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Teleny Por Oscar Wilde

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Teleny

Por

OscarWilde

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CapítuloI

Cuéntemesuhistoriadesdeelcomienzo,DesGrieux,ydígamecómollegóaconocerlo.

–FueenQueen’sHall,duranteunconciertodecaridadenqueélactuaba;pues, aunque considero a los artistas amateurs como una de las numerosasplagas de nuestra moderna civilización, siendo mi madre una de lasorganizadorasdelacto,mecreíconlaobligacióndeasistir.

–Peronosetratabadeunsimpleaficionado.

–No,ciertamente;porestaépocaempezabaahacerseyaunciertonombre.Se hallaba ya sentado al piano cuando yo ocupémi asiento enmi palco deorquesta.

Tocó primeramente una demis gavotas preferidas, una de esas ligeras ygraciosas melodías que parecen impregnadas de un perfume de lavandaambarina y que recuerdan a Lulli, A Watteau y a esas bellas marquesasempolvadas,cubiertasdesatén,quenerviosamentejueganconsuabanico.

Aldarfinasupieza,paseóvariasvecessumiradaporelladodelasdamasorganizadoras, y en elmomentode ir a levantarsemimadre,que sehallabasentada detrás de mí, me tocó el hombro para hacer una de esas inútiles eintempestivas observaciones con que a menudo suelen importunarnos lasmujeres,demodoquecuandoalfinpudevolvermedenuevoparaaplaudir,élhabíadesaparecido.

–¿Yquéocurrió?

–Déjemerecordar…Huboluegounaseriedecantos,creo.

–¿Yélyanoactuómás?

–¡Oh sí! Volvió a mitad del concierto, y mientras saludaba antes desentarse, sus ojos parecían buscar a alguien por entre las jardineras, fueentoncescuandonuestrasmiradasseencontraronporprimeravez.

–¿Quétipodehombreera?

–Eraunmuchachodeveinticuatroaños,detalleesbelto,cabelloscortadosaloBressan,deunextrañocolorrubio-ceniza,matizéstedebido,comomástarde pude saber, a un ligera capa de polvo, y que contrastaba de manerasingular con el negro de sus pestañas y de su fino bigote. Su tez tenía esablancura mate propia de los jóvenes artistas. Sus ojos, que a primera vistaparecían negros, eran en realidad de un color azul sombrío y, aunque engeneralparecíantranquilos,cualquierprofundoobservadorhubieranotadoen

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ellosavecesunaespantosafijeza,comosisehallarancapturadosporalgunalejanayterriblevisión,paradardeinmediatolugaraunaexpresióndeterriblehastío.

–Pero¿porquéesatristeza?

–Cuando yo le hice esta misma pregunta, él alzó primeramente loshombros respondió riendo: «¿Nunca ha visto usted fantasmas?» Luego,cuandohubimosalcanzadounmayorgradodeintimidad,merespondió:«¡Midestino! ¡Qué horrible destino el mío!» Pero, reponiéndose de inmediato yfrunciendolascejas,añadió:«Noncipensian».

–Uncaráctersombríoyreconcentrado,sinduda.

–En absoluto. Sólo muy supersticioso, como lo son todos los artistas,segúnyocreo.

–¿Teníaélessumiradaalgúnpodermagnético?

–En lo que amí concierne, ciertamente sí. Pero sus ojos no eran lo quepodrían llamarse unos ojos hipnóticos: eran mucho más soñadores quepenetrantes,peroconunpoderdepenetracióntal,noobstante,quelaprimeravezquenuestrasmiradasseencontraron,lossentíhundirsehastaelfondodemi corazón; y aunque su expresión no era excesivamente sensual, cada vezqueélfijabasusojosenlosmíos,yosentíahervirlasangreenmisvenas.

–Heoídomuchasvecesdecirqueeraadmirablementehermoso.¿Esestocierto?Nohabiendopodidoverlosinounavez…

–Sin ser de una belleza asombrosa, tenía un rostro muy agradable. Sumaneradevestir,aunquedeunacorrecciónimpecable,dabamuestrasdeunaciertaexcentricidad.Aquellatarde,porejemplo,llevabaenelojalunaramitade heliotropo blanco, a pesar de ser la moda entonces las camelias y lasgardenias. Sus maneras eran las de un perfecto gentleman, pero en escena,comoocurreconlosextranjeros,exhibíaunaciertarigidez.

–¿Ydespuésdehabersecruzadosusmiradas?

–Se sentóy comenzóa interpretar supartitura.Yoconsulté el programa.Era una rapsodia húngara, obra de uno de esos compositores desconocidos,cuyonombrepuededescoyuntarleaunolamandíbula;elefecto,sinembargo,erafascinante.Enrealidad,nohaymúsicaenelmundotanexcitantecomoladelostziganos.Ésta,porejemplo,partiendodeunanotamenor.

–¡Oh,porfavor!Puedeustedevitarlostecnicismos,sabequenosoycapazdedistinguirunmideunsol.

–Noimporta,sialgunavezhaescuchadoustedunatsardas,habránotadosindudaalgunaquelamúsicahúngara,apesardeabundarenexcelentes

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efectosrítmicos,seapartadenuestrasreglasarmónicasychocaconnuestrosoídos.Pero,estasmelodíasquealprincipionosresultanchocantes,pocoapocovansubyugándonos,hastaterminarporfascinarnos.Lasmagníficasflorituras,porejemplo,tanabundantesenellas,tienenuncarácterárabetanlascivo…

–Dejémonos,porfavor,defloriturasysigamosconsuhistoria.

–Setrataprecisamentedeunelementoimportante,yaqueesimposiblesepararamipersonajedelamúsicadesupaís;másaún:paracomprenderlo,antesesprecisosentirelencantoquedesprendenloscantostziganos.Cualquierorganizaciónnerviosaquehayasidoimpresionadaalgunavezporunatsardas,responderásiempreconvoluptuososrespingosaestasnotasmágicas.

Estasmelodíasempiezangeneralmenteconunandantesuaveybajo,algoque recuerda al sentimiento de una esperanza perdida; luego, cambiando deritmo,ycruzandocon todaceleridad, seentrecortanconalgoparecidoa lossollozosdelosamantesquesedicenadiósy,sinperderunátomodedulzura,antes bien, ganando cada vez más en vigor y solemnidad, alcanzan en unprestissimo entrecortado de suspiros el paroxismo de una pasiónmisteriosaque , primeramente, fenece enun canto fúnebre, para estallar pronto enunaantianaardienteyguerrera.

Él, enpersona, representabaenbellezaycarácterestamúsicaextasiante.Alescucharlo,yomesentíahechizado;sinembargo,seríaincapazdedecirsimi encantamiento provenía de la composición, de la ejecución o del artistacomotal.Enaquelmismomomento,empezaronasurgirdelantedemílosmásextrañoscuadros.Primeramente, laAlhambraentodalamagnificenciadesuarquitecturamorisca,maravillosasinfoníadepiedrasyladrillos,tansimilaralosarabescosdeestasextrañasmelodíasdeBohemia.Pocoapoco,unfuegodevorador fue encendiéndose enmipecho.Una lubricidad irresistible se ibaapoderandodemí,yempezabaasentirlasmordedurasdeunamorindomableycriminal.Empezabaaabrasarmeconlalujuriaardientedeloshombresqueviven en los climas tórridos; tenía sed de voluptuosidad, y hubiera queridoapurarhastalaúltimagotaaquellacopadefiltroafrodisíaco.

Pero,depronto,lavisióncambió.NoerayaEspaña,sinounatierraáridaydesnuda;lasarenasardientesdeEgipto,entrelascualestranscurrelentamenteel agua del Nilo, allí donde el emperador Adriano, inconsolable, lloraba alamantetanardientementeamadoyparasiemprejamásperdido.Sacudidoporlamúsicaembriagadora,comenzabaacomprender loquehastaentoncesmehabía parecido tan extraño: la pasión del poderoso monarca por el belloesclavogriego,poraquelAntinooquemurióporamordesuamo.

Lasangremeafluíadelcorazónalacabeza,ycorríapormisvenascomo

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unacoladadeplomofundido.

Nuevocambiodedecorado.NosencontramosenlassuntuosasmansionesdeSodomayGomorra,soberbias,graciosas,feéricas…mientraslanotasdelpianistasusurrabanenmioídos,conunsofocodeardienteconcupiscencia,elatronardeunacascadadebesos.

Fueenestemomentodemivisióncuandoelartistasevolvióhaciamíymelanzóunlargaylánguidamirada,quedenuevosecruzóconlamía.¿Eraelmismo,Antinoo,obienunodelosángelesenviadosaLotporelEterno?Elencantoirresistibledesubellezaeratal,queyoquedéfascinado,mientraslamúsicaparecíacantarenmioídos:

Aspira su mirada como el vino, Mientras que su esplendor se fundeLánguidoenmediodelsilencio,

Comounacordedentrodeunacorde…

Conestomideseoaumentódeintensidad,ylanecesidaddesatisfacerloseconvirtióparamíenverdaderosufrimiento,mientraselfuegoencendidoenmípasabaaserunallamadevoradoraquemeabrasaba;micuerpoenteroquedóarrasadoporunallamaradaerótica.Sentíaloslabiossecos,larespiraciónjadeante,losmiembrosrígidos,lasvenashinchadasy,sinembargo,memanteníatanimpasiblecomotodoslosquemerodeaban.Depronto,mepareciósentirqueunamanoinvisiblesedeslizabapormisrodillas;algoenmicuerpofuetocado,cogido,estrechado,yunavoluptuosidadindescriptibleembargódeprontotodomiser.Lamanosubíaybajaba,lentamentealprincipio,luegocadavezmásdeprisa,siguiendoelritmodelcanto.Elvértigoseapoderódemicerebro,unalavaardientecorriódeprontopormisvenas,ysentísaltaralgunasgotas…mientrastodoyotemblaba.

Conunanotasobreaguda,elartistadiofinasuactuación,enmediodelosaplausos de la sala.Yo sólo pude sentir como un tronido de relámpagos, altiempo que en medio de una furiosa vorágine, una lluvia de rubíes y deesmeraldas empezaba a derramarse sobre las Ciudades de la llanura: él, elpianista,sehallabadesnudo,lívido,enmedio,desafiandoalosrayosdelCieloy las llamasdel Infierno.Derepente,enmediodemivisión insensata, lovitomarlasformasdeAnubis,eldiosegipciodecabezadechacal,parapocoapoco ir transformándoseenun repugnantecuadrúpedo.Semejantevisiónmesobresaltó yme eché a temblar, presa de la náusea,mientras él, demaneraigualmentebrusca,volvíaarecobrarsuverdaderafigura.

Incapacitado para aplaudir en tales condiciones, me dejé caer en miasiento,mudo,inmóvil,tembloroso,aniquilado,conlosojosfijosenlafiguradelartista,quien,depieenmediodelescenario,respondíaalasaclamacionesdelpúblicoconsaludosdistraídos,casidesdeñosos,pareciendobuscardetanto

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entanto,conlasmiradascargadasdeunaardiente ternura,mispropiosojos,losmíos sólo. ¿Cómo podría describirlemi alegría? ¿Era posible que entretodaaquellamultitudmehubieraescogidoamísolo,quemeamara?

Estaalegríaprontodejópasoalaamarguradeloscelos.Mepreguntabasinomehabríavueltotalvezloco.

Lomiréunavezmás;unaprofundamelancolía ensombrecía su rostro,yfue en aquel momento cuando descubrí, de manera clara y distinta, algohorrible: unpequeñopuñal clavado en supecho; de la heridaveíamanar lasangrepechoabajo,ymeechéatemblaryagritar,hastatalpuntomeparecíarealmivisión.Lacabezamedabavueltas,mesentíadesfallecer,y tuvequeapoyarmeenelrespaldodemiasiento,cubriéndomelosojosconlamano.

–¡Extrañaalucinación,enefecto!¿Cuálpudosersucausa?

–Eramásqueunaalucinación,comoacontinuaciónpodrásjuzgar.Cuandovolvíalevantarlacabeza,yasehabíaido.Girélacabezaymeencontréconelrostrodemimadreque,alvermipalidez,mepreguntósiestabaenfermo.Yo,evadiéndome,lerespondíqueaquelcalormeresultabainsoportable.

–Vetealvestíbulo,medijo,ypodrástomarunvasoconagua.

–No,prefierovolvermeacasa.

Después de lo ocurrido, me resultaba imposible seguir oyendo músicaaquella tarde. En el estado de nerviosismo en queme encontraba, cualquiersonidovulgarmehubiera llevadoa laexasperación,yunamelancolíabriosahubierapodidoproducirmeunsíncope.

Aliralevantarme,menotétandébil,quemeparecíacaminarensueños;sinapenasdarmecuenta,medejéllevarmaquinalmenteporlamarchadeotraspersonas,quemecondujeronhastalevestíbulo.Éstesehallabacasivacío.Alfondoungrupodeelegantesrodeabaaunjovenvestidoconfrac,delquenopudevermásquelaespalda.Entreelgrupo,pudedistinguiraBryancourt.

–¿Elhijodelgeneral?

–Elmismo.

–Meacuerdodeél.Pretendíasiemprellamarlaatenciónconsuformadevestir.

–Asíes.Aqueldía,porejemplo,destacabasobre losdemáscomponentesdelgrupo,vestidostodosellosdenegro,luciendounternodefranelablanca,consuhabitualcuelloaloByron,muyabierto,yunacorbataLavalliéreroja,deenormenudo.

–Paramostrarsuhermosocuelloysugarganta.

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–Sí, es un hermosomuchacho, al que siempre he intentado evitar. Teníaunapeculiarmanerademirar,queacababahaciéndotesentir incómodo.Hayhombresque,almirara lasmujeres,parecenquererdesnudarlas.Bryancourtmostraba esta indecente manera de mirar con todo el mundo. De manerainstintiva yo notaba cómo sus ojos me registraban por todas partes,aumentandoaúnmásmitimidez.

–¿Peronoteníaustedningunarelaciónconél?

–Sí,habíamosestadoenelmismocolegio,pero siendoyo tresañosmásjoven que él, acudía a una clase inferior. Para ser breves, aquella tarde, alavistarlo, iniciaba ya la maniobra para retirarme, cuando en aquel mismomomentoelindividuodelfracsediolavuelta.

Eraelpianista.

Unavezmás,nuestrasmiradasvolvieronacruzarse,experimentandoyoenaquelmismomomentounasensaciónextraña,unaespeciedefascinaciónqueme dejó petrificado. Como hipnotizado, en lugar de abandonar el salón, ycontramivoluntad,empecéaacercarmealgrupo.

El músico, sin mostrar en ello afectación alguna, mantuvo los ojos sinapartarlos de losmíos.Yome sentí temblar de la cabeza a los pies.Parecíaquereratraermelentamentehaciaél.Ylasensación,deboconfesarlo,eratanagradablequemeabandonésinresistencia.

Bryancourt, que aún no me había visto, se giró, y al reconocerme, medirigió, como era su costumbre, un leve saludo protector. En los ojos delpianistabrillóporunmomentounachispaalacercarsealoídodeBryancourtydecirlealgo,acontinuacióndelocualelhijodelgeneral,portodarespuesta,vinohaciamí,ytomándomedelamano,dijo:

–Camille, permítame presentarle ami amigoRené:M. René Teleny,M.CamilleDesGrieux.

Ruborizado,respondíalsaludo.Elpianistametendiósumanosinguantes.Enmi estado de nervios, yo había también retirado losmíos. Puse puesmimanodesnudaen lasuya…Eraunamanoperfectaparaserdehombre,másbiengrandequepequeña,firmeysuave,conunosdedoslargosyafilados,queoprimíaalavezconvigorysinchoque.

¿Quién no ha experimentado las diversas sensaciones que produce elcontactoconunamano?Lamanoesíndicedeltemperamento.Algunassonenpleno invierno cálidas y ardientes, otras frías y hasta heladas en plenacanícula.Lashaysecasyapergaminadas,yotrashúmedasyviscosas.Lashaycarnosas, esponjosas, musculadas, delgadas, huesudas y descarnadas. Lapresióndeunasesfuertecomoun torno, ladeotras,blandacomounacifra.

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Haymanosquesonproductosartificialesdenuestracivilizaciónmoderna,quepresentandeformidadessimilaresalasdelospiesdelasdamaschinas,manoscontinuamente aprisionadas por los guantes durante el día, y a menudoenvueltas en cataplasmas durante la noche o al recibir los cuidados de lamanicura;manostanblancascomolanieve,cuandonocastascomoelmismohielo?Lamanecitaociosaqueevitaelcontactorugosodelamanomorenaymanchada del obrero, a la que el duro trabajo ha transformado en callouniforme! Hay manos discretas, y manos que palpan con toda indecencia;manos cuyo apretón hipócrita expresa las reservas de quien las estrecha;manos aterciopeladas, untuosas, clericales y lánguidas, de un lado está lapalmaabiertadelpródigo,deotralagarraencorvadadelusurero.Hay,porfin,lamanomagnética,queparecetenerunasecretaafinidadconlapropia,ycuyosolocontactobastaparaquebrantarnuestrosistema=nerviosoyllenarnosdegoce.

¿CómoexpresarmispropiassensacionesbajolapresióndeladeTeleny?Sumanoprendióenmítodaunahoguera,y,cosaextraña,almismotiempoyoexperimentaba el dulce frescor del beso de una mujer. Desde mi manoconsiguió deslizarse por todo mi ser, acarició mis labios, mi garganta, mipecho;misnerviostremolabancargadosdedeleite;estetemblordescendíapormismuslos,hastaalcanzaraPríapoque,sacadodelsueño,levantólacabeza.Esta mano tomaba posesión de mí todo y yo me sentía dichoso depertenecerle.

Hubieradeseadodecir a este encantador algo amablepara agradecerle elplacerquesuactuaciónmehabíaprocurado;¿peroquévulgaralabanzapodíaservirparaexpresarmiadmiración?

–Señores–lesdijo–,temoestarprivándolesdesumúsica.

Yohicenotarqueprecisamenteestabaapuntodemarcharme.

–Elconciertoleaburre.¿Noesasí?

–Muy al contrario, pero después de haberle oído a usted, no podríasoportaroíraotrosartistas.Élparecióhalagado,ysonrió.

–Verdaderamente,René,estavezsehaustedsuperado–dijoBryancourt–.Jamásleheoídotocarcontantobrío.

–¿Sabeustedporqué?

–No,anoserportenerlasalahastalostopes.

–¡NoporDios!Simplemente esque,mientrasmehallaba al piano, pudesentirclaramentequealguienmeescuchaba.

–¡Oh!,«alguien»–exclamaronriendoacorolosjóveneselegantes.

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–Enunaaudienciainglesa,yespecialmentetratándosedeunconciertodecaridad,¿creeustedrealmentequehaymuchaspersonasqueescuchen,quierodecir,queescuchendeverdad,contodosucorazónycontodasualma?Losjóvenesgalantesseocupandelasdamas,éstasseocupandesusmaquillajes,lospadresdefamiliaqueseaburrenpiensanenlasalzasybajasdelaBolsa,obiencuentanlasespitasdegasycalculanloquepuedecostarlailuminacióndelasala.

–Sin embargo, enmedio de semejantemultitud, siempre haymás de unoyenteatento–dijouno.

–Sin duda –replicó el artista–; por ejemplo, la joven damisela que haejecutadocienveces lapiezaqueacabode tocar; pero sólouno–¿cómo lesdiríayo?,unconocedor–sólounoentreelpúblicoesmioyentesimpático.

–¿Yquéentiendeustedporoyentesimpático?

–Quierodecir,alguienconquienespontáneamentepareceestablecerseunacorriente, alguien que, al escucharme, experimenta exactamente las mismassensaciones que yo experimento al tocar, y que tal vez comparte conmigoidénticasvisiones.

–¿Cómo?¿Esquetieneustedvisionesmientrastoca?–preguntóunodelosjóvenesdelgrupo.

–No de ordinario, pero, indefectiblemente, cada vez que me sientoescuchadoporunoyentesimpático.

–¿Yleocurreamenudotenerlapresenciadesemejanteoyente?–dijeyo,picadoporlaenvidia.

–¿Amenudo?¡Oh,no!,raramente,muyraramente,casinuncaeincluso…

–¿Inclusoqué?

–Jamáscomoestatarde.

–¿Ycuandonotieneustedeloyentequedesea?

–Entonces toco maquinalmente, como sumido en una especie desomnolencia.

–¿Puede usted adivinar quiénera esta tarde su«oyente»?– preguntóBryancourt sonriendosardónicamente,al tiempoqueme lanzabaunamiradadesoslayo.

–Sinduda, unade las numerosas bellas damaspresentes en la sala –dijootro–.Esustedtodounconquistador,señor.

–Sí–apoyóuntercero–,nodebenprecisamentefaltarlelasconquistas.Esbiensabidoelpoderquelamúsicaejercesobreelbellosexo.

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–¿Setrataacasodeunahermosavirgen?–preguntóBryancourt.Telenymemirófijamentealosojos,sonrióyrespondió:

–Talvez.

–¿Y espera usted llegar algún día a conocer a su «oyente»? –prosiguióBryancourt.Telenyhundiódenuevosumiradaenlamíayrespondió:

–Quizás.

–¿Ydequéindiciossevaldráparadescubrirlo?

–Susvisionesdebencoincidirconlasmías.

–Deteneryovisiones–dijootro–,yobiensécuálesserían.

–¿Ycuálesserían?–preguntóTeleny.

–Dossenosdeliriocondospimpollosderosaensucentroy,másabajo,dos labios húmedos semejantes a dos rosadas conchas que, al abrirsevoluptuosamente,descubrenundeliciosorecipientedecarnecoralina,entreelmohíndedoslabiosrodeadosdeuntoisóndeoroodeébano.

–Basta, basta, amigomío, que mi boca se humedece ante la visión quenarraymilenguaseabrasaporgustardelsabordeesoslabios–exclamóotrodelosjóvenesdelgrupo,cuyoojoschispeabancomolosdeunsátiroenestadopríapico–.¿Eséstaacasosuvisión,Teleny?

Elpianistaesbozóunasonrisaenigmática.

–Talvez–volvióadecir.

–Enloqueamíserefiere–exclamóotrodelosjóvenesqueaúnnohabíahablado–, la visión queme evoca la rapsodia húngarame traslada a vastasllanuras, pobladas de campamentos bohemios con hombres tocados consombrerosredondos,ampliospantalonesychaquetillascortas,quemontanencaballossalvajes.

–O soldados tocados con chambergos y calzados con grandes botas, quedanzanconmuchachasdeojosnegros–añadióotro.

Yosonreíapensandocuántodiferíamivisiónde la suya.Teleny,quemeobservaba,notómisonrisa.

–Señores–dijo–,losuyosonsimplesreminiscenciasdecuadrosyballets.

