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TERCERA SESIÓN Presidencia del Sr. Laguna. Abierta á las diez de la noche, dijo : El Sr. PRESIDENTE : Antes de conceder la palabra al Sr. Santero, como ésta es la última de las tres sesiones acordadas por la Junta de Go- bierno para esta discusión, he de rogar á los ora- dores, y espero no lo tomen á mal, que se ciñan en lo posible á lo que crean más pertinente á la cuestión que se debate. Hecho este ruego, el Sr. Presidente concede la palabra al Sr. Santero. El Sr. SANTERO : No sólo por el ruego del Sr. Presidente, que encuentro perfectamente aten- dible , como todo lo que de la Presidencia dima- na, sino porque también creo que esta discusión va ya cansando al Ateneo, he de ser lo más breve posible ; pero el Ateneo ha visto la serie de con- sideraciones que el Sr. Pulido ha hecho en con- testación ámi discurso, y aunque de muchas de ellas he de prescindir, porque no son pertinentes al asunto que se debate, sino que se refieren á puntos generales de ciencia, sin, embargo , tengo

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TERCERA SESIÓN

Presidencia del Sr. Laguna.

Abierta á las diez de la noche, dijo :El Sr. PRESIDENTE : Antes de conceder la

palabra al Sr. Santero, como ésta es la última delas tres sesiones acordadas por la Junta de Go-bierno para esta discusión, he de rogar á los ora-dores, y espero no lo tomen á mal, que se ciñanen lo posible á lo que crean más pertinente á lacuestión que se debate.

Hecho este ruego, el Sr. Presidente concedela palabra al Sr. Santero.

El Sr. SANTERO : No sólo por el ruego delSr. Presidente, que encuentro perfectamente aten-dible , como todo lo que de la Presidencia dima-na, sino porque también creo que esta discusiónva ya cansando al Ateneo, he de ser lo más breveposible ; pero el Ateneo ha visto la serie de con-sideraciones que el Sr. Pulido ha hecho en con-testación á mi discurso, y aunque de muchas deellas he de prescindir, porque no son pertinentesal asunto que se debate, sino que se refieren ápuntos generales de ciencia, sin, embargo , tengo

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que ser algo extenso en mi rectificación al señorPulido.

Ante todo, debo manifestar, y el Ateneo lo havisto, que el Sr. Pulido, más que contestar á lasrazones y á las dudas que yo expuse con relacióná la doctrina ferranista, estuvo durante largotiempo haciendo exposición de principios cientí-ficos , que, si bien tienen alguna relación con elhecho concreto que se discute, nos habrían de lle-var necesariamente á una amplia discusión. Demanera que después de todo, me encuentro conque los argumentos que yo he presentado en con-tra de la doctrina ferranista, más que como nega-ción, corno dudas, no han sido ni rebatidos nicontestados.

Trató primeramente el Sr. Pulido de la cues-tión del cólera. Recordará perfectamente el Ate-neo que yo no negué que el bacillus coma pudieseser la causa del cólera ; lo que yo decía y sostengoes, que no hay todavía hechos positivamenteexactos para afirmar de un modo evidente que elbacillus coma sea la causa del cólera, y el Sr. Pu-lido me contestaba ayer : ce hoy es un hecho in-concuso en la ciencia y admitido por todo el mun-do ». Yo, á la afirmación del Sr. Pulido, que sa-caba textos, tengo que sacar textos también. Unode ellos, el del Dr. Blent, quien después de haberestudiado el baeillus coma, asegura que no tienerelación ninguna de causalidad con el cólera.

Ademas, la misma Real Academia de Medicinade Barcelona (á cuyo informe tanta importancia

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da el Sr. Pulido, y yo también se la doy, porquese la concedo á todos los informes que emanan deCorporaciones científicas), esa Academia dice ensu informe, en el que tanto se apoyaba el Sr. Pu-lido, perfectamente lo mismo que yo, esto es, queKoch no ha asegurado todavía indubitablemente,y por lo tanto no puede admitirse como un hechoexacto, que el baciílm coma sea la causa del có-lera ; porque en la ciencia, para que un hechopase como axiomático, es preciso que nazca deuna observación y de una experimentación per-fectamente fundada en pruebas y contrapruebas,hasta el punto de que no deje lugar á dudas ;mientras haya una duda racional, no se puede de-cir que es un hecho exacto.

En cuanto á la objeción que yo hacía de ¿cómoadmitiéndose que la causa del cólera es el bacilluscoma j podrían explicarse los casos fulminantes?contestaba el Sr. Pulido lo siguiente : « porque sepresenta en individuos que no se sabe cuando hanadquirido la infección ; por consiguiente ese baci-llus hace su evolución y llega un momento en queel ataque se presenta ». lío es exacto : la mayorparte de los ataques fulminantes se presentan enlos individuos que llegan á una población inva-dida de un punto completamente sano ; y, porconsiguiente, no ha tenido tiempo el bacillus dehacer la evolución que se supone.

Otra objeción hacía yo : ¿cómo se explica queesta epidemia que nace en el Ganges, no se pre-senta más que en ciertas ocasiones en nuestro cli-

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ma, y de repente, sin saberse cómo, desaparecepor completo? Y contestaba el Sr. Pulido: «vayael Sr. Santero á estudiarlo á la India )>. Esto nose puede contestar. Mientras haya una duda ra-cional y no se me diga el porqué, tengo derechoá dudar de la doctrina, y conmigo todos los hom-bres de ciencia.

Viene después lá cuestión referente á la mor-fología que asigna el Dr. Ferran, y necesaria-mente tengo ya que decir la verdad, porque creoque en el punto en que estamos debe exponerse laverdad en toda su desnudez. Yo debo decir queen los estudios morfológicos del Dr. Ferran nohay absolutamente nada nuevo, porque el cultivodel bacillus coma se ha seguido ya por muchísimosexperimentadores, desde que Koch anunció queel bacillus coma podía ser la causa del cólera; yesos experimentadores han llegado hasta el espiri-lus ; lo que hay de nuevo en la doctrina de Fer-ran , es la presentación de los oogonos y de las oos-feras , que es precisamente lo que falta por probary lo que no han visto en España, á no ser la RealAcademia de Medicina de Barcelona, las perso-nas que se han dedicado á estos estudios. Yo pre-gunto al Sr. San Martin si ha visto las oosferas ylos cuerpo moriformes que el Dr. Ferran dice; elSr. Sola, individuo de la comisión oficial, afirmaen un folleto que no los ha visto ; el Sr. Mendo-za, que también formó parte de esa Comisión, diceque tampoco los ha visto ; de manera, que dentrode España nadie ha visto esa parte nueva que po-

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día corresponder á Ferran. El Sr. Ferran ha po-dido enviar este líquido al extranjero ; yo lamentoque no lo haya traido á los centros científicos es-pañoles, ademas de que laboratorios existen enEspaña, y Ferran tenía el deber de manifestar ennuestro país que es verdad lo que ha dicho, antesde manifestarlo á países extranjeros. (Un señorsocio pide la palabra).

Pero aun dentro de esta misma biología quedescribe el Dr. Ferran, preguntó yo : ¿es indife-rente ó no el saber si este cuerpo moriforme formaparte del espirilus, ó es única y exclusivamentecomo otros microbiólogos asignan, un conjuntode cristales que se encuentran en todo caldo yque á veces puede coincidir con el espirilus ? Hayque saber si estos cuerpos moriformes unidos á losespirilus forman un solo ser ó no, porque estotiene mucha importancia, por cuanto este cuerpomoriforme es el que ha de producir el chorro deespirilus que afirma el Sr. Ferran. No sea que porrazones de coincidencia de los llamados cuerposmoriformes y el espirillum aparezcan á veces comoun solo cuerpo y suceda lo que á los mejicanos queal ver montado á Hernán Cortes, creyeron queeran un solo animal, caballo y caballero.

Y si el espirilus es un ser completo, el advertirque el cuerpo moriforme produzca un chorro deespirilus es lo mismo que decir que una mujerpuede parir individuos con todo su desarrollo, contoda su inteligencia, con todas sus condiciones,etcétera, etc.

