Teoria General Del Empleo

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Teoria general del empleo

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    ENSAYOS DE ECONOMA No. 31, 2007: 137-149

    John Maynard Keynes

    LA TEORA GENERAL DEL EMPLEO*

    John Maynard Keynes**

    RESUMEN

    I. Comentarios sobre las cuatro discusiones en la edicin anterior depuntos de la Teora General, 209. - II. Ciertos puntos definitivos en losque el autor difiere con teoras anteriores, 212. La teora del intersexpuesta de nuevo, 215. Incertidumbres y fluctuaciones de la inver-sin, 217. III. Demanda y oferta para la produccin total, 219. Laproduccin de bienes de capital y de consumo, 221.

    I

    Estoy profundamente agradecido con los editores de la Revista Trimestralpor las cuatro contribuciones relacionadas con mi Teora General del Em-pleo, el Inters y el Dinero que aparecieron en la edicin de noviembre,1936. Estas contienen crticas detalladas, muchas de las cuales acepto yde las cuales espero beneficiarme. No hay nada en el comentario delprofesor Taussig con lo que est en desacuerdo. El seor Leontief est enlo cierto, creo, cuando resalta la diferencia entre mi actitud y la de la teora

    * Traducido por Lina Isabel Brand Correa, estudiante de Economa, Universidad Nacional de Colombia- sede Medelln.

    ** Artculo publicado en la Revista trimestral de economa (en la edicin de febrero de 1937).

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    ortodoxa hacia lo que el llama postulado de homogeneidad. Deb haberpensado, sin embargo, en que haba abundante evidencia proveniente dela experiencia para contradecir este postulado; y que, en cualquier caso,es ms para aquellos que hacen suposiciones muy especiales para justifi-carlo, que para aquel que prescinde de l, para probar una negativa gene-ral. Tambin sugerira que su idea podra ser aplicada ms fructferamentey con una mayor precisin terica en relacin con el papel jugado por lacantidad de dinero en la determinacin de la tasa de inters1 . Pues esaqu, creo, en dnde por primera vez el postulado de homogeneidad entraen el esquema de la teora ortodoxa.

    Mis diferencias, tal como son, con el seor Robertson surgen principalmen-te de mi conviccin en que ambos diferimos ms fundamentalmente denuestros predecesores de lo que su devocin le permite. Estoy de acuer-do con muchos de sus puntos, sin ser consciente de haber dicho (o haberquerido decir) en varias instancias algo diferente. Me sorprende que lpensara que esos que se divierten con la velocidad de circulacin del dinerotienen mucho en comn con la teora del multiplicador. Estoy totalmentede acuerdo con el importante punto que l menciona (pp. 180-183) encuanto a que la creciente demanda de dinero que resulta de un incremen-to en la actividad tiene una contracorriente que tiende a subir la tasa deinters; y esto es, en efecto, un elemento significativo en mi teora de porqu los auges (booms) llevan consigo las semillas de su propia destruc-cin. Pero esto es, esencialmente, parte de la teora de la liquidez de latasa de inters, y no de la teora ortodoxa. Donde l afirma (p. 183) quemi teora debe ser mirada no como una refutacin de una cuenta desentido comn de eventos en trminos de oferta y demanda de fondosprestables, sino como una versin alternativa de ella, debo preguntar,antes de estar de acuerdo, por al menos una referencia de dnde seencuentra esta cuenta de sentido comn.

    Queda el comentario ms importante de los cuatro, a saber, el del profe-sor Viner. Con respecto a sus crticas de mi definicin y manera de desa-rrollar el desempleo involuntario, estoy listo para admitir que esta parte demi libro est particularmente abierta a la crtica. Ya me encuentro en unaposicin apta para hacer mejoras, y espero que, cuando las haga, elprofesor Viner se sienta mas contento, especialmente puesto que no creoque haya nada fundamental en este punto en lo que difiramos. Sin embar-go, en el caso de su segunda seccin titulada La Propensin a Ahorrarestoy preparado para debatir sus puntos. Hay pasajes que sugieren que

