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FACULTAD DE FARMACIA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
TRABAJO FIN DE GRADO:
“EFECTOS EPIGENÉTICOS DE LA DIETA
MEDITERRÁNEA SOBRE MARCADORES DE
SÍNDROME METABÓLICO EN EL
EMBARAZO”
Autor: David Lorite Mingot
D.N.I.: 05313724-B
Tutor: Francisco José Sánchez-Muniz
Convocatoria: Febrero 2017
ÍNDICE
ÍNDICE .......................................................................................................................................... 1
RESUMEN .................................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................... 2
DEFINICIÓN DE SÍNDROME METABÓLICO ............................................................................. 2
PATOGÉNESIS DEL SM ............................................................................................................ 3
ORIGEN FETAL DEL SÍNDROME METABÓLICO ....................................................................... 3
PRINCIPALES MECANISMOS EPIGENÉTICOS .......................................................................... 6
OBJETIVOS ................................................................................................................................... 7
MATERIAL Y MÉTODOS ............................................................................................................... 7
DISEÑO Y ESTRATEGIA DE BÚSQUEDA BIBLIOGRÁFICA ........................................................ 7
CRITERIOS DE SELECCIÓN ....................................................................................................... 7
RESULTADOS ............................................................................................................................... 7
DIETA MEDITERRÁNEA Y PROTECCIÓN FRENTE AL DESARROLLO DE SM ............................ 7
EFECTOS EPIGENÉTICOS DE LA DIETA MEDITERRÁNEA SOBRE MARCADORES DE SM. ....... 8
DISCUSIÓN ................................................................................................................................ 15
CONCLUSIONES ......................................................................................................................... 18
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................................................................ 18
2
RESUMEN
Antecedentes. El Síndrome Metabólico (SM) tiene un origen multifactorial y no
completamente clarificado hasta el momento. Las modificaciones epigenéticas durante el
desarrollo fetal son un factor clave en el desarrollo del SM. Estas son inducidas por el ambiente
en el útero y, en particular, por la dieta materna. La Dieta Mediterránea ha mostrado ser un
patrón saludable de alimentación que protege frente al desarrollo del SM en adultos. Métodos.
Se realizó una revisión sistémica de la literatura científica publicada que relaciona SM con
Dieta Mediterránea y embarazo. Objetivos. Constatar la capacidad de la Dieta Mediterránea
durante el embarazo para, mediante mecanismos epigenéticos, proteger frente al desarrollo del
SM en la descendencia. Resultados. Existe evidencia científica que confirma esta hipótesis.
Sin embargo, los datos publicados no analizan el SM y la Dieta Mediterránea desde una
perspectiva global sino sus diferentes componentes por separado. Conclusiones. Aunque los
datos son prometedores, parecen necesarios estudios donde se analice la relación de todos los
componentes de la enfermedad y del patrón de Dieta Mediterránea en las diferentes etapas del
embarazo, para que pueda convertirse en una herramienta útil en la prevención del SM.
INTRODUCCIÓN
DEFINICIÓN DE SÍNDROME METABÓLICO
El Síndrome Metabólico (SM) es definido como un conjunto de factores de riesgo que se
asocian y predisponen a desarrollar diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) y enfermedad
cardiovascular (ECV) en aquellos individuos que los presentan (1). La primera definición
formal de SM aparece en el año 1998 por parte de la Organización Mundial de la Salud. Sin
embargo, desde entonces varias asociaciones internacionales han propuesto diferentes criterios
para el diagnóstico del SM. Ante la heterogeneidad existente, en 2009 varias asociaciones
internacionales de relevancia emitieron una declaración conjunta que proveyó un cierto
consenso internacional y que resultó en la “Definición Armonizada” del SM. Según esta
definición los factores presentes en el SM son obesidad (medida como circunferencia de
cintura), hipertrigliceridemia (≥150 mg/dl), colesterol transportado por lipoproteínas de alta
densidad (HDL) <40 mg/dl en los hombres y <50 mg/dl en las mujeres, presión arterial
≥130/≥85 mm Hg, y valores de glucosa en ayuno ≥100 mg/dl. Así, cuando 3 de estos 5 factores
aparecen conjuntamente se diagnostica SM (1, 2). Aunque sigue existiendo mucha
controversia, esta definición armonizada constituye una de las más aceptadas en la actualidad.
3
PATOGÉNESIS DEL SM
Existen muchos mecanismos involucrados e interrelacionados en la patogénesis de SM.
Sin embargo, la resistencia a la insulina (RI) parece ser un vínculo común para todos (1, 3).
Así, en un estado de obesidad hay mayores niveles de ácidos grasos libres (AGL) en plasma.
Estos inducen RI por varios mecanismos (ciclo Randle, acúmulos ectópicos en tejidos
diferente al adiposo, activación de señales pro-inflamatorias, estrés oxidativo y
disfuncionalidad mitocondrial) (1). Además, en un estado de RI disminuye el efecto inhibitorio
de la insulina sobre la lipolisis, aumentando, aún más, los niveles de AGL creándose, de este
modo, un círculo vicioso(1). La RI ejerce varios efectos sobre diferentes tejidos, que tienen
como resultado el desarrollo de las alteraciones presentes en el SM (figura 1).
