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IES Ben Gabirol. Departamento de Geografía e Historia. 1º Bachillerato. Historia del Mundo Contemporáneo. TEMA 2. La Revolución Industrial. 1 TEMA 2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. 1. ¿Qué entendemos por Revolución Industrial? 2. Las grandes transformaciones de la Revolución Industrial. 2.1. La revolución agrícola. 2.2. La revolución demográfica. 2.3. La revolución de los transportes. 2.4. El desarrollo de la industria. 2.5. El impulso del mercado. 2.6. Las empresas y las nuevas formas de financiación. 3. La extensión de la industrialización. 4. Liberalismo económico y capitalismo. 5. Las transformaciones sociales. 5.1. El proceso de urbanización. 5.2. La nueva organización social: la sociedad de clases. 5.3. La mentalidad y los valores burgueses.

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TEMA 2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

1. ¿Qué entendemos por Revolución Industrial?

2. Las grandes transformaciones de la Revolución Industrial.

2.1. La revolución agrícola.

2.2. La revolución demográfica.

2.3. La revolución de los transportes.

2.4. El desarrollo de la industria.

2.5. El impulso del mercado.

2.6. Las empresas y las nuevas formas de financiación.

3. La extensión de la industrialización.

4. Liberalismo económico y capitalismo.

5. Las transformaciones sociales.

5.1. El proceso de urbanización.

5.2. La nueva organización social: la sociedad de clases.

5.3. La mentalidad y los valores burgueses.

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1. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?

Desde mediados del siglo XVIII en Gran Bretaña se empezaron a apreciar una serie de

cambios que transformaron radicalmente su economía y organización social. Estos cambios se

difundieron a lo largo del siglo XIX por otros países europeos y por Estados Unidos. A toda esta

serie de cambios económicos y sociales es a lo que se conoce como Revolución Industrial.

La Revolución Industrial significó el paso de una economía agraria a otra industrializada

resultado de una oleada de avances técnicos que mejoraron el transporte, la producción de

manufacturas y también la producción agraria. Paralelamente se consolidó el sistema

económico capitalista y una nueva doctrina económica, el liberalismo económico.

Todos estos cambios económicos, junto a los cambios políticos que se estaban dando a la vez

en muchos países, dieron lugar a una nueva organización social (a la sociedad de clases) y a un

mundo más urbano y cada vez menos rural.

2. LAS GRANDES TRANSFORMACIONES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

El fenómeno que conocemos como Revolución industrial fue posible gracias a una

serie de transformaciones técnicas, económicas, demográficas, sociales y políticas que se

dieron a la vez en el tiempo. Estas transformaciones se produjeron desde mediados del siglo

XVIII en Inglaterra y con más retraso en el resto de Europa y fueron las causas de la Revolución

industrial.

Junto a todas las transformaciones es fundamental tener claro también el espíritu que animó a

los empresarios que dotados de una gran iniciativa y ambición fueron los responsables que el

cambio se llevara a cabo.

2.1 La Revolución agrícola.

Aproximadamente desde mediados del siglo XVIII se fueron produciendo en Inglaterra

una serie de transformaciones en la agricultura que hicieron posible un importante aumento

de la producción agraria. Por estas transformaciones se ha hablado de revolución agrícola que

precedió a la industrial haciéndola posible.

Los principales avances fueron los cambios en el sistema de cultivo, la introducción de

maquinaria, nuevos cultivos (adoptados paulatinamente por granjeros, arrendatarios y

pequeños agricultores) y una nueva estructura de la propiedad.

Cambió el sistema de cultivo con la difusión de la rotación de cultivos (sistema Norfolk)

que combinaba la siembra de cereales con plantas forrajeras y suprimía el barbecho.

También mejoraron las herramientas empleadas como arados sembradores (Jethro

Tull), trilladoras y segadoras mecánicas, etc.

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Se introdujeron nuevos cultivos como las patatas y el maíz que fueron fundamentales

para mejorar la dieta y alimentar a mayor número de personas.

Otra transformación fue el proceso de concentración de la propiedad agraria y de

desaparición del pequeño campesinado y ya en 1780 el 90% de la tierra estaba ya en

manos de grandes propietarios que la cultivaban directamente, no para el

autoconsumo sino para la comercialización y obtención de beneficios.

