Te encontrare Cap. 1

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-No. Magnus. Por favor, el dorado es para las bodas de Cazadores de Sombras, esto no es exactamente eso. A mí me parece que todo luciría mejor con tonos celestes y rosas ¿No lo crees? –Isabelle estaba corriendo a lado de Magnus y detrás de sus hermanos, Simon y Clary estaban detrás de ellos. Jace se detuvo e hizo una señal de ocultarse, por encima de su hombro. Todos obedecieron. –Alec quiere tonos dorados. –Dijo Magnus respondiendo a Isabelle pero poniendo atención a Jace y Alec que se encontraban liderando a todos a través del oscuro pasillo. -No tienes que complacerlo en todo ¿sabes? -No tengo. –Dijo Magnus. –Pero quiero. Jace fue el único que pudo notar la sutil sonrisa de Alec al escuchar el comentario. -Pues pienso que es su oportunidad de salir de lo ordinario, solo piénsalo –Isabelle insistió. -Grandes cortinas azules y manteles rosados… -Basta. –Llamo Alec sin mirar hacia atrás, no enojado solo precavido. – Deben poner atención. Todos guardaron silencio, pero esto fue tan solo por unos segundos antes de que Alec rodara los ojos al cielo sin poder creer en lo que estaba a punto de decir, volteo directamente hacia su hermana. –No veo que tenga algo de malo el dorado. Soy un Cazador de Sombras al fin de cuentas. -Es tu boda. –Dijo Jace uniéndose a la conversación. –Puedes hacer lo que quieras.

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-No. Magnus. Por favor, el dorado es para las bodas de Cazadores de

Sombras, esto no es exactamente eso. A mí me parece que todo luciría

mejor con tonos celestes y rosas ¿No lo crees? –Isabelle estaba corriendo

a lado de Magnus y detrás de sus hermanos, Simon y Clary estaban

detrás de ellos.

Jace se detuvo e hizo una señal de ocultarse, por encima de su hombro.

Todos obedecieron. –Alec quiere tonos dorados. –Dijo Magnus

respondiendo a Isabelle pero poniendo atención a Jace y Alec que se

encontraban liderando a todos a través del oscuro pasillo.

-No tienes que complacerlo en todo ¿sabes?

-No tengo. –Dijo Magnus. –Pero quiero.

Jace fue el único que pudo notar la sutil sonrisa de Alec al escuchar el

comentario.

-Pues pienso que es su oportunidad de salir de lo ordinario, solo piénsalo

–Isabelle insistió. -Grandes cortinas azules y manteles rosados…

-Basta. –Llamo Alec sin mirar hacia atrás, no enojado solo precavido. –

Deben poner atención.

Todos guardaron silencio, pero esto fue tan solo por unos segundos

antes de que Alec rodara los ojos al cielo sin poder creer en lo que estaba

a punto de decir, volteo directamente hacia su hermana. –No veo que

tenga algo de malo el dorado. Soy un Cazador de Sombras al fin de

cuentas.

-Es tu boda. –Dijo Jace uniéndose a la conversación. –Puedes hacer lo

que quieras.

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-Es increíble que estemos organizando la boda de Alec y Magnus. –Dijo

Clary con entusiasmo desde el final de su formación.

-Es más increíble que lo estemos haciendo mientras cazamos demonios.

–Dijo Simon con una sonrisa.

Todos asintieron entre si y decidieron que era tiempo de dedicarse a lo

que habían ido a ese lugar tan lúgubre.

-Ah, y esta ceremonia no tendrá nada de ordinario Izzy. –Dijo Alec con

tono divertido. -Recuerda que es la boda de Magnus Bane.

* * * * *

La batalla fue sencilla, o lo fue en lo que cavia, su extraordinario equipo

se había convertido en una excelente arma mortal, la mañana estaba por

llegar y era hora de volver a casa, Jace y Alec se miraban un poco mas

descompuestos que los demás, sucios y con mas moretones que ya

empezaban a sanar por las runas en sus cuerpos, Isabelle libero su

cabello del chongo que formaba con él cuando se enfrentaba a demonios.

-Nada mejor que una exterminación para iniciar bien la semana, ¿he

chicos?

-Pudiste haber ayudado un poco mas ¿No lo crees? –Dijo Jace mientras

Clary trazaba con cuidado una Iratze sobre su hombro.

-Y terminar tan sucia como ustedes dos. –Dijo Isabelle. –No gracias.