ORIGEN FETAL DEL SÍNDROME METABÓLICO
Los factores desencadenantes de la aparición y el desarrollo del SM no han sido
esclarecidos hasta la fecha. Parece demostrado que la interacción con el ambiente a través de
FIGURA 1 PATOGÉNESIS DEL SM
La resistencia a la insulina (RI) condiciona una respuesta anormal de las células β del páncreas en la que se produce una respuesta aumentada de la segunda fase de liberación de la insulina que se traduce en un estado de hiperinsulinemia. Con el tiempo se produce un fallo de las células disminuyendo la respuesta ante los niveles de glucosa conduciendo a una situación de hiperglucemia. En los vasos sanguíneos un estado de RI provoca una disminución en la producción mediada por insulina del NO (vasodilatador) y un aumento en la secreción del factor vasoconstrictor endotelina 1(ET-1), conduciendo a un estado de hipertensión arterial (HTA). En RI se pierde la actividad inhibitoria de la insulina sobre la lipasa sensible a hormonas (LSH), aumentando de esta forma la lipolisis en el tejido adiposo y aumentando la libración de ácidos grasos libres (AGL) a la sangre. El hígado capta el exceso de AGL y sintetiza triglicéridos (TG) que son liberados, conduciendo a hipertrigliceridemia. Además, está aumentada la captación, por parte del hígado de las lipoproteínas de alta densidad (HDL), disminuyendo los niveles de estas lipoproteínas. En el hígado, en RI se pierde la actividad supresora de la insulina sobre la gluconeogénesis, conduciendo a una mayor liberación de glucosa (hiperglucemia) y dirigiendo el exceso de glucosa a la vía lipogénica.
4
los estilos de vida, incluyendo hábitos dietéticos y ejercicio, así como el perfil genético
influyen en la aparición y desarrollo del SM. Sin embargo, genética y estilo de vida, no parecen
poder explicar completamente la variabilidad en la aparición del SM. Así, en las últimas
décadas ha adquirido mayor aceptación la teoría del desarrollo fetal como proceso clave en el
origen del SM en la edad adulta (4-6). Barker y col., en los años 80 y 90, desarrollando la idea
preliminar de Forsdahl, llevaron a cabo varios estudios donde encontraron una relación inversa
entre el peso al nacimiento y el riesgo de padecer ciertas enfermedades de forma tardía como
ECV y DMT2. Estos autores fueron los primeros en proponer el origen fetal de las
enfermedades de la edad adulta (5, 6). El fenómeno responsable de este origen fetal de las
enfermedades es el conocido como “Plasticidad del Desarrollo”, es decir, la capacidad de un
organismo para cambiar su fenotipo en respuesta a los cambios del ambiente. Esta plasticidad
está ampliamente reconocida en la naturaleza y tiene su periodo crítico durante el desarrollo
intrauterino. Se producen cambios en el feto, modificaciones estructurales y funcionales en los
órganos y tejidos, adecuándose al ambiente que le transmite la madre, como un mecanismo de
respuesta adaptativa que asegure la viabilidad y supervivencia del nuevo ser en el ambiente
que le rodea (5). La nutrición materna durante el embarazo constituye un factor ambiental
crítico en este periodo, condicionando el desarrollo de la plasticidad fetal y determinando, así,
el riesgo de padecer enfermedades en la edad adulta. A este respecto destacan varios estudios,
como los realizados en una cohorte de nacidos durante la “Hambruna holandesa” en el invierno
de 1944. En esta cohorte se observa como los individuos cuyas madres sufrieron hambruna
durante el embarazo presentaron un bajo peso al nacimiento y mayor riesgo de obesidad , ECV,
RI y HTA en la edad adulta (6). En relación con este concepto hay desarrolladas varias
hipótesis como la del “fenotipo ahorrador” (thrifty phenotype) de Hales y Barker, según la
cual, en condiciones de una nutrición deficitaria durante el embarazo se produce una pérdida
estructural y funcional de las células beta del páncreas como un mecanismo que asegura la
viabilidad del feto, dando prioridad al crecimiento de órganos vitales como el cerebro. Como
consecuencia, en la edad adulta estos individuos tienen mayor propensión a desarrollar DMT2
(7). Sin embargo, no solo la desnutrición, sino también la sobrealimentación de la madre ha
sido relacionada, en varios estudios, con el aumento del riesgo de padecer enfermedades como
la obesidad o la diabetes. (4, 6). Los cambios originados por la plasticidad del desarrollo
pueden no proporcionar una ventaja inmediata para la supervivencia fetal, tal y como proponen
Gluckman y Hanson (8). De este modo se producen modificaciones en el fenotipo, mediados
por la nutrición materna durante el embarazo, que constituyen una “respuesta adaptativa
predictiva” (PAR) mediante la cual se ajusta el desarrollo a las señales del ambiente para
5
mejorar la viabilidad en etapas posteriores de la vida (8). Si los cambios de la plasticidad del
desarrollo se producen en respuesta a un ambiente que coincide con el que posteriormente se
desarrolle el nuevo ser, estos mejorarán la compatibilidad con el ambiente y aumentarán las
probabilidades de éxito y un correcto desarrollo. Si, por el contrario, no coinciden, se produce
una incompatibilidad que desencadenará la aparición de enfermedades (5, 6). Derivado de
estas premisas surgen algunas preguntas como ¿Cuáles son los mecanismos responsables de
las modificaciones que sufre el feto en respuesta a la nutrición materna durante el embarazo y
que predisponen a desarrollar SM a lo largo de la vida? ¿Cómo a partir de un mismo genoma,
se pueden expresar diferentes fenotipos en respuesta a los cambios en el ambiente? Aunque el
conocimiento sobre estos mecanismos es limitado, a día de hoy, cada vez hay más evidencias
de la existencia de procesos epigenéticos que regulan la expresión de los genes en función de
las condiciones ambientales (4-6) y, en concreto, de la dieta materna.
El término epigenética se refiere a cambios que se producen en la expresión de los genes
y que son persistentes y heredables, pero que no implican ningún cambio en la secuencia de
nucleótidos del ADN.
Varias experiencias en animales han demostrado la presencia de modificaciones
epigenéticas en la descendencia inducidas por la dieta durante el embarazo. Así, en los ratones
Agouti, se observó que las crías nacidas de madres que habían seguido una dieta modificada
durante el embarazo desarrollaban con menos frecuencia el fenotipo agouti (color amarillo del
pelaje y alteraciones metabólicas) que las de madres que habían seguido una dieta control. El
mecanismo subyacente en este fenómeno eran modificaciones epigenéticas en el locus del gen
implicado (4-6). Hasta la fecha se han realizado varios estudios de intervención en animales,
principalmente roedores, para estudiar el efecto de diferentes patrones dietarios durante el
embarazo (restricción de algún macronutriente, suplementación de micronutrientes,
sobrealimentación, sobre ingesta de grasas, alcohol etc.) encontrandose diversas
modificaciones epigenéticas relacionadas (9).
