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INDICE DE CONTENIDO

Titulo del Tema....................................................................................................................................1

1. Introducción.............................................................................................................................1

1.1. Objetivos..................................................................................................................................1

1.1.1. Objetivo General.....................................................................................................................2

2. Antecedentes............................................................................................................................2

2.1. John Maynar Keynes...............................................................................................................2

2.2. Principales Representantes......................................................................................................3

2.2.1. Franco Modiglaani Franco......................................................................................................3

2.2.2. James Tobin.............................................................................................................................3

3. Pensamiento.............................................................................................................................4

3.1. Pensamiento Keynesiano.........................................................................................................4

3.2. Características de la Teoría Keynesiana..................................................................................5

3.3. La Teoría General....................................................................................................................6

4. Doctrina.................................................................................................................................14

4.1. Doctrina Económica de Keynes............................................................................................14

4.2. Monetarismo Versus Keynesianismo....................................................................................18

4.3. Más Información Complementaria........................................................................................20

5. Bibliografía............................................................................................................................22

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Titulo del Tema

“TEORÍA GENERAL DE LA OCUPACIÓN EL INTERÉS Y EL DINERO”

1. Introducción

La "Teoría General” se gestó durante el periodo de depresión y desempleo que sufrió

Inglaterra en los años posteriores en la crisis de 1929. Esta se desencadenó en Estados Unidos,

extendiéndose al resto del mundo capitalista. Cuando los precios de las acciones se

desmoronaron en Wall Street los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los

préstamos que habían concedido a otros países, al igual que a personas individuales que no

podían devolverlos. Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en

los bancos perdieron la confianza y empezaron a retirarlo. Al no tener dinero para devolver los

depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar. La escasez de dinero implicaba que había

menos de este para invertir en las industrias y menos para comprar productos agrícolas e

industriales.

Predominaba entonces en Inglaterra, la teoría de Laissez Faire, una explicación del proceso

económico fundamentada en el libre juego de las fuerzas del mercado que, políticamente, solo

requería una acción gubernamental promotora de la libertad de comercio y de mantenimiento

de un presupuesto público equilibrado. Si nadie interfería, las fuerzas del mercado mantenían

o restablecía, según las circunstancias, la economía a un nivel de pleno empleo.

Esta teoría, colapsó con la crisis de 1929 y la consiguiente emergencia de ahorros y capitales

instaladas inactivos, grandes cantidades de desocupados, caídas en las inversiones y

consumos, y expansión de las áreas de pobreza y marginalidad.

1.1. Objetivos

Como Hércules y Yolao en cruzadas contra la Hidra de Lerna, los economistas han intentado

por décadas poner fin a los avatares que provoca la inflación. Pero la tarea no resulta sencilla.

Al igual que las cabezas del monstruo mitológico las perturbaciones de precios reaparecen una

y otra vez luego de ser cortadas con firmeza y tenacidad. Desentrañar las causas y elegir los

remedios apropiados para enfrentar al fenómeno inflacionario es un desafío actual de la

economía y por esta razón la elección del tema de la presente monografía, la dinámica del

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dinero el interés, no requiere mayor justificación. Basta con recordar que la inflación es “una

de las mayores fuentes de injusticia e inmoralidad en las relaciones económicas”.1

El comúnmente aceptado que las variaciones del tipo de cambio repercuten sobre los precios.

1.1.1. Objetivo General

El objetivo de la investigación es poner en manifiesto un aspecto significativo de la relación

entre alternativas cambiarias que creemos ha sido descuidado por la literatura científica

moderna. Nos referimos al hecho, a la notable literatura de J.M. Keynes.

2. Antecedentes

2.1. John Maynar Keynes

John Maynard Keynes, primer barón Keynes (5 de junio de 1883 – 21 de abril de 1946) fue un

economista británico, considerado como uno de los más influyentes del siglo XX,1 cuyas

ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas.

La principal novedad de su pensamiento radica en plantear que el sistema capitalista no tiende

a un equilibrio de pleno empleo de los factores productivos, sino hacia un equilibrio que solo

de forma accidental coincidirá con el pleno empleo. Keynes y sus seguidores de la posguerra

destacaron no solo el carácter ascendente de laoferta agregada, en contraposición con la visión

clásica, sino además la inestabilidad de lademanda agregada, proveniente de

los shocksocurridos en mercados privados, como consecuencia de los altibajos en la confianza

de los inversores. La principal conclusión de su análisis es una apuesta por la intervención

pública directa en materia de gasto público que permite cubrir la brecha o déficit de la

demanda agregada. Está considerado también como uno de los fundadores de

la macroeconomía moderna.

Keynes fue un personaje muy polifacético, que además de ser un economista teórico que

cambió la consideración de la macroeconomía en el siglo XX, desempeñó también múltiples

puestos en el mundo económico, fue profesor en la Universidad de Cambridge desde 1908,

editor del Economic Journal desde 1912, secretario de la Royal Economic Society, alto

1 Olivera (1955ª, 22).

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funcionario de la Administración británica y negociador internacional en nombre de Inglaterra

en diferentes ocasiones; trabajó también en el sector empresarial, en la dirección de

inversiones de una compañía de seguros, y de asesor financiero del King´s College, del Banco

de Inglaterra y del propio gobierno británico. Dentro también del mundo de la economía fue

gran aficionado a la historia económica y biógrafo de grandes economistas. Fuera del mundo

económico, durante sus estudios en la Universidad de Cambridge se interesó por la

matemáticas, estadística, filosofía, literatura y solo finalmente por la economía. Fue también

director y principal accionista del Teatro de las Artes de Cambridge y mecenas del grupo de

Bloomsbury, coleccionista de pintura moderna y bibliófilo de literatura científica.

