de un escuadrn alevede esquelticos brazos.Quiero huir. Mas mi planta no se atreve.y me detengo. Una espectral figuranace del fondo de la noche oscura:crece, avanza, se acerca, se aproximaa la desolacin de mi pavura;y al transitar, su grave paso suenacual si fuera el remedio de una rimade honda y letal desesperanza llena.

    Oh sombra! Eres la sombra del insanopoeta peregrino

    ~-54-

  • que invadi la tiniebla de lo arcano,con un gesto de horror,al comps de su lento Never More.

    Oh sombra! Te adivino:eres la sombra de un dolor hermano.Dame el laurel divinoque floreci en la gracia de tu mano,sin darme la siniestracopa de vino que escanci tu diestra.

    Se va la noche. Imperativamentesu pupila entreabre en el orienteel sol de un nuevo da.y en su lumbre me encuentra todavamonologando en frente de una casa vetusta que es la ma.

    -55-~

  • GASTN FERNANDO DELIGNE

    Gastn Fernando Deligne 0861-1913). Naci en Santo Domingo. Junto aJos Joaqun Prez y Salom Urea de Henrquez forma la trada fundacio-nal de la poesa dominicana. De l dijo Pedro Henrquez Urea en 1908:"No es el poeta nacional", se deca de Gastn Deligne, tiempo atrs, enSanto Domingo.C.,) Hoy, cuando la desptica Circunstancia -Nmesis im-placable- obliga (no! debera obligar a los dominicanos a afrontar sin en-gaos el problema social y poltico del pas, el poeta nacional es -repre-sentativo de la singular especie, pues dirase que encarna una concienciacolectiva no existente- el gnmico escptico, certero de mirada, preciso ymordente en la expresin. Audaz en los propsitos, irnico y a la vezcompasivo en los juicios, ni halageamente prometedor ni injustamentedesconfiado: es Deligne!". Obras publicadas: Soledad (887), Galaripsos(908), Romances de la Hispaniola (931), Pginas olvidadas (944).

    INCENDIO

    Dormida est la ciudad,bajo los limpios reflejosde una luna sin mancillaen un nacarado cielo.

    All lejos zumba el mar;ac suspira el misterioy en las hebras de la luzflota en su hamaca el silencio.

    Qu de fantasmas de rosas,en blando revoloteoinvaden calladamentelos cortinajes del lecho!

    -57-~

  • Qu tropel de diminutosy giles duendes areosse deslizan impalpables,paz y calma repartiendo!

    Todo, hasta el aire, es marasmo,todo, hasta la luz, es sueo;todo, hasta el duelo, es quimera:slo el mal esta despierto!

    De cuya presencia adusta,de cuyo empuje soberbio,hablan, gritan las campanascon vibrante clamoreo.

    y all alIado del poniente,entre oleadas de humo denso,asoma el robusto monstruosu roja cresta de fuego.

    Venid parece que dice;parece que clama: os reto,con su ruido de agua grande,con sus crujidos siniestros.

    Quin no lo vio...? Era uno solo,y revisti en sus efectos,los mil tonos, las mil formas,de un espantable Proteo.

    Como nio que en petardosentretiene el raudo tiempo,as nio en unas partes,todo lo estallable uniendo,

    ~-58-

  • estallaba en un volcn,del raro volcn contento.

    Enamorado, otras veces,del uno al contrario extremoiba hablando con su amadaa puras lenguas de fuego,hasta perecer con ellaen blancas cenizas vuelto.

    Ora bajando intranquilo,ya presuroso subiendo,ya contra el viento accionandoya corriendo contra el viento;escudriando unas veces,otras veces destruyendo;dormido como un len,en sbito apagamiento;para surgir ms robusto,ms voraz y ms tremendo;con profundidad de abismo,con escalofro de vrtigoera tristemente grande,era noblemente ttricoy hermoso terriblementeaquel conflicto de incendio!

    Pero ms hermoso anel alcance del esfuerzoque trajo el coloso a tierra,junto a las ruinas deshecho.

    y ms hermoso el que pruebaque Jesucristo no ha muerto;

    -59-~

  • que el mal slo es transitorio,que el bien es el solo eterno.

    Porque sabe acaso el ave,despus que el cicln va lejos,lo que la rama queriday el dulce nido se hicieron? ..

    Lo sabe la caridad,y es solamente por esoque abre, mirando a las vctimas,SU manto color de cielo!

