Trabajo de ani pdf (1)
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1
UNIVERIDAD TECNICA DE AMBATO
NOMBRE: JOSSELYN ANABEL CORDOVA LOZADA
CARRERA: SEGUNDO TRABAJO SOCIAL
FACULTAD: JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES
TEMA: EL TRABAJO SOCIAL Y LA FAMILIA
LIC: CARLOS MARTINEZ
AÑO
2013
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Contenido FUNCIONES DE LA FAMILIA ........................................................................................................ 3
PROBLEMATICAS EN L AFAMILIA ................................................................................................ 6
ALGO DE TEORÍA PARA COMPRENDER A ESTAS FAMILIAS ........................................................ 10
TIPOLOGÍAS UTILIZADAS EN SERVICIOS SOCIALES ..................................................................... 15
LA FAMILIA MULTIPROBLEMÁTICA Y LOS SERVICIOS SOCIALES O "¿QUÉ HE HECHO YO PARA
MERECER ESTO?" ..................................................................................................................... 17
LA INTERVENCIÓN CON FAMILIAS MULTIPROBLEMÁTICAS ....................................................... 21
TRABAJAR CON ESTE TIPO DE CLIENTES PASA POR DESARROLLAR UNA SERIE DE ESTRATEGIAS 23
EN CUANTO A LA INTERVENCIÓN PROPIAMENTE DICHA .......................................................... 24
Trabajos citados ........................................................................................................................... 26
FIGURA 1 ..................................................................................................................................... 28
FIGURA 2 ..................................................................................................................................... 28
FIGURA 3 ..................................................................................................................................... 29
FIGURA 4 ..................................................................................................................................... 29
FIGURA 5 ..................................................................................................................................... 30
FIGURA 6 ..................................................................................................................................... 30
FIGURA 7 ..................................................................................................................................... 31
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FUNCIONES DE LA FAMILIA
SON LAS SIGUIENTES:
A. FUNCIÓN BIOLÓGICA O DEMOGRÁFICA.
Se refiere a la reproducción humana y a la supervivencia de los miembros de la familia
mediante la satisfacción de sus necesidades de alimento, vestido, y ropa. Esto permite la
perpetuación de la especie.
Como manifestación de esta función tenemos una serie de hechos que se dan en la
familia, como por ejemplo los nacimientos, los matrimonios, las enfermedades, los
fallecimientos, la migración, la promiscuidad, etc.
Los individuos aislados no pueden reproducirse y al formar parejas para ello, en algún
momento de la evolución histórica, se dan cuenta de que la unión hace la fuerza y ya no se
disgregan.
Esta es, pues la visión más importante de la familia: reproducirse la especie y dar cohesión
a la sociedad.
B. FUNCIÓN EDUCADORA Y SOCIALIZADORA.
Se refiere tanto a la transmisión de conocimientos, valores, normas, costumbres,
tradiciones, como a la formación de hábitos y actitudes, que los padres inculcan a sus
hijos.
Los padres sirven de modelo de imitación de sus hijos. Aquí juegan un papel importante
los ejemplos que imparten y las acciones que realiza.
Los hijos imitan incluso la manera de hablar, caminar, etc, por lo que los padres al
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observar esos comportamientos expresan: “este si es mi hijo”, “este se parece a mí”, etc.
No olvidemos que en la familia se forma la personalidad básica del niño, y que
conjuntamente con los miembros de la familia éste aprende a compartir roles.
La función socializadora de la familia no puede reducirse a la acción pensadora y
educativa, aunque encuentre en ella su primera e insustituible forma de expresión.
Las familias tanto solas como asociadas, pueden y deben dedicarse a muchas obras de
servicio social, especialmente a favor de los pobres y de todas aquellas personas y
situaciones a las que no logra llegar la organización de previsión y asistencia de las
autoridades públicas.
C. FUNCIÓN ECONÓMICA.
La familia, a través de la historia, ha cumplido una función importante en la economía de
la sociedad. En una economía primitiva, la familia constituye una verdadera unidad
productiva. En los tiempos actuales el trabajo se ha dividido, de tal manera que unas
familias producen, otras distribuyen y sin duda todas consumen.
Los miembros de la familia reciben un salario o un sueldo por la prestación de su trabajo,
una renta por el uso de los recursos naturales, un interés por el uso de su capital y una
ganancia por su iniciativa empresarial. Todos estos ingresos le permiten a la familia
adquirir “su canasta familiar”.
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Pocas veces los individuos aislados pueden trabajar sin el logro familiar o el apoyo social,
un mayor o un menor grado. Y el trabajo para la familia es el elemento que sustenta la
organización socieoeconómica.
D. FUNCIÓN DE SEGURIDAD.
Se refiere a la preocupación que tiene la familia de cautelar la integridad y el bienestar de
sus miembros. Se puede considerar los siguientes aspectos:
Seguridad física: consiste en cautelar y defender el cuerpo y la salud de sus miembros ante
el riesgo de una agresión física, una enfermedad, un accidente, etc.
Seguridad moral: consiste en defender los valores morales de la familia, prevenir a sus
miembros de no reunirse con malas amistades (malas juntas) y evitar que caigan en
vagancia, servidumbre, explotación, alcoholismo, drogadicción, prostitución, etc.
Seguridad afectiva: consiste en dar el cariño o calor humana suficiente a los miembros de
la familia; corregir los errores y dar el consejo atinado y oportuno, estimularles ante la
angustia, un fracaso o una derrota; incentivarles esperanzas y afán de autorrealización.
E. FUNCIÓN RECREATIVA.
La familia es polifacética en sus funciones pues cumple tareas serias y llenas de tensiones,
como cuando tiene que romper el tedio, el cansancio y a mismo tiempo preparar física y
psicológicamente a sus miembros para empezar la nueva jornada cotidiana. Esta función
se cumple a través de gestos, voces, mímicas, gráficos que causan alegrías, diversión,
entretenimiento.
La función recreativa también se efectiviza haciendo cuentos, narrando chistes, diciendo
adivinanzas, refranes, trabalenguas, dramatizando actos de la vida cotidiana. A todo esto
se agrega la realización de paseos, campamentos, juegos de salón (ajedrez, damas, ludo,
dominio, ping pong, etc.), la práctica de deportes a la organización de fiestas familiares
con motivo de cumpleaños, bautizos, matrimonios, etc.
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PROBLEMATICAS EN L AFAMILIA
Ante todo, un hecho incuestionable: las familias multiproblemáticas han sido y son
clientes habituales de los Servicios Sociales. Es evidente que el grupo familiar ha recibido,
desde los inicios de la disciplina de trabajo social primordial atención; de hecho, la
práctica cotidiana de los/as trabajadores/as sociales se relaciona con aspectos de la ayuda
y asesoramiento a diversas problemáticas de la familia.
