Tema 5. Realidad y verdad - … · le presupone un orden, como vimos en el Tema 1, y ello para...
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Filosofía Tema 5 1
Tema 5. Realidad y verdad
1. La racionalidad teórica
El ser humano posee una facultad, creemos que única, la razón, que le permite
conocer la realidad, interpretarla e incluso transformarla. Dicha capacidad, que
le distinguiría del resto de seres vivos, tiene una doble función: teórica y 5
práctica. La capacidad teórica de la razón es la facultad humana para obtener
conocimientos, tanto los concretos y particulares que se utilizan en la vida
cotidiana como los de carácter universal y abstractos, como las ideas y las
teorías. La capacidad práctica de la razón es la capacidad para saber actuar,
entendiendo que el saber práctico abarca desde saber construir una 10
herramienta técnica hasta establecer valores éticos y políticos que nos
permitan orientar nuestra conducta privada y pública.
a. El punto de partida Los antiguos pensadores griegos fueron los primeros que se hicieron preguntas
acerca de la razón misma: ¿en qué consiste?, ¿cómo actúa la capacidad de 15
pensar?, ¿qué es la verdad?, etc., puesto que eran conscientes de que lo que
fuera la verdad sobre el mundo sólo podía ser encontrada por medio de la
razón, por lo que era imprescindible averiguar, en la medida de lo posible,
cómo funcionaba esa herramienta de conocimiento. Para estos filósofos, la
racionalidad teórica es, ante todo, la capacidad de pensar, con la finalidad de 20
entender lo que nos rodea: la realidad, de la cual formamos parte y a la que se
le presupone un orden, como vimos en el Tema 1, y ello para comprender
nuestra situación en ella. Esto supone la posesión de una facultad
específicamente humana, la inteligencia, por medio de la cual podemos
desarrollar la capacidad de abstracción, es decir, crear conceptos universales. 25
Todo ello puede resumirse en el término griego por excelencia, el logos.
b. Los conceptos universales En la antigua Grecia, los filósofos presocráticos plantearon la distinción entre
lo que las cosas son –es decir, su esencia, aquello que no cambia, captada por
la razón– y lo que aparentan ser –lo que perciben los sentidos, que sólo 30
perciben datos concretos, diferentes entre sí y cambiantes–. Hecha esta
diferenciación, afirmaron que si el saber se basaba únicamente en los sentidos,
era imposible conseguir un conocimiento estable y seguro.
Entonces, si lo que nos dicen los sentidos puede ser erróneo y cambiante,
¿cómo acceder a la verdad? Sócrates afirmó que para ello era necesario definir 35
las cosas, es decir, buscar conceptos universales: los aspectos generales,
permanentes y comunes que tienen los individuos de una misma clase. Por
ejemplo, el concepto universal «árbol» abarca por igual a un ciprés o a un
naranjo. Para poder conocer la realidad, la razón necesita funcionar mediante
estos conceptos generales o definiciones, que son la garantía de un 40
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conocimiento universalmente válido –lo que en otras ocasiones hemos
denominado conocimiento intersubjetivo–, dado que su significado no
depende del modo de percibir de los diferentes investigadores, las épocas o los
lugares.
Además de esto, tiempo después Aristóteles afirmó que el verdadero saber 5
necesita no sólo captar cómo son las cosas, sino también conocer por qué son
como son, es decir, conocer sus causas, así como argumentar, justificar y
demostrar lo que se afirma. Todo ello forma parte de la actividad de la razón
teórica.
Tenemos, pues, en el punto de partida de la filosofía, la exigencia de que la 10
razón teórica puede conocer la realidad, utilizando como herramienta unos
conceptos universales y afirmando que hay diferentes grados de ser y, por lo
tanto, habrá diferentes grados de conocer, que van desde la opinión –doxa–
hasta la ciencia –episteme–. La doxa depende de nuestros sentidos y se trata
de un conocimiento superficial y limitado porque no depende de la realidad 15
misma sino de cómo la conocemos. La episteme depende, al contrario, de la
realidad exterior y no de nuestra forma de verla, de tal manera que se
constituye como un saber crítico –en tanto que analiza, valora y juzga antes de
afirmar algo–, racional, sistemático y organizado mediante un orden coherente
que intenta explicar la totalidad de lo real. Sin embargo, pese a que la episteme 20
es la ciencia misma, no es tan sencillo conocer la realidad puesto que existen
numerosos problemas cuando intentamos acercarnos a su verdad. Por
ejemplo, ¿en qué consiste la realidad misma?, ¿tiene un orden?, ¿es éste
racional?, ¿sirve la razón para conocerla?, ¿es accesible para el ser humano?,
etc. 25
2. La realidad
Hemos visto cómo los filósofos griegos descubrieron la distinción entre lo que
las cosas son y lo que aparentan ser –cuestión vertebradora de todo este
tema. En consecuencia, no tardó en aparecer la siguiente pregunta, origen de
la filosofía: ¿qué es lo real? Los mismos griegos fueron quienes ofrecieron la 30
primera respuesta: lo real es la physis, es decir, todo lo que existe, de lo que
todo está hecho. La pregunta sigue vigente para filósofos y científicos, de ahí
que el principal objeto de estudio de la razón teórica o especulativa sea la
realidad, es decir, el modo en que las cosas son y existen, por oposición a lo
que aparentan ser o a cómo lo percibe cada individuo. 35
c. La metafísica Desde su origen, y dado su carácter racional, el ser humano se pregunta acerca
de qué es la realidad. Necesita entenderla y adaptarse a ella o transformarla
para poder vivir.