En este proceso fueron fundamentales las llamadas Leyes de Cercamiento por las

cuales el Parlamento establecía el reparto y cercamiento de las tierras comunales de

los municipios. Estas tierras terminaron por ser adquiridas por los grandes

propietarios. Muchísimos pequeños propietarios (sin recursos para cercar sus tierras) y

los campesinos que perdieron su derecho a utilizar las tierras comunales tuvieron que

vender sus tierras y se convirtieron en jornaleros con muy bajos salarios, teniendo que

emigrar muchos de ellos a las ciudades para buscar trabajo en las nacientes fábricas.

Las transformaciones agrarias contribuyeron a la industrialización británica alimentando a una

población creciente, aumentando la demanda de productos industriales que necesitaban las

explotaciones agrarias y suministrando parte del capital que se necesitaba para financiar la

industrialización y mantenerla en marcha.

2.2 El factor demográfico: el aumento de la población.

En Gran Bretaña, durante el siglo XVIII, se asiste a un crecimiento de la población

notable y continuado. En Inglaterra la población que en 1700 era de 5,8 millones de personas

se multiplicó por siete en doscientos años.

Este crecimiento fue el resultado de una reducción progresiva de las tasas de mortalidad y

mantenimiento de las altas tasas de natalidad. La reducción de la mortalidad fue resultado de

una mejor alimentación, a la que contribuyeron algunos avances médicos e higiénicos como la

vacuna contra la viruela o la difusión del uso del jabón. Además la esperanza de vida creció

notablemente y a finales del siglo XIX se situaba en los países industrializados sobre los 50

años.

El crecimiento de la población fue un factor esencial del proceso industrial. A mayor población,

mayor demanda de productos, mayor cantidad de mano de obra disponible y menor coste de

esta mano de obra.

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2.3 La mejora de los transportes.

El desarrollo de la agricultura y de las primeras fábricas británicas obligó a mejorar los

medios y sistemas de transporte. Los transportes tradicionales por carretera, por canales o ríos

y por mar fueron los primeros que experimentaron mejoras. Durante el siglo XVIII se

construyeron multitud de canales para posibilitar la navegación fluvial y se mejoraron los

caminos para poder trasladar materias primas, mercancías y personas. La geografía de Gran

Bretaña también ayudó puesto que el mar quedaba a menos de 100 km desde cualquier punto

del interior.

Pero fue la aplicación de la máquina de vapor al trasporte lo que provocó una verdadera

revolución. El ferrocarril fue la suma del trasporte de vagonetas sobre raíles tiradas por

animales en las minas con el invento de la locomotora por Stephenson en 1829.

Inmediatamente empezaron a construirse las primeras líneas de ferrocarril ligadas a la minería

e industrias textiles o siderúrgicas. También fue aplicada la máquina de vapor a la navegación y

poco a poco los barcos de vapor sustituyeron a los barcos de vela.

La mejora de los transportes

tradicionales y la aparición de la

locomotora y el barco de vapor

supusieron un enorme abaratamiento

de los gastos de transporte de materias

primas, productos manufacturados o

personas. Además la construcción de

las infraestructuras (carreteras, canales,

puertos, estaciones de ferrocarril, vías,

puentes, etc.) y máquinas

(locomotoras, vagones, barcos, etc.)

para estos transportes estimuló

enormemente la producción industrial

por su continua demanda.

2.4 El desarrollo de la industria.

a) Máquinas, fábricas y nuevas fuentes de energía.

El nacimiento de la industria estuvo estrechamente ligado a tres elementos: la

mecanización del proceso productivo, la fábrica como lugar de producción y el uso

generalizado de la energía del vapor.

- La mecanización.

El cambio en los sistemas de producción se caracterizó por el uso de máquinas y por la

sustitución de las fuentes animadas de energía (trabajo humano o animal) por inanimadas

(energía hidráulica y carbón).

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La mecanización se inició en la industria textil con la lanzadera volante de John Kay (1733) para

luego aparecer hiladoras y telares mecánicos. Poco a poco las máquinas se fueron extendiendo

a los sectores agrícola, minero y metalúrgico.

- La aparición de la fábrica.

La mecanización y el empleo de la energía hidráulica y de vapor, junto con la necesidad de un

mayor control sobre la mano de obra, provocaron la concentración de obreros en edificios

destinados a la producción, las fábricas. Este proceso supuso la ruina de muchos artesanos y

progresivamente los talleres artesanales fueron sustituidos por fábricas.