Alec sonrió sin mirar a su hermana, este se encontraba concentrado en

trazar una runa de curación en su antebrazo cuando Magnus se acerco a

él. Alec rápidamente confirmo el estado de su novio, él lucia impecable

como siempre, una ventaja que le daba la magia, sin duda el luchar a

distancia era más limpio que hacerlo cuerpo a cuerpo. Alec se apresuro a

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sonreírle para demostrarle que se encontraba en perfectas condiciones,

pero aun así había ese brillo de preocupación en sus ojos de gato. Algo

que Alec odiaba por hacerlo sentir angustia. Magnus miro no muy

contento pero con resignación hacia Alec y sus raspones, paso su mano

enjoyada por la frente de su novio para apartar su desordenado cabello y

descubrir la herida que ahí se encontraba, Alec estaba a punto de trazar

una Iratze en esa zona, pero guardo su estela y decidió ponerse al

cuidado de su amado, algo que le gustaba cien veces más. La mano de

Magnus brillo de Azul por un momento y la herida se cerró casi de

inmediato.

-Deja de hacer eso. –Dijo Alec haciendo que Magnus apartara la atención

de la herida y la posara sobre sus ojos azules.

-¿De qué hablas? –Pregunto Magnus.

-Esa mirada de angustia. –Dijo Alec. –La detesto –Dijo sincero. –Son solo

unos rasguños, no es para tanto.

Magnus sonrió travieso. –Tienes algo ahí. –Dijo.

Alec se desconcertó. -¿Donde?

-Ahí. –Dijo Magnus.

La respiración de Alec se cortó cuando se percato del claro movimiento

de Magnus inclinándose hacia él, cerró sus ojos y abrió un poco sus

labios para esperar los de Magnus. Un beso lento, melodioso, Alec se

perdió en él, lo suficiente como para preocuparse de no dejar ver a sus

amigos lo que los labios de Magnus le estaban haciendo sentir, se aferro

a la manga del saco de su novio con fuerza para mantener el control. El

beso se prolongo un poco, pero no tanto como él hubiera querido, se

separaron lentamente pero no mucho, sus frentes aun pegadas la una

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con la otra, Alec intentaba recuperar su aliento de manera sutil. Su

corazón salía de su pecho.

-Vas a volverme loco. –Le dijo Magnus en un susurro, lo que le dijo a Alec

que no había sido el único que había experimentado tan maravillosa

sensación a causa de su beso.

-¿Se besaran así en su boda? –Dijo Clary e incluso Jace la miro con

desdeño por él un tanto obvio atrevimiento. –Porque sería perfecto.

Cuando digan sus votos y dejemos volar la palomas blancas…

-A tus asuntos biscocho. –Dijo Magnus. –De los besos nos encargamos

nosotros.

Todos rieron, -Hay que ir a Takis. –Dijo Isabelle. –Muero de hambre.

-No tengo fuerzas para eso. –Dijo Jace y se tumbo en el piso del callejón,

los primeros rayos del sol se levantaban sobre ellos.

-Yo tampoco. –Dijo Alec. –Vamos a mi casa. –Sugirió el chico. –Podemos

ordenar ahí.

Todos asintieron, la casa de Alec y Magnus era mucho más acogedora

que el instituto y lo suficientemente libre de padres de lo que sería la de

Clary con Luke y Jocelyn ahí, prestando demasiada atención a lo que

fuera que hicieran. Caminaron hacia Brooklyn mientras Magnus

pensaba en lo mucho que le gustaba como Alec decía Mi casa,

refiriéndose al lugar donde vivían juntos.

* * * * *

Alec abrió la puerta principal del edificio y Magnus subió de dos en dos

las escaleras.

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-Me adelantare. –Dijo Casual. –Tal vez tenga que ordenar un poco.

Alec sonrió mientras Magnus le brindaba un resplandeciente guiño y

esperaba a los demás con la puerta abierta.

-¿Has sabido de Aline? –Pregunto Jace, ambos subían por las

descuidadas escaleras.

-Me ha escrito. –Dijo Alec. –Ella está bien, es Helen la que en realidad la

está pasando mal.

-Es comprensible. –Dijo Clary detrás de ellos. –Debe estar siempre

pensando en sus hermanos, en Mark.

Jace sacudió su cabeza, recordando a ese chico maltratado que

encontraron en su camino hacia la dimensión demoniaca.

-A veces acatar órdenes es una verdadera estupidez. –Dijo Jace

claramente afectado, ambos habían llegado al descanso de las escaleras,

justo a medio camino.

-Alec, -llamo Isabelle, ella y Simon los seguían de cerca, varios escalones

detrás de Clary. –Ellas vendrán a tu boda, ¿No? Es decir, son familia.

Alec se detuvo y bajo la mirada. –Hable con papá de ello. Helen no está

exactamente enjuiciada, es decir, ella no está considerada una criminal…

-¿Qué hubiera pasado si fuera así? –Dijo Simon con ironía.

Alec suspiro. –Me prometió que haría lo posible, y por ello quisiera que

los pequeños estuvieran ahí, así podrían verse, por lo menos por unas

horas.

-Tenemos que hacer que eso pase. –Dijo Jace.

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Pero fue todo lo que dijo, Alec de inmediato noto como todos los

músculos de su parabatai se ponían en alerta. –¿Huelen eso? –Dijo Jace.