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También decía jo que dentro de la doctrina fe-rranista retrocedíamos á la doctrina de Hallier,porque se supone que el espírilus, que es un alga,después se puede convertir en hongo. Esto podríaadmitirse en 1870, pero hoy ya no lo admite na-die ; y á esta objeción no me ha contestado tam-poco el Sr. Pulido.

Respecto á los medios en que viven los hongosy las algas, insisto en decir que el hongo necesitaun medio ácido, y que, por consiguiente, si elbacülus coma es un hongo, no se puede desarrollaren los intestinos. Tampoco esta objeción ha sidocontestada por el Sr. Pulido.

Y viene después la cuestión de si la vacuna pro-duce ó no la enfermedad que se trata de evitar.Yo he entendido siempre que las vacunacionespartían de la base de que el agente que se suponecausa de la enfermedad, atenuado, modificado ensus condiciones, producía una enfermedad igual,sólo con síntomas más atenuados. El Sr. Pulidodice que no. Yo no quiero citar textos por no fa-tigar al Ateneo, pero sé positivamente que estamisma doctrina de la vacuna expuso el Sr. Gi-meno en la primera conferencia que dio acerca

- del procedimiento del Sr. F erran, diciendo quelas vacunas partían, como todos creemos, de quese trata de producir una enfermedad igual á laque se combate, sólo con síntomas menos inten-sos. Porque después de todo, ¿qué es la atenuacióndel viruú Es lo mismo que poner á un individuoen condiciones de que disminuya sus fuerzas. Si

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á un individuo que tenga una fuerza bastante paralevantar un peso dado, se le coloca en una atmós-fera húmeda, se le da una alimentación exclusi-vamente vegetal y escasa, se le priva de todoejercicio, se le rodea, en fin, de todos aquellosmedios que puedan debilitarle, acontecerá que alcabo de cierto tiempo aquel individuo no podrálevantar el peso que levantaba antes de habérseledebilitado. Pues esto es lo que se trata de conse-guir por medio del cultivo : rodear al microbio demedios que debiliten su energia, su acción, paraque una vez penetrado dentro de la economía, re-produzca la enfermedad que se trata de combatir,pero con síntomas menos intensos. (Muy bien,muy bien).

Si no se fundan en esto las vacunas, yo desea-ría que el Sr. Pulido me explicase entonces su fun-damento , porque esa es la doctrina que yo creocorriente dentro de la ciencia.

Otro hecho importante presenté á la considera-ción del Ateneo, y que el Sr. Pulido ni siquieraha tocado, porque precisamente es el punto másvulnerable que tiene la doctrina que defiende, yes la contradicción evidente de asegurar en uncaso que el análisis microscópico había encontradoen la sangre de los inoculados las manifestacionesdel microbio, y negar después que existiese talmicrobio en la sangre de los inoculados. ¿Por qué?Porque la Real Academia de Medicina de Bar-celona, cuyo informe se tiene por norma dentrode España, por cuanto esa Academia es la única

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corporación científica que ha dictaminado sobreeste asunto, viene á sentar como probado un he-cho que después el Sr. Ferran niega en absoluto.

Esta pregunta tiene que dilucidarse clara y ter-minantemente : ¿ existe ó no el microbio en la san-gre de los inoculados? Porque si en un principiose dice que el análisis microscópico ha encontradoque el microbio existe en la sangre, y posterior-mente se afirma que el microbio muere, que lo quepenetra es la ptomaína , la cual produce la intoxi-cación , que es lo que determina la profilaxis delcólera, el Ateneo comprenderá que estos dos he-chos son completamente antagónicos. Todo lo quese dice en el dictamen que acabo de citar se re-fiere á que en la sangre se encuentra el microbio;tanto es así, que consigna que en esa misma san-gre de los inoculados se puede coger el microbio ycultivarlo, como se demostraría cogiendo la san-gre de los inoculados y haciendo otra inoculaciónen otro individuo.

Pues posteriormente se niega esto, y se diceque el microbio en su evolución determina esasptomaínas que penetran dentro de los individuos,y que naturalmente producen una septicemia, de-terminándose fenómenos análogos al cólera.

Ya veis que el Dr. Ferran sostiene siempre quelos fenómenos que se determinan en los inoculadosson análogos al cólera, lo cual viene á estar con-forme con la doctrina que he sentado, de que entoda vacunación se va á buscar el que se produz-can fenómenos análogos á los de la enfermedad

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que se trata de evitar. De manera que el Sr. Fe-rran está en contra de lo que ayer manifestó elSr. Pulido. Y viene aquí una conclusión impor-tante : si el análisis microscópico demuestra queen la sangre existen estos seres, y hoy se creeque el microbio muere en el tejido celular, ó queha muerto por la ebullición en el líquido inocula-tivo, y que únicamente penetran dentro de lasangre las ptomaínas que van á determinar esosefectos, en ese caso se necesita positivamente elanálisis químico ; porque ¿en qué se funda Ferranpara decir que existen las ptomaínas en sus líqui-dos? ¿ Qué ptomaína es esa? ¿ Qué caracteres dife-renciales tiene? Porque, señores, ante la químicano hay ocultaciones, y mientras no se me pruebeese hecho > tengo derecho á negar la afirmacióndel Dr. Ferran.

Partiendo de este hecho, decía el Sr. Pulido:«¿quién le ha preguntado á M. Pasteur por losanálisis de la sangre?» A Pasteur no hay quepreguntarle por los análisis de la sangre, porquetodas sus vacunaciones parten de la penetracióndel microbio ; pero cuando se nos dice que no esuna penetración, sino una intoxicación, entoncesle corresponde probar á la química á qué se debeesa intoxicación ; cuál es esa ptomaína; por quéla llamamos ptomaína colérica ; qué efectos deter-mina en la sangre, etc. ; las preguntas que todohombre científico antes de dar su aquiescencia áun descubrimiento, tiene el derecho de formular(Grandes aplausos).

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Y á estas contradicciones, ¿oísteis que contes-tase el Sr. Pulido? Tuvo buen cuidado de evi-tarlo. Y ante una afirmación y una negación,¿adonde acudir? Ya lo indiqué ayer : al hecho ex-perimental. ¿No dudamos? Pues ante las dudasde los hombres de ciencia tenemos derecho á pe-dir á Ferran, antes de dar una aquiescencia á susistema profiláctico, que nos lo demuestre cientí-ficamente.

Vino después el Sr. Pulido á contestar á la ob-jeción que yo hacía de que fundado en lo mismoque decía Pasteur se había lanzado demasiadopronto el Dr. Ferran á la experimentación en elhombre; que era necesario antes de haberse lan-zado á la experimentación en el hombre que hu-biese buscado los medios de atenuar la energíadel virus colérico, y esta última palabra me llevaá otra cuestión. Pero, ¿consideramos el cóleracomo una enfermedad violenta? Porque en lasífilis, lo mismo que en las demás enfermedadesinoculables, se demuestra que el contacto dehombre á hombre determina la penetración en lasangre del virus, determina la enfermedad. ¿ Seha demostrado en el cólera eso? Yo no lo sé; perocreo que no.

Pero dice el Sr. Pulido : «¡ Que se ha lanzadodemasiado pronto á la experimentación! ¿ Y qué?¡ Si después de los experimentos hechos en los co-nejillos de Indias, lo primero que ha hecho hasido inocularse á sí mismo!» Señores, yo tengoque admirar y admiro el valor del Dr. Ferran ;

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pero esto no obsta para que la ciencia no puedasancionarlo. A este propósito manifestaba el se-ñor Pulido que se acusó á Jenner, después dehaber descubierto la vacuna, de que no diera áconocer antes su vacunación. Yo expongo á laconsideración del Ateneo si se puede hacer car-gos á nadie por obrar con exquisita prudencia.Jenner, antes de lanzarse á la experimentaciónen el hombre, pasó por muchas pruebas y contra-pruebas para depurar el hecho; porque estabaconforme con Pasteur, que dice que antes de lan-zarse á la experimentación en el hombre es pre-ciso marchar con base segura; base que cierta-mente no tenía el Dr. Ferran cuando hizo la pri^mera inoculación. Ademas hay una diferenciainmensa entre la manera de proceder del Dr. Fer-ran y la manera de proceder de Jenner. Este úl-timo partía de un hecho observado constante-mente ; veía la especie de inmunidad de que goza-ban los individuos que se hallaban en contacto conlas reses vacunas, y este hecho fue lo que le llamóla atención y trató de empezar á observar.

