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texto de Sanchez sobre la etnoteoria de los tlaciuines.

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin

    INTRODUCCIN

    Jos Snchez ]imnez CIESAS-Go!fo

    Durante los aos 2000 y 2003 realic varias incursiones en la sierra hidalguense entre los pueblos fronterizos de Tepehuacn y Molango. Ah los habitantes aluden a una experiencia de "extravo" provocada por un acontecimiento inusitado: el en-cuentro del hombre con una "entidad" denominada tlaciuin. No obstante, cuando las narraciones sobre tlaciuines no semejaban habrselas necesariamente con una entidad u objeto, entender a qu se referan resultaba complicado e, incluso, absurdo. Por qu los narradores insistan en comunicar que los tlaciuines tenan una forma, eran identificables y adems se les atribuyen cualidades extraordinarias, como la capacidad de volar como aves y hablar como personas? A travs de las narrativas locales me propuse en este ensayo encontrar el eje articulador de la multivocidad recreada en torno a los tlaciuines.

    Si lo que se dice acerca de tlaciuines son versiones respecto de una entidad u objeto, entonces lo que cambia es la manera de ver. Este perspectivismo o multipli-cidad de miradas solamente podra resolverse en la experiencia sensible: cmo acordar una versin que sea creble, identificable o ejemplar? Por el contrario, si las versiones son distorsiones o se alejan del sentido culturalmente compartido por los habitantes de las localidades serranas, por qu insistir en el uso del vocablo tlaciuin e informar y socializar en su uso a los infantes? Por este camino podemos intuir que debera haber una "etnoteora'' ( Garfinkel, 1967) del tlaciuin.

    Cuando afirmamos de principio que hemos recopilado "versiones" de algo o de alguien, damos por sentado que ese algo o ese alguien es o ha sido de alguna manera o forma. Si no fuera se el caso, no tendra sentido el uso de la palabra "versiones". Desde hace algunos aos este problema ocupa un lugar central en la discusin etno-grfica bajo la forma de "escrituras y mtodos nuevos" (Aurgan, 2001; Marcus y Fischer, 1986; Clifford, 1995), o como distinciones de principio sobre el significado

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    de la descripcin etnogrfica y lo que de ella se puede inferir, conjeturar o interpretar (Sperber, 1982; Geertz, 1995; Affergan, 1999), y tambin porque hablar de versiones sobre un objeto nos lleva a pensar en el tema de la multivocidad (Burke, 2001) y los tipos de narracin (Van Maanen, 1987).

    Propongo reflexionar aqu sobre la pertinencia de la idea de "versiones" derivadas de la diversidad enunciativa que los nativos de la sierra hidalguense profieren cuando hablan de tlaciuines. Seguir las "versiones" sobre los tlaciuines, primero, elicitando su gramtica y, enseguida, ejemplificar el uso corriente del trmino aplicado en diversos contextos y circunstancias. Este recorrido por las voces de los habitantes de Molango nos permitir problematizar las implicaciones de "versin" para una ontologa o de-finicin de objeto o cosa, y la de acontecimiento o experiencia fenomenolgica.

    MULTIVOCIDAD: LOS VOCABLOS DE TLACIUIN

    Es una g;ran suerte no saber del todo

    en qu mundo se vive.

    Wislawa Szymborska

    La multivocidad ha sido definida frecuentemente como narraciones que se realizan desde distintos puntos de vista (Burke, 2001). Por ejemplo, una narracin cuyo tema ha sido previamente designado puede verse desde diferentes posiciones. Lo que cambia es la posicin del narrador, el contexto o las formas de interlocucin. Se podra decidir lo que una versin comunica o informa en cualesquiera de aquellas direcciones. Las ms de las veces, para resolver el problema de la multiplicidad de pers-pectivas, que nos lleva a incurrir en posiciones de relativismo extremo, se asume que los puntos de vista acerca de un tema u objeto de enunciacin son resultado de formas de distancia o de proximidad estructural y que, en cualquier caso, actualizan una estructura o estructuran nuevas formas de significado.

    Resolver la multivocidad como una cuestin de proximidad o distanciamiento de la obra o el objeto de enunciacin supone asumir de antemano que hay un modelo de referencia o contraste. La perspectiva de Burke semeja la de la teora ritual a travs de la figura de la liminaridad: en los ritos de pasaje de tipo telctico se da

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin 99

    lugar a lo nuevo y se distancia de lo viejo; o incluso, cuando se estabiliza el significado y las versiones se aproximan a la estructura estamos ante convenciones sobre el objeto de comunicacin que hacen inteligible la cultura (Leach, 1997: 92). Sin embargo, el problema con las versiones es que no tenemos certeza sobre el modelo, pues esto presupone haber resuelto, para el caso de las narrativas sobre tlaciuines, si las versiones aluden a un objeto y por tanto a una concepcin de lo real, o bien si se trata de una forma de comunicar una experiencia o acontecimiento, es decir, una concepcin de la experiencia.