Y Alec supo de inmediato a lo que se refería, habían sido años de

familiaridad, de asociar ese peculiar aroma de ceniza y azufre con sus

batallas diarias. Demonio pensó Alec y su mirada subió de inmediato y

con desesperación hacia Magnus que estaba por entrar al departamento.

-¡Magnus espera! –Grito Alec pero era tarde. Una fuerza poderosa

arranco la puerta de sus bisagras, golpeando al brujo y haciendo que

iniciara su caída por encima del barandal y directamente hacia el primer

piso. Alec se abalanzo hacia la orilla de la escalera, sin importarle que

esta pudiera colapsar, estiro su mano con rapidez y logro sujetar la de

Magnus que quedo colgado de ella. –Te tengo. –Dijo Alec a su novio que

quedo balanceándose como un péndulo de su fuerte agarre.

Magnus miro hacia arriba, hacia los ojos azules oscurecidos de Alec. –No

podía ser de otra manera, ¿Cierto?

-No. –Dijo Alec. –Nunca.

Una vez que Alec logro subir a Magnus hacia la aparente seguridad de la

escalera, este comenzó a examinar cada parte de su cuerpo en busca de

daños graves. –Estoy bien. –Dijo Magnus. –Ve con tus amigos.

Alec lo pensó sin moverse. –¡Ve Alexander! –Y este finalmente subió las

escaleras para encontrarse ya con una batalla ferviente.

Jace, Clary, Isabelle y Simon se encontraban luchando con una figura

que se planto justo en medio de la sala de estar, una imagen

irreconocible, ya que estaba envuelto en humo, cenizas e incluso brazas

ardientes, las espadas seráficas brillaban y se movían sin titubear

alrededor de este.

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Alec levanto su arco con flechas y runas poderosas para soltar la primera

y que volara a través de la habitación, la flecha término incrustada en la

pared al otro extremo, Alec no estaba seguro si la criatura la había

esquivado o esta simplemente lo había atravesado sin hacer daño

alguno. Jace logro llegar a la figura con su espada, esta choco contra

algo que poco tiempo después descubrieron era el brazo del demonio

ahora un poco más nítido, se quedaron ahí en una espeluznante lucha

de poder, hasta que Isabelle decidió que era tiempo de intervenir, su

látigo apreso el brazo libre del demonio y Clary y Simon corrieron hacia

él con la firme intención de atravesarlo con sus espadas, las espadas

llegaron a su pecho y espalda pero no hubo daño, estas parecieron haber

chocado con roca. Alec dejo caer su arco y tomo una daga de su cinturón

de armas, corrió hacia sus amigos para aprovechar la distracción del

demonio, este salto por sobre Clary para alcanzar el cuello de la criatura

pero fue como pasar a través de una cortina de humo.

-Estúpidos. –La voz resonó en las cabezas de los chicos. –No pueden

dañarme, no como ustedes lo intentan.

-Aceptamos sugerencias. –Dijo Jace intentando adquirir más información

del demonio, todos ellos ya se habían desplegado a nuevas posiciones

para medir sus ataques.

-No obtendrás más que dolor de mi parte. –Dijo el demonio y dos

sombras que parecían ser sus brazos se cruzaron por sobre su cabeza,

una vez que este los bajo, los chicos se prepararon para recibir el

inevitable ataque.

Pero esto no ocurrió, la fuerza invisible que se expandió por toda la

habitación choco con otra poderosa, una red de energía azul y brillante

se cernía frente a todos ellos, protegiéndolos. El demonio aparto el humo

y dejo ver su imagen, un hombre joven, de tez blanca, sin cabello, ojos

negros sin fondo o restos de vida en ellos, vestía con traje negro. Isabelle

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se estremeció al ver como este subía una de sus manos hacia su propio

mentón en una posición pensativa, sus manos con cinco dedos largos y

afilados en las puntas, nada naturales. Miraba con diversión hacia la

entrada del departamento donde se encontraba Magnus con sus manos

envueltas en magia, listo para no solo defender, sino también atacar.

-Hijo del demonio. –dijo el intruso. –Eres poderos, no esperaba menos,

siendo hijo de quien eres.

Alec se tenso, Jace lo miro y movió la cabeza en forma negativa, para que

tuviera paciencia, algo extraño, por lo general era Alec quien pedía por la

paciencia de Jace.

-¿Quién eres? –Exigió Magnus. -¿Cómo entraste aquí?

-No hay lugar al que no pueda entrar hijo del demonio, aun con tus

infantiles salvaguardas, inútiles en todo caso.

-No tan inútiles hasta ahora. –Dijo Magnus. –Te hice preguntas,

contéstalas demonio.

-Mi nombre. –Dijo el formal caballero. –Es Belcebú. ¿Tú me conoces?

