ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA...

25
ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICA LUCES Y OSCURIDADES EN EL DESARROLLO DE LA CIENCIA Ricardo R. Contreras

Transcript of ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA...

Page 1: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICA

LUCES Y OSCURIDADES EN EL DESARROLLO

DE LA CIENCIA

Ricardo R. Contreras

Page 2: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

IN MEMORIAM

Sir Harold Walter Kroto

⋆ Wisbech, Reino Unido, 7 de octubre de 1939. † Lewes, Sussex, Reino Unido, 30 de abril de 2016. Premio Nobel de Química 1996 por el descubrimiento de los fullerenos. Notable divulgador de la ciencia. Fotografía: Profesor Sir H.W. Kroto en su laboratorio del Sussex Fullerene Research Center. Copyright © Prof. Sir H.W. Kroto. Nobel Prize Fudation. Fotografía: Nicholas Sinclair.

Page 3: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICA

LUCES Y OSCURIDADES EN EL DESARROLLO

DE LA CIENCIA

COLECCIÓN EDICIONES ESPECIALES SERIE ENSAYOS

Sello Editorial Publicaciones del Vicerrectorado Académico Universidad de Los Andes

Page 4: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Autoridades universitarias • Rector

Mario Bonucci Rossini • Vicerrectora Académica

Patricia Rosenzweig Levy • Vicerrector Administrativo

Manuel Aranguren Rincón • Secretario

José María Andérez Álvarez • Coordinador de la Comisión de Desarrollo del Pregrado

Juan Carlos Pacheco SELLO EDITORIAL PUBLICACIONES DEL VICERRECTORADO ACADÉMICO • Presidenta

Patricia Rosenzweig Levy • Consejo editorial

María Teresa Celis Ricardo R. Contreras Jesús Alfonso Osuna Ceballos Alix Madrid Rafael E. Solórzano Marlene Bauste

Unidad operativa • Supervisora de procesos técnicos

Yelliza García • Asesor editorial

Freddy Parra Jahn • Asistente

Yoly Torres

________________________________________________ LOS TRABAJOS PUBLICADOS EN ESTA COLECCIÓN HAN SIDO RIGUROSAMENTE SELECCIONADOS Y ARBITRADOS POR ESPECIALISTAS EN LAS DIFERENTES DISCIPLINAS.

COLECCIÓN EDICIONES ESPECIALES SERIE ENSAYOS Sello Editorial Publicaciones Vicerrectorado Académico ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICA Primera edición digital, 2016 © Universidad de Los Andes. Vicerrectorado Académico con el financiamiento de la Comisión de Desarrollo del Pregrado (CODEPRE) © Ricardo R. Contreras Hecho el depósito de ley. Depósito legal ME2016000122

• Corrección Freddy Parra Jahn Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización escrita de los autores y el editor. Universidad de Los Andes Av. 3 Independencia, Edificio Central del Rectorado, Mérida, Venezuela. [email protected] [email protected] http://www2.ula.ve/publicacionesacademico Editado en la República Bolivariana de Venezuela

Contreras, R. R. (2016). Ética y antiética en la práctica científica. Mérida: Sello Editorial Publicaciones del Vicerrectorado Académico – ULA.

Page 5: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICA

LUCES Y OSCURIDADES EN EL DESARROLLO

DE LA CIENCIA

Ricardo R. Contreras

MÉRIDA ‒ 2016 ‒ VENEZUELA

Page 6: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

1

CONTENIDO

I ................................................................................................................................................................. 2 II ................................................................................................................................................................ 8 III ............................................................................................................................................................ 12 IV ........................................................................................................................................................... 16 Referencias ........................................................................................................................................ 18 El Autor ............................................................................................................................................... 20

Page 7: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

2

I

El Fedón o “sobre el alma”, uno de los famosos diálogos platónicos, relata las últimas horas vividas por el gran Sócrates, el gigante de los filósofos helenos. Sobre Sócrates el propio Erasmo de Rotterdam exclamó su admiración y llego a decir en su Elogio de la locura: “Sancte Sócrates, ora pro nobis”, y es que el pensamiento de este hombre, junto al de su discípulo Aristocles, mejor conocido por su nombre de Platón, y el del benjamín del grupo, Aristóteles, conforman la tríada áurea cuyo ideario será fundamental para la construcción del pensamiento occidental. En los tres existe un común denominador y es su preocupación por las formas en que el hombre se relaciona consigo mismo y con otros hombres en medio de la polis, que conocemos como el ethos. El ethos iluminará la reflexión y dará sentido a una actitud dialogante que llega hasta nuestros días bajo la forma de todo el corpus normativo y legislativo que articula la manera como los hombres se disponen unos frente a los otros, según la humana conditio, en ese proceso dinámico que lleva a la construcción de su sociedad y su cultura.

En las últimas páginas del Fedón se recoge el acto final de una vida dedicada a la grandeza del pensamiento humano. El gran Sócrates bebe la cicuta de manos de un esclavo que cumple diligentemente el cometido del Areópago y se convierte en el peón de la parca que nos arrebató al filósofo. Su esposa, Jantipa, y sus discípulos y amigos: Antístenes, Apolodoro, Euclides, Equécrates, Critón, Fedón, en medio del llanto y la compunción, seguramente esperaban expectantes la última sentencia que saldría de la boca del maestro. Probablemente esos hombres esperaban que develara alguna de las grandes y eternas preguntas de la filosofía sobre la vida, el alma, el Eros, el Thánatos, la amistad; empero, lo último que pasó por la mente del gran ateniense fue un sentido de responsabilidad, fue recordarle a su discípulo Critón la necesidad de pagar una deuda, o mejor, una promesa a una de las divinidades atenienses:

“Oh Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda, y no la paséis por alto” (Platón, 1961: 146)

Estas últimas líneas del Fedón causan una poderosa impresión, pues aunque parecieran ser incongruentes con la expectativa de los discípulos, resumen excelentemente bien el pensamiento socrático, nos hablan del

Page 8: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

3

valor que Sócrates dio a la honestidad personal, tanto que, ante la disyuntiva de aceptar la falsa acusación de corrupción de menores que el Areópago ateniense le impuso, y trocarla por el ostracismo, se mantuvo firme en negar semejante falsedad, y aceptó la muerte por vehículo de la cicuta.

