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LA POESÍA DE DON FRANCISCO A. VELEZ LADRÓN DE GUEVARA En su Resumen de la historia de la literatura colombiana, publicado en su quinta edición por el doctísimo Gustavo Otero Muñoz, en 1945, se mostró él una vez más como exce- lente maestro en tal sentido. Tenemos a mano derecha el libro en cuyas páginas el autor precisó el nombre del poeta Francisco Antonio Vélez Ladrón de Guevara, pues hizo notar que "sus versos se atribuyeron a su solemne y grave hermano el canónigo de la metropolitana don Miguel, quien fue pre- cisamente el polo opuesto a la desenvoltura y el buen humor de don Francisco Antonio". En el volumen XXIV de Thesaurus, Boletín del Instituto Caro y Cuervo, y dentro de la entrega correspondiente a los meses de enero a abril de 1969, hicimos la presentación breve de algunas estrofas de don Francisco Antonio Vélez. Precisa- mente aquellas destinadas a hablar de sí mismo, en pedimento versificado que dirigió al visitador español don Juan Fran- cisco Gutiérrez de Piñeres, pues se consideraba olvidado en cuanto a sus méritos y disminuido en lo tocante a sus capa- cidades y deseo de servicio. Hoy queremos insistir en el punto, pues lo encontramos apto para definir algunas de las características de Vélez La- drón de Guevara. Y observamos de nuevo la circunstancia de que nos valemos de la copia de su producción literaria, tomada sobre los manuscritos que guarda con esmero la Bi- blioteca Nacional de Bogotá, y que tuvimos muchas veces en nuestras manos. En realidad, al lado de poesías de orientación almibarada y galante, y de otras destinadas a enaltecer los dones de su fe religiosa, don Francisco Antonio deja ver en el pliego

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  • LA POESA DE DON FRANCISCO A. VELEZLADRN DE GUEVARA

    En su Resumen de la historia de la literatura colombiana,publicado en su quinta edicin por el doctsimo GustavoOtero Muoz, en 1945, se mostr l una vez ms como exce-lente maestro en tal sentido. Tenemos a mano derecha ellibro en cuyas pginas el autor precis el nombre del poetaFrancisco Antonio Vlez Ladrn de Guevara, pues hizo notarque "sus versos se atribuyeron a su solemne y grave hermanoel cannigo de la metropolitana don Miguel, quien fue pre-cisamente el polo opuesto a la desenvoltura y el buen humorde don Francisco Antonio".

    En el volumen XXIV de Thesaurus, Boletn del InstitutoCaro y Cuervo, y dentro de la entrega correspondiente a losmeses de enero a abril de 1969, hicimos la presentacin brevede algunas estrofas de don Francisco Antonio Vlez. Precisa-mente aquellas destinadas a hablar de s mismo, en pedimentoversificado que dirigi al visitador espaol don Juan Fran-cisco Gutirrez de Pieres, pues se consideraba olvidado encuanto a sus mritos y disminuido en lo tocante a sus capa-cidades y deseo de servicio.

    Hoy queremos insistir en el punto, pues lo encontramosapto para definir algunas de las caractersticas de Vlez La-drn de Guevara. Y observamos de nuevo la circunstanciade que nos valemos de la copia de su produccin literaria,tomada sobre los manuscritos que guarda con esmero la Bi-blioteca Nacional de Bogot, y que tuvimos muchas veces ennuestras manos.

    En realidad, al lado de poesas de orientacin almibaraday galante, y de otras destinadas a enaltecer los dones de sufe religiosa, don Francisco Antonio deja ver en el pliego

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    enviado al visitador de ingrata memoria, algunas de las lneasesenciales de su modo de ser y de su instruccin y educacinpersonales.

    Quejoso el vate de sus dificultades econmicas y de quie-nes podan aliviarlas desde el solio, observ que una dispo-sicin de Carlos III no haba sido suficiente para concederleuna mejora en sus circunstancias. Dijo all:

    Ya que no ha bastado su OrdenReal, ni bastan mis escritos,ni bastan mis alegatos,mis lamentos y gemidos,ni mis mritos se atienden,ni aprovechan mis servicios,escuchad el nuevo modo,atended el nuevo arbitrioque he tomado para seren fin de vos atendido.