    1 Mi ensayo sobre La Teora de la Tasa de Inters a aparecer en el volumen de Ensayos en honor aIrving Fisher.

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    el profesor Viner esta pensando demasiado en los trminos ms familiaresde la cantidad de dinero realmente ahorrada, y que pasa por alto el nfa-sis que busco poner en la tasa de inters como incentivo para no ahorrar.Es precisamente debido a que las facilidades para ahorrar estn estricta-mente limitadas, que la preferencia por la liquidez opera principalmenteincrementando la tasa de inters. No puedo estar de acuerdo con que enla teora monetaria moderna generalmente se lidia con la propensin paraahorrar, con resultados que son sustancialmente idnticos a los de Keynes,como un factor operante para reducir la velocidad del dinero. Por elcontrario, estoy convencido de que los tericos monetarios que tratan delidiar con ella de esa manera van todos por mal camino2 . De nuevo,cuando el profesor Viner seala que la mayora de las personas inviertesus ahorros en la mejor tasa de inters que puedan obtener y pide esta-dsticas para justificar la importancia que yo le doy a la preferencia por laliquidez, l est pasando por alto que es el ahorrador marginal en potenciaquien tiene que ser satisfecho por la tasa de inters, para que aparezcaas el deseo por ahorros reales entre los delgados lmites de efectivo dispo-nible para ahorrar. Cuando, como pasa en una crisis, las preferencias porla liquidez aumentan agudamente, esto no se expresa en el aumento delos ahorros pues hay poco, si es que hay algo, de efectivo adicionalrespecto al que haba antes pero si en un aumento pronunciado en latasa de intereses, i.e. el precio de los ttulos (valores) cae, provocandoincluso que aquellos que quisieron obtener liquidez si hubiesen podido alprecio anterior, se hagan a la idea de que esto no es ms practicable entrminos razonables. Un alza en la tasa de inters es una alternativa paraque un aumento en los ahorros satisfaga un incremento de la preferenciapor la liquidez. Tampoco afecta a mi argumento el admitido hecho de quediferentes tipos de activos satisfagan el deseo por liquidez en diferentesgrados. El dao se hace cuando la tasa de inters correspondiente algrado de liquidez de un activo dado lleva a una capitalizacin de mercadode ese activo que es menor que su costo de produccin.

    Hay otras crticas que tambin debera estar listo para debatir. Pero aun-que pueda ser capaz de justificar mi propio lenguaje, estoy ansioso por nodejarme arrastrar, al hacerlo con mucho detalle, a pasar por alto los pun-tos sustanciales que pueden, no obstante, sustentar las reacciones quemi tratamiento ha producido en la mente de mis crticos. Estoy ms afe-rrado a las ideas relativamente simples y fundamentales que sustentan miteora que a las formas particulares en las que las he personificado, y nodeseo que lo anterior se cristalice en esta fase del debate. Si las ideas

    2 Ver abajo.

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    simples y bsicas pueden volverse familiares y aceptables, el tiempo, laexperiencia y la colaboracin de algunas mentes descubrir la mejor ma-nera de expresarlas. Por lo tanto, yo preferira ocupar el prximo espacio,el que el editor de esta revista me permita, en tratar de volver a expresaralgunas de esas ideas, en vez de enfrascarme en una controversia deta-llada que puede demostrar ser improductiva. Y creo que llevar esto acabo bien, an cuando pueda parecerle a algunos como zambullirse dere-cho en el nimo controversial del cual pretendo escapar, si pongo lo quetengo que decir en la forma de una discusin alrededor de ciertos puntosdefinitivos donde me parece que estoy mas claramente alejado de teorasprevias.