    En el extremo opuesto a esta posicin se encuentra la del relativismo extremo ( Goodman, 1990; Bruner, 2001), que deriva de la heteroglosia o multivocidad, una ontologa dbil, es decir, que cada versin acerca de algo instaura solamente su po-sibilidad. Por esta va terminaramos con la conclusin de que los tlaciuines no son sino entidades posibles, experiencias de extravo dentro de un marco de sentido caprichoso y eventualmente diferente segn el partcipe. El posibilismo es inexacto e inconsecuente con una etnoteora de tlaciuines: la falta de coherencia y el uso ar-bitrario acabaran por debilitar su capacidad recursiva para informar a los nios y adultos dentro de un marco de sentido para explicar el "extravo". En otras palabras: si tiene sentido hablar de tlaciuines es porque los nativos comparten una visin de lo que ello significa en cada caso, no porque sea falsable la versin, sino porque deber haber rasgos de pertinencia que los hagan crebles.

    Las siguientes versiones nos informan de la multivocidad y nos abren un abani-co de posibilidades para reflexionar sobre la construccin social de la experiencia del "extravo". En sentido estricto, las versiones debern considerarse para el caso que nos ocupa como sinnimo de "perspectiva'':

    Palabras como perspectiva, punto de vista, son aspectos frecuentemente usados y fcilmente comprendidos, al menos para propsitos prcticos de comunicacin cotidiana. Con "perspectiva" y "punto de vista" nos referimos a la posicin desde la cual una persona o un grupo ve algo (cosas, personas o eventos) y comunica sus visiones. Con "aspectos" nos referimos a aquellos rasgos, atributos o caractersticas en las cuales los objetos de nuestra percepcin o cognicin aparecen. Esos signifi-cados bsicos son apropiados para cada comunicacin y comprensin. (Graumann y Kallmeyer, 2002: 7)

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    NARRATIVA 1. CMO ATRAPAR A UN TLAC/U/N?

    Cuenta ngel (Snchez: oc4: marzo 14, 2000) que haba en su pueblo un seor de nombre Romn, quien se jacta de haber atrapado a los tlaciuines. Hastiado de que aquellas aves atravesaran su milpa, e interrumpieran su sueo, se le ocurri tenderles una trampa. Demand a su esposa que le facilitara su rebozo, mismo que extendi . a medio camino en su parcela, ah donde los tlaciuines acostumbraban pasar durante la noche. Al pasar por encima del rebozo, quedaron atrapados Esto, afirman los narra-dores, fue posible porque lo hizo con la ayuda de una "creencia'', es decir, mediante palabras rituales que obligaran a aquellas entidades a caer en la trampa. Se dice que eran cuatro tlaciuines, todos ellos procedentes de otras comunidades o pueblos, a quienes Romn increp: "Quines son ustedes? Por qu pasan por aqu? No ven que me quitan el sueo? Qu es lo que quieren?" Los cuatro respondieron al unsono: "qutanos la trampa'', pero Romn los condicion hasta que le dijeran quines eran: unos provenan de Acayucan, otros ms de Tlaltzintla. Slo entonces los dej ir, no sin antes obtener de ellos la promesa de que no volveran a pasar por su parcela.

    NARRATIVA 2. TLACIUIN COMO RECURSO ENCUBRIDOR

    Hiplito, hijo del fiscal de la Iglesia catlica, protagoniz una experiencia desagra-dable que puso en riesgo su honorabilidad. En Coshuaca, cuando una mujer queda sola, es habitual que busque casarse con un hombre que rena cualidades como la de ser responsable, respetuoso y que cumpla con sus obligaciones de proveedor. Un hombre borracho no sera un buen consorte. Pero adems se comparte la idea de que un hombre solo llevara una vida triste, as que lo recomendable es que, a una cierta edad, hombres y mujeres busquen emparentarse para subsanar la soledad. Pero sucede que algunas mujeres, al quedar viudas o al ser abandonadas y con hijos, ya mayores, no tienen la fortuna de ser apreciadas como futuras esposas. En este caso se convierten en amantes o mujeres que dan consuelo a los hombres solos, o que desean tener una relacin ocasional. Digamos que son susceptibles de convertirse en mujeres que aman demasiado y reciben muy poco a cambio y un enorme estigma o castigo social. Y sin embargo, son capaces de promover la sutileza y el erotismo en las relaciones. Las mujeres cuyo rebozo atora a los tlaciuines, tambin atoran el paso de los hombres. Eunice haca lo propio cuando Jacobo pasaba diariamente por el

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    patio de su casa, rumbo al monte. Le deca: "Jacobo, ven, quiero encargarte unos tomatillos cuando regreses de tu labor. Aqu te voy a esperar con tu comida, y para que reposes un ratito". Esto suceda durante las ausencias de Flor, su esposa, quien tuvo que ser trasladada de emergencia a la ciudad de Mxico para ser intervenida quirrgicamente. En opinin de Jacobo, un hombre no puede estar solo, porque entristece, siempre le hace falta su compaera, as que acept de buena gana la invi-tacin de Eunice. Pueblo chico, infierno grande.

    Quiz por eso Hiplito, seducido por el relato de Jacobo, supuso que Eunice habra de mitigar su calentura. Durante un sueo de borrachera, Hiplito extravi el rumbo y lleg a casa de aquella mujer, imaginando que sera convidado de una buena compaa, calor de hogar y una noche de pasin. La mujer lo despidi a "peazos", como dicen los nativos, es decir, a pedradas. Golpeado y maltrecho, Hi-plito lleg a su casa, donde su mujer pregunt: "Qu te pas? Por qu vienes as?" Hiplito jams mencion que intent seducir a Eunice y, por el contrario, narr que los tlaciuines lo haban tomado por los hombros y que lo haban rodado en el monte. No obstante, advierten quienes esto relatan que "el cuento pronto se supo". Entonces todo mundo comenz a bromear con los tlaciuines: si alguien era descubierto en relaciones extramaritales o incurriendo en relaciones sexuales ocasionales, ahora divertidos exclamaban: "te entretuvo la tlaciuina?"