    Francisco Antonio Vlez compara su condicin con la deOvidio, en los versos inmediatamente siguientes, y agrega:

    Quiero ver si en tristes metros,aunque en mi rstico estilo,ablando ese duro pechoy vuestra piedad consigo,como la piedad del Csarimploraba el triste Ovidio,bien que en desiguales causas,cuando ningunos delitosdesterrado a m me tienencomo a aquel en el Euxino.

    En aquel romance no deja de mostrar atrevimiento desa-costumbrado el poeta, pues agrega formal y certeramente:

    Antes quisiera saberqu culpas he cometido,que como a traidor al rey,que como a reo convicto,que como al hombre ms malo

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    y delincuente proscrito,me hacen indigno del premioy de tantos males digno.

    Recuerda su cuna y nacimiento, su estirpe y abolengocuando manifiesta:

    Es por ventura pecadoel haber noble nacido?No, sino el ser noble y pobre,lunar tan feo e indigno,que ms quisiera tenerel ms humilde principioy el ms bajo nacimiento,que ser noble sin ser r ico. . .

    Pues, qu me aprovecha a mel linaje esclarecido? ,Qu, de mis progenitoreslas glorias y los servicios?

    Por el memorialista y versificador tenemos noticia brevepero cuantiosa acerca de su cuarto abuelo, don Juan Vlez,venido a tierras chocoanas, speras siempre y difciles paralos pasos y la estancia del hombre:

    Qu influye en m de don JuanVlez, cuarto abuelo mo,el haber adelantadoen el Choc los dominiosde Espaa, siendo el primeroque con este distintivode Adelantado a las Indiaspor mi desventura vino?

    Con mucha razn, seor,por mi desventura digo,pues si a ellas no viniera,tampoco hubiera nacidoyo en ellas, ni tales premiosen m tuvieran los mos . . .

    Yo alego nobleza? Yo,de mis padres los servicios,cuando es sacrilegio horrendoen los Vlez este estilo?

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    Es soberbia intolerable,es un errado capricho,es un engao muy vano,un fantstico edificioel que han fundado los Vlezen los mritos nativosde sus mayores. Y en elloses la nobleza delito.

    Es as. Yo lo confieso,pues por experiencia he vistoque de mis progenitoresen nada a m me han servidolos mritos, sino slode llorarlos y sentirlos.

    Este lenguaje declara al instante la voz del criollo neo-granadino, listo a recordar los padecimientos de sus antepasa-dos en aventuras increbles sobre las montaas y los abismosdel continente nuevo. Esta manera de hablar corresponde alas varias generaciones, espaolas por la sangre pero america-nas por el nacimiento, que se consideraron frustradas delantede los peninsulares incorporados al gobierno de estos pases.

    Los descendientes de los conquistadores se vieron dismi-nuidos cuando hallaron en hombres nuevos, poco antes des-conocidos, los poderes indispensables para subsistir con decoroy mantenerse con dignidad. No les bast, ciertamente, laprestancia social ni la potencia econmica.

    Al visitador Gutirrez de Pieres apostrofa el poeta Vlezcuando dice:

    Mas pregunto, oh gran Regente,y vuelvo a mi tema mismo:

    Por qu a todos aprovechael haber nobles nacido,y a m solo la noblezame ha de servir de perjuicio?

    Por qu aspiran a ser nobleslos plebeyos ms indignos? Por qu los Zerdas, Girones,Ponces, Guzmanes, Galindos,

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    Lassos de la Vega y otroscaballeros infinitosmil premios logran por solala gloria de su apellido,

    y por Ladrn de Guevarayo slo ultrajes consigo?...

    Los anteriores versos y otros muchos del extenso romancehacen notar, por otra parte, la irritacin de quien los com-puso. El cual se mostr airado en ellos, sin que descuidara alpropio tiempo y en el mismo da cantar la belleza de unadama santaferea, elogiar la gracia de sus movimientos, elmarfil de sus manos, la blancura de su rostro, la gallardade su porte. Para todo le alcanzaba la lira al poeta Vlez:unas veces con ella se elevaba a las esferas mitolgicas msarcanas; otras veces con sus acordes alegraba una velada fa-miliar; y mil servale para lograr aplausos en las largas nochescortesanas.