Además, los y las trabajadores/as sociales tienen amplia experiencia en el tratamiento y
atención a familias desestructuradas, familias con carencias en el aspecto económico,
déficit sociales y culturales, alteraciones en las relaciones dentro y fuera del grupo
familiar... en definitiva, familias multiproblema o familias que por sus características
intrafamiliares y/o por el entorno en que viven pueden calificarse de alto riesgo.
Esto no significa que todas las familias que acuden a pedir ayuda en el contexto asistencial
sean "multiproblemáticas" en el sentido amplio que damos al término, en ocasiones,
simplemente presentan una situación de desventaja social. Por otra parte, familias
multiproblemáticas que no tienen dificultades de tipo económico, pueden no llegar a
pedir ayuda nunca, por supuesto no en el contexto asistencial, a lo sumo, en el contexto
de consulta cuando el síntoma de su malestar se hace insoportable.
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Por esto, debemos ser cautos a la hora de tipificar a las familias que vienen a pedirnos
ayuda, no olvidando que el contexto en que aquellas se desenvuelven marca
profundamente. Así, no podemos utilizar los mismos criterios para evaluar a una familia
con un nivel económico, social y de nuestra misma cultura y etnia que para evaluar, por
ejemplo, estilos de educación, normas y valores, pautas de crianza en una familia pobre y
además inmigrante.
Y sin embargo, es evidente que, en ocasiones está presente el etnocentrismo en muchos
terapeutas y trabajadores sociales cuando se relacionan con familias de otras culturas y
otros contextos económicos, intentando aplicar soluciones y etiquetas desde una posición
que no tiene nada que ver con la que ocupan sus clientes. En este sentido, no sólo
perjudican a las familias que acuden a pedir ayuda, sino que se producen conflictos
peligrosos, por ejemplo cuando el trabajador social tiene competencias para decidir sobre
el futuro de los niños de esas familias en base al "diagnóstico" que se ha hecho sobre los
padres (Escartín, Palomar y suárez, 1998).
Posiblemente, la intervención con familias multiproblemáticas desde los Servicios Sociales
es, desde mi punto de vista la situación más compleja con que se tiene que enfrentar un
profesional de ayuda. Creo que los y las profesionales de ayuda que trabajan en los
Servicios Sociales están inmersos en una dualidad de funciones que no se da en otros
profesionales; por una parte, se prestan servicios de protección, ayuda pero también
control social, materializando las políticas sociales y, por otra, necesariamente se ven
abocados a desarrollar una práctica clínica.
Esto produce una situación paradójica que intentaremos analizar con las consecuencias
que ello tiene tanto para profesionales como para las familias.
Por otra parte, asistimos a un incremento de la problemática social y económica incluso
en el seno de las sociedades avanzadas, descalcificación social, incremento de la violencia,
drogadicción, deterioro del medio ambiente y del hábitat, incremento de la marginalidad,
bolsas de pobreza y aumento espectacular del "cuarto mundo", asentamientos irregulares
de inmigrantes sin papeles, pérdida de valores... todo ello sin duda, características de las
sociedades postmodernas y que, indudablemente afectan a las familias, de la misma
manera que las familias afectan los contextos que habitan.
La metamorfosis social que se está gestando desde hace más de treinta años en el mundo
occidental afecta de forma profunda las familias, tanto en su estructura como en los roles
(algunos cambios espectaculares: aumento de la esperanza de vida= más población
envejecida con patologías asociadas que hay que cuidar; descenso de la fecundidad,
retraso de la nupcialidad, nuevas formas familiares, incorporación de la mujer al mundo
8
del trabajo, crisis del patriarcado...). . Con esto no queremos decir que los cambios sean
negativos, más bien al contrario, muchos de ellos podrían suponer el germen de una
sociedad más justa e igualitaria para hombres y mujeres.
Sin embargo, como sostiene Bou (2001) hay un cambio que afecta a los roles, y que es
caldo de cultivo de la aparición de la familia multiproblemática: la paulatina delegación de
funciones básicas, antaño desempeñadas por la familia, y ahora depositadas en
estructuras institucionales y en los profesionales. Aspectos como la educación, la salud, el
ocio, e incluso la lucha por la subsistencia van siendo asumidos por la administración y
otras organizaciones. En este sentido, cada vez más y por una tendencia a la
especialización de funciones, la familia moderna queda cada vez más abocada al mero
cumplimiento de las funciones emocionales.
Además, desde hace una veintena de años, se producen en nuestra sociedad,
transformaciones demográficas, familiares y urbanas. Las ciudades adquieren una nueva
configuración, expandiéndose hacia la periferia y creándose nuevos barrios residenciales
donde se instalan familias con rentas saneadas, liberando el centro viejo de las ciudades
para familias con menos recursos e inmigrantes, en un proceso de paulatina degradación
urbanística y social del mismo. Pero al mismo tiempo, estos centros históricos engloban
monumentos o bienes culturales, así como aspectos históricos que las administraciones
han querido, relativamente, cuidar. Por ello han emprendido una acción rehabilitadora no
solo en el ámbito urbanístico, sino también social, introduciendo fuertes inversiones,
algunas de ellas a través de los centros y equipos de servicios sociales. Con ello, la ciudad
postmoderna se convierte en el punto de encuentro privilegiado de los servicios sociales y
las familias multiproblemáticas. (Bou: 2001).
En lo que se refiere a los cambios familiares, éstos se producen tanto en la estructura
como en los roles; surgen nuevas constelaciones familiares, familias reconstituidas,
monoparentales, homosexuales que cumplen la metáfora de los nuevos tiempos: ya no es
la familia productora, sino fundamentalmente consumidora; estamos en la era del
consumo, y en este aspecto cumplen mejor estas nuevas estructuras. En este sentido, es
clarificadora la afirmación de Linares en relación con las familias multiproblemáticas
(Linares, 1997):
"Las familias multiproblemáticas son también uno de los emblemas de la posmodernidad,
y no sólo por su estrecha vinculación con las drogodependencias. Poco productivas por lo
general, su relación con el consumo es ambigua y casi pintoresca: en una vivienda puede
faltar lo necesario a nivel de comida o de ropa y, sin embargo, encontrarse repetido un
electrodoméstico último modelo. Pero lo que consumen desenfrenadamente las familias
multiproblemáticas es servicios sociales, hasta el punto de existir una relación privilegiada
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entre ambas instancias que hace difícil a menudo ubicar el desenfreno en una de ellas. La
estructura familiar también es característica, interviniendo en ella significativamente
rupturas y reconstituciones hasta configurar genogramas abigarrados y barrocos en los
que los roles tradicionales (en la tradición de la familia moderna) se modifican y
reformulan."