Como si mañana las aguas de cualquier puntodeterminasen en los individuos que las bebían porinstinto un efecto purgante, un efecto tónico, etc.;el hecho se produciría, la observación y repeti-ción de los hechos vendría á comprobar y á bus-car la relación entre el hecho y su causa, y de ahísurgiría la teoría, de la cual vendríamos á la pre-conización como un remedio. ¿ Ha partido asíFerran? Nó; no ha partido del hecho, ha partido

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de la teoría, y cuando un sistema parte de la teo-ría es preciso que haya muchos hechos interme-dios para que se demuestre la verdad. De maneraque el procedimiento del Dr. Ferran no puedecompararse, bajo ningún concepto, á la vacunade Jenner (¡Muy bien!).

Yo preguntaba también la otra noche : ¿ Cuáles la relación que ha tratado de encontrar el doc-tor Ferran entre la causa y el efecto? ¿Cuál es larelación racional que le ha inducido á creer quesu inoculación podía ser la profiláctica del cólera?Yo no lo veo, ni se me ha dicho ; antes al contra-rio , entre el experimento y la explicación veo doscontradicciones. Así, pues, antes de proceder á lainoculación ha debido probar el Dr. Ferran cuálde los dos hechos es verdad ; porque después detodo, ¿sabemos qué es lo que inocula el Dr. Fer-ran? Si á mi se me da el caldo que inocula, ¿séyo lo que voy á inocular, lo saben los partidariosde la doctrina ferranista, lo sabe el mismo señorFerran? (Un señor socio pronuncia algunas pala-bras que no se oyen). Pues si lo sabe el Dr. Fer-ran que nos lo diga, porque tenemos obligaciónde saberlo.

(El Sr. Utor : Se ha dicho aquí).No basta decirlo, es necesario probarlo.Ya he manifestado repetidamente que yo no

vengo á contrariar la doctrina del Dr. Ferran,sino á pedir que pruebe sus afirmaciones. Porconsiguiente, ¿se ha dicho? Pues pido que ese he-cho se pruebe, porque yo no puedo tener fe en un

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dicho, aun cuando la persona que lo pronuncietenga toda la autoridad que se quiera dar al doc-tor Ferran.

Decía después el Sr. Pulido que yo desconozcola técnica del Dr. Ferran. No me lo tenía que de-cir S. S., porque si yo hubiese conocido toda lacuestión de Ferran, no hubiera preguntado. Ex-cepción hecha de la parte que se ha publicado ofi-cialmente , lo demás lo desconozco, como creo quelo desconocen muchos de los individuos que per-tenecen á la escuela, que pudiéramos decir así,del Dr. Ferran, y por eso he venido á preguntar;ahora; si no se me contesta me quedaré en lasmismas dudas. De manera que no tiene funda-mento el argumento que acerca de este particularme hacía el Sr. Pulido.

Pero hacía yo otra objeción importantísima ála doctrina del Dr. Ferran.

Se niega en absoluto que los inoculados presen-ten las manifestaciones del microbio en sus deyec-ciones , y éste es uno de los argumentos en que seapoyan los partidarios del íerranismo para decirque las inoculaciones no pueden propagar el có-lera ; pero contra este hecho está, como ayer in-dicaba, la declaración del mismo Sr. Ferran, quedice en Barcelona, no recuerdo si el dia 16 ó el18 de Febrero de 1885, época en que el cólera noexistía en aquella población : «. tuve dos diarreas,y en estas deyecciones pude encontrar un verda-dero cultivo de vírgulas ». Y decía yo : ¿pues pordonde se han presentado estos seres en las deyec-

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dones? Si no proceden, como se sostiene, de lasinoculaciones, tienen que proceder de las manipu-laciones ó trabajos de su laboratorio.

De aquí resultan dos heclios importantísimos:1.° que á pesar de las 7 inoculaciones que Ferrandice se había hecho, tuvo el cólera, adquirido ensu laboratorio, y 2.° que las manipulaciones de sulaboratorio pueden determinar el cólera. Yo noveo en estos hechos más que esta conclusión: silas vírgulas de las deyecciones no provienen delas inoculaciones, procederán de las manipulacio-nes del laboratorio, y tanto en uno como en otrocaso, podrán determinar el desarrollo de la epide-mia, lo cual es importantísimo bajo el punto devista de la salud pública. (Murmullos). ¿Pues noha de serlo saber que las inoculaciones del doctorFerran son un medio seguro de propagación delcólera?

Yo ni lo creo ni lo niego, porque he empezadopor decir que todavía no considero como un hechoevidentemente demostrado que el hacillus coma seala causa del cólera ; pero para los que suponen que•ese bacillus virgula es la causa del cólera, la pre-sencia del microbio en las deyecciones de los in-oculados ó de los que están en el laboratorio es unhecho muy significativo. Esto necesita una com-probación, éste es un hecho importante, que el se-ñor Ferran tiene deber de dilucidar, porque yano se trata de un punto técnico, sino de un puntoque afecta á la salud pública., Viene después á otro punto también muy esen-

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cial. Kecordará el Ateneo que yo dije que no eracorrecta la manera de practicar las inoculacionesdel Dr. F erran, con arreglo á lo que la cienciaprescribe, porque al dejar un líquido en una cáp-sula descubierta, y puesta en contacto del aire,éste destruía por completo la acción del caldo quese va á inocular.

Y decía el Sr. Pulido : « ¿por qué? » Yo le darélas razones á S. S. Ante todo, he de hacer notarque en este punto incurre S. S. en una contra-dicción manifiesta. En la primera parte de su rec-tificación decía el Sr. Pulido : «pues qué, ¿no esun hecho admitido por todo el mundo la cura lis-teriana? » ¿Y cuál es el fundamento de la curalisteriana? Obrar sobre esos gérmenes que se en-cuentran en la atmósfera para evitar que se pon-gan en contacto con la herida. Luego si este he-cho se admite, debe repetirse lo mismo en el lí-quido que vayamos á inocular.

Es más : Tyndall, en una descripción preciosaque hace de un viaje que verificó á grandes altu-ras en Suiza, á las alturas de las nieves perpe-tuas, describe que en un momento de admiraciónen aquellas alturas se escurrió, y recibió un golpeen la rodilla que le produjo una herida. Inmedia-tamente empapó su pañuelo en aquella nieve,aplicándoselo á la herida, y dice que después tuvouna verdadera septicemia, y que en el análisis quehizo por sí mismo de esta septicemia, encontró labacteria séptica. Por consiguiente, si en aquellasalturas se encontraba la bacteria séptica, ¿ cómo

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— 235 —no creer que existen en la atmósfera en que lasinoculaciones se practican, esos pequeños seressépticos, y que alterando el caldo que se va á in-ocular pueden determinar en el organismo humanograves trastornos? De manera que si la cienciatiene hoy demostrado que en el aire se encuentranseres ó gérmenes que puestos en contacto con estelíquido, pueden determinar una septicemia, esevidente que la manera de practicar las inocula-ciones del Dr. Ferran deja mucho que desear bajoel punto de vista científico.

Prescindo de las estadísticas , porque no es esteel momento de hablar de ellas. Sólo diré que envista de que las estadísticas presentadas por losferranistas son enteramente opuestas á las esta-dísticas oficiales, yo no quiero dar absoluto cré-dito ni á las unas ni á las otras, y me reservo enun prudente medio. Posible es que tanto unascomo otras estén equivocadas. ¿Por qué? Porqueno se han seguido todas las condiciones que se exi-gen hoy dia y que ya expuse en una de las sesio-nes anteriores.