    Las dos versiones respecto del tlaciuin aluden a la experiencia de encuentro. Tlaciuin es una mediacin de la experiencia fenomenolgica. La evidencia de que alguien estuvo en conta~to con aqul es el cuerpo mismo. Pero ahora imaginemos por qu un hombre adulto, casado, con hijos, y que estuvo a punto de cometer adulterio, se justifica ante sus pares alegando que sufri el ataque de un tlaciuin: este acto de justificacin muestra que los tlaciuines aluden a objetos o a experiencias. Segn lo consideremos, estaremos en posibilidad de comprender el uso de las narrativas sobre tlaciuines en la sierra Molango.

    NARRATIVA 3. LA DIFERENCIA ENTRE NAGUALES Y TLAC/UINES

    Los habitantes de la regin fronteriza de Tepehuacn y Molango que hoy rondan los 70 aos de edad comparten algunas vivencias que son narradas teniendo como eje de los relatos a los naguales. Cuenta don ngel (marzo 3, 2000) que hace algunos aos aconteci en la cocina de su nuera la presencia de un nagual. Mientras ella

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    esperaba que llegara su esposo, un tecolote se meti a su casa y se pos sobre un travesao. Le dijo: "No te vas? Ya vers cuando llegue mi esposo!" Cuando lleg el marido le dispar con su escopeta. El tecolote cay al suelo, de donde lo recogi el hom-bre para enseguida prenderle lumbre. Al da siguiente se present en su casa una seora procedente de otro poblado: "Son ustedes muy malos, por qu me quema-ron?" En respuesta obtuvieron no una justificacin, sino una advertencia: "Si quie-re visitarnos, por qu viene de noche y se presenta as, de esa manera". ngel dice que se trataba no de una persona, sino del espritu de la seora, pues era un nagual, y al ser quemado el tecolote ella tambin muri.

    Los naguales, asienten los hijos de ngel, son as: animales que llegan intempesti-vamente con la finalidad de causar algn dao o perjuicio. Una vez, insisten ngel y Marn, "lleg aqu un mahuaquite" [serpiente]: "Lo matamos y lo quemamos ... Cul! Lo dejamos colgado en una viga, y al rato ya no estaba. Desapareci. Se fue arrastrando vivo, ya no lo pudimos detener". Sin embargo, tlaciuin no es lo mismo que nagual. Al preguntarles por las diferencias entre ambos, no dudan en describir que los tlaciuines "son aves que aluzan [iluminan], tienen una lucerna que llevan en la frente, pelo espon-jado y largo, patas de patache [guajolote] y tienen por costumbre hablar rpido y en nhuatl. Lo hacen para confundir a las personas que caminan en el monte".

    La idea de que los tlaciuines son entidades burlescas que distraen la atencin del caminante ha sido patentada como una de las versiones experienciales o fenomenol-gicas de uso comn. De acuerdo con esta "versin", una persona que camina solitaria por el monte no se debe confiar, pues en ocasiones puede "ensoarse" y perder el camino. Ms tarde, cuando vuelva en s, cuando despierte, se dar cuenta de que est a punto de caer por el precipicio. Este suceso es indicativo de que el caminante sucumbi al influjo de los tlaciuines. Cmo hacen para no incurrir en el extravo? Los nativos reconocen como recursos potenciales para resguardarse de los tlaciuines: 1) rezar y 2) llevar consigo tabaco y cerillos. A travs de la oracin el hombre evita incurrir en malos pensamientos y "tentaciones", mientras que fumar y exhalar el humo del cigarro ahuyenta a los tlaciuines, es decir, termina con la ensoacin.

    La ensoacin es un buen sinnimo de tlaciuin? Lo es a condicin de que logr-ramos demostrar que tlaciuin es una experiencia sensible, no un objeto de referencia. Antes de responder e indicar los lmites de una propuesta que sea convincente o verosmil, unas cuantas vietas ms. Los tlaciuines, insisten los coshuacanos, llevan a las personas lejos, volando. Ocasionalmente las regresan a sus lugares, como si se tratara de un sueo y como si nunca se hubieran movido de donde se encontraban.

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin 103

    En una de esas ocasiones, un hombre no regres: "Para que la gente del poblado se diera cuenta, lo dejaron atorado en una rama de un rbol saliente del monte, en la margen del ro". Cmo saber en este caso que fueron los tlacuinesy no un suicidio? Cmo saber si no fue un accidente o un asesinato? La nica posibilidad de conocer acerca de los tlaciuines es por medio de las versiones que relatan quienes, en primera persona, han vivido un acontecimiento o experiencia con aqullos, y la otra es a travs de la reproduccin de relatos intergeneracionales que se han transmitido oralmente, y cuya funcin social se deriva en todo caso de los usos. La mejor defensa para hacer frente a los embates del "extravo" consiste en volver en s, despertar, recordar que uno contina en el camino, y para ello el tabaco es el mejor aliado. Quien est slo en el camino es vulnerable a los ataques de los tlaciuines. Hay algu-nos consejos que orientan al hombre en su lucha contra el extravo: si se nota algo extrao, fuera de lo comn, o de plano se les observa rondar, el tabaco los ahuyenta.

