Sudáfrica Population

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Introducción Desde 1948 hasta los primeros años de la década de 1990, el gobierno de Suráfrica practicó una política de fuerte segregación racial conocida como apartheid; su propósito era garantizar la dominación social y política de la minoría blanca sobre el resto de la población. Desde el primer asentamiento blanco en 1652, la segregación racial ha sido parte del modelo social y económico del país en un intento de los blancos por imponer lo que consideraban superioridad de su raza y su cultura. En el siglo XX, la segregación comenzó a ser un programa explícitamente formulado en toda Suráfrica. La ley sobre las tierras nativas de 1913, que delimitaba las zonas rurales de residencia y propiedad para europeos y no europeos, fue una de las primeras manifestaciones de esta política segregacionista; esta ley y otras posteriores de 1936 establecían que la población negra (más del 75% de la población) fuera propietaria de sólo el 13% de la tierra. En 1960 fueron abolidos los pocos derechos políticos que poseían desde 1948. A principios de la década de 1970, el gobierno estableció diez bantustanes para negros, que fueron la principal residencia de estos grupos étnicos; cuatro de estos bantustanes se declararon independientes aunque prácticamente no gozaron del reconocimiento internacional, excepto de Suráfrica. A finales de la década de 1980 y principios de 1990, las presiones internas y externas obligaron al gobierno a desmantelar la base legal del apartheid. En 1994 entró en vigor un texto constitucional con carácter provisional, al tiempo que se celebraron las primeras elecciones plenamente democráticas, por el que se estableció la división de Suráfrica en nueve provincias (con su respectiva capital entre paréntesis): Gauteng (Johannesburgo), Septentrional o Transvaal de Norte (Pietersburg), Mpumalanga (Nelspruit), Noroeste (Mmabatho), Estado Libre (Bloemfontein), KwaZulu-Natal (Pietermaritzburg), El Cabo Oriental (Bisho), El Cabo Septentrional (Kimberley) y El Cabo Occidental (Ciudad de El Cabo). La elección de algunas de estas capitales, como por ejemplo la de KwaZulu-Natal, sigue siendo hoy motivo de

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Introducción

Desde 1948 hasta los primeros años de la década de 1990, el gobierno de Suráfrica practicó una política de fuerte segregación racial conocida como apartheid; su propósito era garantizar la dominación social y política de la minoría blanca sobre el resto de la población. Desde el primer asentamiento blanco en 1652, la segregación racial ha sido parte del modelo social y económico del país en un intento de los blancos por imponer lo que consideraban superioridad de su raza y su cultura. En el siglo XX, la segregación comenzó a ser un programa explícitamente formulado en toda Suráfrica. La ley sobre las tierras nativas de 1913, que delimitaba las zonas rurales de residencia y propiedad para europeos y no europeos, fue una de las primeras manifestaciones de esta política segregacionista; esta ley y otras posteriores de 1936 establecían que la población negra (más del 75% de la población) fuera propietaria de sólo el 13% de la tierra. En 1960 fueron abolidos los pocos derechos políticos que poseían desde 1948. A principios de la década de 1970, el gobierno estableció diez bantustanes para negros, que fueron la principal residencia de estos grupos étnicos; cuatro de estos bantustanes se declararon independientes aunque prácticamente no gozaron del reconocimiento internacional, excepto de Suráfrica. A finales de la década de 1980 y principios de 1990, las presiones internas y externas obligaron al gobierno a desmantelar la base legal del apartheid.

En 1994 entró en vigor un texto constitucional con carácter provisional, al tiempo que se celebraron las primeras elecciones plenamente democráticas, por el que se estableció la división de Suráfrica en nueve provincias (con su respectiva capital entre paréntesis): Gauteng (Johannesburgo), Septentrional o Transvaal de Norte (Pietersburg), Mpumalanga (Nelspruit), Noroeste (Mmabatho), Estado Libre (Bloemfontein), KwaZulu-Natal (Pietermaritzburg), El Cabo Oriental (Bisho), El Cabo Septentrional (Kimberley) y El Cabo Occidental (Ciudad de El Cabo). La elección de algunas de estas capitales, como por ejemplo la de KwaZulu-Natal, sigue siendo hoy motivo de serios debates. Los antiguos bantustanes como Transkei, Bophuthatswana, Venda y Ciskei, fueron disueltos y reincorporados a Suráfrica cuando entró en vigor la Constitución.

El sistema del apartheid, dejó una profunda impronta en la sociedad surafricana. Los blancos gozan de un nivel de vida comparable al de los países más desarrollados del mundo, pero no ocurre lo mismo con la población no blanca, en especial con los negros. Aunque éstos constituyen más del 75% de la población, sólo obtienen el 28% de los ingresos totales del país; el caso de la población blanca es justo a la inversa pues constituyen el 13% de la población y, sin embargo, disfrutan del 61% de la renta nacional. En cuanto a los asiáticos y los mestizos, los niveles de ingresos son del 4 y el 7% respectivamente, lo cual está más en proporción con su número. Esta enorme diferencia económica entre blancos y negros (unas doce veces más a favor de los primeros) es una de las mayores del mundo, y establece otras muchas diferencias; más de la mitad de los negros viven en situación de miseria y el desempleo está en torno al 45%. Uno de cada cuatro negros vive en infravivienda o no dispone de ningún tipo de vivienda, y el 40% no tiene acceso a agua corriente; además, sólo un tercio de las viviendas de este sector de la población tienen electricidad. La esperanza de vida es de 44 años para las mujeres y 44,4 para los varones. La mortalidad infantil es del 62‰. Las diferencias se agudizan en las zonas rurales: los granjeros blancos son propietarios de más del 87% de la tierra y generan algo más del 90% de la producción agrícola de Suráfrica.

