También Yo Me Habría Apuntado Al

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También yo me habría apuntado al «macrobotellón». por Fernando José Vaquero Oroquieta Noches de incidentes con la policía en algunas ciudades españolas, enfrentamientos callejeros, atención de los medios de comunicación, medidas alternativas de algunos ayuntamientos, expectación social… ¿un nuevo mayo del 68?, ¿una revolución inédita en ciernes? Pues va a ser que no. La última gran aportación española al mundo moderno: el «macrobotellón». La noche del sábado 18 al domingo 19 de marzo, diversas grandes ciudades españolas volvieron a ser testigos de un fenómeno en alza: gigantescas concentraciones de jóvenes - alguna de ellas prudentemente semiestructuradas por avispados ayuntamientos- en torno al alcohol barato y la música de moda convocadas a impulso de anónimos SMS y e- mail. Y, al menos en dos ciudades, Barcelona y Salamanca, les acompañaron diversas expresiones de violencia protagonizadas por radicales, elementos semimarginales, borrachos desinhibidos, ácratas…; ya se sabe, siempre hay quien quiere pescar en río revuelto. Como dirían en Euskadi: «borroka eta jaiak», es decir, «lucha y fiestas». Pero es mucho decir. ¿Qué caracterizan, en última instancia, estas reuniones sociales preanunciadas por algún spot publicitario de telefonía móvil?: un empleo elemental y económico de nuevas tecnologías, cierto sentido de pertenencia colectiva, cultivo consumista de las señas de identidad propias de algunas tribus urbanas (ropa, estética corporal, música…), unas dosis de «rebeldía» juvenil compatibles paradójicamente con un considerable sentido gregario, una elemental búsqueda adolescente de nuevas emociones y sensaciones, una alegría intuitiva motivada por la vivencia de cierto protagonismo personal y grupal, un deseo de participar en un impreciso «algo» grande… regado con grandes dosis de alcohol barato y callejero en un entorno de inmersión inconsciente en la ineludible «marcha» del sábado noche. Esos miles de jóvenes no reivindican casi nada, no reclaman protagonismo individual, no pretenden cambiar la realidad, carecen de una perspectiva «revolucionaria»… son decepcionantemente conformistas. Pero, lo más sorprendente

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Tambin yo me habra apuntado al macrobotelln

Tambin yo me habra apuntado al macrobotelln. por Fernando Jos Vaquero OroquietaNoches de incidentes con la polica en algunas ciudades espaolas, enfrentamientos callejeros, atencin de los medios de comunicacin, medidas alternativas de algunos ayuntamientos, expectacin social un nuevo mayo del 68?, una revolucin indita en ciernes? Pues va a ser que no. La ltima gran aportacin espaola al mundo moderno: el macrobotelln.

La noche del sbado 18 al domingo 19 de marzo, diversas grandes ciudades espaolas volvieron a ser testigos de un fenmeno en alza: gigantescas concentraciones de jvenes -alguna de ellas prudentemente semiestructuradas por avispados ayuntamientos- en torno al alcohol barato y la msica de moda convocadas a impulso de annimos SMS y e-mail. Y, al menos en dos ciudades, Barcelona y Salamanca, les acompaaron diversas expresiones de violencia protagonizadas por radicales, elementos semimarginales, borrachos desinhibidos, cratas; ya se sabe, siempre hay quien quiere pescar en ro revuelto. Como diran en Euskadi: borroka eta jaiak, es decir, lucha y fiestas. Pero es mucho decir.

Qu caracterizan, en ltima instancia, estas reuniones sociales preanunciadas por algn spot publicitario de telefona mvil?: un empleo elemental y econmico de nuevas tecnologas, cierto sentido de pertenencia colectiva, cultivo consumista de las seas de identidad propias de algunas tribus urbanas (ropa, esttica corporal, msica), unas dosis de rebelda juvenil compatibles paradjicamente con un considerable sentido gregario, una elemental bsqueda adolescente de nuevas emociones y sensaciones, una alegra intuitiva motivada por la vivencia de cierto protagonismo personal y grupal, un deseo de participar en un impreciso algo grande regado con grandes dosis de alcohol barato y callejero en un entorno de inmersin inconsciente en la ineludible marcha del sbado noche.

Esos miles de jvenes no reivindican casi nada, no reclaman protagonismo individual, no pretenden cambiar la realidad, carecen de una perspectiva revolucionaria son decepcionantemente conformistas. Pero, lo ms sorprendente es que desde los medios de comunicacin pretenden hacernos creer que es un autntico fenmeno social. Y, en general, nos lo creemos.

Pero, realmente, todo ello es un fruto lgico de nuestra sociedad, de los valores subyacentes, del modelo de instruccin, de sus patrones estticos, de la adolescencia sin lmites de edad mostrada como ideal lanzada al vaco existencial

Sin duda, tambin en ello lo blanco se mezcla con lo negro, lo positivo con lo negativo, lo revolucionario con lo conformista, la reaccin instintiva con el impulso profundo. Pero refleja, ms que nada, la ausencia de verdaderos ideales, de autnticos modelos, de una propuesta de humanidad.

Es la cruz de la realidad de cada da, el fruto de dcadas de revolucin cultural y social, de asfixia del modelo familiar, de supresin de la tradicin. No obstante, existen ms ofertas culturales y de ocio que nunca, menos restricciones horarias y econmicas que generacin alguna conociera, menos lmites y dogmas infranqueables que antao. Y se aburren. Y no se comprometen con los dems (aunque existan ms cauces y ONGs que nunca). Y no escuchan. Y no piensan en el futuro. Y no ejercen el ms elemental sentido crtico.

Entonces, no ser que algo no marcha?

Si tuviera dos dcadas menos de edad, tambin yo me habra apuntado al macrobotelln si no hubiera encontrado una compaa que me humanizara, que me educa, que me apoya, que ah est para lo bueno y lo malo. Y con la que tambin me he divertido. Y sigo hacindolo.

Sobran ofertas, pero faltan realidades humanas atractivas y acogedoras. Sobra escepticismo y falta madurez. El Estado aporta instruccin, pero dificulta educar. Los medios de comunicacin aseguran que hay que satisfacer el deseo sin lmites, pero se censura al corazn humano y sus exigencias universales. Y nos atrincheramos en un bnker pseudohogareo rodeados de tecnologa punta, porque la realidad ni nos interesa ni nos preocupa. Y luego nos asombramos de lo que pasa? Pues tampoco, seamos sinceros.

Guerrilla, liberalismo, macrobotelln. Grandes aportaciones espaolas al acervo occidental. Por cierto, me olvidaba de la adopcin de nios por las parejas de homosexuales. Y que conste que las dos primeras s me parecen interesantes. Sobre todo, la primera.