–¿Ylasuya?–preguntóBryancourt.Esomismoibayoapreguntarle.

–Mivisiónseríamuydiferente,respondió.

–¿Talvezelotrolado…elreversodelamedalla,ohablandofrancamente,la parte trasera? – interrumpió, riendo, otro–. Dos hermosas ubres blancas

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comolanievey,debajodeellas,enunprofundovalle,unpozo,unpequeñoagujerodesombríosbordes,orodeadotalvezdeunnimbocastaño…

–Veamosahoralassuyas–insistióBryancourt.

–Las mías son vagas e indistintas –respondió el artista– y se borranrápidamentequeapenaspuedoacordarmedeellas.

–Perosonespléndidas,¿noesasí?

–Yhorriblestambién.

–ComoelcuerpodivinodeAntinoovistoalaluzargentadadeunalunadeópalo,queflotasobrelaslívidasaguasdelNilo–intervineyo.

Los jóvenes del grupo, asombrados, me miraron. Bryancourt reíamaliciosamente.

–Es usted poeta o pintor –dijo Teleny, examinándole con los ojosentreabiertos.Yluegounapausa:

–Tiene usted razón al hostigarme, pero no hay que tomar en serio mispalabrasdevisionario;siemprehayungranodelocuraenelcerebrodetodoartista.

Y disparando sobre mí el sombrío dardo de sus pupilas cargadas detristeza,continuó:

–Cuandoustedmehayaconocidomejor,veráquehayenmímuchomásdelocoquedeartista.

Ysacando,despuésdedeciresto,unfinopañuelodelinoimpregnadodeunperfumeembriagador,enjugólasgotasdesudorqueleperlabanlafrente.

–Yahora–añadió–quemistonteríasnolesentretenganunminutomás,olasdamaspatrocinadorasacabaránporenfadarseynomeagradadisgustaralasdamas.Porotro lado,miscolegaspodríandecirque los retengoaquíporenvidiahaciaellos;yaquenadiemáspropensoaloscelosquelosaficionados,yaseanactores,cantantesoinstrumentistas;asípues,¡hastalavista!

Yconunsaludoaúnmásprofundoqueelquehabíadirigidoalpúblico,sepreparabayaasalir,cuandosedetuvoderepente:

–Perousted,señorDesGrieux,habíadichoantesquenoteníaintencióndepermanecer.¿Puedo,portanto,solicitarelplacerdesucompañía?

–Contodogusto–respondíyoapresuradamente.

Nuevasonrisa irónicadeBryancourt.¿Porqué?,mepreguntéyo.Luego,tarareóunpareadodeMadameAngot,operetaentoncesenboga,delqueestetrozo,dirigidoamí,pudollegaramisoídos:

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Ysedicequeéleselfavorito…

Teleny,quehabíaoídoelversotanbiencomoyo,seencogiódehombros.

–Hayuncocheesperándome–dijo,pasandosubrazoentornoalmío–;sinembargo,siustedprefierecaminar…

–Conmucho…hacíauncalorsofocantedentrodelasala.

–Asfixiante,enefecto–repitióél,pensandoevidentementeenotrocosa.Yluego,degolpe,comoasaltadoporunaidearepentina:

–¿Esustedsupersticioso?

–¿Supersticioso? – exclamé yo, sorprendido por lo imprevisto de lapregunta–.Sí,unpoco.

–Yo lo soy en exceso. Es parte de mi naturaleza, en la que domina elelementobohemio.Sedicequelasgentesbieneducadasnosonsupersticiosas.Pero,enprimerlugar,yorecibíunaeducacióndetestable;yluego,creoqueside verdad conociéramos los misterios de la naturaleza, probablementepodríamos explicar las extrañas coincidencias que constantemente se nosofrecen.Peronosabemosnada.

Ydeteniéndose,depronto,bruscamente:

–¿Creeustedenlatransmisióndelpensamiento,delossentimientos,delassensaciones?

–Adecirverdad,jamásmeheparadohapensadoenesascosas…

–Esprecisocreerenello–añadióél imperativamente–.Así,porejemplo,estatarde,amboshemostenidolamismaalucinaciónyenelmismomomento.Va usted a darse cuenta: lo primero que lo asaltó fue una visión de laAlhambrachispeandobajolosrayosdelsol.¿Noesasí?

–Sí,asíes–dijeyoestupefacto.

–Y en ese momento, usted experimentaba el sentimiento de un amorardientequelesacudíaelcuerpoyelalma.¿Esasíonoesasí?YluegovinoEgipto, y con él Antinoo y Adriano. Usted era el emperador y yo era elesclavo.

Yañadióplácidamente,hablandocasiparasímismo.

–¿Quiénsabe?Talvezundíatengaquemoriryoporusted,comoAntinoomurióporsuamo–ysusfaccionesadoptaronlaexpresióndulceyresignadaquepuedecontemplarseenlasestatuasclásicasdelossemidioses.

Miestuporibaenaumento.

–¡OhUstedpiensaqueestoyloco!–prosiguió–peronoloestoy,nohago

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másquedescribir loshechos.Ustednosesienteencarnando lapersonalidaddeAdriano,porquenotieneaúnelhábitodeestetipodevisiones;perotodoseleaclararáundía;enloqueamíconcierne,debodecirlequelasangreasiáticacorrepormisvenasy…

Nollegóaacabarlafrase.Caminamosunratoensilencio,yluegodeunrato,continuó:

–¿No notaba usted que yo me giraba de su lado, mientras ejecutaba lagavota?Acababadesentirentoncessupresencia,ylobuscabaaustedconlosojossinpoderdescubrirlo.¿Seacuerdausted?

–Enefecto,susmiradassevolvíanhaciamilado.

–Yustedestabaceloso.

–Sí,murmuré.

Por toda respuesta, apretó mi brazo contra sí, y tras una breve pausa,añadió,precipitadamenteyenvozbaja:

–Esprecisoqueustedsepaquenohaymuchachaenelmundoqueconsigallamarmiatención.Yquejamáspodréamaraunamujer.

Micorazónlatíaviolentamente;ysentíacomounnudoenlagarganta.

«¿Porquémecuentaesto?»,mepregunté.

–¿Nollegóustedarespirarunaespeciedeperfume?

–¿Unperfume?¿Cuándo?

–Mientrasyotocabalagavota.¿Seráustedcapazdehaberloolvidado?

–Espero,porDiosquetieneustedrazón,sí:¿quéperfumeeraaquél?¡Ahsí!,lavandaambarina.

–Sí,esomismo.Unolorqueaustednoleagradayqueyodetesto.¿Cuálessuolorfavorito?

–Eldeheliotropoblanco–dijeyo.

Sinresponderme,sacóunpañuelodelbolsilloymelodioaoler.

–Nuestrosgustos,comopuedever,sonexactamentelosmismos.

Y, al decir esto, me envolvió con una mirada tan llena de pasión, talvoluptuosa,queelardorcarnalquedeellaexhalabamehizocasidesfallecer.

–Ya ve usted, siempre llevo conmigo un ramillete de heliotropo blanco;permítameque se loofrezca; superfumeme traerádenuevo a su recuerdo,estanoche,ytalvezaparezcaentoncesensussueños.

Arrancandolasfloresdesuojal, lascolocóenmimano,mientrasconsu

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brazoderechomeenlazabaeltalle,apretándomecontrasupechoduranteunossegundos,queamísemeparecieronunaeternidad.

Surostroseacercóalmíohastasentircómosurespiraciónjadeantebañabatodamiboca.Nuestraspiernassetocaronenesemomento,ysentíentonceslapresenciadeuncuerpoduroynerviosoqueseapretabacontramismuslos.

Miemocióneratalqueapenaspodíatenermeenpie;porunmomentocreíque iba a besarme, mientras la punta de su bigote cosquilleaba mi boca,produciéndome una deliciosa sensación. Sus ojos, al tiempo de esto, sehundíanenlosmíosconunafascinacióndiabólica.

Elfuegodesumiradaatravesabamipecho,resbalandoporélhaciaabajo.Misangreestabaenplenaebulliciónysentíque,asuvez,eseobjetoquelositalianos llaman el pajarillo y que representan provisto de un par de alas,empezabaaagitarseenlajauladondelomanteníayoencerrado,levantandolacabezaprimero,yderramandoluegoalgunasgotasdecremosofluidovital.

Pero estas lágrimas, lejos de aplacarme, fueron como las gotas de algúnácidocáustico,yprodujeronenmíunafuerteeinsoportableirritación.

Mesentía comoatadoaunpotrodel tormento; tenía la cabezahechauninfierno,yelfuegorecorriendotodomicuerpo.

«¿Sufreéltantocomoyo?»,mepregunté.

En ese momento, su brazo, separándose de mi cintura, cayó inerte a lolargodesucuerpo.

Echóelcuerpohaciaatrás,vacilócomorecorridoporunafuertedescargaeléctrica, y creí que iba a llegar a desmayarse; se enjugó a continuación elabundantesudordelafrenteyexhalóunprofundosuspiro.

Elcolorselehabíaido,ysucaramostrabaunapalidezmortal.

–¿Mecreeustedloco?–dijo.

Ysinesperarrespuesta,continuó:

–¿Quiéneselsanodeespírituyquiénellocoennuestromundo?¿Quiéneselviciosoyquiénelvirtuoso?¿Losabeusted?Yono.

Hizounapausa.Unapesadaylargapausa.Habíaentrecruzadosusdedosconlosmíosycaminábamosasísindecirunapalabra.Misvenaspalpitabanaúnconviolenciaymisnerviosestabantensos,conlosconductosespermáticosapuntoderebosar.Laerecciónseguíavivaallíabajo.Sentíaundoloragudoalrededordelosórganosgenerativos,mientrasundesfallecimientogeneralatenazabaelrestodemicuerpo;ysinembargo,apesardeldoloryelabatimiento,experimentabaunplacerindeciblealcaminarasíasulado,conmisdedosenlazadosconlossuyos,ysucabezareclinadaen

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mihombro.

–¿Cuándosintióustedporprimeravezmimiradaclavadaenlasuya?–mepreguntóélenvozbaja.

–Cuandosalióustedporsegundavez.

–Así es.Nuestros ojos se encontraron y se estableció entre nosotros unacorrienteparecidaaladelachispaquerecorreelhiloeléctrico.

–Sí,unacorrienteininterrumpida.

–Jamás he conocido a un hombre cuyos sentimientos de tal modocoincidanconlosmíos.Dígame:

¿creeustedqueunamujerpodríasentirlomismoconigualintensidad?

Yoinclinélacabeza,sinpoderresponder.Yélmetomódelasmanos.

–Entonces,¿seremosamigos?

–Sí–respondíyo,tímidamente.

–Sí,grandesamigos,amigosdelalmas,comosueledecirse.

–Sí.

Élmeapretódenuevocontrasupechoymurmuróamioídounaspalabrasdichasenunalenguadesconocida,tanbajaymusical,queparecíauncantodelcielo.

–¿Sabeustedloqueestosignifica?

–No.

–«Oh,amigomío,portimicorazónsuspira.»

CapítuloII

Pasé lanocheenunestadodeafiebradaexcitación,agitándomesincesarenlacama,e incapazdeconciliarelsueño;y,cuandoalfinpudedormirme,meviasaltadodesueñoslascivos.

EnunodeellosaparecíaTeleny,peronocomohombre,sinocomomujer,comomipropiahermana.Y,sinembargo,yonotengohermanas.Endichosueño,yo,aligualqueAmón,elhijodeDavid,mehallabaenamoradodemipropiahermana,ytanvergonzosoeramiamor,quecaíenfermo,reconociendoelcarácterrepugnantedemipasión.Cadanocheluchabayocontodasmisfuerzascontraestapasión,hastaqueunanoche,devoradoporla

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lujuria,eincapazderesistiryamás,penetréensuhabitación.

Bajolaluzrosadadelcrepúsculo,lavitendidaensuleche.Sucarnefinayblancamehizotemblardeconcupiscencia.Hubieraqueridoserunabestiadepresa,paraarrojarmesobreellaydevorarsucarne.

Suslargosrizosdoradosseesparcíanporencimadelaalmohada.Sucamisadelino,queapenasbastabaparacubrirsudesnudez,realzadaelencantodeloquedejabaver.Loslazosquelasujetabanporloshombrosestabandesatados,ymisojosávidosrecorríanconlujuriasusrígidospechos.Sussenosdejovencísimavirgen,firmesysalientescomodosmontículos,noeranmásgrandesqueunacopandechampán,y,comodiceelpoetaSymonds:

«Parecíandoscapullosderosarodeadosdeunacoronadelirios.»

Subrazoderechoservíadeapoyoasucabeza,dejandoaldescubiertoensuarqueamiento,eloscuroyespesotoisóndelaaxila.

SehallabatendidaenunaposturatanexcitantecomolaquesueleexhibirDánaeenloscuadros,alserdesfloradaporJúpiterinundadoenlluviadeoro:lasrodillaslevantas,losmuslosgenerosamenteabiertos.Y,aunqueprofundamentedormida,comolaleverespiracióndesupechodejabatraslucir,sucarneparecíatotalmenterecorridaporundeseoamoroso,mientrassuslabiosentreabiertosparecíanofrecersealbeso.

De puntillas, fui acercándome lentamente a ella, con precaución, y medeslicéentresuspiernas.Micorazónlatíahastarompermeelpecho,yyoardíadepasión,contemplandoaquelobjetoquemeenloquecíalossentidos.Segúniba avanzando sobre ella, apoyado en codo y rodillas, un fuerte olor deheliotropoblancoinundómicerebro,hastacasiasfixiarme.

Temblando de emoción, y con los ojos abiertos de par en par, hundímimirada entre sus piernas. Al principio no vi más que una masa de peloscastaños,onduladosyensortijadosenpequeñosrizos,quetapabanlaaberturadel pozo del amor.Yo levanté suavemente la camisa, aparté con cuidado elvelludo toisón, y separé los dos labios, que por sí mismos se abrieron alcontactodemisdedoscomoparafacilitarlaentrada.

Yoclavémisojosenaquellacarneamiga,enaquellacarnerosadasimilaralapulpamadurayazucaradadeunfrutosuculento;yvientonces,anidadoenmedio de dos labios de color carmín, un pequeño capullo, una pequeña florvivadecarneysangre.

Sin duda, al posar mis dedos entre los labios, lo había acariciadoinconscientemente,mientrasloscontemplaba,yahoraseagitabacomodotadode vida, levantándose tenso haciamí.A la vista de esto, un deseo locomeembargó de gustarlo, de acariciarlo con mi boca; e incapaz de resistir, me

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incliné sobre él, cubriéndolo con mi lengua, paseándola en torno suyo,hundiéndola en medio de los labios, recorriendo todos sus recovecos,penetrandoen susmás íntimos repliegues,mientras ella, encantada sindudaporestejuego,meayudabaenmilaborconsusmuslos,conunardortalque,alcabodepocosminutos,lapequeñaflorabriósuspétalosyesparciósurocíodealmíbar,quemilenguadevorógolosa.

Altiempoqueestoocurría,nodejabaelladesuspirarygritar,sonámbulade placer. Sobreexcitado como estaba, no le di tiempo de volver en sí, ytomandomipene,leintrodujeelglandeensuabertura.

La hendidura era muy estrecha, pero los labios estaban húmedos; yoempujé con todasmis fuerzas. Poco a poco fui sintiendo quebrarse el débiltejidoqueponíaobstáculoamisesfuerzos.Ellamesecundabavalerosamenteenmiobradestructora,abriendotodoloquepodíalaspiernas,pegándosecontramí,esforzándoseporengullirlacolumnaentera,gritandoauntiempodeplacerydedolor.

Yomehundíunayotravez, pujandoy ahondandocadavezmás a cadanuevo embate, hasta que, habiendo superado todas las barreras, alcancé lasprofundidades últimas de la vagina, donde me parecía como si numerosospequeñoslabiossededicaranacosquillearysuccionarlapuntademiverga.

¡Placerceleste!¡Divinoéxtasis!Mesentíaflotandoentreelcieloylatierrayrugíayaullabadeplacer.

Aloírunruidoenlahabitación,empecéaretirarlentamentemimiembroelorificioestrechodondesehallabaencajado.Unaluzmásbrillantequeladelavísperaseencendióderepente,yunamanometocólaespalda,al tiempoquepronunciabaminombre.

Imagineustedmivergüenzaymiconfusión,miprofundohorro.Eralavozdemimadre,¡yyomehallabasobremihermana!

–Camille–medijo–,¿quétepasa?¿Estásenfermo?

Enestepreciso instantemedesperté, llenodeconsternacióny temblandodemiedo,preguntándomedóndeestabaysienrealidadhabíadesfloradoamihermana.

Yciertamenteparecíaquesí.Lasúltimasgotasdefluidocorríanaúnpormi pene.Y al pie demi cama se hallabamimadre, en carne y hueso. ¡Noestaba,pues,soñando!

¿Perodóndeestámihermana,mihermanaolamuchachadelaquehabíagozado?Yesavergaalzadaqueyohabíatenidoenmimano,¿eralamíaoladeTeleny?

No,yoestabasoloenmicama.¿Quéquería,pues,mimadre?¿Ycómose

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encontraba en mi habitación aquel horrible faldero que, sentado sobre elrespaldodeunsillón,memirabafijamente?

Finalmente,puderecobrarelsentido.Yvientoncesqueelcanichenoeraotra cosa que mi camisa, que antes de acostarme había arrojado sobre unasilla.

Viéndome totalmente despierto, mi madre me explicó que, oyéndomegemirygritar,habíavenidoaversimeencontrabaenfermo.Yomeapresuréaasegurarle queme encontraba perfectamente, y que simplemente había sidovíctima de una pesadilla. Ella posó su fresca mano sobre mi frenteenfebrecida. Y el contacto de esta mano suave refrescó mi cerebro,disminuyendomifiebre.

Cuando estuvemás calmado,me hizo beber un vaso de agua azucarada,rociadadeesenciadeazahar,yvolvíadormirme,despertándomedetantoentanto,paraencontrarsiempreantemílafiguraelpianista.

Al día siguiente, su nombre resonaba aún en mi oídos, sin que mispensamientosdejarandevolaraél,nimislabiosdepronunciarsunombre.Loveía con los ojos del alama, de pie en el proscenio, saludando al público ylanzandosobremísusmiradasdefuego.

Me quedé durante unos momentos aún arrebujado en la cama,contemplandoconparsimoniaaquellavisiónvaporosaeindistinta,intentandoreconstruirsusrasgos,queseconfundíanenmirecuerdoconlosdealgunasdelasestatuasdeAntinoo.Alanalizarmisimpresiones,teníaconcienciadeunasensaciónnueva,deunvagomalestarentreveradodeinquietud.Sentíadentrodemíunciertovacío,sinpodercomprendersidichovacíosehallabaalojadoenmicorazónoenmicabeza.Nadahabíaperdido,ysinembargomesentíasolo,abandonado.¿Quédigo?,despojado.Intentéexplicarmeamímismomiestado lastimero, y todo lo que pude descubrir es que tales sensaciones seasemejabanalasdelaspersonasqueañoransupaís,odeseanviolentamentevolveraveralamadrelejana,conladiferenciadequeelexiliadosabeloquele falta, y yo difícilmente hubiera podido definirlo; era algo indeterminado,como el «Sehnsucht» de que tanto hablan los alemanes, y que tan pocoexperimentan.

LaimagendeTelenyseguíapersiguiéndome,yelnombredeRenéinvadíasincesarmislabios.Lorepetíadocenasdeveces.¡Quénombretandulce!Alsimple sonar de estas dos sílabas,mi corazón latía fuertemente ymi sangreempezaba a hervir, a fluir con viveza.Me levanté sin prisas.Me vestí condescuido. Eché unamirada al espejo, y en vez de verme amímismo, vi aTeleny; y detrás demí, nuestras sombras aparecían unidas, tal como yo lashabíavistolanocheanteriorsobrelaacera.

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Lasirvientaquellamabaalapuertamedevolvióalarealidad.Memiréenelespejoymeviasqueroso.Porvezprimeraenmividadeseabatenerunhermosorostro,omejor,unrostrofascinantementebello.

Lasirvientameinformóquemimadremeesperabaenelcomedor,yquelahabíaenviadoainformarsesiaúnmehallabaindispuesto.Elnombredemimadrevolvióatraermealamemoriaelsueñoy,porprimeravez,sentíganasdenoverla.

Sinembargo,aúnmehallabaenbuenostérminosconella,ycualesquieraque sean las faltas quehayapodido cometer, he de reconocer quenadiemequería tanto como ella. Y, cualesquiera que sean los chismes que sobre suligereza corren, sobre su amor al placer, nunca me descuidó ni un soloinstante. Si su vida no estaba conforme con lo que suelen llamar los«principiosmorales»,o,pormejordecir,lahipocresíacristiana,laculpaerademipadre,ynodeella,comoquizásleexplicaréenalgúnotromomento.

Cuandohubeentradoenelcomedor,mimadre,asustadaporlaalteraciónquemisrasgosrevelaban,mepreguntósisufría.

–Unpocodefiebresólo–respondí–.Talvezlamúsicadeayermeenervóunpoco…

NuestraconversacióncomenzóagirarentoncessobreelconciertoyaunqueestabaansiosoporpreguntaramimadreacercadeTeleny,nopudeatrevermeapronunciarelnombrequebailabaenmislabios,poniendobuencuidadoenquenosemeescapara.

Fuemimismamadrequienempezóahablardeél,alabandoprimeramentesuarte,yluegosubelleza.

–¿Acasoleencuentrasbello?–lepreguntéyobruscamente.

–Ciertamenterespondióella,–asombrada–.¿Esquehayalguienqueopinelo contrario? Todas la mujeres lo consideran un Adonis; pero vosotros loshombrediferísdetalmododenosotrasenvuestraapreciacionessobrevuestromismosexo,queencontráislasmásdelasvecesinsípidosalosquenosotrasmásadmiramos.Encualquiercaso,loquenocabedudaesquetriunfarácomoartista,puestodaslasdamasacabanenamorándosedeél.

Alescucharestasúltimaspalabras,intentémantenerlacalma,pero,apesardemisesfuerzos,mefuedifícilnohacerunaextrañamuecaconmicara.

Mimadre,alobservarmifruncimientodecara,añadió,sonriendo:

–¡Vamos!Camille,erestanvanidosocomoalgunasdamasquenopuedensoportarquesealabeaotramujer,sinimaginarqueselesrobaalgoqueleseradebido.

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–Todas la mujeres son muy libres de enamorarse de él, si tal cosa lesparece –respondí yo vejado–; tú sabes muy bien que jamás me heenorgullecidodemihermosacara,comotampocomehevanagloriadojamásdemisconquistas.

–Asíes.Perohoyteparecestantoalperrodelhortelano,queseenojaporloquenadaleimporta.