2.2. Principales Representantes

2.2.1. Franco Modiglaani Franco

Economista Italiano (nacionalizado estadounidense), premio Nobel de Ciencias Económicas

en 1985 por sus teorías sobre economía nacional y el financiamiento de los mercados

bursátiles.

Le interesaban particularmente las explicaciones de Keynes acerca de las fluctuaciones de la

economía entre ciclos de prosperidad y depresión. Modigliani aplicó estos modelos de

fluctuaciones económicas de los individuos en la llamada “hipótesis del ciclo vital”.

En colaboración con el economista estadounidense Merton H. Miller desarrolló también

teorías muy influyentes sobre la economía de empresa.

Modigliani y Miller sostenían que los inversores prestan atención a los beneficios que esperan

obtener a largo plazo que al tamaño y estructura de su deuda.

2.2.2. James Tobin

Economista y político estadounidense, premio Nobel de Ciencias Económicas en 1998. Ganó

prestigio por su explicación sobre cómo determinados elementos de las políticas económicas

nacionales (como las alteraciones fiscales y bonos del estado) afectan al ahorro y al gasto de

los consumidores.

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Durante su larga estancia en Yale, Tobin elaboró las innovadoras teorías que le valieron la

concesión del Premio Nobel.

Una de sus contribuciones capitales a la economía fue la teoría de selección de cartera, que

analiza cómo los cambios en los mercados financieros influyen en el gasto y en el ahorro de

los consumidores.

Exponente de la nueva economía, basada en las teorías del economista John Keynes.

Autor del concepto del factor q, parámetro que mide la relación entre el valor de los activos en

el mercado y los costos por sustitución.

Entre las numerosas publicaciones de Tobin, destacan Macroeconomía (1971) Consumo y

Econometría (1975) y Teoría y Política (1982).

3. Pensamiento

3.1. Pensamiento Keynesiano

Keynes argumentó que "Es un error el pensar que uno limita sus propios riesgos

diversificando mucho entre empresas de las cuales uno sabe poco y no se tiene ninguna razón

particular para confiar... El conocimiento de uno y su experiencia son en definitiva limitados y

raramente hay, en cualquier momento dado, más de dos o tres empresas en las cuales siento

que puedo depositar una confianza completa."

Algunos pueden considerar que el consejo de Keynes respecto a la especulación mantiene su

vigencia:(Invertir es) intolerablemente aburrido y sobre exigente para cualquier que esté

exento del instinto apostador; mientras que quien lo tiene debe pagar a esta propensión el

precio adecuado. Cuando revisaba un importante trabajo en inversión de valores, Keynes

argumentó que "compañías industriales bien manejadas, como regla, no distribuyen el total de

sus beneficios a sus Accionistas. En los buenos años, si no en todos los años, retienen parte de

sus beneficios y los reinvierten en sus negocios. Por ende hay un elemento de interés

compuesto operando en favor de una inversión industrial razonable."

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El capitalismo libre de la época moderna, que Smith había anunciado, cuya victoria había sido

proclamada por David Ricardo y que Marx había intentado destruir, fue transformado por

Keynes. Con la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, publicada en 1936. El

mundo estaba sufriendo todavía el masivo desempleo de la gran depresión. La desesperanza se

extendía respecto a un orden económico que dejaba a tantos hombres sin trabajo.

El propósito central de las teorías keynesianas ha sido crear un modelo macroeconómico que

explicara la determinación de la renta y el empleo en una economía monetaria moderna.

Considerando que el nivel de empleo y la renta global deben determinarse a partir del volumen

de la demanda existente y para lograr esto se necesita que el ahorro se invierta; incorporando

al Estado para que con el gasto público se logre incrementar el margen de inversión no logrado

por la iniciativa privada con el fin de alcanzar mejores ingresos.

Las teorías básicas de Keynes forman parte integral del modelo de determinación del ingreso,

la ocupación y la producción. El punto de partida del modelo son los ingresos y

posteriormente atiende la producción y el empleo. La teoría Keynesiana sostiene que los

componentes de los ingresos nacionales son el consumo, la inversión y los gastos del

gobierno. El nivel de consumo depende del nivel de ingresos, la inversión depende de las

esperanzas de los inversionistas y los gastos del gobierno se relacionan con los niveles de

consumo e inversión y tienen un efecto multiplicador de los ingresos. La producción nacional

se determina por la tecnología y los recursos productivos existentes en la economía y los

salarios juegan un papel muy importante para la obtención satisfactoria de los trabajadores

3.2. Características de la Teoría Keynesiana

Las teorías nacieron en la época de la gran depresión en que Estados Unidos de América y

Europa están hundidas en una gran crisis y las teorías económicas clásicas se derrumbaron al

igual que el sistema económico capitalista que intentaba recuperarse exclusivamente por sus

propios mecanismos internos. El modelo keynesiano partía de considerar la renta nacional

como dependiente de la demanda efectiva.

En consecuencia, la renta pasaba a depender de los componentes de dicha demanda. A su vez,

el primero estaba determinado por la propensión marginal al consumo (o parte de la renta

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personal que se destina al mismo), mientras que la segunda estaba influenciada por la

propensión a invertir, el multiplicador de la inversión y la relación entre la eficiencia marginal

del capital y el tipo de interés.

El tipo de interés adquiría el valor de equilibrio entre la preferencia por la liquidez y la

cantidad de dinero en circulación. Cuanta más alta fuera la diferencia entre eficiencia marginal

del capital y el tipo de interés, mayor sería la propensión a invertir. De este modelo se

desprendía pues, como medidas para la disminución del paro permanente involuntario, la

adopción de una serie de políticas económicas intervencionistas, a saber: aumento de la

creación de dinero, lo que redundaría en un descenso del tipo de interés; aumento del gasto

público, especialmente en inversión en infraestructuras, con el fin de potenciar la demanda

efectiva; una activa redistribución de la renta y, por último, una política comercial

proteccionista, para defender los empleos de las industrias nacionales.