    ~-6o-

  • VIGIL DAZVigil Daz 0880-1961). Naci en Santo Domingo. Ha sido considerado elintroductor del versolibrismo en la poesa dominicana. Creador de El Ve-drinismo, manifestacin anticipada en el pas de los movimientos de van-guardia latinoamericanos. Obras publicadas: Gndolas (913), Misererepatricio (915), Galeras de Pafos (921), Del Sena al Gzama (922),Grga-no (949) Msica de ayer (952) y Lilis y Alejandrito (956).

    RAPSODIA

    rboles de la villa blanca de San Carlos:uno,

    dos,tres,cuatro,cinco;

    cinco aortas llenas de sangre;cinco baslicas de misteriosas sombras donde descansami nimula desgarrada por las zarpas atorrantes de lahora;

    cinco nforas de perfumes que lactan las blancas yazules serpientes de mis sueos y mis quimeras;cinco jarrones de verdes y perfumados aceites defrescura;lmparas piadosas, jocundas a veces y a veces tristsimas;estticas a veces, y a veces movibles como velmenes;a veces repujadas de oro de estrellas o de plata lunar;estradivarios metafsicos, simblicos violoncellos!... alpasar el viento sus trines por la urdimbre de vuestros

    -61-~

  • ramazones, he sentido el misterio de las selvas solitarias;las arengas de Matatas, el guerrero bblico;

    las quejas de Leopardi;las lgrimas de Kosciusco;

    los siete sellos de Emerson y lascrueldades

    de Marte;

    rboles de la villa blanca de San Carlos;en la armona pitagrica de la alta noche,

    he sentido los festines de Nnive y Babilonia;he visto los estercoleros de Job y los crculos candentesdel Dante:

    a Mercurio y Shylock pesando oro;a Moloch y Nemrod bebiendo sangre;a Ariel yel Marqus de Lafayette estribando

    el pegaso alado...rboles de la villa blanca de San Carlos;cipos fantsticos de mi nostlgica necrpolis ideal,yo he cincelado en vuestras cortezas y en mi

    alma: no hay que perder la esperanza...

    ~--62-

  • VCTOR GARRIDO

    Vctor Garrido 0886-1972). Naci en Santo Domingo. Poeta y educador.Ocup distintas posiciones oficiales en el gobierno de Rafael 1. Trujillo. En1940 public su primer libro: La conquista de la gloria, al que siguieronTrujillo restaurador de la independencia financiera de la Repblica Domi-nicana (943), Poesas completas, 1910-1954(954), Los Puello (959), Lapoltica de Francia en Santo Domingo (962), Poesas completas 1904-1963(965), En la ruta de mi vida (970), Espigas histricas (971).

    EL OBEUSCO DE CIUDAD TRU]ILLO

    Bajo el dombo eternal de las esferas,titn de piedra que la mar trasunta,levanta al cielo su acerada puntaoteando la extensin de las riberas.

    Mirador de las guilas seeras,en la soberbia de su frente junta,el nimbo de la aurora que despuntay el manto de las sombras agoreras.

    y cuando herido por la muerte el dael mundo se adormece en la armonaque fluye de la bveda estrellada,

    es el altivo y mudo centinelaque en el silencio de la noche velael sueo secular de la Primada.

  • PAX(En las ruinas de San Francisco)

    Un silencio profundo en tus arcadasllenas de paz histrica el convento.afuera arrastra su plumaje el vientosobre las callejuelas desoladas.

    Penetro en el recinto. Mis pisadasprolongan su rumor como un lamentoy en lo infinito de mi alma sientoel peso de las bvedas calladas.

    Doblo en el polvo la abatida frentepara alzar mi recndita plegariaen la cama beatfica y doliente;

    y contempla mi mente visionaria,que la sombra de Ojeda, lentamente,se incorpora en la nave solitaria.