Las enseñanzas de Sócrates, su vida, su pensamiento, exaltadas por sus discípulos Platón y Aristóteles, siguen vigentes hoy, y la necesidad de un ethos de la polis, de una ética orientada por el horizonte sapiensal que la moral nos ilumina, es una necesidad apremiante. Y es que no podemos desligar la ética de la condición humana, pues cualquier reflexión ética presupone una reflexión de la ‘humana conditio’:

Una ética que no se atenga a las condiciones (humanas) de su posible realización a través de la acción no puede legitimarse como tal; pero una ética que degrade al ser humano a condiciones inhumanas, infrahumanas, tampoco puede justificarse como ética genuina. De hecho, la ética no hace sino adecuar el marco general en el que puede desarrollarse la acción a las condiciones virtuales, o potenciales, que el ser humano permite. Este constituye, respecto a la causa formal de las determinaciones de la conducta, y a la causa final de los objetivos de la acción, la genuina causa material. El hombre en lo que atañe a su naturaleza y condición, es la condición material (virtual y potencial) de toda posible reflexión ética. Esta puede conceder forma y finalidad a esa materia (de inteligencia y pasión). El hombre es la matriz a la cual la “proposición ética” concede forma y finalidad. (Trías, 2000, pp. 35-36)

El reto al imperativo ético, en las primeras décadas del nuevo milenio, es reconocer que las relaciones humanas han experimentado un profundo cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión ambiental, que marcan la ‘época del hombre’, el antropoceno, cuya huella en el planeta es incuestionable. Afortunadamente, la condición humana inmanente nos permite abordar esta reflexión, porque como dice Fernando Savater en su introducción a la “Ética de urgencia”:

Si hoy todavía leemos con provecho la Ética a Nicómaco, que lleva por el mundo más de veinte siglos, es porque sigue tratando cuestiones que todavía son útiles. Si ese libro sigue interpelándonos es porque el fundamento y el sentido de la pregunta ética no ha variado. Si me pregunta cuál es ese fundamento y ese sentido diría que radica en la obligación de atender a los deberes que los seres humanos tenemos hacia el resto de los seres humanos. Al ejercitarse, la ética renueva el impulso de considerar al otro como un fin y no como un instrumento de nuestros apetitos. Aunque todo lo exterior cambie, aunque se alteren profundamente los hábitos, aunque la técnica altere nuestra percepción del espacio o nos traiga hasta nuestra casa caudales de información, aunque la sociedad se transforme, para mejorar o empeorar, hasta volverse irreconocible,

Page 9: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

4

mientras seamos humanos no podremos dejar de preguntarnos cómo debemos relacionarnos con los otros, porque somos humanos gracias a que otros humanos nos dan humanidad y nosotros se la devolvemos a ellos. (Savater, 2012: 11-12)

Ahora bien, la necesidad de un ethos se extiende en todos los aspectos de la de la vida del hombre en sociedad, y la actividad científica no escapa a esta dinámica. La ciencia es una actividad humana por excelencia, es una empresa colectiva que se extiende por todas las civilizaciones y abarca a todas las generaciones, pues responde a una necesidad humana, a un deseo ferviente de comprender el mundo que nos rodea, y tratar de construir certezas sobre ello (Dewey, 1952).

Desde que el hombre primitivo comenzó a interpretar los signos de la naturaleza y a desarrollar las primeras artesanías, se comenzó con un largo y lento proceso de sistematización y trasmisión de esos primeros conocimientos, al principio, de manera oral y luego por medio de la escritura. Trasmitir esos hallazgos significaba, por una parte, garantizar una continuidad en el tiempo a través de los aprendices y, por otro lado, generar beneficios a la sociedad a través de la puesta en práctica de los métodos y fórmulas que, por ejemplo, en el campo de la medicina, permitían mejorar la calidad de vida. En este contexto es menester mencionar tradiciones tan antiguas como las de los médicos asirios ‒los Asu‒, que trasmitieron unas leyes médicas en el Código de Hammurabi (2000 antes de J. C.). Algunas de ellas son las siguientes:

218. Si un médico opera a un noble por una herida grave con una lanceta de bronce y causa la muerte del noble; o si abre un absceso en el ojo de un noble con una lanceta de bronce y lo destruye, se le cortará la mano.

219. Si un médico opera a un esclavo con una lanceta de bronce y le causa la muerte, tendrá que reponer con otro del mismo valor.

221. Si un médico cura una fractura ósea de un noble o alivia una enfermedad de sus intestinos, el paciente le dará cinco shekels [ca. 150 g] de plata al médico.

222. Si se trata de un esclavo, el dueño del esclavo le dará dos shekels de plata al médico

(Pérez-Tamayo, 2003: 19)

La mayor cantidad de información de la medicina de Babilonia deriva de 30.000 tabletas de arcilla escritas con escritura cuneiforme, encontradas por sir Austen Henry Layard en la ruinas de la Biblioteca de Asurbanipal (669 – 626 después de J. C.) en Nínive.

Page 10: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

5

Por su parte, la medicina egipcia ‒en la tradición de Imhotep‒, será trasmitida por medio de los famosos papiros, teniendo los ejemplos más representativos en el papiro de Edwin Smith, dedicado a la cirugía, el de Ebers, que es un corpus médico, el de Kahun, que se concentra en el tema ginecológico, y el de Hearts, que recoge formulaciones médicas. El papiro de Edwin Smith es considerado el documento quirúrgico más antiguo que se conoce, pues data del XVII antes de JC., y fue adquirido en Tebas en 1862.