. Hechas estas rectificaciones, he de insistir nue-vamente en jel objeto que me he propuesto al ter-ciar en esta discusión. Yo, como indiqué ya en laprimera sesión, he4venido única y exclusivamenteá exponer dudas, porque he creído que es llegadoel momento de que callemos y se nos demuestreen el laboratorio la verdad de lo que se ha dicho.Y digo en el laboratorio y no á la práctica, por-que el ir á la práctica es lo que han pedido todos

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los hombres que han encontrado un secreto mé-dico , pues hay un auxiliar que á todos nos dejabien, que es la Naturaleza, que, como se ha dichoperfectamente, hace muchas veces prodigios sinque el médico pueda darse cuenta de ellos. (Mur-mullos.) Sí, lo repito muy alto, se presentan mu-chas veces á nuestros ojos fenómenos de que nopodemos darnos cuenta. No podemos, pues, negarque con ese agente han contado y cuentan los quepara comprobar un hecho se van á la clínica yno al análisis químico ni al microscópico.

Por consiguiente, si el Dr. ierran se niega áacudir á esa vía, que es la verdaderamente cien-tífica, entonces los hombres de ciencia tendremosderecho á dudar de lo que se dice.

Esto quería manifestar ; no que vayamos á lasinoculaciones, sino al gabinete á demostrar lo ex-puesto , y cuando resulte en el terreno científicoque lo dicho es una verdad, entonces podremospasar á la práctica de las inoculaciones. Entretanto, podrá pasarse, pero al menos constaráante el mundo científico nuestra solemne protestade que esas inoculaciones se practiquen antes deque tengan una verdadera y sólida base científica.(Grandes aplausos.)

El Sr. PRESIDENTE : El Sr. Ovilo tiene lapalabra.

El Sr. OVILO : Muchos años llevo en el Ate-neo y jamás me he atrevido á pedir la palabra. Noextrañéis mi temor: ha obedecido este propósitomió al convencimiento íntimo que tengo de mis

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escasas facultades, á no poseer recursos oratorios,y á la dificultad con que expreso mis ideas pormedio de la palabra. No necesito, por tanto, en-careceros la indulgencia, aquí donde tanto hom-bre de mérito hay, que tan de veras la solicitan.Un movimiento involuntario, debido á mi deseode esclarecer un punto que parecía oscuro, ó queparece que no puede discutirse con entera clari-dad , es el que me ha obligado á pedir la palabra.Yo lamento este acto, tanío por el Ateneo, porel mal rato que va á pasar, como porque me obligaá hablar en una discusión que estoy convencidono ha de llevar el convencimiento al ánimo deninguno de los que militan en bandos opuestos,que no ha de producir más que dudas en el pú-blico imparcial, que ha de excitar mucho el amorpropio, y que ha de producir lamentables separa-ciones y disgustos, aunque sean momentáneos,pero siempre sensibles, entre amigos y compañe-ros de toda la vida (Grandes aplausos).

Esta discusión, por lo que ha visto el Ateneohace un momento, parece como que va abando-nando los límites (no lo digo particularmente porel Sr. Santero ni por ninguno de los señores quehan hablado) de la especulación científica paraentrar en el terreno del apasionamiento, del cualno puede sacarse nada. Aquí donde no se tratamás que de observaciones y de hechos, á la obser-vación y al hecho hay que acudir, porque ni losrecursos oratorios ni los sofismas más brillantessirven de nada ante un hecho y ante el resultado

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de un experimento bien concebido y mejor ejecu-tado.

Ausente de España cuando se iniciaron lasinoculaciones que han dado lugar á este debate,me levanto á deciros lo que yo pienso acerca de lacuestión Ferran, y me levanto imparcialmente,hablando por cuenta propia, no haciéndome soli-dario de las ideas ni de las doctrinas de nadie, sinocomo resultado de lo que mi conciencia me dicta.Antes debo explicar por qué he pedido la palabra.

Se había dicho que Koch había afirmado últi-mamente que él no había asegurado que el bacillusvirgula fuese la causa específica del cólera. Estehecho es cierto, aunque carece de valor. Digo quees cierto porque, si bien no las he oido de sus la-bios , estaba muy cerca del lugar donde pronuncióaquellas palabras, y me las ha referido personaque para mí merece entero crédito, y digo que ca-rece de valor, porque afirmaciones de esta natu-raleza ningún hombre de ciencia las hace en con-versaciones particulares, sino en la cátedra, en ellibro, en el periódico, de una manera solemne,porque no basta sólo decirlo, es menester probarlo,y estoy seguro que Koch no afirmará lo que dijoquizá en un momento de mal humor, cuando seacababa de recibir cierto telegrama, que si no delDr. Koch, algunos que le rodeaban asegurabanproceder de un émulo. Koch había afirmado termi-nantemente el año pasado, en el Consejo de Sani-dad de Berlín, ante un número de personas res-petables , que el bacillus virgula era la causa espe-

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cífica del cólera; Koch, en el mes de Mayo último,había hecho reunir otra vez á este Consejo, habíainvitado á muchos médicos de Alemania á que leescucharan, con objeto tal vez de tomar informespor la conferencia sanitaria de Roma; pero con elobjeto real de probar y desvanecer todas las du-das que existían acerca del bacillus virgula comoagente infeccioso del cólera, y lo probó de unamanera terminante tal como yo me voy á permitirindicaros. Diré lo que todos los médicos saben;pero si el Ateneo conoce que he de molestarle conlo que voy á decir, una ligera insinuación me se-ría suficiente para callar ( Varios señores socios;No, no).

Es necesario, para considerar á un organismocomo agente infeccioso de una enfermedad, quereúna estas circunstancias :

1.a Que no se encuentre en más enfermedadque en aquella de que se cree factor principal.Debo advertir al Ateneo que los hechos que voyá citar son claros y positivos, y estoy dispuesto,si algún seflor socio quisiera honrarme, á repetirloen su presencia y en un laboratorio, puesto queno se trata de afirmaciones, sino de hechos yasuntos semejantes; no de otra manera se resuel-ven (¡Muy bien! Aplausos).

Que se encuentra al bacillus virgula en todas lasdeyecciones es evidente, por cuanto todo el queha sabido buscarlo lo ha encontrado siempre. Latécnica microscópica y la técnica que se empleaen los laboratorios, es al principio dificilísima,

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aunque después de sabida parece muy sencilla.Cuando se hace un nuevo descubrimiento hastalos hombres más avezados á los trabajos micro-biológicos se encuentran como atados, no dan conellos y es preciso repetir muchas veces el experi-mento ; por eso muchos observadores al principiono encontraban el bacillus virgula; hoy ya lo en-cuentra todo el que quiera.

2.a Que no se encuentra en más enfermedadque en el cólera. El bacillus virgula no se encuen-tra en más enfermedad que en el cólera. Ha ha-bido muchos micro-organismos que en la forma yen el conjunto han confundido á los hombres másexpertos; pero todos recordareis que aquí se diouna conferencia por el Sr. Mendoza en la cual ospresentó varias preparaciones características éhizo la diferenciación del vírgula del cólera epi-démico del microfito del cólera nostras que hastallegó á causar alarma á Koch en el primer mo-mento ; una inspección ligera podría confundirlos;pero en el momento en que se cultivan estos seresse ve que son distintos, como tantos otros quetienen grandes semejanzas morfológicas.

Yo quisiera que al naturalista más avezado lepresentaran dos huevos de dos distintas aves, yque nada más que por el aspecto físico dijera cuálpertenecía á una clase y cuál á otra. Al parecerson perfectamente iguales; después de empolladosse ve que salen dos seres muy diversos. Lo mismosucedía al principio con el bacillus que se aseme-jaba al bacillus de Koch.

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3.a Condición : que pueda aislarse y cultivarsepuro. Es una cosa tan demostrada que no nece-sita decirse.

4.a Que inoculado este cultivo puro produzcauna enfermedad igual á la de que se supone efecto.

Voy á detenerme en esta parte un poco más,porque lo merece, pues aunque no se base ahí todala profilaxis, importa, sin embargo, esclarecereste hecho.

