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Subsidios para una catequesis sobre la 3ª edición del Misal romano

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Subsidios para una catequesis sobrela 3ª edición del Misal romano

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Celebrar la Eucaristía con el Misal RomanoMensaje de la Comisión Episcopal de Liturgia

La publicación de una nueva edición en lengua española del Misal Romano, la IIIª deacuerdo con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, ofrece una buena ocasión paraexaminar y mejorar nuestras celebraciones de la Eucaristía. No se trata, simplemente, desustituir una edición por otra más moderna o actualizada sino de hacer un ejercicio derecepción consciente y responsable del libro que nos ofrece la Iglesia, depositaria ytransmisora del “Sacramento de nuestra fe”, para que cumplamos el mandato del Señoral instituirlo (cf. 1 Cor 11,23-26 y par.).

1. Breve referencia histórica del Misal Romano

La nueva edición que ve la luz, contiene la traducción oficial en lengua castellanadel Missale Romanum promulgado el 3 de abril de 1969, Jueves Santo, por el beatoPablo VI y cuya tercera edición típica apareció en 2002 y, con algunas modificaciones,en 2008. Por tanto, no estamos ante un “nuevo misal”, expresión que se usa a veces peroque no es correcta, sino ante una nueva edición del ya existente. En su título: MisalRomano reformado por mandato del Concilio Vaticano II promulgado por S.S. el PapaPablo VI y renovado por S.S. el Papa Juan Pablo II se hace referencia implícitamente ala reforma litúrgica promovida por el último concilio ecuménico así como a los papasque la han llevado a cabo en el ámbito de la celebración eucarística promulgando ellibro litúrgico sin duda más importante después del Orden de lecturas de laMisa o Leccionario. El Missale Romanum del Vaticano II ya no contiene las lecturas dela Misa, tal y como sucedía en las ediciones precedentes, pero sigue siendo herederodirecto del libro que promulgó el papa san Pío V en 1570 a instancias del Concilio deTrento siguiendo el modelo de lo que se conocía como misales plenarios, es decir,conteniendo a la vez las lecturas, las oraciones y prefacios, la plegaria eucarística y lasantífonas para el canto.

Esta nueva edición del Misal Romano en castellano tiene lugar inmediatamente despuésde la publicación de los leccionarios que contienen la versión oficial bíblica de la Conferencia Episcopal Española, si bien los trabajos de revisión de la traducción delMisal se habían iniciado mucho antes, a instancias de la Instrucción sobre el uso de laslenguas vernáculas en la edición de los libros de la Liturgia Romana “LiturgiamAuthenticam” (28-III-2001), que exige, tanto en las traducciones nuevas como en larevisión de las que ya estaban en uso, una mayor fidelidad literal a los textos originalesrespecto de las versiones realizadas en los primeros años de la reforma litúrgica en losque primaba el criterio de una cierta adaptación con vistas a una más fácil comprensiónpor los fieles.

La Comisión Episcopal de Liturgia, a través de su Secretariado y contando con lacolaboración de los consultores y de numerosos expertos en Biblia, liturgia y lenguacastellana, asumió esta tarea con el mayor interés y empeño tanto en lo concerniente alos textos bíblicos como a los demás textos, con dedicación preferente al MisalRomano. En efecto, el examen de las traducciones y los informes de los trabajosrealizados han estado presentes en varias asambleas plenarias de la Conferencia

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Episcopal Española que, de manera parcial en ocasiones y, finalmente, de manera globalha aprobado estatutariamente los textos para ser enviados a la Congregación para elCulto Divino y la Disciplina de los Sacramentos para la preceptiva recognitio.

2. El Misal Romano como testimonio de la Tradición de la Iglesia

El Misal es, después del Leccionario de la Palabra de Dios, el libro litúrgico másimportante al contener los textos que han de usarse en la celebración de la Eucaristía. Sele ha denominado también Libro del altar, Libro del celebrante principal yOracional dela Misa, acepciones que denotan aspectos parciales de un libro que fue surgiendo apartir de los antiguos sacramentarios romanos y occidentales que desembocaron en laedición unitaria y oficial promulgada por el papa san Pío V en 1570 y declaradaobligatoria para el Rito Romano a instancias del Concilio de Trento. El ConcilioVaticano II ratificó estas características pero, fiel a su propósito de renovación de lavida litúrgica en la Iglesia (cf. SC 21 ss.), propuso no solo conservar la sana tradiciónsino abrir también el camino a un progreso legítimo a partir de las formas ya existentes,estableciendo que se procediese previamente a “una concienzuda investigaciónteológica, histórica y pastoral acerca de cada una de las partes que se habían de revi-sar” (SC 23).

Esta decisión, que afectaba de manera directa a los libros litúrgicos (cf. SC 25; 31; 38;etc.), fue aplicada cuidadosamente “según la primitiva norma de los santosPadres” (SC 50), procediéndose siempre a una cuidadosa investigación teológica,histórica y pastoral a fin de garantizar la pureza doctrinal de los textos (SC 23). De estemodo se recuperó buena parte del patrimonio eucológico de la liturgia romanabeneficiándose de las modernas ediciones de los sacramentarios y de “los antiguoslibros litúrgicos de España y de las Galias, que han aportado muchísimas oraciones degran belleza espiritual, ignoradas anteriormente” (Ordenación General del MisalRomano [= OGMR], 8). Por este y otros motivos el Misal actual, “que testifica la ‘lexorandi’ de la Iglesia Romana y conserva el depósito de la fe transmitido en los últimosConcilios, supone al mismo tiempo un paso importantísimo en la tradiciónlitúrgica” (ib., 19). En este sentido la Iglesia, fiel a su misión, ha actuado como el buenpadre de familia “que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo” (Mt 13,52).

Por eso merece la pena conocer y estudiar a fondo el actual Misal Romano para percibiresta solicitud de la Iglesia, abierta también a las necesidades actuales de los fieles. Unejemplo de esta solicitud lo ofrecen las Misas rituales y por diversas necesidades, en lasque oportunamente se combinan lo tradicional y lo nuevo. En efecto, “mientras quealgunas expresiones provenientes de la más antigua tradición de la Iglesia hanpermanecido intactas…, otras muchas expresiones han sido acomodadas a las actualesnecesidades y circunstancias, y otras, en cambio, como las oraciones por la Iglesia, porlos laicos, por la santificación del trabajo humano, por la comunidad de naciones, poralgunas necesidades peculiares de nuestro tiempo, han sido elaboradas íntegramente,tomando ideas y hasta las mismas expresiones muchas veces de los recientesdocumentos conciliares” (OGMR 14).

Una contribución muy significativa del Misal Romano es la citada Ordenacióngeneral que aparece al comienzo del libro a modo de introducción del rito de la Misa.Inspirada en numerosos documentos del magisterio pontificio, su finalidad consiste enfundamentar teológica y pastoralmente la acción litúrgica y disponer su correcta

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realización estableciendo de manera detallada no solo el significado de las diversaspartes y elementos de la celebración sino también la función de los ministerios queintervienen en ella. Al mismo tiempo ofrece las líneas básicas para instruir a los fielesen una consciente y fructuosa participación en la Eucaristía (cf. OGMR 5; 13; 18; etc.).En este sentido sobresalen por su alcance la Introduccióny el capítulo primero de estedocumento, que tratan de la dignidad de la celebración eucarística y de su naturaleza encuanto acción de Cristo y de la Iglesia y fuente de santificación para el sacerdote y paralos fieles (cf. OGMR 1-26). El estudio de todo el documento es una garantía para podercelebrar la Santa Misa según las orientaciones y las normas actuales de la Iglesia.

3. El Misal al servicio de la fe eclesial y de la vida cristiana

La Iglesia, desde los primeros tiempos, ha tenido conciencia de la trascendencia delmandato institucional de la Eucaristía (cf. Lc 22,12; 1 Cor 11,24-25), de manera que “seha considerado siempre comprometida por este mandato, al ir estableciendo normaspara la celebración de la Eucaristía relativas a la disposición de las personas, de loslugares, de los ritos y de los textos” (OGMR 1). En este sentido el Misal es no solotestimonio de una tradición continuada y uniforme en lo substancial acerca del Misterioeucarístico, garantía de la fe inalterada, sino también del interés pastoral de la Iglesiapara que los fieles de todos los tiempos accedan a la celebración con las mejoresdisposiciones personales participando en los ritos sagrados y comprendiendo los textosde modo que “no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores,sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes,piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, sefortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecersea sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sinojuntamente con él” (SC 48; cf. OGMR 17-19).