- La utilización de la energía hidráulica y del vapor.

El gran cambio se produjo cuando las máquinas empezaron a moverse gracias al uso de la

energía hidráulica que aprovechaba el agua de los ríos mediante ruedas hidráulicas. No

obstante este tipo de energía limitaba la situación de las fábricas a lugares donde existieran

condiciones naturales para su uso.

La máquina de vapor de James Watt de 1769 permitió superar las limitaciones de la energía

hidráulica y se convirtió en el símbolo de la Revolución Industrial.

La mecanización, la concentración en fábricas y el vapor aumentaron la productividad

(cantidad producida por unidad de tiempo) y la producción (cantidad de bienes producidos), lo

que permitió abaratar los costes y disminuir el precio.

b) La industria textil algodonera.

Hasta el siglo XVIII la lana y el lino eran las principales materias primas del artesonado

textil en toda Europa. Los tejidos de algodón se importaban a Inglaterra desde la India y cada

vez eran más populares entre los más ricos. En 1750 se prohibió la entrada en Inglaterra de

tejidos de algodón para proteger a los artesanos que producían tejidos con lana. Ante esta

prohibición y como la demanda de tejidos de algodón no cesó, empezó a importarse algodón

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desde la India o el sur de EEUU para luego ser tejido en Gran

Bretaña. La industria textil algodonera británica conoció

entonces una expansión sin precedentes acaparando el

mercado interior y exportando gran parte de su producción.

Además la aplicación de los nuevos inventos y máquinas era

más fácil con el algodón que con la lana, lo que estimuló el

crecimiento de la producción.

c) La industria siderúrgica.

El otro sector industrial decisivo fue el de la siderurgia.

El primer avance para alcanzar una producción masiva de hierro

fue la sustitución del carbón vegetal por el carbón mineral

(coque) para fundir y trabajar el hierro. El siguiente paso fueron

los altos hornos donde se producía hierro en grandes cantidades. Luego llegaron la pudelación,

el laminado del hierro y más adelante en 1856 el convertidor que permitió transformar el

hierro fundido en acero.

La producción masiva de hierro de buena calidad permitió emplearlo en múltiples

instrumentos (herramientas, vías férreas, locomotoras, construcción, etc.) y fabricar máquinas

más precisas y duraderas a un precio bajo. También la siderurgia, lógicamente, impulsó y se

complementó con el desarrollo de la minería.

d) La minería y otros sectores industriales.

El carbón fue el gran combustible de la Revolución Industrial: alimentó a la máquina de

vapor y fue imprescindible en el proceso siderúrgico. La producción del carbón aumentó de

manera considerable gracias a innovaciones en la minería como vigas de hierro, raíles,

vagonetas, bombas de achique de agua, etc. La extracción de otros minerales como el hierro

también se benefició de la enorme demanda de las fábricas y de los avances en la minería.

El resto de las actividades industriales no permaneció al margen de los cambios como la

industria química (tintes, ácido sulfúrico), metalúrgica (fabricación de maquinaria) o la

construcción.

2.5 El impulso del mercado.

Mientas se daban todas estas transformaciones en el

transporte, agricultura, industria o en el comportamiento

demográfico, se estaba dando paso hacia una economía de

mercado en la que la producción era destinada a la venta. El

impulso inicial de la expansión comercial británica provino tanto

del mercado interior como del exterior. Como resultado hubo un

aumento considerable del comercio y se pasó de un ámbito local

y comarcal a un mercado integrado a nivel nacional e

internacional.

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2.6 Las empresas y las nuevas formas de financiación.

Detrás de los inventos, las máquinas, las fábricas, el desarrollo agrario, etc. estaba la

búsqueda de beneficios por las empresas. Estas empresas necesitaban capital para crearse,

ampliarse o reducir el riesgo económico, por lo casi siempre fueron sociedades mercantiles o

agrupaciones de varios inversores que aportaban capital y se repartían los beneficios. La

sociedad anónima es el tipo de sociedad mercantil más extendida y consiste en la división del

capital en participaciones o acciones que son adquiridas por los accionistas, que pueden

venderse posteriormente y dan derecho al cobro de parte del beneficio o dividendos.

La emisión de nuevas acciones y su compraventa se realizan en la bolsa, institución financiera

que en el siglo XIX fue esencial para la financiación de las nuevas industrias. La bolsa funciona

como una subasta y se rige por la ley de la oferta y la demanda.