La medicina griega y romana fue trasmitida por medio de los libros manuscritos, conservados a lo largo de los siglos en los Scriptorium de los monasterios medievales. A estos manuscritos se sumarán las contribuciones de los hakim de la medicina árabe, que entraron a Europa a través del califato de Córdoba. La medicina, las matemáticas, la astronomía, la botánica, y, en general, las ciencias naturales, se irán progresivamente enriqueciendo y divulgando por medio de los libros. El caso de la química será particular, pues serán los libros alquímicos los que recogerán información de las primeras sustancias y reacciones químicas que, a partir de Lavoisier y Dalton, tomarán cuerpo en esta disciplina científica.

Desde la antigüedad, el conocimiento científico estuvo envuelto en conflictos, morales y también éticos. El distinguido académico Umberto Eco, escenificó estos conflictos en su novela “El nombre de la rosa”, que fue llevada al cine en 1986 por Jean-Jacques Annaud y protagonizada magistralmente por Sean Connery haciendo de Guillermo de Baskerville. También Noah Gordon en su novela “El médico” o Gilbert Sinoué con “Avicena”, van a discurrir sobre este tema utilizando personajes emblemáticos de la medicina árabe como el propio Avicena (Ibn Sina).

Ahora bien, el Renacimiento y la posterior invención de la imprenta le dan un nuevo empuje a la difusión y divulgación del conocimiento científico y de nuevo los temas éticos estarán a la orden del día, tomando en cuenta que había surgido una nueva casta de hombres que, al amparo de las modernas instituciones universitarias, fueron convocados para dedicarse exclusivamente a la investigación científica y, obviamente, a la docencia que va de la mano con ella. Galileo es quizá uno de los ejemplos representativos, es profesor de matemáticas, pero también es investigador, hace rudimentarios experimentos en el campo de la cinemática, la hidráulica o la óptica, y llega a importantes descubrimientos en el área de la astronomía. Con Galileo, Bacon y Descartes, se consolidará el método científico, y el experimento toma un papel preponderante como principio del diálogo entre el científico y la naturaleza. Los

Page 11: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

6

experimentos constituyen, en buena medida, los pilares de la ciencia, y no pueden estar “bien” o “mal”, simplemente están allí. Es tan común que un alumno ‒e incluso un docente‒ se acerque compungido para declarar que “el experimento ‘me’ dio mal… ¿qué hacemos?”. Para el científico práctico hay varias respuestas:

1) repetir el experimento hasta que dé lo que uno quiere que dé, lo cual eventualmente ocurre, 2) achacar la falla a las condiciones experimentales o meteorológicas y, por tanto, no considerar los resultados; 3) si es muy necesario, modificar la interpretación de los resultados; 4) aplazar al alumno.

(Witkowski, 2007: 11-12)

Con el pasar de los siglos nace el mito del ‘hombre de bata blanca y anteojos’, el hombre que hace experimentos, el científico que desde su laboratorio, cual moderno alquimista, viene a ensimismarse con alguna investigación sobre las cosas que pululan por debajo o por encima del firmamento, en fin, sobre los secretos que la naturaleza oculta al ojo inexperto, pero que le va revelando poco a poco al ojo educado en el método científico. De esta manera surge una comunidad nueva, la comunidad científica, caracterizada como lo dirá Thomas Kuhn, por un conjunto de elementos como el lenguaje, la metodología, la instrumentación, la literatura, los mecanismos de comunicación de la información, todos ellos conformando lo que se denomina la ‘matriz disciplinaria’ de esa ciencia en particular (Kuhn, 2000).

Con respecto a esto último es importante reconocer el papel preponderante que la comunicación entre pares ‒difusión de la ciencia‒ ha tenido desde que, en 1662, la Real Academia de Ciencias de Londres decidió llevar a un formato impreso las observaciones y los descubrimientos científicos, con la finalidad de ‘mejorar el conocimiento sobre la naturaleza’. Esta publicación tuvo que esperar el aval del rey Carlos II y, finalmente, el 6 de marzo de 1665 sale a la luz el primer número de la revista ‘Philosophical Transactions’, teniendo a Henry Oldenburg como su primer editor. Más adelante, en 1834, empiezan a publicarse los resultados de la investigación científica bajo un nuevo esquema: los ‘Proceedings’ o ‘Actas’ de las reuniones temáticas de las academias o sociedades científicas. En el caso venezolano, no será sino hasta las últimas décadas del siglo XIX cuando surgirán revistas como la Gaceta Científica de Venezuela, el Boletín del Ministerio de Obras Públicas, la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela, la Revista Científica de la Universidad Central de Venezuela, la Gaceta Científica Venezolana o la

Page 12: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

7

revista Vargasia de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas, donde científicos como Adolf Ernst, Arístides Rojas, Manuel Vicente Díaz, o Vicente Marcano, publicarán sus resultados (Contreras, 2013).

La dinámica de la comunicación de la ciencia fue configurando unos esquemas especiales para evaluar la calidad de los informes científicos sujetos de publicación. Con el tiempo, la propia ‘Philosophical Transactions’ y las demás revistas fueron incorporando la evaluación por parte de los pares o el arbitraje, como una herramienta que pudiera ayudar al editor a validar la novedad y la solidez de la investigación y los resultados.

En este sentido, podemos decir que el arbitraje académico constituye uno de los aspectos fundamentales del proceso editorial, pues a través de éste se genera una valoración crítica del artículo que se está planteando publicar, y por tanto aporta elementos de naturaleza cuali-cuantitativa, que permitirán adecuar, mejorar y, finalmente, tomar una decisión editorial. El árbitro, como copartícipe del proceso editorial, debe poseer un perfil especial, debe ser una persona de reconocido prestigio académico en el área del conocimiento y, al mismo tiempo, debe ser reconocido por su sindéresis y su discreción a la hora de expresar sus juicios valorativos. También debe ser reconocido por su honestidad intelectual y, finalmente, debe poseer buena disposición a colaborar con los proyectos académicos que se le plantean. (Reglamento de Política Editorial de la Universidad de los Andes, 2016). Sin embargo, por muchos mecanismos que se establezcan, siempre existe un grado de ‘incertidumbre’ sobre los resultados susceptibles de ser publicados. Aquí es donde comienza la historia de los buenos y los no tan buenos científicos.