¿Quépuedeimportartequelasmujeresseenamorenonodeél,sobretodosetalcosaleayudaensucarrera?

–¿Nopuede,pues,unartistaalcanzareléxitoporsussolosméritos?

–Avecessí,perosonmásbienpocas,ysólograciasaunaperseveranciasobrehumana, de la que generalmente carecen los artistas. En cuanto aTeleny…

Mimadre no llegó a concluir la frase, pero la expresión de su rostro ysobretodosusonrisadeincredulidadrevelaronclaramentesuspensamientos.

–¿Y túcreesqueese jovenesunser lo suficientementedegradadocomoparadejarsemantenerporlasmujeres?…Comounsimple…

–Mantenernoes lapalabraexacta,oalmenosnoseencararía lacosadeesa manera. Es muy fácil dejarse ayudar por otros medios que no sean eldinero;entodocaso,losdelpianoseríansusingresosconfesados.

–Como lo son las tablas para lamayor parte de las bailarinas de ballet.¡Verdaderamentenomegustaríaserartista!

–¡Oh!, los artistas son los únicos hombres que deben su éxito a unaamante,oaunaesposa.LéeteBelAmiyveráscuántosdeentrelosquehantriunfado,incluidoslosmáscélebres,debensuenaltecimiento…

–¿Aunamujer?

–Exactamente.Ahíestálaviejaexpresión:«Cherchezlafemme».

–¡Entonceselmundoesasqueroso!

–Perocomotenemosqueseguirviviendoenél,espreciso tomarpartido,sacardeélelmejorprovecho,ynotomarselascosasdemaneratrágicacomotútelastomas.

–Comoquieraquesea,Telenytocabien.Jamásheescuchadoanadietocarcomoéllohizoayer.

–Sí,estoydeacuerdoenquerealizóunaejecuciónbrillante,pornodecirsensacional; pero también hay que admitir que tu estado ayer no era muybueno,ysindudalamúsicaprodujoenlosnerviosunefectoinhabitual.

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–¡Oh! ¿Piensas que un espíritu maligno me poseía y que un hábilejecutantecomoaqueldequienhablamoseraelúnicoquepodíacalmarmelosnervios?

Mimadresonrió.

–Todos, en todos los tiempos, nos parecemos a Saúl; quiero decir que atodosnosacosaporigualelEspírituMaligno.

Sufrente,aldeciresto,seensombreció;callóporun instante;yamargosrecuerdosdebieronllenardeprontosumemoria,porqueañadió:

–YSaúlesciertamentedignodellanto.

Yo no le respondí.Me preguntaba de quémodo había ganado David lavoluntaddeSaúl.¿Eratalvezacausadesuscabellosrojos,desunobleporteydesuhermosacara?Talvezporestomismo,tanprontoJonatánlovio,«elalmadeJonatánsefundióconladeDavid,yJonatánloamócomoasupropiaalma».

¿AcasoelalmadeTelenysehabíafundidoconlamía?¿Debíayoamarloydespuésodiarlo,comohabíahechoSaúl?Medespreciabaamímismoyamilocura,ysentíacrecerenmílaanimosidadcontraaquelmúsicoquemehabíahechizado. Por encima de todo aborrecía yo a las mujeres, verdaderamaldicióndelmundo.

Mimadremearrancódemisnegrospensamientos.

–No debes ir hoy a tu despacho, si no te sientes bien –me dijo, tras unmomentodesilencio.

Sindudasabeustedquemipadremehabíadejadoenherenciaunlucrativonegocioyunexcelentedirectordetodalaconfianzaque,duranteaños,fueelalma de la casa. Tenía yo entonces veintidós años y todo mi trabajo en elnegocio consistía en embolsarme la parte del león en los beneficios. Sinembargo, debo decir que nunca fui perezoso, sino que, por el contrario, eramásserioeneltrabajodeloquemispocoañospodíanhaceresperar.

Me fui, pues, al despacho como de costumbre, pero me fue imposiblededicarmiatenciónaocupaciónalguna.

LaimagendeTelenysemezclabaconcadaunadelascosasqueintentabahacer,embrollándolotodo.Laspalabrasdemimadreretumbabansincesarenmimemoria: «Todas lasmujeres estaba enamoradas de él, y su amor le eranecesario». Intentaba borrarlo de mi pensamiento. «Querer es poder», medecía,«asíquelograréborrardemíestamalditayembrutecedoraobsesión».

Perocuantomásintentabaolvidarmedeél,másvolvíasuimagenamipensamiento.¿Nosehasentidoustedavecesobsesionadoporlosfragmentos

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deunacanciónquenoconsiguerecomponerentera?Dondequieraqueunva,losfragmentosresurgenderepente,llenandoporcompletolacabeza.Resultaimposibledesembarazarsedeellos.Leimpidenaunodormir,ycuandoseconsiguealfinconciliarelsueño,lasnotasresuenandenuevoensuinterior;aldespertarsedenuevo,lasnotassonelprimersonidoqueloasalta.AsímeocurríaamíconTeleny;sufigurameperseguía;suvozdulceybajamerepetíaconstantementeenaquellalenguadesconocida:«¡Oh,amigomío!¡Micorazónportisuspira!».

Suimagennoseapartabademisojos,ypodíasentiraúneldulcecontactode su mano sobre la mía, el aliento perfumado de sus labios. Y, en miimpacientedeseo,yoextendíaelbrazoparaabrazarlo,paraapretarlocontramipecho;laalucinaciónsehacíatanrealquellegabaasentirsucuerpocontraelmío.

Una fuerte erección tensaba todosmis nervios, pero ¿antes de conocer aTelenysehabíaenamoradoalgunavez?

–Jamás.

–Síqueesextraño.

–¿Extraño?¿Porqué?

–¡Alosveintidósaños…!

–Enestopuedeverustedquemehallabadestinadoaamaraloshombresyno a lasmujeres, y sin darme cuenta, había estado luchando hasta entoncescontra las inclinaciones de mi naturaleza. En diversas ocasiones, bien esverdad, creía haberme enamorado, pero sólo cuando conocí a Telenycomprendíloqueeraelverdaderoamor.Comotodoslosjóvenesdemiedad,mehabíacreídoobligadoamantenerunaamante,alaquehabíahechotodoloposible por convencer de que estaba profundamente enamorado de ella.Habiendo encontrado por causalidad una muchacha de ojos risueños, unamodista parisiense empleada en un almacén deBond Street, decidí que elladeberíaserparamímiDulcinea;mepuseaseguirlacadavezquelaveía,yapensarenella,cuandonoteníaotracosaquehacer.

–¿Ycómoterminólaaventura?

–Delamaneramásridícula.Fue,creo,unoodosañosantesdeabandonarel colegio,durante lasvacacionesdeverano;porprimeravezhacíaunviajesolo,parairaencontrarmeconmimadreenEastbourne.

Tímido como soy, me sentía nervioso ante la idea de tener queintroducirmeentre lamuchedumbre,abrirmepasoacodazoshastaconseguirmibillete,ycuidarmedenotomaruntrenequivocado.

Por una feliz casualidad vine a encontrarme sentado justo enfrente de la

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jovencitadequienmecreíaenamorado,quien,encompañíadesumadre,sedirigíaalmismolugarqueyo.Animadoportaninesperadoazar,meatrevíadirigirleunaspalabrasensulenguamaterna.

Desgraciadamente, sin darme cuenta, me había introducido en uncomportamientoreservado«sóloparadamas»,dondeseencontrabayasentadoelmásperfectoespécimende solterona inglesaqueenelmundohayavisto,envueltaenunimpermeableoguardapolvos.Esfácilencontrarseconcriaturasdeeste tipoenelContinente,yunpoco tambiénpor todaspartes, salvo, talvez,enInglaterra;estomehahechosiemprepensarqueInglaterralasfabricaespecialmenteparalaexportación.Comoquieraquesea,nobienmehubeyosentado, cuando en un tono desagradable y con un horrible francés, me virecriminadodeestemodo:

–Monsieur,cettecompartimentilétaitreservedpourdamessoules.

Quería decir «seules», pero confundido por su intemperancia, me villevadoarepetirsuerror,tomándoloalpiedelaletra.

–Damessoules!–repetíaterrorizado,mirandoentornomío.Misvecinasseecharonareír.

–La señor dice que este compartimiento está reservado para damassolamente –me hizo observar la madre de mi adorada–, y naturalmente, seesperaqueningúnjovencaballerovengaporaquíafumar.

–¡Oh!,siesporeso,dejaréciertamentedefumar.

–Non, non! –protestó la madura señorita, absolutamente enojada–, vousexit,sortez,oumoicrier!

Ysacandolacabezaporlapuertadelcompartimiento,sepusoagritar,estavezenbueninglés:

–Revisor,porfavor,hagasaliraestejoven…

El revisor acudió apresuradamente, yno solamentemeordenó salir, sinoque me arrojó ignominiosamente fuera, como si de otro coronel Baker setratara.

Me trasladé, pues, al compartimiento vecino, pero me sentía tanavergonzado, tan mortificado, que mi vientre, que siempre ha sido muysensible,sesintiódeprontotrastornando.Tanprontoeltrensepusoenmarchame sentí presa primero de unmalestar general, y luego de un dolor agudo,prontotransformadoenunanecesidadtanapremiante,queyonomeatrevíaahacerunsolomovimientoportemoralasconsecuencias.

En la primera parada de algunosminutos me precipité fuera del vagón,pero no encontré empleado alguno que pudiera indicarme un lugar donde

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liberarmicarga.Empezabaapreguntarmequéhacercuandoeltrenempezóaponerseenmarcha.

Elúnicoocupantedemicompartimientoeraunancianoque,trashabermedicho que me pusiera cómodo, se durmió y roncaba como un toro. Meencontraba,pues,comosiestuvierasolo.

Empecé a fabricar planes para descargar mis intestinos, que estaban enplena revolución,y elúnicode todosellosqueparecía factiblenopodía serpuesto en práctica, porque mi adorada, que estaba en el compartimientocontiguo,nodejabadesacarlanarizporlaventanilla,eimagínesequécuadrosi en lugar de ver aparecer por la ventana de mi compartimiento mi cara,hubiera vistomi trasero al pleno.Me disponía a utilizarmi sombrero, parareemplazaraloquelositalianosllamanlacomodina,cuandoeltrensedetuvode nuevo.Había seisminutos de parada.Ahora o nunca,me dije y salté alandén.

Setratabadeunaestaciónenplenocampo,unaestacióndecruce,ytodoelmundobajó a tierra.El revisor gritaba: «Viajeros paraEastbourne, hagan elfavordesubiraltren».

–¿Dóndeestálosservicios?–lepregunté.

Él quiso empujarme de nuevo al tren, perome escabullí y le pregunté aotro.

–Porallí–medijo,mostrándomeelretrete–;perodeseustedprisa.

Me puse a correr yme precipité en el interior de la letrina sinmirar endóndeentrabayempujandoviolentamentelapuerta.

Oí primero un gruñido de satisfacción y alivio, seguido de un ruido desalpicaduraycaídadeagua,luegoungrito,¡yviamisolteronasentadaenlataza!

La locomotora pitó, la campana sonó, el jefe de la estación tocó sutrompetilla,yeltrenechóaandar.

Yoechéacorrer,amivez,sintemoralasconsecuencias,sujetándomeelpantalóndesabrochado,yperseguidoporlasimprecacionesdelaarpía,comoupezdesgraciadoquehuyeradelospicotazosdeunaviejagallina.Todoslosviajeros,asomadosalasportezuelas,sereíandemisdesaventuras.

Algunosdíasdespués,volvíaencontraralamuchachaacompañadadesumadre. Tan pronto me divisó, sus ojos risueños adoptaron una expresiónburlona.Nomeatrevíaamirarla,ymenosaseguirla.

Había en la pensión donde yome alojaba conmis padres otros jóvenes,con los que ella pronto estableció relaciones, pues resultaba amable y

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simpáticaa todoelmundo.Yo,encambio,memanteníaapartado,segurodequemis desventuras no sólo eran conocidas de todos, sinoque eran inclusoobjetodeconversación.

Un día por la tarde, y mientras me hallaba sentado en el amplio jardíntraserodelapensión,escondidotrasunosmacizosdeflores,recordandomisdesventuras,videprontoaRita–sunombreeraMargarita–paseándoseconotrasmuchachasporlaalamedavecina.

Al poco, alejándose de sus amigas, se detuvo con la espalda vuelta, yempezóasubirselasfaldas,mostrandounahermosapierna,enfundadaenunamediade sedanegra.Elcordónque le sujetaba lasmediasal corsé sehabíadesatadoyellaintentabacolocarlodenuevo,creyéndosesintestigos.

Con sólo estirarme un poco, hubiera podido clavar mi mirada entre suspiernasyverloquehahendiduradesusbragasdejabaentrever,peronollegóa ocurrírseme. La verdad es que Rita no me atraía más que cualquier otramujer.Loúnicoquequeríaeraencontrarunaocasiónparaencontrarmeasolasconella,ysaludarlasinquelasdemásmuchachasserierandemí.Salípuesdemiescondite,yavancétranquilamenteporlaalameda.

Altorcerlaesquina,unavisióninesperadamesaltóalosojos.Elobjetodemiadmiraciónsentimentalseencontrabaagachadasobrelaarenilladelaalameda,conlaspiernasabiertasylasfaldas cuidadosamente recogidas.Pude divisar un trozo de carne rosada y un torrente de líquido amarillo quecorríasobrelaarena,dejandounrastrodeespuma,altiempoque,parasaludarmipresencia,delaspartestraserasatronabaunsonorocañonazo,igualmentedespedidoporlabella.

–¡Divinoencuentro!¿Yquéhizousted,entonces?

–¿Ignoraustedque,comodiceelLibrodeOraciones,«siemprehacemosloquenodebiéramoshacer,ydejamosdehacerloquedebiéramos»?Puesbien,enlugardeesfumarme,escondiéndomedetrásdeunseto,paraversinservistoellugardedondeelarroyofluía,permanecíestúpidamenteparalizado,mudo,confuso.Sólocuandoellalevantólosojospuderecobrarmiusodepalabra.

–¡Oh,perdón,señorita!Nosabíaqueestuvieseustedahí…esdecir,que…

–Tonto,imbécil,estúpido,bestia,animal–vociferóellaconunaliberalidadtípicamentefrancesa,ylevantándoserojacomountomate.

Fueadarme la espaldaella,y toparsede frentecon la solterona inglesa,quejustamenteenaquelmomentoaparecíaporelotroextremodelaalameda,yquelasaludóconun«¡oh!»prolongado,sonorocomounanotadetrompeta.

Yasíterminóelúnicoamorquejamáshayaexperimentadoporunamujer.

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CapítuloIII

Asípues,¿antesdeTelenynohabíaustedamadoanadie?

–Jamás, y es porque, durante algún tiempo, no logrédarme cuenta de loque en realidad sentía. No obstante lo cual, al reflexionar sobre ello, pudedarmecuentadequebastantetiempoanteshabíasentidoelaguijóndelamor,perocomoerasiempreconpersonasdemimismosexo,ignorabaqueaquellopudierallamarseamor.

–¿Setratabadejóvenesdesumismaedad?

–No, siempre de hombres hechos y maduros, vigorosos especímeneshumanos.

Desdemi infancia venía yo experimentando una fuerte atracción por losmachos del tipo luchador, de enormes miembros y músculos abultados, ysólidosmuslos;porlosrepresentantesdelafuerzabruta,enunapalabra.Peromiprimeraaguijadamelaprodujounjovenhércules,unjovencarniceroquecortejabaanuestracriada,unahermosamuchacha,segúncreorecordar.Eraunmanceboatlético,debrazosnervudos,quemeparecíacapazde tumbaraunbueydeunpuñetazo.

Amenudomequedabamirándolo sinque sedieracuenta,observando laexpresióndesurostro,mientrasmanoseabaalajovensirvienta,sintiendocasielmismoplacerqueélexperimentaba.

¡Cómo me hubiera gustado que me hablara, en vez de tontear con miestúpida criada!Yome sentía celoso de ella, a pesar de quererlamucho.Aveces, el atletame sentaba en sus rodillas yme acariciaba, pero nomuy amenudo.Undía, sinembargo, sehallabamuyexcitado, trashaber intentadobesarlaenvano,ycogiéndome,apretófuriosamentesuslabioscontralosmíos,comodevoradoporlased.

Aunque era muy pequeño, creo recordar que el acto me produjo unaerección,puesmeacuerdoaúndelaagitaciónquemeembargó.Aúnrecuerdoelplacerquesentía,frotándomecomoungatocontrasuspiernas,cobijándomeentre sus muslos, acariciándolo, manoseándolo, sin que él ¡ay!, me loimpidiera.

Mi mayor placer estaba en ver a los hombres bañándose. Me costabatrabajonoacercarmea ellos;mehubieragustadoacariciarlosybesarlosportodos lados. El día que pude ver a uno de ellos desnudo, la impresión fuesuperioramí.

Lospenesmeproducíanelmismoefecto,meimagino,queproducenalas

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mujerestemperamentales;labocasemehumedecía,sobretodosisetratabadeunpenedegrandesdimensiones,rojo,yconelglandedescubiertoycarnoso.

Sin embargo, jamás llegué a darme cuenta de mi inclinación por loshombres,yporsupuesto,menosaúnporlasmujeres.Loquesentíaeracomolaconvulsióncerebralquebrillaenlosojosdequienespadecenunaccesodelocura,eraunplacerbestial,undeseofurioso.Elamor,encambio,eraparamícomoun tranquilocoqueteode salón,algodulce, tierno,estético, totalmentedistintodeaquellapasiónllenaderabiaquemeabrasaba.

–Porloqueveo,jamáshaposeídoustedaunamujer.

–¡Oh, sí! Varias veces; por casualidad, más que por verdadera elección.Con todo, para la edadque tengo, debodecir que comencé la vida un pocotarde. Mi madre, a pesar de estar considerada como una mujer ligera yentregadaalplacer,sepreocupómásdemieducacióndeloquesuelenhacerloesas mujeres llamadas serias, «perfectas», y en realidad prosaicas; porquetenía un gran tacto ymucha experiencia. Jamás he estado en un internado,porqueellasabíabienquelosinternadossonlallavedetodoslosvicios.¿Quépensionista,muchachoomuchacha,noseha iniciadoenelconocimientodelosplacerescarnalesmedianteeltribadismo,elonanismoolasodomía?

Mi madre, por otro lado, temía que yo hubiera heredado la naturalezasensualdemipadre;enconsecuencia,hizotodoloposibleporalejardemílastentacionesprecoces,ydehechoconsiguiópreservarmedelmal.

Alosquinceodieciséisaños,erapuesyomásinocentequelamayorpartede mis compañeros de colegio, pero escondía mi profunda ignoranciaadoptandoairesdelibertinoyavezado.

Cadavezqueellosseponíanahablardemujeres–queeratodoslosdías–,yosonreíaconaireentendido,loqueprontoloshizodecirlode«fíatedelaguaqueduerme».

–¿Ydeverdadestabaustedenlatotalignorancia?

–Todo lo que sabía es que había algo que tenía que ver con «meterla ysacarla»,yveaustedcómofue:

Tenía yo quince años, y me hallaba paseando por una gran praderíaparalelaalcaminoquellevaanuestracasa.Caminabasinhacerruidosobreelcéspedsuavecomountapizdeterciopelo,cuandooíunruidodevocesporellado de una gallinero fuera de uso que había en las cercanías.Me acerqué,prestéoídos,yescuchélavozdeunamuchachitaquedecía:

–Mételaysácala;mételaotravez,ysácaladenuevo,yasímuchasvecesseguidas.

–Peroyonopuedometerlaahí–respondíaotravoz.

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–Mira, voy a abrir la raja conmis dedos. Empuja ahora,métela,mételamás,más,más…mételatodoloquepuedas.

–Sí…peroquitalosdedos.

–Ahora…¡mételabien!

–¿Pero,porquéquieresquetelametadentro?

–Voy a decírtelo.Mi hermana tiene un soldado que es amigo suyo, y lohacen todos los días cuando se quedan solos. ¿No has visto tú a los gallossaltarsobrelasgallinasypicotearlas?Puesesestoloquehacen;mihermanayelsoldadosebesan,sebesan,ysebesan,loquehacequeechenmástiempoenhacerlo.

–¿Yelsoldadolametaylasaca?

–Pues claro. Sólo que cuando van a llegar al final, mi hermana le dicesiemprequetengacuidadodenoterminardentro,paranohacerleunniño.Asíque, si quieres semi amigo, como tantomepides,métemeladentro con losdedos,sinopuedeshacerlodeotramanera,perotencuidadodenoterminardentro,porquepodríashacermeunhijo.

Acerquéelojoaunranuradelaparedypudeveralahijamáspequeñadenuestrojardinero,unamuchachitadediezadoceaños,tumbadaenelsuelodeespaldas, y con un arrapiezo de una nueve años acostado sobre ella,haciéndololomejorquepodíaparaseguirsusinstrucciones.

Fue la primera vez que llegué a atisbar lo que hacen los hombres y lasmujeres,cuandosededicanahacerelamor.

–¿Ynosintiócuriosidadporsabermás?

–¡Oh, sí! Habría cedido a menudo a la tentación y acompañado a miscompañerosensusvisitasamujeresdecuyosencantosluegosevanagloriabanenvozbaja, conunacentonasaly lascivo,yanteaquellasmismasmujeres,puessabíatanpocodeloquepodíahacerseconunamujercomoDafnisantesdequeLiceniosedeslizarabajoélparainiciarloenlosmisteriosdelamor.Y,sin embargo, la cosa no exige más iniciación que la que el recién nacidorequiereparaacercarsealpechodesumadre.

–¿Decuándodatasuprimeravisitaaunburdel?

–De laépocaenque terminé launiversidad, con los laurelesacadémicoscoronando nuestras frentes. Según la tradición, los componentes de lapromoción solían celebrar una cena de despedida, antes de emprender cadaunosucaminoenlavida.

–Sí,yarecuerdoaquellasalegrescenasdeestudiantes.

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–Cuandolanuestradiofin…

–Yestandotodoelmundobienempapadodevino…

–Asíes,enefecto.Y,para terminar, seconvinocerrar lanochevisitandoalgunascasasdelenocinio.

Aunqueyomeencontrabademuybuenhumoryperfectamentedispuestoadivertirme,deboconfesarquemesentíaunpocointimidado,ydebuenaganahubieraabandonadoamiscompañerosdepromoción,antesdeexponermealridículoyalospeligrosdelasífilis.Bienesciertoquelointenté,peromefueimposibleescapar.

Seme trató de cobarde; se pensó que intentaba pasar la noche con unaquerida,unahermosadependientaounaelegantecocotte.Otrosugirióquetalvez tenía ganas de volver a las faldas de mi mamá, y que mi papá no medejaba salir de noche; otro, aun, decía que quería ir a menarmi, comocrudamenteseexpresaelAretino.