Al principio Koch creyó que era imposibletransmitir el cólera á los animales. Los trabajosde Nicati y Biesch le abrieron un nuevo caminoque él persiguió con fe, que modificó, hasta pro-vocar , no sólo el cólera experimental en los ani-males en que con dificultad lo obtenían aquellos,sino en otros varios, cómo y cuándo la quería.Efectivamente, Koch, á principios de Mayo deeste año presentó en la Dirección de Sanidad deBerlin conejos muertos á consecuencia del cólera,y conejos vivos atacados del cólera, en cuyas de-yecciones se observaban cultivos puros de vírgu-las. Ahora se me podrá decir : ce bien, se produ-cirá el cólera en los animales, pero ¿y en el hom-bre, se podrá producir el cólera experimental? y>Pues sí, se ha llegado, y se ha llegado natural-mente , por la casualidad á ese hecho. En el Ins-tituto de microbiología de Berlin se reúnen pororden del Gobierno alemán y se van sucesiva-mente relevando médicos de todas las localidadesde Prusia, que van á aprender al lado de Koch,y su discípulo predilecto la técnica de la micro-

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biología. En este invierno se reunieron unosciento cincuenta. En Berlin no había cólera; sa-bemos que el cólera morbo asiático sólo puede serimportado, y que no se desarrolla espontáneamen-te. En el laboratorio de Koch no existían deyec-ciones de coléricos enviadas de ninguna parte, noexistían más que cultivos puros de vírgulas dehacía algún tiempo, pero que se iban renovandopor cultivos y sosteniendo su influencia. Claro esque un laboratorio donde se practican operacionessemejantes es un establecimiento sumamente pe-ligroso para aquel que carece de práctica, comolo sería para el médico hacer un ligadura, sin te-ner conocimientos de anatomía, y como lo seríapara el farmacéutico despachar una fórmula sinfijarse bien en la clase y cantidad de los compo-nentes. Pues bien, en estos laboratorios se obser-va un cuidado especial, lo mismo cuando se tratadel cólera que cuando se trata de otras enferme-dades ; pero se conoce que entre los médicos quepasaron á Berlin este invierno, hubo uno descui-dado y contrajo el cólera; y como en esa épocano había tal enfermedad en la capital de Alema-nia y en cambio el enfermo se encontraba traba-jando con cultivos puros de vírgulas, ¿á qué otroagente pudiera atribuirse su dolencia? Todos alprincipio, sin embargo, se extrañaron ; pero laduda no fue posible cuando se examinaron las de-yecciones y se vio que eran cultivos puros de vír-gulas.

Luego tenemos: 1.° que el hacillus virgula se

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encuentra siempre en el cólera ; 2.°>que no se en-cuentra en otras enfermedades ; 3.° que puede ais-larse y cultivarse, y 4.° que sus cultivos producenel cólera experimental en los animales y desgra-ciadamente hay un caso en un hombre, porque enel caso citado no se puede comprender de otramanera la infección.

Demostrado esto voy á decir ligerísimamentelo que pienso acerca de la profilaxis del Dr. Fer-ran. Debo advertir, ante todo, que si nadie sehubiera levantado á hablar en contra del procedi-miento del Dr. Ferran, que si todo el mundo tu-viera el convencimiento que tienen sus amigospredilectos, el convencimiento que voy adqui-riendo , cada dia mayor, según voy estudiándolocon lentitud y voy enterándome bien de lo qué esy en qué consiste y las pruebas que todos los diasse aducen en su favor ; pues bien, si todos tuvie-ran este convencimiento , ni aun el mismo Ferranpodría sostener hoy que el hecho de su profilaxiscontra el cólera era un hecho tan admitido por laciencia y tan incontrovertible, como lo es la va-cuna con respecto de la viruela ; pero si nadiepuede asegurar esto, tampoco nadie está facultadopara asegurar lo contrario. (Grandes aplausos);es una cuestión que el tiempo y los hechos puedenresolver (Muy bien, muy bien).

Se ha dicho que el procedimiento (no quiero ha-cer alusiones á nadie y mucho menos al Sr. San-tero , condiscípulo mió, persona que aun cuandonos separan ideas científicas del momento, no nos

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ha de separar la amistad íntima que nos profesa-mos desde niños, y tanto más tratándose de unjoven en quien todos reconocemos un grandísimotalento, y no tiene más enemigo que su imagina-ción),1 del Dr. Ferran no obedece á ningún prin-cipio científico. Esto no es exacto á mi entender,y para demostrarlo voy á entretener un poco alAteneo dándole una ligera idea de lo que son lasenfermedades infecciosas.

Tenemos por sabido, y hoy ya es una creenciageneral, que las enfermedades infecciosas son de-bidas á micro-organismos que se introducen enotras organizaciones más elevadas, produciendoen ellas graves trastornos que ocasionan la muerteó ponen en peligro su vida. Los médicos y natu-ralistas se han dedicado á este estudio y se hanconvencido de que estos micro-organismos perte-necen á una clase muy inferior del reino vegetal.Estos vegetales, bien porque ellos llevan en sí suveneno, como decía el Sr. Pulido, ó porque pro-liferando dentro del organismo se multiplicanhasta el infinito, es lo cierto que provocan esostrastornos ; y aquí nos encontramos con dos he-chos : uno la semilla que produce la enfermedad,y otro el terreno en que esta semilla cae. Sin es-tos dos factores no hay enfermedad infecciosa po-sible. Ahora bien; si la semilla está atenuada,aunque el terreno se encuentre en las mejores con-diciones para recibirlas, ó no prolifera ó proliferamal; si, por el contrario, el terreno no tiene con-diciones de aptitud para recibir la semilla, esta

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semilla pasará por el terreno como un cuerpoinerte.

Así se comprende que la inmunidad puede sernatural y adquirida. La inmunidad natural, queyo no me acierto á explicar científicamente, es unhecho incontestable. Entre las muchas estadísticasque he tenido que leer y que estudiar, y entre lasvarias epidemias en que me he encontrado, á causade mi carrera y de los estudios particulares á queme dedico, he observado que de cada tres indivi-duos de la misma edad, condiciones de vida igualesy que se encuentran dentro de un foco colérico, porlo general uno contrae la enfermedad, otro sínto-mas muy ligeros, que pasan desapercibidos, y elotro no experimenta novedad alguna. Pues bien;este último es un caso de inmunidad natural, yno se puede comprender de otra manera si no con-siderando que la organización, el terreno de eseindividuo no tiene la aptitud necesaria para quela semilla prolifere.

La inmunidad se puede adquirir también deuna manera natural por haber contraído la enfer-medad y haberse salvado de ella. Así sucede conla fiebre amarilla, con el tifus, y así sucede concasi todas las enfermedades infecciosas.

Claro está que esta inmunidad, como todas, esrelativa, jamas absoluta ; inmunidad absoluta nose conoce en ninguna enfermedad. Tampoco es dela misma duración. En la fiebre amarilla es muypersistente ; en el cólera generalmente no pasa deuna epidemia. Los observadores se hallan tan con-

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formes en esto, que no puede ser más. Claro estáque se han dado casos de individuos que en unamisma epidemia han sido atacados dos ó tres ve-ces. Yo sólo conozco tres casos, y la prueba deque esta inmunidad existe es que se andan bus-cando los casos raros, y la verdad es que los in-vestigadores de ellos no pueden citar muchos.

Después de esta inmunidad viene otra, que yaño es natural, sino artificial ó producida por elhombre : tal es la viruela provocada por inocula-ción de la misma enfermedad, con objeto de pro-vocar una afección más ligera, pero que es en rea-lidad la misma ; después de esta clase de inmuni-dad , adquirida de este modo, viene la inmunidadprovocada, determinando una enfermedad quetiene mucha relación, pero que no es la misma,que aquella de que ha de preservar. Así sucedecon la vacuna con respecto á la viruela : la vacunano es la viruela, aunque tiene mucha analogía conella. Lo que sucede, tanto en este caso como enel anterior, es que el terreno de esos individuosestaba en condiciones de recibir aquellas semillas;que á su paso por los organismos los modificanpara hacerlos refractarios á nuevas infecciones.