Page 13: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

8

II

En los últimos trecientos años hemos visto surgir figuras que, a partir de la publicación de los resultados de su investigación, fueron elevados a la categoría de héroes y saltaron como estrellas al firmamento de las ciencias. Otros, por un fenómeno similar, pero a la inversa, una vez publicados sus resultados y expuestos a la crítica, se hundieron hasta lo más profundo del abismo de lo anti- o poco científico.

Entre las grandes estrellas del áureo firmamento de las ciencias naturales encontramos al mítico Sir Isaac Newton, que publicó sus resultados en sendos volúmenes impresos, los cuales vendrán a iluminar varias generaciones de científicos, bajo la forma de la mecánica newtoniana o con el cálculo diferencial e integral. No obstante, merece recordar que, sobre este último punto, se produjo toda una controversia de la que él fue protagonista junto con Gottfried Leibniz (Durán, 2006).

Por su parte, Albert Einstein, que vio más claramente que nadie hasta entonces la base estadística de las leyes de la física (Navarro Veguillas; 1990, p. 9), causará un cambio radical en la visión del macrocosmos (estrellas, planetas, galaxias,…) al momento de publicar en 1905 las bases de la teoría de la relatividad especial, en el artículo ‘Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento’, publicado en Annalen der Physik. Lo mismo ocurrirá primero con Niels Bohr en 1913 y, posteriormente, con Erwin Schrödinger y Paul Dirac quienes, alrededor de 1930, van a desarrollar la mecánica cuántica, que permitirá auscultar el microcosmo (átomos y moléculas) (Bergia, Boya, von Meyenn, Molina, Rohrlinch, Sánchez, 1992).

El descubrimiento de la insulina y su relación con la diabetes, que valió el premio Nobel en 1923 a Frederick Grant Banting y John James Rickard Macleod, fue uno de esos sucesos que tienen gran impacto sobre la sociedad; sin embargo, este evento estuvo signado por la tristeza y el enojo de científicos que sentían ‒con toda razón‒, que sus esfuerzos habían sido menospreciados u olvidados. Tal es el caso de Nicolás Paulesco, un fisiólogo rumano que publicó observaciones críticas que relacionaban a la diabetes y un componente activo en el páncreas. El

Page 14: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

9

problema fue que su investigación fue interrumpida por la Primera Guerra Mundial y, cuando finalmente pudo retomar su trabajo, ya Banting, Macleod, junto con Charles Herbert Best y James Bertram Collip, los cuales investigaban en Toronto este tema, se le habían adelantado. El incidente más dramático en la historia del descubrimiento de la insulina se desarrolló en enero de 1922 y tuvo como protagonista a Collip que, luego de muchos fracasos, consiguió preparar un extracto de gran actividad hipoglucemiante, probablemente insulina pura. Collip no pudo volver a repetir exitosamente este experimento y Banting señaló al respecto:

El peor golpe llegó una tarde hacia finales de enero. Collip se había hecho cada vez menos comunicativo y finalmente, tras una ausencia de una semana, entró en nuestra pequeña habitación aproximadamente a las cinco y media de la tarde. Se detuvo en la puerta y dijo: “bien colegas, lo he conseguido”. Me volví y respondí: “Bueno, felicidades. ¿Cómo lo hiciste?”. Collip replicó: “He decidido no decíroslo”. Su rostro estaba blanco como una sábana, hizo ademán de irse. Yo le tomé con una mano de abrigo y casi levantándole le senté en la silla. No recuerdo todo lo que se dijo pero sí el haberle replicado que tenía suerte de ser tan pequeño porque de lo contrario “le daría de lo lindo”. Él nos dijo que había hablado de ello con Macleod y que éste estaba de acuerdo con él en que no debía decirnos cómo había purificado el extracto. (Gratzer, 2004, p. 159).

James Collip no recibió el premio Nobel pero si compartió con Banting, Macleod, Best, las ganancias de las patentes asociadas al descubrimiento de la insulina.

La publicación en 1953 del modelo de la doble hélice de la molécula que sirve de bloque estructural para los seres vivos, el ácido desoxirribonucleico (ADN por sus siglas en inglés), por parte de Francis Crick y James D. Watson, impulsará un giro cardinal en la biología y producirá un cambio en la visión del mundo animal y vegetal:

La molécula de ADN que habíamos encontrado dos meses antes (en marzo de 1953) era mucho más hermosa de lo que habíamos previsto. Con las dos cadenas de polinucleótidos mantenidas juntas por pares de bases adenina-timina y guanina-citosina, el ADN tenía la estructura complementaria necesaria para que el gen se copiara exactamente durante la replicación cromosómica’ (Watson, 2001, p. 41).

No obstante, es necesario mencionar la participación de la doctora Rosalind E. Franklin, quien fue la primera en apoyar la estructura helicoidal de la molécula de ADN con datos experimentales obtenidos a partir de la difracción de rayos-x. Rosy Franklin, tras obtener su doctorado, se especializó en la técnica de difracción de rayos X, la que luego sirvió para obtener una fotografía ya célebre, la “fotografía 51” que Maurice Wilkins mostró indiscretamente a James Watson quien en colaboración con

Page 15: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

10

Francis Crick, estaba obsesionado por vencer a su compatriota Linus Pauling en la carrera por determinar la estructura del ADN. La fotografía 51, la piedra de roseta en la resolución de la estructura del ADN, la había obtenido Franklin utilizando la denominada “forma B” del ADN. Hasta ese momento solo se tenían datos de la “forma A”, mucho menos hidratada, y con la que no se había podido llegar a un resultado concluyente. Watson señaló que una tarde a mediados de enero de 1953, Wilkins no solo le comentó los resultados de Rosalind Franklin, sino que le mostró la fotografía 51 sin que ella lo supiera. Watson y Crick, aparentemente, conocían de un artículo que Franklin había enviado a arbitrar, algo que debiera ser confidencial, pero al que pudieron tener acceso a través del árbitro, que en ese caso era Max Perutz. En ese artículo se señalaba que en la estructura del ADN las bases se sitúan hacia el interior, un dato fundamental para llegar a concluir que la estructura era una doble hélice.