-Eso es imposible. –Dijo Alec al otro lado de la habitación, lejos de

Magnus donde odiaba estar. –Ese es otro nombre para identificar a… -

Alec busco la mirada de Magnus al otro extremo de la habitación, a

través del demonio. –Asmodeus. –Dijo finalmente. –No eres él.

-Oh no, no lo soy, en absoluto. Pero pretendo caer en su gracia, ser su

fiel vasallo, pasar a la historia como él mismo, que las edades nos

consideren como igual.

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Magnus entrecerró sus ojos hacia él. –Un demonio que admira a otro. –

Dijo. –Eso es raro. Pero adoptar uno de sus nombres, no creo que te

acerque a su estima.

-Y tú. –Dijo el demonio y apunto hacia el brujo. –Tú lo has engañado, tú

lo has decepcionado.

-Le mandare una postal, si eso te hace sentir mejor. –Dijo Magnus con

burla.

El demonio rio fríamente, Clary se estremeció, todos ellos lo rodeaban

con precaución. –Quiero más que eso. –Dijo el demonio y la guardia de

los Cazadores se encendió. –Lo quiero a él. –Belcebú levanto su brazo y

apunto cerca del rostro de Simon. Isabelle dio un paso al frente y Simon

la paro con la mirada.

-¿A mí? –Dijo el Nephilim. -¿Por qué a mí?

-Fuiste tomado por mi amo, -dijo el demonio. –Solo quiero regresar todo

a como debiera de ser.

-Solo inténtalo, -Dijo Isabelle desafiante.

-A Asmodeus no le interesa lo que hagamos o dejemos de hacer, -Dijo

Magnus. –Te mataremos y todo terminara aquí.

-No pueden, se los dije.

-Siempre podemos intentar. –Dijo Jace.

-Resistencia. –Dijo el demonio en un suspiro. –Aburrido y una pérdida de

tiempo.

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-No lo haremos más. –Dijo Magnus y levanto sus manos con fuego azul

saliendo de ellas.

-Sigues con tus insolencias hacia tu padre. –Dijo el demonio con

desprecio. –Magnus Bane. –E inclino su cabeza. –O ¿prefieres ser

llamado por tu verdadero nombre? Ese que encierra el dolor de tu

infancia.

-Tal vez debería cortarte la lengua. –Dijo Alec feroz.

-Me están cansando. –Dijo el demonio y por primera vez se miraba

furioso, -Sobre todo tu, brujo que no valoras el esplendor de tu creador.

Magnus soltó un bufido y el demonio dejo mostrar sus dientes

puntiagudos. –Te matare. –Dijo al brujo y en dos movimientos Alec ya se

encontraba frente a Magnus, colocando su cuerpo entre él y la amenaza.

Esta acción fue reveladora para el demonio que miraba hacia ambos con

divertida curiosidad. –Un Cazador de Sombras que entrego su corazón a

un hijo de Lilith. –Dijo reflexivamente. –Una poesía increíblemente

extraña y valiosa por ello.

Los chicos guardaron silencio.

-Las cosas han ido de maravilla por aquí, eso puedo verlo, sentirlo, en

realidad. –Corrigió el demonio casual. –Es necesario hacer algo al

respecto.

-Lo único que pasara aquí –Dijo Jace. –Es que tú regresaras al infierno

donde perteneces.

-Oh pero si no he salido de ahí, estúpido Cazador de Sombras, por ello la

idea de matarme, es imposible para ustedes.

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-Maldición, -Dijo Magnus a través de sus dientes apretados.

Los chicos estaban en una línea de defensa frente a Magnus.

-¿Significa eso que no podemos tocarlo? –Murmuro Jace dirigiéndose a

Magnus.

-No –Confirmo el brujo, -Pero podemos expulsarlo, regresar esta parte de

él hacia donde se encuentra él en su totalidad.

-¿Cómo? –Pregunto Jace.

-Usando magia en lugar de fuerza. –Dijo Alec firmemente. –Hay que

intentarlo.

-Chicos. –Dijo Isabelle y todos giraron de nuevo hacia Belcebú. Este

había ocupado su tiempo en la preparación de lo que parecía ser un

ataque.

-Ven a mi Cazador de Sombras. –Dijo el demonio y su mano fue hacia

Alec que con violencia fue jalado del lado de Magnus y sus amigos hacia

el alcance del demonio, la energía acumulada en su mano fue colocada

sobre el pecho del chico mientras este soltaba sus armas y gritaba

dolorosamente.

-¡Suéltalo! –Gritaron a coro Magnus y Jace, ambos corrieron hacia el

demonio, hacia Alec, pero nada paso, ambos se habían convertido en

humo, como ver una proyección en el aire.