También se han realizado estudios en humanos que arrojan datos en la misma línea. Tal
y como señalan algunos autores, Heijmans y col. encontraron que, en los individuos que
durante la concepción estuvieron expuestos a la hambruna holandesa, el gen IFG2 presentaba
alteraciones epigenéticas que no aparecían en hermanos del mismo sexo no expuestos (5, 6).
Varias experiencias epidemiológicas en la última década, han encontrado diferentes
variaciones epigenéticas inducida por la dieta materna durante el embarazo (6, 9).
6
PRINCIPALES MECANISMOS EPIGENÉTICOS
Las modificaciones epigenéticas más estudiadas son el grado de metilación del DNA, la
modificación de histonas y los RNAs no codificantes.
-Metilación del DNA. Consiste en la adición de grupos metilo en la posición 5 de una
citosina la cual suele estar formando parte de un dinucleótido de citosina-guanina (CpG). Estos
dinucleótidos no están repartidos aleatoriamente por todo el genoma, sino que se concentran
en las regiones terminales 5’ de los genes, conocidas como “CpG islands”. La hipermetilación
de estas regiones se asocia al silenciamiento de la transcripción del gen. La metilación es
llevada a cabo por enzimas “metiltransferasas” (DNMTs) que requieren el aporte de grupos
metilo por parte de sustratos donadores. El principal donador de grupos metilo del organismo
es la S-Adenosilmetionina (SAM), íntimamente relacionado con el metabolismo de la
metionina y los folatos. Es un proceso dinámico a lo largo de la vida, especialmente durante
el periodo fetal (4, 6).
-Modificación (metilación y acetilación) de histonas. El DNA de las células se
encuentra empaquetado formando la cromatina cuya unidad básica es el nucleosoma. El
nucleosoma está formado por una región de la doble hélice del DNA que comprende unos 147
pares de bases, enrollada alrededor de un octámero de proteínas llamadas histonas. Estas
pueden sufrir modificaciones (metilación, acetilación, ubiquitanición, fosforilación) las cuales
determinan un estado más o menos activo de la cromatina definiendo, así, la capacidad de
expresión de los genes. La acetilación de histonas está relacionada con un estado activo de la
cromatina, mientras que la metilación, que ocurre en las lisinas, puede constituir un estado
activo o inactivo en función de que lisina esté modificada (4, 6).
-RNAs no codificantes. Son RNAs que se transcriben desde el DNA, pero que no se
traducen en proteínas. Participan en regular la expresión de genes (4). Se han definido muchos
subtipos de RNAs no codificantes entre los que destacan diferentes tipos de micro-RNAs, los
cuales buscan la secuencia nucleotídica complementaria en la zona del promotor del gen,
anclándose en ella y, por tanto, reduciendo la lectura y función del RNA.
La Dieta Mediterránea es considerada un patrón de alimentación saludable ya que ha
demostrado mejorar diferentes factores relacionados con la salud en diversos estudios (10). No
existe una definición concreta de Dieta Mediterránea. Se conoce como tal, al patrón dietético
característico de los países de la cuenca del Mediterráneo a mediados del Siglo XX. Está
basada en una elevada ingesta de vegetales y frutas frescas, consumo de cereales y nueces,
aceite de oliva virgen como casi exclusiva grasa culinaria y un consumo moderado de pescado
7
entre otras (11). De esta forma, la Dieta Mediterránea asegura un adecuado aporte de
micronutrientes, así como el consumo de una cantidad moderada de grasas con un bajo
contenido en grasas saturadas (AGS), y la presencia de ácidos grasos poliinsaturados (AGP) y
monoinsaturados (AGM). Existen, en la actualidad, varias líneas de investigación acerca de la
capacidad de la Dieta Mediterránea durante el embarazo como factor de prevención frente al
desarrollo de enfermedades a largo plazo en la descendencia.
Teniendo en cuenta las premisas expuestas, se plantearon los objetivos del trabajo.
OBJETIVOS
1. Constatar la adherencia a la Dieta Mediterránea durante el embarazo como factor de
protección frente al desarrollo de SM, o de sus componentes, en la descendencia.
2. Señalar los efectos epigenéticos del consumo de un patrón de Dieta Mediterránea
durante la gestación, sobre marcadores de SM en el feto.
MATERIAL Y MÉTODOS
DISEÑO Y ESTRATEGIA DE BÚSQUEDA BIBLIOGRÁFICA
En este trabajo se presenta una revisión bibliográfica de la literatura científica en inglés y
español utilizando los motores de búsqueda PUBMED y Google Académico.
Los términos clave utilizados en inglés fueron Mediterranean Diet, epigenetics, pregnancy,
Metabolic Syndrome, PUFAS, MUFAS, Fatty acids, carbohydrates, micronutrients. Los
términos utilizados en español fueron las traducciones literales de los anteriores. El operador
booleano utilizado fue “AND” en todas las búsquedas. La búsqueda inicialmente se limitó a
publicaciones de los últimos 10 años, aunque, posteriormente, se incluyó, a modo de
excepción, alguna con mayor antigüedad con el objetivo de recoger la fuente original.
CRITERIOS DE SELECCIÓN
Fueron incluidos ensayos de experimentación animal, estudios de cribado y artículos de
revisión.