    Algunos versos adelante de los anteriores habla el poetasobre su sexto abuelo, nadie menos que Garcilaso de la Vega,a quien mira con los mismos ojos con que don Quijote con-templaba a Flix Marte de Hircania, al valeroso Amads deGaula o a uno cualquiera de los caballeros andantes que tan-tas glorias alcanzaron en las comarcas apacibles de Castilla.

    Alza la voz Francisco Antonio Vlez cuando la dirige aGarcilaso:

    . . . T, de cuya vena sacradulces metros yo respiro,dame aliento con que puedalevantar al ciclo el gritoy quejarme a las estrellasdel influjo vengativode la ma. O pues estsen las Espaas tan vivoen ms feliz descendenciay tan vivo en tus escritos,dle a mi Rey que el habertus descendientes venido

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    a conquistarle las Indiasy emplearse en su servicio,no fue pecado, ni lo eshaber yo en ellas nacido.

    Alusin gentil hace el poeta y memorialista a la hidalgacondicin de su esposa cuando escribe:

    . . . Dile que por no mancharen nada mi origen limpio,busqu compaera igualcuyos mayores invictosa su cetro y su coronalas de Indias han aadido.Bsteme decir VenegasPoncc de Len, en que digocuanto de mis ascendientespudiera decir y he dicho.

    En el mensaje confiado a su ilustre antepasado Garcilaso,agrega Vlez para satisfaccin de su espritu en las gradasdel trono:

    Dile tambin que jamsen mis procederes limpioshe degenerado yode aquellos nobles principios;que siempre dado a las letras,siempre entregado a los libros,he sido honra de mi patriay en cuanto puedo he servido;que a su Majestad augustavasallo fiel tambin sirvoaun con cosas imposibles,pues la alma darle he sabidoy no teniendo qu darlele he dado mis pobres hijos.. .

    Pginas son de puro sabor espaol aquellas que contienenestrofas como las que copiamos del manuscrito:

    A vos, marqus muy excelsode Montealegre, dirijomis quejas; a vosme quejo de vos, que con tal desvo

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    os olvidis de que tengovuestra sangre y que los mosllenaron de honra a los vuestrosen estos vastos retirosde Amrica; y que no tengo,porque entre brbaros vivo,demrito, ni que soypor nacido en Indias indio.

    Con nfasis digno de Caldern o de Lope aprovecha Vlezsus propias palabras doloridas para exclamar al punto:

    Ojal lo fuera! parano conocer en lo altivode mi pecho que en l latenesplendores tan antiguosy que pulsa en estas venasel rub ms puro y limpio.

    Oh Dios santo, justo y sabio!Cuando esto veo y meditoalabo tu providencia,venero tus altos juiciosy el mo no pierdo ya,porque mi espritu rindoen tus soberanas manos,en que solamente libromis esperanzas. En Ti,soberano bien, confoque ablandes el coraznde tu celoso ministro,regente y visitador,el seor don Juan FranciscoGutirrez, para que al fin,de mis males condolido,me d conforme a la mentede mi Rey aquel destinoque corresponde a quien nopuede partir a servirloa distancias de su patriani de ella a largos retiros.

    El tono familiar con que habla a la Divinidad no pudoser ajeno a Vlez, puesto que en innumerables versos suyos

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    se muestra cristiano viejo y piadoso. Por lo que mira a losdioses del olimpo latino, ya se ve cmo las letras clsicas usa-ron y abusaron de sus nombres augustos.

    Al Seor de sus padres alude el poeta cuando prosigue:

    Mndale T que me atienday me mire compasivo,pues no soy de su atencinpor alguna causa indigno.Que no es soberbia el hablartecon este tan claro estilo,sino fuerza del dolorque me obliga a alzar el gritoa los cielos, por pedirde mis males el alivio.Que el alegar las hazaasy mritos de los mos(cuando yo no degenerode ellos) me es tan permitido,que las leyes me lo mandany mandan a sus ministrosatenderlos. Y que en vanoel humano y el divinoderecho privilegiarana los que nobles nacimos,si esta nobleza heredadase tiene por sambenito...