Para conocer la realidad, a lo largo de la historia han surgido distintas ciencias 40
particulares, que tratan partes específicas de la realidad. Por ejemplo, cada
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asignatura estudia un ámbito concreto de lo real: la historia estudia el pasado;
la química, los elementos de la naturaleza, etc. Pero, además de conocer estas
parcelas de la realidad, también nos preocupamos por algo más general, como
es saber qué es la realidad en cuanto tal, qué la caracteriza, cuál es su origen,
su estructura, qué implica ser o existir, cuál es su sentido, etc. Éstas son 5
preguntas específicamente filosóficas –que no sólo son tratadas por la Filosofía
sino también, principalmente, por la Física–.
Recordemos que la filosofía se interroga por los conceptos más universales y
últimos que engloba a los demás; por ejemplo, no estudia directamente la
célula pero sí la vida como concepto último, más allá del cual no hay otro que 10
lo englobe. Ésta es la tarea de la metafísica, una de las principales disciplinas
incluidas en la filosofía. Según su etimología, la palabra “metafísica” se
compone de la partícula griega “metá”, que se suele traducir como “más allá
de”, y de “physiká”, que alude a los hechos físicos o naturales. De estos
significados se llega a que la metafísica es el estudio de la realidad que está, 15
aparentemente, más allá de lo material que perciben nuestros sentidos. Esta
realidad que nos rodea y de la que somos parte, y a la que no acceden
nuestros sentidos, puede ser intuida racionalmente.
Veamos un ejemplo: si observas el folio que tienes delante, puedes ver colores,
puedes notar cierta suavidad en el tacto de la hoja e incluso el olor del papel o 20
el sonido que produce al ser doblado. Más allá de lo así percibido se encuentra
lo que aparentemente puede ser su “verdadera” realidad material: las
moléculas compuestas por átomos y aun éstos compuestos por partículas
subatómicas. Pero si vamos todavía más allá, sabemos que el libro es y lo
distinguimos de algo que no es, como, por ejemplo, un caballo a topos rosas y 25
amarillos.
La Metafísica es el estudio de aquellos principios últimos de la realidad que
engloban a todos los hechos concretos estudiados por las ciencias particulares,
aunque realizando preguntas más radicales y últimas. En este sentido, abarca
los conceptos universales que permiten unificar las diferentes parcelas de la 30
realidad. Su primer objetivo es averiguar qué es la realidad en cuanto tal, su
estructura, características, origen, etc.; explicar nuestro mundo natural, pero
mediante conceptos trascendentes –aquellos que están más allá del mundo
empírico–.
La realidad, como dijimos antes, está formada por aquellas cosas que son. Así 35
pues, el hecho de ser, el hecho de que algo sea, es la realidad más universal y
última. Aclaremos este concepto tomando como hilo conductor la teoría
aristotélica.
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d. La pregunta por el ser. Aristóteles Dejemos claro, antes de empezar, que esa pregunta por el ser nace de un error
de traducción cuando los libros de Aristóteles, sobre todo aquellos que
recibieron el nombre de Metafísica fueron pasados del griego al latín.
Aristóteles hablaba de cómo, con el lenguaje, nos referimos a las cualidades y 5
accidentes de las cosas que existen. Así pues, Aristóteles hablaba de cómo
usamos el verbo “ser” con la expresión to ti en einai, que en traducción literal
aproximada significa “aquello que es siendo”; y, aristotelizándola, se podría ver
como “aquello que la cosa necesitó para ser lo que es”. Al pasar a latín, los
traductores usaron la expresión “essentia” al traducir el infinitivo to on al 10
infinitivo esse. De esta manera, querían preservar la idea primigenia de
Aristóteles. Sin embargo, la tradición sustantivizó el esse, olvidando que en
realidad, en un principio, Aristóteles estuvo haciendo una filosofía
protoanalítica. Pese a este pequeño error de traducción, es innegable que en
los últimos siglos se ha constituido como una tradición cultural que no 15
podemos ignorar.
Para Aristóteles, la metafísica o, como él la llama, filosofía primera, es el
estudio del «ser en cuanto que ser y sus propiedades esenciales». Estudia, así,
lo que realmente existe, pero no de un modo concreto –ese árbol, aquella
casa, etc.–, como hacen las ciencias particulares, sino en cuanto que ser, en su 20
sentido más general. Estudia, por tanto, lo que todos los individuos concretos
tienen en común: el hecho de que son.