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Como consecuencia de las antiguas leyes de segregación, la mayoría de la población blanca se agrupa en el centro de las áreas urbanas más importantes y cerca de las zonas de negocios, mientras que los negros viven en municipios de la periferia. Como resultado, la mayor parte de los negros que trabajan en los centros de las ciudades recorren diariamente grandes distancias entre sus casas y sus puestos de trabajo. El recorrido medio es de 37 km, y no es raro pasar de dos a cuatro horas en los distintos transportes.

A partir de 1975, ha aumentado el poder adquisitivo de algunos grupos de la población negra hasta acercarse a un nivel de vida similar al de los blancos. No obstante, durante este mismo periodo ha descendido también de una forma significativa el nivel de renta correspondiente al 40% del sector más deprimido de población negra, con lo cual la diferencia con el resto de la población se ha agudizado.

Matrimonio y familia

Las familias blancas son pequeñas y viven como unidades nucleares. Los negros africanos mantienen fuertes lazos familiares, incluso aunque la familia nuclear esté incompleta. A los hijos se les enseña a respetar a sus mayores y a obedecer a sus padres. La familia extensa desempeña un importante papel en el cuidado de los hijos y proporciona un apoyo.

La carencia de vivienda para la población negra es otro factor determinante; en las zonas urbanas habitadas por negros no es raro encontrar a más de 17 personas viviendo hacinadas en tres o cuatro habitaciones. Las mujeres (especialmente las mujeres negras) son las mayores víctimas de esta situación. Se ha estimado que alrededor del 60% de las mujeres surafricanas sufren malos tratos por parte de sus cónyuges. La juventud negra también presenta una difícil situación social, que en ocasiones agrava el problema de la violencia. En las zonas rurales estas condiciones de vida son peores.

Las comidas

Cada grupo étnico tiene sus propias costumbres y normas en la comida. La gente de las áreas urbanas guarda una etiqueta más parecida al patrón occidental. En el medio rural las personas comen a menudo con cucharas y usan otros cubiertos en las bodas y fiestas.

Hábitos sociales

Debido a su diversidad étnica, se emplean numerosas formas de saludo en Suráfrica. Los angloparlantes usan las expresiones Hello (Hola) y Good morning (Buenos días), entendidas por la mayoría de los habitantes. Los que hablan la lengua afrikaans dicen Goeie more (Buenos días). Los zulú y los swazi se saludan entre sí con Sakubona, que literalmente significa "Te veo" pero que se emplea también como "Hola", o con Kunjani (¿Cómo estás?). Una respuesta adecuada para Sakubona es Yebo (Sí). Las respuestas habituales a Kunjani son Sikhona o Sisaphila. El saludo de los xhosa, Molo, y el de los sotho y tswana, Dumela, tienen un significado similar. Todos los surafricanos se dan la mano cuando se saludan; mucha gente de las áreas rurales emplean las dos manos. A veces los amigos negros se saludan con un complicado apretón de manos triple, que supone entrelazar los dedos más pequeños, estrechar los puños y entrelazar los meñiques otra vez. Los amigos íntimos y familiares pueden abrazarse.

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En general, se considera de mala educación dirigirse a los desconocidos y a los mayores por el nombre de pila. Los títulos se emplean entre los adultos, a menos que mantengan una relación muy estrecha de amistad. Es respetuoso llamar a un africano mayor "padre", que es Tata en isixhosa, Ntate en sesotho y Baba en isizulu. A una mujer negra mayor se la llama "madre", que es Mama en isixhosa e isizulu y Mme en sesotho. Además, a un hombre mayor xhosa se le puede llamar "tata", y a una mujer mayor zulú mama.

Cuando es posible, se anuncian las visitas con antelación, pero son habituales las visitas imprevistas entre amigos íntimos o familiares. No se espera que los invitados a cenar lleven regalos, pero se aceptan en caso de que se les ofrezca. Las costumbres y etiqueta en la mesa varían entre los diferentes grupos.

Educación

El legado del apartheid también se advierte en el ámbito educativo. Aunque las inversiones gubernamentales en la educación de los negros han aumentado considerablemente a partir de mediados de la década de 1980, el presupuesto en la educación de los blancos sigue siendo cuatro veces superior a la de los alumnos de raza negra; en 1999 el gasto en educación supuso el 5,7% del total del gasto estatal. Entre la población negra hay un profesor por cada sesenta estudiantes negros en las zonas urbanas y de uno por cada noventa en las rurales, mientras que entre los blancos es de uno por cada treinta o incluso menos. La media en toda la nación es de 33 alumnos por profesor en el nivel primario. Como resultado de todo ello, solamente el 41% de los estudiantes negros consiguieron pasar en 1991 la prueba selectiva necesaria para poder acceder a la universidad. Ese mismo año, el resultado fue del 96% en los estudiantes blancos, del 95% para los indios y el 83% para los alumnos mestizos. Por otro lado, la tasa de alfabetización de la población negra está por debajo del 50% mientras que es del 100% en los blancos, siendo del 86,7% para el total de la población.

Una vez que se desmanteló el apartheid, un número cada vez mayor de estudiantes no blancos empezó a acudir a las instituciones educativas que en su día estaban dedicadas en exclusiva a los blancos, sobre todo de las principales áreas metropolitanas. La mayor parte de la población negra que asiste a estas escuelas pertenece a las familias de mayor nivel adquisitivo.