-Muy sencillo seria el matarte. –Dijo el demonio a Magnus. –Sin dolor,

solo desaparecer, no es castigo suficiente, Mi Señor requiere de más,

desea culpa, desesperación y almas rotas, vacías por la desaparición de

un ser amado, jugaron con las decisiones del grandioso, ahora jugare

con sus corazones, no matare a su ser amado, lo enviare lejos, le quitare

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sus recuerdos, saben que son deliciosos, sobre todos los felices y de un

corazón tan puro. –El demonio paso su lengua por sus labios, -Oh

delicioso, ya los estoy saboreando. Encantador. –Dijo con burla. –Una

boda.

Rayos de luz azul atravesaban la habitación sin hacer daño al demonio.

Los gritos de Alec dejaron inmóvil a una traumatizada Isabelle mientras

que Clary, Jace y Simon se unían al desesperado e inútil ataque de

Magnus.

-Tú ganas. -Dijo Magnus después de un rato, solo consiente de la agonía

de Alec. –Tómame, llévame ante Asmodeus, dejare que tome mi

inmortalidad, eso quiere, lo desea.

-Sencilla muerte. –Repitió el demonio. –¿Acaso no vez que mi plan está

dando frutos ya? Agonía, dolor, e incluso deseos de morir antes que

perder a tu amado Nephilim, no podría pedir más.

-Te lo suplico. –Dijo Magnus derrotado. –Llévame en su lugar.

El demonio sonrió. –Su corazón se guía por la fe. –Dijo el demonio

mirando a Alec como si este supiera cada cosa de él. Seguramente así

era, seguramente había visto toda su vida a través de sus recuerdos.

Jace sobre su rodilla miraba impotente el rostro de agonía de su

parabatai. –¿Te ha traspasado algo de eso? –Pregunto el demonio con

ironía. –Necesitaras esperanza para recorrer tu vida buscándolo,

buscando por cada rincón del mundo. ¿El impresionante Magnus Bane

será capaz de lograrlo?

-No te atrevas. –Dijo Jace desafiante.

-Pero si ya lo hice. –Dijo Belcebú

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El demonio arrojo a Alec hacia el suelo con violencia, Jace se abalanzo

contra él para atacarlo. Magnus se tiro al suelo al lado de Alec, intento

tomarlo entre sus brazos pero estos solo lo atravesaban, como si fuera

un sueño el cual no podía tocar.

-Mi amor. –Dijo Magnus dolorosamente.

Alec abrió sus ojos, se miraba exhausto después de tanto dolor. –

Magnus. –Dijo e intento tomar su rostro pero sin éxito. –Lo lamento. No

puedo, no puedo quedarme.

-¡Alec!

-Lo lamento, Magnus. –La mano extendida de Magnus estaba a través de

la de Alec como si ambas estuvieran ocupando el mismo espacio pero en

diferentes dimensiones sin poder tocarse.

-Estarás bien –Repetía distraídamente Magnus. –Tú estarás bien.

Belcebú reía escandalosamente en medio de la habitación sin que los

Nephilim pudieran tocarlo. En el siguiente momento un resplandor cegó

los ojos de los chicos y el demonio había desaparecido. Jace miro hacia

Alec pero solo estaba Magnus, sobre sus rodillas y sujetando el anillo

Lightwood de Alec con fuerza en su mano, un doloroso y cruel recuerdo

de su amado que se había ido.

Los chicos se recuperaron del ataque y poco a poco se fueron acercando

hacia Magnus en el suelo, con incertidumbre y una sensación de

incredulidad, se miraban mutuamente sin poder comprender por

completo que había pasado con Alec.

-¿Lo mato? –Pregunto con cierto tono de histeria Isabelle.

Jace la sujeto de los hombros. –No. Isabelle. No. El esta…

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-Perdido. –Dijo Magnus. –Pero lo encontraremos… Te encontrare, -Dijo

Magnus con dolor. –Alec, te encontrare.

* * * * *

Un año después…

El Rolls royce zigzagueaba entre las tumultuosas calles de Nueva Delhi,

era muy entrada la noche pero eso no parecía importar en el lugar en

donde se encontraba la mayor población del mundo. Los habitantes de la

india vestían en su mayoría con su traje típico, Saris de todos colores y

materiales pasaban cerca del auto y de la ventanilla trasera en donde

Magnus miraba a través de ella, sus ojos perdidos entre la multitud, sus

pensamientos en otro lugar y su mano acariciando el grabado de fuego

alrededor del anillo Lightwood que colgaba de una cadena a través de su

cuello.

-Parece ser el lugar señor Bane. –La voz de su chofer lo despertó, Magnus

salió del vehículo y se topo con la entrada de un centro nocturno, noto el

Glamour sobre él para evitar que los mundanos se introdujeran en un

lugar no apropiado para ellos.

-Espera aquí. –Dijo Magnus al joven al volante. –Magnus entro sin

titubeos, vestía un traje digno de un brujo de su nivel, todo en negro,

una chaqueta que dejaba ver su delgadez y su cuerpo largo estilizado,

con una capucha que ocultaba su rostro, probablemente no sus ojos, ya

que estos brillarían en la oscuridad. Al llegar al ruidoso lugar después de

atravesar un pasillo con manchas en las paredes con pintura

fluorescente, busco entre las mesas a Rajesh, su contacto vampiro en la

India.