Luego vienen otras inmunidades más extrañastodavía. Hay enfermedades que sin relación unencon otras ; sin embargo, preservan de aquella en-fermedad. Tal sucede en la sífilis con respecto ála fiebre amarilla. Entre los muchos centenaresde soldados atacados de fiebre amarilla en Cuba,no he visto más que un sifilítico. Este hecho está

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•consignado en una excelente monografía, debidaá un joven de mucho mérito del Cuerpo de Sani-dad militar, el Sr. Granizo , de cuya monografíahe oido hacer grandes elogios al Presidente de laComisión técnica del Congreso internacional deBoma.

Terminadas estas causas de inmunidad ya na-tural, ya provocada, me voy acercando á la cues-tión palpitante.

Descubierta hacia el año 1835, puesto en claroen esa época, la acción patógena de algunos mi-cro-organismos como agentes de enfermedades in-fecciosas, pensaron muchos hombres de gran mé-rito en ver si podían atenuar su virulencia parallegar después de inoculados á producir inmuni-dad. Muchos de ellos se dedicaron á esta nobilísi-ma tarea, algunos con fruto; pero estaba reser-vado á M. Pasteur formar un cuerpo de doctrinaque ha inmortalizado su nombre.

¿Cómo se modifican y atenúan estos cultivos?El Sr. Santero nos lo ha dicho de una maneratan brillante esta noche, que francamente, no meatrevo á señalarlo de otro modo. No sé si seránsus mismas palabras, pero creo que decía: «so-metiendo esos micro-organismos á condiciones devida que no sean las suyas. )> Lo ha dicho mejorque yo, yo no me sé expresar tan bien como él;pero en el fondo ésta es la idea. ¿ Cómo se consi-gue esto? Unas veces por el calor, estas plantasnecesitan una temperatura dada, como la necesi-tan las plantas superiores. La palma real, por

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ejemplo, no se da en Madrid, y, sin embargo, seda en Cuba. De consiguiente, sometiéndolas áuna temperatura que no sea la suya, y sobre todomás elevada, el virus se atenúa. Se atenúan tam-bién sometiéndolas á repetidos cultivos que debi-litan su virulencia, según se van sucediendo la&generaciones ; y efectivamente, aquellos seres queviven en un medio que no es el suyo, van ate-nuándose.

Por último, hay otras atenuaciones más extra-ñas todavía y que se hacen en seres vivos, tal su-cede con la rabia, en la que á pesar de no haberseencontrado gérmenes por Pasteur, aunque se sos-pecha su existencia, se obtiene la atenuación porinocular el virus en animales que no padecen es-pontáneamente esta enfermedad. ¿ Qué sucedeaquí? Que estos micro-organismos se han puestoen condiciones, como decía el Sr. Santero, que noson las suyas, para vivir y desarrollarse.

Por último, para encontrar más analogía en elsistema del Dr. Ferran, hay un hecho muy raro;honra muy poco á la especie humana la relaciónque tiene con ella ; pero es lo cierto que hay unaenfermedad, que es la perineumonía de la razabobina, que destruye mucho ganado y nos puedeservir de comparación con la profilaxia del cólera,tal cual la practica el Dr. Ferran.

El descubrimiento de la vacuna de esta enfer-medad en sus albores no lo ha hecho ningún sabio,ningún hombre de ciencia, no se ha necesitado deningún procedimiento científico, porque después

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de no haberse atendido los trabajos meritísimosde Williams; después de haber despreciado á estepropagandista,.han llegado los hechos numerososy repetidos, y como no hay nada que tenga másfuerza que los hechos, ha llegado un momento enque han dicho los pueblos : «pues es verdad.» Laperineumonía de la raza bobina mata un númeroinmenso de ganado y se libra á estos animales yse los hace completamente inmunes inoculando el-líquido que se obtiene haciendo un corte en unpulmón de una res que haya muerto de esa enfer-medad ; así se obtiene el cultivo. ¿ Pero dónde sehacen las inoculaciones? En sitio donde el ger-men no tiene condiciones de vida; poniendo esevirus en la cola de las reses, donde produce unasveces un ligero absceso, otras gangrena sin granimportancia, y en la mayoría de los casos no sufreel animal ninguna enfermedad ; si se hubiera co-locado en el pulmón, lo hubiera matado. Pues ahítenemos el caso de un virus que matando en unórgano especial, transportándolo á otro tejidodonde no puede vivir y donde no se observa nin-gún fenómeno que pueda referirse al síndrome de .la enfermedad infecciosa, y, sin embargo, pre-serva de ella.

Hé aquí por qué digo, después de exponer todaesta relación de hechos, que el sistema del doctorFerran podrá ser ó no cierto, porque no lo quierojuzgar y nadie lo puede juzgar hasta que los he-chos lo acrediten, pero que no se puede afirmarque no obedece á un principio científico; no, ese

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— 250 —sistema no es un absurdo ni mucho menos unaidea descabellada.

¿Con qué hace el Dr. Ferran sus inoculacio-nes? Obtiene primero cultivos puros de bacillusvirgula, como los obtiene todo el mundo. Tomaestos cultivos, los somete á un caldo muy álcali-nizado para que se desarrollen, vivan mejor y au-menten su virulencia, y este cultivo puro, queintroducido en los intestinos mataría con seguri-dad como se observa en los conejillos de Indias,colocado en el tejido celular del brazo, donde nopuede vivir y desarrollarse, muere ó desaparece;¿pero muere ó desaparece sin dejar rastro algunade su presencia? No, muere habiendo causadoen el organismo una modificación ligerísima, sí,pero bastante para preservarle del contagio. Héaquí por qué digo que el sistema Ferran, aun-que no sea cierto, no es un absurdo científico,es hijo de la idea de un hombre eminentementepensador, de un hombre que indudablemente valemucho.

Pues bien, señores; si tenemos que el siste-ma del Dr. Ferran no es un absurdo científico;si sus inoculaciones han sido declaradas inofensi-vas por una Comisión tan ilustrada y competentecomo la constituida por los individuos elegidospor la Eeal Academia de Medicina, por la pri-mera Facultad de España y por el Real Consejode Sanidad, personas que, ademas de un valercientífico, tienen, lo que vale más, una honradezsin límites que todo el mundo reconoce y es me-

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nester que yo lo confiese {Muy bien). Si esos hom-bres dicen y declaran : «nosotros, en lo que he-mos podido ver y apreciar, podemos afirmar y afir-mamos que esas inoculaciones que hemos visto soninofensivas;» si ademas nos encontramos con30.000 inoculaciones que no contradicen lo ex-puesto por tan respetables autoridades ; si todavíatenemos otra ventaja que los más decididos ad-versarios de Ferran no podrán negar, porque esuna ventaja, al menos por el momento, positiva,que ya diré cuáles, no se comprenden los durosapostrofes lanzados contra el Dr. Ferran y suspartidarios.

Decía el Sr. Santero, y decía muy bien, laotra noche : «la causa que mata en el cólera noestá en los intestinos, hay que buscarla en otraparte ; en el sistema nervioso.» Es verdad; todoslos síntomas coléricos dependen de este sistema.Pues bien, señores ; es sabido por todos que enuna enfermedad siempre hay una lucha entre elorganismo y la enfermedad para recobrar el equi-librio perdido, y todo lo que tienda á restablecerese equilibrio, y, sobre todo, en el sistema dondese fija la causa principal del mal, elfenómeno prin-cipal de la enfermedad, todo lo que tienda á ro-bustecer el organismo, contribuye á que la luchaentre el organismo y el agente patógeno sea másfavorable y todo lo que contribuya á debilitarlole será más perjudicial; así es, que toda causa de-primente, y el miedo es la mayor causa depri-mente que se conoce, ha de producir fenómenos

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fatales para el individuo que se encuentre en unfoco contagioso,

Pues bien, el miedo, por lo menos, se evita enaquellas personas y pueblos que tanto entusiasmoy tanta fe tienen en las inoculaciones del Dr. Fe-rran; hay pueblos que están tranquilos, y que almiedo y al espanto de los primeros dias ha suce-dido en las familias de los inoculados una tranqui-lidad grande. Pues ésta ya es una ventaja po-sitiva.

