Tambores en La Noche- Artel

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Poesía Afro-Colombiana

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    tambores en la noche

    tomo xbibl ioteca de l i teratura afrocolombianaministerio de culturaX

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  • Ministerio de Culturarepbl iCa de ColoMbia

    paula Marcela Moreno ZapataMinistra de Cultura

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    Viviana Gamboa rodrguezCoordinadora

    proyeCto b ibl ioteCa de

    l iteratura afroColoMbiana

    apoyan

    direccin de poblaciones biblioteca nacional de Colombia

    Ministerio de Cultura

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    ) (571) 3424100 extensin 2404bogot d. C., Colombia

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    ColeCC in de l iteratura afroColoMbiana

    CoMit editorial

    roberto burgos Cantor ariel Castillo Mier daro Henao restrepo alfonso Mnera Cavada alfredo Vann romero

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  • ndice

    prlogo

    la edificacin de la poesa con imgenes sonoras en Tambores en la noche 11

    G a b r i e l F e r r e r R u i z

    ta mbo r e s e n l a n o c h e

    Negro soy 49

    la voz de los ancestros 50

    Danza, mulata! 52

    la cumbia 54

    Tambores en la noche 57

    Velorio del boga adolescente 59

    Ahora hablo de gaitas 61

    Barrio abajo 63

    Mr. Davi 64

    Sensualidad negra 65

    Bullerengue 67

    El lder negro 68

    Dancing 70

    romance mulato 72

    Puerto 74

    Cancin en el extremo de un retorno 75

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  • El minuto en que vuelven 79

    Extramuros 80

    la cancin 81

    Ese muchacho negro 82

    Cartagena 3 a.m. 83

    Mi cancin 84

    Noche del Choc 86

    Barlovento 88

    Palenque 89

    Isla de Bar 90

    Cancin en tiempo de porro 91

    los chimichimitos 92

    El lenguaje misterioso 94

    Alto Congo 95

    Argeliana 96

    Soneto ms negro 97

    la ruta dolorosa 98

    El mismo hierro 100

    Harlem 102

    Al drummer negro de un jazz session 103

    Supersticin 104

    Encuentro 107

    Palabras a la ciudad de Nueva York 108

    Playa de Varadero 118

    Yanga 120

    Mapa de frica 122

    Poema sin odios ni temores 124

    vocabular io 129

    not ic iab ibl iogrf i ca 133

    anexos 135

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    Prlogo

    laedificacindelapoesaconimgenes

    sonorasentamboresenlanoche

    Gabriel Ferrer Ruiz

    Para los aos cuarenta, la poesa de Jorge Artel era avanzada con respecto a la lnea neorromntica y modernista imperante en Co-lombia y representada por los grupos Los Nuevos y Piedra y Cielo. El trabajo potico de Artel es heredero directo de la obra de Can-delario Obeso (1849-1884), pero renueva el discurso basado en la recreacin de la afroantillanidad que poetas como Luis Pals Matos (Puerto Rico) ya haban desarrollado en los aos veinte y treinta. Artel es el primero en abordar desde el verso libre la tradicin afri-cana en el pas, pero lo hace suprimiendo el exotismo y el estereoti-po de la poesa de tema negro que le anteceda.

    Artel abre la lrica del Caribe colombiano a una musicalidad sin lmites e incluye en ella la naturaleza, la cotidianidad del hombre ca-ribe y sus espacios y motivos: el mar, el puerto, el viaje, la bsqueda del otro; tambin abre el verso a la libertad de otras voces: las del an-cestro, las del negro y el blanco en contradiccin, las de la naturaleza

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    el viento, el rugido del mar, las del ritmo el tambor, la gaita. Su poesa asimismo se abre al espacio del cuerpo, la sensualidad del negro y su unin con el entorno. Todos estos son elementos tpi-camente vanguardistas y generan una ruptura en Colombia en la dcada de los cuarenta.

    La poesa de Artel trae consigo el elemento negro, parte de la identidad caribea, tanto en su integracin y participacin hist-rica como en su especificidad. El negro, adems de participar en la simbiosis cultural reflejada en la msica, la danza, la alimentacin, las lenguas y los dialectos del Caribe, tambin hizo parte de cier-tos procesos sociales, econmicos y polticos que vivi esta regin y que configuraron sus modos de vida y sus ideologas. La raza negra es entonces vista aqu no solo desde una visin romntica, estereotipada, sino tambin conflictiva y cambiante; es una pieza que ayud a conformar el rompecabezas histrico de la regin. Al integrarse a los procesos sociohistricos y culturales del Caribe, el elemento negro tambin se integr a su literatura. Sus orgenes y su caracterizacin se encuentran en la nostalgia de la tierra, la re-belda ante la condicin social impuesta, las creaciones folclricas, los cantos de trabajo desesperados, los Negro Spirituals, los cantos de esperanza que surgieron en las plantaciones en los das de la esclavitud. Estos elementos dejaron de ser creaciones espontneas para ser artsticas, pasaron a ser expresiones ya no de un sentir si-tuacional sino manifestaciones de una voluntad esttica (Canfield, 1973: 496-497), tal como se encuentra en la obra de Artel.

    El caso de Jorge Artel es anlogo al de Luis Carlos Lpez en algunos aspectos de la recepcin de su obra. En la dcada de los cuarenta, cuando publica Tambores en la noche, los juicios de los crticos destacaron en la forma la musicalidad, el ritmo, el canto, la onomatopeya del escenario caribe que apareca en la poesa como

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    elemento esencial; en las temticas hicieron nfasis en la reivindi-cacin del elemento negro en la poesa colombiana, iniciada con Candelario Obeso, y en la presencia de la africanidad, del ancestro (Vinyes, 1940; Caneva, 1945: 90-91). Artel es recibido por la crti-ca como el representante de la poesa afroamericana en Colombia y la mxima expresin del pensamiento lrico negro colombiano. Su inclusin en las antologas tambin es importante en este nivel de recepcin. Aparece en cuatro antologas, en el perodo que va de 1945 a 1964, cuyos juicios crticos estn referidos a lo nuevo y lo mejor en la poesa colombiana, as como a la pertenencia del poeta, a la historia de esta.

    En el nivel de recepcin reflexivo vale la pena destacar a Luis Pals Matos y Eduardo Carranza como lectores de Artel. El prime-ro destaca el paisaje caribe, lo folclrico y el drama del hombre. El segundo agrega el carcter insular de la poesa de Artel en la lrica nacional, lo cual revela su posicin con respecto al horizonte de ex-pectativas de la poca. Carranza identifica a Artel como el primer poeta marino de Colombia.

    La percepcin de lo nuevo en la recepcin de la obra de este poeta negro, que se tuvo inmediatamente despus de su apari-cin, reside en que despert la temtica, la situacin, la historia, el canto, el movimiento y la msica negra en la lrica colombiana, pues en las primeras cuatro dcadas del siglo xx estos elementos estuvieron ausentes en el panorama de la poesa nacional. Fue una manera de recordarle una de las partes de su identidad al lector caribe y, al resto de lectores en el pas, la posibilidad de otras vo-ces, otros temas, distintos a los producidos por el grupo Piedra y Cielo.

    El siguiente estudio busca identificar la composicin potica de Tambores en la noche, manifiesta en aspectos como la identidad,

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    la edificacin de la poesa con imgenes sonoras, la oralidad como recreacin de lo popular, el tiempo y el viaje.

    L a ident idadLa bsqueda de la identidad en la literatura del Caribe ha sido

    tema de varios crticos (Mateo Palmer, 1993: 605-626; Corts, 1998: 107-118) que han planteado que esta se inscribe en diversas instan-cias, entre otras, la indagacin de la historia como trasfondo o eje temtico1 y de las races tnicas de los pueblos del Caribe, especial-mente de los conflictos del hombre negro, denominador comn en el espectro de razas presentes en la regin (Mateo Palmer, 1993: 608-612). Es justamente esta ltima instancia la que desarrolla Artel en su poesa. En ella se propone una identidad tnica, tanto en el plano individual como en el colectivo, que adquiere su valor en el ances-tro. El poeta se interna en su historia tratando de desentraar su situacin presente.

    Estos dos tipos de identidad, individual y colectiva, en ocasio-nes tienden a fundirse, el yo del hablante lrico trasmuta en una marca de raza: Negro soy desde hace muchos siglos./ Poeta de mi raza, hered su dolor. (Artel, 1955: 13).2 Aqu presenta su yo nico, soy, en fusin con un yo colectivo, plural, que se interna en el pasado. Esta fusin se percibe en cmo el hablante lrico se asume

    1 En la literatura del Caribe francfono, por ejemplo, son bien conocidos los movimientos de la negritud, con autores como Aim Csaire, Edouard Glissant y Patrick Chamoiseau, en cuyas obras se recogen reflexiones sobre la identidad relacionada con distintos momentos de la historia antillana (Corts, 1998: 112).

    2 Todas las citas de Artel que aparecen en este prlogo son tomadas de la edicin de Tambores en la noche de Ediciones de la Universidad de Guanajuato de 1955.

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    en el ancestro: El hondo, estremecido acento/ en que trisca la voz de los ancestros,/ es mi voz. (Artel, 1955: 14). Se trata, pues, de una identidad no solo tnica sino tambin histrica, arraigada en un pasado que no alcanza a diferenciarse del presente en el que el poeta experimenta el dolor, la nostalgia y los deseos de rebelin de sus abuelos.

    La estrategia potica que revela esta idea se basa en smbolos sonoros y en el sentido del odo, que actan como umbrales, co-mo puertos que llevan al hablante lrico a ubicarse en el espacio y en el tiempo de su ancestro: Oigo galopar los vientos,/ sus voces desprendidas/ de lo ms hondo del tiempo/ me devuelven un eco/ de tamboriles muertos,/ ()/! (Artel, 1955: 16). ()/ Oigo galopar los vientos,/ temblores de cadena y rebelin,/ mientras yo Jorge Ar-tel/ galeote de una ansia suprema,/ hundo remos de angustias en la noche! (Artel, 1955: 17). Se aprecia aqu que la imagen sonora si-tuada en el presente acta como un pasaje hacia el tiempo pretrito del ancestro que se confunde con las coordenadas temporales del hablante lrico.