Estas situaciones incrementan el número de familias multiproblemáticas que sobreviven a
la deriva en contextos poco gratificantes y problematizados. Y sin embargo, lo que reciben
de la sociedad son presiones continuas: "sed buenos padres/madres, cumplid bien
vuestras funciones, dad amor a vuestros hijos, llevadlos al colegio, cambiar vuestro estilo
de vida, organizar bien vuestro dinero..."Y si no, hay que intervenir, retirarles a los hijos,
las ayudas, no proporcionarles una vivienda. Me dirán y no lo dudo que lo primero son los
hijos que hay que protegerlos ( recordemos la película de Ken Loach que tanto escoció a
los profesionales de los Servicios Sociales, "Lady bird, Lady bird) y salvarlos, pero ¿quién
salva a las familias?. ¿De qué manera esa sociedad les recompensa de la adversidad, de la
desventaja, de la exclusión?.
Hablaremos también aquí de la difícil situación que se produce por la multiplicidad de
problemáticas que presentan las familias y la situación de los y las profesionales; en este
sentido hay que traer a colación la metáfora de Bergman "pescando barracudas" ya que,
muy frecuentemente es así como nos sentimos ante la familia: podemos ser devorados en
cualquier momento.
Por otra parte, la dualidad de las intervenciones que comentaba antes, se hace patente
cuando nos sentimos atrapados ente la institución en la que trabajamos con unos fines,
una ideología, una cultura en definitiva y que pretende rentabilizar nuestro trabajo y que
administremos bien los "recursos" (que además son escasos por definición) y las
demandas, en muchos casos urgentes de las familias. O, más difícil todavía, en muchas
ocasiones, las familias ni siquiera piden nada y rechazan la ayuda, siendo ésta impuesta
por otras instituciones (jueces, policía, servicios de salud, escolares...).
Resultados para los y las profesionales de ayuda: estrés, ansiedad, impotencia,
quemazón...
Así pues, vamos a reflexionar sobre quienes son en realidad estas barracudas, cómo
podemos "pescarlas" si es que podemos, en que condiciones nos movemos, sí los
instrumentos terapéuticos de que disponemos son de alguna utilidad. Visto así parece una
ardua tarea y, sin duda lo es ya que supone poner a prueba nuestra flexibilidad y nuestra
creatividad.
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ALGO DE TEORÍA PARA COMPRENDER A ESTAS FAMILIAS
Las familias multiproblemáticas con las que nosotros trabajamos, están abrumadas por un
contexto social que poco soporte emocional, social y económico les reporta.
Eufemísticamente son llamadas de muchas maneras: familias pobres, desorganizadas, de
bajos ingresos, disfuncionales, desorganizadas, familias en crisis continuas,
multiproblemáticas... Sin embargo creo que etiquetándolas, las deshumanizamos. Por otra
parte, las definiciones que desde la salud mental y la terapia se ofrecen acerca de estas
familias, a menudo no tienen en cuenta el contexto desfavorecedor en que se mueven.
En este sentido, comparto la crítica de Parnel y VanderKloot (1991) que alegan que
generalmente, las teorías psicoterapéuticas, con su énfasis en la patología, construyen
diagnósticos irrelevantes, poco efectivos y hasta insultantes para las familias en situación
de desventaja social; las diferencias culturales y sociales con los terapeutas, a menudo han
focalizado las dificultades de estas personas en aspectos intrapsíquicos, obviando sin
embargo que las extremas condiciones sociales y económicas adversas afectan las
relaciones y la vida de las familias haciéndolas sentir indefensas, miserables y
desesperadas, con dificultades emocionales por pérdidas y abandonos lo cual se traduce
en multitud de síntomas.
Así cuando los "padres" de la terapia sea cual sea su signo han desarrollado modelos de
aproximación a las familias, generalmente lo han hecho desde una visión de "familia ideal"
o normativa que no ha tenido en cuenta los contextos problematizados en que muchas
familias se desenvuelven. Es en este sentido que muchos hablan de familia funcional vs.
familia disfuncional, situándose en el lado de la funcionalidad con una posición claramente
etnocentrista.
Por otra parte, las familias multiproblemáticas tienen una historia de crisis no resueltas, a
menudo cronificadas, con pérdidas emocionales o físicas, enfermedad y, en definitiva
mucho dolor. Estas situaciones las pasan con sentimientos de miedo a las pérdidas, al
abandono, a la aniquilación y también con sentimientos de ira, frustración y depresión.
Esto se manifiesta en conductas disfuncionales con manifestaciones de violencia,
abandonos o estilos negligentes de cuidados para los hijos.
La siguiente figura ilustra el circuito (modificado de Kagan, 1989) de dolor y conducta
desordenada que motiva la intervención de sistemas de protección y/o de control social:
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Por su parte, Cancrini (1997) opina que una familia puede definirse como
multiproblemática cuando:
Presenta de forma simultánea, en dos o más miembros comportamientos anormales
(síntomas), estables y lo suficientemente graves como para solicitar una intervención
externa.
Los adultos de la familia presentan un serio déficit en sus habilidades funcionales
(proporcionadoras de soporte para la subsistencia) y expresivas (soporte afectivo y
cultural).
Los dos anteriores factores se realimentan mutuamente.
Presentan una labilidad en los límites familiares con una apertura fácil de sus fronteras,
especialmente para los y las profesionales, de cara a hacerles cumplir alguna de las
funciones mermadas expuestas anteriormente.
Dependencia crónica mutua entre los/as profesionales y la familia, generando una
condición de homeostasis intersistémica.
Con el tiempo se van produciendo modificaciones peculiares en los comportamientos
sintomáticos.
Las características de estas familias implican que debemos ser muy cuidadosos ya que no
sólo tenemos que dirigir nuestra atención al grupo familiar y sus relaciones disfuncionales,
sino también al medio que suele ser deficitario.
Las familias multiproblemáticas presentan desorganización en la estructura, es decir,
confusión de roles, incumplimiento de las funciones familiares, disfunciones en los límites,
siendo éstos o muy rígidos o muy laxos, relaciones emocionales intrincadas o distantes,
reglas secretas o ausencia de reglas que articulen las relaciones, dinámicas de poder
confusas.
Son también familias con alto contenido mítico en su explicación de la vida y de las
relaciones, con creencias irracionales, familias altamente ritualizadas en lo que se refiere a
determinadas tareas o, por el contrario con pocos rituales que proporcionen a sus
miembros identidad como grupo y sentimiento de pertenencia.
En mi trabajo con familias, me interesa particularmente conocer este último aspecto. En
efecto, indagar acerca de los mitos y los rituales de la familia en realidad, nos lleva a
conocer cual es su estructura, ya que tanto mitos como rituales son aspectos del
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funcionamiento de un grupo familiar que están ligados muy estrechamente a su sistema
de creencias y valores y nos ofrecen información sobre la idiosincrasia de la familia.