    El poeta hace mencin, en versos ciertamente amenos, desu calidad de abogado. Todo para decirle a Gutirrez dePieres que no por serlo dispone de anchura mayor en sueconoma o de holgura satisfactoria en su casa. Muy en locierto debi de estar el memorialista, pues ni entonces ninunca el ejercicio de la jurisprudencia produjo riquezas niabundancia a sus devotos y seguidores.

    Porque teme Vlez Ladrn de Guevara ser exhortado encuanto al aprovechamiento de su profesin, dice a Pieres:

    Y si decs que por qumientras los versos escribono hago escritos, os respondo,Seor, que por eso mismo,pues que son aquestos versos,

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    si no a nmeros ceidos,un alegato ms dulceen que mejorando estilo,ms bien que con prosas puedomi justicia persuadiros.

    Y si preguntareis cmoen un tan sutil oficiocomo el de la abogacade l no me mantengo y vivo,por m negare el supuestopues til nunca me ha sido,y menos en este tiempoen que no hay grande ni chicoque no se meta a abogado,en cuyo noble ejerciciosi otros tienen qu comer,yo de l ni como ni visto,porque a mi estudio no vienenjams litigantes ricos.

    Tiene mucha gracia la parte siguiente del memorial ver-sificado, como se ver:

    Slo me buscan los pobres(ser por lo parecido);slo para ellos

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    los ms tiles litigios,porque soy muy perezoso,pero a stos yo les replico:

    qu experiencia en sus negociosde mi pereza han tenido?cuando jams me han buscadoni me han tratado ni visto.. .

    Aunque no puedo dejar,gran Pieres, de decirosque si como sois mi juezpudierais ser mi testigo,vierais el continuo afn,el incesante ejercicio,con que en servicio de todossudo, remo y me fatigo...

    La lectura de este romance le demuestra a uno la incon-tenible facilidad de Francisco Antonio Vlez para la versi-ficacin. Numerosas estrofas, sobre las transcritas, forman eltexto ntegro del memorial dirigido a Juan Francisco Gu-tirrez de Pieres, notado como uno de los ms crueles ene-migos de la gente neogranadina en el ao de 1781. No hemoscredo indispensable, por lo dems, averiguar si el pedimentodel poeta santafereo produjo en favor de ste los apetecidosresultados. Otro ha sido nuestro propsito, al cual slo interesaconocer y dar a conocer algunas de las facetas principales desus dones poticos.

    Con su acostumbrado dominio de la materia, don AntonioGmez Restrepo mencion al poeta Vlez en la Historia dela literatura colombiana, cuyo primer volumen fue publicadopor la Biblioteca Nacional de Colombia en los talleres de laImprenta Nacional, en el ao de 1938. Parti la iniciativa deuna obra tan importante, del entusiasmo de Daniel SamperOrtega por todas las cosas de la patria y ella encontr ecovibrante en la pluma de aquel ilustre maestro.

    El captulo vi fue dedicado exclusivamente al cortesanopoeta. Desde la pgina 197 hasta la 283 don Antonio presenta Vlez en trminos satisfactorios para las letras y la crtica.

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    Dice de l que "en sus versos se pinta muy bien el ambientesocial de su poca. A falta de grandes asuntos, el poeta seentretiene en decirles piropos a las damas y en pintar su be-lleza empleando el conocido recurso de los colores tradicionalespara este efecto: el 'blanco y carmn' de doa Elvira, de quehabla el austero Argensola".

    En la pgina 225 de su estudio dice Gmez Restrepo:"Vlez Ladrn de Guevara fue un ingenio genuinamente bo-gotano; galante, festivo, irnico cuando la ocasin se presen-taba; profundamente religioso. No posey las cualidades queforman a los grandes poetas; pero s otras, ms modestas, yno por eso menos dignas de aprecio, que le permitieron des-tacar ventajosamente su personalidad en el cuadro de nuestraliteratura colonial".

    Pues viva de saln en saln, encontraba siempre manerade hacerse presente no slo en el palacio virreinal sino en-frente de eclesisticos de gran dignidad. En tal sentido lovieron los santafereos elevando su saludo al ilustrsimo seordon Antonio Caballero y Gngora, "dignsimo Arzobispo deSantaf", con motivo de un cumpleaos de persona tan excep-cional en la prelatura:

    Musas, mirad que los Idusllegan del junio apacible,y que el grande Caballeroaos hoy cumple felices.