Tenemos, por consiguiente, que las inoculacio-nes son inofensivas, que no se puede negar la con-fianza grande que dan á todos los inoculados queestán en el foco colérico y ademas 30.000 inocula-ciones que no contradicen eso. Cítanse ademasmuchos hechos que favorecen por su buen resul-tado lo que afirman los partidarios de Ferran;hechos que ya os han repetido aquí, que algunospodrán decir que son casualidades; pero que porlo numerosas parécenme que se están saliendo dela esfera de las casualidades y «las apariencias,como dice Pasteur, por lo menos favorecen el sis-tema del Dr. Ferran,»

En este estado las cosas, ¿nos vamos á oponerá las inoculaciones cuando una epidemia está lle-nando de lágrimas y luto el país? Cuando se pre-senta una esperanza salvadora é inofensiva, ycuando nos vemos acometidos de una enfermedad,para cuyo tratamiento, casi no me atrevo á de-cirlo, no ha habido procedimiento profiláctico ycurativo que no se haya empleado; si tenemos una

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idea que se nos presenta como salvadora, ¿por quéno aceptarla? ( ¡Muy bien! Prolongados aplausos).

Yo, señores, creo que, pensando en esto sinpasión, no hay ningún argumento serio que sepueda oponer á que desde el momento se lleven ácabo las inoculaciones; si estuviéramos al princi-pio, ya ve el Sr. Santero si soy sincero, porqueante todo es mi conciencia, y yo no me callo nada•más que lo que creo que no debe decirse, si estu-viéramos al principio, si no se hubieran hecho30.000 inoculaciones estaría con S. S. en esacuestión, y diría : vamos primero á hacer esos ex-perimentos de que nos hablaba el Sr. Santero;pero ya nos encontramos con el hecho consumadode que hay 30.000 inoculaciones que son inofen-sivas. Así, pues, yo creo, y éste es mi humildí-simo parecer, creo , repito, que las inoculacionesdeben hacerse, deben seguir acumulándose esta-dísticas muy rigurosas, creo que todos, en esteperíodo, que no puede ser muy largo y ya que losacontecimientos se nos echan encima, debemoscallar y observar puesto que se trata de observa-ciones y de hechos que aun cuando no se basen enexplicaciones científicas, como resulten verdad,no habrá más remedio que inclinar la cabeza(Aplausos).

Digo, pues, que conviene observar, atenerse álos hechos consumados y esperar que el tiemponos dé por resultado, ó una esperanza perdida, ólo que yo creo, una gloria nacional. He concluido.(Repetidos y prolongados aplausos).

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El SR. PBESIDENTE : El Sr. Simarro tiene lapalabra.

El SE. SIMARKO : Señores, hace tantos añosque no he hablado en el Ateneo, que he perdidola confianza que tenía con los socios de esta ilus-tre Corporación, y con la confianza he perdidotambién cierta libertad para hablar que en otrotiempo gozara. No sé si aquella benevolencia queantes alentaba se me dispensará hoy, y en estaduda hablo con la misma dificultad é igual emba-razo que si usara de la palabra por vez primeraen este sitio. Ruego, pues, á los que me escuchanque por esta consideración y también por la deque voy á hablar en contra de ideas que parecenaquí dominantes, me concedan, por gracia, todasu benevolencia.

Cuando se anunció que iba á abrirse este debatepensé desde luego tomar parte en él; pero cre-yendo que se seguirían los trámites ordinarios, esdecir, que cada sesión se celebraría en un dia dela semana y habría, por tanto, tiempo para prepa-rarse, había pensado hacer algunos trabajos decomprobación y crítica experimental que me auto-rizasen á hablar por experiencia propia. Lo cualpor otra parte, hubiera podido dar un carácter unpoco más científico á esta discusión, pues aquí nose trata de si deben ó no permitirse las inocula-ciones , que el Ateneo no es una Asamblea ó Cor-poración que tenga poder para decidir que las ino-culaciones se hagan ó dejen de hacerse; y sí sólose discute la cuestión meramente científica, es á

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saber, las ideas expuestas por Ferran respecto dela evolución del baeillus virgula ; respecto de laacción patógena de este baeillus en los conejos me-diante inyecciones hipodérmicas y respecto á laacción profiláctica de esta vacuna en el hombre.

De aquella manera mi modesto trabajo se hu-biera reducido sencillamente á una crítica experi-mental.

La necesidad de una crítica de este orden, queen general no es preciso demostrar, tiene en estecaso concreto una justificación especial por razónde la forma bajo la que el problema se ha plan-teado. Digo esto al propósito de que muchas veceslos señores que defienden las ideas del Dr. Ferransuelen repetir, para rechazar ó prevenir los expe-rimentos de comprobación : «tales cosas que afir-ma el Dr. Ferran no han podido ser vistas porotros observadores, porque no han sabido mirarpor el microscopio, » mientras que por otra parteañaden, queriendo patentizar la facilidad de sudemostración: ce Estos son fenómenos y hechostan claros que los ve ó puede ver todo el mundo».

Fácil sería hacerles cargo de esta contradicciónpatente ; mas debe tenerse, en cuenta que la con-tradicción es sólo aparente y expresa en verdadun caso común en los problemas experimentales;pues de hecho acontece en las cuestiones de esteorden que su comprobación está al alcance de todoel mundo, y al mismo tiempo su solución exigeuna educación técnica especial en el investigador.Mas los defensores de las ideas ferranianas toman

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— 256 —las cosas precisamente al contrario de lo que sonen realidad ; pues, en efecto, ver materialmentetodo el mundo, ver en el microscopio, y lo queexige una educación técnica, lo que excede á losrecursos del sentido común y reclama un sentidocientífico particular, es precisamente la interpre-tación de las cosas vistas. Así, pues, como seaduce como argumento la incapacidad de los ob-servadores que han negado los hechos adelantadosy expuestos por el Sr. Ferran, dando á entenderque se necesita un arte particular para ver en elmicroscopio, hubiera sido útilísimo traer aquí losresultados de ciertos experimentos y aun las pre-paraciones microscópicas mismas que hubieranconvenido á los socios del Ateneo, de que todapersona de mediana cultura que no haya visto unmicroscopio en su vida, aprende á mirar en él laprimera vez que se asoma á un ocular. Para lamera observación no se necesita más que un pocode paciencia y mucha sinceridad ; pues en las ob-servaciones microscópicas, como en todas, lo prin-cipal es la ingenuidad ; y es un hecho de ordina-rio observado en los laboratorios, que todos aque-líos que al primer examen dicen mirando al mi-croscopio una preparación cualquiera « lo veo per-fectamente » son, por regla general, los que noven nada (Risas).

También acontece en la cuestión Ferran quehay dos ó tres partidarios suyos que dicen « yoveo perfectamente » y se halla de otra parte unaporción de gentes, con educación técnica sufi-

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cíente, de España y del extranjero, que dicenque no lo ven, y juzgando por lo que acontece co-munmente en los laboratorios, inclinóme más enfavor de los que no ven que de los que dicen queven perfectamente al primer examen ; ya que nohe podido, por falta de tiempo, ejecutar aquellosexperimentos que me hubieran permitido formaruna convicción personal y directa.

Para este fin había comenzado á recoger todoslos datos y antecedentes publicados sobre estacuestión, y había formado cierto juicio preliminarque hubiera sido la guía y programa de los expe-rimentos proyectados ; mas ya que no haya podidorealizarlos, me serviré de aquellos datos para ex-poner algunas consideraciones críticas sobre elasunto.

