Suplemento Cultural Contenido 17-11-2012

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Maracay, Sábado 17 de noviembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido El día y la huella 1 A Jesús Sanoja Hernández le sobraban palabras para hacer de su silen- cio un río de reflexiones. Su afán recopilador, su inclina- ción a guardar el país y el mun- do en un universo de periódi- cos, no eran gratuitos. Su por- fía periodística por hacer de los nombres de la literatura venezolana una fuente de consulta permanente, lo con- virtió en un escritor muy dado al ensayo y a la crítica, escritura con la que trataba con sabiduría y belleza los asuntos abordados. Pero lo que más llamaba la atención era su respeto por la poesía, de allí el silencio que guarda- ba, hasta el punto de escribir y esconder materiales que algún día saldrán a la luz. De su talento poético sólo cono- cemos el celebrado libro La mágica enfermedad. Del trajín de investigar, de su escritura sobre las letras nacionales, queda un título gracias al tesón del historia- dor Manuel Caballero, quien se dio a la tarea de bucear (ob- viando alergias) en los viejos papeles de Sanoja Hernández y convertirlos en El día y la huella (bid & co. Editor, colec- ción Intramuros, Caracas, 2009). De esa entrega intelec- tual y amistosa queda este li- bro cuyo prólogo corre pare- jo con algunas de las cosas ya señaladas en este mismo in- tento: "No es mudez ni enfu- rruñamiento: es parquedad en el hablar, en contraste con la torrencial escritura de uno de los más empecinados gra- fómanos que hayamos cono- cido jamás. No he visto mu- chas veces a Jesús encarama- do en una tribuna; pero en cambio, da la impresión de llevar pegadas en sus dedos las teclas de una maquinilla". Ciertamente, Jesús Sanoja Hernández vivió, respiró y luchó con las palabras. Con ahínco, con desesperación, como si le faltara tiempo para revisar el cotidiano devenir de la historia que se agitaba fren- te a él. Llenó páginas comple- tas, una habitación de pala- bras, de días y noches en las que sonaban la voz propia y las huellas de los otros, de sus pre- feridos, de sus lecturas, de sus idas y venidas por la vida de este país engreído, díscolo y desobediente. De allí entonces que Caballero haya, a fuera de amistad y admiración, hecho de muchos de esos papeles amarillos, empolvados por el silencio y el olvido, un hermo- so tomo que circula por todos los rincones de Venezuela. 2 Un texto inicial nos intro- duce en el problema de la crí- tica, con un título que desvis- te una situación a todas luces susceptible de tomar en cuen- ta: "Entre la loa y la destruc- ción", donde el escritor razo- na: "La crítica oficial en Vene- zuela asume posiciones gene- rales. Se declara valiente cuan- do acomete fenómenos vagos e imprecisos, posiblemente válidos para Escandinavia o Siam tanto como para nuestro país, pero es en sumo grado elusiva y huidiza cuando tra- ta de bajar la abstracción al reino de lo concreto". Tema recurrente en el mundillo de las letras. Tema que se ha pa- seado con muchas llagas por salas de conferencias y ma- nuscritos transformados en tesis que posteriormente duermen el sueño de los jus- tos en papeleras o archivos universitarios. Nuestra críti- ca es demasiado amigable, muchas veces; otras, pocas, en un país de pocos devaneos criminales en el mundo de la literatura, es terriblemente destructiva. Por ese camino se va Sanoja Hernández. Para dejar la marca, afirma "En el país hay ejemplos y a ellos vamos. Miguel Otero Silva, novelista y poeta a quienes algunos admiran como perio- dista, publicó Casas muertas en los mismos momentos en que un grupo lo clasificaba dentro de un poderoso y ubi- cuo contragrupo con rasgos financieros". Más adelante deja en la página este recuer- do "Desde lejos, cuando vivía- mos en México, leímos cróni- cas laudatorias, apologéticas, plenas de aparente sinceridad, que luego contrastarían con lo que oímos en tertulias y re- uniones intelectuales de los postreros días de la clandes- tinidad". Sigue ocurriendo. Ahora más, cuando la cresta de esta ola que nos agita de- vela el verdadero pocillo que contiene nuestra realidad cotidiana. Luego, nuestro reseñado se pasea por las páginas de Picón Salas, en una suerte de biogra- fía donde sentimos los avatares de quien construyó cánones y propuestas para mirar una na- ción que a cada momento anun- ciaba su derrumbe. Picón Salas fue "un gran escritor america- no, acaso la prosa más elegante y sabrosa, pero también es cier- to que de sintaxis no está he- cho el hombre. De humanidad, sí, y el ser artista está muy lejos de eximir el cargo". 3 Se deja ir por la historia de nuestra novela, donde Adriano González León y Salvador Garmendia han ser- vido para revisar -con el marco de Gómez a la vista- el discurrir de nuestra narrati- va de largo aliento. De este paseo, Sanoja Hernández preguntó: "¿Será ello obra de genios aislados como Galle- gos o producto de las llama- das 'nuevas generaciones'? ¿Contribuirán indistinta- mente valores consagrados y figuras todavía en forma- ción? Es difícil determinar- lo... En novela, al resguardo de la sombra que opaca, Ga- llegos, muchos esfuerzos loa- bles han parecido secunda- rios...". Bien, deja allí su ma- nera de decir que el tiempo podría pronunciar la última palabra. Después de Rómulo Gallegos ha corrido mucha agua bajo el bongo que re- monta el Arauca. Después se asoman Blanco Fombona, José Rafael Pocate- rra, Salustio González Rinco- nes, Guillermo Sucre, Gonzá- lez León, la generación letra- da del 28, Gabaldón Márquez, Pío Tamayo, Pedro Emilio Coll, Ramos Sucre, Teresa de la Pa- rra, Rafael Cadenas, Ludovico Silva, José Lira Sosa, Héctor Mujica, entre tantos otros que han enriquecido la palabra, el silencio y han dejado huellas profundas en nuestra historia y literatura. Rafael Cadenas, en el epílo- go de este hermoso trabajo de Sanoja Hernández, deja este tributo "Permanece sí su ejem- plo como creador que no te- nía dejadeces postergadoras en lo tocante a su trabajo. Su escritura perdurable y la ima- gen que lo resume, donde se vuelca el afecto de todos los que tuvimos el privilegio de ser amigos suyos". Un libro que nos toca, nos descubre, nos alimenta. Tan necesario en estos días de en- mascaramientos, de lisuras y arrogancias. Bueno para mi- rarnos en las heridas, puesto que los días que nos tocan de- jan huellas muy visibles. Pero también en las cicatrices.

