Texto académico sentir antes que decir
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Universidad Iberoamericana A.C.
Libro Ese Maldito Yo de Emil Cioran
Texto académico: “Sentir antes que decir”.
Alumno: Essaú Joel Cerón Ramos.
Materia: Persona y humanismo
Profesor: José Alejandro Flores Rodríguez
Fecha de entrega: 26 de noviembre de 2014
INTRODUCCIÓN
Ese Maldito Yo es una obra del filósofo y escritor rumano Émile Cioran, la cual fue
publicada originalmente en idioma francés en el año de 1986. El libro está constituido por
una serie de reflexiones filosóficas que nos invitan a cuestionar conceptos como: la muerte,
la religión, el tiempo, la divinidad y la edad. En el presente ensayo responderé a tres
preguntas a partir del libro de Cioran. La primera pregunta es ¿Qué aforismo me resultó
significativo para decir que “él necesita lectores que tomen sus libros como experiencias
personales, que viven sus palabras con intensidad, pasión y las entienden”?; la segunda
pregunta se vincula con el curso de persona y humanismo, y es ¿Cómo me caracterizaría
luego de leer esta obra?; finalmente, vincularé el libro con la realidad social y cultural que
vivo, a través de la pregunta ¿Qué valores se pueden integrar en los aspectos simbólico y
ético de mi reflexión?
Para responder las preguntas citadas, el ensayo se dividirá en tres partes: Cioran como
autor, Cioran en nuestro curso de persona y humanismo, y Cioran en el análisis de nuestra
realidad social y cultural. Mi postura en el ensayo es que la vida no es posible sedimentarla
en una serie de pasos o peldaños, ni algo que pueda reducirse a una receta o a un proceso
mecánico, más bien, es una experiencia a la que debemos ser sensibles. El decir que no
existe un método o una receta para todo, implica cuestionar todos los conceptos que
tenemos, implica buscar en nuestro interior.
I) CIORAN COMO AUTOR
El aforismo que me resultó significativo se encuentra en el capítulo de “Magia de
Decepción” y es: “No deberíamos hablar más que de sensaciones y de visiones, nunca de
ideas –pues ellas no emanan de nuestras entrañas ni son nunca verdaderamente nuestras”
(Cioran, 2006, pp.69). Este aforismo es significativo porque nos remite a reflexionar que
las ideas –imágenes que permanecen en la mente- son limitadas ante las numerosas
experiencias que vivimos diariamente, es decir, muchas veces queremos utilizar las ideas
para abstraer en una imagen todo aquello que experimentamos, sin tomar en cuenta que
muchas veces las sensaciones no se pueden reducir a una idea. Por ejemplo, es lugar común
la idea del “amor” en muchas novelas europeas, entre ellas, Fausto del novelista alemán
Johann Wolfgang Goethe, en la cual, el autor relata que el doctor Fausto ama a Margarita,
sin embargo, al momento de leer este fragmento, no puedo conceptualizar el amor de la
misma forma que lo hizo Goethe, no le puedo dar una figura para que sea retenida en mi
mente, no le puedo dar características materiales ni atribuirle una cualidad universal, el
amor no se entiende, ni se puede reducir a una idea o palabra, más bien se siente. En este
sentido, concuerdo con Alejandra Pizarnik: “las palabras no hacen el amor, hacen la
ausencia, si digo agua, ¿beberé? Si digo pan ¿comeré? (…) ¿de dónde viene esa
conspiración de invisibilidades? Ninguna palabra es visible”.
Cioran requiere de lectores que tomen sus libros como experiencias personales, pues
es consciente de que sus aforismos no tienen como objetivo quedarse grabados en la
memoria del lector, sino que deben evocar a las sensaciones, las cuales hemos obtenido a
través de las experiencias. Por ejemplo, al momento en que se habla de Dios en el libro,
existen muchas posibilidades de que los lectores interpreten de distinta forma a Dios, y a
pesar de que no existe un consenso para definirlo, los lectores conciben a Dios de alguna
manera, lo experimentan a través de su vida, de sus sensaciones. Las palabras de Cioran
deben de ser vividas por el lector intensamente, pues sus aforismos contienen elementos
que se vinculan inexorablemente con todo ser humano. Por ejemplo, la muerte es un hecho
que nos acontece a todos, independientemente de lo que creamos, llegará, por eso es
importante reflexionar acerca de ella, cuestionarla de una forma similar a como lo hacemos
con la vida. Cuestionar hechos como la muerte nos hace conocer otra parte de nosotros, nos
hace valorar la vida en cierto sentido, pues nos recuerda que somos finitos. De esta manera,
a través de la reflexión nos damos cuenta muchas veces de la otra cara de la moneda.