En todos estos aspectos, las teorías económicas keynesianas se convirtieron en el nuevo

paradigma que deberían seguir los gobiernos occidentales tras la posguerra, y pueden

considerarse como las bases del moderno Estado del Bienestar. El modelo macroeconómico

fue considerado por la determinación de la renta y el empleo a partir de la demanda global

existente, además de mencionar la necesidad de mantener el poder adquisitivo de los salarios.

Su influencia no se limitó a los países de habla inglesa, sino que se extendió por todo el

mundo no comunista, más, por los países muy desarrollados que se enfrentaban a problemas

similares de estabilización económica.

3.3. La Teoría General

La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, fue la obra cumbre de Keynes,

publicada en 1936. La reacción inicial a este trabajo no fue universalmente favorable, pero

gran parte de la esencia de su pensamiento pasó pronto a formar parte de la doctrina

económica normalmente aceptada. Durante la II Guerra, publicó un pequeño tratado titulado

Cómo pagar la guerra en 1940, en el que desarrolló el concepto del "bache inflacionista"

propuso préstamos forzosos, unas veces descritos como ahorros forzosos y otras como pagos

diferidos para financiar la guerra. Posteriormente representó a Inglaterra en la conferencia de

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Bretton Woods en 1944, en la que se debatió el proyecto de creación del Fondo Monetario

Internacional y del Banco Mundial y también en otras negociaciones internacionales. Abogó

por una organización financiera internacional con importantes posibilidades de expansión

monetaria. Su plan no fue adoptado en aquel momento pero sí llegó a realizarse parcialmente

más tarde.

La economía política convencional aconsejaba nuevas deflaciones, bajas de salarios y

restricciones presupuestarias, pero todos estos remedios demostraban no hacer sino agravar la

enfermedad, en lugar de aliviarla. Se oían voces que anunciaban el derrumbamiento del

capitalismo y que proclamaban el cumplimiento de las predicciones de Marx. Keynes indicó el

camino para una solución diferente y su trabajo proporcionó un marco teórico que contenía

tanto un diagnóstico de las enfermedades económicas principales de la época, como

sugerencias para su curación. Su pensamiento fue conquistando gradualmente la opinión

económica y, bajo su influencia, el pleno empleo se convirtió en un objetivo que fue

explícitamente apoyado por los gobernantes de muchos países y buscado mediante las

políticas propuestas por él. En las décadas que siguieron a la II Guerra, las depresiones se

convirtieron en los países muy desarrollados en suaves y cortas recesiones, transformación que

muchos observadores han atribuido a la efectividad de la economía keynesiana.

En la evolución del pensamiento de Keynes las ideas expresadas en la teoría general

representan un desplazamiento desde la estabilización de los precios como objetivo de la

política pública, a la estabilización de la renta y del empleo a altos niveles. La esencia de esta

obra se puede resumir así: La renta nacional es igual a la suma de los gastos de consumo e

inversión. Una renta nacional de subempleo indica que los gastos son deficientes. Entre los

gastos de consumo e inversión, los de consumo son más pasivos y tienden a variar como

respuesta a las variaciones de la renta. Las variaciones de la renta están originadas por las

variaciones de la inversión, a las que reflejan en forma ampliada. El gasto de inversión está

determinado por la relación existente entre la tasa de retribución de la inversión esperada y el

tipo de interés. El tipo de interés refleja la preferencia del público por mantener parte de sus

haberes en forma líquida. El gasto deficiente, es decir, insuficiente para generar el pleno

empleo, puede ser aumentado mediante el estímulo del consumo y de la inversión. La

inversión privada puede ser complementada mediante la inversión pública, o sea, por el gasto

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compensatorio de las autoridades públicas, que dará por resultado una "economía

compensatoria" y la socialización parcial de la inversión.

Keynes construyó esta teoría con la ayuda de un instrumento analítico:

En primer lugar, la función de consumo o propensión al consumo, es decir, la relación

funcional entre el consumo y la renta. Formulado en forma media o marginal y tiene su

contraparte en la propensión al ahorro, siendo la suma de ambas propensiones igual a la renta

o unidad. La relación entre el consumo y la renta se supone bastante estable, y no fija, y ello

facilita las predicciones acerca de las cantidades que los consumidores desembolsarán de las

diferentes e hipotéticas rentas.

En segundo lugar, el multiplicador, inversamente relacionado con el ahorro, y definido como

el inverso de la propensión marginal al ahorro, el cual indica la forma que una variación de la

inversión origina una variación múltiple del gasto de consumo y, por lo tanto, de la renta. Para

una propensión al consumo determinada, el multiplicador hacía posible calcular las

variaciones de la renta producidas por las variaciones de la inversión.

El tercer elemento del instrumento analítico de Keynes es la relación entre el ahorro y la

inversión, considerada nuevamente en la Teoría general. En el tratado el ahorro y la inversión

son considerados como desiguales, en ésta son descritos como iguales por definición, al ser

descritos ambos cono la diferencia existente entre la renta y el consumo durante el mismo

período. Sin afectar a la esencia del argumento de Keynes, muchos intérpretes de su

pensamiento prefieren, sin embargo, una diferente formulación, en la que se distingue entre el

ahorro ex- ante o planeado y el ahorro ex-post o realizado. En esta interpretación, mientras el

ahorro expost es definido, al igual que la inversión, como la diferencia entre la renta y el

consumo del mismo período, con lo que el ahorro y la inversión son por definición iguales

entre sí, el ahorro exante es considerado como la diferencia entre el consumo de un período y

la renta del período precedente. El ahorro ex- ante puede ser menor o mayor que la inversión;

en el primer caso, la renta y el ahorro se elevarán consiguientemente durante los períodos

siguientes hasta que el ahorro ex -ante, el ahorro ex-post y la inversión sean iguales entre sí

cuando se alcance la renta de equilibrio. En el segundo caso, la renta, y con ella el ahorro,

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bajarán durante los períodos siguientes hasta que hayan descendido hasta el nivel de

equilibrio.