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Maracay, Sábado 17de noviembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoEl día y la huella

1

A Jesús Sanoja Hernándezle sobraban palabras para hacer de su silen-

cio un río de reflexiones. Suafán recopilador, su inclina-ción a guardar el país y el mun-do en un universo de periódi-cos, no eran gratuitos. Su por-fía periodística por hacer delos nombres de la literaturavenezolana una fuente deconsulta permanente, lo con-virtió en un escritor muydado al ensayo y a la crítica,escritura con la que tratabacon sabiduría y belleza losasuntos abordados. Pero loque más llamaba la atenciónera su respeto por la poesía,de allí el silencio que guarda-ba, hasta el punto de escribiry esconder materiales quealgún día saldrán a la luz. Desu talento poético sólo cono-cemos el celebrado libro Lamágica enfermedad.

Del trajín de investigar, desu escritura sobre las letrasnacionales, queda un títulogracias al tesón del historia-dor Manuel Caballero, quiense dio a la tarea de bucear (ob-viando alergias) en los viejospapeles de Sanoja Hernándezy convertirlos en El día y lahuella (bid & co. Editor, colec-ción Intramuros, Caracas,2009). De esa entrega intelec-tual y amistosa queda este li-bro cuyo prólogo corre pare-jo con algunas de las cosas yaseñaladas en este mismo in-tento: "No es mudez ni enfu-rruñamiento: es parquedaden el hablar, en contraste conla torrencial escritura de unode los más empecinados gra-fómanos que hayamos cono-cido jamás. No he visto mu-chas veces a Jesús encarama-do en una tribuna; pero encambio, da la impresión dellevar pegadas en sus dedos lasteclas de una maquinilla".