Aristóteles afirmó que, aunque el ser es un concepto que comparten todos los
seres –todo lo que existe es–, se dan diferentes modos de ser. No todas las
cosas existen del mismo modo o con la misma intensidad: no es lo mismo el 25
ser de la mesa, de la raíz cuadrada, de la libertad o de una realidad que
aparenta ser, pero sólo es virtual. Para el filósofo griego, en la realidad es
posible distinguir entre dos géneros supremos del ser:
Sustancia: es el sujeto –Sócrates, caballo, teléfono móvil, libreta–, el
ser que existe por sí mismo. Por ejemplo, “caballo” es una sustancia; 30
en cambio, el color marrón no lo es porque no puede existir por sí solo
–pero sí como propiedad del sujeto “caballo”–.
Accidentes: también llamados atributos, son las cualidades del sujeto,
aquello que podemos decir sobre él. Los accidentes, por tanto, no
existen por sí mismos sino en relación con el sujeto, del que expresan 35
cosas muy diferentes: cualidad –cómo es–, lugar –dónde está–,
cantidad, tiempo, etc.
Esta distinción es la base de la metafísica clásica y ha supuesto importantes
debates a lo largo de toda la historia de la filosofía. Los sentidos nos dan
información acerca de los accidentes, los atributos de las cosas –color, peso…–, 40
pero son incapaces de percibir la sustancia, el sujeto permanente, que sólo
puede ser intuido racionalmente.
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Entonces, si a la sustancia le quitamos todos sus accidentes y cualidades, ¿qué
queda?; ¿qué es lo que le hace ser eso y no otro individuo u otra cosa?; ¿qué
existe realmente: la sustancia o los accidentes? Si es lo primero, ¿podemos
conocerla?, ¿puede conocerla la ciencia? En caso negativo, ¿qué es lo real?,
¿existe en último término lo real? 5
La realidad como problema metafísico
El ser humano, dotado de capacidad para pensar y razonar, necesita conocer la
realidad y transformarla. Y, para dar respuesta a estas necesidades, surgen
respectivamente la ciencia –para conocer– y la técnica –para transformar–.
Pero el ser humano, además de estas dos necesidades, tiene otra: necesita 10
comprender la realidad. El ser humano necesita saber qué es y por qué es,
necesita dar un sentido a la vida y la existencia, necesita saber que el mundo
tiene un sentido y una explicación. Esta necesidad de construir un concepto
teórico de realidad es una característica esencialmente humana, que le
distingue del resto de los animales y que está presente en todas las culturas. 15
Ése fue el objetivo de los mitos y es el objetivo de la metafísica como teoría de
la realidad, pero no haciendo uso de la imaginación acrítica y la magia sino
mediante el razonamiento, la crítica y los conceptos universales.
A lo largo de la historia de la filosofía, no sólo el ser o la sustancia, sino otros
muchos elementos metafísicos constituyentes de la realidad como el espacio, 20
el tiempo, la materia, el espíritu, la libertad, el sentido de la existencia, etc.,
han dado lugar a importantes interrogantes y debates metafísicos. Para darles
respuesta, los filósofos han construido sistemas o modelos metafísicos de
explicación de la realidad que intentan dar una explicación racional de la
realidad en cuanto tal. 25
e. ¿Cuál es la verdadera realidad? Ya vimos que, para Aristóteles, el ser –lo real– es un concepto único pero no
unívoco; es decir, no todas las cosas existen del mismo modo o con la misma
intensidad. De ahí que la pregunta más importante, la que constituye el punto
de partida de la metafísica, sea “¿qué es lo real?”. 30
La –crucial– diferencia entre apariencia y realidad
Sabemos que la Tierra está en constante movimiento alrededor del Sol. Sin
embargo, nuestros sentidos nos dicen lo contrario y no somos capaces de
sentir o notar el movimiento de nuestro planeta. En consecuencia, sabemos
que los sentidos son una herramienta de conocimiento limitada, que no nos 35
dicen toda la verdad y que, además, los datos que nos aportan son, a su vez,
reelaborados por nuestro cerebro. Entonces, ¿es la realidad tal y como se me
aparece, tal como la conocemos a simple vista? Y, si las cosas no son como
parecen, ¿cómo son en realidad?, ¿cómo puedo llegar a conocerlas?
Este problema es uno de los grandes debates metafísicos: la diferencia entre lo 40
que las cosas son y lo que parecen ser. Por este motivo, para muchos filósofos
la realidad está oculta tras las apariencias, lo que percibimos no es más que
una representación de lo verdaderamente real. Para comprenderlo mejor,
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pensemos en la diferencia entre un retrato y la persona retratada: lo primero
es una representación de lo segundo.
Además, debemos tener en cuenta que el “mundo”, la totalidad de lo que hay,
es sumamente complejo: hay una parte física y objetiva –las plantas, el aire, la
luz– pero también hay otros ámbitos, como el psíquico, el subjetivo e incluso lo 5
posible –aquello que no es actualmente pero puede llegar a ser–.