La cuarta parte del instrumento analítico de Keynes lo constituye el incentivo a invertir, que

refleja las variaciones de la eficacia marginal del capital o tasa de rendimiento esperada de las

diferentes sumas de inversión, y el tipo de interés. Este análisis adjudica un lugar prominente

al papel representado por las expectativas y subraya el carácter volátil de las inversiones,

cuyas fluctuaciones afectarán a su vez, a la renta. Coordina la decisión de inversión con el

cuerpo central de la teoría microeconómica al interpretar dicha decisión en función del

principio de maximización. Si disminuyen los rendimientos marginales esperados, conforme

aumentan las sumas dedicadas a la hipotética inversión, los rendimientos serán maximizados

mediante un gasto de inversión cuya tasa marginal de rendimientos sea igual al tipo de interés.

Si se realizan gastos mayores, el coste será superior a los rendimientos y si son menores los

inversionistas no agotarán las oportunidades para conseguir rendimientos por encima del

costo.

Keynes se adhiere a la teoría de la preferencia por la liquidez para interpretar el interés, teoría

monetaria que explica el fenómeno en función del dinero, a diferencia de las teorías "reales",

como la teoría de la preferencia de tiempo o la teoría del interés-productividad. Desde aquel

punto de vista, el tipo de interés está relacionado funcionalmente con la cantidad de dinero en

efectivo que el público desea retener disminuyendo los tipos de interés conforme suben los

supuestos saldos en efectivo. La función de preferencia por la liquidez refleja los diversos

motivos para retener dinero en efectivo: motivos de especulación inducen a los hombres a

preferir el dinero en metálico a los valores cuando, en contraste con la opinión reinante en el

mercado, esperan que los precios de los valores vayan a bajar o, lo que es lo mismo, que el

tipo de interés vaya a subir. Las autoridades monetarias, al dotar al público de mayores saldos

en efectivo, pueden hacer que el tipo de interés descienda, estimulando con ello un mayor

volumen de inversión.

La trampa de la liquidez, pone un límite a esta oportunidad porque una vez que el tipo de

interés ha llegado a un nivel muy bajo, el posterior aumento de los saldos en efectivo no podrá

ya seguir haciéndolo bajar. A este bajo nivel, los poseedores de valores creerán que lo único

que puede esperarse es un aumento de los tipos de interés o una disminución de los precios de

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los valores, y estarán por ello, dispuestos a vender valores a las autoridades monetarias a los

precios reinantes, a fin de mantener el tipo de interés como está. Por lo tanto, la pretensión de

enfrentarse a una depresión mediante una política puramente monetaria puede resultar un

fracaso y deberá recurrirse a la política fiscal.: obras públicas o reducciones de impuestos.

El modelo keynesiano queda resumido en las ecuaciones:

Y = a + bY + I

Y = (a +  I)

Donde:

a = consumo autónomo.

b = propensión marginal a consumir.

I = Inversión.

La teoría keynesiana pretende ser, no solamente una teoría para explicar la determinación del

nivel de producción nacional, si no también una teoría sobre la determinación del nivel de

empleo.  Keynes entiende que la teoría de los economistas clásicos sobre la determinación del

nivel de empleo es incorrecta.  Según él está basada, aparte del supuesto de la ley de Say, en

dos supuestos adicionales que él considera fundamentales y uno de los cuales, a su juicio, es

incorrecto: 1  el salario es igual al producto marginal del trabajo,  2  la utilidad del salario,

cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la desutilidad marginal de ese

mismo volumen de ocupación.

Keynes, critica la teoría clásica señalando dos cosas.  En primer lugar, la realidad es contraria

a lo que predice el modelo de los economistas clásicos.  No es cierto que el desempleo

existente sea voluntario y no es cierto que sean desajustes de corto plazo que desaparecen en el

largo.  En segundo lugar, Keynes dice que el error de la teoría de los economistas clásicos

sobre el nivel de empleo consiste en no advertir que el segundo postulado sobre la desutilidad

del trabajo es falso, acto seguido presenta una serie de argumentos que desmienten este

supuesto.

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A pesar del severo ataque que Keynes hace al segundo supuesto sobre la desutilidad del

trabajo, no obstante, señala que el primer supuesto sobre la productividad marginal es el único

verdadero.  Para elaborar su teoría sobre el nivel de empleo partiendo del primer supuesto

como el único verdadero, Keynes introduce el concepto de la ilusión monetaria que sustituye

el segundo supuesto de los economistas clásicos y el concepto de la demanda efectiva que

surge de la idea del equilibrio entre la demanda y la oferta agregada y el cual sustituye el

tercer supuesto llamado ley de Say o ley de que la oferta crea su propia demanda.  A partir de

estas sustituciones y la idea de una propensión marginal a consumir constante, él elabora un

modelo teórico para conectar el nivel de empleo, y por lo tanto el desempleo, al nivel de

producción de equilibrio dado por la demanda efectiva.  De esa manera espera poder explicar

las grandes y prolongadas fluctuaciones en el nivel de desempleo que el modelo clásico según

él, falla en explicar. 

Se puede estar de acuerdo con Keynes de que el segundo supuesto, como tantos muchos otros

supuestos de la teoría económica clásica es incorrecto.  Son planteamientos ideológicos que

por tener gran consistencia lógica y permitir la elaboración de un andamiaje teórico

consistente, gustan mucho y calan fácil y profundamente en la mente de los economistas.   Una

vez instalado en la psiquis de las personas pasan a sustituir la realidad misma.  Es por eso que,

como bien señala Keynes, a pesar de que la realidad se encarga de desmentirlos a diario, no

parece tener ningún efecto sobre los que siguen repitiéndolos como verdades absolutas.  Sin

embargo, el gran error de Keynes es haber dudado del segundo y tercer supuesto y no del

primero.  El primer  supuesto es también un error de la teoría clásica que Keynes y los

economistas contemporáneos arrastran  hasta el presente.