    ~-64-

  • PEDRO MIR

    Pedro Mir 0913-2000). Naci en San Pedro de Macors. Poeta, ensayista,novelista, historiador, profesor universitario. Exiliado anti-trujillista desde1947, regres al pas en 1963. A raz de la guerra de abril de 1965 seausent nuevamente para regresar en 1968. Es el poeta poltico ms reco-nocido y aclamado de Repblica Dominicana, merecedor de numerosospremios y reconocimientos nacionales y extranjeros, entre los que desta-can el Premio Nacional de Historia, Premio Nacional de Poesa y PremioNacional de Literatura. En 1991 fue nombrado Doctor Honoris Causa enLetras Humansticas de The City University of NewYork. En 1992 el Con-greso Nacional de Repblica Dominicana lo declar, por decreto, PoetaNacional. Sus libros de poemas son: Hay un pas en el mundo (949), Seismomentos de esperanza (951), Contracanto a Walt Whitman (952), Poe-mas de buen amor y a veces de fantasa (969), Amn de mariposas 0%9),Tres leyendas de colores (969), Viaje a la muchedumbre (971), HuracnNeruda (975), Primeros versos (1993). Public las novelas Cuando ama-ban las tierras comuneras (978) y Ellapicida de los ojos morados (993).Tambin los relatos La gran hazaa de Limbert y despus del otoo (977)y Buen viaje Pancho Valentn (981). Su obra ensaystica consta de lossiguientes ttulos: Apertura a la esttica (974), Las dos patrias de SantoDomingo (975), Fundamento de teora y crtica de arte (979), Nocin deperodo en la historia dominicana (983), Historia del hambre (983), Elsoldadito de la esttica (989).

    POEMA DEL llANTO TRIGUEO

    1

    Al seor Magdalena

    Es la calle del Conde asomada a las vidrieras,aqu las camisas blancas,all las camisas negras,iY dondequiera un sudor emocionante en mi tierra!

    --65-~

  • !Qu hermosa camisa blanca!Pero detrs:

    la tragedia.El monorrtmico son de los pedales sonmbulos,el secreteo fatdico y tenaz de las tijeras.

    Es la calle el Conde asomada a las vidrieras,aqu las piyamas blancas,all las piyamas negras,y dondequiera exprimida como una fruta mi tierra!

    Qu cara piyama blanca!Pero seor, no es la tela,es la historia del dolor escrita en ella con sangre,es todo un da sin sol por cortar veinte docenas,es una madre muriendo el presente del hambre,es una madre soando el porvenir de la escuela.

    Es la calle el Conde asomada a las vidrieras,aqu los ensueos blancos,all las verdades negras,y dondequiera ordeada como una vaca mi tierra!

    Rompo el ritmo, me llora el verso, me ruge laprosa.

    Es que no hay nadie que sepa la historiade las camiseras?

    ~-66--

  • 11

    Llegaba de Monte Platacomo una carta triguea,con una firma de pascuas,y un sello de nochebuenas.Recia en los muslos redondos,suave en la frente de tela,con la esperanza en la Virgeny el seno en la primavera.

    Llegaba alzado en sonrisastodo un corral de guineas,cortando con las pestaasracimos de gentileza,calzando las esperanzascon zapatillas de seday oteando los horizontescon las miradas en fiesta ...

    Con ojos de malanochela mir Nio Rivera:Para mirarte, muchacha,est la calle del Conde,asomada a las vidrieras!

    Subieron las alegraspor escalones de estrellas,se abrieron de serenatas,jazmines de luna llena,blancas de miedo, las nubesalmidonaron tormentasy una estrella hinc temblorescomo un presagio de penas...

    -67-~

  • All los ensueos blancos,aqu las verdades negras.

    Con llanto de manantiales,destila sangre la tierra.Dice a su hija que un dalas dej Nio Rivera,sin cena para la noche,sin traje para la escuela,iY un ogro le est pagandocon un pan, veinte docenas!

    III

    Es la calle del Conde asomada a la tragedia,aqu los ensueos blancos,all las verdades negras,iY dondequiera un sudor rojo de sangre en mi tierra!

    ~-68-

  • ANTONIO FERNNDEZ SPENCER

    Antonio Fernndez Spencer 0922-1995). Naci en Santo Domingo. Poeta,crtico literario. Su primer libro, Vendaval interior (944), fue publicado enlos Cuadernos de la Poesa Sorprendida. En 1952 obtuvo el Premio "Ado-nais" , de Espaa, por su poemario Bajo la luz del da (953), y en 1969 elPremio "Leopoldo Panero" por Diario del mundo (970). En el pas, mere-ci el Premio de Literatura 1964 por su libro Caminando por la literaturahispnica, y el Premio Nacional de Literatura 1995. Completan su obrapotica Vendaval interior (944), Los testigos (962), Noche infinita (967),Diario del mundo 0952-1970), Tengo palabras (1980), El regreso de Ulises(985), En la aurora (986), Obras poticas (987), Poemas sin misterio(988), Cuando pasan los soles (990), Abismos (991). En ensayo y crticaliteraria ha publicado Nueva poesa dominicana. Antologa (953), A orillasdel filosofar (960), Ensayos literarios (960), Meditaciones en torno a laRestauracin, discurso (963).