¿Materia y/o espíritu?
Hay otra forma de abordar la pregunta por la naturaleza y, a la vez, por el
origen de la realidad. Se trata de preguntarnos por los dos elementos
principales que la constituyen: la materia y el espíritu. 10
Materia: es, en principio, aquello de lo que las cosas están hechas, que
percibimos por los sentidos y que permanece a pesar de los cambios,
ya que es el material que tiene la posibilidad de convertirse en otra
cosa. Las teorías materialistas defienden que la materia es la causa y el
elemento constitutivo último de toda realidad. 15
Espíritu: es lo mental, el entendimiento, la conciencia, las esencias, el
alma, lo psíquico y sus productos –ideas, emociones, pensamiento, etc.
–, todo aquello que se opone a lo físico y los sentidos. Las teorías
espiritualistas e idealistas afirman que el espíritu, la conciencia, etc., es
el verdadero elemento constitutivo y explicativo de la realidad. 20
El problema principal de la metafísica es saber cuál de los dos, materia o
espíritu, es el elemento definitorio de la realidad. Incluso algunas posturas más
radicales defienden la posibilidad de que sólo exista una de ellas.
Otra pregunta, de igual importancia, es que, si admitimos que existen los dos,
materia y espíritu, ¿qué relación existe entre ambos? Si tomamos como 25
ejemplo al ser humano, nos preguntaríamos: ¿qué relación existe entre el
cuerpo y el alma?, ¿son independientes entre sí?
f. ¿Qué caracteriza a lo real?
Unidad o multiplicidad
Ya hemos visto cómo la metafísica se realiza la pregunta fundamental: ¿qué es 30
la realidad? Para poder dar respuesta a esta pregunta, es necesario conocer
qué la constituye. La realidad está constituida por los llamados elementos
fundamentales, que son también los que la han originado. A lo largo de la
historia de la metafísica han surgido tres teorías acerca de estos elementos:
Monismo: todo lo que existe se explica a partir de una sola sustancia o 35
elemento, material para uno o espiritual para otros. Los diferentes
seres que observamos se deberían a cambios cualitativos a partir de
esa realidad única. Por ejemplo, para Tales de Mileto el principio que
todo lo explicaba era el agua.
Dualismo: la realidad se explica desde dos dimensiones o sustancias 40
diferentes y opuestas, una material y otra espiritual. Platón afirmaba
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que el hombre se compone de cuerpo –parte material– y alma –parte
espiritual–.
Pluralismo: la realidad está compuesta por una pluralidad de principios
originarios y de sustancias. Para los atomistas griegos, todo se
explicaba a partir de los átomos moviéndose en el vacío. 5
La realidad, ¿es estática o dinámica?
Estrechamente unida a la cuestión anterior se encuentra la problemática
sobre el ser y el devenir. Desde su origen, la filosofía se ha cuestionado si la
realidad es algo estático, ya terminado y definido, o si, por el contrario, se trata
de un proceso en constante cambio y evolución. 10
La mayoría de los filósofos griegos pensaba que sólo es verdaderamente real lo
que permanece. Sin embargo, no todos lo veían así. Para Heráclito, todo fluye,
es decir, todo está en permanente cambio, por lo que “no podemos bañarnos
dos veces en el mismo río” –sic–. A lo largo de la historia de la Filosofía han
seguido existiendo estos dos modos de ver la realidad. 15
Para muchos filósofos, la realidad se caracteriza por su unidad y por estar
perfectamente definida y acabada. Según esta visión sustancialista, en la
realidad siempre hay algo que permanece, por lo que es posible conocer de un
modo racional cuáles son las esencias que la componen y cómo son las
relaciones fijas, las leyes que las explican. Este modo de entender la realidad 20
arranca con Parménides y tiene su máxima expresión en Platón, para el que la
verdadera realidad son las ideas o esencia inmateriales, perfectas e
inmutables, mientras que el mundo material es sólo una defectuosa imitación
del mundo ideal, precisamente porque la materia es cambiante.
La visión contraria arranca con Aristóteles, quien abrirá el camino para 25
entender el cambio como característica esencial de la realidad. La realidad
sería un proceso cambiante, en constante devenir, en el que las cosas se
caracterizan por su singularidad. En este sentido, las cosas, los
acontecimientos o los individuos no se definen por sí mismos como algo
aislado que permanece siempre idéntico a pesar del paso del tiempo y la 30
historia, sino que se definen por su relación respecto a otras cosas, personas,
hechos históricos, etc. Por ello, en la realidad, la historia o la vida, tanto en
sentido biológico como metafísico, nada tiene sentido por sí mismo, de forma
aislada, sino que es un juego de relaciones en el que unos elementos se van
sucediendo unos a otros, de un modo dialéctico.1 Son muchos y procedentes 35
de todas las épocas los pensadores que han entendido la realidad como
proceso dinámico: Heráclito, Hegel, Marx, Nietzsche, Ortega y Gasset…
Esencia y existencia
Otra de las grandes cuestiones debatidas por la metafísica es la distinción
entre esencia y existencia. La esencia es aquello por lo que un ser es lo que es 40
1 Se define “dialéctica” como aquella situación de cambio en la que se enfrentan elementos contrarios y
a partir de cuya oposición surge una nueva fase que supera la anterior.