Ciertamente, Jesús SanojaHernández vivió, respiró yluchó con las palabras. Conahínco, con desesperación,

como si le faltara tiempo pararevisar el cotidiano devenir dela historia que se agitaba fren-te a él. Llenó páginas comple-tas, una habitación de pala-bras, de días y noches en lasque sonaban la voz propia y lashuellas de los otros, de sus pre-feridos, de sus lecturas, de susidas y venidas por la vida deeste país engreído, díscolo ydesobediente. De allí entoncesque Caballero haya, a fuera deamistad y admiración, hechode muchos de esos papelesamarillos, empolvados por elsilencio y el olvido, un hermo-so tomo que circula por todoslos rincones de Venezuela.

2Un texto inicial nos intro-

duce en el problema de la crí-tica, con un título que desvis-te una situación a todas lucessusceptible de tomar en cuen-ta: "Entre la loa y la destruc-ción", donde el escritor razo-na: "La crítica oficial en Vene-zuela asume posiciones gene-rales. Se declara valiente cuan-do acomete fenómenos vagose imprecisos, posiblemente

válidos para Escandinavia oSiam tanto como para nuestropaís, pero es en sumo gradoelusiva y huidiza cuando tra-ta de bajar la abstracción alreino de lo concreto". Temarecurrente en el mundillo delas letras. Tema que se ha pa-seado con muchas llagas porsalas de conferencias y ma-nuscritos transformados entesis que posteriormenteduermen el sueño de los jus-tos en papeleras o archivosuniversitarios. Nuestra críti-ca es demasiado amigable,muchas veces; otras, pocas,en un país de pocos devaneoscriminales en el mundo de laliteratura, es terriblementedestructiva. Por ese camino seva Sanoja Hernández. Paradejar la marca, afirma "En elpaís hay ejemplos y a ellosvamos. Miguel Otero Silva,novelista y poeta a quienesalgunos admiran como perio-dista, publicó Casas muertasen los mismos momentos enque un grupo lo clasificabadentro de un poderoso y ubi-cuo contragrupo con rasgosfinancieros". Más adelante

deja en la página este recuer-do "Desde lejos, cuando vivía-mos en México, leímos cróni-cas laudatorias, apologéticas,plenas de aparente sinceridad,que luego contrastarían conlo que oímos en tertulias y re-uniones intelectuales de lospostreros días de la clandes-tinidad". Sigue ocurriendo.Ahora más, cuando la crestade esta ola que nos agita de-vela el verdadero pocillo quecontiene nuestra realidadcotidiana.

Luego, nuestro reseñado sepasea por las páginas de PicónSalas, en una suerte de biogra-fía donde sentimos los avataresde quien construyó cánones ypropuestas para mirar una na-ción que a cada momento anun-ciaba su derrumbe. Picón Salasfue "un gran escritor america-no, acaso la prosa más elegantey sabrosa, pero también es cier-to que de sintaxis no está he-cho el hombre. De humanidad,sí, y el ser artista está muy lejosde eximir el cargo".

3Se deja ir por la historia de

nuestra novela, dondeAdriano González León ySalvador Garmendia han ser-vido para revisar -con elmarco de Gómez a la vista- eldiscurrir de nuestra narrati-va de largo aliento. De estepaseo, Sanoja Hernándezpreguntó: "¿Será ello obra degenios aislados como Galle-gos o producto de las llama-das 'nuevas generaciones'?¿Contribuirán indistinta-mente valores consagrados yfiguras todavía en forma-ción? Es difícil determinar-lo... En novela, al resguardode la sombra que opaca, Ga-llegos, muchos esfuerzos loa-bles han parecido secunda-rios...". Bien, deja allí su ma-nera de decir que el tiempopodría pronunciar la últimapalabra. Después de RómuloGallegos ha corrido muchaagua bajo el bongo que re-monta el Arauca.

Después se asoman BlancoFombona, José Rafael Pocate-rra, Salustio González Rinco-nes, Guillermo Sucre, Gonzá-lez León, la generación letra-da del 28, Gabaldón Márquez,Pío Tamayo, Pedro Emilio Coll,Ramos Sucre, Teresa de la Pa-rra, Rafael Cadenas, LudovicoSilva, José Lira Sosa, HéctorMujica, entre tantos otros quehan enriquecido la palabra, elsilencio y han dejado huellasprofundas en nuestra historiay literatura.