-Magnus. –Dijo el vampiro apareciendo detrás de él. Se miraba acelerado.

–Apenas llegas, es por acá.

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Magnus lo siguió entre la multitud en silencio mientras Raj le explicaba

su descubrimiento.

-Aun no estoy seguro de que sea un Cazador de Sombras, -Dijo Raj

mientras subía las escaleras fuera de las pistas de baile. –Pero la visión

la tiene y las características, es decir, tiene diecinueve años, cabello

negro, ojos azules y… -Se detuvo y miro a Magnus. –Tal vez esto no te

guste. –Dijo para advertirle. –Las hadas lo tienen.

Magnus sabía lo que eso significaba, un ser manipulado, sin voluntad y

muy probablemente con sus manos manchadas de sangre por las cosas

que las hadas mandaban a hacer para no tenerlas que hacer ellos

mismos.

Rajesh siguió conduciéndolo hasta que entraron a una habitación que

tenia enormes ventanas que miraban hacia un callejón, un mundo

completamente ajeno a los mundanos, hadas, lobos, vampiros,

comerciando e incluso rompiendo la ley, pero Magnus no venía como

miembro de La Clave, solo vino al otro lado del mundo para verificar una

pista, algo que probablemente por fin lo llevaría a Alec.

-Ahí. –Dijo Raj señalando hacia abajo. El corazón de Magnus se detuvo. –

él viene aquí desde hace un par de meses, llego de la nada, nadie lo

conocía, las hadas lo tienen en alta estima, lo cuidan como su tesoro

mas valioso. –Los oídos de Magnus timbraron, estaba ahí, mirando al

chico en cuestión desde lo alto, su cabello negro, incluso sus

movimientos, podría ser él.

-Su rostro. –Dijo Magnus. –Necesito ver su rostro.

-Bueno… -Inicio Raj pero Magnus no espero, -¡Oye espera! –Magnus

había salido corriendo hacia la escalera para bajarla, siguió corriendo

hasta chocar con los cuerpos que bailaban en las pistas, hasta llegar a la

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puerta trasera del establecimiento, la empujo sin delicadeza y comenzó a

buscar en la dirección del chico, su corazón revoloteando de manera casi

dolorosa en su pecho, su estatura le facilito la tarea de encontrarlo,

corrió hacia él que caminaba en la dirección contraria de Magnus.

-Espera –Dijo Magnus y jalo del brazo del chico para hacerlo girar. La

mente de Magnus obligo a sus pulmones para que volvieran a funcionar

cuando lo miro, ahí estaba, el cabello negro, los ojos azules pero las

facciones eran de un extraño, no era Alec.

El chico se molesto y reclamo a Magnus en hindi. Magnus se obligo a

componerse. –Lo siento. –Dijo. –Creí que eras alguien más.

El chico cambio su expresión, tal vez Magnus se miraba demasiado

miserable como para enojarse con él. –No hay problema, -dijo en un

perfecto Anglo. -¿Puedo ayudarte en algo?

-No. –Dijo Magnus. –Pero tal vez yo pueda ayudarte a ti. –Magnus en un

movimiento rápido, coloco su mano en la sien del chico para implantar

una idea: Aléjate de las hadas.

El chico no dijo nada más, sonrió sincero y siguió su camino.

* * * * *

Magnus entro a su departamento en Brooklyn, coloco las llaves en el

mueble a lado de la puerta y una práctica maleta que colgaba de su

hombro fue depositada en el suelo, se desplomo sobre el sofá, sus largas

piernas sobresalían de este, una de sus manos cubrió su rostro y la otra

automáticamente busco el anillo que colgaba de su cuello. Su corazón

estaba destrozado, como había estado las ultimas cincuenta veces en las

que una pista lo llenaba de esperanza solo para después destrozarlo. Se

pregunto cuánto más podría soportar. Se despertó a si mismo

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sentándose rápidamente. No te rendirás, no puedes rendirte. Se dijo a sí

mismo.

En ese momento el timbre sonó, tenía una idea de quién era y su idea

fue confirmada al ver a Isabelle parada en su umbral.

-Hola Magnus. –Dijo Isabelle al entrar al departamento.

-Me da gusto verte Izzy. –Dijo Magnus y dejo que la chica se acurrucara

en su pecho en un abrazo fraternal.

-¿Y cómo te fue? –Pregunto la chica.

-Bien –Dijo Magnus, -En lo que cabe, tú lo sabes.

-Sí. –Dijo con pesar Isabelle.