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y, por tanto, aquello que nos define a cada uno de nosotros y nos distingue de
los demás; frente a ello, la existencia es el hecho de ser.
Para entender mejor la diferencia, veamos este ejemplo: un unicornio se
define como un animal mítico, con forma de caballo y un cuerno en la frente;
ésta es su esencia. Sin embargo, el unicornio no existe en la realidad, es decir, 5
no está dotado de existencia. El hecho de que algo sea en esencia no significa
que exista. El gran debate metafísico consiste en responder a la siguiente
pregunta: ¿qué tiene prioridad a la hora de definir la realidad: la esencia –lo
que hace a un objeto ser lo que es– o la existencia –el hecho de que exista–?
Para los filósofos esencialistas, la esencia es la clave ya que, por ejemplo, 10
aunque individuos concretos como Ana o Pedro desaparezcan, la esencia ser
humano permanece inmutable. Para los existencialistas, sin embargo, la
existencia tiene prioridad sobre la esencia, ya que a lo largo de su cambiante
existencia, el hombre va construyendo su esencia, la va haciendo.
Necesidad y contingencia 15
Para la metafísica, los seres que componen la realidad se definen por dos
características opuestas. Unos existen ahora, en este momento, pero pueden
dejar de existir e, incluso, hubo un tiempo en que no existieron, no formaban
parte de la realidad. De este tipo de seres decimos que son contingentes.2 Por
ejemplo, la mesa que estás usando, si es destruida por el fuego, ya no será 20
mesa sino cenizas.
Frente a esta característica, otros seres existen y han existido siempre, no
pudiendo dejar de ser lo que son ni dejar de existir. Esto es lo que define a un
ser necesario. Por ejemplo, para los antiguos griegos la materia de la que se
compone el mundo era eterna y, por tanto, necesaria. 25
Esta distinción entre dos modos de ser –contingente y necesario– se muestra
con mayor claridad en la metafísica cristiana. El punto de partida del
pensamiento cristiano es la afirmación de que Dios ha creado el mundo a partir
de la nada. Esta idea supone una distinción radical entre dos modos de ser:
Los seres creados por Dios, y, por tanto, contingentes, ya que podrían 30
no haber existido e, indudablemente, en algún momento dejarán de
existir. Además, para ser han necesitado de una causa superior.
El ser creador del mundo y que, además, lo conserva. Es el Ser
necesario, que no ha sido causado por otro sino que existe por sí
mismo y no por otro, por lo que es eterno y perfecto. 35
g. Estructura de la realidad Ya hemos visto, cuando hemos hablado del ser en Aristóteles, que la realidad
es muy compleja y que el ser existe de modos muy diferentes. ¿Cuáles?,
¿cómo se relacionan entre sí? La metafísica intenta encontrar un orden en ese
2 Recordad nuestras tablas de verdad contingentes: según los valores de cada línea, podían ser “V” en
unos casos y “F” en otros; es decir, no necesariamente eran siempre “V” o siempre “F”.
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conjunto tan diverso que es la realidad, intenta encontrar una clasificación, de
modo que la realidad aparezca como un conjunto ordenado y estructurado.
La parte de la metafísica que se ha encargado de encontrar cuál es la
estructura de la realidad es la llamada ontología –del latín ens, ente, y del
griego logos; por lo tanto, estudio racional del ser–. La ontología clasifica la 5
realidad, es decir, distingue en ella grandes clases o categorías3 en que ésta se
divide. Ésta es una de las principales actividades de la razón teórica a la hora
de conocer la realidad, y sirve para:
Clasificar la pluralidad de datos percibidos por los sentidos.
Ordenar dichos datos en distintas parcelas de la realidad, con el fin de 10
lograr una visión unificada de todo lo real.
Jerarquizar los distintos tipos de realidad.
Es como si, cuando nacemos, la realidad se nos apareciese como las piezas
desordenadas de un rompecabezas; posteriormente, según crecemos, la
mente clasifica las piezas en grupos: el de las que tiene un lado recto, las que 15
tienen dos, etc.; después, la mente va uniendo esas piezas que previamente ha
ordenado, sabiendo ya las que pueden encajar y las que no, hasta lograr
unificarlas todas, teniendo la visión entera del rompecabezas, de la realidad.
Esta ordenación y clasificación es una actividad constante de la mente
humana. Además, no sólo la realiza la filosofía sino todas las disciplinas del 20
saber. Pero esta clasificación puede realizarse según diversos métodos:
Ontológico La realidad está ordenada y tiene una estructura. Por tanto, la mente tiene que descubrir esa estructura de la realidad. Se trata de un planteamiento objetivo.
