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TEORIA DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL
El Aprendizaje Organizacional ha sido estudiado por un amplio número de teóricos e
investigadores de escuelas y disciplinas divergentes. Todos ellos tienen diferentes puntos de
vista pero llegan a conclusiones similares, entre ellas la más importante: El Aprendizaje
Organizacional genera innovación y procesos de cambio, para bien, en los estilos de vida y
actitudes del personal que integra las organizaciones.
No obstante para comprender bien el tema se debe saber lo más exactamente posible qué
entendemos por aprendizaje.
Aprendizaje.-
Según Domjan (2003) El aprendizaje es un cambio duradero en los mecanismos de
conducta como resultado de alguna experiencia, capaz de influir de forma relativamente
permanente en la conducta del organismo.
Mecanismo De Condicionamiento Operatorio De Skinner
El refuerzo positivo o recompensa
Las respuestas que son recompensadas tienen alta probabilidad de repetirse (Buen grado
de refuerzo y cuidadoso estudio).
El Refuerzo Negativo
Respuestas que reflejan actitudes de escape al dolor o de situaciones no deseables tienen
alta probabilidad de repetirse (han sido excluidas del escrito un final debido a un buen trabajo
terminal).
Extinción O Ausencia De Refuerzo
Respuestas que no son reforzadas son poco probable que se repitan (Ignorando las
conductas errores del estudiante la conducta esperada debe extinguirse).
Castigo
Respuestas que son castigadas de consecuencias no deseables cambian (Un castigo
retardado a un estudiante, mediante el retiro de privilegios podría no tener efecto)
TEORÍA DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL EN LA ACTUALIDAD
A raíz de los revolucionarios avances en la tecnología de información, la competencia por
los recursos, y los desafíos que presenta una sociedad cada vez más informada y demandante
las organizaciones en el siglo XXI se están enfrentando a un nuevo panorama. Necesitan ser
organizaciones inteligentes.
Según Palacios (2000) Organizaciones inteligentes, son aquellas capaces de crear,
desarrollar, difundir y explotar el conocimiento para incrementar su capacidad innovadora y
competitiva. Son las empresas que sobrevivan a la competencia cada vez más estrecha por los
insumos y los mercados, las organizaciones que sean capaces de transformar la información
en conocimiento mediante procesos de aprendizaje dirigidos.
Por otro lado Chun Wei Choo (1998) define la organización inteligente como aquella que
«es capaz de integrar eficazmente la percepción, la creación de conocimiento y la toma de
decisiones.»
Peter Senge (1993) “Las organizaciones que cobrarán relevancia en el futuro, serán las
que descubran cómo aprovechar el entusiasmo y la capacidad de aprendizaje de la gente en
todos los niveles de la organización.”
Ya que se hizo referencia a Peter Senge, se debe comentar brevemente sobre dos modelos
de aprendizaje (el modelo americano que nos propone Peter M. Senge, y el modelo japonés de
Ikujiro Nonaka), que pretenden impulsar las acciones necesarias para crear conocimiento
organizacional.
El Modelo Occidental (Racionalismo) La corriente humanista de la administración, al
combinarse con la teoría general de sistemas y la teoría de la información, propició el
desarrollo de una Teoría del Aprendizaje Organizacional, la cual fue formulada primeramente
por Peter Senge en La Quinta Disciplina. De acuerdo con este autor, lo primero que debe
reconocer e identificar la organización inteligente son los siete obstáculos al aprendizaje y
diseñar una estrategia organizacional para desarrollar las cinco disciplinas del aprendizaje
organizacional:
Pensamiento Sistémico
Dominio personal
Modelos mentales
construcción de una visión compartida y,
Aprendizaje en equipo.
Cada una de estas disciplinas se puede abordar en tres niveles:
-Prácticas: qué hacer. Son las actividades en que los participantes de la disciplina
concentran el tiempo y las energías.
-Principios: ideas rectoras y conceptos que justifican las prácticas. Por ejemplo, “la
estructura influye sobre la conducta” es un principio central del pensamiento sistémico.
-Esencias: el estado del ser de quienes tienen un grado de dominio de la disciplina.