    II

    Es generalmente reconocido que el anlisis Ricardiano tena que ver con loque ahora llamamos equilibrio de largo plazo. La contribucin de Marshallconsista principalmente en aadirle a esto el principio marginal y el principiode sustitucin, junto con algo de discusin sobre el paso de una posicinde equilibrio de largo plazo a otra. Pero l asumi, al igual que Ricardo, quela cantidad de factores de produccin en uso era dada y que el problemaera determinar la manera en que se iban a utilizar as como sus recom-pensas relativas. Edgeworth y el profesor Piguo y mas tarde otros escrito-res contemporaneos han embellecido y mejorado esta teora, consideran-do cmo diferentes peculiaridades en la forma de las funciones de ofertade los factores de produccin afectaran las cosas, lo que pasara encondiciones de monopolio y competencia imperfecta, hasta dnde coinci-den las ventajas sociales e individuales, cules son los problemas especia-les del intercambio en un sistema abierto y cosas por el estilo. Pero estosescritores mas recientes al igual que sus predecesores seguan lidiandocon un sistema en el que la cantidad de factores empleados era dada y losotros hechos relevantes se conocan ms o menos con certeza. Esto noquiere decir que ellos estaban lidiando con un sistema en el cual el cambioera excluido, o incluso uno en el cual la decepcin de la expectativa fueraexcluida. Pero en cualquier momento determinado los hechos y las expec-tativas eran asumidas como dadas de manera definitiva y calculable; y sesupona que los riesgos se podan calcular por la computacin exacta de unexperto, aunque se admita que no se les prestaba demasiada atencin.Se supona que el clculo de la probabilidad, aunque su mencin se mante-na en el trasfondo, era capaz de reducir la incertidumbre al mismo gradocalculable de la certidumbre misma; al igual que en el calculo benthamitade placeres y dolores o de ventajas y desventajas, por el cual la filosofabenthamita asuma que los hombres estaban influenciados en su compor-tamiento tico general.

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    En realidad, tenemos como regla slo la idea ms vaga de todo menos delas consecuencias ms directas de nuestros actos. En ocasiones no esta-mos muy interesados en sus consecuencias ms remotas, a pesar deque el tiempo y el destino tengan mucho que ver con ellas. Pero a vecesestamos intensamente interesados en ellas, ocasionalmente mas an,que en las consecuencias inmediatas de las mismas. Ahora de todas lasactividades humanas que estn afectadas por esta remota preocupacin,resulta que una de las ms importantes es el carcter econmico,especficamente, la riqueza. Todo el objetivo de la acumulacin de riquezaes el de producir resultados, o resultados potenciales; a una distanciacomparativa, y a veces a una distancia indefinida, una fecha. De estemodo, el hecho de que nuestro conocimiento del futuro est fluctuando,vago e incierto, convierte a la riqueza en un tema particularmente inapro-piado para los mtodos de la teora econmica clsica. Esta teora podrafuncionar muy bien en un mundo en el cual los bienes econmicos fuerannecesariamente consumidos en un corto perodo de tiempo despus dehaber sido producidos. Pero sugiero que requiere una considerable modifi-cacin si va a ser aplicada a un mundo en el que la acumulacin de riquezapara un futuro indefinidamente pospuesto es un factor importante; y amayor papel proporcional jugado por dicha acumulacin de riqueza msesencial se convierte dicha modificacin.

    Por conocimiento incierto, djenme explicar, no quiero distinguir mera-mente lo que es sabido con certeza de lo que es nicamente probable. Eljuego de la ruleta no es objeto, en este sentido, de incertidumbre; ni elprospecto de ganarse una lotera. O, por otra parte, la expectativa de vidaes solamente un poco incierta. Incluso el clima es solo moderadamenteincierto. En el sentido en el que estoy usando el trmino es en el de que laposibilidad de una guerra europea es incierta, o el precio del cobre y la tasade inters en 20 aos, o la obsolescencia de un nuevo invento, o laposicin de propietarios privados de riqueza en el sistema social en 1970.Sobre estos temas no hay bases cientficas sobre las cuales formularninguna probabilidad calculable. Simplemente no sabemos. De cualquiermanera, la necesidad de actuar y de decidir nos lleva a nosotros, hombresprcticos, a hacer lo mejor que podamos por pasar por alto este incmo-do hecho y comportarnos como lo haramos si tuviramos detrs de noso-tros un buen calculo benthamita de una serie de presuntas ventajas ydesventajas, cada una multiplicada por su respectiva probabilidad, espe-rando a ser sumadas.