Si Keynes hubiese descartado el primer postulado sobre la ley del producto marginal

decreciente, como lo hizo con el segundo, hubiese allanado el camino para poder descubrir

que los aumentos en el salario real de los trabajadores conllevan aumentos en el nivel de

producción y empleo y no al revés.  El no haber descartado ese primer postulado ha

conllevado que hasta nuestros días se esté aplicando una teoría cuyas recomendaciones de

política económica se contrarrestan.  Por un lado la teoría keynesiana recomienda la expansión

del gasto gubernamental, lo que expande la Demanda Agregada y, por el otro lado, aunque no

se haga explícitamente, la teoría infiere que los salarios reales deben bajar para lograr

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aumentos en la Oferta Agregada de manera que la demanda efectiva pueda aumentar.   Por

todos estos años, de Keynes para acá, los economistas han estado recibiendo la enseñanza de

postulados que por ser errados conllevan sugerencias de políticas o medidas económicas que

se contrarrestan.

El modelo de la Distribución Optima del Ingreso queda resumido en las ecuaciones:

Y = VNE + (1 - MG) Y + I

Y = (VNE + I)

Donde:

VNE = Valor de las necesidades de los empresarios

MG = Margen de ganancia promedio en la economía

I = Inversión

Con la teoría keynesiana ha venido a suceder con el tiempo lo mismo que con la de los

economistas clásicos.  La realidad la desmiente a diario, pero no ha habido una teoría que

demuestre su error y proponga una alternativa.  Esperamos que la Teoría de la Distribución

Optima del Ingreso llene este cometido.

Como ya se señalara, la teoría microeconómica contemporánea establece que el salario está

determinado por la productividad marginal del trabajo, así como el precio de los demás

factores de producción está determinado por su productividad marginal.  Cuando se examina

la realidad se observa que la determinación del salario no tiene nada que ver con la

productividad marginal del trabajo.  Mientras más se observa el proceso de negociación

colectiva entre trabajadores y empresarios, más nos podemos percatar de que el salario está

determinado por el poder de regateo que tengan las partes en negociación.  Que allí donde el

sindicato tiene poco poder de regateo y el empresario mucho poder de regateo los salarios son

bajos y viceversa.  Allí donde los sindicatos son poderosos y tienen gran poder de regateo los

salarios son fabulosos.  Nunca se ha visto a un sindicato poderoso tratando de medir la

productividad marginal del trabajo para sentarse a negociar con el patrono los salarios.  Por

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otro lado, si preguntamos al patrono, veremos que no tiene la menor idea de lo que es la

productividad marginal del trabajo.  Cómo puede, pues, fijar un salario sobre la base de algo

que ignora. 

No hay ningún indicio que permita establecer que los empresarios fijan los salarios de los

trabajadores sobre la base del producto marginal del último trabajador empleado o que

emplean trabajadores hasta el punto donde su productividad marginal es igual a su salario.   Si

preguntamos al empresario sobre ese respecto veremos que la mayoría ni siquiera saben lo que

es la productividad marginal del trabajo.  Es absurdo que puedan fijar su salario o nivel de

empleo sobre la base de un criterio que desconocen y que no entienden.  Si estudiamos la

forma en que los empresarios determinan el nivel de salario establecido, veremos que surge de

una de dos formas.  O el sindicato los obliga a aumentar el salario, o ese era el salario típico

existente en el mercado.  Si se le pregunta al empresario cuántos empleados despidió a partir

del último aumento en el salario contestará en la generalidad de las veces que ninguno.  ¿De

dónde se saca la teoría, pues, esa afirmación, en el sentido de que los salarios son

determinados a base de la productividad marginal?  Simplemente se trata de una afirmación

ideológica que no se corresponde con la realidad.  La Teoría de la Distribución Optima del

Ingreso sostiene la tesis contraria de que los aumentos en el salario real de los trabajadores

generan disminución en el desempleo y aumento de la producción nacional. 

En cuanto a nivel de los países observamos que allí donde existen las actitudes favorables

sobre el derecho a la negociación colectiva y el derecho a ganar salarios decentes, las leyes

garantizando el derecho a la sindicación y a la huelga son fuertes y se aplican.  Tal es el caso

de los países desarrollados.  Por el contrario, allí donde no existen estas actitudes, las leyes

garantizando el derecho a la sindicación son laxas, no se aplican con rigor y el gobierno es por

lo regular el primer rompe huelga, desalentándola y castigando a los que las organizan.  Por

consiguiente los salarios son miserables.  Tal es el caso de los países subdesarrollados.  La

razón por la que los países europeos y Estados Unidos tienen salarios 10 veces más altos que

los países subdesarrollado y, por consiguiente, un producto nacional percápita 10 veces más

alto, no es porque su gente sea 10 veces más productiva, sino porque tiene leyes más fuertes

que obligan al patrono a negociar salarios más altos con los trabajadores.  Es este aumento en

los salarios y, por consiguiente en la Demanda Agregada y el nivel de producción, lo que

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como consecuencia de las economías a escala generan una productividad 15 o 20 veces mayor

en los países desarrollados.  Es decir, no es la alta productividad la causa de los altos salarios,

sino al revés, los altos salarios son la causa de la productividad.  Es por ello que el modelo de

la teoría económica contemporánea que explica la determinación del salario es desmentido

todos los días por la realidad de los sindicatos y la negociación colectiva.

4. Doctrina

4.1. Doctrina Económica de Keynes

Todos los grandes economistas fueron producto de sus épocas: Smith, la voz del capitalismo

optimista e incipiente: Marx, el vocero de las víctimas de su más sombrío periodo industrial;

Keynes, el producto de una época aun posterior, la Gran depresión.