    Adems de este tipo de identidad relacionado con la pertenen-cia del hablante lrico a la raza negra en el plano del pasado, en la poesa de Artel se encuentran dos tipos ms. Por una parte, la re-ferida al hombre negro del presente perteneciente a diversos pases como el Congo, Brasil, Colombia, Argentina, Panam y Mxico. El poeta hace un recorrido espacial que le permite lograr un recono-cimiento de su raza, a manera de integracin cultural e histrica que se liga al ancestro: Negro de los candombes argentinos,/ ()/ cantas an las tonadas nativas,/ ()/ Negro del Brasil,/ heredero de antiqusimas culturas,/ ()/ Negro de las Antillas,/ de Panam, de Colombia, de Mxico,/ ()/ (Artel, 1955: 141-142). El propsito del hablante lrico es plantear que la verdadera identidad de Amrica se

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    encuentra en ese substrato negro, que solo la lealtad a la memoria y a la tradicin pueden construir dicha identidad. Por otra parte, la exaltacin del elemento negro como base de identidad en Amrica est acompaada de otras bases tnicas mestizos y mulatos3 que constituyen otro tipo de identidad. Se rechaza explcitamente la postura que niega la propia identidad tnica: Esos que no se saben indios,/ o que no desean saberse indios./ Esos que no se saben ne-gros,/ o que no desean saberse negros./ Los que viven traicionando su mestizo,/ al mulato que llevan ()/ (Artel, 1955: 143).

    Haciendo una comparacin, puede decirse que mientras el cubano Nicols Guilln busca en su poesa una verdadera fraternidad de to-dos los hombres, blancos y negros, civiles y militares, para la marcha hacia el porvenir libre de los pueblos (Allen, 1949-1950: 38), Artel busca tal fraternidad en la integracin de la raza negra y las hbridas que contienen el elemento negro: mestizos y mulatos que forman la con-ciencia de Amrica. Nuestro poeta, al contrario de Guilln, toma una postura contestataria hacia el hombre blanco desde un plano histri-co. En sus poemas se rememora la trata de negros a manos del hombre blanco y se modaliza desde la posicin del ancestro que vivi aquella poca: / ()/ el Senegal sonoro,/ sin bandera y sin amo,/ estremecido por la demonaca/ presencia del hombre blanco. (Artel, 1955: 102). Es importante aclarar que aquello que desea exaltar el hablante lrico es el origen y la presencia negra del habitante americano como base de una identidad: Negros de nuestro mundo,/ los que no enajenaron la con-signa,/ ni han trastocado la bandera,/ este es el evangelio:/ somos sin odios ni temores/ una conciencia en Amrica! (Artel, 1955: 146).

    3 Este planteamiento posee su correlato sociohistrico, pues el Caribe colombiano es la regin del pas con la ms alta densidad poblacional de origen africano mixto, adems de la poblacin estrictamente negra (6%) (Helg, 1999: 698).

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    En el tratamiento del problema de la identidad, el hablante lrico toma dos posiciones: de dolor-nostalgia y de rebelin. En Poema sin odios ni temores se aprecia la segunda posicin. Manifiesta explcitamente su actitud rebelde ante dos interlocutores, el negro y los que niegan su raza. Al primero, le recuerda su ancestro, su origen y su papel en el contexto social presente: Negro de los can-dombes argentinos,/ Bant ()/ Qu se hicieron los barrios del tambor?/ ()/ yo s que vives, y despierto/ cantas an las tonadas nativas,/ () (Artel, 1955: 141). Al segundo, le expresa su rechazo: Y aquellos que se escudan/ tras los follajes del rbol genealgico,/ deberan mirarse al rostro/ los cabellos, la nariz, los labios/ ()/ (Artel, 1955: 144).

    El problema de la identidad que trata Artel en su obra no es un asunto aislado; por el contrario, se registra en toda la literatura an-tillana y est ligado a la presencia africana en esta. Ren Depestre (1969: 19) haca nfasis en lo que l denomina una literatura de la identificacin, basada justamente en la identidad del hombre ne-gro y expresada tanto en francs como en ingls y en espaol. Esta problemtica se desgaja en una pregunta bsica: De qu manera el hombre negro se puede convertir en lo que es y as encontrar su verdadero ser en la sociedad y en la historia? Afirma Depestre que el problema de la identidad del hombre negro depende de la historia, de las relaciones sociales en las Antillas y de hechos muy concretos y determinantes para la raza negra como lo fue la esclavitud.

    Por cierto, esta relacin identidad-esclavitud es uno de los temas centrales de la poesa de Jorge Artel. Esto explica la dualidad que en ella se encuentra entre dos universos significativos, dos tiempos y dos espacios: por un lado, el universo del ancestro libre con plena iden-tidad y el encuentro consigo mismo situado en el pasado y en la ma-dre frica: / ()/ el Congo impenetrable/ donde nuestros abuelos

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    transitaron. (Artel, 1955: 102); y por otro lado, el negro esclavo ubi-cado en un espacio y un tiempo itinerantes, Amrica y un pasado doloroso: He aprendido a sentir/ la mirada larga y azul del hombre blanco/ cayendo sobre mi carne/ como un ltigo. (Artel, 1955: 118). El hecho de que Artel relacione identidad y esclavitud es significati-vo por cuanto la trata de esclavos implica un proceso de despersona-lizacin; el hombre es animalizado y cosificado, pues, como afirma Depestre (1969: 20), El hombre negro se convirti as en hombre-carbn, en hombre-combustible, en hombre-nada. La esclavitud implic entonces despersonalizacin o prdida de identidad, reifica-cin del hombre y transculturacin.4 Esto explica el nfasis de Artel en el rechazo explcito a la poca histrica del negro esclavo: Te ha-ban robado al suelo de tu frica,/ donde eras tambin el horizonte, el ro y el camino. (Artel, 1955: 135), as como la afirmacin sobre el ancestro y las prcticas culturales caractersticas de esta raza.

    Adems de la identidad relacionada con el negro de las diferentes regiones de Amrica, en la poesa de Artel se percibe la relacionada con el hombre del litoral, en la cual se encuentra el hombre caribe. No obstante, nuevamente el hablante lrico explora los lazos que lo unen al negro: la msica, el ancestro, el paisaje: / ()/ hombre del litoral,/ mi luminoso litoral Atlntico./ En qu salto de la sangre/ t y yo nos

    4 Aqu asumo el concepto de transculturacin que Fernando Ortiz trabaja en Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar. Afirma el cubano que el vocablo transculturacin expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra porque este no consiste solamente en adquirir una cultura distinta, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana aculturacin, sino que implica tambin, necesariamente, la prdida o el desarraigo de una cultura precedente, lo que podra llamarse una parcial desculturacin, y adems significa la consiguiente creacin de nuevos fenmenos culturales, que podran denominarse neoculturacin (Ortiz, 1963: 103).

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    encontramos/ o en qu cancin yoruba nos mecimos/ juntos, como dos hermanos? (Artel, 1955: 101-102).

    L a ed if ic ac in de l a poesa con imgenes sonor as

    La poesa de Artel se edifica sobre imgenes sonoras que confor-man un universo que vibra en todas sus manifestaciones, que est en movimiento rtmico. Este planteamiento se sustenta mediante las distintas representaciones recreadas en los poemas y que aluden al sonido, las cuales pueden dividirse en dos tipos: las del mundo hu-mano y las del mundo no humano (aunque ligado a aquel). Adems es factible establecer otra biparticin: la del sonido en el caos (el rui-do) y en el orden (el ritmo). Veamos primero las representaciones.

    En el mundo humano se encuentran las siguientes imgenes: el canto, la voz, pertenecientes a los sonidos del orden; el grito, la algazara, el lloro, pertenecientes al sonido-caos. En el mundo no humano pero ligado al humano, se encuentran los que produce el hombre, a saber, la msica de instrumentos hiperblicos, el tambor, las gaitas, las maracas, y los que emite la naturaleza, el viento, el mar. Analicemos todas estas imgenes sonoras.

    La importancia del canto en la poesa de Artel es evidente. Mu-chos de sus poemas parecen canciones, son versos escritos para ser tarareados, para ponerles msica. El poeta cartagenero canta el dolor de su raza construido histricamente: Yo no canto un dolor de ex-portacin! (Artel, 1955: 14). Pero este canto no es solamente el suyo sino tambin el de su ancestro. El poeta rememora esta actividad del pasado de su raza: Anclados a su dolor anciano/ iban cantando por la herida (Artel, 1955: 17). Pero adems del canto doloroso, en su poesa se reconstruye el canto ertico de la danza negra: En tus piernas veloces y en el son/ que ha empapado tus lbricas caderas/

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    doscientos siglos se agazapan. (Artel, 1955: 20). Ntese la reitera-cin del pasado como trasfondo temporal de los versos citados. El canto tambin acta en el marco de la nostalgia y cumple funciones conectivas, liga al hombre a su propio espacio y a otras regiones, a su propio tiempo y a otros tiempos: / ()/ donde los marinos/ en-cierran el ovillo de sus cantos/ para atar los cabos de los das/ en el mar! (Artel, 1955: 61).

    Es importante detallar el carcter ubicuo que el poeta le atri-buye al canto, no simplemente por su obvia naturaleza dispersa, itinerante, sino tambin porque lo ubica en todas las actividades del hombre negro, en el recuerdo, en los retornos: En los rincones de los arsenales/ me estar esperando algn canto abandonado,/ ()/ (Artel, 1955: 62); en el trabajo: Trabajaron con la muerte/ y regresan cantando. (Artel, 1955: 66); Por la boca de los negros/ principia a trotar una cancin,/ ()/ Sus manos afilan los arpones/ y su afn de pescar apresura la noche. (Artel, 1955: 67-68). La cancin tras-ciende fronteras, actuando como marca de identidad del negro y como medio de comunicacin: [la cancin] La dijo un negro alto/ de tatuaje y pual,/ ()/ La dijo en muchos puertos/ de Amrica del Sur,/ ()/ (Artel, 1955: 69-70). Esta idea se refuerza en todo el poemario de Jorge Artel. Retomando uno de sus versos, el negro se identificara por tres aspectos, trabajo, dolor, canto: El negro vive su vida./ Pesca. Sufre. Canta. (Artel, 1955: 82). El canto tambin revela la interioridad del hombre negro, acta como espejo de su conciencia: Hay una cancin oculta/ tras de su boca sellada,/ ()/ Ese muchacho negro/ tiene la vida turbia/ ()/ (Artel, 1955: 72).