En esta cuestión, ambos, el sistema familiar y el sistema profesional posiblemente van a
divergir en el repertorio de creencias, mitología y rituales que ayudan a tener una visión
del mundo y que dan significado a lo que ocurre a su alrededor.
Conocer y comprender ese conjunto de creencias y rituales por parte de los profesionales
que trabajan con familias es fundamental para no caer en reduccionismos simplistas y en
errores de juicio.
El sistema de creencias y valores de una familia a su vez está muy influido por la imagen
que de la familia como institución tiene la sociedad y también por lo que una familia en
concreto hereda de sus sistemas familiares de origen.
La familia se constituye en un mito para la sociedad, es decir, una imagen idealizada de lo
que debe ser y de su importancia tanto para las personas como para el funcionamiento
del tejido social.
Lo que se contraponga a esa imagen, a ese mito es considerado disfuncional. Esa creencia
influye de forma más o menos consciente en los profesionales que trabajan con familias y
en consecuencia, actúan con ellas distinguiendo las "buenas" de las "malas familias".
Cuando trabajamos con familias "diferentes" (según la norma de la sociedad y la del
propio profesional), tendemos a enjuiciarlas según una mítica normativa: el tipo de familia
que debe ser (padre, madre e hijos, es preferible a cualquier otro tipo de formación
familiar); en una pareja las tareas y los roles deben repartirse en función de unos criterios
de género (al menos en lo que a roles funcionales se refiere, ese reparto sigue estando
muy difundido: lo "público" corresponde al padre y lo "privado y el ámbito de las
emociones a la madre); los padres deben de estar siempre de acuerdo con el modelo
educativo para los hijos. La desviación de estas creencias puede llevar a enjuiciar
negativamente a la familia y su conducta.
Esto tiene especial relevancia en contextos de ayuda asistencial, en el ámbito escolar o en
los servicios sociales donde encontramos muchas familias "diferentes" (inmigrantes,
mujeres solas con hijos a cargo, familias pertenecientes a otras etnias o procedentes de
medios disfuncionales donde la pobreza es el denominador común...).
Si la familia está muy ritualizada, hay indicios de rigidez y pudiera ser que hubiera poca
disponibilidad para el cambio; por el contrario, la ausencia de rituales en una familia
puede indicar desorganización, disgregamiento y es muy característica de las familias
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usuarias de los servicios sociales que no comparten mitos ni rituales heredados
transgeneracionalmente y para las cuales, ayudar a construirlos, ofrecerles la oportunidad
de hacer cosas juntos, puede ser terapéutico.
Aunque generalmente acude un miembro de la familia a pedir ayuda (y casi siempre es la
mujer),qué duda cabe, si pensamos desde una perspectiva sistémica que cualquier
problema o conflicto que presente un miembro del grupo familiar, repercute, por los
principios de totalidad y circularidad en todo el grupo. Considerar los síntomas físicos o
emocionales en contexto tiene sentido ya que las personas están implicadas en relaciones.
Además, no sólo se trata de los conflictos en sí, sino de las respuestas de los miembros de
esa familia a los conflictos, respuestas condicionadas por los valores y "cultura" de la
familia.
Hay que destacar también que en muchas ocasiones son clientes forzosos que no piden
nada e incluso rechazan la ayuda desarrollando una coraza ante los y las profesionales: se
inicia así un juego relacional entre las familias y los o las profesionales titulado "dejo que
me victimices y me persigas, pero luego te abandono", juego en el que en muchas
ocasiones queda atrapado el o la profesional. Este patrón de interacción es frecuente en
familias abusadoras o con estilos negligentes, intentan seducir al o a la profesional
haciéndole sentirse como salvador/a y así evitar ser culpabilizados.
En definitiva y expresado de una forma sintética, algunas de las características más
relevantes de este tipo de familias son:
A) Desde el punto de vista de las relaciones y conflictos internos en la comunicación.
Presencia simultánea en dos o más miembros de comportamientos problemáticos
estructurados, estables en el tiempo y lo bastante graves para requerir intervención
externa.
Insuficiencia grave, especialmente en el subsistema parental ejecutivo de las tareas
funcionales y expresivas necesarias para el correcto funcionamiento de la vida familiar.
Labilidad en los límites (entrada de figuras externas a la familia o límites excesivamente
rígidos).
Relación crónica de dependencia de diferentes sistemas de ayuda profesional (salud
mental, servicios sociales...).
Pérdidas reales y/o simbólicas.
Reactividad emocional escasa o excesiva.
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Falta ayuda S.F.O.
Apego ansioso.
Tendencia a la desintegración familiar o a la homeostasis rígida.
Desarrollo de síntomas múltiples (alcohol, malos tratos, absentismo, malnutrición,
trastornos de personalidad, mal funcionamiento social...).
Juegos relacionales: el perpetuo enfermo, uso de la fuerza, posición infantil...
Crisis cíclicas o crónicas.
Necesitan ayuda especializada.
B) Desde el punto de vista de los conflictos con el medio:
Actividades económicas de tipo marginal o ingresos inestables e insuficientes.
Paro.
Viven al día.
Contexto adverso: espiral de pobreza.
Redes sociales escasas, defectuosas y empobrecidas.
Falta de hábitos higiene.
Absentismo y/o escolarización deficiente.
Problemas legales (deudas, hurtos, agresiones...).
Problemas psicológicos, psiquiátricos y de salud en general (drogadicción, alcohol,
malnutrición, depresiones...).
Aislamiento social.
Hacinamiento, malas condiciones de habitabilidad.
Clientelismo.
Así pues, podemos considerar que existen en nuestra sociedad grupos de riesgo: Familias
con pocos recursos económicos; familias incompletas; parejas jóvenes con hijos
pequeños; familias sin asentamiento fijo; familias inmaduras... pero, no olvidemos que el
factor social o económico no es el único que produce familias multiproblemáticas. La
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diferencia es que las familias que pertenecen a un contexto "adecuado" y tienen un
estatus socioeconómico solvente, generalmente nunca llegan a ser catalogadas como f.m.:
no piden ayuda -y si la piden lo hacen en un contexto diferente como veremos-; si su
disfuncionalidad no es muy evidente, los síntomas los guardan como secretos de familia y
jamás aparecen vindicadas en la sociedad (abusos sexuales, drogas, maltrato, etc.).
En relación a los síntomas que permiten a los/las profesionales percibir la disfunción:
embarazos no deseados o en adolescentes; accidentes repetidos en la infancia; retraso
escolar; trastornos en la conducta (nivel preescolar o escolar); dificultades de adaptación
en la adolescencia; depresión; malos tratos; hiperutilización de servicios (sociales,
médicos, etc.); baja autoestima; inestabilidad conductual; problemas psicológicos,
psiquiátricos o ambos; pobreza emocional (poca capacidad para expresar sentimientos).