La Gran Depresión del decenio de 1930 no solo fue una tragedia humana, para la cual

ninguna de las herramientas de la Economía tradicional podía encontrar explicación y mucho

menos remedio. La depresión golpeó a Estados Unidos como un tifón. La mitad de la

producción desapareció. Una cuarta parte de la fuerza laboral perdió su trabajo. Más de un

millón de familias de las ciudades se encontraron con sus hipotecas vencidas y perdieron sus

casas. Se perdieron nueve millones de cuentas de ahorros cuando cerraron los bancos, para no

abrir nunca más.

Contra esta terrible realidad de desempleo y perdida del ingreso de la economía, igual que el

mundo de los negocios o los asesores del gobierno, no tenían nada que ofrecer. Básicamente,

los economistas se encontraban tan perplejos ante el comportamiento de la economía como el

resto del pueblo estadounidense. En muchos aspectos la situación nos recuerda la

incertidumbre que comparte el público y la economía ante la inflación actual.

Fue en este ambiente de consternación y casi pánico donde apareció el gran libro de Keynes:

Teoría General del Empleo, El Interés y el Dinero (1943).

La esencia de su teoría consistió en hacer del ahorro el eje de la dificultad del sistema y en

afirmar que no había nada automático en el mecanismo del mercado que mantuviese a la

economía en empleo total.

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Economistas como David Ricardo y otros economistas se habían burlado de la idea de Thomas

Robert Malthus de que el ahorro podía conducir a atascamientos generales. Para ello era

evidente que los atascamientos no podían ser causados por el ahorro, porque ahorrar significa

invertir; es decir, significa que el dinero que uno no había gastado en consumo para sí mismo

lo gastaba en nuevos activos físicos para su fábrica.

El pensamiento económico tradicional había atribuido siempre (según Malthus) una gran

importancia a la tendencia automática del mercado para resolver todos los problemas. No

había problema económico que el mercado no fuera capaz de resolver si se le dejaba actuar

por sí solo. Keynes intentó demostrar que no había nada de automático en el funcionamiento

del mercado (particularmente en el mecanismo del ahorro-inversión).

Para comprender el pensamiento de Keynes acerca de la manera como el ahorro puede causar

dificultades, tenemos que comprender cómo se determina el bienestar de una nación. La

prosperidad nacional depende esencialmente de la fluidez del dinero que pasan de mano en

mano. Con cada compra que hacemos, transferimos una parte de nuestro dinero al bolsillo de

otra persona. De un modo semejante, cada moneda de nuestro dinero, ya sea de salarios,

beneficios o intereses, se deriva en definitiva del dinero que ha gastado alguna otra persona.

Visto desde esta perspectiva, es evidente que si guardáramos el dinero constantemente,

romperíamos la corriente circular del dinero. Al actuar de esa manera congelaríamos una parte

del dinero que se nos entrega y devolveríamos a la sociedad menos de lo que esta nos da. Por

supuesto, nuestro dinero no lo guardamos en el hogar, sino que lo colocamos en bancos o en

acciones, de donde pueden ser sacados por la empresa para fines de inversión,

reintroduciéndolos así en la corriente del dinero.

Obsérvese, sin embargo, que en este mecanismo de ahorro-inversión no hay nada de

automático, y las empresas no utilizan necesariamente, todos los ahorros potenciales en

inversiones. Una importante diferencia histórica entre la época de Malthus y la de Keynes es

que a principios del siglo XIX el ahorro y la inversión los hacía casi siempre la misma

persona; como decía Ricardo, el pequeño hombre de negocios que ahorraba, lo hacía para

comprar más equipo. Pero en el siglo XX el ahorro y la inversión los hacen con frecuencia

personas diferentes, tales como los padres de familia y los directivos de las sociedades

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anónimas, respectivamente. La idea de que el mecanismo ahorro-inversión no funcionaba con

tanta suavidad como creían Ricardo y la ciencia económica tradicional fue lanzada por

primera vez por Keynes en su libro Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Para

Keynes la redacción de esta obra representó “una lucha para escapar” de las viejas ideas, y lo

mismo representó para sus lectores en aquel tiempo. Pero, vista retrospectivamente, la lucha

fue continua y la Teoría general no fue sino su conclusión triunfal. Keynes mismo se daba

perfecta cuenta de la novedad de su intento, y lo creía en fuerte contraste con lo que

consideraba el principal objeto de los economistas clásicos. La economía política clásica –

alega Keynes – se ocupó de la distribución del producto social más que de su cuantía. En otras

palabras, el clasicismo trataba de explicar los determinantes de las participantes relativas en el

ingreso nacional de los diversos factores de la producción, y no las fuerzas que determinan el

nivel de dicho ingreso (que también puede llamarse nivel de ocupación o de actividad

económica en general). El supuesto implícito del sistema clásico es que el sistema económico

tiende espontáneamente a producir una ocupación plena de los recursos de que dispone. La

teoría de Keynes se basa en la negación de ese supuesto. Los clásicos ignoraron virtualmente

el problema de la crisis, tampoco analizaron específicamente la posibilidad de que hubiera

diferentes niveles de actividad económica con la misma cantidad de recursos.

Keynes se ocupo de los agregados: ingreso, consumo, ahorro, inversión, más bien que de la

determinación de los precios individuales, que formaba la médula de la teoría económica de

ayer. El estudio de los determinantes del nivel general de la actividad económica, aunque

olvidado pronto por los ortodoxos, fue la llamada más importante del clasicismo antes de que

perdiese definitivamente su vigor.