    NARRATIVA 4. DEFINICIONES, DESCRIPCIONES Y EXPERIENCIA NARRATIVA

    Los tlaciuines son pjaros, son brujos ... Son pjaros, son los pjaros que en aquella loma [mirando hacia el poniente] nada ms andan bailando, se cruzan as [mueve los brazos en seal de un intercambio de posiciones de un objeto imaginario situado en el momento que ahora, segn indica el gesto, ha saltado al lado donde se encontraba su par, quien hace lo mismo en sentido opuesto], parece que andan bailando el xo-chipitzahual, que le decan ... le decimos as. Se cruzan as con sus velas, as bailan. (Entrevista, 26 marzo, 2000: Doa JuliaJuvencio)

    En este relato corto, doa Julia (q.e.p.d.) no slo detalla la forma de los tlaciunes, sino que describe sus movimientos y anuncia que tienen un ritmo, bailan, saltando de un lado a otro, y aquella "lucerna" misteriosa que portan en la cabeza son "ceras", es decir, velas. Adems, lo que hacen tiene un sentido ritual: sus movimientos son rtmicos, bailan el xochipitzahual (danza ritual). No sabemos si lo hacen o no; doa Julia, en un momento de evocacin, ha posado su mirada en el cerro poniente de Coshuaca, y titubea en afirmar si "ve" desde el presente o desde el pasado: entre el primer momento de" .. .le decan", y el segundo que habilita un plural activo:" ... le decimos", no sabemos si se trata de una imagen vigente o no.

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    La charla contina:

    -Usted los ha visto? -Aj, los hemos divisado otras veces, ya de noche ... Y yo, como m'hijo me lo quitaron [los tlaciuines], lo llevaron los pjaros. Estbamos en la iglesia, despus nosotros nos venimos derecho para ac [a su casa, que se localiza en la primera curva de carretera ascendente tomando como relatum la iglesia del pueblo], l se qued ms atrs ... lo esperamos ... lo esper yo y no llegaba ... entonces ah viva [seala enfrente de su casa], este m' hijo ... este ... ah lo llevaron los pjaros [el ah se refiere al lugar donde lo recogieron], dice [segunda persona del singular para asignar la autora de la experiencia] que se lo llevaron, iban hable y hable con l, "van platicndose dice [reproduciendo la voz de su hijo], pero no se oa qu cosa decan ... van hablando como guajolotes ... " Lo dejaron en el Cerro Negro. Primero lo aventaron en la poza, y les dijo: "llvenme a mi casa, yo me quiero ir a mi casa'', dice, "que me vayan a dejar". Y los tlaciuines le responden: "S. Te vamos a dejar", le dijeron, luego se vinieron para ac ... se vea que era un camino, un camino bueno, y se vino hasta ac arriba de Tepetlaco y all est la ... donde est un palo de Brasil y bien asentado que va ... "Perdnanos que no vayamos a dejar a ... !" "A mi casa, llvenme a mi casa'', ya se haban divertido quizs [los tlaciuines], "No! -dicen- aqu noms! Ya nos vamos". "Bueno, pues entonces, que se queden con Dios. Con Dios me voy", dice. "Yo me voy por ac, ustedes a ver a dnde se largan!" No eran cristia-nos, eran pjaros. Entonces as ya se vino despacito, despacito. Estaba bien oscuro, cuando omos hasta all vena, nos vino a gritar, que lo vayamos a topar porque estaba bien oscuro ... a su pap le digo: "M'ijo, oye, ah viene, viene gritando" [el pap] "Cmo ves?! Es de da?" [quiere decir, ni que fuera de da para que vieras bien]. "Cmo?! S es!", le digo, "lo voy ir a topar al ocote". Entonces ya me fui, paso a traer mi nuera. Nos fuimos. Hasta all arriba donde estn unas piedras gran-des. Ya lo fuimos a encontrar: ah viene despacito. Le digo: "Qu pas?, por qu no te viniste para ac?" "Los pjaros me llevaron, me iban cotorreando, quin sabe qu cosa me iban diciendo? Me llevaron para all, en el Cerro Negro, luego me traan en la ladera, ah a lo feo, de ah les dije que me dejaran. Me vinieron a dejar hasta ac. Cuando les dije 'Dios los acompae', dejaron aleteado, se fueron, se fueron, yo me qued, ya me vine para ac".

    El relato, Julia al Cerro mismo es un, rstica de "tes1 como un acto

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin 105

    El relato comenz afirmando que los tlaciuines haban llevado al hijo de doa Julia al Cerro Negro, como un reporte hablado directo, mientras que el cierre del mismo es un enunciado en primera persona, que le otorga a la narrativa la caracte-rstica de "testimonio". El hijo testifica por medio de la narrativa sobre su ausencia como un acto involuntario.

    A: (etngrafo) Qu cosa dicen esas aves? B: (doaJuliaJuvencio) Pues quin sabe. Dice que iban cotorreando, van como los

    guajolotes, ah van xonocuitz, xonocuitz, xonocuitz, van diciendo ... [ren ambos, madre e hijo].