Cioran nos recuerda que es más valioso experimentar las sensaciones que
idealizarlas, por ejemplo, en otro aforismo nos dice “Fueron Schopenhauer y Nietzsche
quienes mejor hablaron en el siglo pasado del amor y de la música. Sin embargo, los dos no
frecuentaron más que los burdeles y en cuestión de música, el primero adoraba a Rossini y
el segundo a Bizet” (Cioran, 2006, pp.100). De esta manera, pueden existir ríos de tinta
acerca de muchas ideas y preceptos, sin embargo, las sensaciones serán finalmente de las
que podremos hablar con certeza, pues las hemos experimentado. En mi experiencia, yo
tenía una vaga idea del enamoramiento, creía que podía reducirse a un proceso mecánico,
casi una receta, que ocurre cuando dos cuerpos se atraen física y mentalmente; había leído
Las penas del joven Wherther, Cyrano de Bergerac, Romeo y Julieta, Tristian e Isolda, las
cuales me dieron una idea de lo que sería enamorarme y desenamorarme. Sin embargo, lo
que tenía como idea del enamoramiento se consumió el día en que lo sentí por primera vez,
me di cuenta de que no podía describirlo con palabras, sigue siendo inexplicable para mí,
sin duda “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas
internamente” (Loyola, 2010 , pp.1). Cioran nos invita a ser sensibles, a dudar de los
preceptos, a evitarnos la práctica de enjuiciar lo que es bueno y malo, a leerlo para buscar
adentro de nosotros antes que afuera.
II) CIORAN EN NUESTRO CURSO DE PERSONA Y HUMANISMO
Después de leer Ese Maldito Yo, una sensación de curiosidad por mi mismo se ha
incrementado, me doy cuenta de que no sólo es válido cuestionar lo que pienso de mí, sino
que es menester. Me doy cuenta que los adjetivos no necesariamente encajan con todo lo
que he sentido o visto. Las palabras tal vez nos puedan acercar si las utilizamos de una
forma adecuada, por ejemplo, la poesía en muchas ocasiones puede representar una
salvación a este dilema de expresar lo que sentimos (Paz, 1967, pp.3). Sin embargo, pienso
que la poesía es también un acto de fidelidad con nosotros, es decir, si hay algo que no
podemos decir porque no existe palabra, no debemos decirlo, los vacios son parte de la
uno
armonía, tal y como lo es el silencio en la música, “no pedirle jamás al lenguaje que realice
un esfuerzo desproporcionado a su capacidad natural, no forzarlo, en cualquier caso, a dar
lo máximo que posee. Evitemos exigir demasiado a las palabras, por miedo de que,
extraviadas, no puedan ya cargar con el peso de un sentido” (Cioran, 2006, pp.117).
A pesar de que autores positivistas puedan apelar que el conocimiento de todo-
inclusive del ser humano- tiende a una sistematización completa, tanto científica como
lógica (Comte,2007, pp.20), podría plantear una pregunta que no podrían responder, ¿Quién
soy?, sin duda, buscarían una forma de conceptualizarme, de hacer una mezcla de adjetivos,
podrían medirme y pesarme, podrían recetar que significa el ser en un diccionario, mas no
podrían decirme quien soy, no puedo ser sujeto de una sistematización científica y lógica,
pues hacerlo de esa manera, sería un remplazo de mi persona por el de una máquina. Cioran
nos invita a ser sensibles a nuestro entorno, a vivirlo antes que intentar opinar de él. En este
sentido, la postura del autor tiene una gran tendencia de la cultura oriental, es decir, busca
ser una persona receptiva más que activa, una persona que viva y deje vivir. Pienso que
muchas veces los seres humanos nos creamos la necesidad de querer explicar todo,
entenderlo al instante, categorizarlo. En algún momento pensé que la inteligencia y la razón
era lo único válido, “quise entonces excluir de mi alma los sentimientos, siniestras llaves de
puertas no deseadas, ápices de debilidad. Ellos nunca me explicarían el mundo. Me refugie
en la inteligencia, ese frio tumor: con ella fabriqué un universo contingente, con leyes
precisas (…) el azar estaba prohibido y el amor, proscrito. Perdí de vista que, aun reinando
la inteligencia, siempre permanece sola, absolutamente sola” (Volpi, 1991, pp.52). Podría
decir, que la obra de Cioran me caracteriza como una persona que sólo tiene una certeza
absoluta, la certeza de que dudo de todo, y dudando de todo es un buen comienzo en el
camino de conocerme. A partir de la lectura de la obra, no es factible para mi fiarme de las
sensaciones de otros, pues podría caer en el vicio de querer vivir de las sensaciones ajenas,
¿Cómo un ciego puede guiar a otro ciego? (Lucas 6:39)
III) CIORAN EN EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD SOCIAL Y CULTURAL
Un valor ético que puedo integrar a mi reflexión es el de la libertad, pues si bien, la
libertad es la potencia que tiene un individuo de escoger entre dos o más opciones. Somos
libres al momento en que podemos decidir. Sin embargo, no olvidemos que la decisión sólo
puede existir al momento en que admitimos que no hay una sola opción. Por ejemplo,
suponiendo que yo quisiera explicar un fenómeno de política internacional a través del
realismo porque es la única teoría que conozco, no sería libre, pues sólo tengo una opción,
en cambio, si reconozco que no existe una receta y que es válido cuestionar todo, podría
entonces empezar a conocer otros enfoques para explicar el fenómeno: liberal, marxista,
constructivista, feminismo, etc. En el momento en que tengo más de una opción puedo
escoger, puedo ser libre. Muchas veces podemos pensar que hay un sólo camino para todo,
sin embargo, es dudando cuando buscamos más allá de lo convencional, más allá del límite
al que creíamos estar sujetos.