    Pero el canto, adems de como imagen sonora, se encuentra en los poemas de Artel como estructura lrica. Evocando un ritmo es-pecfico, los versos devienen enunciados de canciones. Veamos el poema Bullerengue: Si yo fuera tamb,/ mi negra,/ sonara na

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    m pa ti./ Pa ti, mi negra, pa ti./ Si maraca fuera yo,/ sonara solo pa ti./ Pa ti maraca y tamb,/ pa ti, mi negra, pa ti./ Quisiera vorverme gaita/ y son na m que pa ti./ Pa ti solita, pa ti,/ pa ti, mi negra, pa ti./ Y si fuera tamborito/ currucuteara bajito,/ bajito, pero bien bajito,/ pa que bailaras pa m./ Pa m, mi negra, pa m,/ pa m, na m que pa m. (Artel, 1955: 43-44). Ntese la estructura repetitiva usada en las canciones: Pa ti, mi negra, pa ti. No solo se trata de este estribillo sino tambin del enunciado pa ti, que se reitera en las estrofas. Se aprecia tambin la cadencia de estas, su ritmo soste-nido, con versos heptaslabos en su primera parte. Esta estructura repetitiva con estribillo aparece tambin en los poemas El lder negro: El pueblo te quiere a ti,/ Diego Lu,/ el pueblo te quiere a ti! (Artel, 1955: 45); Dancing: Maraca y timbal!/ Marimba y tambor! (Artel, 1955: 49) y Barrio abajo: Dame tu ritmo, negra,/ ()/ (Artel, 1955: 35).

    Adems del uso de la estructura de cancin en los poemas, apa-recen poemas con este ttulo: Mi cancin (Artel, 1955: 75) y La cancin (Artel, 1955: 69), lo mismo que la intertextualidad con este gnero. En los poemas se incrustan apartes de canciones del Caribe: / ()/ los tibios ecos del canto:/ Barlovento, Barlovento/ tierra ardiente del tamb! (Artel, 1955: 81). Esta parte de la cancin se repite en el poema. En otros versos se introduce tambin una can-cin vallenata, de corte tradicional oral, muy popular en el Caribe colombiano: / ()/ la honda voz ancestral/ de su angustia indo-mulata:/ Este es el amor-amor,/ el amor que me divierte/ Cuan-do estoy en la parranda/ no me acuerdo de la muerte! (Artel, 1955: 88). Este estribillo se usa en piquerias5 en la costa Caribe e introduce

    5 Competencia entre verseadores o compositores acompaados por un acordeonero. En este desafo se proponen temas del momento en los niveles poltico, econmico, amoroso, etctera. Quien hile ms fino en la

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    los versos creados por los msicos. En este poema, para cerrarlo, se extrae el verso de la cancin Este es el amor amor, reiterando la intertextualidad. En otro poema, Los chimichimitos, se retoma un coro negro: Los chimichimitos/ estaban bailando/ el coro co-rito./ Tambor!/ ()/ Que baile la negra./ Tambor!/ Que baile el negrito./ Tambor! (Artel, 1955: 90). Es interesante ver cmo en la intertextualidad, Artel retoma canciones que aluden a las ra-zas del Caribe colombiano: mestiza (vallenato) y negra, haciendo con ello nfasis en la tradicin cultural, elemento clave en su obra.

    El segundo elemento sonoro del mundo humano presente en los poemas de Jorge Artel es la voz. Es importante resaltar que esta es una imagen sonora armoniosa dentro del universo potico de Artel: es la voz del ancestro, llena de dolor, de alegra, de historia, de tradicin; a travs de ella se recrean los paisajes de frica, los eventos antes, durante y despus de la esclavitud: El hondo, estre-mecido acento/ en que trisca la voz de los ancestros,/ es mi voz. (Artel, 1955: 14); Voces en ellos hablan/ de una antigua tortura,/ voces claras para el alma/ turbia de sed y de ebriedad. (Artel, 1955: 15). La voz tambin expresa la msica, el sentimiento de pocas pa-sadas: / ()/ sus voces desprendidas/ de lo ms hondo del tiempo/ me devuelven un eco/ de tamboriles muertos,/ de quejumbres per-didas/ ()/ (Artel, 1955: 16).

    Los sonidos del caos, a saber, el grito, la algaraba, la algazara, el lloro y la risa, aparecen en todo el poemario. Nuevamente hay una atribucin de estas imgenes sonoras al ancestro. El grito rememo-ra el pasado: / ()/ repujados de gritos ancestrales,/ se lanzan al mar (Artel, 1955: 15). Tambin se gesta en el marco de la danza ne-gra: El humano anillo apretado/ es un carrusel de carne y hueso,/

    composicin ser el triunfador. La piqueria nace con el gnero del vallenato y fue instaurada por los mismos juglares del Magdalena Grande.

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    confuso de gritos ebrios/ y sudor de marineros,/ ()/ (Artel, 1955: 22); es el grito de la raza en el ritual que la identifica: Toda una raza grita/ en esos gestos elctricos,/ ()/ (Artel, 1955: 23).

    Esta idea de la imagen sonora del grito en el entorno de prcti-cas culturales especialmente danza y msica que identifican al negro se reitera en varios poemas. Por ejemplo, en Tambores en la noche se recrea el contexto tradicional oral de la dcima: / ()/ acompasando el golpe con los cantos/ de los decimeros, con el grito blasfemo/ y la algazara, con los juramentos/ de los marineros/ ()/ (Artel, 1955: 26).

    El llanto tambin opera como imagen sonora presente en los poemas de Artel, en el contexto del ancestro y del presente. Es im-portante notar cmo este elemento sonoro se ubica, al igual que el anterior, en un contexto ritual negro y caribe: el lloro acostumbrado en los velorios: (Las mujeres lo lloran en el patio,/ aromando el ca-f con su tristeza/ ()/) (Artel, 1955: 28). El contexto del ancestro como trasfondo omnipresente en la vida actual del negro se puede apreciar en este poema en el que el hablante lrico expone el vnculo con esta historia pretrita que, segn l, le da el sentido al aqu y al ahora de la raza negra: Nuestra voz est unida, por su esencia,/ a la voz del pasado/ ()/ no huyen los abuelos fugndose en la sombra/ ()/ Ellos estn presentes,/ se empinan para vernos,/ gritan, claman, lloran, cantan,/ ()/ (Artel, 1955: 145-146). Ntese aqu la unin de varias imgenes sonoras, el grito, el clamor, el lloro, el canto, como parte inherente del ancestro, lo cual explica para el hablante lrico la presencia de estos elementos en la vida presente del negro.

    El aprovechamiento esttico de la sonoridad del lenguaje en este plano se encuentra tambin en la poesa del Caribe no hispano. Poetas jamaiquinos como Mutabaruka, Michael Smith y Linton Kwesi Johnson destacan el ritmo, la fuerza y el impacto que logran

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    las imgenes sonoras. Se captan en su poesa la violencia del pre-gn, la tradicin oral y todo tipo de distorsiones del aparato bucal: gritos, ruidos y sonidos trgicos (Rodrguez, 1990: 305-306). Vea-mos una muestra de esta poesa en unos versos de Orlando Wong:6 No poet/ I am no poet/ I am just a voice/ I echo de peoples/ Thought/ Laughter/ Cry / Sigh/ I am no poet/ I am just a voice. Ntese aqu la presencia de imgenes sonoras del orden la voz y del caos risa, grito, lamento, elementos tambin presentes en la poesa de Artel. Valdra la pena reflexionar sobre el uso de este universo acstico en la poesa caribea, proveniente quiz de la cultura, de la msica, del modo de ser del hombre de esta regin.

    Otras imgenes sonoras, pertenecientes al mundo no humano pero ligadas al humano, se encuentran en los poemas de Artel: la msica de instrumentos hiperblicos, el tambor, la gaita, las mara-cas, y las que emite la naturaleza: el viento y el mar. Me detendr en estos aspectos.

    Cuando trataba el elemento del canto, planteaba que la poesa de Artel se edifica sobre una estructura sonora tomada de este g-nero; la msica viene a formar parte de esta estructura: se integra a la forma, las imgenes y el sentido del poema. Es importante se-alar que estos elementos ya se trabajaban en la negritud, movi-miento artstico y eticohistrico en el que se configura, entre otros aspectos, el universo mgico de la raza negra y se integra a la den-sidad de lo folclrico, revalorando as las tradiciones en el rescate de la oralidad, el ritmo y la poesa popular (Bohrquez, 1975: 36-37). En Nicols Guilln, por ejemplo, se observan estas caractersticas: ritmo y palabra se unen para generar la estructura del poema. En Artel se percibe esta misma caracterizacin. Mientras en Guilln

    6 Citado por Emilio Jorge Rodrguez (1990: 306).

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    es el poema-son, en el poeta cartagenero es el poema-porro, el poe-ma-bullerengue, que cumplen la funcin de descubrir la esencia de su raza y la naturaleza del pueblo. El sentido del ritmo y la musi-calidad basada en lo percutivo vienen a complementar el universo sonoro totalizante que envuelve todo el poemario de Artel. Bohr-quez (1975: 43), refirindose a Guilln, considera que esta relacin ritmo-palabra, poema-msica, es un producto caribe que revela el carcter mestizo de este tipo de poesa. En este punto concuerdo con el crtico en lo que respecta a Artel, poeta del Caribe colom-biano que representa la presencia del elemento musical como rasgo importante en la literatura del Caribe hispnico y no hispnico.

    La preponderancia o, ms bien, la omnipresencia de la msica en la obra de Artel, la estructura lrica basada en el vnculo melo-da-texto, se explica por la construccin de una identidad negra, mestiza y mulata que el hablante lrico desea lograr. La msica, es-pecialmente la percutiva, es un aspecto mediante el cual, desde la Colonia,7 la raza negra se autoidentificaba y se haca reconocer ante los dems. La msica de tambores tambin cumple funciones co-municativas en el tiempo dentro de la cultura negra: abre puertas a los espacios donde moran los antepasados. En los poemas de Artel se perciben estos hechos: Los tambores en la noche, hablan./ Y es su voz una llamada/ tan honda, tan fuerte y clara,/ que parece como si fueran sonndonos en el alma! (Artel, 1955: 26). En este poema, que da ttulo al libro, el tambor aparece como una presencia cuasi-humana: Los tambores en la noche,/ parece que siguieran nuestros pasos/ Tambores que suenan como fatigados/ ()/ (Artel, 1955:

    7 Esta marca identificatoria era tan fuerte que en el siglo xvii los negros realizaban sus rituales funerarios acompandolos con cantos, tambores y danzas. Al or los tambores, Pedro Claver los amenazaba con ltigo, les decomisaba los alimentos del ritual y los tambores (Friedemann, 1992: 551).