TIPOLOGÍAS UTILIZADAS EN SERVICIOS SOCIALES
Existe una variedad de clasificaciones familiares atendiendo al tipo de disfunción o
conflicto presentado. Casi todas las familias, sin embargo, presentan alteraciones en los
patrones de comunicación, asociados en muchos casos con variables de tipo
socioeconómico. Desde mi punto de vista, son relevantes las clasificaciones de Jordan (en
relación a la capacidad integrativa o no de la familia); la de Van Wel (desde el punto de
vista del "ajuste" social), la de Powell y Monahan (por la falta de recursos o apoyos
externos en las crisis) y la de Cancrini.
Jordan (1980) clasifica a las familias en función de su disgregación en torno a los
problemas o de su rigidez con los límites externos que les lleva al aislamiento social. Así
habla de familias centrífugas en el primer caso y de familias integrativas.
Es interesante que nos detengamos en la clasificación de Van Wel (1992) que combina
aspectos emocionales con deprivación socioeconómica, estableciendo una minuciosa
tipología:
Familia desorganizada: escaso cumplimiento de las funciones parentales, cuidado
negligente de los hijos, organización caótica del hogar, reglas implícitas o secretas, poca
ritualización de la vida familiar.
Familia socialmente enferma: Conflictos de relación internos y con el medio (dificultades
en la red social que aparece truncada; problemas con figuras de autoridad (maestros,
policía...).
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Ajuste defectuoso al medio: discrepancia entre metas y recursos; deprivación
socioeconómica; labilidad en los límites externos, tendencia a la desintegración.
Familia deprivada: graves carencias socieconómicas, familias marginales, viven a espaldas
de la sociedad y de los servicios de protección social.
Familia simbiótica: relaciones intrincadas de sometimiento y dependencia, violencia en
forma de actos como forma de relación con escaladas complementarias.
Por su parte Powell y Monahan (1969) hablan de familia aislada para referirse a aquellas
familias que carecen de apoyos en las fases de ciclo vital siendo características de este
tipo las familias inmigrantes cuyas redes sociales están espacialmente dispersas.
Otra clasificación útil para identificar las familias con las que trabajamos es la de Cancrini y
cols. (1997)que presenta la siguiente tipología:
Con padre periférico por hetero o autodescalificación. La organización práctica descansa
sobre las mujeres, entre las que sobresale la madre central pero caótica y desorganizada.
A veces ella misma impide la presencia del padre.
La pareja inestable formada por padres muy jóvenes, incapaces de cuidar a los hijos, en
pelea constante y con presencia constante de una de las F.O., las cuales suelen acabar
adoptando a los hijos. Frecuente en los casos de familias formadas por toxicómanos.
La mujer sola que tras larga institucionalización vuelve a casa con la madre, pero queda
embarazada, entrando en una espiral de cambio de compañeros con nuevos embarazos.
Aquellos se van pero queda ella con los niños aunque ineficaz en su crianza y con una
carencia total de modelo paterno. Frecuentemente se enfrenta a la retirada de los hijos
por las autoridades.
La familia petrificada, tras la pérdida de varios miembros en situación traumática.
Especialmente en zonas conflictivas como Sicilia (mafia) o de conflictos terroristas. Los
supervivientes o algunos de ellos se quedan como paralizados deviniendo en
multiproblemáticos por su pasividad e inoperancia.
La forma de acudir a los servicios de protección para pedir ayuda es en función de un
síntoma (paciente identificado o chivo expiatorio). En el caso de las familias que acuden a
contextos asistenciales, generalmente, con el síntoma coincide la demanda de alguna
necesidad de tipo material. En otros casos, como ya hemos apuntado, son clientes
forzosos que acuden por derivación de otros servicios.
El siguiente gráfico modificado de Ripoll-Millet) ilustra la motivación para pedir ayuda:
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LA FAMILIA MULTIPROBLEMÁTICA Y LOS SERVICIOS SOCIALES O "¿QUÉ
HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?"
Creo que la pregunta que encabeza este aparatado alusiva a la famosa película de
Almodóvar, nos sirve para ilustrar el sentimiento que embarga a muchos y muchas de los
y las profesionales de ayuda que intervienen desde los servicios sociales: se encuentran
con demandas familiares o imposiciones de su propia institución o de otras que ejercen
funciones de control que a menudo son imposibles de satisfacer por múltiples motivos: la
falta de recursos, la falta de tiempo, la poca preparación, la rivalidad profesional, la
discrepancia de objetivos entre los profesionales y la institución o instituciones derivantes
y, por supuesto, las características de las propias familias a las que hay que atender.
Desde la perspectiva de los y las trabajadoras sociales, este tipo de familias requiere una
tremenda inversión psíquica y emocional que tiene pocas recompensas ya que se sienten
inundados con multitud de problemas de estas familias que a menudo parece como si no
tuvieran interés en mejorar sus vidas y arrastran, a veces de generación ene generación
una pléyade de problemas: drogas, embarazos adolescentes, desempleo, estilos
negligentes de crianza de los hijos, abandonos.
Desde el punto de vista de la familia, ésta se encuentra cercada por la pobreza, la
enfermedad, la violencia, el desempleo, con pocas expectativas de cambio y ven a los y las
trabajadores sociales como intrusos e invasores de su mundo y en ocasiones piensan que
les hacen más daño que otra cosa (les niegan ayuda económica o vivienda, les quitan a los
hijos, les censuran...).
Por otra parte debemos tomar en consideración diversos factores que complican el
trabajo con familias y que trataremos de analizar aquí:
A) El problema de la intervención: terapéutica
B) Los contextos en que desarrollamos la ayuda
C) La motivación para la ayuda
D) La triangulación entre instituciones
A) Esto se refiere a un viejo litigio entre profesionales de diferentes disciplinas de ayuda
acerca de quien tiene el "poder" y/o el "saber" para ayudar al cambio familiar. O lo que es
18
lo mismo ¿podemos y debemos desde los Servicios Sociales hacer terapia?. Cirillo (1990)
aboga por que sí es posible ya que considera que cualquier acercamiento de una familia
para solicitar ayuda aunque ésta sea de tipo material, implica otro tipo de demanda
implícita a través de la cual se puede "traspasar la puerta" de la familia para hacer otro
tipo de intervenciones
De hecho, la dificultad se plantea también desde el punto de vista de sí la terapia sólo es
posible desde contextos terapéuticos, quedando pues excluidos los contextos
asistenciales o de control.