Otro valor ético que puedo integrar a mi reflexión es el de la justicia, pues pienso
que la idea de Platón en La Republica –dar a cada quien lo que le corresponde- no se aplica
plenamente, pues ¿Quién determina que le corresponde a cada quien en cada
qué
mí
circunstancia?, en este sentido, no creo que los actos deban tener consecuencias
codificadas, es decir, que los procesos hechos a las personas que cometan un delito no se
hagan como una receta, más bien, opto por que los casos sean canalizados de forma
individual, que sean atendidos ad hoc a las situaciones. Pues no sería justo castigar a un
hombre que ha robado por necesidad de la misma forma que a un hombre que robó por
ambición. De esta manera pienso que la justicia no es una receta, es decir que la justicia no
es la misma en todos lados y en todos los contextos, “la justicia del derecho, la justicia
como derecho no es justicia, las leyes no son justas en tanto son leyes. No se obedecen
porque son justas sino porque tienen autoridad” (Derrida, 2008, pp.29). En este sentido,
creo que la reflexión que nos invita a hacer Cioran insiste en dudar de las convenciones, de
advertirnos que las llamadas leyes difícilmente podrán ser aplicables en todo espacio y
tiempo, y que muchas veces puede ser peligroso hacer una receta para todo. Por ejemplo,
actualmente en México no hay justicia acerca del uso de armas para aquellos que quieren
utilizarlas para defenderse del creciente problema de narcotráfico, de esta manera, las
llamadas policías comunitarias no tienen el beneplácito del gobierno para hacer uso de su
fuerza para defenderse, pues el gobierno apela que la ley es dura, pero es la ley. Es
momento tal vez de recordarles a los juristas que es muy peligroso generalizar, invitándolos
siempre a ver de una forma particular cada caso, y determinar con base en ello, lo que es
justo y lo que no lo es, y no solo seguir ciegamente lo que está escrito en una ley. La
justicia sin duda debe de ser material de reflexión interminable, pues recordemos lo
complejo que significa establecer la naturaleza de la convivencia humana y cuáles son las
exigencias e ideales que plantea (Bazdresch, 2000, pp.21).
En mi contexto particular en la universidad, podría decir que no es justo la forma en
cómo se evalúa en muchas de mis materias, me parece que no es justo que personas tan
distintas seamos calificados de la misma manera. Por ejemplo, yo comparto clase con
muchas personas al día, sin embargo, me doy cuenta que mis compañeros tienen fortalezas
y debilidades dependiendo de la materia, sin embargo, los profesores asignan una
calificación en función de rubricas que parecen infalibles y sagradas, en lugar de evaluar
otros elementos como el aprendizaje significativo, el esfuerzo, y la aplicación de lo visto en
clase a la vida cotidiana, es decir, cuando la teoría del aula pasa a la praxis, sin duda,
muchos profesores parecen hombres de recetas, hombres que se esconden en la autoridad
de la academia, hombres que han dejado de cuestionarse.
CONCLUSIÓN
En conclusión podemos decir que las sensaciones que tenemos como humanos son
condiciones sine qua non no podríamos decir que hemos vivido, pues si bien, las palabras y
las ideas son importantes, las sensaciones son las que nos darán una visión más integral de
la vida. No debemos olvidar que es menester cuestionarnos con rigor constantemente, pues
no hacerlo, nos pondríamos en riesgo de ser parte de una receta, de un camino establecido
por alguien más, de convertirnos en maquinas y dejar de ser humanos, de olvidar que
somos libres. Sin duda, siempre es mejor sentir antes que decir.
analizados
BIBLIOGRAFÍA
Bazdesch, J. (2000). Cuadernos de reflexión universitaria. México: UIA
Cioran, M. (2006). Ese Maldito Yo. México: Tusquets.
Comte, A. (2007). Discurso sobre el espíritu positivo. España: Alianza.
Derrida, J. (2008). Fuerza de ley: el fundamento místico de la autoridad. Madrid:
Tecnos.
Loyola, I. (2010). Ejercicios Espirituales. España: Edapor.
Paz, O. (1967). El Arco y la Lira. México: El Fondo de la Cultura Económica.
Volpi, E. (1991). Tres Cartas imaginarias de Jorge Cuesta. México: UNAM