Magnus había detectado en Isabelle desde hace unos meses un

aturdimiento, sus gestos ya no eran tan febriles como ella misma lo era e

incluso la manera de moverse había cambiado, como si hubiera entrado

en un estado de quietud. Magnus odiaba esto.

-Gracias por avisarme que regresabas. –Dijo Isabelle.

-Intento mantenerte informada lo mas que puedo. –Dijo Magnus, -Lo

sabes, es solo que, en ocasiones mi cerebro, es como si funcionara a la

mitad de su capacidad.

-No te preocupes. –Dijo y miro a los ojos cansados de gato de Magnus. –

Gracias, por todo.

Magnus entendió a lo que se refería y sonrió a la chica. -¿Te apetece un

te?

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-Claro. –Dijo Isabelle que estaba sentada sobre uno de los taburetes de la

sala. Magnus entro a la cocina e Isabelle miro a su alrededor, el

departamento de Magnus se miraba vacio sin las posesiones de su

hermano, sin las fotografías, sin las armas, Belcebú se había llevado todo

lo que alguna vez había sido de Alec. Todo a excepción de los recuerdos

de quienes habían conocido al hijo del inquisidor, estos recuerdos

provocaban sentimientos tristes y desoladores, los cuales alimentaban a

Asmodeus y a Belcebú. Haciendo más difícil la tarea de Magnus al

encontrarlo, nada para rastrearlo a excepción del anillo que Magnus

llevaba en su cuello y que por alguna razón desconocida no funcionaba

para un rastreo. Clary había hecho retratos excelentes de Alec para

ayudar en su búsqueda, pero estos desaparecían casi al instante de

terminarlos, no podían hacer nada al no ser que encontraran a Alec o al

demonio para acabar con su poder sobre ellos.

-Aquí tienes. –Dijo Magnus al darle la taza a Isabelle.

Esta la acepto.

-¿Cómo está Jace? -Pregunto Magnus con duda, ya que probablemente

no le gustaría la respuesta.

Isabelle resoplo, -él lo está intentando, a su manera, creo. Tú lo sabes a

él nunca le ha importado perder la vida al enfrentarse con un demonio,

ahora es el doble de temerario y violento, toda su frustración la descarga

en los demonios, Clary y Simon siguen corriendo tras él intentando

mantenerlo con vida. Y las peleas con nuestros padres, -Isabelle suspiro.

–Cada conversación termina igual, él piensa que La clave debería hacer

más para encontrarlo. No entiende cuando le digo que la Clave no hará

mas por Alec de lo que hicieron por él cuando desapareció.

-Algo así nunca podría entenderlo. –Dijo Magnus. –No cuando se trata de

tu parabatai.

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-Y su runa –Continúo Isabelle aferrándose a la pequeña taza. –Es tan…

nítida, pero del color equivocado.

-Alec está vivo. –Dijo Magnus.

-Pero podría estar en cualquier parte y ni siquiera sabe que existimos.

-No me rendiré Isabelle, te lo juro.

-Lo sé, ninguno de nosotros.

Tocaron a la puerta, ambos se miraron con asombro, Jace, Clary y

Simon estaban patrullando la zona y Magnus se había retirado de su

negocio para dedicarse de lleno a la búsqueda, tenía una increíble

cantidad de recursos reunidos como para mantener su retiro por unos

cien años más, así que había dejado de recibir clientes en su hogar.

-¿Esperas a alguien? –Pregunto Isabelle dejando la taza de té sobre la

pequeña mesa junto a ella.

-No. –Dijo Magnus. Y camino hacia la entrada.

Magnus abrió la puerta. La taza que sostenía dejo su mano para caer al

suelo y partirse en fragmentos haciendo que el liquido se derramara,

Isabelle se puso de pie al escuchar el vidrio romperse contra el suelo, y al

girar se llevo ambas manos a su boca por el impacto de ver al chico

parado en la puerta, su piel de pergamino resaltaba en la oscuridad del

pasillo, su cabello negro apenas visible por el gorro que llevaba puesto,

brillaba incomparable y sus ojos azules que pasaron de la taza

destrozada en el suelo al rostro en shock de Isabelle y Magnus se

abrieron con extrañes.

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Hubo silencio abrumador y una pequeña figura apareció desde atrás de

Alec, También portaba gorro sobre su cabello castaño con ondas, las

cuales le cubrían las orejas, y su fleco gran parte de su frente.

La chica miro la escena y abrió mucho los ojos. –Sip. –Dijo la chica

simpática. –Me parece que si te conocen.