Viéndome en la imposibilidad de escapar, acepté de buena ganaacompañarlos.

Un ciertoWalter, joven en años, pero viejo en el vicio, y que, como unviejo marinero, había perdido ya un ojo a los dieciséis años, comoconsecuencia de una infección venérea, propuso mostrarnos la vida de losrinconesmásdesconocidosdelviejoLondres.

–En primer lugar, dijo, os llevaré a un lugar donde, por poco dinero,haremosunabuenafiesta;esoserviráparaanimarnos;luegoiremosaotracasaa descargar las pistolas, o mejor, los revólveres, porque el mío tiene sietecargas.

Suojoúnicobrillabadelubricidadysuvergaseagitabayadeantemanoensupantalón.Aceptamostodoslapropuesta,yyoelprimero,muycontentodenofigurarenprincipiosinocomoespectador,ypreguntándomedequéescenaibaasertestigo.NuestroscochesnosllevaronalúltimoextremodeTottenhamCourtRoad,pormediodesuscallesestrechas,suscallejuelassombríasysuspasajesapestosos,llenosdemujeresempastadasdeafeites,descaradas,queaparecíanchillandoporlasventanasdesuscasasgrasientas.

Erayatarde.Lastiendasempezabanacerrar,exceptoaquellasdedicadasalaventadepescado,mejillonesypatatasfritas.Uninsoportableolordeaceitebarato,mezcladoconelolorinfectodelosmildesagüesylasalcantarillas,impregnabaelambiente,impidiendocasirespirar.

En medio de la oscuridad de aquellas calles mal iluminadas, los baresarrojaban sobre el pavimento, de tanto en tanto, brillantes haces de luz,acompañados de un tufo de tabaco, alcohol y cerveza, y bocanadas de aire

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caliente.

Una muchedumbre heterogénea llenaba las calles: borrachos de rostrobestial,arpíasmiserables,niñosharapientosdepálidacara,viciososy llenosdemugre,queaullabanobscenascanciones.

Desembocamos, por fin, ante una especie de tugurio; los coches sedetuvieron a la puerta de una casa de poca altura y siniestro aspecto, cuyodesconchamientos,fácilmentevisiblesbajounacapadepinturadecolorrojoamarillento, lahacíanparecer comoafectadapor algún tipodedesagradableenfermedad ulcerosa. El aspecto de este lugar infame, hacía ponerinmediatamenteenguardiaalvisitantecontra la infecciónquecobijabansusmuros.

Penetramosenel lugaratravésdeunzaguánestrecho,hastallegaraunaescaleradecaracol,grasientay llenadeporquería,débilmente iluminadaporelparpadeodeunmecherodegasasmático.Sinelpasamanos,hubiera sidoimposibleascenderporaquellosescalonestotalmenteembarrados.

Alllegaralprimerpiso,unaviejabrujadecabellogris,yrostrohinchadoydescolorido,vinoarecibirnos.Talvezfueransusojoslegañososysinpestañas,osuexpresiónlasciva,otalvezeloficioqueejercía,loquemehorrorizó;elhechoesquesentíascoanteella.Jamásenmividahabíacontempladounrostrotanrepugnante.Subocababosaysusencíasfaltasdedientes,ysuslabiosfláccidosrepelíanaprimeravista.Despuésdegrandeszalameríasydellenarnosdeobsequiosaspalabras,nosintrodujoenunahabitacióndetechobajo,crudamentealumbradaporlámparasdepetróleo.Espesoscortinonesenlasventanas,algunosviejossillonesyunlargodivánraídoydesvencijado, completaban el mobiliario de esta habitación, queapestabaalavezamohoyacebollas.

Dotado como entonces estaba yo de una imaginaciónmuy viva, percibíinmediatamente por debajo el repelente y dominante olor de moho, el delácido carbónico y el yodo. En este antro se encontraban, repartidas por lossillones, y de pie en las esquinas, varias mujeres… –¿cómo podría yollamarlas?–¿sirenas?No,másbienarpías.

Aunque intentaba adoptar una actitud indiferente,mi cara, estoy seguro,expresaba todo el horror de la situación. «¿ésta es, pues –medecía– una deesas deliciosas casadeplacer, de las que tantas sugerentes historias heoídocontar?»

Aquellasjezabeleshorriblementepintadas,hieráticasohinchadas,debían,pues, ser las hijas de Pafos, las seductoras sacerdotisas de Venus, cuyosencantosmágicossobreexcitabanlossentidos,lashuríessobrecuyossenosloshombressesentíandesfallecerytransportaralséptimocielo.

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Mis camaradas, dándose cuenta de mi estupefacción, empezaban aburlarse.Yotoméasientoeintentésonreírestúpidamente.

Tresde aquellas criaturasvinieronpronto a sentarse ami lado,yunadeellas, rodeando con su brazomi cuello, quiso, después de haberme besado,traspasar con su lengua mi boca, mientras las otras me manoseaban de lamaneramásindecente.Cuantomásyomeresistía,mássemeenlazabanellas,formandotodosjuntosunaespeciedenuevoLaoconte.

–¿Porquédiabloslehabíanelegidoaustedcomovíctima?

–¿Y yo lo sé? Tal vez a causa demi expresión inocente, o bien porqueveíanalosotrosburlarsedemiaireaterrorizado.

Unadelascriaturas,unamuchachaaltaymorena,seguramenteitaliana,seencontraba claramente en el último grado de consunción. Era un verdaderoesqueleto viviente; y, sin embargo, por debajo de sumáscara blanca y roja,guardabaaúnrestosdesuantiguabelleza.

Al verla, cualquier persona no acostumbrada a semejante espectáculo,hubieraexperimentadounaprofundapiedad.

La segunda, una pelirroja que no tenía más que la piel y los huesos, ypicadadesarampión,erabizcaytotalmenterepulsiva.

Encuantoa la tercera,baja,vieja, tripudayobesa,unverdaderosacodegrasa,respondíaalnombredelaCantinera.

Laprimeradelastresibavestidadeverde,lapelirrojallevabaunvestidoquehabíasidoazulenotrotiempo,ylaviejagordavestíadeamarillo.

Estos vestidos, por otro lado, cubiertos de manchas y gastados hastaenseñar la trama,estabanademás llenosde reguerosy salpicaduras,comositodos los caracoles de laBorgoña se hubieran concentrado en ellos para uncompetición.

Conseguí desembarazarme de las dos más jóvenes, pero no así de laCantinera,quienviendoquenisusmanoseosnisusencantosproducíanenmíelmás amínimo efecto, empezó a usar, para excitarmis rebeldes sentidos,mediosdesesperados.

Mehallaba,creohaberlodichoya,sentadoenundivánbajo;poniéndosedepiedelantedemí,se levantó lasfaldashasta lacintura,mostrándomesusencantos hasta entonces ocultos. Era la primera vez que contemplaba ladesnudez de una mujer, y ésta la encontraba ciertamente repugnante. Bienpensado,yvistodesdeaquí,sucuerpopodíacompararseconeldelaSulamita,yaquesucuelloerasemejantealdelaTorredeDavid,suombligocomouncubilete,y suvientre igualqueunsacodeharinaputrefacta.Encuantoa suvello, comenzaba en la cinturay llegabahasta las rodillas, yno ciertamente

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comoel rebañodecabrasdequehablaSalomón,sino tanespeso,quepodíarivalizarconelpellejodeunmachocabríocompletamentenegro.

Suspiernas,asemejanzadelasdescritasenelcantarbíblico,formabandoscolumnasmacizas,derechascomopostes,ysinrastrodecorvasnitobillos.Dehecho, todosucuerpoeraunamasagrasienta,blanday temblequeante.Y,sibiensuolornoeraeldeloscedrosdelLíbano,síera,ciertamente,unamezclademoho,pachulí,pescadopodridoysudor;cuandominarizentróencontactoconsupubis,elolordepescadofueentoncesdominante.

La Cantinera se exhibió así ante mí, durante un minuto largo, luego,acercándosemás, puso uno de los pies sobre el diván, abriendo las piernascuantopodía,ycogiendomicabezaconsusmanossuciasypegajosas,dijo:

–Vencariño,hazlecosquillasatugatito.

Altiempoquelaoscuramasadevelloseabría,dejandoaldescubiertodosenormes labios, y en medio de estos bordes babosos, cuyo color tenía elaspecto de una res recién abierta en canal, pude ver algo semejante a laextremidaddeunpeneperruno,queapuntabaendirecciónamiboca.

Todosmiscamaradas,paraasombromío,seecharonareíracarcajadas.Yomepreguntabaporqué,yaquenoteníalamenorideadeloquequeríadecircon«hacercosquillas»,niloquepretendíalaviejaprostituta,ynocomprendíatampococómounactotanrepugnantepodíaprestarseabromas.

–¿Ycómoterminótanalegrevelada?

–Sesirvieronbebidas,cerveza,licores,ybotellasdeunabebidaespumosaalaquepretendíanllamarchampán,yquenadateníaqueverconelproductofrancés, aunque las mujeres de la casa no le hacían el más mínimo asco.Despuésdeesto,ynoqueriendodejarnosmarcharsinhabernosdivertidoconsus peculiares habilidades, así como para sacarnos algún dinero más, nospropusieronmontarnosunarepresentaciónespecial.

Se trataba, al parecer, de un espectáculo raro, y seguramente el quehabíamos venido en principio a ver, porque mis camaradas aceptaron deinmediato,entusiasmados.Allímismo,elsacodegrasacomenzóadesnudarsey a mover las piernas en una mala imitación de la danza del vientre. Ladesdichadatísicasiguiósuejemplo,y,deunsolomovimientodelcuerpo,dejócaertodasuropa.

A la vista de aquella enorme masa de carne blanda, bailando sobre losmusloscolumnados,lacriaturadelgadalevantólosbrazosyaplicóunasonoranalgadaeneltraseroinmensodelaCantinera,pareciendo,alhacerlo,comosisumanosehundieraenunmontóndemanteca.

–¡Ah! –exclamó la obesa– , ¡así que es éste el juegoqueos place!—y

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respondióa lanalgadaconotraaúnmás sonoraenelhuesudo traserode suoponente.

Comoimpulsadaporelgolpe,latísicacomenzóacorrerentoncesalrededordelahabitación,perseguidaporlaCantinera,queintentabapropinarlenuevascachetadaseneltrasero.

Alirapasar,enunadelasvueltas,laviejaprostitutaporellugardondeseencontrabaWalter,éstelepropinóasuvezuncacheteenlasnalgas,enloquetodoslosotrossiguieron,empezandolasnalgasdelasdosmujeresallenarsedegruesosmoretones.

Habiendoconseguidoalfinlaobesacapturaralatísica,lasentósobresusrodillas,diciendo:«Ahora,querida,vaisarecibirloquemerecéis».

Yuniendoelactoalapalabra,comenzóaadministrarleunabuenapalizaenlosmagrosglúteos.

Pasandoluego,paradarvariedadalespectáculo,alosbesosylascaricias,muslo conmuslo, pecho con pecho.A continuación, apartando el vello querecubre el pubis, y separando los labios oscuros, espesos y flácidos, sepusieronafrotarlosclítoris,agarrándosemutuamentelaspiernas,yjuntandolasbocas, comenzaronapasarse así sus fétidos alientos, y a chuparseuna aotra la lengua, al tiempo que se frotaban, semanoseaban, se revolvían unacontraotra,entregándoseamilcontorsiones,paraexpresarlaintensidaddesuplacer.

Finalmente, la tísica, tomando el trasero de la gorda, abrió sus enormesglúteos,ygritó:

–¡Unpétaloderosa!

Yomepreguntabaquéquerríadecirconaquelloydóndeibanabuscarelcitadopétalo,puestoquenohabíafloralgunaenlahabitación.Ysuponiendoquelahubiera,¿quépensabahacerconella?

Miasombronodurómucho;elsacodegelatinahizoasuamigaloqueéstalehabíahecho,yotrasdoscriaturas,entonces,arrodillándoseantelostraserosquelasotrasmanteníanabiertos,introdujeronsuslenguasenelnegroagujerode sus anos, y se pusieron a lamerlos congran placer de todas las restantesprostitutas,delasasícosquilleadasydelosasistentes.

No contentas con esto, las arrodilladas, introduciendo el índice entre losmuslosdelasquelesofrecíaneltrasero,sededicabanaunavigorosalabordefrotamiento.

Latísica,entrelamasturbación,elmanoseoylaslengüetadas,seretorcíafrenéticamente,jadeaba,sollozaba,gritabadeplacerycasidedolor,hastacaerporfinagotada.

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–¡Ay!¡Ay!¡Basta!¡Bastaya!

Yconsuspirosmonosílabosexpresabalaintensidaddesugoce.

–Ahorame toca amí –dijo la Cantinera, entendiéndose sobre un sofá yabriendoampliamentelaspiernas,hastadejartotalmenteabiertos,comoenunbostezo,loslabiossituadosentreellas,pordondeasomabaunclítorisdetalesdimensiones, que enmi ignorancia tuve que concluir que se trataba de unahermafrodita.

Laotrafurcia–era laprimeravezqueyoescuchabaestaexpresión–,queporentoncesempezabaarecobrarseyadesupasmo,introdujolacabezaentrelaspiernasgenerosamenteabiertasdelaobesa,empezandoaacariciarconsulenguaelclítoristenso,húmedoycongestionadodelaotra,ycolocándosedetalmaneraquesuspartessexualesquedabanalaalturadelabocadelavieja.Denuevocomenzaronlosgemidos, lasfricciones, lassacudidasde traseroylascontorsiones,mientras loscabellosdeambas,desparramadosporel sofá,caían hasta el suelo. Se restregaban una a otra con rabia, hurgándosemutuamente el ano con los dedos índices, o cosquilleándose los pezones yarañándose por todas partes, igual que dosménades, llenas de furia erótica,quesóloalbesarselograbanahogarsusgritosespasmódicos.

Su lascivia iba en continuo aumento, sin que en ningún momentoparecieran agotadas, mientras la maciza mujerona, llena de rabia lúbrica,apretabacontodassusfuerzaslacabezadesufavorita,contalviolenciaquetalparecíaquererengullirlaenteraensuvagina.

Lleno de repugnancia, me volví para no ver nada más de esta escenarepugnante, pero otras aún más repugnantes empezaban a ocurrir a mialrededor.

Lasrestantesprostitutashabíanempezadoadesabrocharlasbraguetasdemiscompañeros,yunas,conelmiembroenlamano,acariciabanlostestículos,recorriéndoleslavergaconlalengua,mientrasotra,arrodilladaanteunimberbemuchacho,lesuccionabaávidamenteelpene,yunatercera,sentadaahorcajadassobrelaspiernasabiertasdeotrademiscamaradasseagitabadearribaabajo,comounbebéquejugaraaloscaballitos.Fueraporqueelnúmerodemujeresnoerasuficiente,fueraporpuradiversión,unacuartaprostitutaseagitabaentrelasvergasdeotrosdosdemiscompañeros,quelapenetrabanalavezpordelanteypordetrás.Muchosmáshorroresocurríanenaquellahabitación,ademásdeéstos,peronotuvetiempodeveryamás.

Muchosdemiscamaradas,quehabíanllegadoyaalacasabienrepletosdechampán, absenta y cerveza, empezaron a sufrir náuseas, y, entreconvulsiones,comenzabanaarrojaralsuelocuantoconteníansusestómagos.

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Yenmedio de tan descorazonador espectáculo, la tísica tuvo de repenteuna crisis histérica; se echó a gritar y a sollozar, sin que la inmensa furciaobesa, en medio de su furor erótico, le permitiera levantar la cabeza,manteniéndolaconlabocapegadaallugarquepocoantescosquilleabaconsulengua,mientrasavozengritoledecía:

–¡Lámeme,lámememásfuerte!…¡Noaparteslalengua!…¡Yameviene!,¡ahora!…¡lámeme,chúpame,muérdemelamacabracriatura!

Sinembargo,enmediodelparoxismo,habíaconseguidoretirarlacabeza.

–Miraquécaverna–dijoWalter,mostrándomela inmensaaberturade laprostituta obesa, que aparecía comoun inmensopozonegro en lamitaddeltupidovellopubiano–.Voyameterlemidardoallídentroyafrotarlo.Ahoraverás.

Quitándoseelpantalón,sedisponíaacumplirloqueacababadeanunciar,cuando por toda la pieza resonó una tos cavernosa, seguida de un gritodesgarrador; y, antes de que pudiésemos llegar a comprender lo que estabaocurriendo,vimoselcuerpodeladiabólicaobesarecubiertodesangreyalatísicacaídaasulado.Enunaccesodelubricidad,éstahabíahechorompersesin duda una de las venas del pecho, y yacía en el suelo moribunda –¿moribunda?–.¡Quéva!Muertaya…

–¡Ah, lamuypuerca!–exclamó lapatronacuyacarahinchadaasomóenaquelmomentoporlapuerta–.

Seacabólahistoriaconestaguarraymedebíadinero…síquemedebía…

No recuerdo la suma que mencionó en aquel momento, pero, al mismotiempo,laCantineraseguíaretorciéndoseenelsofá,manoseándoseaún,llenaderabia,hastaque,sintiendoporfin la tibiezade lasangrequela inundaba,comenzó a chillar y a patalear frenéticamente… Había llegado por fin alorgasmo.

Eljadeardelamoribundaquedóasímezcladoconlosgritosdeplacerdelaotra.

Yo me aproveché de la confusión que siguió a esta escena paraescabullirme, para siempre curado de la tentación de visitarmás «Casas deplacer».

CapítuloIV

Volvamosalahistoriaprincipal,sileparece.¿Cuándovolvióustedavera

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Teleny?

–Noantesdeunciertolapso.Lacuestiónesque,pormásquemesintierairremediablemente atraído hacia él, una fuerza misteriosa me impedíaconstantementeirasuencuentro,llevándomeaevitarlo;pero,cuandoalgunavez tocaba en público, corría inmediatamente a oírlo, o más bien, a verlo,sintiéndomevivirtansóloenaquelloscortosinstantes.Misgemelosquedabanfijosenél;ysufiguradesemidiós,tanllenadejuventud,devida,devirilidad,memanteníacomohipnotizado.

Miviolentodeseodeapretarmibocacontralasuya,penetrandosuslabios,meexcitabahastaelpuntodesentirhumedecérsemeelpene.

Endeterminadosmomentos,elespacioquenosseparabaparecíaacortarsedetalmodo,queyopodíarespirarcasielperfumedesucálidoaliento,ysentirsucontactoenmipropiacarne.

La sensación que me producía la idea de su piel desflorando la míaexcitabadetalmaneramisnerviosqueestegoceempezabaporcausarmeundelicioso respingo, para terminar ocasionándome, en su prolongación, unacuciantedolor.

Élparecía tenersiempre la intuicióndemipresenciaenel teatro,porquesusojos intentabandescubrirmeentre lamuchedumbre, sibienyosabíaquenopodíaverme,escondidocomoestabaenunrincóndelaplatea,enparaíso,oenelfondodelpalco;y,sinembargo,dondequieraqueyomeescondiera,sus miradas se dirigían indefectiblemente hacia el lado dondeme ocultaba.¡Ah,aquellosojos!Ojosinsondablescomolanegrasuperficiedeunpozosinfondo…

Aún hoy, cuando los rememoro, después de tantos años, mi cabeza davueltas.Sihubieraustedvistoaquellosojos,conoceríaesaardientelanguidezquetanamenudodescribenlospoetasdelamor.

Deunacosasestabasobretodoorgulloso,yesque,despuésdelafamosaveladadecaridad,dondelohabíavistoporprimeravez,Telenytocabadeunamanera, si no teóricamente más correcta, sí con mucho mayor brío ysentimiento.Poníatodasualmaenaquellasvoluptuosasmelodíashúngaras,yaquelloscuyasangrenoestabacongeladaporlaedadoloscelos,seextasiabananteestamúsicadivina.

Sunombreempezabaaatraeraunnumerosopúblico,y,aunqueloscríticosse hallaban divididos en sus apreciaciones, los periódicos le consagrabanlargosartículos.

–Me asombra que, lleno de amor como usted estaba, tuviera el valor desufriryresistirlatentación.

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–Yo era joven, y tenía escasa experiencia, era por tanto una persona«moral».¿Yquéeslamoralidadsinoelprejuicio?

–¿Unprejuicio?¿Deverdadlocreeasí?

–Sinduda.¿Acasolanaturalezaesmoral?¿Acasoelperroqueolisqueaylame con evidente satisfacción la vagina de la primera perra que encuentraperturba su cerebro exento de sofismas con la más mínima idea de lamoralidad?¿Acasoelcanicheque intenta sodomizaralpequeñogozquequecruzaporlacallesepreocupalomásmínimoporlaopinióndeloscensoresdelarazacanina?

Yo, en cambio, a diferencia de los perros y los caniches, me hallabaimbuidodetodotipodeideasfalsas;éstaeslarazóndeque,tanprontopudecomprenderlaverdaderanaturalezademissentimientosporTeleny,mesentíembargadoporelhorroreintentéahogarlos.

De haber conocido mejor la naturaleza humana, hubiera abandonadoInglaterra y me hubiera ido a las Antípodas, poniendo al Himalaya comobarreraentreélyyo.

–Esoquizás lehubierapermitidocambiardeobjetoy satisfacer sugustonaturalconalgúnotro;otalvezconélmismo,dehaberloencontradotiempomástarde.

–Tiene usted razón. Si bien, según los fisiólogos, el cuerpo del hombrecambia cada siete años, sus pasiones permanecen siempre lasmismas, y seconservanenél,aunqueseaenestadolatente.Sunaturalezanomejoraráporelhecho de darle vía libre. Sigue equivocándose y confundiendo a los otros,mostrándosesiemprebajounaluzquenoeslaverdadera.Yosé,porejemplo,quehenacidosodomita,perolaculpaesdemiconstitución,nomía.

He leído cuanto hay escrito sobre el amor entre varones, sobre esedetestablecrimencontranaturaquenoshanenseñado,nosólolodioses,sinotambién los más grandes hombres de la Antigüedad, comenzando por ellegisladorMinos,quienprobablementesodomizóaTeseo.

En aquel momento yo consideraba todo esto como una monstruosidad,como un crimen peor que la idolatría, tal como lo dice Orígenes. Y, sinembargo,tuvequeadmitirqueelmundo,inclusodespuésdeladestruccióndelasCiudadesMalditas,seguíacayendoconfrecuenciaenestaaberración,pueslashijasdePafos,durantelosgloriososdíasdeRoma,conmásquemedianafrecuenciaeramenospreciadasporloshermososvaronesdelaisla.