Rafael Cadenas, en el epílo-go de este hermoso trabajo deSanoja Hernández, deja estetributo "Permanece sí su ejem-plo como creador que no te-nía dejadeces postergadorasen lo tocante a su trabajo. Suescritura perdurable y la ima-gen que lo resume, donde sevuelca el afecto de todos losque tuvimos el privilegio deser amigos suyos".

Un libro que nos toca, nosdescubre, nos alimenta. Tannecesario en estos días de en-mascaramientos, de lisuras yarrogancias. Bueno para mi-rarnos en las heridas, puestoque los días que nos tocan de-jan huellas muy visibles. Perotambién en las cicatrices.

Contenido Maracay, Sábado 17 de noviembre de 201210

Guillermo CadrazcoMANUEL CABESA

Glosas sobre poesía aragüeña

Leamos los siguientesversos de YolandaPantin recogidos en supoemario La quietud(1999):

Hay poetas asítienen el don de la palabra

Dios habla por ellos…

Me parece, que en Gui-llermo Cadrazco estaafirmación cobra ab-

soluta validez. La obra de esteautor nacido en la Villa de SanBenito Abad (Colombia, 1962)pero radicado en el estadoAragua desde muy temprano,es tan extensa que algunospiensan que de ella podría re-sultar, a la hora de reunirla,un volumen tan copioso comoel Aire nuestro de Jorge Gui-llén (título que reúne sus tresprimeros libros -Cántico, Cla-mor, Homenaje- y que sumanun total de 1.232 poemas),poeta con el que nuestro ami-go, me parece, guarda algunasafinidades; pues como diceFrancisco J Díaz de Castro enambos "Trabajo e inspiraciónunidos, con el impulso de unainagotable fuerza interior quese verbaliza en los términosmás elevados: los de las dis-posición amorosa a la queacude tal musa, muy solícita.Esfuerzo poético, intelectual yemotivo, en un proceso as-cendente hacia la madurez yel conocimiento, es decir,hasta la cima de la esencia deser hombre."

Entonces, como lo expresael propio Guillén en estos ver-sos luminosos, Guillermo Ca-drazco podría considerarse así mismo:

Artesano -palabra digna, pulcra-A través de las horas

Para alcanzar su meta: maestría.

Guillermo ha desarrolladoa través de su trabajo un sis-tema de correspondenciascon los más diversos regis-tros de la vida. El poeta tran-sita por el mundo y recoge suesencia para transformartodo lo que a su paso es, enpalabras únicas e irrepetibles,como sucede con esos ilumi-

nados franceses a los que serefiere Ludovico Silva "Loselementos cotidianos, unacalle de París, por ejemplo,son elevados a un región su-perior y primitiva donde laintuición del poeta descubre,dentro de un universo meta-físico, las misteriosas analo-gías que existen entre los dis-tintos miembros del reino on-tológico o del ser." No en vanoCadrazco poetiza desde elmisterio órfico del canto, elmisterio no menos irreversi-ble de la naturaleza:

Aquí estamosviendo luciérnagas en medio

de oscuros bosquesMeditando en este

relato que es vigor y aliento

de esta rosa que nace y semarchita

Somos el vientoque parte de un lugar a otro

sin llevar direcciónmetidos de lleno en esta hoja de

canto.(De Aquí y en las alturas,

1988).

Hay en esta poesía un con-tacto con lo permanente, conaquello que es esencia delmismo hecho de vivir: lascontradicciones urbanas, losamores desairados son com-plemento de una visión másfraterna del universo que nosrodea y que recorre su exten-sa obra. Esta poesía es un diá-logo con el mundo, con las fi-bras sempiternas que lo mue-

ven y que nos mueven enconstante vaivén, tal comoplantea Efrén Barazarte: "Lapoesía de Guillermo Cadraz-co emplea la sobriedad de laimagen y su sentido en unaconversación que canta a losentes divinos; nos acerca a lapalabra venida del descubri-miento asombroso con las co-sas sencillas en un paisaje in-terior que nos vivifica."