    Cmo hacemos en dichas circunstancias para comportarnos de maneraque conservemos nuestras caras de hombres racionales, econmicos?Hemos encontrado diversas tcnicas para el propsito, de las cuales lasms importantes son las tres siguientes:

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    (1) Asumimos que el presente es una gua mucho ms til al futuro quelo que una cndida examinacin de la pasada experiencia ha mos-trado ser hasta ahora. En otras palabras, ignoramos ampliamente elpanorama de cambios futuros de la caracterstica actual sobre loscuales realmente no sabemos nada.

    (2) Asumimos que el existente estado de opinin expresado en preciosy el carcter de la oferta existente esta basado en una suma co-rrecta de expectativas futuras, para que podamos aceptarlo comotal a menos que algo nuevo y relevante surja.

    (3) Sabiendo que nuestro propio criterio no tiene valor, tratamos deapoyarnos en el juicio del resto del mundo que de pronto est mejorinformado. Esto es, tratamos de conformarnos con el comporta-miento de la mayora o del promedio. La psicologa de una sociedadde individuos, cada uno de los cuales se est esforzando por copiara los otros, nos lleva a lo que podramos llamar juicio convencional.

    Ahora una teora prctica basada en estos tres principios tiene ciertascaractersticas marcadas. En particular, estando basada en un fundamen-to tan endeble, est sujeta a cambios repentinos y violentos. La practicade calma e inmovilidad, de certeza y seguridad, de repente se rompe.Nuevas esperanzas y miedos tomarn el control, sin previo aviso, de laconducta humana. Las fuerzas de desilusin pueden de repente imponeruna nueva base convencional de valoracin. Todas estas tcnicas tanelegantes y educadas, hechas para una junta directiva bien planeada y unmercado correctamente regulado, pueden fracasar. Todo el tiempo el p-nico vago y las esperanzas igualmente vagas y sin razn no se apaciguany permanecen bajo la superficie.

    Tal vez el lector siente que esta discusin general, filosfica sobre el com-portamiento del ser humano esta mas bien alejada de la teora econmicaen discusin. Pero yo creo que no. Aunque as es que nos comportamosen el mercado, la teora que trazamos en el estudio de cmo nos compor-tamos en el mercado no debera someterse a si misma a dolos del merca-do. Acuso a la teora econmica clsica de ser una de estas elegantes yeducadas tcnicas, que tratan de lidiar con el presente ignorando el hechode que sabemos muy poco sobre el futuro.

    Me atrevo a decir que el economista clsico aceptara esto sin demora.Pero, an as, pienso que ha pasado por alto la naturaleza precisa de ladiferencia que su abstraccin hace entre teora y prctica, y el carcter delas fallas a las que es probable que lo lleve.

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    Este es particularmente el caso en su tratamiento del dinero y el inters. Ynuestro primer paso debe ser elucidar ms claramente las funciones deldinero.

    El dinero, como bien se conoce, sirve para dos cosas principalmente.Actuando como dinero de cuenta facilita el cambio sin ser necesario quenunca se convierta l mismo en un objeto sustancioso. En este sentido esuna conveniencia desprovista de significado o influencia real. En segundolugar, es un depsito de riqueza, se nos dice, sin una sonrisa en la cara.Pero en el mundo de la economa clsica, es una locura darle ese uso!pues es una reconocida caracterstica del dinero como depsito de riquezaque es improductivo; en vista de que prcticamente cualquier otra manerade guardar riqueza rinde inters o ganancia Por qu debera alguien cuer-do usar el dinero como depsito de riqueza?

    Porque, en parte con bases razonables y en parte instintivas, nuestrodeseo por aferrarnos al dinero como depsito de riqueza es un barmetrodel grado de nuestra desconfianza en nuestros propios clculos y conven-ciones acerca del futuro. Aunque este sentimiento con respecto al dineroes por si mismo convencional o instintivo, opera, por as decirlo, a un nivelms profundo de nuestra motivacin. Toma el control en los momentoscuando las convenciones ms altas y precarias, se han debilitado. Laposesin de dinero apacigua nuestra ansiedad; y el premio que requeri-mos para desprendernos del dinero es la medida del grado de nuestraansiedad.