El resultado de las investigaciones de Watson y Crick, junto al análisis que hicieron de los datos experimentales obtenidos por Rosy Franklin, les permitió la publicación de los resultados en el volumen 171 de la revista Nature (Watson y Crick, 1953). En este mismo volumen de la revista Nature, Rosalind Franklin (Franklin y Gosling, 1953) publicó su análisis de la fotografía 51 y, por su parte, Wilkins (Wilkins, Stokes y Wilson, 1953) haría su aporte sobre este tema; empero únicamente Watson, Crick y Wilkins obtuvieron el Premio Nobel en medicina en 1962. Según los editores de Nature, 1953 pasó a la historia como un ‘annus mirabilis’ para la ciencia, pues se publicaron cinco trabajos de Watson, Crick, Wilkins y Franklin que describen y proporcionan la prueba de la doble hélice de la estructura del ADN.

Todas estas y muchas otras grandes contribuciones al desarrollo científico (Ordoñez, Navarro, Sánchez, 2005) fueron publicadas en importantes revistas que, siguiendo el esquema de Philosophical Transactions, se han convertido en el lugar privilegiado para comunicar importantes descubrimientos científicos. En tal sentido, el artículo, o como lo conocemos en ciencias, el “paper”, alimenta la ciencia, y la ciencia se alimenta del paper, pues es allí donde comienzan los resultados que eventualmente llegan a los libros, y estos a las estanterías de la bibliotecas de la universidades donde se forman los futuros científicos. En tal sentido, Oscar Varsavsky advierte:

El paper tiene una cantidad de ventajas, aparte de exponer los resultados del trabajo en forma concreta e inteligible. Se puede contar cuántos publica cada científico por año, de qué tamaño son, y en que categoría de revistas han aparecido. El número de veces que un paper es citado por otros mide su

Page 16: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

11

influencia; la lista de coautores ya da un principio de jerarquización; permite mencionar la institución que proveyó los fondos para el trabajo, etcétera. La lista de papers publicados es el argumento más directo y palpable para demostrar el éxito de un subsidio o la importancia de un curriculum vitae. Gracias a ellos la investigación científica puede contabilizarse. (Varsavsky, 1975: 25-26)

El paper se ha convertido en la unidad de medida que utiliza la cienciometría para cuantificar el éxito o el fracaso, o para medir la realidad científica de una universidad, una institución científica, un sistema científico o un país, pues es el producto tangible que arroja como resultado un proyecto, e implica el desarrollo de prototipos, métodos o protocolos. Luego, para la ciencia actual, ‘ciencia posmoderna’ si se quiere, publicar es una necesidad, e invocando un argumento cartesiano podemos llegar a decir: “publico y luego existo”. Si un científico no publica algo, ya sea mucho o poco, no tiene visibilidad, y eso en la dinámica actual de las ciencias es crucial. Este escenario es intenso y temible para el científico novel; gravoso y pesado para los científicos consagrados, pero es la realidad a la cual se enfrentan.

En esta dinámica, que no es nueva, pero que se ve acentuada por el impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), surgen fenómenos curiosos e interesantes. Por ejemplo, Robert K. Merton bautizó con el nombre de efecto San Mateo1 el hecho de que los investigadores científicos eminentes cosechan aplausos mucho más nutridos que otros investigadores menos conocidos, por contribuciones equivalentes (Merton, 1968). Por ejemplo, si un autor famoso “A” colabora con un desconocido “B”, en un trabajo hecho casi exclusivamente por “B”, la gente tiende a atribuirle todo el mérito a “A”. Y, por cierto, el famoso le hace un favor al desconocido cuando firma conjuntamente un trabajo: “lo lanza”. Pero, se hace así mismo también un favor mayor, porque la gente tendrá la tendencia a recordar el nombre del famoso, olvidando el de su colaborador. Es más, si un Premio Nobel dice una barrabasada, éste aparece en todos los periódicos, pero si un investigador dilettanti tiene un golpe de genio, el público ni se entera. En este sentido podemos citar el episodio protagonizado por el Premio Nobel 1962 Prof. James Watson, quien en 2007 se tomó la licencia de hacer declaraciones ofensivas sobre la inteligencia de las personas de la raza negra, demostrando que recibir el Premio Nobel no implica que su recipiendario tenga o cuente con altas reservas éticas y morales o con sabiduría.

1 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le

será quitado. Mt. 13, 12.