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    25). Los tambores sintetizan varias imgenes sonoras, grito, llanto, voz: Los tambores en la noche/ son como un grito humano./ Tr-mulos de msica les he odo gemir,/ ()/ Los tambores en la noche, hablan. (Artel, 1955: 26).

    En otros poemas, como Bullerengue, ya el tambor no es smbo-lo sino que su msica va integrada a los versos: Si yo fuera tamb,/ mi negra,/ sonara no m pa ti./ Pa ti, mi negra, pa ti. (Artel, 1955: 43). Es posible evocar los golpes del tambor en el ritmo de los versos y las formas verbales truncadas: pa ti es el sonido seco del poema al que alude Ocasio (1995: 84) con respecto a la poesa de Guilln y Pals Matos, sonido que proviene de unos tambores preparados por el santero para las danzas litrgicas pblicas. Artel resalta este lenguaje misterioso de los tambores introduciendo el sonido ono-matopyico que producen, con lo cual rompe la estructura verbal del poema, abocndolo a lo verbal: Surgen de la entraa nocturna/ los tambores litrgicos/ ()/ Dum dum dum!/ Quin puede adivinar el lenguaje sombro/ de estas llamadas/ estremeci-das de misterio? (Artel, 1955: 93-94).

    Artel retoma tambin otros aires musicales negros, como el jazz,8 y menciona prcticas musicales que involucran el elemento negro: la cumbia, el bullerengue, el son, el porro. Con estos aires se evo-ca tambin el mestizaje; por ejemplo, el porro acoge el sentimiento

    8 La mencin del jazz reafirma la importancia del elemento popular en la poesa de Artel, pues este tipo de msica se basa en los cantos y en las melodas populares y religiosas de los negros del sur de los Estados Unidos. Asimismo, la espontaneidad, la sensualidad y la exaltacin del cuerpo destacadas en los versos de Artel se relacionan con el jazz en la medida en que este se caracteriza por el movimiento audaz y frentico de las notas musicales y de los msicos que lo interpretan (Prescott, 1985: 29-30).

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    t ritnico del hombre caribe.9 Este tambin es el caso de la cumbia. Con la msica emerge la danza negra en la que se liberan las pasiones y la sensualidad de la mujer de esta raza. Estos elementos se registran tambin en la poesa de Guilln y de Pals Matos y en general en la poesa antillana de temtica negra. Polit considera que la sensuali-dad es una de las imgenes inocentes del negro en la poesa de esta regin, en la cual el negro se ve predominantemente preocupado en moverse y sentirse, en cantar y bailar (Polit, 1974: 43).

    La msica es tambin un elemento esttico presente en otros poetas del Caribe, en especial el anglfono. Escritores como Loui-se Bennett (Jamaica), Edward Kamau Brathwaite y Bruce St. John (Barbados), Paul Keens-Douglas y Abdul Malik buscan transmi-tir el ritmo interno del poema, apropindose de la msica popu-lar y elaborndola estticamente (Rodrguez, 1990: 307). Veamos un ejemplo: en The Arrivants de Edward Kamau Brathwaite (1998) se aprecia claramente la construccin lrica sobre la base musical negra: en el poema Work Song and Blues (Kamau Brathwaite, 1998: 4), el poeta canta: Drum skin whip/ lash, master suns/ cut-ting edge of/ heat, taut/ surface of things/ I sing/ I shout/ I groan/ I dream. Ntese la presencia de ciertos elementos: tambor, canto, grito, gemido y la misma cadencia del poema que evoca el ritmo del tambor, tal como ocurre en algunos poemas de Artel. Las rela-ciones entre este y los poetas del Caribe anglfono son bastante in-teresantes en el plano analtico, que aqu desarrollo abstrayendo las diferencias generacionales, pues reiteran la hiptesis segn la cual hay encuentros estticos en diferentes planos: de lenguaje y de te-mticas que postulan una potica del Caribe hispano y no hispano.

    9 El porro combina el danzn de los blancos, el ritmo del bombo de los negros y el boz, que trae reminiscencias de las melodas de los pitos de los indios (Fals Borda, 1986: 134B).

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    Finalmente, las otras imgenes sonoras se encuentran en la na-turaleza. Artel las retoma como trasfondo de los poemas; cuan-do no estn las otras imgenes sonoras grito, voz, lloro, canto, msica, aparecen los sonidos del viento, la brisa del mar: Oigo galopar los vientos/ bajo la sombra musical del puerto./ Los vien-tos, mil caminos ebrios y sedientos,/ ()/ (Artel, 1955: 15); (/ ()/ Hasta parece que la brisa tiene/ un leve llanto de palmeras!) (Ar-tel, 1955: 28).

    Se concluye pues que la poesa de Artel est construida sobre una base sonora mltiple, polifnica. Sus poemas instauran la rela-cin texto-ritmo, verso-meloda, desarrollando as una de las tem-ticas clave de la literatura del Caribe.

    L a or al idad: recre ac in de lo popul arLa relacin entre oralidad y poesa caribea ya ha sido seala-

    da por autores como Rodrguez (1990: 299) y Mateo Palmer (1993: 620). Se ha establecido que en las expresiones literarias caribeas se perciben races profundas de la tradicin oral tanto de los africanos como de los indgenas americanos. En la poesa de Artel, la oralidad presenta varias facetas, al igual que en los otros escritores del Caribe colombiano: la tradicin oral como intertexto en el poema, la poesa conversacional, el habla popular y la tradicin oral y la msica.

    La poesa de rasgo negro en el Caribe tiene como uno de sus elementos identificadores lo popular y lo folclrico, de tal manera que no solo las manifestaciones no verbales como la msica y la danza del pueblo son elementos poticos, sino tambin las manifes-taciones verbales cotidianas arraigadas en la conciencia popular y expresadas en los diferentes entornos y rituales.

    La tradicin oral se expresa en la poesa de Artel en cuanto a sus gneros y frmulas y en los dichos populares usados en el Caribe.

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    En los poemas se encuentran versos cuyo contenido es la leyenda: Bajo su sombra circula la leyenda: Una vez hubo un prncipe/ Tu nombre, oh, Yanga,/ siempre recordar que somos libres! (Ar-tel, 1955: 136). Adems de estos versos incrustados, tambin se en-cuentra la estructura legendaria en todo el poema; este es el caso de Supersticin, en el que se cuenta un evento de frica envuelto en una atmsfera de augurio, temor, advertencia, narracin: Cuan-do el cazador transita/ por las veredas del sueo,/ coleccionando jaguares/ contra su lanza de hierro,/ Refiere un griot que la tribu/ suele escuchar, segn dicen,/ los mensajes desgarrados/ del tam-borero invisible (Artel, 1955: 114). En este poema no solo se re-crea la leyenda sino tambin el entorno ritual en que es relatada en la tribu: Cuando cae la noche bruja/ llena de cuentos y sombras/ para borrar horizontes/ con agoreras esponjas; (Artel, 1955: 114). El entorno ritual se acompaa de eventos-presagios y de tiempos que preparan la escena de tradicin oral: Por eso cuando la boa/ duerme borracha su siesta/ y nada perturba el cosmos/ tenebroso de la selva; (Artel, 1955: 114). Las estrofas que cuentan la leyenda del tamborero invisible terminan con puntos suspensivos, con los cuales el hablante lrico indica el transcurrir de la tradicin oral y, de alguna manera, construye la atmsfera misteriosa de la narra-cin. Es interesante notar la estructura de este poema: comienza con la afirmacin de un evento: Le cercenaron las manos/ porque dio una nota falsa./ Qu ley tan terrible aquella/ del tamborero de frica! (Artel, 1955: 113). La modalizacin final, que evala subje-tivamente el evento, aporta veracidad a lo que se cuenta. La segun-da estrofa posee ese mismo tono de realidad, pero la tercera y la cuarta ya transforman el tono y asumen el del agero que presagia lo legendario; es el tono de la creencia: cuando la boa duerme, cuando cae la noche bruja; la quinta, la sexta y la sptima estrofas

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    constituyen la leyenda en s misma, donde el evento es narracin. El poema tiene entonces tres partes que reflejan el nacimiento y la constitucin de la tradicin oral: un evento asumido como real, la mitificacin de dicho evento y su narracin y propagacin de un hablante a otro, de una regin a otra.

    Adems de los gneros, aparecen frmulas de tradicin oral usa-das en estos o en formas cortadas, trovas, coplas y dcimas: segn dicen (Artel, 1955: 114); Y, igase bien,/ quiero decirlo recio y alto. (Artel, 1955: 144). Los poemas tambin contienen dichos usados en el Caribe en rituales como el del enamoramiento: Ay, negra, yo as me caso/ corriendo, por la iglesia! (Artel, 1955: 41); tambin se encuentran creaciones verbales improvisadas por el hombre caribe en este ritual: Me llamo Quico Covilla,/ me tienes el corazn/ hecho un tiesto de cocina! (Artel, 1955: 41).

    La segunda manifestacin de la oralidad es la poesa conversa-cional. Este dialogismo se instaura entre el hablante lrico y diver-sos interlocutores: la raza, las personas, los instrumentos musicales, el espacio y el paisaje. En Poema sin odios ni temores se aprecia este primer interlocutor colectivo ante quien se apela con el fin de crear y recordar una identidad tnica e histrica que trasciende las fronteras geogrficas: Negro de los candombes argentinos,/ ()/ Negro del Brasil,/ ()/ Negro de las Antillas,/ ()/ Negros de nuestro mundo,/ ()/ (Artel, 1955: 141-146). Ntese la apelacin individual y luego la colectiva; tambin se aprecia la inclusin del hablante lrico en los enunciatarios: Porque solo nuestra sangre es leal/ a su memoria./ ()/ (Artel, 1955: 142). Otro interlocutor es el que se falsifica en su etnia.