RESULTADOS
DIETA MEDITERRÁNEA Y PROTECCIÓN FRENTE AL DESARROLLO DE SM
Existe una fuerte evidencia del patrón de Dieta Mediterránea como factor de protección
frente a enfermedades metabólicas. Así lo demuestran una importante variedad de estudios
observacionales y de intervención realizados. El estudio de intervención con Dieta
Mediterránea “PREDIMED”, comprobó cómo los individuos asignados al consumo de Dieta
Mediterránea mantenían niveles de presión arterial más bajos y mejoraban el perfil glucídico
8
y lipídico. En otros estudios en voluntarios hipercolesterolémicos o con SM se ha comprobado
cómo la adherencia a la Dieta Mediterránea mejora factores de riesgo como el nivel de TG,
los niveles de HDL, presión arterial sanguínea, glucemia en ayuno, HOMA (homeostasis
model assessment), circunferencia de cintura o la proteína transportadora de retinol tipo 4
(RBP4)(12). Es plausible pensar que, si la Dieta Mediterránea protege frente al SM en la edad
adulta y, por otro lado, el desarrollo fetal determina la aparición de SM a lo largo de la vida,
la Dieta Mediterránea como patrón dietético durante el embarazo pueda constituir también un
factor de protección. Por cuestiones éticas, los estudios realizados en mujeres embarazadas
son mucho más escasos y son de tipo observacional. No obstante, los pocos estudios realizados
en mujeres gestantes arrojan resultados que confirman esta relación. Van den Broek y col.
encontraron en un estudio en más de 2500 madres alemanas que, aquellas que seguían durante
el periodo gestacional unos patrones dietéticos basados en consumo de vegetales, pescado,
aceites vegetales, cereales y nueces (patrón propio de la Dieta Mediterránea), parían niños con
menor índice de masa corporal e índice de masa grasa; al contrario de lo que ocurría con las
madres que seguían un patrón dietético en el que destacaban la margarina, los snacks y el
azúcar. Aunque los autores reconocen alguna inconsistencia en el diseño y los resultados (13).
Gesteiro y col encontraron que los niños nacidos de madres en las que el grado de adherencia
a la Dieta Mediterránea era mayor durante la gestación, presentaban niveles más bajos de
marcadores de resistencia a la insulina (HOMA-IR) (14) y de homocisteína (15), esta última
directamente relacionada con la presencia de SM (16-19). El peso al nacimiento ha demostrado
estar relacionado con el riesgo de padecer enfermedades en la edad adulta. Existe una curva
en forma de U que determina esta relación de forma que, niños con un bajo peso o con un peso
elevado al nacimiento tienen mayor riesgo de sufrir enfermedades como obesidad y diabetes
a la larga (4, 5). Aunque existe cierta controversia en los estudios, se han encontrado
asociaciones positivas entre adherencia a la Dieta Mediterránea durante el embarazo y peso al
nacimiento o, al menos, contrabalanceando los efectos negativos de algunos factores sobre el
mismo (11).
EFECTOS EPIGENÉTICOS DE LA DIETA MEDITERRÁNEA SOBRE MARCADORES DE SM.
Según la información obtenida no existen trabajos publicados sobre los efectos globales
epigenéticos de un patrón de Dieta Mediterránea en conjunto. Si hay publicaciones que
analizan los efectos epigenéticos sobre algún gen implicado en el desarrollo de SM, que el
consumo de ingredientes concretos durante el embarazo, algunos característicos del patrón de
Dieta Mediterránea, tienen en la descendencia.
9
INGESTA DE GRASA
Hasta la fecha se han llevado a cabo algunos estudios en los que se ha encontrado
relación entre el consumo de grasas durante el embarazo y modificaciones epigenéticas
relacionadas con el SM.
Las adipocinas son mediadores liberados por el tejido adiposo que afectan al metabolismo
de la glucosa y los lípidos. La adiponectina aumenta la captación de glucosa por el músculo y
reduce la gluconeogénesis. Los niveles circulantes de adiponectina están inversamente
relacionados con la RI y la aparición de componentes del SM (1). En el caso de la leptina,
aunque tiene un papel supresor del apetito a nivel hipotalámico y la ausencia de la misma
conduce a obesidad y RI (1), se ha propuesto un mecanismo por el cual niveles excesivos de
leptina en plasma pueden conducir a un desacoplamiento en su acción hipotalámica
produciendo una alteración en las vías de transducción de señales que se requieren para los
efectos de supresión del apetito. Además, la leptina actúa sobre receptores en las células β del
páncreas inhibiendo la liberación de insulina. Por ello, en estados de resistencia a la leptina se
asocian estados de hiperinsulinemia y obesidad (20).
Masuyama e Hiramatsu evaluaron, en ratones, los efectos de la exposición durante el
embarazo a una dieta con alto contenido en grasa (62%) sobre los genes de leptina y
adiponectina de su descendencia. Así, observaron en las crías una disminución en el nivel de
acetilación de histonas en el promotor del gen de la adiponectina, así como una disminución
en la expresión del mismo lo que se tradujo en niveles de adiponectina circulantes más bajos.
Del mismo modo hallaron un incremento en los niveles de metilación de histonas en el
promotor del gen de la leptina lo cual se tradujo en niveles más elevados de leptina circulante
(21).
La vía de señalización Wnt/β-catenina, está directamente involucrada en el desarrollo del
hígado y parece regular la adipogénesis y la funcionalidad de las células β del páncreas
pudiendo, una desregulación de la vía, favorecer la aparición de SM (22). Yang y col.
realizaron un ensayo en ratas en las que evaluaron en las crías las consecuencias de la
exposición durante el embarazo a dietas ricas en grasa (45%) principalmente compuesta por
ácidos grasos saturados (manteca de cerdo) sobre la vía de señalización Wnt/β-catenina. En
este experimento se detectó , en hígado, una disminución en los niveles de mRNA de Wnt1 y
de los niveles de β-catenina (la principal proteína efectora de esta vía) que se correlacionó
positivamente con una disminución en la acetilación de la histona 4 en el promotor de Wnt1y
un incremento en la metilación de la histona 3 en la lisina 9 de la región codificante (23).