    A: Y qu quiere decir eso? B: Pues quin sabe, como son pjaros ... A: Pero usted dice que son personas, que son brujos .. . B: S, son brujos, pero son pjaros, pero son pjaros .. . A: O sea que un brujo se transforma en un pjaro? B: S porque aqu ya hemos matado ... el tecolote. Tambin es un cristiano, porque

    entonces mi hija estaba enferma de ... un bebecito tena chiquitito. Me estaba gri-tando: "mam, le peg a la nia, me lo quiere quitar el puto pjaro!" Despus tambin puto pjaro! grita: "Mam, me la quiere quitar el pjaro!" Ah le est arremedando, va cotorreando, arremedndole a la persona. Traigo mi tabaco ... estaba el tecolote ... lo mataron de un balazo, lo quemaron.

    A: Despus de que lo mataron qu pas? B: Nada [nadie lo recla~], no era de aqu [era una persona que no era del poblado],

    era de por ah muy lejos. Le metieron lumbre, se quem. A: Hacen trampas para t!aciuines? B: Ah s! A: Cmo le hacen para atrapar uno de sos? B: Pues ah s no s. A: Cmo son?

    B: Como un guajolote, bailan el xochipitzahual, la danza la tocan los msicos, danza-rines, xochitines ...

    A: La diferencia entre un nagual y un t!aciuin? B: No s ... no siento mi cabeza para contestar ... [no entiende la pregunta].

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    NARRATIVA 5. VERSIONES INFORMADAS SOBRE LA DISTINCIN

    Si los tlaciuines, como los naguales, son "cristianos" (personas), cul es la diferencia entre ambos? La respuesta no es del todo clara. El narrador del relato siguiente es reconocido como una de las personas que fue levantada en vilo por los tlaciuines y depositada posteriormente en un barranco. Al ser cuestionado sobre aquel suceso evade el tema, aunque admite que la forma de los tlaciuines es como la descrita por otras personas, como Luis, quien les adjudica forma de palaches, es decir, guajolotes en el habla local. El procedimiento para llegar a un mejor entendimiento sobre la configuracin de un tlaciuin es por la va de las diferencias. Para Miguel es claro que "nagual", tlaciuin y "brujo" no son lo mismo. La versin que nos ofrece para distinguir lo que es un nagual nos permitir ms adelante pronunciarnos de manera intertextual entre su versin y la de doa Julia.

    A: (Miguel) ... y as como le digo que esos que tienen un espritu, no s cmo ... cmo ser, pero son los naguales, porque en la noche dicen que el espritu sale, se va, lejos.

    B: (etngrafo) "Nagual" qu quiere decir [en espaol]? A: ste se refiere a la noche, a la noche porque este ... en la noche el espritu, toda

    clase de animal sale a pasear as. Y entonces esos naguales, este, pues, tambin tienen un espritu de ... en la noche. Dicen que cuando se duermen, entonces se vuelven como pjaros ... entonces por eso se les nombra nagual. .. porque esos eh ... por ejemplo, estamos platicando ahorita aqu, y si uno le dice, yo quiero saber Huejut-la, cmo est la familia, temprano te dice, as, s. Y s, si la noche se iban, ya en la maana: " ... tu familia est sana, no te vas a ... no est enferma, enferma tu familia. Vete [a ver], dice, y seguro, seguro, y entonces, ellos les decimos naguales porque ... este ... ah porque le cont ese da que los que vinieron a fundar el pueblo aqu iban a Pachuca. Salan en la maana, en la tardecita estaban aqu. Caminando? Acaso que caminando van a ir y van a regresar? Si de aqu a Molango ... este ... no haba carretera, [cuando] bamos, hacamos dos das. Para qu? Ellos iban a Pachuca ... me contaba mi abuelita, uta! Son naguales, dice, por eso, se volvan como pjaros.

    B: Entonces un nagual es diferente de un brujo? A: Ah s. Diferentes, sos son diferentes. S son diferentes, como mi, en paz descanse,

    mi jefa [mam] no era nativa de aqu, [era] de San Antonio, por all, de aquella loma para all.

    B: De San Antonio, a un costado de Xuchitln.

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    NARRATIVA!

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    Multivocidad local: las versiones serranas de t/aciuin 107

    A: ndele, por ah, por ah. Y entonces este lleg un seor de por all, yo creo por algo, haba hecho por all, quin sabe ... chance.

    NARRATIVA 6. PARTICIPACIN DEL SENTIDO

    Como partcipe el etngrafo concurri a una experiencia de extravo compartido con su par, Lucio, sufriendo los efectos de la insolacin camino al monte. La sensacin de cansancio que experiment al subir el monte con el sol cayendo a plomo sobre ambos, etngrafo y nativo, era explicable porque sentimos los estragos del cansancio y la deshidratacin. Para Lucio era un acontecimiento que deba ser conjurado mediante un trago de aguardiente y humo de cigarro. Estuvimos a punto de sucum-bir a la insolacin. Pero nuestras competencias cognoscitivas para entender lo que nos ocurri son diferentes en cada caso: no percibimos un tlaciuin, pero sentimos los efectos que caracterizan su influjo; no nos percatamos de la referencia ostensiva de tlaciuin, simplemente porque no la hubo, pero sus efectos estuvieron presentes, y fueron interpretados por Lucio como el signo inequvoco de que podamos perder el sentido, extraviarnos, y sucumbir a los tlaciuines. Se trataba de una experiencia. Por esa ocasin vencimos al extravo, derrotamos a los tlaciuines.