Aunque son difíciles de expresar en palabras, son vitales para aprehender plenamente el
significado y propósito de cada disciplina.
Modelo Oriental (empirismo): Para que el conocimiento individual se convierta en
conocimiento organizacional se requieren ciertas acciones que eleven el nivel ontológico del
conocimiento, al pasar de los individuos a los grupos, y de los grupos a la organización.
Asimismo, y dado que muchos conocimientos de los individuos son de carácter tácito, es
necesario impulsar su conversión a conocimiento explícito elevando su formalidad
epistemológica.
De acuerdo con esta teoría, existen cuatro formas de conversión de conocimiento que
surgen cuando el conocimiento tácito y el explícito interactúan. Esas cuatro formas
constituyen el motor del proceso de creación del conocimiento
Socialización: de tácito a tácito. Es compartir experiencias y, por tanto, crear
conocimiento tácito, tal como los modelos mentales compartidos y las habilidades técnicas. La
clave para obtener conocimiento tácito es la experiencia.
Exteriorización: de tácito a explícito. Es un proceso a través del cual el conocimiento
tácito se vuelve explícito y adopta la forma de metáforas, analogías, conceptos, hipótesis o
modelos.
Combinación: de explícito a explícito. Es un proceso de sistematización de conceptos con
el que se genera un sistema de conocimiento. La reconfiguración de la información existente
que se lleva a cabo clasificando, añadiendo, combinando y categorizando el conocimiento
explícito (como en bases de datos), puede conducir a nuevo conocimiento.
Interiorización: de explícito a tácito. Es un proceso de conversión de conocimiento
explícito en conocimiento tácito y está muy relacionada con el «aprender haciendo».
Aprendizaje Organizacional En Venezuela
Como se ha llegado a la parte más importante sobre el Aprendizaje Organizacional se
proporcionará un trabajo de Ramón Piñango (1994) para después analizarlo posteriormente
en concordancia con la investigación sobre el Colegio Universitario “Francisco de Miranda”.
La Historia le ha dado la razón a la manoseada frase «lo único que permanece es el
cambio» De acontecimientos imprevisibles se está llenando la historia contemporánea, unos
cuantos muy sorprendentes y algunos muy dolorosos. Si se toma como punto de partida 1960,
una lista parcial de esos acontecimientos podría ser la siguiente: Cuba, a pocas millas de
Estados nidos, fue tomada por el comunismo, y por esa isla casi se desata la tercera guerra
mundial; estados Unidos perdió la guerra en Vietnam; dos muchachos – Jobs y Wozniak –
inventaron la computadora personal; Chrysler llegó al borde de la quiebra; IBM vivió
momentos muy difíciles en los ochenta; cayó la Unión Soviética y con ella el muro de Berlín;
Enron quebró en medio de un gran escándalo que arrastró a Andersen Consulting y salpicó a
la empresa consultora McKinsey; Argentina vivió una gravísima crisis después que parecía
haber encontrado el camino con su famosa «caja de conversión»; extremistas musulmanes
destruyeron las torres gemelas de Nueva York y Estados Unidos tuvo que tomar medidas sin
precedentes para protegerse del terrorismo en su territorio. En el entorno nacional, es
imposible del impacto del viernes negro de 1983, la crisis financieras de 1994, la desaparición
del grupo Mendoza de la escena empresarial, el surgimiento de un desconocido teniente
coronel que llegó a convertirse en factotum de la historia venezolana contemporánea y cómo
ese mismo personaje fue derrocado pero en unas 48 horas regresó al poder; el
desplazamiento de los cuadros gerenciales de Petróleos de Venezuela S.A. por razones
políticas.
Los cambios llegaron para crear inquietud, desasosiego, ansiedad y, dependiendo de
los ojos del observador. Optimismo o pesimismo. Cualquiera que sea la reacción ante lo
imprevisto, para los gerentes las consecuencias es casi siempre la misma: complica
enormemente el manejo de las organizaciones. Ante esta realidad, la capacidad de generar
información, analizarla y derivar de ella alguna conclusión útil, que permita a la organización
cambiar para realizar sus funciones con mayor eficiencia, se ha convertido en el criterio
fundamental – el que más cuenta – al hablar del buen desempeño. Los criterios tradicionales
relacionados con la magnitud de las ventas, el control de un segmento del mercado, las
ganancias o el logro de los objetivos resultan hoy muy insuficientes – y hasta desorientadores
– cuando se habla de organizaciones exitosas.