    CIUDAD DE LOS ESCRIBAS

    I

    Nadie me conoce cuando subo por la cadade los ros.

    Ahora que el amor se quiebra sobre los almenaresdeslumbrantes,

    no te siento acoger al hombre o a las estrellasque ocultaron sus pasos en la noche.El alma hoy se asoma a tus pupilas como

    nombre terrible.Alma: ciudad desplomada sobre los grandes ros,desierto de unos labios continuados al alba

    sin alegra,astilla contra el pecho de los hombres amargos.

  • II

    En soledad estaba el alma en el desierto.Slo tus muertos levantados del polvo

    quemaban sus anillos;los muertos solos siempre pensativos ante

    la eternidad.

    Yo quera en ese tiempohablar de las ciudades dormidas al mediodao del pas donde la lluvia cae sin cesar

    para la primavera.

    All las siete trompetas se levantaban del polvo,y yo vea el desplome de los ngelescomo nevadas flores amorosas.Las ciudades estaban devoradas de soledad.Era el momento justo en que Dios cumpla

    su palabra.III

    Alma, en dnde ests entre las formas delpolvo?

    -Yo soy la voz que se levanta de las piedrasy de los ros esclavosy lanza su grito de libertad a los ojos del hombre.

    N

    Ciudad de los escribas,dnde est la sangre de tus hijos muertos

    contra la ley de Diosque es junta y poderosa como las montaas

    ~-7o-

  • o como el hombre rebelde contra el sol porqueno ve la dicha?

    Dnde estn las joyas relucientescon que ornaste la frente de tus mentiras?Dnde los cuerposde tus doncellas daadas por el alba?Dnde est Dios atravesado por la flecha

    ingrata del hombre?

    v

    A veces siento que los besos del surqueman mis labios;

    pasan hasta la sangre librndome del desierto.Qu cuerpo es aquel que siento contra mi

    respiracin pausadacomo en los das en que me abastaba de amor

    en la tierra,de pechos mentirosos como la luz o el alba?

    Yo llevo mi protesta de libertad para loshombres.

    Dnde estn las siete heridas de mi Diosenceguecido de amor en la noche?Dnde los vientres tumultuosos como la

    tempestad de los dasluchando contra la muertey que lanzan a la pequea sangre a la forma

    del hombre?Sobre la creacin un viento de olvido engendra

    esterilidad.Qu da la mujer que no sean sus lgrimas

    -71~

  • o su cuerpo como una luna triunfadoraabastecida de hijos?

    Cuando los hombres luchan en la vida,la mujer se acuesta con la muertea dar la vida.Ella es la vencedora, la enrgica hija

    del hombre;puede tener un nombre hermosocomo la muerteo como el amanecer sin esperanza.

    VI

    Yo he visto a la mujer hmeda de rocotrizar el trigo con sus lgrimas.

    Ciudad del dolor,dnde te perviertencon los placeres rpidos como los caballos

    que van hacia la muerte?Oh callados muertos,nada podis decir de vuestros huesos silenciosos:habis muerto porque es profundo el olvidoen el reloj de sangre indiferente.

    Ninguno de tus hijos ya consume su cuerpoen el amor maltrecho.

    Nadie lucha por el hermano,y el padre ha olvidado la lengua amorosa

    de sus hijos.Slo los muertos nada sufren. Slo el agua

    desierta nada sufre.

    ~-72-

  • VII

    Yo vine al tercer da de la creacin:en mi corazn tenia la soledad y a mi espalda

    la muerte.Nadie me lloraba y vela crecer la ruina

    de los pjaros;la protesta de los hombres me llegaba como

    la sangre altaen la rebelin de los ngeles.Ciudades a las cuales robaron el trigo y

    su alegravenan a caer en silencio sobre mi sangre.

    Yo soy el hombre de la creacin en suspenso.El solitario que piensa por los que no quisieron

    ver el pesar de los hombres;no traigo palabras lejanascomo lechos donde el amor ya no empieza.