    Da es hoy de San Antoniode quien mi prelado insignetiene nombre, tiene glorias,honor y fama consigue.

    Bajad, pues, de la eminenciade vuestro monte sublimey buscad a mi arzobispode Fucha en el valle humilde.

    Retirado le hallarisen la quinta en que reside,porque como buen pastoren el campo solo vive.

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    Buscadlo, pues, y en mi nombredadle das y decidleque no as de la ciudadtanto tiempo se retire.

    Que no as de su presenciaa esta noble corte prive,ni a m de verle en un datan glorioso y tan plausible...

    Para los hijos de Cundinamarca nacidos en la planiciesabanera ser siempre grato el nombre del ro Fucha y desu comarca apacible. En ella vivieron los labriegos muiscasanteriores al conquistador Quesada, serenos en el amanecer decada da, humildes en el ocaso desdibujante del brillo de suspantanos y de la silueta gris de sus montes. Los lugares lla-mados Fucha y Tunjuelo fueron siempre amados por santa-fereos y bogotanos, como lo atestiguaron Ignacio GutirrezPonce y Jos Caycedo Rojas, Rafael Elseo Santander y TomsRueda Vargas, en evocaciones memorables.

    Muy de uso en siglos anteriores al nuestro, tan lejano detoda mitologa, fue el constante recuerdo de los personajesde ella y de sus hiperblicas regiones, en todo momento ypara toda ocasin. Los escritores castellanos no fueron menosadictos a aquella que nuestro buen poeta Vlez. Queremosdejar constancia neta de esto en la presente pgina, para quese vea cmo renda tributo a las cosas arcanas de los tiemposhelnico y latino:

    Helicn, Castalia, Parnaso, Hipocrene, Hybla, Hymeto,Lachesis, Febo, Olimpo (en el romance a Caballero y Gn-gora).

    Cintia, Talas, Belona, Diana, Helicn, Pind (a un ora-dor venido de Chile para hablar en la catedral de Santaf).

    Febo, Apolo, Lybetra, Aonio, Pimpla, Himeto, Helicn,Cuerea, Belona, Palas, Minerva, tropos, Fnix (a la virreinaDoa Juana Mara Pereira, el 24 de junio de 1776).

    Y no solamente se animaba el poeta con las personasmitolgicas sino con denominaciones geogrficas casi siempreabsolutamente desconocidas por sus oyentes, a quienes dejara

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    de ordinario boquiabiertos. Decimos esto sin implorar el perdndel excelente don Francisco Antonio, pues nos encontramosseguros de lo que decimos.

    Muy agradables versos nos ofrece en el poema A los ojosazules de una beldad:

    REDONDILLA

    No son, nia, tus dos ojos,dos soles, sino dos cielosque le dan al cielo celos,que le dan al sol enojos.

    Glosa.

    Cuando dominando miroen un cielo de alabastrossobre planetas, sobre astros,dos antorchas de zafiro,y que por ellas su girosuspende l y en sonrojosse enciende, siendo despojosstos de ellas, yo bien vique no hay ms lumbreras sino son, nia, tus dos ojos.

    Mas al ver que su color,todo azul y celestial,de cada ojo en el fanaltraslada un cielo mejor,y que todo el esplendordel cielo, con mil desvelosluce all, ya sin recelos,vi no ser los que se encumbran,a tu faz y al mundo alumbran,dos soles sino dos cielos.

    Como en ellos, de diamantesla luz en un campo lidia,de zafiros a la envidialucen y arden ms brillantes.

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    Y como siempre triunfantessalen de tan lindos duelos,tus ojos les dan recelosde que sus esferas rindascon unas armas, tan lindas,que le dan al cielo celos.

    De eso celeste zafir,envidioso ya el mayorluminar, vino de amoren tus ojos a morir;mas en ellos ya vivirlogran sus claros arrojos,pues mejorando en tus ojosla luz que de ellos mendiga,de ellos no es bien que se digaque le dan al sol enojos.