Sin embargo, existen multitud de ejemplos profesionales que demuestran de qué manera
es posible hacer intervenciones en contextos "no terapéuticos" (con ancianos, menores,
etc.) ya que de lo que se trata en definitiva es de facilitar cambios en algunas áreas de la
vida de las familias o, al menos, ayudarles a pasar las crisis.
Este litigio que en mi opinión está superado tiene que ver con algo que creo que si implica
dificultad para una ayuda eficaz y está relacionado con el punto siguiente.
B) Otro factor que podría complicar las intervenciones es el relativo a los contextos y,
relacionado con el anterior es el que se refiere a la contradicción que se produce cuando
se presta ayuda en un contexto asistencial y a la vez se participa con la misma familia en
un contexto de control o evaluativo.
Lamas (1997) define el contexto profesional de cambio al marco que se establece entre el
profesional y el cliente que permite dar significado a una serie de intercambios
comunicacionales orientados a producir cambios en el cliente.
Pueden identificarse así diferentes contextos de cambio: el asitencial, el de consulta, el
terapéutico, el evaluativo, el de control y el in-formativo. Qué duda cabe que los
trabajadores y trabajadoras sociales intervenimos a la vez en varios de estos contextos: el
asistencial que es propiamente el de "ayuda", el evaluativo y el de control; la dificultad
estriba en que entre estos tres contextos la filosofía es contradictoria ("te ayudo pero te
juzgo y te examino y si no cumples..."); es evidente que esta situación de multiplicidad de
roles en contextos opuestos no favorece el cambio de la familia; más bien al contrario,
impide una auténtica relación de ayuda, imprescindible para dicho cambio.
En realidad es una típica situación de doble vínculo relacional que desde mi punto de vista
impide la ayuda. La intervención en esos contextos, por otra parte, prima la posición de
desvalorización e incompetencia de la familia: no pueden, no saben y necesitan de alguien
que sabe y que puede organizar su vida y además juzgar si merecen ser ayudados.
Además, generalmente supone una situación no voluntaria por parte de la familia con lo
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cual disminuye la motivación; el rol del o la profesional es de control lo cual también,
evidentemente dificulta el cambio.
Los contextos profesionales de cambio se producen a su vez en metacontextos que
responden a una "cultura institucional", favoreciendo la ayuda y el cambio en unos casos y
dificultándolo en otros y que a su vez responden a un imaginario colectivo de la sociedad,
esta tiene mitos y creencias acerca de determinadas instituciones, enfermedades, etc. y
ello condiciona la ayuda: por ejemplo un centro psiquiátrico, un dispensario de metadona,
etc. Esto supone una predisposición para dar o recibir ayuda y también condiciona la
percepción social de la misma, estando reforzado esto por una serie de marcadores
contextuales que nos ayudan a percibir esa ayuda de una manera u otra, de la misma
manera que condiciona la percepción de los y las profesionales acerca de si son
terapeutas o no.
Esto de los marcadores de contexto que refuerzan la "autoridad" terapéutica elevando a
los terapeutas "a los altares" con categoría de magos o brujos es ciertamente importante
con relación a los y las trabajadoras sociales ya que difícilmente nos perciben como a los
médicos, psicólogos, etc. (a pesar de que tenemos como profesión sanción de la
comunidad para intervenir y que algunos olvidan que, por ejemplo, Virginia Satir es
trabajadora social, por citar alguien relevante en el mundo de la terapia).
C) En este sentido podemos observar cómo la motivación es un serio problema que
dificulta el cambio; en efecto, para que este fuera posible, precisaríamos que tanto la
motivación de la familia como la del profesional coincidieran, pero la realidad indica que
esto no es así. En el caso de las familias, raramente se encuentran motivadas para un
cambio real de su organización familiar, de hecho, están atrapadas entre la necesidad de
cambiar y la de proteger sus patrones habituales de comportamiento, sus roles y su
organización.
Por ejemplo, las familias pueden proteger su estructura familiar con un hijo
institucionalizado como ingobernable, delincuente o drogadicto o también con un adulto
encarcelado, alcohólico o enfermo mental; simplemente se reorganizan para mantener el
síntoma y seguir funcionando.
Por esto, incluso aún cuando encontremos familias motivadas, la resistencia es un factor
de dificultad añadido a la hora de intervenir con las familias. Así, la resistencia sirve para
proteger a la familia de los cambios temidos más incluso que de las decisiones judiciales o
de los agentes de servicios sociales. Mantener el precario balance familiar llega a ser más
importante que el propio bienestar o el desarrollo individual. El cambio para cada
miembro de la familia puede implicar el riesgo de perder su identidad, pueden surgir
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sentimientos de fracaso o de culpa, acusaciones cruzadas, colapso familiar y miedo a la
pérdida.
Junto con la falta de motivación de la familia, podemos encontrar falta de motivación del
o la profesional. Por una parte, generalmente, sus objetivos están enfrentados a los de la
familia: él o ella quiere ayudarles a cambiar y la familia se opone, a menudo son utilizados
por la familias para su propio beneficio y si ésta no consigue lo que quiere, el o la
profesional la pierde (tras dejar buena parte de energías físicas y emocionales en el
camino). Por otra parte, trabajar con familias multiproblemáticas supone modificar
también su entorno (que, como hemos visto, genera en muchas ocasiones los problemas)
y, en este sentido, el o la profesional se siente impotente: cada vez más crisis en la
sociedad y menos recursos (esto se hace particularmente relevante en el seno de las
sociedades avanzadas, un ejemplo: la tolerancia cero de Blair).
La dificultad de coordinarse con colegas, el hecho de no tener supervisión, el sentirse
presionado por sus jefes para obtener resultados (¡criterio empresarial aplicado a los
Servicios Sociales!), la falta de "vacaciones" o rotación del puesto de trabajo para tomarse
un "respiro" son factores que, evidentemente disminuyen la motivación y conducen al
agotamiento profesional.
D) En muchas ocasiones se produce una fricción entre las instituciones que trabajan con
familias por quien tiene la decisión sobre qué tipo de cambio deben éstas realizar o quien
lidera la intervención. Este es otro factor más que interfiere en la eficacia de las
intervenciones.
Por una parte contribuye al desgaste de los y las profesionales y por otra, a que las
familias se sientan atrapadas en una lucha que no comprenden ni les beneficia. Imber-
Black (1985) sostiene la necesidad de cambiar el término "familia multiproblemática" por
el de "familia envuelta con múltiples instituciones", afirmando que son éstas con sus
luchas de poder, objetivos dispares, diferencias de "cultura", de ideología, etc. las que
contribuyen a veces en la cronificación de los problemas de las familias. Además, la autora
propone una idea interesante que es la de trabajar el empoderamiento de estas familias
cambiando su visión como "perseguidas" por las diferentes instituciones por la de usuarios
de pleno derecho de los servicios de bienestar social.