Por eso es del todo necesario que los responsables de la liturgia en las comunidades ylos equipos de animación litúrgica se esfuercen en conocer a fondo el Misal con el finde poner sus riquezas al alcance de todos los fieles. No hay que olvidar que todo librolitúrgico, promulgado por la autoridad competente de la Iglesia, es un testimonio dela lex orandi, la norma de la plegaria, expresión segura de la lex credendi, la norma dela fe, de manera que en ellos se conserva y se transmite el depósito de la fe no a lamanera de las definiciones del Magisterio sino en forma de plegaria y aun en lasindicaciones rituales que acompañan a los textos -las rúbricas- pero siempre comotestimonio válido y seguro de la tradición eclesial. Esto quiere decir también que elmodo de celebrar y de usar los textos puede condicionar la asimilación de la fe por losfieles que participan en la celebración. De ahí la apremiante llamada de atención quehan hecho los últimos papas para que se observen fielmente las normas litúrgicas en lacelebración eucarística, porque estas son “una expresión concreta de la auténticaeclesialidad de la Eucaristía… La liturgia nunca es propiedad privada de alguien, nidel celebrante ni de la comunidad en que se celebran los Misterios”.

Esta realidad movió a los Padres del Concilio Vaticano II a introducir las lenguasvernáculas en la liturgia, no solo en las lecturas de la palabra de Dios sino también enlas oraciones y en los cantos (cf. SC 36; 39; 54; etc.), a la vez que invitaba a realizar laoportuna catequesis litúrgica acerca de los ritos y de los textos (cf. SC 35; 56; 110; etc.),sin olvidar la importancia de la espiritualidad litúrgica (cf. SC 12; 16; 17; 94; etc.). Parafacilitar este servicio a la fe y a la auténtica vida en Cristo de todos los fieles las

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traducciones de los libros litúrgicos han sido especialmente cuidadas. La edición delMisal que ahora ve la luz ofrece, en este sentido, una mayor fidelidad a los textoslatinos de acuerdo con lo establecido por la Instrucción “Liturgiam Authenticam” comoya se ha indicado antes. Pero, evidentemente, para que los fieles puedan comprender yasimilar el contenido de las oraciones del Misal es preciso que quienes las pronuncien ocanten lo hagan de manera clara, atentos a las cadencias y a la puntuación del texto,observando también la breve pausa que sigue a la invitación a orar (cf. OGMR 51; 259).

Conviene recordar así mismo que los textos del Misal, especialmente los que aparecenen las secciones del Propio del Tiempo, del Santoral e incluso en las destinadas a lasmisas rituales, por diversas necesidades, votivas o de difuntos, además de las plegariaseucarísticas y los prefacios, ofrecen una valiosa ayuda para meditar y profundizar en losdistintos aspectos del misterio de Cristo y de la Iglesia siguiendo el año litúrgico, en lasactitudes de la vida cristiana, en la visión evangélica de algunas realidades temporales,etc. Todos deberían ser conscientes de que los textos del Misal son muchas veces un ecode la palabra de Dios proclamada en las lecturas, aspecto que podría aprovecharse muybien para las homilías en el curso del año o atendiendo a las circunstancias concretas dela vida de los fieles, especialmente de cara a la espiritualidad, al apostolado, etc.

4. Una leve pero importante modificación

Lo que acabamos de señalar acerca de los libros litúrgicos como testimonio y expresiónorante (lex orandi) de la fe de la Iglesia (lex credendi), tiene una delicada y particularaplicación en las plegarias eucarísticas. Como todos saben, esta plegaria constituye elcentro de la celebración de la Misa en cuanto acción de gracias y ofrenda del Sacrificioque el sacerdote eleva a Dios asociando a toda la asamblea de los fieles (cf. OGMR 54).Por este motivo se recomienda al sacerdote celebrante que la pronuncie con voz alta yclara en consonancia con la importancia del texto, pudiendo cantarla, especialmente laparte central (cf. OGMR 18-19).

Por otra parte, si la Iglesia pide un respeto reverencial a todo texto litúrgico, de maneraque no es lícito cambiarlo o sustituirlo en todo o en parte, con mayor motivo esta normaha de aplicarse a las plegarias eucarísticas y máxime a las palabras de la consagración.En efecto, con ocasión de la publicación de la IIIª edición oficial del Misal Romano encastellano, se hacen efectivas y obligatorias para todo el ámbito jurisdiccional de laConferencia Episcopal Española las modificaciones mandadas introducir en sumomento por el papa Benedicto XVI, a saber, la inclusión del nombre de san José en lasplegarias eucarísticas IIª, IIIª y IVª –en la Iª ya estaba desde el 8 de diciembre de 1962–y la establecida por medio de una carta del cardenal Francis Arinze, Prefecto de laCongregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a lasconferencias episcopales que afecta a la traducción de las palabras “pro multis” (“pormuchos”) y que ha de sustituir a la expresión “por todos los hombres” a la queestábamos acostumbrados. Esta última modificación pretende una mayor fidelidad a lostextos originales del Nuevo Testamento (cf. Mt 26,28 y Mc 14,25) y a la tradiciónlitúrgica de la Iglesia latina. En este sentido, la expresión en uso no era realmente unatraducción del texto sino una interpretación, explicable en el clima de los primeros añosde la reforma litúrgica y sujeta, por otra parte, a la variabilidad del texto en lasdiferentes lenguas modernas.

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Estas consideraciones, entre otras, motivaron la instrucción “Liturgiam authenticam” dela Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de 28 demarzo de 2001 que pone en primer plano el principio de la correspondencia literal. Portanto, invitamos a todos los sacerdotes a que reciban con espíritu de generosaobediencia esta variación y la expliquen a los fieles mediante una oportuna catequesisque señale, en primer lugar, el motivo por el que la palabra “muchos” sustituye a “todoslos hombres”; y, en segundo lugar, la razón por la que se vuelve al sentido originalbíblico. Recuérdese, por ejemplo, que las palabras del Señor hacen referencia también a“vosotros”, es decir, a los presentes, ampliándose después el alcance de la salvación alque aluden las palabras del Señor. El “por vosotros” se proyecta sobre el “muchos” demanera inmediata y, ciertamente, está abierto a “por todos los hombres”.

5. Nuestra actitud como ministros de la Eucaristía

Todo lo anterior atañe de manera particular a quienes en virtud del sacramento delOrden hemos sido consagrados para el ministerio sacerdotal en cuyo centro se encuentrala Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana y de toda nuestra actividadevangelizadora y pastoral (cf. SC 10; PO 5). A cada uno se nos dijo en nuestraordenación cuando nos entregaron el pan y el cáliz: “Recibe la ofrenda del pueblo santopara presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, yconforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor” (Rito de la ordenación depresbíteros). Estas palabras contienen una llamada a vivir la celebración del Sacrificioeucarístico con una profunda espiritualidad, conscientes del don que hemos recibido,procurando que la Eucaristía sea en verdad el centro y el fundamento de nuestra jornaday de todas nuestras actividades apostólicas de manera que están unidas a ella y haciaella se ordenen (cf. PO 5; 18). De ahí que la liturgia, en cuanto ejercicio del sacerdociode Jesucristo (cf. SC 7), constituya el ámbito en el que hemos de tener particularconciencia de que somos ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios(cf. 1 Cor 4,1).

Esta actitud nos ayudará a observar las normas litúrgicas con especial amor y respeto,en la certeza de que esta fidelidad redundará en bien de los fieles, los cuales tienenderecho a participar en las celebraciones tal como las quiere la Iglesia, y no según losgustos personales de cada ministro como tampoco según particularismos rituales noaprobados o expresiones de grupos, que tienden a cerrarse a la universalidad del pueblode Dios. No en vano las normas del Misal que regulan especialmente la celebración dela Eucaristía son expresión y garantía de eclesialidad, testimonio de amor hacia elMisterio eucarístico y medio de ayuda eficaz en orden a la participación de los fielespuesto que “el ‘ars celebrandi’ es la mejor premisa para la ‘actuosa participatio’”.