El cristianismo llegó a tiempo para barrer los monstruosos vicios delMundoAntiguo,yelcatolicismo,mástarde,sededicóaquemar…enefigie,acuantosmalgastabansusimiente.Lospapástuvieronsuscastrados,losreyes

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suspajes,ysilaIglesiacerrabalosojossobrelapederastiadesussacerdotes,monjes,legosyprofesos,esjustamenteporquelareligiónnocomprendíaquesuinstrumentoservíaparafabricarniños…

Encuantoalostemplarios,situvieronqueascenderalapira,nofueciertamentedebidoasupederastia,queeradedominiopúblico,sinoporqueelreydeFranciacodiciabasusriquezas.

Resultadivertidoconstatarque todos losescritoresacusana lasnacionesvecinasdeestaabominación;dejandoexentasólolasuya.

Losjudíosreprochabanesevicioalosgentiles,ylosgentilesalosjudíos.Lomismoocurrióconlasífilis.Deacuerdoconlosescritosde laépoca, losovejasnegrascontaminadas,traíandelextranjeroesaperversióndegusto.¿Nodecía hace poco un manual médico moderno que el pene del sodomita seadelgazabayaguzahastasemejarsealdeunperro,yquelabocahabituadaalasprácticasvilessedeforma?Alleertalcosa,yotemblabaderepugnanciayhorro…ylasolavistadedicholibromehacíapalidecer.

–Mi posterior experiencia me demostró la falsedad de tales patrañas;confieso haber conocido cantidad de prostitutas, además de otras muchasmujeres,queseservíandesubocaparacosasbiendistintasdelrezaraDiosobesarlamanodeunconfesor,yjamásnotédeformaciónalgunaensuslabios.

¿Lohanotadousted?…Encuantoamiverga,elenormechampiñónquelacorona…perodejémoslo.Porestaépocametorturaba,pues,temiendohabercometido,moral,sinofísicamente,elhorriblepecado.

La religiónmosaica, endurecida por la Ley del Talmud, había inventadounaespeciedecapuchaparaelactode lacopulación.Estavainaenvolvíaelcuerpo entero del marido, sin dejarle más que una estrecha hendidura(parecidaalasdelasbragasinfantiles),suficienteparahacerpasarelpeneypermitirle arrojar el esperma en los ovarios de la esposa y fecundarla,impidiéndolealmáximoelplacercarnal.¡Ah,sí!,perohacetiempoquesehadejadodeladoelcapuchón,yahorasóloseencapuchonaaloshalcones.Sinembargo, ¿no estamos ahora envueltos con un capuz aún peor? Esa LeyMosaicaqueeslanuestra,ampliadaporlospreceptosmísticosdeCristo,sehavueltoaúnmásseveraenelámbitodelahipocresíaprotestante.Pues,si,comolos calvinistas afirman, se comete adulterio cada vez que se codicia a unamujer, ¿acasono cometía youn crimende sodomía cadavezquedeseaba aTelenyopensabaenél?

Habíamomentos,sinembargo,enquelafuerzadelanaturalezaahogabaenmí todos mis prejuicios; hubiera entregado de buena ganami alma a laperdición,¿quédigo?,micuerpoalasllamaseternas,porpoderhuirconélacualquierparte,alosconfinesdelatierra,oaunisladesierta,dondedesnudo

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comoAdán,hubieravividoduranteañosconél,enpecadomortal,saciándomeconfascinantebelleza.

Sinembargo,decidíalejarmecarnalmente,ylimitarmeasersuinspiradoryelguíadesuspensamientos,ayudandoasíahacerdeélunartistagrandeycélebre. En cuanto al fuego que me devoraba, pensaba que llegaría adominarlo.

Yo sufría. Día y noche mis pensamientos volaban hacia él. Mi cerebrobullía,mi sangre se caldeaba,ymi cuerpoestaba enunestadode constanteagitación.Recorríacadadíalosperiódicosparasaberloquesedecíadeél,ycuandosunombreaparecíaantemisojos,mimano temblaba sosteniendo lahoja. Si mi madre o cualquier persona citaba su nombre, palidecía y mesonrojabaalternativamente.

Recuerdoel choquedeplacer,mezcladoconcelos,que sentí cuandoporprimera vez vi su retrato en un escaparate, colocado al lado de los de otrascelebridades.

Lo compré de inmediato, pero no por el sólo placer de poseerlo, sinotambiénparaquenadiemáslocontemplara.

–¡Diablos!¿Hastaesepuntoeraustedceloso?

–¡Hastalalocura!Despuésdecadaconcierto,yoloseguíadelejos,sinqueélsedieracuenta.

Generalmente andaba solo. Pero una tarde lo vi subir a un coche dealquilerquesehallabasituadoantelasalidadeartistas.Habíaalguiendentro:

¡Unamujer!Conunrespingo,decidíseguiralcoche.Éstesedetuvoantelapuertadeunacasa,yyomandétambiéndetenerseamicochero.

Teleny bajó del coche y ofreció su mano a una dama cuidadosamentevelada.Luego,despidióalcochero,ypenetraronenlacasa.

Diordenamicocherodeesperar.Eraunacálidanochedeveranoylacalleera la tranquila Belgrave. Las avenidas del cercano parque perfumaban elambientee impregnabanelánimodeunavoluptuosa tibieza.Esperamosunabuenapartedelanoche.Hacialasdosdelamañana,elcochedeantesvolvióaaparecerantelapuertaysedetuvo.Alcabodepocosminutoslapuertadelacasaseabrióyladamasalióacompañadadesuamante.Micochelossiguióhastasunuevodestino,lacasadeella,ypocosdíasmástardepudesabercuálerasunombre.

Setratabadeunagrandama,deintachablereputación,unacondesaconlaqueTelenyhabíatocadoalgunosdúosenvariosconciertos.

Yahoravoyacontarleunacosacasiincreíble.Mientrasmeencontrabaen

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elinteriordemicochedealquiler,conelcorazónoprimidoporlaangustia,yenunestadoa lavezdesobreexitaciónnerviosaysemiinconsciencia,caíderepenteenunaespeciedeestadosomnoliento.Mepareciócomosimiespírituabandonaramicuerpoysedisgregaraparaseguircomounasombraalcuerpodel hombre que yo amaba. Puedo asegurarle que no se trataba de unaalucinación.Porextrañoqueparezca,ensemejanteestadopudevivirtodoslosactosyexperimentartodaslassensacionesdemiamado.

Enefecto,apenashuboladamacerradolapuerta,estrechandoaTelenyensusbrazos,dioaésteunbesolargo,quehubieraresultadointerminable,denohabermurmuradoTelenysuavemente:

–Vayamosamiapartamento,allíestaremosmáscómodos.Ysubieronlasescalerashastallegaraél.

Ellamiraba tímidamenteen torno suyo,y, alverse solaenaquelpisodesoltero con su joven dueño, enrojeció por un momento, como si seavergonzaradelaimprudenciaqueestabacometiendo.

–¡Oh,René!–dijo–.¿Quéestarápensandousteddemí?

–Queustedmeama–respondióél.

–¡Oh,sí!¡Leamo!

Y quitándose el abrigo, estrechó a Teleny en sus brazos, cubriendo conardientesbesossufrente,susojos,suboca,aquellabocaqueyomeabrasabanporbesar.

Aspiró por un instante su aliento, y luego, como asustada de su propiaaudacia, le tocó los labios con la punta de la lengua; y, cada vez másenardecida,ladeslizóhaciadentrodelabocadeél, introduciéndolaagolpessucesivos.Estebesoleinfundíaunalubricidadtalquetuvoquesujetarseasucuelloparanodesfallecer.

Finalmente, tomando aTelenyde lamano, se la colocó sobre sus senos,paraqueaquélseloscosquilleara,viéndoseprontoembargadadeplacer.

–¡Oh,Teleny,Teleny!–murmuróenunsusurro–,¡deténgase,porfavor,esdemasiado!

Y tomando una de sus piernas entre susmuslos, empezó a frotar contraella,contodassusfuerzas,suspartessexuales.

Apesardeloscelosquemedevoraban,nopodíadejardeconstatardequémodolacalmademiamadoenestomomentodiferíadelalborozoqueparecíaexperimentarlanocheenque,quitándosesuramilletedeheliotropo,locolocóenmihojal.

Aceptabapacientementesuscaricias,sindevolvérselas,yleacariciabalos

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senoscomolamismacalmaconquesehubierapuestoaarreglarlelasuñas.

Al principio, ella tomó esta frialdad comouna señal de timidez, y no seofendió.

Sehallabasuspendidadeél,conunodesusbrazosrodeándolelacintura,yelotrocolgandodesucuello;sushermososdedoscubiertosdeanillosjugabancon susbuclesy acariciaban sunuca,mientras él continuaba tranquilamenteconsutrabajodecosquillearla.

Hundiendosumiradaenlasuya,ellaexhalóentoncesunsuspiro.

–Usted nome ama. Lo veo en sus ojos,No está usted pensando enmí.Piensaenotra.

Era verdad. Su pensamiento colaba hacia mí, amoroso y lánguido; y aloírla decir esto, se excitó, la tomó en sus brazos, la manoseó, la besó conmayor ardor aún de lo que había hecho hasta entonces, y sorbiéndole lalengua,leintrodujolasuyaensuboca.

Tanprontopudoellareponersedeesteataque,exclamó:

–¡No! ¡Estoy equivocada! ¡Me ama! ¡Yo veo que me ama!, y no medespreciaporestaraquí,¿verdad?

¡Ah!¡Sipudieraustedleerenmicorazónyvercuántoleamo!

Yloenvolvióenunamiradaapasionada.

–Sinembargo,piensaustedquesoyunamujerligera.¿Verdad?Unamujeradúltera–añadió,escondiendolacara.

Élsecompadeciódeellay,tomándolelasmanos,labesó.

–Noimaginaustedlosesfuerzosquehehechopararesistirle,para,alfin,caer vencida. No me ha sido posible. Un fuego me devora por dentro. Misangreyanoessangre,esunfiltroardiente.Yanotengovoluntad–dijoella,levantandolacabeza,comoparadesafiaralmundo–;aquíestoy,hagademíloquequiera,sólo¡dígamequemeama!¡Oh,sí,dimequenoamasaotramujer!…¡Júralo!

–Lojuro–respondióél–,noamoaotramujer.

Y,sinpodercomprenderelverdaderosentidodeestaspalabras,ellaañadióconpasión:

–Vuelve a repetirlo, dilo de nuevo. Es tan dulce oírlo decir de labios deaquelaquienseama.

–Teaseguroquenuncahedeseadotantoaunamujercomotedeseoati.

–¿Deseado?–repitióella,despechada.

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–Amado,quierodecir.

–¿Teatreveríasajurarlo?

–Sobrelacruz,soasíloexiges–añadióélsonriendo.

–¿Ynotienesunamalaopinióndemíporhabervenidoaquí?Puesbien,has de saber que eres el primer hombre con quien traiciono amimarido; yDios es testigo de que siempre le he sido fiel. Pero me amor disculpa mipecado.¿Noesasí?

Teleny no respondió de inmediato: sus ojos vagaban soñadores; luego,comoquiensaledeunsueño,dijoderepente:

–Elpecadoesloúnicoquedavaloralavida.

Ellalomiró,unpocoasombrada,luegolobesóyrespondió:

–Talveztienesrazón:sí,asíes.Elfrutoprohibidoesagradablealavista,altacto,algustoyalolfato.

Sesentaronenunsofá,conlosbrazosentrelazados,yéldeslizóunamano,tímidamenteyunpococasicondisgusto,debajodesusfaldas.

Ellaselatomóylodetuvo.

–No,René,se lo ruego.¿Nopodríamosamarnosconunamorplatónico?¿Nolebastaríaconeso?

–¿Lebastaesoausted?–dijoél,casiconseveridad.

Ellaapretósuslabioscontralossuyos,dejólibresumano,ylosdedosdeTeleny comenzaron a escalar por su pierna, desde la rodilla. Los muslos,estrechamentecerrados,leimpedíanelpaso,ledificultabanelaccesohastalaszonasocultas.

Empleandounaciertaviolencia,élseabriópasodenuevo,acariciandolascarnes por debajo de las enagüillas de fina tela, y avanzando con sabiométodo,llegóasumeta.Sumanopenetróporlaaberturaypalpólapieldulceycálida.

–¡No, no! –dijo ella, intentando aún detenerlo–. Se lo ruego, ¡me hacecosquillas!

Defensaéstaquenohizosinoexcitarlo,hastaacabarhundiendosusdedosenelintersticioqueocultabaelvellón.

Ella continuaba apretando las piernas, tanto más fuertemente cuanto losdedosinvasorestanteabanyalolabioshúmedos.Peroelcontactoelectrizantede éstos acabó por vencer su resistencia: sus nervios se distendieron y losmúsculos quedaron relajados, mientras la extremidad del dedo de Teleny

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penetrabaenlahendidura,dondeundeliciosobotónseerguíapararecibirlo.

Pronto empezó ella a exhalar suspiros profundos, y abrazando a Teleny,hundiósucabezaensuhombro.

–¡Oh, qué delicia! ¡Qué fluido magnético posee usted para hacermeexperimentarsemejanteplacer!

Sinresponderle,Telenysedesabrochóelpantalóny, tomandoladelicadamanodelacondesa, intentóintroducirlaenlabragueta.Ellaseresistió,perodébilmente, no deseando en el fondo otra cosa. Cediendo, al fin, empuñóvalientementeelpenedesuoponenteque, tensoyduro,seagitabacomounbadajonervioso.

Trasunosinstantesdevoluptuosamanipulación,suslabiosseunieron.Conun movimiento imperceptible, él la tendió sobre el sofá y, levantándoleligeramentelaspiernas,retirólasenaguas,sinapartarlalenguadesuboca,nisudedodelclítoris,empapadoyaporelrocío.

Habían llegado al punto deseado; no había necesidad de abrir los labiosinferiores, que se entregaban por sí mismos, para facilitar la entrada deldiosezueloamoroso.

De un vigoroso empujón él lo introdujo en el vestíbulo del templo, yhaciendo un segundo esfuerzo, lo introdujo a más de medio camino,haciéndolollegaralfondodelsantuarioconuntercero.Ellanoestabaenlosprimoresdelajuventud,peroestabaenplenaflor.Lafirmezadesuscarnesyloestrechodesuconductoexigíanciertoesfuerzo.Unosligerosembatesmás,y el dios quedó firmemente alojado en el tabernáculo.Entonces, ymientrasconunamanoleacariciabalossenos,Telenyempezóaexplorarconlaotralazona de las nalgas, las apartó, e introdujo en el orificio trasero el dedocorazón.

Ensartada así por ambos lados a la vez, la condesa flotaba como en unéxtasis.

Después de algunos segundos de seguir este juego, le tocó a Telenycompartirlasdelicias.Elfluidolechoso,acumuladodurantetodoestetiempo,no pedía otra cosa que salir, y así lo hizo, inundando en espesas oleadas lavagina,desbordándola,mientrasella,calmadaporellicordelavida,revelabasu felicidad con suspiros y gritos. Sus fuerzas, en este momento, laabandonaron;susbrazosypiernassepusieronrígidos;yquedótendida,comosinvida,sobreeldiván,mientrasél,extendidosobreella,quedabaigualmentequieto, tras haber dado al conde la posibilidad de tener por heredero a unpequeñobohemio.Alpoco,selevantóylahizovolverensí;ella,tomándolelasmanos,vertiósobreellasuntorrentedelágrimas.

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Unacopadechampañatrajoasucabezaunaimpresiónmenoslúgubredelas cosas del mundo. Y la ligera cena que siguió, acompañada de algunostragosmás,bebidosenlamismacopa,acabaronpordisiparsutristeza.

–¿Por qué no nos ponemos cómodos, querida? –dijo él–. Voy a darteejemplo,¿quieres?

–Demilamores.

Teleny se quitó su corbata blanca, se arrancó ese apéndice inútil y tieso,llamado cuello postizo, inventado por unamoda estúpida con el solo fin detorturaralahumanidad,ysiguieronaéstelapecherayelrestodelasprendas,sinconservarotracosaquelacamisayelpantalón.

–Ahora,querida,permítemeservirtededoncella.

Lahermosadamaseresistióalprincipio,peroalgunosbesosacabaronpordecidirla,y lasprendas fueroncayendoal suelounaauna,exceptuandounacamisatransparentedecrepédeChina,lasmediasdesedanegrayloszapatosderaso.

Teleny comenzó a cubrir de besos su cuello y su nuca, y sus brazosdesnudos,frotandosusmejillascontraelnegroramilletedesusaxilas,ytodoellosincesardecosquillearlacomoanteshabíahecho;ellatemblaba,bajolaaccióndeestecosquilleoimplacable,mientraslahendiduradeentrelapiernas,abriéndosecomoenunbostezo,dejabaasomarelclítoris,parecidoaunabayadeespino,queasomabalacabezacomoparaverquéocurría.

Telenylaapretabacontrasupecho;y,supene,saltandodelajauladondesehallabaencerrado,searrojósobrelaaberturaprestaarecibirlo.

La condesa se frotaba voluptuosamente contra él. Teleny, sintiéndoladesfallecer, la extendió sobre la piel de pantera que hacía las veces dealfombra.

Todaintimidadytodorestodepudordesaparecieronapartirdeaquelmomento.Losvestidosseesfumaron.Acostadosobreellayapretándolacontodassusfuerzas,apuntaeintroducesudardo,mientrasella,paraayudarloapenetrarmásprofundamente,entrecruzatanfuertementesuspiernassobreellomodelarqueroqueésteapenaspuedemoverse.Este,noobstante,friccionacuantopuedesureceptáculo,yellobastaparaquepocodespuésdealgunossobresaltosmutuosyviolentos,ellíquidoardientequeélleinyectaleproduzcauntalespasmoqueladejarígidaycomoinanimadasobrelaalfombra,mientrasélruedaasulado,hastaquedarenidénticaposición.

Durante todo el tiempo que esta visión duró, yo permanecí postrado ysemidesvanecido, tendido en el asiento del coche de alquiler. Luego, puderecobrarlafacultaddereflexionaryrazonar.

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Hasta aquelmomento yo había tenido la intuición de quemi imagen nohabía dejadode ésta presente en su cabeza, aunmientras gozaba de aquellamujerenlaplenituddelabellezalajuventud.Peroelintensoplacerqueellaacababadeprocurarle¿nolehabríatalvezhechodesaparecerdesuespíritu?

¡Cómo lo detesté en ese momento! Hubiera querido ser una fiera paradeshacerlo con mis garras, para torturarlo, para hacerlo pedazos. ¿Con quéderecho otorgaba su amor a otra? ¿Acaso había amado yo a otro ser en elmundocomoloamabaaél?

¿Hubierapodidoyoacasosentirplacerconotrapersona?No,miamornoeraunvulgarsentimentalismo,sinounadeesaspasionesenloquecedoras,quedominanloscuerposytraspasanelcerebro.

Si amaba a lasmujeres, ¿por qué había jugado conmigo la comedia delamor,obligándomeaamarloyhaciéndomedespreciableamispropiosojos?

En medio del paroxismo de la excitación, me retorcía, me mordía loslabioshastahacermesangreyclavabalasuñasenmipropiacarne,llorandodevergüenzayde rabia.Poco faltóparaquesaltasedelcocheymedirigieraallamarasupuerta.

Esteestadodedepresiónduróunbrevetiempo,luegolaalucinaciónvolvióacapturarme…Losviaambossalirdelestadodepostraciónenqueelexcesoloshabíasumido.

Telenylamirabaensilencio.Ahorapodíaverclaramentesusrasgos…

–¿Dormís usted y había soñado todas esas escenas en el interior de sucoche?

–Enabsoluto.Leaseguroquetodoocurriótalcomoselocuento.Cuando,mástarde,puderelataraTelenytodamivisión,éstereconocióquetodohabíaocurridotalycomoyolohabíavisto.

–¿Ycómodiablospuedesereso?

–Pormedio,sinduda,deunapoderosatransmisióndepensamiento.Noesabsolutamente imposible. No me cree, ¿verdad? No soy el único que haexperimentado este tipo de visiones, y las actuales experiencias de lossiquistasofrecennumerososejemplosdeesto.

–Bien,puesprosiga.

–Ledecía,volviendoaél,queTelenyobservabaasuamante,tendidaasuladosobrelapieldepantera.

Ella dormía profundamente. Era el pesado sueño que sigue a la fatigaamorosa.Comoocurreenlaprimaveraconlasaviadelosárbolesjóvenes,lasaliva fluíade sus labiosentreabiertos,por losqueexhalaba igualmenteuna

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respiracióndulceyuniforme.Sussenosseerguíancomosirebosarandeleche,y sus pezones tensos parecían reclamar la caricia de alguien; un temblor dedeseorecorríatodosucuerpo.

Entrelosmuslos,suespesotoisónrizado,negrocomoelmismoazabache,seexhibíaadornadoporlosdestellosdelasgotasperladasquelorecubrían.

Semejante espectáculo hubiera despertado la concupiscencia del mismoJosé–elúnicoisraelitaaquienhayamosoídovanagloriarsedesucastidad–y,sinembargo,Teleny,reposandolacabezasobresucodo,lacontemplabaconun expresión de absoluta indiferencia, de disgusto incluso, con la mismaexpresióndequiencontemplalosrestosdecomidaybotellasqueadornanunamesa de banquete, después de concluido éste. Le tapó las piernas con sucamisaehizoelmismogestodedespreciodelhombrehastiadoporunamujerqueacabadeprocurarleunplacerculpable,envilecedor…yque,sabiéndoseinjustohaciaella,ladespreciaaúnmás.

Miprimeraintuiciónvolvióasaltarmeentonces:¡Asípues,nolaamaba!¡Sóloamípertenecíasuafectoqueporuninstantehabíaolvidado!

La condesa se despertó, al sentir frío, y creyéndose en la cama intentócubrirse.Sumano,alcomenzarapalparpararecogerlassábanasimaginariasnodiomásqueconlacamisa,yabriendolosojosencontrólosdesuamanteque lamirabaconuna indefinibleexpresióndereproche.Asustada,pasósusbrazosporelcuellodeéste.

–¡No me mires así! –dijo–. ¿Acaso soy tan repugnante? Ya veo. ¡Medesprecias! –y sus ojos se llenaron de lágrimas–.Tienes razón. ¿Por qué hecedido?¿Porquénoheresistidoalamorquemetorturaba?Sí,noeres túelculpable…soyyo laque tehebuscado, laque teheperseguido,yahoranosienteshaciamíamásquerepugnancia.¿Noesasí?¡Confiésalo!¡Amasaotramujer!…¡Oh,no!¡Nopuedeser!¡Dimequenoesasí!

–No,noesasí–respondióTelenyconviveza.

–Júramelo,júramelo!

–Yatelohejuradounavez,oalmenosmeofrecíajurarlo.¿Paraquéjurar,pues,sitúnomecrees?

Aunque el amor se había apagado en él, Teleny experimentaba unadolorosa piedad por aquella joven enloquecida, que comprometía sureputaciónporarrojarseensusbrazos.