El desarrollo industrial comportó también el crecimiento y diversificación de las entidades

bancarias que captaban el ahorro privado y suministraban el capital para la industria. Su

actuación ayudó a facilitar los pagos (letras de cambio, cheques, pagarés…) y los intercambios

gracias a la emisión de papel moneda. Para controlar la circulación de billetes, los Estados

dieron el monopolio a los grandes bancos nacionales como los de Francia, España o Gran

Bretaña.

3. LA EXTENSIÓN DE LA INDUSTRIALIZACIÓN.

Gran Bretaña fue pionera en las transformaciones que dieron lugar a la Revolución

Industrial y puede afirmarse que desde mediados del siglo XVIII el proceso de cambio estaba

en marcha. Estos cambios empezaron a expandirse desde finales del siglo XVIII por el

continente europeo, pero de una forma muy desigual y con diferencias respecto al modelo

británico.

Desde principios del siglo XIX las transformaciones se iniciaron en Bélgica y Francia donde la

industrialización se basó en la explotación minera, el desarrollo agrícola y de los transportes y

el comercio. Durante el siglo XIX algunos países o regiones europeas fueron asumiendo estos

cambios económicos como Alemania, norte de Italia, Cataluña, Holanda, etc. No obstante

quedaron zonas de economía básicamente rural en España, Italia, Imperio Austrohúngaro,

Rusia, Europa oriental, etc.

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4. LIBERALISMO ECONÓMICO Y CAPITALISMO.

4.1 El liberalismo económico.

Un grupo teóricos de la economía británicos elaboró en el siglo XVIII lo que se conoce

como la Escuela Clásica del liberalismo económico: Adam Smith, David Ricardo, Thomas

Malthus y John Stuart Mill.

Las bases del liberalismo económico hay que encontrarlas en la obra de Adam Smith. Su

pensamiento económico partió de las teorías fisiócratas en muchos aspectos pero aportó

numerosas novedades:

Defendía un individualismo sin límites, la supremacía del

individuo sobre grupos organizados o sobre la sociedad en

su conjunto.

Consideraba que la búsqueda del propio interés (el

egoísmo) era el motor del desarrollo económico.

Los intereses contrapuestos de todos los individuos se

equilibran en el mercado a través de libre juego de la

oferta y demanda.

El Estado debe abstenerse de cualquier intervención en la

economía y debe eliminar las barreras proteccionistas y

los monopolios por ser un obstáculo al crecimiento

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económico. El papel del Estado debe ajustarse solamente a la educación de pobres, la

justicia, el orden público, las relaciones internacionales y el ejército.

No habría una actividad económica más importante que las demás, los intereses

individuales y el libre mercado serán lo que marquen la importancia de una actividad

económica.

4.2 El sistema económico capitalista: capital, trabajo y mercado.

Con la Revolución Industrial el capitalismo se configuró como un sistema en el que los

instrumentos de producción (la tierra, las fábricas y la maquinaria) y lo que se produce con

ellos son propiedad privada. Esta se concentra en una parte de la población, la burguesía,

mientras que la mayoría, los asalariados, no poseen más que su capacidad para el trabajo que

alquilan a cambio de un salario.

Además, los propietarios de los medios de producción pretenden maximizar el beneficio

obtenido con su propiedad, mientras los asalariados persiguen un salario más alto. La

competencia entre empresarios les incentiva a reducir costes y precios, adoptando técnicas

más productivas y tratando que los costes salariales sean los menores posibles.

El sistema capitalista que configuró la Revolución Industrial, periódicamente provocará crisis a

causa de desajustes en la oferta y la demanda. A lo largo del siglo XIX desaparecieron las crisis

de subsistencia propias del Antiguo Régimen pero no las situaciones de crisis económica. En

dichas crisis los productos no se venden, los precios caen, los beneficios bajan, las empresas

cierran y el paro aumenta.

4.3 Las políticas económicas de los gobiernos.

El librecambismo no era más que una teoría económica. Para que tuviese una

repercusión real se necesitaba una voluntad política de los gobiernos de llevarla a la práctica.

Gran Bretaña se mostró partidario del librecambio, la no intervención estatal en el comercio

internacional sin ningún tipo de barrera o arancel. De este modo los productos británicos, de

menor precio o mayor calidad afectaron al resto del mundo pues dominaban los mercados.