    Don Francisco Antonio Vlez fue el nio mimado de lasociedad de su tiempo, poca en cuyo ambiente se percibanya las inquietudes comuneras en toda su extensin. Los de-cenios finales de la centuria fueron, en realidad agitados ytormentosos. No era perceptible ya la serenidad de los dasde don Jos Sols y de don Pedro Messa de la Cerda, y ape-nas se recordaban como del pasado la callada fidelidad delos caballeros criollos a los funcionarios provenientes de lavilla y corte madrilea, y la humillada inclinacin de loscampesinos en presencia de los seores en cuyas haciendasrendan la diaria jornada. Cuando Vlez bordaba imgenesy trazaba figuras para halagar a las madamas y a sus hijas, yaun la trivialidad de las frases animaba el aplauso de los j-venes y de sus padres, ya el malestar colectivo se palpaba enciudades, villas y lugares de la Nueva Granada. Medio siglodespus de las canciones del poeta la Gran Colombia de Bo-lvar era contada entre las naciones libres del mundo occi-dental. Once aos antes de San Pedro Alejandrino se habanodo los clarines vencedores de Boyac.

    Uno de los mritos de Francisco Antonio Vlez radicaen la nitidez con que hizo el dibujo de quienes compartan

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    con l la vida de la capital de Cundinamarca, asiento delgobierno de todo el Nuevo Reino. En las estrofas del santa-fereo se advierte la sencillez de las costumbres, aun las msestiradas, y se mira difano el espritu de sus oyentes y con-temporneos. Si de un lado Santaf era adusta en los despa-chos administrativos, del otro se mostraba ingenua, apacible,colmada de bondad y dispuesta a la sonrisa que hace posiblela convivencia del hombre con sus semejantes.

    Quedan bien en este punto algunos versos de Vlez "auna madama que pidi la soltura de un preso":

    Cuando a todos tu hermosurapresos los tiene y les quitala libertad solicitade uno solo la soltura?Oh dichosa desventurala del infeliz a quien,Reina, t mandas le denlibertad! porque con esologre quedar de ti presoy por ti libre tambin.

    De buena gana estuvierapreso yo, porque mi culpaen tu empeo la disculpay la gracia mereciera;o juez de la causa fuera,porque toda la justicia,mirndote a ti propicia,no en la gracia pdigraracuando en la de esa tu carave la culpa sin malicia...

    La historia de la literatura colombiana puede enrique-cerse y extenderse tomando como base, no tan slo el nombrede personajes calificados que no pudieron ser tenidos en cuentahace largos decenios, sino precisando mayormente la categorade algunos s mencionados por Vergara, Gmez Restrepo yOtero Muoz.

    No queremos concluir estos apuntes ni colocarlos en ma-nos del doctor los Manuel Rivas Sacconi, sin agregar unaslneas breves al tema siguiente: pues nos hemos ceido tan

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    rigurosamente en la historia de la literatura colombiana a losprosistas y poetas y oradores, no es verdad que hemos dejadoa un lado la literatura cientfica, la literatura matemtica, enpocas palabras, aquellas manifestaciones del entendimiento co-lombiano lejanas del concepto anotado arriba?

    La realidad nos dice que falta un captulo de suma im-portancia en donde registrar a don Julio Garavito y a donJorge Alvarez Lleras en la astronoma, a don Didoro Snchezen la ingeniera, a don Pompilio Martnez en la ciruga, adon Alberto Urdaneta en el periodismo ms ilustre... enfin, a tantas personalidades colombianas como han hecho gran-de y autorizado a este laborioso pas, en cuya magnitud cree-mos y en cuyo porvenir esperamos.

    MANUEL JOS FORERO.

    Academia Colombiana, Bogot.