    REFLEXIONES SOBRE USOS Y SIGNIFICADOS DE TLAC/UIN

    ... en poesa el sentido es inseparable de la palabra, es palabra, en tanto que en el discurso ordinario, as sea del mstico,

    el sentido es aquello que denotan las palabras y que est ms all del lenguaje.

    Octavio Paz

    Podemos derivar de la multivocidad local una etnoteora del tlaciuin? Es una enti-dad, un acontecimiento, una experiencia psicolgica, un artificio retrico, un objeto? Si respondemos desde la multiplicidad de perspectivas, y hay una teora nativa que exija coherencia, entonces debe haber un modelo que sintetice las diversas formas de "ver" tlaciuin. Todo depende de cul se considere una versin cannica, en trmi-nos nativos, de lo que aquello significa.

  • 108 ]os Snchez Jimnez

    Harold Garfinkel (1967), al comparar los usos del lenguaje ordinario con la toma de decisiones en el marco de lenguajes ms elaborados, encontr que los pro-cedimientos en ambos casos eran similares, es decir, tanto en la vida cotidiana como en el campo de la ciencia, usamos el lenguaje para configurar la realidad social me-diante un elaborado proceso de configuracin de categoras sociales y de pensamiento que orientan nuestros actos y relaciones sociales. Por tanto, es posible inferir teoras nativas que nos informen sobreconceptos nativos de mundo y de persona (Goffman, 1993; Berger y Luckman, 1979). Un ejemplo reciente de este tipo de aproximacin nos muestra cmo cuando los nios son socializados en competencias discursivas, y cuando finalmente logran referir sus experiencias cotidianas en primera persona y mediante reportes indirectos, ambos rasgos orientan el reconocimiento de sus pares adultos, quienes les otorgan la caracterstica de persona (De Len, 2005).

    La concepcin nativa de tlaciuin la encontramos en la apuesta de don Calixto, quien traduce el trmino descomponiendo las partculas que conforman la palabra: tlan ("tierra"), ciuin ("espantajo"). Pero enseguida alude a un significado vivencial: "de momento se ve una imagen a lo lejos, luego, cuando se la vuelve a ver, es borro-sa ... la mirada se nubla, y entonces es cuando espanta ... " Espantarse interrumpe la visin habitual, la confusin, lo borroso, lo indefinible, es liminar: en ese momento, tlaciuin nos proporciona una imagen. Cmo reconocer un tlaciuin?

    El plano vivencial agrega otras formas de "ver" a tlaciuin: las versiones se ajustan ms a una forma de ver generacional. Las distancias entre una visin y otras consti-tuyen horizontes diferenciados de significado, sin embargo el carcter referencial con apego a verdad es dispuesto cuando se viola la "imagen cannica de tlaciuin": entonces los nativos saben que se usa de manera retrica para ocultar un suceso. En este plano podramos decir que tlaciuin instaura una metafisica de la presencia: quien presencia tlaciuin, se ausenta del mundo, cuando vuelve en s refiere al extravo. Ilustracin: cuando Hiplito acusa los signos de magulladuras en su cuerpo, decide inventar como pretexto haber sido atacado por los tlaciuines. Desde entonces se bromea con la idea de que el rapto, el extravo y sus consecuencias se derivan de una tlaciuina. Por qu Hiplito opt por esta justificacin y no por otra? En teora porque pens que era creble. Rompi una clusula e introdujo la duda sobre el modelo cannico, pero en sentido estricto: viol la funcin?, es decir, la de justificar el extravo? En este momento tlaciuin puede ser cualquier cosa: una borrachera, la fatiga, el sueo, un artilugio retrico o hasta ritual. Una posible solucin al problema de versiones o modelos, objetos o acontecimientos, consiste en situar el tema como

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin 109

    una construccin narrativa que apela a sus propias audiencias, pero tambin como una forma de sociabilidad caracterizada por el "extravo" o la "falta de conciencia". Si se trata de una convencin, entonces es factible aludir a los tlaciuines como un mecanis-mo recursivo para justificar las ausencias y la irresponsabilidad sin tener que incurrir en mayores explicaciones o detalles: tlaciuin instaura una metafsica de la presencia.

    LA FALACIA EMPRICA: CMO RECONOCER UN TLAC/UIN?

    El profesor Nahum, quien imparta clases a los nios de la primaria local, estaba ansioso por corroborar la experiencia de los tlaciuines. Obsesionado con encuentros mgicos con entidades misteriosas que le llevaran a experimentar el extravo, y ser levantado por aqullos, y tener el privilegio de ver el mundo como las aves, nunca pudo experimentar o constatar el tlaciuin. Su experiencia nos recuerda la de Evans-Pritchard (1997), quien aluda a las versiones zande sobre brujos que surcaban el espacio de un extremo a otro, llevando consigo fuego. A la distancia, podra decirse -como contaban los azande al etngrafo- que se trataba de brujos con forma de bolas de fuego. Pero duda Evans-Pritchard a propsito de lo que sucede un da des-pus cuando se difunde la noticia de la muerte de una persona por causa de brujera, justo en la direccin donde las bolas de fuego se vean: es posible que se tratase de hombres con leos encendidos, que les servan de lmparas para guiarse entre la oscuridad. Algo as han sugerido autores como Tranfo (1990: 229-253), en relacin con relatos de naguales chupadores de sangre entre los otomes, y Vctor Franco (2003), respecto de las venganzas de sangre, en textos que guardan fidelidad con el enfoque de Evans-Pritchard ( 1997). Sin embargo, pensar de esa manera reducira el problema de verdad a un mecanismo de defensa freudiano como el de la "sustitucin": una figura desplaza a otra para desviar la mirada de la forma ideal o real del objeto o del acontecimiento. Por el contrario, si seguimos la va de Malinowski (200 1: 726-731 ), el problema del significado seran los usos y, concretamente, su funcin social: se sigue una regla cuando se habla de tlaciuines?