Page 17: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

12

III

En este momento, surge una pregunta natural: ¿Dónde publicar? Hasta hace tres décadas las revistas eran muy selectas y solo las más prestigiosas sociedades científicas o instituciones universitarias poseían revistas. Pero ahora, pasadas dos décadas del nuevo milenio, y de la mano con la penetración de la telemática en el mundo académico, el número de revistas se ha multiplicado en órdenes de magnitud, mientras que las posibilidades de financiamiento de la investigación se mantienen estáticas o, por el contrario, disminuyen, una antinomia preocupante. Se recurre entonces a los indicadores como herramienta para intentar cuantificar una revista y el denominado “factor de impacto” entra a la ecuación como elemento definitorio, no obstante, sobre ello es importante señalar:

La evaluación cuantitativa de los méritos de las revistas científicas y los artículos están siendo cada vez más utilizados para evaluar y comparar a los investigadores e instituciones. La medida más común utilizada es el factor de impacto de 2 años, que a grandes rasgos recoge el número de veces que cada artículo ha sido citado en la revista en los 2 años anteriores. Hay claras limitaciones en el uso de tales medidas, no siempre el factor de impacto de una la revista se refleja en un artículo, esto cambia con el tiempo y se correlaciona escasamente con la excelencia percibida. La simple comparación de factores de impacto en diferentes especialidades puede inducir a un error. Las revistas que publican artículos de revisión a menudo tienen mayores factores de impacto que aquellas que publican artículos de investigación originales. Adicionalmente, autores y editores pueden tratar de manipular los factores de impacto de las revistas. Sin embargo, a pesar de la validez de estas afirmaciones, los factores de impacto son ampliamente utilizados en la actualidad como la mejor y más sencilla herramienta para una comparación de entrada. Al igual que todas las medidas, el uso del factor de impacto debe hacerse con prudencia y reconociendo sus limitaciones, y no debe despreciarse el uso del sentido común como base de interpretación de cualquier tipo de dato basado análisis de este tipo. (Neuberger y Counsell, 2002)

Ahora bien, no todo lo que brilla bajo el sol es de material áureo y, adicionalmente, cada regla tiene alguna excepción, y es que a lo largo de la historia de la ciencia, por un perverso afán de sobresalir o alcanzar popularidad, algunos científicos han caído en la tentación de engañar falseando resultados y, lo peor, es que consiguen publicarlos. Entre algunos de los casos de engaños más connotados podemos mencionar el

Page 18: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

13

creado por Charles Dawson, quien en 1912 presentó ante la Sociedad Geológica en Londres partes de un cráneo fósil y una mandíbula, como evidencia de un supuesto eslabón perdido entre el hombre y el primate, al que se le dio el nombre de Eoanthropus dawsoni (Craddock, 2009). En 1953, luego de una rigurosa investigación por parte del Museo de Historia Natural de Londres, se concluyó que se trataba de un ardid: un cráneo humano y fragmentos de mandíbula de un simio (probablemente un orangután). Este caso pasó a los anales de la historia de la ciencia como ejemplo prototípico de un engaño que tardó cuarenta años en desvelarse.

Otro caso interesante se presentó con la controversia entre Niels Bohr y Arthur Scott por el elemento número 72 de la tabla periódica. Bohr y su grupo de trabajo identificaron este elemento 72 en 1922, a través de sus características espectrales (una huella dactilar atómica), dándole el nombre de ‘hafnio’ en honor de la ciudad de Copenhague, pero Scott protestó públicamente, anunciando que había descubierto dicho elemento químico en 1913, identificándolo con el nombre de ‘celtenio’ por su Irlanda natal. A fin de resolver la controversia Bohr versus Scott, se llamó al honorable Ernest Rutherford quien convenció a Scott para que le enviara una muestra de su celtenio encontrando que “no contenía ni rastro del elemento número 72” (Strathern, 1999: 68). El celtenio se desvaneció entre las brumas de la leyenda química, y no se ha vuelto a saber de él.

Y hablando de casos relacionados con la teoría atómica, podemos mencionar la añagaza de la fusión fría ocurrido en 1989, y que tuvo como protagonistas a los investigadores Stanley Pons y Martin Fleischmann (Resnik; 1998). Ellos publicitaron la invención de la “fusión fría”, una metodología limpia, sencilla y de bajo costo para producir energía nuclear. Este método ya fue investigado entre otros por el científico alemán Ronald Richter en 1949, quien convenció al gobierno de Juan Domingo Perón de apoyar con una ingente cantidad de dinero un proyecto que al final no arrojó ningún producto. Sobre la invención de Pons y Fleischmann podemos señalar que, hasta el día de hoy, ningún otro científico ha podido reproducir la fusión fría.

En el campo de los engaños científicos ocupa un lugar privilegiado la rocambolesca historia de la tribu de los tasadays, una supuesta comunidad aborigen descubierta en 1971 en una remota jungla de Filipinas. Según Manuel Elizalde, un funcionario del gobierno de Ferdinand e Imelda Marcos, se trataba de una tribu cuya forma de vida se ubicaba en la ‘edad de piedra’. La noticia conmocionó al mundo científico. Los miembros de esta tribu alcanzaron notoriedad al punto de que fueron

Page 19: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

14

portada de la revista National Geographic en agosto de 1972, se escribieron varios libros, así como un buen número de artículos científicos, llegando incluso a hacerse “serios” documentales. Finalmente, este bien construido engaño no soportó el escrutinio de la comunidad científica, y se cayó en 1986 cuando se conoció que Manuel Elizalde persuadió a un grupo de ciudadanos filipinos a hacer este montaje a cambio de ayudas económicas. Elizalde, por su parte, consiguió hacerse de varios millones de dólares americanos a expensas de estos supuestos tasadays, vivió por un tiempo en Costa Rica donde llevó una vida de lujo, y finalmente regresó a Filipinas donde murió en 1997.

Ahora bien, si se trata de cantidad o magnitud del engaño tienen un sitial especial Friedhelm Herrmann y Marion Brach pues, en 1997 y luego de una extensa averiguación, se concluyó que estos dos investigadores de la biomedicina habían manipulado o falsificado datos de las investigaciones realizadas en universidades y centros de investigación alemanes entre 1988 y 1996. Para el año 2000 y finalizando la investigación, se concluyó que en las 347 publicaciones firmadas por Herrmann, existían por los menos 357 falsedades (Langbein y Ehgartner; 2002).