Para evitar la competencia británica y fomentar el crecimiento de su propia industria, el resto

de países aplicaron políticas proteccionistas mediante aranceles a la entrada de productos

extranjeros para encarecerlos.

La defensa del librecambismo favoreció a los países más competitivos y más avanzados en la

industrialización. No obstante, todos los Estados mantuvieron un proteccionismo más o menos

intenso, incluso la propia Gran Bretaña lo hizo cuando a partir de mediados del siglo XIX la

competencia de otros países que avanzaban en la industrialización hicieron perder cuota de

mercado a los productos británicos en su mercado interior.

5. LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES.

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5.1 El proceso de urbanización.

La difusión de la industrialización obligó a los trabajadores a concentrarse en torno a la

fábrica y trasladarse a las ciudades. Este proceso provocó una progresiva despoblación del

campo y la multiplicación y crecimiento de las ciudades. La emigración hacia las ciudades o

éxodo rural procedió de las áreas circundantes a las mismas. Si hacia 1750 en Gran Bretaña

había sólo dos ciudades con más de 50.000 habitantes, cien años después había 29, y la mitad

de la población vivía ya en ciudades.

El crecimiento urbano afectó también al resto de Europa. A principios del siglo XIX sólo un 2%

de la población vivía en ciudades y cien años después lo hacía ya el 78% de los británicos, el

60% de los alemanes o el 44% de los franceses.

El rápido crecimiento de las ciudades se produjo tanto en población como extensión. Las

ciudades superaron las antiguas murallas medievales y se edificaron nuevos barrios. En los

nuevos barrios residían distintas clases sociales, a esto se llamó segregación urbana. La

burguesía edificó nuevos y confortables barrios residenciales con grandes avenidas dotadas de

alcantarillado, alumbrado y agua corriente. Cerca de las fábricas crecieron rápidamente los

barrios obreros casi sin ninguna planificación: calles sin pavimentar, sin alcantarillado, recogida

de basura, alumbrado, viviendas de bajísima calidad, contaminación procedente de las

fábricas, etc.

5.2 La sociedad de clases.

La Revolución industrial y los nuevos cambios

políticos que la acompañaron (las revoluciones

políticas) significaron el surgimiento de una nueva

estructura social cuyo criterio de división era la

riqueza y no el nacimiento en un determinado

estamento social. En esta sociedad las personas

podían cambiar de grupo social por medio del

enriquecimiento o el empobrecimiento. Con la

sociedad de clases surgieron tres grandes grupos

sociales: las clases altas, medias y bajas.

a) Las clases bajas.

Las clases bajas comprendían los diversos sectores pobres tradicionales: los jornaleros y

campesinos urbanos, los sectores pobres de las ciudades, los marginados, etc. Pero lo más

destacable fue la aparición de un nuevo grupo social ligado a la industrialización y de rápido

crecimiento, el proletariado o trabajadores industriales. Sólo en el Reino Unido el número de

personas empleadas en la industria pasó de 4,8 a 16,7 millones entre principios y finales del

siglo XIX. Las clases bajas tenían en común sus malas y duras condiciones de vida y de trabajo

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b) Las clases medias.

Las clases medias estaban compuestas por los campesinos con tierras, pequeños y medianos

artesanos y comerciantes, trabajadores cualificados de la industria, abogados, empleados de

banca, médicos, profesores, notarios o funcionarios. Su número irá en ascenso al mejorar las

condiciones de vida y trabajo de los trabajadores industriales pues muchos de ellos fueron

engrosando las filas de las clases medias.

c) Las clases altas.

En el nuevo mundo industrial, la nobleza terrateniente perdió su papel dirigente aunque

conservó su poder económico, prestigio social e influencia política. El papel dirigente lo asumió

la burguesía industrial, los banqueros y los grandes propietarios agrícolas. Las familias nobles

más importantes se incluyeron dentro de esta clase social y fueron muy frecuentes los

matrimonios entre sus hijos y los hijos de las familias burguesas más ricas.

5.3 La mentalidad y los valores burgueses.

La nueva organización social supuso también un cambio en la mentalidad. La burguesía

dominaba la sociedad y sus valores fueron los valores que regían en toda la sociedad. La

propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo fueron los valores más importantes.