Gnoseológico La realidad no posee, en sí misma, un orden. La estructura de las cosas, su clasificación, la pone el sujeto cuando observa la realidad. Es una creación subjetiva de la mente humana.
Lingüístico El lenguaje es quien ordena y estructura la realidad. Las palabras no son simples expresiones del pensamiento sino que, al revés, es el lenguaje el que condiciona nuestra forma de ver y pensar la realidad.
Esta clasificación de las piezas que componen la realidad la realizamos
siguiendo un criterio de semejanza, es decir, agrupamos los datos que
percibimos según las semejanzas existentes entre sí y que les hacen diferentes
del resto. Ya hemos visto, como ejemplo de sistema de categorías, la distinción 25
aristotélica entre la sustancia categoría suprema del ser y los accidentes o
predicados de la sustancia. Cada sistema filosófico ha dado más importancia a
unas categorías frente a otras, expresando así un orden distinto de la realidad.
3 Aristóteles usa el término categoría con el sentido filosófico traducido por denominación, así como
predicación y atribución. Se trata de determinar algo acerca de algo, un atributo del ser.
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3. La verdad
h. El problema del conocimiento de la realidad Una de las principales actividades de la filosofía consiste en llevar a cabo un
análisis de la propia actividad del conocer. De ello se ocupa la teoría del
conocimiento, también llamada gnoseología. Se trata de una parte de la 5
Filosofía que estudia el origen y naturaleza del conocimiento, los tipos, sus
posibilidades y límites y los métodos para conocer. Su objetivo consiste en
averiguar qué hay de verdadero o falso en la relación entre lo que creemos
conocer y la realidad como es en sí misma.
Nuestro conocimiento tiene su origen en la experiencia, a partir de los datos 10
percibidos por los sentidos. Estos datos, olores, colores, etc., que inicialmente
son diversos y caóticos, son posteriormente ordenados, clasificados,
etiquetados, etc., por el cerebro humano. De esta forma, el conocimiento es,
sencillamente, la relación entre la mente del individuo y todo aquello exterior
a ella. Dicha relación sujeto-objeto no se limita a captar “pasivamente” los 15
datos sino que pretende comprender lo percibido, explicarlo, describirlo,
predecir posibilidades, etc. Además, conviene tener en cuenta, en primer
lugar, que la realidad que intentamos conocer y comprender no es estática y
limitada: lo que nos rodea no son sólo objetos físicos estáticos sino también
personas y hechos que pueden variar, por ejemplo, según el contexto o 20
situación histórica, social, etc.
Existe, además, otra complicación: cuando conocemos, estamos interpretando
aquello que conocemos, es decir, damos un sentido y un significado a las
cosas, hechos y personas. La interpretación es subjetiva, depende de cada
individuo, de sus circunstancias vitales, del momento y el lugar, de los 25
conceptos lingüísticos que posee nuestro lenguaje y de muchos otros
condicionantes. Llegamos así al problema central: si el conocimiento humano
está limitado y condicionado, tanto por la capacidad de nuestros sentidos
como por las circunstancias subjetivas que condicionan mi interpretación,
¿cómo sé si es verdadero? Es más, ¿cómo sé si lo que conocemos es la 30
realidad misma o es pura apariencia?
Por este motivo, la filosofía tiene entre sus grandes objetivos encontrar una
respuesta a estos interrogantes: ¿qué es la verdad?, ¿qué hay de cierto en la
relación entre nuestro conocimiento de la realidad y la realidad en sí misma?
i. Diferentes sentidos de la verdad 35
No es posible dar una definición única de verdad porque, al igual que a lo largo
de la historia se han dado diferentes modos de ver la realidad, de la misma
forma se han entendido de distintas maneras qué es la verdad. En el ámbito de
la civilización occidental, algunas de dichas concepciones son las siguientes:
Para los griegos, la realidad es algo que permanece idéntico; por ello, 40
la verdad se identifica con las cosas que permanecen, que son siempre,
por oposición a lo cambiante, que es sólo aparentemente verdadero.
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Como los sentidos sólo perciben lo variable, el término griego aletheia
significa “des-velar”, quitar el velo, aludiendo a la necesidad de
encontrar la verdadera manifestación de la realidad, frente a las
apariencias que la ocultan. Este descubrir lo que son las cosas, su ser,
sólo puede hacerse mediante la razón. 5
En el mundo romano, la palabra latina veritas se refiere a la exactitud,
el rigor cuando pensamos algo y cuando lo expresamos mediante el
lenguaje.
Posteriormente, en el mundo cristiano medieval se añadirá, además,
el concepto de “verdad eterna”; es decir, principios necesarios e 10
inmutables que son revelados a los hombres por la acción de Dios.
Tras la revolución renacentista del siglo XVI, se pondrá el acento en la
ciencia, que comienza a apartarse de la religión, surgiendo la
necesidad de verificar los juicios que las ciencias afirman sobre la
realidad. Aparece así la necesidad de establecer criterios de certeza 15
que garanticen la verdad de nuestros conocimientos.