En su libro, Keynes presenta cinco ideas principales:

1. Keynes sostenía que en una economía de mercado era posible mantener una situación

de equilibrio con desempleo. El Estado tiene la obligación de intervenir para estimular

la demanda agregada y así propiciar el pleno empleo. Argumentaba Keynes que el

desempleo masivo es el resultado de una demanda agregada insuficiente. Por lo tanto,

para corregir tal situación el Estado debía intervenir y establecer ciertos “controles

vitales” a fin de ejercer una influencia orientadora del gasto público. Para Keynes, a

través del libre mercado no era posible alcanzar la meta del pleno empleo, pero aún en

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el caso de que circunstancialmente alcanzase por esa vía, tal situación no sería

duradero, puesto que siendo el mercado inestable, muy pronto la economía tendría que

abocarse bien a una recesión o bien a un auge inflacionista.

2. Keynes subrayó que la prosperidad depende del fluir continuo de un volumen

suficiente de gasto en la economía. Como quiera que el gasto de los consumidores es

realmente estable, los cambios en el La prosperidad depende de la inversión; porque si

no se hace uso del ahorro, entonces se inicia la contracción de la economía.

Keynes subrayó que la prosperidad depende del fluir continuo de un volumen

suficiente de gasto en la economía. Como quiera que el gasto de los

consumidores sea realmente estable, los cambios en el ciclo económico están

determinados por los cambios en el volumen del gasto en inversión. Si la

inversión decae, el gasto disminuye, la fluidez del dinero disminuye también y

se inicia la contracción económica.

3. La inversión es una rueda motriz de la economía en la que no se puede confiar; sin que

los empresarios tengan de esto culpa alguna, se encuentra amenazada constantemente,

y esto equivale a la contracción económica.

Keynes atribuye a la importancia de las expectativas como una fuerza motriz

que pone en marcha la inversión. Cuando la perspectiva es desalentadora, la

inversión se detiene simplemente.

4. Una economía en estado de depresión puede muy bien no salir de ella; no hay nada

inherente en esta situación que sea capaz de rescatarla.

Este es la idea más compleja. Los economistas anteriores a Keynes pensaban

que durante una recesión existirían ahorros no utilizados, y que estos ahorros

darían lugar a que bajase el precio de los mismos, es decir, el tipo de interés. El

efecto de la baja del tipo de interés estimularía de nuevo la inversión, con lo

cual comenzaría un movimiento ascendente. Todo el mecanismo era tan

automático como aquel mediante el cual el mercado se descongestiona de una

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oferta excesiva de zapatos hace que el precio de estos baje, la baja del precio de

los zapatos hace que la gente compre más zapatos, y de esta manera se

descongestiona el mercado. Keynes hizo notar que en el fondo del ciclo

económico no se produciría una crecida de los ahorros, porque a medida que el

poder adquisitivo de la gente disminuía, también se mermaban sus ahorros.

5. Cuando vacila el gasto en inversión, se precisa de una intervención del gobierno con el

fin de mantener en la economía el nivel del gasto.

Este punto se basa en la necesidad de la intervención del gobierno para

mantener el empleo total. El mecanismo de compensación que Keynes proponía

cuando se debilitara la inversión privada, era el gasto gubernamental. Esto

produciría simultáneamente un doble efecto: introduciría mas dinero a la

economía y, al hacerlo estimularía la inversión privada.

El punto crucial del mensaje de Keynes era, pues, que el gasto del gobierno

podría ser una política económica esencial para un capitalismo deprimido que

tratara de recuperar su vitalidad.

La idea central que Keynes aportó al pensamiento económico moderno fue la de que no existe

ningún mecanismo automático para mantener el empleo total ni para sacar a la economía de

una caída. Por esta razón resultaba necesaria una acción consciente por parte del gobierno,

haciendo entrar en juego el gasto público, lo cual significa él estimulo público de la inversión

o del consumo privados.

4.2. Monetarismo Versus Keynesianismo

Keynesianismo  vs. Monetarismo

Para Keynes el gobierno debía manejar el

automóvil (la economía nacional) hábil y

cuidadosamente, y así lograr el

crecimiento económico y precios

estables. Para Keynes, el acelerador

representa “gastos gubernamentales más

Para el monetarismo: 1) los gobiernos son

generalmente pésimos conductores, y 2) el

acelerador y el freno de la economía tienen

poco que ver con la política fiscal. Para ellos,

el acelerador representa “la oferta monetaria

más alta” y el freno “la oferta monetaria más

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Page 23: TEORÍA GENERAL DE LA OCUPACIÓN EL INTERÉS Y EL DINERO.docx

altos/impuestos más bajos”, y el freno

“gastos gubernamentales más bajos/

impuestos más altos”.

baja”.

Según los keynesianos, el conductor es el

Congreso que autoriza los gastos y los

impuestos.

En cambio, para los monetaristas el conductor

es la Junta de la Reserva Federal que

supervisa el sistema bancario.

Los keynesianos creen que la velocidad

del dinero es inestable. Ellos exaltan la

política fiscal y un rígido grupo de

keynesianos piensan que la política

monetaria no es más importante para el

motor de coche que el limpiaparabrisas.  

Los monetaristas creen que la velocidad del

dinero es estable. No es de extrañar que

consideren que la oferta monetaria es el pedal

más poderoso del coche del gobierno.

Los gastos gubernamentales influyes en

los precios y en la producción.

Intervención del Gobierno en la

estabilización de la Economía.

Los gastos gubernamentales no influyen en

los precios o en la producción a menos que

también se modifique la oferta monetaria.

Sólo el dinero importa. Friedman consideraba

que, al igual que una política monetaria

expansiva puede crear crisis económicas, una

política restrictiva también puede ser

perjudicial, mediante una deflación de

precios.

Keynes menospreciaba la influencia a

largo plazo.

Friedman sostenía que la demanda del dinero

es estable porque depende de factores de largo

plazo.

Keynes propone el multiplicador

keynesiano. El punto esencial del

multiplicador es que cualquier cambio en

el gesto efectuado por una persona pone

en movimiento una “bola de nieve”, y el

cambio final en el gasto nacional

sobrepasa de lejos el cambio inicial.