    La cuestin es que tlaciuin no significa lo mismo en un contexto de habla que en otro, y tampoco es claro qu es aquello que podra descalificarlo: la va de la expe-riencia abre otras posibilidades, y sin duda la construccin narrativa y la correccin contextua! establecen lmites a los usos "extra-limitados" de tlaciuin. Si el lector ha sucumbido a la incertidumbre respecto de qu es o qu significa tlaciuin, podramos

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    decir que sucumbi al extravo, es decir, experiment el sentido de tlaciuin. Pero qu pasa cuando los pares nativos afirman qu es un tlaciuin y lo diferencian de otras formas de mirar el mundo y nombrar sus experiencias: por ejemplo, alguien podra verse tentado a decir que tlaciuin y nagual son lo mismo, pero no es as. Tampoco podemos decir que se trata de un mecanismo de defensa, porque hay miradas que aluden a tlaciuinescomo seres vivos que escenifican rituales: participan de una celebra-cin y se les adjudican elementos que los hacen asequibles o que a travs de ellos proyectan su ideal de s (cdigos culturales): los elementos festivos adornados por la msica de zanzarines y xochitines, bailables de uso corriente en las festividades de la sierra huasteca, y que bailan al son del xochipitzahual intepretado por msicos de huapango. En este plano los nativos tratan de ser discretos o encuentran lmites a su conocimiento: asumen que estas imgenes provienen de los abuelos, y nos percatamos de que su distribucin social es heterognea y diversificada.

    PRUEBAS: REFUTACIN O REPUTACIN?

    Cuando alguien deja de mirar a tlaciuin, ste contina existiendo? Si se trata de un objeto independiente de la experiencia o de la volicin, deberamos consentir en que as sucedera, en cuyo caso debera haber una forma cannica de reconocimiento de dicha entidad. Algo as como un modelo al que habran de ajustarse las diferentes versiones nativas. Pero si se trata de un acontecimiento que actualiza la experiencia del "extravo", incurrimos en una disonancia entre voces, imgenes y referentes. Cuan-do la refutacin de una versin deja de tener como referente un modelo contrastan-te que permita corregir las versiones "disonantes", entonces lo que cambiara sera la narrativa sobre tlaciuines con la finalidad de hacer coherente o verosmil lo que se narra. Sin embargo, no sucede as. Cuando alguien, como en la narrativa de Hip-lito, usa tlaciuin como un recurso encubridor de las intenciones del actor o partcipe del supuesto acontecimiento de "extravo", entonces las voces de sus pares usan el mismo recurso encubridor para cuestionar su reputacin. Es decir, lo que infructuo-samente intenta negociar Hiplito al inculpar a los tlaciuines de los golpes que reci-bi por parte de la mujer a quien intent seducir es el honor, o en su caso acreditar su versin. Dascal define la refutacin como la evaluacin argumental de la obra de una persona y la reputacin como la evaluacin del valor de su obra (Dascal, 2001: 3-4.) Para el caso que nos ocupa, por qu algunas veces debera acordarse la refutacin

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    Multivocidad local: las versiones serranas de tlaciuin 111

    para corregir la versin de tlaciuin con base en un modelo?, por qu en otras oca-siones la refutacin no es sobre argumentos sino sobre la honorabilidad del narrador, es decir, lo que se juega es su reputacin? Eso depende de quin narra, cmo narra y si se acta a s mismo en relacin con una audiencia que espera una versin habitual . o verosmil {Goffman, 1993).

    Desde otro ngulo, el problema de la correccin textual de las perspectivas sobre tlaciuin es el problema de la creencia versus saber. La ceneza, como la creencia, debe-ra ser indubitable? {Wittgenstein, 2003). Los pobladores creen en la existencia de los tlacuines, y sin embargo saben cundo dudar de una versin narrativa. Son ca-paces de reconocer un uso inadecuado de la palabra tlacun. Cuando se violan los preceptos, se indica un camino de aprendizaje: cmo aprendieron los nativos a decir tlacun? Las siguientes proposiciones ilustran diversos usos:

    No te duermas tarde porque te llevan los tlacunes. Ah viene el tlacun, mejor ya mtete. A m me levantaron y me rodaron, fueron los tlacuines [son peligrosos]. Me despearon los tlaciuines. Los tlaciuines hablan rpido como guajolotes ... Los tlacunes bailan all en la loma, bailan el xochptzahual .. . Los tlacunes se divierten. Tlaciuin significa: tlan . .. ciuin . .. Los tlacunes se espantan con el humo del cigarro, se echan a correr: no les gus-

    ta el aroma del tabaco.