Por su parte, Colapinto (1988) viene a coincidir con la anterior cuando expresa que los
problemas de las familias son un síntoma de una situación más compleja y amplia: el
contexto social de la familia. Dice que una familia problemática es una familia que tiene el
problema de estar lidiando con demasiadas instituciones. Es una familia que ha sido
definida como tal por diferentes organismos, y con la colocación del foco problemático en
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distintos comportamientos de la misma. "Una familia multiproblemática es una familia
multiagencia". Es gracias a estas familias que los y las profesionales de distintos
organismos mantienen relaciones.
Diversos autores han analizado la relación que se establece entre una familia
multiproblemática y las instituciones de ayuda pero es quien acuña el término "triángulo
de instituciones" para designar la compleja relación que se establece entre la familia y las
instituciones que intervienen en alguna faceta de su vida: coaliciones, socavamiento de la
autoridad, descalificaciones, luchas entre buenos y malos (terapeutas).
Es decir, las triangulaciones pueden darse entre profesionales de las diferentes
instituciones pero también las familias van a tener la tentación de devorar a múltiples
sistemas de ayuda, estableciendo alianzas con unos y abandonando a los que no
respondan a sus intereses.
LA INTERVENCIÓN CON FAMILIAS MULTIPROBLEMÁTICAS
Hasta aquí algunas pinceladas acerca de cómo funcionan las familias en general, pero
también, la evidencia de que cada familia desarrolla un estilo propio que tiene que ver con
múltiples factores: el contexto cultural, étnico, la historia pasada de la familia, las
dificultades por las que atraviesa...
Imagínense ahora un o una profesional de ayuda con unas experiencias familiares, una
historia vital hecha de encuentros o desencuentros familiares, con mitos, rituales, estilos
propios de comunicar, pero además revestido de "autoridad moral" para tratar con
familias menos afortunadas, familias que médicos, maestros, psicólogos, trabajadores
sociales han conceptual izado como "disfuncionales" porque su estilo de vida, su forma de
relacionarse, la falta de recursos o cualquier otro motivo difiere de la imagen idílica de la
familia permitida en la sociedad.
Un peligro real y frecuente es dejarnos arrastrar por esas etiquetas prejuiciosas acerca de
tal o cual familia y compararlas además con nuestra propia historia familiar, con nuestros
valores y creencias, con nuestro propio marco de referencia en definitiva y el resultado
puede ser una actitud etnocentrista que nos lleve a enjuiciar de manera equivocada a la
familia.
Los y las profesionales de ayuda tenemos mucha responsabilidad en nuestro trabajo
porque podemos influir sobre la vida de las personas: de nuestros informes, de nuestras
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opiniones, de nuestros juicios va a depender que tal o cual niño sea retirado de sus
padres; de que una mujer pueda o no librarse de una vida de maltrato marchándose de la
vivienda familiar...
Esto significa que debemos ser cuidadosos cuando interpretamos las dificultades y las
capacidades de las familias para salir adelante; significa que debemos ser flexibles y
abiertos, reconociendo que hay otras formaciones familiares en las que los niños pueden
crecer y desarrollarse; significa que debemos ser críticos con los criterios normativos de
una sociedad que mitifica y consagra un modelo familiar determinado.
Es decir, el encuentro de los y las profesionales con las familias constituye un reto a la
aptitud y creatividad tanto de la familia como del profesional, necesitando éste grandes
dosis de paciencia, buen humor y humildad, evitando hacer proyecciones de sus propios
temas no resueltos con las familias que trabaja.
Aquí algunos consideran que trabajar con familias es librar un combate desigual en el que
un o una profesional (aunque casi siempre una figura heroica de género masculino), trata
de forzar el equilibrio del grupo familiar y conducirlo al cambio. Es una lucha titánica en la
que la familia se empeña en no cambiar y el profesional en que cambie y el resultado final
podría ser o bien que el profesional es devorado por "barracudas", retomando la metáfora
antes aludida, o bien que el profesional se queme o que la familia se retire.
Otros, prefieren concebir el trabajo familiar como una partida de ajedrez en la que el
objetivo también es ganar opero utilizando otros procedimientos menos agresivos y
revistiéndose con el ropaje mítico del salvador, lleno de sabiduría y por encima del bien y
del mal. El resultado: atascamiento o parálisis de la familia, desbordada ante tanta
competencia y, también, fomento de la dependencia; transmisión del mito familiar de
salvación al profesional o a la institución. Fracaso en definitiva.
Trabajar con familias es crear un sistema terapéutico en que juntos, el sistema familiar y el
sistema profesional avancen juntos, cooperando hacia unos objetivos. Utilizando un símil
de Minuchin, se trata de conducir un barco en el que todos tienen que colaborar.
Y muy importante: definir los límites personales y profesionales, siendo capaces de
reconocer cuando las vivencias tanto con la familia de origen como con la familia actual
puedan interferir en la relación con la familia en tratamiento.
Se trata de conocer a la familia, descubrir sus juegos relacionales y de poder a través de su
lenguaje, de sus metáforas, de sus mitos o de sus rituales.
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Ya se ha comentado que trabajar con este tipo de familias en el contexto asistencial que
es donde las/os trabajadoras/es sociales solemos intervenir, es a menudo, frustrante y
desesperanzador, por una parte debido al alto grado de conflictividad que presentan y por
otra parte, por los contextos adversos que rodean a estas familias. Si a esto unimos la falta
de recursos de las administraciones, es frecuente que nos encontremos en una posición
de atasco, que nos lleva al agotamiento profesional (síndrome de burn-out) y nos hace
arrojar la toalla, contribuyendo así también a la cronificación de las familias
multiproblemática. Así, es frecuente, encontrar en las y los profesionales sentimientos
tales como desaliento fatalista, impotencia o sentimiento de catástrofe casi siempre
inminente. En ocasiones, nuestro trabajo está condicionado por un mito "nada se puede
cambiar" y esto hace que efectivamente, a modo de profecía autocumplida, nuestro
trabajo se vuelva más y más ineficaz, generando ansiedades y sentimientos de fracaso.
TRABAJAR CON ESTE TIPO DE CLIENTES PASA POR DESARROLLAR UNA
SERIE DE ESTRATEGIAS
Estrategias personales de cambio:
Conocerse a sí misma/o, nuestras limitaciones, cualidades y defectos (usar la
introspección).
Clarificar nuestras relaciones familiares para evitar hacer proyecciones en nuestros
clientes. Clarificar nuestro modelo afectivo aprendido de nuestros padres. Proceso de
diferenciación de-sí-mismo (Bowen, 1991).
Ser congruente y crítica/o con nosotras/os mismas/os.
Estrategias profesionales:
Tener expectativas realistas.