Ahora bien, para que se realice este ideal es necesario conocer bien el Misal y usarlocomo quiere la Iglesia, es decir, como testimonio de una fe inalterada y de una prácticaque ha ido asumiendo con el paso del tiempo la experiencia viva de las sucesivasgeneraciones cristianas que se han esforzado en ser fieles al mandato institucional delSeñor en la última Cena cuando dijo: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19; cf. 1Cor 11,24-26). El buen uso del Misal comprende no solo ser fieles a lo que pide laliturgia del día, especialmente en las solemnidades, fiestas, memorias obligatorias yferias de los tiempos litúrgicos de adviento, navidad, cuaresma y cincuentena pascual,sino también cuando la liturgia deja la elección del formulario de la Misa y de algunoselementos al criterio del sacerdote. La Ordenación general del Misal contiene un

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amplio capítulo, el VII, en el que describe y recomienda esta posibilidad invitando a queatienda “más al bien espiritual común del pueblo de Dios que a su personalinclinación” (OGMR 352; cf. 353-367). En este sentido conviene elegir una u otra delas plegarias eucarísticas que ofrece el Misal y no limitarse, la mayoría de las veces porrazones de brevedad, a usar la segunda (cf. OGMR 365). Precisamente por este motivola nueva edición del Misal ha colocado las denominadas Plegarias eucarísticas “de laReconciliación” y Plegarias eucarísticas que pueden usarse en las Misas por diversascircunstancias y las plegarias eucarísticas para las misas con niños en apéndice acontinuación del Ordinario de la Misa donde figuran las cuatro principales.

El sacerdote, cuando preside la celebración de la Eucaristía, ha de ser consciente de quesu función consiste, ante todo, en actuar en todo momento “en la persona de Cristo y ennombre de la Iglesia”, según la expresión clásica, elevando al Padre la plegaria y laofrenda del pueblo santo, y tratando de ser instrumento dócil en las manos del Señorpara la santificación de la comunidad eclesial. El Concilio Vaticano II recordóexpresamente que “los presbíteros enseñan a los fieles a ofrecer al Padre en elsacrificio de la Misa la Víctima divina y a ofrendar la propia vida juntamente conella” (PO 5).

6. Conclusión: unidad y armonía entre la “lex orandi” y la “lex credendi”

Por los mismos motivos, es fundamental que todos los ministros de la liturgia esténconvencidos también de la importancia que tiene el vínculo intrínseco existente entrela lex orandi y la lex credendi de la Iglesia, es decir, entre la norma de la liturgia y lanorma de la fe, principio del que se derivan algunas consecuencias prácticas. Por eso laIglesia, a la vez que ha expuesto con sumo cuidado y autoridad, a lo largo de los siglos,la doctrina eucarística, ha cuidado siempre con el mayor esmero la celebración de laEucaristía. Ella misma no tiene ninguna potestad sobre aquello que ha sido establecidopor el mismo Cristo, y que constituye la parte inmutable de la liturgia (cf. SC 21). Dehecho la celebración de la Eucaristía está estrechamente ligada con la doctrina de la fe,de manera que la verdad de la fe no se transmite sólo con palabras sino también con lossignos y el conjunto de los ritos litúrgicos. En este sentido el rito actual de la Misa hasido cuidadosamente propuesto en el Misal para expresar y vivir el Misterio eucarísticoen su incomparable belleza y dignidad y teniendo en cuenta su importancia esencialpara la vida cristiana.

Madrid, a 20 de abril de 2016.

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La 3ª edición del Misal Romano en castellanoTexto base: Javier Sánchez Martínez, pbro. Delegación diocesana de Liturgia – Córdoba

Desde el pasado mes de octubre de 2016 ya está disponible la tercera edición del Misalromano en castellano, aprobada por la Santa Sede en diciembre de 2015, y que entraobligatoriamente en uso el I domingo de Cuaresma de 2017. Veamos qué implica y quées esta nueva edición.

1. La edición típica latina

El Misal Romano en latín, la edición típica, es el resultado de un largo proceso derevisión y puesta al día iniciado en 1991. No es una simple reimpresión corregida, sinouna verdadera edición típica, oficial, actualizada, destinada a la celebración en lengualatina, y que constituye la base inmediata para la traducción a las distintas lenguasvernáculas, tarea que corresponde a la Conferencia Episcopal y requiere la aprobación(que se llama “recognitio”) de la Congregación para el Culto divino, una vez que larevise.

La 3ª edición del Misal Romano latino es de 18 de marzo de 2002. ¿Qué elementosnuevos incluye? ¿Por qué se hizo?

Santos que han subido de categoría litúrgica (de memoria libre a obligatoria, dememoria obligatoria a fiesta, etc.)

Se han añadido nuevas Misas:

Misa de la vigilia de Epifanía y Ascensión Misa votiva de la Misericordia de Dios Nuevas memorias: Santísimo Nombre de Jesús (3 de enero) y Santísimo Nombre

de María (12 de septiembre)

Se ha enriquecido el Misal con nuevos elementos:

Reordenación de los formularios de misas de Adviento Nuevos textos de la “Oración sobre el pueblo” en Cuaresma, asignándolos para

cada día Un prefacio nuevo de Mártires Nuevas colectas alternativas Nueva agrupación de las Misas por diversas necesidades y de difuntos Algunos retoques en algunas rúbricas Posibilidad de utilizar en la profesión de fe el Símbolo Apostólico en lugar del

Credo “largo” (niceno-constantinopolitano), que ya se hacía en la anterioredición española del Misal (pero no en forma de preguntas y respuestas,reservado a la Vigilia pascual y a las Misas en que se celebre el Bautismo)

Incorporación al Misal oficial de la Plegaria eucarística V con sus 4 variantes,que ahora se llama “Plegaria eucarística para [Misas por] diversas necesidades”(en apéndice y sólo se usan cuando se celebran “Misas por diversas

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necesidades”, nada más) y las dos de la Reconciliación, para Cuaresma y díaspenitenciales

Enriquecimiento de los formularios de las misas de la Virgen María, recurriendoa la ya existente Colección de Misas de la Bienaventurada Virgen María

Añadido de las melodías de las plegarias eucarísticas y de los prefacios parafomentar su uso y cuidar el canto litúrgico.

Junto a esto, la Ordenación General del Misal Romano (: OGMR), en su 3ª edición, esuna aportación importante. La Ordenación es el documento con que se abre el Misal,donde se explica la teología, las rúbricas litúrgicas, el sentido pastoral y espiritual, etc.,de la celebración eucarística según el Misal de la Iglesia. La OGMR reúne no sólo lasnormas (rúbricas) que siempre han de respetarse con fidelidad, sino los principiosteológicos que subyacen en la celebración de la santa liturgia. Esta OGMR se haenriquecido y ampliado:

Capítulo I: recomendación de la celebración diaria de la Misa, la función del Obispo ylos principios que deben regir las adaptaciones.

Capítulo II: sobre la estructura de la Misa, con más números explicativos.

Capítulo III, sobre los oficios y ministerios, con un nuevo apartado dedicado a lapreparación de la celebración (nn. 108-111).

Capítulo IV sobre las formas de celebrar la Misa, es uno de los más enriquecidos:

reverencia antes de la comunión (OGMR 160) genuflexiones e inclinaciones (OGMR 274-275) incensación (OGMR 150, 276-277) comunión bajo las dos especies (OGMR 283-287)

Capítulo V sobre el lugar de la celebración, con nueva distribución y precisión decontenidos:

La sede (OGMR 294, 310) El altar (OGMR 303 ss) El sagrario (OGMR 314-317) Las imágenes (OGMR 318)

Capítulo VI, sobre los requisitos para la celebración de la Misa, principalmente seamplía y matiza:

Los vasos sagrados (OGMR 328-329) Los libros litúrgicos (OGMR 349)

El capítulo VII sobre la elección de la Misa, alude a los textos (OGMR 357, 360-361) yalgunos cantos (OGMR 366-367)

Y el capítulo VIII organiza las misas por diversas necesidades y de difuntos, nuevasreferencias a las misas votivas (OGMR 375) y de Santa María en sábado (OGMR 378).