La familia continuó siendo el núcleo esencial de la organización social pues garantizaba la

unidad y la permanencia de la propiedad, todo lo que atentaba contra la unidad familiar

resultaba peligroso e inmoral.

El vestido, como la casa era expresión de las convenciones y formalismos característicos de la

vida burguesa: ocultaban el cuerpo y marcaban una clara diferenciación social con la

apariencia de las clases populares.

Las clases acomodadas se relacionaban entre sí en una serie de espacios que definían la nueva

sociedad burguesa como los cafés, los casinos o clubes privados, el teatro o la ópera, las

excursiones al campo, los balnearios, las playas (Normandía, Costa Azul, etc.). La práctica de

deportes también definió el ideal de la vida burguesa y estaba muy ligado a los colegios

elitistas o las principales universidades a las que sólo acudían las clases ricas. Así surgieron las

primeras competiciones y asociaciones deportivas como el rugby, el tenis, el golf, el fútbol, los

Juegos Olímpicos, etc.

Las clases populares estaban muy alejadas de esta forma de vida pero los valores burgueses

también estaban muy presentes en sus comportamientos y mentalidades. Sólo a finales del

siglo XIX los trabajadores y las clases medias empezaron a poner en cuestión el orden social

burgués.

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TEXTO 1.

La Revolución industrial inglesa fue precedida, por lo menos, por doscientos años de constante desarrollo económico (...). Las principales condiciones previas para la industrialización ya estaban presentes en la Inglaterra del siglo XVIII o bien podían lograrse con facilidad (...). Hacia 1750 es dudoso que se pudiera hablar con propiedad de un campesino propietario de la tierra en extensas zonas de Inglaterra y es cierto que ya no se podía hablar de agricultura de subsistencia (...). El país había acumulado y estaba acumulando un excedente lo bastante amplio como para permitir la necesaria inversión en un equipo no muy costoso, antes de los ferrocarriles, para la transformación económica. Buena parte de este excedente se concentraba en manos de quienes deseaban invertir en el progreso económico (...). Además Inglaterra poseía un extenso sector manufacturero altamente desarrollado y un aparato comercial todavía más desarrollado (...). El transporte y las comunicaciones eran relativamente fáciles y baratos, ya que ningún punto del país dista mucho más de los 100 km. del mar, y aún menos de algunos canales navegables (...). Esto no quiere decir que no surgieran obstáculos en el camino de la industrialización británica, sino sólo que fueron fáciles de superar a causa de que ya existían las condiciones sociales y económicas fundamentales, porque el tipo de industrialización del siglo XVIII era comparativamente barato y sencillo, y porque el país era lo suficientemente rico y floreciente para que le afectaran ineficiencias que podían haber dado al traste con economías menos dispuestas.

E. Hobsbawm. Industria e Imperio. (1968). Eric J. Hobsbawm (1917) es profesor emérito de historia social y económica del Birkbeck College, Universidad de Londres. Entre sus numerosos libros debe destacarse, sobre todo, la serie formada por La era de la revolución, 1789-1848 (1997, 2003) La era del capital, 1848-1875 (1998), La era del imperio, 1875-1914 (1998, 2003) e Historia del siglo XX (1998, 2004).

TEXTO 2.

Los demandantes piden poder exponer a la Corte de justicia en base a los siguientes hechos:

Que con el pretexto de hacer mejorías en las tierras de propiedad de la citada parroquia se privará a los campesinos sin tierra y a todas las personas que tienen derechos sobre las common lands que se pretenden cercar, del indispensable privilegio del que actualmente gozan, es decir, de que sus bueyes, terneros y ovejas puedan pacer a lo largo y a lo ancho de dichas tierras. Este privilegio no sólo les permite mantenerse a ellos y a sus familias en medio del invierno -cuando no lograrían, ni siquiera pagando en dinero contante, que los propietarios de otras tierras les dieran la mínima cantidad de leche o de suero para tales necesidades-, sino que también les permite entregar a los ganaderos partidas de animales jóvenes y delgados a un precio razonable, para luego engordarlos y venderlos en el mercado a un precio más moderado; y este sistema se considera como el más racional y eficaz para asegurar el abastecimiento público de géneros de primera necesidad a precios más bajos. Los demandantes consideran además que el resultado más desastroso de este cercamiento será la casi total despoblación de su ciudad, ahora llena de trabajadores orgullosos y fuertes que, al igual que los habitantes de otras parroquias «abiertas», son el vigor y la gloria de la nación, el sostén de su flota y de su ejército. Bajo el empuje de la necesidad y de la falta de trabajo, se verán obligados a emigrar en masa hacia las ciudades industriales, en donde la naturaleza misma del trabajo en el telar o en la fragua reduciría pronto su vigor, debilitaría a su descendencia y podría hacerles olvidar poco a poco ese principio fundamental de obediencia a las leyes de Dios y de su país que constituye el carácter peculiar de esos sencillos y fieros campesinos que es fácil encontrar en las zonas de los open fields y de los que en gran medida dependen el orden y la tranquilidad del Estado. Según los demandantes, éstos son algunos de los daños que se podrán derivar de las previstas medidas que les afectarán como individuos, pero que tendrán consecuencias en toda la comunidad. Ya se han comprobado estos daños en muchos otros casos de cercamientos, y ellos opinan que presentando el problema al Parlamento (que constitucionalmente es protector y patrono de los pobres) sus derechos no podrán dejar de ser tutelados frente a la ley en discusión.