Para Guillermo, como paraPoe "la Belleza es la única pro-vincia legítima del poema", espor eso que en su escriturabusca alternar los efluvios deldecir con el simbólico trayec-to existencial, creando unadicción que nos trasvasa sen-timentalmente; pues para Ca-drazco, como para Poe "la me-

lancolía es el más auténtico delos tonos poéticos." De allí quenuestro poeta conceda otor-garnos el misterio del poemamás allá del canto:

Un día puede ser que nosalejemos

y quedará el Ave María derecuerdo

colgando en las ventanas delviento

y el Padre Nuestro desprendién-dose

de labios en lugares como ésteY morirán otros poetas en París

y otros que en Ginebraqueden para el mundo

Pero aún no sabemos quiénlogrará

escribir un último poema…(De Visiones, 2008).

Maracay, Sábado 17 de noviembre de 2012 Contenido 31

Reflexión acerca de una Panoplia lecturao de una lectura panoplia

TULIO RAFAEL DURÁN VEGAS

“Despertó la dama noche enla mañana/ Al día Vuelvecon sus aromas y colores/

El día vuelve con sus aromasy colores/ Vistes hoy que seviste con su traje blanco/Abresus ojos de Sol al levantarse/antes de que, nosotros, abra-mos el ojo que la mira/ y lomira/ ¿Es ella un sol o unadama que transita?/ En su ca-minar/ al paso de las horasbulliciosas/ lo aguarda, o laaguarda la noche que cubrirásus sueños./ Ahora, la tierra,es esa otra dama/ que por elmugir de la vacada,/ del can-to de los pájaros,/ el latir delos perros/sabe que ella des-pertó y él despertó/ porqueregresa el día con sus sones dearomas y colores./ Tambiénlo sabe/ ese caballero de laLuz/ que por amor a la MadreTierra/ nos deja de hijos en suunión:/ el mugir de la vacada/más el canto del pájaro agore-ro/ el cacareo de la gallinitaponedora/ el latido de los pe-rros/ y el ruido que aflora delsilencio que dejó de recuerdola noche al regresar al día/. Yen la búsqueda de su origen,Él,/ el que mira todo/ le dauna gran luz/ para decirle:/tú no naciste allí/ tú nacisteen esa casa que es como unarueda roja/ ni su puerta dejacaer su luna/ ni ese arco consus semillas/ ni esas de ramasy hojas de madera/ sirvenpara salir a mejor vida/ ¿Noeres acaso ese vientre demampostería que todo lohace con materiales mam-puestos o desechos que solodejan el rastro de una estelade sombra?" (1).

No había leído, al escritorAdriano González León, loconfieso, pero me ha dadomás luz de la que tenía parasalir de la sombra, tal vez paraamar más a la Madre Tierra yal Creador de todo. El escritorcon mucha claridad nos dice,al referirse a la tierra, que esaesfera de vidrio es la vida demil, cinco mil, diez mil y másseres que han pasado por susreflejos. Desde hace rato estáoscurecida y no comunicanada: ni un río, ni una fuente,

ni un parque encantado, niuna sabia ignorantia invitán-dome a jugar, ni un vuelo depájaras, ni una embarcaciónen la bahía. La esfera se havuelto opaca y parece de ba-rro y no se deja tocar. Sin em-bargo, ella ha realizado todoslos pasos necesarios-agregoyo-para que existamos. Pri-mero su túnica de grandes flo-res y los bordes cosidos conun hilo amarillo, que podrían pa-recer hilos de oro o de Ariadnapara salir del laberinto, agre-go -yo- nuevamente. Y así elescritor Adriano GonzálezLeón, nos habla de su MadámClotilde a la espera de que labola de cristal empañada porla humedad de la ignorancia,recobrase su lustre y así vié-semos en una simple flor a ladama Flor levantarse del jar-dín-digo yo- y agrega" solo lasuperficie lisa y pulida sirvepara la fuente de la vida. Deella vienen las existencias, res-balan y, pisan en falso, se en-