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Como el Misal posee textos bíblicos (en las antífonas de entrada y de comunión),primero había que aprobar la traducción de la Biblia y luego el Misal. Sin duda, un lentoproceso.

2. La traducción más fiel y literal

Pero había una tarea por delante muy amplia: este Misal en su tercera edición había quetraducirlo entero y por completo; y lo mismo pasaba con los leccionarios y sutraducción. ¿Por qué? Una Instrucción de 2001, «Liturgiam authenticam», de la Cong.para el Culto divino, pedía que se revisaran todos los Misales y leccionarios en todas laslenguas y se buscase una traducción que no interpretase, sino que fuese lo más literalposible al original en latín.

Esta Instrucción «Liturgiam authenticam» ofrece normas para la traducción litúrgica;las traducciones deben tutelar cuidadosamente la naturaleza sagrada de la liturgia –sinusar palabras o giros coloquiales, por ejemplo-; pide un criterio de fidelidad y exactituden la traducción del texto latino a la lengua vernácula –castellano, en nuestro caso- y noun ejercicio de creatividad. Además siempre se debe partir de la edición típica latinaaprobada para una nueva traducción. Las traducciones bíblicas para el Leccionariodeben también hacerse con estos criterios partiendo de la versión oficial de la BibliaLatina (llamada Neo-Vulgata).

Estos criterios se han aplicado a la nueva traducción del Leccionario que ahora oímosen nuestras iglesias, tras un laborioso y complicado proceso, que recibió la aprobacióndefinitiva de la Cong. para el Culto divino en 2014 ofreciéndonos la Sagrada Biblia dela Conferencia Episcopal Española, como «Biblia litúrgica». Es una traducción oficialde la Biblia; aprobada por la CEE en noviembre de 2008 y que recibió la recognitio dela Santa Sede el 29 de junio de 2010 y el 22 de agosto de 2014. A partir de ahí, habíaque preparar cada Leccionario con la nueva versión bíblica y nueva aprobación yrecognitio de cada uno de ellos por parte de la Cong. para el Culto divino.

Se pretendía tener una traducción oficial de la Biblia para contar con una misma versiónde la Escritura en la liturgia, en los catecismos y en otros documentos magisteriales uoficiales.

El mismo proceso, de una traducción fiel y literal, ha vivido el Misal en castellano, en la3ª edición, que recibió la recognitio de la Santa Sede, finalmente, el 8 de diciembre de2015. Como el Misal posee textos bíblicos (en las antífonas de entrada y de comunión),primero había que aprobar la traducción de la Biblia y luego el Misal. Sin duda, un lentoproceso.

En las primeras traducciones, que estamos usando desde 1975 hasta el I domingo deCuaresma de 2017, primaban la comprensión del contenido y la belleza del vocabulario,cierta elegancia y sonoridad en las expresiones por encima incluso de una ajustadafidelidad literal. Destacaba sobre todo un estilo catequético y literario en la traducción.

Ya Juan Pablo II en la carta Vicesimus Quintus Annus (de 1988) advertía esa falta deliteralidad en las traducciones a las distintas lenguas y advertía:

«Las conferencias episcopales recibieron el importante encargo de preparar las traducciones delos libros litúrgicos. Las necesidades del momento obligaron a veces a utilizar traduccionesprovisionales, que fueron aprobadas ad interim. Pero ha llegado ya el momento de reflexionarsobre ciertas dificultades surgidas posteriormente, dar solución a ciertas carencias deinexactitudes, completar las traducciones parciales, crear o aprobar los cantos litúrgicos, vigilar

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sobre el respeto de los textos aprobados y, finalmente, publicar los libros litúrgicos que tenganuna vigencia y una presentación digna de los misterios celebrados» (VQA, n. 20).

Sabiendo esto, la Instrucción «Liturgiam authenticam» fue un fruto maduro al pedirtraducciones mucho más literales que literarias, y se unía el acontecimiento de unatercera edición típica del Misal romano, que habría que traducir entero siguiendo losnuevos criterios establecidos para las traducciones litúrgicas.

3. «Pro multis», «por muchos»

La fórmula de la consagración del cáliz varía buscando, precisamente, la mayorfidelidad al texto original. En lugar de «que será derramada por vosotros y por todos loshombres», se dirá obligatoriamente. «por vosotros y por muchos».

Fue Benedicto XVI quien impulsó este cambio en 2006; por su mandato, la Cong. parael Culto divino publicó una Carta en la que mandaba se cambiase dicha expresión «en lapróxima traducción del Misal Romano que los obispos y la Santa Sede aprobarán paraser usados en sus países». Por tanto, el «pro multis» se debería cambiar en la próximaedición del Misal en cada lengua; no se mandaba que directamente se hiciese y bastasecon poner una pegatina en el actual Misal o taparlo con tipex. Ni se cambiaba latraducción del Misal entero para cambiar el «pro multis» por la expresión «pormuchos». Más bien la mente del legislador indica lo siguiente: el Misal Romano latinoen la 3ª edición debe traducirse a las lenguas vernáculas y, cuando se haga, entoncesdebe corregirse la fórmula de la consagración. Así de simple: basta con leer la Carta dela Cong. y la Carta de Benedicto XVI al Presidente de la Conferencia Episcopalalemana (14-abril-2012): «en la nueva traducción del Misal».

«Pro multis», «por muchos»: ¿Qué entraña, qué significa? «Por muchos» fueron laspalabras mismas del Señor al instituir la Eucaristía (Mt 26,28; Mc 14,24); «por muchos»es una traducción más fiel que «por todos»; ésta es una traducción menos exacta porqueinterpreta el contenido al traducirlo, es una explicación que más bien «pertenecepropiamente a la catequesis» (Carta Cong. Culto divino).

También la Carta de la Congregación da una explicación del sentido teológico: «Laexpresión «por muchos», mientras que se mantiene abierta a la inclusión de cadapersona humana, refleja el hecho de que esta salvación no ocurre en una formamecánica sin la participación o voluntad propia de cada persona; más bien, se invita alcreyente a aceptar en la fe el don que se ofrece y a recibir la vida sobrenatural que se daa aquellos que participan en este misterio y a vivir así su vida para que sean contadosentre los «por muchos», a quienes se refiere el texto».

La voluntad de Dios en Cristo es la redención de todos los hombres, pero no todos laaceptarán ni la querrán, sino «muchos». No todos quieren beneficiarse de la redención,sino «muchos». La salvación no es automática: «¡Esforzaos en entrar por la puertaestrecha…!»

En este mismo sentido lo explica Benedicto XVI en la Carta ya mencionada alPresidente de la CE Alemana:

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««Todos» se mueve en el plano ontológico: el ser y obrar de Jesús, abarca a toda la humanidad,al pasado, al presente y al futuro. Pero históricamente, en la comunidad concreta de aquellos quecelebran la Eucaristía, él llega de hecho sólo a «muchos».

Se requiere un esfuerzo por conocer bien el Misal y la OGMR por parte de los pastoresy posibilitarlo a los fieles, porque redundará en una mejora de las celebraciones y en unenriquecimiento de nuestra vida litúrgica y espiritual.

4. Tareas espirituales y pastorales pendientes:

La recepción de una nueva edición del Misal Romano no puede reducirse a un cambio osustitución del libro.

Sería bueno aprovechar para dar un nuevo impulso a las celebraciones, superar elcansancio y la atonía e ir a lo esencial, prescindiendo de tanta creatividad malentendida, del uso inadecuado de tantos subsidios, guiones, moniciones, etc. ¡Unalimpieza general para entrar en lo esencial del Misal!

Es ocasión para suscitar una mejor formación litúrgica integral para todos (incluyendoel saber estar y presidir del obispo y del sacerdote en la sede y en el altar…)

Considerar el Misal como fuente, por ejemplo, para preparar la homilía (no sólo mirar elEvangelio…), una catequesis, etc., y también para la piedad personal, orando los textoslitúrgicos de cada día.

El Misal es un auténtico monumento de la espiritualidad litúrgica.

La reforma litúrgica necesita de una profundización eminentemente espiritual(¡comenzando por los pastores!). Es buena ocasión para replantearnos el estudio de laslíneas teológicas de fondo de la OGMR que constituyen el entramado teológico de lacelebración eucarística. Meditaremos también en las oraciones antiguas y nuevas, en losprefacios y plegarias eucarísticas, y esto será signo de amor al gran Don que nos entregóel Señor.