10
La proteína PPARGC1A o PGC1α (peroxixome proliferator-activated receptor-gamma
coactivator 1 alpha) es un coactivador de múltiples factores de transcripción y es reconocido
su papel modulador de mecanismos claves en varios tejidos, que controlan la homeostasis de
la glucosa (24, 25). En el hígado aumenta la expresión de genes gluconeogénicos, en el
páncreas perjudica la secreción de insulina y media la apoptosis de las células β (24, 25), en el
músculo favorece la captación de glucosa (24) y, en el tejido adiposo marrón (BAT) está
involucrada en el desarrollo y la funcionalidad mitocondrial de los adipocitos marrones,
característica esencial de la actividad termogénica del mismo (26). La desregulación en la
expresión de PGC1α ha demostrado estar influenciada por mecanismos epigenéticos y estar
relacionada con la presencia de factores del SM como obesidad y DMT2. En un estudio en
humanos se encontraron cambios en la metilación del promotor de PGC1α acompañada de
menor expresión del gen y menor secreción de insulina en páncreas de personas diabéticas de
tipo 2 (27). Sookan y Pirola, encontraron una relación inversa entre el grado de metilación del
promotor de PGC1α en hígado y los niveles de mRNA en el mismo. Además, encontraron una
relación directa entre el grado de metilación del promotor y el marcador de RI HOMA-IR (28).
Por otra parte, la actividad termogénica del BAT implica gasto de energía y la ausencia de esta
capacidad se ha asociado con el desarrollo de obesidad en estudios en animales y humanos. La
hipometilación del promotor de PPARGC1A se ha correlacionado mayor expresión del
RNAm del mismo en tejido adiposo (26). Una dieta materna con elevado contenido en grasas
ha demostrado modificar la expresión de PGC1α de forma opuesta en dos estudios en ratas
(25, 29). Sin embargo, no se testaron sus efectos sobre el nivel de metilación del promotor.
En la RI y la DMT2 existe una actividad aumentada de la capacidad gluconeogénica del
hígado. Esto conduce a una sobre-producción de glucosa que altera la sensibilidad a la insulina.
En estudios en ratas gestantes alimentadas con una dieta con elevado contenido en grasas (45%
kcal), en especial de ácidos grasos saturados (17% kcal), se observó en las crías un aumento
en la expresión del enzima fosfoenolpiruvato carboxikinasa (PCK1) así como de varias
enzimas implicadas en la vía de la gluconeogénesis. Del mismo modo se comprobaron
variaciones en las histonas (acetilación y metilación) en diversas regiones del gen de PCK1.
Así, los autores concluyeron que una dieta rica en grasas, especialmente saturadas, durante el
embarazo tiene el potencial de programar la capacidad gluconeogénica de la descendencia a
través de modificaciones epigenéticas pudiendo contribuir, de este modo, al futuro desarrollo
de RI y DMT2 en la edad adulta (30).
Un déficit en las concentraciones tisulares y plasmáticas de AGP y, por tanto, de las
moléculas antiinflamatorias que de ellos se derivan (prostaglandinas, prostaciclinas, lipoxinas,
11
resolvinas, etc.) se ha asociado a un aumento en la incidencia de RI y SM (31). En la
disponibilidad de estos ácidos grasos es esencial la actividad de las enzimas desaturasas (5 y
6). Se ha comprobado en algunos estudios en ratas que recibían dietas hipergrasas durante el
embarazo que el nivel de AGP se correlacionaban con niveles de RNAm disminuidos de Fads2
(que codifica para la 6 desaturasa) y, a su vez, con una hipermetilación en la región promotora
del mismo. Estos estudios muestran que la exposición a cantidades elevadas de ácidos grasos
durante el embarazo tiene la capacidad de regular a la baja, mediante modificaciones
epigenéticas persistentes, la síntesis de AGP en la descendencia y que en estas modificaciones
influye más la cantidad total de grasa que el tipo de ácidos grasos (32-34). No obstante, el
número de estudios disponibles es escaso.
La literatura científica recoge suficiente evidencia de los efectos beneficiosos que el
consumo de AGP de la serie ω-3 tiene sobre la salud y, en concreto, sobre algunos factores
relacionados con el SM tales como resistencia a la insulina, HTA, dislipemia,
hipertrigliceridemia y obesidad. El consumo de ω-3 durante el embarazo parece tener efectos
protectores sobre dichos factores en la descendencia, tal y como han mostrado algunos estudios
como los de Hollander y col. y de Shomonov-Wagner y col. (citados por Leikin-Frankel, (35)).
Los mecanismos involucrados están poco clarificados hasta el momento. Se han realizado
algunos estudios que encuentran que podrían existir modificaciones epigenéticas regulando la
expresión de algunos genes tanto en la madre como en el feto, relacionados con el aporte de
dichos ω-3 en la dieta materna durante la gestación (35). Un estudio realizado por van Dijk y
col. en mujeres gestantes encontraron diferencias en el grado de metilación de algunas regiones
específicas en el DNA de los niños nacidos de madres que recibían un suplemento de ácido
docosahexaenoico (DHA) durante el embarazo de aquellas que no lo recibían. Si bien la
significancia funcional de dichas modificaciones no se estudió (36). Ho-Sun Lee y col.
comprobaron en gestantes mexicanas que la suplementación de la dieta durante el embarazo
con DHA se relacionaba con niveles aumentados de metilación en el promotor del factor de
crecimiento semejante a la insulina (insuline-like growth factor II; IGF2) en recién nacidos
prematuros (37). La hipermetilación en el promotor del gen podría relacionarse con una
disminución en la expresión de IGF2. Las concentraciones séricas de IGF2 aparecen
aumentadas en individuos obesos y podrían predisponer a la aparición de RI y diabetes (38)
por lo que la con DHA durante el embarazo podría implicar un mecanismo protector frente al
desarrollo de SM a lo largo de la vida de los hijos. Más adelante en este trabajo, se comentan
algunos estudios en los que se investiga la capacidad de reversión que la suplementación con
12
DHA durante el embarazo podría tener sobre los efectos causados por el déficit de algunos
micronutrientes. Niculescu y col. comprobaron en un estudio en ratas que la administración
del ácido alfa-linolénico (ALA) en diferentes proporciones, durante la gestación y la lactancia,
indujo modificaciones epigenéticas de Fads2. Así, se observaron cambios en la metilación de
la región promotora junto con cambios en la expresión de DNA metil transferasas, tanto en
hígados maternos como en los de la descendencia (aunque este estudio se centraba más en el
papel del suplemento con ALA durante la lactancia)(39). También existen indicios de que un
adecuado aporte de AGP de la serie ω-3 durante la gestación podría prevenir el desarrollo de
SM en la descendencia a través de mecanismos epigenéticos. No obstante, las implicaciones
de AGP ω-3 específicos (ALA, DHA y EPA) y de su interacción con los genes debe ser
estudiada de forma mucho más detallada.