redan en el cristal, se dejantapar por el color, y entoncesno hay sangre, ni huesos, ninada, solo una pura y malo-grada forma que se hunde en-tre miles de lagunas abiertasen la esfera, o mejor dicho,abiertas en el mundo… Poreso ella -la mujer- ha estadopersiguiendo las siluetas desus clientes durante veinti-cinco años y las sabe y las sa-brá -agrego yo-extraviadaspor siempre, si no se le ocurremirar la serpiente enroscadaque rodea a todo lo viviente.Estos hilos pueden ser cabe-llos de los ángeles taciturnosnos dice el escritor Adriano,quedados al margen de la cor-te celestial. Su enorme triste-za no sirve para la guarda delos seres humanos. Inactivos,fueron repudiados por Dios: sevolvieron sombras inútiles enEl Paraíso, Ahora están aquí,en pedazos, aumentando laeficacia de estas ropas de cla-rividente, entremezclados

con la mugre de muchos años,los gruesos olores de aceite,las mordeduras de cucarachasy ratones. Ella, la esfera o latierra, ha realizado todos losgestos de rigor. Está provistade su bata y pañuelos de co-lores. Se ha pintado los pár-pados de manera aguda y lebrillan igual que los ojos delas pinturas de un libro llama-do Dogma y ritual. MadánCleotilde o Niña Servanda oMisia Rosa de los clamo-res"(2), qué importa un nom-bre dijera Utrera, es todo loque ella debe ser"…Ni un jue-go ni una hoja, ni un retrato,ni una carta, que recuerde loque en verdad es Misia Eloí-sa, Diluvina, La Francesa oTrina Aznar u otra personacualquiera. Todo, menos suverdadera vida y su verdade-ra sombra pérdida hace mu-cho tiempo en las sombras ylas vidas de otros que ya notienen noticias de su nombreoculto en las cartas o tarjetas

doradas.......".(3) Y así sigueel escritor para invitarnos aleer su cuento Cleotilde Ma-dán, con su carga metafórica.

Esta dama Cleotilde Madándejó sus adjetivos un buen día-después de pasar a tantoshombres por las armas en unhotelucho de mala muerteagrego yo- sin que en un mo-mento de decrepitud, recor-dase esas sombras que hoyson las sombras de otras som-bras al mezclase su vasija conel contenido de la tierra y de-jase de ver el valle con los mis-mos ojos.

1) Nota aclaratoria: Este poemaescrito en prosa al principio deltexto, lo escribí inspirado en lalectura de uno de los cuentos deeste escritor antes mencionadotitulado: Madán Cleotilde.

2) De Adriano González: Uno yotros cuentos.

3) Ob.cit

Contenido Maracay, Sábado 17 de noviembre de 201232

Con tres TigresPoemas de Marcos Veroes

Triste tigre tresPor ti fui capaz de cambiar mis llaves por papel

algo de ropa por librosfui capaz de creer

que la sapiencia huele a fruta maduraque los viejos hablan sólo si es necesario

corrimos por larguísimos corredoresdesnudos de dioses y oraciones

comenzaron a irse los vivostu abula, mi padre, algún amigo común

Me dijisteEstas son cosas para alimentar el espíritu del artista

Pero el mío se quedó vacío en el dolor

Me dijisteel maderamen de los barcos cruje

con el paso del marque si mi ambición alcanzaba ambos flotaríamos

Te fuiste con un fantasmadespués de de reclamar lealtad.

Movimiento unoSiembro la separaciónde las palabras que nos

encuentran

mi realidad duelesoy un yo enmascarado malamente

en la poesíadivorciado de la amistaddivorciado de la verdad

divorciado del amordivorciado de la realidad

en qué me equivoqué

un nuevo germen rasga mis entrañas

Paréntesis(o un tigre que sueña)

Nace niñocrece pronto

como hombre o marinopara navegar los mares que conozco

a mediasdejemos en la playa los autos con

sus avenidasencendamos las estrellas que nos

guiaránnos señalarán las veredas

para destejer rutas marinas

nace niño y anuncia que te irásy cuando mamá apague las luces

la traicionaremos con la falsaespera.

En la oscuridad del marvagaremos con un rumbo

hacia la nadanos iremos juntos

lo mejory lo peor de este mundo

SideralEl tigre gobierna sus movimientos

sideraleslleno de estrellas

en secreto mueve sus patas

Durante diez díasuna noche es la misma en su

colmillo.