Con un nuevo Misal, y oraciones con nueva traducción que buscan la fidelidad al ritmoy términos del latín original:

Habrá que recitar los textos en la liturgia con cierta pausa, entonación, de formaque se hagan inteligibles para todos, sin correr ni apresuradamente.

Todos tendremos que prestar atención y hacer el oído a fórmulas que nos van asonar a nuevas; también deberemos tomar algún Misal manual (ojalá sepubliquen pronto) para orar con el Misal en nuestros manos.

La OGMR prestará un notable servicio a los fieles y a los sacerdotes en la medida enque se aproveche para repasar, leyéndola y estudiándola, las líneas de fondo del actualOrdo de la Misa. Hay que asimilar lo que la Iglesia quiere y marca al promulgar unanueva edición del Misal Romano.

Releer todos y estudiar la OGMR será el mejor modo de procurar la dignidad y decorode la Eucaristía, corregir las pequeñas corruptelas o abusos que se pueden dar, vivir laverdad y la belleza del Misterio y cultivar el sentido sagrado de la liturgia.

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La parte sustancial del Misal Romano está formada por las oraciones (: textoseucológicos); como una correcta celebración necesita normas y orientaciones (quebusquen la unidad y eviten la improvisación y la anarquía) para que todo se desarrollearmónicamente y con una participación verdadera, interior y espiritual de todos, laprimera parte del Misal, la Ordenación General, lo explica y detalla todo y es deobligado cumplimiento. Esta OGMR además es un verdadero directorio sobre lacelebración de la Misa con indicaciones teológicas, litúrgicas, pastorales y espirituales.

Se requiere un esfuerzo por conocer bien el Misal y la OGMR por parte de los pastoresy posibilitarlo a los fieles, porque redundará en una mejora de las celebraciones y en unenriquecimiento de nuestra vida litúrgica y espiritual.

Es momento entonces:

De que los sacerdotes y obispos relean la OGMR y confronten con su propiomodo de celebrar

De que sea la OGMR una herramienta de formación en catequesis de adultos, enHermandades y Cofradías con sus Consiliarios o en Escuelas Cofrades, engrupos de Acción Católica, en sesiones parroquiales de formación, en laAdoración Nocturna (ANE y ANFE), en monasterios y conventos, etc.

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Era previsible que la publicación de esta 3ª edición del Misal Romano castellano seredujese a un titular periodístico: «por fin se cambió el pro multis», parainmediatamente saltar muchos diciendo: «¡diez años para cambiarlo!» Parecería queesta tercera edición era, en definitiva, hacer un nuevo Misal para cambiar esas dospalabras de la consagración…

Pero es que esta edición es de 2002, antes de la decisión pontificia de cambiar latraducción «pro multis» en lengua vernácula (año 2006) donde además se decía que sehiciese en las nuevas traducciones del Misal. Eso es lo que se ha hecho en España:cambiar la traducción del «pro multis» cuando se publicase en castellano la terceraedición del Misal Romano. ¡Se ha obedecido en todo, lógicamente!

Un largo proceso, con sus correcciones, revisiones y aprobación por la Santa Sede, nosentrega un Misal, en su tercera edición, enriquecido en muchos aspectos, con unaOrdenación general con más matices, una traducción en el corpus oracional más fiel yliteral… Es una obra ingente. Ahora vendrá su recepción, la acogida por parte de todos,la obediencia con espíritu de fe a sus textos y normas, la espiritualidad que se nutra delMisal y de la vivencia eucarística. ¡Vamos a ello! ¡En el nombre del Señor!

5. Novedades y matices de rúbricas

La recepción de esta 3ª edición del Misal no sería completa si nos olvidásemos oignorásemos las rúbricas, las normas de obligatorio cumplimiento para el desarrollo dela Santa Misa. Las rúbricas son, de algún modo, teología en acto, responden a unporqué, y evitan el capricho y la arbitrariedad de unos y otros, para crear unidad en laliturgia, unidad que es comunión eclesial. Sí, las rúbricas hay que cumplirlas y

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obedecerlas: es la Iglesia –nadie en particular, nadie por iniciativa propia- quien disponecómo hay que celebrar. También en esto, «sentir con la Iglesia» y «sentir la Iglesia» esfidelidad a las rúbricas, obediencia fiel de hijos a la Iglesia madre.

La primera parte del Misal es un amplísimo documento que se llama OrdenaciónGeneral del Misal Romano (OGMR) donde se ofrece la teología del sacramentoeucarístico y la normativa y rúbrica para su celebración. Este documento merece serconocido y estudiado.

En esta tercera edición de la Ordenación General del Misal romano (OGMR) seexplican y se matizan muchas normas litúrgicas, se aclaran algunas rúbricas y se añadealguna más. Para ser fieles, hay que conocer estas rúbricas y, lógicamente, obedecerlas.

¿Novedades? ¡Algunas hay! Vamos a recorrer la celebración de la Misa. La descripciónla hallamos en el capítulo IV de la Ordenación General del Misal Romano, titulado «Laforma de celebrar la Misa».

1) Rito de entrada

-En la procesión de entrada, si no hay diácono, el lector puede llevar el Evangeliario,pero no se lleva el Leccionario en procesión (OGMR 120).

-La antífona de entrada que figura en la Misa, si no ha habido canto, la puede adaptar elsacerdote a modo de monición inicial (OGMR 48; 31).

-Al llegar al presbiterio, el sacerdote y los ministros saludan al altar con inclinaciónprofunda (no simplemente inclinación de cabeza); luego el sacerdote y el diácono besanel altar y si se usa incensario se inciensa primero la cruz y luego se rodea el altar(OGMR 49), destacando así en la incensación de la cruz cómo el altar es el lugar delsacrificio de Cristo.

-La absolución del acto penitencial («Dios todopoderoso tenga misericordia denosotros…») no tiene eficacia sacramental (OGMR 51). Los domingos, sobre todo losde Pascua, puede hacerse la aspersión con agua (Ibíd.).

-Cuando se cantan las invocaciones «Señor, ten piedad» como parte del acto penitencial(es la tercera fórmula posible), se les antepone un «tropo» (OGMR 52), es decir: «Tú,que viniste… Señor, ten piedad».

-El texto del Gloria no puede cambiarse (OGMR 53).

-Insiste en una pausa de silencio tras el «Oremos» (OGMR 54) para que todos elevensus súplicas en el corazón, y tras esa pausa de silencio el sacerdote «recolecta» esasoraciones recitando la oración colecta (de ahí su nombre).

2) Liturgia de la Palabra

Como indicaciones de esta última OGMR:

-La recomendación del tono general que ha de tener la liturgia de la Palabra: consosiego, silencio, etc. (cf. OGMR 56, 45).

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-La advertencia de que no es lícito sustituir las lecturas bíblicas y el salmo responsorialpor otros textos no bíblicos (OGMR 57).

-Las lecturas se hacen desde el ambón y, salvo el Evangelio, por los lectores comooficio propio, no por el ministro ordenado (cf. OGMR 58-59).

-Precisa el modo de cantar el salmo y el Aleluya (cf. OGMR 61-62).

-Para el Evangelio, destacando su importancia, «los presentes se vuelven hacia elambón» (OGMR 133), ¡todos mirando al ambón!

-El ministro de la homilía, siempre y exclusivamente, es el ministro ordenado: obispo,sacerdote o diácono, «pero nunca un fiel laico» (OGMR 66).

-Las preces: un solo lector las lee (OGMR 71), no un lector para cada petición. Lasintenciones «sean sobrias, formuladas con sabia libertad, en pocas palabras» (Ibíd.). Laoración con que concluyen las preces, el sacerdote la recita «con las manos extendidas»(OGMR 138).

3) La liturgia eucarística

En los números 73-77 de la OGMR se describe detalladamente desde la procesión deofrendas hasta la incensación y el lavabo de las manos del sacerdote. Si se leen estosnúmeros, sin duda se corregirán los excesos de la «presentación de ofrendas» que tantasveces se ve:

- no existe monición a cada ofrenda

- ni tampoco existen «ofrendas simbólicas» (este libro, este reloj, este balón…)

- sino todo el pan y vino necesarios para la Santa Misa

- y otras donaciones reales para los pobres o para la iglesia.