El sistema del reloj circadiano regula las oscilaciones de las variables biológicas mediante
el control de la expresión de genes, en intervalos regulares de tiempo. En varios trabajos
científicos se ha encontrado que existe una relación entre la desregulación los genes del ritmo
circadiano (genes CLOCK) y el SM (40-42). En la desregulación de estos genes podrían
intervenir mecanismos epigenéticos condicionados por factores ambientales como la dieta.
De hecho, un estudio realizado en primates por Suter y col., encontró como la cantidad de
grasa contenida en la dieta durante el embarazo alteraba el grado de acetilación de la histona
3 en la lisina 14 (H3K14) a nivel del promotor del gen NPAS2, parálogo del gen CLOCK en
el feto (41). Por tanto, y siendo necesaria mucha más investigación al respecto, la Dieta
Mediterránea durante el embarazo, podría suponer un factor de protección frente al desarrollo
de SM en los hijos, gracias al característico patrón graso de la misma (moderado contenido
total y presencia de AGM y AGP como tipos principales) mediante modificaciones
epigenéticas de los genes involucrados en el ritmo circadiano.
Los AGM y AGP han demostrado en varios estudios, mayoritariamente in vitro, tener la
capacidad de modificar el grado de metilación del DNA. Basándose en estos conocimientos
previos, Milagro y col. investigaron, en mujeres adultas, la relación entre obesidad, SM y la
metilación de los genes CLOCK y si existía alguna relación con el consumo de AGPS y
AGMS, encontrando una relación inversa entre el grado de metilación en el promotor de genes
CLOCK y el consumo de AGMS y una relación directa con el consumo de AGPS. De esta
forma, los autores concluyeron que existen mecanismos epigenéticos relacionados con la
metilación del DNA a nivel de la región promotora de los genes CLOCK que estarían
involucrados en el desarrollo del SM, y que el tipo de ácidos grasos de la dieta AGM y AGP
es un factor de regulación de estos mecanismos (41). Aunque los resultados que se acaban de
13
exponer no suponen evidencia suficiente, podría especularse que los AGM y AGP de la dieta
tuvieran efectos semejantes sobre el sistema circadiano del feto al ser consumidos durante la
gestación.
INGESTA DE HIDRATOS DE CARBONO
Godfrey y col, en un estudio realizado sobre dos cohortes independientes de madres
embarazadas, encontraron como una ingesta baja de hidratos de carbono durante el embarazo
se relacionaba con un grado mayor de metilación en el promotor del gen del receptor X del
ácido retinoico (RXRA) en cordón umbilical y este, a su vez, con un mayor índice de masa
grasa en los hijos a la edad de 6 y 9 años. La hipermetilación del RXRA está asociada a una
disminución de su expresión y al desarrollo de obesidad en ratas (43). El RXRA forma
heterodímeros con una serie de receptores nucleares (PPARs, LXR) de forma que estos últimos
puedan unirse al DNA activando la expresión de sus genes diana. Los efectos de la actividad
transcripcional de PPARs y de LXR disminuyen las concentraciones circulantes de lípidos
evitando la RI mediada por estos. Así, mejoran la sensibilidad a la insulina, disminuyen los
TG y mejoran los niveles de HDL (44-46).
INGESTA DE MICRONUTRIENTES
El ciclo de moléculas de un carbono. El metabolismo de moléculas de un carbono
comprende un conjunto de reacciones bioquímicas en las que un grupo metilo es transferido
de unos sustratos a otros. El producto principal de este ciclo es la S-Adenosilmetionina (SAM),
sobre la cual actúan las enzimas metiltransferasas catalizando una reacción de transmetilación
y generando un grupo metilo disponible para ser utilizado en varias reacciones biológicas
(entre las que se encuentran la metilación del DNA o de histonas). Por esto, SAM es
considerado el principal donador, en el organismo, de grupos metilo. SAM es sintetizado a
partir de metionina la cual, a su vez, se forma a partir de homocisteína (Hcys) en una reacción
que requiere micronutrientes como el folato (vitamina B9) y la cobalamina (vitamina B12)
ambos obtenidos de la dieta. Así, los niveles de estos nutrientes regulan la disponibilidad de
grupos metilo y, por tanto, modifican la expresión de genes ya que determinan el grado de
metilación del DNA o de las histonas. Después de donar el grupo metilo, SAM es hidrolizado
a S-adenosil homocisteína (SAH) el cual se hidroliza a Hcys para completar el ciclo (47)
Varios estudios in vitro, en animales y en humanos han mostrado la capacidad que tienen
las alteraciones en el ciclo de moléculas de un carbono, debido a la deficiencia materna de los
micronutrientes ya mencionados, para provocar el desarrollo post-natal de factores de SM tales
como RI y obesidad, mediados por alteraciones en la metilación celular que podrían alterar la
expresión de genes clave (47, 48). Cuando los niveles de las vitaminas que participan en el
14
ciclo de moléculas de un carbono (folato y vitamina B12) son deficientes, las conversiones del
ciclo se ven alteradas, resultando en niveles elevados de Hcys, SAH y niveles más bajos de
SAM. Niveles elevados de Hcys y de SAH han sido relacionados con el desarrollo del SM o
de sus factores asociados (15-19, 49).