    Los interlocutores, como individuos, adoptan varias formas arrai-gadas en lo cotidiano, el compadre: Compae, mrale el pie/ cmo

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    arrastra la chancleta! (Artel, 1955: 40); la mujer negra: Dame tu rit-mo, negra (Artel, 1955: 36); Si yo fuera tamb,/ mi negra,/ sonara no m pa ti. (Artel, 1955: 43); el negro: El pueblo te quiere a ti,/ Diego Lu,/ ()/ (Artel, 1955: 45); el negro en quien se resume el ancestro: ltimo patriarca de Palenque:/ Bien sabes/ que desde tus fogones crepitantes/ rica enva sus mensajes! (Artel, 1955: 84); el hombre caribe: / ()/ hombre del litoral,/ mi luminoso litoral Atlntico./ En qu salto de la sangre/ t y yo nos encontramos/ ()/ (Artel, 1955: 101-102). Ntese que los interlocutores son afines por cuanto re-presentan la raza, las relaciones afectivas cotidianas, las interacciones populares y el ancestro; en el fondo, se trata de un solo interlocutor materializado en varias formas.

    Es interesante reflexionar aqu sobre el tipo de comunicacin que propone Artel y con quines lleva a cabo el intercambio verbal. Po-demos plantear que el poeta crea dos tipos de contacto: emptico de entendimiento y antagnico de oposicin y rebelin. Es evidente que las relaciones empticas se llevan a cabo con las razas que, segn el hablante lrico, poseen identidad gracias a la presencia del elemento africano: la negra, la mulata y la mestiza, bien sea que estn representadas en la mujer, el compadre o los otros personajes interlocutores. Las relaciones antagnicas, por su parte, se estable-cen con el blanco, pero en un plano histrico del pasado. En el plano del presente se puede escudriar un poco ms el poema de Artel para, en el plano de la modalizacin, acceder a sentidos implcitos. Este plano tambin es dialgico en la medida en que se refiere a las voces que subyacen en el poema. Ciertamente, se puede plantear que el hablante lrico expone de manera indirecta el conflicto de razas blanco-negro que an persiste en algunos pases de Amrica. En El lder negro, la modalizacin revela esta idea: Con too y que ere

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    bien negro/ ya lo blanco te respetan/ ()/ (Artel, 1955: 45). Ntese el uso de la expresin con todo y, que equivale a a pesar de, en la caracterizacin del color de la piel. La inferencia que de ella se extrae es que el respeto se otorga al que no es negro, pero el lder negro al que se refiere el poema, pese a su color, ha logrado dicho respeto. Considero que el hablante lrico est haciendo alusin a una situacin que ocurre en su contexto social y no est revelando pre-cisamente su sentimiento, pues en otro poema se refiere de manera abierta a los que niegan su raza. El hablante lrico manifiesta su re-belda contra los autores de la esclavitud. En el presente, el antago-nismo se dirige al que, siendo mestizo o mulato, niega su identidad.

    La tercera manifestacin de la oralidad es el habla popular. Mu-chos poetas del Caribe han revelado la oralidad del nivel lxico y utilizan expresiones tpicas de las interacciones cotidianas del Cari-be. Pero en Jorge Artel, adems de hallarse tales manifestaciones del habla popular, se registran otras referidas a la pronunciacin caribe-a.10 En efecto, en el Caribe se encuentran fenmenos como la elisin de s, r, d; en algunas zonas se registra el cambio de d por r, entre otros fenmenos de pronunciacin. Artel utiliza estas caractersticas lingsticas en su poesa, reiterando el carcter popular folclrico de sus poemas: Si yo fuera tamb,/ mi negra,/ sonara na m pa ti./ ()/ Quisiera vorverme gaita/ ()/ (Artel, 1955: 43-44); El pueblo te quiere a ti,/ Diego Lu,/ ()/ Con too y que ere bien negro/ ya lo blanco te respetan/ porque dices la verd,/ ()/ (Artel, 1955: 45).

    10 Estos usos estticos de la forma de pronunciacin caribea ya se encuentran en un poeta del Caribe colombiano del siglo xix, Candelario Obeso. En el resto del Caribe, el dialecto tambin se ha usado en la elaboracin lrica. En la literatura jamaiquina de las dcada de los setenta y los ochenta, las obras acogen estas marcas dialectales en la pronunciacin, el vocabulario y la gramtica (Rodrguez, 1990: 304-305).

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    Considero que el uso de esta forma de habla popular, adems de reafirmar la identidad en el plano lingstico, involucra un efec-to esttico caribe de ruptura en Colombia. En la poca de Artel, el movimiento piedracielista oficiaba su poesa llena de metforas, en la que se haba perdido el contacto con la realidad; se edificaban univer-sos etreos. Artel introduce el habla popular en lxico y pronunciacin en un contexto potico donde solo tena lugar la lengua estndar; sus poemas constituyen pues cuasiherejas lingsticas para aquella poca de metforas en la creacin potica nacional. Por ello, Artel constitu-ye una isla esttica en aquel periodo, como en sus respectivas pocas lo fueron Luis Carlos Lpez y Candelario Obeso. La pronunciacin popular y tpicamente caribe introduce caos en el orden del poema; pero ms que caos es entropa del lenguaje, pues el poema edifica un nuevo universo cuyas bases son las imgenes sonoras, el elemento t-nico centrado en el negro, el viaje, el tiempo y la oralidad en sus tres manifestaciones: tradicin oral, dialogismo y habla popular.

    Un ltimo elemento de la oralidad est ligado a la msica. Un poco antes, observamos las manifestaciones de la tradicin oral en las leyendas y en las frmulas. Aqu me refiero a otras prcti-cas tradicionales, vinculadas a la puesta en escena de la oralidad. Se trata de la copla, la trova y el uso de la dcima. Estas prcti-cas aparecen mencionadas en los poemas Tambores en la noche: / ()/ acompasando el golpe con los cantos/ de los decimeros, con el grito blasfemo/ ()/ (Artel, 1955: 26) y Cancin en tiempo de porro: Tras una copla certera/ nos perderemos t y yo. (Artel, 1955: 87). Adems de las mencionadas, en la obra de Artel se encuen-tran poemas con versos octoslabos, la mtrica de la dcima y en otras formas cantadas de tradicin oral: Al son de viejos pilones,/ chisporroteados de cantos,/ meces tu talle de bronce/ sobre el afn inclinado (Artel, 1955: 35).

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    Las anteriores inscripciones de la oralidad en la poesa de Ar-tel responden, a mi modo de ver, a lo que Rodrguez (1990: 300) denomina caribeanidad como herencia y pertenencia, pues dichas inscripciones no son solo recipientes que contienen la cultura, sino tambin imgenes de identidad en el marco de una bsqueda vital. La tradicin oral, la msica basada en esta y el habla popular reve-lan el modo de vida del grupo, las relaciones afectivas y sociales, las visiones de mundo, las prcticas e interacciones comunicativas diarias, en suma, los mltiples encuentros del ser, en este caso, del ser caribeo.

    El t iempoEl tratamiento de la temporalidad en la poesa de Artel, al igual

    que las otras isotopas, posee ciertas facetas que explorar aqu: el tiempo histrico que se interna en el pasado de la raza, el ancestro y la herencia; y el tiempo irracional, oscuro, la coordenada de la noche en la que se despliega el universo de los sentidos, de la cor-poreidad reinante.

    Un punto central en la poesa de Artel es la revisin del pasado como coordenada temporal, fuente de la identidad del presente de Amrica. La presencia del ancestro es predominante en los poemas, tanto como la evocacin de los eventos del pasado y la conexin de estos con el aqu y el ahora del hablante lrico. Justamente, uno de los rasgos distintivos de la literatura caribea, en especial la contempo-rnea (dcada de los noventa), es el retorno a los escenarios histri-cos, una revisin del pasado de la regin, sobre todo de los eventos claves e inexpresables como el genocidio amerindio y la trata de esclavos (Burnett, 1999: 92). Esta vuelta al pasado se encuentra en escritores como Walcott, Naipul, Wilson, Harris, Pauline Melvi-lle, David Dabydeen y Fred DAguiar, entre otros. Este rasgo de la

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    literatura caribe obedece a la conciencia de que los discursos hist-ricos son sitios para la inscripcin del poder, y por ende existe un escepticismo hacia las teoras centradas en Occidente (Burnett, 1999: 93).

    Todo esto responde a una identidad cultural caribe y de esa for-ma lo expresa Artel en su obra, basndose en la etnicidad, la historia y en algunos aspectos de dicha identidad como la lengua, la msica, la danza, el paisaje. Cmo reconstruye Artel este pasado? Uniendo pasado y presente (la herencia): Poeta de mi raza, hered su dolor (Artel, 1955: 13); explorando el sentimiento humano del ancestro: El hondo, estremecido acento/ en que trisca la voz de los ancestros,/ es mi voz./ La angustia humana que exalto/ ()/ (Artel, 1955: 14); reconstruyendo el evento lrico no directamente sino mediante sm-bolos que actan como puertas-umbrales del pasado, viento, puerto, mar: Oigo galopar los vientos/ bajo la sombra musical del puerto./ Los vientos, mil caminos ebrios y sedientos,/ repujados de gritos an-cestrales,/ se lanzan al mar./ Voces en ellos hablan/ de una antigua tortura,/ voces claras para el alma/ turbia de sed y de ebriedad. (Ar-tel, 1955: 15). El viento acta como pasaje y a la vez forma el evento histrico. El poeta usa tambin los acontecimientos contiguos que comunican indirecta y simblicamente el momento preciso del des-arraigo del negro, el acto mismo de esclavitud: Oigo galopar los vientos,/ sus voces desprendidas/ de lo ms hondo del tiempo/ me devuelven un eco/ de tamboriles muertos,/ de quejumbres perdidas/ en no s cul tierra ignota,/ donde ces la luz de la hogueras/ con las notas de la ltima lbrica cancin. (Artel, 1955: 16).