    Nos podemos fiar de los usos nativos? Deberamos hacer como Nahum, estar atentos durante la noche mirando el paisaje, esperando a corroborar la referencia "absoluta'' de tlacun? Los tlacuines son nada sin la experiencia del sujeto: su sentido es realizativo porque se expresa en la desazn y el extravo. Ellos, los tlaciuines, juegan, y el motivo del juego es el depositario de sus actos. De una u otra forma tlaciun se usa para aludir al extravo: en ese momento {circunstanciado) no hay lugar para la responsabilidad, no hay lugar para la conciencia de s ni del mundo, la suspensin de todo juicio se apodera del incauto, y sin embargo se lucha contra el extravo mediante prescripciones de uso local: se fuma tabaco, se efectan rezos. Los esfuerzos por per-manecer consciente y alejar el peligro aluden a una relacin dialgica: toda experiencia social es resultado o producto de la interaccin.

  • 112 Jos Snchez )imnez

    Lo comn en todas las "versiones" consiste en creer o no creer. Aprendemos de una manera y no de otra a experimentar el extravo y a nombrarlo: los tlaciuines no son uniformes, la experiencia es narrada desde diferentes marcos de sentido. Por ejemplo, las diferencias generacionales han establecido lmites al uso de tlaciuin. Cuando su uso es descarado o muestra el cinismo de quien delega la responsabilidad de sus actos a los tlaciuines, termina por caricaturizar la experiencia. Y sin embargo lo ldico y la funcin social de los tlaciuines se perpeta. Nadie podra afirmar con certeza lo que es tlaciuin, sino simplemente indicar la manera como los nativos se han socializado en esa concepcin de la experiencia del extravo. En este caso, decimos que estamos ante una creencia, pero no ante una certeza: "179. Sera correcto decir: 'Creo ... ' tiene una verdad subjetiva, pero 'S ... ' no la tiene" (Wittgenstein, 2003: 25c).

    CONCLUSIN: CUATRO DIMENSIONES DE INTERPRETACIN

    En el siguiente diagrama he sintetizado cuatro ejes temticos que esbozan una etno-teora de los tlaciuines. Cada eje comporta un uso especfico y diferenciado de los dems, as como un camino de interpretacin para el antroplogo.

    Des-contextualizacin Ejemplo: nuevos sentidos de

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    Multivocidad local: las versiones serranas de t/aciuin 113

    Las seis narrativas que se han esbozado confirman una distribucin social hete-rognea y diversificada de repertorios socioculturales para decidir cundo una versin de tlaciuin debe ser usada y para qu tipo de audiencias. Cada uno de los ejes inter-pretativos que se disponen se derivan de un contexto narrativo en particular. En el caso de la interpretacin 1, la deformacin introducida por Hiplito en la narrativa 2 demanda restituir el significado de la experiencia del extravo del participante de la narrativa en un plano de reputacin. En esta direccin el contexto sociocultural se activa al cuestionar la reputacin del hablante, quien desplaz el significado "creble" derivado de la experiencia narrativa.

    La interpretacin tipo 2 se deriva de la narrativa 3, que alude de manera intertextual a la definicin e identidad de tlaciuin mediante su diferenciacin respecto de los nagua-les. La correccin textual indica que tlaciuin es una entidad cuyos actos son intencio-nalmente ldicos. Por tanto, aun cuando en las narrativas 1, 4 y 5 se les identifica con aves, no forman parte de categoras culturales similares. La correccin textual se ejerce con base en evidencias nativas que permiten identificar una entidad y no otra. En cualquier caso, se trata de construcciones narrativas sobre las que no podra haber acuerdo, porque como sentencia doa Julia en la narrativa 4: " ... no siento mi cabeza para contestar", es decir, en los modos de hacer que aprendi, no existen los considerandos para responder de manera precisa y referencial sobre cuestionamientos de identidad sobre el objeto de referencia narrativa.

    Una posicin ms radical y situacional-interpretacin 3- afirmara que cada narrativa debiera ser contextualizada y valorada por el uso vigente. Por consecuencia, se instaura una interpretacin de versiones que aluden a mundos y experiencias posibles, pero no a un significado fuerte de la experiencia. Por ltimo, la interpre-tacin 4 se deriva de la narrativa 6, donde el etngrafo debe descontextualizar su propia epistemologa del extravo, como resultado de la insolacin, al ser conminado por el nativo a fumar para ahuyentar a los tlaciuines. De modo que la experiencia debe interpretarse como una suerte de re-contextualizacin del sentido.

    En teora cada forma de ver es una manera de narrar. El principio de adecuacin de una versin creble es concomitante a lo que los narradores quieren, en su caso, comunicar. Cuando una versin no es creble dentro de un contexto de habla, se actualiza una suerte de correccin textual de la versin en ciernes. He propuesto seis perspectivas que no han de mirarse como excluyentes, sino que deberan leerse de manera intertextual. Inclusive, el etngrafo, al explorar los relatos y demandar de los nativos precisiones sobre el objeto de enunciacin, introduce el principio de

  • 114 )os Snchez )imnez

    diferenciacin de una versin creble o consensual para llegar a mejor acuerdo sobre lo que debe entenderse por tlaciuin, aunque sin conseguirlo. Cada una de las narra-ciones propuestas confirman diferentes perspectivas vivenciales que demandan na-rrar la experiencia como consecuencia del influjo de los tlaciuines. Tengo una vana esperanza: que el lector no haya sucumbido al extravo.

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