Ngo y col. realizaron un estudio in vitro en el que comprobaron cómo niveles elevados de
SAH afecta a la funcionalidad de los adipocitos en cuanto a la capacidad de captación de la
glucosa y lipolisis. Adipocitos expuestos a concentraciones elevadas de SAH presentan menor
capacidad de realizar dichas funciones. Los autores del estudio relacionaron estas alteraciones
con una disminución significativa en la expresión de algunos genes claves como son el CEBPα
(promueve el transporte de glucosa al adipocito en presencia de insulina) y el receptor x
retinoide α (RXRα), que forma dímero con el receptor nuclear PPARγ permitiendo las
acciones de este sobre la proliferación, diferenciación y funcionalidad en cuanto al
metabolismo lipídico y sensibilidad a la insulina de los adipocitos (50). Los investigadores
buscaron la presencia de modificaciones epigenéticas que subyacieran en la alteración en la
expresión de dichos genes y encontraron un aumento en la metilación de la lisina 27 de la
histona 3 (H3K27) en la región promotora, situación asociada a un estado inactivo de la
cromatina (48). La disfunción del tejido adiposo desempeña un papel prominente en el
desarrollo de la obesidad y de sus trastornos asociados tales como RI, ECV o diabetes (50).
Por tanto, la deficiencia en micronutrientes durante el embarazo podría aumentar el riesgo de
padecer trastornos relacionados con el SM en la edad adulta vía alteraciones epigenéticas que
provocan una disfunción del tejido adiposo.
En un estudio en ovejas, Sinclair y col, encontraron como una dieta materna deficiente en
folato y vit. B12 se traducía en niveles elevados de Hcys, un cociente SAM/SAH reducido, y
la aparición, en la descendencia de presión arterial elevada, RI y obesidad. Estos parámetros
clínicos alterados se correspondieron con alteraciones en el estado de metilación (hipo- e
hipermetilación) en promotores de varios genes en los hígados fetales (51).
Gesteiro y col. encontraron en un estudio en madres españolas, cómo los recién nacidos
de madres con un grado de adherencia mayor a la Dieta Mediterránea presentaban niveles más
bajos de homocisteína (15). El característico patrón dietético de la Dieta Mediterránea en el
que se incluyen el consumo abundante de frutas y verduras, en gran parte crudas, constituye
una fuente de folato que podría contribuir a una adecuada regulación del ciclo de un carbono,
disminuyendo así los niveles de homocisteína y constituyendo, de algún modo, un factor de
protección frente a las alteraciones epigenéticas derivadas de una desregulación del ciclo.
15
El papel de los micronutrientes durante el embarazo y sus implicaciones en el desarrollo
de SM en la descendencia ha sido testado también sobre otras dianas epigenéticas. Goodspeed
y col. estudiaron en ratas los efectos de una dieta suplementada en algunos nutrientes
esenciales (en los que se incluían ácido fólico y vit. B12 entre otros) durante el embarazo, en
un modelo de crecimiento intrauterino restringido (IUGR). IUGR ha demostrado provocar
alteraciones epigenéticas en la descendencia, las cuales confieren mayor riesgo de desarrollar
RI y otros desórdenes metabólicos en la edad adulta (52). Los autores comprobaron como una
suplementación con micronutrientes (los cuales desempeñan un papel fundamental en el ciclo
de un carbono) revertían los efectos de IUGR en el desarrollo de SM en la descendencia.
Además, analizaron las modificaciones epigenéticas en el factor de crecimiento semejante a la
insulina tipo 1 (IGF-1) el cual es el principal operador del desarrollo en las últimas fases de la
gestación y cuya expresión reducida está asociada con RI y aumento en la incidencia del SM
en la edad adulta. Encontraron que las dietas suplementadas en micronutrientes revertían la
hipermetilación en la región promotora de dicho gen causada por IUGR (53).
Previamente en este trabajo ya ha sido comentado el papel de los ácidos grasos durante el
embarazo y los efectos epigenéticos que estos involucran, así como la asociación de estos con
el SM. Como se expuso, es necesario indagar en el papel concreto de los diferentes tipos de
grasa puesto que, además de la cantidad total, la Dieta Mediterránea se caracteriza
especialmente por un tipo de grasa en concreto: AGM y AGP. En este sentido, y en relación
con el ciclo de moléculas de un carbono, se han publicado algunos trabajos que encuentran
como la suplementación de AGP ω-3 revierte los efectos que tiene, tanto en la expresión de
genes como en las modificaciones en cuanto a la metilación del DNA, el déficit o exceso del
ácido fólico y la vitamina B12 durante el embarazo. De esta forma, estos estudios muestran que
los AGP ω-3 juegan un papel importante en el ciclo de un carbono (54, 55).