-El canto para las ofrendas no es obligatorio siempre; «al rito para el ofertorio siemprese le puede unir el canto» (OGMR 74); en muchas ocasiones será mejor que únicamentesuene el órgano.

-El lavabo en la Misa sigue siendo obligatorio (no es opcional) y se señala que se hace«en el lado del altar» (OGMR 76), no en el centro.

-Todos se pondrán en pie al decir el sacerdote: «Orad, hermanos, para que estesacrificio…» (OGMR 43) y no después.

-Como propio del rito romano, todos los fieles, diáconos y acólitos estarán de rodillasen la consagración, desde el momento en que se destapa el cáliz y el sacerdote imponelas manos sobre el pan y el vino. No va a gusto de cada cual: la postura común yobligatoria es estar todos de rodillas. ¿Excepciones? Estrechez del lugar, aglomeracióno cuestión de salud; pero incluso los que por estas razones se queden de pie, haráninclinación profunda cuando el sacerdote después de mostrar el Cuerpo y la Sangre delSeñor hace la respectiva genuflexión.

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Dice la OGMR 43 en una rúbrica muy clara: «[Los fieles] estarán de rodillas durantela consagración, a no ser que lo impida la enfermedad o la estrechez del lugar o laaglomeración de los participantes o cualquier otra causa razonable. Y, los que nopueden arrodillarse en la consagración, harán una profunda inclinación mientras elsacerdote hace la genuflexión después de ella».

-Únicamente el sacerdote dice: «Por Cristo, con él y en él», «pronuncia él solo ladoxología» (OGMR 151) y todos responden aclamando: «Amén»; mejor aún si se canta.

4) Ritos de comunión

La nueva edición de la OGMR aporta también aquí nuevas precisiones:

-El rito de la paz ha recibido una nueva clarificación y límites, recuperando la sobriedady brevedad que siempre ha tenido: «Conviene que cada uno exprese sobriamente la pazsólo a quienes tiene más cerca» (OGMR 82), por tanto, sin moverse por la iglesia:discreción, moderación, a los más cercanos. Tampoco el obispo o sacerdote debe dar lapaz a todos (p.e. los concelebrantes) o bajarse del presbiterio: «El sacerdote puede dar lapaz a los ministros, pero siempre permaneciendo dentro del presbiterio para noperturbar la celebración. Haga lo mismo si, por alguna causa razonable, desea dar la paza algunos pocos fieles. Y todos se intercambian un signo de paz, comunión y caridad…Mientras se da la paz puede decirse: ‘La paz del Señor esté siempre contigo’, a lo que seresponde: ‘Amén’» (OGMR 154). Por supuesto, no existe ningún «canto de paz» queacompañe este sobrio y discreto rito de paz.

-Tras el rito de paz, la fracción del Pan consagrado con el canto del Cordero de Dios.Debe esperar el sacerdote a que todos hayan terminado de darse la paz y entoncescomenzar la fracción de modo que no pase desapercibida: «La fracción del pan se iniciatras el intercambio del signo de la paz y se realiza con la debida reverencia, sin alargarlade modo innecesario ni que parezca de una importancia inmoderada» (OGMR 83).

-La fórmula «Éste es el Cordero de Dios» la dice el sacerdote tomando en su manoderecha un trozo fraccionado del Pan consagrado (el trozo que él va a comulgar, nadamás) sosteniéndolo –y esta rúbrica es nueva- «sobre la patena o sobre el cáliz» (OGMR84; 157).

-Si no hay canto, la antífona de comunión se puede recitar; o algún fiel o un lector «o,en último término, la recitará el mismo sacerdote después de haber comulgado y antesde distribuir la Comunión a los fieles» (OGMR 87). Por tanto, es opcional.

-Es importante, al comulgar, el diálogo de fe entre el ministro y el fiel: «El Cuerpo deCristo – Amén» (OGMR 161) comulgando inmediatamente, con respeto, delante delministro. Además, antes de comulgar, hay que hacer «la debida reverencia» (OGMR160), es decir, inclinación profunda ante el Santísimo (o genuflexión) antes decomulgar.

-La comunión con las dos especies (bebiendo del cáliz o por intinción, mojando elsacerdote la forma consagrada en la Sangre del Señor) se ha ampliado en lasposibilidades de distribuirla muchas más veces. La OGMR afirma que esto «es muy dedesear» (OGMR 85), para que sea más significativo aún «que la Comunión es unaparticipación en el sacrificio que se está celebrando» (Ibíd.). Dedica varios números:OGMR 281-287, porque comulgar con ambas especies es «una expresión más plena prorazón del signo» (OGMR 281). Esta fue la forma habitual de comulgar todos en el rito

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romano durante muchos siglos. Por supuesto, ni uno comulga por sí mismo (dejando lapatena y el cáliz encima del altar y cada uno «se sirve») ni se pasa el cáliz de mano enmano.

-Terminada la comunión, «pueden orar un espacio de tiempo en secreto. Si se prefiere,toda la asamblea puede también cantar un salmo o algún otro canto de alabanza o unhimno» (OGMR 88). Nada dice de esas «acciones de gracias» leídas por un lector casicomo algo obligatorio. Mejor suprimir ya esta mala costumbre que no aparece en elMisal.

5) Ritos finales

-El momento de dar los avisos, que deben ser muy breves, es antes de la bendición(OGMR 90).

-En Cuaresma, cada día, se reza antes de la bendición la «oración sobre el pueblo»estando todos inclinados. Esta oración se incluye ahora en cada formulario de Misacuaresmal. ¡Necesitamos mayor bendición en Cuaresma que nos fortalezca ante losayunos, las penitencias y las limosnas!

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Una catequesis sobre el "Pro Multis"P. Alejo Navarro.Sigüenza

Las palabras eucarísticas de JesúsLas palabras eucarísticas institucionales de Jesús, que la Iglesia hizo vida desde elprincipio en la celebración y fue transmitiendo vivamente por la Tradición tanto en elárea griega (“Parélabon apo tu Kyríou o ke parédoka imín”) como en el área latina(“Accepi a Domino quod et tradidi vobis”), es decir, “yo he recibido una tradición, queprocede del Señor y que a mi vez os he transmitido” (1Co 11, 23), fueron finalmentepuestas por escrito en los libros inspirados.Cuatro son los escritos neotestamentarios en los que podemos leer el relato de lainstitución de la eucaristía. Lo podemos leer en la carta a los Corintios (1Co 11, 23-25),lo podemos leer en el Evangelio según san Marcos (Mc 14, 22-25), lo podemos leer enel Evangelio según san Mateo (26, 26-28) y lo podemos leer en el Evangelio según sanLucas (22, 19-20).El texto paulino es muy cercano a Lucas, mientras que Mateo y Marcos son cercanosentre sí. Los cuatro relatos “atestiguan la formación temprana de los textos sobre laÚltima Cena de Jesús con sus discípulos” (Nota a 1Co 11, 23 de la Biblia de laConferencia Episcopal Española).

Las palabras eucarísticas, palabras muy preparadasLas palabras eucarísticas pronunciadas por Jesús no fueron una repentina improvisacióndel momento, sino que todo venía muy bien preparado, dispuesto y ordenado desdemucho tiempo atrás. Jesús, en aquel momento institucional, en sintonía con la tradiciónbíblica, hizo suyas determinadas palabras y determinados gestos, elevándonos a unnuevo y superior nivel con proyección de futuro.Es digno y justo el reconocimiento de esta actitud admirable de Jesús de fidelidad a todala rica tradición bíblica. Jesús es consciente de todo lo que tiene detrás. Jesús no partede cero. Su actitud interior es de docilidad y obediencia a las órdenes paternas.Jesús, más que inventar, cumple. Ya lo había advertido en su discurso programático:“No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17). Más adelante, ya muyavanzada su vida pública, les dirá a los apóstoles en la intimidad del Cenáculo: “Lapalabra que oís no es mía, sino del Padre que me ha enviado” (Jn 14, 24), para concluirpoco más adelante: “Es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que,como el Padre me ha ordenado, así actúo” (Jn 14, 31).