    VIII

    Quin detiene a los ros que nadie buscaescondido en su desdicha?

    Por qu los muertos no vienen a los estremecidosumbrales de la noche?

    Por qu el hombre oculta que sufre suamor y su mentira?

    Dnde est el arpa de David oscurecidapor el dolor del hombre?

    Quin retiene a Dios en el olvido de su

    -73-~

  • cielo hermoso?Qu fue de ti,oh ciudad maltrecha por la soledad y el

    abandono?

    Habla, ciudad, con lengua sabia,que las monturas de los conquistadoresvienen herradas de horror y oro,y la plata despliega sus argentinos

    ngeles de nada;dime si oste correr los muertos por tu nombre.

    Yo, sin reposo, no le tengo miedo a losumbrales de la muerte;

    porque donde se arruinan las cosas allexiste la vida

    como en el primer da.

    IX

    Quin se levantara por encima de lasdesdichas a sealar al hombre?

    Quin tomar sobre su sangreel sueo de los adolescentes cados en el

    sur en la lucha?Quin tomar la lucha como se toma una

    flor desamparada?

    Ninguna voz es mayor que la voz del desierto,y nadie escucha si el corazn est enceguecido.

    ~-74-

  • FREDDY GATN ARCE

    Freddy Gatn Arce 0920-1994). Naci en San Pedro de Macors. Poeta yensayista. Figura representativa del movimiento La Poesa Sorprendida ydestacado periodista. Fue director del diario El Nacional y durante dcadasmantuvo una pgina de literatura en el peridico El Caribe. Su obra poticaest integrada por los libros Vla (944), Retiro hacia la luz 1944-1979 (980),Son guerras y amores (980), y con auer tanto tiempo (981), El poniente(982), Cantos comunes (983), Estos das de tlbar (983), De paso y otrospoemas (984), Mirando el lagarto verde (985), Los ros hacen vaca (986),Celebraciones de cuatro vientos (987), Era como entonces (988), Andan-zas y memorias (990), La guerrillera Sila Cusar (991), La cancin de lahetera (992), La moneda del prncipe (993). En 1952 public la antologaFranklyn Mieses Burgos.

    ESTOS DAs DE TIBAR(fragmentos)

    Sbado, 30 de julio-I

    ''Aqu entre nosotros";Ir a la plaza los domingosEs mejor que pasar por la acera del templo.Se est ms cerca del cieloCuando se ve a las verduleras y vendedores de pltanosAceptar calmosamente el regateo de sus clientesQue cuando se notan las miradas de las damasencopetadasPreguntndole a uno en silencioSi el tono de sus afeites va bien con sus escotes

    y peinados.Pero en uno y otro caso, "como en todo en la vida",

    -75-~

  • La grandeza y la miseria tocan a tu puertay es bueno que la abras de par en parPara que el da y la noche te visitenCada semana.

    Sbado, 30 de julio-JI

    Desde que gateabaMe entretengo garabateando en todas partes.Antes, cuando todava solo me sacaban de la cunaPara darme el bibern,Diriga signos con los pies y las manosA las reconditeces del mosquitero y las barandillas.No recuerdo cmo poda descifrar para m sloEsos mgicos mensajesTan indelebles como la luz y el viento.Pero hoy que mohece el cuaderno en donde puse tunombreOtros saben que te am desde siempre.

    Mircoles, 7 de septiembre

    Entra en la ciudad por la puerta del Estey anticpate al sol.

    y abandona la casaPor la puerta del Oeste

    y borra el da pasado.

    ~-76-

  • Lunes, 12 de septiembre

    Comienza la aventura de la ciudad despertandoComo una bestia que por algunas horas estuvoA merced de las estrellas.

    Debemos tirarnosEnseguida de la cama, ordenar de prisaLos pensamientos y los trancos, no hacer casoDe las conmociones en redor y bajo nuestros pies.Es otro da".