¿Quéhombrenosehubieraenorgullecidodelapasiónqueélinspirabaenunamujerjoven,bella,ricaynoble,queolvidabalosjuramentoshechosasusmaridosparagozarsobreelcorazóndesuamantedeunospocosminutosdeembriaguez? Pero ¿por qué estas desgraciadas otorgan siempre su amor a

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hombresquegeneralmentenoleshacenelmásmínimocaso?

Telenylaconsolólomejorquepudo,repitiéndolehastalasaciedadquenoamaba a ninguna otramujer, asegurándole que le sería eternamente fiel, enrazóndesusacrificio;perolapiedadnoeselamor,ylapasiónpocotienequeverconlaviolenciadelplacer.

Unavezsatisfechossussentidos,labellezadelaqueloshabíacapturadoperdíatodosuatractivo.Noobstante,volvieronaentrelazarseyélvolvióapasear,aburridamente,sumanosobreaquelhermosocuerpo,desdelanucahastalarajaprofundaqueseparalasredondasyblancascolinasdelosglúteos,cariciasqueprovocabanenlajovenmujerlasmásdeliciosassensaciones;élpalpabasussenos,pellizcandoymordisqueandosustúrgidospezones,mientrassusdedosdescendíanhastaelcálidoreductoescondidoentrelasespesurasdelnegrotoisónsituadoentrelosmuslos.Ellasuspirabaytemblabadeplacer;peroTeleny,aúnrealizandoestetrabajoconlamayormaestría,permanecíagélido.

–¡Ah!Yaveoquenomeamas;porquenoesposibleque tú, jovencomoeres…

Nollegóaacabar,peroélsintiólamordeduradelreproche,loqueloenfriómásaún;yaquenosonlasrecriminacioneslasqueayudanalevantarelfalo.

Tomando entre sus dedos calenturientos el objeto inerte, ella comenzó aacariciarlo, a manipularlo, enrollándolo entre sus dulces dedos, donde éstepermaneció como un cánula de pasta blanda. Ella suspiró tan penosamentecomosiglosantes,enparecidasituación,lohabíahecholaamantedeOvidio,eimitandoloqueaquellamujerinteligentehabíahechosiglosantes,agachólacabezaycolocóaquelpedazodecarneinerteentresuslabios,aquelloslabiospulposos, finamente esculpidos y aromados. Su boca engulló entero deinmediato,ycomenzóa succionarlocon tantoplacercomo tomaelbebé losflácidossenosdesunodriza;luego,volviendoasacarlo,cosquilleóelglandeconlenguaexperta.

Elpene,aunqueyamenosblando,seguíaestandocaídoysinfuerzas.

Usted sabe que nuestros ignorantes antepasados creían en esa prácticallamada «clavar las agujas», práctica que tenía por objeto dejar impotente aaquel a quien se le hacía. Nuestras modernas generaciones, mucho másilustradas, han rechazado esta práctica como supersticiosa y grosera, y sinembargo,talveznuestrosignorantesantepasadosteníanrazón.

–¡Cómo!¿Prestaustedfeaesoscuentosridículos?

–Ridículosy todo loqueustedquiera,perose tratadehechos.Hipnoticeustedacualquierayverásinoconsiguetenerpodersobreél.

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–¿AcasohabíaustedhipnotizadoaTeleny?

–No, pero una secreta afinidad unía nuestras dos naturalezas. Ésta es larazóndeque,enaquelmomento,sintierayounaciertavergüenzaporTeleny.Por su parte, e incapaz de comprender esta relación oculta, su amantecomprabaaquelestadodeflacidezaldeunjovengalloque,despuésdehabercantado con todas sus fuerzas al amanecer, no es capaz ya sino de emitirquebradoscacareos.

Sentíaunaciertapenaporaquellamujer,ymedecíaqueyo tambiénmesentiríadecepcionadodeencontrarmeenparecida situación.Y, sinembargo,merepetíacasienvozalta:«¿Acasonoestoyensulugar?»

Este deseo tan vivamente formulado, reverberó en el cerebro de René;creyóquelabocadelacondesaeralamía,quesuslabioseranmislabios,yprontosupenecomenzóatomarvida,ahenchirse; los testículosadquirieronvolumendenuevo,ylaerecciónfuetanfuerte,queapuntoestuvodellegaraeyacular.

Ella, asombrada por el cambio, y habiendo obtenido lo que deseaba, sedetuvo;sabíaperfectamenteque«sobrepasarlameta,esperderla».

Teleny,sinembargo,temiendoqueelrostrodelacondesallegaraaborrarelmío,apesardesubelleza,impidiéndolellevarapuertosuobra,lahizogirarsobresímisma,presentándolesugrupa.

Ellaledejóhacercontodadocilidad,apoyándoseenlasrodillasyconlacabeza baja, para ofrecerle un panorama lo suficientemente excitante comopara que su instrumento, aún relativamente blando, alcanzara sus plenasdimensiones,agitándosehastacasitocarsuombligo.

Por un instante, Teleny tuvo la tentación de introducir aquel aparatoplenamente desplegado en el estrecho orificio que se ofrecía a sus ojosradiantesyque, sinser la sedede lavida, síesciertamente ladelplacer.Eltemordelastimartandelicadajoyaledetuvo.Igualmenteresistiólatentacióndebesarloypenetrarloconsulengua.Instaladoentresuspiernas,tanteóconelglandeunaaberturamuchomásespaciosa,peroqueahoraparecíahinchadaytumefactaporlosfrotamientosanteriores.

Lehizoapartarlaspiernaslomásquepudo,ylocalizólarendijaconsusdedosentre la trabazóndefisuras,similaresaunemparrado,queformaba laentrada;apartadadelamaleza,frotóconsuútillacuencaardiente,mientraselclítoris,dentro,seerguíaalcalordelplacer.

La dama comenzó de nuevo su melodía de temblores y gemidos.Sujetándolaconambasmanosporloshombros,élhundiósuinstrumento,conciertadificultadalprincipio,debidoalatumefaccióndelascarnes;unaspocas

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embestidasdieronrápidamentecuentadelobstáculo,yelbastónpenetróhastala raíz, hasta tocarse entre sí losdos toisones, y tanprofundamenteque ellaexhalóungritoalavezdeplacerydedolor.

Durante casi diezminutos, una eternidad de delicias, ella tembló, gimió,suspiró,gimióyseextasió:

–¡Oh,aúnlosiento!–gritabaenmediodelabandonoylaembriaguezdelexceso–.¡Másadentro!

¡Hasta el fondo! ¡Húndela! ¡Más, más rápido! ¡Eso, eso es! ¡Basta!,¡basta!,¡estoymuerta…!

Peroélnoescuchaba,seguíhundiendounayotravezsuinstrumentoconcreciente vigor y, habiéndole ella suplicado en vano un minuto de respiro,comenzóasecundarloconrenovadoardor…

Durante todo este tiempo, sus pensamientos se concentraban en mí; laestrechezdelconductoquerecorríasupene,unidoalcosquilleodeloslabiosvaginales,leprocurabaunasensaciónque,redoblandosuvigor,imprimíaasuinstrumento violentas sacudidas, traspasando por entero la delicada criaturaqueteníadebajodesí.Finalmente,laspuertasdelosconductosseminalesseabrieronyelchorropenetróhastalasúltimasprofundidades.

¡Momento de delicia indecible! Los músculos vaginales, contraídos, loestrechaban, lo succionaban, lo vaciaban. Luego, y en medio de unaconvulsiónespasmódica,cayeronunaalladodelotro,inertesyestrechamenteenlazados.

–¡Yasíterminalaepístola!

–Nodeltodo,porquenuevemesesmástardelacondesatrajoalmundounmagníficoniño…

–Quenaturalmente,separecíaasupadre.¿Acasonoseparecenlosniñossiempreasupadre?

–No.ÉsteresultóquenoseparecíaasupadreniaTeleny.

–¿Aquiéndiablosseparecíaentonces?

–¡Amí!

–¡Austed!¡Vayaunabroma!

–Broma,siustedquiere…peroalgoadmirable,y,segúnmehandicho,elviejoraquíticodelcondeestámuyorgullosodesuhijo,porquehadescubiertoun cierto parecido entre su único heredero y el retrato de uno de susantepasados.Cosa ésta, que no deja nunca de señalar a sus visitantes comodetalle de atavismo; y, cuando lleno de orgullo, comienza a extenderse

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respectoaesto,lacondesaseencogedehombrosyfruncedesdeñosamenteloslabios,mostrandosupococonvencimiento.

CapítuloV

NomehadichoustedcuándoycómovolvióaencontrarseconTeleny.

–Unpocodepacienciayllegaráasaberlotodo.

Comprenderáustedque,despuésdehabervistoalacondesaabandonarsucasa de madrugada, llevando marcadas en su rostro las huellas de susemociones,yodebíatenerprisaporlibrarmedemipasióncriminalporRené.

Durante algún tiempo llegué a persuadirme de que aquel hombre nosignificaba nada para mí. Y, sin embargo, cuando creía ya mi amor por éltotalmenteextinguido,noteníamásquemirarme,paraqueyosintieraaesteamoratenazarmemásquenunca,apoderarsedemicorazónyarrebatarmelarazón.

Noteníayareposo,nidedíanidenoche.

TomélaresoluciónformaldenovermásaTeleny,ynoasistirtampocoasus conciertos; pero las resoluciones de los enamorados son como lluvia deabril, y en el último minuto, bajo el menor pretexto, acababa cambiandosiempredeopinión.

Ardía, además, por saber si la condesa o cualquier otra persona seguíacompartiendo sus noches. Pero no, el conde, que estaba ausente, volvióinopinadamentedeviajeypartiódenuevoparaNiza, llevándoseconélasumujer.

Nolequitaba,sinembargo,lavistaaTelenyy,pocotiempodespués,lovisalir con Bryancourt. Esto no tenía nada de anormal. Caminaban del brazohacialacasadelartista.

Yolosseguíadelejos.Y,sicelosohabíaestadodelacondesa,loestabaahoradosvecesdeBryancourt.SiTeleny–medecía–pasacadanocheconunamantedistinto,¿porquémeaseguróquesucorazónsuspirabapormí?

En el fondo de mi corazón, yo estaba seguro de que era a mí a quienamaba,ydequesusotrosamoresnoeranmásquecaprichos,quemientraslodemásamoresnoeransinomerassatisfaccionesdelossentidos,loquesentíahaciamíeraverdaderoamor,amorprofundo.

Llegados a la puerta deTeleny, ambos amigos se pusieron a charlar, sin

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entraralacasa.

Lacalleestabadesierta.Sóloalgunospaseantesretrasadosseapurabanporllegarasuscasas.

Camuflado en la esquina de la calle, no perdí ni uno solo de losmovimientosdelosdosconversadores.

Porunmomento, llegué a creer que se separarían sinmásporqueveía aBryancourttenderlamanoytomarladeTeleny.Mesentíafeliz.Despuésdetodo–medije–hejuzgadomalaBryancourt;¿porquéimaginarsequetodosloshombresytodaslasmujereshabríandeenamorarsedeesepianista?

Peromialegríadurópoco;y laescenaquesiguióacabóde trastornarme:Bryancourt atrajo hacia sí a Teleny y… , sus labios se unieron en un largobeso, un beso que a mí me supo a hiel; luego, tras breve intercambio depalabras,lapuertaseabrióyambosdesaparecierontrasella.

Lágrimasderabia,angustiaydespechoempezaronasaltarmedelosojos;losdientesmerechinabanymemordíloslabioshastahacermesangre;luego,mearrojécomounlocosobrelapuertacerradaycomencéadarpuñetazosenella.Seoyeronpasosyyohuí.Vaguéporlascalleshastalamadrugada;luego,azorado,físicaymoralmenteherido,volvíacasa.

Aldíasiguiente,volvíatomarlafirmeresolucióndenovolverjamásalosconciertosdeTeleny,denoseguirlonuncamás,deolvidarlo;hubierallegadoinclusoaabandonarkacuidad,sinohubieraencontradounmediodelibrarmedeestefunestoamor.

Nuestra camarera acababa de casarse ymimadre, antes demarcharse atomar las aguas, había tomado a su servicio –por razones que sólo ellaconocía–unamuchachadepueblodeaproximadamenteunosdieciséis años,peroqueparecía aúnmuchomás joven: hechobastante raro, puestoque lasmuchachasdelcamposiemprerepresentanmásedaddelaquetienen.Estabalejosdeencontrarlabella,perotodoelmundoparecíaquedaratrapadoporsusencantos.Esta fresca flor de los campos no tenía, bien es verdad, ni elmásmínimoasomoderusticidad,nigrosería.Era,porelcontrario,vivacomoungorriónygraciosacomoungatito;añadaustedaestoelfrescordelahijodelcampo, y yo diría, la acidez casi de un fruto verde, de una fresa o unaframbuesanacidasentreelmusgo,ytendrásuperfectadescripción.

A pesar de su origen pueblerino, uno de la representaba vistiendo ropaspintorescas,ytalvezunpañuelorojosobreloshombros,conlagraciasalvajedeunajovencabritilla,prestaasaltaralmásmínimoruido.

Teníalagrácilflexibilidaddeunmuchachoyselahabríaconfundidoconundeellosdenoserpor lossenosfirmesyredondosquepodíanadivinarse

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debajodelcorpiño.

Aunquesabíaqueniunosolodesusmovimientospasabainadvertidoparaquieneslaobservaban,parecíanodarsecuentadelaadmiraciónquecausabaysemostrabaofendidacuandoalguienledemostrabadepalabraoporgestos.

Pobredequienseatrevieraadeclararlefrancamentesussentimientos;notardabaellaenhacerlesentirque,juntoconelfrescorylabellezadelasrosasnacidasentreelmusgo,teníatambiénsusespinas.

Detodaslaspersonasqueconocía,yoeralaúnicaquejamáslehabíaprestadolamásmínimaatención.Aligualqueelrestodelasmujeres,sufiguraysucaramedejabanindiferente.Sinembargoyoeraelúnicohaciaelqueellamostrabaciertainclinación.Sugraciafelina,susmanerasprovocativas,queledabanlaaparienciadeunGanímedes,acabaronporcomplacerme,yaunquenosentíaporellaniamor,nilamásligerainclinación,penséque,atravésdeella,podríaaprenderaamaryaolvidaralotro.Ysirealmentehubierapodidoexperimentarunpocodeamorporella,creoquehubierallegadoinclusoadesposarla,antesqueconvertirmeenunsodomitayatarmeaunserinfielaquientanpocoimportaba.

–¿Acasonopodríayo–medecía–experimentarunpocodeplacerconestamuchacha,lobastantecomoparacalmarmissentidosyadormecermicerebroenloquecido?

Y, sin embargo, ¿qué crimen era mayor: seducir a una pobre niña yperderlaparasiempre,haciéndolatalvezmadredeunpequeñodesgraciado,ocederalapasiónquetorturabamicuerpoyespíritu?

Nuestra «honorable sociedad» considera lo primero como un simplepecadillo,mientras tiembla de horror ante lo segundo; y, estando como estánuestra honorable sociedad compuesta de hombres virtuosos, sin duda estoshombresvirtuososyhonorablesdebentenerrazón.

Qué razones particulares los hacen pensar de este modo, es algo queciertamentenosé.

Enmiestadodesobreexcitación,lavidasehacíaintolerable,yyonopodíasoportarlayapormástiempo.Unamañanadeaquellas,volvíacasafatigado,hostigado por una noche sin sueño, y con la sangre abrasándome por losnerviosyelalcoholquehabíabebido.Tomé,nadamásalllegar,unbañofrío,mevestídenuevoyllaméalamuchachaamihabitación.

Viendomi aire atribulado, la palidez demi cara ymis ojos rodeados degrandesojeras,ellamepreguntó:

–¿Estáustedenfermo,señor?

–Sí,nomeencuentrobien.

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–¿Dóndehapasadoustedlanoche?

–¿Dónde?–repetíyo.

–Sí,ustednovolvióayerporlanoche.

Unarisanerviosafuemiúnicarespuesta.Teníalacertidumbredequeunanaturaleza como la suya tenía que ser dominada de un solo golpe,más queasediadagradualmente;yolatomé,pues,enmisbrazosylabeséenlaboca.Ellaintentóescaparse,máscomounpájarosindefensaquebatelasalasquecomoungatoqueenseñaslasuñas.

Seenroscaba,apoyandosussenoscontramipecho,suspiernascontralasmías;yyolaapretabacadavezmás,apoyandomislabiosdefuegosobrelossuyos,yrespirandosualientosuaveyfresco.

Eranaquellos losprimerosbesosquerecibíaen laboca(comomás tardemeconfesaría),ylasensaciónqueleprodujeronlasacudiócomounadescargaeléctrica.

La cabeza le daba vueltas, sus ojos se le nublaban de debilidad, pero,cuando quise introducir mi lenguaentresusdientes,supudorserebeló,yempezóaresistirseyanegarseaconsentirtalcosa.Leparecía–medijo–comosileintrodujeranuntrozodehierroardiendoenlaboca,ycreíaestarcometiendouncrimenabominable.

–No,no–gritaba–,meahogausted.Memata,¡déjeme!Nopuedorespirar.¡Déjemeopidoauxilio!

Yohiceoídossordosaestasquejasyprontomilenguaenterapenetróensuboca.Latoméentoncesentremisbrazos,ligeracomounapluma,ylatendíenlacama.Elpajarilloqueagitabalasalasdejódeserunatórtolaindefensa,paraconvertirseenunhalcón,quelanzabapicotazosalaire,debatiéndosecontodassus fuerza, arañándome, mordiéndome, amenazándome con arrancarme losojos,cubriéndomedepuñetazos.

Nadaexcita tantoalplacercomolabatalla.Unacorta luchaacompañadadesonorosgolpesyalgunoscachetesponenacualquierhombreenerección,delmismomodoque,másqueningúnotroafrodisíaco,actúamejorsobreunviejoagostadoqueunabuenaflagelación.

La luchaprodujo, pues, su efecto tanto en ella como sobremí; pero, tanpronto la hube colocado de espaldas sobre el lecho, cuando, dejándose caersobreelsuelo,semeescapódelasmanoscomounaanguila,ydeunsaltodecabra llegó hasta la puerta. Yo, sin embargo, había tenido la precaución dedejarlacerradaconllave.

La lucha dio de nuevo comienzo; era preciso que fuera mía. De habercedidocobardemente,sindudalahabríadejadomarchar;perolaresistenciala

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hacíadeseable.

Mis brazos la estrecharon; nuestros cuerpos quedaron estrechamenteapretados,ellase retorcíaysuspiraba.Yo introdujeunademispiernasentrelassuyas,sussenospalpitabanbajomipecho,yellanocesabadepropinarmegolpes,cadaunodeloscualesatizabaaúnmásmifuego.

Me había quitado ya la chaqueta. Los botones de mi chaleco y de micamisaestabandesabrochados,elcuellodelacamisadesgarrado,yéstahechapedazos,mientrasmisbrazossangrabanporvariaspartes.Encuantoaella,susojos despedían llamas, como los de un lince, y sus labios expresaban suconcupiscencia;parecíaahoraluchar,noparadefendersuvirginidad,sinoporelplacerdeluchar.

Mientras oprimíamis labios contra los suyos, sentí su cuerpo temblar, yunavez, lapuntadesu lenguapenetró ligeramenteenmiboca,mostrándoseconestotanllenadeplacercomounaménadeensuiniciación.

Yo la deseaba y, sin embargo, experimentaba la tristeza de tener quesacrificarlaenelaltardeVenus.

Tomándolaentremisbrazos,latransportédenuevohaciaellecho.

¡Quéhermosameparecióentonces!Losbuclesdesuscabellos,desatadosdurante la lucha,sederramabansobre laalmohada.Susojosvivosynegros,rodeados de cortas pero espesas pestañas, brillaban con un fuego casifosforescente, su cara estaba llena de manchas de mi sangre, y sus labiostemblorososhubieranhechovibrarconvidanuevaelpeneflácidodecualquiermonsignorecaduco.

Yo la mantuve durante un momento debajo de mí, limitándome aadmirarla.Lafijezademismiradaslamolestó, la irritó,e intentóescapardenuevo.

Loscorchetesybrochesdesuvestidohabíansaltadocasitodos,yatravésde lasdesgarraduraspodíayoversucarnedeliciosa,bruñidapor losdíasdecosecha pasados bajo el sol ardiente, y una parte de sus redondos senos –ybien sabe usted que estos entrevistos furtivos sonmás excitante que las fríaexhibicionesdecarnesdelosbailes,losteatrosylosburdeles.

Acabé de desgarrar todos los obstáculos. Con una mano empecé aregistrarlesupecho,intentandodeslizarlaotrapordebajodesuvestido;perosusenaguasestabantanestrechamenteapelmazadasentresuspiernas,yéstas,tanfuertementecerradas,quenohabíamododellegaralobjetivo.

Después de un buen número de gritos ahogados, parecidos a los de unpájaro, después de muchos esfuerzos y muchos desgarrones, de muchasmordedurasymuchosarañazos,mimanoalcanzóporfinatocarsusrodillasy

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pudoascenderporsuspiernas.

Apesardesuaparienciafrágil,suscarnesteníanlafirmezaylaredondezdelasdeunacróbata.Habíalogradollegaralfinalaentrepierna,yposarmisdedossobreelbosquedepelusaquecoronaelmontedeVenus.

Empecé a frotar la parte superior de la hendidura; ella pidió gracias; loslabiosseabrieron.Yointentéintroducireldedo.

–Mehacedaño;meestáarañandoahí–gritóella.

Finalmente sus piernas perdieron rigidez, y pude levantar las faldas; ellaprotestó,haciéndoseunmásdelágrimas,lágrimasdemiedo,devergüenza,dedespecho.

Retire entonces el dedo, y al hacerlo, me di cuenta de que se hallabatambiénmojadoporlaslágrimas,perounasquenadateníandeamargas.

–¡Ea! –le dije, tomando su cabeza y cubriéndola de besos–, ¡no tengasmiedo!

Eraparajugarsólo.Notengointencióndehacertedaño.¡Hala!,levántate.Puedesirtesiquieres.Noteretendrémáscontratuvoluntad.

Y,diciendoesto, lepellizquésuspequeñospezones,nomásgrandesqueunafresasalvajeyconunolorparecidoaldeésta,yellaseagitódebajodemí,exhalandounsuspiro.

–No–dijo–.Nomeiré,estoyensupoder.Hagademí loquequiera.Nomedefenderémás.Sólorecuerdeque,simepierde,memataré.

Habíaensusojosunataldeterminaciónalproferirestaamenaza,quesentímiedo y resolví dejarla marchar. ¿Podría nunca perdonarme haber sido elcausantedesusuicidio?

