Tema 1 Amar a Dios Sobre Todas Las Cosas y a Tu Projimocomo a Ti Mismo

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5. Avisos (Si los hay) 6. Canto: “Danos un corazón” 7. Oración Final: (puede ser espontánea) Señor, hoy recurro a la abundancia de tu misericordioso corazón a fin de que asistas en estos duros momentos de incomprensión a quién ha ganado mi cariño. Concédele mi Dios las gracias necesarias para seguir dando testimonio de tu amor. Fortalece, anima, y dulcifica su pesada carga, para que en la abundancia de tu amor encuentre el mayor consuelo. Allánale Señor el camino, que hoy está lleno de tropiezos. Líbralo del temor, y de toda duda. Devuélvele la alegría del servicio que entusiasma el alma, y al que te consagró aquel día. Te lo pido, por la intercesión de María Santísima, Reina y Señora, nuestra. Escúchala amado Jesús, como lo hiciste aquel día de tu primer milagro público en Caná. Dale Señor a mi hermano la bendición de que se cambien sus tinajas de agua en ese tu generoso vino de la alegría. (Jn. 2, 1- 12) Te lo pedimos a ti Señor de los cielos y la tierra, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén 8. Acto de Paz “La paz del Señor” “Y con tu Espíritu” PEQUEÑAS COMUNIDADES. “COMUNIDADES DE FE”. PARROQUIA SANTO DOMINGO DE GUZMAN. SAN VICENTE, EL SALVADOR.

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5. Avisos (Si los hay)

6. Canto: “Danos un corazón”

7. Oración Final: (puede ser espontánea)Señor, hoy recurro a la abundancia de tu  misericordioso corazón a fin de que asistas en estos duros momentos de incomprensión a quién ha ganado mi cariño. Concédele mi Dios las gracias necesarias para seguir dando testimonio de tu amor. Fortalece, anima, y dulcifica su pesada carga, para que en la abundancia de tu amor encuentre el mayor consuelo. Allánale Señor el camino, que hoy está lleno de tropiezos. Líbralo del temor, y  de toda duda. Devuélvele la alegría del servicio que entusiasma el alma, y al que te consagró aquel día. Te lo pido, por la  intercesión  de María Santísima, Reina y Señora, nuestra.  Escúchala  amado Jesús, como lo hiciste  aquel día de tu primer milagro público en Caná. Dale Señor a mi  hermano la bendición de que se cambien sus tinajas de agua en ese tu generoso  vino de la alegría. (Jn. 2, 1- 12) Te lo pedimos a ti Señor de los cielos y la tierra, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

8. Acto de Paz“La paz del Señor” “Y con tu Espíritu”

PEQUEÑAS COMUNIDADES.“COMUNIDADES DE FE”.

PARROQUIA SANTO DOMINGO DE GUZMAN.SAN VICENTE, EL SALVADOR.

TEMA 1: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y A TU PROJIMO COMO A TI MISMO

1. Canto: Amor, Amor, Amor, Amor hermanos míos Dios es amor, Ama A todos como hermanos, Dios es Amor, Dios Es amor. (bis)

2. Oración: Padre nuestro3. Tema: Aquel joven le preguntó a Jesús: ¿Maestro que he de hacer yo para conseguir la vida eterna? y El le contestó: “Si quieres entrar en la vida eterna, cumple los Mandamientos” (Mt.19,16.19). Pero el joven insistió. ¿Cuál es el Mandamiento más importante de la Ley?. Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más importante. Pero hay otro semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley se fundamenta en estos dos Mandamientos” (Mt.22,36.38). 

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Y esto, me recuerda mi noble y sincera pregunta, a aquel hombre de Dios, en una sesión de catequesis para adultos. ¿Cómo es posible amar a Dios, al que no vemos, si nos resulta tan difícil, amar a los que viven a nuestro alrededor?. La respuesta fue tan contundente y definitiva, que me hizo reflexionar.

Si no amas a Dios, porque no lo ves, es que tu amor a El es frágil. Porque amarle, es seguirle y reconocerlo como creador y salvador. Como dueño y señor de todo lo que existe. Como destino de nuestro espíritu, para agradecerle, todo lo que ha hecho y hace día a día por nosotros.

Es, profesarle libremente nuestro amor en público y en privado. Es, pedirle ser el último en todo, y aceptar ser el primero en amarle sin peso ni medida.

Amar a Dios, es verlo y sentirlo, no allá lejos, donde brillan las estrellas, si no a nuestro lado, caminando por nuestras mismas calles.

Amarle, es contemplar todos los tesoros de bondad y ternura, que nos ha dejado, y cumplir su nuevo Mandamiento: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn.15,12).No sé, pero me parece a mí, después de escuchar al catequista, que el amor a Dios, se refleja en esa lección de pequeños detalles que la vida diaria nos enseña. 

Y es amar a Dios, cumpliendo con el primer Mandamiento, amando a los inmigrantes, que desesperados por diversas causas, abandonan sus pueblos y no encuentran acomodo entre nosotros. Y comprendiendo a los que sufren pérdida de libertad, siendo inocentes o presuntos culpables. Amando y respetando a los desvalidos o indigentes; a los que nos importunan en el tráfico diario, y a los que nos superan en el mundo laboral.

Y es amar a Dios, amando, a los que nos atienden en los hospitales, a veces, salvando nuestras propias vidas. Y visitando a nuestros mayores, que en residencias o en sus propios hogares, se encuentran abandonados, consumiendo sus últimos días en esta vida. Y consolando a

los que sufren el azote de la enfermedad incurable y esperan en la soledad de cualquier centro sanitario.

También se ama a Dios, no volviendo la cara hacia esos africanos –en su mayoría jóvenes- que viven en la frontera entre Uganda y Kenia, sufriendo una gran epidemia de sida y tuberculosis y que nos gritan sin esperanza, que quieren vivir, pero no tienen comida para alimentarse ni medicamentos que les evite ese holocausto.

Y se puede amar a Dios, convenciendo a los que piensan equivocadamente que por envejecer dejan de amar, sin saber que, por dejar de amar, empiezan a envejecer y hablando con aquellos que amamos y sin embargo no nos atrevemos a decírselo. Y, ayudando a los niños explotados, marginados, incipientes delincuentes que buscan en los basureros, la comida que nosotros desechamos.

Amar a Dios es amando al Padre Vicente Ferrer, misionero, que lo abandonó todo por amor a los que sufren en la India, donde desarrolla una labor inmensa. O, reflejándonos en el espejo de Monseñor Romero, que en pleno siglo XX, dio su vida por amor a Dios y a los hombres.Y entendiendo a los misioneros, que dejando sus países, familias y comodidades, se marcharon lejos por amor a los que los necesitan, regalándoles hasta su propia vida.

Igualmente, se ama a Dios, amando y perdonando a los incrédulos y no creyentes, porque tal vez, por nuestros raquíticos ejemplos en la vida espiritual, moral y social, hayamos sido culpables de su falta de amor y conocimiento de Dios.

Por todo ello y mucho más, estoy plenamente convencido, que efectivamente “algo escrito hace más de dos mil años”, tiene perfecta vigencia en nuestros días.

Autor: José Guillermo García Olivas | Fuente: Catholic.net 

4. Compromiso

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