Las palabras eucarísticas, palabras sacrificialesJesús, al pronunciar las palabras eucarísticas institucionales, se reconoció como elSiervo de Dios profetizado por Isaías en su grandioso poema del Siervo de Yahvéh,poema dividido en cuatro partes y que alcanza en la cuarta parte su cima sobrecogedora,cuarta parte que escuchamos cada año como primera lectura en el Viernes Santo: “Por

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los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervojustificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos… Él tomó el pecado demuchos e intercedió por los pecadores (cf. Is 53, 11-12).Poco antes de entrar en Jerusalén para vivir su Semana Grande, Jesús había vuelto arecordar y a repetir las palabras proféticas de Isaías: “El Hijo del hombre no ha venido aser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28).Aclarando la expresión “por muchos” y descubriendo todo su alcance, dice la nota a Mt20, 28 de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española: “En conformidad con elconjunto del Nuevo Testamento, “por muchos” debe entenderse en el sentido de “portodos”; ello no significa que los efectos de la muerte de Cristo se apliquen de formaautomática, sin la necesaria respuesta humana”.

Las palabras de Jesús en los relatos del Nuevo TestamentoYa hemos dichos que son cuatro los escritos neotestamentarios en los que podemos leerel relato de la institución de la eucaristía. Lo podemos leer en la carta a los Corintios(1Co 11, 23-25), lo podemos leer en el Evangelio según san Marcos (Mc 14, 22-25), lopodemos leer en el Evangelio según san Mateo (26, 26-28) y lo podemos leer en elEvangelio según san Lucas (22, 19-20).El texto paulino es muy cercano a Lucas, mientras que Mateo y Marcos son cercanosentre sí.San Lucas y san Pablo destacan la expresión “por vosotros”: “Esto es mi cuerpo que seentrega por vosotros” (1Co 11, 24; Lc 22, 19). “Este cáliz es la nueva alianza en misangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22, 20). San Marcos y san Mateo destacanla expresión “por muchos”.

Las palabras de Jesús repetidas por la IglesiaLa Iglesia fue repitiendo las palabras institucionales de Jesús en tres lenguas (hebreo,griego y latín), que pronto quedaron prácticamente reducidas a dos, la lengua griega y lalengua latina: el griego para la zona oriental de la Iglesia y el latín para la zonaoccidental de la Iglesia. Unidad en la diversidad. Como afirmaba el papa san Juan PabloII: “¡La Iglesia debe respirar con sus dos pulmones!” (Juan Pablo II, Ut unum sint 54).¿Cómo suenan las palabras de la consagración del vino en lengua griega? “Lábete kepíete ex aftú pantes: Tuto esti to potirion tu ématos mu, to tis kenís ke eoníu diazíkis, toiper imón ke polón ekjinómenon is áfesin amartion. Tuto piíte is tin emín anámnisin”.Ponemos en negrita las palabras to iper imón ke polón ekjinómenon (por vosotros ypor muchos).¿Cómo suenan las palabras de la consagración del vino en lengua latina? “Accípite etbíbite ex eo omnes: Hic es enim calix sánguinis mei, novi et aeterni Testamenti, qui provobis et pro multis effundétur in remisiiónem peccatorum. Hoc fácite in meamcommemoratiónem”. Ponemos en negrita las palabras qui pro vobis et pro multiseffundétur (por vosotros y por muchos).Aprovechamos la mención que hemos hecho de las dos lenguas tradicionales de laIglesia, el griego y el latín, y más concretamente del latín ya que estamos en la zonaoccidental de la Iglesia, para animar a superar algunos prejuicios que puede haber haciael latín. Ciertamente que no volverá a ser lengua común; con todo, sigamos con

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serenidad y prudencia las indicaciones que la Iglesia nos va haciendo para conservar eluso de la lengua latina (cf. SC 36, 1; Sacramentum caritatis 62; OGMR 41). Los títulosde muchas exposiciones de arte sacro y los cantos en los grandes centros de reunióncristiana como Taizé, Lourdes o Fátima vienen mostrando la eficacia del uso del latíncomo lengua comunicativa y expresiva de la comunión eclesial.

Volviendo a las palabras eucarísticas institucionales, al decir “porvosotros y por muchos” la Iglesia quiso unir desde el principio laspalabras en las que ponen el acento san Pablo y san Lucas, es decir“por vosotros”, con las palabras en las que ponen el acento sanMarcos y San Mateo, es decir “por muchos”. Quedan así integradoslos cuatro relatos.

Las versiones a las lenguas maternasUna de las iniciativas más notables del último concilio en materia litúrgica fue laversión de los textos litúrgicos a las diversas lenguas maternas. Recordemos las palabrasconciliares: “Muchas veces el uso de la lengua materna puede ser muy útil para elpueblo. Por eso, tanto en la misa como en la administración de los sacramentos y enotras partes de la liturgia, podrá dársele mayor cabida… Corresponde a la autoridadeclesiástica territorial competente… determinar si ha de usarse la lengua materna y enqué medida” (SC 36, 2-3).En el caso que ahora nos ocupa, el de la versión a las lenguas maternas de las palabrasde la consagración y más concretamente al llegar a las palabras “por vosotros y pormuchos”, se pensó en los círculos responsables de la traducción que la expresión “pormuchos” era un semitismo, es decir, una “forma de expresión hebrea que indicaba latotalidad, “todos” (Benedicto XVI, Carta al presidente de la Conferencia EpiscopalAlemana, 2012); por tanto, lo mejor era según estas escuelas de traductores, dar el pasoe ir al significado último de la expresión y poner “por todos los hombres”; se pasaba asíde lo que Jesús dijo a lo que Jesús quiso decir.Al dar este paso ya no se hacía sólo traducción sino interpretación. Con palabras deBenedicto XVI en la carta citada “el paso del “pro multis” al “por todos” no era enmodo alguno una simple traducción, sino una interpretación, que seguramente tenía ysigue teniendo fundamento, pero es ciertamente ya una interpretación y algo más queuna traducción”.El empleo de las lenguas maternas es, ciertamente, una riqueza. Cuando san Ciriloevangelizó a los eslavos también tradujo a la lengua materna los textos litúrgicos,justificando así su actitud: “A las argumentaciones históricas y dialécticas que se lepresentaban, el santo respondía recurriendo al fundamento inspirado por la SagradaEscritura: “Toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”;“póstrese toda la tierra ante ti y entone salmos a tu nombre”; “alabad a Yavé las gentestodas, alabadle todos los pueblos” (Juan Pablo II, Slavorum apóstoli 17).No nos hemos de cerrar, pues, a las traducciones a las diversas lenguas maternas.Traducción ciertamente sí, pero distinguiendo traducción e interpretación.

Los dos criterios para las traducciones

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A la hora de traducir un texto se pueden seguir dos criterios: el criterio de lacorrespondencia literal y el criterio de la correspondencia estructural.En el caso de la correspondencia literal se trata, en la traducción, de ser fiel al texto ensí mismo, de observar la mayor fidelidad posible a las palabras, aunque después éstaspuedan y deban ser explicadas y comentadas para descubrir todo su alcance; noobstante, este trabajo de la explicación del texto ya es un trabajo distinto y posterior. Ensu primera aproximación al texto, el lector, en la correspondencia literal, tiene la certezade que se acerca al texto original en cuanto tal.En el caso de la correspondencia estructural se trata de ir más allá de la traducciónliteral y lo que se pretende es ofrecer ya una interpretación del texto que lo haga máscomprensible e inteligible al lector de nuestro tiempo. En este caso y vista la estructurasignificativa del texto, el traductor ya no se siente tan atado a las palabras sino que tratade ofrecer con cierta libertad el contenido último de las mismas. Cuando se sigue estecriterio de la correspondencia estructural, se da el caso de que un mismo texto único,que está en la base de las diversas interpretaciones, es en ocasiones difícilmentereconocible en las distintas traducciones; tampoco hay que descartar “ciertasbanalizaciones que comportan una auténtica pérdida” de las riquezas del texto original(cf. Carta de su santidad Benedicto XVI a los obispos alemanes).El empeño que se pretende con el criterio de la “correspondencia estructural” es elacercamiento al lector moderno de un texto más o menos clásico, ya que hay palabras yexpresiones difícilmente comprensibles para el hombre de hoy. Se trata, entonces, deuna traducción libre en la que de hecho se va más allá de la estricta traducción.En las primeras traducciones posconciliares de los textos bíblicos y litúrgicos se siguióen bastantes casos el criterio de la correspondencia estructural, dejando de lado la“correspondencia literal”. Algunos ejemplos: la Palabra en lugar del Verbo (Prólogo desan Juan), bueno en lugar de justo (San José), las vendas o lienzos por el suelo en lugarde tendidos o aplanados (ozónia kímena) (sepulcro vacío) y, en las palabras de laconsagración, “todos los hombres” en lugar de “muchos”.La “correspondencia estructural” tiene sus riesgos ya que se pierde fácilmente el sentidode unidad católica del texto para terminar existiendo tantos textos como traducciones yse da pie fácilmente a las adaptaciones personales que en determinados casos más queservir al misterio puede dar la impresión de que se es dueño del Misterio. Lacorrespondencia estructural, pues, tiene sus límites.