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Petición de pequeños propietarios de tierras y personas con derechos de servidumbre activa sobre las common land. En Raunds, Northamptonshire. Commons Journal, del 19 de julio de 1797. (Commons Journal: diario de la Cámara de los Comunes, similar al diario del Congreso en España, documento oficial que tiene por objeto registrar e informar los eventos ocurridos durante la sesión parlamentaria)

TEXTO 4.

Hasta el siglo XVIII había muy poca necesidad de capitales, debido al corto número de máquinas empleadas en los talleres. Los capitales entonces se dirigían o hacia la tierra o hacia el comercio marítimo (...). En el origen de muchas empresas industriales, se encuentra una aportación de capitales, individuales o familiares, de poco valor, pero suficientes (...). Los beneficios anuales fueron regularmente reinvertidos, lo que explica el rápido incremento del capital, estimulado, naturalmente, por los buenos negocios (...). Parece que la industria británica financió ella misma en lo esencial sus cambios (...).” Sin embargo, esta autonomía no es total, y en particular la incidencia del comercio exterior –tanto por la aportación de capitales procedentes del negocio, como por el papel de las exportaciones en el desencadenamiento de las olas inversionistas- se muestra muy importante. C. Föhlen. La revolución industrial. 1984. (Föhlen es un historiador francés)

TEXTO 5.

La invención y el uso de la máquina de peinar la lana, que tiene por efecto reducir la mano de obra de manera muy inquietante, inspira a los obreros el temor serio y justificado de llegar a ser, ellos y sus familias, una grave carga para el Estado. Constatan que una sola máquina, atendida por una persona adulta y servida por cinco o seis niños, realiza tanto trabajo como treinta hombres trabajando a mano según el antiguo sistema (...). La introducción de la citada máquina tendrá por consecuencia inmediata el privar de sus medios de existencia a la masa de obreros. Todos los negocios serán acaparados por algunos empresarios poderosos y ricos (...). Las máquinas, cuyo uso lamentan los peticionarios, se multiplican rápidamente en todo el reino, experimentándose ya cruelmente sus efectos: un gran número de obreros se encuentran sin trabajo y sin pan. Con dolor y en la más profunda angustia ven aproximarse el tiempo de miseria en que cincuenta mil hombres, con sus familias, privados de todos los recursos, víctimas de acaparamiento, lucrativo para algunos, y de sus medios de existencia, se verán reducidos a implorar caridad de las parroquias. Diario de la Cámara de los Comunes. 1794. Petición de los obreros de Leeds a dicha Cámara.

TEXTO 6.

En las manufacturas de la lana, la máquina cardadora, la máquina hiladora y la lanzadera volante han reducido el trabajo manual en un tercio, y cada una de ellas en su primera introducción provocó la alarma de los trabajadores, a pesar de que todas han contribuido a mejorar los salarios y a incrementar el comercio, hasta el punto de que si se intentase hoy privarnos de su uso, no hay duda que toda persona relacionada con este negocio debería defenderlas. Partiendo de estas premisas los empresarios abajo firmantes, pensamos que es un deber hacia nosotros mismos, a la ciudad de Leeds y en general al país entero, declarar que protegeremos y apoyaremos el libre uso de cualquier mejora propuesta para el sector textil por todos los medios legales a nuestro alcance (...) Commons Journal. Petición elevada por los empresarios textiles de Leeds en defensa de las máquinas.