Pero antes de pasar adelante debo dar una res-puesta al Sr. Ovilo, que me ha precedido en eluso de la palabra, diciéndole que estoy plenamentede acuerdo con lo que él ha manifestado respectoá que la cuestión Ferran es todavía una cuestióndudosa. Si las primeras exposiciones en defensadel sistema Ferran se hubieran presentado conesta reserva y buena fe, si no se hubieran ofrecidolas nuevas teorías como la última palabra de laciencia, como maravillosos descubrimientos ple-namente demostrados, y que sólo la envidia ó lamala fe podrían impugnar, la discusión sería enextremo fácil. Porque ¿qué pretendemos los im-pugnadores del sistema del Dr. Ferran? ¿Que seacompletamente falso? No ; lo único que sostene-

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mos es, que no se ha demostrado su fundamentocientífico. Si sus partidarios convienen en ello,como el Dr. Ovilo, estamos todos de acuerdo,aunque siempre resulte que hay dos clases de du-das, una con tendencia á la afirmación y otra contendencia á la negación, y se venga á plantear eldebate científico sobre una cuestión dudosa quetodos queremos ver resuelta, sea en uno sea enotro sentido.

El Sr. Ovilo, sin embargo, eludiendo la cues-tión científica con una gran habilidad, ha reducidoel problema de las inoculaciones á un mero pro-blema empírico, y fácilmente se comprende queplanteada de este modo la cuestión, sale del cam-po de la ciencia y se reduce á un enigma, que nodiré comparable con el empleo del aceite de lalámpara del Puig, pues son otras sus tendencias,pero que, como éste, puede ser juzgado por losresultados y no por sus fundamentos científicos.

Dejemos, pues, aparte este aspecto de la cues-tión de las inoculaciones, y viniendo al estudio delos precedentes científicos de la doctrina, se hallaen primer lugar que las evoluciones del bacillusvirgula señaladas por el Sr. Ferran son tan singu-lares, se apartan tanto de las leyes conocidas enbacteriología, que á todos han causado asombro,y, por consiguiente, mayor necesidad tienen depruebas concluyen tes.

El Sr. Ferran ha encontrado, en efecto, queeste bacillus viryula tiene cuatro modos de repro-ducción. No sé si habrá otro ejemplo de micro-

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organismos que tengan cuatro modos de reproduc-ción ; no conozco ninguno, ni le conocen perso-nas, ni autores consultados sobre el caso : es, portanto, natural que el anuncio de tan extraordina-rios fenómenos sea acogido con reserva y se exijandemostraciones irreprochables. Ahora bien, ¿hadado el Sr. Ferran estas demostraciones? En ma-nera alguna. Y no sólo no ha dado tales demos-traciones , sino que en los escasos escritos que hapublicado sobre la cuestión, ademas de afirmarhechos sin pruebas y deducir conclusiones sin de-mostrar la verdad de los antecedentes, revelagraves defectos en la forma y manera de tratarlos problemas científicos. No expone los antece-dentes de la cuestión, ni da indicaciones biblio-gráficas que permitan apreciar de qué punto hapartido en sus nuevas investigaciones, como esuso y costumbre en los trabajos de esta índole. Seaparta de los procedimientos de prueba y demos-tración generalmente admitidos, sin justificar enmodo alguno este abandono y menosprecio de losmétodos clásicos ; y en cuestiones varias vecesdiscutidas, como la referente á los esporos del ba-cilo vírgula, adelanta soluciones contrarias á lasrecibidas en la ciencia constituida, sin discutir nirefutar los fundamentos de la opinión común, niapoyar la propia original en otras razones másque en apariencias de simple observación micros-cópica, que mil veces se ha probado son insufi-cientes por sí solas para resolver tan grave pro-blema.

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Tampoco en otras cuestiones referentes á lamorfología ha seguido el Dr. Ferran la técnicaadmitida en bacteriología, sino una técnica parti-cular, reconocidamente imperfecta, mediante laque, según asegura, ha encontrado una porciónde hechos completamente contrarios á lo general-mente admitido por la ciencia. ¿ Son estos defectosde fondo y estas incorrecciones de forma motivosuficiente para dudar ?

Lo son, en efecto, y mucho más si se reparaque sobre tan frágiles fundamentos se intenta apo-yar descubrimientos más sorprendentes que admi-rables.

Para dar claridad á mi pensamiento me atre-veré á hacer una comparación, que temo parezcainoportuna bajo cierto aspecto, y que, por tanto,declaro de antemano que la establezco sólo comomedio de explicación y en modo alguno con áni-mo de mortificar al Dr. Ferran ni á sus defenso-res. En cierto laboratorio de zoología marítimaes costumbre dar broma á los novatos poniendosobre su mesa un animal compuesto de miembrosdiversos de varios animales, muy discrepantes en-tre sí, y el asombro del novel naturalista al con-templar el extraño ser, es motivo de solaz y di-versión de los antiguos. Así (y salvada toda irre-verencia) al leer la descripción morfológica y evo-lución de la pretendida peronóspora Ferrani, com-puesta de bacilo y peronóspora, con sus cuatromodos de reproducción, y el sorprendente chorrode protoplasma escapándose del cuerpo morifor-

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me, yo me acordé inmediatamente del animal ar-tificialmente compuesto del laboratorio de zoolo-gía, y estuve tentado de pensar que el Dr. Ferranhabía querido darnos una broma á los novatos.¡Tan singular y extraño es su ponderado ciclo evo-lutivo del bacilo vírgula!

Este asombro y este dudar están, señores, ple-namente justificados, pues si ahora me dicen queen la puerta del Ateneo hay una mujer, un ca-ballo ó un pez, lo creeré fácilmente, pero si measeguran que hay un monstruo con cabeza huma-na, cuello de caballo y cola de pescado, tal comoel que describe Horacio, desde luego lo pondréen duda, y necesitaré salir á verlo para conven-cerme.

Esta es, en suma, la actitud del mundo cien-tífico con respecto á la evolución del bacülus des-crita por el Dr. Ferran (Muy bien).

En esta evolución se hallan, en efecto, com-puestas con inesperado artificio las ideas más dis-pares ; la arbitraria interpretación como oogonosy oosferas de dilataciones globulares del bacilo quetodos los autores habían hasta ahora consideradocomo degeneraciones morfológicas, la resurrec-ción de errores, varias veces refutados victorio-samente, como la producción de esporos endóge-nos, y hay, por último, ciertos hechos nuevos,tal es, por ejemplo, el relativo á los pretendidoscuerpos muriformes (que en sentido del Dr. Men-doza y otros autores son meras concreciones cris-talinas), pero de ninguno de estos extremos se ha

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dado por el Dr. Ferran una demostración sufi-ciente.

Y no se arguya que la falta de fundamentocientífico de la pretendida evolución del bacilo ennada aminora la verdad del método profilácticopropuesto por el Dr. Ferran, pues si bien es ciertoque la aplicación práctica de la inoculación colé-rica es en cierto modo independiente de la mor-fología de la llamada peronóspora, no puede ne-garse que siendo unos y otros hechos difíciles decreer á primera vista, y siendo sencillo, por otraparte, dar demostraciones concluyentes é irrefu-tables en lo relativo á la morfología, el Sr. Fe-rran habría adquirido gran crédito exponiendoclaramente tales demostraciones, y nos hubierapreparado mostrándonos la verdad de la primeraparte de su doctrina, á seguirle con ánimo mejordispuesto en sus experimentos posteriores. Por elcontrario, la insuficiencia de las pruebas aducidasen favor de su morfología, la contradicción enque se hallan los hechos en que la funda, no sólocon las observaciones anteriores, sino también conlas comprobaciones experimentales hechas poste-riormente por otros observadores, no pueden con-ducir ciertamente á predisponernos en favor de lateoría del Dr. Ferran sobre la producción expe-rimental del cólera mediante las inyecciones decultivos colerígenos de que ahora vamos á tratar.

El Sr. PRESIDENTE : Aun cuando se ha acor-dado que sean tres las sesiones que se celebren,en vista de que hay varios señores que tienen pe-

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dida la palabra, si la Sección acordase que secelebrara otra sesión, que podría tener lugar pa-sado mañana, á fin de que pudieran usar de lapalabra los señores que la tienen pedida, en esecaso la Mesa agradecería al Sr. Simarro, que enatención á lo avanzado de la hora suspendiese sudiscurso para continuarlo en la próxima sesión.

Habiendo sido afirmativo el acuerdo de la Sec-ción y accedido el Sr. Simarro á los deseos expre-sados por el Sr. Presidente, se levantó la sesión.

Eran las doce y treinta y cinco minutos de lanoche.