    LA MEllA

    Desapareci virgen, y las noticias que luego hubo de ellaHablan de unos hombres que la instaban, de incendios

    y espejosQue devastaban su ingenuidad y su magia y la pulan

    enamoradaDel Tiempo Grande, apodcticaDe las ruinas de la urbe y de las palomas que alzan elvueloCuando los crepsculos abren sus laberintos,

    graban enigmas.Pero otra vezLa vieron bajar de una guagua de colores ofuscantesy dirigirse como siempre a la casa en donde habareventado,y desde entonces volvi a recorrer todas las maanas

    los negocios

    -77-~

  • En los cuales compra alimentos y artculos de uso domstico.Nada indica, sin embargoCmo extraos influyeron en sus dones durante su ausenciay as los dueos la contemplan de nuevo con avidez

    de tratantesy criollos y turistas querran derrapar sobre su cuerpo pardo,Sigiloso,Como cuando los autos patinan en las carreteras serpentinas.Es decir,Nadie piensa en la muerte al verla caminar, pechos

    y napas vibrantes,Sino en los misterios que esconde su noche esplendorosa

    y salaz.y sin aadiduras informoQue ms tarde de ella slo quedaron zozobras y vacosPor desapacibles calles aledaas al mercado de la Mella,

    una avenidaDe trajines, gritos y pamemas de polticos, buhoneros,

    regatones.Parece que sali de ese mundo por la trampa de piedraQue gira con el eje de la tierra;Parece que gira con la Puerta del Ro, sin malicia de vida.

    ~-78-

  • MANuEL RUEDAManuel Rueda 0921-1999). Naci en Monte Cristi. Poeta, narrador, crtico,ensayista, dramaturgo, pianista. Una de las ms importantes figuras de la litera-tura dominicana del siglo XX. Fundador del Pluralismo. Fue merecedor denumerosos premios y reconocimientos tanto en el pas como en el extranjero,entre los que destacan seis Premios Anuales de Literatura: en Poesa, por Porlos mares de la dama (976), Las edades del viento (979), y Congregacin delcuerpo nico (989); en Cuento, por Papeles de Sara y otros relatos (985); enNovela, por Bienvenida y la noche (994), con el que obtuvo tambin elPremio Casa del Escritor; y en Teatro, por El rey Clinejas (979). En 1994 se leotorg el Premio Nacional de Literatura; yen 1995 el Instituto de CooperacinIberoamericana, de Espaa, le concedi el Premio Teatral Tirso de Malina porRetablo de la pasin y muerte de Juana la Loca. En 1998 obtuvo el Premio dela Feria del Libro "Don Eduardo Len limenes" por el poemario Las metamor-fosis de Mackandal (998). Su obra potica est integrada por los libros Lasnoches (949), Trptico (949), Las noches (956), La criatura terrestre 0%3),Con el tambor de las islas. Pluralemas (975), Por los mares de la dama (976),Las edades del viento (979),Congregacin del cuerpo nico (989), Materiadel amor (994), Las metamorfosis de Makandal (998), Luz no usada (2005).Como narrador, en 1985 public el libro de cuentos Papeles de Sara Y otrosrelatos, y en 1994 la novela Bienvenida y la noche. En Teatro, public Latrinitaria blanca (957), Teatro 0%8), La prisionera del Alczar (976), El reyClinejas (979). Su obra crtica y ensaystica est recogida en los libros Antolcrga panormica de la poesa dominicana contempornea 1912-1%2 (en cola-boracin con Lupa Hemndez Rueda, 1972), De tierra morena vengo (encolaboracin con Ramn Francisco, 1987), Dos siglos de Literatura Dominica-na (S.xIX-XX), Tomos I y II (996), Antologa mayor de la literatura dominica-na. Tomos I y JI (999). A medio camino entre el ensayo y la divulgacin, en1980 public Todo Santo Domingo. En 1970 Adivinanzas dominicanas (970),ttulo al que sigui Conocimiento y poesa en el foklore (971).

    SANTO DOMINGO ES ESTO

    Santo Domingo es esto: un milln de habitantes quete miran

    un milln de moribundos que se esfuerzan

    -79~

  • bajo el sol.Que hacen ruido y te mirante gritante esquivan a sabiendaste persiguente violante agarran la solapate sacuden los hombroste interrogante besante preguntante comprimente arreglan la corbata

    -te ha costado dos horas de laborfrente al espejo ese nudo que ahorate aplastan de un solo manotazo-te meten la mano en los bolsillos-no sabes qu te pasa-te aconsejan.

    Subes al carrose te ponen delantete contienes

    -carros carrozas autobuses camiones bicicletastriciclos patines patinetas motores de carrerade lujo azulvioletagrisesamarillos color crimencolor caca de comerciante deshonesto colortrasero de viuda con su capota de luto negrocomo las esperanzas del difunto-

    te chocante urgente obligan a ir de prisadespacio

    ~-8o-

  • te bajas como puedesdecides caminarvuelvente besante ponen contra el murovan a tirar

    -te tiran!-mueres

    se te abre el pecho en doste derrumbaste miran caersonrenlos insultas despus de muertoy siguesvas a tus comprassaleste inclinas

    -tus huesos sienten la reverencia-pasas indemne y lastimadoeructas.