Y,sinembargo,lapobreniñamemirabaconsusojostanllenosdeamor,que era evidente que el fuegode su cuerpo la consumía. ¿No era quizásmiúltimodeberapagarestefuego,yhacerleconocereléxtasisquesussentidosdeseaban?

–Tejuro–ledije–queno teharéningúnmal;no teasustes,sóloquédatetranquila.

Levanté su camisa de tela basta y pude ver entonces la hendidura máspequeña que jamás se haya visto, y dos labios de coral sombreados por unbosquecillonegro,sedosoysuave.LoslabiosteníaelfrescordeesasconchasdecolorrosadoqueabundanenlasplayasdelosmaresdeOriente.

LosencantosdeLedaqueempujaronaJúpiteraconvertirseenCisne,olosdeDánae,cuandoabrió suspiernaspara recibir laardiente lluviadeorodel

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dios olímpico, no pueden haber sido más tentadores que los labios de estapequeñacampesina.

Alentreabrirse,descubríanunapequeñabaya,frescayllenadesalud,gotade rocío coloreadade rojo al posarse sobre el capullode rosa.Mi lengua laoprimióduranteunsegundo,ylamuchachaquedótransportadaporunplacerquejamáshabíasentido.Unmomentodespuésnoshallábamosunoenbrazosdelotro.

–¡Oh,Camille!–decíaella–,¡nosabecuántoloamo!

Esperabasindudaunarespuestamía,peroyo,enlugardeesto,cerrésuslabiosconunbeso.

–Respóndame–volvióadecir–.¿Meamausted?¿Piensaustedamarmeunpoco?,¿solamenteunpoco?

–Sí–respondíyo,débilmente,yaquenisiquieraentalescosassoycapazdementir.Ellamemiróduranteunoodossegundos.

–No,ustednomeama.

–¿Porquéno?

–Nolosé.Sientoquenoleimportomásdeloqueleimportaunabriznadepaja.¿Esasíono?

–Siasílocrees,¿cómopuedoconvencertedelocontrario?

–Nolepidoquesecaseconmigo,niquierosertampocolaentretenidadenadie,perosiustedmeamarasólounpoco…

Nollegóaacabarlafrase.

–¿Entonces…?

–¿Nocomprendeusted?–dijoella,escondiendosucaradetrásdemiorejayapretándosecontramí.

–No.

–Puesbien,siustedmequiere,soysuya.

¿Quédebíayohacer?

Me repugnaba tomar a una muchacha que se me ofrecía así, sincondiciones,y,sinembargo,¿nohubierasidounatonteríadejarlamarcharsindarsatisfacciónasuardientedeseoyalmío?

–Sobretodo,sabiendoquesuamenazadesuicidionoteníaelmásmínimosentido.

–Notantocomoustedpiensa.

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–Bien,termineelcapítulo…¿porquésedecidióalfin?

–Yo?Pordetenermeamitaddecamino.

Continuando con mis besos, la acosté sobre su espalda; separé suspequeñoslabiosyapoyéenelloslapuntademipene.Éstosfueronabriéndosepocoapoco,entrandoprimerolamitaddemiglande,yluegolacabezaentera.

Yo empujé suavemente, pero me sentía retenido por todas partes, sobretodoenelinterior,dondeencontrabaunserioobstáculo.Eracomocuando,alir aclavarunclavo, lapunta tropiezaconunapiedra;es inútilmartillearentalescasos,elclavosetuerceyacabarompiéndose;delmismomodo,alhacermayorfuerza, lapuntademiinstrumentoseaplanaba,seestrangulaba.Tuvequehacerunserioesfuerzoparasalirdelcallejóndondemeencontraba.

Ellagemía,experimentandosindudamásdolorqueplacer.

Saqué todomiaparatoy lo intentédenuevo;peromiarietegolpeabaenvano la puerta de la fortaleza. Me preguntaba si no sería mejor empujarbruscamentey forzar la entradaconunasaltovigoroso,peromeencontrabaexhaustoymifluidovitalacabóporderramarse.Lapobrenohabíallegadoasentir nada, o, en todo caso,muy poco,mientras yo, agotado pormi vagarnocturno,yenervadoporelesfuerzo,caíatendido,inerte,asulado.Duranteunos segundosmemiró estupefacta, luego, de repente, saltando fuera de lacama con unmovimiento felino, se apoderó de la llave que colgaba demipantalón,ydeunsaltosearrojófueradelahabitación.

Demasiado débil para poder seguirla, caí pocos instantes después en unsueñoprofundo,elmejorreposodequehubieragozadodesdehacíatiempo.

Duranteunosdíasgocédeunasuavecalma,alejadodelosconciertosydetodosaquellos lugaresdondehubierapodidoencontraraRené;comenzabaapensarque,coneltiempo,acabaríaporhacérsemeindiferente.

Pero era demasiado presumir.Mis esfuerzos por intentar borrarlo demipensamientome impedían lograrlo. Temía tanto no poder lograrlo, que estemismomiedomelorecordabaconstantemente.Encuantoalamuchacha,creoque sentía pormí casi exactamente lomismo que yo sentía porTeleny.Meevitabatodoeltiempo,encerrándoseenelcírculodesustrabajosobligatorios,intentandoinclusoodiarme,despreciarme;sinconseguirlograrlo.

–¿Odiarlo,porqué?

–Creía sin duda que si había conservado su virginidad era simplementeporquenoteníaelmásmínimointerésporella,yqueconelplacerquedeellahabíaobtenidomebastaba.

Silahubieradesfloradoyamado,mehubieraadoradoacausadelaheridaquelehabríacausado.

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Y cuando un día le pregunté si no me estaba agradecida por haberconservado su virginidad,me respondió simplemente: «No», y era un «no»tajante,ciertamente.

–Porlodemás–añadió–,ustednohizonada,porquenopodíahacerlo.

–¿Cómoquenopodía?

–No.

Yacompañóeste«no»deunasonorabofetada.Denuevolaestrechéentremisbrazos;luchamoscomodoscampeonesdeferia,contantoardor,aunqueconmenoshabilidad.Eraunapequeñamasadenerviossólidosymusculados,peroprontocomprendiódequéladoestaríalavictoria.

Experimentéunverdaderoplaceralsentirsucuerpopalpitarcontraelmío,y aunque ella no quería otra cosa que ceder, no fue sino sin trabajo comolleguéapegarmibocaalasuya,ycomoconseguíarrojarlasobreel lechoeintroducirmicabezabajosusfaldas.Lasmujeressonunascriaturasextrañas,imbuidas de prejuicios absurdos; y esta pequeña rústica, apegada a lanaturaleza, consideraba aquel homenaje a sus órganos sexuales como unaabominación.

Mellamócerdo,bestiapuercayotrosagradablesepítetos.Seretorció,seenroscó intentando escapar amis brazos, no consiguiendo sino aumentar elplacerqueyo leprocuraba.Finalmente,vencidaporelgoce,ayudóahundirmásmicabezaentresuspiernas,apretándomelanucaconsusdosmanosconsemejante violencia que sólo con grandes esfuerzos fui capaz de retirar milenguadesuardientevagina.

Permanecí, pues, allí, penetrando, succionando, lamiendo aquel pequeñoclítoris, hasta que éste pidiera clemencia, probándole así que no era éste unplaceradesdeñar;sabíaporexperienciaqueésteeraelmejorargumentoparaconvenceraunamujer.

Cuandotodaslapartesinternasquedaronbienlubricadas,ayudadaspormilengua y humedecidas por la acariciadora marea que las inundaba a cadaoleadade placer, cuandohubogustado el placer que cualquier virgenpuedeprocuraraotrasinromperelselloquedafedesuinocencia, lavisióndesualborozo, hizo levantar la cabeza de mi instrumento; lo saqué, entonces,triunfantedesuprisión,paraintroducirloenelantrodelaalegría.

Pero de nuevo se vio interrumpido en su avance. Un vigoroso golpe decaderasacabóporprocurarmemásdolorqueplacer;laresistenciaeratalquemi ariete quedó casi averiado en la acción; las paredes cerradas y firmesacabaronporfindedilatarse,ymipistónseencontródeprontocomoatrapadoen el interior de un conducto estrecho, sin poder, sin embargo, perforar el

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himen.

¿Porqué lanaturalezahacerrado tan locamente larutadelplacer?¿Sólopara hacer creer al infatuado esposo que es él el pionero de estas regionesinexploradas?¿Ignoraéstequelasmujeressabiasmuestrangranhabilidadalahora de reparar las cerraduras forzadas? ¿O acaso sirve sólo para hacerloobjetodeun rito religiosoydaraalgúnpadreconfesorelplacerde recogerestaflor,placerquepormuchotiempofuepatrimoniodelasacerdotisa?

Lapobremuchachasintiócomounacuchillada; sinembargono lanzóniungrito,niunlamento,apesardeveryollenarsesusojosdelágrimas.

Unnuevoesfuerzodecaderas,unnuevoembatemás,yelvelodeltemploquedódesgarrado.Peroyomedetuveatiempo.

–¿Puedoseguir?

–Ustedyamehaperdido–repusoellacontranquilidad.

–Nodeltodo,aúnsiguessiendovirgen,sí,virgen,ytodoporquenosoyunvulgarcanalla.Dimesólosopuedoposeerteporcompletoono,dimesíono.

–Si me ama, tómeme; pero, si solamente quiere tener un momento deplacer…Despuésdetodo,hagaloquequiera,perole juroquemematarésiustedmeabandona.

–Ésassoncosasquesiempresedicen,peronuncasehacen.

–Ustedverá.

Saquémi pene del pasaje, pero antes de dejarla levantarse, la cosquilleésuavemente con la punta durante un momento, intentando con este placersuplementariocompensarladeldañoqueacababadehacerle.

–¿Puedoposeerteono?–repetí.

–¡Imbécil! –dijo ella, de repente, con un susurro repentino. Yescabulléndosedeentremisbrazossaltóhacialapuerta.

–Espera a la próxima, y ya verás quién es el imbécil –le grité; pero ellaestabayademasiadolejosparapoderoírme.

–Hayquereconocerquesecomportóusteddeunamaneraunpocotonta.¿Puedoalmenostomarlarevanchaenlasiguienteocasión?

–Mirevancha,siasípuedellamarse,fueterrible.

Teníamosanuestroserviciocomococheroaunjovendeplanta,extrañoyvigoroso,cuyaternuradecorazónhabíaestadohastaentoncesorientadahacialos caballos. Se enamoró, sin embargo, perdidamente de esta hermosamuchacha,tanásperaparaélcomounaramadeacebo.

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Había intentado demostrárselo honestamente, de todas las manerasposibles. Su pasión y su continencia, combinadas, había llegado incluso adulcificarenél todoloqueteníaderústicoybrutal; leofrecíaflores,cintas,ramilletes,peroellarechazabacondesdéntodossusregalos.

Leofrecióinclusocasarseconelladeinmediato,llegandohastaaofrecerleunacabañayunpedazodetierraqueteníaensucomarcanatal.

Suspropuestasrecibieron,unatrasotra,unrechazoformalporpartedelamuchacha,quelohumillabaylodespreciaba,considerandosuamorcomouninsulto.En losojosdelhombrepodía leerseunapasión irresistible,mientraslosdeellavagabanporelvacío.

Exasperadoporsuindiferencia,habíaintentadotomarporlafuerzaloqueporamorleeraimposibleconseguir;peroellalehabíahechocomprenderqueelbellosexonosiempreeselsexodébil.

Trasestatentativaviolenta,ellacomenzóaexcitarloapropósito.Cadavezque se cruzaba con él, lamuchacha semordía el dedo pulgar ante su cara,haciéndolorestallarconungestodeburla.

La cocinera, que sentía por el fuerte y nervudo mancebo una secretaternura,ysehabíadadocuentadequealgohabíaocurridoentreladoncellayyo,informóalcocherodelasunto,loqueprovocóenélunaccesodecóleraydecelos.

Vivamenteherido,ysinsaberyasileimportabamáselodiooelamor,yno importándole tampoco loquepudieraocurrir,quisosatisfaceracualquierpreciosupasión.Laternuraamorosadiopasoensucorazónalarabiasexualdelmacho.

Aescondidas–yguiadoprobablementepor lacocinera–se introdujounanocheenlaalcobadelamuchachita,escondiéndoseallíentreelbiomboyunviejomueblequeensuinteriorhabía.

Suintenciónerapermanecerallíocultohastaqueellasequedaradormida,deslizándoseluegoensulecho,parapermanecerallíelrestodelanoche,porlasbuenasoporlasmalas.

Tras un tiempo de espera y ansiedadmortales, porque cadaminuto quepasaba le parecía una hora, vio por fin entrar a la dueña de la alcoba, quecuidadosamentecerrólapuertaypasóelpestillo.

¡Qué inmensaalegría!Noesperaba,pues,anadie;estabaporcompletoasumerced.

Conayudadedosagujerosquehabíaabiertoenelbiombo,pudoobservartodoloquelamuchachahizoantesdeacostarse.Lentamente,aquéllasequitólacofia,atósuscabellosenungruesomoño,sequitóelvestido,elcorsé,las

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enaguas y los calzones. Se quedó sólo con el camisón. Luego, se puso unacofiadedormir,ycomenzóahacersusoracionesderodillas.

Lalunallenainundabalahabitaciónconsuluzpálida,acariciandoconsusrayos los brazos desnudos de la muchacha, sus hombros redondos, suspequeñossenospuntiagudos,yenvolviéndolaatodoellaenunnimboopalino,queleproporcionabaeldelicadolustreylasuavidaddelámbar;elrestodesucuerposeperdíaentrelosampliosplieguesdelcamisón.

Inmóvil,ycasiaterrorizadodesupropiaaudacia,contemplabaelcocheroestosdetalles,reteniendocongrandesesfuerzoslarespiraciónanhelante,hastacasi ahogarse, y atravesando con la vista cuanto veía por las mirillas delbiombo,contodassusfacultadesconcentradasenelsentidodelavista.

Terminadassusoraciones, la jovenhizolaseñaldelacruzayselevantó.Alsubira lacama,unpocoalta,mostróalcocherolagraciosafinuradesusmuslos, suspequeñasnalgas redondeadas, y, al ir a inclinarsehaciadelante,antesdedarselavuelta,aquélpudoverporuninstantelaumbrosajunturadelosmuslos.

Elcochero,a lavistadeesto,noseparóyaenmásdetalles:deunsaltofelinosearrojósobreella.Yantesdequeellahubieralogradolanzarungrito,yalahabíaéltomandoentresusbrazos.

–¡Déjame,déjame!–gritó–,opidosocorro.

–Gritacuantoquieras,preciosa,quenadievendráaayudarteantesdequeyoteposea,porquejuroporlaVirgenSantísimaquenosaldrédeaquíhastaquenotehayadisfrutado.Yyaqueesemaricónteusaparadarsegusto,lovoyahaceryotambién.Despuésdetodo,mástehubieravalidoserlamujerdeunpobrehonradoque laputadeunrico.Y túbiensabesque teheofrecidoenseriosermiesposa.

Y,mientrasdecíaesto,laaferrabaconunamano,conlafuerzadeuncepo,intentandoconlaotrahacerlevolverlacabezaparabesarlaenlaboca;alnoconseguirlo,lacolocódebajodesí,y,sujetándolelanuca,comenzóapalparleentre laspiernas;empuñósupubisconsu rudamano, se introdujoentre suspiernas separadas y empujó su instrumento entre los labios apenasentreabiertos.

Apesardesuhinchazón,despuésdemisdostentativas,elenormepenedelgañán logró deslizarse en su interior, consiguiendo alojar su cabeza en elprimer tramo de la vagina, donde, como un pesado tamiz sacudido por elviento,desparramósusemen,apenashubo tocadoelclítoris, inundandoa lamuchachaporcompleto.Vientreymuslosquedaroncubiertosdeeste cálidoriego,acuyocontacto la joven temblóyse retorció,comoalcanzadaporunlíquidocorrosivo.

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Cuantoellamásseresistía,mayoreraelplacerdelbruto,queexpresabasuéxtasis con sus roncos suspiros, y no perdía vigor ni dureza, cada vezmásexcitado por las contorsiones de su víctima. Metiendo entonces su enormemanoentrelaspiernasdeésta,lalevantósobreellecho,dejándolelaspiernasenelaire.

Apretó luego su glande carnoso contra los labios recién bañados por susemen, y éstos, lubricadospor la inundaciónviscosa, se abrieron sin apenasesfuerzo.Enningúnmomentoselepasóaélporlacabezadarleasupresaelmásmínimoplacer;eralafuriasalvajeybrutaldelmachoquetomaposesiónde la hembra, y que antes se hubiera dejado matar que soltarla. Se apoyócontraellaconlapesadezdeuntoro,y,conungolpedecadera,hizoavanzarelglandehaciaelinteriordelavagina,hastatoparconlamembranavaginal,queaúnsehallabaintacta,pormásquedilatada.Alsentiraquelobstáculo,elcocheroexperimentóunmomentodelocaalegría.

–¡Eres mía –dijo, cubriéndola de besos–, mía para siempre, hasta lamuerte!

¡Míaparasiemprejamás!

Elladebiócompararsindudaenestemomentosusalvajealegríaconlafríaindiferenciaqueyolehabíamostrado,ysinembargosintióganasdegritar;éllecerrólabocaconlamano.Ellaselamordió,peroélnosedioporenterado,y sin preocuparse por el daño que le hacía y que aún habría de hacerle, laapretócontodassusfuerzas,yconunaviolentasacudida,superioratodaslasanteriores, leatravesó lamembrana,hundiendosucolumnapríapicahasta lomásprofundodelavagina,hastahacerladesaparecerentera.

Ellaexhalóungritoagudo,penetrante,ungritodedolorydeangustia,quevibrando en el silencio de la noche, pudo escucharse en toda la casa. Sinpreocuparseporlasconsecuenciasdesuacto,niporlosruidosqueempezabanaescucharseenlashabitacionesvecinas,eindiferente,asimismo,alasangrequeempezabaacorrerpor los labiosvaginalesde laniña,hundíaunayotravez,ebriodeéxtasis,sulanza,hastaelfondodelaheridaqueacababadeabrir,mezclandosusgrulidosdeplacerconloslamentosdesuvíctima

Cuandohuboterminado,extrajodelavainadondehabíaestadoalojadasuarma flácida; la joven había quedado al fin libre, pero quedó tendida en lacamasinconocimiento.

Yoentrabaprecisamenteenmicasaenelmomentomismodeescucharseel grito, y aunqueme hallaba bien lejos de pensar en la pobremuchachita,reconocídeinmediatosuvoz.Subíagrandeszancadaslasescalerasylleguéhastaelúltimopiso,dondemeencontréconlacocinerapálidaytemblorosaenelpasillo.

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–¿DóndeestáCatherine?

–Ensuhabitación…creo…

–¿Dequiéneraelgrito,pues?

–Yo…yo…nopodríadecirle.Talvezdeella.

–¿Yporquénohaidoustedensuayuda?

–Lapuertaestácerradapordentro–respondióellaasustada.

Mearrojécorriendosobrelapuerta,ylasacudícontodasmisfuerzas.

–¡Catherine, abre! ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? Al oír mi voz, ellavolvióalavida.

Dandounviolentoempellón,conseguíhacersaltarlacerradura,ylapuertase abrió.Me faltó tiempoparaver aCatherine conel camisóndesgarradoycubiertadesangre.

Había logradoponerseenpie.Desmelenada,conlosojosdespidiendounextrañofuegoylacaracontraídaporeldolor,lavergüenzaylalocura,eralaimagenvivadeCasandradespuésdeservioladaporlossoldadosdeÁyax.

Depieante laventana, susmiradas ibanyveníandesucamaamicara,conunaexpresiónderepugnanciaydesprecio.

¡Ahorasabíaloqueeranloshombresyloquevalíasuamor!

Con un movimiento brusco, corrió hacia la ventana y la abrió. Yo mearrojéasujetarla,peromásrápidaqueyo,ysinquediera tiempoanadiedeimpedírselo,saltóalvacío.Yologréatraparunapuntadesucamisón,quesedesgarróporelpeso,noquedandoenmimanosinounjiróndetela.

Se oyó luego un ruido sordo, un grito, unos leves gemidos, y despuésnada…másqueelsilencio.Lapobremuchachahabíamantenidosupalabra.

CapítuloVI

Durantealgunosdías,elhorriblesuicidiodelapobreCatherineabsorbióporcompletomispensamientos,provocandoenmíunaconsiderablesumadepreocupacionesymolestias.

Laconfesiónquemehizoelcocherode todos losdetallesde loocurridomellenabadehorror,ymepreguntabasinomeincumbíaamíunapartederesponsabilidadenesteactodedesesperación.Hice,pues,todoloposibleparaquelaencuestadelfiscalnollegaraaacusaralprincipalculpable.

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Por otro lado, si bien yo no había llegado a enamorarme de aquellamuchacha,habíaalmenoshechotodoloposibleporestarlo,ysumuertemeconturbaba.

Misnegociossehubieranciertamenteresentidodemiestadodeánimo,denoserpormiprincipalempleado,queeraenrealidadmuchomáspatrónmíoqueyosuyo,yqueviendoelquebrantoquepadecíanmisnervios,mepersuadiódequerealizaraunacortagiradenegociosporelextranjero,quedenoefectuarlayo,tendríaqueserdeincumbenciasuya.

TodoestecúmulodecircunstanciasconsiguióapartarmispensamientosdeTeleny,quehastaentonces loshabíaacaparadoporcompleto.CreíaconestohaberlogradoolvidarporcompletoaTeleny,ymefelicitabaporhaberlogradodominarunapasiónquetanmiserablemehacíaamispropiosojos.

Ami vuelta, no solamente rehuía su presencia, sino que evitaba inclusoleercuantoen losperiódicoshacía referenciaaél,ycuandoveía sunombrecolocado en algún cartel, apartaba la vista, a pesar de la atracción que sunombreejercíaenmí.Hasta talpunto temíacaerdenuevobajosudiabólicainfluencia.Peromepreguntabasiseríacapazdeevitarloparasiempre.¿Acasoelmásfútilacontecimientopodíahacerquenosencontráramosdenuevocaraacara?¿Yentonces…?

Cuando esta aprensión comenzaba a rondarme la cabeza, intentabapersuadirmedequesuimperiosobremíhabíaconcluido;yparaafianzarmeenesta convicción, decidí saludarlo la primera vez que volviera a encontrarlo.Porlodemás,alimentabayolaesperanzadequeprontoacabaríaabandonandolaciudad,almenosmomentáneamente,sinoparasiempre.

Peropocodespuésdemivuelta,yestandoyoconmimadreenunpalcodelteatro,derepentelapuertaseabrió,yenelumbralaparecióTeleny.