Incrementar conocimientos
Compartir los "casos" con colegas: hablar de éxitos y fracasos
Estudiar a las familias teniendo en cuenta su contexto: no juzgar y evitar etiquetas.
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EN CUANTO A LA INTERVENCIÓN PROPIAMENTE DICHA
Asegurar la alianza terapéutica, mostrando sensibilidad para acoger a la familia y su
historia, evitando juicios condenatorios, comprendiendo los temores y esperanzas de la
familia (posición ambivalente de la familia, ésta quiere y cree que va a ser ayudada, pero a
la vez siente miedo a perder a los hijos, a que la condenemos, a que juzguemos su
capacidad como padres...). en este primer momento, hay que tener presente 3 aspectos
fundamentales para crear con éxito la alianza terapéutica: los vínculos, esto es, la calidad
de la relación entre los participantes; las metas o fines del viaje terapéutico y las tareas, es
decir, los medios para llegar a buen fin. Cuando hay atascamiento en la relación
profesional puede deberse a que los vínculos son débiles o inadecuados; existe
desacuerdo en las metas o en las tareas.
Es importante, sobre todo si hay niños pequeños, evitar formas de violencia (siendo
críticas por ejemplo con los padres); a veces hay que usar el marco legal para proteger a
los niños.
En este primer momento pueden surgir además otros problemas: rechazo mutuo:
T.S./familia (proyecciones inconscientes); rechazo de la familia hacia la t.s. por el poder
que ésta tiene para tomar decisiones que afectan a la familia; el peso de la atadura
ansiosa (hay obsesión hacia el anhelo de atadura, pero al mismo tiempo, miedo por esa
atadura, esto lo pueden proyectar en la t.s.: transferencias).
Reducir la intensidad de síntomas difíciles (suicidios, incesto, malos tratos, alcohol...).
Evitar actuar sobre esto al principio porque puede dar lugar a conductas destructivas sin
control. Jugar un rol parental positivo para ayudar a reestructurar situaciones, fijar límites,
imponer normas.
Papel como negociador y modelo de atadura controlada y limitada. Esto supone negociar
y clarificar metas, así como contener al usuario (sus emociones y sentimientos) y darle
límites firmes (por ejemplo en el uso de las citas). Ayudarles a definir sus problemas; no
mostrarse ni demasiado pesimistas ni demasiado optimistas ante su situación y, sobre
todo, ofrecer apoyo y usar la empatía.
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Estructurar las entrevistas, ayudando a fijar reglas de conducta, por ejemplo que
aminoren las situaciones de violencia y falta de control; en ocasiones, se puede excluir a
algún miembro.
Anticipar el efecto de las intervenciones. Como por sus características, suelen ser familias
que viven al día tienen dificultad para pensar de forma anticipada, por tanto hay que
ayudarles a pensar sobre consecuencias de sus conductas y decisiones, también anticipar
la separación (cuando finaliza la alianza terapéutica). Tener en cuenta que no hay curas
mágicas, sin embargo, ayudarles a prevenir y pasar las crisis.
Fijar metas realistas, de acuerdo con las necesidades reales y según capacidades de la
familia y sus recursos internos/externos. Mejor objetivos cortos y fáciles de conseguir que
motiven a la familia y les aliente a continuar con el tratamiento.
Reestructurar o estructurar las redes sociales. Hay que tener en cuenta que sus redes
sociales están empobrecidas y muy deterioradas, con lo cual difícilmente podrán ser
utilizadas para obtener ayuda en momentos de crisis. Un punto importante es, pues,
ayudarles a recomponerlas o crear nuevas redes a través de los sistemas profesionales de
ayuda (por ejemplo, facilitando la participación en grupos de autoayuda...).
Así pues, de acuerdo con Aponte (1991), el enfoque idóneo para intervenir con familias
multiproblemáticas es el enfoque eco-sistémico que debe tener en cuenta varios
aspectos:
Considerar el contexto en que se generan los problemas de la familia
La organización de la familia
Creencias y valores
Recursos de la Comunidad
Redes sociales
Esto, pues, implica tratar juntos los problemas de la familia y de la comunidad, trabajando
con las instituciones y profesionales del contexto inmediato de la familia: es una solución
ecológica para un problema ecológico.
Y es que en este sentido, trabajar las redes sociales de las personas en la comunidad en
que viven es muy útil para prevenir situaciones de riesgo o aminorar los efectos de las
crisis de las personas, también para encontrar recursos no convencionales en la
comunidad.
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La intervención social con finalidad asistencial, en múltiples situaciones, requiere ser
complementada con la intervención socioeducativa-promocional. Por ello, la propuesta de
pensar y trabajar en y con redes, posibilita tal complementariedad y a su vez, potencializa
las fortalezas personales, familiares y organizativas de carácter privado y público en
función de la búsqueda de soluciones. Construir vínculos en red, entre las organizaciones
productoras de servicios sociales, es un imperativo de gestión y es un reto ético para el
aprovechamiento de los recursos públicos. Y articular dichas redes, con las redes
comunitarias, sin lugar a dudas, contribuye a construir una visión de ser humano social
artífice y corresponsable de su desarrollo y el de los demás. A su vez, nos permite subrayar
las responsabilidades de un Estado, ante las problemáticas sociales creadas y acentuadas
por la desigual distribución del producto social.
En cualquier caso y para concluir estas ideas, recordar que es importante a pesar de la
desesperanza y el agotamiento de trabajar con familias multiproblemáticas, recuperar el
rol de "abogado" de estos clientes, es decir, de intercesor frente a otras figuras de control
y reprobación ya que a menudo (y esto no significa crear o fomentar dependencia) somos
los únicos/as profesionales que les proveen de experiencias emocionales efectivas. Esto
significa también recuperar la esencia de nuestra profesión ofreciendo protección pero
también crecimiento y enseñanza.
Trabajos citados
CAPARRÓS, M. J. (6 de febrero de 2004). Facultad De Trabajo Social De Cuenca©
Universidad De Castilla-La Mancha. Recuperado el 15 de ABRIL de 2014, de BITS:
http://www.uclm.es/bits/sumario/28.asp
Trabajos citados CAPARRÓS, M. J. (6 de febrero de 2004). Facultad De Trabajo Social De Cuenca© Universidad De
Castilla-La Mancha. Recuperado el 15 de ABRIL de 2014, de BITS:
http://www.uclm.es/bits/sumario/28.asp
DARWIN. (domingo, 4 de noviembre de 2007). -funcionesdelafamilia.blogspot.com. Recuperado el
15 de ABRIL de 2014, de http://darwin-
funcionesdelafamilia.blogspot.com/2007/11/funciones-de-la-familia-son-las.html
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FIGURA 1
FIGURA 2
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FIGURA 3
FIGURA 4
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FIGURA 5
FIGURA 6
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FIGURA 7