    InicioNmero siguienteNmero anteriorArtculo siguienteArtculo anteriorPgina ndiceThesaurus. Boletn del Instituto Caro y Cuervo. 1945-1999Ao 1945. Tomo I. Nmero 1Ao 1945. Tomo I. Nmero 2Ao 1945. Tomo I. Nmero 3Ao 1946. Tomo II. Nmero 1Ao 1946. Tomo II. Nmero 2Ao 1946. Tomo II. Nmero 3Ao 1947. Tomo III. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1948. Tomo IV. Nmero 1Ao 1948. Tomo IV. Nmero 2Ao 1948. Tomo IV. Nmero 3Ao 1949. Tomo V. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1950. Tomo VI. Nmero 1Ao 1950. Tomo VI. Nmero 2Ao 1950. Tomo VI. Nmero 3Ao 1951. Tomo VII. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1961. Tomo XVI. Nmero 1Ao 1961. Tomo XVI. Nmero 2Ao 1961. Tomo XVI. Nmero 3Ao 1962. Tomo XVII. Nmero 1Ao 1962. Tomo XVII. Nmero 2Ao 1962. Tomo XVII. Nmero 3Ao 1963. Tomo XVIII. Nmero 1Ao 1963. Tomo XVIII. Nmero 2Ao 1963. Tomo XVIII. Nmero 3Ao 1964. Tomo XIX. Nmero 1Ao 1964. Tomo XIX. Nmero 2Ao 1964. Tomo XIX. Nmero 3Ao 1965. Tomo XX. Nmero 1Ao 1965. Tomo XX. Nmero 2Ao 1965. Tomo XX. Nmero 3Ao 1966. Tomo XXI. Nmero 1Ao 1966. Tomo XXI. Nmero 2Ao 1966. Tomo XXI. Nmero 3Ao 1967. Tomo XXII. Nmero 1Ao 1967. Tomo XXII. Nmero 2Ao 1967. Tomo XXII. Nmero 3Ao 1968. Tomo XXIII. Nmero 1Ao 1968. Tomo XXIII. Nmero 2Ao 1968. Tomo XXIII. Nmero 3Ao 1969. Tomo XXIV. Nmero 1Ao 1969. Tomo XXIV. Nmero 2Ao 1969. Tomo XXIV. Nmero 3Ao 1970. Tomo XXV. Nmero 1Ao 1970. Tomo XXV. Nmero 2Ao 1970. Tomo XXV. Nmero 3Ao 1971. Tomo XXVI. Nmero 1Ao 1971. Tomo XXVI. Nmero 2Ao 1971. Tomo XXVI. Nmero 3Ao 1972. Tomo XXVII. Nmero 1Ao 1972. Tomo XXVII. Nmero 2Ao 1972. Tomo XXVII. Nmero 3Ao 1973. Tomo XXVIII. Nmero 1Ao 1973. Tomo XXVIII. Nmero 2Ao 1973. Tomo XXVIII. Nmero 3Ao 1974. Tomo XXIX. Nmero 1Ao 1974. Tomo XXIX. Nmero 2Ao 1974. Tomo XXIX. Nmero 3Ao 1975. Tomo XXX. Nmero 1Ao 1975. Tomo XXX. Nmero 2Ao 1975. Tomo XXX. Nmero 3Ao 1976. Tomo XXXI. Nmero 1Ao 1976. Tomo XXXI. Nmero 2Ao 1976. Tomo XXXI. Nmero 3Ao 1977. Tomo XXXII. Nmero 1Ao 1977. Tomo XXXII. Nmero 2Ao 1977. Tomo XXXII. Nmero 3Ao 1978. Tomo XXXIII. Nmero 1Ao 1978. Tomo XXXIII. Nmero 2Ao 1978. Tomo XXXIII. Nmero 3Ao 1979. Tomo XXXIV. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1980. Tomo XXXV. Nmero 1Ao 1980. Tomo XXXV. Nmero 2Ao 1980. Tomo XXXV. Nmero 3Ao 1981. Tomo XXXVI. Nmero 1Ao 1981. Tomo XXXVI. Nmero 2Ao 1981. Tomo XXXVI. Nmero 3Ao 1982. Tomo XXXVII. Nmero 1Ao 1982. Tomo XXXVII. Nmero 2Ao 1982. Tomo XXXVII. Nmero 3Ao 1983. Tomo XXXVIII. Nmero 1Ao 1983. Tomo XXXVIII. Nmero 2Ao 1983. Tomo XXXVIII. Nmero 3Ao 1984. Tomo XXXIX. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1985. Tomo XL. Nmero 1Ao 1985. Tomo XL. Nmero 2Ao 1985. Tomo XL. Nmero 3Ao 1986. Tomo XLI. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1987. Tomo XLII. Nmero 1Ao 1987. Tomo XLII. Nmero 2Ao 1987. Tomo XLII. Nmero 3Ao 1988. Tomo XLIII. Nmero 1Ao 1988. Tomo XLIII. Nmeros 2 y 3Ao 1989. Tomo XLIV. Nmero 1Ao 1989. Tomo XLIV. Nmero 2Ao 1989. Tomo XLIV. Nmero 3Ao 1990. Tomo XLV. Nmero 1Ao 1990. Tomo XLV. Nmero 2Ao 1990. Tomo XLV. Nmero 3Ao 1991. Tomo XLVI. Nmero 1Ao 1991. Tomo XLVI. Nmero 2Ao 1991. Tomo XLVI. Nmero 3Ao 1992. Tomo XLVII. Nmero 1Ao 1992. Tomo XLVII. Nmero 2Ao 1992. Tomo XLVII. Nmero 3Ao 1993. Tomo XLVIII. Nmero 1Ao 1993. Tomo XLVIII. Nmero 2Ao 1993. Tomo XLVIII. Nmero 3Ao 1994. Tomo XLIX. Nmero 1Ao 1994. Tomo XLIX. Nmero 2Ao 1994. Tomo XLIX. Nmero 3Ao 1995. Tomo L. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1996. Tomo LI. Nmero 1Ao 1996. Tomo LI. Nmero 2Ao 1996. Tomo LI. Nmero 3Ao 1997. Tomo LII. Nmeros 1, 2 y 3Ao 1998. Tomo LIII. Nmero 1Ao 1998. Tomo LIII. Nmero 2Ao 1998. Tomo LIII. Nmero 3Ao 1999. Tomo LIV. Nmero 1Ao 1999. Tomo LIV. Nmero 2Ao 1999. Tomo LIV. Nmero 3