Alverlouncolorsemefueyotrosemevino,misrodillascomenzaronatemblar,ymicorazónalatirconfuerza;sentíquetodosmisbuenospropósitosde poco antes se esfumaban de repente. Disgustado conmigo mismo, alconstatarmi debilidad, tomé rápidamentemi sombrero y, casi sin saludar alartista, me precipité como un loco fuera del palco, dejando a mi madre elcuidadodedisculparsepormiextrañaconducta.Pero,apenasmehalléfuera,sentíqueunafuerzairresistiblemeempujabaavolverypedirdisculpas.Deloquesólolavergüenzalogrósalvarme.

Al volver al palco,mimadre, asombrada ymortificada,me preguntó lacausademibrutalmaneradecomportarmehaciaunartistadetantotalento,aquientodoelmundofestejabayhalagaba.

–Hace apenas dos meses, si mal no recuerdo –dijo–, no había para tipianistaenelmundoquepudieracomparársele,yahora,porquetodalaprensa

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sehavueltocontraél,¿yanoteparecedignonideunsaludo?

–¿Quelaprensaestácontraél?–preguntésorprendido.

–¡Cómo!¿Nohasleídolascríticasquesevienenpublicandoúltimamentesobreél?

–No,tengomáscosasquehacerqueocuparmedelospianistas.

–Pues bien, parece que últimamente no se muestra muy dentro de suscabales.

Variasveces,despuésdehaberaparecidosunombreen loscarteles,dejódepresentarse.Estohacausadounefectodeplorable,ytantomáscuantoque,ensusúltimosconciertos,ejecutósuspartiturasdeunmodopesado,lánguido,muydistantedelabrillantezdesuprimerestilo.

Mientras mi madre hablaba, sentía como si una mano me oprimiera elcorazón,ytuvequehacerunesfuerzoparaparecertanindiferentecomopude.

–Losientoporél–dijecondisplicencia–,perosupongoquelasdamasloconsolarándelascríticasadversasysabráncastigarsusdardos.

Mimadreseencogiódehombros.Estabamuylejosdepoderadivinarmispensamientos secretos y saber hasta qué punto deploraba yo mi modo deactuarhaciaaquelAdonisaquien…–inútilerayadisimularlopormástiempoyseguirmintiendo–amabamásquenunca.

Al día siguiente me procuré todos los periódicos que mencionaban sunombre, y reconocí –quizás sea fatuidad por mi parte pensarlo–, pudereconocer, digo, que desde el mismo día que había dejado de asistir a susconciertos,habíaestadoejecutandodemodo tan lamentableque loscríticos,benévolosalprincipio, terminaronporcansarse,coaligándosecontraél,paraintentarconducirloaapreciarmásjustamenteasupúblicoyasímismo.

Ochodíasmástarde,aproximadamente,fuiaescucharlo.Ymesorprendíal comprobar el cambio operado en él en tan poco tiempo. No solamenteparecía preocupado y abatido, sino que se mostraba pálido, demacrado,enfermizo.Encuestióndepocassemanas,habíaenvejecidovariosaños.Pudeconstatarenéllasmismasalteracionesquemimadrehabíanotadoenmíalavueltademiviaje,yqueellaatribuíaamisnerviosquebrantados.

Algunas personas intentaron saludar a su entrada con leves aplausos; unsordomurmullodedesaprobaciónydoso tres silbidos cortaronde raíz estatímida ovación. Indiferente tanto a los aplausos como a los murmullos, sesentóconunairedeprofundocansancio,comosisehallaraafectadodefiebre;pero,comoluegoharíaobservarunodeloscríticospresentes,prontoelfuegosagradodelarteparecióllamearensuspupilas;rebuscóansiosamenteentreelauditorio, me descubrió y envió hacia el sitio donde yo estaba una mirada

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cargadadegratitudydeamor.

Se puso entonces a tocar, no comoquien intenta quitarse de encimaunatarea enojosa, sino como quien arroja e sí el peso de su alma. Se músicasonabasimilaraltrinodepájaroque,buscandoasucompañera,emitelasmásbellasnotasdeamordispuestoavenceroamorir.

Inútil es decir que me hallaba subyugado, mientras el auditorio enterotremolabadeemoción,bajoladulcetristezadesusacordes.

Cuando hubo terminado la pieza,me arrojé hacia el vestíbulo esperandoencontrarlo.Durantesuejecución,unaluchaviolentasehabíadesarrolladoenmi interior, entre el corazón y el cerebro. Pero ¿para qué luchar contra unapasión indomable?La fría razón quedó así vencida por los instintos. Por lodemás, ¿qué tenía yo que reprocharle? ¿No estaba acaso dispuesto aperdonarletodoloqueyohabíasufridoporsucausa?

Alpenetrarenelvestíbulo llenodegente,novide inmediatoaotromásqueaél.Unsentimientodedeliciameembargóasuvista,ymicorazónsaltódealegría.Peroprontomicontentodiopasoalacólerayelodio:acababadedescubriraljovenBryancourt,colgadodesubrazoyllenándolodeelogiosporeléxitoobtenido.Nuestrasmiradasseencontraronderepente,lasuyallenadevanagloria,lamíacargadadeundesdéninsultante.

Tan pronto Teleny se dio cuenta de mi presencia, se desenganchó deBryancourtyvinohaciamí,conlasmanostendidas.Comosinomedieraporenteradodesugesto,ledirigíelsaludomásfríoyrígidodequefuicapazylevolví la espalda.Oí unmurmullo de asombro extenderse entre las personaspresentesy,alalejarme,pudeverconelrabillodelojosuprofundosonrojo,mientrassumiradasecargabadeunaintensaexpresióndeorgulloherido.Secontuvo,sinembargo,yseinclinó,comodiciendo:

«Hágase tu voluntad», y volvió con Bryancourt, que mostraba unaexpresiónexultante.

–Nosepreocupemásdeeseindividuo,querido–dijoBryancourt,entonolobastantealtocomoparaqueyopudieseoírlo–.Noesmásqueungrosero,unvulgartendero,unvanidosoparvenu…

–No–replicóTeleny,conuntonodistante–.Enelfondosoyyoquienestáequivocadoynoél.

¿Podíatalvezadivinardequémodosangrabamicorazónalabandonarelvestíbulo?Acadaunodemispasos,deseabadesandarelcamino,arrojarmeasucuelloypedirlepúblicamenteperdón.

Dudéunmomento:¿debíavolveronoatenderlelamana?¡Ea!¿Acasonocedemos siempre a los impulsos de nuestro corazón? ¿No nos vemos a

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menudo guiados por una conciencia reticente, por un cerebro confuso,imbuidodefalsoscálculos?

Esperé en la calle, acechando la salida deTeleny, resuelto, si iba solo, aacercarmeaélyexcusarmepormiinsolencia.

Loviaparecer.IbaconBryancourt…

Miscelosseencendierondenuevo,girésobremistalonesymefui.Estavez habíamos terminado definitivamente. No quería verlo más; al díasiguiente,sifuerapreciso,tomaríaelprimertrenparacualquierparte,hastaelfindelmundosihacíafalta.

Mi nuevo estado de ánimo, sin embargo, duró bien poco, mi rabia seapaciguó, y el amor y la curiosidadme aconsejaron quedarme.Así lo hice.Empecéentoncesabuscarlosconlamiradayyanolosvi;medirigíentonceshaciacasadeTeleny.

Según iba caminando registraba con la mirada cada una de las callesvecinas.¡Nirastrodeellos!Habíandesaparecido.Ahoraqueloshabíaperdidodevista,mideseodereencontrarTelenyaumentaba.TalvezhabíaidoacasadeBryancourt.Yechéacorrerenesadirección.

Depronto,creíveralolejossussiluetas.Melancéenesadireccióncomounloco;levantándomeelcuellodelabrigo,ycalándomeelsombrerohastalasorejas,empecéaseguirlosporlaaceraopuesta.

Nomeequivocaba;¡eranellos!¿Haciadóndeibanenaquelladirecciónyporaquellosparajessolitarios?

Para no llamar su atención, me detenía de tanto en tanto, disminuía lamarcha, aceleraba luego el paso.Envariasocasionespudeobservarque susrostrosseaproximaban,yBryancourtrodeabaaTelenypor lacinturaconsubrazo.¿Quéeralaamarguradelamantefielcomparadaconloqueyoentoncesexperimentaba?

Unsoloconsuelomequedabaenmediodemisdesgracias:Telenycedía,segúnpudeconstatar,alassolicitudesdeBryancourt,peronolasbuscaba.

Llegaronalextremodelmuelle, tanmolestoybulliciosoduranteeldíayentonces,denoche,tantranquiloysolitario.Ambosparecíanbuscaraalguien;sevolvíana todaspartes,escrutando lascarasde losescasosviandantesquepor allí transcurrían, observando a los individuos sentados en los bancosparalelosalpretil.

Comomástardepudesaber,habíaidoadar,enseguimientosuyo,aunodeesoslugaresapartadosdelaciudadquetodacapitalposee:rinconesdesiertos,parques solitarios, lugares de reunión de pederastas que la policía conoce ytolera…Yo experimentaba hacia los individuos allí estacionados, y queme

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solicitabanalpasar,unaprofundarepugnancia.Y,sinembargo,yomismomemoríadedeseoporunhombrequemehacía tanpococaso comoel queyoprestabaaaquellossodomitas.

Absorbidopormiideafija,noveíamásqueaTelenyyasuacompañante.Pronto me di cuenta de que no estaban solos; otros dos individuos se leshabían juntado:unsuboficialdelejércitocolonial,deuniforme,unmancebofuerteyapuesto,unárabeadolescentedetezoscura.

El soldado charlaba animadamente, y, según pude averiguar por algunaspalabrascazadasalvuelo,eltemaerahartointeresante.

Yo, en tanto, con loshombros encogidos, hundida la cabeza en el cuellodel abrigo,me había colocado además el pañuelo sobre la cara, paramayorseguridad.Apesardeestasprecauciones,Telenyparecióhabermereconocido,aunque yo caminase simulando no verlo. Me alejé del grupo y comencé acaminaralazar.Eramuytarde,ynosabíadóndemeencontraba.Notenía,sinembargo,necesidaddeatravesarelríoparairamicasa.¿Quéfue,pues,loquemeimpulsóaatravesarlo?Nolosé,perodeprontomeencontréenmitaddelpuente,mirandoporencimadelabalaustradaelespaciovacíoqueseextendíaantemí.

ElTámesiscortaendoslaciudad,comounampliocamino.Acadaladodeél, se distinguían fantasmalmente entre la bruma lasmoles sombrías de losedificios:lascúpulasrecubiertasdehollín,lastorresoscuras,ylasgigantescasyvaporosasagujasdepiedraapuntabanalcielohastaperderseenmediodelaniebla.

Por debajo demí veía circular en remolinos las aguas frías del río, quecorríanhaciaelmarentreoleadasdeespuma,chocandocontralospilaresdelpuenteyproduciendounsordoecobajo lasarcadas,queproyectabannegrassombrassobreelcentelleardelasondas.

Enmediodeestasombrasagitadasymágicas,creíadistinguirunamiríadade espíritus enloquecidos que se desplazaban por todas partes, deslizándosecomoanguilas,guiñándomeelojo,encogiéndoseygirandosobresímismos,invitándomeagustarelreposodelassombrasdelLeteo.

Tenían razón. Era el reposo, el verdadero reposo, el que aquellas aguastumultuosasmeofrecíanensuseno.

¡Cuánprofundasparecíanaquellasaguas!Veladaspor labruma teníanelprofundo atractivo del abismo. ¿Por qué no podía buscar en ella el únicobálsamodelolvidoquepodíacalmarmicerebroenfermoyrefrescarelfuegoquedevorabamipecho?

Sí.¿Porquéno?

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AcasoelTodopoderosohabíapronunciadoalgunavezelanatemacontraladestruccióndesímismo?

¿Cómo?¿Cuándo?¿Dónde?

«Consu terriblediestra»,decían lasviejasBiblias,hablandodesugolpeteatralsobreelSinaí.Pero¿quiénlohabíaoído?

Y si verdaderamente era así, ¿por qué enviar a los humanos tentacionesqueestabanporencimadesusfuerzas?

¿Quépadreempujaríaasuhijobienamadoadesobedecerleporelsimpleplacerdecastigarloluego?

¿Desfloraríaacasounpadreasupropiahija,noporconcupiscencia,sinoporelplacerdedesflorarlaluego?Sihabíauntalhombreyuntalpadre,¿eraotroacasoquelaimagenmismadeeseridículoeinconscienteJehová?

No,lavidanovalelapenavivirla,sinoesagradable.Yparamísehabíaconvertidoenunacarga…Lapasiónquehabíacreídoahogaryquenohacíamásqueincubar,habíaestalladoconunfurornuevo,ytomabaposesiónplenademiser.Sóloelcrimenpodíahacerlafracasar.Enmicasoelsuicidionosóloestabapermitido,sinoqueeraunactoloable,casiheroico.

¿QuédiceelEvangelio?«Situojoteescandaliza,arráncatelo».

Semejantes pensamientos daban vueltas enmi cerebro, comoun nido deserpientes.Antemí,yenmediodelaniebla,Teleny,semejanteaunángeldelas Tinieblas, parecía contemplarme apaciblemente con sus ojos profundos,tristesypensativos;pordebajomío,lasaguasemitíanensucorreruncantodesirena,yaquelcantomeatraía.

Sentíquemicerebrosenublaba.Yperdítodaconciencia.Maldijeentoncesanuestrosoberbiomundo,alquelaimbecilidaddelhombrehaconvertidoenunverdaderoinfierno.Maldijeanuestrasociedaddeideasestrechasyoscuras,donde sólo prosperan los hipócritas y los mentirosos. Y maldije a nuestrareligión, tan limitada como corrompida, llena de estúpidos vetos sobre cadauno de los placeres de los sentidos. Ya empezaba yo a escalar el parapeto,decididoabuscarelolvidoenlaslodosasaguasdeaquellaEstigia,cuandodosbrazos,estrechándome,meimpidieroncaeralvacío.

–Camille,amormío,¿estásloco?–dijounavozahogadayjadeante.

¿Soñaba?¿EraTeleny,acaso?¿Unángelguardiánoundemoniotentador?¿Mehabíavueltoloco?

No,noestabaloco,nideliraba.EraelmismoTeleny,encarneyhueso;yolosentíaapretarmeentresusbrazos.Volvíaalavidadespuésdeunahorriblepesadilla.

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La tensión de mis nervios y el completo abatimiento que a ella siguió,unidosasuestrechoabrazo,medieronlaimpresióndequenuestroscuerpos,amalgamados,sehabíanfundidoenunosolo.

Experimentaba una extraña sensación. Y, mientras mis manos recorríannerviosas su cara, su cuello, sus hombros, sus brazos, no era a él a quiensentía, sino mi propio cuerpo. Nuestras frentes ardientes se apretaban unacontraotra,ylaspulsacionesdesusvenaspalpitantesparecíanchocarcontramispropiasvenas.

Sinapenasdarnoscuenta,nuestrasbocasseencontraronderepenteunidadenundeseodefusiónmutuo.Nofueronbesosloqueintercambiamos,sinoelsoploardientequenosembargaba.

Permanecíduranteunmomentosumidoenunaespeciedeanulamiento,sintiendoquemisfuerzasmeabandonaban,yconservandotansóloelmínimodeconcienciaparadarmecuentadequeaúnestabavivo.Depronto,unchoquenerviosomeatravesódelacabezaalospies;lasangreempezóafluirmedenuevodelcorazónalcerebro;misnerviossetensaron,losoídosmetintinearon,ysentícomosicentenaresdeagujasmepenetraranenlacarne.Nuestrasbocas,poruninstanteseparadas,volvieronajuntarseconardienteconcupiscencia.Nuestroslabios,estrechamenteapretados,sefrotabanconunardortalquelasangrecomenzóaaflorar,mezclándosesulíquidorojoconnuestrasaliva,comoelvinoquesederramabaenloshimeneosantiguos,paracelebrarelmatrimonio,nodedoscuerposunidosporla puerilidaddeunvinoemblemático,sinomedianteeljugomismodelavida.

Permanecimos así un largo rato, hundidos en un delirio extático, ysaboreandocadaunodenuestrosbesosconunplacercadavezmásintenso.

¡Verdadera quintaesencia del amor eran aquellos besos! Lo mejor denosotros,laparteesencialdelserdecadauno,ascendíahastanuestroslabioscomolosvaporesdeunaembriagadoraambrosía.

Sóloenmuyrarasocasiones,cuandononunca,llegaaexperimentarseestetipo de éxtasis. Yome sentía exhausto, vencido, aniquilado. Todome dabavueltas y sentía temblar la tierra bajo mis pies. No tenía ya fuerzas parasostenermeenpie.Mesentíadesvanecerme-¿Ibapuesamorir?¡Oh,lamuerteentoncesdebeserelmomentomásfelizdenuestravida,porquenoeraposiblesentirdosvecesunaembriaguezsemejante…!

¿Cuánto tiempopermanecíasí?Nopodríadecirlo.Todo loqueséesquevolvíenmítotalmenteaturdido,alescucharelchirridodelasaguasbajosmispies.Pocoapoco, fui recobrando lamemoria.MevienbrazosdeTeleny,eintentédesprendermedesuabrazo.

–¡Déjeme!¡Oh…déjeme!¿Porquénomehadejadomorir?Elmundome

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resultaodioso¿Porquédeboarrastrarunavidaquemerepugna?

–¿Lavidalerepugna?¿Yporqué?

Y con un tono suave y lento, comenzó amurmurar palabrasmágicas enunalenguadesconocida,palabrasquefueronparamialmacomounbálsamo.Luegoañadió:

–Lanaturalezanoshahechoelunoparaelotro.¿Porquéoponerseaella?Nopuedoencontrar lafelicidadsinoensuamor,noessólomicorazónsinomialmamismalaqueleanhela.

Haciendounesfuerzoconmiserentero,lorechacéyreculéunospasos.

–¡No,no!–dije–. ¡Nome tientemásalládemis fuerzas! ¡Déjememejormorir!

–¡Sea! Pero muramos juntos, la muerte, al menos, no nos separará.Estaremos al fin unidos el uno para el otro en unmundo distinto, como laFrancescadelDanteasuamantePaulo.

Ydesenrollandolafajadesedaqueleceñíalacintura,dijo:

–Atémonosjuntosyhundámonosenelrío.

Yo lomiré tembloroso. ¡Tan joveny hermoso, y yo iba a asesinarlo!LaimagendeAntinoo,talcomoyolahabíacontempladoeldíadenuestroprimerencuentro,surgiódenuevoantemí.

Habíaanudadoyasufajaasucinturaeibaahoraahacerlomismoconlamía.

–Acérquese–dijo.

¿Teníayoderechoaaceptarsemejantesacrificio?Lerespondí:

–No,tenemosquevivir.

–¿Vivir?…¿yentonces…?

Permaneció por un momento silencioso, esperando mi respuesta a unapregunta que no se atrevía a formular por entero. Comprendiendo sumudainterrogación,letendílasmanos.

Y, como si temiera verme escapar, me apretó con toda la fuerza de suindomabledeseo.

–Leamo–murmuró–, le amo locamente.Nopuedovivirmás tiempo sinusted.

–Niyo tampoco–respondíyo–.Vanamentehe luchadocontramipasión,peroahoracedo,ynotímidamente,sinoconunardor,contentodeceder.Soy

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tuyo,Teleny.Felizdesertuyo,tuyoparasiempre.Ungritoroncosurgiódesupecho; sus pupilas chispearon; su deseo se convirtió en rabia; era el de unafieradepresaqueatrapaasuvíctima,eldelmachosolitarioqueencuentraalfin su hembra. Era más aún: era un alma que iba al encuentro de su almagemela, enun impulso ardiente de los sentidos, enuna embriaguez locadelcerebro.

¿Podríallamarselujuriaalfuegoinextinguiblequenosconsumía?Ambosparecíamos animales hambrientos que encontraban al fin pasto abundante, ymientras nos abrazábamos con una avidez cada vezmás grande,mis dedosacariciaban sus rizos y la piel suave de su nuca.Nuestras piernas quedarontrenzadas,ysupeneenereccióncomenzóafrotarsecontraelmío,tanduroyerecto como el suyo. Estrechamente pegados uno a otro, uniendo nuestroscuerpos en el más estrecho contacto, jadeantes y sacudidos por violentosespasmos,mordiéndonosycubriéndonosdebesos,debíamosparecer,enmitaddelpuente,yenmediodelaniebla,doscondenadossumidosenel tormentoeterno.

Elpasodel tiemposehabíadetenido,ycreoquehubiéramoscontinuadoasí hasta agotarnos, hasta perder la razón, presas de este deseo insensato,deslizándonosporlapendientedelalocura,denohaberpuestofinaestounfútilincidente.

Un viejo coche de alquiler, fatigado por la dura jornada, marchabalentamente de retirada, con el cochero adormilado en el pescante. Laesquelética yegua, con la cabeza casi metida entre las rodillas, dormitabaigualmente, mecida por el lento ronroneo de las ruedas de caucho al girarsobrelosadoquines.

–Vamos a mi casa –dijo Teleny con voz nerviosa y baja–. Vamos a micasa…acostémonos juntos – añadió con un tono suplicante y amoroso. Portodarespuesta,yoapretésumano.

–¿Deverdadaceptas?

–Sí–murmuréyo,conunavoztandébilcomounsuspiro.

Éldetuvode inmediatoelcoche,despertandonosinesfuerzoalcochero,quetardóaúnunratoencomprenderloqueselepedía.

Al subir al vehículo, mi primer pensamiento fue que en pocos minutosTelenyseríaalfinmío,yaquelpensamientomehizoestremecerdelacabezaalospies,comorecorridoporunacorrienteeléctrica.

No podía creer aún la dicha que seme daba, ymis labios tuvieron quepronunciarestaspalabras:

«Telenyvaasermío»,parapodercreerlo.Élpareciócomprender,porque

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tomandomicabezaentresusmanos,mecubriódebesos.

Luego,comoasaltadoporunremordimiento,mepreguntó:

–¿Deverdadnoestásarrepentido?

–¿Porquéhabríadearrepentirme?

–¿Ynoserásmío,sólomío?

–Jamáshesidoniserédeningúnotro.

–Diquemeamarássiempre.

–¿Siempre?

–Queésteseanuestrojuramentoynuestroactodeeternaposesión–añadióél.

Yallímismo,rodeándomeconsusbrazos,meapretócontrasupecho.Yoloabracéigualmentey,alaluzdelaslinternasdelcoche,vilucirensusojosel fuego de la locura. Sus labios resecos por la sed de un deseo por tantotiempocontenido,sealargaronhacia losmíosconunaexpresiónsufriente,yempezamosasuccionarnosunoalotro,enunbesomásardiente,sicabe,queelprimero.

¡Oh!,elrecuerdodeaquelbesoaúnmequemaloslabios.

Unbesoesalgomásqueelprimercontactocarnaldedoscuerpos:es laexhalacióndedosalmas.

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