TEXTO 7.

El algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala, a las mujeres de

los hiladores, que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a punto para la hilatura, y podían ganar ocho,

diez o doce chelines a la semana, aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie

está empleado así, porque el algodón es abierto por una máquina accionada a vapor, llamada el

“diablo”; por lo que las mujeres de los hiladores están desocupadas, a menos que vayan a la fábrica

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durante todo el día por pocos chelines, cuatro o cinco a la semana, a la par que los muchachos. En otro

tiempo, si un hombre no conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía hacerse

aceptar en otra parte. Pero pocos años han cambiado el aspecto de las cosas. Han entrado en uso las

máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir edificios para contenerlas junto con seiscientos

o setecientos brazos, se requieren grandes sumas de capitales. La fuerza-vapor produce un artículo

más comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño maestro artesano era capaz de producir al

mismo precio: la consecuencia fue la ruina de éste último, y el capitalista venido de la nada se gozó

con su caída, porque era el único obstáculo existente entre él y el control absoluto de la mano de obra

(...).

Recuerdos de un hilador. Citado por Valerio Castronovo: La revolución industrial. 1975 (Castronovo es un historiador italiano)

TEXTO 9.

Dos son los motivos que me han impulsado a ofreceros mi apoyo: mi afecto hacia Usted y el que tengo hacia un proyecto tan rentable y genial. He pensado que vuestra máquina, para producir del modo más ventajoso posible, requeriría dinero, una adecuada realización y una amplia publicidad, y que el mejor modo de que Vuestro invento sea tenido en la debida consideración y para que se haga justicia, sería el de sustraer la parte ejecutiva del proyecto de las manos de esta multitud de ingenieros empíricos que, por ignorancia, falta de experiencia y de los necesarios incentivos, serian responsables de un trabajo malo y descuidado: y todos ellos son fallos que afectarían a la reputación del invento. Para obviarlo y obtener el máximo beneficio, mi idea es la de instalar una manufactura cerca de la mía, a orillas de nuestro canal, en donde podría poner todo lo necesario para la realización de las máquinas. Con esta fábrica podremos suministrar a todo el mundo máquinas de cualquier tamaño. Con estos medios y con Vuestra asistencia podremos contratar y enseñar a algún buen obrero (dándole instrumentos mucho mejores que los que cualquier otro, para producir una sola máquina, le entregaría) y podremos poner a punto Vuestro invento con un coste inferior en un veinte por ciento al de cualquier otro sistema y con una diferencia en cuanto a la precisión similar a la que existe entre el producto de un herrero y el de un constructor de instrumentos matemáticos. Y así las cosas, no tendría sentido producir sólo para tres condados, sino que sería mucho más conveniente producir para todo el mundo.

Carta de Boulton a Watt. 7 de febrero de 1769.

TEXTO 10.

Cada individuo en particular pone todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés, no el de la sociedad en común; pero esos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el empleo más útil a la sociedad como tal. (...)

Ninguno por lo general se propone primariamente promover el interés público, y acaso ni aún conoce cómo lo fomenta cuando no lo piensa fomentar. Cando prefiere la industria doméstica a la extranjera sólo medita su propia seguridad; y cuando dirige la primera de modo que su producto sea del mayor valor que pueda, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido como por una mano invisible a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención.

Adam Smith. La riqueza de las naciones. 1776.

TEXTO 11.

Todo hombre, con tal que no viole las leyes de la justicia, debe quedar perfectamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca para buscar su modo de vivir, y sus intereses; y que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro individuo de la naturaleza humana (...).

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IES Ben Gabirol. Departamento de Geografía e Historia. 1º Bachillerato. Historia del Mundo Contemporáneo. TEMA 2. La Revolución Industrial.

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Según el sistema de la libertad negociante, al soberano sólo quedan tres obligaciones principales a que atender: la primera, proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes; la segunda, el poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro de la república a otro que lo sea también de la misma (...); y la tercera, la de mantener y erigir ciertas obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los intereses de los particulares, o de pocos individuos, sino los de toda la sociedad en común: por razón de que aunque sus utilidades recompensen con abundancia los gastos al cuerpo general de la nación, nunca recompensarían si los hiciese un particular.

Adam Smith. La riqueza de las naciones. 1776.