Solidaridad Como Actitud

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Solidaridad como actitud Mons. José Rafael Quirós Quirós Arzobispo Metropolitano Días atrás, comentando el pasaje del joven rico a quien Jesús llama a vender sus bienes y darlos a los pobres para, así entonces, seguirlo, el Papa Francisco aseveró que de golpe, “la alegría y la esperanza” desaparecen en aquel joven, porque él, no quiere renunciar a su riqueza y, por eso: “Es necesario hacer de modo que si se poseen riquezas éstas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”, grande o pequeña.” Ese “no querer renunciar” es otro modo de llamar al “egoísmo”, apego excesivo y perverso a nosotros mismos y a nuestras seguridades, cuales fueran, que nos lleva a buscar, exclusivamente, nuestro propio interés, en consecuencia, insiste el Papa, es necesario “abrir la mano, abrir el corazón, abrir el horizonte. Pero si tú tienes la mano cerrada, tienes el corazón cerrado… no tienes horizontes, no ves a los demás que tienen necesidad y terminarás… lejos de Dios”. Esa “perdida de horizontes” está presente también a nivel social. Por décadas, los costarricenses hemos contemplado, con pasividad e indiferencia, como se diluye una concepción de Estado en el que el bienestar y la cohesión social sean la prioridad. Vivimos en lo que el mismo Francisco denomina una sociedad "frenética e insolidaria" que causa que haya personas que estén "solas, desorientadas o doloridas". Desde esta lógica, he venido insistiendo, y así lo reiteré el pasado 1° de mayo, día de San José obrero, en la urgencia de cultivar en Costa Rica la solidaridad para la búsqueda del

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Solidaridad como actitudMons. Jos Rafael Quirs Quirs

Arzobispo Metropolitano

Das atrs, comentando el pasaje del joven rico a quien Jess llama a vender sus bienes y darlos a los pobres para, as entonces, seguirlo, el Papa Francisco asever que de golpe, la alegra y la esperanza desaparecen en aquel joven, porque l, no quiere renunciar a su riqueza y, por eso: Es necesario hacer de modo que si se poseenriquezasstas sirvan al bien comn. Porque la abundancia que se vive de manera egosta es triste, quita esperanza y genera todo tipo de corrupcin, grande o pequea.

Ese no querer renunciar es otro modo de llamar al egosmo, apegoexcesivo y perverso a nosotros mismos y a nuestras seguridades, cuales fueran, que nos lleva a buscar, exclusivamente, nuestro propio inters, en consecuencia, insiste el Papa, es necesario abrir la mano, abrir el corazn, abrir el horizonte. Pero si t tienes la mano cerrada, tienes el corazn cerrado no tienes horizontes, no ves a los dems que tienen necesidad y terminars lejos de Dios.

Esa perdida de horizontes est presente tambin a nivel social. Por dcadas, los costarricenses hemos contemplado, con pasividad e indiferencia, como se diluye una concepcin de Estado en el que el bienestar y la cohesin social sean la prioridad. Vivimos en lo que el mismo Francisco denomina una sociedad "frentica e insolidaria" que causa que haya personas que estn "solas, desorientadas o doloridas".Desde esta lgica, he venido insistiendo, y as lo reiter el pasado 1 de mayo, da de San Jos obrero, en la urgencia de cultivar en Costa Rica la solidaridad para la bsqueda del bien comn pues una sociedad insensible, insolidaria e incapaz de reconocer sus serias falencias, camina, irremediablemente, hacia el abismo.Como Iglesia, de frente a situaciones como la grave crisis fiscal o la manifiesta confrontacin social, entre otros temas, no podemos renunciar a promover el dilogo como camino, pues, como nos recuerda Francisco, y es perfectamente aplicable para nuestra realidad nacional: No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minora ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural. (Papa Francisco, Evengelii Gaudium. N. 239). Lo que ingresa a las arcas del Estado, ha de beneficiar a toda la poblacin.Precisamente, en el da del trabajador seal cmo, en cierta medida, perdimos la capacidad de colocar el bien comn por encima del bien particular. Entendiendo por bien comn el conjunto de condiciones sociales, polticas, econmicas y culturales que permiten a las personas alcanzar su plena realizacin y la construccin de una sociedad realmente solidaria.

Tambin hemos perdido la comprensin amplia de la solidaridad, pues muchas veces somos solidarios nicamente cuando hay una emergencia de cualquier tipo y hemos dejado de lado lo que san Juan Pablo II nos enseaba, al decir que la solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinacin firme y perseverantede empearse por elbien comn;es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsablesde todos (Cfr. SRS 39).

Invito, una vez ms, que a nivel personal, grupal o gremial, nos preguntemos: Estamos dispuestos a renunciar a privilegios como expresin de la solidaridad y del bien comn? En un pas mayoritariamente creyente, los catlicos, y los cristianos en general, somos los primeros llamados a poner en prctica la enseanza del apstol san Pablo: Nadie busque su propio bien, sino el del prjimo. (Cfr.1 Co 10, 24).