    El significado de esta caracterstica del dinero ha sido usualmente pasadopor alto; y como ha sido notada hasta el momento, la naturaleza esencialdel fenmeno ha sido mal descrita. Lo que ha atrado la atencin es lacantidad de dinero que ha sido ahorrado, y se le ha dado importancia aesto porque se ha supuesto que tiene un efecto proporcional directo en elnivel de los precios afectando la velocidad de circulacin. Pero la cantidadde ahorros solo puede ser alterada si el total de la cantidad de dinerocambia o si la cantidad de ingresos en dinero efectivo (hablo en su totali-dad) cambia; puesto que fluctuaciones en el grado de confianza son capa-ces de tener un efecto bastante distinto, especficamente, modificando nola cantidad en realidad ahorrada, sino la cantidad de premio que debe serofrecida para inducir a la gente a no ahorrar. Y cambios en la propensin aahorrar, o en el estado de preferencia por liquidez como lo he llamado,principalmente afecta, no los precios, sino la tasa de inters; siendo cual-quier efecto en los precios producido por repercusin, como una ltimaconsecuencia de un cambio en la tasa de inters.

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    Esto, expresado de una manera muy general, es mi teora de la tasa deinters. La tasa de inters mide obviamente justo como los libros dearitmtica dicen que lo hace el premio que debe ser ofrecido para inducira las personas a mantener su riqueza en otra cosa que no sea dineroahorrado. La cantidad de dinero y la porcin de l requerido en la circula-cin activa para la transaccin de negocios corrientes (principalmente de-pendiendo en el nivel de ingreso monetario) determina cuanto hay disponi-ble para balances inactivos; i.e. para ahorros. La tasa de inters es elfactor que ajusta en el margen la demanda de ahorros con la oferta deahorros.

    Ahora permitmonos proceder a la siguiente etapa del argumento. El po-seedor de riqueza, que ha sido inducido a no retener su riqueza en laforma de dinero ahorrado, todava tiene dos alternativas para escoger.Puede prestar su dinero a la actual tasa de inters monetario o puedecomprar algn tipo de activo de capital. Claramente en equilibrio estas dosalternativas deben ofrecer una ventaja igual al inversionista marginal encada una de ellas. Esto resulta as por cambios en los precios de prsta-mos monetarios. Los precios de los bienes de capital se mueven hastaque, a pesar de sus perspectivos rendimientos y cuentas, y habiendo sidosacados todos esos elementos de duda e incertidumbre, consejo interesa-do y desinteresado, moda, convencin y cualquier otra cosa que ustedcrea que afecte la mente del inversionista, ellos ofrezcan una aparenteventaja marginal igual al inversionista que esta vacilando entre una clasede inversin y otra.

    Esta, entonces, es la primera repercusin de la tasa de inters, comofijada por la cantidad de dinero y la propensin a ahorrar, especficamente,en el precio de bienes de capital. Esto no significa, por supuesto, que latasa de inters sea la nica influencia fluctuante en estos precios. Lasopiniones con respecto a su rendimiento futuro estn por ellas mismassujetas a fluctuaciones agudas, precisamente por la razn dada,especficamente, la fragilidad de las bases de conocimiento de las que ellasdependen. Son estas opiniones tomadas en conjuncin con la tasa deinters las que fijan su precio.

    Ahora para la parte tres. Los bienes de capital son capaces, en general,de ser recientemente producidos. La escala en que son producidos depen-de, por supuesto, de la relacin entre sus costos de produccin y losprecios a los cuales se espera que sean vendidos en el mercado. Pero si elnivel de la tasa de inters tomada en conjunto con las opiniones sobre sufutura alza en el rendimiento aumenta los precios de bienes de capital, elvolumen actual de inversin (queriendo decir con esto el valor de la pro-duccin total de bienes de capital nuevos) va a incrementar; mientras

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    que, por otro lado, si estas influencias reducen los precios de los bienes decapital, el volumen de la actual inversin se va a reducir.