En definitiva, según se ha ido ampliando el conocimiento de la realidad y el
modo de entender ésta, el concepto de verdad se ha ido enriqueciendo. Uno
de los filósofos que más ha contribuido a esclarecer el concepto de verdad fue
Leibniz, quien distinguió entre las verdades de hecho, que hacen referencia a la 20
realidad, y las verdades de razón, que se refieren a los contenidos del
pensamiento.
La verdad referida a la realidad
El término verdad, referido a una realidad concreta, establece una
identificación entre lo real y la existencia. Por ejemplo, decimos de este libro 25
que veo y toco que es una realidad verdadera. Como contrapartida,
consideramos que existen seres cuya realidad es falsa –unicornios, elfos,
minotauros, etc–. Ahora bien, ¿por qué la filosofía se pregunta si una realidad
es verdadera o no? La razón de esto es que es fundamental distinguir entre las
apariencias engañosas y la realidad auténtica que permanece oculta tras ellas. 30
En este sentido, la verdad es el desvelamiento de lo que está oculto. Así es
como la entendían los griegos.
Platón, por ejemplo, considera que el ser humano vive en un mundo material y
cambiante del que sólo puede obtener un conocimiento basado en creencias y
opiniones, que dan lugar a prejuicios y a un falso conocimiento obtenido a 35
través de los sentidos. Para este pensador, la verdad se encuentra en el mundo
de las ideas, eternas e inmutables, a las que considera la verdadera realidad –
las cosas del mundo material serían un pálido reflejo de esas ideas–. Por lo
tanto, si queremos conocer la verdad de la realidad, debemos desprendernos
de los prejuicios que nos aportan los sentidos y dirigir nuestra inteligencia 40
hacia las ideas, en tanto que son lo único verdaderamente real.4
4 Todas estas cuestiones serán tratadas en profundidad el curso próximo, que está a la vuelta de la
esquina.
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La verdad referida al conocimiento
El término verdad también puede atribuirse al conocimiento. Así, decimos de
un conocimiento que es verdadero o que es falso en función de si son
verdaderas o falsas las proposiciones que se utilizan para hablar de la realidad
y para comunicar dichos conocimientos. Efectivamente, los objetos y hechos, 5
en sí mismos, no son verdaderos ni falsos; lo que puede ser verdadero o falso
es lo que decimos de ellos. Este modo de entender la verdad es muy
importante, dado que las leyes y las teorías científicas que describen la
realidad se expresan mediante proposiciones. No obstante, según se trate de
ciencias formales o empíricas, utilizarán distintos tipos de proposiciones al 10
hablar de la realidad. Por este motivo, conviene hacer la distinción entre
verdad como coherencia –propio de las ciencias formales– y verdad como
adecuación o correspondencia –propio de las ciencias empíricas–.
Verdad como coherencia
En el terreno de las ciencias formales, como la lógica o las matemáticas, que 15
estudian objetos abstractos e ideales creados por la mente humana y que no
se encuentran en la naturaleza, se considera que una proposición es verdadera
si no entra en contradicción con el resto de proposiciones de la teoría o
conjunto de conocimientos al que pertenece.
Por ejemplo, la proposición matemática la línea recta es la distancia más corta 20
entre dos puntos es verdadera en el contexto de la geometría euclídea, aunque
sería falsa en geometrías no euclídeas.
Verdad como adecuación y correspondencia
La verdad como adecuación o adaequatio rei et intellectum –adecuación entre
las cosas y el intelecto–, es la noción de verdad más extendida. Según esta 25
teoría, la verdad consiste en que nuestra representación mental de los objetos
o hechos se corresponde con los hechos y objetos, tal y como se dan o suceden
en la realidad; es decir, la mente se limita a reflejar lo que existe en la realidad,
tal como está dado. Ello implicaría que el individuo es pasivo en su relación
con la realidad y que la conoce tal cual es. Fue defendida por pensadores como 30
Aristóteles y Tomás de Aquino, entre muchos otros.
Sin embargo, Immanuel Kant, en el siglo XVIII, cambia esta concepción ya que,
en dichas operaciones de comparación, el sujeto no es un mero receptor
pasivo sino que la mente actúa construyendo el objeto de conocimiento; por
ejemplo, aportando conceptos universales y categorías de los que ya hemos 35
hablado y que conforman y modulan la realidad.
En conclusión, al conocer, los datos que percibimos tienen que someterse a
las leyes que rigen nuestro cerebro; por ejemplo, psicológicas y
neurofisiológicas. Por este motivo, la verdad no se puede entender como una
correspondencia exacta entre la cosa, tal como es en sí misma, y un 40
conocimiento pasivo que los recibe tal cual.
Filosofía Tema 5 13
Por el contrario, se trata de una correspondencia entre los datos que me
aporta la realidad y la interpretación que de ellos hace mi mente. Ello, sin
embargo, no supone que debamos caer en el escepticismo.
La consecuencia evidente de este segundo enfoque es que las verdades sobre
la experiencia no son nunca completas, absoluta y definitivas, sino que 5
constituyen verdades limitadas e imperfectas y siempre es posible ampliarlas o
incluso rechazarlas cuando las ciencias naturales y sociales realizan un nuevo
descubrimiento.