    Tomo XXVIII. Nmero 3. Ao 1973Cubierta anterior y primerasndice generalGermn DE GRANDA. Dialectologa, historia social y sociologa lingstica en Iscuand (Departamento de Nario, Colombia)Lydia D. HAZERA. Estructura y temtica de La mala hora de Gabriel Garca MrquezCarmelo GARIANO. Presencia del Arcipreste de Hita en el sabio AlfonsoJos Manuel FORERO. La poesa de Don Francisco A. Vlez Ladrn de GuevaraGeorge K. ZUCKER. La prevaricacin idiomtica: un recurso cmico en el QuijoteJos-lvaro PORTO DAPENA. Alternancias voclicas en los nombres y verbos gallego-portugueses: un intento de explicacin diacrnicaNOTASJos Pedro RONA. Patitas, pa qu te quiero?Jos Joaqun MONTES GIRALDO. Posible influjo del sustrato en un cambio fnico: cavar > covar, cavador > covadorPaulette PATOUT. Valery Larbaud y Colombia

    RESEA DE LIBROSJos Joaqun Montes Giraldo, resea a Problemas y principios del estructuralismo lingsticoManuel Briceo Juregui S. I., resea a David O. ROSS, Jr. Style and tradition in CatullusAristbulo Pardo V., resea a Ernest A. JOHNSON, Jr. Juan A. Prez Bonalde: los aos de formacin; Documentos, 1846-1870Aristbulo Pardo V., resea a Luis FERRERO ACOSTA. Ensayistas costarricensesngel Humberto Grimaldo Snchez, resea a El libro en Colombia, antologa, seleccin, prlogo y notas de Eduardo Santa

    RESEA DE REVISTASJos Joaqun Montes Giraldo, resea a Revista de Filologa Espaola, Madrid, ts. L-LIIIngel Humberto Grimaldo Snchez, resea a Boletn de la Real Academia Espaola, Madrid, t. LIIOtto Ricardo Torres, resea a Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, nms. 253-270

    VARIAQuinto Congreso Internacional de Estudios Lingsticos MediterrneosCertamen Capitolinum XXV, a Petro ROMANELLIDelegado del Instituto asiste al Segundo Congreso Internacional de Latn ModernoSociedad de Estudios Romnico-Eslavos

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    CampoTexto: THESAURUS. Tomo XXVIII. Nm. 3 (1973). Jos Manuel FORERO. La poesa de Don ...