    Se oyen noticias amplificadas por los altoparlantes.Msica.

    El sur de Chile en ruinas.Msica.

    Periodista asesinado.Estudiante asesinado.Maestro asesinado.

    Msica.Obrero asesinado.

    (Deja seis nios hurfanos).y msica.

    Te trajeron aqu junto a estas aguas tenebrosas

    -81-~

  • con msicay caderas ondulantes de palmas.Te trajeron aqu con grito de sal y yodoy una guitarra sonmbulasonando en los malecones infestados de luna.y aqu estspaseando en estas grietas de la tierra que son una ciudadjunto a estos edificios porosos como cnceresque destilan su pussus crmenessu msica.

    Los poetas hablan mientras toman su caf de todas lashoras.

    Qu dicen?Hablan por no escribir.Escribenpara ganarse el derecho a la palabray trotan por las calles con su ira y su Nerudabajo el sobaco reventn.Ellos nacen aqu y aqu enmudecen.Ellos quisieran cambiar el mundo con sus cantos no

    dichoscon sus puos no dichosy sus armas mudas.Sus estrofas cambian de direccin y de nostalgia.Son silencio acumuladohileras de silencio recortadas para que luzcan bien.Miran este paisaje con cielo azul turqudonde nacieron

    y no comprenden.Bailan su msica de espectrossu merengue de soledad pura y de huesos encendidos

    ~-82-

  • y no comprenden.Bailan y luego se estn quietoso escribenslaba de ms o slaba de menos.Eso!

    y no comprenden.

    T enmudeces tambin.No oyes a Hctor temblar en las madrugadas deSantiagoroyendo su pan durosu senectud a la espaldacon su fardo de dioses y de hroes ametralladoscon su patria partida y de rodillas

    en la amplia bandeja del recuerdoentre circulares y telegramasentre su horario y Canditaviejo len de dentadura postizay limadas garras?

    Sin embargo aprended ese rugidocuya mordaza es amor silenciosofuego aherrojado en fogones campesinos.Ah esta l. Tomadlo!Pronunciadlo a todo pulmn sobre las cumbres del da.Vivid por la palabra.y caminad cantndolarehacindolahaciendo la palabra en los caminosamasndola con pan y con justiciabebindola con lgrimashecha de balbuceos de nios y de moribundosdel silbo del cuchillo que penetra las carnes

    -83-~

  • descoyuntando la voz y el esqueleto.De toda esta materia pronunciada por el amor y por la

    sangrehaced vuestra palabra.

    Entonces oh poetasescribid vuestros cantossentados en las piedras de esta ciudad en ruinas.

    ~---84-

  • VCTOR VILLEGAS

    Vctor ViIlegas (924). Naci en San Pedro de Macors. Poeta, abogado yprofesor universitario. Premio Nacional de Literatura en 2000. Obras publi-cadas: Dilogos con Simen (977); Charlotte Amalie (980); Juan Criollo yotras antielegas (982); Botella al mar (984); Cosmos (986); Poco tiempodespus (991); La luz en el regreso (993); Ahora no es ahora (997);Jams (2000); Muerte herida (2002); Sueo y realidad (2006).

    AHORA ES LA HORA

    Me encontr con Walt Whitman en lacalle El Conde, sus zapatos azules, elojo negro junto al blanco, llegdesde la esquina Edgar Allan Poe, cercade l Bretn y Hemingway, si erade da o un largo pozo decansancio, no lo recuerdo, lasjvenes con los senos dormidosno los mirabanan salta el caf frente a lastiendas y entre sus labiosse detiene, lo beben como susalmas al lquido que seesconde y salta y llevala libertad en sus espaldashay miedo en los suburbios.El mundo se arrincona en el