    No es sorprendente que el volumen de inversin, aunque determinado,debe fluctuar ampliamente en el tiempo. Eso depende de dos condicionessobre el futuro, ninguna de las cuales descansa en una adecuada o segu-ra fundamentacin en la propensin a ahorrar, acumular y en las opinio-nes del futuro rendimiento de los bienes de capital. Tampoco hay ningunarazn para suponer que las fluctuaciones en alguno de estos factores vana tender a modificar las fluctuaciones en el otro. Cuando se tiene unavisin ms pesimista sobre los futuros rendimientos, esa no es razn paraque debiera haber una disminucin en la propensin para ahorrar. En rea-lidad, las condiciones que agravan uno de los factores, como regla, tien-den a agravar el otro, por las mismas circunstancias que llevan a quevisiones pesimistas sobre futuros rendimientos sean aptas para incremen-tar la propensin a ahorrar. El nico elemento que se ajusta por si mismoen el sistema aparece en una instancia mucho ms adelante y con ciertogrado de incertidumbre. Si una baja en la inversin lleva a una baja en laproduccin total, esto puede resultar (por mas de una razn) en unareduccin de la cantidad de dinero requerida para la circulacin activa, locual desatara una cantidad ms grande de dinero para la circulacin inac-tiva, lo cual satisfacera la propensin para ahorrar a una tasa de intersmenor, lo cual aumentara los precios de los bienes de capital, lo cualincrementara la escala de inversin, lo cual restaurara en alguna medidael nivel de la produccin total.

    Esto completa el primer captulo de la argumentacin, es decir, la posibili-dad de que la escala de inversin flucte por razones bastante diferentesa) de aquellas que determinan la propensin individual a guardar algunaparte del ingreso y b) de aquellas condiciones fsicas de capacidad tcnicapara socorrer la produccin que usualmente han sido supuestas hastaahora de ser la influencia principal encargada de gobernar la eficienciamarginal del capital.

    Si, por el otro lado, nuestro conocimiento del futuro fuera calculable y noestuviera sujeto a cambios repentinos podra ser justificable asumir que lacurva de preferencia por la liquidez fuera tanto estable como muy inelstica.En este caso una pequea baja en el ingreso en dinero llevara a una largacada en la tasa de inters, probablemente suficiente para aumentar la

    3 Cuando el profesor Viner me acusa de darle a la preferencia por la liquidez una importanciaexagerada, se debe referir a que exagero su inestabilidad y su elasticidad. Pero si l est en lo cierto,una pequea disminucin en el ingreso monetario llevara, como se dijo anteriormente, a una dramticacada en la tasa de inters. Sostengo que la experiencia indica lo contrario.

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    produccin total y el empleo al mximo3 . En estas condiciones podramosrazonablemente suponer que todos los recursos disponibles seran normal-mente empleados; y que las condiciones requeridas por la teora ortodoxaseran satisfechas.

    III

    Mi prxima diferencia con respecto a la teora tradicional concierne a suaparente conviccin de que no hay necesidad de sacar una teora de lademanda y la oferta de la produccin en su totalidad. Podra una fluctua-cin en la inversin, a causa de las razones anteriormente descritas, teneralgn efecto en la demanda de la produccin total y en el empleo? Cmorespondera a esto la teora clsica? Yo creo que no podra responder, al nohaber pensado jams sobre el tema. La teora de la demanda efectiva, esdecir la demanda por la produccin total, ha sido totalmente ignorada porms de cien aos.

    Mi propia respuesta a esta pregunta implica nuevas consideraciones. Yodigo que la demanda efectiva est compuesta por dos cosas: gasto eninversin determinado de la manera antes explicada y gasto en consumo.Ahora, de qu depende la cantidad de gasto en consumo? Dependeprincipalmente del nivel del ingreso. La propensin a consumir de la gente(como yo lo llamo) est influenciada por muchos factores tales como ladistribucin del ingreso, su normal actitud hacia el futuro y aunque pro-bablemente en menor grado por la tasa de inters. Pero parece que enla principal ley psicolgica cuando el agregado del ingreso aumenta, elgasto en consumo tambin aumentar pero en menor medida. Esta esuna conclusin muy obvia. Simplemente se resume diciendo que un au-mento en el ingreso se dividir de alguna manera u otra entre consumir yahorrar, y que cundo nuestro ingreso aumenta es extremadamente im-probable que esto tenga el efecto de hacernos gastar menos o ahorrarmenos que antes. Esta ley psicolgica fue de mayor importancia en eldesarrollo de mi propio pensamiento, y es, creo, absolutamente funda-mental para la teora de la demanda efectiva como se evidenci en milibro. Pero pocos crticos y comentaristas hasta ahora le han prestadoparticular atencin.