    Mediante estos mecanismos, Artel logra reconstruir el pasado. Su poesa se convierte entonces, retomando a Burnett (1999: 109), en re-sistencia, supervivencia y celebracin, aspectos caractersticos de la literatura del Caribe: Contemplo en sus pupilas caminos de nostalgias,/

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    rutas de dulzura,/ temblores de cadena y rebelin./ ()/ Una do-liente humanidad se refugiaba/ en su msica oscura de vibrtiles fibras/ Anclados a su dolor anciano/ iban cantando por la he-rida (Artel, 1955: 16-17). El hablante lrico recrea aqu el evento histrico y su huella en toda una raza que tuvo como escenario el Caribe. En efecto, esta regin fue el entorno de lo que Sanz (1999: 131) denomina otro acto de genocidio, al referirse al trasplante de miles de africanos de su hbitat original a otro mundo en condicio-nes infrahumanas. Sanz agrega que fueron reglas de colonizacin que han dejado una herida an no sanada. Por ello, el hombre y la mujer caribes han tenido que reencontrarse con su propia historia. Historiadores y escritores han asumido esta tarea. En el caso de la li-teratura caribe inglesa de los aos cincuenta se encuentra un inters por descubrir las claves de su historia y su identidad, principalmente en las civilizaciones africanas, remontndose varios siglos atrs.11 En Jorge Artel encontramos esta preocupacin en el marco de la litera-tura del Caribe colombiano.

    Adems del tiempo profundo lo ms hondo del tiempo (Artel, 1955: 16) de la herencia, del ancestro, de la historia fuente de identidad, en la poesa de Artel se hallan otros tiempos en el presente: la noche en la que se despliegan la msica, la danza negra y el recuerdo. Es un tiempo impenetrable, mgico, durante el cual se construye otro mundo no racional, espacio de la corporeidad desbocada: Hay un llanto de gaitas/ diluido en la noche./ Y la noche, metida en ron costeo,/ bate sus alas fras/ ()/ Amalgama de sombras y de luces de esperma,/ la cumbia frentica,/ la diablica cumbia,/ pone a cabalgar su ritmo oscuro/ sobre las caderas giles/

    11 Es importante sealar que el movimiento de la negritud tuvo un gran impacto en la literatura caribe anglfona y francfona en el regreso a frica (Sanz, 1999: 135).

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    de las sensuales hembras. (Artel, 1955: 21-22). En esta temporalidad, el hombre sufre metamorfosis sbitas: El humano anillo apretado/ es un carrusel de carne y hueso/ ()/ Es un dragn enroscado/ brotado de cien cabezas,/ que muerde su propia cola/ con sus fauces gigantescas. (Artel, 1955: 22-23). La noche, la msica y la danza no solo abren el umbral de las transformaciones sino tambin el del pasado; transportan al hombre a los tiempos y espacios del ancestro o lo retrotraen al tiempo y al crculo del presente en que los negros danzan: Trota una aoranza de selvas/ y de hogueras encendidas,/ que trae de los tiempos muertos/ un coro de voces vivas./ Late un recuerdo aborigen,/ una africana aspereza,/ ()/ sonmbulos dioses nuevos que repican alegra/ aprendieron a hacer el trueno/ ()/ (Artel, 1955: 23). Noche e historia, presente y pasado se vinculan aqu. Dos temporalidades emparentadas. La noche tambin es la temporalidad de la muerte: Desde esta noche a las siete/ estn prendidas las espermas:/ cuatro estrellas temblorosas/ que alumbran su sonrisa muerta. (Artel, 1955: 27). Tambin se encuentran en la obra los vnculos entre esta temporalidad, la muerte y el tiempo histrico ancestral: En tus currulaos,/ tus velorios y tus cortejos fluviales,/ se prolongan los ritos,/ como voces perdidas,/ que hablan a mi raza/ del primitivo espanto frente a la eternidad. (Artel, 1955: 77).

    La temporalidad entonces est atravesada, en la poesa de Artel, por el tiempo histrico ancestral, el tiempo de la identidad, de la etnicidad, lo que demuestra la coherencia en la propuesta potica del escritor.

    El v i a jeUna isotopa marcada en Artel es el viaje, elemento que se arti-

    cula bien a la potica del autor pues se vincula a la temtica hist-rica de la esclavitud. En efecto, este proceso histrico se bas en el

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    desarraigo espacial del negro y su traslado a diferentes partes del mundo. El viaje es, pues, un elemento identificatorio de la raza. Es interesante ver cmo en la poesa de Artel hay un nfasis especial en esta isotopa: en el pasado de su raza, en el presente a travs de personajes y espacios: marineros y puertos.

    El hablante lrico rememora el pasado, el viaje de sus ancestros: / ()/ de esos vientos ruidosos del puerto,/ y miro las naves dolo-rosas/ donde acaso vinieron/ los que pudieron ser nuestros abue-los (Artel, 1955: 16). Tambin hace nfasis en esta isotopa como rasgo de la etnia y la cultura: ()/ Mis abuelos bailaron/ la msica sensual. Viejos vagabundos/ que eran negros, terror de penden-cieros. (Artel, 1955: 24). Los personajes mencionados y evocados tienen un carcter itinerante: es el negro que viaja de un lugar a otro llevando su msica: Mr. Davi era negro/ y haba nacido en tierras muy lejanas tal vez/ Lo conoc en el puerto: (Artel, 1955: 37); es el hablante lrico que se identifica como transente: Pero hoy encontr mi corazn marino/ que dorma borracho sobre un puerto/ ventilado de recuerdos./ Y me habl de un viaje largo en veleros festivos/ adornados con mstiles/ abrumados de cancio-nes. (Artel, 1955: 61).

    Hay una visin romntica de estos personajes marcados por el viaje; son seres abstrados de la realidad, sin asidero espacial, soa-dores, con un oficio: la msica y la nostalgia. Aqu es importante retomar la postura de Polit (1974: 43-60), segn la cual en la poesa de tema negro ha predominado la tendencia a atribuir al negro rasgos de inocencia, entre otros la sensualidad del baile y el canto, la religiosidad basada en el animismo, lo mgico y lo mtico y la personalidad natural, llana, rayana en la ingenuidad, lo que im-plica un grado de idealizacin, mitificacin y generalizacin del

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    ser negro.12 Justamente este ltimo rasgo es el que se asocia a la imagen del negro-transente-soador que Artel construye en sus imgenes.

    Retomemos en el poema citado inmediatamente antes, Can-cin en el extremo de un retorno, las imgenes: corazn marino, puerto ventilado de recuerdos, veleros festivos, que se reiteran constantemente cuando aparece la isotopa del viaje: La tierra fes-tejar mi retorno y ser leve/ a mis abarcas de apretado barro,/ para no lastimar el lejano/ recuerdo de cansancio que tienen mis pies. (Artel, 1955: 62); o Y junto a las horas clidas,/ volver a contemplar mis cien rutas abiertas,/ hemos de conocernos de nuevo el mar y yo. (Artel, 1955: 62). Se afirma aqu el viaje como seal de identidad del hablante lrico. Esta seal proviene del ancestro: Te haban ro-bado al suelo de tu frica,/ donde eras tambin el horizonte, el ro y el camino. (Artel, 1955: 135). Ntese aqu el uso de los smbolos que implican viaje, movimiento, proyeccin, pero en el marco de la autenticidad y la pertenencia del negro a su espacio y su cultura, a diferencia de ese otro viaje de desarraigo y despojo.

    El viaje tambin se representa en los espacios, el puerto dibuja-do en los poemas como un lugar de nostalgia, de espera y partida: Como otra cancin,/ tenue, el perfil de un velero/ se diluye a dis-tancia. (Artel, 1955: 82).

    Con la presencia de estos smbolos que expresan la isotopa del viaje se sintetizan varios sentidos: la marca autntica del negro en su espacio, la seal del desarraigo, del exilio forzado, la representa-cin de uno de los modos del ser caribe: el ligado al mar, el viajero, el marinero, el itinerante. Pero, adems de estos sentidos, quisiera

    12 Polit analiza estos rasgos en cuatro poetas: Emilio Ballagas, Nicols Guilln, Luis Pals Matos y Manuel del Cabral, aunque el nfasis de cada rasgo es diferente entre ellos.

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    sealar otro, el referido a una realidad del hombre moderno: su constante desplazamiento, la realidad de las migraciones, espe-cialmente del hombre caribe, y el exilio. En efecto, en la literatura caribea el tema del exilio se vincula al del viaje y se motiva por la experiencia intensa de la inmigracin econmica o poltica o de bsqueda intelectual y artstica. Ambos motivos son cronotpicos y se basan en la oposicin espacio conocido/espacio desconocido (Palmer, 1993: 616). En la poesa de Artel, esta oposicin posee dos valoraciones: la negativa, en lo que respecta al desarraigo del an-cestro, y la positiva, en lo que concierne al hombre itinerante, el marinero, el msico transente.

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  • G a b r i e l F e r r e r R u i z

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  • tamboresenlanoche

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  • eloscurosellodeDios

    A mis abuelos, los negros

    J. A.

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  • Tamboresenla noche

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  • Tamboresenla noche 49

    Negro soy

    Negro soy desde hace muchos siglos.Poeta de mi raza, hered su dolor.Y la emocin que digo ha de ser puraen el bronco son del gritoy el monorrtmico tambor.

    El hondo, estremecido acentoen que trisca la voz de los ancestros,es mi voz.

    La angustia humana que exaltono es decorativa joyapara turistas.

    Yo no canto un dolor de exportacin!

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  • JorgeArtel50 Tamboresenla noche

    L a voz de los ancestros

    A doa Carmen de Arco

    Oigo galopar los vientosbajo la sombra musical del puerto.Los vientos, mil caminos ebrios y sedientos,repujados de gritos ancestrales,se lanzan al mar.Voces en ellos hablande una antigua tortura,voces claras para el almaturbia de sed y de ebriedad.

    De qu angustia remota ser el signo fatalque sella en m este anhelode claves imprecisas?Oigo galopar los vientos,sus voces desprendidasde lo ms hondo del tiempome devuelven un ecode tamboriles muertos,de quejumbres perdidasen no s cul tierra ignota,donde ces la luz de las hoguerascon las notas de la ltima lbrica cancin.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 51

    Mi pensamiento vuelasobre el ala ms fuertede esos vientos ruidosos del puerto,y miro las naves dolorosasdonde acaso vinieronlos que pudieron ser nuestros abuelos.Padres de la raza morena!Contemplo en sus pupilas caminos de nostalgias,rutas de dulzura,temblores de cadena y rebelin.

    Almas anchurosas y libresvigorizaban los pechos y las manos cautivas!Una doliente humanidad se refugiabaen su msica oscura de vibrtiles fibrasAnclados a su dolor ancianoiban cantando por la herida

    Oigo galopar los vientos,temblores de cadena y rebelin,mientras yo Jorge Artelgaleote de un ansia suprema,hundo remos de angustias en la noche!