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  • color de la serpiente mientraslentos los entierros gritana las naranjas.Ruido?, no.Les pregunt quin es la rosa cuandohabla con los ricos, dnde estnsus parientes, nadie aqu enla tierra est tan solo, a veceses mejor comer los ojos demendigos que creer en losbancos que no hablan, ahoraes la hora. Ha de cambiar elgrano que grita, transformalas ciudades y en sus manosencintas los poderes searrastran.Me contestaron que los pecesdocentes y sus esposas ntimastodava se enternecen.Descongestionado el trnsito, un simplevaso de cerveza en cada hora.Los poetas hermanosse acercaron. Hoy estn tristes.Ni Rommel, Hiroshima o Nagasaki. Poesobre ellos lanz las sepulturas:Si no callamos, si la protestaes llevada con solemnidad al salnnegro de la funeraria y ni siquieradolidos sus narices miramos,se escucharn ahora golpesen el pecho desde lascamas plateadas, un gento persiguesus camisas en fuga,

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  • es que con pieleshipcritas ir no podramosa los cerveceros barriales, hablandosus idiomas o desde el mar mirndolos, conBen Gurion o sin Ariel, elque all lejos pasa es Colin Powell.Que me contradigo y qu?, Walt, Bretn, ErnestHemingway, qu tambin se contradicen?Siguen soando, llorando el mismoaire, recogiendo del sol las cremasms calientes, viendo a la gente entrandoa las gavetas como antes. Tantos siglos.Hay sorderas en las persianas delbar, sorderas en el ojo de laaguja clavada en el cerebro, en labala mortuoria, histrica, clavadaen el cerebro, a pocos pases deenviudar porque es casi nada loque existe a travs de las calles, y a nadiegrita: es caro el aire, huye delas barberas, y qu pena! por laorilla o debajo delbastn del pobre no pasan vestidasde alcanfor las elegas.Entiendo esto que veo si penetrando aunen mis entraas no lo entiendo?Estn ya en los balcones de la historiatantos muertos, sonren en lasduras maderas, de la libertadsus ltimos refugiosescondan, procesiones de barcosy pases desiertos con tiranos sincasas los humillan.

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  • Pero por qu asistir a mi otroentierro si antes ya lo he hechotantas veces? Slo as nadiehablara de m porque el queal muerto desentierra penetra en susconjeturas.

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  • RAFAEL VALERA BEN1EZRafael Valera Bentez (1928-2001). Naci en Santo Domingo. Poeta, ensa-yista. Ha publicado los libros de poesa Tro (1957), Los centros peculiares(1964), La luz descalza y Elegas (1966), Canciones australes (1979), Eldesamparado y la provincia (1994). En el ao 1984 public Complot des-velado! Gnesis y evolucin del movimiento conspirativo celular "14 dejunio" contra el Gobierno Dominicano descubierto por el 5IM en enero de1960 (1960-1984).

    CANTATA NMERO CINCO

    A Santo Domingo, mi ciudad natal, sitiada en 1965 por 42.000forajidos imperialistas mientras yo, a miles de kilmetros, no poda

    empuar un fusil para defenderla.

    1

    El huracn te ama y el fuego y el salterio. Te ama elvictimario. Yo te amo y te amaba cuando nac en tus puertas,(Arden ros y nubes y tindese la noche).Ests ah rojiza, rugiente, rodeada.Amorosa dadora de odios, siempre viva. Amndote,

    te escarvanhormigas todava.

    Te caonean y el ruido te ama el aire siempre:tus hojas beben plvora y te aman los que mueren.Los que viven susurran: "no hay agua, slo hay sangre".y hay vidriospara hacerte el himno y el vinagre.

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  • Hay notarios babeantes y un tiro o una garganta. Y el marde mirlos llega para amarte la noche.

    Rojiza y rodeada ests como la sangre. Slo sangrerecorre los meses y las llamas. Slo sangre en cabellos, en

    sangre. No te dejan en paz ni el odio ni las arpas.Por encima de todos te veo trepidar sin rostro.

    Recurdame hoy, rojiza, en la batalla que amas.

    Te ama el victimario que no tiene tus calles: Ca su modo,tambin los malditos te aman) Te aman los traidores en laentrega que niegas

    y se crispan y quiebran tu fusil y tusmieles: Cules mieles? Los tutanos del nio acaso?las cejas del deshecho anciano? el perfil de una madresangrando contra el muro?

    Ese es tu pan celeste y a nadie lo convidas.Porque el mundo asustado te mira batallar gimiendoy tiembla y mira y muere de miedo o de vergenza.

    11

    Resiste an, resiste vieja ciudad hermosa. Nada tuercetu ira, nadie puede contigo. Maldic