El criterio actual de la “fidelidad literal”Sobre la base de estas consideraciones, la Congregación para el Culto Divino y losSacramentos publicó el 28 de marzo de 2001 la Instrucción “Liturgiam auténticam”sobre las traducciones. Dicha Instrucción pone de nuevo en primer plano el principio dela correspondencia literal.La distinción entre traducción e interpretación es necesaria tanto respecto a la palabrade la Escritura como a los textos litúrgicos. Por un lado, la palabra sagrada debepresentarse lo más posible como es, incluso en lo que tiene de extraño y con losinterrogantes que comporta; es decir, ha de ser traducida con fidelidad; por otro lado, laIglesia tiene obligación de interpretar esa palabra inspirada, con el fin de que lleguehasta nosotros el mensaje que el Señor nos ha destinado. Primero, la traducción;después, la interpretación. De la misma manera que al anuncio (kerigma) sigue la

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catequesis, así a la traducción ha de seguir la interpretación. “Ni siquiera la traducciónmás esmerada puede sustituir a la interpretación: pertenece a la estructura de larevelación el que la Palabra de Dios sea leída en la comunidad interpretativa de laIglesia, y que la fidelidad y la actualización estén enlazadas recíprocamente. La Palabradebe estar presente tal y como es, en su forma propia, tal vez extraña para nosotros; lainterpretación debe confrontarse con la fidelidad a la Palabra misma, pero, al mismotiempo, ha de hacerla accesible al oyente de hoy” (Benedicto XVI, carta citada).Esta distinción entre traducción e interpretación, respetando lo más posible la fidelidadliteral en las traducciones, nos llevará a tener un gran respeto a los textos bíblicos ylitúrgicos. Hay en nosotros una cierta tendencia a apropiarnos de dichos textos ymodificarlos según personales puntos de vista que justificamos razonadamente. Secomprende que a veces los autores sagrados o espirituales reclamen respeto sobre lostextos que ellos han escrito. Así san Juan, al final del Apocalipsis, pide que su escritoinspirado permanezca inalterado e intocable y escribe: “Yo declaro al que oye laspalabras de este libro: Si alguien añade algo a estas cosas, Dios añadirá sobre él lasplagas que están escritas en este libro. Y si alguien quita algo de las palabras de estelibro profético, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritasen este libro” (Ap 22, 18-19). Es también aleccionador lo que escribe san Francisco deAsís al final de su Testamento: “Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mandofirmemente, por obediencia, que no introduzcan glosas en la regla ni en estas palabras,diciendo: “así se han de entender”. Sino que, así como me dio el Señor decir y escribirsencilla y puramente la regla y estas palabras, así también sencillamente y sin glosahabéis de entenderlas y observarlas con obras santas hasta el fin” (San Francisco,Testamento 38-39). La Iglesia nos recuerda el respeto con que hemos de proceder conlos libros litúrgicos y dirá en la constitución conciliar sobre liturgia que nadie “aunquesea sacerdote, debe añadir, quitar o cambiar nada en la liturgia por iniciativa propia”(SC 22, 3), doctrina que recogerá después el Código de Derecho Canónico (c. 846, 1).Bueno será, por tanto, conocer muy bien qué elementos celebrativos son intocables yqué otros son elegibles o adaptables.

“Por vosotros y por muchos”Teniendo en cuenta todo lo que venimos diciendo, la Santa Sede ha decidido que, en lanueva traducción del Misal, la expresión “pro multis” se traduzca tal y como es, y no almismo tiempo ya interpretada. En lugar de la versión interpretada “por todos”, se hapuesto la exacta traducción “por muchos”. Las palabras de la consagración del vinoquedan, pues, así: “Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada porvosotros y por muchos”.En la traducción actual aparece, pues, ese binomio de gran contenido teológico yespiritual “por vosotros y por muchos”. El “por vosotros” está tomado de Lucas yPablo; el “por muchos” está tomado de Marcos y Mateo. La fórmula que, aparentementees restrictiva, sin embargo lleva consigo la doble riqueza de la concretización y de laexpansión.“Por vosotros”. El pronombre personal nos habla de inmediatez y concreción. Laexpresión “por vosotros” hace que la misión salvífica de Jesús aparezca de formaabsolutamente concreta para los presentes. Cada uno puede decir: Jesús que ha nacidopor mí, ha muerto por mí. “El “por vosotros” se extiende al pasado y al futuro, se refierea mí de manera totalmente personal; nosotros, que estamos aquí reunidos, somosconocidos y amados por Jesús en cuanto tales” (Benedicto XVI, carta citada). Por tanto,

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la expresión “por vosotros” no es restrictiva sino concretizadora y personalizante y cadauno se la puede aplicar a sí mismo.“Por muchos”. Tampoco la expresión “por muchos” es restrictiva. Cristo murió portodos, nos dice san Pablo (cf. Rom 8, 32; 2Cor 5, 14; 1Tim 2, 6). Si la Iglesia harepetido las palabras “por muchos”, aún sabiendo que Jesús ha muerto por todos es porrespeto a las palabras dichas por Jesús en la institución de la Eucaristía. El respetoreverencial por la palabra misma de Jesús es la razón de la fórmula de la consagración.Jesús dijo también aquellas palabras por respeto a las palabras de la Escrituras,concretamente a las palabras del profeta Isaías (cf. Is 53, 11). Esta doble fidelidad, la deJesús a la Escritura y la de la Iglesia a Jesús, es la que explica la fórmula “por muchos”.En esta cadena de reverente fidelidad, nos insertamos nosotros con la traducción literal.Al emplear la expresión “por muchos”, la Iglesia no reduce el horizonte de la salvaciónsino que lo ensancha. Como pequeño grano de trigo o de mostaza, los pocos estánllamados responsablemente a ofrecer la salvación a todos, aunque esta salvación seaplique por la libre aceptación y madura respuesta humana de cada uno. En los reunidospara la Eucaristía ha de haber gratitud y responsabilidad. Lo poco con Dios es mucho.Los pocos son primicia de un amplia salvación; los pocos se convierten en multitud:“Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas lasnaciones, razas, pueblos y lenguas” (Ap 7, 9). En la expresión “por muchos” haygratitud, responsabilidad y promesa. Los pocos son muchos y representan a todos,responsabilizándose de su salvación como continuadores de la misión de Jesucristo.

Sentir con la IglesiaEscribe san Ignacio al final de sus Ejercicios las famosas reglas para sentir con laIglesia y en la décimo tercera dice: “Debemos siempre tener para en todo acertar, que loblanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina” (EE365). Esta debería ser nuestra actitud ante las determinaciones de la Santa Sede conrespecto al “por muchos”.El pueblo fiel no suele tener dificultad en aceptar lo que la Iglesia dice. El “sensusfidei” lleva al “sensus Ecclesiae”. La actual determinación de la Iglesia puede ser unabuena ocasión para impartir una catequesis eucarística que ayude a todos, fieles ypastores, a celebrar cada vez mejor el gran Misterio que Cristo nos mandó hacer enconmemoración suya.La santísima Virgen, Madre de la Iglesia, nos ayude con su ejemplo e intercesión aservir al misterio salvífico de Cristo con la pureza de corazón con que ella sirvió y sirveal gran misterio salvífico de Cristo.