También en Alemania, se conocieron dos escándalos que afectaron a funcionarios del gobierno de la canciller germana Angela Merkel y que la llevaron a pedir la renuncia a dos de sus ministros. El primer caso se presentó en el 2011 y en la persona de su ministro alemán de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg, cuyo título de doctor por la Universidad de Bayreuth fue anulado por un plagio que él mismo aceptó. El segundo caso ocurrió a principios del año 2013, con la ministra de Educación y Ciencia Annette Schavan, cuya tesis doctoral fue sometida a una investigación por parte del consejo académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf. La comisión investigadora encontró que en su tesis se incluyeron de forma sistemática y premeditada partes de investigaciones previamente publicadas. Luego, la Universidad de Düsseldorf invalidó el título de doctor que obtuvo hace más de tres décadas. Otro caso que impactó en los medios de comunicación en 2016, de la mano de la aguda periodista Carmen Aristegui, fue el del presidente de México Enrique Peña Nieto. Un estudio minucioso de su tesis intitulada: “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, presentada en 1991 ante la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana para obtener el título de licenciado en derecho, señaló que de 682 párrafos que integran el trabajo, por lo menos 197 (28,8 %) se habían copiado de otros trabajos sin hacer las citas correspondientes. Ante esta acusación, el presidente Peña Nieto insistió en que nadie lo podía acusar de plagio pues, en su opinión, lo que

Page 20: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

15

había sucedido era que había mal citado algunos de los autores que consultó, un error metodológico que él reconocía. La Universidad Panamericana investigó el caso e identificó los párrafos en los cuales no se hizo la cita correspondiente, pero manifestó que no podía proceder en ningún sentido en contra del título otorgado.

Aunque se podrían citar otros ejemplos de situaciones o posturas antiéticas en el campo de la investigación científica, no podemos dejar de mencionar el escándalo del científico surcoreano Woo Suk Hwang y sus ‘clones humanos’. En diciembre de 2005 se reveló que los resultados en la clonación de embriones humanos destinados a la investigación con ‘células madre’, obtenidos por Hwang, un connotado investigador de la Universidad Nacional de Seúl, fueron manipulados y carecían de veracidad. Esta información se oficializó cuando un comité de investigación nombrado por su Universidad, reveló que este científico no contaba con ninguna prueba física que permitiera corroborar la veracidad de sus trabajos. Esta investigación colocó en entredicho los resultados publicados entre 2004 y 2005 en la prestigiosa revista científica ‘Sciencie’, y que hicieron de Hwang probable candidato al Premio Nobel de medicina. Cuidándose en salud, otra importante revista científica ‘Nature’ decidió revisar los resultados publicados por Hwang en agosto del 2005, donde afirmaba la clonación de un perro de raza afgana, al que llamó “Snuppy”. Sobre este escándalo reflexionó Ian Wilmut, responsable de la clonación de la oveja Dolly, en carta al editor de la revista Sciencie, del 23 de diciembre de 2005, donde explica que la controversia generada por el caso Hwang debía ser ventilada seriamente en el seno de la comunidad científica, pues “la confianza y el dinero que instituciones públicas están invirtiendo en la ciencia subrayan la sobriedad que la comunidad científica debe tener a la hora de publicar los resultados científicos” (Wilmut, West, Lanza, Gearhart, Smith, Colman, Trounson, Campbell, 2005: 1905).

Page 21: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

16

IV

Muchos de los ejemplos de mala praxis científica, obviamente injustificables, parecieran ser el resultado de la presión que el sistema científico le impone a la investigación científica en las últimas décadas. Muchos científicos tienen claro que si sus artículos son aceptados en determinadas revistas, es mucho más factible alcanzar premios, becas, y reconocimientos, también mejores empleos o promovatos. Y es que los científicos no son una especie aparte o separada del mundo, son igualmente humanos sujetos a la ‘humana conditio’, y algunos de ellos sucumben a las presiones, especialmente cuando existe tanta competencia por el financiamiento.

Arturo Casadevall, profesor de microbiología, inmunología y del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, sobre la base de una investigación en este tema, ha señalado que el número de casos de mala praxis científica comenzó a dispararse después de 2005, momento en el cual aumentaron las dificultades para encontrar financiamiento, especialmente en los países del primer mundo. Esta investigación también encontró que las revistas con mayor factor de impacto tuvieron tasas especialmente altas de rechazos, que se atribuyen al creciente número de artículos descartados por problemas en los protocolos, fallas en el procedimiento experimental o en la interpretación de los resultados experimentales, o plagio propiamente, que es el corolario de una cultura dominante en la ciencia que premia a los científicos de manera desproporcionada por la publicación de un gran número de artículos, especialmente en revistas de prestigio (Fanga, Grant Steenc, y Casadevall, 2012).

Entonces, ¿qué hacer para contribuir a solucionar este problema? Los bioeticistas concuerdan en que se deben adoptar varias medidas: como poner más énfasis en la calidad y no en la cantidad de las publicaciones, estimular la cooperación y colaboración entre los investigadores ‒es decir, la transdisciplinariedad‒, crear fuentes estables de financiamiento de la investigación y, finalmente, introducir reformas en la carrera científica a fin de evitar la pérdida permanente de científicos honestos y muy capacitados

Page 22: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

17

que, debido a la mala remuneración o a la carencia de contraprestaciones sociales adecuadas, deben cambiar de línea de trabajo o simplemente dedicarse a otra actividad.

Por otro lado, es imperiosa la necesidad de fomentar el estudio y la reflexión sobre temas éticos en el campo de la práctica científica, así como la introducción de cursos, materias o seminarios que permitan concienciar a los futuros investigadores en la necesidad de anteponer los más altos valores humanos, éticos y morales, antes que cualquier interés personal.

No se trata de perseguir o crear un clima de desconfianza, pues las historias que hemos señalado son excepciones, la inmensa mayoría de los científicos tienen una conducta ética, empero, es mejor prevenir que lamentar y de ello deben encargarse las instituciones académicas a las que les corresponde, por una parte, estimular a los investigadores y, por otro lado, velar por la calidad de la investigación científica que se hace en el país.