Friedman dice que el multiplicador

keynesiano esquiva la principal cuestión: ¿de

dónde proviene el dinero para el gasto fiscal?

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El sencillo modelo keynesiano daba por

sentado que así como el ingreso común

aumentaba y disminuía, lo mismo sucedía

con el consumo.

Friedman enfocó el problema desde una

perspectiva más amplia.Despues de todo el

hombre que recibe un cheque el viernes nose

muere de hambre durante toda la semana y

sólo come opíparamente el fín de semana.Por

el contrario mantiene un flujo de consumo

uniforme debido a sus espectativas de

ingresos a largo plazo.

Desde la década de 1950 hasta la de  1970 se liberó una titánica lucha entre keynesianos y

monetaristas. Los monetaristas dirigidos por Friedman y los keynesianistas dirigidos por

Keynes. Pero a medida que los monetaristas fueron generando estudios convincentes y

profesionales idóneos, desgastaron la oposición keynesiana.

Hoy la lucha está en un empate: Ahora todos somos keynesianos, gracias a Keynes. Ahora

todos somos monetaristas, gracias a Friedman. Y ahora todos somos  eclécticos, gracias al

turbulento mundo en que vivimos.

 

4.3. Más Información Complementaria

Los aspectos del pensamiento económico actual que llevan la impresión de las ideas de John

M. Keynes son numerosos, pero, su contribución principal, por la cual ha ejercido una

influencia poderosa y duradera, consistió en la formulación del principio de la demanda

efectiva. Con base en ese principio, Keynes concluye que el nivel de empleo y producción es

determinado por la magnitud de la demanda agregada y que el Estado puede actuar sobre ésta

por medio de instrumentos monetarios y fiscales a fin de alcanzar determinados objetivos de

empleo y producción.

La noción de la potencialidad o no neutralidad de la política monetaria y fiscal fue rápida y

ampliamente aceptada en los ambientes políticos y académicos de los países capitalistas,

donde el mantenimiento de aceptables niveles de empleo pasó a ser una responsabilidad de los

gobiernos. Así, muchos de estos países adoptaron en los años 40 y 50 políticas económicas

con el explícito objetivo de alcanzar el pleno empleo. Estas políticas, junto con las favorables

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condiciones objetivas de la posguerra, permitieron que los países capitalistas más

industrializados eliminaran la desocupación masiva que caracterizó a los años 30 y se

acercaran a las metas que se habían propuesto en materia de empleo.

No obstante ello, la noción de no neutralidad de la política monetaria y fiscal continuó siendo

el fundamento de la política económica, aunque ahora los objetivos de la regulación de la

demanda global fue suavizar las fluctuaciones de la producción, el empleo y el nivel de

precios. Estas llamadas políticas de estabilización, anticíclicas, compensatorias o de “ajustes

finos”, fueron concebidas como contrapesos de las oscilaciones económicas espontáneas, que

los keynesianos, en general, consideran inherentes a las economías de mercado. Así, por

ejemplo, un descenso de la demanda debido al debilitamiento de la inversión privada podría

ser compensado por medio de una adecuada expansión monetaria y/o fiscal; lo contrario, una

contracción monetaria y/o fiscal podría ser un eficiente contrapeso de un fortalecimiento

excesivo de la demanda agregada.

Desde el principio existió una línea de oposición contra Keynes que lo cuestionó, desde

diversos ángulos y con intensidad creciente, la validez de la interpretación keynesiana sobre el

funcionamiento económico y de su corolario: la eficacia (y la necesidad) de una política

económica orientada al mantenimiento de aceptables niveles de empleo y con capacidad para

evitar las fluctuaciones violentas de la actividad económica. La existencia de este

cuestionamiento ha dado lugar, durante más de cuatro décadas, a una intensa discusión de

carácter teórico y empírico entre los partidarios de Keynes por un lado, y los defensores del

principio prekeynesiano de neutralidad de las políticas de administración de la demanda por el

otro. A este último grupo de economistas se les ha bautizado con el nombre de “monetaristas”

y su representante más activo y prominente es Milton Friedman.

La consecuencia práctica más importante de la amplia aceptación de las ideas de Keynes fue la

de haber dado un impulso decisivo a la profundización del papel estratégico del Estado en la

economía y la sociedad; tendencia que, por otra parte, se venía manifestando sin la ayuda de

ningún pensador original.

Para los monetaristas, oponerse al planteamiento keynesiano era un dictado de su presupuesto

ideológico básico: el liberalismo, que no concibe la intervención estatal más que para

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garantizar la seguridad interna y externa del Estado, administrar justicia y realizar algunas

obras públicas de infraestructura económica esenciales para el desenvolvimiento de la

economía. En consecuencia, el mayor peso de la crítica al keynesianismo se enfocó a negar la

validez del concepto de no – neutralidad de la política de administración de la demanda.

La crítica monetarista inició con el ahora famoso discurso de Friedman en 1967 y que tiene su

hito más reciente en los modelos de expectativas racionales, llega al corazón del problema

planteado por Keynes. Cómo hemos tratado de demostrar, la política de administración de la

demanda opera sobre el empleo en la medida que sea capaz de hacer sentir su ejercicio sobre

los salarios reales y, en consecuencia, sobre las ganancias; sólo el estimulo de las ganancias es

capaz de convencer a los empresarios de que ocupen a los desempleados. Y lo que dice este

enfoque monetarista, en esencia, es que la administración de la demanda no puede alterar el

nivel “natural” de desempleo, porque si bien el manejo monetario puede actuar sobre el nivel

de precios, el rápido ajuste de las expectativas de los asalariados llevará a que éstos actúen

sobre el nivel de los salarios nominales, evitando así la caída del salario real y el aumento de

las ganancias.

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