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  • JorgeArtel52 Tamboresenla noche

    Danza , mul ata !

    Danza, mulata, danza,mientras cantaen el tambor de los abuelosel son languidecente de la raza.

    Alza tus manos gilespara apresar el aire,envulvete en tu cuerpode rugiente deseo,donde late la queja de las gaitasbajo el ardor de tu broncnea carne.

    Deja que el sol fustiguetu belleza demente,que corra por tus flancos inquietantesel ritmo que tus senos estremece.

    Aprisiona en tu talle atormentadoesa msica brujaque acompasa la voz de la cancin.

    Danza, mulata, danza!En tus piernas veloces y en el sonque ha empapado tus lbricas caderasdoscientos siglos se agazapan.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 53

    Danza, mulata, danza!T y yo sentimos en la sangregalopar el incendio de una misma nostalgia.

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  • JorgeArtel54 Tamboresenla noche

    L a cumbia

    Hay un llanto de gaitasdiluido en la noche.Y la noche, metida en ron costeo,bate sus alas frassobre la playa en penumbra,que estremece el rumor de los vientos porteos.

    Amalgama de sombras y de luces de esperma,la cumbia frentica,la diablica cumbia,pone a cabalgar su ritmo oscurosobre las caderas gilesde las sensuales hembras.Y la tierra,como una axila clida de negra,su agrio vaho levanta, denso de temblor,bajo los pies furiososque amasan golpes de tambor.

    El humano anillo apretadoes un carrusel de carne y hueso,confuso de gritos ebriosy sudor de marineros,de mujeres que sabena la tibia brea del puerto,al yodo fresco del mary al aire de los astilleros.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 55

    Se mueve como una sierpesonora de cascabeles,al comps de los chasquidosque las maracas alegressalpican sobre las horasdesmelenadas de ruidos.

    Es un dragn enroscadobrotado de cien cabezas,que muerde su propia colacon sus fauces gigantescas.

    Cumbia! danza negra, danza de mi tierra!Toda una raza gritaen esos gestos elctricos,por la contorsionada piruetade los muslos epilpticos!

    Trota una aoranza de selvasy de hogueras encendidas,que trae de los tiempos muertosun coro de voces vivas.

    Late un recuerdo aborigen,una africana aspereza,sobre el cuero curtido donde los tamborileros,sonmbulos dioses nuevos que repican alegraaprendieron a hacer el truenocon sus manos nudosas,todopoderosas para la algaraba.

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  • JorgeArtel56 Tamboresenla noche

    Cumbia! Mis abuelos bailaronla msica sensual. Viejos vagabundosque eran negros, terror de pendencierosy de cumbiamberosen otras cumbias lejanas,a la orilla del mar

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 57

    Tambores en l a noche

    Los tambores en la noche,parece que siguieran nuestros pasosTambores que suenan como fatigadosen los sombros rincones portuarios,en los bares oscuros, aquelrricos,donde ceudos lobosse fuman las horas,plasmando en sus pupilasun confuso motivo de rutas perdidas,de banderas y mstiles y proas.

    Los tambores en la nocheson como un grito humano.Trmulos de msica les he odo gemir,cuando esos hombres que llevanla emocin en las manosles arrancan la angustia de una oscura saudade,de una ntima aoranza,donde vigila el alma dulcemente salvajede mi vibrante raza,con sus siglos mojados en quejumbres de gaitas.

    Los tambores en la nocheparece que siguieran nuestros pasos.Tambores misteriosos que resuenanen las enramadas de los rudos boteros,acompasando el golpe con los cantosde los decimeros, con el grito blasfemo

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  • JorgeArtel58 Tamboresenla noche

    y la algazara, con los juramentosde los marineros en tanto que se anunciatras los gibosos montesun caprichoso recorte de maana.

    Los tambores en la noche, hablan.Y es su voz una llamadatan honda, tan fuerte y clara,que parece como si fueran sonndonos en el alma!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 59

    Velor io del boga adolescente

    Desde esta noche a las sieteestn prendidas las espermas:cuatro estrellas temblorosasque alumbran su sonrisa muerta.

    Ya le lavaron la cara,le pusieron la franelay el pauelo de cuatro pintasque llevaba los das de fiesta.

    Hace recordar un domingolleno de tambores y dcimas.O una tarde de gallos,o una noche de plazuela.

    Hace pensar en los sbadostrmulos de ron y de juerga,en que tiraba su gritocomo una atarraya abierta!

    Pero est rgido y froy una corona de besosponen en su frente negra.

    (Las mujeres lo lloran en el patio,aromando el caf con su tristeza.Hasta parece que la brisa tieneun leve llanto de palmeras!)

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  • JorgeArtel60 Tamboresenla noche

    Muri el boga adolescentede gil brazo y mano frrea:nadie clavar los arponescomo l, con tanta destreza!

    Nadie alegrar con sus voceslas turbias horas de la pesca

    Quin cantar el bullerengue!Quin animar el fandango!Quin tocar la gaitaen las cumbias de Marbella!

    Lloran en llanto de ceralas estrellas temblorosasque alumbran su sonrisa muerta.

    Maana, van a dejarlobajo cuatro golpes de tierra!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 61

    Ahor a hablo de ga i tas

    Gaitas lejanas la nochenos ha metido en el alma.Vienen sus voces de adentroo de all de la distancia?

    De adentro y de la distancia,porque aqu entre nosotroscada cual lleva su gaitaen los repliegues del alma!

    Compadre Jos Morillo,no toque ms su guitarra:oigamos mejor las gaitasque nos cuentan su nostalgia!

    Llenen mi copa de ron,de ron blanco como el agua!Yo quiero sentir lo mismoque sintieron mis abueloscuando escuchaban las gaitas,colmando sus noches hondascon aguardiente de caa!

    En este camino largo,lleno de sombra y distancia,sobre la tierra sentadovoy a escuchar mi gaita.

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  • JorgeArtel62 Tamboresenla noche

    Y aquellos que no comprendenla voz que suena en sus almasy apagan sus propios ecoscon las msicas extraas,que se sienten en la tierrapara que escuchen lo dulceque han de sonar sus gaitas.

    Cuando la estrella del albanos venga a baar el rostroy ya nos inunde a todosfresca luz de la maana,compadre Jos Morillo:entonces sern ms puraslas voces de nuestras gaitas!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 63

    Barr io aba jo

    Dame tu ritmo, negra,que quiero uncirlo a mi verso;mi verso untado en el speroolor de tu duro cuerpo.

    Al son de viejos pilones,chisporroteados de cantos,meces tu talle de broncesobre el afn inclinado.

    Pones msica al trabajopara burlarte del soly lo amasas bajo el dacon el maz y el afrechoque pilas en tu piln.

    Dame tu ritmo, negra

    En tu piedra de molermachacaremos la risay el viento habr de llevarselas cosas que yo te diga.

    Dame tu ritmo, negra

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  • JorgeArtel64 Tamboresenla noche

    Mr. Dav i

    Mr. Davi era negroy haba nacido en tierras muy lejanas tal vezLo conoc en el puerto:Lleg con su tristezay su acorden.

    Sobre un bulto de lonas,mientras el viento tibio, fragante de alquitrn,saturaba las horas,l zurca una cancin.

    (A veces sus cancionesnublaban los ojosde la marinera)

    Nunca dijeron nadasus pupilas oscurasni su boca grande,que apretaba una pipa estrafalaria

    Mr. Davi tocaba imperturbablea cheln por cancin.

    Y un da, en que acasobrill ms bello el sol,abandon aquel puerto:se fue con su tristezay su acorden!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 65

    Sensual idad negr a

    Por la Calle del Pozoya viene la negra,por la Calle del Pozoa buscar agua fresca.

    La negra Catana,la negra ms linda,a quien todas las negrasy ms de una blancale tienen envidia.

    Hay que ver en sus ojosla luz cmo brilla,su cuerpo de junco cuando ella camina.

    Su vegetal cinturade gaita cenceala mcura de aguacmo la quiebra!

    Los ardientes bogasdicen cuando pasapalabras tremendas:

    Compae, mrale el piecmo arrastra la chancleta!

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  • JorgeArtel66 Tamboresenla noche

    Cmo levanta el taln!Los senos cmo le tiemblan!

    Repare en el movimientode bullerengue que lleva!

    Ay, negra, yo as me casocorriendo, por la iglesia!

    Me llamo Quico Covilla,me tienes el coraznhecho un tiesto de cocina!

    La negra Catanase re con su risade cascabel de plataque tanto le envidian!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 67

    Bul l erengue

    Si yo fuera tamb,mi negra,sonara na m pa ti.Pa ti, mi negra, pa ti.

    Si maraca fuera yo,sonara solo pa ti.Pa ti maraca y tamb,pa ti, mi negra, pa ti.

    Quisiera vorverme gaitay son na m que pa ti.Pa ti solita, pa ti,pa ti, mi negra, pa ti.

    Y si fuera tamboritocurrucuteara bajito,bajito, pero bien bajito,pa que bailaras pa m.

    Pa m, mi negra, pa m,pa m, na m que pa m.

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  • JorgeArtel68 Tamboresenla noche

    El l der negro

    El pueblo te quiere a ti,Diego Lu,el pueblo te quiere a ti!

    Con too y que ere bien negroya lo blanco te respetanporque dices la verd,y se quitan el sombrerocuando te miran pas.

    El pueblo te quiere a ti,Diego Lu,el pueblo te quiere a ti!

    Primero de concejeroen el cabildo liber,ms tarde de diputaoy en el congreso hoy est.

    El pueblo te quiere a ti,Diego Lu,el pueblo te quiere a ti!

    Sabemos en esta tierracmo vales de verd.T eres ya nuestra bandera,despu de ti, naide m.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 69

    T ere el grito y la sangrede lo que estamo abajo,de lo que tenemo hambrey no tenemo trabajo,de lo que en la huelga sufrenla bayoneta cal,de lo que en la eleccioneson lo que luchan m,pa que despu lo jobviden,y ni trabajo ni na!

    El pueblo te quiere a ti,Diego Lu,el pueblo te quiere a ti!

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  • JorgeArtel70 Tamboresenla noche

    Danc ing

    Maraca y timbal!Marimba y tambor!La noche empapadaen sudor de jazz band!

    Confusin:la religin del da!Un pedazo de selvacay en el saln!