    Le sigue a este extremadamente obvio principio una importante, aunquepoco familiar, conclusin. Los ingresos son creados en parte por los em-presarios produciendo para la inversin y en parte porque producen parael consumo. La cantidad que es consumida depende de la cantidad deingreso obtenida. Por lo tanto la cantidad de bienes de consumo quepagar a los empresarios para producir depende de la cantidad de bienesde inversin que estn produciendo. Si, por ejemplo, el pblico tiene el

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    hbito de gastar 9/10 de su ingreso en bienes de consumo, a esto le sigueque si los empresarios fueran a producir bienes de consumo a un costomas de 9 veces mayor al costo de los bienes de inversin que estnproduciendo, alguna parte de su produccin total no podra ser vendida alprecio que cubrira ese costo de produccin. Puesto que los bienes deconsumo en el mercado tendrn un costo de ms de 9/10 del agregadodel ingreso del pblico y de esta manera sera un exceso de demanda porbienes de consumo, que en teora es solo 9/10. De este modo los empre-sarios tendran prdidas hasta que reduzcan su produccin de bienes deconsumo hasta una cantidad en la cual no exceda nueve veces su actualproduccin en bienes de inversin.

    La frmula no es, por supuesto, tan simple como en esta ilustracin. Laproporcin de sus ingresos, las cuales el pblico escogera para consumir,no sern una constante, y en el caso ms general otros factores tambinson relevantes. Pero siempre hay una frmula ms o menos como esta,relacionando la produccin de bienes de consumo que paga para producir,con la produccin de bienes de inversin; y le he prestado atencin en milibro bajo el nombre de Multiplicador. El hecho de que un incremento en elconsumo es capaz por s mismo de estimular esta futura inversin simple-mente fortalece el argumento.

    Que el nivel de produccin de bienes de consumo, el cual es fructfero parael empresario, debera ser relacionado por una frmula de este tipo con laproduccin de bienes de inversin, depende de suposiciones de carctersimple y obvio. La conclusin me parece estar casi fuera de disputa. Anas las consecuencias que le siguen son al mismo tiempo poco familiares yde la mayor importancia.

    La teora puede ser resumida diciendo que, dada la psicologa del pblico, elnivel de produccin y empleo como un total dependen de la cantidad deinversin. Lo pongo de esta manera, no porque sea el nico factor del quedepende la produccin total, sino porque es usual en un sistema complejonombrar como la causa causans al factor que es el ms propenso arepentinas y grandes fluctuaciones. Ms comprensiblemente, la produc-cin agregada depende de la propensin para ahorrar, de la poltica econ-mica en la medida en que afecta la cantidad de dinero, del estado deconfianza concerniente a los rendimientos futuros de los bienes de capital,de la propensin a gastar y los factores sociales que influyen en el nivel delos salarios monetarios. Pero de estos varios factores son aquellos quedeterminan la tasa de inversin los que son menos confiables, pues sonellos los que son influenciados por nuestra visin del futuro sobre el cualsabemos tan poco.

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    Esto que ofrezco es, por lo tanto, una teora sobre por qu la produccin yel empleo casi con seguridad fluctan. No ofrece una solucin rpida decmo evitar estas fluctuaciones ni cmo mantener la produccin a un nivelptimo y estable. Pero es, propiamente hablando, una teora del empleoporque explica por qu, en cualquier circunstancia, el empleo es lo que es.Naturalmente estoy interesado no solamente en el diagnstico, sino tam-bin en la solucin; y muchas pginas de mi libro estn dedicadas al tema.Pero considero que mis sugerencias para una solucin, las cuales, noestn definidas completamente, estn en un plano distinto al diagnstico.No se supone que sean definitivas; son objeto de todo tipo de suposicio-nes especiales y necesariamente relacionadas con las condiciones particu-lares del tiempo. Pero mis razones principales para alejarme de la teoratradicional van mucho ms all que esto. Son de un alto carcter general yestn pensadas para ser definitivas.