La verdad pragmática
El pragmatismo americano llevó a cabo, a principios del siglo XX, un 10
replanteamiento importante en la forma de entender la verdad. Así, para los
filósofos pertenecientes a esta corriente de pensamiento, lo verdadero es todo
aquello que es eficaz, útil y conduce al éxito. En este sentido, una proposición
es verdadera si al aplicarla produce resultados positivos.
Estamos, pues, en el terreno en el que la doble capacidad de la razón teórica y 15
la razón práctica se unen. Para William James, el conocimiento, cuando se
pretende alcanzar la verdad, no es mero conocimiento teórico del mundo sino
que el verdadero conocimiento debe construir ideas que satisfagan las
necesidades e intereses de los seres humanos. Así, por ejemplo, la verdad de
una ciencia se medirá por sus resultados tecnológicos. 20
j. Criterios de verdad Hemos visto algunos de los más importantes sentidos en que se ha entendido
la verdad a lo largo del tiempo. Ahora bien, ¿cómo podemos saber que lo que
pensamos y decimos es verdad? ¿En qué debemos basarnos para poder
distinguir lo que es verdadero de lo falso? 25
Para ello, necesitamos un criterio, es decir, juzgar, discernir entre lo verdadero
y lo falso, lo que parece verdadero pero no lo es, lo que es una mera opinión
personal de lo que es una certeza universal.
El problema es el siguiente: ¿existe un único criterio infalible para estar
seguros de la certeza de nuestro conocimiento? Filosóficamente hablando, no. 30
Para las ciencias formales, como hemos visto, no hay problema: basta con que
exista coherencia entre varias proposiciones y no entrar en contradicción con
otras verdades ya demostradas. Pero en el caso del saber sobre la realidad –
que, como sabemos, es algo contingente y cambiante-, no hay criterios únicos
y absolutos. Por este motivo, cada ciencia empírica debe adoptar diferentes 35
criterios de verdad.
Veamos algunos de los criterios en los que el ser humano ha basado la
seguridad en sus creencias, si bien sólo los dos últimos atañen a las
proposiciones científicas:
Filosofía Tema 5 14
El tiempo. Ya vimos, al hablar de los mitos, cómo toda palabra o acción
situada en el “origen cronológico”, en el pasado remoto y arcaico, en
las raíces y los orígenes, se considera en las sociedades primitivas
como verdadero. En la sociedad moderna lo llamamos tradición.
También está la visión opuesta, que ve en el futuro histórico la 5
consecución de lo que ahora sólo es deseo: el futuro dirá –verificará- si
lo que ahora se piensa es verdad o mentira.
La autoridad. Se acepta como verdadera la palabra de quien se
considera sabio en una materia o líder de una comunidad. Basándonos
simplemente en la confianza, nos resulta impensable la falsedad o el 10
error de su palabra, por lo que la aceptamos acríticamente. Sin
embargo, a veces, el exceso de confianza en una doctrina puede hacer
caer en el dogmatismo.
El sentimiento de certeza psicológica o moral. Este criterio se basa en
una convicción interna, subjetiva, y en la fidelidad a nosotros mismos. 15
El peligro aquí radica en el subjetivismo –estoy seguro de lo que yo sé;
¿pero cómo puedo estar seguro de que eso que sé se corresponde con
algo externo a mí? – o el relativismo –¿la verdad que yo conozco sobre
el objeto es válida para el resto de sujetos? –.
La evidencia. Es el criterio de verdad por excelencia. Consideramos 20
que una cosa es evidente cuando se muestra de forma directa o
inmediata ante un individuo, tan clara que consideramos que no
podemos dudar de ella y que no necesita ser demostrada. Pero ello no
es tan sencillo porque incluso lo más evidente tiene siempre cierta
carga subjetiva que hace que pueda ser visto de diferente manera por 25
otros. Por esto, en el terreno de las ciencias empíricas, la evidencia de
las proposiciones se asegura siempre con la verificación.
La intersubjetividad y el diálogo. Algo no puede ser nunca considerado
como objetivamente verdadero si sólo es afirmado por una persona o
una única colectividad. Por el contrario, debe ser compartido por 30
muchos individuos, convirtiéndose en una verdad intersubjetiva,
aceptada por encima de las fronteras, las culturas o las ideologías
mediante el diálogo. Por ejemplo, en el contexto científico, lo que al
principio es una mera hipótesis se aceptará por toda la colectividad si
lo afirmado se puede verificar mediante experimentos repetibles y si 35
hay consenso en toda la comunidad científica.
En conclusión, no hay ningún criterio de verdad absoluto, depende del
contexto, de la ciencia, de los medios para obtenerla, etcétera, en que nos
movemos; pero ello no impide que la búsqueda de la verdad evidente siga
siendo uno de los ideales más propiamente filosóficos, científicos y, en 40
definitiva, humanos.