    Retumbanlas bombasde la algaraba!

    Maraca y timbal!Marimba y tambor!

    Aullidos de cobre:manigua africana,broncneas caderasse quiebran al ritmoque marca el trombn!

    Maraca y timbal!Marimba y tambor!

    Josephine Baker,negro lucero del siglo,

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 71

    tus piernas jugandocon la civilizacin!

    Paul Whiteman,brujo seor del fox,el mundo es de los dos!

    Los hombres de banocantan el son.

    Maraca y timbal!Marimba y tambor!

    Confusin:ya los blancos aprendena bailar charlestn.

    La noche empapadaen sudor de jazz band!

    Marimba y tambor!Maraca y timbal!

    Un pedazo de selvacay en el saln!

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  • JorgeArtel72 Tamboresenla noche

    Romance mul ato

    Cecilia Rivadeneiratiene nombre de romance,con ella corr una juergaen noche de carnavales.La cumbia lata en sus piernasy en su cadera temprana.Tantas locuras que hicimosvale ms no recordarlas!

    En sus flancos de mulatade ardor temblaba la carne,mientras lloraba la gaitasus quejumbres ancestrales.(Junco de costa morenase va a quebrar en mis manos!Si es ms que el viento ligeracon este traje de raso!)

    Jirn de luz en sus hombrosfulga leve la capa,que bajo los labios rojosse estaba haciendo ms blanca!Por cules caminos ibami corazn en el baile?Corazn, no lo sabas:qu dolor los carnavales!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 73

    Se nos fugaba la nochepor sendas de madrugaday en los ojos de los hombresfloreca una maana.Las horas recin nacidasnos vieron salir cantandocanciones que ya tenandulce temblor de pecado.

    Turbio de rubor el cielotal vez no vio nuestros pasos,ebrios del ritmo ligeroque los haba fatigado.Y al aire los cascabeles,sin antifaz en las almas,por mil caminos alegreshuimos de la maana!

    Cecilia Rivadeneira,qu dolor los carnavales!mi verso se ha disfrazado con un disfraz de romance!Quede la cumbia en tus piernasy en tu cadera temprana,que las locuras que hicimosvale ms no recordarlas!

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  • JorgeArtel74 Tamboresenla noche

    Puerto

    Si de pronto se clavaraen cada mstil una estrella,la orilla pareceraun gran nido de lucirnagas.

    Acorden:lento bostezo de msica.Estn abriendo un canal de sones ebriosen el hosco silencio del puerto.

    Las fras agujas del sueocomienzan a coser los prpadosde los negros marineros.

    Y del confuso cafetn cercano,grito, ron, oscuridadsaca el viento un murmullopara ahogarlo en el mar.

    Las banderas desearanvolar como gaviotas.Quin las llamar desde el cielo?

    El agua est diciendoa los timones reumticosintiles palabras de consuelo.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 75

    Cancin en e l e x tremo de un re torno

    Traigo los ojos ebrios de luz y de paisajes.Mi alma, cargada de caminos,siente bajo la sombra de su descansomadurarse la paz como un racimo fresco.Siente fructificar su vidaempapada del sol que apacent mis aos.

    (Ah, mis aos vibrantes,abiertos como velas al mpetu del aire!Yo sondeaba en la sombrala emocin de las nochesy enterr junto al mar musicales madrugadas.)

    De lugares muy altos viene conmigo la montaa,la montaa fra que conoci mis ansiasy me ense el afn eterno de llegar.Acaso un retazo de cielo sin color,imagen de las horas sepultadas,se qued suspendido en un recodode los tantos caminos de mi alma.O algn paisaje muerto,fugitiva aoranza de la ausencia,aviva sus colorespara poner a mis das tatuajes de nostalgias.

    Los ros caminos que nunca llegarn,mares tuberculosos, plidos,

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  • JorgeArtel76 Tamboresenla noche

    encadenados de riberas,filman an para mis ojosla prfuga quietud de sus aguas enfermas.

    Pero hoy encontr mi corazn marinoque dorma borracho sobre un puertoventilado de recuerdos.Y me habl de un viaje largo en veleros festivosadornados con mstilesabrumados de canciones.Me habl de pechos erguidos,estuches de la fuerza,donde los marinosencierran el ovillo de sus cantospara atar los cabos de los dasen el mar!

    Entonces mis pupilas se vistieron de rbolesy escuch clamores acuados en solpoblando la oquedad de un cielo limpio.Polcromo tropel de guacamayospicoteaba el horizonte,oh, cofre azul de lejanas!

    En un eco de gallos remotosvendrn a m los mediodas,por los caminos callados de la siesta.Llovern tamboriles y gaitas nocherascomo un canto de aguasobre mi vida nueva.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 77

    La tierra festejar mi retorno y ser levea mis abarcas de apretado barro,para no lastimar el lejanorecuerdo de cansancio que tienen mis pies.

    Vendr la brisa, vendr la brisaarremolinando sus mil vocesen las sonoras torres de la ciudad iluminada.Vendr la brisa y vaciar sus cntarossobre el silencio verde de las palmas.

    El cielo tirar una luna anchaa las aguas del muelle,para que juegue con mi alma.En los rincones de los arsenalesme estar esperando algn canto abandonado,enredado en las atarrayas como un sbalo.Y junto a las horas clidas,volver a contemplar mis cien rutas abiertas,hemos de conocernos de nuevo el mar y yo.

    Serpentina de altanera,mi grito ir ciendo sombras en la nochepara hacerlas bailar como mujeres,cuando los bogas con sus dedos tejansobre la piel de los tamboresel ritmo de la cumbia,chisporroteado de maracas ebrias!

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  • JorgeArtel78 Tamboresenla noche

    Bajo un gajo de escndalos madurostodas mis horas ardernen la apretada hoguerade las sensuales danzas de mi tierra!

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 79

    El minuto en que vuelven

    Los oscuros marinos de mi barrio,al amarrar el bote,pueblan de risalas calles dormidas.

    Los miro desplegarse en la nochemientras un tibio viento movilizael dilogo cansado de sus pasos

    Vienen del horizonte,del verde mar lejano.Trabajaron con la muertey regresan cantando.

    Sus hijos dormirncon cuentos de naufragios.

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  • JorgeArtel80 Tamboresenla noche

    E x tr amuros

    Barrio de la ciudad costea,borroneado al azar por la demenciadel alegre pincel crepuscular

    Las sombras, embriagadas de campanas,se han tragado la torre de la catedral.

    Por la boca de los negrosprincipia a trotar una cancin,acaso el humming oscurode un dormido mpetu ritual.

    Sus manos afilan los arponesy su afn de pescar apresura la noche.

    Cpulas lejanas an precisanla curva en donde expiraalgn matiz del da.

    Languidece el reflejode los buques velerosen el azul inclumede la baha.

    Ha madurado un gajo de luceros.La ltima hora se incendiasobre el rostro del mar.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 81

    L a c anc in

    En un pas de solalumbraron sus notasdesde la rugosafaz del acorden.

    La dijo un negro altode tatuaje y pual,de ancha risa blanca,voz ronca de timbal.

    La dijo en muchos puertosde Amrica del Sur,con su vestido blancoribeteado de azul.

    Nunca podr olvidarsu rostro contra el sol,aquel tatuaje verde,su risa y su pual

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  • JorgeArtel82 Tamboresenla noche

    Ese muchacho negro

    Ese muchacho negrotiene la vida turbiade tanto andar sin motivopor ciudades lejanas

    Se fue con los marinosde agresivas barbas,y vivi entre tahresy entre mujeres malas.

    Da lstima su facha,siempre borracho y triste,abismado en los barcosque abandonan la playa.

    Hay una cancin ocultatras de su boca sellada,en sus ojos una sed muy honda,en todo l cierta cosa vaga

    Ese muchacho negrotiene la vida turbiay acaso un da ya no vuelvade las ciudades lejanas.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 83

    Cartagena 3 a .m .

    Noche de ron y tragedia!Chambac y El Espinal!Zambra de bogas borrachospor sobre el Puente de Heredia,gritos de juerga y charangaque vienen de Mamonal!

    Portal. Ojiva. Farol.Ciudad de los mil colores,puerto tatuado de sol!Bajo la noche tamboresde marinero fervor.

    Muelle, arsenal y atarraya.Su leve tnica blancala luna moja en la playa.

    Un hondo afn de cantarse est madurando ahora.Desde la orilla sonorase miran caer estrellascomo antorchas en el mar.

    Voz de vagabunderatrae la brisa norteay el agua de la bahay mi guitarra porteatienen la misma alegra!

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  • JorgeArtel84 Tamboresenla noche

    Mi c anc in

    Un tono clidoamasado de gritos y de sol.Una estrofa negra,borracha de gaitas vagabundasy golpes dementes de tambor

    Un oleaje frenticoerizado de calor. Una playa foeteadacomo espaldas morenas,por las fustas ardientes,y un pedazo de mar hermano mayorque me ense a ser rebeldeme dieron la cancin.

    Se irgui alegre y turbulentacomo una jacaranda de jazz band.Colg de las aspas del faro,molino de luzy de las luces del puerto,indecisos cocuyos de tembloroso azul.

    Alta, mi cancin se irgui en los mstilesy los marinos ebrioscreyeron que era suya.Suya la crey el pescador,porque en las redes blancas de los pescadorescomo un pez de bronce se escondi.

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  • JorgeArtel Tamboresenla noche 85

    Para m fue la msicade palmeras cimbreantes.Olas despeinadasme mostraron su voz.Olor de brea mi tierra puso en mi cancin,y en las cuatro rutas de la baha,sonmbula, mi cancin se desnud.

    Y era un tono clidoamasado de gritos de sol

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  • JorgeArtel86 Tamboresenla noche

    Noche del Choc

    En tus currulaos,tus velorios y tus cortejos fluviales,se prolongan los ritos,como voces perdidas,que hablan a mi razadel primitivo espanto frente a la eternidad.

    Un viento grvido,desordenado de malezasy atrabiliarios ros,en el que circulan fatalistas creencias,pesa sobre la estentreadesolacin de tus comarcas.

    El ensueo limita con la selva,la mirada limita con la selva,la esperanza limita con la selva,cuyos rboles nacen en la sangrey aferran sus races a la vida del hombre.

    Tus horas son profundas y remotascomo el rostro sombro del Quibd,constantemente flageladopor e