    Resumo, por lo tanto, las razones fundamentales de mi alejamiento as:

    (1) La teora ortodoxa asume que tenemos un tipo de conocimientofuturo diferente al que en realidad tenemos. Esta falsa racionalizacinsigue las lneas del clculo benthamita. La hiptesis de un futurocalculable lleva a una interpretacin errada de los principios de com-portamiento que la necesidad por actuar nos lleva a adoptar, y a unasubestimacin de los factores ocultos de duda absoluta, carcterprecario, esperanza y miedo. El resultado ha sido una teora erradade la tasa de inters. Es cierto que la necesidad de igualar las venta-jas de escoger entre tener prstamos y activos requiere que la tasade inters debe ser igual a la eficiencia marginal del capital. Pero estono nos dice a qu nivel de igualdad ser efectivo. La teora ortodoxamira la eficiencia marginal del capital como lo que marca el paso.Pero la eficiencia marginal del capital depende del precio de activosde capital; y como este precio determina la tasa de nueva inversin,es consistente en equilibrio solo con un nivel dado de ingreso mone-tario. Por lo tanto, la eficiencia marginal del capital no se determina,a menos que el nivel de ingreso monetario sea dado. En un sistemaen el que el nivel de ingreso monetario es capaz de fluctuar, la teoraortodoxa tiene una ecuacin menos de las que son requeridas paradar solucin. Sin duda la razn por la que el sistema ortodoxo hafallado en descubrir esta discrepancia es porque siempre ha asumidotcitamente que el ingreso es dado, especialmente, al nivel corres-pondiente al empleo de todos los recursos disponibles. En otras pala-bras est asumiendo tcitamente que la poltica monetaria es man-tener la tasa de inters al nivel en el cual es compatible con el plenoempleo. Es, por lo tanto, incapaz de lidiar con el caso general dndeel empleo puede probablemente fluctuar. As, en lugar de que la

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    John Maynard Keynes

    eficiencia marginal del capital determine la tasa de inters, es mscierto (aunque no una completa afirmacin del caso) decir que es latasa de inters la que determina la eficiencia marginal del capital.

    (2) La teora ortodoxa habra descubierto en este punto el defecto antesmencionado, sino hubiera ignorado la necesidad de una teora de laoferta y la demanda de la produccin total. Dudo que muchos eco-nomistas modernos acepten la Ley de Say la cual establece quetoda oferta crea su propia demanda. Pero no son consientes que loestn asumiendo tcitamente. De este modo la ley psicolgica quesubyace al multiplicador no ha sido tenida en cuenta. No ha sidoobservado que la cantidad de bienes de consumo que pagan laproduccin de los empresarios sea una funcin de la cantidad debienes de inversin que les pagan por producir. La explicacin se en-contrar, supongo, en la suposicin tcita de que cada individuo gastala totalidad de su ingreso en consumir o en comprar, directa o indirec-tamente, bienes de capital nuevos. Pero, de nuevo, mientras loseconomistas ms viejos crean esto expresamente, dudo que mu-chos economistas contemporneos realmente lo crean. Ellos han des-echado estas viejas ideas sin darse cuenta de las consecuencias.

    J.M. Keynes

    KINGS COLLEGE, CAMBRIDGERecibido: 14-05-2008

    Aprobado: 29-07-2008

    PRESENTACIN 71976-2006Juan Esteban Santarcngelo LAS INSUFICIENCIAS DE LA INTEGRACIN EN SUDAMRICA ALGUNAS HIPTESIS EXPLICATIVASClaudio Jedlicki ESTADOS UNIDOS A INICIOS DE SIGLO: DESEQUILIBRIOS, CRISIS Y EROSIN DEL LIDERAZGO ECONMICO MUNDIALKatia Cobarrubias Hernndez LA CURVA DE PHILLIPS: UNA DIGRESINEduardo Antonelli inflacin: la visin estructuralJuan Camilo Galvis Ciro SIG EN EL ANLISIS ECONMICO DE MANEJO Y CONSERVACIN DEL MEDIO AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALESCarlos Adrin Saldarriaga Isaza LA TEORA GENERAL DEL EMPLEO (John Maynard Keynes)