* * * * *

Alec caminaba a través de una ciudad desconocida y familiar al mismo

tiempo, sentía las calles empedradas bajo sus tenis, las calles estrechas y

pintorescas de una manera elegante, le recordaba a la persecución del

agente 007 llevada a cabo a través de esas pequeñas calles de Italia en

una de sus películas más recientes. Había soñado con esta ciudad ya

cientos de veces, en cada ocasión sus sueños le permitían descubrir una

nueva parte, algo que le parecía extraño y genial, como un video juego que

debía ser terminado, en esta ocasión quiso regresar a la plaza y llegar al

final de ella, ya sabía el camino, así que se apresuro hacia allá. Las torres

de vigilancia, que eran como él las llamaba, estaban en su lugar, brillantes

e imponente como siempre. Caminaba por la plaza hasta llegar al final de

ella, en donde se topo con un edificio con enormes puertas, algo nuevo

para agregar a sus descubrimientos. Los símbolos de siempre se

encontraban por todos lados, el que al parecer era el más importante, ya

que lo había mirado en casi todas las casas del lugar, se encontraba en lo

alto de este edificio también. Alec sonrió por la aventura y se dispuso a

entrar, pero algo lo detuvo.

-Hola. –Dijo una voz de niño detrás de él.

Alec giro. –Me empezaba a preguntar cuando aparecerías. –Dijo el chico.

-¿Cómo estás? –Pregunto amable el niño.

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-Estoy bien. –Dijo Alec. Y miro con curiosidad hacia el niño. –¿Sabes? Llevo

casi un año soñando contigo. Y aun no se tu nombre –Alec lo considero un

poco recordando que era un sueño. -¿Tienes nombre?

El niño se rio de él. –Tú sabes cómo me llamo tonto. Es solo que no lo

recuerdas.

-Pues deberías ayudarme con eso.

-Soy Maxwell. –Dijo el niño, -Pero tú me llamas Max.

-Max –Repitió Alec. –Pues mucho gusto, yo me llamo…

-Sé cómo te llamas. –Dijo Max. –Tu nombre es Alexander, pero todos te

dicen Alec.

-No. –Dijo Alec. –Mi nombre si es Alexander, pero en realidad todos me

dicen Alex.

-Pero eso es lo que tú crees. –Dijo Max y su voz cambio, se escuchaba

triste. –Pero no es verdad, Alec, debes volver, debes encontrar a…

-¿A quién? –Pregunto Alec mientras miraba los labios de Max moverse con

desesperación pero sin hacer ningún sonido. –Max no te escucho.

Max comenzó a alejarse como si lo estuvieran jalando a través de una

banda transportadora, Alec miro como estiraba la mano hacia él y quiso

tomar su pequeña mano para evitar que se alejara.

-¡Max! –Dijo Alec, -No te vayas ¡Max espera!

Alec despertó algo aturdido, se encontraba en su habitación, miro hacia

la ventana y se dio cuenta que el sol aun no aparecía, miro hacia un

costado y su reloj lo confirmo: las cuatro de la mañana. El chico salió de

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la cama y camino por el pasillo con cuidado y pies desnudos a

travesando la habitación de sus padres para entrar a la de el final del

corredor. Una vez ahí se metió en la cama ya ocupada, se recostó sobre

la almohada y su rostro quedo frente al de una chica de cabello castaño.

-¿Estás bien? –Pregunto con voz somnolienta la chica.

-Se llama Max. –Dijo Alec.

-¿He? –Dijo la chica pero de inmediato sus sentidos despertaron, -Oh,

¿Tiene nombre?

-Eso parece.

-Deberíamos de iniciar un diario de sueños o algo así.

-Creo que eso debió haberse hecho hace un año, ¿No crees?

-Un año, -Dijo la chica asombrada. –Tal vez es hora de decirle a mis tíos,

ellos…

-Hay no. –Dijo Alec con cansancio. –Mis padres probablemente se

pondrán como locos y me llevaran a un psicólogo, o cien, dependiendo de

lo satisfecho que los deje su diagnostico.

-No tiene nada de malo el hecho de que te cuiden Alex, debes entender

eso.

-Exageran Gwen.

-No, no lo hacen, considerando las circunstancias.

-Las circunstancias, -Repitió Alec –Nunca superaremos lo que paso si

seguimos comportándonos así.

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-Tú eres el valiente de la familia. –Dijo Gwen.

-No. –Dijo Alec y beso la frente de su prima. –Tú eres la valiente.

-Lo sería si acaso pasara una noche sin llorar o sin tener que ir a

meterme a tu cama.

-El día que dejes de llorar por tus padres, me preocupare por ti. Y no

importa que dejes de ir a mi cuarto por las noches, porque entonces yo

tendré que venir al tuyo.

Gwen sonrió a su primo, era el único que la entendía y la escuchaba sin

distorsionar sus pensamientos, así había sido desde su nacimiento, eso

les decían sus padres. Alec decidió que tenía sueño y dio la espalda a su

prima para disponerse a dormir.

-Alex no te enredes en el cobertor, siempre lo haces, deja de hacerlo.

Gwen se quedo esperando las protestas de Alec pero no llegaron, ya

estaba dormido. La chica sonrió. –Dulces sueños, -Dijo a su primo y se

aferro a su espalda para poder dormir.

CONTINUARA…