Page 23: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

18

REFERENCIAS

Bergia, S., Boya, L. J., von Meyenn, K., Molina, A., Rohrlinch, F., Sánchez Ron, J. M. (1992). El siglo de la física. Interacciones ciencia-sociedad a la vista de las grandes revoluciones de la física moderna. Barcelona (España): Tusquest Editores – Metatemas.

Consejo Universitario de la Universidad de Los Andes. (2016). Reglamento de Política Editorial de la Universidad de Los Andes (CU – 1366/16; 23.05.2016). Mérida: Universidad de Los Andes.

Contreras, R. R. (2013). Ética y antiética en la ciencia. LINOTIPOS, Mayo-Agosto 2013, Año VIII, 2, 4-5.

Craddock, P. (2009). Scientific Investigation of Copies, Fakes and Forgeries. Burlington: Elsevier.

Dewey, J. (1952). La busca de la certeza: un estudio de la relación entre el conocimiento y la acción. México: Fondo de Cultura Económica.

Durán, A. J. (2006). La polémica sobre la invención del cálculo diferencial infinitesimal. Barcelona: CRITICA.

Fanga, F. C., Grant Steenc, R., Casadevall, A. (2012). Misconduct accounts for the majority of retracted scientific publications. Proc Natl Acad Sci USA, 109(42), 17028-17033.

Franklin, R., Gosling, R. G. (1953). Molecular Configuration in Sodium Thymonucleate. Nature, 171, 740-741.

Gratzer, W. (2004). Eurekas y euforias. Barcelona: Crítica.

Kuhn, T. (2000). La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de Cultura Económica.

Langbein, K., Ehgartner, B. (2002). Las traiciones de la medicina. Barcelona: Ediciones Robinbook.

Merton, R. K. (1968). The Matthew Effect in Science. Science, 159 (3810), 56-63.

Page 24: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ética y antiética en la práctica científica

19

Navarro Veguillas, L. (1990). Einstein: profeta y hereje. Barcelona: Tusquest Editores.

Neuberger, J., Counsell, C. (2002). Impact factors: uses and abuses. Eur J Gastroenterol Hepatol, 14, 209-211.

Ordoñez, J., Navarro, V., Sánchez Ron, J. M. (2005). Historia de la ciencia. Madrid: Editorial Espasa.

Pérez Tamayo, R. (2003). De la magia primitiva a la medicina moderna. México: Fondo de Cultura Económica.

Platón. Fedón o Sobre el alma (1961). Buenos Aires: Aguilar.

Resnik, D.B. (1998). The ethics of science. New York: Routledge.

Savater, F. (2012). Ética de urgencia. Barcelona: Editorial Planeta.

Strathern, P. (1999). Bohr y la teoría cuántica. Madrid: Siglo veintiuno editores.

Trías, E. (2000). Ética y condición humana. Barcelona: Ediciones Península.

Varsavsky, O. (1975). Ciencia, política y cientifismo. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Watson, J. D. (2001). Genes, chicas, y laboratorios: después de la doble hélice. Barcelona: Tusquest Editores.

Watson, J. D., Crick, F. H. C. (1953). A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid. Nature, 171, 737-738.

Wilkins, M. H. F., Stokes, A. R., Wilson, H. R. (1953). Molecular Structure of Deoxypentose Nucleic Acids. Nature, 171, 738-740.

Wilmut, I., West, M. D., Lanza, R. P., Gearhart, J. D., Smith, A., Colman, A., Trounson, A. O., Campbell, K. H. (2005). Human Embryonic Stem Cells. Science, 310; 5756, 1903.

Witkowski, N. (2007). Una historia sentimental de las ciencias. Buenos Aires: Siglo veintiuno editores.

Page 25: ÉTICA Y ANTIÉTICA EN LA PRÁCTICA CIENTÍFICAwebdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/PDF/ContrerasRR-Etica_antietica_practica...cambio de la mano de la tecnociencia y de la cuestión

Ricardo R. Contreras

20

EL AUTOR

Ricardo R. Contreras, doctor en química por la Universidad de Los Andes, profesor de Química Inorgánica y Filosofía de la Ciencia del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias de la ULA, donde es coordinador y jefe de Cátedra del área de Química Inorgánica. Es profesor del Postgrado en Química Analítica (PQA) y del Interdisciplinario en Química Aplicada (PIQA), así como de los Doctorados en Educación, Antropología y Ciencias Humanas. En el Vicerrectorado Académico de la ULA ha participado como asesor técnico en comisiones de estudio y evaluación de proyectos educativos y de investigación, elaboración de reglamentos y normativas académico-administrativas, programas de estímulo a la docencia y la investigación y políticas editoriales. Ha participado y dirigido numerosos proyectos de investigación, financiados por el CDCHTA-ULA y por el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT) de Venezuela, en áreas relacionadas con la química, farmacología y catálisis, la investigación educativa o el mejoramiento de la enseñanza de las ciencias. Tiene conferencias y congresos internacionales y numerosas publicaciones en revistas internacionales y nacionales indizadas y arbitradas en química general, inorgánica y organometálica, bioética, divulgación, enseñanza y filosofía de la ciencia. Es árbitro de varias revistas nacionales e internacionales. En el área de los recursos humanos ha formado una treintena de profesionales en la licenciatura en química y en los programas de especialización, maestría y doctorado en el área de la química inorgánica. Perteneció al Sistema de Promoción al Investigador (SPI-3), ostenta el Premio Estímulo al Investigador (PEI-ULA) y ha recibido en dos ocasiones la Medalla al Mérito Académico de la Asociación de Profesores de la Universidad de Los Andes. Tiene la condecoración Dr. Rafael Chuecos Poggiolli de la ULA por meritoria labor de investigación y la distinción Dr. Mariano Picón Salas por meritoria labor en la docencia universitaria. __________________ Departamento de Química, Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes. Mérida - 5101, - Venezuela Dirección electrónica: [email protected] Página web: http://www.webdelprofesor.ula.ve/ciencias/ricardo/