Los frecuentes cambios de las condiciones que enfrentan a las organizaciones han
transformado el éxito en algo más efímero. Una empresa puede tener una gran tajada en el
mercado, generar grandes dividendos y lograr sus objetivos en un periodo de su historia y, a
pesar de tan obvio éxito, entrar en graves dificultades y desaparecer. De allí la creciente
fascinación – y hasta el embeleso – con el concepto de Aprendizaje Organizacional.
Los gerentes enterados de las nuevas tendencias en la reflexión sobre administración
o gestión efectiva andan, como siempre, en busca de enfoques y técnicas que permitan hacer
más eficiente el proceso de aprendizaje en las organizaciones. Muchas empresas están
dispuestas a pagar lo que sea para que sus organizaciones operen de acuerdo con los que
muchos consideran la eficiencia definitiva: la capacidad para obtener los mejores frutos de la
experiencia y reaccionar efectivamente en nuevas situaciones. De esta manera, lo que
realmente se pretende adquirir es el éxito permanente, el éxito a prueba de sobresaltos. Para
alcanzar esta suerte de movimiento perpetuo, es necesario eliminar el roce de los conflictos
organizacionales y el deficiente proceso de información, y lograr la inmediata identificación
de errores con la correspondiente rectificación de prácticas.
Que es Aprendizaje Organizacional?
Si tan importante es el Aprendizaje Organizacional, si hay que garantizarlo, casi a
como dé lugar, ¿en qué consiste ese proceso? ¿Qué implica? ¿Cómo promoverlo? ¿Cuáles
trampas gerenciales atentan contra él?
Para responder esas preguntas es conveniente aclarar, primero, qué se entiende por
organizaciones. Como de una otra manera gran parte de la bibliografía señala, por
organización se puede entender un conjunto de personas con objetivos comunes, normas y
valores compartidos, y una estructura que establece determinada distribución de funciones.
Ciertamente, cuando en un colectivo humano se encuentra tales rasgos, se puede afirmar que
estamos ante una organización. Sin embargo, tan difundida concepción deja por fuera algo
fundamental: los supuestos implícitos a los cuales responden a esos rasgos.
Una organización se estructura y actúa de acuerdo con un conjunto de concepciones
muy diversas. Sus normas formales o informales, sus sistemas y procedimientos, su
organigrama, sus valores y su cultura en general, expresa supuestos explícitos (por ejemplo,
cada empleado debe reportar a un solo supervisor) o implícitos (por ejemplo, la gente es
egoísta y no piensa en los objetivos de la organización). Los supuestos pueden tener carácter
técnico – por ejemplo, expresan conocidos principios sobre el diseño de una planta industrial
– o estar profundamente enraizados en una cultura, como cuando en una sociedad se
considera obvio – y por lo tanto incuestionable – que una mujer, por ser mujer, no puede ser
jefe de un hombre.
El Aprendizaje Organizacional puede ser Traumático
Del aprendizaje organizacional suele hablarse con ligereza. Sus beneficios se
presentan como algo tan obvio que, al parecer, basta que con los integrantes de una
organización estén concientes de su importancia para que apoyen cualquier iniciativa para
promoverlo y, así, generar el aprendizaje. En la práctica, sin embargo, las cosas no son tan
sencillas.
El aprendizaje organizacional presupone un concepto positivo de sí misma en cada
persona y en el conjunto de personas que forman la organización. Es bien sabido por los
educadores que quien se desprecia no está motivado para aprender, no cree que pueda
hacerlo o considera que no vale la pena el esfuerzo. El concepto positivo de sí mismo encierra
optimismo en relación con el futuro personal y, si se trata de un empleado, en relación con las
perspectivas de la organización de la cual se siente parte. Culturalmente esa imagen personal