DISCUSIÓN
Hoy en día, existe suficiente evidencia de que el origen del SM lo constituyen tanto la
predisposición genética del individuo como la interacción con el ambiente, que condiciona la
capacidad de que se exprese, o no, dicha predisposición genética. En este sentido, el periodo
del desarrollo intrauterino constituye un punto crítico puesto que, en él, se producen
modificaciones epigenéticas persistentes, que condicionarán la expresión genética en la vida
post-natal. Dichas modificaciones son provocadas por el ambiente que rodea al feto durante la
gestación. En este sentido, la alimentación materna, que condiciona los nutrientes de los que
dispone el feto, juega un papel clave tal y como han probado numerosos estudios en animales
16
y humanos realizados en las últimas décadas. Diferentes patrones alimentarios en la mujer
embarazada, tanto restrictivos como enriquecidos, han mostrado su capacidad para provocar
alteraciones fetales, mediadas por modificaciones epigenéticas, que acarrean modificación en
la expresión de varios genes y que se traducen en el desarrollo, en la edad adulta, de factores
de riesgo del SM. La Dieta Mediterránea es reconocida como un patrón de alimentación
saludable y, en numerosos estudios, tanto observacionales como de intervención, ha
demostrado constituir un factor de protección frente a la aparición y desarrollo del SM en
individuos adultos. Es plausible la hipótesis de que un grado de adherencia elevado a la Dieta
Mediterránea durante el embarazo constituya un factor de protección para la descendencia
frente al desarrollo de SM en la edad adulta. Los pocos estudios realizados en mujeres
gestantes arrojan resultados que validan esta teoría ya que se ha observado como la Dieta
Mediterránea durante el embarazo mejora algunos factores de riesgo de SM en la descendencia
como el HOMA-IR, los niveles de Hcys o el peso al nacimiento. Sin embargo, los estudios de
intervención con Dieta Mediterránea en embarazadas son escasos como para poder confirmar
dicha hipótesis. No obstante, existen numerosos estudios de intervención en animales
gestantes evaluando el papel de determinados componentes alimenticios. Se ha testado, sobre
todo en roedores, los efectos de una ingesta elevada de grasas, especialmente de grasas
saturadas, durante el embarazo encontrándose alteraciones en la expresión de determinados
genes, mediante modificaciones epigenéticas, que conducen al desarrollo de SM en la
descendencia. La Dieta Mediterránea se caracteriza, por un consumo moderado de grasas y
con un contenido especialmente bajo de grasas saturadas (15) por lo que podría constituir un
factor de protección frente a dichos efectos epigenéticos. Sin embargo, en cuanto a las grasas,
la Dieta Mediterránea se caracteriza, sobre todo, por el tipo de grasa. Así, es rica en AGM
(aceite de oliva) y AGP (pescados y frutos secos). Existe evidencia de los efectos beneficiosos
sobre la salud de estos ácidos grasos insaturados. Sin embargo, su papel durante el embarazo
ha sido poco testado. Hay algunas experiencias, también en animales, que han encontrado
modificaciones epigenéticas en la descendencia asociadas al consumo de este tipo de ácidos
grasos durante el periodo gestacional. Así, la suplementación con AGP de la serie ω-3 podría
suponer un factor de protección frente al desarrollo de SM, mediando modificaciones
epigenéticas sobre la expresión de algunos genes involucrados. También se ha visto como un
aporte adecuado de AGP ω-3 puede revertir los efectos nocivos del déficit de algunos
nutrientes y las modificaciones epigenéticas que llevan asociadas. Sin embargo, las
experiencias son escasas y algunas arrojan resultados contradictorios. El papel de los ácidos
grasos insaturados en la dieta materna debe ser estudiado mucho más en profundidad (10). La
17
Dieta Mediterránea proporciona un aporte adecuado de hidratos de carbono complejos.
Existen estudios que asocian un consumo bajo de hidratos de carbono durante el embarazo con
efectos epigenéticos sobre la expresión de receptores nucleares involucrados en el
metabolismo lipídico y glucídico, por lo que una adherencia mayor a la Dieta Mediterránea,
que asegure un aporte adecuado de hidratos de carbono durante el desarrollo fetal, podría
prevenir la aparición de factores del SM. Una característica fundamental de la Dieta
Mediterránea es el aporte de micronutrientes, tanto de folato (contenido en las frutas y
verduras), como de vitamina B12 (productos de origen animal) (10). Un déficit de estos
micronutrientes ha mostrado alterar el ciclo de moléculas de un carbono en la descendencia
(10), disminuyendo la disponibilidad de grupos metilo necesarios para numerosos procesos.
Así, la Dieta Mediterránea durante el embarazo, podría garantizar un adecuado
funcionamiento del ciclo de un carbono en la descendencia, manteniendo los niveles de
metilación adecuados que no alteren la expresión de genes que podrían desencadenar la
aparición del SM.
Así, los efectos epigenéticos de la Dieta Mediterránea durante el embarazo, provocan
modificaciones en el feto que pueden permanecer en la vida adulta, y que garantizan una
regulación adecuada de muchos genes involucrados en la aparición y desarrollo de SM. Sin
embargo, los marcadores epigenéticos del SM son múltiples y aparecen interrelacionados,
entre sí y con otros procesos, de forma que delimitar mecanismos epigenéticos concretos que
supongan marcadores inequívocos del desarrollo de SM es una ardua tarea que requiere de
futura investigación. En este sentido, existen pocos estudios hasta la fecha donde se haga
referencia al papel de la Dieta Mediterránea modulando genes obesogénicos durante el
embarazo y sus efectos sobre la descendencia. Destaca el estudio de Gesteiro y col (56). Estos
autores observaron que a pesar de que el niño portaba formas polimórficas del gen FTO, que
predispone en el adulto a la obesidad y síndrome metabólico (56, 57), los niveles de
marcadores de resistencia a la insulina eran normales cuando la madre había ingerido durante
el embarazo una Dieta con al menos 7 puntos sobre 13 que definían la adherencia a la dieta
mediterránea. Cuando la madre tenía poca adherencia a la Dieta Mediterránea, los neonatos
portadores de tales polimorfismos obesogénicos presentaban perfiles de niños prediabéticos al
nacer (56).
Del mismo modo, el papel de la Dieta Mediterránea como patrón global de alimentación,
y sus efectos durante el embarazo, deben ser más investigados ya que, a día de hoy, la mayoría
de los datos disponibles hacen referencia a ingredientes concretos y aislados presentes o
ausentes en la misma. Las investigaciones futuras deben hacer un esfuerzo en integrar todos
18
los elementos aislados para proporcionar evidencia de la utilidad de la intervención mediante
la Dieta Mediterránea durante el embarazo, como una herramienta en la prevención del
desarrollo de enfermedades metabólicas en la descendencia
CONCLUSIONES
- Un elevado grado de adherencia a la Dieta Mediterránea durante el embrazo constituye un
factor de protección frente al desarrollo de SM en los hijos.
- Los ingredientes de la Dieta Mediterránea provocan modificaciones epigenéticas en el feto
que modulan la expresión de genes involucrados en el origen y desarrollo del SM.
- Es necesaria más investigación que integre, de manera más completa, todos los marcadores
epigenéticos del SM y la capacidad de la Dieta Mediterránea en su conjunto para modular
dichos marcadores.
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